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ESCUELA DE DERECHO
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2. DEFINICIÓN:
El acceso a la justicia o derecho de protección judicial, constituye una garantía mínima
que tiene como objeto permitir a todas las personas poder contar y utilizar los
mecanismos de reclamo, en cada caso concreto. Aquí cabe hacer dos precisiones, una
que se trata de obligación de forma, no de resultados, y que nuestra constitución
reconoce un número apertus en derechos fundamentales.
Desde el punto de vista del derecho internacional de los derechos humanos, estamos
ante lo que se denomina una “obligación de medios, no de resultados”. Es decir, genera
responsabilidad internacional la inexistencia de una vía para reclamar, la prohibición de
utilizarla o la denegación del reclamo arguyendo resquicios procesales. En esta línea,
desarrollada por los tribunales en derechos humanos, se debe tener muy en claro que
no constituye una obligación del Estado darle la razón al recurrente.
El derecho de acceso a justicia tiene el estatus de derecho humano. Y así es
considerado en el caso peruano, conforme a la prescripción constitucional señalada y a
la jurisprudencia dictada en casos contra el Perú. En el asunto concreto que motiva esta
reflexión, corresponde al Tribunal Constitucional poner a disposición recurrente un
sistema que muestre que es capaz de procesar y resolver un conflicto de relevancia
jurídica constitucional. De este modo se garantiza el pleno ejercicio de los derechos, al
constituirse en la “puerta de entrada” al sistema de tutela constitucional y de solución de
conflictos.
En los últimos años, se han desarrollado varias respuestas que intentan abordar la
persistente falta de acceso a la justicia en las democracias liberales modernas. Hay que
señalar que estas respuestas han surgido, en gran medida, como consecuencia de un
deseo igualitarista por corregir las desigualdades de acceso a la justicia. Estas
respuestas comparten varias características. La primera es una preocupación por el
hecho de que en la mayoría de los lugares y la mayoría de las veces, los miembros
menos privilegiados de la sociedad son los que no pueden acceder a la justicia, con
independencia de qué se quiera entender con “justicia”.
Una segunda característica compartida es que todas las posiciones están de acuerdo
en que el acceso a la justicia, ya sea en asuntos grandes o pequeños, requiere un gasto
de tiempo y dinero que la mayoría de las personas prefiere evitar. 1 En consecuencia,
están de acuerdo en que las soluciones efectivas para mejorar el acceso a la justicia
deberían concentrarse en mejorar la prestación del derecho, pero también en hacerlo de
1
una manera que sea conveniente y asequible económicamente, al reconocer que la
distribución desigual de la riqueza económica impide a millones el acceso a la justicia.
En tercer lugar, e igual de importante, están de acuerdo en que las acciones para
garantizar el acceso a la justicia suelen implicar costos psicológicos como el estrés
emocional, aunque los efectos del estrés y otras externalidades negativas conectadas
con la prestación del acceso a la justicia no sean fácilmente evaluables. 2 No obstante,
esta clase de preocupaciones deberíamos tenerlas constantemente presentes, ya que
afectan a la selección de la solución ideal o el conjunto ideal de soluciones para
contrarrestar la ausencia de acceso a la justicia.
Además, y en cuarto lugar, con independencia de la naturaleza o el tamaño del asunto
que lleva a la persona a buscar el acceso a la justicia, este puede ser complejo e
involucrar a muchos sujetos, con efectos no solo para el individuo o los individuos que
intentan acceder a alguna clase de justicia, sino también para muchos otros. En
resumen, hay que recordar los aspectos que comparten todas las respuestas recientes
al problema de la prestación equitativa del acceso a la justicia, porque condicionan las
características de las soluciones prácticas que ofrecen.
