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Las TI representan la posibilidad de contar con una herramienta útil para ampliar la
visibilidad del negocio e implementar mejoras en los procesos productivos, pero el
uso de las tecnologías de información en la reingeniería de procesos es una parte
del método para lograr un cambio sustancial y no así el objetivo último.
Los sistemas de trabajo deben estar orientados hacia el cliente. Deben reducirse
al mínimo las tareas internas que no contribuyan a satisfacer las necesidades del
cliente. Esto implica establecer metas locales y corporativas en función de las
necesidades del cliente, y no de las de la organización, de modo que todos los
procesos internos estén destinados a su servicio. Ello también implica, tanto como
sea posible, que haya comunicación electrónica con los clientes y un a él
técnicamente soportado.
Existen fuertes disputas entre los que defienden que las nuevas tecnologías de la
información facilitan la Reingeniería de Procesos y se deben involucrar en el
proyecto de BPR inmediatamente, como es el caso de Molina García, entre otros,
y los que defienden que se necesita un rediseño previo de los procesos antes de
contar con las tecnologías de la información.
Hasta ahora a los líderes y ejecutivos se les había solicitado capacidad para
reaccionar ante los imprevistos y la suficiente destreza como para mantener la
estrategia a largo plazo de la compañía. Ahora no se les pide que sigan el rumbo,
ahora se les demanda que busquen nuevas rutas y, sobre todo, que tengan
habilidad para anticiparse a los problemas y ofrecer soluciones a escollos en el
camino, cuya existencia seguramente aún desconocen.