Está en la página 1de 1

DONAR

PUERTO RICO MUNDO CULTURA ∠ CINE TEXTO E IMAGEN SOCIEDAD ∠ ¿QUÉ HACER? COLUMNAS (

INICIO » COLUMNAS EN PORTADA

Lunación
Yolanda Arroyo Pizarro
PUBLICA D O : 15 D E FE B R ER O DE 2019

! " %

Formas de tratamiento nominal: la


perra, la diva, la potra
por Ilia E. López Jiménez

publicidad

CINE

El buen patrón: cuidado dónde te


acuestas

10 de septiembre de 2022

NOPE: ¿conoces el universo?

4 de septiembre de 2022

Downton Abbey: a New Era

5 de agosto de 2022
Noche en el Museo de Arte Moderno (MoMA), Nueva York, por Fritz Henle, 1949.

cuento corto

1.

E stoy asignada a la pieza del Atrio Mensis y estas son las instrucciones que debo
seguir al pie de la letra: limpiar todas las noches lo que queda fuera del círculo.
Asear únicamente la sangre que se derrama más allá de la línea del dibujo. El dibujo es el
círculo pintado en el suelo. Ha sido delineado con algún tipo de pintura adhesiva color
roja. Un rojo que parece sangre, pero que no es la sangre que se embarra en el piso. La
sangre regada sobre las losas todos los miércoles y viernes, durante la siempre
abarrotada exhibición performera, es la que tengo que limpiar. El velador está al tanto de
prevenir que no se contamine la muestra, que es como una puesta en escena que luego se
vuelve obra de arte estática. Debe velar por quienes toman fotografías, que no pasen publicidad

adentro del círculo, que no pisen con sus zapatos chuscos la inspiración de las mujeres
creando arte, sentadas en el redondel sobre el suelo. El velador observará al público que POESÍA
asiste, pero a ninguno dirigirá la palabra. Estará cauteloso, solo eso. Dará instrucciones a
los otros empleados con la mirada, o hará algún movimiento de cabeza y apuntará con el Texto e imagen: Poemas de
Guillermo Arróniz López...
dedo. Yo estoy atenta a que él me dé la orden de iniciar el aseo tan pronto el público
2 de mayo de 2022
abandona la pieza. Limpio lo que queda fuera del círculo. Aseo únicamente la sangre que
Los Fueros de la Incertidumbre o
se desparrama más allá de la línea del dibujo.
la Poética del ¿Vacío?...

2. 1 de mayo de 2022

Texto e Imagen: Poemas de


No estoy asignada a la sala del Atrio Hambrus. Benita es quien debe atenderla, pero igual Daniel Torres | Arte de Natalia...

1 de abril de 2022
ha capturado mi atención lo que en ella acontece. Paredes y piso blancos, inmaculados.
Un collar como de perros, alterado para que pueda ser usado por un humano, yace en el
suelo. El collar permanece al lado de varios papeles de periódicos, un envase con agua y
otro envase con comida procesada. Una webcam instalada en el techo del salón, que es el
más amplio del museo, comienza a transmitir imágenes en directo al sitio internet de
algunos medios noticiosos. Durante la inauguración, llevan a una chica vestida como
momia al centro y le colocan el collar de perros en el cuello. La chica se acuesta en el
suelo, lánguida. De inmediato le son retirados los platos de agua y comida, que son
colocados en una esquina. Los flashes de las cámaras no se hacen esperar. Un murmullo
se extiende por todo el recinto y yo miro a Benita, la otra conserje, al otro lado de la
habitación. Benita me mira a mí y se encoge de hombros. Los dos guardias de seguridad
apostados afuera de la puerta del museo se encienden mutuamente unos cigarrillos. Hace
luna llena.

3.

Este es mi tercer mes de laburo en el museo. Antes de trabajar aquí fui conserje también,
en una galería de arte en medio de la ciudad. Previo a ello fui ama de llaves por espacio
de seis años del pintor Zulam Olivièhr, y luego fungí como ayudante de limpieza en el
atelier de un famosísimo restaurador de muebles que padeció leucemia y antes de morir,
veló amorosamente porque Patricia, la directora de este museo, me ofreciera trabajo.

