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VALLEJO EN

ESENCIA
ANTOLOGÍA POÉTICA
INTRODUCCIÓN

César Vallejo nació el 16 de marzo en Santiago de Chuco y dejó este mundo


en París el 15 de abril de 1938. Es el poeta peruano más universal por su extraordi-
naria calidad humana.
Sin embargo, aparte de la lírica, nuestro vate ha cultivado todos los géneros.
En narrativa, es célebre su cuento “Paco Yunque” en el cual critica el sistema
educativo y en su novela El tungsteno exalta la lucha digna del indio. Tienen la
misma calidad humana y artística sus ensayos (Contra el secreto profesional), sus
teatros (Colacho hermanos) o sus crónicas como Rusia en 1931, entre otros libros.
Vallejo estuvo absolutamente comprometido con el ser humano en teoría y
práctica. Su hogar de Santiago de Chuco fue cristiano y su visión del mundo,
marxista. Ambos elementos son originales (sin calco ni copia como diría Mariáte-
gui), se retroalimentan y potencian su sensibilidad. A modo de muestra, recorde-
mos que ha estado presente en la sangrienta Guerra Civil española, hecho que le
inspira su famoso poema “Masa” que constituye un canto a la solidaridad del
hombre.
En su primera etapa poética, esto es con Los heraldos negros, poetiza la
familia, la madre, la angustia social, el cristianismo (a veces de un modo cuestiona-
dor y en otras hasta solidario con el propio Dios). En su segunda etapa con Trilce,
lleva hasta la cúspide su alta calidad poética con su experimentalismo, pero sin
perder la profunda sensibilidad humana. Son sus temas el atendado contra la
libertad, la angustia personal, la poesía misma o la madre en su sentido más
profundo. Y en la tercera etapa, funde genialmente a su sensibilidad cristiana la
filosofía marxista. Todo ello para el logro de un mañana justo para todos. A este
proyecto de hombre convencido con la lucha, pertenecen sus libros de poesía
política España, aparta de mí este cáliz y Poemas humanos.
En ese sentido, en esta ocasión, a nosotros, los lectores, nos corresponde
compartir al menos estos seis poemas de nuestro entrañable poeta universal.
1. “LOS HERALDOS NEGROS” (de Los heraldos negros)

Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé!


Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma… ¡Yo no sé!

Son pocos; pero son… Abren zanjas oscuras


en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros Atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.

Son las caídas hondas de los Cristos del alma


de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.

Y el hombre… Pobre… ¡pobre! Vuelve los ojos, como


cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.

Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé!


Análisis del poema “Los heraldos negros” (Rolando Govea)

El poema los “heraldos negros”, del libro del mismo nombre que publicado en
1919, empieza con el contundente verso que nos flagela en la piel desnuda: «Hay
golpes en la vida, tan fuertes… Yo no sé!».

En este poema preliminar, somos testigos de la angustia religiosa de Vallejo.


El vate sufre con Dios, lucha contra Dios, se rebela contra él, descarga sobre ese
Dios la responsabilidad de la vida, de la muerte, del dolor. Vemos que acepta a
Dios, al Dios crucificado que mira inactivo y silencioso el sufrimiento humano. Y
esto último es lo único que podemos conocer: tenemos conocimiento de cómo son
los golpes, pero no tenemos la certeza de cuáles son las causas que producen el
dolor y exclamamos como el poeta un «yo no sé» metafísico e inexplicable con
palabras.

Con el verso “Son las caídas hondas de los Cristos del alma”, el poeta solo no
nos dice quiénes son los mensajeros o “los heraldos negros que nos manda la
Muerte”, sino que nos grafica que la existencia es un vía crucis. El alma está
martirizada por los golpes al modo de un Jesús que cayó en el camino al Calvario
y en comparación con un hombre que sufre, como este, sin entender los motivos.
Esta falta de conocimiento es compartida por Vallejo que lo une al destino del
resto de los seres humanos. El dolor lo vincula con los pobres, así como la búsque-
da de la cancelación de esta situación por medio del mismo dolor y la solidaridad
que este conlleva y esperamos esa palmada que por sobre el hombro nos llame, nos
haga volver la vista y nos reconozcamos en el otro.

