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LA FILOSOFÍA CAMINO DE TIEMPO Y VERDAD

Este escrito tiene como finalidad realizar el planteamiento y defensa de la tesis de que la
filosofía es el camino para la comprensión del tiempo y la verdad creados por Dios, desde
la reflexión y análisis filosófico de San Agustín. Para esto se realizó un tejido de
argumentos que apoyan la tesis y otros que estando en contra, pretenden tener presente las
diversas miradas y voces que se pueden entretejer alrededor de una tesis, no como un
método o intención de desmentir lo propuesto, sino como el espacio para poner a dialogar
diferentes posturas que nos permitan afianzar y fortalecer la tesis propuesta; y que también
nos permitan entender el caminar contemplativo e investigativo que San Agustín realizó,
para poder comprender la temporalidad y la verdad desde Dios. Como final de este caminar
de análisis filosófico y experimental, se plantearon unas conclusiones que se dejan como
fruto del tejido que se realizó mientras se andaba o trazaba este caminar filosófico y
analítico, que no solo se analizó, sino que también se dialogó, contempló y reflexionó, para
hacer de esto una caminada individual que se entrelaza con caminos diversos y colectivos.

El ver la filosofía como un camino, también nos pone en la reflexión de saber distinguir y
reconocer cuáles son los elementos o pasos que nos ayudan a emprender y trazar este
camino que nos lleva a la comprensión del tiempo y la verdad como creación de Dios, y
estos elementos nos los presenta San Agustín, a lo largo de sus confesiones y también la
importancia del reconocimiento de ellos, uno de estos elementos es el reconocimiento de
nuestra inferioridad, al reconocernos como inferiores estamos colocando a Dios como
centro de nuestra vida y afirmación de que sin el nada es posible, otro es en cuanto al
reconocer que nosotros somos muestra y depositario de la verdad de Dios en cuanto esta
proviene de Dios y todo lo que se nos permite saber es por decisión y disposición de Dios,
dentro del caminar es importante el elemento de la conversión al cristianismo, ya que este
nos abre la puerta del otro elemento, que es la fe, la cual ilumina y orienta la razón, y esta a
su vez nos sirve para demostrar que existen cosas de las cuales necesitamos de la fe, siendo
“la fe la certeza de lo que se espera, y la convicción de lo que no se ve, Por la fe
comprendemos que el universo fue hecho por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve
fue hecho de lo que no se veía” (Hebreos 11:1,3) por último, como elemento también
posibilitador de este caminar está la contemplación y diálogo con las escrituras como fuente
de resolución de interrogantes y como afirmación de lo planteado. Es necesario tener la
claridad de que encontrar el camino, y trazarlo con ayuda de estos elementos, no significa
el encontrar la verdad, para ello debemos caminar el camino y andar en la búsqueda de la
misma, por medio de la palabra de Dios; trazando así un rumbo desde el soltar todo
pensamiento terrenal para entregarnos de lleno a Dios, hasta limpiar nuestros pensamientos,
a tal punto en el que podamos reflejar la verdad que Dios nos compartió al momento de
crearnos.

Para empezar es importante tener en cuenta el proceso por el cual pasó San Agustín,
analizando su libro Confesiones podemos observar que para iniciar su proceso reflexivo el
camino que tomaba empezando desde el cuestionamiento, preguntar y plantear cada
situación a dios, el cual lo llevaba a la reflexión, logrando llegar a la conclusión de que
Dios es el creador de todo lo que conocemos, por lo tanto es el creador del tiempo y para
llegar a entender el tiempo es necesario entender que el tiempo es tiempo en cuanto dios
decidió crearlo. Al momento de plantearse qué es el tiempo se puede pensar como <<lo que
está pasando, pasó o pasará>> entendiendo pasado, futuro y presente; sin embargo, no se
puede definir como tal, desde el ideal medieval. Lo que nos lleva a más procesos del
pensamiento para tratar de responder, generando toda una acción filosófica, trazando un
camino para una posible solución a la pregunta del tiempo. Este proceso lo atravesó San
Agustín, dentro de sus preguntas: ¿Qué es el tiempo? ¿Cómo medir el tiempo? O el mismo
cuestionamiento que él se hacía: ¿Qué hacía dios antes de crear todo? Para empezar, dentro
del pensamiento agustiniano nos podemos dar cuenta que esa pregunta sería errada, ya que
el tiempo no existía antes de la creación de dios, el tiempo existe en cuanto dios decide
crear el tiempo: “Y es que no había un «entonces» cuando no había tiempo.” (Confesiones,
XI, 13,15) entendiendo así que no se puede contar con un tiempo antes de la creación hecha
por dios. Por un lado, tenemos la respuesta de San Agustín: “Si nadie me plantea la
cuestión, lo sé. Si quisiera explicar a quien la plantea, no lo sé.” (Confesiones, XI, 14,17).
Nos muestra una clara paradoja al momento de definir tiempo; sin embargo, a través de ese
camino, nace una pregunta aún mayor, en términos cronológicos ¿Qué existía antes del
tiempo? O ¿Qué pasaba antes del tiempo? Lo que nos lleva a lo antes dicho. El tiempo es
una cuestión que se puede pensar a partir de la creación de dios, dentro de esto, dios no es
un ser que exista en el tiempo como lo conocemos: “Tu día de hoy es eternidad. Por ello
engendraste coeterno al que dijiste: «Todos los tiempos los has hecho tú. Y antes de todos
los tiempos existes Tú. Y en otro tiempo no había tiempo.” (Confesiones, XI, 13,15) Lo que
nos lleva a pensar <<entonces el tiempo existe en cuanto dios decide que excita>> Pero,
entonces ¿Cómo medir el tiempo ya existente? Pensándolo desde San Agustín, el tiempo es
presente pasado, presente de los presentes y presente futuro, dando a entender que el pasado
es solo una existencia siempre y cuando lo recordemos; mientras que el futuro “son
predichos los hechos futuros” (Confesiones, XI, 18,23) En tanto todo se mantiene en un
presente constante, si se puede decir. Por lo tanto, Dios es una presencia natural en todos
los tiempos que conocemos; al final “el tiempo no es otra cosa que un desbordamiento.”
(Confesiones, XI, 26,33) Entendiendo un desbordamiento medible, en tanto midamos el
presente que vivimos, al final el tiempo termina como empieza, con los mismos
cuestionamientos; pero, diferentes teorías.

