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El daño es el inconveniente, dolor o malestar que se padece por parte de una persona, una
entidad o algo de índole material.
Al margen del derecho, las acciones o las palabras de los demás tienen igualmente
repercusiones y, por lo tanto, potencialmente pueden originar daños. Una ofensa, un
insulto, un desprecio o una infamia son causas que originan un daño moral en otro
individuo. La percepción del daño es subjetiva y depende de la sensibilidad personal de
cada uno y, sobre todo, de la relación entre el que ofende y el ofendido.
Desde un punto de vista físico, nuestro organismo sufre daños cuando ocurre un accidente
de algún tipo o ante ciertas enfermedades con síntomas dolorosos. De manera análoga, un
objeto también puede ser dañado por alguna razón.
En cualquiera de sus sentidos, la noción de daño siempre implica una cierta graduación,
pues se manifiesta de manera leve, moderada o intensa. Al ser difícil su medición y
evalución, resulta complejo comprender el daño cuando no se tiene una relación directa con
él o, dicho con otras palabras, cada persona vive a su manera el sentido y la intensidad del
daño.
En nuestra cultura es muy frecuente emplear dos ideas relacionadas con la palabra que aquí
analizamos: la evaluación de los daños y los daños colaterales. En el primer caso, se trata
de algún criterio válido para cuantificar las consecuencias de una destrucción o
inconveniente (las compañías de seguro necesitan este tipo de criterios). Los daños
colaterales expresan las consecuencias indirectas de un conflicto, aquello que no se
manifiesta a primera vista pero que, sin duda, ha ocasionado un malestar o un deterioro
importante.
Daños y perjuicios
Concepto
¿Dónde se regula?
Conceptos relacionados
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Para saber más…
ÍNDICE
> ¿Qué entendemos por daños y perjuicios?
¿Qué clases de daños existen?
> ¿En qué consiste la relación de causalidad?
> Recuerde que…
En general, en sentido objetivo, por daño hemos de entender todo menoscabo que a
consecuencia de un acaecimiento o evento determinado sufre una persona, ya en sus bienes,
ya en su propiedad, o en su patrimonio, y del cual haya de responder otro.
Tanto el daño como el perjuicio pueden considerarse como los menoscabos materiales o
morales causados contraviniendo una norma jurídica. Resulta difícil concretar la idea de
perjuicio, pudiendo partirse de su sentido gramatical: ganancia lícita que deja de obtenerse
o los gastos que se ocasionan por acto u omisión de otro, y que éste debe indemnizar,
además del daño causado de modo directo. Esta idea de perjuicio coincide con la de
ganancia frustrada, y ha de reconocerse que en la práctica es éste el sentido que casi
siempre tienen los perjuicios.
Los daños podrán ser tanto los materiales, como los personales e incluso los morales.
Los daños patrimoniales son los que producen un menoscabo valorable en dinero sobre
intereses del perjudicado.
Los no patrimoniales, en principio, son aquellos en los que su valoración en dinero no tiene
una base de equivalencia, por cuanto afecta a elementos o intereses de difícil valoración
pecuniaria.
Los daños morales son los que no afectan al patrimonio del perjudicado; los morales
impropios son aquéllos que a través de la lesión de intereses inmateriales transcienden a
valores del patrimonio.
La responsabilidad por el acto ilícito civil o por un riesgo, se ha de entender como la carga
económica que la ley impone al causante, obligándole a responder del daño sufrido. De
ordinario se suele hablar de "daños y perjuicios", así aparece en el Código Civil en cuanto a
la responsabilidad contractual, artículos 1101, 1106, 1107 y 1108 CC; y en los artículos
1902 a1910 CC referidos a la responsabilidad extracontractual, unas veces se habla de daño
y otras de perjuicios, con un mismo sentido. En la práctica se suele considerar a los
"daños" como los directos, y a los "perjuicios" como los indirectos.
Ahora bien, producido el daño, el perjudicado pretenderá que la indemnización cubra todo
el interés que el menoscabo le ha producido, por el contrario, el autor del daño pretenderá
que la indemnización se corresponda con el desmerecimiento objetivo que se ha producido.
Por lo que se deberá de averiguar si ha de prevalecer el interés subjetivo del perjudicado o
la valoración objetiva del menoscabo ocasionado.
Daño emergente
Viene determinado, de conformidad al artículo 1106 del Código Civil, por el valor de la
pérdida que haya sufrido el perjudicado; es decir, el perjuicio sufrido en el patrimonio del
perjudicado, los daños efectivos.
