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Resumen
Abstract
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Introducción
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A pesar de ello, para no caer en reduccionismos, es importante recalcar que la
ideología no necesariamente es la génesis de la humanidad, mucho menos su
piedra angular, pero si es una presencia constante que puede explicar y
desembocar en variados fenómenos y conceptos atrayentes, puesto que el
análisis de la ideología permite descubrir y comprender prácticas y creencias
arraigadas en la sociedad, las cuales son los objetos de análisis constante y
permanente de las ciencias sociales y las humanidades en general.
Marx
Marx en sus escritos tempranos se refiere a la ideología como "una inversión del
pensamiento que oculta la naturaleza real de las cosas" (Larraín, J. 2007, 40) o
también como expresa Lichtman, “la ideología no es sino conciencia enajenada
(...) es necesariamente una distorsión de la realidad; pero aún más, es la realidad
puesta de cabeza. Porque la ideología no es simplemente ignorancia o falta de
conocimiento del mundo. Es, más bien, un disfraz en el que la realidad es
presentada por su negación —su "inversión" (1976, 1-2).
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Con todo, se puede concluir que la "praxis es la acción consciente y sensible de
los humanos mediante la cual producen su existencia material y las relaciones
sociales dentro de las cuales viven, transformando de este modo la naturaleza, la
sociedad y ellos mismos (...) el modo específico de ser del ser humano" (Larraín,
2007, J. 58-59). Todo lo considerado, parte realizado, accionado o producido por
el humano en su praxis relacional, por ende, no es la oposición a la teoría en el
pensamiento y tampoco es una determinación externa, es la totalidad del hombre
y la mujer.
En cambio "la ideología tiene que ver con aquellas ideas que expresan la práctica
inadecuadamente" (Larraín, J. 2007, 66-67), siendo la misma práctica y no las
ideas en sí, las que producen determinadas contradicciones sociales y materiales
que construyen las ideas de la clase dominante, formadas por la división del
trabajo, ergo, la sociedad dividida en clases que pone en oposición los intereses
del individuo con los intereses de la comunidad, cristalizando entonces su poderío
social y cultural en base a la naturalización histórica -de generación en
generación-, de la misma.
Lenin
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aparece también como ideología: la ideología de las clases dominadas
(Larraín, J. 2008, 34-35).
Con este autor se toma un camino distinto para la dicotomía que planteaba Marx
entre ciencia o materialismo histórico, con ideología o consciencia invertida que
está en beneficio al ocultamiento de una contradicción social. El concepto de
ideología comienza a tomar un sendero diferente, adquiriendo un carácter más allá
aún de lo neutral, hasta al punto de establecerse como un concepto con un
carácter epistemológico y ontológico positivo en el caso de la ideología de la clase
dominada, dándole mayor énfasis a la posición de los sujetos en la lucha de
clases en relación a su propia clase, puesto que, no siempre un enunciado,
pensamiento, conciencia o ideología de determinados individuos de una clase,
están posicionados en defensa de los intereses de ésta, pero sí consciente o
inconscientemente, se posicionan bajo el alero de los interés de una de ellas en el
contexto histórico de la división social de clases.
Lukács
Georg Lukács, otro intelectual marxista del primer cuarto del siglo XX, el cual en
su primera etapa como teórico desprende una crítica fuerte y audaz frente al
marxismo ortodoxo practicado por el concierto teórico-socialista y marxista de la
época, criticando la teoría del reflejo, afirmando que, seguir concibiendo la
conciencia por un lado, como algo interno, y por otro, la realidad como algo
externo, concluye en una reificación de este último, por lo tanto, es consciente del
descuido del marxismo ortodoxo del campo ideológico y subjetivo.
En ese sentido, este autor mediante la gran influencia que obtuvo de Lenin,
reafirma el aspecto neutral o positivo del concepto de ideología y le da un mayor
énfasis en su rol en la lucha de clases. En ese afán, de elevar la relevancia
práctica de la ideología fundamentalmente en las crisis del capitalismo, Lukács
considera la conciencia de clase como ideología y ciencia a la vez, sin hacer
diferencias entre ellas, diferenciándose de Lenin en aquel aspecto, ampliando aún
más el concepto.
Lo anterior queda claro cuándo Lukács señala que "el destino de la revolución (y
con él el destino de la humanidad) dependerá de la madurez ideológica del
proletariado" y que "la ideología para el proletariado no es una bandera para
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seguir en la batalla, ni es una pantalla de sus objetivos verdaderos: es el objetivo y
el arma misma"" (Lukács, G. citado en Larraín, J. 2008, 86).