Al principio Patricia y yo no congeniamos. No le cayó bien que yo fuera tan silenciosa,


que asintiera con la cabeza la mayoría de las veces, o que murmurara tan bajito. En más
de una ocasión me preguntó si yo había entendido sus instrucciones. Supongo que con el
tiempo, al corroborar que llevaba a cabo las mismas sin errores, se convenció de mi
eficiencia. Pronunciaba mal mi nombre y le fastidiaba que yo no pudiera firmar las
jornadas de trabajo, más allá de marcar con una equis. Era una mujer rara, dictatorial y
muy seria que solamente suavizaba sus facciones si la mujer con quien vivía llegaba en
las tardes y la invitaba a almorzar o a pasear al parque. En más de una ocasión las espié
mientras se besaban en la oficina de la dirección. Las vi abrazarse, tocarse los senos,
llorar. Durante las fiestas navideñas y sin querer, las encontré en el pasillo sonriéndose.
Esa tarde la mujer que lleva flores de vez en cuando a la directora, me entregó una
tarjeta de felicitación. Patricia se disculpó enseguida conmigo y le explicó a la mujer que
yo no sabía leer. Ella también pidió disculpas.

4.

Tuve que asistir a una clase sobre métodos correctos de manejo de desperdicios, para que
se me diera este oficio y que Patricia, que es tan exigente, quedara conforme. Benita me
contó durante un almuerzo, que ella y los demás conserjes también habían tenido que
pasar el curso. Que incluso debían asistir a dicha orientación los veladores de galería y
hasta los guardias de seguridad de interiores. Tuve que aprender a limpiar
correctamente las salas de exhibición, los alrededores de los cuadros, las esculturas y los
montajes especiales según ciertas reglas específicas. Por lo que se nos indicó a mí, a
Benita, y a los otros empleados de saneamiento, todo lo que existe en un museo es
sagrado. Hasta lo que parece basura. Se nos habló del caso de una doméstica que fue
despedida de un museo en Ciudad México por haber echado al zafacón las colillas de
cigarrillo de una exhibición importante que formaban parte de la pieza «Huella latente»,
inaugurada el pasado año.

Durante las clases, los otros compañeros de trabajo tomaron notas en sus libretas e
hicieron preguntas. Yo me mantuve en silencio grabándome en la cabeza todo el material
importante. Una vez terminado el curso, nos dieron un diploma. Coloqué el mío sobre la
cabecera de mi cama, en el pequeño apartamento que comparto con Minina, mi perra,
esperanzada en que algún día mi hermano Jesuso salga de la cárcel y me visite. Quién
sabe, quizás me lo pueda leer para ver qué dice. Es posible que hasta sienta orgullo de
mí.

5.

En el Atrio Mensis se realiza, dos veces a la semana, una dramatización que, al finalizar
desemboca en la creación progresiva de lo que las artistas, el público y la directora del
museo catalogan como una obra de arte viva. Dicen, en realidad, que es una obra de arte
sobre otra obra de arte. El primer miércoles nueve mujeres se sentaron en las losas con
sus torsos desnudos y menstruantes, a dibujar con su sangre, un diseño en el suelo. Lo
que quedó dentro del círculo se preservó, y lo que quedó fuera, yo debí eliminarlo una
vez dio cierre la exhibición por esa noche, y el público fue ahuyentado del museo. Luego,
el viernes siguiente, el colectivo se volvió a sentar sobre la obra anterior a reconfigurar
una nueva. Y así, todas las semanas lo mismo. Y todas las semanas se abarrota el recinto
de gente. Gente muy fina, con trajes negros, largos, caros. Gente que llega lo mismo en
motocicleta que en auto con chofer.

A mí me toca cepillar las losas fuera del límite, una vez todos abandonan la escena. La
sangre es muy espesa, y mucho más si se coagula.

6.

Lo ideal es lavar con agua fría (la caliente solo sirve para fijar la mancha aún más) lo
antes posible, ya que luego costará mucho más quitarla. Con una esponja y un poco de
detergente basta. Cuando una mancha se resiste a salir, hay que emplear alguno de los
productos especiales en el almacén. De todos modos, si la mancha se ha quedado
impregnada, detergente, agua y amoníaco pueden ayudar, empleando luego agua
oxigenada para eliminar los rastros que puedan quedar tras la limpieza. Como el suelo
del museo no es poroso, nunca hay demasiados problemas.

