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Fijman, Jacobo

Molino rojo. Estrella de la manana / Jacobo Pijmaii ;editado


pcir Tacleo Stein ; ¡Prólogo do Pablo Warner. - Rosario:
Serapis, 2017.
146 p . ; 22 x 14 cm.
ISBN 978-987-3670-15-2
1. Poesía. 2. Poesía Argentina. I. Stein, Tadoo, ed. II. War-
ner, Pal›lo, prolog. III. Título.
CDD A861 Jacobo Fijman

Diseño de portada: Federico Duret.


Molin o rojo
500 ejemplares.
Impreso en Talleres Gráficos Fervil S.R.L. en julio ‹le 2017
Santa Fe 3316. S2002KUD - Rosario —Argentina

© Herederos de Jacobo Fijman


© Editorial lerapis
© del prólogo Pablo Warner
La editorial declara que hizo todos los esfuerzos por ubicar
a los herederos de Jacobo Fijman.
Editorial Scrapi s .
www .editoria1serapis .com
s erapisOeditorialserapis .com . ar
Serie Campanas de palo /9

Prólogo dc Pablo Warncr


Realizado con el apoyo de Espacio Santafesiiio, Ministerio Cuidado ‹le la odici‹5 n de Tadeo P. Stein
de Innovación y Culhira de Santa Fe. Convocatoria 2016

Espacio Santafesino
+ Industrias creativas
Queda hecho cl depósito legal ‹jue establece la ley 11.723.
IMPRESO EN ARGENTINA.

SANTA FE
Prólogo

Hice conducta de poesía. Pagué por todo. Sentí de


pronto que tenía que cambiar de vida. Alejarme del
mundo. Y me aislé . Me fui de todos, aun do mí.

Hoy es la demencia un estado natural.

Todas las palabras son esenciales. Lo difícil es dar


con ellas.
El delirio son instantes. Puede durar toda la vidii.

Mi poesía es toda medida.

Pero no confundamos a los poetas con los cJ ue


escriben libros por vanidad o se doctoran en la
carrera literaria: osos mismos quo so prost ituyen
detrás do los premios o de las lamas de cenáculos:
osos ¡iob rcs tontos ‹Jue pretenden encerrar la poesía
en un cofre, como si Jas J› alabras fueran simples
Joyas y no lo que son: la carn ildura ‹leI alma.
Esa gente no J› uede ser considerada realizadores
do obras, creadores como lo entendían los antiguos
necesita
gramáticos. Se olvida muchas veces cJ ue el poema
para concretarse de la intuición poética y
ella presupone un estado cJespojado y muy humano
del espíritu. ¿Y dónde veremos lo humano más que
en el dolor ajeno? l9o todas formas ya no quiero hacer
más cargos a esta sociedad. El Evangelio dice: “No
juzgar”. Además, ¿quién conoce a nuestra sociedad?,
¿o iJ uién puede conocer otras manifestaciones que
no sean las de su demencia y su congénita maldad?

Duscar la verclad siempre es doloroso y el que no se


anime jamás será poeta. Lo he escrito, estamos en el
mundo, pero con los ojos en la noche.

Persisto en entencler la poesía como un establo de

7
alma
ánimo antes de la reflexión. . . y en la reflexión
mi el misterio, el enigma que nos plantea uno ‹tetiene
los sed
Cf£?C £?, Se hace ligera. . . En cuanto .i de más
poetas
estando la clave. En eStOS lTl oment lo demas, me originales, potentes y ant icanónicos que dio nuestro país. El
remito a la obra poética de Aristóteles; allí continúa
imborrable Jacobo Fiksler de la novela £1 pue Abe-
Os de crueldad
en que v ivimos, y que anuncian tiem os tardo Castillo: el viejo poeta, el hombre en pedazos, el casi
¡i de mayor mitológico demente. El ruiseñor que canta en las tinieblas.
desgracia hum‹ana, deberíam os i ’
esguardar todo Por no exceder las implicancias de este abordaje no se
lo loésítl
[ referente a la poesíil COmo un gran secreto, un
de sus enemigos. Yo profundizará en la significación del encierro como forma de
secreto dé ÜSt íl do. I-I‹a y que pre ]9í1f6l'Se para salvar
control social, cte discip linamiento y
homogenización cte es-
he tenido una infancia tándares de coiic lucta, como mantenimiento y justificación
[I OÓtÍCí1 .Recuerdo q tie desde
niño me llamaba “et de las desigualdades y cristalización de la lucha de clases
[fuera“.Mi cuerpo, muy tem Jirano, se a
costumbrósobrea (siempre presentes en cualquier ocasión que remita a la coer-
al imentarse del dolor. Por eso, vivir en
el hospicio
lo que por ción legalizada por parte del Estado).
no puede caminar ni limitar mis sentimien
destino tos Fijman (Publica en 1926 su primer libro cte poemas, /\4 oIíno
poesía ni dañar mi espíritu más de
le fue reservado. Pequeño sería el artista ro) o -la publicación de iJ
uinientos ejemplares fue costeada por
que Pompeyo Audivert con el dinero recaudado de la venta de una
se dejara ganar ¡tor el sufrimien to. Por el contrario, a
partir de allí Coii ienza el trabajo. carpeta, publicada en 1924, con dibujos inspirados en su nove-
dosa poesín —, que comienza con “Canto del cisne” y una senten—
a una vei’ dadei a GbTíl cia (con todo lo cJ ue su ¡i one esta palabra) para nada casual:
Dice Poe que cuand o nos enfrentarnos Más bien una especie
llo J9 od er alcanzai ahora,
CO Dl.]9J9famcn te, at uí on Demencia:
J vez y paTa siempre, el camino m4s alto y iii ás desierto.
las cuales aJcaiiza -
la tierra, de una
divinas y ar rcbatadoras alegrías, de Su obra presenta una coherencia ausente en su cot idianei -
mios visiones tan breves co» improcisa s a través de la Ji oesía clad. Es imprescindible liacei -mención a sus vivencias y pen-
G dC la m úsica. 4T ÚSü Can OSpcimiücs e v is - samientos (que aún permanecen ocultos para muchos) con el
ES COmo si la auténtica obra la realidad que solo fragmen —
tílTÍíl mente per cibimos. A ese fin de alcanzar una mús cabal y cercana com ¡i rensión ‹le su
la ]9odríam os denominar obra. Pero dejando en claro que su poesía sería estaqueada,
reducida míseramente si nos coi ltentáramos con un simple
sentimiento y a osa actividad
COFl to mplacióii del absoluto. No e« paralelisiiio entre vida y obra: buscamos no caer en la tram¡›a
oxplicablo a través ‹io la lÍFlC íll idíl d de las j› a1abfíl S. “EJ arte de analizar su fabulosa pro clucción con la unívoc‹i luz de sus
e:i Una forma particularlobajo
tanto, en la ú b squeda do
la cual el espíritu se manifies— co ordenaclas biográficas.