Otro camino importante que nos abre la filosofía es la comprensión de cómo el tiempo nos
puede llevar a la verdad, el cual se encuentra en el pleno conocimiento de Dios. Para San
Agustín Dios es la representación de la verdad y el creador del tiempo, por lo tanto, dios es
la representación máxima de la verdad, teniendo esto en cuenta que, es la mente la que nos
tiene en constante contacto con él. En cuanto al acercamiento del ser humano con dios, solo
a través de la mente se logra una conexión intentando obtener la verdad a través de dios,
porque él tiene todo a la verdad y es el poseedor absoluto de todos los conocimientos: “Y
nuestro conocimiento comparado con tu conocimiento es pura ignorancia.” (Confesiones,
XI, 4.6) Como dios es el creador de todo, entonces Dios tiene todos los conocimientos a los
que puede llegar el hombre, teniendo así una verdad absoluta. Toda esta percepción se
puede entender de la siguiente manera: La mente es un espejo que refleja la gloria de dios,
porque somos su creación; sin embargo, esta se verá reflejada siempre y cuando estemos
dispuestos a entregarnos a Dios, el acercamiento a la verdad empieza desde el
desprendimiento terrenal. Si el objetivo es reflejar esa verdad, entonces se debe tener una
mente limpia, cercana a Dios, de esta manera se logrará reflejar todo como un espejo. Nos
podemos dar cuenta que a partir de la materia la cual Dios moldeo para crear lo que
conocemos, él no necesito un cielo para crear un cielo o un mar para crear un mar, él lo
creo desde lo que él quería que existiese; intentar decir que desde la nada, sería caer en el
mismo error que con el tiempo, ya que la nada no es nada en tanto Dios no la ha creado, así
mismo es con el principio de la creación: Génesis, la creación de lo que conocemos por
parte de Dios. A partir de ese punto nos podemos plantear que Dios al crear cada ser y cada
cosa, entonces la verdad existe en Dios, la única manera de que el humano llegue a esa
verdad es acercarse a Dios.

Teniendo ya esta diversidad de planteamientos que sustentan la tesis, también es pertinente


abrir el espacio al diálogo con otras posturas que nutrirán el caminar filosófico que se ha
realizado y ampliará de igual manera el tejido que se ha realizado por medio del análisis y
contemplación de la postura de San Agustín.

Empezaremos con decir que algunos manifestaran o postularan el argumento de que la


filosofía no es el camino sino la herramienta conceptual y espiritual para conocer a Dios;
pero debemos tener en cuenta en esta postura, que el camino en sí mismo puede ser visto y
utilizado como una herramienta, ya que este nos permite hacer un proceso de análisis,
crítica, reflexión y contemplación de las posturas de San Agustín; porque es el camino
como método y herramienta el que nos posibilita experimentar los diversos interrogatorios
y descubrimientos que podemos realizar en el estudio y comprensión de esta postura de
tiempo y verdad desde la esencia de Dios, no solo como creador, sino como depositario y
principio y fin de las mismas, es decir el camino y la posibilidad de caminar, no solamente
nos sitúa en el poder trabajar sobre los pensamientos contemplados de este filósofo, sino
que también nos permite ir tejiendo experimentalmente su accionar filosófico, por medio de
los diferentes métodos que en el camino brinda, como la interrogación, la contemplación, el
análisis y la reflexión; pero no solamente desde la postura del que busca conocimiento, sino
como aquel que dentro de la búsqueda del mismo se permite nutrir de la diversidad de
andanzas para llegar a él, y al llegar a él, poder seguir la ruta planteada, para continuar con
el tejido.

