Está en la página 1de 36

Ecotoxicología

La ecotoxicología estudia el destino y los efectos de los contaminantes en los


ecosistemas, intentando explicar las causas y prever los riesgos probables. La
ecotoxicología prospectiva evalúa la toxicidad de las sustancias antes de su producción y
uso. La ecotoxicología retrospectiva se ocupa de confirmar si la sustancia produce daños
en el ecosistema.

El efecto causado por un tóxico dependerá de su toxicidad inherente (capacidad de


causar algún efecto nocivo sobre un organismo vivo), del grado de exposición, que a su
vez dependerá de la cantidad que ingrese, de cuánto pase a los distintos compartimientos
del ecosistema y de su persistencia.

La ecotoxicidad es la resultante de todos los estrés tóxicos que actúan sobre el ambiente.
El principio de la ecotoxicología es que los organismos vivos son herramientas esenciales
para la evaluación de la calidad ambiental, puesto que ellos son los que están expuestos
a los efectos combinados de la ecotoxicidad. El uso de los métodos de evaluación
biológica para detectar compuestos potencialmente dañinos comenzó a desarrollarse en
los años ’70.

Múltiples estrategias de observación y de experimentación se usaron para evaluar la


respuesta al estrés químico. Las técnicas de efectos biológicos cubren todo el espectro de
la actividad biológica y organización, desde la molécula hasta la comunidad.

Se realizan ensayos de toxicidad, principalmente en laboratorio, con organismos de una


especie (uniespecíficos), de varias especies (multiespecíficos) o simulando
microecosistemas (multitróficos). En general, se testean las sustancias tóxicas para
determinar qué tan perjudiciales son y qué riesgo poseen para el ambiente. Los
resultados de los ensayos se interpretan para definir efectos letales, subletales y crónicos
de tales sustancias, y su tendencia a acumularse en tejidos vivos. El aumento de la
resistencia a sustancias tóxicas por parte de los organismos (por adaptación evolutiva,
fisiológica o cambios en el comportamiento) es uno de los factores que puede incidir en la
dificultad para extrapolar al ambiente los resultados obtenidos en ensayos de laboratorio.

Por otra parte, se estudian una variedad de propiedades ecológicas estructurales y


funcionales (bioindicadores) a distintos niveles de organización para caracterizar la
respuesta a la contaminación química. La complejidad de los sistemas biológicos y su
habilidad para compensar perturbaciones complica la interpretación de muchas técnicas
basadas en efectos biológicos.

Efecto tóxico

El efecto tóxico es el producido por uno o varios agentes tóxicos sobre un organismo,
población o comunidad que se manifiesta por cambios biológicos. Su grado se evalúa por
una escala de intensidad o severidad y su magnitud está relacionada con la dosis
(cantidad de sustancia administrada, expresada generalmente por unidad de peso
corporal) o la concentración (sustancia aplicada en el medio) del agente tóxico.
El efecto puede ser:

 Cuantal: consistente en la presencia o ausencia de una característica (p. ej.


muerte o existencia de tumores).
 Letal: la muerte por acción directa como consecuencia de la exposición a una
determinada concentración de un agente tóxico.
 Subletal: se produce por debajo del nivel que causa la muerte como resultado
directo de la exposición a una determinada concentración de un agente tóxico.
 Agudo: aquel causado por acción de sustancias químicas sobre organismos vivos,
que se manifiesta rápida y severamente (después de un corto período de
exposición: 0 - 96 h, típicamente.).
 Crónico: aquel que se produce, en general, después de un prolongado período de
exposición (normalmente se manifiesta después de días o años, según la
especie).
 Aditivo: la magnitud del efecto o respuesta simultánea de dos o más sustancias es
igual a la suma de los efectos o respuestas de cada una.
 Combinado: cuando dos o más sustancias aplicadas almismo tiempo producen
distintos efectos o tienen diferentes modos de acción.
 De potenciación o sinergismo: cuando la toxicidad de una mezcla de agentes
químicos es mayor a la esperada por la simple suma de las toxicidades de los
agentes individuales presentes en la mezcla.
 De inhibición o antagonismo: cuando la toxicidad de una mezcla de agentes
químicos es menor a la esperada por la simple suma de las toxicidades de los
agentes individuales presentes en la mezcla.

Ecotoxina
 Las ecotoxinas son sustancias producidas por la actividad humana y
especialmente la actividad industrial, que al ser emitidas al ambiente provocan un
riesgo potencial o un daño dentro del ecosistema. Pueden tener un efecto dañino
inmediato (letal) o mediato (crónico) en las especies que habitan ese medio.
 Residuos industriales en determinadas concentraciones o vestigios en un río
(contaminación industrial) determinan una selectividad de las especies que lo
pueblan con resistencias variables frente a esas sustancias, originándose una
perturbación en el equilibrio del ecosistema.

Ecotoxicidad crónica

 Son los efectos adversos totales en lo viviente, producidos por una ecotoxina
actuando de modo continuo durante un período considerable.
 La perturbación continua de un ecosistema producida por una ecotoxina,
determina en ciertas especies, no su desaparición inmediata, sino una disminución
de su potencial vital; soportan la presencia de esa ecotoxina, pero no progresan en
la colonización de ese medio e incluso podrían desaparecer con el tiempo. Este
fenómeno es llamado ecotoxicidad crónica.

Órgano o tejido crítico

 Es aquel órgano o tejido de los individuos de una población expuesta a una


ecotoxina, que es el primero en presentar daños. No es necesariamente el órgano
o tejido de mayor acumulación de ecotoxina. Experimentalmente, puede variar
según los tipos de bioensayos.
 Las ecotoxinas actúan sobre los procesos producidos en tejidos y órganos
responsables del potencial vital de la especie afectada. Las gónadas, el tubo
digestivo, los riñones, son las partes anatómicas más afectadas de los individuos
de esas especies, y son por lo tanto los denominados tejidos u órganos críticos;
cuyo mal funcionamiento origina la ecotoxicidad crónica.

Contaminantes ambientales (o xenobióticos)

Inicialmente el término xenobiótico (etimológicamente: “ajeno a la vida”) estaba


limitado a compuestos químicos sintetizados por el hombre, constituidos por
determinados elementos o grupos estructurales y que fueron detectados con
posterioridad en los sistemas naturales.

Todo cambio significativo en la composición o condiciones normales de un medio,


constituye una forma de contaminación. Tales cambios afectan al recurso en sí o a su
uso para un fin determinado, y los agentes que lo provocan pueden ser:

- químicos

- físicos

- biológicos

El medio afectado puede ser aire, agua, suelo o cualquier sustrato orgánico (de
ordinario, más de uno de ellos simultáneamente).

Tal amplitud de factores y de efectos, involucran agentes de diferente naturaleza y


acciones continuas y discontinuas, que pueden producirse espontáneamente o ser
provocadas, muchas veces por la actividad del hombre en su búsqueda de recursos a
consumir, asociadas con la transformación de materias primas naturales a través de
procesos industriales y la acumulación de una cantidad de residuos considerable.

En cuanto a la composición, puede ser que implique una variación anómala en la


proporción en que se encuentran los componentes habituales (ej.: concentración de
nitratos en el agua subterránea por uso de fertilizantes) o la aparición e incorporación
de sustancias que normalmente no se encuentran en el ambiente. Estos
contaminantes químicos pueden ser inorgánicos (generalmente sales) u orgánicos
(derivados más o menos sustituidos de moléculas inicialmente formadas por carbono
e hidrógeno, p.e. hidrocarburos). A su vez, tanto unas como otras pueden reconocer
un origen natural (ej.: flúor, vanadio o arsénico en aguas subterráneas en varias
provincias del país; productos de degradación biológica, que incluyen desde detritos
hasta metano, en condiciones anaeróbicas), o en la mayoría de los casos, ser el
resultado de la actividad del hombre: origen antrópico (metales pesados provenientes
de la minería, metalurgia; residuos domiciliarios o agropecuarios).