Como señala la doctrina, en los daños patrimoniales no sólo se han de computar las
disminuciones que sufra el perjudicado en sus bienes patrimoniales existentes, sino también
las ganancias dejadas de obtener: lucro cesante.
Viene recogido en el artículo 1106 del Código Civil por cuanto en la indemnización se ha
de incluir "la ganancia que haya dejado de obtener". El principio básico para determinar el
lucro cesante es el que éste se delimite por un juicio de probabilidad. Por cuanto si en el
daño emergente el daño es real y efectivo, por el contrario, el lucro cesante se apoya en la
presunción de cómo se habrían sucedido los acontecimientos en el supuesto de no
haber tenido lugar el hecho dañoso.
Por ello, el criterio restrictivo para apreciar el lucro cesante; pero lo verdaderamente cierto,
más que rigor o criterio restrictivo, es que se ha de probar, como en todo caso debe
probarse el hecho con cuya base se reclama una indemnización; se ha de probar el nexo
causal entre el acto ilícito y el beneficio dejado de percibir -lucro cesante- y la realidad de
éste.
Daño moral
El nexo causal es un requisito que se deriva del artículo 1902 del Código Civil"..causa
daño", es decir, la relación causa a efecto entre la acción u omisión y el daño (resultado).
Para que la omisión de la conducta debida pueda considerarse como causa se requiere:
1. El caso fortuito y la fuerza mayor. En ambos casos se rompe el nexo causal, por cuanto
la acción u omisión humana no es la causa apropiada para la producción del daño, por
cuanto la causa del daño viene dada por una fuerza mayor o un caso fortuito.
Entre las causas que rompen o interfieren el nexo causal merece especia mención el caso
fortuito y la fuerza mayor. Conforme al artículo 1105 CC nadie responderá de aquellos
sucesos que no hubieran podido preverse o que previstos fueran inevitables, y estas causas
externas son el caso fortuito y la fuerza mayor.
La "fuerza mayor" ha de consistir en una fuerza superior a todo control y previsión, y para
ponderar su concurrencia habrá de estarse a la normal y razonable previsión que las
circunstancias exijan adoptar en cada supuesto concreto, o inevitabilidad en una posibilidad
de orden práctico.
La carga de la prueba de una situación de caso fortuito o fuerza mayor corresponde a quien
la opone como causa de exoneración de responsabilidad, la imprevisibilidad y la
inevitabilidad exige una prueba cumplida de parte de quien la alega.
2. Acción que proviene de un tercero, hecho ilícito ajeno que romperá la relación de
causalidad con relación al presunto causante.
3. La acción del propio perjudicado. En los casos en que en la relación causal entre el
acto u omisión del agente se interfiere una acción u omisión culposa de la propia víctima,
se plantea el problema de lo que la doctrina ha denominado compensación de culpas,
aunque como dice el Tribunal Supremo, lo que en realidad se opera es una concurrencia de
culpas en la producción del resultado dañoso, por lo que debe hablarse de compensación de
responsabilidades o compensación de consecuencias reparadoras.
Esta posibilidad de moderar que recoge el artículo 1103 del Código Civil se basa y
fundamenta en la aplicación de la equidad, aunque en el precepto no se mencione ni incluya
el término "equidad"
1. Daños directos
Serían daños directos todos los que sufre la víctima inmediata del hecho dañoso, tanto si
afectan a su persona como si afectan a sus bienes.
umario: 1. Premisas generales, 2. Las clasificaciones del daño, 2.1.
Daño evento, 2.1.1. Daño no patrimonial o extrapatrimonial, 2.1.2.
Daño patrimonial, 2.2. Daño consecuencia, 2.2.1. Daño emergente,
2.2.2. Lucro cesante, 2.2.3. Daño a la persona (en sus efectos
patrimoniales), 3.Diferencias y coincidencias entre el daño a la
persona y el daño moral, 4. Palabras finales.
1. Premisas generales
Por lo tanto, cada vez que nos encontremos frente a un daño resarcible, que cumpla con
los requisitos de certeza, subsistencia, especialidad e injusticia, y concurran a su vez los
otros elementos configuradores de responsabilidad civil (hecho generador, relación de
causalidad y criterio de imputación), se activará la tutela resarcitoria, como mecanismo de
defensa frente al sufrimiento de un daño injusto, la que siempre debe expresarse en
términos económicos[2] o patrimoniales (indemnización), sea cual fuere la naturaleza del
daño.