En suma, en este poema no solo sentimos esos golpes de la vida. También


percibimos un lenguaje cuestionador, una interpelación o cuestionamiento al
vivir humano, a la relación con Dios, a la sociedad a la que pertenece. Esa concien-
cia de lo negativo, el saber de un no saber despierta en el poeta un hambre univer-
sal: la búsqueda del conocimiento de la realidad, de su entorno, de las causas reales
del sufrimiento en los pobres desde una nueva religiosidad.
2. “LA CENA MISERABLE” (de Los heraldos negros)

Hasta cuándo estaremos esperando lo que


no se nos debe... Y en qué recodo estiraremos
nuestra pobre rodilla para siempre! Hasta cuándo
la cruz que nos alienta no detendrá sus remos.

Hasta cuándo la Duda nos brindará blasones


por haber padecido!...
Ya nos hemos sentado
mucho a la mesa, con la amargura de un niño
que a media noche, llora de hambre, desvelado...

Y cuándo nos veremos con los demás, al borde


de una mañana eterna, desayunados todos!
Hasta cuándo este valle de lágrimas, a donde
yo nunca dije que me trajeran.
De codos,
todo bañado en llanto, repito cabizbajo
y vencido: hasta cuándo la cena durará.

Hay alguien que ha bebido mucho, y se burla,


y acerca y aleja de nosotros, como negra cuchara
de amarga esencia humana, la tumba...
Y menos sabe
ese oscuro hasta cuándo la cena durará!
Análisis de “La cena miserable” (Wilfredo Zambrano)

“La cena miserable” es un poema que también pertenece al libro Los heraldos
negros. Esta composición, cuyo título ya denota una feroz crítica, está integrado por
un total de cuatro estrofas.

La primera estrofa presenta cuatro preguntas en la que el poeta se interroga


sobre el tema de la muerte. La primera pregunta alude a la duda sobre el momento en
que la muerte llegará. La segunda pregunta hace referencia al lugar en que la muerte
nos encontrará, pues el “recodo” que se menciona es un ángulo que forma un río, un
sendero, una vía o una calle, o sea, la muerte modifica de manera abrupta y sorpresi-
va la dirección que llevaba la vida. César Vallejo cambia la frase popular “estirar la
pata” que significa “morir” por “estirar la rodilla”. El poeta dice: “Y en qué recodo
estiraremos nuestra pobre rodilla para siempre!”. La tercera pregunta utiliza el símbo-
lo cristiano de la cruz para referirse a la carga pesada de la vida, es decir, asume la
vida como un gran sufrimiento para el hombre. La cuarta pregunta habla sobre la
Duda, la cual está escrita con mayúscula, pues se refiere a una duda importante, la
duda existencial: ¿ser o no ser?, es decir, ¿vivir o morir?

En la segunda estrofa, el poeta se queja de la vida y alude a que la espera en la


mesa ha sido bastante. La vida es considerada como un sufrimiento, para ello utiliza
la imagen de una cena en una mesa en la que esperamos como un niño hambriento a
medianoche. La pregunta “Y cuándo nos veremos con los demás, al borde de una
mañana eterna, desayunados todos” habla de una nueva vida en la que nadie sufra de
hambre o de cualquier otra necesidad, también puede aludir a una comunión o un
encuentro con otros. La mañana eterna tal vez haga referencia a la vida eterna en la
que creen los cristianos, la cual vendrá después de la muerte y tras la llegada de
Cristo. La mañana significa la esperanza, es decir, un nuevo día. Hace referencia a un
nuevo día sin sufrimientos, sin hambre, pues todos estarán saciados. La segunda
pregunta de esta estrofa nuevamente se interroga sobre el tiempo que durará el
sufrimiento en esta vida, la cual es aludida con el nombre “valle de lágrimas”. La vida
es asumida como un gran sufrimiento donde el poeta se queja de haber sido traído sin
su consentimiento.