Los contaminantes físicos incluyen variaciones repentinas en la temperatura, la


incorporación de isótopos radioactivos (vuelcos de agua de refrigeración, en general y
de reacciones nucleares, en particular), radiación electromagnética y ruidos. En ciertas
zonas de grandes ciudades se manifiesta una sobrecarga de información gráfica
(contaminación visual).

La contaminación biológica, puede ser muy variada, desde las parasitosis endémicas
en zonas pantanosas, en embalses o en cuerpos de agua con aporte de desechos
domiciliarios, hasta las denominadas “mareas rojas”, producidas por el crecimiento
poblacional de determinado grupo de algas.

QUÉ ES LA ECOTOXICOLOGÍA?

El término Ecotoxicología fue propuesto por Truhaut en 1969, como una extensión
natural de la Toxicología -la ciencia que estudia los efectos de las sustancias tóxicas
sobre los organismos individuales-, refiriéndose a dos efectos ecológicos importantes
de los contaminantes:

• La toxicidad directa sobre los organismos

• Las alteraciones del medio ambiente en el cual viven los organismos.

De manera general, esta disciplina se encarga del estudio de los efectos adversos de
las sustancias en los ecosistemas, mediante el análisis de las rutas de exposición, la
entrada al organismo y efectos nocivos en individuos, poblaciones y comunidades.

La diferencia más importante entre la ecotoxicología y la toxicología convencional es


que en la primera los efectos que importan son los que ocurren sobre las poblaciones
y no sobre los individuos. Desde una perspectiva ecotoxicológica, el hecho de que un
contaminante pueda matar al 50% de los individuos de una población puede significar
poco o nada, pero si ese contaminante retarda el desarrollo o madurez de un número
importante de individuos pueden presentarse importantes alteraciones ecológicas. De
la misma manera, si un contaminante modifica las condiciones del medio en que
habitan los organismos, las consecuencias ecológicas pueden ser considerables.

Se puede decir que la ecotoxicología se encarga del estudio de las relaciones directas
e indirectas entre las causas, los impactos sobre los individuos y las alteraciones
finales sobre las poblaciones y las comunidades.

¿QUÉ TIPO DE EFECTOS ECOTOXICOLÓGICOS PUEDEN MEDIRSE?

La ecotoxicología se vale de dos herramientas básicas para realizar sus


investigaciones: el monitoreo ambiental y el monitoreo biológico.

El monitoreo ambiental permite establecer las formas mediante las cuales se liberan
los compuestos y determinar cuál es su destino en ambiente. Es un procedimiento
para detectar la presencia y cuantificar las concentraciones de los contaminantes en
los diferentes compartimentos, incluyendo al aire, agua, suelo y sedimentos. Un buen
monitoreo ambiental debe considerar un muestreo representativo, técnicas adecuadas
para la colecta y preservación de las muestras, así como métodos apropiados de
extracción y análisis, siguiendo prácticas estandarizadas en el laboratorio.
El monitoreo biológico, desde el punto de vista de la ecotoxicología, consiste en
evaluar los efectos adversos de los contaminantes sobre los individuos, poblaciones,
comunidades y ecosistemas que han estado expuestos. En este sentido, se pueden
aplicar pruebas en el laboratorio o realizar estudios en campo.

Usualmente las pruebas en el laboratorio involucran la administración de un


compuesto como tal a una población de una especie particular en condiciones
controladas. En este tipo de ensayos la población en estudio es aislada de las
interacciones con otros organismos, compuestos y factores ambientales, es decir, se
utiliza un sistema simplificado que permite conocer con mayor facilidad los efectos
atribuibles a una sustancia. Sin embargo, no es sencillo extrapolar los resultados
obtenidos a las condiciones que se presentan en la naturaleza. Una mayor
aproximación de estas pruebas a las condiciones reales puede alcanzarse si los
organismos son expuestos a muestras ambientales o extractos de las mismas. En las
pruebas en el laboratorio generalmente se emplean componentes subcelulares
(enzimas, ácidos nucleicos, etc), células aisladas, secciones de tejidos u organismos
completos aislados para medir efectos sobre la viabilidad, la reproducción celular o la
biosíntesis de macromoléculas.

En los estudios de campo se evalúan los impactos de los contaminantes sobre los
organismos que representan varios niveles tróficos en el ecosistema, bajo las
condiciones reales que se presentan en el ambiente. Se considera por lo tanto el
efecto de todas las sustancias presentes y sus interacciones aditivas, sinérgicas o
antagónicas, así como los efectos de los factores climáticos y abióticos, tales como la
temperatura, contenido de oxígeno, pH, humedad, aireación, salinidad, radiación solar,
etc. En estos estudios se miden los cambios en las poblaciones que se desvían de la
normalidad; no obstante, en muchos casos es difícil conocer con exactitud cual es la
variación natural que se presenta en estas poblaciones, tanto en el tiempo como en el
espacio. Entre las respuestas que pueden evaluarse en los estudios de campo se
encuentran: la reducción en la productividad o generación de biomasa, la disminución
de la abundancia y distribución de especies, los cambios en la estructura trófica, etc.

Un ejemplo clásico del monitoreo biológico es la observación del descenso en las


poblaciones de aves predatorias que llevó al descubrimiento de la bioacumulación y
biomagnificación del DDT en la cadena alimenticia y de sus efectos adversos sobre el
comportamiento, reproducción y formación del cascarón de los huevos de estas
especies.

En la siguiente figura se muestra el orden de respuesta hacia los contaminantes:


¿QUÉ ES UN BIOENSAYO?

En términos generales, un bioensayo de toxicidad es una prueba para establecer la


naturaleza y la magnitud del efecto que producirá un agente dado cuando los
organismos o sistemas biológicos son expuestos a él. Para el caso específico de la
ecotoxicología, dichos agentes incluyen muestras ambientales de agua, suelo o
sedimentos, efluentes domésticos e industriales, extractos de sedimentos o suelos
contaminados, etc. Muchos bioensayos se han desarrollado para el monitoreo
ambiental y entre sus aplicaciones más importantes encontramos las siguientes:

• El establecimiento de niveles permisibles de los contaminantes que son liberados al


ambiente.

• El establecimiento de sitios prioritarios que requieran acciones de limpieza.

• La determinación de impactos ambientales mediante el uso de organismos


biomarcadores.

• La evaluación y predicción del efecto de nuevos productos químicos en el ambiente.

• Los estudios de biodisponibilidad y bioconcentración de contaminantes.

• La comparación de la sensibilidad de varias especies de organismos a un compuesto


dado.
• La evaluación de la efectividad de los sistemas de tratamiento de agua y el
establecimiento de las condiciones óptimas de operación de las plantas tratadoras.

• La evaluación de la eficiencia de los métodos de remediación de suelos.

¿QUÉ ES UN BIOMARCADOR?
 Es un indicador bioquímico, fisiológico o ecológico del estrés físico, químico o
biológico en los organismos y sus poblaciones. Es un trazador de las reacciones
que pueden ocurrir a diferentes niveles –molecular, celular, en el organismo
completo, las poblaciones o comunidades. Su detección permite evaluar de forma
temprana los efectos negativos de los contaminantes.
 Algunos ejemplos de biomarcadores, medidos a diferentes niveles biológicos se
resumen en la siguiente tabla:

Nivel de
Respuesta
organización
Expresión de genes de estrés, usando genes
reporteros como el gen de la lucifererasa que
Molecular
produce una proteína luminiscente ante la
exposición a un contaminante.
Incremento en la actividad de proteínas
Celular indicadoras de estrés o enzimas involucradas en
los procesos de destoxificación.
Organismo
Daños histológicos o formación de tumores
completo
Poblaciones Tasas de supervivencia, crecimiento y mortalidad
Cambios en la diversidad y abundancia de
Comunidades
especies