Gramsci
Al igual que Lukács, Gramsci le entregó una gran importancia a los factores
subjetivos dentro de la estructura social. El estudio de la ideología por parte de
Gramsci estuvo acompañado por la concepción clave en su interpretación de la
sociedad europea: la hegemonía, la cual “se refiere a la subordinación ideológica
del proletariado europeo que le permite a la burguesía gobernar por medio de su
consentimiento" (Larraín, J. 2008, 104).
En ese sentido, Gramsci proponía dar énfasis primario a la ideología como factor
en la desalienación de la consciencia y de la práctica social, con una función
nueva dentro de esta concepción: la lucha contrahegemónica de clase, desde las
alianzas ideológicas en la sociedad civil y no meramente en las instituciones
políticas formales. Gramsci se hace cargo en esta ocasión de la ampliación del
término y su positividad emergente, es decir, la ideología se constituye en todas
las esferas de la cultura y las relaciones de producción, teniendo como
consecuencia teórica y práctica, una elaboración del concepto en los terrenos que
no son tradicionales de la superestructura, sobrepasando las instituciones del
Estado y abordando la sociedad civil y su ideología, a un nivel diferente y en
ocasiones históricas, como un opuesto del Estado.
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Un "sistema de ideas" específico a una "concepción del mundo que está
implícitamente presente en el arte en el derecho en la actividad económica
y en todas las manifestaciones de la vida colectiva e individual" (...) En
suma, para Gramsci la ideología es concebida como una unidad entre una
visión del mundo y su correspondiente normas de conducta" (Larraín, J.
2008, 108).
La sociedad para Gramsci se concreta en "el momento por medio del cual, la
necesidad económica es transformada en un programa político que es 'deber-ser',
ese momento por medio del cual la necesidad se hace conciencia de la necesidad
y por lo tanto libertad" (Piotte, citado en Larraín, J. 2008, 106).
Es decir, este autor eleva el momento histórico y colectivo de los sujetos de una
clase determinada, los cuales toman posición en la lucha de clases, produciendo y
reproduciendo ideologías conscientes de las mismas, o desprendidas de la
conciencia, es por aquello que se toma como un momento ético y político, por su
relevancia en la acción política en la sociedad civil y en la sociedad política, en la
búsqueda de la mantención de la estructura hegemónica o en su transformación.
Las ideologías orgánicas, las relevantes para Gramsci, “tienen una validez que es
validez psicológica: organizan a las masas humanas, forman el terreno en el cual
los hombres mueven, adquieren consciencia de su posición, luchan, etc.” (2005,
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364). De tal manera, marca su posición particular sobre el concepto y en la
relevancia de la ideología en su tesis marxista de la lucha de clases: la ideología
como movilizadora y generadora de conciencias y acciones.
Althusser
Laclau y Mouffe
Dicho lo anterior, Laclau concluye desde 1996 que la ideología es eterna, puesto
que paradójicamente el significado que le da sentido a la sociedad es la búsqueda
incesante de los humanos por encontrar un sentido extra-discursivo, que a pesar
que sea falso, ilusorio o ficticio, le da sentido y significado a la vida: el cierre extra-
discursivo que toda sociedad necesita (Larraín, J. 2010, 151).
Zizek
La ideología se funda en los ideales de los individuos en una sociedad que anhela
plasmar su visión de mundo, como lo planteaba Mannheim en la materialidad
social (Larraín, J. 2009). Hay frustraciones, lucha de clases, intereses y
necesidades en cada ideal social, la que constituyen en conjunto y en la movilidad
socio-histórica una ideología que permite identidad y producción de grupos
político-sociales. Zardoya manifiesta que “el secreto de toda ideología radica en la
producción y reproducción de un ideal social, de una imagen de una realidad en
cuyos marcos las contradicciones existentes se presentan como superadas y, por
consiguiente, de una finalidad capaz de unificar y organizar a aquellos grupos y
clases sociales en torno a la tarea común de realizarla” (2009, 2). La idealidad es
una realidad fijada como un producto estático y único, pero la ideología que se
forma por aquella idealidad, en el terreno de la cultura, la intersubjetividad, el
poder, la política, los valores, la moral, es decir, la superestructura, es un
movimiento, un proceso, una dinámica socio-histórica.
Volviendo a Zardoya, cabe decir que, postula a la ideología como presente en todo
ámbito de la vida social y la cultura, toda actividad va dirigida a la fundamentación
o descalificación de un ideal, cosmovisión o ideología, ejerciendo un poder, por
ende, “en virtud de esta omnipresencia, la ideología constituye un factor
determinante de todas las formas de la actividad humana, de todas las
instituciones sociales y todas las modalidades de la cultura, un medio poderoso
del proceso de producción social” (Zardoya, R. 2009, 4).
