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El daño a la persona es una de las instituciones más importantes del Derecho Civil a razón que se
comprende la protección del ser humano mismo, quien es, tal y conforme lo establece nuestra
Carta Magna, el fin supremo de la sociedad y el Estado, además de ser el artífice y protagonista del
Derecho.
1. Premisas generales
Por lo tanto, cada vez que nos encontremos frente a un daño resarcible, que
cumpla con los requisitos de certeza, subsistencia, especialidad e injusticia, y
concurran a su vez los otros elementos configuradores de responsabilidad civil
(hecho generador, relación de causalidad y criterio de imputación), se activará
la tutela resarcitoria, como mecanismo de defensa frente al sufrimiento de un
daño injusto, la que siempre debe expresarse en términos económicos[2] o
patrimoniales (indemnización), sea cual fuere la naturaleza del daño.
2.2.3. Daño moral (en sus efectos patrimoniales): Pese a que el daño moral como
daño no patrimonial pone énfasis en el daño evento, por disposición legal basada
en criterios de justicia y de acuerdo con la función aflictivo-consolatoria de la
responsabilidad civil, este mismo debe ser indemnizado a través de una reparación
económica, destinada a mitigar los efectos del daño, pues este es imposible de ser
reparado[8] por su naturaleza no cuantificable. Ejemplo, la indemnización que se
otorga a un sujeto que perdió un familiar muy cercano producto de un choque
vehicular.
4. Palabras finales