]9éll S í11T1ion to y obra de aCCcdor al


un artista (poeta y pi ntorsus días, sus
lio Fijman , cuya se
nsibilidad on principio a una
OétiCñ t2i imarcaba
obi ’ as y su habla cotidi ilfla, nos remiti mos Comienzos
selección de sus ideas y reflexiones.
Nacido en J P98 on la Besarabia Rusa (hoy Moldavia) llega a
fíllsa sogurictad que la Argentina a los cuatro años. Al 1Ie¡;ar al Río de la Plata, su
Enfrenta i'sCI a Una leyenda C[HC lTastabilla ji or abismos
1Tl Ú1ti ]3 ICS iJ OS hucc perder Ia padre so emplea conto colocador de vías cii el ferrocarril, lo
nos permito ‹jue lO lleva a insta laTse en Choele Choe l (Río Negro). Vivo lue-
COnt n i uar en estas lides. Hablar de Jacobo
Fijman es interpelar
a su familia y se insta la en l3 que en 1917 deja
uenos Aires e
d£ ?Filosofía y Letras que a
bandona Entre 1924 y 1925, Fijman viaja por el norte del litoral
en el pr ofesora do de Lenguas
Vivas y comienza una profunda argentino, Paraguay y Brasil, y se emplea en trabajos inesta-
formación c ultural. Se especializa eii
filosofía antigua, g riego y bles einsuficientes para subsistir. “Vivía casi de casualidad”,
latín. A d ClDliÍS íld q uiere con
ocimientos en le yes y ma temática s. expresará en alguna ocasión. Regresa a Buenos Aires a fines
Obúene qua francesa .Comienz a a de 1925 y comienza a frecuentar varios círculos literarios en
en p eriodismo en 1918. Y al mismo
cír iiient CJ í( Sus primer os tiempo que da na - los que conoció a algunas de las figuras del arte Ji orteño de
D abajar s, sigue estudios de violín y de entonces: un grupo de escritores jóvenes, encabezado por
s p asiones, que junto con su c Girondo,
OliverioF-ierro.
iT1 Cíl to licism O, IO l e
Í vard n a estudia n eVocar
onversi ón Martín lo Macedonio Fernández, Jorge Luis Borges
la e sp irituali dad y forma de IOS P y relacionarse con y Leopolclo Marechal, que desde 1923 promovían la revista
S umergido en una hondo
untos g regorian os. invitan a unirse. También conoce a Nicolás
O livari, Il aúl Scalabrini Ortiz, Raúl Gonz‹alez Tuñón, Eduar-
C©ono rnfi sico amb i‹l, nie £! liam- cto González Lanuza y Evar Méndez; los escultores José Pla-
bre lo p ersigue. Tiene 21 años. crisis emprend et? unetviaje por todo
D esembGCíl
guayo : allí Se emplea COIIIO peón en un Chaco para- nas Casas y Alfredo ii l:ino, iRevista
ArgeBigatt y el pintor y drainaturgo Pompe-
1920 a Buenos Aires. EI 17 de enero
a serrader o. Vuelve en yo Audivert. Colabora en
Eierro, Arx, Mundo Israelitii, distintos periódicos y revistas: V'ídn
en conhon azo COT1 líls “f uerzas
de 1921 Nuestra, /\4 ttndo Numero si sí, no no, /\4n rfíit
del orden” : es ferozme nte Crítica.
peado tras un confuso e pisodio en
la puerta de la c omisaría En se ¡i t iembre de 1926, apareció Molino ro)o, su primer
guen, no me p eguen!” pero es detenido poemario, con xilografías de Audivert y Planas Casas. Surge
Villa D evoto. Ese m ismo día es ÍTílS$íl Cristo Rojo.. . no en un momento de gran inestabilidad social y ¡Política. El títu-
CÍad O al I los jiicio me lo es inmediatamente asociado a los movimientos anarquistas
pes Merced£l S (hoy Hospital y llevado
de
a la cárcel
de
D . J Sé Tiburcio B orda) . In Asistenci al ínterd ísci pl í
n ario y socialistas. Por el contrario, Fijmaii explica que liuscaba dos
manece hasta £1126 de julio 1921 y per- palabras que unidas re ¡i resentaran “esos estados del alma“
de l mism o añO . Denho del h ospicio
eS sometido a C‹4 StÍ gos corpora les -como le gustaba decir-, donde haliitaban los fantasmas, el
y desca r 6 • s de el ectrosho ck. espanto de su internación dentro del hospicio:
A pesar de €? StaS exp erienci
P 8 as pro ducidas SÍ11 comprom isos exteriore s, /\4o/ m o ro/o me recuercla la demencia, el vértigo. Yo
t íls él SOIas, div orciadas de escri-
una realidad tem prana mente buscaba, precisamente, un título que sign íficara esos
1í1 dí1 COITIO precaria, ins
uficiente, falsa. Su cammo estados de mi alma. Y reparé de pronto en un molinito
traslada a Mo ntevideo, donde trab.aja viejo que tenía en la cocina. Era de color rojo para n io—
como
editorial, y desde donde envía algunos ler j› imienta, y vi en ese objeto todo lo que mi poesía
detiene. En 1922Oí se de
(TI Í£I:I CIO de ]9unaDlñS a Carlos M. Grünberg,
quien s
e leccion a quería ex ¡i resar.'
cuatro y los p ublica, en agosto d£?
1923, en la revista de 1« c‹›-
Buenos tres más desierto: el canon y las ediciones de la poesía de Jacobo Fijman“,
rie de notas DTI El Sem anario Ci rammaTalis
lTlttnidad judíaen miin /\mes), vol. XXV, núm. 52 (2U14), pp. 104-106. 70
(Buenos
tarde, en octubre, aparece en NO fíCIfIS L íÍ£l'(( ríns su r
eflexión “El ' Entrevista realizada Ji oi Vicente Zito Lema, publicada en la
lector de Bach”.' ievis t‹i y en la functa inental revista Crisis en los años y
reproducida en Crisis N’ 49, segunda época, en diciembre de 1986.
una h.iog La revista Crisis, editada desde 1973 a 1976 publicó 40 números de
gráfica de 80 paginas. Hubo un regreso, segunda época, en el año 1984. Era
FífÍíél de F ijman, C I’C íllT (() “El camino
Para mensual y su tiraje llegó a 50.000 ejem ¡i lares. También publicó
véase
crónica bio Jíf COlio Fijinan“, una serie cte Cuadernos — llegó a editar veintiiiuex e — y encaró
y Enzo
un ¡Proyecto editorial: las Ediciones Crisis, que abarcaba distint‹is
M«rtír Esta grand iloc iente exposición que lo presenta en socie-
cla cl deja bien en claro que el referente despierta intensa
En la revista burro Fijman publicó algunos admiración; pero también intenso rechazo ¡tor temor a ensu-
crónicas, una crítica sobre un Í£lXtO dé Milllea poemas,
ciarse, ca ontaminarse.
y una elabo-
ración satírica .³ En El TiÚmero 32 d 1 4 dé il OS ÍO poeta Sus contemporáneos quizás lo veían con un malo demasia—
de 1926 fue
reci liido oficialmente por Raúl Scalabri ‹lo luminoso, distante, acusadoramente real, esencial. Fijman
ni Ortiz como el
vidente argentino: “emerge del fango” para dar testimonio a quienes supuesta—
del lago. Se re-
mente est‹an limpios, intactos. Est‹i recepción oficial continúa
tiempo un llilV ador de los ár boles,
éQ ile jándolo en un margen.
illi ágenes en las ramas La aparición de Mo /í tto ro) o se anuncia en el número 34 cte
pueril ida d
ya bastílnte ílÍ9at idos, y esforzándos e en tcfiir el cielo con la revista, el 5 de octubre de 1926. Antonio Vallejo, entonces
el color del mar. A tiempo vio Ia cronista de teatro del diario Cr/t ícn y más tarde monje fran-
de su laiior.
Entonces, cJuizá ex cesivamente confiado en ciscano, hace la reseña deteniéndose deliberadamente en su
Su eneTgía
uiso a i aiitarse. El envión t] ue bró su fe poesía antes que en su particular figura. Le ac ljudica el lu-
i›le barca y Fi—
jinan se hundió en el fondo inexplorado . Cu íllldo enler—
de gar de “gran poeta” aduciendo como prueba “tres virtudes”:
gió, esta Íaa prin Qíl CÍO dí2 fango por “movimiento”, “don de contrastes” y
“especialidad”.
fuera, on l
bebido
i lTidgenes por dentro. En Luego de estas importantes manifestaciones,
sus pupilas brillaba un chis - Talisiniinel nombre de
¡›azo nuevo. Ahora, con fi guras directas, e Jacobo Fijman no volverá a surgir eii la revista.
nÓrgic as, casi
violentas viene a decirnos el color del sol visto En el número homenaje de la revista (1969), ante
desde 1s
sirva, el olor de la vida p ercibido desde el fango, la pregunta “¿Por qué dejó de publicar su poesía?”, Fijman
viene
a decirnos las sensacion es responclía:
los que amando la luz SOll olvidado s
por ella. Fijman,
está usted pr esentado, dem uóshenos Íí1 éXtf' ‹l ordinaria En primer lugar porque la Ji ulilicación de mis libros la
com prensib ilida d de las elTl ociones. tenía cjii e pagar yo. Y apenas tenía para comer Además
me Ji ropuse caminar de vida. Y me dediqué exclusiva-
mente a la filosofía escolástica y a todos los poetas que
C olec iones Ideada el CllTlJ9 resario aparecen en la patrística. Pero fundamentalmente, por
COleCcioni sta de arte
Federico V ogelius, el director editorial fue
Eduardo Galeano.
miedo a perderme en la literatura y alejarme de Dios.
escribíun Anibal FOrd, Ro VíCt€ll ’ Massuh, nicardoAlli
B1’ PSt, E rnesto Epstein,Vicente
gel i ci ZGito
u rcLen
ía ›a,
Ernesto Sñbat , Esta respuesta nos otorga indicios que nos dirigen a lo que
Mol ina ri , Juun definan,
Lu ¡›o, Jor t2 RiV t?ríi , E il ua rdo pudo haber sucedido. Una serie de caminos que convergen
que, I—le tnienegildo Sidba f (dibuja iite
1973 y 1976) , Harold Conti, Mario B enedetti, entre en un destino único: un aislamiento ij ue no sólo se debió a
Julio Cortázar, Il oberto Fern Ernesto Cardenal,
la respuesta de la sociedad y a la de sus propios compañe-
Ka londi, Heriberto Murar o, Ricardo Piglia, ros ante su situación mental, sino también a una coherencia
ATI(G ino Di
al›soluta con respecto a su línea poética. Coherencia que de-
’ ElT U El ”Parriaso Oliver-io Girondo, Leopoldo
Míl rechal y otros, Fijman terminó el lógico enfrentamiento con aquellos. Los martin-
responde a la pregunta “¿a cJ ué va Ud.
a E uropa?” : “A mí, el ma yor poeta / fierristas se o pusieron a un orden cultural estableciclo y lo
de la América igriara, / un
presagio me inquieta: n
aufragara / en Cl Camino a sojuzgaron. LU Consecuenci ‹i fue la im F imitación de un nuevo
EurOpa / sufri ría dos i?l cam liiarm e los orden dirigido por los antiguos rebeldes (destino trágico de
lílVíff llie la
ropa.
l‹i svanguardias). Nuestro poeta por lo tanto persistió en Ios
lTl áF Q elles, único sitio para

