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La muerte narrada desde los poetas latinoamericanos

Por: Leandro Andrés Vásquez Ríos


Literatura latinoamericana - 8725

La muerte para muchos de nosotros es un concepto intangible, una palabra que


describe el más allá, el despedirse de este mundo terrenal, quedar yerto en un
mundo el cual todos tendremos que abandonar algún día. Es por todo lo anterior y
al querer transversalizar este concepto con el vivir un día en un comentario, qué
se quiere dialogar desde los autores latinoamericanos sobre sus posturas frente a
esta situación a la que algún día llegaremos.
Empecemos describiendo la vida como una estancia fugaz, con camino hacia la
muerte, pues así nos la describe este poema de Rosario Castellanos, una poeta
mexicana que supo qué es la muerte cuando estaba viva, pues la alcanzó a
descifrar como la soledad, un mundo sin sentido y sin salida:
“Quisimos aprender la despedida
y rompimos la alianza
que juntaba al amigo con la amiga.
Y alzamos la distancia
entre las amistades divididas.
Para aprender a irnos, caminamos.
Fuimos dejando atrás las colinas, los valles,
los verdeantes prados.
miramos su hermosura
pero no nos quedamos”.

(Poema “Los Adioses” de Rosario Castellanos.)


Es así como describe esta poeta su paso por esta corta vida terrenal, como de
muerte en vida con la soledad, una soledad que genera frío, miedo y terror.
Sin embargo, metiendo en este asunto una vivencia en donde “viven los
muertos”, se quiso hacer un análisis de tres lugares en específico, los cuales
hablan con sus letras, adornos y esas miradas que generan tristeza, nos
demuestran qué significa la muerte.
El primero, es una de las tumbas que están en
el sector de los niños, sí, la muerte llega
temprano en muchas ocasiones. Este espacio
nos habla desde la semiología, desde la
literatura y desde esa imagen impactante, un
recuadro lleno de sentimiento, dolor y mucha tristeza por la pérdida de un ser
querido.
Es en este momento es donde podemos citar a Gabriela Mistral, poeta chilena
y ganadora del Premio Nobel de Literatura, quien realizó este texto en
conmemoración de la gran tragedia de su vida: el suicidio de su hijo Yin Yin
“Querida mamá:
Creo que mejor hago en abandonar las cosas como están. No he sabido
vencer, espero que en otro mundo exista más felicidad.
Cariñosamente tu Yin Yin.
Un abrazo a Palma”.
Es un texto que bastante impactante, pues nos expone cómo es el sentimiento
de sentirse vencido por la vida y el querer encontrar un nuevo rumbo con la
muerte, donde se quiere encontrar otra felicidad que en este mundo terrenal
no fue hallada.
También, desde este mundo terrenal nos hemos preguntado si hay vida más
allá de la muerte, ¿Cómo se sentirá estar en ese lugar? ¿Se reencarnará en
otro cuerpo? o inclusive si alguna vez se estuvo en el cuerpo de otra persona.
Todas estas preguntas algo existencialistas nos las pensamos día a día,
cuando escuchamos que alguien murió, cuando se ve morir a otra persona o
la perspectiva más cercana, pensar en la muerte como salida a una vida sin
sentido.
Es así como describía su última morada la poeta argentina Alfonsina Storni,
una de las más trágicas y poéticas de la historia:
“Perder la mirada, distraídamente,
perderla y que nunca la vuelva a encontrar:
y, figura erguida, entre cielo y playa,
sentirme el olvido perenne del mar”.

(Poema “Dolor”, de Alfonsina Storni).

La autora describía la muerte desde la playa y el mar, un lugar épico para


decirle a la vida adiós. Esta es una situación inusual, pues creeríamos que,
por el simple hecho de estar rodeada de felicidad y disfrute, sería una vida
perfecta, pero no era así, según inferimos desde el texto, se quería perder en
esas aguas de un mundo tormentoso. Quería buscar su felicidad entre la
tierra, el mar y el más allá de la muerte.

Las miradas hacia la muerte siempre están activas, todo lo que hacemos día a
día desafía el otro lado de la noche como lo escribe una de los poetas más
hirientes y revolucionarias de la literatura, Alejandra Pizarnik, la cual nos
describe este paso a la muerte como una jaula que se ha vuelto pájaro, un
pájaro que voló hacia la luz final:

“¿Cómo no me extraigo las venas


y hago con ellas una escala
para huir al otro lado de la noche?

El principio ha dado a luz el final


Todo continuará igual
Las sonrisas gastadas
El interés interesado
Las preguntas de piedra en piedra
Las gesticulaciones que remedan amor
Todo continuará igual.

Pero mis brazos insisten en abrazar al mundo


porque aún no les enseñaron
que ya es demasiado tarde.

La jaula se ha vuelto pájaro


y ha devorado mis esperanzas.

Señor.
La jaula se ha vuelto pájaro
Qué haré con el miedo”.

Un poeta que coloca los pelos de punta con su extrema dureza de la realidad,
un miedo al que estamos obligados a estar a diario, el miedo a la muerte.

Para finalizar este recuento de la literatura de la muerte,


hablamos de las miradas, esas miradas intimidantes que nos
transmiten frialdad, dolor y mucho suspenso.

Estas cuatro miradas de los guardianes del barrio de los


muertos nos inspiran la rudeza que demuestra el más allá, un
mundo al llegaremos algún día con la esperanza de que sea
un espacio mejor que este mundo terrenal.

Aún no sabemos responder las preguntas existencialistas de


cómo es la muerte y qué se siente estando ella, sin embargo,
tenemos algo presente, que lo muerte también está en vida,
cuando no sabemos para qué vivimos y cuál es nuestro fin en
el mundo. Pero lo peor, la muerte está presente cuando no le
encontramos sentido a la vida, allí nos tendríamos que
preocupar, está la muerte en vivo y no la podemos dejar
ganar.
Bibliografía
https://equltura.com/literatura/la-soledad-en-la-muerte-de-5-poetas-
latinoamericanos/

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