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M.-A.MEDINA, Filosofía y Fenomenología de la religión, cit., 223. cf. J.-L. SÁNCHEZ
NOGALES, Filosofía y Fenomenología de la religión, cit., 397-406.
83
Cf. M.-A.MEDINA, Filosofía y Fenomenología de la religión, cit., 223.
84
Cf. G. LOBO – J. GÓMEZ,¿Necesita el hombre la religión? cit., 58.
85
Cf. Ibid.
21
hombre entrevé en el origen y en el destino de las cosas, y que da
fundamento y sentido a la vidahumana»86 que no es otra que Dios mismo.
En este sentido la declaración del VaticanoNostraAetate sobre las
relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas sostiene que «ya
desde la antigüedady hasta nuestros días, se encuentra en los diversos
pueblos unacierta percepción de aquella fuerza misteriosa que se halla
presente en lamarcha de las cosas y en los acontecimientos de la vida
humana; y a vecestambién se encuentra el conocimiento de la suma
Divinidad e inclusodel Padre. Esta percepción y este conocimiento
penetran toda la vida delos pueblos con un íntimo sentido religioso»
(NostraAetate [=NA], n. 2).Esa «fuerza misteriosa» a la que hacen
referencia los padres conciliares no es otra que el Ser Supremo e Infinito, lo
Absoluto,y recibe el nombre de «Dios».
c) Así las cosas la aceptación de la existencia de una «fuerza misteriosa»,
de unSer Supremo, no es ajena al propio hombre, al contrario, responde a
supropia estructura intelectual que, como vimos anteriormente, está abierta
esencialmente a los otros y a al Otro.
En efecto, labúsqueda de la verdad es una exigencia de la condición
humana. Por otro lado,el hombre se da cuenta de que no puede ser
verdaderamente libre,si no recibe una luz sobre las cuestiones centrales de
su existencia y, enparticular, sobre aquella de saber de dónde viene y a
dónde va. Se puededecir que el verdadero conocimiento orienta al hombre
hacia la sabiduría;es decir, en lugar de restringir los ojos de la mente a lo
material, nosinvita a levantar la mirada hacia los valores del espíritu. En
una palabra,la sabiduría da al verdadero conocimiento toda su amplitud
liberadora;acepta el cálculo y la experimentación, al tiempo que se abre a la
búsquedade la verdad última, a la búsqueda de la luz que da sentido a
lavida humana y que, aunque esté más allá de nuestro completo alcance,
esla clave de la auténtica felicidad y libertad de los hombres, la medida
dela humanidad, y el criterio para una relación justa con la naturaleza ycon
los hombres87.
d) Cuando un cristiano se pregunta «¿Por qué creo en Dios?», la
primerarespuesta es la de la fe. En efecto, la fe es la respuesta natural del
hombre ala Revelación divina, es decir a la revelación de Dios que sale a su
encuentro. Esta respuesta razonable porqueDios es creíble. Y Dios es
creíble porque lo demuestra con obras concretas que manifiesta su amor
por el hombre. En este sentido, Santo Tomás define el credere in Deum
como el ánimo pronto del hombre para creer en Dios y en lo que este revela
movido por las muestras de amor del propio Dios.
e) Ahora bien, esta fe en un Dios que se acerca al hombre y le busca no es
algo que repugne a la razón. Al contrario,encuentra un apoyo en los
86
Ibid., 58s.
87
Cf. Ibid., 59s.
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razonamientos de la inteligencia humana como son las pruebas destinadas a
demostrar la existencia de Dios que se han sucedido a lo largo de la
historia88.
Todo lo anterior puede ser sintetizadocon el «existencial
sobrenatural» de Rahner. Para él, las palabras de Heidegger «existencial
sobrenatural» no significaban otra cosa que la apertura innata a la
trascendencia que se encuentra en lo más profundo de todo hombre y de
toda mujer que viene a este mundo. Así en todo ser humano existe un
anhelo que no se ve saciado hasta que lo reconoce y lo encuentra. En
palabras de san Agustín: «Nos hiciste Señor para ti y nuestro corazón está
inquieto hasta que no descanse en ti».
Por su parte, el Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica se
refiere a esto mismo de la siguiente forma al responder a la pregunta «¿por
qué late en el corazón del hombre el deseo de Dios?»
88
Cf. Ibid., 60.
89
Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica [=Compendio], n. 2.
90
In LibrumBoetii de TrinitateExpositio, q. 2, a. 2 c.
