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PINTURA Y FOTOGRAFÍA EN LA OBRA DE GERHARD RICHTER (PARTE

2)

Gerhard Richter (1932) utiliza la fotografía de formas diversas en su cuerpo de trabajo,


en el que hace profundas reflexiones sobre la mirada a través de la historia de la pintura
y respecto a cómo ésta ha cambiado tras el nacimiento de la fotografía. En su obra
pictórica, Richter hace particular énfasis en cómo la pintura ha sido alterada por ambas:
tanto por la fotografía en sí, como por la nueva mirada que conllevó el empleo de la
misma.

En el texto anterior analizamos las alusiones que Gerhard Richter hace a ciertas


características de la fotografía por medio de su pintura. Encontramos referencias
metafóricas a la memoria, con la cual la fotografía está profundamente ligada. Sin
embargo, es importante profundizar más y analizar de qué forma es que estos discursos
se materializan formalmente en sus cuadros.

Gerhard Richter, Klorolle (Papel higiénico), óleo sobre tela, 68 cm x 65 cm, 1965.


La huella distintiva de la cámara

Una fotografía posee características definidas que surgen de la cámara misma. Entre


éstas encontramos la bidimensionalidad, el colorido particular que depende del sensor
de la cámara -o de la película que se utilizó para tomarla-, el foco y la espacialidad
dependiente del tipo de lente, entre otras cosas. Así mismo, distintas formas de
impresión fotográfica tienen distintas cualidades que también influyen en la apariencia
final de una fotografía. Éstas pueden ser según el tipo de impresión (láser, etc), según la
forma de revelado, o bien impresión en medios impresos como revistas o periódicos.

En nuestra memoria tenemos asociados múltiples ejemplos de estas calidades


fotográficas con diferentes discursos, emociones y aspectos de nuestras vidas. Por
ejemplo, las impresionantes imágenes de daguerrotipos nos remiten a algo, evocan una
época y forma de vida. Las hoy descoloridas fotos de los 70’s nos indican otras cosas,
quizá mucho más cercanas a nuestra propia cotidianidad. El tipo de impresión
característica de las revistas dirige nuestra mente hacia otra dirección distinta. La misma
foto tomada con cámaras diversas, rollos distintos o sensores diferentes producirá una
lectura completamente distinta.

Este fenómeno que evocan las calidades de una foto en nuestra memoria no es exclusivo
de la fotografía. Fácilmente podemos señalar el mismo fenómeno en la pintura e incluso
en la escultura. Todos identificamos cierto tipo de pincelada como la pincelada
impresionista o, más especifico aún, como la pincelada de Vincent van Gogh u otros
artistas. Conocemos la pincelada de Velázquez, Tiziano o Rembrandt. Y tampoco es
exclusivo del trazo, ya que difícilmente pasa desapercibida la luz conocida en cine como
luz Rembrandt o el efecto que produce el claroscuro específico utilizado por
Caravaggio. Distintos tipos de pincelada, diferentes formas de utilizar el color, la luz y
otros elementos son comparables con las diferencias que se producen en la fotografía a
partir de las variables mencionadas anteriormente. Todas estas características detonan
emociones particulares en nosotros y nos remiten a cierto conjunto de afectos. No
obstante, debido a la cultura visual contemporánea, las reacciones producidas por la
pintura son quizá más sutiles que las de la fotografía. Esto se debe a que la foto, a
diferencia de la pintura artística, forma parte indisoluble de nuestra vida cotidiana.

Gerhard Richter, Lesende (Lectora), óleo sobre tela, 72 cm x 102 cm, 1994.


Lo fotográfico como metáfora y evocación

Gerhard Richter aprovecha el papel actual de pintura y fotografía, generando en su obra


una estética que juega entre las calidades visuales fotográficas y aquellas que produce la
pintura. En sus lienzos se sirve de la textura de la pintura, desdibujando los bordes de
los límites de los personajes y los objetos representados. De esta forma logra que éstos
remitan a fotografías fuera de foco o a imágenes de épocas específicas o de
circunstancias particulares.

En otras piezas interviene la representación pictórica de dichas calidades fotográficas


con grafismos e impastos completamente pictóricos. A través de estas
intervenciones produce un diálogo entre ambas formas de ver, así como entre ambas
tradiciones y entre distintas temporalidades. Su forma de pintar genera lecturas
complejas que nos remiten tanto a lo público como a lo íntimo, así como a la alta cultura
y a la cultura inmediata de la calle -o incluso a lo íntimo de nuestros hogares.

Gerhard Richter, Lesende (Lectora), óleo sobre tela, 51 cm x 71 cm, 1994.

 
Gerhard Richter, Kleine Landschaft am Meer, (Pequeño Paisaje por el Mar) óleo sobre
tela, 71.5 cm x 105 cm, 1969.

