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LA JUSTICIA Y EL CONSTITUCIONALISMO SOCIAL

Ensayo por: Talia Elizabeth González Flores

“El acceso efectivo a la justicia se puede considerar como el requisito más básico
-el “derecho humano” más fundamental- en un sistema legal igualitario moderno,
que pretenda garantizar y no solamente proclamar los derechos humanos.
(Mauro Cappelletti)

El derecho al acceso a la justicia se ha visto reconocido en nuestra


constitución y en diversos tratados internacionales, no suficiente, hay que aclara
que tal prerrogativa se amplía cuando reconocemos un derecho a la tutela
jurisdiccional, al reconocimiento del debido proceso y de la garantía a un juicio
justo, que atienda a la dignidad y derechos inherentes a cada persona
independientemente de su calidad jurídica.

Es así que los estados, no solo el nuestro han ido adoptando para sí los
ideales de “proceso justo”, “garantía de audiencia”, derecho a “ejecución” de
sentencia”, que son totalmente inherentes a las personas y que se acompañan
de otros como el “derecho de prestación” de la justicia, a cargo del Estado y que
además esta debe ser “efectiva”.

Las características de acceso a la justicia que más han resaltado en todo


este surgimiento han sido que ella sea imparcial, transparente, responsable,
eficiente, eficaz, y equitativa, pero que además considere la protección de los
débiles, como las víctimas del delito, niños y adolescentes, personas con
capacidades diferentes, comunidades indígenas, entre otros.

Ha sido el acceso a la justicia precisamente lo que ha motivado que la


constitucionalidad busca salir de los esquemas de lo jurisdiccional precisamente,
lo que ha dado lugar a reformas que permitan otras medidas alternativas para la
resolución de conflictos. De esta forma estamos permitiendo que las personas
que no tenían acceso material (principalmente económico) para pagarse un juicio
(y no hablo de algún costo jurisdiccional, pues la justicia es gratuita, si me refiero
a la asesoría con los abogados y otros personajes y servicios que requeriría
pagar para allegarse de los medios necesarios para probar la injusticia que se ha
cometido con él).

La perspectiva social del acceso a la justicia se convirtió desde hace


medio siglo en un auténtico movimiento cultural. Por tales o cuales razones la
justicia no siempre estuvo al alcance de las manos de todos, de acuerdo con
Cappelletti, hay tres obstáculos principales para el efectivo acceso a la justicia,
los retomo:

I. De índole “económico”, motivado por la pobreza de los justiciables.


II. De tipo “organizativo”, ante la falta de titularidad de los nuevos
derechos colectivos derivados de las relaciones de masa de las
sociedades modernas, y
III. De carácter propiamente procesal, ante la inexistencia de instrumentos
jurídicos adecuados para lograr la solución de controversias.

Ante tales problemáticas, es conveniente analizar la teoría de las “tres


olas” referida a tres reformas necesarias para abatir estas problemáticas, de
acuerdo con el maestro de Florencia, la primera se dirige a combatir la “pobreza
económica” de las partes, fundamentalmente a través del asesoramiento y ayuda
legal; la segunda para luchar contra la “pobreza organizativa” de las mismas,
otorga representación a los intereses difusos y colectivos, lo que implica romper
con los esquemas “individualistas” con los que se construyó el proceso
jurisdiccional tradicional; y la última, busca soluciones alternativas al sistema
tradicional de resolución contenciosa de controversias a través de la llamada
“justicia coexistencial”, pues su método no consiste en abandonar las técnicas de
las primeras dos oleadas de reforma, sino en tratar esas reformas solo como
varias entre las posibilidades de mejorar el acceso.

Si analizamos la primera de las olas referida a la pobreza y la desigualdad,


podemos contextualizar que la situación económica de los latinoamericanos no
es tan favorecida como la de nuestros vecinos del norte, por lo que se han
creado órganos de asistencia técnica (abogados), o defensores técnicos en el
ámbito jurisdiccional, es así como nace la figura del abogado de oficio, al ser un
abogado propio del Estado.

Otra forma de llevar la justicia a los menos favorecidos es que desde la


propia constitución, ella ha sido destacada como “gratuita” y en ningún modo el
Estado percibiría alguna cuota por dictar la justicia o en su caso servir de
conciliador entre las partes; esto quedó establecido desde la Constitución
Federal Mexicana de 1857.

Por otro lado el obstáculo organizativo ha sido abordado a partir de los


derechos o intereses difusos y colectivos que se enfrentaron hasta hace pocos
años, el gran problema se da cuando comprendemos que as acciones y los
procesos judiciales se construyeron a partir de una perspectiva individualista, por
lo que los individuos sufrían las consecuencias de no estar organizados para
demandar de manera colectiva (suele seguir sucediendo en nuestros días), con
lo que la sentencia respectiva solo tendría efectos para el demandante, en
particular y no para todos aquellos que se encontraran en la misma situación o
afectación.

Para afrontar tan obstáculo se luchó por el reconocimiento de los derechos


humanos llamados “de tercera generación”, de los que destacan el derecho de
los consumidores, de los usuarios financieros, al medio ambiente, al patrimonio
artístico y cultural, entre otros, de los cuales destaca el recientemente reconocido
de “quejas o reclamaciones grupales”, con lo que progresivamente se legitimará
a un grupo determinado de individuos afectados, a asociaciones u
organizaciones no gubernamentales o incluso a entidades públicas para hacer
efectivos dichos derechos a través de la vía jurisdiccional a nombre y
representación de los afectados.

De esta forma las acciones colectivas o las acciones populares, para


nosotros, que por raíz tenemos el derecho romano las “popularis actio”, varios
países prevén este tipo de acciones, para solicitar la defensa de derechos que se
han visto afectados para todo el grupo que representan.

