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junio 2015 • díatreinta

Ensayo

LA IMAGEN DE TANATOS
EN LA POESÍA DE JOSÉ
WATANABE
Esribe: Gerson Ramírez
Docente de Lengua y Literatura

Resulta extraño hablar de la muerte para referirnos a la obra de un escritor cuya poesía presenta como telón de fondo
el escenario rural de Laredo, su tierra natal. Desde un primer acercamiento observamos que los elementos esenciales
de sus imágenes se sustentan en la visión del río, el ganado abrevando en la ribera, las lagartijas en la tierra caliente,
labradores afilando sus machetes, niños corriendo entre los cañaverales. En su poesía, la muerte se presenta como
una reafirmación de la vida, a través de una visión profunda de lo que somos frente a lo inefable de la existencia. De
esta manera, Laredo y la imagen de la muerte presente en la poesía de Watanabe se puede esbozar desde tres pers-
pectivas: la familia, la individualidad y la posición de los otros.

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díatreinta • junio 2015

1. La imagen de la muerte desde el núcleo familiar 2. La imagen de la muerte desde la individualidad


Por el origen familiar, Watanabe ha conocido dos visiones: Es verdad que el medio nos forma en determinadas ideas acer-
por parte de su madre, de ascendencia serrana, las supersticiones ca de la muerte, pero nuestra percepción de ella se individualiza por
y los mitos arraigados, y por el lado de su padre, el pensamiento las experiencias particulares que vivimos, aquellas que nos tocan la
budista y la idea de la transitoriedad. En el poema «Informe para carne y el espíritu, directamente. Sabemos que Watanabe estuvo
mi hermano muerto en la infancia» (De Álbum de familia) evoca la en la década del ochenta en Alemania tratándose de una aguda do-
muerte de su hermano, víctima de la peste de viruela, y le pregunta lencia. En su libro Cosas del cuerpo los conceptos de vida y muerte
sobre su padre, también ya fallecido: ¿Te ves con papá?/En general, aparecen estrechamente ligados y se plantea la lucha permanente de
me he vuelto un poco indiferente. /A veces pesa mucho el silencio de los nuestro ser físico frente a las enfermedades; todas las circunstancias
cipreses y los muertos. materiales que lo afligen, lo deterioran y lo amenazan. En el poema
Aquí observamos una primera postura frente a la existencia, «Nuestra reina», el poeta habla de la hermosura de la doctora en-
basada en el catolicismo, de que la muerte solo es un tránsito hacia cargada de cuidarlos porque su belleza es símbolo de salud, de larga
otra vida; sin embargo, a pesar de ser así, va proyectándose en su vida: Eres nuestra reina. /Los enfermos estiramos las manos atribuladas
espíritu cierto aire de escepticismo. /hacia ti, en triste cortejo. /Queremos tocarte cuando cruzas los pasillos,
En el poema «La cura», de su libro Historia natural, descubri- /altiva, docta, saludable, /oh sí, saludable.
mos la presencia de la muerte, enfrentada a las creencias y supersti- Pero el poeta sabe que la vida no siempre es belleza y salud, y
ciones de la familia. Leemos: El cascarón liso del huevo/sostenido en que incluso ella, su reina puede morir, y no por eso su belleza se ha-
el cuenco de la mano materna/resbalada por el cuerpo del hijo allá en brá terminado. Entonces escribe: Pero si el conocimiento no te exime
el norte. /Eso vi. /y también te mueres, serías una bella muerta. /Tienes nariz alta, boca
Aquí apreciamos que la vida no se organiza solamente de ma- /que cierra bien, que se sella, /párpados tersos, largo cuerpo para ser
nera racional, sino que la lucha contra la muerte tiene como aliados tendido /voluptuoso /sobre una mesa de hierba.
a nuestras creencias y supersticiones. Al final de este poema escribe: Watanabe también ironiza con la idea de la muerte, que no le
En ese mundo quieto y seguro fui curado para siempre. /En mí se harán produce melancolía, sino que más bien la belleza y la sensualidad
todos los milagros. /Eso vi. / Qué no habré visto. de quien vela por él o por ellos le quita a la muerte todo signo de
tragedia.
En el poema «Responso ante el cadáver de mi madre muerta» En el río, como elemento poético, se da la aspiración de una
(Banderas detrás de la niebla) el poeta dice: A este cadáver le falta vida saludable relacionada con el pasado en Laredo y la idea de la
alegría. /Qué culpa tan inmensa /cuando a un cadáver le falta alegría. muerte acechante. Leamos el poema «Los ríos»: Mi hermana viene
Watanabe repite el verso “a este cadáver le falta alegría” y re- por el pasillo del hospital, /con sus zapatos resonantes, viejos, peruanos.
marca así la oposición entre dos conceptos antagónicos: muerte – /De pronto /alguien hace funcionar el inodoro, y es el río Vichanzao /
vida. Y ante el espectáculo de la muerte, aparece como una ironía terroso /corriendo entre las piedras.
la idea de que los muertos no están muertos para siempre, porque Primero se presentan estos versos en que Watanabe reconoce
incluso, puedes ser víctima de sus burlas: Ya se está yendo y no le en la turbidez de las aguas su propia enfermedad. Sin embargo una
prometas nada: /le provocarás una frase sarcástica /y lapidaria que, nueva imagen viene a serenarlo: Y mi graciosa hermana abre el caño
como siempre, te dejará hecho un idiota. /Once hijos, señora Coneja, /y lava el plato, y esta vez es el Moche, cristalino /y benéfico, /entrando
y ninguno sabe qué diablos hacer /para que su cadáver tenga alegría. por las heridas de mis costados /abiertos como dos branquias.
Una lucha de contrarios en la que parece prevalecer el con- Observamos como un hecho tan trivial (abrir el caño) lo trae
cepto de la muerte como tránsito hacia otra existencia. Por eso, a otra vez a Laredo, al río ––esta vez cristalino y benéfico ––. Y en ese
pesar de que nos habla de un acontecimiento que por lo común contacto vivificante con la naturaleza, la vida le disputa a la muerte
es doloroso y desconcertante, no resulta patético ni sentimental y su cuerpo enfermo y le prodiga un instante de voluptuosidad: Rico
Watanabe escapa así de la cursilería. ser pez entonces: una sensualidad /que me permite /este dolor.