 ¿CUÁL ES LA IMPORTANCIA DE LOS ESTUDIOS ECOTOXICOLÓGICOS?
 La preocupación sobre los posibles efectos ecológicos de los contaminantes
comenzó a expandirse entre los años 50's y 60's. Dado que los plaguicidas son
sustancias tóxicas generalmente no específicas y que se liberan intencionalmente
al ambiente, sus posibles efectos eran algo medianamente esperado; sin embargo,
una vez que se comenzaron a documentar sus impactos y efectos tóxicos, así
como la existencia de muchos otros contaminantes en el ambiente, los hallazgos
fueron totalmente sorprendentes para la comunidad científica dedicada a estos
temas.
 Un ejemplo que ilustra lo anterior, es el caso del cultivo de tomates en
invernaderos de Essex, Inglaterra, durante 1973. Sin aparente razón, las plantas
mostraron síntomas de daño. Al analizar el agua que se utilizaba para irrigar estos
cultivos, proveniente de los ríos y riachuelos de la región, se encontró la presencia
de un herbicida, el 2,3,6-TBA. La fuente del plaguicida era una industria cercana a
Cambridge, poblado del cual partía un río con una longitud de 130-170 kilómetros
y que durante más de 15 años estuvo acarreando pequeñas cantidades del
plaguicida. Para entonces no se contaba con información previa de daños a los
cultivos y los tomates resultaron ser especialmente sensibles a las pequeñas
concentraciones de 2,3,6-TBA.
Este ejemplo ilustra que tanto la ruta de exposición, como la persistencia de los
contaminantes y la sensibilidad de las especies, eran aspectos que no se
consideraban para el manejo de las sustancias. Los estudios toxicológicos
revelaron su importancia.
Es muy difícil precisar cuantas moléculas han sido sintetizadas hasta ahora; sin
embargo, el Servicio de Resúmenes Químicos (Chemical Abstract Service) de los
Estados Unidos cuenta con más de nueve millones de sustancias listadas. En la
década de 1971-1981, una lista provisional de sustancias en el comercio dentro de
la comunidad europea, contenía al menos 100 000 sustancias; de las cuales
aproximadamente 10 000 eran producidas en cantidades superiores a las 10
toneladas por año y 3 000 de ellas representaban el 90% del total de compuestos
producidos en todo el mundo por la industria química. Por lo anterior, en muchos
países se ha aceptado la necesidad de conocer y estudiar los efectos que
producen las sustancias en los organismos y ecosistemas.
Es necesario mejorar las pruebas estándares de toxicidad de manera que se
puedan simular adecuadamente las condiciones ambientales reales y poder
desarrollar modelos que utilicen la información proveniente de estas pruebas para
predecir la respuesta de los receptores ambientales. Así mismo, es importante
integrar los aspectos químicos y fisiológicos que provean conocimiento científico
adecuado para el desarrollo de herramientas de regulación que permitan predecir
en el mediano y largo plazo la biodisponibilidad y toxicidad de los contaminantes
en condiciones ambientales.
Otro aspecto importante es mejorar las metodologías existentes para evaluar y
predecir los efectos ambientales y a la salud de nuevas sustancias químicas, así
como de mezclas de éstas.

Sustancias tóxicas
La presencia o el exceso en la concentración de una sustancia o agente (físico,
químico o biológico) en un determinado medio con alteraciones dañinas se
considera contaminación (Vallejo, 1997). Es importante resaltar que la mayoría de
efectos nocivos son consecuencia del exceso en la presencia de un determinado
agente.
Por ejemplo, los metales hacen parte de los elementos que conforman el suelo,
siendo algunos de ellos micronutrientes esenciales para plantas y animales, como
el Cobre, que es constituyente de proteínas y enzimas y que regula además
procesos tan importantes para las plantas como la formación de tejidos
estructurales a través del proceso de lignificación (Bonilla, 2000). Sin embargo, en
altas concentraciones el cobre puede inhibir la actividad fotosintética, y en
mamíferos rumiantes ocasionar daños en el hígado y anemia (Bjerregaard &
Andersen, 2007)
La contaminación biológica se produce cuando un virus, bacteria, parásito o
especie invasora, aumenta su presencia o se adueña de un nuevo sustrato,
generando en uno o varios organismos efectos negativos. La contaminación física
por su parte, se refiere a un cambio significativo en formas de energía (ruido,
temperatura o radiación) que igualmente causan alteraciones a niveles
neurológicos y sensoriales (Vallejo, 1997)
Las sustancias químicas, de origen natural o sintético, capaces de modificar
negativamente al medio ambiente y al ser humano, son los tóxicos principalmente
estudiados por la toxicología ambiental, por tanto constituyen la base de los temas
y ejemplos que serán desarrollados en este curso.

Sustancias químicas contaminantes


Fuentes
Son producidas por la industria. Según el registro CAS actualmente se
comercializan 51.667.003 sustancias químicas, un número elevado de sustancias
que son procesadas, manipuladas, usadas y posteriormente desechadas sin el
adecuado conocimiento de su toxicidad. Las emisiones industriales constituyen el
39% de los contaminantes atmosféricos liberados por año, haciendo su mayor
aporte las industrias metalúrgicas y de petróleo. Vallejo (1997) reporta como el 0.1
% del petróleo transportado por vía marítima es arrojado al mar, contaminando los
cuerpos de agua.
Principales sustancias
Agentes químicos de mayor uso y toxicidad: metales, hidrocarburos, compuestos
orgánicos volátiles, dioxinas, furanos, plaguicidas, fertilizantes, bifenilos
policlorados y compuestos bromados retardantes de llama.

La toxicidad es la capacidad de una sustancia para producir una alteración dañina


en un organismo vivo. Esta cualidad del tóxico depende de factores inherentes a la
sustancia, factores del organismo expuesto y de las condiciones ambientales en
las que se encuentra el individuo (Vallejo, 1997).
Entrando en los factores inherentes a la sustancia encontramos que sus
propiedades físicas y químicas son determinantes en la toxicidad que producen
(Tabla 1).
 Tabla 1. Propiedades físico-químicas que influyen en la toxicidad de una
sustancia.

Con respecto a la estructura química, la presencia de ciertos grupos funcionales


dentro de la molécula, le otorga a ésta ciertas cualidades que determinan su
toxicidad, se pueden citar:
· Alta reactividad: La molécula es capaz de reaccionar con grupos endógenos del
organismo, aumentando la capacidad del tóxico de alterar procesos metabólicos.
Ejemplo de ello es la oxidación, por parte de los grupos nitro (NO2) y amino (NH2),
del ion ferroso que contiene la hemoglobina de la sangre. Esta interacción impide
el transporte eficiente de oxígeno en el individuo y puede provocarle grandes
daños. Otros grupos de alta reactividad son los alquilos de azufre o de fósforo.
· Estabilidad en el medio: Por otro lado, si una molécula no es soluble en agua y
además su estructura tiene un predominio de enlaces químicos muy estables, es
una sustancia poco reactiva y, por ende, se convierte en un agente fácilmente
acumulable dentro de un individuo o ecosistema. El DDT, un agroquímico
organoclorado conocido por su alta toxicidad, es degradado en un 50% en un
periodo de 2 a 15 años, dependiendo del tipo de suelo (ATSDR, 2002). La
presencia de halógenos y de anillos aromáticos en las moléculas brindan a las
sustancias las características de permanencia descritas (Figura 3).
· Fácil degradación o eliminación: Los tóxicos solubles en agua son fácilmente
excretados por el cuerpo, los grupos hidroxilos y carboxilos, presentes en cadenas
abiertas de pocos carbonos, son los responsables de darle a la sustancia tal
característica. Dichos grupos unidos a anillos aromáticos otorgan polaridad a la
molécula, lo que favorece su solubilidad y su degradación.