En la tercera estrofa, el poeta nuevamente regresa a la imagen de una persona


que espera la cena con los codos sobre la mesa y, llorando triste y derrotado, de nuevo
se interroga sobre el tiempo de duración de la cena, es decir, de la vida.

En la última estrofa, se menciona que hay alguien que ya está saciado y se burla
del ser humano. Este ser podría ser la duda que carcome el pensamiento del poeta o
incluso podría ser la misma muerte. El poeta utiliza una comparación entre la tumba
con una cuchara negra de amarga esencia humana. En las dos últimas líneas, se
menciona que ese alguien, un ser oscuro, tampoco sabe cuánto durará la cena, es
decir, no sabe cuánto durará la agonía antes de la muerte.

En conclusión, el poema está construido mediante diversas preguntas que el


poeta se hace a sí mismo o a otro ser sobre el momento en que deba llegar la muerte
para acabar con el sufrimiento del ser humano. La vida es asumida como un largo
sufrimiento, como una cruz pesada. El poeta compara la espera por la muerte con una
cena miserable en la que esperamos solitarios el momento en que llegue esta. El
poema también tiene algunas referencias a la religión cristiana, pues la cena misera-
ble puede tomar la imagen de la última cena de Jesús con sus discípulos antes de ser
apresado y ser conducido al calvario, es decir, al valle de lágrimas.
3. XVIII (de Trilce)

Oh las cuatro paredes de la celda.


Ah las cuatro paredes albicantes
que sin remedio dan al mismo número.

Criadero de nervios, mala brecha,


por sus cuatro rincones cómo arranca
las diarias aherrojadas extremidades.

Amorosa llavera de innumerables llaves,


si estuvieras aquí, si vieras hasta
qué hora son cuatro estas paredes.
Contra ellas seríamos contigo, los dos,
más dos que nunca. Y ni lloraras,
di, libertadora!

Ah las paredes de la celda.


De ellas me duelen entretanto más
las dos largas que tienen esta noche
algo de madres que ya muertas
llevan por bromurados declives,
a un niño de la mano cada una.

Y sólo yo me voy quedando,


con la diestra, que hace por ambas manos,
en alto, en busca de terciario brazo
que ha de pupilar, entre mi dónde y mi cuándo,
esta mayoría inválida de hombre
Análisis del poema XVIII de Trilce (Juan Ríos)

El poema XVIII, que vamos a comentar, pertenece al libro Trilce (1922),


poemario vanguardista; es decir, experimental. Es conveniente recordar que este
libro contiene elementos autobiográficos de intenso dolor: la muerte de su madre
y la experiencia del encierro en una cárcel.

Lo primero que salta a la vista del poema XVIII es el uso de los números
“cuatro paredes de la celda”, “cuatro paredes albicantes”, “cuatro rincones”. La
repetición da entender la sensación asfixiante de estar encerrado sin ninguna
esperanza de libertad “que sin remedio dan al mismo número”.

Además, describe ese encierro, ese espacio entre “cuatro paredes” como un
lugar insoportable de opresión, de la aniquilación de la paz, de la tranquilidad:
“criadero de nervios”, “mala brecha”, “diarias aherrojadas extremidades”. Cada día
es una opresión como si estuvieran descuartizándole las extremidades. Asimismo,
la palabra “albicante” significa “que blanquea”, es decir, las paredes albicantes
significan que el color de la vida está desapareciendo. El blanco es la ausencia de
color, es la nada, la muerte. La frase “cómo arranca” da entender una violencia que
se ejerce contra el hombre en esa aparente pasividad de estar encerrado. El poema
nos presenta la desolación del hombre en un encierro sin esperanza, sin luz de vida,
con violencia.

En la tercera estrofa, el poema evoca con nostalgia y afecto la presencia


liberadora de la madre “amorosa llavera de innumerables llaves”: la madre
siempre tiene solución para todos los problemas con tal de ver sano a su hijo. En
esta parte, hay un retorcimiento de la sintaxis, una ruptura de la sintaxis tradicio-
nal: “Contra ellas seríamos contigo, los dos, más dos que nunca”. El poeta anhela
fervorosamente (“más dos que nunca”) la presencia de la madre con la cual
soportaría el dolor del encierro. Pues la madre es una presencia salutífera.