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“… ante el espectáculo de la muerte, aparece


como una ironía la idea de que los muertos
no están muertos para siempre…”

Sin embargo, leamos «Orgasmo» (Banderas detrás de la entrecano en el marco dorado soy yo. /Grito: ¡Soy yo! ¡Soy yo! /Y
niebla): ¿Me dejará la muerte /gritar /como ahora? me da un enorme placer verlo, riendo y nublado. /Soy yo /y si
Este poema es una gran interrogante, una incertidum- no lo fuera también diría que soy yo /porque quiero ser (y seguir
bre respecto a lo que puede aguardarnos en este trance. Wa- siendo) en cualquier rostro vivo /con tal de no ser, como el hijo
tanabe es una amante de los placeres, busca y descubre la sen- del carnicero, el muerto.
sualidad en toda la naturaleza con su detenida observación; es Como vemos, se enaltece el deseo de vivir, aunque nu-
un hedonista que ama profundamente la vida. blado, opaco, o enfermo, que finalmente es mejor a cualquier
ausencia permanente.
3. La imagen de la muerte desde la «otredad» En el libro «La piedra alada» leemos el poema Las pie-
También en la poesía de Watanabe se plantea la ima- dras de mi hermano Valentín: Sé que tú durarás más que noso-
gen de la muerte como un acontecimiento alejado de nuestra tros /porque en nuestro pueblo /solo el río / que te da aire fresco y
realidad inmediata, es decir, todo aquello que los “otros”, camarones /va rápido. La vida /transcurre como una lenta cere-
nos transmiten de la muerte. En el libro Banderas detrás de la monia /y el tiempo es más mesurado.
niebla leemos el poema «Riendo y nublado». El poeta refiere Watanabe habla de Laredo como el espacio donde se
la muerte del hijo del carnicero (“La meningitis mató en su vive con parsimonia y la muerte se retrasa y, en todo caso,
cama al hijo del carnicero”). Y esa circunstancia, concatenada para quien ama profundamente la vida, tal vez sea el espacio
con el juego de echar el aliento en los espejos, le demuestra donde resultará más grata la existencia. Esta certidumbre abre
el valor de la existencia: Mirándome en los espejos /y soplándo- un nuevo sendero por donde el poeta se acerca al lar nativo,
les tontamente mi hálito /he persistido hasta hoy. / Sí, ese señor tan entrañable en toda su poesía.

Conclusiones
1. Hablar de la obra de José Watanabe es referirse a Laredo no solo como espacio geográfico, sino también afectivo, simbólico,
evocado en las diversas etapas de su vida.
2. Es posible plantearnos tres perspectivas respecto a Laredo y la imagen de la muerte en la poesía de José Watanabe: el núcleo
familiar, la individualidad y la otredad.
3. La imagen de la muerte no se sobrepone al concepto de la vida, sino más bien, con una sutil ironía, libran una batalla delante
de la incertidumbre ante el real destino del hombre.
4. Watanabe hurga minuciosamente en toda la naturaleza y descubre en ella sensualidad y belleza.

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