Figura 3. Estructura química de algunos grupos y sustancias caracterizados


por su alta permanencia en el ambiente (A, B y D) o por su alta reactividad
(C).
Nota. (A) Benceno. (B) Naftaleno. (C) Trinitrotolueno. (D) DDT –
diclorodifeniltricloroetano-

Teniendo en cuenta que la identificación de las características de una molécula


están relacionados con su comportamiento físico y químico, resulta de mucha
utilidad poder predecir cuál o cuáles serán los efectos que una sustancia conocida
puede tener. En este contexto, el QSAR (Quantitative Structure Activity
Relationship) se propone como un método de estimación de la toxicidad de un
agente, basado en los efectos observados para sustancias con propiedades físicas
y estructurales parecidas a aquella objeto de estudio. QSAR es una herramienta
útil que tiene en cuenta el aporte de cada característica de la estructura molecular,
permitiendo calcular su toxicidad potencial. Este método permite la selección de
sustancias químicas de menor impacto en el medio ambiente, que igual cumplen
con las propiedades deseadas a nivel industrial (Landis & Yu, 2003)
Otros factores inherentes a los agentes químicos y que determinan su toxicidad
son: Las vías de ingreso al organismo, la magnitud a la exposición y la
toxicocinética de la sustancia. Estos temas serán abordados y profundizados en
las próximas lecciones.

Tipos, rutas y vías de exposición

En términos de la toxicología, la Exposición se entiende como el contacto, de un


organismo o una población, con un agente tóxico (Peña, Carter & Ayala-Fierro,
2001), considerándose como el estado inicial de la manifestación de la toxicidad.
Los tipos de exposición se clasifican de acuerdo a: (1) la concentración del tóxico
asociada a la dosis, (2) al tiempo de exposición y (3) a la aparición de los efectos,
obteniendo tres categorías principales (Vallejo, 1997):
Aguda o instantánea
En la cual la exposición está dada por una dosis, en un solo evento, generando
efectos a corto plazo, es decir inmediatos o dentro de las 24 horas siguientes.
Subcrónica o repetida por periodos cortos:
Es una exposición en dosis bajas que se produce en varios eventos, está asociada
a las actividades del individuo, especialmente a las jornadas laborales en los seres
humanos. La respuesta o alteración dañina depende del grado de exposición.
Crónica o continua por periodos largos:
Se produce por exposiciones a muy bajas concentraciones del tóxico, en periodos
largos o vitalicios, generando efectos tardíos que pueden aparecer después de
meses o años. Está asociada a la cotidianidad y está principalmente relacionada a
contaminación del agua, aire y/o los alimentos.
Dos aspectos adicionales y de importancia son la ruta y la vía de exposición, estos
términos participan en la caracterización y evaluación del estado inicial de la
toxicidad. La ruta de exposición hace referencia al proceso del tóxico desde el
lugar de emisión hasta el contacto con el individuo o población, constando así de
cuatro principales elementos: la fuente de liberación, el mecanismo de transporte,
el punto de contacto con el individuo o población, y la vía de ingreso o de
exposición al organismo (Peña et al., 2001).
Para describir la ruta se tienen en cuenta los cuatro elementos, asociados a
aspectos importantes tal y como se observa en la Tabla 2.
Tabla 2. Elementos y aspectos importantes en la descripción de una ruta de
exposición
Figura 4. Ejemplo de la caracterización de una ruta de exposición Fuente:
Peña, C. E., Carter D.E & Ayala-Fierro F. (2001). Toxicología Ambiental:
Evaluación de Riesgos y Restauración Ambiental

La vía de exposición al ser el elemento final, es un término de gran importancia,


dado que determina la entrada del tóxico al organismo. Este ingreso puede darse
principalmente de tres formas (Loomis & Hayes, 1996; Vallejo, 1997):

Vía inhalatoria: Mecanismo de ingreso de tóxicos en forma gaseosa, y de


partículas y fibras que no superen 10 µm de tamaño. La contaminación
atmosférica es común en ambientes industriales y en áreas urbanas con alta
densidad poblacional, lo que ha hecho que entidades de vigilancia y control
establezcan y supervisen las concentraciones permitidas de compuestos químicos
emitidos a la atmósfera, por las chimeneas de las industrias como Dioxinas y
Furanos, o por tubos de escape de vehículos, como los óxidos de azufre o plomo.

Vía Oral: Vía de ingreso de las sustancias tóxicas que sean ingeridas. Las
condiciones de pH y los fluidos particulares del tracto digestivo, hacen que la
respuesta al tóxico sea particular al mismo, es decir, existen algunos tóxicos, como
los fenoles, que a determinadas concentraciones dañan solamente las mucosas
que recubren el aparato digestivo, llegando a una necrotización o muerte del
tejido. Cuando los tóxicos son absorbidos por las mucosas y pasan a otros
órganos se producen alteraciones que pueden resultar sistémicas. Una variable
adicional a la toxicidad iniciada por ésta vía es la interacción del tóxico con las
secreciones gástricas, biliares y pancreáticas, y el contenido preexistente del
estómago, puesto que la toxicidad puede aumentar o disminuir acorde a dicha
interacción.

Vía Cutánea: Aunque la piel es un órgano eficiente de aislamiento y protección,


existen tóxicos especialmente liposolubles capaces de producir reacciones
adversas al tener contacto con la piel, como por ejemplo el ácido fórmico, que
logra alterar la integridad de la piel rompiendo su capa superficial.

Por lo general, la respuesta inicia en el lugar de la exposición, no obstante esta


puede extenderse y convertirse en sistémica. Los principales factores que
determinan la capacidad de una sustancia para atravesar la piel son el pH, el
tamaño molecular, la liposolubilidad y el lugar del cuerpo donde hizo contacto.

Disponibilidad del tóxico en el ambiente

Como parte de la descripción del proceso que sufre un tóxico dentro de un determinado
ambiente, se encuentran fenómenos de bioacumulación, bioconcentración,
biomagnificación y persistencia. Términos de la toxicología ambiental asociados a la
disponibilidad final que alcanza el agente contaminante dentro del ambiente infectado y
que por ende, influyen en su toxicidad.

Bioacumulación

Se entiende Bioacumulación como el aumento de la concentración del tóxico dentro de los


organismos respecto a la concentración del tóxico en el ambiente (Landis & Yu, 2003). La
Bioacumulación se evalúa como consecuencia del conjunto de las vías de exposición
(inhalación, cutánea y oral).

Para analizar la proporción en la que se está acumulando el agente, se usa el factor de


bioacumulación (BAF por sus siglas en inglés), el cual relaciona la concentración del
tóxico en el organismo (C1) y la del medio (Cm) de acuerdo a la expresión:

BAF = C1 / Cm

En la literatura puede encontrarse el término Bioconcentración para describir también el


incremento en la concentración del agente, no obstante, en un sentido estricto, al hablar
de bioconcentración no se tiene en cuenta la dieta, es decir, la exposición oral dada por la
ingesta de alimentos contaminados (Mackay & Fraser, 2000).
DeForest, Brix & Adam (2007) en una investigación en ambientes acuáticos evaluando
diferentes metales, encontraron que el factor de Bioacumulación (BAF) excede al factor
de bioconcentración (BCF) de 100 a 1.000 veces, mostrando la importancia de la dieta en
la exposición. Adicionalmente, hallaron una correlación negativa entre los factores y la
concentración de exposición en el agua, para la mayoría de especies evaluadas, la cual
relacionaron con mecanismos metal-especie específicos, como regulación interna,
sistema de absorción saturable y la existencia previa de metales presentes en el
organismo. No obstante, encontraron también algunas especies con mecanismos
deficientes de protección y/o excreción, es decir con tasas de absorción proporcionales a
la concentración del medio.

Por tanto, el análisis adecuado de los fenómenos de acumulación debe tener en cuenta
las características de la especie objeto de estudio, y estar basado, tanto en los resultados
de los factores BAF o BCF, como en la concentración de exposición del tóxico en el
ambiente, Cm.

Biomagnificación

La biomagnificación es la transferencia de un agente contaminante a través de la dieta,


obteniendo una mayor concentración en el organismo que en la fuente o alimento del
mismo (Connell, 1989 citado en Gray, 2002). En el análisis de éste fenómeno se utiliza
principalmente como objeto de estudio las cadenas alimenticias o redes tróficas (Figura
8).