En la cuarta estrofa, se presenta a las madres “que ya muertas llevan por


bromurados declives, a un niño de la mano cada una”. Las madres se alejan con un
niño en la mano; el poeta se está quedando solo, encerrado, en angustia indescrip-
tible. Trata de encontrar un terciario brazo en vano. Este poema, en conclusión,
condensa uno de los temas clave del poemario de Vallejo: el mundo entendido
como una cárcel y el ser humano entendido como un huérfano.
4. “MASA” (de España, aparta de mí este cáliz)

Al fin de la batalla,
y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre
y le dijo: «No mueras, te amo tanto!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Se le acercaron dos y repitiéronle:


«No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil,


clamando: «Tánto amor, y no poder nada contra la muerte!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Le rodearon millones de individuos,


con un ruego común: «¡Quédate hermano!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Entonces, todos los hombres de la tierra


le rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado;
incorporóse lentamente,
abrazó al primer hombre; echóse a andar…
Análisis del poema “Masa” (David Dávila)

Este poema forma parte del libro España, aparta de mí este cáliz y nace a partir
de la comprensión que realiza Vallejo sobre la guerra civil española y su trascen-
dencia mundial.

En el primer verso, “Al fin de la batalla,/ y muerto el combatiente…”, el poeta


nos anuncia que ha terminado la batalla y el combatiente está muerto (a partir de
entonces se referirá a él con la palabra “cadáver”). Dicha batalla puede referirse a
un problema existencial, a la crisis social, y el cadáver, a aquel que lucha y pierde
en dicho conflicto; sin embargo, esta muerte es aparente, se refiere a la muerte del
espíritu, a la pérdida de las ganas de vivir. En esa situación de postración, se le
acerca un hombre y le expresa el amor que siente por el cadáver. El amor entendi-
do como interés por lo que le pasa al prójimo, como forma de devolverle la
esperanza al que la ha perdido; pero el cadáver sigue muriendo, es decir, sigue
incrédulo sobre si sea suficiente el amor de una sola persona para conseguir el
cambio.

En la segunda estrofa, aparecen dos que lo instan a levantarse. Ellos hablan


del valor que uno debe tener para afrontar los problemas; pero no logran devolver
la esperanza al cadáver.

En la tercera estrofa, aparecen hasta quinientas mil personas, quienes, a


pesar del amor por el caído, no pueden devolverle las esperanzas. En la cuarta
estrofa, aparecen millones de individuos; pero no consiguen devolver las esperan-
zas al combatiente, quien sigue desesperanzado.

Recién en la última estrofa, con el verso “Entonces todos los hombres de la


tierra/ le rodearon…”, el cadáver se levanta, es decir, recupera las esperanzas;
abraza al primer hombre, ese primer hombre que lo instó a levantarse, ese que
nunca perdió la confianza en él y que se mantuvo firme desde el primer instante
en que el combatiente perdió la esperanza.

En conclusión, el mensaje final de Vallejo es que con la solidaridad se puede


afrontar todos los problemas, incluso vencer a la misma muerte.
5. “TRASPIÉ ENTRE DOS ESTRELLAS” (de Poemas humanos)

¡Hay gentes tan desgraciadas, que ni siquiera


tienen cuerpo; cuantitativo el pelo,
baja, en pulgadas, la genial pesadumbre;
el modo, arriba;
no me busques, la muela del olvido,
parecen salir del aire, sumar suspiros mentalmente, oír
claros azotes en sus paladares!

Vanse de su piel, rascándose el sarcófago en que nacen


y suben por su muerte de hora en hora
y caen, a lo largo de su alfabeto gélido, hasta el suelo.

¡Ay de tánto! ¡ay de tan poco! ¡ay de ellas!