III
delibertad creador a.
Si bien,
emcomo
o, gp ya heridos
Á4uf(ín£í conserv ó, aclarad o, mantuvo relaciones con No. Lo mío está afuera de cualquier escuela literaria.
los in tegrante s del gru j›o Florida y hasta colaboró con
Síllvo f2xCepcion es, amistades de Nunca seguí a nadie, aunque es ¡i ontáneaiii ente me
esta época. En algún punto, íl C ílSO el mismo Fijman r considero un surrealista. Eso sí, distinto. Los surrea-
estos lazos.mart i COI1 ( 9OC í1e£lm
chazada
abili- listas son auténticos poetns. Pero blasfeiuan y tienen
nfierrista s, demostrand o una raíz satánica. Hablo de los franceses, claro, ¡torque
En la ya citada entrevista Fijman habla
dfl d de los aquí los ‹que se llaman surreal istas, salvo unos pocos,
un dista nciamiento
pi ofundo: También
“Esa gente era arealment parecen nacidos para coronarse clehás cto algún escri-
manidad. conocí e nefasta.
G üiraldes. MurioPCiS I?ídos por la
eiividi‹a . Per sonalmen te alli HO tTaté a nadie torio oficial o esconderse debajo de la mesa. ílespués
él IOS que
d tuviera hu—
emonios”. Es- quieren d isimularl o haciencl o jueguitos de palaliras. .
en mis l irazos. Recuerdo ‹que en París conocí a varios de los funda—
Era espantoso. I-labia entrega do su y estu ‹Jios h istórico- lite-
alma dores del movimiento, aunque ya sus caras se me han
tas palabras y los recientés íl nálisis
ra nos colaboran para concluir borrado. Una noche nos citamos para leer poemas, es-
que su relación coi› e1ios i«a taban Brotoii ,Desnos, U uard... venían a ofrecerme una
episódica y su ¡ierficial.
recepción, pero alguien o algo hizo que se a¡› agara la
Relación con el Su rrealismo luz y no ¡Pudimos darnos ni las manos.
Con Artaud también nos conoci iii os en un café, en la
Coupole. Estuvimos a punto de peleamos. Yo me iden-
t ificaba con Dios, y Artnud, con el Diablo. Sin embargo,
lo tengo aprecio. Un poetn tiene que estar al servicio de
praquellas
En esunto apoyo
ti erraseconómic o de €9live— Dios y si no, es preferible que sirva al Demonio. Lo más
tiene la posibi
de prend e un viaje por Europa lidad
denigrante es tener un patrón humano. Y el Conde de
Íí1 Vñ iiguardi a europea. Lautréamont era un loco ¡Perverso. Se había entregado
ro/O CIC h42ChO, US cl primer libro a los vicios y hacía con ellos poesía.

JloeSía ar ((C fl tÍ11íl . Ctlai surrealista de la


itto se aho iid e en —¿Qué piensa do la oli ra do Artaud, de Lautréamont,
de Nerval?
a una aI i iiea cÍtÓ H CCl11 el m ovimiento
y sussopripr
ÜOITI O ltlego ncipios
o o a una
fundizará en En Artaud la enfermedad influyó en contra cte su obTfl .
improilta poética del cinc ‹. limitará ya Te ciirsos propios do la
reflejar extractos de la Pt?TO él no Jl odía alejarse dé la locura, cra la l OCUTí dc
CStt2 tÓ (1ÍCO, esto apartado se
dC Vida dc Fijman) VicenteZito Lema, º× rcfoi‘encia
Satán.
entrevista
COl1 DCrealizada
O COI1 US por su ard
amigo y tani bién tutor legal (en Si Artaud hubiera estado sano habría estudiado la os—
V ílH(}ji ías en la década de Jos veinte. el
co lástica, ¡hay que estudiar! El Conde de Lautréam‹›ii t
era un Ioco peTverso. Yo leí su obra y supe do su vida
viviendo en el Uruguay. ¡Qué hombre pésimo! Se ha-
— Usted integró ol m ovimien to martínfierri sta Vanguar-
que re- bía entregado a los vicios y hacía con ellos poesía. Era
Cogió en su sono
rrioii te poética? CÍÍSt Í1Tt6S Coiice J›ciones del uri monstruo. Sólo en él había locura, la del lobo c] ue
dismo de la é su obra con al guna co- roc la frente.
Norval en cambio era bueno. Pero so ahorcó de un fa-

14
por Laii jJ'Ó81I1Cl t, ¿no es así?
rol. Le gustalian las manzanas. Lautróamont y Artaud — Tiene pasión
me angustias. Su psicología es la de los vagos. Yo esta-
ha atraído a ser como ellos, pero me salvé con la misa
y los libros santos. mi espíritu . Diría ltlús ' ITIÍ temprano
caron desde elmuy
ara vencer mieiÍ •1
Lautróamont y Artaud tnmbión sufrieron. Pareciera la posibi1ic1 a‹l del hombre jicreencia cte que la poesía es
‹jue en sus vidas no hubo mucho más que dolor. Y ese cura y a la muerte surgieron la lo-
un secreto
‹tolor lo convirtieron con extraña belleza, quemándose Voy a ‹íOCÍfÍe algo que lo har‹1 pensar. Es libro.
que he mdfl tt3tlÍ do hasta hoy. Yo, a pesar
cte to‹t o, quie-
en su propia conciencia, en poesla. Y ól mt2
ro al con‹íe de Lautróa mo nt y lo voy a ayudar.
No debemos confundirnos. El suf ’ento de los vi- que
verlo. Me pidió
ciosos no es noble, estú muy alejado del de los már - Dios, ijue
no lo olvidara, que intercedier a p or él ante
tires de Dios.
es mi amigo.
hace un tiem (I O IIOS encoiitra fll
os en mira región.
con
— Me cuestn diferenciar en cl sufririiiento y distinguir Cuando lo vi estaba CO ITIO
Los peces se ha-
quiénes son los verdadoi’ os mártires, los do Dios o los agua y con algas , pero no con peces.
de los hombres. Pero además, ¿rio cree que osa exal- ‹j uieto, ílCOSt íldo eri el mar.
tación ar igusti osa do lo siniestro ‹jue encontramos en JJp inó: “Lautré amon t,
Ar úiud y más marcadamonte en Lautréamont, adquie- Lautróam nt —le dije —, soy Fijznan“
re finaJmonto un sentimiento místico, si aun so quiero tiería, que seríamos muy
sobre la tit?-
C11Í t11T£1Í1Tl£2T1t f II OSO Í eri el mar, porij ue los
mos y p erm anecim os
Lautrúamori t no tenía nada do religioso. Era un muer- rra. Pero no lloramos, ROS ílbiwa
to, como diría un teó o1 go moialista. Es cierto ijue no una eternidad en silencio.
supo iii ás que de penas, per o no pudo dar con la con-
dición, ese dolor (. . .) al cJ ue se entregan los pecadores
arrcpenti dos para quo se los rostituya a la primera gra-
ue haya vivicto.
cia y continuar una vicl a poii itoncial, hasta ai 'raig arso
en un estado do paz y es¡›erar la liuona muerte.
¢xacti tud, y ‘hasta se duda q meaos. La piel
Pero ól no da seíi alos de haber’ tenido ninguna instruc- uoteiiía
ción i’e1igiosa: aunque nombro mucho a Dios, quo lo azul y la
prefiera lJevar a la salud esj›ii’itua1. Tenía ej fumas hasta los tO ÍliÍÍ OS.
blomen te il Tl
¿Usted no quema sus años on esto hospicio por bus- pero cotl tlflil
car su verdad absoluta, ese Dios que lo convierta eii el hora no en El Infierno sino en el
mismo Dios?

Pienso cjue Lautréamoiit no hizo en su cor ln vida con


su obTil otra cosa ij ue mostrar su desesperada necesi-
‹tad do amar. Injuriaba a DiOs ]D Oft]1lCl IO IlalTlilba en ol
alTlOT. Exaltaba el mal j› orque no soportaba la hipocre-
sía del bien. La soberbia. Se negÓ íL
de sus escritos, dOiId £I
desesperan za.