El factor de biomagnificación (BMF, por sus siglas en inglés) es la relación entre la


concentración del organismo o la de un tejido determinado (C1) y la de su alimento (C2).
Dicho factor también es conocido como factor de transferencia trófica (TTF por sus siglas
en inglés) (DeForest et al., 2007) calculado de acuerdo a la expresión:

BMF ó TTF = C1 / C2

No obstante, el uso de ésta herramienta es limitado, teniendo en cuenta que un solo


individuo tiene varias fuentes de alimento, cada una con concentraciones diferentes del
agente (Mackay & Fraser, 2000), lo que hace necesario el uso de condiciones controladas
dentro de un laboratorio, o el empleo de modelos particulares para cada objeto de estudio.
Ejemplo del proceso de biomagnificación del DDT.

Fuente: Greenpeace España. (2004). El DDT en España, un caso único en Europa.


España.

Investigaciones en cadenas alimenticias de ambientes acuáticos muestran como el


fenómeno de magnificación está influenciado por variables como edad, sexo, cantidad de
tejido adiposo, posición en la cadena alimenticia, tiempo (estaciones) y espacio
(gradientes de la concentración de exposición). McIntyre & Beauchamp (2007) estudiaron
el fenómeno de biomagnificación del Mercurio y de algunas sustancias organocloradas,
asociándolo a la red trófica del Lago Washington. La investigación encontró que la edad y
la posición dentro de la red son las variables de mayor influencia en la magnificación de
los tóxicos evaluados.

La edad no es un aspecto muy común en este tipo de análisis, no obstante a través del
estudio de McIntyre & Beauchamp (2007) se demuestra que predadores de mayor edad
tienen una tasa de biomagnificación mayor que los predadores juveniles. La cantidad de
lípidos en el organismo es una variable normalmente asociada a una mayor acumulación,
especialmente de tóxicos liposolubles, en éste caso las sustancias organocloradas; sin
embargo, el estudio no encontró relaciones significativamente fuertes que muestren una
relación causal entre la proporción de tejido adiposo y la magnificación de los
contaminantes analizados, mostrando así que cada ambiente es un objeto de estudio
particular a describir.
Persistencia

La persistencia de un contaminante en el ambiente, es un fenómeno relacionado con la


resistencia de la sustancia a ser degradada por procesos, químicos o biológicos, que se
dan de forma natural en el ambiente. Muchas investigaciones sobre el fenómeno están
asociadas concretamente al estudio de los agroquímicos utilizados como pesticidas,
especialmente los que pertenecen a los organoclorados (DDT, HCH, Endosulfan, entre
otros).

El Endosulfan, pese a su restricción, es uno de los pesticidas más utilizados en los países
en vía de desarrollo, gracias a su bajo costo y amplio rango de acción. Tal como lo
menciona Jayashree & Vasudevan (2007), algunos trabajos reportan los efectos
genotóxicos, neurotóxicos, y las alteraciones sobre el ambiente acuático y las gónadas de
los mamíferos, ocasionados por el pesticida.

La persistencia en el ambiente es medida a través del monitoreo de la sustancia o del


metabolito resultante. El endosulfan, por ejemplo, está constituido por la mezcla de dos
isómeros: el α-endosulfan y el β-endosulfan. En estudios sobre cultivos arroceros de la
India, la concentración de β-endosulfan en el suelo recién aplicado el pesticida fue de 6.39
mg/kg, disminuyéndose a 0.8 mg/kg en un periodo de 150 días (Jayashree & Vasudevan,
2007).

El sulfato de endosulfan, resultante del proceso de oxidación que realizan hongos y


algunos microorganismos, es el metabolito más persistente del pesticida, éste fue
precisamente encontrado por Jayashree & Vasudevan (2007) en la cascarilla (0.09 mg/kg)
y en el grano de arroz (2.2 mg/kg) de los cultivos con aplicación del pesticida.

El monitoreo de la concentración de los agentes contaminantes en los diferentes


componentes del ambiente, es importante para conocer la tasa de degradación y
eliminación del tóxico, así como el periodo de acción y la concentración que permanece a
través de la ruta de exposición.

Clasificación de las respuestas tóxicas

La exposición a un agente contaminante y su posterior proceso dentro del organismo


(ADME), genera en el individuo o en el objeto de estudio un conjunto de efectos negativos
o respuestas tóxicas (intoxicación). La caracterización de las respuestas tóxicas está
asociada, en primer lugar, al tipo de contacto con el contaminante, es así como tenemos
parámetros de clasificación similares para la exposición y para las intoxicaciones.
Intoxicación aguda: Alteraciones en el organismo inmediatas, o en un periodo máximo de
24 horas, dadas por una dosis, generalmente sobredosis, de un agente tóxico

Intoxicación Subaguda: Respuestas tóxicas que se manifiestan a mediano plazo, siendo


originadas por exposiciones repetitivas o en varias dosis. Asociada frecuentemente en
humanos a su ocupación y jornada laboral.

Intoxicación Crónica: Se presentan efectos tardíos o a largo plazo, producidos por


exposiciones a muy bajas concentraciones del tóxico, en periodos largos o durante todo el
ciclo de vida del organismo.

Además de la clasificación por el tipo de exposición, Vallejo (1997) menciona clases de


efectos determinadas por alcance, duración y tiempo de manifestación, tal como se
muestra en la Tabla 4. Es importante resaltar que un mismo efecto puede clasificarse en
varias clases, por ejemplo, la quemadura con un agente químico por lo general ocasiona
efectos locales, reversibles e inmediatos. Por ende, la caracterización de la respuesta
tóxica es la combinación adecuada de las categorías.

Las respuestas sistémicas más comunes se dan en los riñones, en el hígado y en el


sistema nervioso, debido a sus estructuras y funciones, así pues la capacidad de inducir
daños en dichos órganos se denominan: nefrotoxicidad, hepatoxicidad y neurotoxicidad,
respectivamente.
Tabla 4. Clasificación de las respuestas tóxicas
Nefrotoxicidad

Según Middendorf & Williams (2000), los riñones son los principales órganos de excreción
del cuerpo. Su función principal es filtrar la sangre, removiendo los residuos y
eliminándolos a través de la orina. Los daños en estos órganos se pueden manifestar
inicialmente a través del incremento en el contenido de proteínas en la orina y cambios en
el volumen de la misma.

Los mecanismos de acción de los agentes nefrotóxicos, son:

· La vasoconstricción (reducción del volumen del vaso sanguíneo), que disminuye, tanto la
cantidad de sangre a filtrar como la entrega de oxígeno al órgano,

· El daño directo a las estructuras especializadas en la filtración dentro de los riñones


(glomérulos, túbulos proximal y distal, asa de Henle), causando un desbalance en la
regulación de las sustancias importantes para el cuerpo (glucosa, amino ácidos) y
las que deben ser eliminadas (tóxicos).

Los principales nefrotoxicos son: cadmio, mercurio, plomo y cloroformo.

Neurotoxicidad

El sistema nervioso es una red intercomunicada de neuronas que se distribuye por todo el
cuerpo. Su función de regulación y control está ligada al resto de sistemas del organismo,
por lo que las alteraciones neurotóxicas se pueden manifestar en cambios en las
frecuencias cardiaca y respiratoria, en la percepción sensorial, coordinación y hasta en
niveles cognitivos y comportamentales, lo que dificulta muchas veces su adecuada
identificación, cuantificación y manejo.

Los mecanismos de acción de los neurotóxicos se basan principalmente en la interrupción


de la red neuronal, a través del daño de las células, de la síntesis o función de los
neurotransmisores, y la alteración de enzimas reguladores del proceso de
neurotransmisión (Donkin & Williams, 2000).

Hepatoxicidad

El hígado es el órgano del cuerpo encargado de filtrar la sangre proveniente del tracto
gastrointestinal, encargándose del almacenamiento y metabolismo de carbohidratos, de la
formación de la bilis y de la urea, del metabolismo de grasas y hormonas, y de la
biotransformación de los agentes extraños posiblemente tóxicos.