¡Ay en mi cuarto, oyéndolas con lentes!
¡Ay en mi tórax, cuando compran trajes!
¡Ay de mi mugre blanca, en su hez mancomunada!

¡Amadas sean las orejas sánchez,


amadas las personas que se sientan,
amado el desconocido y su señora,
el prójimo con mangas, cuello y ojos!

¡Amado sea aquel que tiene chinches,


el que lleva zapato roto bajo la lluvia,
el que vela el cadáver de un pan con dos cerillas,
el que se coge un dedo en una puerta,
el que no tiene cumpleaños,
el que perdió su sombra en un incendio,
el animal, el que parece un loro,
el que parece un hombre, el pobre rico,
el puro miserable, el pobre pobre!

¡Amado sea
el que tiene hambre o sed, pero no tiene
hambre con qué saciar toda su sed,
ni sed con qué saciar todas sus hambres!

¡Amado sea el que trabaja al día, al mes, a la hora,


el que suda de pena o de vergüenza,
aquel que va, por orden de sus manos, al cinema,
el que paga con lo que le falta,
el que duerme de espaldas,
el que ya no recuerda su niñez; amado sea
el calvo sin sombrero,
el justo sin espinas,
el ladrón sin rosas,
el que lleva reloj y ha visto a Dios,
el que tiene un honor y no fallece!

¡Amado sea el niño, que cae y aún llora


y el hombre que ha caído y ya no llora!
¡Ay de tánto! ¡Ay de tan poco! ¡Ay de ellos!
Análisis del poema “Traspié entre dos estrellas” (Evelyn Díaz)

El poema “Traspié entre dos estrellas” es un poema que forma parte del
poemario Poemas humanos, uno de los póstumos de César Vallejo. Uno de los
motivos que inspiró al autor de Trilce fue su relación con el marxismo y su estancia
en Europa, sin embargo, en estos tiempos no era una ideología aceptada por los
imperios. En “Traspié entre dos estrellas”, Vallejo reflejó la realidad humana de
todas las personas, de todos aquellos que sufren sean pobres o ricos.

Empezamos por el título del poema: “Traspié entre dos estrellas”. El término
“traspié” hace referencia a las dificultades u obstáculos que enfrenta el ser
humano. Y cuando dice “entre dos estrellas” se refiere al mismo ser humano en dos
etapas distintas de su vida: niñez y adultez. Entre estas dos etapas al hombre le
toca superar muchos escollos o trabas en la vida.

En la primera estrofa, en el verso “¡Hay gentes tan desgraciadas, que ni


siquiera/ tienen cuerpo…!, el poeta nos muestra el lado triste de los más desfavore-
cidos, de la miseria que padece, pues ni siquiera tienen cuerpo. En el último verso
“claros azotes en sus paladares!”, nos hace referencia al hambre (de alimentos o de
amor) incesante que sufre el ser humano.

En la segunda estrofa, en el verso “Vanse de su piel, rascándose el sarcófago


en que nacen/ y suben por su muerte de hora en hora” reflexiona sobre el destino
del hombre, nos dice que hay muchos que nacen solo para morir sin ningún tipo
de reconocimiento. En la tercera estrofa, en el verso “¡Ay de tánto! ¡ay de tan poco!
¡ay de ellas!”, nos deja claro que teniendo mucho o poco, nadie se escapa de la
realidad.

En la cuarta y quinta estrofa, los versos “¡Amado sea aquel que tiene
chinches,/ el que lleva zapato roto bajo la lluvia,/el que vela el cadáver de un pan
con dos cerillas,…” nos dicen que a pesar de todo el sufrimiento, miseria y desdicha
que le toca vivir al ser humano, este debe sentir amor y esperanza y hacerle frente
a los problemas. De esta manera, el Vallejo hondamente sensible, nos muestra una
profunda compasión por la humanidad y declara su amor por lo cotidiano, el
hombre común.