17
B ifurcacione a
Di? regreso en Argentina, en 1 º928 en el que a través de un ‹i prosa impresionista da a conocer,
entre otras cosas, su encantamiento por 'Teres ‹i, so l› i ina de
el diario Lu Nu ciiíii Ji ublica, Oliverio Girondo.
en su edición del ls de septiembre, cuatro piezas También es imprescindible para entender su visión y
‹Jue Ji os - su proceso de escritura leer detenic lamente su narración
teriormente integi 'arían SU fi i?@jj iido poemario J— ta c/ io dc cs -
( i?mbIemátic o centro de reunión
algunos círculos de artistas, “Dos días”, que nos brinda la visión de su propia crisis
CODlo
intor la peña dei rortoni e internación en el neuro psi iJ uiáti ’ico. Fue Ji u l› lica cl o por
Jl Benito
CU 1í1 Íll telectualid ad ( I O ffeíÍ a, primera vez en el diario Crítica, el 3 de enero de 1927.
cuyo líder ora por entonces el
Quinquela Martín); O las reuniones del Muchos años cl espu és, en la entrevista con Vicente Zito
compañía de su
Cani uatí, en CO IT1 i1ÍÍÍí1 CU Í ‘Ompeyo Audivert.
grupo
Lema comenta:
A p rincipios
de 1929, en amigo Mario Pinto, comenzó a
asistir a reuniones parroquiale s
organizadas por saccrcl ote s En un cuento, que se llama “Dos días”, habla—
benedictin os SU
del Niíl
barrio
flefo;deentre
Aliii aellos,
gro, donde se v inculará ba del Cristo Rojo. El mismo San Pal›lo enseña “ser
los poetas nacionaliscon-
algunos de l os que, un año más tarde, serán editores de la como otro Cristo”; es decir, Cristo estú en uno. La
reciente
cio Dondo.revi total identificación. Aun la J›é rdicla de la persona. Yo
tas católicos Ignacio Braulio de es tanipes , lo sentía como una cosa cierta, no literaria. Y la in-
Anzoátegui y Osvaldo Hoia-
Ese mismo año publica Hecho tención del rojo, era para identificar me con la revolu-
‹Jue es
bien recibido. Es p
vomen reselecciona do como fiiialista en el Con- ción, que había estallado en todo el mundo. Cuando
curso Municipal de L iteratura, auntJ uc, los policías me golpeaban les grité: Soy el Cristo rojo.
finalmente, no ototu-
ción alguna. En la revista Siguieron con sus golpes. Cada vez más frenéticos,
Lara destaca su labor poética. enfurecidos. Antes que me desmayara, me pegué a la
El 7 de abril de 1930 es bautiza cJo t?l1 la fo católica en la ¡ iared y dije: Yo soy el ‹enunciado. El cuento lo escribí
parroquia porteña San Benito do Nursia, en el barrio de AI - después. Y lo pu l›liqué en un diario.
magro. En esa época realiza un nuevo viaje a Europa, en un
frustrado intento ¡rara ordenarse como sacerdote y hacer Sobre finales de ese mismo año, Fijman consigue, por
una completa vidaEnpenitencial. intermeclio de Ernesto Padilla, una cátedra ele francés en
editorial, Numero. el ejemplarEnNºeste ¡Período colabora
fr
ecuentemen tC en la revista católica lTlC nsual, y también un colegio secun cJ ario, el Liceo de Señoritas del ban io de
I de esta revista, en Delgrano, aunque
' En el texto fue cesanteado
yu citado de Cárcano,rauc lamente.‘
el autor expresa ‹¡ue “l.as
enero de 1930,
ajustados, Ignacio B . Anz
dejan entrever una átegui realiza una muy (ter-
curiosos versiones sobre el porquó del alejamiento de Fijman de la
tiiiente reseña de su segundo libro. Estos juicios, enseñanza del frances stin, conto lu mayoría de los du tos biogrúficos
certeros y del poeta, contradictorias. /'\1berto Pineta dice que Fijman fue
martinfierrismo . recepciÓn más abierta, ami-
Adenlíis, ya desde el N‘ 3 despedido por haber calificado con diez a una alumna que no sahía
gable, profunda y personaliza da que la que nuestro autor nada: “— Le puse diez ( u i ntos — exp 1› icó entonces ol poeta tocándose
tuviera en el con medidos gol¡›ecitos la cabeza — porque esa chica tenía el anule
(en el mes de mayo) aparece n coii iposicion es del que será limpio. Ninguna de las idioteces y suciecl ades c[ ue enseñan en los
su tercer poemario y se a nuncia la Ji róxima licoos hahíu entrado a su cereiiro ni contaminado su alma. Por eso
aparición del me echaron”. Por el contrario, Bernárdez afirma que Fijnian fue
Q tlí?, ÍÍllíl lnlente no se expulsado ” ... lii ego de reprobar en cierto examen a una chica por
CO llCft? ta. A su regreso ‹le Europa
publica aquí algunas na - hablar perfectamente ol i cJioma de Ronsarcl,’cosa intolcralile’ (según
rraciones: “Hotel Dacia”, “San Julián el I obre” y “Ciuda— el original examinador), ya ‹jue na‹1 io debe hu1›lar sino su ¡›ro j› i a

des, más ciudades”. Este último SC! {9 f t S Clfl ta conto un relato
Fijman declara en la entrevista:
Márgenes
En cuanto a
a la filosofía escolástica. Y volver fund
amentalme nte
a Ar istóteles. Y en una visita al museo del
Louvre
quedé impresiona do por los m aestros clásicos, Con la publicación de su último libro, el poeta se suniergepu-
por
su p intura religiosa .Cuando luego vi en el estudio de los Santos Padres y ne los místicos, mienti' as
de esos co1ai›ora esporádicamente con el diario En Nn ció n (nos
unas estampas blicaciones) o la ievista z1ra, en la que a J› arecería “Letanía dot
cuadros religiosos, las asocié a mis poemas. agua perfecta” (1934). El 11 de mayo de 194?, sus estudios se
EH f2 Síi F ×b1icación aparece la siguiente
d edicatoria: “A verían interr impidos abruptamente: el director de la Diblio -
M ílCedonio Fernández, toca Nacional, Gustavo Martínez Zuviría, más conocido por
Ortiz, Oliverio G irondo, JOSé Planas y Casas, su psoudónimo Hugo Wast, [Prohíbe la entrada a Jacobo Fij-
Adán Dhiel,
Mario Pinto, Pompeyo Auc livert , Rí1ú1 Gonz‹1 lez nlan argumentando: “ha promovi clo en el día 9 del corriente
Tuñón,
Rafael Crespo, Alfredo un grave d esor cleii al dirigirse en forma incorrecta y violenta
la situación p ersonal (económica y social) al S›r. Secretario de la Dirección Dr. Nicolás A. Romero, con-
propia impronta tÍe esta obra, iiidicaban un sSin em l›ale
eiisi1›1e argo, cluciéndos e más tarde de idéntica manera ante el Secretario
jii -
miento de los principios y modalidade s delble Pijman y la General Sr. Il aúl Quintana, yconsiderando además que el se—
miento ya ‹enunciad o incluso eii su priiiler poemario. ñor l ijman en clist intas oportunidades lta pi ovocado idénti—
En el transcurs o de 1931, edita su grupo. AI £?J í1- cos inci clentes ante empleados de pesar
la rc J› art ición”'
Hasta la (Publicación de su tercer y último libro, sus obras
bo, fuera de los circuitos comerciales. tercer ÜSt íl myodalida
últimod libro: tenían una ciei' ta recoptividad, a
tiiañana do deambular solita-
pue-
de ser p arcialmen te iluminada con unas su creación en el lini- riam ente por los caminos pedregosos de las cofraclías litera-
pa1abI’í1S de Mario
Pinto en la revista numero en rias. Luego de Estrella nc lu y del cierre de la revista
cepcional del poeta, tanto en su Numero, con la profundización de su aislamiento devenido
donde tiene en cuenta lo ex- on reclusión, desaparece. Salvo on contadas excepciones que
La posición singular de Fijman faz artística como eii la social: serán puntuali zadas más adelante, ya no emergerá de las
en ni1£?5trt3 ambiente se
Íiteratura; su riqueza des- sombras dot anonimato —al que lo han remitido los críticos e
borda lo puramente literario y tiene el sentido de historiadores do la literatura, sus compañeros de generación,
una
i3CtÍ ttld es jiíritual frente él la vida ( .. .) el espíritu Talisi iián, o incluso, quizás una cierta determinación
s u enfermedad,
nado de Fijman descubre cosas ij ue los demás cJ ue luego se convertirá en condena — , hasta la aparición de la
revista en mayo de 1969. En todo esto tiempo solo
(. . .). TOdidS life formas falsas y engañosas
tienen apasio-
on Fij - seis poemas del bardo a [i arecen en revistas o su ¡› lementos
lllall un censor certero e impl no ven
Literaria:
su vida p rofunda y la defiende vig orosamente con ³Cárcano en su citada obra expresa: “El mismo Manuel Galvez
iro
ambiente hostil qu e querría lo evoca en sus Recuerdos de lu Vídu ’. . .clurante años le
relación con todo su cm tejo vi día por día en la Biblioteca Nacional. [. . .]. Fijman llegaba a las
pariencias engañosas, lo profanarlu ( .. .). La vida do dtice, hora en que l ‹i puerta se abiía, y marcliúbase a las ocho cte la
de reputncio nes fáciles, de noche. Re¡›ito: día por día, y durante años. ¿Qué estudiaba? Leía a
a los Santos Padres en latín. Sospecho que leyera también obras de
repugna o le deja indiferente.
matemática y de arc juitectura, pues más de una vez me mosti-ó sus
ijuimérico s (trayectos, mezcla ‹ie fantasía y de ciencia. En cs ‹i c•s fiiba
uri día cuando, a poco de lialiei entrado en la biblioteca, sufrió otro
ataque. Lo llevar on al manicomio. . .”’.
Cu lturales.
Toda su siguiente producción , hílstastituye comoseunc oncre-
guar-
dián silencioso del misterio de su arte.
su muerte, beatas de mi ser
circuitos comerciales (salvo son manos
tará por fuera de los coiitemplativas
poq u ísimas
excepciones ya noinb radas). Es imposible evaluar con
sias
erdiendo soles.
que van Ji
de certeza
Hasta qué ]9 tlll to esa eremita creación Oposición a las formas
en fue p roducto de sus aii-
de reflexión, de r ecogimien to, Su situación económica se agiav a . Vive en conventillos y
gañosas y a las concesione s y cuánto el resultado cÍe por las noches toca el violín en tugurios para pocler subsistir.
Su re- Nadie sabe de él. Errando por la ciudad, a veces sin comer ni
clusión y enfermed ad.
dormir, hasta ij ue, a mediados de octubre de 1942 es deteni-
Mi blanca soledad cto y enviado al penal de Devoto. Allí ¡ iermanecería dos días,
-aldea
R£?V LI£? IOabde
andonada. para ser luego enviado al Hos J› icio de las Mercedes (Hos J› ital
perezas
Borda), cloncle sería reiteradamente sometido a tratamientos
sobre la torre de un anhelo
de electroshock; lugar en el cun lpermanecería hastn su muerte.
que tañe sus h orizontes.
En el año
Aclán 1948,j res
Buciiosai Leopoldo
. Marechal lo incluye junto al pin-
tor Xul Solar y al escritor Macedonio Fernández en su mítico li-
bro, Era ahora Samuel Tesler, “el filósofo vi-
Pitad as negras de la deso lació n. llacrespense“, un personaje crecido en la fealdad y la sabiduría.
t
Se l11t]
t1t?S íl En el comienzo de la obra realiza una semblanza del
híl St?11Íí1bandonad
dO el doloroscomo
y puentes solariegos.
£111 C'1 ban quillo de mi corazón.
un filósofo:
cacique
Bien que su padre fuera sólo un discreto reinenclón
de violines y su madre apenas una dulce tejedora de
LílS lluvias estancadils de mis cáñamo, .9amue1 Tesler afirmaba cJ escender en línea
sueños
se han cubierto de m recta de Abraham el patriarc a y de Salomón el rey, y
ano. cuando alguno ¡ ionía en duda el carácter sacerdotal de
III El horno apagado del silencio su estir¡›e, exhibir su frente rugosa en la que juraba y
mis frutos m adurar on peij uralia sentir los dos cuernos de los iniciados. Un
estérilmen te. lustro apenas tenía cuando einigró con su trihu y sus
clioses a las tierras clel Plata, donde creció en fealdad y
Perdí mi itinerario en el desierto. sabiduría, recorrió paisajes, tanteó caracteres, estudió
costumbres, y grucius al más asombroso de los mime-
jI4 ospedería triste de mi vida t ismos llegó a consiclerarse un aborigen de nuestras
t?ll donde sólo se a posent ó el üzar! pampas, hasta el extremo de cj ue, mirándose al espejo,
solía preguntarse si no estalla contemplando la mismí-
En una pradería ‹i£? Cílfl sancios sirva efi ie de Santos Ve a.
bidl ílll í3Stf £?11ílS mis ovejas grises.
Lugarón siii destino; Fijman fue uno de los pocos personajes c| ue Mareclial reco-
lfls Cu ll es andarieg as
noció como fuente de inspiración para componer los persona-
Buenosayres. Así afirmó: “Quise iricorporarlo a la
jes del Ad ‹i n
mitología c4e nuesha ciudad, junto al Xul Solar, se fialando su
o la guerra saldría espo-
categoría de héroes metafísicos, es decir, en un nivel superior Allí seguiría escril iendo y pintado, y solo sa de un edema
y amigos.
del mito”. Reaparecerá también en /\4c de 1970. unabibliotecas
rá dicaniente para visitar é ¡i oca complicada, violenta, Con-
1970, í1 C íltl
Con respecto a su relación con Leopoldo Maieclial y sobre El 1 º de diciembre del añO
el personaje que éste crea ‹a partir de su ¡Persona, existen opi- pulmonar a gusto, -en
niones contrapuestas. Para algunos, el creador de esa novela vulsionada del (1‹líS - muere, luego de 28 años cte encierro,
ha d ó do
fantástica lo recupera otorgándole el papel de poeta—sabio, uno de los poetas más importantes y solitario s que
figura emblemática clel poetizar. Para otros, consistití en una nuestro país. reclusión. La pobreza, lá
Sus p alaliras quectarí ílil latentes durante déc íi ClílS hílstíl
mera postura, sólo en los papeles. Quiz ‹a s un cierto sentimiento castigaron, pero persist ió
-cristiano- de culpa por la indiferencia ante la situación de su lograr romper con la exclusión, la
sociedad, lo con orfía mística:
una ¡iinocencia
antiguo camarada. una nueva nos
Como fuese, lo cierto es que Fijman persistía en estu vida Se está y no se estú III SÍ mismo / muy limpio y ancho /
consuela!”.
“hospedado” en “el Borda”. Solamente en el período compren- ¡Y todo
Sa bedor de 1e¡
es tan ano y p tiro / que
tina
dido entre los años 1950 y 1952 no se alojará en él. Por esos
años residió en Open Door (colonia neuropsiquiá oica ubicada misión, lúci clo y consecuente en su arte,
en el ¡Partido de Luján, provincia de Buenos Aires), famosa por ormalizació n cobra a los que no le
pagó el precio tJ ue la n
sus historias de locura, crueldad y muerte. Entre el olvido y rinden homenaje. “Es muy larga la noche del corazón“
nacido cte líls
la impunidad, los internos eran sometidos a los más crueles y Anos después de la escritur £i no £lS tí? verso
“Fue hace uf1 5
experimentales Datan ientos. entrañas de l‹i CO lltemplac ió npoe
expresará:

esa noche: tam [I OCO
Ninguno de sus antiguos amigos haría contacto con él hasta anos. Nunca imaginé que ‹duraría tanto
1952, cuando Osvaldo Donde, antiguo colaborador de Criterio, que serían mis días lOS de un eli el h ospicio”.
junto al psiquiatra Jorge Saurl, logran que lo devuelvan al Bor—
da y reconocen algunos signos de recuper‹ación.
Con claras señales de mejoría, Fijman pintó y escribió con
ahínco durante estos años. Logró permiso para salir del hospi—
SolOS ÍTíOS.
tal, y se encontró con antiguos amigos ycolaboradores, como Yo estaba muerto bajo los grantlt2S SOles, bajo los gran iles
el ya mencionado Dondo, Lysandro Galtier, y Jiinn Jacobo Ba-
jarlía. Aparecieron nuevas notas sobre Fijman a pai ’hr cte 1958, A oavés de mi hnnto
y en ese mismo año logró obtener una pensión de la Sociedad oigo el agrio suclor cte la precocidad.
Argentina de Escritores. Para mejorar sus ingresos, traducía
obras clel francés para los psiquiatras del hospicio. Yo vuelvo sobre un musgo
Miseria.
En 1962 y 1964 parte de su obra fue recopilada como parte las ciiiclades
yDios crecen a la aventura hast‹9 la noche del estupor.
Tes- pesa.
de tologías; en 1966 apareció por primera vez en más de
tigo. anOjo Me llaman vientos cte mar.
30 años obra inédita, publicada por Galtier en la revista
poema aparecería dos años más tarcle, atrayendo la que apag an mi temblor, ij ue exasperan irritados
atención del escritor y ahogado Vicente Zito Lema. Tras en- Van y vienen en grandes cambios; se alargnn en saltos
tablar amistacl con el poeta, Zito Lema bregó por obtener sii los sueños.
tutela, obteniéndola finalmente en 1969. En mayo de ese año Jamás podré seguir.
apareció el primer número de la revista Tn/ is iiióit, editada por
en hospicio.
poeta
Zito Lema y dedicada por entero a Fijman, con el subtítulo Yo me veo colgado como un cristo amarillo sobre
los vidrios pá lidos del mundo.

24
25
a las palabras como la carnadura
del * Utilización profunda, variada y numerosa c1e1 recurso
alma. La suya es una ¡Poética c[ue transito entre el
y la r ‹J
espanto de la sinestesi a y, en menor medida, de la antítesis.
edención. “ D usc.a r l Véft4 ad siempie t?S tlo l
oroso y el * El color como marca significante, que co li ra un valor
que no se anime ja lTiáS Será poeta. Lo he
el m undo, pero con los escrito, esta mios en c listiiitiv o en su obra, además de embellecer y profundizar
ojos en la noche”
Molino rojo sensiblemente su espectro poético.
* Imágenes sensoriales: más c{ ue una caractei 'ística de
esta obra, el uso de las imágenes se erige como organizador
y ¡ular del desarrollo poético.
*Predominio del verso blanco o verso suelto.
sien te do reciente
factura. * La metáfora como coagula clor y amplificador de sig-
re clamando Una lectura ]9íl T lÍCÍ íl tiva,
F profunda, intensa. n ificac los y no como reluciente mostración de habilidades
Ü Stí1 O ÍIf ñ SUele ser u
bica ‹J a cerca dcl marti iifÍi?pp jç j-jjp meramente técnicas.
CÍf? SU marco Iiterari o .
del poeta con l³or ya trailer sido trabajado en muchos textos críticos,
sus iri te gr ílIJ tes (esporá d ica y ma rgiii al Como ya so
d ij o) s ino tampoco me detendré en lo propiamente anecdótico que
también ¡›or la utiliza ción de ciertas tóC Tl icas y u›o dos ro-
sostiene varias de las composiciones que constituyen este
pre Sél1t íL tÍ VO S d t2 la va nguardia. Con Una p
erspectiva amplia
podríamos H poemario. Aparecen numerosas referencias a situaciones
ogar a encontrar a Í(¡u nos p untos
vividas por el autor, que conforman una Ja arte importante
con Girondo (o] único de este g rupo quo
.T 6llléFl tt2 i?l surrcalism o). apreciab a verda‹le- ‹le l estructuración
‹i del texto. La lectura mism‹i de la obra
J ›or parte del lector permitirá que éste las resignifiq ne Ji er—
Pero lo que trataremo s de confirmar os
autónoma c[ue la poética dc tinentemente. Úlnicamente haremos referencia a lo soste-
nuestro
El m ismoautor nació y se desarroll ó con » a particu Caridad nido Ji or Aldo Pellegrini en “El profeta” con respecto a su
que no trono registro eii nuestra
historia literaria. obra: “Las vivencias de la reclusión, los fantasmas de la lo-
lo d eclara, hay una relación cura, las angustias del apartamento constituyen los temas
pero dc U 11 tipo esp ontáneo , no dc aI in eacii5
Ol iei4 to y sus
n con el movi- del primer libro de Jacobo Fijman ( /\4oJ íno rojo), con una
bases (incluso critica
intensidad pocas veces a1canza ‹la por la palabra”.
pios, entre eI lOS Ít3 escri tura automática) 6
Sin realizar un rogistr p porme noriza do t1i2 lo tlUCistiiitiva s. Desligándonos del afán descriptivo sui ge, se impone,
q tT luestra la visualización de un sencloro marcado por /\4 o / i n o ro) o.
la superficie dcl texto, se
’D !,ó vo ósl o de Una sutil pero sensible manifestación cte una concepción
cj ue dijiste, J i ero
B retoii: ”SU jj j3¿{y j jj j era
que lo guía y que ha marcado un hito en la poesía latinoa-
Cíldd ( 7í11ít Íiru es
mericana.
un p royectil, ¡›e‹o VGS lla blás y no sabés lo
A ¡Primera vista esta obra se nos presenta como una mez-
SC í1Qí1 Pfí1 la barri una (Palabra, una esc u ¡iida.
VOS lO Ígiiord s. Cuando te diste cla un poco confusa, con momentos de un humor sarcásti-
puntillis mocuenta, el punto co, una paz t empestuosa, una iluminación que nos muestra
J O O Se revuelve cuerpo a tierra.
£lti tomatismo, q ue es al o Esto se ll, m « el predominio cte lo oscuro. Una inocencia que vislumbra
así COmo el de la m áquina
Singer. El cerebro, entretanto, queda en Ííd C 11ÍD tt1 . NO in (e
rvieiie el
el abismo, lo interpela y significa. El sueño, el espanto, el
fusil. D£IS ]9L1 ÓS de lu explicaciÓn, el fi'an cliut
e me leyó un horror, el silencio, la nada. Se podría aventurar que /\4 ofi n o
HTM ílITí1 éllTtÓ . La
behida me salió i or
J los ojos y estornudó tres veces. rojo es la semilla oscura, la mónacla, toda la poética de Fij -
André Breton salió furioso y gritó: ’¡Mon man en potencia.
Dieu, mon Dieu!' o algo
J9ílfi2Cido, y corno
Tristán Tzara!' El núcleo temático cJ ue estructura sii poética es el sufrimien-
No entendí nada, ( ic ro descle ese día supe
lo que era el suriealismo”. to humano. Y ante el dolor, la muerte, la inmensa soledad del