Dadas sus funciones, el hígado es un paso obligado de los contaminantes, especialmente


aquellos que ingresaron por la vía oral. Si el proceso de biotransformación ocasiona la
activación del agente o la formación de metabolitos tóxicos, es el hígado el órgano que
inicialmente recibe el impacto del mismo, haciéndose susceptible a intoxicaciones.
Los mecanismos de acción son principalmente intracelulares, afectando los organelos de
las células hepáticas, lo que deriva en la degeneración y necrosis (muerte de un conjunto
de células) de los tejidos o del órgano en conjunto. Los daños celulares ocasionan
alteraciones en las funciones hepáticas, las cuales se manifiestan en daños vasculares,
cirrosis, hígado graso, colestasis y formación de tumores (Roberts, James & Franklin,
2000).

Genotoxicidad: mutagénesis y carcinogénesis

El ácido desoxirribonucleico (ADN) es una molécula conformada por dos cadenas de


nucleótidos entrelazados que forman una doble hélice (Figura 9). El ADN contiene la
información que codifica y determina la expresión de las proteínas del cuerpo (Griffiths,
Gelbart, Miller & Lewontin, 2000).

En la actualidad, un gran rango de agentes naturales y sintéticos es capaz de inducir


alteraciones en el ADN (Genotoxicidad), generando cambios en la estructura y por ende
en la información contenida en la molécula (mutación).
Figura 9. Estructura del nucleótido y de la doble cadena en espiral del ADN.

Fuente: Curtis, H & Barnes, N.S. (2000). Biología (6a Ed.). Buenos Aires: Editorial Medica
Panamericana.

La mutagénesis (generación de cambios en el ADN) puede afectar células somáticas o


germinales (Figura 10). En las células somáticas (cualquier célula del cuerpo) la mutación
puede transmitirse por división celular ocasionando degeneraciones, como el cáncer, o
muerte celular. En las células germinales (óvulo, espermatozoide) causa disminución en
la fertilidad, abortos espontáneos, y defectos en las progenie, estas alteraciones pueden
ser dominantes o recesivas, es decir manifestarse o no en la primera generación (Teaf &
Middendorf, 2000).

Los daños en las células somáticas embrionarias, causados después de la concepción y


antes del nacimiento, es decir durante el desarrollo del feto, se denomina teratogénesis,
este tipo de alteraciones se producen cuando la hembra en gestación se expone a un
agente tóxico. La teratogénesis es consecuencia de diferentes tóxicos, no sólo aquellos
asociados a genotoxicidad (Vallejo, 1997; Philp, 2001).

Figura 10. Esquema de los efectos producidos por un genotóxico

Fuente: Teaf, C & Middendorf, P. J. (2000). Mutagenesis and Genetic Toxicology. En P. L.


Williams, R. C. James & S. M. Roberts (Eds.), Principles of toxicology: Environmental and
industrial applications (pp 239 - 265). New York: John Wiley & Sons, Inc.
Los mecanismos a través de los cuales se producen las mutaciones, son clasificados por
Philp (2001) en:

· Mutaciones puntuales: Alteración de unas pocas pares de bases, a través de la deleción,


adición, o sustitución de pares de bases.

· Aneuploidización: Cambio en el número de cromosomas.

· Clastogénesis: Daños en el cromosoma dados por fragmentación y/o translocaciones en


la estructura del mismo.

La carcinogénesis es la proliferación anormal de células, consecuente a una mutación,


que induce la producción de tumores malignos, los cuales destruyen los tejidos
adyacentes y se distribuyen (metástasis) a través de la sangre (Vallejo, 1997). La
inducción de cáncer ha sido descrita en tres pasos principales, tal como los describe Philp
(2001).

1. Iniciación: la interacción del agente genotóxico con el ADN,

2. Promoción: Es el incremento en la tasa de crecimiento de los tumores o la reducción de


su estado de latencia, a través de agentes promotores que no interactúan con el
ADN. Algunas sustancias además de promotores pueden ser co-carcinógenos
(agentes que junto a los carcinógenos aumentan la producción de tumores).

3. Progresión: Desarrollo particular de la enfermedad.

Conociendo los tipos y vías de exposición, y ahora los efectos o respuestas tóxicas,
podemos entonces identificar las asociaciones más comunes entre estos términos, tal
como lo hace Vallejo (1997) a través de la Figura 11.
Factores extrínsecos a la sustancia que afectan la respuesta tóxica

Recordemos que la toxicidad, y por ende la respuesta tóxica, dependen de factores


inherentes a la sustancia (referidas en lecciones anteriores), de factores del organismo
expuesto y de las condiciones ambientales en las que se encuentra el individuo.

Los aspectos relacionados con el organismo y su ambiente son factores extrínsecos a las
sustancias que alteran significativamente los efectos que ésta produce. Dentro de los
factores ambientales tenemos:

Condiciones climáticas

Las características de una región, lugar o estación (presión atmosférica, humedad y


temperatura), influyen en las propiedades, movilización y eliminación de un determinado
agente tóxico (Vallejo, 1997). Por ejemplo, en regiones con climas cálidos (o en el verano)
vías de eliminación como el sudor se incrementan, facilitando la eliminación de algunos
tóxicos.

País de residencia (cultura – tradiciones)

Estudios epidemiológicos demuestran, que la población de un determinado país es más


propensa a cierta enfermedad, que los habitantes de otro país. A través de estudios y
estadísticas, se ha descartado una explicación genética y se ha fortalecido el argumento
cultural y geográfico, puesto que personas que residen en un país distinto al de su
residencia, por lo general, tienen la misma probabilidad de los residentes nativos (Peña et
al., 2001).

Las particularidades de índole geográfico y cultural de una región o país, determinadas


por la dieta, el grado de industrialización, la cotidianidad, el marco legislativo, entre otros
aspectos, determinan las características de exposición de la población allí residente a
agentes contaminantes.

Ocupación

El tipo de ocupación o actividad laboral desarrollada por el individuo, influye en la


exposición a materiales tóxicos, tanto en el tipo de sustancia, como en el periodo de
exposición a la misma. Peña et al. (2001) muestra algunos ejemplos de ocupaciones que
incrementan el riesgo de sufrir cáncer (Tabla 5).

Tabla 5. Ocupaciones que incrementan el riesgo de ciertos tipos de cáncer

Los factores que dependen del organismo receptor del agente tóxico son:

Edad
En los extremos de la vida de un individuo (ej. niñez y vejez) algunos procesos, como la
biotransformación y la excreción de sustancias, se hacen menos eficientes. En neonatos,
el desarrollo completo del sistema enzimático se cumple entre los 6 y 12 meses de edad,
incrementando el riesgo de intoxicaciones en bebes con edad inferior.

La composición del organismo cambia con la edad, a medida que se va envejeciendo el


cuerpo disminuye su proporción de agua, pasando de un 75% a un 50%, y aumenta el de
grasas, lo que ocasiona una recepción y acumulación diferencial entre tóxicos con alta o
baja liposolubilidad (Philp, 2001).

Sexo

La desigualdad en la respuesta a un tóxico entre géneros, está fundamentada en las


diferencias en el tamaño corporal, contenido de grasa, tasa metabólica basal, y presencia
y expresión hormonal (Philp, 2001). La producción de estrógeno, por ejemplo, favorece la
síntesis enzimática, no obstante y acorde a la sustancia del caso, las enzimas generadas
pueden activar o eliminar al agente contaminante, evidenciando mayor susceptibilidad o
resistencia en hembras (Vallejo, 1997).

Factor genético

Los procesos de biotransformación están regulados por varios genes, la diferencia en uno
de ellos determina la variabilidad en la respuesta a nivel poblacional o individual en su
proceso ADME, puesto que la variación puede derivar en efectos distintos entre
organismos para una misma sustancia (Peña et al., 2001).

Enfermedades

Una patología que represente daños en órganos importantes dentro de la


biotransformación, acumulación y eliminación de los contaminantes (hígado, riñones), o
que haya dejado secuelas en el funcionamiento de los mismos, aumenta la toxicidad del
agente. Algunas enfermedades alteran mecanismos de protección, como el daño en la
barrera sangre-cerebro o BBB causado por la meningitis, generando el paso de
sustancias que generalmente serían retenidas (Philp, 2001)

La enfermedad y la posterior intoxicación sobre un órgano pueden ocasionar la pérdida


total de sus funciones, lo que como consecuencia lleva al detrimento de la vida del
individuo o a su muerte inmediata.