Con el pasar de las semanas he logrado acortar el tiempo de saneamiento. En principio


me tomaba casi dos horas. A estas alturas ya puedo higienizar completamente (fuera del
círculo rojo) invirtiendo tan solo cuarenta y ocho minutos. Como ya me toma menos,
Benita me espera a la salida y yo la acompaño a su casa. Caminamos contándonos
cualquier cosa. Ella se despide con un abrazo caluroso, en las escalinatas de su hogar y
siempre me pregunta si tengo apetito. Yo le digo que no e intento explicarle que así, como
ella lo pronuncia, no se dice mi nombre. Al final me convenzo de no decir nada y sigo el
camino.

7.

El documento que cuelga en la entrada principal del Atrio Hambrus es leído con gran
atención por casi todos los visitantes del museo. La chica amarrada al collar de perro
desfallece de a poco, conforme pasan los días, y las bandas de tela que tiene alrededor de
su cuerpo se han ido deshaciendo. A Benita le ha tocado limpiar sus desperdicios de
excremento y orines después de las primeras funciones de la exhibición. A estas alturas
de la casi semana y media que lleva, como no come, ya ni defeca y mucho menos orina.

Benita me pregunta una noche mientras caminamos por el parque, si yo me atrevería a


hacer lo que hacen las muchachas artistas esas con su menstruación. Le contesto que a
mi edad ya no me viene la regla y que considero este nuevo tipo de protesta y rebeldía
por los jóvenes, muy raro. En mi buena época, —le digo— si una mujer deseaba
denunciar algo, se iba al Congreso de los americanos con algún grupo de extremistas a
disparar. O se quemaban bragas y sostenes frente a algún edificio de gobierno.

¿Qué es lo que dibujan ellas?, insiste Benita y yo me distraigo con el oscuro iris de sus
ojos. Allá le escuché decir al velador que dibujan una lunación, contesto. ¿Y eso qué es?,
pregunta Benita mordiéndose el labio. Me entran nervios. Me da pavor llegar a un punto
en que no pueda contestar más por no saber la respuesta. Ella es una mujer inteligente, y
yo no lo soy tanto. Entonces digo: ¿Cuándo darán de comer a la chiquita de tu exhibición?
Benita parpadea. Se desorienta un poco por el cambio repentino de tema y dice: Nunca.
Se supone que se muera de hambre.

8.

La lunación es el período que transcurre entre dos idénticas fases de la luna, por ejemplo
dos lunas llenas, dos medias lunas y así. Equivale a veintinueve días, doce horas,
cuarenta y cuatro minutos y tres segundos o, más simplemente, 29.5 días. Todos o casi
todos los calendarios de la antigüedad son basados en la lunación para medir el tiempo.
La lunación es, pues, el origen de los meses. Y tú, ¿para qué quieres saber eso?, me
pregunta Patricia que está sentada en el escritorio de su inmensa oficina observándome.
Alzo los hombros, miro mi uniforme y le doy las gracias. Cuando volteo para salir, ella me
increpa: Perdona mi rudeza, no ha sido mi intención. Si algún día tienes cualquier otro
cuestionamiento sobre las exhibiciones, estoy a tus órdenes para contestarlo.

Gracias, le digo.

Y ella añade: Si deseas, puedo… er… puedo matricularte en alguna clase de alfabetismo,
es decir, en una clase para que aprendas a leer y escribir.

Es ahí cuando titubeo y le pregunto: ¿Únicamente sobre las exhibiciones es que puedo
hacerle preguntas? Patricia sube y baja la cabeza lentamente: O sobre cualquier otra
duda, u otra cosa que quieras aclarar, incluye.

Yo, pues, me armo de valor y exclamo: ¿Cómo se hace para besar por primera vez a una
mujer?

9.

Voy pasando revisión sobre los productos de limpieza. Estoy catalogando el amoníaco
para el lavado de cristales y azulejos, el agua oxigenada para la limpieza del mármol y el
bicarbonato para la eliminación de máculas amarillas que aparecen en los manteles
blancos de los cocteles, cuando se me ocurre.

Aprender a leer y escribir, ha sugerido Patricia. Yo no le he contestado. Y creo que quedó


fatal que le hiciera la pregunta sobre el beso. Creo que por eso no pudo contestarla.
Quizás, si aprendo a leer y escribir, puedo redactar una carta en la que sea yo quien
pregunte directamente a Benita. Algo así como: Benita, ¿puedo besarte? Y entonces ella
dice que sí. Yo me le acerco, y beso por fin a alguien. Beso por primera vez a alguien.