23
El punto clave de la armonía entre ambos órdenes es su fontalidad:
ambos han sido creados por el mismo y único Dios91. Como decía el obispo
Berkeley: «Dios es el padre de todas las luces».
5.1. CONOCIMIENTO NATURAL/RACIONAL DE DIOS
a) Argumento ontológico
91
Cf. J.-L. SÁNCHEZ NOGALES, Filosofía y Fenomenología de la religión, cit., 68-72.
92
Cf. G. LOBO – J. GÓMEZ,¿Necesita el hombre la religión?..., cit., 61ss.
93
Ibid., 62.
94
Cf. B. GARRET, ¿Qué es eso llamado metafísica? (Madrid 2010) 17.
24
cuya primera formulación apareció en el siglo XI de la mano de san
Anselmo de Canterbury:
«…aquello mayor que lo cual nada es posible pensar, no puede existir solo en la
inteligencia. Pues si solo existe en la inteligencia, podría pensarse que existe en
la realidad, lo cual es mayor. Por consiguiente, si aquello mayor que lo cual nada
puede pensarse existiese solo en la inteligencia: eso mismo mayor que lo cual
nada puede pensarse es (simultáneamente) aquello mayor que lo cual nada puede
pensarse, no solo en la inteligencia, sino también en la realidad»95.
b) Argumento cosmológico
95
S. ANSELMO, «Proslogion2», en ID., Obras completas de san Anselmo I (Madrid 1952) 367.
96
B. GARRET, ¿Qué es eso llamado metafísica?, cit., 17s.
97
Cf. B. GARRET, ¿Qué es eso llamado metafísica?, cit., 18-21.
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deno ser, en algún momento nada existió en las cosas. Pero si esto es
verdad,tampoco ahora existiría nada; porque lo que no es no comienza a ser sino
porcausa de algo que es. Por consiguiente, si nada fue ente, fue imposible
quenada comenzara a ser; y, de este modo, nada existiría; lo cual es
evidentementefalso. Sin embargo, no todos los entes son posibles (tienen
posibilidad de ser),sino que algo debe ser necesario (tiene necesidad de ser) en
las cosas. Sinembargo, todo ente necesario o bien tiene la causa de su necesidad
en otro,o no la tiene. Sin embargo, no es posible que se proceda hasta el infinito
enlos entes necesarios que tienen causa de su necesidad; del mismo modo queno
ocurre así en las causas eficientes, como se ha probado en este mismoartículo.
Por consiguiente, es necesario poner algo que sea necesario por símismo, que no
tenga en otro la causa de su necesidad, sino que sea causa dela necesidad de
otros; a lo cual todos llaman Dios»98.
98
ST I, q. 2, a. 3.
99
F. COPLESTON, «Must God Exist?», enM. KEYNES, Philosophy in the Open (London 1978)
115-120.
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proposición «Dios existe» no es analítica no se puede hablar de
necesariedad en el caso de Dios100.
Contra esto Garrett argumenta que la analiticidad no es la única
fuente de necesidad puesto que hay verdades necesarias que no son
analíticas como que «el agua es H2O». Por tanto, la no analiticidad de
«Dios existe» no es una razón válida para descartar su carácter necesario101.
Otro problema es que al aceptar la proposición «yo habría podido no
existir» tenemos que aceptar también que «yo existo» es una verdad
contingente, y que, por consiguiente, yo soy un ser contingente. De esta
manera tendría sentido hablar de seres contingentes y de seres necesarios
con independencia de si los hay o no. De cualquier manera, en el caso de la
existencia de Dios el aspecto capital no es la necesidad sino la
autosuficiencia: Dios contiene en sí mismo la razón de su existencia102.
Se puede reformular la segunda parte de la argumentación de la
siguiente manera:
(1) El universo tiene causa o no la tiene;
(2) Si el universo tiene una causa, la causa yace fuera de él;
(3) Si el universo carece de causa, el universo es necesario;
(4) El universo no es necesario;
(5) El universo tiene una causa (de [3] y [4]);
(6) Por lo tanto, la causa del universo yace fuera de él (por [2] y [5])103.
c) Argumento teleológico
100
Cf. B. GARRET, ¿Qué es eso llamado metafísica?, cit., 23.
101
Cf. Ibid., 24.
102
Cf. Ibid.
103
Ibid., 25.
104
Cf. Ibid., 25s.