Estado nutricional

El régimen nutricional influye en la toxicidad de una sustancia, la interacción del tóxico con
alimentos, antes o después de su ingesta, altera los efectos del mismo. Es así como, por
ejemplo, la deficiencia de proteínas y de ácidos grasos, y el exceso de carbohidratos
afectan la fase II de la Biotransformación (ver lección 4), al limitar tanto la disponibilidad
de sustratos, como la síntesis de enzimas importantes para las reacciones de ésta etapa
(Peña et al., 2001).

Las flavonas, las xantinas y los indoles son compuestos que al tener una participación
importante dentro de la dieta, favorecen e incrementan en el organismo las rutas
metabólicas de oxidación y salida de los contaminantes, demostrando que una
alimentación rica en ciertas sustancias puede proporcionar al organismo mayor
resistencia a intoxicaciones.

Relación dosis – respuesta.

Conociendo los tipos de respuesta y las variables asociadas a la naturaleza del agente
tóxico, del organismo y del medio que intervienen en la misma, se profundizará en esta
lección acerca de la relación entre la cantidad de sustancia por unidad de peso corporal
(dosis) y la magnitud del efecto que se produce.

Curva dosis – respuesta

Una forma clara y práctica de describir, entender y representar la respuesta de una


enzima, un organismo, población o comunidad biológica a un rango de concentración de
un agente tóxico, es una gráfica conocida como curva dosis – respuesta (Landis & Yu,
2003). El efecto a analizar puede estar a cualquier nivel (molecular, órgano, organismo,
poblacional), lo importante es que sea medible y tenga un valor de cero cuando la dosis
sea cero (Peña et al., 2001).

La curva se puede construir midiendo, a diferentes dosis o concentraciones de agente


tóxico, un efecto asociado. Es decir que los efectos observados se modelan como una
curva continua ubicando en el eje X del logaritmo de la dosis, y en el eje Y el porcentaje
acumulado de la respuesta, obteniendo generalmente una curva sigmoidea o en forma de
“S” (Figura 12).

Como se observa en la Figura 12 la curva inicia en el origen o punto cero, continúa con
una región en la que no se observa respuesta a pesar del suministro de tóxico, una vez se
llega a la dosis en la que empieza a observarse efecto, que es equivalente a la dosis
máxima a la que no se tiene efecto se denomina NOAEL (No Observed Adverse Effects
Level – Dosis de efectos adversos no observados). Posteriormente, al ir aumentando la
dosis se comienza a manifestar levemente el efecto (aumento gradual en la pendiente de
la curva), punto conocido como LOAEL (Lowest Observed Adverse Effects Level),
llegando a un valor máximo en la pendiente en el que la respuesta es directamente
proporcional a la dosis (región de la curva en línea recta). Finalmente, a dosis mayores la
pendiente comienza a decrecer hasta llegar a cero, punto en el cual el efecto es máximo
(Emax).

En la curva se pueden identificar dos puntos o parámetros importantes en la descripción


del tóxico analizado:

1. La dosis o concentración en la que el efecto es del 50%, junto con la pendiente que
tiene la curva en dicho punto.

2. La cantidad de sustancia a la que la respuesta es máxima (Emax). El primer parámetro


puede ser nombrado como DL50, CL50, CI50 y CE50, dependiendo del tipo de
experimento y respuesta evaluada (Landis & Yu, 2003).
Figura 12. Comportamiento y puntos relevantes de una curva dosis – respuesta

Para evaluar efectos letales:

DL50 : Dosis que causa la muerte al 50% de los individuos evaluados.

CL50: Concentración a la cual mueren el 50% de los individuos de la muestra.

En análisis de efectos no letales:

CI50: Concentración que inhibe en un 50% la respuesta normal de un individuo.

DE50: Dosis que tiene un efecto en el 50% de los individuos.

CE50: Concentración que tiene un efecto en el 50% de los individuos.

Una de las utilidades de la curva dosis – respuesta es la descripción y comparación entre


tóxicos, manejando los parámetros anteriormente definidos y la medida de potencia. La
Potencia se refiere al rango de concentración en la que el agente es capaz de producir un
efecto creciente (Hughes, 1996), es decir la región de la curva donde la respuesta
aumenta con la dosis, un agente es más potente que otro si dicha región está más cerca
al origen de la gráfica, puesto que esto indica su capacidad de causar efectos adversos a
concentraciones menores (Figura 13).

La eficacia se mide a través de la respuesta máxima (Emax), una sustancia es más eficaz
que otra si el porcentaje de respuesta es mayor (Hughes, 1996; Peña et al., 2001). En la
Figura 13 se observa la curva dosis – respuesta de dos sustancias, la curva roja
(sustancia A) describe a un agente potente pero menos eficiente, y la curva azul
(sustancia B) a un agente eficaz pero menos potente.

Generalmente, la comparación entre sustancias se hace teniendo en cuenta únicamente


el parámetro de la concentración que produce el 50% del efecto, medida de comparación
útil, pero que puede subestimar la toxicidad de una sustancia.

Figura 13. Curva dosis – respuesta de dos sustancias.

En la Figura 13 se observa la comparación de la sustancia A con la B, según el parámetro


LD50 tienen una toxicidad similar, no obstante, la sustancia A tiene una pendiente inferior,
y como se observa en la gráfica tiene un efecto mayor a bajas dosis, lo que le da
relevancia en escenarios, como el medio ambiente, donde por lo general, los tóxicos se
hallan en concentraciones bajas.

Si la comparación se realiza sólo por el parámetro DL50 se subestima la toxicidad de la


sustancia A bajo ciertas condiciones, por lo que se hace necesario tener en cuenta varios
parámetros y la observación de la gráfica, para describir y comparar adecuadamente una
sustancia.

La exactitud y precisión de los estimadores de los parámetros hallados a través del gráfico
o la curva dependen de características del ensayo como: el uso de una población
representativa y el número de réplicas. Existen otros métodos estadísticos para analizar la
relación dosis – respuesta y hallar los estimadores, estos son: (1) Método Probit, (2)
Método de Litchfield-Wilcoxon, y (3) Método de Sperman-Karber. La selección del método
a ejecutar depende del experimento y de los datos obtenidos, tal como lo explica Díaz
Báez, Bulus & Pica (2004).

Caracterización del riesgo

La caracterización del riesgo es, como propone MAVDT (2007a), la comparación de los
niveles de exposición (concentraciones o dosis estimadas o determinadas) frente a los
efectos esperados para el agente causal. Por ende, como insumo para la caracterización
del riesgo es preciso conocer, por un lado, el comportamiento de la sustancia que
determina la exposición y, por otro lado los efectos tóxicos esperados o previstos para el
agente causal, para determinar con certeza, como señala INE (2003), qué tan
significativos son esos efectos que se pronostican dadas las condiciones de exposición.

Exposición

Se deberán tener en cuenta los elementos descritos previamente sobre las rutas de
exposición, pero como complemento importante se encuentra el uso de modelos
matemáticos desarrollados para la estimación de dispersión de sustancias en los
diferentes compartimientos ambientales (agua, aire, suelo) y que ofrecen datos
cuantitativos sobre la cantidad esperada de las sustancias en función del tiempo y de la
posición.

Estos métodos tienen unos niveles de incertidumbre que pueden ser medidos o
determinados a partir de ensayos de calibración en campo. Ejemplo de estos modelos,
para el caso de calidad del agua, son OTIS (http://water.usgs.gov/software/OTIS/) y
QUAL2K (http://www.epa.gov/athens/wwqtsc/html/qual2k.html), que son modelos
matemáticos de simulación usado para describir la dispersión de sustancias en corrientes
de agua. Las ventajas, limitaciones, supuestos y/o requerimientos de información para
aplicar los modelos matemáticos, así como la incertidumbre asociada, deben ser
plenamente conocidas por el experto del equipo técnico encargado.
Los modelos para predecir la dispersión de contaminantes en otros medios o
compartimientos pueden ser complejos o no estar documentados, por ejemplo, la
determinación de la cantidad de plaguicida residual en hojas, flores y frutos, la adsorción
de metales en el material particulado que arrastra el aire, entre otros. No obstante, puede
recurrirse a un criterio técnico para establecer la cantidad (concentración, dosis) de
agente y así proseguir con la caracterización del riesgo.