27
[ 9fOfÓtiC £l, de imá gellf2S descon-
hombre frente al universo, SC
certantes que muestran ]9 l’é giinta, reflexiona, respon-
de, a través de una pala lira df2 II materia. Es el salto del profeta al santo:
III esencial unidad que dislocan
El tiempo y el espacio como co — ¿Se consiclera un santo?
ordenada s
una realidad tra ginentada y por tanto fflls ít. Así a parece
- No sólo me considero, lo soy. Pero mejor no decir-
rü la utilizació n de un
recurso como la sinestesia, que nos
permite acceder a esa di slocació n, a f3S í1 C Orif isión de los lo porque no lo entenderías. Para los médicos eso es
sentidos, al olor del absoluto (no enferineclad. Y ellos no saben lo que es un santo. Solo
lle QíllROS a co ntem ¡›1ar -
lo, imp osibili da d humana que nos condena a tratan a los c lemás como enfermos. Se guían por los sín-
una nostal- tomas. Y otras obligaciones no tienen. En esta sociedad
perm anente). Ejemplos sobran: silencios
bos ques rojos”, “el olor de la verdes de los está prohibicto ser santo. Aún por la Iglesia. Entre mi
luz”, el timbre de mis ojos”, pintura y mi poesía hay una misma mano. Las ii ismas
nosta lgias d escolorid as”, “sabrosa
angustia”, “ olores de concepciones. De niño me dijeron que sería un gran
amarillo” , etc.
LU l’£lS [1ttesta que encuentraque permita pintor. Y entonces quemé todo. Ahora lo hago Ji ar a
Fijman es la v Uelta a la ino-
cencia, a un estado ad úu nico perfeccionar mis sentidos, externos e interiores. Sólo
reintegrars e al
camino p erdido. Este retorno es complejo de esa forma es válido juntar y escribir. Y hasta que
tOs, v iolento -por r ebeId Cl• . Y tOdO es Loy, confii
por inmareos
omen - los pintores y escritores no lo entiendan, deberían dejar
“i tan lejano y puro / esas cosas. Porque están mintiendo. El arte tiene que
que una li ueva in ocencia nos
consuela!” volver a ser un acto de sñiceridad.
en todos IOS [ IOemas que com ¡i onen
nos mostrará a través de n umerosas imágene s (que con an-
terioridad hemos calificad o de ¡milares Es este vaivén continuo entre lo que podemos ver, lo que
y org anizado i as de el poeta por medio de su demiúrgica labor nos cuenta y lo
este mundo creado) esa lucha por la il uminación.
En su pi imer libro la respuesta inicial es la p que vislumbra como imposible, lo que explica la vecindad
significa que en los otros no, pero de tina oesía. No de expresiones que por un lado acarician con calidez nues-
manera muy dis- tro espíritu: “la mañana con sus risas”, la “dicha de los abra-
tinta. En éste el poeta a parece como
artesano, COmo crea- zos y los besos”, “el mar descorclia sus botellas de vinos es-
dor, similar a Dios, en cuanto a la p
osibilidad generadora pumosos”, “estrellas -¡i ‹ijaros de fuego dichosos cte infinito”,
del verbo: “Toda la fecundid ad poética es f
O Cl tíl to lTlíl í1 la naturaleza como ecundida d di- “reíamos de gozo”, “música de las nieblas y risas de las sel—
el cielo j l « tÍC FTO ejempl o, no co› o vas”; y por otro nos despiertan raudamente del sueño de la
madre, y saca a luz sus versos delante de
los símbolos. Su eternidad: “alientos turbios de las miradas grises”, “aúlla el
descubren de todas las cosas
criadas del u niverso” ,afirman Fi man. frío blanco”, “una mortaja viva entre el ayer eterno y el eter-
Otra re spuesta , desarrollada en su no mañana; / una mortaja viva tJ ue llora eii mi garganta”,
totalida d en su úl- “los gritos helados de un espejo”, “rincones que se enfrían
timo libro p ublicado, aunque ya es b ozada en el primero,
es la ascensión a través de un espinoso como un cadáver”.
y solitario camino Un hambre voi az de comprensión, de ternura, de comu—
cuya a c rtográfi ca iealizaciÓ n ser‹a
producto del amor, del nicación. Un haml›re iJ ue sólo un molino de imágenes eii cons-
ascetism o y de la coherencia. El riesgo imposi-
evidente del hmisti- tante ebullición puede tratar de conjugar. Aspas que empuja-
cismo: ¡“QuebrantarÓ la vida el ueco
por mi vida / por el das por los vientos de la profecía y la iluminación, por la cruel
ble contacto de la eternidad! / PaSos furtivos / en
de mi ser / yo so y el prometid o, el condena de ser, remueve n
infinitamente los feroces aguas cte la
anunciado”. i-ealidad. Por momentos se elevan majestuosas y nos permiten
respirar una luz diáfana, contemplar “el silencio concéntrico
de cielos lejanos”, y en otros, nos
Estrelle de la invitaría
OSOS, t2 stoicos, en la oscuridad que
tra-
obliga a guardar el aire y
sum ergirnos presur
bién nos forma.
“Estrella ble la mañana
En el transcurso de 1931, edita su tercer y último libro.
corresponde a la época más oscura
Hambre que yo he conocido en este país. La gente era pei 'seguida
‹le la iii ane ra quo ha sido estali lcc ida en el Apocalipsis”.
Vigilanci a nocturna de a rbo1ed«s I lecordemos que un año antes se había producido la irrup—
constantes ción castrense en el gobierno democrático, que inauguraría
CHI tllla ir lterminabl e
pe rspectiv ‹i la llamada “década infame” y taiiibién la forma no muy
rasada de canciones
sutil de im ¡› oner un “cambio” que siguiera los iiiandatos
de smesura das.
derivados del poder económico. Es derrocado el presiden-
te Hipólito Yrigoyen, elegido por la gracia de las urnas, a
Se engancha hondamen te a mi ternura través de un golpe de estado or‹¡ uestado por los sectores
la sangre de los astr ;
oligár cJ uicos,ney liderado públicamente por ol general José
“ Estrellar
se llenan mis bodegas con el vino Félix Uri b uru.
d Cl lfl t2X (iarisió n; CO11 los granos
de Dios. lu mmhmm (. . .) se refiere a los estados mís-
St? Cu Íiren mis graneros
ticos que yo había adquirido en esos años. Ya había sido
bautizado, convirtióndome a la religión católica, y cJ uiso
ES muy ancho el sombrer o
expresar con ese título la encarnación do la verdad”. Por
ese entonces, el poeta se sumergiÓ en el estudio de los san—
puesto sobre el paisaje.
tos Padres y de los místicos.
En esta obra, nuestro autor culmina (luego seguirá es—
hacen alegre ruedo
cribiendo pero ya alejado de los ámbitos literarios) un ca—
t£lifa de vientos peleadore s
mino poético iniciado en su juventud temprana. Camino
de dientes amarillos.
Perpetuo insomnio que eIi un principio se consolidará en /\4 o / ino
por rojo. Dijimos
mis j› aSO S O lfatean como perros ‹¡ue allí está la sirviente ne lo que vendrá. Una palabra
un lobo im aginario profética, una lengua oscura q tie buscará medio de la
guardand o los apriscos. contemplación, la exaltación y las imágenes, enfrentarse a
una realidad que se escinde irremodiablomente. Enfrenta—
miento ij ue tiene como o i›jetivo último la iluminación, la
G€? tlí1S del hambre. Estrella ble la la
contemplación, constatación del milagro cJ ue significa la
madam
unidad esencial del universo.
Re cogimien to bufonesco
S íllfldo de idiotismo; nos señala ese pasaje, ya explicita -
c4 o, de profeta a santo, dc la exaltación a la pacífica seguri-
VOZ de falsete
dad ‹jue da la certeza (a cj uí otorgada por el ímpetu religioso
en f rancachel acorpulenta.
—acaso ¿no tiene un cariz religioso cualquier certeza ?— ). No
es un ble laobvio.
tránsito
Estrella Se nos muestra un cambio çi o éLic o radi—
iiia ñ aiia
cal basado, entre otras cosas, en el hecho de ‹jue la iiietáfora
en está determinada por la simbología
LÍ£?Í Llí?VO t£?StO lT1t tito, es una metáfora