Continuando con este diálogo de miradas y posturas diversas que se pueden dar alrededor
de una tesis, es pertinente también hablar de otra visión del tiempo, en la que se nos dice
que el tiempo siempre estuvo, desde el principio junto con Dios y solo fue un instrumento
para crear la obra de la creación, más no una creación en sí; este argumento nos hace ver al
tiempo como objeto constante antes, durante y después de la creación y que aun en el
presente está y existe, pero dicha afirmación no niega la creación del tiempo, por decisión
de Dios como herramienta para darle forma a la creación, lo que hace es situar al tiempo
desde el principio junto a él; Puede ser que sin un nombre específico, ya que el nombre le
fue dado al momento de ser utilizado para la obra creadora; pero, si junto a Dios, al estar
junto a él no nos da la certeza o la plena seguridad de que no es creación de él o yendo más
allá en que está antes que él. Desde el análisis filosófico de San Agustín se puede explicar
cómo el tiempo pudiendo estar junto a Dios desde él antes del todo, es objeto tomado por él
para crear algo más, ya que siendo la acción creadora fuera de la creación se necesitaba
algo ya creado para dar condensar dicha elaboración creacionista; por lo tanto el tiempo
como objeto de la creación y facilitador de ella, es una obra de Dios posibilitadora de otras
obras y que provienen netamente de su esencia, más no es antes ni de la misma naturaleza
de Dios, por ser objeto posibilitador y no sujeto dinamizador.

Para continuar con este diálogo también se quiso poner la mirada y la escucha analíticas
sobre otras percepciones de la verdad y como está dependiendo de la mirada toma un
sentido diferente, pero nutrido; Demócrito en cuanto a la verdad nos dice que “nosotros en
realidad no conocemos nada verdadero, sino los cambios que se producen según la
disposición del cuerpo y de lo que en él se introduce o le ofrece resistencia” (DK, 10, B9)y
añade que “en realidad nada sabemos, pues la verdad se halla en lo profundo” (DK, 10,
B117) en cuanto a la primera premisa que Demócrito contemplativamente nos presenta
podemos decir lo que decía San Agustín “Lo necesario para el cuerpo y para esta vida
nuestra transitoria, se nos dan por añadidura a quienes buscamos tu reino y tu justicia”
(Confesiones, XI, 4) por lo tanto la disposición del cuerpo se pone en camino de la
búsqueda de la verdad que es solo Dios, de él proviene y en él esta se sustenta y toma
forma, esto quiere decir que para nutrirnos de la verdad; nuestro cuerpo se debe poner en
disposición de la búsqueda del reino de Dios y su justicia, siguiendo con las premisas de
este Demócrito nos dice que la verdad está en lo profundo, a lo que San Agustín responde
por medio de una afirmación “Dios la verdad misma” (Confesiones, XII, 35) esto nos
afirma que no solo Dios es la verdad, sino que eso profundo que nos menciona Demócrito,
es depositario de la Verdad, por ende es depositario de Dios y como resultado de esto, para
llegar al deleite de la verdad debemos de tener en eso profundo de nuestro ser a Dios como
esencia de la Verdad, y a través de esta tenencia o vivencia, podremos medianamente
conocer la verdad, ya que como dice san Agustín en cuanto al conocimiento “nuestro
conocimiento comparado con tu conocimiento es pura ignorancia”. (Confesiones, XI, 4,6)

Por último haciendo el coherente y reflexivo análisis de los argumentos a favor y en contra
de la tesis presentada, en cuanto al tiempo, la verdad y la filosofía como camino para llegar
a la comprensión de estos dos como creación de Dios, podemos concluir, que para San
Agustín la filosofía es el camino, por el cual haciendo interrogaciones, contemplaciones e
investigaciones se puede llegar a la comprensión de que el tiempo y la verdad son creación
y esencia de Dios, ya que estas dos existen desde el momento en que él lo decidió y
empiezan hacer, parte de la creación como instrumentos que sustentan y dan sentido a la
misma, siendo ellos en donde se desarrolla la creación y se reafirma todo el actuar
creacionista de Dios, también queremos concluir que para San Agustín la filosofía es el
camino que nutrido con diferentes elementos nos llevan a caminar la búsqueda temporal de
la verdad (entiéndase temporal, no solo como el tiempo cronológico, sino como los
espacios en donde se vivencia y experimenta el accionar filosófico), quehacer de la filosofía
pasa por la interrogación y afirmación de Dios como esencia y posibilitador del todo, sin el
estar en el todo y que su objeto está en reconocer a Dios como esencia máxima de la
existencia, de donde se desprende todo en cuanto a verdad y tiempo, y que desde allí se
crea y recrea todo.
Bibliografía

 Agustín, S. (2010). Confesiones. Madrid: Gredos.

 Bernabé, A. (2008). Fragmentos presocráticos de Tales a Demócrito. Madrid: Alianza


Editorial.
 Reina Valera. (1960). Antiguo y nuevo testamento. Italia

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