El daño como unidad conceptual puede ser analizado desde su naturaleza como perjuicio y
lesión a un interés jurídicamente tutelado (daño evento) o desde sus consecuencias o
efectos negativos, ya sean estos patrimoniales o no (daño consecuencia)[3]. De este modo,
el interés lesionado y las consecuencias negativas de su lesión son momentos vinculados
ente sí, mas no coincidentes, pues de una lesión sobre el patrimonio de un sujeto, pueden
derivarse consecuencias también de índole personal y viceversa.
2.2. Daño consecuencia: Desde esta perspectiva se analizan los efectos económicos
negativos generados por el daño evento, que pueden tener una causalidad material
económica en sí misma o una de naturaleza jurídica o atributiva dispuesta por la
norma[6].
2.2.2. Lucro cesante: Importa la pérdida de una utilidad previamente inexistente que el
sujeto presumiblemente conseguiría de no haberse verificado el daño; es decir, la
presumible ganancia o incremento en el patrimonio cuyo ingreso a la esfera patrimonial se
impide. Ejemplo, el daño generado al patrimonio producto de la pérdida o disminución de
la capacidad de trabajo en caso de ocurrir un accidente de tránsito[7].
2.2.3. Daño moral (en sus efectos patrimoniales): Pese a que el daño moral como daño no
patrimonial pone énfasis en el daño evento, por disposición legal basada en criterios de
justicia y de acuerdo con la función aflictivo-consolatoria de la responsabilidad civil, este
mismo debe ser indemnizado a través de una reparación económica, destinada a mitigar los
efectos del daño, pues este es imposible de ser reparado[8] por su naturaleza no
cuantificable. Ejemplo, la indemnización que se otorga a un sujeto que perdió un familiar
muy cercano producto de un choque vehicular.
La doctrina clasifica los daños en función de diversos criterios. Lo más habitual es
clasificarlos según su naturaleza. Esto permite distinguir entre dos grandes grupos: el de los
daños patrimoniales o materiales y los daños extrapatrimoniales o morales.
Índice [ocultar]
Por ejemplo, los daños materiales del automóvil en un accidente de tráfico o los
daños ocasionados por un vecino como consecuencia de la rotura de una cañería.
También se consideran daños emergentes aquellos daños que son indirectos, pero que
tienen como causa inmediata a los anteriores.
Para que los daños sean indemnizables deben justificarse, lo que, en el caso del daño
emergente, no suele ser problemático. Suelen ser daños objetivos y no resulta difícil
acreditarlos por los medios habituales (facturas, peritos, etc.).
El lucro cesante es la ganancia que ha dejado de obtener la víctima del daño como
consecuencia de este.
Imaginemos lo siguiente:
—El conductor del vehículo del ejemplo citado más arriba era un taxista y no ha
podido trabajar durante esos tres días.
—El piso perjudicado por la cañería rota era el despacho profesional de un
abogado y lo ha tenido que cerrar para que se repare la avería.
En ambos casos, el lucro cesante serían las pérdidas económicas relacionadas
con no poder realizar la actividad profesional.
También en este caso los daños se deben justificar y, en el lucro cesante, sí existen
dificultades de prueba. No siempre resulta sencillo cuantificar los daños y los tribunales
españoles aplican criterios restrictivos. Solo se admiten las pérdidas concretas y no las
hipotéticas. Las ganancias que se han dejado de obtener deben considerarse, como mínimo,
muy probables.
Por su naturaleza, es difícil reparar este tipo de daños. Es difícil devolver su buen nombre a
un político que ha sido difamado y es simplemente imposible devolver la vida al ser
querido que ha fallecido en un accidente de tráfico.
2.1 Daños corporales o físicos
1. Consecuencias patrimoniales
Los daños corporales suelen implicar una serie de perjuicios económicos. Como
consecuencia de un daño corporal se producirán daños emergentes (los gastos
hospitalarios, de asistencia médica y farmacéutica, el coste del transporte hasta el centro de
urgencias, la factura del fisioterapeuta, etc.). También habrá lucro cesante (las pérdidas
económicas derivadas de no poder trabajar durante el período de hospitalización y
recuperación).
2. Consecuencias no patrimoniales
Además de los daños pecuniarios, existen una serie de perjuicios sin carácter económico
que también deberán ser reparados:
b) Daño estético
Son resarcibles las secuelas estéticas de carácter permanente como las cicatrices,
deformaciones o rictus faciales, etc. que sean perceptibles a simple vista. Además de estos
daños morales, el daño estético, en algunos casos, puede tener consecuencias patrimoniales
(si afecta a una modelo, por ejemplo).