Estrella de la en cierto sentido pobre


O íl stil d íl . Eso que s orpren de en Muchos años después, al ser entrevistado, afirman
gría serena “ Molino rojo, se anula en
SOles con la Se nOS m uestra que su símbolo es “la palabra; que es símbolo. Y la cruz,
con una ale- el símbolo de San Atanasio”, y al ser interrogado acerca
esta noche es su imagen cuando nos
miren los clel significacto de esa imagen reitera cla en sus poemas:
ternura de los corderos”
otorgada Ji or el liii “la noche de los corderos”, responderá:
del disfraz, de la sim ulació n. del cuerpo
y
se de
lo la Ji al ali ra. Cuando el yo se
llame, enfrenta a la divinid ad,
a lo absoluto, « lo esencial, « lo eterno, o como quiera Hay tres noches. La primera noche corresponde a
callar para que
Sólo p uede regocijar s e en la C OR templaci ó n, los sentidos. La segunda noche a los sentidos inter-
no mentir. Nos en contramos CO li Íq paradoja nos. Y la tercera noche es la del intelecto. Hay algo
fund a mental, fun ‹J ante : lo esencial para quien se presenta ante estas noches:
que busca por tanto es el » d
d ¿Cómo
poner en p alabras lo inefable: "Los ojos mueren en la la sinceridad. El pecador nunca dejará de serlo. Yo
lograr ese ob’
gl’ ía de la visión desnuda de soy un muerto. Pero vivo en Cristo. Los corderos
carne y de pal abra s”.
signific ‹1n la unidad divina. Cuando eran s‹ icrifica -
S £?£1 Jetivo
Como. signo o como dos en el Templo Judío, debían tener un año, para
í1$ SíII1 bG1 . Ülitendie nd o a
Óste,
CO lTl o el recurso (ya representar la unidad.
ca) ‹Jue se coii stitu ye como figura retóri-
la posibilida d d £l Tl ombrar al Aca ec er múltiple: poético y religioso. Vemos reitera—
m isterio, como ÚIIIÍCO Ol etÍ iO de significar lo
que no
ser dicho
lROdO de Ot1la’ a m anera. Vemos €?T1 tO fl ce s que el p uede c lamente una peregrinación cíclica de corderos, palomas,
Q ue imagen io símlioJ
OC l1(1f1f' á el lugar rector de la viñas, soles, manzanas, lunas, aguas, noches, Elías, cielos
estruct ura po ética del mis-
(y otros símbolos más) que remiten a este significado pro-
hizo en su prime r libro. Los fundo cte su poética; una confirmación mística como úni-
r £?Ct1 rsos ya e u n merados cuando a
nalizamo s ca respuesta ante la instauración del misterio. El poeta
vuelven hacerse presentes aquí. T ambién
incidencia del uso de otros, como el co nfii-mare os la debe perder todos sus atavíos para lograr la iluminación:
de la per sonificación, “Cae en profuncl idad mi alma / desnuda de imágenes
la Flíl11
aliteració
S ll S ( I n y 0laS t?11
anáfora.
ÍOJ O CIIT1 ES trell tiEsta
de última cobra relevanci a
ya que ayuda al tono de oración,la y cosas”. La gracia como fundante de un nuevo orden,
rezo, sa lmo, canto, tJ ue como profundo y único transformador posible. Así vere-
×/díiniin . Fijman escribe
para Cristo, necesita llegar
t? S el Cristo humana do y cru - mos el rezo, la adoración, y por tanto el amor, como mo-
libro tores y emblemas de la gracia. El sufrimiento, el dolor,
LOScrSíistológi
O1 bO1 co. El centron de
cific a d o que
s aparecerá un mo constituyentes de /\4 o I i n o ro) o, son transfigurados, resig-
vino a
rativo, ampliame nteredimir.
nificados. La muerte (entendida también como ascetismo;
do de spojado, r e ite-
fin y aniquilación del deseo, de todo lo superfluo; como
sig nificativ o. En 511 Ensayo “ Ma lliir -
lTl Ó lector de sín ibOlO S" (1931 convicción de que morir es clestruir el pecado) ya no es
S11T1 O $ OS HO lOs ha ), Fijman expresará:
inventad o condena sino requisito, boleto ganador que se adquiere
con valentía. Por esta razón expresará que es un muerto
t2 1 hombre. pero que vive en Cristo. Canto de algarabía por haber lo-
Sólo existe el a rtesan o que los envuelve
con sus rea- grado en vida lo que pocos, solo los elegidos por su Señor.
nos, aunque los ignore, y el otro, que
los espera y
COmo conoce (. . .) donde
una mente hay símbol
angélica.
tí1 h í1 £lStfl do viva frente al (. . .) Caen los muros.
objeto, lilire sin libertad Veo la tierra sabrosa de vida y muerte.
Y sobre mí loraron las ci ' ia tii ras y cantaroii
los niños cantores.
Los ejércitos de la gracia ite aprueba. ¿Cómo no pensar en Dante y su ascensión para lo-
snUtl•aron espadas ana et
grar la dicha de la contemplación? Anhela el encuentro con la
divinidad mediante el cual todo se transforman e úitegrará:
J" u a lma canta, mi alma
reza.
rezo en Ci-isto unid «d, (. . .) estamos en el abrazo de la tierra y el cielo (. . .)
dé los ángeles dé la muerte. Amor, Amor, Amor,
la oscuridad del viento, la luz cl el viento. (. . .)
T11 C6llto d esciende en IOS Si lencios y en las llamas
Tu alma mi alma reza: viento En el “Poema V” encontramos:
interior ‹ie nia,
[viento in terior de llama,
y el frío de los díils con sus noches En la misma liellez a saborean las lunas su soledad dichosa.
y el frío de las vidas y
Caen todas mis muertes en el espanto
[las m uertes. de la nada del mal de la nada irreal de la nada.
TH íllmíl C6Hta , mi alma reza
en remos f lorecido s de palom íls SU t?1 En las tinieblas puse mis manos cuajadas de llanto.
día y la noche interior de
[la vida y la m uerte. Ai reó la gracia mis ojos perc lonados,
vivan 13 s palomas el üíO de la vida y y hecho he sido en lo interior cte toclo y nada.
las Ilam£l S de muerte
He sido eii el que es de todo y nacla en bella gracia.
[f lorecidu. . .
En la intemperie se vislumbra un árbol froncloso cuyas
( . .) Espero en Cristo regocijado de r ‹iíces místicos nos invita al ascenso, solo si nos despojamos
lTllierte y alegre de muerte. (. . .)
de todo lo que nos ancla y no nos resistimos a comulgar con
la oscuridacl y con el espanto de la luz, con los “pavores de
Como ya a iitici (aamos, ia reiteraci ón en vuelve al J› oema-
rio en un ritmo, en un tono inocencia”:
‹Jue nos remite al canto y a Ia
oración, “el ojo de la oración eiisanchaba
lTl O autor lo confirm a en caminos”. El mis-
varias en trevista s. Dirá, como
lo lremos comenta do, que esta echo de es tanipas, ya Poema XXXVI
obra es la ma nifestación de
sus estados místicos. Incluso i] ue “En I-I
influencia d Cl IOS C ílTl tos g regorian o s. Y hay Ojos de niño
medició n sigue la dei latín ec lesiástic o. . donde el cielo vuelve a encontrar la desnudez de las estrellas,
clásico, que es toda m úsica”. . la del i«tir golpeamos llenos de horror
A través de la adoración, del a mor, del las voces que enlazan las palaliras,
cia creador él, St? llegaría a “la visión regreso a la inoce›i- noches visibles
eterna” , corno la define el en nuestras manos sorclas y nuestros cuerpos alimentados
poeta. La soled.ad, el esp‹anto serán
conjurado s y arrastrad os [de muerte.
por el caudalos o río de la gracia, de la ]7alabr a justa.
rá años mas tarde, que escribe para que sus Expresa - I lespiramos los gritos
actos se o rdenen a de la piel de los ríos que 1iie ‹len desesperanzas
Dios, b uscand o la verdad y no la oscuridad,
que esci ibe para y corazones lúcidos del frío
Dios y para su propia perfección. Y
que Dios se ncillamente lo que arrastran el agua obscurecida de la blasfemia.
Quizás sea revelador el siguiente poema Pero esa misma mano mordida por la trampa rozó la
de Olga Orozco: [eternidad,
esa misma puJ iila trizada por la luz fue un fragmento del sol,
esas sílabas rotas en la boca fueron por un instante la palabra.
Ellos eran rehenes de otro mundo, como el carro de Elías.
Pero estaban aquí,
c ‹iyendo,
a Vicent Van Gogh,
desasidos.
a Antoni Artaud
í1 jacobo Fijman
una simulació n Esta intemperie
Estrella tJ ue
de la mnna na interroga, colina y persuade, nos con-
Era tin pacto firmado con la sangre tl£? Cada pesadilla, mina a afirmar que lo planteado en /\4 o /íiio ro)o y consunia do
de du rmientes que roen el peligro en un en nos posee con una fuerza cJ uo excede
[hueso de insomnio. la labor y› oética. Quizás ombriagados [l OT Su potonciafidad
P rohibido
Oti’ os miroriJaza,
más allá. creadora nos vemos sumergidos en una lectura que sobre—
las vendas
Sólo el santo tenía la consigna para el túnel y el vuelo. vuela lo opifáiiico.
Los y el c astigo.
Entonces 1iabí‹i que acat‹ar ii los guardian
es des‹ie ei
ÍCífldo del foso.
Había que a ceptar las pl antaciones que se
pierden de visa
[al borde de los ¡Pies.
Había que palpar a ciegas las murallas i
J ue separan al
[hués ped y al perseguidor.
Era la ley del juego en el salón cerrado:
íls í1 ( Illt?StdS í1 m edias
hasta perder la l lave
y unas puertas que se abren
cuando ruedan los últimos
[dc4 doS de la muerte.