27
modo para conseguir aquello que es optimo. De donde aparece claramente que
no por casualidad, sino intencionadamente, llegan a su fin. Sin embargo,
aquellas (cosas) que no tienen conocimiento, no tienden a un fin sino porque son
dirigidas por algún (ente) cognoscente e inteligente, como la flecha lo es por el
arquero. Por consiguiente, existe algún (ente, ser) inteligente por el que todas las
cosas naturales son ordenadas a un fin; ya esto lo llamamos Dios»105.
105
ST I, q. 2, a.3.
106
Un ejemplo característico de estructura y dinamismo lo encontramos en el ADN de un ser
vivo como puede ser el caso de una semilla. La cadena de ADN contenida en el interior de sus
células es una estructura con una información genética concreta que despliega el dinamismo
contenida en ella cuando las condiciones son las adecuadas.
107
Cf. B. GARRET, ¿Qué es eso llamado metafísica?, cit., 26s.
108
Cf.R. J.FOGELIN, Berkeley and the Principles of Human Knowledge(London-New
York2001) 73.
109
Cf. B. GARRET, ¿Qué es eso llamado metafísica?, cit., 27.
28
5.1.2. Argumento del mal
110
TH.-W. ADORNO, Dialéctica negativa (Madrid 1975) 315-319.
111
Cf. B. GARRET, ¿Qué es eso llamado metafísica?, cit., 28-32.
29
platónica: «el cuerpo es la cárcel del alma». La divinidad demiúrgica no es
maligna ni origen del mal, sino limitada en su poder112.
Por su parte, Aristóteles establece el mal como privación de bien. De
acuerdo con la estructura hylemórfica de la realidad la forma actual de la
materia la priva de otras posibles formas. De modo que en el plano
ontológico el mal es privación de un bien superior; moralmente el mal
consiste en desviarse de la racionalidad; el mal sería una especie de mezcla
de la imperfección del universo y de la limitación humana113.
En síntesis,podemos decir que para la filosofía griega la única
solución al problema del mal es el dualismo:
«el mal tiene su origen en el ámbito divino, aunque esté subordinado al bien, lo
que hace imposible sostener la omnipotencia de la divinidad llevando al
pensamiento a su desembocadura en el fatalismo: el mal es insuperable. Y de la
inserción insuperable del mal en el orden ontológico deriva el pesimismo
antropológico, que se mitiga mediante el recurso a su integración en un universo
que en su conjunto se tiene como armónico y positivo»114.
112
Cf. J.-L. SÁNCHEZ NOGALES, Filosofía y Fenomenología de la religión, cit., 873.
113
Cf. Ibid., 875.
114
Ibid.
115
Cf. Ibid., 876s.
30
Dios castiga los pecados del hombre pecador con el sufrimiento y la muerte
–castigo desencadenado por la libertad humana– a pesar de haber creado el
universo y el hombre con una naturaleza originalmente buena. El
sufrimiento se constituye, de este modo, en un instrumento pedagógico en
manos de Dios para purificar al hombre. De este modo, el mal es empleado
como pedagogía divina para el bien ultimo del hombre116.
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asumido en el bien del conjunto, como el dolor de una parte sirve a la
totalidad. De esta forma, el mal de una parte es asumida en función del bien
del conjunto. Más todavía, el mal soportado por un individuo puede ser
condición de una existencia superior como la vida eterna119.
En cuanto al mal moralse explica en relación al mal uso de la
libertad por parte del hombre. Mientras Dios pone formalmente el bien, la
voluntad del hombre pone formalmente el mal, el desorden: «de este
concurso sale el acto libre pecaminoso, el desorden moral que, en cuanto
tal desorden moral, es obra exclusiva de la voluntad que pudo poner un
orden bueno»120.
e) Leibniz
119
Cf. Ibid., 881.
120
Ibid.
121
Ibid., 886.
122
Cf. Ibid., 887-890.
32
b) O un medio para impedir males mayores y conseguir bienes mejores.
c) O un medio para realzar el bien existente y el perfeccionamiento del que lo
sufre123.
123
Cf. Ibid., 890.
124
Cf. Credere in Deum
125
Compendio, n. 6.
33
caracterizada por su libertad, pero conjuga el esfuerzo del humano con el
«don» sobrenatural que lo sobrepasa126.
126
Cf. J.-L. SÁNCHEZ NOGALES, Filosofía y Fenomenología de la religión, cit., 389; cf. M.-
A.MEDINA, Filosofía y Fenomenología de la religión, cit., 225.
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