Finalmente, fijémonos en los últimos versos del poema: “¡Amado sea el niño,
que cae y aún llora /y el hombre que ha caído y ya no llora!”. En estas líneas, el vate
alaba y siente amor por los niños porque ellos no han perdido la sensibilidad al
dolor ante un golpe o caída y por eso aún lloran. Por otro lado, se refiere al hombre
adulto que ha caído y ya no llora, puesto que este ya perdió la sensibilidad, la
esperanza o el amor por la vida. En conclusión, nuestro poeta Vallejo, hondamen-
te comprometido con el ser humano, se conmueve y compadece por todos los seres
humanos, ya que nadie está libre del dolor, la miseria (espiritual o material), la
desesperanza, el sufrimiento; no obstante, apela a que seamos solidarios entre
todos y nos demos la mano para poder superar estos obstáculos, pues estos son
parte de la vida.
6. “LOS NUEVE MONSTRUOS” (de Poemas humanos)

I, desgraciadamente, El dolor nos agarra, hermanos hombres,


el dolor crece en el mundo a cada rato, por detrás, de perfil,
crece a treinta minutos por segundo, paso a paso, y nos aloca en los cinemas,
y la naturaleza del dolor, es el dolor dos veces nos clava en los gramófonos,
y la condición del martirio, carnívora, voraz, nos desclava en los lechos, cae perpendicularmente
es el dolor dos veces a nuestros boletos, a nuestras cartas;
y la función de la yerba purísima, el dolor y es muy grave sufrir, puede uno orar...
dos veces Pues de resultas
y el bien de sér, dolernos doblemente. del dolor, hay algunos
que nacen, otros crecen, otros mueren,
Jamás, hombres humanos, y otros que nacen y no mueren, otros
hubo tánto dolor en el pecho, en la solapa, en la cartera, que sin haber nacido, mueren, y otros
en el vaso, en la carnicería, en la aritmética! que no nacen ni mueren (son los más)
Jamás tánto cariño doloroso, Y también de resultas
jamás tan cerca arremetió lo lejos, del sufrimiento, estoy triste
jamás el fuego nunca hasta la cabeza, y más triste hasta el tobillo,
jugó mejor su rol de frío muerto! de ver al pan, crucificado, al nabo,
Jamás, señor ministro de salud, fue la salud ensangrentado,
más mortal llorando, a la cebolla,
y la migraña extrajo tánta frente de la frente! al cereal, en general, harina,
Y el mueble tuvo en su cajón, dolor, a la sal, hecha polvo, al agua, huyendo,
el corazón, en su cajón, dolor, al vino, un ecce-homo,
la lagartija, en su cajón, dolor. tan pálida a la nieve, al sol tan ardio!
¡Cómo, hermanos humanos,
Crece la desdicha, hermanos hombres, no deciros que ya no puedo y
más pronto que la máquina, a diez máquinas, y crece ya no puedo con tánto cajón,
con la res de Rousseau, con nuestras barbas; tánto minuto, tánta
crece el mal por razones que ignoramos lagartija y tánta
y es una inundación con propios líquidos, inversión, tánto lejos y tánta sed de sed!
con propio barro y propia nube sólida! Señor Ministro de Salud: ¿qué hacer?
Invierte el sufrimiento posiciones, da función ¡Ah! desgraciadamente, hombres humanos,
en que el humor acuoso es vertical hay, hermanos, muchísimo que hacer.
al pavimento,
el ojo es visto y esta oreja oída,
y esta oreja da nueve campanadas a la hora
del rayo, y nueve carcajadas
a la hora del trigo, y nueve sones hembras
a la hora del llanto, y nueve cánticos
a la hora del hambre y nueve truenos
y nueve látigos, menos un grito.
Análisis del poema “Los nueve monstruos” (Edwin Camasca)

Eran los años 1937 y 38. Los tambores de una segunda guerra reabrían otra vez los dolores.
Acaso eran también por las secuelas de la Primera Guerra Mundial y la crisis del 29. Al mismo
tiempo, el modelo imperante (americano, nazi o fascista) seguía reprimiendo a la gente a sangre y
hambre. Un claro ejemplo es el fascismo de Francisco Franco que enlutaba a España con la Guerra
Civil. Y Vallejo, conmovido hasta los huesos, escribe, en paralelo a España, aparta de mí este cáliz y
“Masa”, el libro Poemas humanos. Los versos de este texto tienen las venas abiertas, sangran, pero
apuntan a un futuro mejor para todos. Y el célebre poema “Los nueve monstruos”, otra cúspide del
dolor humano, es uno de ellos.