Nuestro país no se exceptúa del reconocimiento de estas figuras en


acción, tan es así que la Suprema Corte de Justicia de la Nación abrió la
posibilidad de recibir opiniones en audiencia pública a instituciones, asociaciones
y personas ajenas a la controversia para defender la constitucionalidad o
inconstitucionalidad de las normas impugnadas, con lo que el panorama del
acceso y de la conformación de lo que sea la justicia no se limita al arbitrio de
unos cuantos, sino que es un verdadero producto social para la sociedad.

Finalmente y no menos relevante detallaré acerca de la justicia


coexistencial, sinceramente es un tema que me apasiona, pues creo,
personalmente que es tema en el que más debemos y podemos crecer aún. Hay
que señalar que históricamente las soluciones de los conflictos sociales en
general y de los jurídicos en particular no siempre han emanado de la judicatura,
de esa manera no es raro que a menudo los sujetos que son parte de un conflicto
acudan ante un tercero imparcial, alguien que no cumple funciones desde de un
procedimiento tradicionalmente jurisdiccional, alguien que no necesariamente es
un abogado.

Quizá vemos esto más en la realidad que las mismas prácticas


jurisdiccionales y esto quizá se deba a que el sistema de justicia en general es
lento en sus procesos, hay un alto costo alrededor de los mismo, es rígido, hay
una escaza participación de las partes del conflicto, así como las percepciones
que demeritan la imagen del proceso judicial tradicional (ineficacia, corrupción,
etc).

No obstante a lo ya mencionado (por comenzar con lo cualitativo), muchas


de las veces no se logra la justicia esperada y al finalizar, la recompensa parece
no haber merecido la pena por la espera o el desgaste causado, es por ello que
los medios alternativos han ido ganando terreno, más aquellos reconocidos y
apoyados por el Estado, que tienen la validez institucional necesaria para que la
justicia pueda ser exigible.

Ha sido el establecimiento de figuras que invitan la participación de las


partes lo que los ha motivado a creer y hacer funcionar este sistema, entre ellos
se encuentra los de autodefensa (como la legítima defensa en lo penal y el
estado de necesidad), en su forma de autocomposición (desistimiento,
allanamiento, perdón del ofendido y transacción), o a través de otras más
avanzadas de heterocomposición (mediación, conciliación, arbitraje, ombudsman
y proceso).

En la actualidad existe una clara tendencia a la difusión, desarrollo y


operatividad de los medio alternativos de solución de controversias en
Latinoamérica, al grado que al margen de las regulaciones legislativas, varios
Estados han elevado a rango constitucional estas instituciones.

En varios países, como en el nuestro e incluso en nuestro estado, se han


creado legislaciones específicas para regular estos medios alternativos como la
mediación, el arbitraje, conciliación y negociación en materias civil, pena, laboral,
familiar, mercantil, financiera, administrativa, internacional, etc.

La mediación representa una oportunidad para que el titular de esta actúe


como facilitador en el entendimiento entre las partes y que estas puedan
establecer un acuerdo respecto del conflicto sobre el que contraponen sus
intereses, en este caso el mediador no tiene el poder de decidir, no aconseja, su
palabra no tiene peso de valor en las decisiones que se tomen, solo conduce el
procedimiento con delicadeza, procurando la igualdad de oportunidad para la
habla y la escucha entre las partes.

El arbitraje por otro lado supone que existe un conflicto en que las partes
no fueron capaces de llegar a un acuerdo y delegan la solución del conflicto a un
tercero imparcial denominan árbitro; la resolución del procedimiento si bien es
más flexible, no cabe duda que es vinculante.
Por último la conciliación, que bien pude ser de manera judicial o no, muy
bien aceptada y recibida, se refiere al deber o la facultad de convocar a las partes
para intentar un avenimiento (si es dentro de un procedimiento judicial), en ella el
juez preside la “audiencia de conciliación”. En el sistema administrativo el
conciliador está facultado para proponer fórmulas que compongan la disputa.

Hasta hace un par de décadas los medios alternativos eran algo


totalmente desconocido para los sistemas judiciales e incluso no estaban ni
insinuados por nuestras leyes consitucionales, por lo que luego de su
descubrimiento y estudio a fondo, fue necesario que en el año 2008 se hiciera
una reforma al artículo 17, con lo que se da cabida y prioridad al uso de estos
medios para resolver las controversias, claro con sus debidas legislaciones
secundarias que son más específicas en cuanto a la limitación del tratamiento de
ciertos asuntos.

Es importante destacar que todas estas transformaciones al sistema de


justicia desde un enfoque constitucional social abarca y beneficia el acceso a la
justicia de las personas “menos favorecidas”, con lo que estos grupos vulnerables
conformados por niños, adolescentes, mujeres, personas con capacidades
diversas y pueblos indígenas, entre otros, entren en a protección que debe y
garantiza cada Estado respecto a los derechos humanos que a todos y en la
individualidad, a cada uno corresponden.

Si bien los derechos son universales, es necesario que el Estado realice el


andamiaje necesario para que todos tengan una justicia “equitativa”, lo mismo
para el acceso a ella.

Diversas convenciones y tratados firmados y ratificados por México, así


como por otros países del continente (a nivel regional) y de diversas partes del
mundo (a nivel internacional), han logrado que se amplíen los marcos de
protección a ellos, y la oportunidad que ofrecen las constituciones de estos
estados para aplicarlas con un nivel prioritario han hecho que la justicia social se
posicione como un tema de suma relevancia legislativa, necesario todo ello para
la verdadera existencia de la justicia para todos, sin exclusión, sin distinción y sin
limitación.

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