Bajo esta misma línea Estenssoro, explica que Martín Seliger plantea una visión
contemporánea de la ideología que reúne lo aportado por las visiones marxistas
fundamentalmente, pero en el devenimiento de la ideología positiva, abarcando
toda la cultura, definiéndola como “conjunto de ideas por las que los hombres
proponen, explican y justifican fines y significados de una acción social organizada
y específicamente de una acción política, al margen de si tal acción se propone
preservar, enmendar, desplazar o construir un orden social dado” (Estenssoro, F.
2006, 13).
Además, este autor amplía el espectro y señala que James Donald y Stuart Hall,
afirman que la ideología entrega:
Esta visión de la ideología deja clara otra cuestionante de este estudio, la cual es
la relación de la ideología con la verdad, la ciencia, el error y la realidad.
Claramente como recientemente Zardoya expresa en su teoría, la ciencia también
es una ideología y como él mismo señala:
En ese contexto, para Néstor Kohan la verdad tiene seis definiciones teóricas
posibles de acuerdo al recorrido histórico que propone, que va desde Aristóteles
hasta Nietzsche (2014, 17-23).
La primera establece que la verdad se confiere como tal, cuando existe una
correspondencia entre el enunciado realizado y la realidad existente, ergo, una
objetividad marcada, es decir, empirista-positivista. La segunda verdad se inserta
dentro de las relaciones lógicas posibles, el cual proviene desde la teoría de
Hegel. La tercera, también hegeliana, constituye a la verdad como una realización,
como una totalidad, la unidad entre sujeto y objeto producida por el progreso; esta
perspectiva es cristalizada en la analogía de Marx de la evolución del mono al
hombre, para poder explicar la evolución del feudalismo al capitalismo, el cual este
último, se establece como una verdad, en donde esa verdad como un todo puede
explicar el estado anterior, al igual que el hombre explica al mono.
La cuarta propuesta teórica de verdad es manifiesto del método lógico-
matemático, es decir, verdad por consistencia, que expresa como requisito de
verdad, la coherencia en los sistemas axiomáticos, método en el cual muchos
científicos en el siglo XX se sumaron para remediar las crisis sobre la puerta a la
verdad. La quinta proviene de la filosofía de Wittgenstein que vislumbra múltiples
verdades en el horizonte y en el juego del lenguaje, las que claramente se asimila
a la visión posestructuralista. Y por último, se hace presente la concepción
Nietzscheana relativista, que inspira a los diversos posmodernos de la actualidad,
basándose en la idea de que no hay hechos o verdades, sino que
interpretaciones.
Orientados por estas definiciones es clara la posición que adopta la concepción
materialista de la historia marxista, el cual comúnmente es pasado por alto en las
cátedras de las escuelas de ciencias sociales, espacios que viven en la dicotomía
del positivismo academicista (cercanos a la primera definición de Aristóteles) y el
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relativismo posmoderno nietzscheano. Intermediariamente las perspectivas
lógicos-matemáticas son utilizadas sobre todo en aspectos relacionados con el
lenguaje, por ejemplo, en el psicoanálisis de Jaques Lacan.
En ese contexto, el territorio medio y provechoso es la búsqueda de la verdad
mediante las relaciones dialécticas de la realidad, buscar la traducción material de
las vidas subjetivas de las personas condicionadas por las estructuras burguesas
de dominación y explotación, concibiendo por lo demás, una totalidad social. Y no
una totalidad para crear una sociedad uniforme y controlada, sino que para
liberarla, es lo que plantea esta visión marxista como ideología. Exactamente
como expone Ángelo Narváez respecto a la totalidad, la verdad según el marxismo
y su conexión de la realidad con la ideología (en su comprensión primaria
negativa), criticando a su vez, la forma ideológica del positivismo en su base de la
primera concepción de verdad para crear ciencia:
Parece necesario un nuevo concepto de totalidad. Este concepto de
totalidad debiese –hipotéticamente- romper con la duplicidad antinómica de
las lógicas metafísicas y positivistas, y debiese mostrarse como una lógica
de lo real en su amplitud: una lógica, digamos, ontológica. O, en otros
términos, una lógica que en la misma transformación de las unilateralidades
abstractas concretice sus limitaciones y proyecte una transformación de la
totalidad como una complejidad concreta (…) la tradición empirista y su
reanimación positivista en los siglos XIX y XX (…) tenía –y tiene- un nombre
bastante impreciso para referirse a esta inmediatez transparente: realidad.
Pero, esta realidad en todo difiere de la realidad concreta, de la
determinación histórica, de la complejidad del sentido. La hipótesis de una
realidad simple aparece a Marx (Hegel) como un muro de reflejos
ideológicos que mantienen su más alta expresión en un sentido común que
pretende aprehender la realidad tal cual ésta es. Para Marx (y Hegel) la
“realidad” (tal cual es) miente, oculta, vela y esconde, subsume y sublima
relaciones desprendidas de cualquier vinculación global (2014, 77-79).
Entonces, es necesario y elemental tratar de comprender el todo, a pesar de estar
sujetos a errores (puesto que por el hecho de estar sujetos a nuestras
capacidades cognitivas, afectivas, y contextuales para interpretar la realidad,
probablemente conlleven a potenciales equívocos, pero también aciertos), es
posible mediante este instrumento metodológico acercarse lo más posible a una
verdad establecida por las relaciones humanas que crean múltiples cadenas de
identidad, y esa identidad, debe ser defendida para que sea libre de toda
explotación.
Es en este aspecto el rol ideológico, el papel de la ideología en la implementación
teórica de la realidad. La posición marxista es en defensa de la clase trabajadora,
con un pensamiento crítico constante en la teorización y la praxis. Como dice en la
obra de Leopoldo Lavín: “Lo que caracteriza a los pensamientos críticos, según
Keucheyan (2010, p. 335), es compartir la idea-tesis de que el ‘el capitalismo no
es el horizonte insuperable de nuestra época’ y que conviene seguir planteándose
el objetivo de abrir paso a otros mundos posibles” (2014, 27).
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En ese contexto, se crea una lucha ideológica, donde las alternativas al modelo
hegemónico se encuentran en una subordinación que crea una necesidad de
sistematización y coordinación teórica y práctica para poder ofrecer una estructura
distinta, que renueve los valores y las formas de producción de cualquier índole en
la sociedad, con el fin último de brindar condiciones permanentes de justicia y de
igualdad. Como bien dicen Valdés y Pérez: “La lucha ideológica presupone la
conformación de una teoría revolucionaria bien fundamentada, capaz de criticar
con profundidad la sociedad capitalista actual y demostrar la necesidad y vialidad
de la construcción de una sociedad nueva” (2012, 15).
Discusión y Propuesta Conceptual de la Ideología
La ideología se comprende, en primera instancia, como un proceso socio-histórico,
es decir, construida desde las relaciones intersubjetivas entre hombres y mujeres
en sus contextos micro y macro sociales de producción material y abstracta de la
historia y la vida humana. Por lo tanto, la ideología son prácticas sociales que se
constituyen como parte del sujeto en su relación con los otros, es parte de un
movimiento de subjetividades en interacción, ergo, es miembro intrínseco de la
praxis social, por lo tanto, no es una mera construcción de ideas interrelacionadas
entre sí en el campo psíquico, individual y/o singular de los pensamientos de un
sujeto, sino que es propia de una dialéctica constante y fundamentalmente
histórica existente entre lo material y lo abstracto, entre lo tangible y lo intangible,
entre lo objetivo y lo subjetivo, entre las estructuras y las agencias.
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la economía, en la cultura y en las diversas instituciones que sellan la marca de la
socialización histórica de la colectiva humana.
Por consiguiente, la ideología no es una idea, como tampoco, son simples ideas
articuladas sobre el mundo. Como se decía, la ideología es un estructura
compleja, donde converge diversas esferas de la historia social, haciéndose
presente con relatos, símbolos, ideales, moralidades, éticas, normas, teorías,
hipótesis, verdades, mentiras, enemigos y aliados, los cuales provienen de las
prácticas sociales anteriores, y devienen en las mismas, con la función de
conservarlas y/o potenciarlas, o para reformarlas y/o transformarlas.
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interpretado, puesto que la definición anteriormente revisada que comprende a la
ideología como falsa conciencia, en el sentido de que, esconde contradicciones
materiales del mundo social, produciendo entonces mentes invertidas, por ende,
alienadas y enajenadas, deviniendo en una falsa conciencia, hacía referencia a
una de las facetas funcionales de la ideología, faceta la cual, en la definición
recientemente propuesta, corresponde a la misión de conservar las prácticas
sociales existentes, como a las estructuras que la soportan.
Estructuras y prácticas que Marx, identificaba como invertidas, es decir, al interior
de un escenario histórico llamado lucha de clases; la característica elemental de la
historia de las civilizaciones humanas ha sido su ordenamiento de clases, lo que
ha llevado que existan relaciones de producción, invertidas y desiguales, como
conciencias invertidas y enajenadas.
En definitiva, la ideología se impregna siempre de un movimiento funcional hacia y
para la hegemonía de clase, o a su inversa, y es en esa lógica, donde las diversas
dimensiones de la sociedad, sea la economía, la política, la ciencia y la cultura en
general, son determinadas por estas contradicciones de clase, produciendo
cúpulas de autoridad y poder en cada uno de ellas. Cada estratificación sea de
raza, etnia, nacionalidad, rama de la ciencia, o tipo de arte, va bañado siempre a
algún carácter de contradicción de clases, como nutrido de algún tipo de poder y
autoridad social de clase, con la funcionalidad ideológica de conservar o
transformar.
Referencias Bibliográficas
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