El resultado de esta etapa será la estimación de la concentración que, en un momento y


un sitio determinado, se espera para la sustancia de interés, para de esta forma poder
compararla o contrastarla con las concentraciones de referencia según el efecto adverso
esperado y las vías de exposición consideradas (inhalatoria, oral o dérmica).

Estimación del efecto tóxico

En el proceso de evaluación de riesgo, como ya se ha mencionado, es fundamental


disponer de datos sobre los efectos adversos, en nuestro contexto la toxicidad, que
pueden presentarse como consecuencia de la exposición a un agente causal. Esta
información puede provenir, en general, de bases de datos o recopilaciones de estudios
realizados previamente por entidades públicas o privadas. Existen muchos artículos
científicos, publicados en revistas especializadas, que describen con detalle los efectos
observados para especies sometidas a condiciones de ensayo particulares.

Además de lo anterior, como ejemplo MAVDT (2007a) propone tres fuentes de


información provenientes de la USEPA, que aún a 2011 están disponibles para consulta
en línea:

1. El Sistema IRIS (Integrated Risk Infomration System) disponible en


http://www.epa.gov/iris/ es un programa de evaluación en salud humana que
dispone de información sobre riesgo que puede resultar de la exposición a
contaminantes en el ambiente.

2. Las tablas HEAST (Health Effects Assessments Summary Tables) cuya información
está disponible en http://cfpub.epa.gov/ncea/cfm/recordisplay.cfm?deid=2877, Se
publican anualmente en el marco de programas de la USEPA en materia de gestión
de sitios contaminados (programa Superfund) que proveen una lista de
evaluaciones de riesgo que contemplan exposición a sustancias químicas por vías
inhalatoria y oral.

3. La ATSDR (Agency for Toxic Substances and Disease Registry) es una agencia de
salud pública en los EEUU, publica las hojas informativas sobre sustancias
químicas, describiendo propiedades toxicológicas y efectos potenciales sobre la
salud asociados a dichas sustancias. Estas hojas están disponibles para consulta en
español en http://www.atsdr.cdc.gov/es/toxfaqs/es_toxfaqs_index.html.
Además de las anteriores, pueden encontrarse múltiples referencias y datos de interés
toxicológico, relacionados con los efectos adversos en múltiples especies animales a
través del sistema ESIS (European Chemical Substance Information System), que
dispone de una recopilación de múltiples bases de datos relacionadas y a las que puede
accederse directamente a través del vínculo http://ecb.jrc.ec.europa.eu/esis/, su contenido
está en inglés y deberá además conocerse el nombre de la sustancia o el número CAS
(Chemical Abstracts Service) que es único para cada sustancia conocida.

Para evaluaciones de riesgo de un nivel más alto, como señala INE (2003), la
determinación de los umbrales de concentración de las sustancias y los efectos que
producen debería hacerse usando las especies nativas del sitio, incluso aplicando
pruebas in-situ, lo que implica no solo un gran despliegue técnico, sino que deriva en unos
costos muy altos. En consecuencia, la mayoría de los casos se usan especies de
organismos con pruebas estándar, asumiendo que las poblaciones nativas tienen un
comportamiento similar a éstos y considerando, por consiguiente, la incertidumbre
asociada a la extrapolación de los efectos de una especie a otra, además de aquella
debida a las diferencias en los factores externos a la sustancia característicos del sitio
considerado.

De estas estimaciones y bases de datos se obtienen los valores de Concentraciones y


Dosis que se usarán como base para la caracterización del riesgo, generalmente CE50,
CL50 y DL50, asociadas a la cantidad de agente que produce los efectos adversos que
previamente se han determinado como relevantes.

Metodologías de caracterización del riesgo

De igual forma que en la evaluación de riesgos, pueden darse niveles en la


caracterización, que están determinados por el grado de refino que tengan las
estimaciones y suposiciones. Así, un primer nivel en la caracterización del riesgo es
aquella cualitativa, que se basa en la comparación del valor estimado de exposición frente
al nivel mínimo para el que se esperan efectos. De esta comparación se decide si habrá
un riesgo aceptable para el receptor cuando se expone éste a la concentración (o dosis)
estimada.

En este sentido MAVDT (2007a) propone que, en aras de armonizar los criterios para
decidir cuándo un nivel de agente se considera como de riesgo aceptable, puede
considerarse la metodología que algunas normativas proponen y es comparar la cantidad
(concentración) estimada del contaminante, frente a las referencias para toxicidad aguda
y crónica, tal que, si la concentración de agente es 1.000 veces menor que la toxicidad
aguda y 100 veces menor que la toxicidad crónica para la especie de receptor más
sensible, el riesgo se considera aceptable.

Esta comparación se conoce como Cocientes de peligro, según la ecuación propuesta en


INE (2003):
Donde Q es el cociente de peligro, la CAE es la concentración ambiental estimada y la
CTE es la concentración toxicológicamente efectiva. Vale la pena señalar que este
cociente es adimensional, por lo que las unidades en las que se expresan ambos
miembros de la fracción deben ser iguales.

Para la CAE se pueden presentar tres posibles expresiones, descritas por MAVDT
(2007a):

1. Concentración: cantidad de sustancia presente en el compartimiento (agua, suelo, aire,


sedimento) a la que se produce la exposición. A este caso corresponderá una CTE
expresada como la cantidad de sustancia presente en el medio de ensayo
toxicológico.

2. Dosis externa: Cantidad de sustancia recibida por el organismo receptor, expresada en


mg/kg, a la que se compara con ensayos donde se reporta la cantidad administrada.

3. Dosis Interna: En este caso se tienen datos de concentración en órganos o tejidos del
receptor, para ser comparados con ensayos toxicológicos que hayan determinado
cantidad de sustancia, igualmente en órganos o tejidos de los animales usados
como unidades experimentales.

La CTE puede ser estimada por extrapolación a partir de valores de referencia


encontrados en bases de datos como las toxicidades aguda y crónica anteriormente
mencionadas por MAVDT (2007a). No obstante, se debe tener en cuenta que este es un
cálculo que servirá como criterio cualitativo: un cociente elevado, mayor que 1, indica que
a ese nivel de exposición pueden, con cierta certeza, presentarse efectos adversos.

En niveles más altos de caracterización de riesgo se requieren modelos matemáticos que


incluyan distribuciones probabilísticas, tanto de la cantidad de sustancias presentes en el
ambiente, como de las respuestas de los organismos presentes en el sitio considerado
para el análisis de riesgo. En este contexto se hace necesario, como plantea MAVDT
(2007a), una distribución de la sensibilidad de muchas especies animales, para
determinar cuál es la cantidad considerada como segura para cierto porcentaje de dichas
especies, teniendo en cuenta la estructura y funcionalidad del ecosistema. Para algunas
sustancias este tipo de aproximación es adecuada y se disponen de muchos estudios
toxicológicos previamente realizados, pero para otras no es así, por lo que resultará mejor
estimar probabilísticamente la cantidad de sustancia presente (exposición) fijando los
efectos adversos esperados y analizando con mayor detalle el tipo de efectos y sus
consecuencias dentro del ecosistema.

De acá que INE (2003) propone considerar la variabilidad intrínseca de los organismos y
de los ecosistemas, para identificar aquellos cambios relevantes que se dan naturalmente
y no como consecuencia de la exposición a un agente tóxico, señala además que en
muchas ocasiones se deben tomar decisiones con pocos datos o con información poco
clara, por lo que es fundamental el criterio del técnico, apoyado en evidencias y basado
en la experiencia.

También podría gustarte