Doy con el limón. El limón elimina las manchas de óxido en tejidos, suelos de cerámica y
sanitarios, blanquea las manchas de tinta y elimina las de metales. Y doy también con la
sal, que deshace los malos olores; y el vinagre, que reaviva el color de los textiles y evita
que las cortinas de los atrios se destiñan. También tenemos leche, por si salpica sangre o
se nos mancha la ropa. Dentro del bote de leche, mirándola con calma y cautela, puedo
encontrar la imagen del rostro de Benita. Sus labios. Mis deseos de besarla.

10.

El personal de mantenimiento del museo desayuna en la cafetería del lado. Es allí donde
recuerdo haber visto los labios de Benita, por primera vez, con detenimiento. Se
encienden las luces de las salas de exposición. Dos vigilantes se aseguran de que todos los
aparatos eléctricos —luces, audio, vídeo— funcionan correctamente. Algunos guardias de
seguridad se reúnen en la puerta de entrada. En aquella puerta olí el perfume de Benita
por primera vez. Violetas moradas. Sabor azucarado. Se abre la Tienda del museo. Da
inicio el taller para niños y adolescentes sobre dibujo corporal en una de las salas.
Empieza la visita guiada a la exposición de Las Perseidas. Un hombre y una mujer pasean
sus perros en la plaza, y algunos conserjes lo notan desde los cristales. Tres pintores
motean de blanco los muros del vestíbulo principal. Se enciende la fotocopiadora en la
biblioteca del museo. Finaliza la exposición de Oriónidas. Benita me cuenta en secreto,
muy cerca su boca de mi oreja, que así se llama a los meteoros de octubre. La supervisora
de vigilantes contempla fijamente la webcam situada en el techo del Atrio Hambrus. La
chica con sed y hambre duerme poco pero se mueve inquieta. Tiembla y delira. Va
perdiendo las bandas de tela que lleva alrededor de su cuerpo y que la hacían parecer
una momia. La biblioteca abre al público. Un padre y su hija toman el sol en uno de los
balcones frente a las ventanas de la biblioteca. Usan una sombrilla roja para protegerse
de los rayos. Los dos vigilantes que se encuentran en la puerta principal del museo se
encienden mutuamente los cigarrillos. Luego salen a almorzar. Recuerdo que Benita no
fuma, y por lo mismo he dejado de fumar yo. Porcentaje de humedad en el exterior: 70%.
Humedad relativa dentro del museo: 60%. Temperatura dentro del museo: 20°C.
Temperatura media en las salas de exposición: 19 grados centígrados. Un joven sordo-
mudo limpia las escalinatas de entrada y el podium con una manguera. Hoy miércoles, es
el día del Visitante Especial en el museo. La entrada solo cuesta la mitad del precio
regular. En un momento de distracción, Benita pregunta al primero que pasa: ¿Sabe
usted que está siendo observado? La persona responde: ¿Observado?

Sí, esa cámara (señalando la webcam) está conectada a un sitio de internet y cualquier
persona puede mirar por ella las 24 horas del día.

La persona contesta: Imagino que toda la vigilancia es para que la chica que agoniza no
se escape. ¿Sabe usted que este mismo experimento se hizo en 2007? Un costarricense
llamado Habacuc dejó morir de hambre a un perro en una de sus “composiciones” para
una exposición de arte en Nicaragua. La hipocresía de la gente, imagínese. Protestaron
por la muerte del animal, pero nadie hizo nada. Nadie llegó a liberar al perro ni le dio
comida o llamó a la policía. Igual pasará con esta fulana anónima, la gente no se
sensibiliza nunca. Pero esto es otra cosa, una obra artística de verdad, valiente, más
grande en fondo y forma. ¿Crees que esto que acabo de decir ha salido por la webcam?

11.

Lo primero que aprendo a escribir en las clases de alfabetismo es su nombre. La b con


doble barriga porque es mayúscula. La e de elefante con movimiento de círculo a mitad.
La n de niña con un palito y un bastoncito pegado. La i de iglesia con su línea y su
puntito. La t de tomate, conjunción de dos líneas pequeñitas, una para arriba y la otra
que le cruza. La a de amor.