 
Gerhard Richter, Rosen (Rosas), óleo sobre tela, 46 cm x 51 cm, 1994.

La fotografía como referencia

Gerhard Richter, al igual que muchos otros pintores, utiliza referencias fotográficas en
su obra pictórica. Desde el nacimiento de la fotografía, han habido muchos artistas que
se han servido de ellas. Entre los pintores famosos que fueron pioneros en hacer uso de
referencias fotográficas se encuentran Toulouse Lautrec y Degas. Este último fue
famoso por mantener en secreto su trabajo con la cámara, pues en la época pintores y
fotógrafos estaban en pugna. De hecho, Degas dejó dicho en su testamento que su
fotografía sólo podría exponerse una vez, varias décadas después de su muerte.

Por su parte, el uso que Richter hace de referencias fotográficas no sólo es filosófico y
estético. El pintor ha compilado desde 1962 una amplia colección de fotografías a la
cual se refiere como Atlas. En ésta se encuentra una obsesiva repetición de múltiples
imágenes y motivos: diversos estudios fotográficos que posteriormente servirían y
servirán para estudios pictóricos. Richter ha mencionado que de miles de fotos que toma
y recopila, sólo utiliza algunas en sus pinturas. Sin embargo, esto no impide
que almacene y ordene meticulosamente su amplio archivo de imágenes.

Muchas de sus más famosos pinturas tienen su origen en este amplio archivo de estudios
fotográficos, que incluso contiene fotografías personales. Encontramos en
su Atlas fotografías de paisaje tomadas durante viajes, autorretratos, fotografías de su
familia y en particular fotografías de sus hijos a distintas edades y en diferentes épocas.
 

Gerhard Richter, Stilleben [Kerzen] (Naturalezas muertas [Velas]), 51.7 cm x 66.7 cm,


Página del Atlas- 398, 1982.

Gerhard Richter, página suelta de su Atlas.


 

Gerhard Richter, Kerze (Vela), óleo sobre tela, 90 cm x 95 cm, 1982.

 
Gerhard Richter, Betty, óleo sobre tela, 30 cm x 40 cm, 1977.

Gerhard Richter, Betty, 36.7 cm x 51.7 cm, Página de su Atlas- 394, 1978.

 
Como antes mencioné, Gerhard Richter en ocasiones imita la huella distintiva de la
cámara para evocar emociones e ideas específicas. No obstante, no es la única estética
que su pintura adquiere al relacionarse con la fotografía. Como veremos a continuación,
en ocasiones la imagen fotográfica se vuelve mucho más pictórica en la pintura (valga la
redundancia). La fotografía se transforma en una especie de instrumento para construir
contraste y composición, que sirve como punto de partida para desarrollar una imagen -
en términos de pintura-, mas conservando elementos distintivos de la mirada de la foto.
El ángulo en que fue tomada la fotografía que Richter empleó como referencia para
producir la siguiente pintura hace patente esta estrategia. Si bien la imagen es
claramente un cuadro, su composición dista mucho de cualquier imagen que pudiera
remitirnos a la historia de la pintura previa al nacimiento de la fotografía.

Gerhard Richter, Stadtbild F (Imagen de la ciudad F), 1968.

 
La fotografía como soporte

Las fotografías pintadas de Gerhard Richter son un cuerpo de trabajo importante dentro
de la obra del artista. En cierto sentido, en ellas se funden su trabajo abstracto y
figurativo, así como las distintas investigaciones que busca desarrollar por medio de
ambas. La forma en que juega con la composición, el color y el material hace que de
pronto las intervenciones pictóricas parezcan un tanto fotográficas, o que las fotografías
asemejen pinturas. El curador Hans Ulrich Obrist menciona que este extraño juego entre
fotografía y pintura pudo haber comenzado en la obra de Gerhard Richter por mero
accidente. Con tantas fotografías en su estudio, tarde o temprano debe haber
caído pintura sobre algunas de éstas, lo que debe haber llevado a Richter a comenzar a
explorarlas como soporte.

En algún momento, el pintor comenzó a meter estas fotografías con “accidentes”


pictóricos dentro de su archivo de fotos oficial, su Atlas, cosa que ocurrió mucho
antes de que él mismo las considerara como obra artística. A partir de estos interesantes
accidentes, Richter comenzó a intervenir las imágenes a propósito, indagando aún más
en su trabajo sobre este nuevo soporte -que tantas reflexiones ha conducido a lo largo y
ancho de su trabajo.

Gerhard Richter, 22.1.2000 [Firenze] 22.1.2000 [Florencia], óleo sobre fotografía a


color, 12 cm x 12 cm, 2000.
Gerhard Richter, Abstrakt (Abstracto), óleo sobre fotografía a color, 1992. ©Deutsche
Bank Collection

Gerhard Richter, óleo sobre fotografía a color, 2008.

 
Gerhard Richter, óleo sobre fotografía a color, 2003.

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