El título “Los nueve monstruos” nos remite a las 9 plagas bíblicas, o acaso a los 9 pecados del
Infierno de Dante. Si en “Los heraldos negros” el joven Vallejo nos hablaba de los golpes que recibe
el hombre, en modo pasivo (“Hay golpes tan fuertes. en la vida… Yo no sé!”), en este poema de
madurez política, el vate nos devela la magnitud de esos efectos del golpe, y de paso, señala al
causante de dicho dolor.

La primera estrofa empieza en con dos palabras fulminantes: “Y, desgraciadamente.” La conjun-
ción “y” omite el vasto antecedente de golpes previos. El objetivo de Vallejo es la toma de concien-
cia de la naturaleza del dolor que se multiplica de un modo ilimitado: “el dolor crece en el mundo
a cada rato,/ crece a treinta minutos por segundo”.

En la segunda estrofa, esa toma de conciencia se dirige al hombre altamente humanizado:


“hombres humanos”. A ellos les hace entender que jamás “hubo tanto dolor” en el “pecho” ni en los
elementos cotidianos como “la solapa”, “la cartera”, o “el vaso”. Luego, poetiza dicha toma de concien-
cia con una paradoja reflexiva: ¿para quién arde el fuego?, porque para la víctima, hasta el fuego
juega su “rol de frío muerto” y hasta la salud es “tan mortal”. Entonces, el “señor Ministro de Salud”
es un ministro de la muerte. Todo esto abre en el hombre (o el lector) una profunda reflexión.

En la tercera estrofa, vuelve a subrayarles a los “hombres humanos” que el dolor crece “por
razones que ignoramos”. Hace alusión también a un dolor líquido, lo cual alude claramente a las
lágrimas, que cae como lluvia al suelo. Vallejo lo enfatiza con los números 9 a modo de un golpe
bíblico: “nueve campanadas a la hora del rayo…” y “nueve sones hembras/ a la hora del llanto”, y
“nueve truenos/ y nueve látigos…”. Esos nueve golpes o campanadas o truenos o látigos, “menos
un grito”, caen en el hombre sin que haya en él alguna reacción. Pero el poeta nos está dejando una
pregunta tácita: ¿qué actitud debemos tomar ante ello?

En la última estrofa, se nos dice que el dolor nos ataca por todas partes y está hasta en las cosas
cotidianas como el boleto o la carta. En ese contexto, uno, con tal de frenar el dolor, puede hasta
orar, es decir, encomendarse a Dios. Conforme se aguza más los ojos de la conciencia, el dolor
causa tanta tristeza “hasta el tobillo”, al ver al pan crucificado, al nabo ensangrentado. Y esa
tristeza sigue a una velocidad matemática al ver huir al agua y al sol “tan ardío”. De esta manera,
se ha tocado fondo. Entonces, Vallejo nos confiesa su condición hombre humano: “¡Cómo, herma-
nos humanos, / no deciros que ya no puedo y/ ya no puedo con tanto cajón. En ese estado de
hombre condolido, nos revela al causante del dolor: el “Señor Ministro de Salud” a quien le espeta
la exhortativa pregunta: “¿qué hacer?”. Ese ministro o el Gobierno, que es el símbolo del sistema
injusto, no va a mover ni un solo dedo para frenar el dolor. Entonces, no podemos quedarnos con
los brazos cruzados.

Por lo tanto, a modo de conclusión, en esta noble tarea de combatir al sistema que sigue multipli-
cando el dolor, “hombres humanos, / hay, hermanos, muchísimo que hacer”. En otras palabras, la
lucha contra el sufrimiento humano es un compromiso activo de todos nosotros.
Más de

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