Entre aquellos que buscan mejorar el acceso a la justicia para corregir la desigualdad
en el mundo, cabe identificar tres posiciones que se aproximan al tema del acceso a la
justicia a la luz de la desigualdad socioeconómica y política mundial que preocupa a los
estudios reunidos en este libro.3 En lo que se refiere al proyecto democrático moderno
liberal iniciado por los contractualistas, estas posiciones interesan debido a que la
importancia que les dan a las respuestas jurídicas al problema del acceso a la justicia
varía ampliamente. Dos de las posiciones incluyen investigadores que creen que, en
conjunto, en una sociedad democrática liberal, bien administrada, el derecho es un bien
público supremo y, por lo tanto, debe ser protegido y reforzado cada vez que se tenga
oportunidad. Aquellos asociados con esta posición teórica pueden ser llamados los
teóricos del acceso a la justicia “centrados en el derecho”. Para esta corriente, el acceso
a la justicia necesita concentrarse en primera instancia en promover el Estado de
derecho, lo que a su vez les lleva a concentrarse en la formación y la mejora de las
instituciones jurídicas.
3
traten de derechos colectivos, difusos que surgen del hecho de que peticionante
no sea el único titular del derecho de incidencia colectiva que invoca en su
pretensión pero que busca un resultado equivalente para todos los integrantes
del grupo o clase e incluso para aquellos que no hayan sido parte de la acción
de clase o popular, pero pueden quedar alcanzados por los efectos de la
sentencia
Para el caso de la exigencia de un abogado, como regla general para acudir y colocar
en marcha los estrados judiciales, se justifica en que se constituye en la garantía del
debido proceso, dado su conocimiento especializado y ético.
En todo caso, la exigencia de estos requisitos deberá ser racional, proteger y garantizar
los derechos fundamentales.
7. JURISPRUDENCIA
CASO BAMACA VELASQUEZ VS GUATEMALA
Los hechos del presente caso se enmarcan dentro de la práctica del Ejército de capturar
guerrilleros y mantenerlos en reclusión clandestina a efectos de obtener, mediante
torturas físicas y psicológicas, información útil. El 12 de marzo de 1992 se produjo un
enfrentamiento armado entre combatientes de la guerrilla pertenecientes al Frente Luis
Ixmatá y miembros del Ejército en el Municipio de Nuevo San Carlos, Departamento de
Retalhuleu. En dicho enfrentamiento fue capturado Efraín Bámaca Velásquez.
Los captores trasladaron a Efraín Bámaca Velásquez, quien estaba herido, a un
destacamento militar. Durante su reclusión en dicho centro, permaneció atado y con los
ojos vendados, y fue sometido a numerosos maltratos durante su interrogatorio. La
última vez que fue visto el señor Bámaca Velásquez se encontraba en la enfermería de
un base militar atado a una cama de metal.
Como resultado de los hechos del presente caso, se iniciaron varios procesos judiciales.
No obstante, no se realizaron mayores investigaciones ni se sancionaron a los
responsables.
IV. Violación del Derecho a la Vida
173. En el presente caso, por las circunstancias en que ocurrió la detención de
Bámaca Velásquez a manos de agentes del Estado, la condición de la víctima como
comandante de la guerrilla, la práctica estatal de desapariciones forzadas y ejecuciones
extrajudiciales (…) y el transcurso de 8 años y 8 meses desde que aquél fue capturado
sin que se haya vuelto a tener noticias de él, hacen presumir al Tribunal que Bámaca
Velásquez fue ejecutado.
Este Tribunal ha señalado en ocasiones anteriores y en esta misma Sentencia, que si
bien el Estado tiene el derecho y la obligación de garantizar su seguridad y mantener el
orden público, su poder no es ilimitado, pues tiene el deber, en todo momento, de
aplicar procedimientos conformes a Derecho y respetuosos de los derechos
fundamentales, a todo individuo que se encuentre bajo su jurisdicción (…).
175. Por lo expuesto, la Corte concluye que el Estado violó, en perjuicio de Efraín
Bámaca Velásquez, el artículo 4 de la Convención Americana.