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DAÑO Y CULPA
DAÑO Y CULPA
En materia delictual se responde por toda clase de daño causado, salvo el daño
indirecto, que es considerado como indemnizable en virtud de lo dispuesto por el
artículo 1.275 del Código Civil, que expresamente lo excluye: ¨Aunque la falta de
cumplimiento de la obligación resulte de dolo del deudor, los daños y perjuicios
relativos a la pérdida sufrida por el acreedor y a la utilidad de que se le haya
privado, no deben extenderse sino a los que son consecuencia inmediata y directa
de la falta de cumplimiento de la obligación¨.
1) El daño debe ser cierto: que no quepa duda de su existencia, Es decir, la víctima
debe haberlo experimentado y su existencia no puede ser hipotética.
2. Cuando existan los medios para apreciar de antemano la extensión o cuantía del
daño futuro.
ii. Lucro cesante: es un caso de daño futuro indemnizable. Siendo la pérdida
de una ganancia futura pero que era segura para la víctima. La indemnización es
procedente si en él se dan las condiciones enumeradas.
Civilmente Responsable
Víctima Agente del Daño
Demandante Demandado
Accionante Accionado
3) El Daño debe lesionar un derecho adquirido: El daño para poder ser
indemnizado debe lesionar un derecho adquirido de la víctima.
4) El daño debe ser injusto: se dice que el daño es injusto porque no lo tolera el
ordenamiento jurídico.
5) Debe ser personal a la Víctima: el daño puede reclamarlo la propia víctima y
nadie puede reclamar el daño moral sufrido por otro, sin embargo se admite que
por encontrarse las acciones que pueda tener por reparación de un daño dentro
del patrimonio de la persona, una vez intentadas puedan éstas pasar a sus
herederos o cedidas por la víctima mediante acto jurídico válido. A esto se
exceptúan las acciones personalísimas, donde la tendencia es no permitir que
pase a los herederos, a menos que la acción se intentara ante los tribunales en
vida de la víctima.
6) El Daño no debe haber sido reparado: para que la acción de responsabilidad
civil exista, es necesario que el daño sufrido no haya sido reparado.
CLASES DE DAÑO.
1) Según el Origen:
a. Contractual: daño que deriva del incumplimiento de una obligación contractual.
b. Extracontractual: daño que deriva del incumplimiento de una obligación que no
deriva de un contrato, tales como el hecho ilícito, enriquecimiento sin causa,
gestión del negocio ajeno, abuso de derecho, pago de lo indebido.
b. Daño moratorio: el que proviene del retardo del cumplimiento de la obligación.
4) Según el patrimonio del sujeto experimente una pérdida o deje de percibir un
aumento.
5) Según sea afectado el aspecto económico o moral del patrimonio del sujeto.
La reparación se extiende a todo daño material y moral causado por el acto (hecho
ilícito). No se aplica al incumplimiento de obligaciones contractuales.
LA CULPA
La culpa se precisa por una omisión de la conducta debida para prever y evitar el
daño. Se manifiesta por la imprudencia, negligencia, impericia o inobservancia de
reglamentos o deberes. Sin embargo, en la apreciación de la culpa a los fines del
resarcimiento del daño, en un caso, y de la represión del delito, en el otro, existen
pautas diversas: en el primer caso la culpa se aprecia como un criterio muy
afinado para no dejar a la víctima sin reparación; en el segundo, existe mayor
rigor para valorar las circunstancias constitutivas de la culpa con el propósito de no
condenar a un inocente. De allí que: la más leve culpa impone responsabilidad
civil al autor de un daño y, por consiguiente, una absolución penal por falta de
culpa no hace cosa juzgada en lo civil.
CLASES DE CULPA.
b. Imprudencia: consiste en que el deudor desarrolla una actividad o conducta que
no debía realizar.
a. Culpa grave: consiste en no aportar a los negocios propios el cuidado que las
personas menos cuidadosas y más estúpidas no dejan de aportar a sus negocio,
es decir, cuando el sujeto actúa con el mayor descuido posible, es la culpa en la
que incurre el sujeto más imprudente, mas descuidado o negligente. Es la culpa
en la que NO incurriría la persona normalmente sensata.
b. Culpa leve: aquella que consiste en no aportar alos negocios de otro el cuidado
que el común de los hombres aporta comúnmente a sus negocios. Es aquella en
que no incurriría una persona normalmente cuidadosa, corrientemente sensata.
c. Culpa levísima: consiste en no aportar el cuidado que las personas más astutas
aportan a sus negocios. Es aquella culpa en que no incurriría una persona muy
diligente, muy atenta, o sagaz, extraordinariamente perspicaz
bbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbb
TEMA Nº 2
EL DAÑO y LA CULPA
EL DAÑO.
EL DAÑO MORAL.
Art 1196 aparte final nos habla del dolor sufrido por la
persona vinculada afectivamente a la víctima, denominado
Pretium affectionis.
APRECIACIONES DOCTRINARIAS, EN LA
JURISDICCION Y EN LA LEGISLACION.
LEVY.
SAVATIER.
DE PAGE.
PLANIOL.
Grupos etarios
Es la situación surgida cuando el deudor no cumple por una falta de diligencia que le es
imputable. Si es una obligación de dar o de hacer, la alegación y prueba del acreedor de que
hay una obligación coloca al deudor en la necesidad de probar una de estas cosas: que la
obligación se ha cumplido, o que medió una circunstancia que impidió el pago. Si es una
prestación de no hacer, el acreedor habrá de probar la existencia de la obligación y la
producción del incumplimiento (que se hizo lo que no podía hacerse). En todo caso, el
deudor deberá responder no sólo de la prestación debida, sino también de los daños y
perjuicios derivados del incumplimiento.
Responsabilidad objetiva
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Por ejemplo, en el caso de que el Código Civil de un estado permita exigir indemnización
al propietario de un árbol por los daños causados por la caída fortuita de una rama del
mismo sobre la cabeza de un transeúnte, incluso en el caso en el cual el propietario haya
sido diligente y podara frecuentemente el árbol, se dice que su responsabilidad es objetiva
Responsabilidad objetiva
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Por ejemplo, en el caso de que el Código Civil de un estado permita exigir indemnización
al propietario de un árbol por los daños causados por la caída fortuita de una rama del
mismo sobre la cabeza de un transeúnte, incluso en el caso en el cual el propietario haya
sido diligente y podara frecuentemente el árbol, se dice que su responsabilidad es objetiva
Teoría Causalidad
Para el Derecho Penal, la causalidad se constituye como una relación que debe existir entre
una acción u omisión y un resultado delictivo, elaborándose distintas teorías acerca de esta
relación de causalidad, tales como la Teoría de la Equivalencia o de la condictio sine qua
non que exige una relación plena entre causas y resultado, la Teoría de la condición más
eficaz, o la denominada Teoría de la causalidad adecuada que considera como causa de un
resultado aquella actividad normalmente adecuada que para producirlo, en este sentido se
ha pronunciado el gran penalista Eugenio Cuello Calón.
No obstante, esta exigencia de relación entre causa y efecto, se complica, puesto que
pueden ser muy numerosos los factores que pueden influir de forma causal en la producción
de un determinado resultado, esta influencia puede ser tanto directa como indirecta,
existiendo igualmente factores intermedios que den lugar a una pluralidad de resultados.
Para la doctrina del Derecho Penal, la relación causal se ha considerado siempre como un
componente de la acción y el primer elemento del delito, si bien, la más moderna doctrina
que sostiene un concepto estricto de acción que considera la causalidad no como un
elemento del delito sino como un elemento exigido por el tipo en aquellos delitos
denominados de resultado.
Relación de causalidad
Concepto
¿Dónde se regula?
Conceptos relacionados
Temas
Para saber más…
La relación de causalidad es un requisito que se deriva del artículo 1902 del Código Civil.
El artículo 1902 establece "el que por acción u omisión causa daño a otro, interviniendo
culpa o negligencia está obligado a reparar el daño causado" la expresión "causa daño", es
la relación necesaria que debe existir entre la acción u omisión y el daño como resultado.
ÍNDICE
> ¿Qué es la relación de causalidad?
> ¿En qué consiste la causalidad adecuada?
¿Qué puede romper el nexo causal?
> Recuerde que…
La relación de causalidad, cada vez con una mayor importancia se ha de examinar en cada
caso en concreto, y si bien es cierto que tal relación puede ser clara, por cuanto la relación
entre la acción u omisión y el resultado no deja lugar a dudas, sin embargo, en la práctica,
en los distintos y variados supuestos que se pueden plantear, la relación de causalidad
puede plantear dificultades bien por no constar la causa que ha originado el daño, o
bien porque el daño ha podido ser producido por distintas causas, por lo que la
doctrina y la jurisprudencia han dado diversas teorías
Estas se pueden sintetizar en las de la teoría de la equivalencia, para la cual es causa toda
condición que ha contribuido al resultado, de forma que éste no se hubiera producido si la
condición no se hubiera dado (sine qua non), y el principio de causalidad adecuada, que
exige, para apreciar la culpa del agente, que el resultado sea una consecuencia natural,
adecuada y suficiente de la determinación de la voluntad; debiendo entenderse por
consecuencia natural, aquella propicia, entre el acto inicial y el resultado dañoso, una
relación de necesidad, conforme a los conocimientos normalmente aceptados; y debiendo
valorarse en cada caso concreto, si el acto antecedente que se presenta como causa, tiene
virtualidad suficiente para que del mismo se derive, como consecuencia necesaria, el efecto
lesivo producido, no siendo suficiente las simples conjeturas, o la existencia de datos
fácticos, que por una mera coincidencia, induzcan a pensar en una posible interrelación de
esos acontecimientos, sino que es precisa la existencia de una prueba terminante relativa al
nexo entre la conducta del agente y la producción del daño, de tal forma que haga patente la
culpabilidad que obliga a repararlo.
El artículo 1.104 del Código Civil con su remisión a un estándar de la exigencia que
correspondería a un buen padre de familia, es expresivo de que la medida de diligencia
exigible es variable en cada caso, y según la doctrina atiende a un criterio objetivo o
abstracto, y es "la diligencia que dentro de la vida social puede ser exigida en la situación
concreta a persona razonable y sensata, correspondiente al sector del tráfico de la vida
social, cualificados por la clase de actividad a enjuiciar. La previsibilidad muy unida a la
evitabilidad son características de la culpa, en la cual no se ha querido el efecto, pero se
considera que la persona causante debió mostrar más diligencia para evitarlo".
Por ello si bien el principio de responsabilidad por culpa es básico en nuestro ordenamiento
positivo, cuya aplicación requiere por regla general, la necesidad ineludible de un reproche
culpabilístico al eventual responsable del evento dañoso, y si bien es cierto que la
jurisprudencia ha evolucionado en el sentido de objetivizar la responsabilidad
extracontractual, no lo es menos que tal cambio se ha hecho moderadamente,
recomendando una inversión de la carga de la prueba y acentuando el rigor de la diligencia
requerida, según las circunstancias del caso..., pero sin erigir el riesgo en fundamento único
de la obligación de resarcir y sin excluir en todo caso y de modo absoluto, el clásico
principio de la responsabilidad culposa, de modo que dichas soluciones cuasiobjetivas
vienen demandadas por el incremento de actividades peligrosas propio del desarrollo
tecnológico y por el principio de ponerse a cargo de quien obtiene el beneficio o provecho,
la indemnización del quebranto sufrido por tercero.
Resumen
El aforismo latino societas delinquere non potest, el cual significa que las sociedades no
pueden delinquir, ha sido indiscutible durante un largo tiempo en la ciencia del Derecho
Penal. Sin embargo, en los últimos años han surgido investigaciones jurídicas que
apuntan hacia la imputación de una responsabilidad penal para las personas jurídicas.
Tradicionalmente se conocen dos teorías acerca de la personalidad jurídica, la primera de
ellas, la Ficción, cuyo representante es Savigny, quien expone que los entes morales
carecen de voluntad, pues son creaciones de derecho, por lo cual no pueden ser penados
por los delitos que perpetren, respondiendo únicamente el sujeto que actúa en su
representación; esta tesis se inspira en el principio societas delinquere non potest. La
segunda, es la Teoría de la Realidad, ideada por Gierke, quien plantea que las personas
jurídicas deben concebirse como un ser colectivo real, cuya consecución de fines
transciende la esfera de intereses individuales, reconociéndoseles voluntad propia. Por su
parte, la legislación venezolana se acoge a la máxima romana previamente mencionada.
No obstante, la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia emitió en junio de
2009 una Sentencia en la que se propugna que las personas jurídicas pueden ser
acreedoras de dicha responsabilidad. La presente investigación, de tipo documental, tiene
como finalidad analizar la viabilidad de la aplicación de responsabilidad penal para las
personas jurídicas en Venezuela, concluyéndose que la necesidad político-criminal de
imputar responsabilidad a los entes ideales no puede llevar a resquebrajar la actual
estructura sobre la cual descansa la teoría del delito; por ello, deben buscarse nuevas
alternativas tendientes a la ampliación del sujeto de derecho y su incorporación en el
Código Penal.