Ñ f2ÍÍOS SCT ildelantaroii


con sus altas c oronas.
Quemaron los telones,
Cl$ ÍOll dO líls lRem l›ran
arrancaron de cuajo los árboles del bo as
sq ue,
rompieron hasta para poder pasar.
Fue una chispa sagrada en el infierno,
a ráfaga de un cielo sepultado
III Cubeta de
en la aiena,
un dios que cae dan‹io
ti1 O1bO5 £?ntre un rayo

N üda m4s que las llamas, el polvo y el e


iguales para Si em ji re, cada vez. struendo,
Nota editorial

Molino ro)o se publicó [›or primera vez en 1926, Buenos Aires,


'talleres Gráficos El Inca. Se imprinlieron 502 ejemplares (2
en papel do Japón y 500 en papel pluma) y la edición cuenta
con 5ilustraciones de PO m F• yo Audivert, 3 de José l³lanas
Casas y una más sin firma cJ uo es de uno de ellos o bien
‹le ambos. f’ ara la [Presente edición, ho tenido a la vista el
ejemplar de /\4 o I in o ro)o de 1926 ‹Jue Fijman le obsequió a
Leopoldo Marechal y que se encuentra en la I3iblioteca de
la Escuela de Letras, Facultad de H umanidados y Artes,
Universidad Nacional de Rosario (Argentina).
La edición do 1926 es bast‹inte cuidada y presenta muy
pocas erratas. Con to clo, plantea una serie de problemas.
Los dos nlús significativos afectan a un puñado de J ›oemas.
Con los siguientes: el empleo de guiones y la delimitación
do ciertas estrofas. En cl p irimer caso, la edición de 1926
abre los guiones al final del verso. Ejemplo clol Ji oema
«Aldea».

Mi blanca soledad-
aldea abandonada.

Tal como aparecen, los guiones no cumplen una función


diacrítica es J› ecífica, o al menos yo no la entiendo. Por tanto,
on todos los casos ho decidido actualizar su uso y los he
trasladado al verso siguiente respectivo. Ejemplo:

Mi blanca soledad
—aldea abandonada.

Para delimitar las estrofas, me baso en la disposición


textual do la edición original, donde el verso iJ uo inicia
una estrofa está sangrado (menos el primer verso de cada
poema, que comienza con letra capitu lar). Ejemplo de
«Cópula ».
Otras intervenciones que importa apuntar. l—fe suprimido
todos los versos sangra ‹los a principio cte estrofa por
• [³ í1 1’ClC t?1i versos considerarlo redundante: el espacio indica por sí mismo
San grado s q tie no
ü ntei 'ior. Ejemplo de « Tarde un límite; ac lemás, no creo que el sangrado responda a un
v io1et«•• sistema elaborado por Fijman ni c{ ue
Martín cumpla alguna función
Fierro,
Se de mi e stancia. en su poesía (poemas como «Mediodía» o «Toque de retrato»,
Jl onr ‹ i pulilicados originalmente en no traen allí ningún
gatos.
tip io de sangrado). En otro or clen, he restituido los signos
diacríticos tJ ue faltan, como los ¡ iuntos a final de estrofa o los
signos de interrogación y exclamación que están incompletos.
ecidid o restituir el e spacio, en Esto último no requiere tanta justificación porque la ec lición
que el verso tendiend o cte 1926 tiencle a colocar tanto el signo che a ¡i ertu ra como el
f St T'(9( a . Por se co rrespon de cos el
principio de una de clausura. En tres casos puntuales, he decidirlo bajar las
mayúsculas:
Se tu ercen las parede s de
mi e stancia.
IlGri i onean las IuCeS corno en los títulos de los siguientes poemas: «Canto del Cisne»,
gatos.
«Mañana de Sol•›, «Toque de Retrato», «La Aldehuela de
El caserío so ñoliento Vuelta y Media», «La Égloga Profana», «Pan Negro», «Alegría
engris a las c ampana s. de Invierno», «Las blancas Torres», «Pájaros de Invierno», «El
hombre del Mar». Me he tomado esta libertad ¡ioi -que ni el
Del m ism o modo, Ctlíll J CÍO U11 v erso índice de 1926 respeta necesariamente esas mayúsculas. Ello
D]9idf£?Ce es paciado, que no £?Stá sangrad sin mencionar que los sustantivos ‹sol›, ‹invierno› o ‹mar› se
féCé d £?11 te. Ejempl p Jiarte d€? 1£1 e' strofa
imprimen siempre con iiiin íisculas a lo largo del poemario, o
que sintagmas como «la aldeli tiela cte vuelta y media» o «pan
Se ÍÍal es; negro» aparecen con minúsculas en los poemas homónimos;
en el poema •‹Subcrista1», donde el sustantivo ‹Otoño›
imágen es y muros. aparece con mayúsculas, cuando a lo largo del poemario las
estaciones figuran eii minúsculas.
en aquellos casos donde los versos empiezan con
m ayiisculas después de comas, puntos y comas o cuando no
y se ab ‹eFl lrj ás v entana s, precede singo. Siguiendo el criterio general de 1‹i edición de
pero bl ancas.
1926, clebieran comenzar con minúsculas.

El lector o lectora leerá: Salvo las intervenciones mencionadas, se sigue el texto


impreso en 1926.
Señales; Infelizmente, no ha sido posil›1e incorporar las ilustraciones
imá geTies y muros. de la primera edición por decisión de los derechohaliientes de
Ruidos de ext«sm; Pompeyo Audivert. Por otro lado, no pudimos d‹ir con los de
y se abren más v entana s, Planas Casas.
pero bl ancas.

40
41
poema ocupa una página completa y el límite de la estrofa
Estrella º' la manana es clarísimo. En otros, el límite lo impuso el sentido. Por lo
general, coincido con la edición que hiciera Ediciones del
se (Publicó por p rimera vez en 1931, Dock de la ¡ ioesía de Fijman.
BuenoS Aires, Editor Otras intervenciones que im ¡i orta apuntar. He bajado dos
ej emplare ial Numero. se imprimiero n 520
de s (20 en papel de hilo Sti
impru nir ’atton o tres mayúscu1‹is a inicio de verso por iJ ue el verso antei-ior
1 íl 20, y 500 £?H }1ílJ9 e1 nacional) . Dice BOnd, nu merados del termina en coma o punto y coma y el término en cuestión no
f21 CO lofón: ‹ •Acabó e
en Buenos Aiies, en la es una palabra sacra o vinculada con lo sagraclo. Baso esta
a mediad os de n
oviembre del año mil n oveciento s treinta y decisión en el criterio general ij ue rige en la propia edición de
ll Jlo dt3 la En carnació n
de n uestro redentor Je sucristo» . 1931. Ejemplo:
III I1 ’
( ese nte edición, Para
he tenido a 1‹4 vista un
que se oflC Ll entra
en mi ii ibliotoca personal.
Bell a mentefC?1í1
impresa, esta
tiva ment edición
e fíici l
e sp ecífic os: la ClXtensiói i de ciertos f ongo
’ mi oído bajo la noche;
versos
mediante unysan
de ciertas estrofas.
El primer o es QTado. Ejemplo
d£l Resolve r porque pongo mi oído sobre l‹i noche de la tierra que es el alma ‹tel lioml›re:
la edición
indica que el verso continüa Vienen. los soles y las lunas en el alba de Cristo.
del poema X:
l ³ongo mi oído bajo la noche;
pongo mi oído sobre Si noche de la tierra tjue es el alma del homlire:
y en nuestra sangre muero, y vienen los soles y las liin‹is en el alba de Cristo.
iesucito en la sangre
de Cristo.
La edición de 1931 imy ›riine seguidas cios estrofas
iguales en el poeiiia «Ángeles de la muerte»; he suprimido
tina estrofa porque en la versión del poema publicada en
ATICÍ O So lire la tierra Numero esa repetición no figura. Sin duda, es una errata. Por
y en nuestra sangre m uero, y res último, la edición de 1931 no numera los poemas de forma
iicitomen
dCl ÍílS C i1]9 1tu1 ares la sangre de Cristo
staura la corrida: del XVIII se pasa al XX. He respetado esta alteración
el v erso tiene sangría o no. porque los Ji oemas de Estrella dc lu mmhmm se citan siempre
Empero, el uso d tl da ¡t orqu e
no q ueda claro si [› or su numer ‹ición original; cambiarla serí‹ inoportuno. En
poema II: Ejemplo del to cl o caso, he puesto entre corchetes la numeración seguirla
correspondiente.
L£?V í1 iitaron 1iI 9 •i lba s sus Salvo las intervenciones mencionadas, se sigue el texto
sentidos en el día
de mi pavor cono su noche cÍe m uerte. impreso en 1931.
¿DOS v ersos uno?
una solución ar bitraria.
Entien ‹J o que uno, pero no deja de
ser

poemaOS, sS £lc oRntinúa


CílS esolvión en la pág jjjq siguient e y el
consulta verso i iunediat o
a nterior termina eri ¡iu nto en
gunos
apareció p reviamen te en poema que
donde el

42

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