V. Violación del Derecho al Reconocimiento de la Personalidad Jurídica
“Toda persona tiene derecho a que se le reconozca en cualquier parte como sujeto de
derechos y obligaciones, y a gozar de los derechos civiles fundamentales”. El derecho
al reconocimiento de la personalidad jurídica implica la capacidad de ser titular de
derechos (capacidad de goce) y de deberes; la violación de aquel reconocimiento
supone desconocer en términos absolutos la posibilidad de ser titular de esos derechos
y deberes.
VI. Violación de las Garantías Judiciales y Protección Judicial)
Cabe señalar que si bien en este caso se han intentado numerosos recursos internos
para determinar el paradero de Bámaca Velásquez, tales como recursos de exhibición
personal, procedimiento especial de averiguación y causas penales, ninguno de ellos
fue efectivo, desconociéndose hasta el presente el paradero de Bámaca Velásquez.
Esta Corte ha reiterado que no es suficiente que dichos recursos existan formalmente
sino que los mismos deben tener efectividad. En otras palabras, toda persona tiene
derecho a un recurso sencillo y rápido o a cualquier recurso efectivo ante los jueces o
tribunales competentes que la ampare contra las violaciones de derechos
fundamentales.
El hábeas corpus representa, dentro de las garantías judiciales indispensables, el
medio idóneo tanto para garantizar la libertad, controlar el respeto a la vida e integridad
de la persona, e impedir su desaparición o la indeterminación de su lugar de detención,
así como para proteger al individuo contra la tortura u otros tratos o penas crueles,
inhumanos o degradantes.
Como se desprende del capítulo relativo a las actuaciones internas, en este caso se
interpusieron, en febrero de 1993 y en junio y octubre de 1994, tres recursos de
exhibición personal en favor de Bámaca Velásquez. Sin embargo, ha quedado
demostrado que dichos recursos no protegieron a la víctima de los actos que, en su
contra, estaban cometiendo agentes del Estado. La falta de efectividad del hábeas
corpus en Guatemala quedó demostrada, además, por las propias afirmaciones del
Presidente de la Corte Suprema de Justicia de Guatemala, en el sentido de que los
“mecanismos establecidos en la actualidad para la realización de exhibiciones
personales son inadecuados para realizar una eficiente investigación”.
Este Tribunal ha señalado que como parte de las obligaciones generales de los
Estados, éstos tienen un deber positivo de garantía con respecto a los individuos
sometidos a su jurisdicción. Esta obligación de garantía supone tomar todas las
medidas necesarias para remover los obstáculos que puedan existir para que los
individuos puedan disfrutar de los derechos que la Convención reconoce. Por
consiguiente, la tolerancia del Estado a circunstancias o condiciones que impidan a los
individuos acceder a los recursos internos adecuados para proteger sus derechos,
constituye una violación al artículo 1.1 de la Convención
Con respecto a Jennifer Harbury y los familiares de Bámaca Velásquez, la Corte
considera que la aceptación de responsabilidad por parte del Estado se refiere a la
violación de los derechos de dichas personas a las garantías judiciales y la protección
judicial, por lo que así corresponde declararlo.
Por lo expuesto, la Corte concluye que el Estado violó, en perjuicio de Efraín Bámaca
Velásquez así como de Jennifer Harbury, José de León Bámaca Hernández, Egidia
Gebia Bámaca Velásquez y Josefina Bámaca Velásquez, los artículos 8 y 25 de la
Convención Americana en relación con el artículo 1.1 de la misma.
VII. Derecho a la Verdad
La Corte ya tuvo la oportunidad de trascribir en la presente Sentencia los artículos 8 y
25 de la Convención. En cuanto a su artículo 1.1, éste se trascribe en el capítulo
siguiente.
200. Como ya se ha establecido en esta Sentencia en el presente caso se intentaron
diferentes recursos judiciales para identificar el paradero de Bámaca Velásquez. Estos
recursos no sólo no fueron efectivos, sino que se ejercieron a su respecto acciones
directas de agentes del Estado de alto nivel tendientes a impedir que tuvieran
resultados positivos. Estas obstrucciones fueron particularmente evidentes en lo relativo
a las múltiples diligencias de exhumación que se intentaron, las que a la fecha no han
permitido identificar los restos de Efraín Bámaca Velásquez. Es incuestionable que la
situación reseñada impidió a Jennifer Harbury y a los familiares de la víctima conocer
la verdad acerca de la suerte corrida por ésta.
