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Con base a lo anterior, ¿un smart contract puede ser considerado como un contrato para el
Derecho Civil peruano? Desde el punto de vista formal, el hecho de que los contratos
legales inteligentes se redacten, en todo o en parte, en forma de código informático no
supone ningún obstáculo para reconocerles la consideración de un contrato dado que el
Código Civil peruano consagra en su artículo 143° el principio de libertad de forma, esto es,
que las personas pueden manifestar su voluntad de la forma que estimen conveniente, salvo
que se exija una formalidad determinada para ciertos actos jurídicos. Es decir, ante el
silencio de la ley, las partes son libres de escoger cualquiera modalidad de exteriorización
del querer. Por tanto, observamos que la libertad de forma que prevé la legislación peruana
significa que las partes pueden elegir plasmar un contrato en la forma de smart contract, sin
perjuicio de requisitos formales que puedan establecerse.
Recordemos que nuestro Código Civil permite explícitamente la utilización de medios
electrónicos para manifestar la voluntad al momento de celebrar un acto jurídico debido a
una reforma llevada a cabo en junio del año 2000, a través de la promulgación de la Ley N°
27291, la cual modificaba los artículos 141º y 1374º del Código Civil, así como, agregaba el
nuevo artículo 141º-A a dicho cuerpo normativo. En ese sentido, los smart contracts se
caracterizan por su naturaleza electrónica y no son más que una variante de los contratos
electrónicos, entendidos como aquel acuerdo de dos o más personas que se obligan entre sí
o respecto de otra u otras, para crear, modificar o extinguir una relación jurídica de carácter
patrimonial (como puede ser, dar alguna cosa o prestar algún servicio), con la particularidad
de que el consentimiento de las partes que se presta por medios electrónicos, es permitido
en nuestro ordenamiento jurídico.
Los contratos electrónicos, al igual que cualquier otro tipo de contrato, deberán reunir los
requisitos esenciales para la validez de todo contrato; esto es, que los agentes capaces hayan
manifestado su consentimiento, el objeto contractual sea física y jurídicamente posible, que
cuente con un fin lícito y que siga la formalidad exigida por ley. Los contratos electrónicos
se perfeccionan cuando el remitente obtiene un acuse de recibo, de conformidad con el
artículo 1374° del Código Civil.
Como bien señala, Agustina Pérez, es importante entender que en el caso de los smart
contracts no nos encontramos ante un nuevo tipo de contracto, sino ante una nueva
herramienta para contratar con medios electrónicos que permite aplicar de manera profunda
el famoso principio de “pacta sunt servanda” (la eficacia o cumplimiento no puede dejarse
al arbitrio de una de las partes), de forma que la naturaleza de los contratos “tradicionales”
es aplicable, sin necesidad de tener una norma expresa, siempre que el mismo sea
“programado” con el consentimiento de ambas partes
Al haber concluido que los contratos legales inteligentes pueden llegar a tener la
consideración de contratos, resulta inevitable señalar que a la fecha existen más dudas que
certezas en la aplicación de esta tecnología al mundo contractual.