12.

La tarde de limpieza rigurosa del Atrio Hambrus, Benita no ha ido a trabajar. Se pierde el
caos en el museo causado por la remoción del cuerpo sin signos vitales.

Benita se ausenta alegando estar enferma, ese día y el siguiente. La he besado la noche
anterior. Estuve enviándole varias notas a su casa, para demostrarle que aprendía a
escribir. Le hice cartas que enviaba con los otros conserjes, explicándole que así, como
ella lo pronuncia, no se dice mi nombre. Ella nunca contestó ninguna, ni me habló de
ninguna. A pesar de que sí sabía leer y escribir, eligió no contestarme.

Ahora que ya puedo entender el cartel de la chica muerta, me doy perfecta cuenta que su
testamento firmado y autografiado por unos abogados, de nada sirve si el resto del
mundo está dispuesto a ver tu agonía. Lo que hace falta es que otros quieran y puedan
mirarte mientras desapareces. Verte languidecer. Atestiguar tu caída. Todo lo que hace
falta es el otro que observa. Que observa y no hace, o que no sabe qué hacer, o que no
quiere enterarse.

Mientras retiran el cuerpo, yacen los envases intactos de comida y agua, lo que queda de
las bandas de tela que tenía alrededor de su cuerpo, los excrementos y la orina en el
suelo. Entonces alguien logra acceso al Atrio Mensis, sin que nadie lo note. Y así, como
una incógnita, entre los matices rojos de la obra construida sobre el piso encuentran el
siguiente escrito: la b, la e, la n, la i, la t y la a.

Hoy es luna llena.

! " %

AUTORES

Yolanda Arroyo Pizarro

Es escritora puertorriqueña. Ha publicado libros que denuncian y visibilizan


apasionados enfoques que promueven la discusión de la afroidentidad y la
sexodiversidad. Su libro de cuentos Las negras, ganador del Premio Nacional de
Cuento PEN Club de Puerto Rico en 2013, explora los límites del devenir de
personajes femeninos en época esclavista, quienes desafían las jerarquías de
poder. La autora ha ganado también el Premio del Instituto de Cultura
Puertorriqueña en 2012 y el Premio Nacional del Instituto de Literatura
Puertorriqueña en 2008. Su más reciente obra se titula Lesbofilias (Editora
Educación Emergente, 2014).

LO MÁS VISTO

Invocando a Reinaldo Arenas Callejón de los gatos: la resistencia


desde Miami: Una tarde con Rita desde el silencio.
Molinero y Yolanda Izquierdo* José Luis Ramírez de León
10 DE SEPTIEMBRE DE 2022
Yolanda Martínez-San Miguel
11 DE SEPTIEMBRE DE 2022

PRÓXIMO
Tartufo

ALSO ON 80GRADOS

Una inaudita obra Texto e Imagen: La era fármaco- Cuando el


sinigual Poemas de Daniel … pornográfica en … cabe en una

hace 7 meses • 1 comentario hace 6 meses • 1 comentario hace 3 meses • 1 comentario hace 9 meses
La obra Giannina Braschi Esta nueva sección Los giros socioeconómicos La revolución
tiene muchos pliegues, pretende, a modo de que ha desplegado el es silenciosa,
facetas y posibilidades … ejercicio experimental, … sistema capitalista e … revolución al

0 Comentarios !
1 Acceder

Sé el primero en comentar...
Una inaudita obra
INICIAR SESIÓN CON
Texto e Imagen: La era fármaco- Cuando el
O REGISTRARSE CON DISQUS ?
sinigual Poemas de Daniel … pornográfica en … cabe en una
Nombre

Ordenar por los más nuevos & ⥅

Sé el primero en comentar.

✉ Suscríbete 🔒 Privacy ⚠ Do Not Sell My Data

Suscríbete a nuestro newsletter


correo electrónico REGISTRO

! " # $

DONACIONES RED DE APOYO SOMOS GUÍA PARA SOMETER MANUSCRITOS A 80 GRADOS+

80grados.net está disponible bajo una licencia Creative


Commons Reconocimiento-No comercial 3.0 Puerto Rico. El
reconocimiento debe ser a 80grados.net y a cada autor en particular.

También podría gustarte