De todos modos, en las circunstancias del presente caso, el derecho a la verdad se
encuentra subsumido en el derecho de la víctima o sus familiares a obtener de los
órganos competentes del Estado el esclarecimiento de los hechos violatorios y las
responsabilidades correspondientes, a través de la investigación y el juzgamiento que
previenen los artículos 8 y 25 de la Convención.
Por lo tanto, esta cuestión queda resuelta con lo establecido en el capítulo anterior, en
relación con las garantías judiciales y la protección judicial.
VIII. Obligación de Respetar los Derechos
Si bien la Corte carece de competencia para declarar que un Estado es
internacionalmente responsable por la violación de tratados internacionales que no le
atribuyen dicha competencia, se puede observar que ciertos actos u omisiones que
violan los derechos humanos de acuerdo con los tratados que le compete aplicar
infringen también otros instrumentos internacionales de protección de la persona
humana, como los Convenios de Ginebra de 1949 y, en particular, el artículo 3 común.
Hay efectivamente equivalencia entre el contenido del artículo 3 común de los
Convenios de Ginebra de 1949 y el de las disposiciones de la Convención Americana y
de otros instrumentos internacionales acerca de los derechos humanos inderogables
(tales como el derecho a la vida y el derecho a no ser sometido a torturas ni a tratos
crueles, inhumanos o degradantes).
La Corte considera, con fundamento en el artículo 1.1 de la Convención Americana,
que Guatemala está obligada a respetar los derechos y libertades reconocidos en ella y
a organizar el poder público para garantizar a las personas bajo su jurisdicción el libre y
pleno ejercicio de los derechos humanos. Lo anterior se impone independientemente
de que los responsables de las violaciones de estos derechos sean agentes del poder
público, particulares, o grupos de ellos, ya que según las reglas del Derecho
Internacional de los Derechos Humanos, la acción u omisión de cualquier autoridad
pública constituye un hecho imputable al Estado que compromete su responsabilidad
en los términos previstos por la misma Convención.
La Corte constató que en Guatemala existió y existe un estado de impunidad respecto
de los hechos del presente caso, toda vez que pese a la obligación del Estado de
prevenir e investigar, éste no lo hizo. La Corte entiende como impunidad la falta en su
conjunto de investigación, persecución, captura, enjuiciamiento y condena de los
responsables de las violaciones de los derechos protegidos por la Convención
Americana, toda vez que el Estado tiene la obligación de combatir tal situación por
todos los medios legales disponibles ya que la impunidad propicia la repetición crónica
de las violaciones de derechos humanos y la total indefensión de las víctimas y de sus
familiares.
Esta Corte ha señalado con claridad que la obligación de investigar debe cumplirse con
seriedad y no como una simple formalidad condenada de antemano a ser infructuosa.
Debe tener un sentido y ser asumida por el Estado como un deber jurídico propio y no
como una simple gestión de intereses particulares, que dependa de la iniciativa
procesal de la víctima o de sus familiares o de la aportación privada de elementos
probatorios, sin que la autoridad pública busque efectivamente la verdad.
Las violaciones del derecho a la libertad y seguridad personales, a la vida, a la
integridad física, psíquica y moral, a las garantías y protección judiciales, que han sido
establecidas en esta Sentencia, son imputables a Guatemala, que tenía el deber de
respetar dichos derechos y garantizarlos. En consecuencia, Guatemala es responsable
por la inobservancia del artículo 1.1 de la Convención, en relación con las violaciones
declaradas a los artículos 4, 5, 7, 8 y 25 de la misma.
Por lo expuesto, la Corte concluye que el Estado violó, en perjuicio de Efraín Bámaca
Velásquez, el artículo 1.1 de la Convención Americana en relación con los artículos 4,
5, 7, 8 y 25 de la misma.
8. CONCLUSIÓNES: