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El Cuerpo como Máquina

La medicalización de la fuerza de trabajo en Chile


(colección sociedad)

Santiago de Chile, 2013


El Cuerpo como Máquina
La medicalización de la fuerza de trabajo en Chile
Nicolás Fuster Sánchez

©Nicolás Fuster Sánchez


1º edición, agosto 2013
Ceibo Ediciones
Teléfono: (02) 285 1475
www.ceiboproducciones.cl
Edición: Dauno Tótoro
Diseño: Eugenia Prado B.
Santiago –Chile
Registro de Propiedad Intelectual Nº: 231.478
I.S.B.N.: 978-956-9071-37-9
Impreso por Productora ANDROS Ltda. Santiago de Chile, 2013
Sólo la crítica histórica, arma capital de la introspección, puede liberar el
pensamiento de las imposiciones que se ejercen sobre él cuando, dejándose llevar por
las rutinas del autómata, trata como si fueran cosas unas construcciones históricas
cosificadas
Pierre Bourdieu

Los historiadores suelen relatar con gran cuidado y meticulosidad lo que los
hombres dicen y piensan, el desenvolvimiento histórico de sus representaciones y
teorías, la historia del espíritu humano. Sin embargo, es curioso que siempre hayan
ignorado el capítulo fundamental, que sería la historia del cuerpo humano
Michel Foucault

El cuerpo en tanto que cuerpo no es ya sinónimo de él mismo: instrumento de


la conciencia, deviene propiamente el homónimo de la <<persona>>. En cuanto
la actividad cerebral disminuye, el cuerpo sólo está presente, pero no pertenece
realmente ya a persona, y aunque haya guardado todos los reflejos que puedan
recomponer a una y la misma persona, la <<persona>> se ausenta de él
Pierre Klossowski
Agradecimientos

Quisiera agradecer de manera especial a Patxi Lanceros, maestro


y amigo, por su confianza y apoyo. Su generosidad ha sido vital para
pulir la tosquedad de las primeras ideas y para lograr dar coherencia
a estas inquietudes. Sin su guía y comentario crítico este trabajo difí-
cilmente hubiese llegado a buen puerto. Además, muchas fueron las
discusiones, digresiones y lecturas compartidas que realizamos junto
a Pedro Moscoso, Christian Viera, Lorena Zuchel, Mariana Gonzá-
lez, Jorge Acevedo, Carlos Lange, Karina Gatica. El “hábitat” de la
Universidad de Deusto y de la Universidad de Valladolid fue marco
“vital” para el encuentro y el desarrollo de nuestras investigaciones.
Vayan mis sinceros agradecimientos a ustedes y a nuestras casas de
estudio. A Patricia Vidal, querida colega, le agradezco la amistad y el
trabajo desinteresado en la búsqueda de fuentes en Chile. Y por la
paciencia y capacidad que requiere la corrección de un manuscrito,
quisiera agradecer a Úrsula Mella, amiga prolija y formidable. Me
gustaría también manifestar mis más sinceros agradecimientos a Fa-
bián Pavez, “amigo sin rostro”, que compartió generosamente con-
migo –a la distancia física y en la cercanía intelectual- sus inquietu-
des y trabajos sobre anarquismo y medicina. Y a María Elisa Urrutia
me gustaría agradecerle por la “apuesta”, ese gesto formidable tan
difícil de encontrar hoy por hoy.
También agradezco al Núcleo de Investigación Sociología del
Cuerpo y las Emociones, de la carrera de Sociología de la Universi-
dad de Chile, por la posibilidad de colocar a dialogar estos textos. A
María Emilia Tijoux, por invitarme generosamente a participar de la
Línea Cuerpo, Salud y Política. A Hugo Sir Retamales, por recibirme
y compartir con entusiasmo discusiones y reflexiones sobre medi-
calización y filosofía. Debo agradecer la circulación de estas ideas a
algunos colegas y amigos temerarios: A Teresa Ayala y a la revista
Contextos; a Rodrigo Naranjo, André Menard y a todos los que par-
ticipan del Programa de Indagaciones en Escrituras Americanas de
la Escuela de Filosofía de la Universidad Metropolitana de Ciencias
de la Educación; a Álvaro García y a la revista La Cañada; a Jaime Introducción
Bassa y a la Revista de Derechos Fundamentales de la Universidad
de Viña del Mar; a Fernando Longás y los espacios de debate y con-
versación en Valladolid; y finalmente a mi querido amigo Tito Tricot
y a la revista Kütral.
Dedico este trabajo a mis padres, María Inés e Ignacio, y a mi
hermano, Ignacio, por la confianza y el cariño depositado.
Finalmente, sin su palabra tranquila, su oído atento y su compa-
ñía, nada de esto sería posible. Motivos suficientes para agradecer a
María Teresa Herrera, compañera inseparable.

Desde los siglos XVIII en Europa y XIX en Latinoamérica, la


medicina comenzó a ejercer una acción que operó más allá de los
límites clásicos definidos por la enfermedad y por la asistencia al en-
fermo, logrando instalarse progresivamente en todos los campos de
la existencia individual y colectiva de la sociedad. Esto significó que
durante el proceso de socialización de la medicina occidental se pro-
dujera una expansión constante y sostenida de su campo de conoci-
miento e injerencia; es decir, un proceso de “medicalización”. Hoy
en día, según el filósofo francés Michel Foucault, “cuando queremos
recurrir a un territorio exterior a la medicina nos encontramos con
que ya ha sido medicalizado”1. En este sentido, la medicalización
–es decir, el hecho por el cual la conducta del individuo y su cuerpo,
el espacio en que éste habita y, en general, lo substantivo de la vida
humana hayan sido objeto de intervención médica– implicaría una
intromisión de la medicina en todas las dimensiones de lo social,
sobrepasando incluso lo estrictamente técnico.

1 FOUCAULT, M.: “¿Crisis de la medicina o crisis de la antimedicina?”, Estrategias de


Poder. Obras Esenciales, Volumen II, Ediciones Paidós, Barcelona, 1999, pp. 353-355.

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En Europa, junto con el desarrollo del mercantilismo francés y de una elite médica profesionalizada, el desarrollo del capitalismo
del cameralismo alemán, la salud de los individuos se transformó como sistema productivo dominante y el surgimiento de importan-
en uno de los objetivos esenciales de las administraciones políticas. tes suburbios urbanos debido a la migración campo-cuidad, sectores
El sistema asistencial de beneficencia del siglo XVII dejó de ser un de la burguesía liberal y de los trabajadores artesanales gestionaron
modelo eficiente y útil, obligando a la nueva ciencia médica del siglo el desarrollo de un sistema integral de salud enfocado en “el cuidado
XVIII a articularse como un instrumento de regulación poblacional. físico y moral de la fuerza de trabajo”. Hacia finales del siglo XIX,
La expansión demográfica y su necesaria imbricación con el siste- con la llegada del liberalismo al poder, la medicina se constituiría
ma de producción dominante obligaron al diseño de instrumentos como el instrumento por antonomasia para la regularización de los
de normalización más extensivos y eficaces: campañas de vacuna- aspectos biológicos inherentes a la población, y la medicalización
ción e inoculación; indicadores demográficos; tasas de natalidad, una técnica eficaz para el disciplinamiento y la normalización social.
morbilidad y mortalidad; proyectos de transformación y rediseño Desde comienzos de la República (particularmente desde 1842
de ciudades; programas de desinfección urbana o leyes de habita- con la creación de la Facultad de Medicina de la Universidad de
ción obrera. Se generó, de este modo, una verdadera “estadística Chile y la emergencia de un espacio académico e institucional para
de la población”, en la que el cuerpo dedicado al trabajo evidenció “la mejora de la higiene pública y doméstica”), las masas obreras
todo su potencial de rentabilidad; rasgos biológicos de una pobla- fueron blanco permanente de las técnicas de medicalización, ya sea
ción que se convertirían en componentes pertinentes de una gestión a través de la familia, o por medio de la intervención médica del
económico-política para asegurar su sometimiento y el incremento espacio que habitaban. Dicho proceso lograría constituirse en un
constante de su utilidad. marco legal efectivo sólo hacia 1925, con la aprobación de una serie
En el caso latinoamericano, hacia finales del siglo XIX se registró de decretos-leyes destinados a mejorar la acción del Ministerio de
en la mayoría de sus naciones una cooptación de la medicina por Higiene, Asistencia, Previsión Social y Trabajo, y a crear la División
parte del Estado, producto de las transformaciones en la estructura de higiene Social. Estas normativas (los decretos-leyes de Defensa
política y económica de las ex colonias. El desarrollo de un mercado de la Raza y alquiler de vivienda obrera2) fueron el resultado de un
internacional de materias primas y alimentos, además del surgimien- largo camino de luchas –muchas fallidas y otras exitosas– por nor-
to de un incipiente capitalismo industrial, obligaron a los estados de malizar y regularizar, a través del saber y de la práctica médica, la
la región a centrarse en la ocupación de los grandes contingentes de masa productiva del país.
masas productivas. En relación a Chile, las primeras organizaciones El presente libro tiene por objeto el estudio de “la medicalización
que lucharon por el desarrollo de una medicina colectiva se consti- de la fuerza de trabajo en Chile entre los años 1842 y 1925”. Y con
tuyeron al margen de la administración del Estado; lo que le dio al el propósito de realizar este análisis se articuló su estructura en rela-
proceso de medicalización una identidad propia y diferente al resto ción a los siguientes objetivos:
de Latinoamérica y al fenómeno europeo. En un primer momento,
lograda la independencia del país, la República heredó de la Colonia
un sistema asistencial sustentado en la caridad aristocrática que se
constituiría, durante los primeros años del estado oligárquico, en 2 MINISTERIO de Hijiene, Asistencia, Prevision Social i Trabajo: Recopilación oficial de
leyes i decretos relacionados con el Ministerior de Hijiene, Asistencia, Prevision Social i Trabajo,
pieza vital de su administración; posteriormente, con la formación Imprenta Santiago, Santiago de Chile, 1925.

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1. Describir y explicar las causas del proceso de socialización de la medicina trabajadores y sus familias. En este sentido, consideramos a modo
en Chile. de hipótesis que el giro de la medicina hacia lo colectivo (tanto hacia
Durante el período colonial chileno, confluyeron en un espacio el desarrollo de las ciudades, como hacia el ámbito laboral y produc-
común orientado al cuidado del cuerpo enfermo médicos latinistas, tivo) se sostuvo sobre un proceso sostenido de medicalización de la
cirujanos-barberos, sangradores, curanderos indígenas, entre otros. sociedad.
La práctica médica realizada en las casas e instituciones de bene-
ficencia permanecía volcada hacia los cuidados del enfermo y a la 3. Describir y explicar la relación entre la medicalización de la fuerza de
administración privada de la muerte. En este sentido, la medicina trabajo y la objetivación de un obrerismo de carácter ilustrado.
permaneció, en lo general, en el ámbito de lo privado. A modo de Con la profesionalización de la medicina decimonónica y la for-
hipótesis, creemos que con el desarrollo político y económico de lo mación de una institucionalidad académica para su desarrollo, se
que los historiadores llamaron la estructura del Estado Oligárquico produjo un productivo contacto entre la investigación médica, la
Liberal (la trasformación del sistema productivo y político, la sos- química y la física. La medicina perfeccionó su práctica y su saber
tenida migración campo-ciudad, y el surgimiento de una influyente desarrollando tanto técnicas químicas y biofísicas para el diagnósti-
elite médica profesionalizada cercana a la corriente higienista), la co y tratamiento de enfermedades, como instrumentos para la inter-
medicina se habría volcado hacia lo colectivo, instalando las bases vención médica de la población. A modo de hipótesis, creemos que
epistemológicas e institucionales para su socialización. estos factores –primordiales para el proceso de medicalización de la
sociedad– tuvieron efectos en el sujeto y generaron trasformaciones
2. Establecer la relación entre el proceso de socialización de la medicina y la en la relación entre enfermedad y sociedad. En este sentido, el pro-
medicalización de la sociedad. ceso de medicalización en el contexto de la medicina moderna ha-
El decaimiento del sistema productivo de la hacienda y la precarie- bría generado –a través de la intervención higiénica del espacio de la
dad laboral que ofrecía la minería norteña generaron un gran con- familia popular– la objetivación de un tipo de obrerismo modelado
tingente de trabajadores itinerantes que encontraron en las grandes por un discurso civilizatorio de carácter ilustrado.
ciudades chilenas un espacio para la sobrevivencia. Durante la pri- Ahora bien, una de las dificultades a las que se han enfrentado
mera mitad del siglo XIX, el fenómeno de migración campo-ciudad los últimos estudios e investigaciones sobre el campo de la medicina
se sostuvo constante, provocando el hacinamiento suburbano y el chilena son los aparatos conceptuales que encuentran su fundamen-
cultivo de todo tipo de enfermedades en los márgenes de Santiago. to en la idea de una “historia de las totalidades”, es decir, la imposi-
La insalubridad de las barriadas y la amenaza constante de pestes
habrían puesto en riesgo la práctica y el discurso científico de la me-
dicina decimonónica y con ello, el poder y la transcendencia social
de la elite médica del país. Paralelamente, motivados por la burguesía
liberal disidente y por la elite médica, grupos de trabajadores artesa-
nales organizaron un modelo de medicina integral en torno a la idea
del socorro mutuo, capaz de gestionar la salud física y moral de los

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ción de una narrativa teleológica del saber y de la práctica médica3 liberal, lo que implica la despolitización de las relaciones de clase y
que ha invisibilizado las relaciones de poder, las productividades y la anonimización del poder de clase.
los peajes que se han tenido que pagar para posicionar simbólica- En la actualidad, lentamente la medicina y sus representaciones
mente –y materialmente– a la medicina como ciencia. El dispositivo (articuladas estratégicamente en torno a políticas sobre la vida sana,
médico moderno chileno encontró en la masa trabajadora del país la dieta sana, la escolaridad sana, la economía sana, la institucionali-
su principal espacio de acción, es decir, la fuerza de trabajo fue uno dad sana, etc.) se han ido imponiendo coercitivamente a la sociedad,
de los fundamentos principales de su desarrollo y posterior legiti- logrando que las relaciones de poder y de fuerza que giran en torno
mación. En este sentido, se ha desconocido sistemáticamente esta al saber y a la práctica médica disuelvan la clásica noción político-
relación esencial para la comprensión del devenir histórico, tanto de jurídica de ciudadanía, permitiendo, de esta manera, la separación
la medicina como del obrerismo chileno. Por lo anterior, conside- tajante entre la vida biológica (nuda vida) y la vida política. Como
ramos esencial la instalación de una mirada crítica que tensione lo explica Giorgio Agamben, “la propia separación de la nuda vida,
insumos teóricos de la historia total, permitiendo analizar el fenó- que el soberano podía llevar a efecto en ciertas circunstancias a par-
meno de la medicina moderna como la emergencia de un espacio, tir de las formas de vida, se realiza ahora en forma cotidiana y masi-
no sólo de progreso científico, sino también de “poder”, capaz de va por medio de las representaciones pseudocientíficas del cuerpo,
objetivar el obrerismo moderno, condicionando su proyecto políti- la enfermedad y la salud, y de la ‘medicalización’ de esferas cada
co. La gravedad política de esta apuesta permite re-pensar el actual vez más amplias de la vida y de la imaginación individual”4. En esta
estado de des-sublimación de lo social –es decir, de pérdida de la no- dirección, la descripción del proceso histórico de medicalización de
ción de comunidad articulada por un destino– que vive nuestro país. la sociedad chilena entrega la posibilidad de visibilizar las relaciones
Un análisis histórico crítico que visibilice estas relaciones –medicina que existen entre la medicina, la política, la economía y la sociedad
y productividad- resulta vital hoy por hoy para Chile, ya que vivimos para comprender en qué medida nos es posible mirar el problema
las consecuencias de una naturalización de los discursos basados en de la salud y del cuerpo desde espacios alternativos.
los principios de organización de la formación social del capitalismo Es por lo anterior que el primer capítulo de este libro está dedi-
cado al estudio de los procesos de medicalización de la sociedad oc-
cidental en su vinculación con el nacimiento de la población como
3 La continuidad de la producción historiográfica iniciada por Enrique Laval recayó en
la figura de Ricardo Cruz-Coke. Para Cruz-Coke, la historia de la medicina chilena problema moderno. Para ello, decidimos explorar en los trabajos de
sería una narración teleológica de la modernización de sus instituciones, prácticas y Michel Foucault y George Rosen, principalmente, con el objetivo
saberes. Los distintos ámbitos (institucionales, culturales, económicos, etc.) en los que
se desarrolló el proceso de socialización de la nueva ciencia médica son imbricados de delimitar los elementos necesarios para la configuración de un
coherentemente en torno a una historia de la medicina como totalidad. Los enfrenta-
mientos, rupturas y discontinuidades del proceso de formación del dispositivo médico marco de análisis. Es a través de estas claves de inteligibilidad que
decimonónico son, en Cruz-Coke, parte de una lógica narrativa que se juega su funda- buscamos visibilizar las singularidades del proceso de medicaliza-
mentación en la idea del progreso y la modernización de la medicina. En este sentido,
la llegada de un contingente de médicos extranjeros y la posterior profesionalización ción que experimentó la sociedad chilena decimonónica, en general,
del oficio médico serían parte de profundas transformaciones culturales y sociales y su fuerza de trabajo, en particular. El capítulo II se encarga de la
que anularon los vestigios coloniales. De esta manera, “el desarrollo de la medicina
en Chile tomó un curso acelerado en un gran proceso de expansión del número y la
calidad de los nuevos médicos, que asumían con fervor la tarea de construir una me-
dicina nacional dentro de un espíritu liberal y positivista”. CRUZ-COKE, R: Historia
de la medicina chilena, Editorial Andrés Bello, Santiago de Chile, 1995, p.395.. 4 AGAMBEN, G.: Medios sin fin, Pre-Textos, Valencia, 2002, p. 14.

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descripción del proceso de formación y desarrollo de la medicina Capítulo I
decimonónica en Chile, además de analizar y explicar los factores
involucrados en este proceso. El capítulo III describe y analiza los Medicina y Poder: Algunas claves de inteligibilidad.
factores que motivaron el desarrollo de la medicalización del espa- De Foucault a Rosen
cio popular de Santiago y de las familias que lo habitaban. Finalmen-
te, el capítulo IV se preocupa de la medicalización de la fuerza de
trabajo, deteniéndose especialmente en sus causas y en sus efectos.

Entre los siglos XVIII y XIX, la salud de los individuos se trans-


formó en uno de los objetivos esenciales de las administraciones
públicas de países como Francia, Alemania e Inglaterra. Las nuevas
dinámicas demográficas que tendieron a disolver los límites de la
antigua ciudad medieval y el avance ineluctable de un sistema de
producción capitalista, obligaron al diseño de dispositivos de regu-
lación social más extensivos y eficaces. El constante flujo de cuerpos
migratorios que ponían en jaque las racionalidades de un capitalis-
mo citadino, generó condiciones de hacinamiento y serias amenazas
sanitarias que fueron percibidas como factores contraproducentes
para el funcionamiento de la sociedad urbana.
El “pánico urbano”, es decir, la inquietud político-sanitaria pro-
ducto del desarrollo del entramado citadino5 que se propagó por la
comunidad, fue una de las respuestas que dio la ciudad al problema
político de la naciente “población”. La “clase” fue otra manera de

5 FOUCAULT, M.: “Nacimiento de la medicina social”. En Michel Foucault, Obras


Esenciales, Volumen II, Ediciones Paidós, Barcelona, 1999.

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racionalizar funcionalmente el diluvio de cuerpos que caían sobre la 1.1. Población, Ciudad y Biopoder: una introducción a la
ciudad moderna. Como señala Gilles Deleuze, “Piensen en el capi- mutación del poder en Occidente
talismo del siglo XIX. Ve correr un flujo que es concretamente el
flujo de trabajadores, del proletariado. ¿Qué es lo que fluye, lo que Para Foucault, una de las transformaciones más importante en
chorrea desagradablemente y arrastra nuestra tierra? ¿A dónde va? relación al ejercicio del poder en Occidente se produjo sobre la
Los pensadores del siglo XIX tiene una reacción muy rara, princi- noción de Soberanía debido, principalmente, a la borradura de los
palmente la escuela histórica francesa. Es la primera en haber pensa- límites de la ciudad medieval. El aumento sostenido de los habitan-
do al siglo XIX en términos de clases. Inventan la noción teórica de tes de las urbes entre los siglos XVII y XIX provocó importantes
clases precisamente como una pieza esencial del código capitalista”6. transformaciones en las ciudades que habían sido edificadas según
el patrón y la estratificación social del régimen medieval. En esta
En esta dirección, junto a la emergencia de la “población” como dirección, el poder Soberano, que corresponde a una de las estruc-
problema político-económico, comienza a desarrollarse toda una turas más característica de la naciente racionalidad política moderna
gama de instrumentos y técnicas (tasas de natalidad, morbilidad y occidental, tenía como fin último alcanzar el bien común y la salva-
mortalidad, campañas de vacunación e inoculación, estimaciones ción de todos los súbditos, a través de la obediencia irrestricta hacia
demográficas, estudios sobre la relación entre el aumento de la ri- la figura del gobernante. De esta manera, el fin último del Soberano
queza y el incremento poblacional, entre otros) que permitieron la era la auto-preservación ejercida a través del derecho sobre la vida
formación de una tecnología de la población en la que el cuerpo del y sobre la muerte de sus súbditos. Ante la amenaza de su existencia,
trabajador dejó en evidencia su utilidad, rentabilidad y maleabilidad. el Soberano podía disponer de la vida de los individuos en función
El presente capítulo busca describir y explicar, desde la óptica de un interés mayor: el bien común de todos. Este derecho, ejercido
del filósofo francés Michel Foucault, el rol protagónico que tuvo la sobre la vida y que indica su poder en virtud de la muerte que puede
ciencia médica, a través de la medicalización –es decir, por medio de exigir, fue caracterizado por Foucault como el derecho de “dejar
un proceso que aseguró la absorción de la esfera de lo social dentro vivir y hacer morir”7. De esta forma, “el derecho de espada” que se
de la jurisdicción del tratamiento médico, favoreciendo el gobierno da en la teoría clásica de la soberanía, supondrá un ejercicio desde la
de las conductas individuales y grupales–, en la normalización y ad- muerte: ante el poder del Soberano, el súbdito nunca se encuentra
ministración de los flujos poblacionales que comenzaban a habitar con pleno derecho a la vida o a la muerte, sino más bien goza de un
las nuevas ciudades industriales europeas. estado neutro frente a una instancia que se define por la posibilidad
de matarlo o dejarlo vivir. Dicha transformación iniciada hacia el
siglo XVII se expresó en la novedosa y complementaria forma de
“hacer vivir y dejar morir”, es decir, en la “consideración de la vida
por parte del poder (…) una especie de estatización de lo biológi-
co o, al menos, cierta tendencia conducente a lo que podría deno-

6 DELEUZE, G.: Derrames. Entre el capitalismo y la esquizofrenia, Editorial Cactus, Buenos 7 FOUCAULT, M.: Historia de la Sexualidad I. La voluntad del saber. Siglo XXI, Buenos
Aires, 2005, pp. 20-21. Aires, 2002.

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minarse la estatización de lo biológico”8. El viejo poder soberano que se había constituido en virtud del contrato voluntario o implí-
derivado de la antigua patria potestas romana, ese derecho del padre cito de los individuos. Por su parte, la disciplina tenía relación con
de disponer –dar y quitar– de la vida de sus hijos y la de sus escla- la práctica de individualización de los cuerpos. En cambio, estos
vos, comenzó a ser reemplazado por un poder destinado a producir mecanismos estaban dirigidos a un nuevo cuerpo que ahora emergía
fuerzas, a hacerlas crecer y a ordenarlas, más que a obstaculizarlas, como múltiple. Se origina así un nuevo desafío para los gobiernos:
doblegarlas o destruirlas. De este modo, la muerte considerada un la “población” como problema político.
privilegio ejercido por el poder soberano para el apoderamiento de En este contexto, Foucault identificó el surgimiento de dos se-
la vida comienza a perder el fasto que la rodeaba como signo del re- ries de mecanismos de poder, íntimamente ligados, en los que se
levo de una soberanía terrenal por otra trascendental: la muerte pier- configura un vuelco de la política sobre la vida. La primera, llamada
de su carácter político de ceremonia. Como señala Foucault, “Ahora por Foucault “anatomopolítica”, es la disciplina como tecnología de
es en la vida y a lo largo de su desarrollo donde el poder establece poder centrada en el cuerpo como máquina y enfocada en su poten-
su fuerza; la muerte es su límite, el momento que no puede apresar; cialización. Esta tecnología disciplinaria está dirigida a los átomos
se torna el punto más secreto de la existencia, el más privado”9. sociales mismos, los individuos, y busca por medio de la individuali-
Tanto a nivel del detalle –el individuo–, como a nivel de esta nueva zación vigilarlos, controlar su conducta, su comportamiento, sus ap-
experiencia múltiple –el conjunto de cuerpos en la ciudad–, se pro- titudes, intensificar su rendimiento, multiplicar sus capacidades, si-
dujo una adaptación estratégica de los poderes que organizaban la tuarlo en donde sean más útiles11. Es decir, su desafío es el de cómo
ciudad: primero, a partir del siglo XVII y hasta finales del XVIII, educar esta máquina corporal, dirigir sus fuerzas para docilizarla e
la disciplina logró por medio de instituciones como el hospital, la incorporarla en los sistemas de control. La segunda, corresponde a
escuela o el cuartel instalar la vigilancia y el adiestramiento de los in- una “biopolítica” de la población, centrada “en el cuerpo-especie,
dividuos. Luego, la preocupación se trasladó al control de las masas en el cuerpo transido por la mecánica de lo viviente y que sirve de
a través de órganos de coordinación y centralización, destinados al soporte a los procesos biológicos: la proliferación, los nacimientos y
tratamiento de la población y de sus procesos “biosociológicos”10. la mortalidad, el nivel de salud, la duración de la vida y la longevidad,
Esta segunda adaptación, más tardía, llevó a la aparición de una no- con todas las condiciones que pueden hacerlos variar”12.
ción desconocida, tanto para la teoría del derecho como para una Es necesario advertir que, aunque las ideas vitalistas decimonó-
tecnología de poder enfocada en la disciplina. Para la teoría del de- nicas sobre el Estado ya utilizaban el término de “biopolítica”, Mi-
recho, no existía más que el individuo contratante y el cuerpo social chel Foucault sólo compartió con éstas “la insatisfacción acerca del
modo en que la modernidad construyó la relación entre política,
8 FOUCAULT, M.: Hay que Defender la Sociedad. Curso del Collège de France (1975-1976),
Akal, Madrid, 2003, pp. 205-206.

9 FOUCAULT, M.: Historia de la Sexualidad I. La voluntad del saber, Siglo XXI Editores,
Buenos Aires, 2002, p. 167. 11 FOUCAULT, M.: “Las Mallas del Poder”. En Michel Foucault, Obras esenciales, Volu-
men III. Paidós, Barcelona, 1999.
10 FOUCAULT, M.: Hay que Defender la Sociedad. Curso del Collège de France (1975-1976), op.
cit. 12 FOUCAULT, M.: Historia de la Sexualidad I. La voluntad del saber, op. cit., p. 168.

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naturaleza e historia”13. De esta manera, se inicia lo que Foucault de manera imbricada en distintos niveles, lo que les permitirá la no
denomina “la era del dispositivo del biopoder”14, es decir, un conjunto exclusión y la articulación de sus métodos. Para el filósofo francés,
amplio de estrategias y técnicas orientadas hacia el disciplinamiento la norma es “el elemento que va a circular de lo disciplinario a lo
de los cuerpos y la regularización de la población. Foucault señala, regularizador (…) es lo que puede aplicarse tanto a un cuerpo al
al inicio de su curso de 1977 en el Collège de France, que la cuestión que se quiere disciplinar como a una población a la que se pretende
del dispositivo del biopoder se orienta hacia la pregunta por cómo regularizar”17.
“el conjunto de mecanismos por medio de los cuales aquello que, en Bajo esta óptica, una sociedad atravesada por los mecanismos
la especie humana, constituye sus rasgos biológicos fundamentales, de la norma regularizadora y disciplinaria correspondería a lo que
podrá ser parte de una política, una estrategia política, una estrategia Foucault llamó Sociedad Normalizadora. En efecto, este tipo de so-
general de poder; en otras palabras, cómo, a partir del siglo XVIII, la ciedad es aquella donde “se cruzan, según una articulación ortogo-
sociedad, las sociedades occidentales modernas, tomaron en cuenta nal, la norma de la disciplina y la norma de la regularización”18. La
el hecho biológico fundamental de que el hombre constituye una norma establece al interior de un territorio determinado (la ciudad,
especie humana”15. sus barrios, sus instituciones, etc.) líneas divisorias que circunscriben
El biopoder se transformó en un elemento indispensable para socialmente al cuerpo y a la población. Estas “divisiones normati-
el desarrollo del capitalismo de la modernidad tardía, ya que éste, vas”, como señala Patxi Lanceros19, funcionan como mecanismos
como explica Foucault, “no pudo afirmarse sino al precio de la in- de individualización y, por ende, de ordenación de la multiplicidad.
serción controlada de los cuerpos en el aparato de producción y Es decir, actúan tanto para la distribución espacial de los cuerpos
mediante un ajuste de los fenómenos de población a los procesos (separación, alineamiento, su puesta en serie y bajo vigilancia), como
económicos”16. En este marco de reordenamiento del ejercicio del para la organización de un campo de visibilidad a su alrededor, cuyo
poder, tanto disciplinas como regularizaciones se enfocaron en el fin será el de mantener la supervisión de los individuos y la incre-
control de un elemento en común: la administración de la “multi- mentación de su fuerza útil mediante el ejercicio o el adiestramiento.
plicidad” en el marco de la ciudad moderna. Para Foucault, existirá Estas técnicas serán, además, totalmente necesarias para la regula-
tanto un objeto (multiplicidad) como un elemento (la norma) que rización de los procesos globales propios de la vida de la pobla-
servirán de conexión entre las tecnologías del cuerpo y de la pobla- ción. Lo primordial es que dichas divisiones normativas buscarán
ción. Es decir, entre la disciplina y la regularización existirá una do- fijar equilibrios y asegurar compensaciones tanto al nivel del detalle
ble articulación dada por su objeto y por su mecanismo de acción. como de la masa.
De esta forma, ambas trabajarán sobre el control de la multiplicidad,

13 ESPOSITO, R.: Bíos. Biopolítica y filosofía, Amorrortu, Madrid, 2004, p. 41.


17 FOUCAULT, M.: Hay que Defender la Sociedad. Curso del Collège de France (1975-1976), op.
14 FOUCAULT, M.: Historia de la Sexualidad I. La voluntad del saber, op. cit., p. 169. cit., p. 217.

15 FOUCAULT, M.: Seguridad, Territorio y Población. Curso del Collège de France (1977-1978). 18 Ídem.
Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2006, p. 15.
19 LANCEROS, P.: Avatares del Hombre. El pensamiento de Michel Foucault. Universidad de
16 FOUCAULT, M.: Historia de la Sexualidad I. La voluntad del saber, op. cit., p. 170. Deusto, Bilbao, 1994.

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En esta dirección, la sociedad normalizadora transformó ciertos la época 21. Posteriormente, con el crecimiento demográfico expe-
procesos inherentes a la población en objetos de saber y de inter- rimentado en pleno siglo XVIII en Europa, los Estados se vieron
vención, poniendo en marcha sistemas de medición de la natalidad, obligados a coordinar la expansión con el desarrollo de sus aparatos
mortalidad y morbilidad. Se buscaba registrar la naturaleza y la du- de producción. Como señala George Rosen, “Una población más
ración de las enfermedades consideradas como factores permanen- grande significaba una mayor producción así también un mayor con-
tes de sustracción de fuerzas, disminución del tiempo de trabajo, sumo, dos ideas agudamente expresadas por Daniel Defoe. Mientras
reducción de las energías que conllevaban altos costos económicos. más bocas más riquezas, decía” 22. Políticos y pensadores estimaban
Dichos fenómenos que empezaron a registrarse en las ciudades eu- que el aumento y la potencialización de la población debían ser la
ropeas hacia del siglo XVIII, “conducen a la introducción de una primera función de un buen Estado: “David Hume, el filósofo, re-
medicina que ahora va a tener la función crucial de la higiene públi- comendaba con insistencia que el Estado impulsara activamente el
ca, con organismos de coordinación de los cuidados médicos, de crecimiento de la población, estimulando a todas las instituciones
centralización de la información, de normalización del saber, y que que favorecieran el proceso y eliminando las que no lo hicieran” 23.
adopta también el aspecto de una campaña de aprendizaje de la hi- Este interés comenzó a reflejarse, por ejemplo, en incentivos eco-
giene y medicalización de la población”20. nómicos para los matrimonios jóvenes y multas pecuniarias para los
padres que no casaran tempranamente a sus hijas, medidas prácticas
En este sentido, la medicina jugará un papel vital como estrategia que buscaban las uniones precoces para el aumento del número de
de gobierno de la multiplicidad, desarrollando una serie de técnicas súbditos de un Estado.
destinadas a hacer proliferar la vida de la población. Éstas se en-
En este contexto, la noción de población comienza a plantearse
cargarán no sólo de la higiene pública o de combatir las endemias,
como problema político y económico, y con ello la necesidad de ade-
sino también de toda la ciudad, entendida ésta como el medio de
cuar los mecanismos de poder a las nuevas exigencias de administra-
existencia de la población.
ción y normalización. La población que habitaba las ciudades ya no
era sólo un problema teórico, sino también un “objeto de vigilancia,
1.2. La administración de la salud en la ciudad europea del de análisis, de intervenciones, de operaciones modificadores, etc.”24.
siglo XVIII: del modelo asistencialista al de policía médica Se establecerían, de esta manera, las bases para una verdadera tecno-
logía de la población en la que el cuerpo reveló toda una gama de nuevas
Hacia fines del siglo XVII y durante todo el siglo XVIII, se vi- variables: utilidad, rentabilidad, maleabilidad, etc. Como señala Fou-
vió un profundo interés por los procesos inherentes al crecimiento cault, “(…) los rasgos biológicos de una población se convierten así
de la población de las ciudades, así como también un fuerte deseo en elementos pertinentes para una gestión económica, y es necesario
de aumentar la cantidad de individuos que habitaban un territorio
determinado, lo que marcó las estrategias políticas y económicas de 21 ROSEN, G.: De la policía médica a la medicina social, Siglo XXI, México, 1985, p. 138.

22 Íbid., p. 140.

23 Íbid., p. 139.

20 FOUCAULT, M.: Hay que Defender la Sociedad. Curso del Collège de France (1975-1976), op. 24 FOUCAULT, M.: “La política de la salud en el siglo XVIII”. En Michel Foucault,
cit., p. 209. Obras Esenciales, Volumen II, op. cit., p. 332.

26 27
organizar en torno a ellos un dispositivo que asegure su sometimien- rían de una organización colectiva, pasaron a ser un objetivo general
to y sobre todo el incremento constante de su utilidad”25. de la sociedad en su conjunto.
En esta dirección, la salud y el bienestar físico de este conjunto Una de la principales consecuencias de este proceso de reflexión
de cuerpos pasaron a ser motivos de una reflexión social colectiva, en torno a la salud de la población llevó a que la medicina abando-
convirtiéndose en uno de los objetivos esenciales del poder político. nara el modelo asistencialista (la medicina entendida como servicio)
Por primera vez, durante el siglo XVIII, la salud y la enfermedad se característico del siglo XVII, para articularse desde el siglo XVIII
plantean como un problema que requiere de un análisis transver- como una verdadera tecnología del cuerpo social. Así, el modelo
sal generado por la sociedad en su conjunto, impulsando ambas la asistencialista compuesto por técnicas polivalentes y mixtas, subven-
discusión en múltiples instancias sociales. Tanto la medicina clínica cionadas principalmente por fundaciones de caridad (la asistencia a
centrada en el examen, el diagnóstico y la terapia individual, como la los pobres en la enfermedad, la normalización de elementos desca-
medicina centrada en la familia y en el conjunto de la sociedad, su- rriados en los hospitales o ciertas formas de medicalización autorita-
fren la imposición de nuevas reglas, pasando a un nivel de “análisis rias como la cuarentena, todas técnicas ligadas orgánicamente a los so-
explícito y concertado que nunca había conocido hasta entonces. Se corros), comenzó una disolución progresiva debido a su imposibilidad
entra, pues, no tanto en la edad de la medicina social cuanto en la de de acción frente a este nuevo fenómeno que vivía la ciudad moderna:
la nosopolítica reflexiva”26. la llegada de la población y de sus externalidades.
La gestión de los problemas médicos, la organización de las po- Esta disolución, que no se hará efectiva hasta el siglo XIX, pro-
líticas sanitarias y el control de la salud en el siglo XVIII recaye- pició toda una “analítica utilitaria de la pobreza en la que comienza
ron en diversos grupos sociales (religiosos, sociedades de socorro a aparecer el problema específico de la enfermedad de los pobres
y beneficencia, sociedades científicas, administración estatal, etc.), en relación con los imperativos del trabajo y las necesidades de la
que intentaron “organizar un saber general y cuantificable de los fe- producción”29. Tanto economistas como profesionales de la admi-
nómenos mórbidos”27. En este ámbito, el Estado también participó nistración del Estado dieron origen a una reflexión crítica sobre el
activamente realizando distintas funciones: desde la distribución de funcionamiento de las organizaciones de caridad. Para ellos, la in-
medicamentos, hasta la puesta en marcha de organismos de consul- yección de grandes sumas de dinero destinadas a la mantención de
ta e información. Esto significó que el problema de la nosopolítica una masa ociosa de individuos que quedaban fuera del sistema de
en el siglo XVIII estuviera determinado por “orígenes direccionales producción generaba la inmovilización del capital. Su apuesta estaba
múltiples: la salud de todos es algo que concierne a todos”28. De esta enfocada en la transformación de los pobres en mano de obra útil y
manera, la salud y la enfermedad en tanto que problemas que reque- en el autofinanciamiento de los costos de la enfermedad de aquellos
que no estuvieran aptos para laborar. La antigua asistencia a los huér-
fanos, por ejemplo, da paso a una práctica administrativa que bus-
25 Íbid., p. 333. cará rentabilizar el dinero que se invierte en la instrucción. Dichas
26 Íbid., p. 328.
medidas exigían una recategorización de la pobreza (buena, mala;
apta para el trabajo, no apta) que la hiciera útil al aparato producti-
27 Ídem.

28 FOUCAULT, M.: “La política de la salud en el siglo XVIII”, op. cit., p. 329.
29 Íbid., p. 330.

28 29
vo, aligerando el peso que ésta representaba para la sociedad. Como bienestar de los súbditos era idéntico al bienestar del Estado. En
señala Foucault, “este análisis de la ociosidad –de sus condiciones y esta perspectiva, el poder era considerado unos de los intereses prin-
de sus efectos– tiende a sustituir a la sacralización, un tanto global, cipales del Estado, por lo que la mayor parte de los elementos de
del pobre”30. la política mercantil estaban orientados hacia ese fin: “la razón de
Así, la sociedad occidental se encamina hacia un proceso amplio Estado era el punto de apoyo de la política social”34. Bajo este pris-
y global en el que “El imperativo de la salud es a la vez un deber para ma, los consejeros estatales sugerían una gran población, abastecida
cada uno y un objetivo general”31. Ya no es sólo un pequeño sector materialmente y dirigida por el control gubernamental para la sa-
de la población el que gozará de la asistencia sanitaria, sino que el tisfacción de las necesidades públicas; lo que requería un manejo
ejercicio del poder médico recaerá sobra la totalidad de los cuerpos, prolijo y eficaz de su salud y bienestar.
gestionados ahora por los aparatos del Estado que tendrán como Por otra parte, el cameralismo surgido en Alemania buscará darle
objetivo la instalación de un imperativo moral para la conservación contenido positivo a una acción estatal dirigida a afianzar la unidad
de la salud. De este modo, se añadirán a las funciones políticas clá- territorial y administrativa de un conjunto de provincias unidas an-
sicas destinadas al mantenimiento del orden y a la organización del tiguamente sólo por la figura del monarca. La organización cameral
aumento de la riqueza del Estado, la mantención de la salud y de la logró un estilo de trabajo administrativo sin precedentes, cuyo fin
longevidad de la población. Para la consecución de estos objetivos, apuntaba al progreso integral del Estado. Aunque en un principio
fue necesario organizar a un conjunto de instituciones y articular este proceso significó solamente la racionalización de los procedi-
una serie de reglamentos; proceso que se conocerá, a partir del siglo mientos administrativos, imprescindibles para el desempeño de los
XVII, con el nombre de Policía. Por Policía se entenderá el “conjun- nuevos cometidos hacendarios del Estado; posteriormente dejó de
to de los mecanismos mediante los cuales se asegura el orden, se ca- ser un mero conjunto de trámites oficinescos y se convirtió en una
naliza el crecimiento de las riquezas y se mantienen las condiciones tecnología de gobierno, destinada a potenciar el poder estatal. Den-
de salud en general”32. Los efectos concretos de estas políticas se tro de esta tendencia progresiva, el cameralismo también configuró
plasmaron en el desarrollo de una organización estatal cuyo fin esta- una doctrina aplicada que se encaminaba a explicar esos complejos
ba en la colocación de la vida –en todas sus dimensiones– como el procesos constructivos del Estado a través de la configuración de
sentido fundamental del poder político. Dicho proyecto histórico se un programa docente para la trasmisión de sus fines políticos. Para
conoce en Europa con los nombres de mercantilismo y cameralismo33. los cameralistas, el problema central de la ciencia era el del Estado.
Situado al interior de las relaciones y dinámicas que se dan en- Según ellos, el objeto de toda teoría social era mostrar cómo puede
tre los individuos y el Estado, el mercantilismo consideraba que el ser asegurado el bienestar del Estado, que era considerado como la
fuente de todos los demás tipos de bienestar. La clave del bienestar
estatal radicaba en el aumento sostenido de los ingresos pertinentes
30 Ídem. para satisfacer las necesidades de los súbditos. Su teoría social ge-
31 FOUCAULT, M.: “La política de la salud en el siglo XVIII”, op. cit., p. 331.
neral circulaba alrededor de la tarea central de suministrar al Estado
esos bienes.
32 Ídem.

33 ROSEN, G.: De la policía médica a la medicina social, op. cit. 34 Íbid., p. 141.

30 31
En este marco, la población jugó un rol principal para el desa- en el cuidado de la salud de los súbditos. Comenzaron a realizarse
rrollo práctico de esta disciplina, y la noción de Policía fue clave en distintos estudios e investigaciones que apuntaban a la población y
el manejo de los problemas relacionados con la salud y, por ende, a su administración: topografías políticas, estadísticas de población
el bienestar de los individuos. El concepto de Policía, desarrollado y mortalidad, registros de nacimiento y causa de muerte de los in-
por pensadores alemanes desde el siglo XVI, encerraba los princi- dividuos que la forman, registros de mujeres en gestación, de hom-
pios básicos del cameralismo, proponiendo la administración de la bres capaces de empuñar armas, etc. De esta forma, el concepto de
población a través del control de los individuos desde su nacimiento policía y sus propuestas programáticas se fueron concretizando en
hasta su muerte. Así, por ejemplo, Georg Obrecht proponía en 1617 formas institucionales definidas durante el siglo XVIII.
un sistema completo de estadística de la población. También, pode- Aunque ya en 1685 se había creado en Prusia un Collegium Sani-
mos encontrar una interesante formulación del enfoque cameralista tatis encargado de la supervisión de la salud pública, solo a partir de
sobre la salud de la población en el escritor alemán Velt Ludwig von 1727 se comienza a desarrollar una teorización sólida a través de la
Seckendorff, quien estableció los deberes fundamentales del gobier- formación de cátedras específicas para la enseñanza del cameralis-
no para asegurar el bienestar y la prosperidad del Estado. Para Sec- mo, en las que se impartían los principios de la Policía y de la admi-
kendorff, dicha prosperidad se alcanzaría a través de la salud de la nistración en general. En el desarrollo de estas cátedras, destacó el
población. Para lograr este fin, un programa gubernamental debía pensamiento de Justus Christoph Dithmar, quien consideraba que
“(…) preocuparse por mantener y supervisar a la parteras, por el el bienestar y el poder del Estado dependían de una economía bien
cuidado de los huérfanos, la designación de médicos y cirujanos, la organizada y de un sistema policial y cameral. Para Dithmar, todo
protección contra las plagas y otras enfermedades contagiosas, el lo referente a la salud y al cuidado de la población debería estar a
uso excesivo de bebidas alcohólicas y de tabaco, la inspección de los cargo de un Collegium medicum et chirurgicum: autoridad administrativa
alimentos y del agua, las medidas para la limpieza y drenaje de las para la supervisión de la sanidad pública. Esta oficina debía super-
ciudades, el mantenimiento de hospitales y la provisión de ayuda a visar las capacitaciones de médicos y parteras, el aseo y la óptima
los pobres”35. conservación de los hospitales y farmacias, la disposición de me-
Según Rosen, el trabajo de Seckendorff, al estar orientado hacia la didas para la prevención de enfermedades contagiosas, entre otras
administración de los recursos humanos y materiales, habría conso- cosas36. De esta manera, la Policía se fue consolidando lentamente
lidado las bases de una rama de la administración pública conocida como una teoría y una práctica de la administración en los Estados
como ciencia de la Policía o Polizey-Wissenschaft. De esta forma, la po- Absolutistas.
licía en su especialización médica encontró en la Polizey-Wissenschaft Sumamente relevante para el desarrollo de esta disciplina fue la
los principios básicos para su posterior desarrollo. En este contexto, redacción de un manual titulado Elementos de policía escrito por el
autores como Becher proponen la creación de oficinas encargadas principal representante del cameralismo alemán del siglo XVIII,
de llevar a cabo dichos controles sobre la población. Un ejemplo del Johann Heinrich Gottlob von Justi. Además de un prolijo estudio
desarrollo y de la especialización administrativa lo encontramos en sobre el territorio del Estado en relación a su poblamiento (ciudad
la formación del Collegium Vitale, oficina enfocada específicamente

35 Íbid., pp. 144-145. 36 Íbid.

32 33
y campo) y a las características de sus habitantes (número, salud, difusa simplemente como vida: “La vida es el objeto de la policía: lo
mortalidad, emigración), el manual entregaba un detallado análisis indispensable, lo útil y lo superfluo. Es misión de la policía garanti-
sobre los bienes y efectos (mercancías, manufacturas y su circulación) y zar que la gente sobreviva, viva e incluso haga algo más que vivir”39.
la conducta de los individuos que habitan este territorio (su mora- En este sentido, la verdadera distinción se observa, según Foucault,
lidad, sus capacidades profesionales, su honradez y su respeto a la en la intención de Von Justi de elaborar una verdadera ciencia de la
ley)37. Aquí, Von Justi señalará que las dos tareas fundamentales para policía: “(…) un prisma a través del cual se puede observar el Es-
el desarrollo de un Estado son la Politik, función básicamente negati- tado, es decir, su territorio, riquezas, población, ciudades, etc. Von
va que consiste en luchar contra los enemigos internos y externos, y Justi asocia la ‘estadística’ (la descripción de los Estados) y el arte de
la Polizei, tarea positiva que apuntará a favorecer tanto a la vida de los gobernar. La Polizeiwissenschaft es a la vez un arte de gobernar y un
ciudadanos como a la potencia del Estado. En este sentido, lo que método para analizar la población que vive en un territorio”40.
resulta realmente significativo en Von Justi, según Foucault, radica De esta forma, la Polizeiwissenschaft se fue consolidando como una
en su insistencia sobre la idea de población: concepto que será defini- ciencia de la administración del poder estatal, cuyo objetivo esta-
do por él como el verdadero objeto de la Policía. Es decir, la Policía ba puesto en la regulación y manejo de las acciones que el Estado
realizará su actuación sobre un grupo de individuos que viven en ejecutaba sobre la población para asegurar su bienestar. Gracias a
un área determinada. En este sentido, la finalidad del gobierno será ésta, se hará posible pensar una estadística o aritmética política que
el desarrollo de los elementos constitutivos de la población para el funcionará como base para una teoría y para una práctica policial.
refuerzo de la potencia del Estado. Para Foucault, será esta base disciplinar la que conformará un “(…)
Lejos de los alcances que tuvo en Alemania el desarrollo de la ámbito político-médico sobre una población que se ve encuadrada
Polizeiwissenschaft, en Francia, el historiador Nicolás Delamare publi- por toda una serie de prescripciones que conciernen no sólo a la en-
có a comienzos del siglo XVIII una compilación de reglamentos de fermedad, sino también a las formas generales de la existencia y del
todo el reino que fijaba once asuntos que eran de absoluto cuidado comportamiento (alimentación y bebida, sexualidad y fecundidad,
de la Policía: 1) la religión, 2) la moralidad, 3) la salud, 4) los abaste- vestimenta, remodelación del hábitat)”41.
cimientos, 5) las carreteras, canales, puertos y edificios públicos, 6) Estos fueron los elementos que permitieron la constitución de
la seguridad pública, 7) las artes liberales –artes y ciencias–, 8) el co- una medicina que ocuparía un lugar esencial en la estructura admi-
mercio, 9) las fábricas, 10) la servidumbre y los labradores, y 11) los nistrativa del Estado y del ejercicio del poder. Desde la administra-
pobres38. Para Delamare, la Policía debía velar por la felicidad, por las ción se generaron los grandes estudios e investigaciones sobre la
relaciones sociales y, en última instancia, por lo que está vivo. Como salud de la población, en la que los médicos fueron, en este juego
señala Foucault, lo que en Von Justi era entendido como el objeto recíproco de ejercicio del poder, los verdaderos “programadores de
de la policía, es decir, la población –y todo el análisis estratégico que la
acompañaba–, en la óptica de Delamare es señalado de manera más
39 Íbid., p. 133.

37 FOUCAULT, M.: Tecnologías del Yo y otros textos afines. Paidós, Barcelona, 1990. 40 Íbid., p. 137.

38 Íbid. 41 FOUCAULT, M.: “La política de la salud en el siglo XVIII”, op. cit., p. 338.

34 35
una sociedad bien gobernada”42. Serían los médicos los grandes ex- 1.3 La medicina y la urbe en el siglo XIX: de la estatización
pertos encargados de corregir y observar la población para lograr médica a la medicalización de la fuerza de trabajo
mantener un cuerpo social saludable, “Y su función higienista, más
que sus prestigios de terapeuta, le aseguran esta posición política- Desde el siglo XVIII, lo que encontramos en el campo de la
mente privilegiada en el siglo XVIII, que en el XIX se hará econó- medicina es una expansión de su saber y de su acción hacia espacios
mica y social”43. que le habían sido, hasta esos momentos, totalmente desconocidos.
En este contexto, la medicina asume una importancia nunca an- Como señalamos en el apartado anterior, el mercantilismo europeo
tes vista en la historia de occidente, relevancia nacida del cruce entre y el cameralismo alemán posicionaron el saber médico en el cen-
una nueva analítica económica sobre la pobreza y una consolidada tro de las tecnologías administrativas generadas para la regulación
Policía. Las políticas de la salud se desplazan desde el “contexto de la población. La medicina, ahora, buscaba regular los grandes
específico de la asistencia caritativa hacia la forma más general de procesos biológicos de las poblaciones citadinas, produciéndose un
una policía médica, con sus coacciones y servicios”44. Como explica despegue, a decir de Foucault, de la actividad médica que operó des-
Foucault, el desarrollo teórico y práctico que se realizó desde fina- bloqueando epistemológicamente su saber y, por ende, su acción. La
les del siglo XVII y durante todo el siglo XVIII en torno a la idea medicina deja de ser clínica para comenzar a ser social. Comienza,
de Policía, deja en evidencia una racionalidad política enfocada en de esta forma, lo que podría denominarse un proceso de medicaliza-
la administración prolija de la población y de sus conductas: “El ción indefinida46, en el que el saber médico deja de estar determinado
gobierno de los hombres por lo hombres (…) supone cierta forma por las enfermedades (demanda del enfermo, síntomas, malestar,
de racionalidad, y no de violencia instrumental”45. Esta forma de etc.), para enfocarse en todo lo que garantice la salud del individuo: el
racionalidad, desarrollada en el siglo XVIII a partir de una nueva saneamiento del agua, las condiciones de habitabilidad o el régimen
concepción de la medicina como técnica de conducción de la pobla- urbano, la alimentación, entre otros.
ción en el espacio de la ciudad, recibió el nombre genérico de Policía. En este contexto, la limpieza o la salubridad se constituyen como
herramientas cruciales para el desarrollo de la medicalización de
la existencia. La higiene, entendida como la nueva política de salud
de las poblaciones, se enfocó en la desaparición de las epidemias,
en el descenso de la morbilidad y en la prolongación de la vida de
los individuos. Tales objetivos reclamaron una: “(…) intervención
médica autoritaria en determinados espacios considerados focos
privilegiados de las enfermedades (…) Se aíslan así en el sistema
urbano zonas que hay que medicalizar con urgencia, que deben
42 Ídem. constituirse en puntos de aplicación del ejercicio de un poder médi-
43 FOUCAULT, M.: “La política de la salud en el siglo XVIII”, op. cit., p. 338.
co intensificado”47.

44 Íbid., p. 332.
46 FOUCAULT, M.: “¿Crisis de la medicina o crisis de la antimedicina?”, op. cit.
45 FOUCAULT, M.: Tecnologías del Yo y otros textos afines, op. cit., p. 139.
47 FOUCAULT, M.: “La política de la salud en el siglo XVIII”, op. cit., p. 337.

36 37
Dichas intervenciones afectaron a la ciudad tanto en lo general de obligaciones (…) de orden físico (cuidados, contacto, higiene,
(la ubicación de los barrios, la aireación de la ciudad, la situación de limpieza, proximidad atenta), lactancia de los niños por sus madres;
cementerios y mataderos, la disposición de un sistema de alcanta- preocupación por un vestido sano, ejercicios físicos para asegurar
rillado, etc.), como en lo particular (hospitales, prisiones, escuelas, el buen desarrollo del organismo: cuerpo a cuerpo permanente y
habitaciones, etc.). Fue en el espacio de la ciudad en donde cobró coercitivo de los adultos con los niños”49.
real importancia la figura del médico como fiscalizador de la higiene La familia ya no sólo será el espacio para la descendencia, sino
pública. Poco a poco, la figura del médico se fue asentando en las
que se convierte en un medio de contención y cuidado permanente
distintas instancias del poder y, con él, la medicina comenzó a trans-
del niño, destinado a producir las condiciones óptimas que le per-
formarse en una técnica general de la salud indispensable para una
mitan alcanzar la madurez en la mejor situación posible. Los padres
maquinaria administrativa dedicada a la vigilancia, al control y a la
pasan a ser quienes organicen lo que servirá de matriz al indivi-
regulación de la población.
duo adulto. En este contexto, el hogar se transformó en un espacio
Esta nueva moral de la higiene estaba íntimamente ligada, como táctico para el desarrollo de una moral basada en la higiene, cuyos
ya hemos mencionado, a la aparición de la población como proble- objetivos fueron “el cuerpo sano, limpio, útil, el espacio purificado,
ma económico. A la medicina se le exigía que “(…) proporcionase diáfano, aireado, la distribución médicamente óptima de los indivi-
a la sociedad individuos fuertes, es decir, capaces de trabajar, de duos, de los espacios, de las camas, de los utensilios, el juego entre el
asegurar el mantenimiento de la fuerza de trabajo, su mejora y su que cuida y el que es cuidado”50. Como explica Foucault, la familia fue un
reproducción. Se recurría a la medicina como a un instrumento de agente constante de la medicalización y el blanco de una magna empresa
mantenimiento y renovación de la fuerza de trabajo para el funcio- de aculturación médica. En tanto que instancia medicalizadora, cumpli-
namiento de la sociedad moderna”48. rá el rol de bisagra entre unos objetivo generales que buscan la ad-
En este proceso de administración de la fuerza de trabajo, la me- ministración de la salud del cuerpo social y la necesidad que muestra
dicalización de la familia se transformó en la principal herramienta esta nueva sociedad de cuidar a los individuos que la componen. La
de una medicina social enfocada al aseguramiento de la producción. familia medicalizada-medicalizadora permitirá articular una “(…) ética
En este sentido, la familia y su prole se vieron sometidas a nuevas privada de la buena salud (…) sobre un control colectivo de la hi-
reglas y normas de conducta. Para la nosopolítica del siglo XVIII, giene y una técnica científica de cura, asegurada por la demanda de
la infancia implicó una administración parental de las condiciones los individuos y las familias, por un cuerpo profesional de médicos
físicas y económicas de los niños. Ya no sólo importó la relación cualificados avalados por el Estado”51.
entre natalidad y mortalidad, sino que también la infancia, entendida En esta dirección, se podrá apreciar durante el siglo XIX el desa-
como proceso biológico, cobró valor estratégico. Se entró, así, en
una etapa de codificación de la relación parental dentro de la fami-
lia. A la sumisión del hijo al padre, se sumarán: “Todo un conjunto 49 FOUCAULT, M.: “La política de la salud en el siglo XVIII”, op. cit., p. 333.

50 Íbid., p. 334.

48 FOUCAULT, M.: “¿Crisis de la medicina o crisis de la antimedicina?”, op. cit., p. 357. 51 Íbid., p. 336.

38 39
rrollo de una vasta literatura sobre la higiene, entendida como moral Sin embargo, la relación entre salud y productividad sólo se con-
del cuerpo, en la que se instituye la obligación de los individuos y de sideró realmente un problema político a partir de la segunda mitad
sus familias de conservar su salud. La higiene se instalará como cen- del siglo XIX, ya que el cuerpo humano, entendido como instru-
tro de todos los dictámenes morales sobre la salud. La limpieza pasa mento de trabajo, no fue una de las primeras preocupaciones del
a ser un requisito fundamental en el mantenimiento de la salud de la saber médico occidental. La socialización de la medicina en occi-
población y, por ende, en la conservación de la prole que asegurará dente respondió a necesidades políticas y económicas diversas que
el trabajo social y la producción. Al respecto, Foucault señala que el fueron dándole particulares matices a cada una de sus momentos.
cuerpo gestionado por una red de medicalización familiar “(…) se Para Foucault, este proceso de socialización se podría reconstruir en
vio doblemente introducido en el mercado: en primer lugar, a través tres etapas de formación, cada una con sus especificidades según el
del salario, cuando el hombre vendió su fuerza de trabajo; y más tar- país: la medicina de Estado, la medicina urbana y la medicina de la
de, por mediación de la salud. Por consiguiente, el cuerpo humano fuerza de trabajo.
entra de nuevo en un mercado económico desde el momento en que Una de las primeras formas de socialización de la medicina se
es susceptible de salud o de enfermedad, de bienestar o de malestar, puede ver en el surgimiento de lo que él denomina la medicina de
de alegría o de sufrimiento, en la medida en que es objeto de sensa- Estado55. Esta forma de socialización, desarrollada en Alemania ha-
ciones, deseos, etc.”52. cia finales del siglo XVIII, avanzó de la mano de la Staatswissenchaft,
De este modo, la relación de los individuos con sus cuerpos ciencia de Estado cuyo objeto de estudio eran los recursos y el fun-
quedó mediada por la higiene, y el Estado pasó a ser el garante de cionamiento estatal y cuya finalidad estaría orientada hacia la pro-
esta nueva moral. Para ello, el poder político se articuló como una ducción de un saber que garantizara su funcionamiento. Se origina
somatocracia, dirigiendo su intervención hacia el cuidado corporal53. en el marco de una preocupación por la mejora de la salud pública y
Hacia finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, la evolución del se concreta en una Policía Médica. La Policía Médica buscó, en primer
sistema capitalista en Europa logró socializar el cuerpo de los indivi- lugar, generar un sistema completo de observación de la morbilidad
duos en función de su fuerza de trabajo. Como señala Foucault: “El y de los diferentes fenómenos epidémicos o endémicos. Por otra
control de la sociedad sobre los individuos no se operó simplemente parte, era de su competencia la normalización de la práctica y del sa-
a través de la conciencia o de la ideología, sino que se ejerció en el ber médico a través de un sistema de control estatal de la enseñanza
cuerpo y con el cuerpo. Para la sociedad capitalista lo más impor- de la profesión y de la concesión de títulos. Además, esta instancia
tante era lo biopolítico, lo somático, lo corporal. El cuerpo es una creó una organización administrativa especializada para controlar
realidad biopolítica; la medicina es una estrategia biopolítica”54. la actividad de los médicos, reuniendo toda la información que es-
tos emitían sobre su labor. Por último, se encargó de la creación, a
comienzos del siglo XIX, de funcionarios médicos con autoridad y
52 FOUCAULT, M.: “¿Crisis de la medicina o crisis de la antimedicina?”, op. cit., p. 357. responsabilidad sobre una región y sobre un sector de la población.
53 Íbid.

54 FOUCAULT, M.: “Nacimiento de la medicina social”, op. cit., pp. 365-366. 55 Íbid.

40 41
Estos procesos, según Foucault, “dieron lugar a una serie de fenó- conjunto de estrategias que tenían por objetivo la localización de los
menos completamente nuevos que caracterizaron lo que se podría individuos, la división del espacio urbano para su vigilancia y con-
denominar como una medicina de Estado”56. Con esta serie de po- trol, la instalación de un sistema centralizado de información sobre
líticas se buscaba alcanzar, precisamente, el aumento de la produc- la ciudad y sus habitantes, la revisión exhaustiva de los vivos y de
ción y de la población activa con el fin de establecer intercambios los muertos y la desinfección de calles y casas. El perfeccionamiento
comerciales. Estas dinámicas de intercambio comercial permitían del esquema político-médico de la cuarentena durante la segunda
a los países lograr una gran afluencia monetaria que les aseguraba mitad del siglo XVIII supuso el surgimiento de la gran medicina
el mantenimiento tanto de los ejércitos como de la administración, urbana que se desarrolló en toda Francia. Los objetivos esenciales
con el fin de potenciar el poder del Estado en sus relaciones con los de este modelo estaban orientados, en primer lugar, al estudio de los
Estados vecinos57. espacios urbanos de acumulación de desechos que provocaban en-
fermedades y episodios epidémicos, como los cementerios y los ma-
En otro contexto, surge en Francia hacia finales del siglo XVIII,
taderos. Posteriormente, se buscó tener el control de la circulación
producto de la expansión de las estructuras urbanas y de sus con-
del agua y del aire, lo que llevó a abrir el espacio urbano por medio
secuencias, una medicina urbana y social, centrada en la distribución
de grandes avenidas. Finalmente, se organizaron las distribuciones
del espacio y en el control y administración de las condiciones de las
y seriaciones de los diferentes elementos necesarios para la vida co-
ciudades. Una serie de factores políticos, sociales y económicos, su-
mún en la ciudad, principalmente, la organización de las fuentes y
mados a la proliferación de las pestes, generaron en la clase dirigente
desagües para evitar la contaminación de las aguas potables59.
una inquietud político-sanitaria en relación a la ciudad, a sus habi-
tantes y aglomeraciones. El hecho de que la ciudad fuera un lugar de De esta manera, la medicina urbana posibilitó un proceso de me-
producción y de mercado, sumado a la proletarización de una parte dicalización de la ciudad que generó efectos concretos en el ámbito
importante de la población durante el siglo XIX, obligó a la unifica- del desarrollo del saber médico. Ya que este saber médico no se
ción del poder político citadino, diseminado hasta ese momento en- enfocaba en la auscultación del cuerpo, sino más bien en las con-
tre una serie de actores estatales y sociales, con el fin de organizar a diciones y elementos del medio de existencia, tuvo que indagar en
la población de un modo coherente y homogéneo. En este escenario la química y en la física para obtener análisis más rigurosos sobre el
de transformaciones y angustias, la burguesía reaccionó recurriendo aire, el agua u otros elementos vitales para la existencia. Para Fou-
a un modelo de intervención existente desde finales de la Edad Me- cault, “La introducción de la medicina en el funcionamiento general
dia en todos los países de Europa, un plan de urgencia que debía ser del discurso y del saber científico se produjo por medio de la sociali-
aplicado frente a la aparición en la ciudad de una epidemia grave: el zación de la medicina, por el establecimiento de una medicina colec-
modelo de la cuarentena58. Este sistema permitía poner en acción un tiva, social, urbana”60. De esta forma, se fueron generando tanto un
saber como una práctica que permitieron el diagnóstico y el control
de las cosas, del aire, del suelo, de las fermentaciones, del medio de
56 Íbid., p. 370.

57 Íbid. 59 FOUCAULT, M.: “Nacimiento de la medicina social”, op. cit.

58 Íbid. 60 Íbid., p. 378.

42 43
vida en general. Nace con la medicina urbana la noción de salubridad médicos”62. De este modo, esta legislación permitió la protección
y el concepto de higiene pública: “Salubridad e insalubridad designa- de los sectores ricos a través de la fiscalización y el control de la
ban el estado de las cosas y del medio en todo lo relativo a la salud: salud de los pobres. Se evitaba, de esta forma, el contagio de enfer-
la higiene pública era el control político-científico de este medio”61. medades por medio de la instalación de un “cordón sanitario auto-
Se podría señalar que una parte vital de la medicina científica desa- ritario en el interior de las ciudades entre ricos y pobres”63. Así, se
rrollada en el siglo XIX es la heredera natural de la medicina urbana intentaba asegurar el control de la salud y del cuerpo con el fin de
desarrollada en Francia durante el siglo XVIII. De esta manera, para re-convertir a esta parte marginada de la población y, de este modo,
Foucault, la medicalización de la sociedad operó, primeramente, a lograr re-integrarla como fuerza de trabajo apta para el desarrollo
través de la estatización de la medicina para luego intervenir la ciu- industrial y como fuerza política inocua y sin riesgo para los sectores
dad, siendo los pobres y su fuerza de trabajo el último campo de su dirigentes y ricos del país. Sin embargo, será en 1875 con la organi-
acción. zación y puesta en marcha de los sistemas de Health Service y Health
Desarrollada principalmente en Inglaterra durante el siglo XIX, Office, cuando la medicina social inglesa logra concretar un radio de
esta medicina de la fuerza de trabajo surge producto de la tendencia al intervención más amplia. Con el objetivo de conseguir el control
alza de las protestas y revueltas populares que comienzan a mos- médico de toda la población, estos sistemas tenían las funciones de
trar los sectores marginados de la población. Si bien es cierto que controlar la vacunación masiva, de organizar un registro de epide-
anteriormente ya se habían registrado sublevaciones populares en mias y de localizar y destruir los lugares insalubres.
el campo y en la ciudad, la pobreza, en la medida en que estaba in- Resulta evidente que el proceso de socialización de la medicina
tegrada en el medio urbano a través del desempeño de una serie de en Europa permitió que la medicalización operara como una efi-
tareas importantes para la ciudad (transporte del correo, retiro de las ciente tecnología estatal para la intervención de la ciudad y de sus
basuras domiciliarias, etc.), no fue considerada un peligro sanitario habitantes, permitiendo expandir el radio de acción del saber y de la
sino a partir del segundo tercio del siglo XIX. A las revueltas po- práctica médica a campos que le eran, hasta ese momento, totalmen-
pulares se añadirán, más tarde, la sustitución de las tareas ejercidas te ajenos. El fenómeno de medicalización indefinida que experimentó
por la plebe en la ciudad y la epidemia de cólera propagada por toda la sociedad en países como Francia, Alemania o Inglaterra, permitió
Europa en 1832. A este periodo corresponde la división del trazado el desarrollo de nuevas tecnologías de intervención y control social
urbano en sectores pobres y ricos. En Inglaterra, la llamada ley de que incidieron directamente en las transformaciones de las estructu-
los pobres provocó la socialización de la medicina, “en la medida en ras de sus gobiernos y economías. En la descripción de estos saberes
que las disposiciones de esa ley implicaban un control médico del y prácticas radica la importancia del ejercicio genealógico de Michel
indigente. A partir del momento en el que el pobre se beneficia del Foucault, ya que es ahí donde encontramos los elementos que di-
sistema de asistencia, queda obligado a someterse a varios controles bujan el paisaje del ejercicio del biopoder occidental. Por otra parte,

62 Íbid., p. 381.

63 Íbid., p. 382.
61 Íbid., p. 379.

44 45
la exploración histórica del proceso de socialización de la medicina Capítulo II
en Europa nos permite la descripción de los múltiples y complejos La ciencia al servicio de la salud de la patria: la formación
fenómenos involucrados en la formación en los procesos de medi-
calización de las sociedades americanas. Si bien no se puede plantear
del dispositivo médico en el Chile republicano
un isomorfismo entre los fenómenos de medicalización y socializa-
ción de la medicina de ambos continentes, no es menos cierto que
la influencia de los médicos europeos, particularmente en el caso
chileno, se hizo sentir con fuerza en el proceso de legitimación so-
cial de la medicina decimonónica y en la representación simbólica de
estos como “los salvadores de la humanidad doliente”. En este sen-
tido, las singularidades del “caso chileno” pueden ser perfectamente
leídas desde las prácticas concretas y desde los conocimientos cien-
tíficos que dispusieron de la población citadina para su regulación y “Lento y trabajoso había de ser necesariamente el paso de una época a otra
normalización socio-económica. época, del coloniaje a la revolución, porque la luz no se improvisa sino en los
espacios del cielo, en medio de los truenos. La luz del espíritu humano solo nace
del lento frotamiento de los cuerpos, como en el aparato peculiar en que los anti-
guos indígenas de Chile producían por la fricción de dos maderos el fuego de su
hogar y de sus guerras”64.
“Aquellos que son interesados en el progreso de las ciencias, y particular-
mente de la ciencia médica, no pueden menos que lamentar el actual estado de
degradacion en que se halla esta parte de la América del Sud; y que en una época
de adelantamiento general en medicina, y cuando en Inglaterra, Francia, Ale-
mania y Nort-América se encuentra cultivado este ramo con el mayor empeño,
y consagrado á su favor el talento, sabiduria é infatigable zelo es seguramente
sensible que en esta república se halle en el mayor descuido y abatimiento, y que
en lugar de algunos progresos, vuelva al grado de incertidumbre é imperfeccion
en que yacia en los siglos de obscuridad, cuando segun se nos refiere, fueron los
médicos mirados como encantadores ó echiceros” 65.

64 VICUÑA, B.: Los médicos de antaño en el Reino de Chile, Editorial Difusión S. A., Santiago
de Chile, 1947, p. 206.

65 BLEST, G.: “Sobre el actual estado de la medicina en Chile con la propuesta de un


plan para su mejora”, Imprenta de la Independencia, Santiago de Chile, 1826, en Re-
vista Médica de Chile, Santiago, 1983, Vol. 111, Nº 4, p. 351.

46 47
El desarrollo y la posterior instalación de la medicina científica cambios fundamentales en sus conceptualizaciones, en su práctica y
en la administración estatal chilena decimonónica fue el resultado en la forma como organizó sus actividades67.
de una serie de luchas de poder, demandas sectoriales, alianzas po- De este modo, la trasformación de los sistemas productivos, la
líticas, persecuciones culturales y legitimaciones profesionales, que mutación de la estructura jurídico-política y la formación de im-
abarcaron desde finales de la Colonia hasta el centenario de la inde- portantes asentamientos urbanos de masa trabajadora se articularon
pendencia de la República. con el surgimiento de una influyente elite médica profesionalizada,
Durante la época colonial confluyeron en un espacio común de- con la fundación y desarrollo de la universidad moderna y con la
dicado a la sanación prácticas tradicionales –mestizas e indígenas– estatización de la medicina, haciendo posible la instalación de una
con los nuevos conceptos y avances de la medicina occidental. Pos- base epistemológica e institucional que daría vida al dispositivo de la
teriormente, la Independencia y el inicio de la República marcaron medicina científica en Chile.
la ruptura, una discontinuidad que quedó plasmada en la mutación
del sistema asistencial basado en la caridad y en la instalación de 2.1. Nuevos médicos, nuevos conocimientos, nuevos obje-
nuevas estrategias destinadas a posicionar todo el andamiaje teórico tivos
y práctico de la medicina científica al interior del Estado y de la so-
ciedad. Lentamente, la formación del dispositivo médico moderno Durante la colonia chilena, médicos humanistas españoles, lati-
posicionaba a la “sanidad”66 como elemento sustancial de la admi- nos y universitarios, romancistas y prácticos formaban junto a san-
nistración estatal. gradores, barberos-cirujanos, parteras, hechiceros y machis,68 entre
En la mayor parte de América Latina, hacia finales del siglo XIX, otros69; parte de un espacio común orientado al cuidado del cuer-
debido a las transformaciones operadas en las estructuras políticas, po enfermo. En este contexto, convivían tensamente al interior de
jurídicas y económicas de las ex colonias, se registró una efectiva
cooptación de la medicina por parte del Estado. El desarrollo de un
mercado internacional de materias primas y alimentos, además del
surgimiento de un incipiente capitalismo industrial, obligaron a los
Estados de la región a centrarse en la ocupación de los grandes con-
tingentes de masas productivas. Este fue el contexto propicio para
el desarrollo una medicina científica preocupada por la protección
y potencialización de la fuerza de trabajo. Los cambios que se pro- 67 Ibíd., p. 15.
dujeron en el campo de las ciencias médicas como resultado de su
vinculación con el proceso de producción capitalista introdujeron 68 Los Machis eran los médicos-sacerdotes del pueblo indígena Mapuche que se pre-
ocupaban tanto de las enfermedades del cuerpo como las del alma. Un interesante
a la medicina dentro de un corpus científico general, provocando desarrollo del tema de los machis y de la medicina mapuche en: GUSINDE, M.: “Me-
dicina e higiene de los antiguos araucanos”, en Publicaciones del Museo de Etnología
y Antropología de Chile, Santiago, 1917, 4 v., tomo 1, n° 2, pp. 87-120

66 Entenderemos por Sanidad “el conjunto de servicios gubernativos ordenados para 69 Respecto a la diversidad de oficios relacionados con la medicina en la época colonial
preservar la salud de los habitantes” de un determinado territorio. MOLINA, C.: Insti- chilena, ver los capítulos I, II y III de: VICUÑA, B.: Los médicos de antaño en el Reino de
tucionalidad sanitaria chilena. 1889-1989, LOM Ediciones, Santiago de Chile, 2010, p. 14. Chile, op. cit., pp. 15-83.

48 49
un campo “asistencial”70 sustentado sobre una “institucionalidad en la era colonial y a principios de la vida republicana, a pesar de las
caritativa”,71 una gran diversidad de prácticas tradicionales, popula- luchas del protomedicato, principalmente en tiempos del Dr. Oliva,
res e indígenas representativas de la medicina de la época72. que batalló catorce años con implacable tenacidad sin que pudiese
Hacia el final de la época colonial y comienzo de la Independen- extirpar a los curanderos que, encubiertos con el nombre de patrio-
cia, surgen una serie de “voces expertas”73 que denuncian el abatido tas, merodeaban en medio de las turbas ignorantes”75.
estado de la medicina en Chile, producido por la plaga peligrosa y Dentro de este panorama fundacional, llega a Chile un grupo
funesta del charlatanismo74. Hacia finales del siglo XIX, el histo- de médicos extranjeros76 formados en Europa en la ciencia de la
riador y médico Pedro Ferrer señalaba: “Si en nuestros días es una Polizeiwissenschaft. Esta nueva elite médica77 se abocará a un objeti-
cizaña invasora (la charlatanería), se comprende cuál sería su empuje vo en particular: exigir a las autoridades la profesionalización de la
medicina en Chile. Esta lucha es, según la historiadora chilena Sol
Serrano, “un caso ejemplar para el estudio del intento modernizador
70 Algunos autores ubican a este sistema de salud dentro de una etapa caritativa –la cari-
dad como motor de toda acción de salud- que se habría dado en Chile entre los siglos del Estado en un ámbito sectorial y las tensiones que originó en los
XVI y principios del XIX. Esta etapa se caracterizaría por la gestión de la buena muerte. espacios tradicionales que buscaba transformar”78. Es así cómo la
El sistema hospitalario de esta época consistía en Lazaretos para morir, los que eran
gestionados en un primer momento por la caridad católica, para luego ser administrados administración y el control de las prácticas y el desarrollo del saber
por un ente laico, sin fines de lucro, llamado Junta de Beneficencia Pública. Este organismo médico se van haciendo presentes de manera muy temprana en la
estaba formado por personajes públicos de renombre que entregan bienes y recursos
para la atención de los enfermos. El ente regulador de las prácticas sanitarias era el vida de la nueva República; no solamente en los aparatos del nacien-
Protomedicato, fundado en 1566. Tenía autoridad sobre el ejercicio de la profesión
médica, sobre las epidemias y la salubridad, así como sobre la regulación de la práctica te Estado independiente, sino también en múltiples sectores que
de los que quieran curar de cirugía. En cuanto al sistema de financiamiento de la caridad, se propusieron la gestión del “problema médico”. Para el médico
estaba compuesto por “los diezmos, noveno y medio, provenientes del fisco como
subsidios, los intereses de capital, el arriendo de propiedades, la prestación de servicios Sergio Sánchez, “ya desde fines de la Guerra de Independencia, en
a esclavos y militares, las limosnas y los cultos de iglesia.”. En: JIMÉNEZ, J.: “Política el gobierno de O’Higgins se habían hecho intentos de organizar
y organizaciones de salud en Chile. Reflexiones Históricas”, [en Línea] Ars Médica,
Revista de Estudios Médico Humanísticos, Chile, Vol. 5, Nº 5, http://escuela.med.puc.cl/ un sistema de enseñanza médica eficaz”79. Personalidades como la
publ/arsmedica/ArsMedica5/PoliticaOrganizaciones.html [consulta: 27 de junio de
2010].

71 ILLANES, M.A.: En el nombre del Pueblo, del Estado y de la Ciencia. Historia social de la salud 75 FERRER, L.: Historia General de la Medicina en Chile, op. cit., p. 322.
pública en Chile, 1880-1973. Hacia una historia social del siglo XX, Colectivo de Atención
Primaria, Santiago, 1993, p. 13. 76 SERRANO, S.: Universidad y Nación. Chile en el siglo XIX, Editorial Universitaria, Santia-
go Chile, 1994, p. 179
72 “En su Historia de Santiago, dice Vicuña Mackenna que la práctica de la sangría era
tan común que hasta las monjas tenían su sangrador. Fue de fama el sangrador de las 77 Para el Dr. Sergio Sánchez, le elite médica extranjera fue el resultado de diversas alian-
mojas agustinas de Cayetano Camaño que era muy solicitado por el público”. Citado zas (vínculos familiares, matrimonios, nepotismo) con el poder político de la época.
en: FERRER, L.: Historia General de la Medicina en Chile, Tomo I, Imprenta TALCA, Ejemplos emblemáticos resultan los del médico inglés Nataniel Cox y su vinculación
Talca-Chile, 1904, p. 267. con el Primer Ministro Diego Portales; y el del médico irlandés Guillermo Blest y su
matrimonio con la cuñada del entonces presidente Blanco Encalada. Ver: SÁNCHEZ,
73 Según el historiador de la medicina chilena Pedro Ferrer, “La llegada de los primeros S.: “Médicos europeos, simbolismo y organicidad decimonónica de la Medicina Chile-
médicos ingleses y franceses, cultos, de expectante posición social y con acabados na”, en Cuadernos Medico Sociales, Santiago de Chile, 2006, Vol. 46, Nº 4, pp. 305-310.
estudios para su época, fué la iniciación del enaltecimiento científico y personal de sus
miembros (…) A medida que se esparcía la civilización se elevaba en el mundo el tono 78 SERRANO, S.: Universidad y Nación. Chile en el siglo XIX, op. cit., p. 178.
profesional”. En FERRER, L.: Historia General de la Medicina en Chile, op. cit., p. 322.
79 SÁNCHEZ, S.: “Médicos europeos, simbolismo y organicidad decimonónica de la
74 Ídem. Medicina Chilena”, op. cit., p. 306.

50 51
del doctor español Manuel Julián Grajales, quien además de fundar do simbólicamente: la República inspirada en la revolucionaria e ilu-
la Junta Nacional de Vacuna en Chile, intentó poner en marcha en minada Europa, eliminaba las biopolíticas colonialistas y arcaicas, se
1819, como profesor de Anatomía y Cirugía, su Plan de Estudios hacía necesario generar un mecanismo de contención social nuevo,
Médicos dirigido, por falta de alumnos voluntarios, a los “sanado- eficaz y civil, dándole un sentido nacional y casi religioso, encausan-
res populares” (sangradores, parteras, flebótomos, etc.)80, o el inglés do los ideales y creencias del pueblo en un ideal político deseable:
Nataniel Cox, nombrado por O’Higgins miembro del primer Tribu- la ciencia al servicio de la salud de la patria”. Esta construcción de
nal del Protomedicato Republicano, son ejemplos de la “preocupa- sentido que operó como un instrumento para lograr la hegemonía
ción de todos los caudillos de la Independencia y de las facciones social que necesitaba la nueva República, generó no sólo la emanci-
de la época (pipiolos, pelucones, etc.) por aumentar la calidad y la pación política, sino también “una independencia intelectual, nece-
educación médica”81. Para Sánchez, este interés común que habían saria para el progreso y desarrollo del país (lo que se relaciona con
manifestado tanto la oligarquía liberal como la conservadora se de- las ideas de la Ilustración que influyó a todos los fundadores de la
bió a la necesidad de “mantener sana a la mano de obra criolla, algo República)”83. Esto significó, en la práctica, el desarrollo de toda una
parecido a lo que buscaba la medicina europea de la época, tener a estructura física y simbólica destinada a la instalación de un nuevo
la muchedumbre sana para la incipiente industrialización en Europa, discurso sobre la salud y la medicina. En esta dirección, la legitima-
que llevó al nacimiento de políticas sanitarias poblacionales”82. Cier- ción del discurso médico científico generaría la persecución de los
tamente, existía la necesidad estratégica de sacar al país del atraso en saberes y de las prácticas tradicionales y populares, que ahora serían
el que estuvo sumergido durante toda la Colonia; de ahí la relevan- asociadas a la charlatanería usada, como señalaba hacia finales del
cia que tuvo para el proceso de profesionalización la llegada de un siglo XIX el médico O’Rian, “por gente ignorante y supersticiosa
“cuerpo médico experto”, preparado en el saber científico y en las como es la de nuestro pueblo”84.
prácticas modernas de administración que se impartían en Europa.
Esta era la manera idónea, según la oligarquía ilustrada, de formar
un conjunto de profesionales chilenos que se mostrasen capaces de 2.2. Estado y Universidad: una alianza estratégica para la
superar las carencias que mantenían al país en un estado de retraso legitimación de la ciencia médica
significativo en relación al saber médico y a las prácticas sanitarias
destinadas al cuidado y al fortalecimiento de la población. Según Como ya hemos revisado, la llegada al país de un grupo de médi-
Sánchez, el desarrollo de una nueva institucionalidad educativa y sa- cos extranjeros preparados, muchos de ellos en la ciencia de la me-
nitaria para la profesionalización del oficio se originó en la necesidad dicina y de la Policía, posibilitó el camino para una fusión simbólica
de “refundar las bases mismas del orden social que estaba emergien-

83 SÁNCHEZ, S.: “Médicos europeos, simbolismo y organicidad decimonónica de la


80 CRUZ-COKE, R: Historia de la medicina chilena, Editorial Andrés Bello, Santiago de Medicina Chilena”, op. cit., p. 309.
Chile, 1995, p. 315.
84 O’RIAN, P.: “La epidemia de viruela”, en Revista Médica de Chile, Santiago, 1872,
81 SÁNCHEZ, S.: “Médicos europeos, simbolismo y organicidad decimonónica de la Vol. I, Nº5, p. 200, Citado en: CABRERA, M.J.:“Obligar a morir o resignarse a vivir.
Medicina Chilena”, op. cit., p. 307. Viruela y vacuna: el debate sobre una enfermedad y su prevención a comienzos del
siglo XX en Chile”, en ZARATE, M.S. (compiladora): Por la salud del cuerpo, Ediciones
82 Ídem. Universidad Alberto Hurtado, Santiago de Chile, 2008, p. 66.

52 53
de medicina y prestigio social. Esta fusión permitió que el oficio se mamente el marco de la profesión, los límites de la competencia y
fuese desligando de lo “caritativo eclesiástico” para imbricarse, poco del monopolio”87.
a poco, “desde lo científico como paradigma de la modernidad, con Sin embargo, la profesionalización no solo fue el resultado de las
lo aristocrático, como símbolo del poder político”85. Este hecho fa- demandas de una elite médica extranjera, ni de la llegada y posterior
cilitó, en gran medida, el desarrollo de toda una institucionalidad legitimación de un discurso con carácter científico, ni de las lentas mu-
destinada a la enseñanza y a la legitimación social de la medicina taciones del sistema político y productivo de la Colonia; sino tam-
científica en Chile86. bién de una serie de largas y onerosas luchas por la administración
Ahora bien, para la historiadora Sol Serrano, este proceso de de la competencia médica.
profesionalización impulsado por la elite médica y el poder políti- En los inicios del período colonial la urgencia estaba en la conso-
co durante el siglo XIX fue “tanto en Europa como en el caso de lidación de un sistema administrativo que le permitiera a la Corona
Chile, un modelo del tránsito de un oficio tradicional empírico a garantizar el funcionamiento de las instituciones indianas y de las ac-
una profesión moderna basada en el conocimiento científico. Ello tividades sanitarias en el Nuevo Mundo. Para este fin son exportadas
permitió fundamentar el valor de su servicio con base en la confian- desde España hacia América instituciones como el Cabildo, homólo-
za del público, extender el mercado de esos servicios y establecer go de los Consejos del Reino de Castilla, que asume las primeras me-
mecanismos legales para la exclusividad del ejercicio”. En el caso didas sanitarias tomando a su cargo “la salubridad urbana, el control
particular de Chile, el proceso de profesionalización surge con la de los alimentos y bebidas, el aprovisionamiento de agua potable, las
finalidad de cambiar el escepticismo social que acompañaba al oficio medidas preventivas y curativas en épocas de epidemias, el control
médico para permitir la incorporación de estudiantes interesados en de los hospitales y del ejercicio de las profesiones médicas, la desig-
formar parte de un espacio disciplinar legitimado y regulado. Dichos nación de administradores y demás personal de los nosocomios”88.
objetivos propiciaron la formación de una nueva institucionalidad Posteriormente, las atribuciones de los Cabildos comenzaron a di-
médica orientada a la instalación del conocimiento científico proce- siparse ante la necesidad de una mayor reglamentación de todos los
dente de Europa; conocimiento que sería fuertemente custodiado aspectos de la vida de la colonia y de la necesidad de un control más
por “médicos profesionales” que se encargarían de “definir autóno- prolijo de la práctica médica. Debido a lo anterior, la Corona se vio
forzada a promulgar una serie de ordenanzas, reales cédulas y leyes
85 SÁNCHEZ, S.: “Médicos europeos, simbolismo y organicidad decimonónica de la que impulsaron la implantación y desarrollo de diversas institucio-
Medicina Chilena”, op. cit., p. 308.
nes médicas que intentaron ejercer, sin mucho éxito, un férreo con-
86 En relación a la influencia de los médicos extranjeros en la instalación de esta nueva trol de las prácticas destinadas a curar las enfermedades. Durante la
institucionalidad médica, Serrano señala que “Hacia fines del siglo XVII, y princi-
palmente a partir de la Independencia, empezaron a llegar médicos extranjeros con Colonia y la República, fue El Protomedicato el que “desempeñó un
estudios formales y preparación clínica que colaboraron con los nuevos gobiernos papel importante en los reinos de España, como elemento docente,
en las medidas tomadas para mejorar las condiciones sanitarias del país. En 1822 se
formó una Junta de Sanidad compuesta por varios connotados criollos que incluía a
dos médicos extranjeros: el inglés Nataniel Cox, con estudios en el Colegio Real de
Cirujanos de Londres, y el español Manuel José Grajales, llegado a Chile en 1808 como
miembro de la expedición enviada por la Corona para propagar la vacuna en América. 87 Ibíd., p. 178.
A ellos se sumaba la presencia del irlandés Guillermo Blest que había estudiado en las
universidades de Edimburgo y Dublín”. En SERRANO, S.: Universidad y Nación. Chile 88 LAVAL, E., GARCÍA, R.: “Síntesis del desarrollo histórico de la salubridad en Chile”
en el siglo XIX, op. cit., p. 179. en Revista del Servicio Nacional de Salud, Santiago de Chile, 1956, Nº 1, p. 23.

54 55
ejecutivo, policial y todo lo concerniente a la medicina”89. Las leyes el fin de elevar y uniformar sus conocimientos92. Sin embargo, en
otorgadas por los Reyes Católicos e incorporadas a la Novísima las colonias esto no pasó de ser, por lo general, una simple decla-
Recopilación de Leyes de los Reinos de las Indias fijaban, en la ración de voluntad monárquica.
Ley I, Título X, las jurisdicciones y facultades fiscalizadoras de este Con la fundación de la Universidad de San Felipe se creó la
organismo: “Mandamos que los Protomédicos (…) que de nos primera Cátedra de Prima de Medicina. Esto provocó que el Pro-
tuvieren poder, lo sean en todos nuestros Reynos y Señoríos, que tomedicato pasara del Cabildo a la universidad y su presidencia
agora son o fueren de aquí adelante, para examinar los Físicos y se delegara en la figura del profesor de dicha cátedra93. Aunque
Cirujanos, y ensalmadores y Boticarios, y especieros y herbolarios, la experiencia de la enseñanza médica en la universidad no diera
y otras que en todo o en parte usaren en estos oficios a ellos y a los frutos esperados94, la imbricación entre el Protomedicato y la
cada uno de ellos anexo y conexo, ansi hombres como mujeres, de academia generaría, según Serrano, un punto de inflexión en el de-
cualquier ley, estado, preeminencia y dignidad que sean; para que sarrollo del saber médico en Chile, ya que introdujo “el concepto
si los hallaren idóneos y pertenecientes, les den carta de examen de que la licencia para el ejercicio debía estar ligada a un aprendi-
y aprobación, y licencia para que usen de los dichos oficios, o de zaje formal que lo justificara”95. Así, por ejemplo, por medio de un
alguno dellos, los manden y defiendan que no usen dellos”90. Lue- decreto del 10 de enero de 1821, se instaba a todos los practicantes
go, en 1535, se extendió la prohibición que ya existía en Castilla a de la salud que ejercieran en Santiago a presentarse ante el tribu-
todos los dominios americanos para el libre ejercicio de la medi- nal para exhibir sus títulos y acreditaciones de médico, “cirujanos
cina en Indias, a través de la Ley V, Libro V, Título VI, que seña- latinos y romancistas, farmacéuticos y flebótomos”96. Posterior-
laba: “Los prohibidos de ser médicos, cirujanos y boticarios, por mente, el gobierno publicó nuevamente un decreto el 18 de junio
las leyes pragmáticas de estos Reynos de Castilla tengan la misma de 1923, a instancias del doctor Cox, con el fin de conminar a los
prohibición en las Indias, y ninguno se intitule Doctor, Maestro o
Bachiller sin ser examinado y graduado en Universidad aprobada y
el que contraviniere incurra en las penas establecidas por derecho, 92 CRUZ-COKE, R: Historia de la medicina chilena, op. cit., p. 307.
que harán ejecutar las Instituciones Reales, haciendo, que exhiban 93 Ibíd., p. 308.
los títulos, para que conste la verdad”91. En esta dirección, la Coro-
94 La Universidad de San Felipe, fundada en 1738, fue la primera universidad laica del
na buscó instalar, a través de esta institución médico-policial, una Rey. Instalada en 1747, comenzó sus funciones en 1756. Según Cruz-Coke, el bajo
medicina colonial para la vigilancia y el control del ejercicio, con número de alumnos producto del escaso interés en el saber médico (la profesión de
médico era considerada degradante e indigna de la orden de la caballería), provocó a la
larga el fracaso de la enseñanza médica. Al respecto señala: “Pese a los esfuerzos de las
autoridades de la Universidad de San Felipe por tratar de modernizar y mejorar la en-
señanza médica, la decadencia se acentuó en la primera década del siglo XIX, después
que en 1800 se graduara el último médico latino chileno (…) De este modo, en 1810,
al llegar la Independencia, la Universidad de San Felipe había graduado sólo a siete
89 FERRER, L.: Historia General de la Medicina en Chile, op. cit., p. 187. médicos (cuatro doctores y tres bachilleres en medicina), de un total de 38 alumnos
matriculados a lo largo de 50 años (1758-1810)”. En: CRUZ-COKE, R: Historia de la
90 LAVAL, E., GARCÍA, R.: Noticias sobre los médicos en Chile en los siglos XVI, XVII y medicina chilena, op. cit., pp. 221-222.
XVIII, Universidad de Chile, Centro de Investigación de Historia de la Medicina,
Santiago, 1958, p. 12. 95 SERRANO, S: Universidad y Nación. Chile en el siglo XIX, op. cit., p. 179.

91 Ibíd., p. 13. 96 CRUZ-COKE, R: Historia de la medicina chilena, op. cit., p. 309.

56 57
extranjeros que ejercían la profesión a presentarse a un examen para designadas por el gobierno de turno y la institución estaría sometida
poder ejercer en el país97. al control del Ministerio del Interior.
Sin embargo, el Protomedicato, al ser parte de la estrategia de un Ahora bien, según Serrano, la trascendencia de este cambio radi-
dispositivo en formación, estuvo sometido a una rearticulación cons- caría en la elección de los individuos que dirigirían el Protomedica-
tante de su finalidad y a una reutilización de los efectos negativos to, considerados verdaderas autoridades médicas con un gran poder
que escapaban a su estrategia inicial98. Es así como, en medio de un social: “Como presidente fue nombrado Guillermo Blest y como
constante proceso de mutación y definición, fue reemplazado por la vocal el profesor de cirugía, Nataniel Cox, es decir, las dos personas
Sociedad Médica en 1826, academia científica que debía desempeñar que representaban el más alto nivel de formación profesional en su
las mismas funciones de su predecesor. Posteriormente, el primer momento. Esta designación era una señal inequívoca de las autori-
ministro Diego Portales decide en 1830 suprimir la Sociedad Médica dades de su intención de fundar la policía médica y, eventualmente,
debido a su escaso aporte en materia de regulación y fiscalización, los estudios profesionales, sobre la base de una preparación científica
restableciendo definitivamente el Protomedicato99 de acuerdo a la acreditada”101. Este hecho habría permitido posicionar a la figura del
antigua legislación colonial de la Novísima Recopilación. Este acto le médico como una nueva autoridad. Y en esto radica su relevancia,
dio a la institución el carácter fiscalizador y de vigilancia que ansiaba ya que se desplaza a esta figura desde los espacios tradicionales de la
Portales, la rearticulación necesaria para profundizar el control de enfermedad y del cuidado del paciente, hacia los de la administración
la práctica y de la producción del saber médico. Según Sánchez, el de la salud y de las decisiones políticas.
Protomedicato, en esta nueva etapa, “tenía como objetivo el ser un No obstante, este desplazamiento no sería determinante para el
dispositivo social de control del ejercicio, estando principalmente re- desarrollo de una medicina científica mientras no existiesen estudios
lacionado con la idea portaliana del Estado chileno, una perspectiva formales, a través de los cuales el Estado pudiese incidir en los fac-
muy paternalista de control absoluto de la figura del Presidente, que tores que obstaculizaban la formación de una “medicina moderna”.
como veremos, durante esta época controlaba los nombramientos En los inicios de la República la realidad era otra. Hasta ese entonces,
de las autoridades universitarias”100. Esta vez, sus autoridades serían los pocos intentos de profesionalización no lograban avanzar con la
rapidez necesaria y se acercaban peligrosamente al fracaso102. En este

97 Ídem. 101 SERRANO, S: Universidad y Nación. Chile en el siglo XIX, op. cit., p. 180.
98 Resulta interesante observar la importancia de los conceptos foucaultianos de sobrede- 102 Serrano señala que “El primer paso para fundar una medicina moderna en el país era
terminación funcional y relleno estratégico para comprender la mutación del Protomedicato formar sus estudios a través de los cuales el Estado podía definir un curso de acción
durante el siglo XIX en Chile. En este sentido, las mutaciones de esta institución que lentamente iría incidiendo sobre los demás obstáculos. En 1833 confluyó la vo-
responderían a un movimiento anónimo, cuya dirección estaría determinada por la luntad progresista del gobierno con la disposición de algunos médicos extranjeros
confrontación de fuerzas por el monopolio del saber y de la práctica médica. El Pro- residentes para formar el primer curso que contribuiría a desvanecer esa preocupación
tomedicato, al estar situado en un campo estratégico (Dispositivo) sufrirá la rearticula- vulgar que había llevado al descrédito de la profesión en el país”; sin embargo, “El cur-
ción constante de sus funciones, objetivos y formas. Ver: FOUCAULT, M.: “El juego so avanzaba lentamente. De los diez alumnos que ingresaron el 1833, se recibieron los
de Michel Foucault”, Saber y Verdad, Ediciones de La Piqueta, Madrid, 1979. primeros cuatro en 1841. Nueve años demoró formar a los primeros cuatro médicos
chilenos. La docencia fue inestable porque los médicos extranjeros la desatendían a
99 CRUZ-COKE, R: Historia de la medicina chilena, op. cit., p. 310. favor del ejercicio privado. La necesidad de formar médicos chilenos que se perfec-
cionaran en el exterior para hacerse cargo de la docencia fue tempranamente sugerido
100 SÁNCHEZ, S.: “Médicos europeos, simbolismo y organicidad decimonónica de la como una solución”. En SERRANO, S: Universidad y Nación. Chile en el siglo XIX, op.
Medicina Chilena”, op. cit., p. 307. cit., p. 181.

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escenario, el Dr. Guillermo Blest denunciaba en 1826, como uno de de estudio y de fomento, donde reciban el lustre y la popularidad
los factores que obstaculizaban la instalación de una medicina mo- que les corresponde y donde deban hacerse para la generalidad más
derna en Chile, la falta de “educación liberal en los individuos que útiles y benéficas que lo que han sido hasta el presente. La facultad
son admitidos como miembros de la profesión de medicina”, y por de estas ciencias, creada en la Universidad, debe llenar semejantes
supuesto la “falta de un sistema arreglado de educación médica”103. objetos, estudiar especialmente las enfermedades del país y trabajos en
Este era el origen del desprestigio que vivía la medicina, considerada este ramo, así como en los de higiene pública y privada, tan descuidadas
por la sociedad republicana como “un mero arte y a sus profesores entre nosotros”106. De este modo, las líneas de acción mencionadas
como miembros inferiores de la sociedad”. Dicha mirada demos- por Bello marchaban al unísono con la ley que otorgó el nacimiento
traba, según él, “nuestra propia ignorancia” y colocaba a “nuestras a la Universidad, norma que fijó también los objetivos de la Facultad
opiniones en oposición con las ideas del mundo entero”, ya que “la de Medicina y las directrices básicas de la formación profesional.
literatura siempre ha reconocido la medicina como una hija de la Destacaban, especialmente, el estudio “de las enfermedades endé-
ciencia y le ha acordado un lugar en todos sus seminarios digno de micas de Chile y de las epidémicas que afligen más frecuentemente
su grandeza y utilidad”104. a la población de las ciudades y campos del territorio chileno, dando a co-
Esta situación comenzó a ser subsanada, primeramente, con la nocer los mejores medios preservativos y curativos, dirigiendo sus
creación en 1833 de las Escuelas Matrices de la Salud105 durante observaciones a la mejora de la higiene pública y doméstica”107. Además,
el gobierno del Presidente Prieto; y definitivamente con la funda- la facultad tenía los deberes específicos de “formar una estadística
ción de la Universidad de Chile en 1842, ya que con su nacimiento médica y tablas de mortalidad”108. Con la creación de este marco
emergía un espacio institucional y académico para el desarrollo de legal se buscaba generar un sistema completo de observación de la
la profesionalización. Andrés Bello, primer Rector de la Universi- morbilidad y de los diferentes fenómenos epidémicos o endémicos
dad, señalaba: “Las ciencias médicas, que felizmente empiezan a y, a la vez, se lograba la normalización de la práctica y del saber mé-
cultivarse por nuestros ciudadanos, necesitan de un centro común dico a través de un sistema de control estatal de la enseñanza de la
profesión y de la concesión de títulos. De esta forma, se empezaban
a concretizar los objetivos de una medicina moderna y científica,
103 BLEST, G.: “Sobre el actual estado de la medicina en Chile con la propuesta de un enfocada en el cuidado de la población y en la administración de sus
plan para su mejora”, op. cit., p. 352.
ciclos naturales. Se establecía, así, la base epistemológica para una
104 Ídem. medicalización indefinida. La sociedad en su conjunto empezaría a
ser materia médica.
105 Con la creación de la Escuela de Medicina del Instituto Nacional y la inauguración
del primer programa republicano y liberal de medicina, se comienza a preparar a los
primeros médicos formados en las concepciones más recientes de la medicina europea
romántica y en la variabilidad étnica que las enfermedades podían llegar a presen-
tar en Chile. Como señala Cruz-Coke, “en este primer curso de medicina chilena, al 106 BELLO, A.: “Establecimiento de la Universidad de Chile”, en Obras Completas, Vol. 8,
menos en la parte teórica, había una completa transferencia cultural desde Europa a pp. 28-29. Citado en: SERRANO, S: Universidad y Nación. Chile en el siglo XIX, op. cit.,
Chile bajo la apertura que habían introducido Blest y Sazié”. Posteriormente, con la pp. 181-182. Las cursivas son nuestras.
graduación de los primeros médicos republicanos chilenos, la autoridad solicitó la
normalización de los estudios médicos debido al aumento del número de interesados. 107 LAVAL, E., GARCÍA, R.: “Síntesis del desarrollo histórico de la salubridad en Chile”,
“Todas estas nuevas normas iban a perfeccionarse en los años venideros bajo el alero op. cit., p. 24. Las cursivas son nuestras.
de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile”. CRUZ-COKE, R: Historia de
la medicina chilena, op. cit., pp. 317-321. 108 CRUZ-COKE, R: Historia de la medicina chilena, op. cit., p. 377.

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Los efectos inmediatos de la fundación de la Universidad de Chi- mente, la figura del médico como administrador de salud112.
le nuevamente tocaron al Protomedicato y ayudaron a superar el Por otra parte, la imbricación estratégica entre el Estado y la
descrédito del oficio, ya que volvía a imbricar el control de la prác- Universidad permitió a la figura del Protomédico implementar
tica médica a la formación académica científica, al nombrar presi- una política de demarcación y elevación de las exigencias reque-
dente del Protomedicato al decano de la Facultad de Medicina. Así, ridas para el ingreso a la carrera: “El grado de licenciado era, a su
la formación científica permitió a los médicos “crear una imagen vez, requisito para obtener el título profesional que lo otorgaba el
corporativa de ser los salvadores de la humanidad doliente, como solía Protomedicato luego de otro examen teórico y práctico”. De esta
decirse en la época, por ser los portadores de un conocimiento es- manera, como señala Serrano, “los estudios médicos pasaron a la
pecializado que solo ellos podían administrar”109. A su vez, este acto categoría de estudios científicos pues exigían los grados académi-
buscaba perfilar profesionalmente al oficio e investir de “autoridad cos de los estudios liberales y de la especialidad”113.
científica” a la entidad encargada de la policía médica110. A través del Así, con la fundación de la Universidad y con la instalación de
fortalecimiento de la policía médica, el Estado pudo ir organizando nuevas exigencias en la formación, se lograba –al igual como se
una administración especializada en el control de la actividad sani- intentó en su momento con la fundación de la primera Cátedra
taria, reuniendo toda la información que los médicos emitían acerca Prima de Medicina en la Universidad de San Felipe114–, enaltecer
de sus actividades y sus acciones sobre la población111. Es en este la profesión y posicionar las bases para una legitimación del nuevo
proceso de estatización de la medicina en el que surge, definitiva- discurso científico. Esta alianza fue consolidando el camino para
una mayor implicación del Estado en materia de administración
médica, posibilitando de esta forma su intervención en la confi-
guración de un mercado profesionalizado para ofertar los servicios

112 Un ejemplo de la influencia que iba adquiriendo la voz experta de los médicos en el
ámbito de las decisiones políticas lo encontramos a partir de la década de 1870 cuando
los médicos comenzaron a ocupar cargos estratégicos a nivel público: diputados, sena-
109 SERRANO, S: Universidad y Nación. Chile en el siglo XIX, op. cit., p. 186. Las cursivas son dores, ministros, rectores o secretarios de la Universidad de Chile. Otro ejemplo con-
nuestras. creto de la imbricación entre la ciencia médica y la administración política, lo podemos
hallar en la gestión del gobierno del presidente Balmaceda, quien patrocinó en 1888
110 Ibíd., p. 187. el Primer Congreso Médico; en 1889 fundó el nuevo edificio de la Escuela de Medicina, y
estableció el 19 de enero de 1889 el llamado Consejo Superior de Higiene, tal como se lo
111 En un polémico decreto fijado el 11 de octubre de 1871, el Intendente de la ciudad recomendaban los médicos del país. CRUZ-COKE, R: Historia de la medicina chilena, op.
de Valparaíso reiteraba las obligaciones de los médicos de “asistir a los enfermos cit., pp. 411-415.
siempre que éstos lo solicitasen, de concurrir a los turnos fijados por las autoridades
bajo pena de una multa de 50 pesos, y otras medidas como reunirse en conferencias 113 SERRANO, S: Universidad y Nación. Chile en el siglo XIX, op. cit., p. 182.
para tratar los problemas de salud de la ciudad, responder los informes que pidiera la
autoridad y dar aviso público cuando se dejara de ejercer la profesión”. Esto demues- 114 Como señala Cruz-Coke: “Con el diploma de bachiller en artes se podía optar al grado
tra la intención de la autoridad de controlar y administrar el ejercicio de la profesión; de bachiller en Medicina, después de efectuar otros cuatro años de estudios teóricos
además de instalar a la ciencia médica dentro de la estructura administrativa del Es- en la cátedra de Prima Medicina. Con este segundo grado, se podían efectuar otros
tado. Sin embargo, ante esta ordenanza, el cuerpo médico reaccionó rechazando la dos años de práctica hospitalaria con un médico latino, que les permitía dar los dos
ley que consideraba injusta y no ajustada a derecho. Para la historiadora Serrano, este exámenes finales para tener primero el título de Licenciado y después el de Doctor
era un conflicto “entre el espíritu corporativo del antiguo régimen y el liberalismo de de Medicina. Por tanto, en la práctica, la carrera de Medicina en el siglo XVIII duraba
la legislación republicana”. Ver en: SERRANO, S: Universidad y Nación. Chile en el siglo seis años, a partir del bachillerato de la educación secundaria o media”. En: CRUZ-
XIX, op. cit., p. 202. COKE, R: Historia de la medicina chilena, op. cit., p. 216.

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médicos; mercado que dependería de una estricta “regulación del después de emular á la juventud por todos los medios oficiales y
ejercicio, pues los médicos competían y fuertemente con aquellos particulares de su elevada posición, inculcó a su hijo Francisco Javier
que tradicionalmente había ofrecido ese servicio y que iban desde el cariño por dicha ciencia(…) Este sólo hecho bastó para aniquilar
los prácticos, los médicos extranjeros no autorizados, hasta los yer- las timideces y mezquinas preocupaciones sociales”117. En 1855, el
bateros, curanderos, meicas, etc.”115. delegado universitario Ignacio Domeyko señalaba que los primeros
La profesionalización que se había logrado poner en marcha gra- chilenos dedicados a esta ciencia ocupan “un lugar mui honroso
cias a las demandas de las “voces expertas” y a la instalación de i gozan de buena fama al lado de los mas hábiles facultativos ve-
la institucionalidad académica posicionó adecuadamente el oficio y nidos de la universidades estranjeras; i a pesar de hallarse muchas
legitimó a las nuevas autoridades médicas que lo ejercían. Sin em- poblaciones de la República sin médicos i varios de sus distritos en
bargo, el prestigio conseguido por el oficio no solo se lograba a manos de curanderos”118. Solo algunos años después de que Do-
través de las demandas de la elite médica, o del desarrollo de una meyko resaltara la relevancia social que estaba alcanzando el oficio,
institucionalidad para la formación y producción del saber médico, el médico Miguel J. Semir119, en 1860, comentaba frente al Consejo
sino también gracias a la influencia que tuvo la oligarquía política Universitario sobre la buena salud que gozaba la medicina en Chile a
en la formación de los futuros médicos. En esta dirección, algunos propósito del trabajo de legitimación que se había realizado durante
historiadores señalan como un punto inflexión en la formación del los últimos años: “Esta especie de redención levantó de su eterna
dispositivo médico el ingreso a la carrera de medicina de los hijos de muerte a la Medicina i la colocó en el floreciente pié en que ahora
la oligarquía. Ejemplo de ello son los hijos del Ministro del Interior la vemos. Desde entonces las intelijencias chilenas encontraron un
Joaquín Tocornal y del general Mackenna116. Esto tendría especial vasto campo donde dar desarrollo al jénio, i la humanidad doliente,
sentido en el caso chileno, ya que la segmentación social de la época emancipada del pupilaje de la ignorancia, pudo contar con mas se-
colocaba en manos de una pequeña oligarquía liberal las decisiones guros elementos de existencia”120. Por otra parte, la prensa nacional
políticas, económicas y sociales. Para Ferrer, “La activa propaganda destacaba la consideración que ganaba la profesión ante la opinión
en pro de la medicina, había preparado algo el terreno para iniciar su pública. Ejemplo de lo anterior, como nos muestra el historiador
implantación. El surco definitivo abierto para tan fecunda simien- Juan Eduardo Vargas, fue el periódico El Ferrocarril que destacaba
te, se debe al esfuerzo vigoroso del ministro Joaquín Tocornal que en 1869 que “la Medicina era la más difícil y honrosa de las profe-

115 SERRANO, S: Universidad y Nación. Chile en el siglo XIX, op. cit., p. 187.
117 FERRER, L.: Historia General de la Medicina en Chile, op. cit., p. 332.
116 En 1833, al crearse en el gobierno del Presidente Prieto las Escuelas Matrices de la Sa-
lud (Farmacia, Medicina y Obstetricia), ingresaron como alumnos del primer progra- 118 DOMEYKO, I.: “Discurso pronunciado por el Delegado Universitario”, en Anales de
ma de la nueva Escuela de Medicina Francisco Javier Tocornal y Juan Mackenna Vicu- la Universidad de Chile, Santiago de Chile, Septiembre de 1855, Nº 12, pp. 140-145.
ña. En: CRUZ-COKE, R: Historia de la medicina chilena, op. cit., pp. 317-320. Al respecto,
el médico y profesor Miguel Semir señalaba en 1860 que el aumento de alumnos en la 119 Miguel Semir (1832-1882) se graduó como médico en 1850. Años más tarde, escribió
carrera de medicina de la Universidad de Chile se debía, en parte, al gesto que antaño su discurso de ingreso como profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad de
realizaron el “ilustre Ministro Tocornal i a las familia de los señores Vicuñas (…) pues Chile, titulado “Historia de la enseñanza médica en Chile”. Este es considerado por
de ambas familias entró un jóven a seguir la carrera médica al tiempo de la instalación Cruz-Coke como el “primer trabajo de historia médica escrito por un chileno”. En:
de sus clases”. En: SEMIR, M.: “Apuntes para la historia de la enseñanza médica en CRUZ-COKE, R: Historia de la medicina chilena, op. cit., p. 363.
Chile”, en Anales de la Universidad de Chile, Santiago de Chile, Agosto de 1860, Nº 8,
Tomo XVII, pp. 737-756. 120 SEMIR, M.: “Apuntes para la historia de la enseñanza médica en Chile”, op. cit., p. 749.

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siones, pues es la que deja siempre la satisfacción de ser más útil a medicina científica en Chile y con esto se allanaba el camino para
sus semejantes...”. Años más tarde, en 1886, el periódico nacional El una futura “medicalización indefinida” de la sociedad chilena123.
Mercurio escribía, citando a Goethe, que “en el estudio de la Medi- El siglo XIX se instala así como un período en el que la legitima-
cina se adquiere... algo más que un cúmulo de conocimientos positi- ción de la medicina científica y la profundización de las estrategias
vos; se adquiere en esa constante contemplación de la vida material, de socialización de ésta comienzan a provocar mutaciones en las
una poderosa aspiración hacia la grandeza moral... el sentimiento de representaciones que los individuos tenían de la salud y de la me-
abnegación, de coraje y de fuerza moral... domina... fácilmente en el dicina. Para Carlos Molina, “la percepción social de la salud parece
espíritu del médico...”121. haber evolucionado en esa época, desde una vinculación conceptual
De este modo, gracias a la imbricación del Estado, de la institu- primaria con las enfermedades y la muerte, hacia una mayor vincu-
cionalidad académica y de la oligarquía política, se formó un cuerpo lación con las posibilidades de realización personal y colectiva de las
poblaciones”124. Y en esto, el desarrollo de una elite médica formada
médico docente y profesional encargado, ahora, de la legitimación
en los conocimientos de la medicina científica exportada del modelo
del saber científico; se creó una infraestructura administrativa para
mercantilista europeo provocó “una progresiva repercusión en la
la formación y el control; y se reguló la práctica médica, contri-
demanda social por una salud basada en la ciencia que reemplazara
buyendo así a la formación de un mercado profesionalizado122. El
la tradicional”125.
estado de salud de los individuos, la enfermedad y sus costos, en
tanto problema político y económico, comenzó a transformarse en
un objetivo general de intervención transversal, en la que participa-
ron no solo el Estado en una acción unidireccional, sino también
la academia, los médicos, las sociedades científicas, las sociedades
filantrópicas, etc., espacios destinados a la organización de un saber
global y cuantificable de los fenómenos mórbidos de la nación y al 123 Podríamos pensar que desde los inicios de la Colonia en el Nuevo Mundo existió un
estancamiento en el desarrollo científico y terapéutico de la medicina, ya que la acción
control y vigilancia de los sectores considerados un peligro colectivo médica era esencialmente clínica y se centraba puntualmente en la demanda de los
enfermos y de sus enfermedades. Para Foucault, es en el siglo XVIII cuando se pro-
debido a su vulnerabilidad material. Ahora, los “salvadores de la hu- duce en Europa la expansión de la práctica médica a otros campos, produciéndose un
manidad doliente” tenían a su cargo la administración de la ciencia despegue. En el caso chileno, la llegada de la medicina científica traída por los médicos
extranjeros, sobre todo a comienzos de la Independencia, operó desbloqueando epis-
para el cuidado de la salud de la nación. Se instalaban, de esta ma- temológicamente el saber de la medicina y, por ende, su acción. Como señala Foucault,
la medicina deja de ser “clínica para comenzar a ser social”. Se inicia así, lo que podría
nera, las bases institucionales y epistemológicas del dispositivo de la denominarse un proceso de medicalización indefinida, en el que la medicina deja de estar
determinada por un conjunto de objetos denominados enfermedades (demanda del
enfermo, síntomas, malestar, etc.), para enfocarse en el individuo y en su entorno: el
espacio en el que habita, las condiciones en las que vive, con lo que se alimenta, etc.
121 VARGAS, J.: “Rasgos de la autoimagen social y profesional de los médicos (1872- Ver: FOUCAULT, M.: “¿Crisis de la medicina o crisis de la antimedicina?”, op. cit., pp.
1925)”, [en línea] Ars Médica, Revista de Estudios Médico Humanísticos, Chile, Vol. 4, Nº 343-361.
4, http://escuela.med.puc.cl/publ/arsmedica/ArsMedica4/06Vargas.html, [consulta:
27 de junio de 2010]. 124 MOLINA, C.: Institucionalidad sanitaria chilena. 1889-1989, op. cit., p. 18.
122 SERRANO, S: Universidad y Nación. Chile en el siglo XIX, op. cit., p. 184. 125 SERRANO, S: Universidad y Nación. Chile en el siglo XIX, op. cit., p. 199.

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2. 3. Medicina científica e institucionalidad sanitaria: la lu- lógicas para la operatividad de las tácticas y técnicas del dispositivo
cha por el monopolio del saber y de la práctica médica médico científico.
Producto de la llegada a Chile de una “intelligentzia médica Finalizada la época de los presidentes conservadores Bulnes y
extranjera”126, de la legitimación social de la medicina decimonónica Montt, momento en el que se consolida la base institucional del
y del desarrollo de una policía médica moderna, se levantaron verda- dispositivo médico, se inicia el período conocido como República
deros monopolios profesionales que intentaron, de manera sistemá- Liberal128, el que se extendió durante la segunda mitad del siglo XIX
tica, la exclusión legal de las tradiciones populares de sanación. En y que finaliza con la Guerra Civil de 1891 y el suicidio del presidente
este contexto, la profesionalización del oficio médico posibilitó la José Manuel Balmaceda. Para Cruz-Coke, el gobierno de la oligar-
creación de instituciones, la promulgación de leyes y la formulación quía liberal estuvo marcado en materia médica por el “desarrollo de
de políticas públicas destinadas a la legitimación del discurso médico la Universidad de Chile y de las escuelas profesionales estatales bajo
profesional, a su administración y control, y a la persecución de los su dependencia, que iniciaron la historia universitaria republicana
saberes originarios; todos elementos claves dentro de la estrategia bajo la influencia de las corrientes del pensamiento intelectual euro-
del dispositivo médico científico. peo que del romanticismo pasaron hacia el positivismo, el liberalis-
mo y al nacimiento de las ciencias y la tecnología médica”129. Duran-
Con la inauguración de la Facultad de Medicina de la Universidad te el desarrollo institucional de la Universidad, las nuevas políticas
de Chile, comenzó a operar un espacio táctico127 para el desarrollo en materia de sanidad pública se nutrieron del debate académico y
científico y la legitimación del saber médico. La marcada orientación de la investigación desarrollada en la facultad universitaria, donde
académica de la etapa fundacional de la Facultad, reflejada en un primaban las ideas positivistas europeas centradas en el estudio de
corpus de investigaciones sobre enfermedades endémicas del país, los fenómenos naturales y de las leyes físicas que gobiernan a los in-
higiene pública y privada, estadísticas médicas y el estudio de la mor- dividuos130. Según Molina, la elite médica formada en la Universidad
bilidad y, posteriormente, con la llegada de las innovaciones y des- de Chile encontró en el Estado liberal las condiciones para plantear
cubrimientos del positivismo científico, forjaron las bases epistemo- una asistencia sanitaria y, por ende, una mirada respecto de la me-
dicina científica distinta a la desarrollada tradicionalmente durante
126 La relevancia del cuerpo médico extranjero también se puede observar en la composi-
ción del claustro de la Facultad de Medicina durante la etapa fundacional (1843-1866).
En este período, el 44% del claustro académico era extranjero. En: CRUZ-COKE, R: 128 Resulta interesante destacar que para los historiadores Gabriel Salazar y Julio Pin-
Historia de la medicina chilena, op. cit., p. 378. to este etapa se enmarca dentro de un espacio histórico mayor, dominado por una
oligarquía como clase hegemónica. Al respecto, señalan: “Durante casi un siglo, a la
127 La condición estratégica del dispositivo médico se articula en un trazado constitui- menos desde 1830-1850 en adelante, la oligarquía liberal, conservadora en lo político,
do por tecnologías que se orientan hacia distintos objetivos. Estas tecnologías implica- libertaria en las luchas congresistas, árbitro de la cultura y la elegancia, agraria y abierta
rían, como señala Foucault, “ciertas formas de aprendizaje y de modificación de los al comercio exterior, había logrado mantener su poder sin grandes contrariedades. Las
individuos, no sólo en el sentido más evidente de adquisición de habilidades, sino luchas políticas habían sido principalmente sus luchas internas: frente a los intentos
también en el sentido de adquisición de ciertas actitudes” De esta manera, las tecno- de otros grupos, se habían unido en la represión”. PINTO, J., SALAZAR, G.: Historia
logías representarían un tipo de conocimiento aplicado que busca la objetivación de contemporánea de Chile II. Actores, identidad y movimiento, LOM Ediciones, Santiago de
los individuos y la creación de objetos desde una posición neutral aparente, pero que Chile, 1999, p. 40.
se despliega en torno a una estrategia determinada. El “espacio táctico” representa el
lugar de despliegue de dicha estrategia. Ver: FOUCAULT, M.: “Tecnologías del Yo”, 129 Ibíd., p. 359.
Tecnologías del Yo y otros textos afines, Ediciones Piadós Ibérica e I.C.E. de la Universidad
Autónoma de Barcelona, Barcelona, 1990. 130 Ibíd., p. 343.

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la primera mitad del siglo XIX. En este sentido, “no parece casual de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas. No fue un hecho
que fuera durante el gobierno de Balmaceda cuando apareció un aleatorio que los principales científicos del país participaran como
nuevo concepto acerca de la responsabilidad del Estado en materia profesores y asesores de la Facultad de Medicina: Claudio Gay en
de salud pública, materializado en la dictación y promulgación de las Historia Natural, Ignacio Domeyko en Mineralogía y Química Botá-
normas jurídicas que pueden entenderse como las más trascenden- nica y Química Médica, y Rodolfo Amando Philippi en Museología
tes de los últimos lustros del siglo XIX, en el desarrollo ulterior y y Paleontología, entre otros133. Años más tarde, en 1888, los resul-
moderno de la institucionalidad sanitaria”131. tados de esta imbricación y los avances del positivismo científico
Esta mutación en la lógica de la asistencia sanitaria se articuló, quedarían reflejados en el discurso que pronunció el médico José
primeramente, desde la misma medicina, a través de la incorpora- Joaquín Aguirre, con ocasión del primer Congreso Médico Chileno.
ción de su discurso en un corpus científico general. El discurso de En aquella ocasión, el entonces rector de la Universidad de Chi-
la medicina científica comenzó a operar en la academia para luego le “explicó cómo la medicina chilena estaba inserta en el contexto
pasar a ser el fundamento de las políticas de intervención sanitaria. mismo de la medicina europea y aprovechaba todos los progresos
Esto significó que la socialización de la medicina requiriera de una científicos de la época del positivismo para mejorar la salud de los
base epistemológica legitimada desde la cual poder actuar en el espa- chilenos”134. Sus palabras ponían de manifiesto la importancia de la
cio social. Es en esta etapa de transición política hacia la instalación relación entre medicina y asistencia sanitaria, entre desarrollo cientí-
del liberalismo burgués y la “cultura obrera ilustrada”132 de finales fico y socialización médica.
del XIX, que el médico francés Lorenzo Sazié, quien ocupó el deca- La investigación interdisciplinaria en que operaba el saber mé-
nato de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile durante dico lograba, además de integrar los instrumentos y conceptos uti-
nueve períodos entre los años 1843 y 1865, desarrolló un moderno lizados por las ciencias formales a la práctica sanitaria (estadísticas,
programa de colaboración científica que sentaría las bases para la técnicas de análisis en laboratorio, nociones de la química y de la
futura instalación de la medicina moderna. Para lograrlo, Sazié pri- física, etc.), legitimar a la medicina y reconocerla socialmente como
vilegió el desarrollo de la actividad académica y estableció un siste- a “una hija de la ciencia”, cumpliendo así las demandas que el doctor
ma de colaboración para la investigación científica con profesores Blest hacía al país en el año 1826.
Siguiendo esta lógica, comenzaron a instalarse espacios tácticos
destinados a la investigación de los aspectos sanitarios de la pobla-
131 MOLINA, C.: Institucionalidad sanitaria chilena. 1889-1989, op. cit., p. 38.
ción. En 1857, en su discurso de incorporación a la Facultad de Me-
132 Las movilizaciones obreras desarrolladas hacia finales del siglo XIX y comienzos del dicina de la Universidad de Chile, el médico Rafael Wormald pro-
XX en Chile estuvieron particularmente marcadas por corrientes racionalistas e ilus-
tradas, importadas desde Europa. Por este motivo, sus dirigentes y conductores ideo- ponía la formación de una Asociación Médica Científica destinada
lógicos realizaron una labor de tipo docente, educativa, reivindicando la importancia a “estudiar las diversas enfermedades que entre nosotros son mas
de la educación moral y política de los trabajadores como principal arma de lucha contra
la oligarquía. Eduardo Devés explica que “Los conductores chilenos no son caudillos jenerales i que se pueden casi el llamar endémicas, i que hacen tan-
sino educadores, funcionarios de la organización obrera; para ellos no hay verdadera
lucha popular que no pase por la educación y la organización”. Sus dirigentes busca-
ban recuperar y restablecer los “verdaderos valores de la cultura dominante (…) los
valores del saber científico o de la democracia política y social traicionados por la oligarquía”. 133 CRUZ-COKE, R: Historia de la medicina chilena, op. cit., pp. 377-383.
DEVÉS, E.: “La Cultura Obrera Ilustrada chilena y algunas ideas en torno al sentido
de nuestro quehacer historiográfico”, op. cit., p. 131. 134 Ibíd., p. 416.

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tos estragos i uniformar el tratamiento de dichas afecciones i hacer también culturales, ya que “no fueron quienes ejercían este oficio los
si es posible una terapeutica nacional”. Según Wormald, “entre las que impulsaron la profesionalización sino que se encontraron con la
asociaciones científicas (…) ninguna deberia llamar con mas pre- competencia de un cuerpo médico formado por la universidad”137.
ferencia la atencion de todos que la que tiene por objeto curar las Por ello, pese a que la medicina científica se encontraba legitimada
dolencias humanas, pues que es la profesion por excelencia humani- en los círculos oligárquicos y de poder, las prácticas tradicionales y
taria”. Para luego, agregar que “Ahora que estamos tan distantes de populares seguían operando en la mayoría del territorio nacional, ya
los tiempos en que la medicina estaba en manos de la superchería, sea por su profundo arraigo cultural o por la falta de médicos titula-
ahora que la observacion de tantos hombres eminentes nos ha pues- dos en los sectores rurales del país. En estas zonas alejadas, era bas-
to bajo un solo punto de vista casi los secretos de la ciencia, seria tante habitual que comparecieran ante el tribunal del Protomedicato
de una conveniencia vital de que nuestros comprofesores reuniesen parteras, sangradores, yerbateros, o cualquier practicante popular138.
para tratar de la Patajénia o de ese conjunto de circunstancias pro- El Protomedicato, en su papel de policía médica, se presentó du-
ductivas de muchas de las enfermedades de Santiago”135. Así, la me- rante gran parte del siglo XIX como la institución por antonomasia
dicina entraba directamente en contacto con otras ciencias afines, en la persecución de la medicina popular. Pero la falta de médicos
logrando instalarse en un corpus científico general vinculado con la autorizados para ejercer la profesión llevó a que el gobierno autori-
matemática, la física, la química y la biología. Por otra parte, figuras zara en ciertas zonas del país las prácticas tradicionales de sanación.
como el médico alemán Germán Schneider, graduado en Bonn, y el La única herramienta relativamente efectiva para la persecución en
médico José Juan Brunner, graduado en Jena, introducían los avan- los años del desarrollo de la medicina científica era la generación
ces de la clínica alemana y las técnicas microscópicas de análisis y las de marcos legales que regulaban la profesión y perseguían punitiva-
pruebas químicas de laboratorio136. Gracias al desarrollo académico mente su ejercicio139.
de la Facultad y a los aportes de los médicos positivistas extranjeros, En el caso de Santiago, el Protomédico denunció sistemática-
la medicina se introdujo en el funcionamiento general de la práctica mente el ejercicio ilegal de la profesión, hostigando a todo aquel que
y del saber científico.
En lo que respecta al desplazamiento de las prácticas tradiciona-
les, la instalación de la medicina académica allanó el camino para el 137 SERRANO, S: Universidad y Nación. Chile en el siglo XIX, op. cit., p. 194.
endurecimiento de las condiciones legales necesarias para ejercer el 138 El arraigo que gozaban estas prácticas en el mundo social quedó registrado en una
oficio, otorgando a la práctica médica, acreditada por una base de infinidad de páginas de los archivos documentales del Protomedicato. En ellas se des-
cribe cómo uno de estos charlatanes, “multado en 50 pesos por ejercer ilegalmente, hizo
conocimiento científico, las facultades para luchar contra una oferta su propia defensa señalando que hacía 24 años que curaba recibiendo a cambio gra-
popular. Para Serrano, la eliminación de la competencia fue un pro- tificaciones voluntarias. Se defendía indicando: “si lo expuesto es un crimen es justo
que se me castigue, pero al obrar así yo sólo he pensado en servir a mis semejantes”.
ceso lento que presentó grandes dificultades, no solo legales, sino Archivo del Protomedicato, Vol. 4, fjs. 446-447, de diciembre de 1860. Citado en: SERRA-
NO, S: Universidad y Nación. Chile en el siglo XIX, op. cit., p. 188.

139 En esta dirección, el 25 de octubre de 1845, el gobierno decretó que en “aquellas


135 WORMALD, R.: “Ventajas de una Asociación Médico Científica”, en Anales de la localidades donde hubiera un médico titulado por el Protomedicato, no podría ejercer
Universidad de Chile, Santiago de Chile, Enero, Febrero y Marzo de 1857, Tomo XV, pp. quien no tuviera igual licencia. Los que ejercían con anterioridad al establecimiento de
142-147. un médico titulado, podían seguir haciéndolo, pero estaban sujetos a ser suspendidos
por el intendente. No podrían establecerse nuevos médicos sin título”. SERRANO, S:
136 CRUZ-COKE, R: Historia de la medicina chilena, op. cit., p. 363-365. Universidad y Nación. Chile en el siglo XIX, op. cit., p. 188.

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se dedicara a cualquier tipo de práctica sanitaria sin el título expe- Frente a la precariedad del control, el Protomedicato decidió
dido o regularizado por esta entidad. Sin embargo, el enraizamien- acudir a la autoridad del Ministro del Interior para solicitarle la de-
to de estas prácticas y el prestigio de quienes las ejercían (además rogación de los decretos de 1844143 y 1845. Esta solicitud se basaba
de la refracción que generaba la medicina moderna en los sectores en el “desarrollo de la base cognitiva de las profesiones médicas y
populares)140, provocaron que la lucha contra la medicina popular paramédicas” y respondía a un movimiento estratégico que tenía
fuese bastante infructuosa. Por este motivo, la fiscalización se cen- como objetivo “sustraer de la autoridad administrativa su atribución
tró en aquellos médicos que ejercían sin un título concedido por el para autorizar el ejercicio y que quedara exclusivamente en manos
Protomedicato. Como señala Serrano, se obligó “a los boticarios a del cuerpo médico”.144 Para ello, se hacía totalmente necesaria la
recibir recetas sólo de aquellos médicos autorizados. Para ello envia- persecución de las prácticas populares también en aquellas zonas
ba circulares, que los farmacéuticos debían formar al recibir, con la del país en que no existía la presencia de médicos titulados, por ser
lista de médicos autorizados”141. Sin embargo, a pesar de la amplitud estos los lugares con más arraigo a la llamada “charlatanería”. En
jurisdiccional del Protomedicato –abarcaba la totalidad del territorio este escenario de presión y debate científico, el gobierno acogió la
nacional–, este no poseía instrumentos para hacerla efectiva142. petición y señaló la necesidad de respetar la Novísima Recopilación,
derogando por decreto del 25 de abril de 1866 los dos decretos
anteriores con el fin de establecer la exclusividad del ejercicio a los
médicos titulados. Además, pasaron a velar por el cumplimiento del
140 CABRERA, M.J.: “Obligar a morir o resignarse a vivir”, op. cit., p. 66. decreto los intendentes y gobernadores145. La tarea fiscalizadora del
Protomedicato no solo se enfocó en perseguir las prácticas tradicio-
141 SERRANO, S: Universidad y Nación. Chile en el siglo XIX, op. cit., p. 188.
nales, sino también en regular el ejercicio médico en su conjunto,
142 Un ejemplo emblemático de las demandas corporativas que realizaba la elite médica requisito básico para el desarrollo de una medicina de Estado. La
solicitando un control más prolijo de la actividad lo observamos en un discurso pro-
nunciado en 1863 por José Joaquín Aguirre, entonces decano de la Facultad de Medi- regulación, el control y la vigilancia de la práctica cobraban sentido
cina y fiscal del Protomedicato: “Hace tiempo que todos los facultativos deploramos como parte de una estrategia global de socialización de la medicina
el abandono en que yace la parte de la administración pública que tiene relación con el
ejercicio de las profesiones médicas, sin que por parte de dicha autoridad se procure que buscaba instalar a la profesión y a sus practicantes dentro del
corregir los innumerables abusos, poniendo coto a los graves males que produce el “servicio público” dirigido a los ciudadanos afligidos. De hecho, una
charlatanismo más repugnante, como la sed de especular de ciertos hombres, hasta
con lo más sagrado, la salud (…) Es verdad, sin embargo, que la legislación vigente, serie de decretos nacidos en la alborada de la República establecían
bien observada por los encargados de hacerla cumplir, ofrece el conveniente correc-
tivo; pero en desuso unos veces, mal interpretada no pocas por la autoridad local, ha la obligatoriedad de la atención al enfermo, cualquiera fuese su ori-
contribuido, sin dudas, lejos de extirpar el mal que se propuso el legislador, a que se
incremente, tomando graves proporciones, y de aquí esa plaga de curanderos e intru-
sos en la profesión…que infesta la sociedad atentando impunemente contra la salud
pública e individual… Además esa nube de específicos, de remedios secretos que se 143 El decreto del 9 de octubre de 1844 establecía que en aquellas comunidades en las que
anuncian con tanta osadía, prometiendo curarlo todo, hasta las enfermedades morta- existieran boticas administradas por farmacéuticos titulados, no podrían abrirse nue-
les; ese padrón de ignorancia formulado en cada anuncio de que se encuentran plaga- vas boticas por quienes no tuvieran título. Donde no existieran boticas administradas
dos todos los periódicos de nuestra capital y que leídos con avidez por el que padece, por titulados, podrían seguir ejerciendo aquellas que tuvieran autorización legal previa,
obedeciendo al instinto de conservación, las más de las veces usan de sustancias de las sin necesidad de estará cargo de un titulado. Archivo del Protomedicato, Vol. 12, f. 339,
cuales son víctimas cuando esperan recobrar la salud… No es posible tolerar por más citado en: SERRANO, S: Universidad y Nación. Chile en el siglo XIX, op. cit., p. 188.
tiempo el charlatanismo que tantos males produce a la sociedad, ni dejar de oprobiar
la medicina secular cuyo ejercicio está confiado al profesor digno por sus estudios y 144 SERRANO, S: Universidad y Nación. Chile en el siglo XIX, op. cit., pp. 190-191.
capacidad”. Archivo del Protomedicato, Vol. 7, fjs. 54-57, 7 de septiembre de 1863, citado
en: SERRANO, S: Universidad y Nación. Chile en el siglo XIX, op. cit., p. 190. 145 Ibíd., p. 191.

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gen o condición, bajo amenaza de multa o suspensión de la autori- der adecuar sus objetivos y estrategias a las condiciones históricas
zación para el ejercicio146. y materiales de la sociedad chilena de la época; mutaciones que nos
Sin embargo, aunque la labor normalizadora que intentó desa- revelan la ruptura o la discontinuidad que habitaba al interior del
rrollar el Protomedicato fue esencial para el proceso de legitimación discurso médico, producto del paso de un modelo de medicina so-
social de la profesión, no logró ser una herramienta efectiva para la portado sobre la caridad a otro destinado a gestionar la calidad de
estatización de la medicina. El Estado oligárquico-liberal siguió fun- vida y la salud de los individuos.
cionando, en lo asistencial, a través de la beneficencia heredada de la Además de perseguir la charlatanería por la vía judicial, se reforzó
Colonia. Es por esto que algunos historiadores de la medicina han la institucionalidad sanitaria de asistencia y se avanzó en la formación
visto en el Protomedicato una herencia colonial ineficiente para la de una gran base de datos sobre los aspectos biológicos inherentes
realidad política, económica y social de la República. En esta direc- a la población. Los “destacados padrinos”149 de la medicina –como
ción, Carlos Molina sostiene que “la creación en 1889 del Consejo los llama Cruz-Coke–, posicionados en la administración estatal,
Superior de Higiene Pública puede entenderse como el primer hito ayudaron a consolidar la socialización de la medicina a través de un
significativo del proceso de centralización de la institucionalidad sanitaria en andamiaje legal e institucional destinado a gestionar la salud de la
Chile”147, relegando a un plano menor la acción estatal desarrollada población. Para Molina, estas acciones estatales tendrían relación
a través del Protomedicato. Para los médicos Laval y García, el Pro- con la gran amenaza que significaba para la masa productiva el de-
tomedicato perdió sus atribuciones legales con la dictación de la ley sarrollo de enfermedades infecciosas de carácter epidémico150. Nor-
que creó, en 1842, la Facultad de Medicina, ya que dicha legislación mas de control y vigilancia sanitaria, como la Ley de Policía Sanitaria
circunscribe definitivamente a este organismo a un rol consultivo en que entró en vigencia el 30 de diciembre de 1886, buscaban facultar
temas de salubridad. Esto provocó que el Protomedicato perdiera al Presidente de la República con atribuciones extraordinarias que
su carácter de tribunal y que el Protomédico se confundiera con el le permitieran, en caso de amenaza sanitaria extranjera, como en
Decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile148. el caso de una epidemia contagiosa, “declarar cerrados los puertos
Para nosotros, estos argumentos demuestran más bien la mutación marítimos y terrestres, o someter a cuarentena y a medida de desin-
constante sobre la que debió trabajar el dispositivo médico para po- fección las naves, personas y carga procedentes de países infectados
y establecer cordones sanitarios que impidan en absoluto el ingre-
so de personas o mercaderías provenientes de estos países y poder
146 Al respecto, Serrano comenta que, en 1857, “el doctor Emilio Veillon pidió al Proto- arbitrar todas las medidas necesarias para evitar la propagación del
medicato ser retirado de la lista de médicos autorizados porque no estaba dispuesto
a satisfacer todas las exigencias que nos impone la ley de este país. Un sábado por contagio, agregando numerosas disposiciones relativas a clausura de
la noche, estando con visitas en su casa, irrumpió un juez que lo obligó a visitar a
un enfermo. Él se había negado, pero el Intendente le había confirmado que el juez puertos, cuarentena, denuncia de enfermedades contagiosas, medi-
actuaba legalmente lo cual era un atropello a sus garantían individuales”. Archivo del das de precaución y aislamiento para evitar contaminaciones, sobre
Protomedicato, Vol. 4, f. 201, citado en: SERRANO, S: Universidad y Nación. Chile en el siglo
XIX, op. cit., p. 200.

147 MOLINA, C.: Institucionalidad sanitaria chilena. 1889-1989, op. cit., p. 39. Las cursivas son
nuestras.
149 CRUZ-COKE, R: Historia de la medicina chilena, op. cit., p. 413.
148 LAVAL, E., GARCÍA, R.: “Síntesis del desarrollo histórico de la salubridad en Chile”,
op. cit., p. 23. 150 MOLINA, C.: Institucionalidad sanitaria chilena. 1889-1989, op. cit., p. 39.

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desinfección pública, etc.”151. La estrategia de la “cuarentena” habría 1869”154. A su vez, comenzaba a instalarse en la elite médica la ne-
generado, a la larga, un choque con el desarrollo del capitalismo cesidad de construir una respuesta a las dificultades y problemáti-
industrial y del comercio internacional. Esta compleja operación de cas sanitarias de la época; respuesta que fuese capaz de gestionar la
suspensión de los derechos civiles que funcionaba controlando los protección de la masa trabajadora sin poner en peligro la formación
flujos comerciales y vigilando los cuerpos que habitaban la ciudad, económica nacional amenazada por las pandemias y epidemias. De
finalmente motivaría un campo de intervención médico-sanitario en este modo, se escribía en la agenda pública una nueva demanda: la
pro de la protección del libre comercio y de la gestión de las masas de “un órgano estatal centralizado, de cobertura nacional y coman-
trabajadoras152. En este sentido, Laval y García concuerdan al expli- dado por un Estado Mayor, formado por especialistas en la nueva disciplina
car que “la ley estaba de acuerdo con los conocimientos de la época, de la administración sanitaria”155. Así pues, el gremio se planteaba un
pero los nuevos conceptos bacteriológicos y epidemiológicos hicie- desafío mayor; no y la legitimación profesional del sector, sino la
ron absurda la existencia de cordones sanitarios e ilusa la inmensa gestión de la salud de la población.
mayoría de sus disposiciones”153. Queda claro que las imbricaciones Fue así como en enero de 1887 se dictó la Ordenanza General de
históricas entre las condiciones materiales para el desarrollo de la Salubridad conforme a la ley de Policía Sanitaria, a través de la cual
industrialización y el libre comercio, las prácticas de legitimación, se creó la Junta General de Salubridad, destinada al asesoramiento
administración y control de una policía médica y la amenaza cons- del ejecutivo en materia de salubridad pública. Ese mismo años na-
tante de la epidemia sobre las masas productivas fueron forjando cen también las Juntas Departamentales de Salubridad, destinadas a
una socialización de la medicina que se expresó, principalmente, en la profilaxis de las enfermedades infecto-contagiosas agudas, sobre
una medicalización indefinida de la sociedad chilena. todo durante el tiempo de epidemias156. Años más tarde, se promul-
Hacia finales del siglo XIX, el cuerpo médico se había logrado ga la ley que crea el Servicio de Higiene Pública. Así, a través de esta
posicionar como autoridad social y política, configurando un es- ley, se establece en 1892 el Consejo Superior de Higiene Pública,
pacio de acción y de intervención reservado sólo para sus voces suprimiendo la Junta de Salubridad y vinculando el control y vigi-
expertas. Se va forjando al interior de esta elite un sentimiento gre- lancia sanitaria del país con el Ministerio del Interior. Su programa
mial que quedó reflejado en la edición y tiraje de distintas revistas y sanitario tenía como objetivos “dotar de agua potable a Santiago;
publicaciones especializadas y, especialmente, en el “el surgimiento establecer un servicio de desagüe y alcantarillado; policlínicas en ba-
de una entidad gremial autónoma del Estado –de la Universidad y rrios populares; atención médica gratuita a los pobres; vacunación
del Protomedicato– como lo fue la Sociedad Médica fundada en gratuita en las instituciones; inspección sanitaria en alimentos y be-
bidas de consumo; control de los mataderos; instalación de un labo-
ratorio químico municipal y propagar en las escuelas la enseñanza

151 LAVAL, E., GARCÍA, R.: “Síntesis del desarrollo histórico de la salubridad en Chile”, 154 SERRANO, S: Universidad y Nación. Chile en el siglo XIX, op. cit., p. 200.
op. cit., p. 24.
155 MOLINA, C.: Institucionalidad sanitaria chilena. 1889-1989, op. cit., p. 40. Las cursivas son
152 MOLINA, C.: Institucionalidad sanitaria chilena. 1889-1989, op. cit., p. 39. nuestras.

153 LAVAL, E., GARCÍA, R.: “Síntesis del desarrollo histórico de la salubridad en Chile”, 156 LAVAL, E., GARCÍA, R.: “Síntesis del desarrollo histórico de la salubridad en Chile”,
op. cit., p. 24. op. cit., p. 24.

78 79
de la higiene”157. Para Cruz-Coke, la creación del Consejo se basó Si bien es cierto que aún no se configuraba en Chile una enti-
en la necesidad de centralizar, a través de la dirección del Estado, dad que concentrara todas las atribuciones ejecutivas en materia de
una política nacional para la prevención sanitaria y el combate de las salubridad –antigua demanda de la elite médica–, la característica
epidemias y permitió el inicio de la “historia oficial de la salubridad consultiva del Consejo fue vital para la formación del campo docu-
chilena”, dando la oportunidad a los profesores de la Facultad de mental que permitió la intervención de una nueva medicina, destina-
organizar las bases científicas de la higiene pública en Chile158. Sin da al control y gestión del espacio urbano. Tanto Municipalidades160
embargo, para Laval y García, “la misión del Consejo no llegaba más como el Ministerio del Interior, principales agentes ejecutivos en
allá de simples funciones asesoras, sin atribuciones ejecutivas”. El materia de sanidad y salubridad hacia finales del siglo XIX y comien-
mismo año se fundó el Instituto de Higiene, que tenía como misión zos del XX, se vieron conminados a incorporar estos nuevos cono-
realizar “los estudios científicos relacionados con la higiene pública cimientos en la gestión de la salud de la población de las ciudades.
y privada que tanto el Consejo como su director le encomendasen; Simultáneamente, desde el interior de la institucionalidad, se for-
practicar los análisis químicos, bacteriológicos o microscópicos de jaba la creación de una sanidad pública con capacidad ejecutiva ba-
aquellas substancias que pudiesen influir sobre el estado sanitario sada en la ciencia y el saber médico moderno. Así, a comienzos del
de la población y coordinar los datos necesarios para iniciar la formación de siglo XX, el cuerpo médico inicia los estudios para sistematizar todas
la estadística médica y demográfica de toda la República. Constaba de cinco las disposiciones con el fin de crear un organismo con la autoridad
secciones: higiene y estadística, química, microscopía y bacteriolo- para desarrollar con eficacia la acción sanitaria161. Años más tarde,
gía, serología y desinfectorio público”159. esta sistematización de reglamentos, decretos, instituciones, ideolo-
De este modo, la institucionalidad sanitaria comienza a nutrirse gías, prácticas y conocimientos se transformó, por medio de la in-
de una prolija observación analítica que proporcionará un impor- fluencia del cuerpo médico parlamentario, en el Código Sanitario de
tante campo documental para las ciencias en general. La acumula- la República de Chile, aprobado en 1918. A través de este texto, se
ción de información sobre los ciclos biológicos de las epidemias y creó “la Dirección General de Sanidad, autoridad unipersonal, con
el estado sanitario de la población se transformará en programas facultades ejecutivas; creó numerosos organismos sanitarios bajo su
médicos o de higiene que configurarán, posteriormente, diversos dependencia, dividió el país en zonas de salubridad a cargo de ins-
espacios tácticos de observación y examen, como son el hospital
moderno o la escuela de principios del siglo XX. Este saber médico
acumulativo y comparativo será almacenado, registrado y codificado
como conocimiento para ejecutar diversas intervenciones sociales 160 En diciembre de 1891 se promulgó la Ley de Organización y Atribuciones de las Mu-
en el ámbito sanitario. nicipalidades, que delegaba en estos organismos las labores de higiene y sanidad local.
Estas responsabilidades estaban principalmente enfocadas al cuidado de la salubridad
del espacio público: aseo de la vía pública, construcción y uso de desagües, dotar a la
población de agua potable y de baños públicos gratuitos, establecer mataderos y mer-
cados, reglamentar la expedición de substancias alimenticias e instalación de fábricas,
157 CRUZ-COKE, R: Historia de la medicina chilena, op. cit., p. 414 talleres y caballerizas. Además, les encargaba promover las habitaciones obreras, la
vacunación, combatir epidemias, organizar desinfectorios e inspeccionar las farmacias.
158 Ibíd., pp. 413-414. En LAVAL, E., GARCÍA, R.: “Síntesis del desarrollo histórico de la salubridad en
Chile”, op. cit., p. 25.
159 LAVAL, E., GARCÍA, R.: “Síntesis del desarrollo histórico de la salubridad en Chile”,
op. cit., p. 24. Las cursivas son nuestras. 161 Ídem.

80 81
pectores sanitarios”162. Las posteriores modificaciones163 de este Có- Capítulo III
digo articularon aún más la normativa sanitaria con el desarrollo de El desarrollo de la Medicina Urbana en Chile:
una medicalización del espacio urbano y de la fuerza de trabajo. De
este modo, la base epistemológica e institucional del dispositivo mé-
la Medicalización del espacio popular de Santiago durante
dico científico, configurada a lo largo del siglo XIX en Chile, procu- el siglo XIX y comienzos del XX
ró el posterior desarrollo de una medicina del espacio urbano. Esta
lograría, durante la primera mitad del siglo XX, una socialización de
la medicina científica y con ello la instalación de técnicas de higiene
y cuidado corporal que marcaron efectivas divisiones normativas al
interior de los movimientos obreros.
“No creo que basten el alcantarillado ni el abastecimiento abundante
y barato de una buena agua potable. Hay que instruir al pueblo, educarlo;
levantar su espíritu y hacerle comprender el bien de una vida sana y la
influencia fatal de los vicios en la morbilidad y en la muerte prematura.
Pero para eso precisa el ejemplo que evangeliza, la escuela que reforma la
habitación, que hace gente sana, que proporciona medios de trabajo y asilos que
restauren las fuerzas perdidas y que curan las dolencias del cuerpo y aún las
del alma. La miseria del pueblo es mayor de la que se cree”164.

El 12 de febrero de 1541 fue fundada la ciudad de Santiago del


Nuevo Extremo. Su aspecto durante las primeras décadas no distó
al del campamento militar que la vio nacer: una Plaza Mayor desde
donde se extendía una serie de cuadrantes a la usanza de los asen-
tamientos españoles. Sin embargo, la fragilidad de sus límites que-
dó en evidencia desde su fundación. Una constante pero moderada
migración motivada básicamente por el comercio y la Guerra de
Arauco, se instaló “en aquellos sectores que seguían más allá” y que
162 LAVAL, E., GARCÍA, R.: “Síntesis del desarrollo histórico de la salubridad en Chile”, eran considerados como “el espacio suburbano de los arrabales de
op. cit., p. 25. los pobres y las quintas y cuadras de viñas donde la densidad era más
163 La primera, y la más importante modificación se realizó en 1925 y contó con la super-
visión del médico estadounidense Long. Ésta modificó las atribuciones del Consejo
Superior de Higiene Pública para que no interfirieran con las del Director General de
Sanidad, entregando unidad, autoridad y orientación a la Sanidad Nacional. En LA-
VAL, E., GARCÍA, R.: “Síntesis del desarrollo histórico de la salubridad en Chile”, op.
cit., pp. 25-26. 164 MURILLO, A.: La mortalidad en Santiago, Imprenta Cervantes, Santiago de Chile,
(19__), p. 15.

82 83
baja”165. Fuera de los límites de la ciudad, nacían los sectores subur- sicos, como el agua potable. Aunque ya en el siglo XVIII se había
banos cuya extensión era ambigua y sus límites poco definidos. Dé- tomado conciencia de esta problemática –muchas veces solicitando
cadas más tarde, en sus arrabales convivirían artesanos, vendedores directamente la destrucción de las viviendas populares conocidas
callejeros, indígenas y negros junto a chacras, viñas y sectores de como ranchos168–, es durante el siglo XIX cuando se empiezan a ver
pastoreo. las precarias condiciones de los arrabales como un caldo de cultivo
Hacia finales de la primera mitad del siglo XIX, la creciente mi- de enfermedades y de posible “riesgo sanitario”.
gración terminó por diluir los límites originales de la ciudad, pa- Se instala de esta forma en la naciente elite médica chilena, al fi-
sando algunos barrios de los márgenes a constituirse como parte nalizar la primera mitad del siglo XIX, una inquietud político-sanita-
orgánica de su centro urbano. Para Armando De Ramón, “es un he- ria como consecuencia del proceso de mutación del entramado de la
cho incontrastable que ya durante la segunda mitad del siglo XVIII ciudad y del escenario de precariedad e insalubridad suburbano. La
era posible observar en los alrededores de Santiago varios focos de amenaza sanitaria constante comenzaba a poner en duda la práctica
enorme miseria que, con el nombre de guangualíes (en su origen sig- y el discurso científico de la medicina decimonónica y con ello su
nifica pueblo o población de indios) o rancheríos, albergaban a una poder y transcendencia social. En este sentido, los numerosos inten-
numerosa población abigarrada sin costumbres ni ocupación”166. Si tos de regulación de la “habitación obrera”, o el complejo plan de
bien ya se registraba desde el siglo XVI la existencia de un extra- “transformación de Santiago” impulsado por el Intendente Vicuña
rradio compuesto principalmente por trabajadores indígenas o por Mackenna en 1872, pueden ser vistos como parte del desarrollo de
sirvientes de monasterios que no podían habitar en su interior, el una estrategia de “medicalización urbana” destinada a la regulación
que surge durante los siglos XVIII y XIX estaba compuesto por y normalización de la población.
“gente miserable, sin ocupación fija, que se acogía a la ciudad por no
tener posibilidades en su tierra de origen y que se instalaba a título 3. 1. La expansión demográfica del Santiago decimonónico
precario, en terrenos baldíos o en zonas pantanosas, cascajales del y el desarrollo del pánico urbano
río y otros lugares de poco valor”167.
Durante la primera mitad del siglo XIX, el fenómeno de migra- El aumento sostenido de la población urbana chilena durante el
ción se sostuvo constante, lo que comenzaría a generar graves si- siglo XIX provocó importantes transformaciones en las ciudades
tuaciones de precariedad y hacinamiento en los suburbios. Hacia que habían sido edificadas según el patrón urbano y la estratifica-
1850, a la marginalidad habitual de esos sectores se sumaban aho- ción social del régimen colonial. Hacia comienzos del siglo XX, la
ra el polvo en suspensión de sus estrechas callejuelas, los desechos población urbana de Chile constituía el 42,8 por ciento, uno de los
arrojados en sus inmediaciones y la ausencia total de servicios bá- porcentajes más altos de América Latina169. Pero la migración cam-

165 DE RAMÓN, A.: Santiago de Chile (1541-1991), Historia de una sociedad urbana, Editorial 168 DE RAMÓN, A.: Santiago de Chile (1541-1991), Historia de una sociedad urbana, op. cit., p.
Sudamericana Chilena, Santiago de Chile, 2000, p. 53. 95.

166 Ibíd., p. 96. 169 SALAZAR, G.: Labradores, Peones y Proletarios. Formación y crisis de la sociedad popular chilena
del siglo XIX, Ediciones SUR, Colección Estudios Históricos, Santiago de Chile, 1989,
167 Ídem. p. 228.

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po-ciudad y la expansión de la urbe no solo generarían cambios sus- cuadruplicación de su población entre los años 1875 y 1920174; y la
tanciales en la fisonomía y en el paisaje citadino, sino también aca- duplicación de su superficie entre los años 1872 y 1915175.
rrearía consecuencias trascendentales para el desarrollo e influencia La expansión demográfica que experimentaron las principa-
política de la medicina moderna decimonónica. les ciudades de Chile durante la primera mitad del siglo XIX tuvo
Desde mediados del siglo XVII, la ciudad de Santiago ya se perfi- como causa principal la “suburbanización” resultante de la corrien-
laba como la urbe por excelencia. Durante la Colonia, su crecimien- te migratoria campo-ciudad. Esta población trabajadora itinerante
to estuvo influenciado, principalmente, por la migración que gene- encontró una fuente de ingresos relativamente estable (régimen de
raban los levantamientos indígenas en las villas del sur del país y por enganche y salario) en las obras ferroviarias cercanas a la ciudad, en
el aumento del flujo comercial entre Chile y el virreinato del Perú170. la construcción de canales de regadío, de caminos, de puentes, de
El desarrollo demográfico de la ciudad fue constante entre el perío- fuertes o en la reparación de edificios públicos176. Por otra parte, los
do colonial y el republicano: en 1625 se sabe que vivían en Santiago campamentos de extracción de cobre ubicados en los faldeos de la
cerca de dos mil habitantes, que habrían aumentado a setenta mil cordillera de los Andes fueron un foco de atracción de una mano de
para mediados del siglo XIX171. En relación a su superficie, el histo- obra desempleada que provenía, en parte, de la crisis del viejo siste-
riador chileno Álvaro Góngora explica que “en trescientos años de ma minero del norte del país. Hacia la segunda mitad del siglo XIX,
existencia su superficie no había variado sustancialmente. Medía en- también influyeron en el desarrollo demográfico el crecimiento de la
tre cada uno de los puntos cardinales algo así como dos kilómetros burocracia estatal que atrajo a individuos de clase media y el aumen-
y medio (…) A la primitiva planta de ciento veintiséis manzanas, to del Ejército debido a la Guerra del Pacífico y a la inestabilidad
subdivididas en cuatro solares cada una, se fueron agregando otras a fronteriza177. Esta fuerte tendencia migratoria del campesinado rural
semejanza de la traza original hacia los cuatro puntos cardinales”172. y de los trabajadores itinerantes –empujados por la crisis del sistema
Pero a partir de la segunda mitad del siglo XIX, debido a una tem-
prano centralización del poder estatal173, Santiago experimentaría la
174 “Hacia 1810 la capital crecía hasta una cifra cercana a los 60.000 vecinos. En cam-
bio, en 1843, la ciudad de Santiago contaba con unos 80.000 residentes. En 1875 el
censo de ese año dio 129.807 habitantes los que, en 1895, veinte años más tarde, se
habían duplicado y eran ya 256.403. En 1907 el censo dio a Santiago una población de
332.724, los que en 1920 subían a 507.000 y en 1930 llegaban a los 712.533 habitan-
tes”. En: DE RAMÓN, A.: Santiago de Chile (1541-1991), Historia de una sociedad urbana,
op. cit., p. 185.

175 Desde principios del XIX hasta 1872 el crecimiento anual de la superficie de Santiago
170 GÓNGORA, A.: “El cuerpo en la ciudad. Santiago, 1541-1850”, en GÓNGORA, era de 11,18 hectáreas. Entre 1872 y 1891 el crecimiento anual subió a 18 hectáreas
A., SAGREDO, R.: Fragmentos para una historia del cuerpo en Chile, Aguilar Chilena de (alcanzando una extensión de 1.836 hectáreas de superficie). Para 1915, la superficie
Ediciones, Santiago de Chile, 2009, p. 165. de la ciudad alcanzaba una extensión de 3006,5 hectáreas, es decir, crecía a un ritmo
de 35 hectáreas anuales si tomamos como año de referencia 1872. En: DE RAMÓN,
171 Ídem. A.: Santiago de Chile (1541-1991), Historia de una sociedad urbana, op. cit., pp. 184-185.

172 GÓNGORA, A.: “El cuerpo en la ciudad. Santiago, 1541-1850”, en GÓNGORA, A., 176 SALAZAR, G.: Labradores, Peones y Proletarios. Formación y crisis de la sociedad popular chilena
SAGREDO, R.: Fragmentos para una historia del cuerpo en Chile, op. cit., pp. 165-166. del siglo XIX, op. cit., p.235.

173 ROMERO, L.: ¿Qué hacer con los pobres? : elite y sectores populares en Santiago de 177 DE RAMÓN, A.: Santiago de Chile (541-1991), Historia de una sociedad urbana, op. cit., pp.
Chile, 1840-1895, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1997, p. 18. 186-187.

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minero del norte y por la paralización del desarrollo del sistema pro- tró su fuente de ingresos en la venta no regulada de productos bá-
ductivo de la hacienda 178– provocó una significativa expansión de la sicos o de confección artesanal. Un efecto casi inmediato de este
periferia de las ciudades que, en palabras del Intendente Vicuña Mac- tipo de migración fue el surgimiento de un comercio informal que
kenna, no era más que un montón de calles de fango, polvaredas y no respetaba las regulaciones tributarias y comerciales impuestas
de casas de ramas entretejidas ocupadas por “bárbaros”179. en las Plazas de Abastos de las ciudades. No tardaron en aparecer
Posteriormente –finales del XIX y principios del XX–, el de- plazas libres sin sujeción al subastador oficial que generaron todo
sarrollo de una incipiente industrialización –devenida el principal tipo de reclamos, ya que los individuos que realizaban sus ventas en
empleador urbano– sumada a la llegada al país de empresarios ex- estos espacios no estaban sujetos al pago del antiguo “derecho de
tranjeros con formación capitalista –y no mercantil colonial como recoba”182. Estos “baratillos”, verdaderos “mercados de las pulgas”,
los hacendados criollos– que establecieron relaciones salariales de se transformaron en el principal espacio para el comercio popular al
producción con sus trabajadores180, consolidaron la urbanización interior de los suburbios, lo que provocó con el paso del tiempo su
de una significativa mano de obra asalariada. Finalmente, la crisis crecimiento exponencial: en 1870 existían 2.026 baratillos en todo el
del sistema monetario colonial con la consiguiente desvalorización país, de los cuales 948 correspondían a Santiago; en 1905 se contabi-
del peso obligó a los empresarios criollos a optar por los trabaja- lizaron 6.615, de los cuales 1.123 se ubicaban en la capital183.
dores nacionales, lo que llevó a la sustitución de los encarecidos Sin embargo, para el historiador chileno Mauricio Folchi, este
artesanos extranjeros y a la incorporación de un gran número de fenómeno migratorio no solo se explicaría por el desarrollo de ac-
trabajadores ordinarios al sector industrial. Este fenómeno instalaría tividades económicas típicamente urbanas que operaron como po-
las bases económicas para el surgimiento del típico obrero del siglo los de atracción de mano de obra rural, sino también por factores
XX, “fundamento laboral sobre el que se apoyó la transición chilena culturales no del todo lógicos: “Más que una razón práctica para
al capitalismo industrial”181. De esta forma, se generaba un nuevo emigrar, a la gente la movilizó el deseo de hacerlo, pues pasar de la
escenario económico y productivo que sería fundamental para la provincia a la capital (o del campo a la ciudad) constituía una forma
urbanización de miles de trabajadores. de ascenso social y estos eran vistos como espacios en los cuales
Aunque muchos de estos individuos prefirieron trabajar bajo un encontrar mejores oportunidades; pero estas oportunidades, por lo
régimen salarial formal, existió un número considerable que encon- menos para las clases bajas, no existían”184.
No obstante lo anterior, es evidente que los cambios generados
en los medios de producción y el fenómeno “aspiracional” de los
178 SALAZAR, G.: Labradores, Peones y Proletarios. Formación y crisis de la sociedad popular chilena
del siglo XIX, op. cit., p. 228. sectores rurales de la población provocaron el surgimiento de gran-
des suburbios populares que obligaron a ensanchar los límites his-
179 FOLCHI, M.: “La Higiene, la Salubridad pública y el problema de la vivienda popular
en Santiago de Chile, 1843-1925”, en LÓPEZ, R. (compiladora): Perfiles habitacionales y
condiciones ambientales. Historia urbana de Latinoamérica siglos XVII-XX, Benemérita Uni-
versidad Autónoma de Puebla, Puebla México, 2007, p. 371. 182 Ibíd., p. 248.

180 SALAZAR, G.: Labradores, Peones y Proletarios. Formación y crisis de la sociedad popular chile- 183 Ibíd., p. 249.
na del siglo XIX, op. cit., p. 146.
184 FOLCHI, M.: “La Higiene, la Salubridad pública y el problema de la vivienda popular
181 Ibíd., p. 148. en Santiago de Chile, 1843-1925”, op. cit., p. 371.

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tóricos de la ciudad colonial. En el caso de la ciudad de Santiago, o tinglados. De esta manera, se fueron poblando “los sórdidos arra-
su ensanche se habría realizado ocupando las tierras agrícolas que bales del norte y el oeste, y sobre todo los del barrio Sur, crecido sin
la rodeaban. Al respecto, Góngora señala que “Como casi todas la orden ni concierto alguno”187. Si bien algunos propietarios preferían
ciudades –desde sus inicios o con el paso del tiempo– se constituyen lotear sus chacras y propiedades suburbanas, otros decidieron sim-
en centros de diferenciación social, las residencias pertenecientes a plemente permitir la formación de “rancheríos” en sus tierras, para
los vecinos más importantes se ubicaron en el perímetro céntrico, de esta manera poder cobrar a sus habitantes un canon de arriendo
partiendo desde la Plaza de Armas. Esta distribución espacial aún mensual188. Emblemático fue el caso de los hermanos Ovalle, quie-
subsistía sin modificaciones hacia 1850, cuando la fisionomía de la nes iniciaron un millonario negocio dedicado a la administración de
capital comenzó a cambiar”185. Dicho cambio generaría la división los asentamientos populares189. Sin embargo, la paradoja que insta-
de Santiago en tres amplias zonas marcadas por una evidente di- laba el negocio de urbanización popular radicaba en la cantidad de
ferenciación social: “un centro histórico mixto, con barrios en los viviendas que potencialmente podían desplazarse hacia la ciudad.
que se mantenía la aristocracia tradicional, con un entorno salpica- En 1865 existían 252.522 viviendas populares en todo el país y el
do de enclaves de viviendas populares, unos barrios nuevos para setenta por ciento de las casas chilenas correspondían a construc-
la clase media, convenientemente urbanizados, y amplias zonas de ciones provisionales del sector popular. Al desplazarse hacia la ca-
edificación precaria, en la periferia semi rural, hacia el norte y po- pital, las viviendas populares formaron inmensos rancheríos que al
niente de la ciudad y en los márgenes del río que la atraviesa, en las unirse se transformaron en arrabales “tan extensos como la ciudad
que se alojaban las familias del bajo pueblo en extensos arrabales o principal, y más densamente poblados”190. Esto provocó el desdi-
rancheríos”186. A los “vecinos más importantes”, ahora se sumaban bujamiento de los planos diseñados siglos antes, con la consecuente
los grupos medios que aspiraban a ocupar un espacio en la naciente pérdida del control de la evolución de la ciudad. Lo que antes de
burocracia estatal y los sectores populares compuestos por vaga- 1840 se circunscribía a la orilla de los ríos capitalinos y a lo largo de
bundos, vendedores ambulantes, obreros asalariados y ocasionales, las cañadas, hacia finales del siglo XIX se expandía como epidemia
todos reunidos en una ciudad que por más de trescientos años había por todo Santiago. Este fenómeno generó en los grupos dirigentes,
sobrevivido sin variaciones significativas. profesionales y acomodados del país una serie de nuevos temores
Por otra parte, la expansión y densificación de los cinturones relacionados básicamente con la mutación del espacio urbano y sus
suburbanos producto del arriendo de la tierra “al detalle”, generó consecuencias.
una verdadera carrera mercantil por la adquisición y venta de sitios.
Como señala el historiador chileno Luis Alberto Romero, el verda-
187 ROMERO, L.: ¿Qué hacer con los pobres? : elite y sectores populares en Santiago de
dero negocio consistía en conservar la propiedad de la tierra para Chile, 1840-1895, op. cit., pp. 123-124.
poder alquilar pequeños lotes en los que se levantaban los ranchos
188 SALAZAR, G.: Labradores, Peones y Proletarios. Formación y crisis de la sociedad popular chilena
del siglo XIX, op. cit., p. 230.

185 GÓNGORA, A.: “El cuerpo en la ciudad. Santiago, 1541-1850”, en GÓNGORA, A., 189 ROMERO, L.: ¿Qué hacer con los pobres? : elite y sectores populares en Santiago de
SAGREDO, R.: Fragmentos para una historia del cuerpo en Chile, op. cit., p. 167. Chile, 1840-1895, op. cit., p. 123

186 FOLCHI, M.: “La Higiene, la Salubridad pública y el problema de la vivienda popular 190 SALAZAR, G.: Labradores, Peones y Proletarios. Formación y crisis de la sociedad popular chilena
en Santiago de Chile, 1843-1925”, op. cit., pp. 371-372. del siglo XIX, op. cit., pp. 228-231.

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El amparo institucional que disfrutó el negocio del alquiler al de- nos determinan en buena medida la manera en que las personas
talle legitimó una oferta más preocupada de acumular capital que de reaccionan unas respecto a otras, la forma en que se ven y escuchan,
solucionar las carencias de urbanización de los terrenos en donde se en si se tocan o están distantes”195. Así, mientras se desarrollaba en
emplazaban los tinglados y las covachas. Los ranchos se caracteriza- los grupos acomodados un fuerte temor a la cohabitación con la
ron por ser “más insalubres, peor construidas y más miserables”191 otredad, paralelamente se instalaba en la elite médica y en la autori-
que las ubicadas en los sectores rurales del país, lo que produjo fo- dad la preocupación por un escenario de precariedad e insalubridad
cos de insalubridad que despertaron el temor del Estado y de la urbana que amenazaba la eficacia de la práctica médica científica, sus
elite médica. Es así como, hacia 1870, la oligarquía Santiaguina “se dominios explicativos, su discurso y, con ello, su poder y transcen-
hallaban en la posición del aprendiz de brujo: debía exorcizar los dencia social196. Podemos suponer que la segregación espacial que se
fantasmas que había invocado. Es decir, debía intentar controlar la originó en Santiago a fines del siglo XIX y principios del XX fue un
plebeyización de las ciudades cuando ese proceso se desarrollaba factor importante en la configuración de un discurso impregnado
ya a toda marcha”192. Quedaba en evidencia la incapacidad de la oli- del recelo y temor hacia el otro pobre.
garquía para resolver “urbanísticamente” los conflictos y problemas
que habían generado “sus propias prácticas acumulativas, a todo 3. 2. La Higiene Pública y la trascendencia social del dis-
nivel”193. De este modo, a comienzos del siglo XX, la población positivo médico
pobre del país “había penetrado ya en todos los poros de las viejas
ciudades patricias, hinchándolas y tensionándolas, [provocando que] La intensa migración rural hacia la urbe debida a la penetración
los polos extremos de la sociedad chilena, hasta entonces demasiado del modo de producción capitalista “en rubros cada vez más di-
diferenciados y distanciados como para confrontarse, se hallaron así versos y relevantes para nuestra economía, como (…) la industria
en contacto directo sin haberse homogenizado e igualado”194. manufacturera de las ciudades”197, generó un proceso de proletariza-
Sin embargo, este contacto directo no pasó de ser una cohabitación ción marcado por la precariedad material en las condiciones de vida
simbólica del espacio de la urbe, ya que una frontera muchas veces de los trabajadores. Sobrepasados ampliamente se vieron el Estado y
natural (ríos, cañadas, arboledas o leguas de distancia), separaba a la
marginalidad de los aristocráticos barrios céntricos. Esta distancia
espacial podría haber configurado una desconfianza elitista hacia los
cuerpos que habitaban los arrabales, ya que resulta innegable, como
señala Sennett, “que las relaciones espaciales de los cuerpos huma-

195 SENNETT, R.: Carne y Piedra. El cuerpo y la ciudad en la civilización occidental, Alianza
191 Ibíd., p. 230. Editorial, Madrid, 1997, p. 19.

196 MOLINA, C.: “La Cuestión Social y la opinión de la elite médica. Chile: 1880-1890.
192 Ibíd., p. 232. Análisis de la Revista Médica de Chile y de los Anales de la Universidad de Chile”, en
Anales Chilenos de la Historia de la Medicina, Año (Vol.) 16 (1), mayo de 2006, p. 5.
193 Ibíd., p. 233.
197 PINTO, J. y SALAZAR, G.: Historia Contemporánea de Chile III, LOM Ediciones, San-
194 Ibíd., p. 234. tiago-Chile, 2002, p. 173.

92 93
las clases dirigentes frente a la llamada cuestión social198: “largas y ago- Como señala Romero, “en este punto, los problemas urbanos, y los
tadoras jornadas de trabajo, faenas altamente peligrosas y propensas pobres mismos, se convirtieron en una cuestión e impulsaron una
a los accidentes, abusos patronales en cuestiones salariales y de dis- acción. Su forma más definida fue el higienismo (…), una interven-
ciplina laboral, vivienda estrecha e insalubre, altísimos índices de morbilidad ción directa en la vida de los pobres, que modificó tanto sus con-
y mortalidad, difusión de un trabajo femenino e infantil superior a diciones de vida como los términos mismos de su relación con la
las fuerzas de quienes lo ejecutaban, desprotección absoluta frente elite”203. Estas condiciones instalaron un nuevo desafío al interior
a la adversidad”199. Las graves condiciones de hacinamiento en que de la elite médica: la generación de una estrategia de administración
vivían los arrabales, “especialmente la situación de insalubridad y de una población que amenazaba la efectividad de las prácticas y del
de falta de higiene”, trajeron consigo serias amenazas sanitarias y discurso de la medicina científica.
sociales que “eran percibidas como factores contraproducentes para Antes del desarrollo de la microbiología, los médicos relaciona-
el funcionamiento de la sociedad global”200. En este contexto, múl- ban la salud física y también la calidad moral de los sujetos con las
tiples enfermedades y epidemias amenazaban con desbordar “los características del espacio que habitaban. Las habitaciones insalu-
límites de los propios arrabales”201, poniendo en peligro a la pobla- bres dañaban, según las autoridades, no sólo “las condiciones físicas
ción. El “pánico urbano”202, es decir, la inquietud político-sanitaria i morales del individuo i de la familia [sino que también provoca-
producto del desarrollo del entramado urbano, generó la preocu- ban] funestos resultados para la vida jeneral de colectividad”204. De
pación y el reclamo de la elite médica y de los sectores dirigentes. hecho, ya en 1872, el doctor chileno Adolfo Murillo explicaba que
las condiciones materiales de existencia parecían alcanzar a determinar la
superestructura moral de la sociedad205. Así, “el espacio” comenzó a
198 La temática sobre la cuestión social en Chile ha sido tratada profusamente por la histo-
riografía nacional. Según la línea de investigación de nuestro trabajo, consideramos tomar una “relevancia sanitaria” que generó al interior de la ins-
apropiado destacar por su originalidad o valor histórico, los trabajos de: ORREGO, titucionalidad médica un intenso debate sobre las condiciones de
A.: La Cuestión Social, Imprenta Barcelona, Santiago de Chile, 1897; GREZ, S.: La Cues-
tión Social en Chile. Ideas y debates precursores (1804-1902), Ediciones de la Dirección de habitabilidad de los lugares públicos y privados de la ciudad; debate
Bibliotecas, Archivos y Museos, Santiago de Chile, 1995; MOLINA, C.: “La Cuestión
Social y la opinión de la elite médica. Chile: 1880-1890. Análisis de la Revista Médica que tomó forma práctica e instrumental en las nociones de “sa-
de Chile y de los Anales de la Universidad de Chile”, en Anales Chilenos de la Medi-
cina, Año (Vol.) 16 (1), mayo de 2006; CONCHA, J.: “La Cuestión Social. Sus causas
y sus remedios”, en Conferencias sobre Economía Social dictadas en la Universidad Católica de
Santiago de Chile, Imprenta Chile, Santiago, 1918; CRUZAT, X., TIRONI, A.: “El pen-
samiento frente a la Cuestión Social en Chile”, en BERRIOS, M.: Pensamiento en Chile.
1830-1910, Nuestra América Ediciones, Santiago, 1987, p. 151.

199 PINTO, J. y SALAZAR, G.: Historia Contemporánea de Chile III, LOM Ediciones, San- 203 ROMERO, L.: ¿Qué hacer con los pobres? : elite y sectores populares en Santiago de
tiago-Chile, 2002, p. 174. Chile, 1840-1895,op. cit., p. 123.

200 TORRES, I.: “Los Conventillos en Santiago (1900-1930)”, Cuadernos de Historia 204 FRÍAS, E.: Las Habitaciones Obreras en Chile i en el estranjero. Estudios e investigaciones prac-
Nº6, Departamento de Ciencias Históricas, Universidad de Chile, julio de 1986, p. 67. ticadas por la Oficina del Trabajo sobre el estado de la cuestión de las habitaciones obreras, Oficina
Citado en: MOLINA, C.: Institucionalidad sanitaria chilena. 1889-1989, op. cit., p. 21. del Trabajo, Imprenta “Santiago”, Santiago de Chile, 1911, pp. 4-5.

201 ROMERO, L.: ¿Qué hacer con los pobres? : elite y sectores populares en Santiago de 205 Revista Médica de Chile, año I, Nº 4, Santiago, Octubre de 1872, p. 125. Citado en:
Chile, 1840-1895, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1997, p. 123. MOLINA, C.: “La Cuestión Social y la opinión de la elite médica. Chile: 1880-1890.
Análisis de la Revista Médica de Chile y de los Anales de la Universidad de Chile”, op.
202 FOUCAULT, M.: “Nacimiento de la Medicina Social”, op. cit., p. 379. cit., p. 2. Las cursivas son nuestras.

94 95
lubridad” e “higiene”206. Totalmente persuadida por el paradigma el médico Juan Bruner señalaba en 1857 a los profesores y autorida-
del “Higienismo”207, la elite médica definió la Salubridad como la des de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile que “La
base material y social susceptible de asegurar para la salud de los salud de un pueblo depende del lugar donde vive (…) La topografía,
individuos, y la Higiene Pública como la técnica de control político- la vida material i las costumbres, como causas patojéneticas, impri-
científico de esa base material-social208. men a los habitantes una fisonomía morbosa particular”. En el caso
Como tecnología del poder, la higiene pública buscó intervenir puntual de Santiago, Bruner explicaba que los elementos “patojé-
en las principales variables que determinaban la calidad de los espa- neticos” de su ubicación geográfica eran la elevación considerable
cios y, por ende, en la administración de la salud de la población. Se- de la ciudad sobre el nivel del mar, la escasa circulación de aire y su
gún el Higienismo, dichas variables eran la luz solar, el aire y el agua. “miasma”. En cuanto al espacio privado, el médico chileno advertía
Para los higienistas, “El aire no debía estar viciado ni contaminado sobre el peligro de los lugares mal ventilados, explicando que el aire
por emanaciones miasmáticas 209 o efluvios y disponible, además, en de una habitación “se descompone permanentemente por la respi-
cantidad adecuada. El agua debía ser igualmente limpia, no contener racion, no siendo renovado a cada momento se torna poco a poco
restos orgánicos ni sustancias deletéreas. La luz del sol, fuente de la irrespirable. La falta creciente del oxijeno, que es el estimulo telurico
salud, debía bañar los lugares y a las personas”210. En esta dirección, del sistema nervioso i muscular, paraliza la vitalidad de dichos siste-
mas, i el ácido carbónico, que se aumenta en proporcion inversa al
oxijeno, suprime la fuerza respiratoria de las vesiculas de la sangre”.
206 “El concepto de salubridad apareció, pues, al inicio de la Revolución francesa, y el de Este fenómeno nefasto para la salud de las personas, según Bruner,
higiene pública sería el concepto que en la Francia del siglo XIX resumiría lo esencial
de la medicina social”. En: FOUCAULT, M.: “Nacimiento de la Medicina Social”, op. no ocurría “en las casas de la jente acomodada, siendo espaciosas i
cit., p. 379. bien ventíladas permiten una libre renovacion del aire. Pero la po-
207 Por Higienismo entenderemos “un conjunto de creencias sobre la constitución de blacion pobre (…) se encuentra apilada en sus ranchos y cuartos
los organismos, la salud y el origen de las enfermedades; de prácticas orientadas a miserables cuya humedad y mugre se mezclan con el ambiente res-
preservar la salud física y moral de las personas y las sociedades; y de políticas públicas
inspiradas en esos mismos conceptos”. En: FOLCHI, M.: “La Higiene, la Salubridad pirado sin tener la suficiente salida. Lo mismo que se observa en
pública y el problema de la vivienda popular en Santiago de Chile, 1843-1925”, op. cit.,
p. 364. grande en las habitaciones pobres de la sobrecargada Europa, lo
encontramos en pequeño en nuestras ciudades, suburbios i villas, a
208 FOUCAULT, M.: “Nacimiento de la Medicina Social”, op. cit., p. 379.
cada paso”211.
209 Por lo menos hasta comienzos del siglo XX, la etiología médica basada en el higienis- Desde un punto de vista médico –y lógicamente, político-, estos
mo contemplaba los miasmas dentro de los elementos perjudiciales para la salud de
los individuos. En 1876, el higienista chileno Francisco Navarrete definía los miasmas espacios representaban lo contrario a lo establecido por el higienis-
como emanaciones que se difunden por el aire ejerciendo una influencia negativa en la mo, por lo que no resulta extraño que este paradigma, ampliamente
economía animal; “Así las emanaciones de los pantanos, de las materias en putrefaccion,
de la piel i de los pulmones de los individuos enfermos, son verdaderas emanaciones
miasmáticas (…) El carácter esencial de los miasmas consiste en que son partículas
invisibles orgánicas u organizadas, vivas o muertas, residentes en el aire, por medio del
cual ejercen su accion descomponente sobre la materia orgánica”. En: NAVARRETE,
F.: Relacion de la fermentacion con las epidemias. Miasmas desinfectantes, reglas hijiénicas i terapéu-
tica de las epidemias, Imprenta del Independiente, Santiago, 1876, p. 23.
211 BRUNNER, J.: “Fragmentos de una Hijiene Pública de Santiago”, en Anales de la
210 FOLCHI, M.: “La Higiene, la Salubridad pública y el problema de la vivienda popular Universidad de Chile, Santiago de Chile, Enero, Febrero y Marzo de 1857, Tomo XV, pp.
en Santiago de Chile, 1843-1925”, op. cit., p. 387. 292-293.

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compartido por la elite médica chilena212, se incorporara a la práctica elite médica consideraba trascendental para su proyecto civilizatorio,
y al saber médico en forma de técnicas de intervención y control del para su discurso, su práctica, su poder y su transcendencia social: la
espacio urbano y de la multiplicidad que lo habitaba213. regularización de los procesos biosociológicos de la población.
Dentro de esta estrategia, una amplia pedagogía de la higiene fue De este modo, las denuncias más significativas sobre la cuestión de
difundida desde el dispositivo médico hacia las clases dirigentes, lo la habitación obrera o del espacio suburbano surgen desde el interior
que posibilitó la instalación del discurso higiénico como un impor- de la Revista Médica de Santiago, de los Anales de la Universidad de
tante referente explicativo. La mortalidad infantil, por ejemplo, fue Chile y de la Revista Chilena de Higiene216. Para la historiadora María
analizada por la medicina científica decimonónica como resultado Angélica Illanes, es en el contexto de la Cuestión Social cuando la
de las precarias condiciones de salubridad de los sectores populares, elite médica se adelanta a la acción del Estado y se consolida como
convirtiéndola en un campo apto para la intervención de la higiene “poder” con autonomía e identidad propia217. Ya en 1853, durante su
pública. Los médicos Sierra y Moore recomendaban al Ministro Au- discurso de incorporación a la Facultad de Medicina de la Universidad
gusto Matte “que cualesquier tratado de higiene de los países euro- de Chile, el médico higienista Víctor Pretot señalaba la importancia
peos reúne todos los datos que enseñan a evitar la mortalidad infantil, trascendental del cuerpo médico para el devenir de la República de
estudiándose en ellas las mismas causas y aconsejándose las mismas Chile: “dependerá del concurso simultáneo de vosotros mismos, de la
medidas”214. Otras publicaciones buscaban entregar “consejos e indi- edilidad Santiaguina i de los médicos (…) proporcionar a la República
caciones al hogar del pobre, con el propósito de difundir nociones de una sucesion de jeneraciones sanas”; [ya que era el médico quien debía
hijiene y correjir en parte los efectos de la ignorancia de los padres”215. orientar a la policía administrativa y a las autoridades en las] “mejoras
La higiene pública se instaló, entonces, como el instrumento tecnoló- prescritas por la hijiene pública” [para el aseguramiento de] “La pu-
gico de intervención por antonomasia para la protección de lo que la reza del aire, la calidad de las aguas, sus corrientes, la limpieza de las
calles, de los lugares públicos, de sus acequias i resumideros”. Según
212 Aunque no existe ningún estudio histórico que se encargue de la difusión del discurso Pretot, no sólo las autoridades debían someterse a la voz experta del
higienista en Chile, según Folchi, se puede constatar la operatividad de sus presupues- médico, sino también las familias que estaban obligadas a adquirir y
tos al interior del dispositivo de la medicina científica a través de “diversos artículos
publicados en revistas especializadas que dan cuenta de las ideas etiológicas y preven- aplicar los “conocimientos vulgares de la hijiene privada o doméstica,
tivas que tenían los médicos chilenos”. Además, existió una importante producción de cuya observacion prevendria muchas veces la enfermedad i llegaria a
libros y manuales destinados al tratamiento de los principios del higienismo europeo;
y una destacada labor de traducción de los más importantes manuales de higiene de jeneralizar unas costumbres en harmonia con las disposiciones cli-
Europa. En: FOLCHI, M.: “La Higiene, la Salubridad pública y el problema de la
vivienda popular en Santiago de Chile, 1843-1925”, op. cit., p. 373. matéricas i individuales”218.
213 Un ejemplo claro de la incorporación de los principios del higienismo en las técnicas
médicas de la época lo podemos encontrar en la desinfección pública que realizaba metó-
dicamente el Desinfectorio sobre el espacio público y privado de la ciudad. Como se- 216 FOLCHI, M.: “La Higiene, la Salubridad pública y el problema de la vivienda popular
ñala Illanes, “La salud pública como política tomaba olor a química”. En: ILLANES, en Santiago de Chile, 1843-1925”, op. cit., p. 364.
M.A.: En el nombre del Pueblo, del Estado y de la Ciencia. Historia social de la salud pública en
Chile, 1880-1973. Hacia una historia social del siglo XX, op. cit., p. 87. 217 ILLANES, M.A.: En el nombre del Pueblo, del Estado y de la Ciencia. Historia social de la salud
pública en Chile, 1880-1973. Hacia una historia social del siglo XX, op. cit., p. 86.
214 MOORE, E., SIERRA, L.: La mortalidad de los niños en Chile, Publicación de la Sociedad
Protectora de la Infancia, Imprenta y Litografía Central, Valparaíso, 1895, p. 5. 218 PRETOT, V.: “Discurso de incorporación como miembro de la Facultad de Medicina
de la Universidad de Chile”, en Anales de la Universidad de Chile, Santiago de Chile, 1853,
215 Ibíd., p. 3. Tomo X, pp. 36-38.

98 99
En este sentido, no es un hecho aleatorio que la primera pu- inquietud biopolítica, ya que al vincular “científicamente”223 la salu-
blicación formal sobre la cuestión social (un conjunto de artícu- bridad, la mortalidad y la dinámica poblacional con las condiciones
los editados por el diario La Patria de Valparaíso en el año 1884) y materiales de existencia, reconocía la viabilidad del control estatal224
sobre sus peligros para el desarrollo del país haya sido escrita por de la base material que las determina225. De esta manera, la elite
un destacado miembro de la elite médica219. El trabajo del médico médica se posicionaba políticamente como “el estamento que podía
Augusto Orrego Luco, según el historiador Carlos Molina, fue el superar las propias determinaciones históricas y raciales del país”226.
resultado de “la expresión meditada y documentada de un proceso Sin embargo, lo realmente significativo del gesto de Orrego es que
de percepción y conocimiento colectivo, desarrollado en el seno de al establecer la posibilidad de conocimiento y de control de las le-
la profesión médica organizada de la época, en la Sociedad Médica yes materiales que determinan los procesos biológicos de la especie
de Santiago, a partir de su propia praxis profesional volcada desde humana, validó a la medicina como tecnología social para la regu-
sus inicios, al ámbito de la trascendencia social”220. En su concep- lación de la población. Así, la higiene pública, en cuanto tecnología
tualización sobre la cuestión social, Orrego Luco propone como de poder, pudo operar tanto en el establecimiento e internalización
centrales los elementos relacionados con la higiene y salubridad pú- de un conjunto de prescripciones (impulso normativo) sobre los
blicas221, y su problemática principal “está vinculada a la asociación cuerpos que habitaban la ciudad, como en la regularización de los
de los grandes problemas de la mortalidad de la niñez con los pro- procesos biológicos de la población. En este sentido, la medicaliza-
cesos migratorios de población, lo que les confiere su gravedad y su ción urbana posibilitó la existencia de un espacio táctico (la ciudad,
trascendencia sanitaria”222. El texto de Orrego evidencia una clara el barrio, la habitación) para la demarcación social en base a criterios
higiénicos, instalándose, de este modo, una estrategia de gobierno
de la multiplicidad.
En este escenario, el discurso higiénico pregonado por la elite
médica se presentó como un ideario mayoritariamente compro-
219 El médico Augusto Orrego Luco fue profesor de la Universidad de Chile. Se formó
como psiquiatra en Francia en la clínica del profesor Jean-Martin Charcot. Fue miem-
bro del Consejo de Instrucción Pública entre los años 1885 y 1888 y del sector dirigen- 223 “Uno de los más hermosos triunfos de las investigaciones científicas del siglo es haber
te del país. Además de socio de la Sociedad Médica de Santiago, participó activamente llegado á formular, –aunque de una manera vaga todavía,– las grandes leyes que domi-
como colaborador de la Revista Médica de Chile, su órgano de expresión. nan el movimiento social, y haber conseguido poner de manifiesto que esas leyes están
sujetas á condiciones materiales que la estadistica puede formular”. En: ORREGO,
220 MOLINA, C.: “La Cuestión Social y la opinión de la elite médica. Chile: 1880-1890. A.: La Cuestión Social, op. cit., p. 18.
Análisis de la Revista Médica de Chile y de los Anales de la Universidad de Chile”, op.
cit., p. 2. 224 “Desprender los hechos de esa atmósfera de arbitrariedad caprichosa y presentarlos
sujetos á leyes inflexibles que tienen una base material, que se derivan de condiciones
221 De hecho, el médico Orrego señala que en el combate de la llamada cuestión social económicas, es abrir un campo inmenso á la acción del estadista”. En: ORREGO, A.:
se debe añadir “una aplicación más seria de los principios de la Higiene, el establecimiento de La Cuestión Social, op. cit., p. 21.
la vacunación obligatoria, un servicio hospitalario para la asistencia de los párvulos y
una organización menos estrecha de la caridad social”. En: ORREGO, A.: La Cuestión 225 MOLINA, C.: “La Cuestión Social y la opinión de la elite médica. Chile: 1880-1890.
Social, Imprenta Barcelona, Santiago de Chile, 1897, pp. 52-53. Análisis de la Revista Médica de Chile y de los Anales de la Universidad de Chile”, op.
cit., p. 2-3.
222 MOLINA, C.: “La Cuestión Social y la opinión de la elite médica. Chile: 1880-1890.
Análisis de la Revista Médica de Chile y de los Anales de la Universidad de Chile”, op. 226 ILLANES, M.A.: En el nombre del Pueblo, del Estado y de la Ciencia. Historia social de la salud
cit., p. 2. pública en Chile, 1880-1973. Hacia una historia social del siglo XX, op. cit., p. 86.

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metido con un modelo de sociedad elitista y con un “proyecto entre otros efectos, el de establecer un efectivo cordón de planta-
civilizatorio”227, fórmula que sedujo a los ideólogos y dirigentes ilus- ciones alrededor de la capital para evitar las influencias pestilenciales de
trados de los movimientos obreros de finales del XIX y comienzos los suburbios marginales230. Por otra parte, la medicalización urbana
del XX. Estos encontraron en el discurso higienista las justificacio- del espacio privado impulsada por la elite médica produjo un fértil
nes y argumentos para sus demandas sectoriales y para proponer un debate de más de medio siglo que desembocaría en la intervención
modelo “moderno de trabajador”: conocedor de la higiene, saluda- higiénica de las llamadas viviendas populares.
ble y, por ende, moral. El historiador chileno Eduardo Devés expli- Ambas intervenciones fueron el resultado del reclamo contun-
ca que “en general los conductores ideológicos de los movimientos dente de una elite médica ilustrada que buscaba, con la interven-
de los trabajadores, hacia el centenario, pertenecen claramente a la ción del ambiente insano de los arrabales, controlar los factores que
corriente civilizadora, en las luchas populares latinoamericanas (…) amenazaban con corromper física y moralmente a la fuerza de trabajo y
Los conductores chilenos no son caudillos sino educadores” que a la sociedad en su conjunto231. Esto significaba, necesariamente, la
buscan recobrar “los valores del saber científico o de la democracia instalación de controles reguladores capaces de organizar la vida de
política y social traicionados por la oligarquía”228. A la objetivación los sectores populares.
del sujeto operada desde el discurso y las prácticas de la higiene pú- En esta dirección, el Intendente Benjamín Vicuña Mackenna te-
blica, se sumó más tarde la objetivación que operó al interior de las nía muy claro que la intervención higiénica del espacio popular era la
organizaciones obreras y sindicales229. única forma de erradicar lo que él consideraba “una inmensa cloaca
de infección y de vicio, de crimen y de peste, un verdadero potrero
3. 3. La Medicalización del espacio urbano de Santiago: la de la muerte”232. Para el Intendente, la transformación espacial de los
higiene pública como tecnología para la normalización arrabales de Santiago significaba “una de las mas vitales necesidades
de la ciudad, si no la mas capital de todas. Es un deber de filantropía,
Una de las manifestaciones emblemáticas de medicalización del de honra, de salvación”233. Sin embargo, la percepción negativa de
espacio urbano de Santiago la podemos encontrar en el proyecto los arrabales santiaguinos desde un punto de vista sanitario ya era
de transformación que impulsó Vicuña Mackenna durante su labor compartida por los médicos higienistas chilenos desde mediados del
de Intendente entre los años 1872 y 1875. Vicuña Mackenna, clara- siglo XIX. Algunos de ellos, como Bruner, advertían sobre las con-
mente influenciado por su periplo europeo y su residencia parisina,
encontró en el discurso higienista francés los argumentos necesa-
rios para plantear la construcción de un camino de cintura que tendría, 230 DE RAMÓN, A.: Santiago de Chile (541-1991), Historia de una sociedad urbana, op. cit., p.
146.

231 FOLCHI, M.: “La Higiene, la Salubridad pública y el problema de la vivienda popular
227 FOLCHI, M.: “La Higiene, la Salubridad pública y el problema de la vivienda popular en Santiago de Chile, 1843-1925”, op. cit., p. 387.
en Santiago de Chile, 1843-1925”, op. cit., p. 364.
232 DE RAMÓN, A.: Santiago de Chile (541-1991), Historia de una sociedad urbana, op. cit., p.
228 DEVÉS, E.: “La Cultura Obrera Ilustrada chilena y algunas ideas en torno al sentido 147.
de nuestro quehacer historiográfico”, op. cit., p. 131. Las cursivas son nuestras.
233 VICUÑA, B.: La transformación de Santiago. Notas e indicaciones respetuosamente sometidas a la
229 Las tecnologías de objetivación que operaron desde el interior del movimiento obrero Ilustre Municipalidad, al Supremo Gobierno y al Congreso Nacional, por el Intendente de Santiago,
chileno serán estudiadas ampliamente en el siguiente capítulo. Imprenta y Librería de El Mercurio de Oreste S. Tornero, Santiago, 1872, p. 24.

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diciones complejas de Santiago, ya que la insalubridad y las malas formación de Santiago una clara inspiración higienista237. De hecho,
prácticas de sus habitantes provocaban la generación de un miasma para Vicuña existían en la capital “necesidades higiénicas de primer
“que se desarrolla permanentemente –sobre todo en el verano– de orden”, las que debían ser solucionadas basándose en “la ciencia
la descomposicion putrefacta de las calles i casas”234. Por su parte, en utilísima de la higiene pública”; ciencia que para el Intendente aún
1853, el médico higienista Vicente Padin realizaba un llamamiento se mantenía, por desgracia, en “estado de simple teoría, sin la apli-
a la elite médica y a las autoridades a “mejorar en todo la parte que cación práctica, ni a los hábitos del pueblo ni a la acción de la au-
sea posible el asco de las poblaciones i del hogar doméstico, dictando toridad local ni al ejercicio de la ciencia misma”238. En este sentido,
medidas que apoyadas en el convencimiento de su utilidad las acepten con gusto es posible ver en el proyecto de Vicuña Mackenna una estrategia
los que deben cumplirlas (…) i en fin, dictando medidas a las mejoras del normalizadora que se articuló desde una evidente medicalización
bien estar en la clase indijente, foco de donde parten en la mayor parte de los del espacio urbano de la capital. El conjunto de medidas administra-
casos las enfermedades que se han hecho endémicas en Chile”235. tivas, reglamentos e instalaciones arquitectónicas que el Intendente
Aunque Vicuña Mackenna no pertenecía a la elite médica del implementó estuvieron destinadas, como veremos, a “civilizar” a
país, como influyente político y abogado liberal manifestó desde aquellos sectores de la población que, producto de su “naturaleza
temprano su inquietud por las ciencias médicas y sus avances. Ade- bárbara”, ponían en peligro la legalidad de un dispositivo médico
más de publicar extensas historias sobre la medicina chilena, realizó amenazado por el desborde de los suburbios populares y de las en-
su carrera política junto a destacados médicos higienistas236. Sus ex- fermedades que se gestaban en su interior.
tensos periplos por Europa le dieron la oportunidad de alimentar su Al asumir el cargo, Vicuña Mackenna presentó un extenso plan
inquietud liberal siguiendo muy de cerca el desarrollo científico de de trabajo enfocado en la mejora de las falencias sociales y urbanas
la medicina francesa, lo que le permitió dar a su proyecto de trans- que, según él, eran de primera necesidad para lograr transformar

234 BRUNNER, J.: “Fragmentos de una Hijiene Pública de Santiago”, op. cit., pp. 292-293.

235 PADIN, V.: “Contestación de Don Vicente A. Padin al discurso de incorporación


como miembro de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile de Don Víctor
Pretot”, en Anales de la Universidad de Chile, Santiago de Chile, 1853, Tomo X, pp. 38-
39. Las cursivas son nuestras.

236 Al respecto, el historiador y médico Ricardo Cruz-Coke menciona: “Don Benjamín


Vicuña Mackenna (1831-1886), el político y estadista más destacado e importante en
la historia de la medicina chilena en el siglo XIX, fue un gran amigo de los médicos en general
y particularmente de los miembros de la comisión que él presidía. En honor a ellos
escribió el famoso libro histórico novelado Médicos de Antaño en el Reino de Chile. Apoyó
siempre los proyectos de los médicos y sus obras de progreso. Hizo los discursos inaugurales de la
fundación de los hospitales del Salvador y San Vicente. Abogado, escritor, historiador, 237 FOLCHI, M.: “La Higiene, la Salubridad pública y el problema de la vivienda popular
revolucionario, diplomático, intendente de Santiago, parlamentario, proscrito, fue el en Santiago de Chile, 1843-1925”, op. cit., p. 376.
más admirado de los ingenios del mundo intelectual de su época”. En: CRUZ-COKE,
R: Historia de la medicina chilena, op. cit., p. 448. 238 Íbid., p. 375.

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a Santiago en el “París Americano”239. A pesar de los problemas establecimientos de diversiones públicas populares construidos bajo los
económicos del proyecto que impidieron su ejecución según el plan principios de la hijiene i la moral, la plantación de árboles en la ciudad y
original240, obras como la construcción de un camino de cintura que la reedificación de los suburbios insalubres y pestilentes”243.
funcionó a modo de circunvalación para separar los dos segmentos La construcción de un camino de cintura, plan que ha sido con-
de la ciudad241, o la construcción de un “paseo hijiénico para los siderado por algunos historiadores sociales chilenos como “un pro-
niños de corta edad”242 en el cerro Santa Lucía, se desarrollaron de yecto de discriminación social”244, o “una especie de segmentación
manera sostenida y siguiendo las normas establecidas por la Higie- social entre el mundo civilizado y el rústico”245, contemplaba la rea-
ne Pública. Para ello, como explica el historiador Mauricio Folchi, lización de cuatro vías que rodearían el perímetro de la ciudad (Ave-
Vicuña Mackenna “formó un Consejo de Higiene y Salubridad Pú- nida del Sur, Avenida del Oriente, Avenida del Poniente y Avenida
blicas que debía hacerse cargo de numerosas tareas: entre otras, la del Norte). Este proyecto, que representaba “una solución práctica
salubridad de localidades y viviendas, la prevención de epidemias, frente al problema de salubridad pública que suponían la existen-
la vacunación, el mejoramiento de condiciones higiénicas de la po- cia de lo que el intendente llamaba despectivamente el potrero de la
blación, el traslado de fábricas insalubres, la creación de grandes muerte”246, dejaba en evidencia una particular manera de ver la ciu-
dad. Al respecto, De Ramón explica que “por lo menos hasta fines
239 El ambicioso plan de trabajo del Intendente Vicuña contemplaba la realización de del siglo XIX, las autoridades y los urbanistas que se refirieron a la
veintitrés obras de remodelación, construcción o intervención del espacio urbano de
la capital: canalización del río Mapocho, construcción de un camino de cintura de capital de Chile, hicieron distinción muy clara entre la ciudad pro-
la ciudad, transformación de los barrios del Sur, ensanche del uso del agua potable, piamente tal y los sectores adyacentes llamados arrabales o subur-
creación de nuevas plazas, creación del paseo del Cerro Santa Lucía, terminación de
la Plaza de Abastos, creación de nuevas recobas, creación de nuevas escuelas, apertura bios, aplicando a cada uno un trato y un procedimiento diferentes y
de calles tapadas, construcción del doble cauce del Negrete, construcción del cauce repartiendo, por lo tanto, los beneficios en forma desigual. De este
abovedado del canal San Miguel, construcción de un nuevo Matadero para los barrios
del Norte, Supresión de Chinganas y construcción de cuatro casas de diversión po- modo, tales funcionarios clasificaron internamente la ciudad”247. Según el
pular, construcción de una nueva casa de ciudad, transformación del empedrado de
las calles, construcción de aceras y ochovamiento de las esquinas, terminación de la ideario urbano y político de Vicuña Mackenna, existían “dos ciuda-
Av. Del Ejército Libertador y del Cementerio, reparación radical del Matadero y del des” dentro de la capital, una “completamente bárbara, injertada en
presidio urbano, provisión de vestuario y armamento para la Policía, terminación del
Teatro Municipal, instalación de nuevos cuarteles de Policía, nuevos barrios y pobla- la culta capital de Chile”, y otra que “forma el Santiago propio, la ciu-
ciones para la ciudad. El financiamiento de estas obras fue una dificultad que Vicuña
no logró superar con éxito. Sin embargo, muchas de ellas se terminaron durante su
mandato como Intendente, y otras fueron finalizadas años después. Una mirada bas-
tante completa de este proceso de transformación, se puede encontrar en: WEHNER, 243 FOLCHI, M.: “La Higiene, la Salubridad pública y el problema de la vivienda popular
L.: Benjamín Vicuña Mackenna: génesis de la transformación de Santiago, Tesis (licenciatura en Santiago de Chile, 1843-1925”, op. cit., p. 375. Las cursivas son nuestras.
en Historia), Santiago de Chile, Pontificia Universidad Católica de Chile, Facultad de
Historia, Geografía y Ciencia Política, 2000. 244 Ibíd., p. 376.

240 WEHNER, L.: Benjamín Vicuña Mackenna: génesis de la transformación de Santiago, op. cit., 245 WEHNER, L.: Benjamín Vicuña Mackenna: génesis de la transformación de Santiago, op. cit.,
p. 81. p. 82.

241 FOLCHI, M.: “La Higiene, la Salubridad pública y el problema de la vivienda popular 246 FOLCHI, M.: “La Higiene, la Salubridad pública y el problema de la vivienda popular
en Santiago de Chile, 1843-1925”, op. cit., p. 376. en Santiago de Chile, 1843-1925”, op. cit., p. 376. Las cursivas son nuestras.

242 VICUÑA, B.: El Paseo de Santa Lucía. Memoria de los trabajos ejecutados desde el 1° de Junio al 247 DE RAMÓN, A.: “Santiago de Chile, 1850-1900: Límites urbanos y segregación es-
10 de Septiembre, leída a la Comisión Directiva del Paseo por el Intendente de Santiago, Imprenta pacial según estratos”, en Revista paraguaya de sociología, N° 42/43, Asunción, 1978,
de la Librería de El Mercurio, Santiago de Chile, 1872-1873, p. 43. p. 256. Las cursivas son nuestras.

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dad ilustrada, opulenta, cristiana”248. Esta simbolización “compleja”249 pedir la irradiación de las emanaciones miasmáticas que suponían
de Santiago se plasmó en una política de urbanización (pavimento, un peligro para la salud de los habitantes de la ciudad253. Al respecto,
aceras, alumbrado, seguridad, uso de agua potable, etc.) que estable- el higienista francés Michael Londe explicaba, en su libro Nouveaux
cía una demarcación social, la que operaba a todo nivel: una para la élements d’hygiène, que la mejor forma de impedir las emisiones
ciudad que dependía de los cargos y beneficios del municipio y otra peligrosas consistía en generar una línea de árboles frondosos que
para los suburbios con un sistema menos oneroso y activo250. actuarán como barrera de los efluvios254. No obstante, los primeros
Para Vicuña Mackenna, el camino de cintura ayudaría, entre otras antecedentes de segregación espacial con fines higiénicos los pode-
cosas, a establecer los límites propios de la ciudad, generando, por mos encontrar en el modelo de cuarentena aplicado desde de Edad
ejemplo, una delimitación funcional respecto a las fábricas y arraba- Media en las ciudades europeas. Frente a la peste o a alguna urgen-
les. Además, descargaría “los barrios centrales del exceso de tráfico, cia sanitaria, “la ciudad debía de dividirse en barrios a cargo de una
creando, al mismo tiempo, alrededor de la ciudad diversos paseos autoridad especialmente designada”255. Posteriormente, en 1832, a
circulares”251 destinados a reducir las distancias y a embellecer la ciu- propósito de la epidemia de cólera que se inició en París y se propa-
dad higiénicamente, ya que se abriría con su construcción un impor- gó por toda Europa, se dividió la ciudad en sectores para pobres y
tante espacio para la circulación del aire. Sin embargo, la inspiración para ricos, ya que se creía que su convivencia era una amenaza para
higienista del proyecto del Intendente quedó plasmada principal- la urbe, no solo política, sino también sanitaria.256. En esta dirección,
mente en la intención de establecer, a través del camino de cintura, el proyecto divisorio planteado por Vicuña cumplía con las normas
un cordón sanitario arbóreo que detuviera (o contuviera) la amenaza de la higiene pública, concordaba con los antecedentes europeos
sanitara de los arrabales252. Esta idea ya había sido planteada hacía sobre salubridad y reproducía la opinión de la elite médica chilena
años por los médicos higienistas europeos como una manera de im- que veía en Santiago una “ciudad doble que tiene, como Pekin, un
distrito pacífico y laborioso, y otro brutal, desmoralizado y feroz: la
248 VICUÑA, B.: La transformación de Santiago. Notas e indicaciones respetuosamente sometidas a la ciudad china y la ciudad tártara”257.
Ilustre Municipalidad, al Supremo Gobierno y al Congreso Nacional, por el Intendente de Santiago,
op. cit., p. 24. Las cursivas son nuestras.
253 FOLCHI, M.: “La Higiene, la Salubridad pública y el problema de la vivienda popular
249 Para el historiador Armando De Ramón, Vicuña Mackenna tenía una compleja mirada en Santiago de Chile, 1843-1925”, op. cit., p. 376.
sobre Santiago, ya que distinguía un centro, una Ciudad Propia, y una periferia bárbara
clasificada en tres sectores. En su trabajo, el historiador explica que existían tres clasifi- 254 LONDE, M.: Nouveaux éléments d’hygiène, traducción castellana, Nuevos elementos de Hi-
caciones en la época: “una simple con un centro y una periferia que la rodea sin mayor giene, Librería de los señores viuda de Callejas é hijos, Madrid, 1829, p. 258. En: FOL-
explicación; otra compleja (la de Vicuña Mackenna), con un centro, pero llamado esta CHI, M.: “La Higiene, la Salubridad pública y el problema de la vivienda popular en
vez Ciudad propia, y una periferia clasificada en tres sectores, al Norte, Oeste y Sur; y Santiago de Chile, 1843-1925”, op. cit., p. 376.
una tercera con un Centro donde radica la parte importante de la Ciudad y dos gran-
des suburbios, uno al norte y otro al sur”. En: DE RAMÓN, A.: “Santiago de Chile, 255 FOUCAULT, M.: “Nacimiento de la Medicina Social”, Estrategias de Poder, op. cit., p
1850-1900: Límites urbanos y segregación espacial según estratos”, op. cit., p. 257. 374.
250 DE RAMÓN, A.: Santiago de Chile (1541-1991), Historia de una sociedad urbana, op. cit., p. 256 Ibíd., p. 381.
146.
257 VICUÑA, B.: Un año en la Intendencia de Santiago. Lo que es la Capital y lo que debería ser.
251 Ídem. Memoria leída en su sesión de instalación el 5 de Mayo de 1873, Imprenta y Librería de El
Mercurio de Tornero y Garfias, Santiago, 1873, Anexo, p. 25. Citado en: DE RAMÓN,
252 DE RAMÓN, A.: Santiago de Chile (1541-1991), Historia de una sociedad urbana, op. cit., p. A.: “Santiago de Chile, 1850-1900: Límites urbanos y segregación espacial según estra-
146. tos”, op. cit., p. 258.

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En esta particular clasificación espacial de Santiago –interpre- Esta condición de inferioridad podía ser resuelta, según la inte-
tada como los primeros síntomas de lo que sería una ciudad se- lectualidad ilustrada del país, a través de un “ejercicio civilizatorio”263
gregada socialmente–, operaron tecnologías de poder enfocadas que, entre otras muchas cosas, demandaba el cumplimiento de las
en la normalización de la multiplicidad del arrabal a través de la normas que aseguraban tanto la salud física, como la salud moral
instalación de divisiones normativas que objetivaron a sus habi- de los sujetos. En este sentido, la objetivación del sujeto popular,
tantes: “la zona habitada por la barbarie, la zona brutal, desmorali- propuesta desde el discurso higiénico de la elite médica y política,
zada y feroz”258, “un inmenso aduar africano (…) una inmensa cloaca legitimó un ejercicio civilizatorio en que la higiene pública operó
de infeccion i de vicio, de crímen i de peste”259, “semilleros funestos de como tecnología de control y regulación de la población popular.
la inmoralidad, delincuentes o encubridores de forajidos”260. Al Civilizar significaba medicalizar a través del saneamiento, no solo de
tiempo que los habitantes de la “ciudad ilustrada” eran caracte- los barrios, sino también de las habitaciones que albergaban en su
rizados como sujetos “laboriosos”, “pacíficos” y “cristianos”261; interior a la familia obrera.
el habitante del arrabal se objetivaba como “bárbaro”, “bruto”,
“vicioso”, “criminal”, “apestoso”, o “enfermo”. Como señala 3.4. La medicalización de la vivienda popular: una higiene
De Ramón, esta clasificación nos proporciona “un cuadro muy pública para la modernización de la fuerza de trabajo
vivo y real de cómo se veían a sí mismos y cómo veían al resto de
la sociedad los grupos altos y medios altos de la sociedad chilena El proyecto de transformación y saneamiento de la capital ideado
de la época, incluidos sus políticos liberales de avanzada”262 y, por el Intendente Vicuña Mackenna consideraba la destrucción de
por supuesto, la elite médica. los suburbios como garantía de un emplazamiento futuro de barrios
con “habitaciones que, aunque ordinarias y baratas, consulten las
comodidades y ventajas indispensables a la conservación de la vida física
y moral”264 de los trabajadores y sus familias. Sin embargo, a pesar
de las intenciones del Intendente, la problemática de la marginali-
dad urbana, radicada principalmente en “la cuestión de la vivien-

258 FOLCHI, M.: “La Higiene, la Salubridad pública y el problema de la vivienda popular
en Santiago de Chile, 1843-1925”, op. cit., p. 375. Las cursivas son nuestras.

VICUÑA, B.: La transformación de Santiago. Notas e indicaciones respetuosamente sometidas a la


Ilustre Municipalidad, al Supremo Gobierno y al Congreso Nacional, por el Intendente de Santiago, 263 Para la historiadora Leslie Wehner, Vicuña Mackenna aspiraba a lograr el avance del
op. cit., p. 24. Las cursivas son nuestras. bajo pueblo hacia el ideal civilizado de Europa a través de la educación y el control
policial. En este sentido, el proyecto urbano del Intendente buscaba “dejar afuera del
progreso a la población de los extramuros que no cumplían con el ideal civilizado; por
260 DE RAMÓN, A.: “Santiago de Chile, 1850-1900: Límites urbanos y segregación espa- lo tanto, mientras no lograran salir de la barbarie seguirían habitando en la periferia”.
cial según estratos”, op. cit., p. 260. En: WEHNER, L.: Benjamín Vicuña Mackenna: génesis de la transformación de Santiago, op.
cit., pp. 76-82.
261 Ibíd., p. 259.
264 DE RAMÓN, A.: Santiago de Chile (1541-1991), Historia de una sociedad urbana, op. cit., p.
262 Ídem. 147. Las cursivas son nuestras.

110 111
da popular”265, continuó presente en el debate médico del país que ésta, a no ser que el cuarto esté comunicado franca y expeditamen-
consideraba a Santiago como “una de las ciudades más mortíferas del te con algún corral o patio”268. Posteriormente, en 1848 se dicta el
mundo civilizado”266. primer documento legal que busca regular el emplazamiento en los
Aunque desde finales del siglo XVIII se venía generando so- márgenes de Santiago de los llamados “ranchos”. El Reglamento de
lapadamente una cierta inquietud respecto a los emplazamientos Ranchos establecido en la Ordenanza de 9 de junio de ese año “pro-
populares en la capital chilena, los primeros registros normativos hibía la construcción de tales ranchos dentro de la superficie com-
destinados a regular tanto su ubicación como las condiciones de prendida entre la margen sur del río Mapocho por el norte, el Canal
su edificación llegaron hacia finales de la primera mitad del siglo de San Miguel (hoy Av. Diez de Julio) por el sur, ambas aceras de
XIX. En 1843 se promulgaba una ordenanza que buscaba normar la calle Maestranza (hoy Av. Portugal) y las cajitas de Agua (junto al
aquellas viviendas populares ubicadas en el corazón de la ciudad, Cerro Santa Lucía) por el Oriente, y ambas aceras de la Alameda de
cuya estructura consistía en una habitación de un solo ambiente, sin Matucana por el Poniente”269. El rancho, segregado espacialmente a
cocina, ni baño y con solo la puerta de entrada como abertura para los extramuros de la ciudad, fue definido hacia finales del siglo XIX
la iluminación y ventilación267. Generalmente, formaban parte de por el médico higienista Federico Puga Borne como “habitaciones
antiguas casonas en desuso y recibían el nombre de “cuartos redon- construidas en base a materiales compuestos por masas húmedas y
dos”. Dicha ordenanza, dictada por el Intendente de la provincia, putrecibles”270. Estas viviendas, fabricadas con materiales precarios,
José Miguel de la Barra, prohibía “habitar todo cuarto a la calle que eran levantadas por trabajadores pobres o peones vagabundos que
no tenga una ventana, cuando menos de vara y cuarto de alto y una pagaban por el alquiler de un terreno a los dueños de los suelos
vara de ancho, o postigo en la puerta de la mitad de alto y ancho de agrícolas que colindaban la ciudad. La naturaleza de este tipo de
arriendo provocó, al corto plazo, que los rancheríos crecieran hasta
formar “extensas barriadas de casuchas amontonadas sobre calle-
265 Un prolijo análisis sobre la acción del Estado en materia de vivienda popular lo po- juelas sin salida, sin ningún orden o infraestructura”271; convirtién-
demos encontrar en el trabajo de Rodrigo Hidalgo. Hidalgo nos entrega un detallado
recorrido por la discusión política y médica que generó la problemática de este tipo dose prontamente en “pantanos colectores de aguas servidas y en
de viviendas en Chile. Al respecto, señala: “Las precarias condiciones de vida de loa
más pobres llamaron la atención de los políticos, intelectuales y burócratas, quienes,
imbuidos en el debate de la llamada cuestión social, realizaron una serie de intentos por
abordar el problema que planteaba la escasez de viviendas baratas y salubres (…)
Antes de la promulgación de la Ley de 1906 (Ley de Habitaciones Obreras), durante
la segunda mitad del siglo XIX se redactaron una serie de normativas municipales
que pretendieron regular la construcción de viviendas precarias, fijando normas de 268 HIDALGO, R.: “Vivienda social y espacio urbano en Santiago de Chile: Una mirada
edificación, detallando límites en los cueles este tipo de habitaciones no podían ser retrospectiva a la acción del Estado en las primeras décadas del Siglo XX”, op. cit., p.
levantadas, y otorgando franquicias para que los particulares invirtieran sus capitales 86.
en la edificación de casas salubres y baratas”. En: HIDALGO, R.: “Vivienda social y
espacio urbano en Santiago de Chile: Una mirada retrospectiva a la acción del Estado 269 DE RAMÓN, A.: “Santiago de Chile, 1850-1900: Límites urbanos y segregación espa-
en las primeras décadas del Siglo XX”, en Eure, Revista Latinoamericana de Estudios Ur- cial según estratos”, op. cit., p. 257.
banos Regionales, Santiago de Chile, mayo 2002, Vol. XXVIII, Nº 23, pp. 83-106.
270 HIDALGO, R.: “Vivienda social y espacio urbano en Santiago de Chile: Una mirada
266 MURILLO, A.: La mortalidad en Santiago, Imprenta Cervantes, Santiago de Chile, retrospectiva a la acción del Estado en las primeras décadas del Siglo XX”, op. cit., p.
(19__), p. 8. Las cursivas son nuestras. 85.

267 FOLCHI, M.: “La Higiene, la Salubridad pública y el problema de la vivienda popular 271 FOLCHI, M.: “La Higiene, la Salubridad pública y el problema de la vivienda popular
en Santiago de Chile, 1843-1925”, op. cit., p. 372. en Santiago de Chile, 1843-1925”, op. cit., p. 372.

112 113
contaminadores de las aguas limpias”272. El peligro sanitario que sig- la estructura de antiguas casonas276 era un tipo de vivienda popular
nificaba para la ciudad la proliferación de estos suburbios no tardó que consistía en un conjunto de cuartos redondos que compartían
en provocar alarma y en convocar a la voz experta de la elite médica. un patio interior en el que se cocinaba y se realizaba el aseo personal,
Según los higienistas Sierra y Moore, los ranchos podían definirse “con una distribución similar a la del claustro de un convento (de ahí
como los “restos de las cabañas o guaridas de salvajes”, que a las su nombre)”277. Aunque al inicio se vio en los conventillos una posi-
condiciones insalubres que compartían con los cuartos redondos bilidad cierta para la implementación de viviendas nuevas y salubres,
sumaban “el hecho de dejar circular el aire frio casi tan libremente posteriormente éstas demostraron ser tan inadecuadas como todas
como en una ramada”273. las formas de vivienda popular.
Hacia 1870 se logró, gracias al acuerdo entre las autoridades y Hacia finales del siglo XIX, los médicos higienistas consideraban
los dueños de las tierras, que la expansión de los arrabales se hiciera que las “habitaciones de obreros o jente indijente de nuestro pais
en conformidad a pautas básicas de urbanización274. Sin embargo, son construidas de la manera mas lamentable que darse puede”; [ya
el peso político y económico que tenía este negocio impidió avan- que durante el invierno], “cuando la familia de aquellos infelices se
zar hacia arrabales urbanizados según “el cuadrillado ajedrecístico- recoje a sus cloacas, se ven con mucha frecuencia obligados a encen-
colonial de las calles y las fachadas de adobe y teja”. Como señala der fuego en medio de la pieza en los lejendarios braseros (…) En
Salazar, “la criatura que brotó de ese cruzamiento de escrúpulos ur- aquel mismo cuarto donde han absorbido los gases mas nocivos
banos e intereses mercantiles recibió un nombre especial: fueron los para la salud durante largas horas, donde el oxíjeno escasea conside-
conventillos”275. El conventillo que nació del alquiler de una parte de rablemente (…) pasan la noche perros, gallinas, gatos, etc., artesas
con ropa húmeda y que está atravesada en todas direcciones, con
cordeles donde se tiende a secar la ropa húmeda y que para comple-
tar aquel ya sombrio cuadro, una pestilente e inmunda acequia pasa
a menudo por el medio de la pieza”278. En relación a los conventillos,

276 Hidalgo señala que el conventillo fue una forma de habitar que se relacionó básica-
mente con una vivienda colectiva y que sus orígenes fueron variados. “Por una parte,
esta tipología corresponde a la definición planteada por el Dr. Puga Borne; en este
caso se trataba de construcciones precarias concebidas originalmente como conventi-
llos para ser puestas en régimen de alquiler en el mercado. Por otra parte, los conventi-
llos se formaron también por la acción deliberada de los antiguos propietarios de casa
ubicadas en la zona céntrica de Santiago, quienes las subdividieron y comenzaron a
alquilar las habitaciones en forma separada. En este último caso, el proceso tiene lugar
a partir del abandono por parte de los grupos aristocráticos de esas localizaciones,
272 SALAZAR, G.: Labradores, Peones y Proletarios. Formación y crisis de la sociedad popular chilena quienes posteriormente, y con un bajo nivel de inversión, reacondicionan aquellas
del siglo XIX, op. cit., p. 232. viviendas para obtener beneficios económicos”. En: HIDALGO, R.: “Vivienda social
y espacio urbano en Santiago de Chile: Una mirada retrospectiva a la acción del Estado
273 MOORE, E., SIERRA, L.: La mortalidad de los niños en Chile, op. cit., pp. 11-12. en las primeras décadas del Siglo XX”, op. cit., p. 85.

274 SALAZAR, G.: Labradores, Peones y Proletarios. Formación y crisis de la sociedad popular chilena 277 FOLCHI, M.: “La Higiene, la Salubridad pública y el problema de la vivienda popular
del siglo XIX, op. cit., p. 234. en Santiago de Chile, 1843-1925”, op. cit., p. 372.

275 Ídem. Las cursivas son nuestras. 278 MOORE, E., SIERRA, L.: La mortalidad de los niños en Chile, op. cit., pp. 9-10.

114 115
la opinión de la elite médica no era mejor, ya que, como explicaban la fuerza de trabajo del país. En esta dirección, se desarrolló un debate
los médicos Sierra y Moore, “el patio jeneral de aquellas célebres institucional sobre higiene y salubridad que tuvo efectos concretos
habitaciones, solo por irrision merece ese nombre, está surcado por en la problemática de la vivienda popular. Un hecho significativo en
los mismos cordeles donde se tiende la ropa de la familia y mui a materia legal fue la creación en 1892 del Consejo Superior de Higie-
menudo al aire libre se instalan las cocinas que vendrán a disminuir ne Pública “el cual posteriormente fue incorporado como ente con-
todavía el ya escaso y viciado aire que respiran. Además, como si las sultivo del Consejo Superior de Habitaciones Obreras, constituido a
acequias colaterales no fueran capaces de esparcir bastante mefitis- partir de la Ley de Habitaciones Obreras de 1906”282. Este Consejo
mo, un gran colector central viene a agregar su mortífero continjen- de Higiene, implementado conjuntamente con el Instituto de Higiene,
te a aquellas salvajes y primitivas viviendas”279. tenía entre sus deberes “Estudiar o indicar a la autoridad respectiva
De este modo, la medicalización de la vivienda popular encontró todas las medidas de hijiene que exijan las condiciones de salubridad
su justificación en el axioma médico que afirmaba que las diferencias de las poblaciones o de los establecimientos públicos i particulares”,
socio-económicas marcaban riesgos sanitarios distintos para la pobla- [además de] “Velar por el cumplimiento de los reglamentos que se
ción. Así, en 1886 la Revista Médica de Chile señalaba, a propósito de dicten sobre hijiene i salubridad públicas”283. Por su parte, el Institu-
la reaparición de un brote de viruela y de cólera, que las enfermedades to actuaba como soporte científico del Consejo, al estar obligado a
atacaban debido a que encuentran “un medio favorable a su desarro- “Hacer los estudios científicos de hijiene pública i privada que se le
llo, medio creado en los barrios pobres por el desaseo, la descomposi- encomienden por el Consejo Superior”284. Además, este instituto fue
ción y putrefacción de las materias en las habitaciones estrechas y mal el canal más importante para la difusión de los principios del higienis-
aireadas en que viven estas gentes”280. Con esta discusión de fondo, se mo a través de la Revista Chilena de Higiene y del Boletín de Higiene
buscó instalar al interior de los sectores populares una “pedagogía de y Demografía. Esta última funcionó como un órgano estadístico para
la higiene”281, destinada a entregar una población más comprometida el registro y la descripción del “movimiento de la poblacion de San-
con los intereses de una sociedad que demandaba cuerpos aptos para tiago i de las ciudades de la República con mas de 10,000 habitantes,
diversos sectores de la producción. El discurso civilizatorio que encar- los movimientos mensuales de la diversas secciones, movimiento de
naba la elite médica encontró en la vivienda popular un espacio táctico los hospitales, prisiones, agua potable, servicios de laboratorio muni-
para el control de las conductas y la multiplicación de las aptitudes de cipal, etc.”285; logrando generar un significativo archivo documental e
informativo que le permitió al dispositivo médico realizar una acción
de intervención focalizada.
279 Ibíd., p. 10.

280 Revista Médica de Chile, año XV, Nº 1, Santiago, julio de 1886. Citado en: MOLINA,
C.: “La Cuestión Social y la opinión de la elite médica. Chile: 1880-1890. Análisis de la 282 HIDALGO, R.: “Vivienda social y espacio urbano en Santiago de Chile: Una mirada
Revista Médica de Chile y de los Anales de la Universidad de Chile”, op. cit., p. 14. retrospectiva a la acción del Estado en las primeras décadas del Siglo XX”, op. cit., p.
87.
281 Esta labor pedagógica del médico higienista se transformó en normativa legal de la
República en el año 1898, con la aprobación del Consejo de Inspección Sanitaria de 283 DÁVILA, R.: Hijiene Pública en Chile, op. cit., p. 28.
la República y el nombramiento el 17 de diciembre de ese año de los primeros Ins-
pectores Sanitarios. Dentro de sus obligaciones estaban la visita de las habitaciones
insalubres y la instrucción de las familias que las habitaban en las normas de la higiene. 284 Ibíd., p. 29.
Ver: DÁVILA, R.: Hijiene Pública en Chile, Imprenta Cervantes, Santiago de Chile, 1908,
p. 61. 285 Ibíd., p. 31.

116 117
A pesar de las herramientas y atribuciones entregadas por el eje- en 1899 se registro un total de 840; en 1900 se aumentó a 1117; y en
cutivo, el Consejo de Higiene seguía siendo un mero órgano consul- 1905 se alcanzó un total de 3193 desinfecciones, el número más alto
tivo del Ministerio del Interior, dedicado a gestionar sus recursos en de intervenciones registrado289. No obstante, es necesario aclarar
torno a la labor investigativa del Instituto. Sin embargo, el verdadero que el extraordinario aumento de las desinfecciones registrado entre
objetivo del Consejo, como señala la historiadora Illanes, era trans- 1903 y 1905 tuvo su origen en una epidemia de viruela –en 1905 se
formar el Instituto en un efectivo centro de acción higiénica para realizaron 1401 desinfecciones específicas para esta enfermedad–
el país. Bajo este objetivo, la intervención médica del espacio urba- que provocó grandes estragos en la población290.
no, amparada en una doble fundamentación: “primero, porque eran A través de sus servicios, el Desinfectorio vinculaba a la institu-
foco de insalubridad para sus moradores y, por lo tanto, para la ciu- cionalidad sanitaria con la base social291, posicionando a la desinfec-
dad en su conjunto y, segundo, porque sus moradores (…) no po- ción como un mecanismo eficaz de intervención y control sanitario
dían sino degradarse moralmente viviendo en tales condiciones”286, de la ciudad. De esta manera, la Higiene Pública comenzó a instalar-
se materializó en los programas de “desinfección pública” que rea- se como “la expresión más científica, moderna y tecnificada alcanza-
lizaba el “Desinfectorio” –construido en 1895 en la ribera norte del da hasta entonces”292. Sin embargo, la falta de una ley que permitiera
Río Mapocho– a cargo del Instituto de Higiene. Así, el dispositivo convertir a la desinfección en una necesidad sanitaria trababa las
médico lograba legalmente, por medio de los desinfectadores, “pe- aspiraciones de la elite médica de un control extensivo. En este es-
netrar –con su moderno y enmascarado concepto de higiene– den- cenario, se aprobó la primera Ley de Declaración de Enfermedades
tro de las habitaciones del pueblo”287. Infecciosas: “el 25 de mayo se pasó al Consejo el proyecto de lei para
En 1896, el Desinfectorio comenzaba su acción higiénica en la establecer la desinfeccion obligatoria en el caso de enfermedades
capital, logrando rápidamente posicionarse como garante de la sa- contajiosas ahí contempladas, que fué estudiado i elevado por éste al
lubridad del espacio urbano. El médico jefe de la institución, Carlos Gobierno en 22 de Noviembre i es lei de la República, promulgada
Altamirano, explicaba en sus informes que debido a la gratuidad del el 7 de Febrero de 1899. Esta lei fué reglamentada por decreto de 26
servicio, este “fué solicitado con interes desde su fundación i feliz- de Marzo de 1899”293. Esta ley obligaba a todo médico, bajo pena
mente supo inspirar la confianza que merece”288. Esto quedó de- pecuniaria, a entregar al Consejo de Higiene o a la Municipalidad
mostrado con el aumento constante del número de desinfecciones que correspondiese, la dirección y el número de moradores de las vi-
hechas desde su puesta en marcha: entre el diecisiete de diciembre
y el primero de enero de 1897 hubo un total de 17 desinfecciones;
en 1897 se registraron 498 desinfecciones; durante 1898 hubo 618;
289 Ibíd., pp. 52-60.

290 Ibíd., p. 57.


286 FOLCHI, M.: “La Higiene, la Salubridad pública y el problema de la vivienda popular
en Santiago de Chile, 1843-1925”, op. cit., p. 381. 291 ILLANES, M.A.: En el nombre del Pueblo, del Estado y de la Ciencia. Historia social de la salud
pública en Chile, 1880-1973. Hacia una historia social del siglo XX, op. cit., p. 88.
287 ILLANES, M.A.: En el nombre del Pueblo, del Estado y de la Ciencia. Historia social de la salud
pública en Chile, 1880-1973. Hacia una historia social del siglo XX, op. cit., p. 87. 292 Ídem.

288 DÁVILA, R.: Hijiene Pública en Chile, op. cit., p. 53. 293 DÁVILA, R.: Hijiene Pública en Chile, op. cit., p. 53.

118 119
viendas habitadas por enfermos infecciosos294. Posteriormente, “el cada caso especial; vijilar el cumplimiento de la desinfeccion obligato-
12 de Julio, el primer Alcalde (de Santiago), obtenia la aprobacion ria; instruir a las familias de las casas visitadas a fin de que practi-
de la asamblea de electores para poner en vigor la Ordenanza de quen en forma debida las medidas acordadas para el saneamiento;
desinfeccion obligatoria, aprobada en el curso de 1898 por la Ilustre visitar frecuentemente las habitaciones insalubres, conventillos (…)
Municipalidad”295, que exigía al médico, al policía o al encargado llevar un rejistro sanitario de las habitaciones de Santiago en el cual
de la vivienda a declarar ante el Desinfectorio la existencia de una se anotarán todas las noticias i datos referentes a sus condiciones
enfermedad infecciosa, otorgándole facultades a la fuerza pública hijiénicas”298. La amplia labor de los inspectores permitió la imple-
para llevar a cabo la desinfección del recinto296. La efectividad de la mentación de una red de fiscalización destinada al control y vigilan-
normativa se reflejó en el aumento de intervenciones realizadas por cia de los infecciosos y de las habitaciones insalubres. Desde su fun-
los desinfectadores. En 1902, el número de desinfecciones llegaba a dación, la Oficina visitó y despachó al Consejo de Higiene cientos de
2,083 y la elite médica declaraba: “la desinfeccion es ya solicitada, de “juicios sanitarios” cursados a hospitales, mercados, cuarteles, tem-
modo que se exijen estas operaciones en dos o tres piezas en cada plos, bibliotecas, bancos, colegios, conventillos, lazaretos, prisiones,
casa, lo que triplica el trabajo real”297. La desinfección, en tanto nor- comisarías de policía, entre muchos otros. En 1906, los informes de
ma, pasó a ser parte integral del conjunto de estrategias y técnicas fiscalización señalaban la visita de más de dos mil conventillos en la
que el dispositivo médico utilizaba en su búsqueda de regularidades capital, de los cuales treinta y siete fueron declarados insalubres y
y equilibrios poblacionales. denunciados ante el Instituto de Higiene. Además, se entregaron los
El diecisiete de diciembre de 1898 entraba en vigor, con el nom- datos e indicadores necesarios para generar un “cuadro gráfico con
bramiento de los primeros “inspectores sanitarios”, la ley que creaba el coeficiente de morbilidad i mortalidad” de los conventillos de la
la Oficina de Inspección Sanitaria, dependiente del Consejo Supe- ciudad299. Junto con esto, se diseñó un completo “Registro Sanitario
rior de Higiene Pública. Esta sección tenía, entre sus muchas obliga- de Habitaciones” de la capital en el que se dividía la superficie de
ciones, “ponerse al corriente de las investigaciones hijiénicas, prin- Santiago en unidades sanitarias llamadas “manzanas”. La prolijidad
cipalmente de aquellas que puedan ser practicadas sobre el terreno del archivo seguía el modelo del Registro Sanitario de París, en el que
(…); visitar las casas donde ocurran enfermedades infecciosas que se consignaban el número de habitaciones por manzana, los planos
obligan a la declaracion, a fin de averiguar el oríjen de los casos, de la vivienda, la descripción, la estadística demográfica sanitaria, la
las condiciones hijiénicas de las habitaciones, i la observancia de estadística de desinfecciones, las indicaciones de reformas sanitarias,
las medidas de aislamiento i desinfeccion que convenga indicar en entre otros; datos que configuraban una verdadera cartografía de la
infección en la capital300.

294 ILLANES, M.A.: En el nombre del Pueblo, del Estado y de la Ciencia. Historia social de la salud
pública en Chile, 1880-1973. Hacia una historia social del siglo XX, op. cit., p. 89.

295 DÁVILA, R.: Hijiene Pública en Chile, op. cit., p. 54.


298 Ibíd., pp. 61-62. Las cursivas son nuestras.
296 ILLANES, M.A.: En el nombre del Pueblo, del Estado y de la Ciencia. Historia social de la salud
pública en Chile, 1880-1973. Hacia una historia social del siglo XX, op. cit., p. 88. 299 Ibíd., p. 68.

297 DÁVILA, R.: Hijiene Pública en Chile, op. cit., p. 56. 300 Ibíd., pp. 79-82.

120 121
El aumento de las denuncias registrado en 1907301 demostraba la gados por el Estado para ese fin303. Además, esta ley entregaba una
que la insalubridad comenzaba a sentirse como un problema de la serie de protecciones legales y ventajas económicas a sociedades pri-
sociedad en su conjunto. Sin embargo, fue la labor pedagógica de los vadas, municipios y organizaciones obreras que funcionaban como
inspectores la que generó las bases para articular una “ética privada incentivos para la construcción de viviendas acordes a los principios
de la buena salud”. Junto a cada declaración sobre la existencia de de la higiene pública.
una enfermedad infecciosa en alguna vivienda de la capital, los ins- En cuanto a su acción higienizadora, el Consejo de Habitación
pectores realizaban toda una labor instructiva sobre higiene domés- Obrera se preocupaba de la fiscalización de aquellas viviendas des-
tica en las familias. Es decir, sobre una técnica científica de sanación, tinadas al alquiler: “Denunciada una habitacion al Consejo, éste es-
se realizaba un control exhaustivo de la higiene y una instrucción tudia el denuncio i si es acojido, hace en plazo perentorio la de-
destinada a inculcar en los miembros de la familia la obligación de claracion de inhabitable o insalubre. En el primer caso, ordena al
conservar la salud. La higiene se presentaba como la nueva “moral propietario demoler la habitacion i en el segundo a su reparacion
del cuerpo” para las familias pobres. Entre los años 1900 y 1907 se dentro de un plazo prudencial”304. La enfermedad ya no era requisi-
realizaron 7.777 declaraciones de enfermedades infecciosas en San- to sine qua non para denunciar las precarias condiciones en que vivía
tiago302; una intervención nada despreciable si pensamos que cada la familia popular, sino que ahora era suficiente la delación –entendi-
fiscalización era acompañada de un amplio seguimiento e instruc- da como examen de conciencia del vecindario–, en la que el vecino,
ción higiénica del enfermo y su entorno. médico, policía o transeúnte ocasional, constataba ante el Consejo la
Años después de la creación del Consejo de Higiene, en febrero existencia de un riesgo sanitario. En este sentido, el incentivo de la
de 1906, se dictó la ley 1.838, llamada Ley de Habitaciones Obreras. denuncia o el fomento de la instrucción higiénica en la familia eran
Como ya señalamos, esta ley creaba el Consejo Superior de Habi- vistos como parte de la misma “acción moral” del Estado; acción
taciones Obreras –y sus consejerías municipales– que contaba con que debía realizarse a través de la “difusion en las masas de los cono-
el Consejo de Higiene como ente consultivo en materia de higiene cimientos de las condiciones que constituyen una habitacion conve-
pública y salubridad. Este Consejo, enfocado en el “saneamiento niente i de los peligros que orijina la aglomeración i la neglijencia en
de las habitaciones populares”, tenía entre sus funciones facilitar la la aplicacion de las reglas de la hijiene”. Y para lograr este objetivo,
construcción de viviendas baratas e higiénicas y estimular la forma- no bastaba con la intervención directa del hogar, sino también era
ción de sociedades para ese objetivo, velar por la salubridad de las necesaria la intervención de la escuela, agregando a los programas
habitaciones y solicitar su demolición o reparación, según fuesen de estudio “los principios de hijiene, destinados a dar a conocer la
declaradas insalubres o inhabitables por los inspectores y comenzar influencia de la habitacion sobre la vida humana”305.
la construcción de viviendas higiénicas con fondos donados o entre-

303 FRÍAS, E.: Las Habitaciones Obreras en Chile i en el estranjero. Estudios e investigaciones practi-
cadas por la Oficina del Trabajo sobre el estado de la cuestión de las habitaciones obreras, op. cit., p.
31.
301 En ese año se efectuaron 275 inspecciones domiciliarias a habitaciones de Santiago
por denuncias de insalubridad. DÁVILA, R.: Hijiene Pública en Chile, op. cit., p. 70. 304 Ibíd., pp. 31-32.

302 Ibíd., p. 79. 305 Ibíd., p. 24.

122 123
De esta forma, la salud pública se presentaba “como conocimien- Capítulo IV
to y diagnóstico de la realidad social, en tanto objeto de higiene”306.
Medicina para la Fuerza de Trabajo: medicalización para
Comenzaba así toda una moralización de la familia en torno a su
salud. El cuidado del espacio, que demandaba a la vez un cuidado la ilustración del proletariado chileno
del cuerpo, funcionaría articulando los objetivos de un dispositivo
médico que, ahora, buscaba en la administración de la salud de la
fuerza de trabajo, la protección de su práctica y discurso, de su poder
y trascendencia. “Para atenuar el hambre de su miseria en las horas crueles de su
enfermedad, el proletariado fundó sus asociaciones de socorro. Para atenuar el
hambre de su miseria en las horas tristes de la lucha por la vida y para detener
un poco de feroz explotación capitalista, el proletariado funda sus sociedades y
federaciones de Resistencia, sus mancomunales. Para ahuyentar las nubes de la
amargura creó sus sociedades de recreo. Para impulsar su progreso moral, su
capacidad intelectual, su educación, funda publicaciones, imprime folletos, crea
escuelas, realiza conferencias educativas”307.

Lograda la independencia del país, el sistema republicano heredó


de su pasado colonial un conjunto de instituciones, reglamentos y
creencias sobre la salud y la enfermedad. El sistema asistencial de
beneficencia –sustentado en la caridad y en el mecenazgo aristocrá-
tico– se constituyó durante la primera mitad del siglo XIX en una
pieza importante para la legitimación del Estado oligárquico. Sin
embargo, con la llegada del “higienismo” desde Europa y el desarro-
llo del capitalismo como sistema productivo dominante, la medicina
dejó de ser un saber y una práctica para la “administración de la
muerte”, pasando a constituirse en un dispositivo para la “adminis-
tración de la vida”.

306 ILLANES, M.A.: En el nombre del Pueblo, del Estado y de la Ciencia. Historia social de la salud 307 RECABARREN, L.: El pensamiento de Luis Emilio Recabarren, Editorial Austral, Santia-
pública en Chile, 1880-1973. Hacia una historia social del siglo XX, op. cit., p. 89. go de Chile, 1971, p. 177.

124 125
La particularidad del proceso de socialización de la medicina en 4. 1. Beneficencia colonial y disciplinamiento social: ante-
Chile –es decir, lo que lo distingue del fenómeno europeo– se puede cedentes político-económicos
observar en que las primeras luchas para desarrollar una medicina
orientada a la dimensión colectiva provienen de organizaciones que Tras la crisis del Estado Imperial Español308, la República inde-
se constituyeron al margen de la administración del Estado. En un pendiente309 heredó una estructura social desigualitaria310 con un
primer momento, una elite médica proveniente del extranjero luchó alto grado de conflictividad interna. Como señalan los historiado-
por la legitimación social de la medicina académica. Posteriormente, res Julio Pinto y Gabriel Salazar, este es el motivo por el cual “el
el artesanado chileno –movilizado junto a la burguesía liberal– se proceso civil de construcción de Estado en Chile no fue rápido,
organizó en torno a la idea del socorro mutuo, buscando subsanar ni rectilíneo, ni unívoco, sino lento (tardó casi medio siglo), zigza-
la ausencia estatal en materias de salud y educación. Las prácticas gueante (fue tironeado por los estallidos laterales de su conflicto
pedagógico-sanitarias desarrolladas al interior de estas organizacio- interno) y distorsionado (no triunfó la legitimidad cívica sino la idea
nes, impusieron un modelo de salud integral que permitió la objeti- oligárquica)”311. La diferenciación interna heredada de la colonia se
vación de un obrerismo ilustrado y el desarrollo de un fenómeno de reflejaba en una concentración político-económica bi-sectorial: una
medicalización del trabajador y de su entorno. “elite mercantil” –principalmente monopolistas que disfrutaban de

308 Una detallada exposición sobre este tema en: PINTO, J., SALAZAR, G.: Historia Con-
temporánea de Chile I. Estado, legitimidad, ciudadanía, LOM Ediciones, Santiago de Chile,
1999, pp. 21-25.

309 Sobre la Independencia chilena se pueden ver: JOCELYN-HOLT, A.: La independencia


de Chile. Tradición, modernización y mito, Random House Mondadori, ediciones DeBOL-
SILLO, Santiago de Chile, 2009; JOCELYN-HOLT, A.: El peso de la noche. Nuestra frágil
fortaleza histórica, Ediciones Planeta / Ariel, Santiago, 1997; PINTO, J., SALAZAR, G.:
Historia Contemporánea de Chile I. Estado, legitimidad, ciudadanía, op. cit.; VILLALOBOS, S.:
Portales, una falsificación histórica, Editorial Universitaria, Santiago, 1989; VILLALOBOS,
S.: Tradición y reforma en 1810, Ediciones Universidad de Chile, Santiago de Chile, 1961.

310 Las comunidades coloniales chilenas, para Pinto y Salazar, no tuvieron una gran au-
tonomía ni sentido de igualdad debido a su “estructuración verticalista (imposición
de la etnia conquistadora sobre la conquistada y del estamento propietario sobre los
no-propietarios, amén del rasgo paternalista o esclavista del régimen laboral). Segun-
do, porque la configuración imperial de los mercados privilegió la función mercantil
exterior (comercio con España o Perú) en desmedro de las funciones económicas
locales. De este modo, las tradiciones cívicas se dividieron en una cultura cosmopolita (de
los grandes mercaderes) y otra provinciana (de las clases productoras), uniéndose am-
bas en una tradición local de desigualdad y conflictos periódicos”. Esto provocó que
el Cabildo, ente de poder y representación comunal durante la Colonia, representara
sólo al estrato mercantil de la comunidad. El poder institucional no tendió a generar
una acción unificadora hacia afuera, sino más bien mantuvo las desigualdades hacia
adentro y contuvo el conflicto aplicando el duro castigo de la legislación imperial a
la disidencia. En: PINTO, J., SALAZAR, G.: Historia Contemporánea de Chile I. Estado,
legitimidad, ciudadanía, op. cit., pp. 27-28.

311 Ibíd., p. 28.

126 127
la hegemonía comercial– concentraba el poder del capital, y unos estatal”315. En este sentido, la carta de 1833 institucionalizó un Estado
“productores nacionales” –básicamente patrones y propietarios de profundamente despótico, de inspiración centralista y con un eviden-
faenas– se encargaban del disciplinamiento de la fuerza de trabajo312. te menosprecio por la sociedad civil. Dicho proyecto se llevó a cabo,
Por su parte, la masa popular sólo podía optar entre las tres alterna- principalmente, subordinando “las provincias a Santiago, los intereses
tivas que el sistema le ofrecía: la subordinación laboral –bajo un ré- productivos a los mercantil-financieros y los procesos electorales al Po-
gimen vertical de producción–, la marginalidad o el vagabundaje313. der Ejecutivo con sede en La Moneda. Al poder ejecutivo, el Presidente
En este escenario, el país se sumió en un complejo proceso de agregó el poder total de la administración interior, el poder electoral y,
construcción nacional producto del choque entre estas dos fuerzas, por ende, el legislativo. Un bloque de acero frenó la entrada de los gru-
cuyo resultado fue la victoria de la “falange de los pelucones”314 y el pos opositores al Estado, mientras el voto censitario negó la ciudadanía
establecimiento de lo que se conoce como el Estado Oligárquico- formal a la masa popular. Como si fuera poco, el Comandante en Jefe
Liberal. Para Alfredo Jocelyn-Holt, lo que se instala con la consti- del Ejército Nacional ocupó simultáneamente el cargo de Presidente
tución de 1833 es un aparato estatal que operó como instrumento de la República, o el brazo derecho del sillón presidencial. Todo por 30
para el refuerzo del orden social anhelado por la elite mercantil, es años”316.
decir, “lo que suele aparecer como Estado, por tanto, no es más que De este modo, la consolidación del “peso de la noche” portaliano
un poder oligárquico que tiende a confundirse con una estructura –que no era más que el refuerzo político y jurídico del orden tradicional
supuestamente impersonal. El Estado como tal no era otra cosa que de la sociedad señorial– pasó a ser el fundamento constitucional del Es-
un instrumento al servicio de una elite social cuya base de poder tado Oligárquico-Liberal, descartándose desde su inicio la construcción
residió en la estructura social más que en el aparato propiamente de un proyecto comunitario de Nación. Este hecho generó, como seña-
lan Pinto y Salazar, que por lo menos entre 1830 y 1930 la integración
social de la Nación fuera tratada “como un problema de patio trasero.
312 Ídem. En rigor: no fue tratada. Al revés: la política oficial apuntó a ratificar
313 Un agudo y prolijo análisis desde la “historia antropológica” sobre la figura del va- la diferenciación. De modo que no hubo política pública de unidad e
gabundo, del ocioso o del marginal en el Chile colonial lo podemos encontrar en la integración, sino, solo políticas privadas. Que no eran tampoco de in-
obra de la historiadora chilena Alejandra Araya. En ésta, la historiadora problematiza
los mecanismos a través de los cuales la ociosidad se logró objetivar en la plebe. Ver: tegración sino, solo de filantropía. O caridad. Y ése fue el rol benefactor
ARAYA, A.: Ociosos, vagabundos y malentretenidos en Chile colonial, Dirección Bibliotecas,
Archivos y Museos DIBAM, Ediciones LOM y Centro de Investigación Diego Barros de la Iglesia Católica y se sus múltiples hermandades de dolores, etc. La
Arana, Santiago, 1999. unión del Estado y de la Iglesia garantizaba, de algún modo, la unificación
314 Este estamento era conocido con el nombre de “pelucones” debido a que todavía en de los chilenos. Pero solo como un paliativo, donde el nombre Cristo se
esa época utilizaban el traje de la corte y las tradicionales pelucas de la colonia. Según usó para lo que debió usarse el nombre del César”317.
Pinto y Salazar, eran comerciantes, prestamistas y recaudadores de diezmos que se
hacían llamar “aristócratas” ya que habían comprado los títulos y cargos que la Corona
había decidido privatizar. Los más poderosos, la “falange de los mayorazgos”, vivía en
Santiago y habían acumulado su capital entre los años 1750 y 1812, es decir, bajo un
Estado “de señorío”. Estos antecedentes los perfilaba como un estamento de carácter 315 JOCELYN-HOLT, A.: El peso de la noche. Nuestra frágil fortaleza histórica, op. cit., pp. 27-
“cosmopolita” y no localista; amantes de las monarquías y no de los Estados Repu- 28.
blicanos; cercanos a la vida de señorío y no de empresarios capitalistas. En definitiva,
eran un estamento incapaz de producir un verdadero proyecto cívico para el país. Ver: 316 PINTO, J., SALAZAR, G.: Historia Contemporánea de Chile I. Estado, legitimidad, ciudada-
PINTO, J., SALAZAR, G.: Historia Contemporánea de Chile I. Estado, legitimidad, ciudada- nía, op. cit., p. 36.
nía, op. cit., pp. 31-32.
317 Ibíd., p. 132. Las cursivas son nuestras.

128 129
Para controlar el descontento social generado por el crecimiento cional realizado por la corona durante el siglo XVIII. Según Vicuña
hacia afuera se hizo necesario un singular orden interior, caracteri- Mackenna, dicho siglo fue “una era bienhechora de fundaciones de
zado por el “manejo sincopado de discursos retóricos de orden, con misericordia”320: en 1726 se funda la iglesia de La Caridad para “doc-
violencia real de represión. Y esta fue la función histórica del grupo trinar a los detenidos en la cárcel y para enterrar a los que morían
estanquero de Portales”318. Para Portales, “palo y bizcochuelo, jus- por el puñal o por la horca”321; en 1743 se funda la primera casa
ta y oportunamente administrados”, eran los elementos apropiados de corrección llamada Las Recogidas, destinada a recoger y guardar
para conducir al pueblo “hacia el bien” y mantener la férrea disposi- “las meretrices que infestaban la ciudad”322; y en 1758 se inaugu-
ción de la sociedad tradicional. ra La Casa de Huérfanos, ideada por la beneficencia aristocrática
De este modo, la masa popular excluida totalmente del proyecto para albergar entre sus muros a “huérfanos, pobres de solemnidad,
nacional quedó sometida a los mecanismos de disciplinamiento ofi- mujeres de mala vida y débiles criaturas afligidas por el pecado”,
cial: entregó su cuerpo a la filantropía o al precario régimen laboral. además de contar con una sala especial para recibir a “parturientas
Estas tecnologías de normalización que se articularon en torno al vergonzantes y otra al torno de los espósitos”323. Más tarde, al ya
sistema de beneficencia y al de producción operaron como elemen- vetusto Hospital de San Juan de Dios (1556), se le sumó en 1772 la
tos sostenedores de un orden interno que vio en la marginalidad fundación del Hospital de mujeres San Borja324.
(fue el caso del bárbaro, del flojo, del enfermo o inmoral) una grave Durante el siglo XIX, los espacios dedicados a la beneficencia
amenaza social. Para la historiadora chilena María Angélica Illanes, colonial fueron registrados por el Censo de 1813325 bajo el nom-
los pivotes de este orden fueron el palacio y el hospicio: “El equili-
brio histórico de ese orden social se recreaba en la unidad de la mise-
ria y la misericordia; del látigo y de la lástima; del desprecio terrenal
y el amor celeste. El fundamento del vínculo de las clases sociales
se daba en la relación dialéctica entre la explotación y la compasión.
Junto al solar patronal se levantaba la institucionalidad social privada
de los orfelinatos, asilos, hospicios, hospitales de pobres y dispensa-
rias, financiada por las erogaciones particulares y testamentos de las 320 VICUÑA, B.: Los médicos de antaño en el Reino de Chile, op. cit., p. 156.
grandes figuras de la aristocracia, encargándose a la Iglesia y espe- 321 Ibíd., p. 157.
cialmente a las monjas, el ejercicio directo de la misericordia social.
Imposible entender la dominación sin la caridad”319. 322 Ibíd., p. 158.

El sistema de beneficencia fue clave para la formación y man- 323 Ibíd., p. 162.
tención del Estado oligárquico, gracias a un prolijo refuerzo institu- 324 Ibíd., p. 164.

325 En el Censo de 1813 se consignan dentro del ítem “Casas de Objeto Público” las
siguientes instituciones: Iglesias, Conventos y Monasterios, Cárceles y Casa de Co-
318 Ibíd., p. 133. rrección, Hospitales, Hospicios y Casa de Expósitos, Fábricas. Ver: ARCHIVO NA-
CIONAL, Censo de 1813, Levantado por Don Juan Egaña, de orden de la Junta
319 ILLANES, M.A.: En el nombre del Pueblo, del Estado y de la Ciencia. Historia social de la salud de Gobierno formada por los señores Pérez, Infante y Eyzaguirre, Imprenta Chile,
pública en Chile, 1880-1973. Hacia una historia social del siglo XX, op. cit., p. 11. Santiago, 1953.

130 131
bre de “casas de objeto público”326. Dicha re-categorización, según discurso liberal radicalizado, demandarían mecanismos de control
Fernando Franulic, habría tenido un importante valor estratégico cada vez más extensivos y eficaces. El Hospital colonial, entendido
para el posterior desarrollo del Estado Oligárquico-Liberal, ya que como espacio destinado a la administración de la muerte, resultó
permitió que éstas operaran como “espacios disciplinarios –relacio- ineficaz frente a los fenómenos biosociales y socioeconómicos que
nales y discursivos- aptos para el desarrollo capitalista y para la con- se desarrollaban hacia la mitad del siglo XIX. Los grandes flujos
solidación del Estado Nacional”. En este sentido, la supervivencia migratorios330 y las condiciones ambientales de las urbes pusieron
de los sectores productivos del agro nacional, de las primitivas ma- en jaque a la frágil estructura hospitalaria de la caridad: “La sociedad
nufacturas y obrajes dependía de una “fuerza laboral numéricamen- ofrecía al enfermo el camino del hospital, y cuando tomó conciencia
te adecuada y conductualmente bien predispuesta”327. Y para ello, del peligro, el del lazareto u otras formas de aislamiento. Pese a los
como sucedió en el conjunto de América Latina, las elites optaron numerosos testimonios sobre la insuficiencia de los hospitales y el
por controles políticos y económicos que obligasen a la masa pobre alto número de enfermos que no eran admitidos, parece probable
a trabajar328. Estas “herencias coloniales” habrían sido reutilizadas que existiera un vigoroso rechazo popular hacia hospitales y lazare-
como “parte integrante del proyecto oligárquico de producción del tos. Los pobres pensaban que iban al hospital a morir y la elevada
disciplinamiento social”329, permitiendo que determinados espacios mortalidad –especialmente si se trataba de cirugía– justificaba esa
urbanos operaran como lugares tácticos para la implementación de opinión. En tiempos de pestes, los temores eran mayores aún. In-
toda una gama de estrategias enfocadas, básicamente, en el control cluso entre los sectores más ilustrados de los trabajadores (…) se
del individuo. registra ese temor al hospital”331. El deficiente sistema asistencial
Sin embargo, la mantención de la diferenciación interna no tar- generó una polémica discusión al interior de las aulas de la Facultad
dó en generar refracciones al interior de la sociedad oligárquica: de Medicina y de los salones frecuentados por las elites políticas
el desarrollo ineluctable del capitalismo moderno –movimientos del país. Como cronista de la época, Vicuña Mackenna explicaba
poblacionales, nuevas exigencias productivas, desarrollo de mano en una lúcida descripción del estado de ciertas casas de objeto pú-
de obra especializada, etc.– y la entrada al escenario político de un
330 A propósito de las complicaciones generadas en los recintos hospitalarios por los
flujos migratorios de principios del siglo XIX, Vicuña Mackenna comenta: “A tal pun-
to había llegado, a la verdad, el desamparo de los últimos (de los enfermos en los
326 Un interesante análisis sobre las Casas de Objeto Público como espacios edilicios hospitales), que según es tradición de los contemporáneos, cuando llegaron a San-
urbanos destinados a funciones punitivas y asistenciales lo encontramos en un prolijo tiago algunos millares de emigrados del sur, a la siga del ejército patriota, en 1818,
artículo del historiador chileno Fernando Franulic Depix. En: FRANULIC, F.: “Las metiéronse aquellos como en casa propia en los claustros de San Juan de Dios y echa-
casa de objeto público: Interior y exterior de un modelo de control social-urbano ron a los enfermos a la calle, acomodándose con los padres en calidad de enfermos
(Santiago de Chile, siglo XIX)”, [en Línea] DU&P. Diseño Urbano y Paisaje, Vol. interinos de una epidemia muy común en esa época, y que sin figura podría llamarse
II. Nº 5, Universidad Central de Chile, http://www.ucentral.cl/dup/pdf/00003.pdf, emigración ilis…”. Por otra parte, en relación a la incapacidad de la atención hospitala-
[consulta: 2 de diciembre de 2010]. ria decimonónica, Vicuña menciona que “En marzo de 1823, la dotación de camas,
que había llegado en San Borja al número de setenta y cinco, había sido aumentada
327 PINTO, J., SALAZAR, G.: Historia Contemporánea de Chile III. La economía: mercados, inconsideradamente en un tercio, pero con tan inconsideradas medidas, que a entradas
empresarios y trabajadores, LOM Ediciones, Santiago de Chile, 2002, p. 166. del invierno de aquel año, en un solo día (mayo 20), fueron rechazadas de sus puertas
dieciocho enfermas, de las cuales trece eran de gravedad, a juicio de su administrador”.
328 Ídem. En: VICUÑA, B.: Los médicos de antaño en el Reino de Chile, op. cit., p. 214-215.

329 FRANULIC, F.: “Las casa de objeto público: Interior y exterior de un modelo de 331 ROMERO, L.: ¿Qué hacer con los pobres? : elite y sectores populares en Santiago de
control social-urbano (Santiago de Chile, siglo XIX)”, op. cit., p. 3. Chile, 1840-1895, op. cit., p. 148.

132 133
blico las razones que justificaban la animadversión que provocaba nales: un constante “flujo de cuerpos”333 que transformaba no sólo
en la sociedad civil la beneficencia nacional. Al respecto señalaba: el entramado urbano, sino también las necesidades orgánicas de la
“Vincúlase en gran manera a este deplorable estado de cosas el te- sociedad y que generaba no solo diversos temores, sino que además
rror y aversión que predomina todavía en las clases menesterosas o ponía en evidencias la relativa inutilidad de las estrategias disciplina-
medianamente acomodadas de nuestro país, hacia las casas de asilo, rias heredadas del sistema colonial. Si bien el camino tomado por
porque hay constancia –y de ello ha quedado indeleble memoria en la oligarquía no contemplaba la transformación de las estructuras
el pueblo– que se dejaba morir de hambre, de frío y desnudez a los políticas y económicas, la elite médica y la joven disidencia liberal
infelices enfermos; que las rentas se consumían en devaneos o en tampoco reclamó con mucha fuerza la ausencia de reformas. Más
orgías; que las aposentadurías de socorro, lejos de ir en aumento, bien, su cauce de acción apostaba por un proyecto de “regeneración
como habría sido de esperarse, escaseaban al punto de colocarse social”334 -una suerte de proyecto civilizatorio- y por la capacidad
a los recién entrados en la misma cama de los moribundos, para transformadora de la ciencia médica moderna.
asegurarse así más pronto del hueco… Los utensilios de uso común
eran generalmente de cobre y tan escasos, que un solo tiesto servía
para una sala entera y en cuanto a la bebida, que no era sino aquella
agua del Mapocho tan anatematizada por los sabios, poníanla en 333 Sumamente interesante para nuestro análisis sobre los flujos migratorios y la respuesta
de los sectores ilustrados de la sociedad chilena resulta el análisis de Guilles Deleuze
un canco de greda en el centro del Crucero, para que los sedientes sobre cómo los primeros flujos proletarios generaron no sólo una gran incertidum-
bre, sino también una rápida respuesta del capitalismo occidental. Por este motivo,
enfermos fuesen a beberla por sus piés desnudos sobre el helado pa- consideramos de suma importancia reproducir parte de él. Al respecto, señala: “Una
vimento de ladrillo… Por estos detalles verdaderamente horribles, sociedad sólo le teme a una cosa: al diluvio. No le teme al vacío. No le teme a la penu-
ria ni a la escasez. Sobre ella, sobre su cuerpo social, algo chorrea y no se sabe qué es,
pero ciertos y contados con lenidad, explícase el profundo horror no está codificado y aparece como no codificable en relación a esa sociedad. Algo que
que nuestro pueblo abriga todavía por los hospitales, que no eran chorrea y que arrastra a esa sociedad a una especie de desterritorialización, algo que
derrite la tierra sobre la que se instala. Este es el drama. Encontramos algo que se de-
sino la portería de la muerte”332. Así, el hospital dejaba al descubier- rrumba y no sabemos qué es. No responde a ningún código, sino que huye por debajo
de ellos. Todo esto es verdad también para el capitalismo, que cree desde hace mucho
to su escasa funcionalidad frente a las nuevas dinámicas poblacio- tiempo haber asegurado símil-códigos. Se trata de la famosa potencia de recuperación
en el capitalismo: cada vez que algo parece escapársele, pasar por debajo de esos símil-
códigos, vuelve a taponar todo, añade un axioma de más y la máquina vuelve a partir.
Piensen en el capitalismo del siglo XIX. Ve correr un flujo que es concretamente el
flujo de trabajadores, del proletariado. ¿Qué es lo que fluye, lo que chorrea desagrada-
blemente y arrastra nuestra tierra? ¿A dónde va? Los pensadores del siglo XIX tiene
una reacción muy rara, principalmente la escuela histórica francesa. Es la primera en
haber pensado al siglo XIX en términos de clases. Inventan la noción teórica de clases
precisamente como una pieza esencial del código capitalista (…) El momento en que
el capitalismo ya no puede negar que el proletariado es una clase, el momento en que
llega a reconocer una especie de bipolaridad de clase –bajo la influencia de las luchas
obreras del siglo XIX y bajo la influencia de la revolución– es extraordinariamente
ambiguo. Es un momento importante en la lucha revolucionaria, pero también es un
momento esencial en la recuperación capitalista: “Les elaboro un axioma adicional, les
hago los axiomas para la clase obrera y para la potencia sindical que la representa”. La
máquina capitalista vuelve a partir rechinando. Ha colmado la brecha”. En: DELEU-
ZE, G.: Derrames. Entre el capitalismo y la esquizofrenia, op. cit., pp. 20-21.

334 PINTO, J., SALAZAR, G.: Historia Contemporánea de Chile II. Actores, identidad y movi-
332 VICUÑA, B.: Los médicos de antaño en el Reino de Chile, op. cit., p. 190-191. miento, op. cit., p. 111.

134 135
4. 2. El proceso de proletarización del mundo popular: an- a veces, álgidas controversias y conflictos”336. De esta forma, a pesar
tecedentes político-económicos de una noción ilustrada del de existir registros de un considerable aumento en los volúmenes de
trabajo producción nacional, los beneficios de la expansión contribuyeron,
principalmente, al fortalecimiento de las estructuras tradicionales
A partir de la tercera década del siglo XIX, se produjeron cam- –relaciones sociales de producción–. Debido a su particular obse-
bios sustantivos en el régimen laboral heredado de la colonia, pro- sión por la estabilidad y el status quo, la oligarquía chilena no estuvo
ducto de la temprana incorporación de la economía chilena a merca- dispuesta a asumir el precio que implicaba el desarrollo capitalista:
dos que se encontraban en transición hacia un capitalismo moderno reformas sociales y políticas que provocarían el cuestionamiento de
(Norteamérica, Inglaterra y Francia, principalmente). Como expli- los sistemas de organización de la fuerza de trabajo, la propiedad
can Pinto y Salazar, “exigido a generar mercancías exportables a un minera y el emblemático sistema hacendado. Es decir, las elites no
ritmo muy superior a todo lo conocido hasta ese momento, el siste- estuvieron dispuestas a “la modificación de las bases del sistema
ma productivo debió incorporar prácticas organizativas propias del de poder”337. En este sentido, es posible creer que la instituciona-
nuevo modo de producción, incluyendo una cierta estandarización lidad fundada en 1833 –lo que muchos investigadores denominan
de las faenas y una sensibilidad mucho más fina frente a las señales el “Estado Portaliano”– se convirtió, con el paso del tiempo, en un
del mercado”335. obstáculo para llevar a cabo las transformaciones que instalarían al
Hacia 1850, Chile logra incorporarse a amplios mercados inter- país en el camino hacia el capitalismo moderno.
nacionales, logrando una expansión productiva y comercial, además En este contexto, los productores evitaron la inversión tecnoló-
de un incipiente desarrollo tecnológico (en el transporte ferroviario gica –básicamente maquinaria moderna que simplificaba el proceso
o en la fundición de minerales, por ejemplo). Sin embargo, esta in- productivo y maximizaba los ingresos– y la capacitación de la mano
corporación no derivó en un cambio sustancial a nivel estructural, de obra –abundante y de bajo precio–. Las rudimentarias faenas se
ya que la oligarquía optó por el desarrollo a través de un modelo de sostuvieron sobre una relación patrón-trabajador “premoderna” en
exportación de productos primarios a economías industrializadas, la que el obrero quedaba sometido a una disciplina laboral coerci-
dejando de lado las posibilidades que ofrecía la industrialización y tiva y arcaica que le imponía obediencia, sumisión y un ritmo de
descartando de raíz las reformas estructurales requeridas para ello. trabajo acelerado e ininterrumpido a cambio de un pobre –y a veces
Como explica Luis Ortega, la concentración del poder político y de nulo– incentivo pecuniario. La abundancia y el bajo costo de la fuer-
la tenencia de la tierra –es decir, lo opuesto a todo proceso real de za laboral permitieron al patrón prescindir de ella fácilmente cuando
industrialización–, llevó a “una profunda desazón y deterioro de las dejaba de ser rentable, ya fuese por rebeldía, enfermedad o vejez. En
condiciones de vida (…) y al desarrollo de un fuerte complejo de definitiva, este proceso de incipiente proletarización pudo realizar-
inferioridad colectivo que (…) se convirtió en fuente de múltiples y, se, por lo menos durante algún tiempo, insertando el salario como
mecanismo de legitimación del sistema productivo, lo que generó

336 ORTGA, L.: “Los límites de la modernización en Chile. Siglos XIX y XX”, en Propo-
siciones, Vol. 24, Ediciones SUR, Santiago de Chile, 1994, pp. 36-37.
335 PINTO, J., SALAZAR, G.: Historia Contemporánea de Chile III. La economía: mercados,
empresarios y trabajadores, op. cit., p. 170. 337 Ibíd., p. 39.

136 137
una suerte de familiarización del trabajador “con la dependencia sa- 4. 3. Asociación, medicina y cultura obrera ilustrada
larial y la disciplina capitalista, opciones de las que resultó más difícil
sustraerse a medida que el nuevo régimen productivo se propagaba Producto de la instalación del capitalismo como modo de pro-
hacia otras ramas productivas y zonas del país”338. Este hecho habría ducción dominante, la medicina realizó un desplazamiento desde el
repercutido fuertemente en el mundo popular, ya que hizo de la espacio de la beneficencia y de la filantropía oligárquica, donde se
“proletarización” su condición por antonomasia. encontraba, para imbricarse con el proceso de producción económi-
ca341. Este giro se debió, entre otros factores, a las adversas condicio-
Sin embargo, este “acostumbramiento” no solo puede ser consi- nes laborales y a la segregación interna fomentada por una estruc-
derado como el resultado de la disciplina laboral o de las precarias tura político-administrativa profundamente a-social342, ausente en
condiciones materiales del obrerismo, sino que también se debió al materia de salud e indolente frente a las malas condiciones de vida
trabajo político de una elite liberal. En este sentido, vital resultó para de los sectores pobres de la sociedad. Las epidemias, las enferme-
el surgimiento de lo que algunos autores han llamado “obrerismo dades de transmisión sexual, el alcoholismo y la sobre explotación
ilustrado”339 el proyecto civilizatorio que impulsó un grupo de jóve- laboral posicionaron a Chile, hacia la segunda mitad del siglo XIX,
nes liberales fogueados al calor de las ideas de la Comuna de París. como uno de los países más mortíferos del mundo. En este contex-
Gracias a este proceso de “enseñanza de la ciencia republicana a las to, el médico higienista Juan Bruner, preocupado por las consecuen-
masas”340, a la proletarización que imponía una nueva valoración del cias de los desplazamientos poblacionales, del hacinamiento en las
trabajo y a la ineficacia de las estructuras de beneficencia, surge al ciudades y el escenario laboral, señalaba en 1857 ante los miembros
interior de las asociaciones de trabajadores un nuevo pacto entre el en pleno de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile:
cuerpo y la salud. Comienza, de este modo, un proceso de medicali- “Dad al pueblo un alimento sano i robusto i tendreis poblaciones
zación en el que el cuerpo del trabajador es objeto de unos controles activas i aptas a todas las fatigas del trabajo i resistentes a todos los
y cuidados cada vez más extensivos e integrales. amagos de las epidemias”343. Tanto para la elite médica como para
la disidencia política más radicalizada, se volvió imperativo repensar
las condiciones de vida de los sectores pobres y su relación con la
salud de la fuerza de trabajo. Como explica María Angélica Illanes,
se hizo necesario “poner urgente atajo al decaimiento fatal de la raza
y a la pérdida del factor productivo más importante para la riqueza
338 PINTO, J., SALAZAR, G.: Historia Contemporánea de Chile III. La economía: mercados, del país: la mano de obra. El camino a seguir consistió en disputarle
empresarios y trabajadores, op. cit., pp. 171-173.
a la sociedad caritativa el cuerpo enfermo y moribundo del pueblo
339 Para el tratamiento de este concepto, nos centraremos en los trabajos del historiador
chileno Eduardo Devés. Principalmente en: DEVÉS, E.: “La Cultura Obrera Ilustrada
chilena y algunas ideas en torno al sentido de nuestro quehacer historiográfico”, op. cit.,
pp. 127-136; DEVÉS, E.: “la Cultura Obrera Ilustrada en tiempos del centenario”, en 341 MOLINA, C.: Institucionalidad sanitaria chilena. 1889-1989, op. cit., p. 37.
Revista Camanchaca, Nº 12/13, año 4, Iquique, pp. 41-45.
342 GREZ, S.: “La trayectoria histórica del mutualismo en Chile (1853-1990). Apuntes
340 ILLANES, M.A.: “La revolución solidaria: las sociedades de socorros mutuos de arte- para su estudio”, en Revista Mapocho, nº 35, Primer Semestre de 1994, Santiago de
sanos y obreros: un proyecto popular democrático, 1840-1910”, en: ILLANES, M.A.: Chile, p. 294.
Chile des-centrado: formación socio-cultural republicana y transición capitalista 1810-1910, LOM
Ediciones, Santiago de Chile, 2003, p. 273. 343 BRUNER, J.: “Fragmentos de una Hijiene Pública de Santiago”, op. cit., p. 307.

138 139
para mejorarlo con la eficacia de la ciencia y la técnica y salvar, así, la Igualdad348 y en su ideario: “Reconocer la Independencia de la razón
república, el orden social y la riqueza nacional, iniciando el camino como autoridad de autoridades. Profesar el principio de la soberanía
de la civilización hacia el progreso”344. El desafío era claro: la prác- del pueblo como base de toda política, y el deber y el amor de la
tica y el saber médico debían convertirse en un medio eficaz para el fraternidad universal como vida moral”349. Este ideario, romántico
control de los procesos biológicos inherentes a la población traba- e ilustrado, sentó la base moral y política para una nueva legalidad
jadora, ahora sometida a los nuevos requerimientos de los procesos histórica, basada en la confianza que proporcionaban la razón como
de producción capitalista y a las particularidades del contrato social motor del cambio social. Así, los primeros intentos de organización
impuesto por el Estado oligárquico. popular -enmarcados dentro de las luchas políticas entre liberales y
En esta dirección, vital fue para el proceso de “medicalización conservadores-, se presentaron como una solución legítima a la pro-
de la fuerza de trabajo” la intervención de un grupo de intelectua- funda diferenciación y fragmentación que experimentaba la socie-
les liberales, de artesanos republicanos y de políticos disidentes que dad civil. De este modo, el discurso de los igualitarios se transformó
buscaban recuperar el derecho de “asociación” negado por el au- en un referente histórico e ideológico para las futuras asociaciones
toritarismo del Estado Portaliano. La asociación significaba para el obreras350. Tanto su carácter ilustrado como su proyecto de eman-
liberalismo radical la posibilidad real de inculcar en el pueblo la no- cipación popular habrían sido retomados por los futuros dirigentes,
ción de “autonomía”, como conciencia y como opción política345. dando continuismo al proyecto popular351.
Para Santiago Arcos y Francisco Bilbao346 la burguesía liberal come- Organizadas en torno a la de idea del “socorro mutuo” –y sobre
tía un error al creer que la libertad del pueblo radicaba en el mero la base de un proyecto civilizatorio– las asociaciones de trabajadores
ejercicio de los derechos civiles y en el respeto a la ley escrita. El se enfocaron en el desarrollo intelectual y en la protección mate-
humanismo mesiánico de estos jóvenes, fuertemente influenciado rial de sus miembros352. Para nosotros, este fenómeno posibilitó la
por el pensamiento de Lamennais347, se plasmó en la Sociedad de la

348 Sobre el nacimiento, importancia y legado de la Sociedad de la Igualdad ver: GAZMURI,


C.: El “48” chileno : igualitarios, reformistas radicales, masones y bomberos, Editorial Univer-
sitaria, Santiago de Chile, 1999; ZAPIOLA, J.: La Sociedad de la Igualdad y sus enemi-
344 ILLANES, M.A.: En el nombre del Pueblo, del Estado y de la Ciencia. Historia social de la salud gos, Biblioteca de autores chilenos, Imprenta de Enrique Blanchard-Chessi, Santiago,
pública en Chile, 1880-1973. Hacia una historia social del siglo XX, op. cit., p. 14. 1902; FIGUEROA, P.: Historia de Francisco Bilbao : su vida i sus obras, Imprenta Vicuña
Mackenna, Santiago de Chile, 1894; ILLANES, M.A.: “La revolución solidaria: las
345 ILLANES, M.A.: “La revolución solidaria: las sociedades de socorros mutuos de arte- sociedades de socorros mutuos de artesanos y obreros: un proyecto popular democrá-
sanos y obreros: un proyecto popular democrático, 1840-1910”, op. cit., p. 270. tico, 1840-1910”, op. cit.

346 Al respecto, Sergio Grez señala que “un elemento decisivo en la formación de las 349 BILBAO, M.: Obras Completas de Francisco Bilbao, Tomo I, Imprenta de Buenos Aires,
primeras mutuales chilenas durante la década de 1850, parece haber sido la influencia 1866, p. LXXXV.
ideológica de los principales líderes de la Sociedad de la Igualdad: Estos jóvenes, que
habían vivido en Francia y abrazado las nuevas ideas de reforma social, predicaron, 350 GREZ, S.: “La trayectoria histórica del mutualismo en Chile (1853-1990). Apuntes
a su retorno a Chile, los principios de la revolución de 1848, logrando considerable para su estudio”, op. cit., p. 295.
resonancia entre sectores de obreros y artesanos urbanos”. En: GREZ, S.: “La trayec-
toria histórica del mutualismo en Chile (1853-1990). Apuntes para su estudio”, op. cit., 351 PINTO, J., SALAZAR, G.: Historia Contemporánea de Chile II. Actores, identidad y movi-
p. 295. miento, op. cit., p. 112.

347 ILLANES, M.A.: “La revolución solidaria: las sociedades de socorros mutuos de arte- 352 GREZ, S.: “La trayectoria histórica del mutualismo en Chile (1853-1990). Apuntes
sanos y obreros: un proyecto popular democrático, 1840-1910”, op. cit., p. 272. para su estudio”, op. cit., p. 272.

140 141
emergencia de tecnologías que operaron, entre mediados del siglo sobre salud y bienestar, sino también una estructura asistencial para
XIX y las primeras décadas del XX, “medicalizando” al obrero y a la instrucción moral, cívica y sanitaria de los trabajadores. De este
su entorno. La medicina científica –fuertemente condicionada por modo, el socorro mutuo fue el principio articulador de un proce-
el paradigma higienista– resultó fundamental para la constitución so de educación social bastante complejo y profundo. Al respecto,
de una nueva relación entre cuerpo y salud, lo que posteriormente Grez nos señala: “Aunque podríamos definir a las ‘sociedades de
generó la objetivación de un “obrerismo ilustrado”. Como explica socorros mutuos’ como asociaciones voluntarias sin fines de lucro,
el historiador Carlos Molina, los desarrollos de estas iniciativas e que agrupan a personas que se comprometen a pagar cotizaciones
instituciones no estatales durante el siglo XIX “tuvieron un signi- que contribuyen a la formación de un capital, destinado a ayudar a
ficado muy importante, no sólo en los segmentos sociales que las sus asociados o bien a sus familias cuando éstos son víctimas de uno
generaron, sino en el conjunto de lo que hoy conocemos como la de los riesgos previstos en sus estatutos (enfermedad, cesantía, in-
respuesta social de salud”353. validez, muerte, etc.), creemos que sería restrictivo contentarse con
esta caracterización cuando se habla del mutualismo chileno. A esta
definición, habría que agregar una serie de prácticas sociales y culturales
4. 4. De la organización mutualista a la auto-gestión sanita- que lo han caracterizado”356. En este sentido, creemos pertinente pre-
ria: la medicalización de la fuerza de trabajo y la objetivación guntarnos por la naturaleza de las prácticas que caracterizaron este
del obrerismo ilustrado. 1850-1927 tipo de organizaciones, sobre sus posibles efectos y su relación tanto
Luego del frustrado golpe contra el gobierno conservador de con la medicalización de la fuerza de trabajo como con la objetiva-
Montt354 y descartada toda posibilidad de transformación política, ción del obrerismo ilustrado.
las organizaciones de trabajadores surgieron como una solución a
las precarias condiciones de vida de estos sectores y al abandono en 4. 4. 1. Organización popular para el socorro mutuo: el de-
el que estaban. Organizadas “tras el objetivo del socorro mutuo”355, sarrollo de una medicina integral para el trabajador y su en-
las asociaciones obreras hicieron posible no solo nuevos conceptos torno
Los primeros procesos de articulación popular se remontan a la
353 MOLINA, C.: Institucionalidad sanitaria chilena. 1889-1989, op. cit., p. 47.
reorganización interna tras la independencia del país. El clientelis-
354 Posteriormente a la fundación de la Sociedad de la Igualdad de Santiago en 1850, en mo político posicionó al artesanado como un interlocutor válido,
septiembre del mismo año quedó constituida la Sociedad de la Igualdad de San Felipe.
La fundación de esta nueva organización de igualitarios aumentó considerablemente permitiéndole configurar un discurso centrado en la defensa de sus
la tensión histórica entre liberales y conservadores. El gobierno no estaba dispuesto derechos. Tras la victoria de la falange pelucona en 1830, los tra-
a soportar panegíricos y odas dedicadas a los hechos revolucionarios recientemente
ocurridos en Francia. Luego de una serie de revueltas públicas motivadas por liberales bajadores manuales continuaron con sus demandas, pero esta vez
e igualitarios (la toma de la cárcel y del regimiento de San Felipe, o la declaración del asumiendo un discurso más conservador y moderado. Sin embargo,
estado de sitio en las provincias de Santiago y Aconcagua; entre otros), estalla en las
calles de Santiago la Guerra Civil el 20 de abril de 1851. Ver: ILLANES, M.A.: “La hacia 1840 y gracias a la influencia de una burguesía liberal ansiosa
revolución solidaria: las sociedades de socorros mutuos de artesanos y obreros: un
proyecto popular democrático, 1840-1910”, op. cit., pp. 282-289.

355 GREZ, S.: “La trayectoria histórica del mutualismo en Chile (1853-1990). Apuntes
para su estudio”, op. cit., p. 296. 356 Íbid., p. 295. Las cursivas son nuestras.

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por ampliar el respaldo contra el “peluconismo”357, el artesanado se es imposible desconocer el carácter “civilizatorio”362 que el artesa-
tornó más contestatario y popular. La radicalización de una parte nado le dio a la organización, hecho que marcará el desarrollo del
de la disidencia liberal, que consideraba la noción de igualdad como mutualismo chileno durante el siglo XIX y comienzos del XX363.
característica primordial de una república libre, caló profundo en los Posteriormente, a partir del ciclo de los gobiernos liberales
sectores más instruidos de los trabajadores manuales358. (1861-1891)364, las condiciones políticas y sociales fueron suma-
Fue así como hacia finales de la primera mitad del siglo XIX, ape- mente idóneas para la formación de nuevas mutuales. La primera
gados a los principios ilustrados de redención social, los artesanos de este período y una de las más emblemáticas por su trabajo de
adhirieron a una lectura popular del liberalismo que planteaba como instrucción, fue bautizada como Sociedad de Artesanos La Unión.
proyecto la “regeneración del pueblo”359. En este sentido, resulta Fundada en Santiago en 1862, se propuso la instalación de una caja
comprensible que las primeras organizaciones mutuales agruparan de ahorros para socorrer a las familias de sus miembros enfermos e
al sector de elite de los trabajadores manuales360, ya que gracias a incapacitados. Conjuntamente con crear las condiciones materiales
su mayor proximidad con la burguesía liberal asimilaron de mejor para la instrucción primaria y la protección de sus socios, La Unión
manera el discurso ilustrado. En este contexto, se organiza la Unión generó las condiciones para la reivindicación del artesanado y de
Tipográfica de Santiago, fundada el 18 de septiembre de 1853. Dos su industria “situación que sería a la larga, una de las características
años más tarde, en mayo de 1855, nacerá la Sociedad Tipográfica de permanentes de la mutualidad chilena”365. De esta forma, la orga-
Valparaíso. Como señala Sergio Grez, “Más que una situación eco- nización mutualista, cumpliendo con su afán civilizatorio, no sólo
nómica ventajosa, un grado superior de instrucción –aunque fuese operó sobre la base de la protección solidaria ante la desgracia, sino
el simple hecho de saber leer y escribir– caracterizaba a los tipó- también como espacio táctico para el “desarrollo intelectual y moral
grafos, situación que los ubicaba en una posición de avanzada en el de sus compañeros a través de una serie de iniciativas educativas,
contexto general de los trabajadores manuales”361. En este sentido,
362 Al respecto, Arturo Blanco, miembro destacado de varias organizaciones obreras, se-
ñalaba en 1911 frente a los miembros de la mutual Igualdad y trabajo que “Uno de los
beneficios morales que proporciona la asociación á mas de los beneficios materiales que
he demostrado, es la acción civilizadora que sin quererlo, ejercen las sociedades sobre
sus miembros”. BLANCO, A.: Importancia de las Sociedades de Socorro Mútuo. Sus beneficios
materiales y morales, Imprenta La Universal, Santiago de Chile, 1911, p. 24.
357 PINTO, J., SALAZAR, G.: Historia Contemporánea de Chile II. Actores, identidad y movi- 363 Esta característica se puede observar incluso en las distintas organizaciones mutuales
miento, op. cit., p. 111. de comienzos del siglo XX. Un ejemplo de esto, lo encontramos en los estatutos de
la Sociedad de Socorros Mutuos Lira Chilena, los que en el Título I, Art. 1º señalan
358 Un prolijo análisis sobre los discursos políticos que cruzaron transversalmente al ar- como su objetivo “el socorro mútuo entre sus asociados y procurar entre ellos la mo-
tesanado chileno, en: DAITSMAN, A.: “Diálogos entre artesanos. Republicanismos y ralidad, la instrucción y bienestar, con el doble fin de practicar en su seno el socorro
liberalismos populares en Chile decimonónico”, Revista UNIVERSUM, nº 13, Uni- entre sus asociados y difundir la instrucción”. En: SOCIEDAD DE SOCORROS
versidad de Talca, 1998, pp. 83-104. MUTUOS FILARMONICA Y FOOT BALL CLUB LIRA CHILENA, Estatutos, Im-
prenta Castellana, Antofagasta, Chile, 1917, p. 3.
359 Ibíd., p. 111.
364 Y posterior a la represión que el gobierno de Montt aplicó contra las organizaciones
360 GREZ, S.: “La trayectoria histórica del mutualismo en Chile (1853-1990). Apuntes de trabajadores producto de la Guerra Civil de 1859.
para su estudio”, op. cit., p. 296.
365 GREZ, S.: “La trayectoria histórica del mutualismo en Chile (1853-1990). Apuntes
361 Ídem. para su estudio”, op. cit., p. 297.

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culturales y económicas (escuela nocturna, conferencias sobre salud, de las organizaciones, permitían a la medicina y a sus funcionarios
literatura; fiestas y paseos, cooperativas de consumo y de construc- generar las condiciones para la instalación, al interior de las organi-
ción, etc.)”366. Esto posibilitó la formación de una incipiente estruc- zaciones y de las familias obreras, de prácticas “heteroformativas” y
tura educativa durante el siglo XIX que permitió crear una base de “autoformativas”369. Un caso ejemplar es el sistema de admisión que
apoyo social para el trabajo de ilustración del naciente obrerismo tenían algunas mutuales y que permitía fiscalizar la “conducta ante-
chileno367. rior” del que se presentaba como aspirante a socio370. De esta for-
En el marco de este proyecto civilizatorio, la elite médica desarro- ma, una importante red de elementos normativos371 se dispuso para
lló una serie de prácticas destinadas a la supervisión de la salud física formar una “clase obrera y artesana mínimamente civilizada”372. En
y moral de los trabajadores y de sus familias368. Charlas sobre higiene,
cursos instructivos, seguimiento y asistencia médica, programas de
vacunación, etc., buscaban concientizar a los socios sobre la impor-
tancia que tenía la adquisición de conductas de auto-cuidado. Estas
supervisiones, muchas veces realizadas entre los mismos miembros
369 El concepto de gobierno en la analítica foucaultiana no sólo nos remite a la conduc-
ción de las conductas de los otros, sino también a la conducción de nuestra propia
366 ILLANES, M.A.: En el nombre del Pueblo, del Estado y de la Ciencia. Historia social de la salud conducta; es decir, la noción de gobierno nos muestra cómo opera la relación que se
pública en Chile, 1880-1973. Hacia una historia social del siglo XX, op. cit., p. 38. da entre las tecnologías de poder (heteroformativas) y las tecnologías del Yo (autoformativas).
Para Foucault, toda práctica de dominación tiene un nexo agónico con una práctica
367 En relación a la influencia que tuvieron en las organizaciones populares del siglo XX de la libertad, ya que “se produce una coordinación entre las prácticas que uno mismo
las primeras mutuales, resulta pertinente el ejemplo de la organización de mujeres de pone en liza para conformarse como sujeto de acción moral y las estrategias generales
Tocopilla; que en sus estatutos de 1908 señalaba: “Se funda en Tocopilla una Sociedad por las que autoridades de diversa índole tratan de conducir la propia conducta (…)
de Señoras que tenga por objeto unir, ilustrar, socorrer y protejer a la mujer. En con- el gobierno incluye siempre una dimensión moral, implica una pretensión de conocer
secuencia, tratará de unir a la mujer, trayendo a su seno a cuantas simpaticen con sus el bien, tanto para los gobernados como para los gobernantes”. En: VÁZQUEZ, F.:
fines i objeto i procurando un franco i sincero acercamiento con las demas sociedades “Empresarios de nosotros mismos. Biopolítica, mercado, soberanía en la guberna-
del país i del estranjero. Ilustrará a la mujer fomentando las sanas prácticas del estudio, mentalidad neoliberal”, en Ugarte, Javier, La administración de la vida. Estudios biopolíticos,
adquiriendo una biblioteca para su salon social i propendiendo a la difusion de la pren- Anthropos Editorial, Barcelona, 2005, p. 82.
sa, escrita o sostenida por señoras, en esta o en otra localidad. Protejerá y socorrerá a la
mujer en todas las circunstancias de la vida, conforme a las disposiciones reglamenta- 370 “El nombre del aspirante á socio, permanecerá por 8 días en pizarra que la secretaría
rias, tratando de dignificarla para el concepto de las jeneraciones presentes y futuras”. tendrá con este objeto; y si en esta plazo no fuera objetado, será reconocido como tal
COMBINACION DE SEÑORAS INSTRUCCION Y SOCORROS MUTUOS DE y se dara a conocer en la primera junta general (…) La persona admitida como socio
TOCOPILLA: “Declaración de principios de la combinación de señoras para la ins- de esta Institución, deberá de aclarar en plena sesión, ante el presidente, ó el que haga
trucción i socorros mutuos de Tocopilla”, en La Palanca, Órgano de la Asociación de sus veces si esta conforme con los presentes Reglamentos y comprometerse, bajo
Costureras, Santiago, 1908, Año I, Nº 5, p. 58. palabra de honor, á cumplir sus disposiciones”. En: SOCIEDAD DE SOCORROS
MUTUOS FILARMONICA Y FOOT BALL CLUB LIRA CHILENA, Estatutos, op.
368 Como señala con gran precisión histórica María Angélica Illanes, la labor de los mé- cit., p. 11.
dicos al interior de las mutuales fue constante y muy reconocida por los dirigentes
obreros. “Médicos, tales como, Daniel Cruzat, Ricardo Cortés Monroy, Elías Fernán- 371 Al respecto, en el Título II, Art. 7, Inc. 1, 2,3, de la organización Lira Chilena se señala:
dez, Eloísa Díaz, César Martínez, Moisés Amaral, Luis Felipe Salas, Manuel Calvo “No serán admitidos y dejará de formar parte de la sociedad: 1º Los que hayan sido
Mackenna, Francisco Landa, y otros, efectuaban su labor con espíritu y vocación de castigados por los Tribunales de Justicia por delitos infamantes, 2º Los viciosos con-
servicio, cobrando aranceles exiguos, mereciendo constantemente la admiración y setudinarios; 3º Los que padecieren de alguna afección crónica o enfermedades con-
agradecimiento de los miembros de las Sociedades de Socorros Mutuos”. En este sen- tagiosas”. En: SOCIEDAD DE SOCORROS MUTUOS FILARMONICA Y FOOT
tido, su influencia no fue menor en la conformación de un discurso y de unas prácticas BALL CLUB LIRA CHILENA, Estatutos, op. cit., p. 5.
destinadas al bienestar de los asociados mutualistas. En: ILLANES, M.A.: En el nombre
del Pueblo, del Estado y de la Ciencia. Historia social de la salud pública en Chile, 1880-1973. 372 ILLANES, M.A.: “La revolución solidaria: las sociedades de socorros mutuos de arte-
Hacia una historia social del siglo XX, op. cit., p. 45. sanos y obreros: un proyecto popular democrático, 1840-1910”, op. cit., p. 299.

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muchos casos, estas “divisiones normativas”373 operaron por medio vivienda obrera, sino también en sus escuelas377 y en sus centros de
de incentivos y de castigos pecuniarios destinados a la formación de reunión.
los futuros trabajadores: “los socios que acreditaren que sus hijos En lo que tocó a la enfermedad y al cuidado del cuerpo, la or-
asisten sin interrupción a la escuela, serán premiados con la rebaja ganización mutual generó una eficiente y extensiva estructura de
de 10 centavos mensuales (…) Dos faltas en el mes hacían perder el vigilancia y normalización. Para este fin, las mutuales establecían un
premio”374. Los hijos se convirtieron en objeto de un programa de contrato de servicios sanitarios con un número no menor de “mé-
normalización constante: ante la muerte del progenitor375, la organi- dicos, practicantes y boticarios”378, quienes se constituían en torno a
zación se encargaba de ellos “con el fin de alejar las eventualidades una red de prácticas y conocimientos enfocados, entre otras cosas, a
de un porvenir vicioso”376. Así, el higienismo no sólo entraba en la asistir integralmente al asociado en su enfermedad379. La coordina-
ción de los servicios médicos y la supervisión del enfermo y su fami-
lia quedaban a cargo de las “comisiones de visitas”380. Estas se pre-

377 En 1884, el médico higienista Ricardo Dávila Boza explicaba que “jamas se llegará
a tener escuelas hijiénicas ni a obtener todo el provecho posible de los años que los
niños permanecen en ellas, miéntras no se consulte la higiene no solo para la delinea-
cion de los planos de los edificios escolares, sino tambien i mui principalmente para
la determinacion del objeto i del alcance de la instruccion que se va a dar i para la
eleccion del sistema i de los métodos de enseñanza que se han de emplear (…) para
difundir la instruccion en las masas populares es recurso políticamente preferible i sin
373 Estas divisiones normativas funcionan como mecanismos de individualización, y por duda mucho mas eficaz hacer de la escuela un lugar sano, de recreo i pasatiempo, que
ende, de ordenación de la multiplicidad. Es decir, actúan, tanto para la distribución dictar una lei de instrucción obligatoria”. En este sentido, podemos pensar que la ac-
espacial de los cuerpos (separación, alineamiento, su puesta en serie y bajo vigilancia), ción de los médicos higienistas al interior de mutualismo influenció las características
como para la organización de un campo de visibilidad a su alrededor, cuyo fin será el del proceso de instrucción ofertado para el mundo popular chileno. Esto no resulta
de mantener la supervisión de los cuerpos y la incrementación de su fuerza útil me- extraño si consideramos que el higienismo, en tanto conjunto de normas, principios
diante el ejercicio o el adiestramiento. Estas técnicas serán, además, totalmente necesa- y prácticas destinadas al bienestar físico y moral de los individuos, tuvo considerables
rias para la regularización de los procesos globales propios de la vida de la población. puntos de encuentro con las bases del discurso civilizatorio e ilustrado propuesto por
Lo primordial es que dichas divisiones normativas buscarán fijar equilibrios y asegurar la burguesía liberal. En: DÁVILA, R.: La Hijiene de la Escuela, Imprenta Cervantes,
compensaciones tanto al nivel del detalle como de la masa. LANCEROS, P.: Avatares Santiago, 1884, p. 6.
del Hombre. El pensamiento de Michel Foucault, op. cit., p. 134.
378 ILLANES, M.A.: En el nombre del Pueblo, del Estado y de la Ciencia. Historia social de la salud
374 ILLANES, M.A.: “La revolución solidaria: las sociedades de socorros mutuos de arte- pública en Chile, 1880-1973. Hacia una historia social del siglo XX, op. cit., p. 41-42.
sanos y obreros: un proyecto popular democrático, 1840-1910”, op. cit., p. 299.
379 Esta asistencia incluía juntas de médicos para tratar casos particulares, atención de
375 Al respecto, Arturo Blanco señalaba en 1911 frente a la Sociedad Igualdad y Trabajo especialistas, análisis químicos, entre otros.
que “las sociedades van más allá de la muerte, porque a mas de la cuota mortuoria,
estas sociedades protejen a los hijos de los socios fallecidos, procurando darles ocupa- 380 La figura del Visitador cumplió un papel vital en las mutuales. En el caso particular de
ción, o el aprendizaje de algun arte ú oficio. Así lo dispone el artículo 68 de nuestros la Sociedad de Socorros Mutuos Protección de la Mujer fundada en 1890, las Visitado-
estatutos, y no solo lo dispone, sinó que esto se ha llevado a la práctica en vários casos, ras supervisaban la adecuada atención del socio enfermo, además de realizar un prolijo
y tendrá que hacerse cada véz que lo soliciten los interesados. Para esto la sociedad seguimiento de todo el proceso. Al respecto, Illanes señala que entre las obligaciones
cuenta con la buena voluntad e influencia de sus miembros, muchos de los cuales son de la Visitadoras estaban la distribución de las órdenes de visita entre los médicos;
dueños de taller, o jefes de grandes fábricas o talleres, donde pueden darle o buscarle trasladarse a casa de las socias enfermas y resolver el tipo de atención que le dará la
ocupación y aprendizaje a esos niños”. En: BLANCO, A.: Importancia de las Sociedades institución; asistir a las socias diaria y periódicamente; dar cuenta inmediatamente y a
de Socorro Mútuo. Sus beneficios materiales y morales, op. cit., p. 20. diario al Directorio sobre el estado de salud de sus enfermas; llevarles los subsidios de
la sociedad en caso de imposibilidad de la familia de la enferma; atenderlas personal-
376 ILLANES, M.A.: “La revolución solidaria: las sociedades de socorros mutuos de arte- mente hasta que sanen o fallezcan; atender a la familia en caso de muerte de la socia
sanos y obreros: un proyecto popular democrático, 1840-1910”, op. cit., p. 300. para el cobro de sus derechos a la sociedad. Ibíd., pp. 43-44.

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ocupaban de archivar todos los detalles del caso y darlos a conocer estructura asistencial de la beneficencia oligárquica y emplazando
al Directorio de la mutual381, generando un prolijo registro sanitario prácticas (instrucción-asistencia) y saberes (higienismo) que cola-
de los socios382. Dicha supervisión estaba supeditada, además, a un boraron con el proceso de medicalización de la fuerza de trabajo.
sistema de control de “unidades sanitarias”, en la que se asignaba Como explica Sergio Grez, “el mutualismo se convirtió durante la
a cada médico, visitador u otro funcionario de la organización, la segunda mitad del siglo XIX en el núcleo del movimiento popular,
vigilancia sobre un determinado sector de la cuidad (sectores don- sobrepasando frecuentemente el cuadro del simple socorro mutuo”385.
de habitaban las clases pobres)383. Como señala la historiadora Illa-
nes, “La enfermedad de un asociado de una Sociedad de Socorros 4. 4 .2. Obrerismo ilustrado y sanidad auto-gestionada: El
Mutuos era objeto, pues, de la movilización de una buena cantidad Policlínico y la Hoja Sanitaria de la I.W.W. 1922-1927
de personas”384. De esta manera, la mutual, además de ofrecer una
Aunque el proyecto civilizatorio del mutualismo ilustrado siguió
asistencia integral en caso de enfermedad, pudo también generar
siendo la médula espinal de la organización popular, hacia el último
una suerte de archivo documental sobre los índices de morbilidad y
lustro del siglo XIX y luego de la caída del liberalismo gubernamen-
mortalidad de sus asociados, lo que le permitió guiar sus estrategias
tal, se incorporaron nuevos ordenamientos políticos e ideológicos
y objetivos en el ámbito sanitario. El fenómeno mutualista –pensado
que permearon el desarrollo de las sociedades obreras. El posicio-
desde el proyecto liberal civilizatorio– se sitúo al interior del proce-
namiento político y proselitista de muchos de sus dirigentes al in-
so de proletarización del mundo popular chileno, desplazando a la
terior de lo que se llamó las “ideologías extremas del socialismo y
del anarquismo”, entre otros factores, dieron un perfil más sindica-
381 En otras mutuales, esta labor de supervisión, registro e información destinada al co-
nocimiento del Directorio, era realizada por los Jefes de Beneficencia. En la Sociedad lista al obrerismo nacional. Como explica Sergio Grez, “sin borrar
Lira Chilena, estos personajes tenían la función de: “1º Trasladarse a casa del socio la gran importancia del mutualismo y otras formas de organización
enfermo que solicite auxilios tan pronto tuviere conocimiento de sus enfermedad.
2º Exigirán del socio enfermo un certificado médico, como constancia de que no pre sindical en la génesis del movimiento popular chileno, las huel-
puede trabajar. 3º Darán oportuno aviso al presidente y secretario del socio enfermo gas de julio de 1890 anuncian el comienzo de una nueva etapa en la
acompañando el recibo de viático para que se lo firmen y procedan a cancelarlo en la
tesorería, dando parte después al Directorio en su reunión para su pronta aprobación. que el mutualismo pierde paulatinamente importancia frente a los
4º Anotarán en la pizarra del salón social el nombre y domicilio del socio ó socios
enfermos. 5º Presentar al Directorio una planilla de viáticos suministrados á los socios organismos de lucha que florecerán entre los principales núcleos
enfermos durante el mes; y al fin de sus periodo un informe completo y detallado de del proletariado minero y urbano”386. Para el historiador, la desme-
todos los gastos hechos en ellos, especificando los nombres y apellidos de todos los
que se enfermaron durante el semestre”. En: SOCIEDAD DE SOCORROS MU- surada represión que ejerció el oficialismo contra las demandas po-
TUOS FILARMONICA Y FOOT BALL CLUB LIRA CHILENA, Estatutos, op. cit., pulares y la estrategia de lucha de clases generaron, al interior de
pp. 24-25.
los movimientos obreros, la creencia de que el mutualismo ya había
382 Como señala Illanes, “Todo personal contratado quedaba sujeto a inspección perió- cumplido su rol histórico387.
dica por parte del Directorio, el cual daba cuenta en cada Asamblea Ordinaria del
movimiento del servicio y estado de los enfermos”. ILLANES, M.A.: En el nombre del
Pueblo, del Estado y de la Ciencia. Historia social de la salud pública en Chile, 1880-1973. Hacia
una historia social del siglo XX, op. cit., p. 42. 385 GREZ, S.: “La trayectoria histórica del mutualismo en Chile (1853-1990). Apuntes
para su estudio”, op. cit., pp. 303-304. Las cursivas son nuestras.
383 Ídem.
386 Íbid., p. 305.
384 ILLANES, M.A.: En el nombre del Pueblo, del Estado y de la Ciencia. Historia social de la salud
pública en Chile, 1880-1973. Hacia una historia social del siglo XX, op. cit., p. 44. 387 Ibíd., p. 306.

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Durante los primeros años del siglo XX, la precariedad de las porados al sistema mutualista mantuvieron la vigencia de este tipo
condiciones de vida de los sectores populares seguía siendo el mal de organización como medio privilegiado para mejorar la condición
endémico que impedía al productor contar con una fuerza labo- social del mundo popular. En cambio, los sectores obreros de la mi-
ral sana y activa para el desarrollo de la economía del país388. La nería, los portuarios y panificadores, entre otros, se organizaron en
República Parlamentaria de corte oligárquico, levantada luego de la mancomunales y sociedades de resistencia motivados por la nacien-
caída del último presidente liberal, dejaba dormir durante años en el te actividad sindical y por el discurso de lucha de clases390.
Congreso los proyectos sociales, colocando constantes trabas para No obstante, la lógica ilustrada del mutualismo siguió estructu-
su aprobación. La radicalización del discurso obrero, fomentado en rando el ideario de las sociedades de trabajadores. Más allá de los
parte por la corrupción política y financiera, la falta de distribución objetivos inmediatos que los movilizaban y de la posición que ocu-
de los excedentes del salitre y la acumulación de la oligarquía pro- paban en el amplio abanico político de la disidencia, los dirigentes
pietaria posibilitaron el desarrollo de nuevas formas de organización de las organizaciones obreras heredaron el proyecto civilizatorio
popular: “las ‘sociedades de resistencia’ (con importante presencia (con algunos matices) instalado por los igualitarios a mediados del
anarquista) constituían los gérmenes del sindicalismo, y las ‘man- siglo XIX391. Al respecto, el historiador Eduardo Devés afirma que
comunales’ (de tendencia mayoritariamente demócrata y socialista), es la corriente “civilizadora” la que inspiró a los dirigentes de los
creadas a partir de 1900, expresaban una original mezcla de sindi- movimientos de los trabajadores chilenos. Sus conductores “no son
calismo, de mutualismo, de sociedades populares de recreación y de caudillos sino educadores, funcionarios de la organización obrera;
cultura y, a veces, incluso, de cooperativismo”389. son hombres de pluma y no de espada, de periódico y de elección:
Además, la particular estructura del mundo popular determinó el para ellos no hay verdadera lucha popular que no pase por la educa-
desarrollo de la organización y el porvenir del mutualismo nacional. ción y la organización”. Su verdadera labor estaba en la instrucción
Artesanos, empleados medios y obreros de distintos sectores pro- de los trabajadores para la emancipación moral y material –como
ductivos se organizaron de modos diversos: el artesanado y algunos señalara Bilbao– y no en la lucha revolucionaria de clases; por lo que
sectores de la clase media y de los empleados recientemente incor- su fundamento ideológico se basaba en la necesidad de rescatar los
“valores del saber científico o de la democracia política y social trai-
cionados por la oligarquía”. De esta manera, se fue materializando
388 Como explica el historiador Víctor Ulloa, “A comienzos del siglo XX, las condicio-
nes de vida de los obreros y trabajadores de las grandes ciudades eran paupérrimas. desde mediados del siglo XIX, gracias a las condiciones económicas
Grupos de 5 a 8 personas vivían en cuartos de 40 metros cuadrados y los conventillos
eran el centro larval de variadas pestes. En 1906 el Congreso creó el “Consejo de Ha-
bitaciones para Obreros” a objeto de garantizar un mínimo de higiene. Sin embargo,
el problema, conocido ya desde el siglo XIX como la “cuestión social”, se escapaba
por todos lados al gobierno y al Estado. Entre 1909 y 1914, más de 100 000 chilenos
morían a causa de enfermedades. El alcoholismo era un mal endémico, lo mismo que
la prostitución (…) La expectativa de vida promedio de los chilenos en 1920 era de 30 390 Ibíd., p. 307.
años. Por otro lado, las condiciones laborales de los trabajadores eran precarias. Hasta
1914 solamente se habían aprobado dos leyes laborales: El Consejo de Habitaciones 391 Al respecto, el historiador chileno Eduardo Devés señala: “En Chile los trabajadores
Obreras y la Ley del Descanso Dominical”. En: ULLOA, V.: El movimiento sindical chile- se han férreamente organizado y además, háyase tratado de organizaciones mutuales,
no. Del siglo XX hasta nuestros días, Organización Internacional del Trabajo, Santiago de mancomunales, sindicales o demócratas, comunistas, socialistas, ácratas o católicas,
Chile, 2003, pp. 2-4. todas han tenido muy predominantemente el carácter ilustrado”. En: DEVÉS, E.:
“La Cultura Obrera Ilustrada chilena y algunas ideas en torno al sentido de nuestro
389 Ibíd., p. 306. quehacer historiográfico”, op. cit., p. 132.

152 153
y políticas ya descritas392, un tipo de cultura obrera determinada por de Antofagasta. Según Recabarren, esta prensa tenía “por misión sa-
la herencia de la ilustración y del romanticismo igualitario393. grada, contribuir a la ilustración y difundir la cultura en las costum-
En este contexto, las organizaciones de trabajadores encontraron bres de los pueblos. Un periódico que llegue a las manos de un hijo
en la “prensa obrera”394 un instrumento eficaz para “alimentar la del trabajo, debe ser un libro en el cual encuentre la savia vivificante
intelectualidad de las masas”395. Desde la formación de las Socieda- para fortalecer el espíritu, cuando abatido por las luchas de la vida,
des Tipográficas, la propaganda del proyecto mutual fue reforzada se siente adormecer. Debe llevar en sus caracteres, palabras de en-
a través del desarrollo de una prensa estable, profesional y compro- señanza y de ejemplo, en estilo claro y correcto que revele la buena
metida con los objetivos de la organización. Ya en pleno siglo XX, intención de la pluma que los traza”396. Recabarren, como menciona
la prensa se transformó en el arma privilegiada de las sociedades de Devés, “en lo de civilizador es plenamente representativo, tanto en
resistencia, mancomunales y mutuales, para transmitir su proyecto las acciones como en los conceptos, del carácter de las luchas popu-
o ideario. Un claro ejemplo del carácter pragmático que la dirigen- lares chilenas”397.
cia obrera le atribuyó a la prensa lo encontramos en la figura de En su afán civilizador, algunos periódicos obreros transforma-
Luis Emilio Recabarren, destacado dirigente fundador del Partido ron la difusión de la higiene pública en su objetivo prioritario. Un
Obrero Socialista y del periódico El Despertar de los Trabajadores caso emblemático fue el desarrollado por la sección chilena de la
organización sindical anarquista Industrial Workers of the World
(IWW), nacida en Estados Unidos de Norteamérica en 1905 y llega-
392 Creemos que resulta muy pertinente para el análisis agregar a los antecedentes políti- da a Chile en 1919. Sus publicaciones, hasta 1926, alcanzaron a seis,
co-económicos descritos en esta investigación, los expuestos por el historiador Eduar-
do Devés. Al respecto señala: “A mediados del siglo XIX se hace frecuente la idea de siendo la más importante su periódico de Santiago, llamado Acción
cambiar la condición del pobre (…) Esto va ir generando una distancia cada vez mayor Directa. En el marco de la instrucción obrera, esta organización pu-
entre dos sectores del pueblo: uno que, tanto por condiciones objetivas como por una
cambio a nivel de ideas y de mentalidades –cosas normalmente unidas–, va ir trans- blicó en la ciudad de Santiago un pasquín llamado Hoja Sanitaria, de
formándose en clase media (artesanado especializado, empleados públicos, tipógrafos)
y otro sector que va a permanecer todavía por bastante tiempo ajeno a los cambios, a forma mensual entre los años 1924 y 1927. Este proporcionaba, de
las nuevas formas de producción, a las nuevas ideologías. El elemento decisivo que va manera exclusiva, conocimientos de fisiología y anatomía humana,
a generar este cambio es el proceso de acumulación capitalista y la reinserción de Chile
en la economía internacional. Esto se expresa teniendo en cuanta cuestiones como además de difundir principios básicos de higiene para evitar enfer-
las siguientes: la importación de artículos de uso cotidiano y de bienes de capital que medades. La imprenta de la publicación funcionaba, además, como
van a modificar fuertemente la producción nacional, el arribo más o menos masivo
de inmigrantes europeos que llegan al país por razones económicas o huyendo de Policlínico Obrero auto-gestionado por la organización, configurán-
trastornos o persecuciones políticas, la entrada de la cultura francesa e inglesa con las
doctrinas del cambio social y del progreso, la aparición de organizaciones, escuelas, dose de este modo un eficaz espacio para la enseñanza y la práctica
centros, periódicos, y todo el universo de la cultura obrera que se autonomiza”. En: de la higiene pública. Para este fin, el funcionamiento del Policlínico
DEVÉS, E.: “La Cultura Obrera Ilustrada chilena y algunas ideas en torno al sentido
de nuestro quehacer historiográfico”, op. cit., pp. 130-131. estaba a cargo de un médico jefe y de dos auxiliares (estudiantes
del último año de medicina), una matrona, un dentista, un practi-
393 Ibíd., pp. 131-132.

394 Un completa caracterización y prolijo análisis sobre la importancia de la Prensa Obre-


ra en Chile, lo encontramos en: ARIAS, O.: La Prensa Obrera en Chile 1900-1930, Co- 396 CRUZAT, X., DEVÉS, E.: Recabarren: escritos de prensa, 1898-1924, Volumen 1, Edicio-
lección Convenio Cultural CUT-U Nº 1, Universidad de Chile-Chillán, Chillán, 1970. nes Nuestra América, Santiago-Chile, 1985, p. 5.

395 CRUZAT, X., TIRONI, A.: “El pensamiento frente a la Cuestión Social en Chile”, op. 397 DEVÉS, E.: “La Cultura Obrera Ilustrada chilena y algunas ideas en torno al sentido
cit., p (SN). de nuestro quehacer historiográfico”, op. cit., p. 132.

154 155
cante y un delegado de turno. Se realizaban consultas, inyecciones, lización del superávit 401 generado por la labor del Policlínico para la
curaciones, lavados, pruebas para el diagnóstico de la sífilis (R. Was- financiación de la publicación, en diciembre de 1925, obligó a fijar
sermann), exámenes de jugos gástricos y orina, extracciones y cura- un precio de diez centavos por número para costear un tiraje de
ciones dentales. Los exámenes de laboratorio, ciertamente los más dos mil ejemplares. Posteriormente, al ser declarada la I.W.W. como
costosos, valían cinco pesos de la época para los no organizados398. organización ilícita por las autoridades de la época, el Policlínico
Posteriormente, se ampliaría el servicio dental399, en el que se reali- quedó sin administrador conocido y a la deriva.
zaban extracciones bajo anestesia, obturaciones con amalgamas, oro
o cemento, tratamientos radiculares, topes de oro, coronas, placas,
parches, ganchos de oro, etc.400.
Por otra parte, la gratuidad de la Hoja Sanitaria le otorgó una
difusión segura y amplia durante el primer año. Sin embargo, la fina-

401 Las dificultades económicas para mantener el alto tiraje de esta publicación no fueron
menores. Al respecto, en su número 11 de 1925 encontramos la siguiente declaración:
“Todo lo que el Comité Sanitario hace es –únicamente– en beneficio de los asalariados.
Jamás se ha consultado otro interés que el de ellos, sin descuidar –por cierto– la conse-
cuencia con la ideología libertaria que propicia la I.W.W. Con las más claras intenciones
se nos ha ofrecido ayuda pecuniaria del Estado; pero no la hemos aceptado, a pesar
de nuestra situación económica tan precaria, pues no queremos caer en claudicaciones
ni inconsecuencias con nuestro principio de que todo Estado es un organismo inútil y
parasitario. Pretendemos ir realizando –aunque sea embrionariamente– en la práctica
los postulados de la ética o moral verdadera: ayuda mutua, justicia y magnanimidad
(espíritu de sacrificio), para poder llegar algún día a convivir en una sociedad en que
no sean palabras vanas la solidaridad y la libertad. Pero precisamente para esto necesi-
tamos todo el apoyo de los verdaderos compañeros y no de aquellos que se etiquetan
de tales con propósitos incalificables. Hemos gastado todo el ‘superávit’ del Policlínico
desde su fundación hasta hoy día (tres mil pesos, más o menos) en mantener esta ‘Hoja
Sanitaria’ que se distribuye gratis. No hemos comprado sino el instrumental más in-
dispensable para el servicio de los enfermos; pero a pesar de este sacrificio heroico no
hemos recibido más de cincuenta pesos para mantener nuestra publicación, que no es
398 “PRECIOS POLICLÍNICO I.W.W.”, Nº 3, Hoja sanitaria I.W.W., Santiago de Chile, sólo nuestra sino de todos los obreros sin distinción de oficios o de ideas. Urgidos a
septiembre de 1924. ver morir nuestra labor de difusión de higiene social, hemos resuelto mantener nuestra
Hoja fijándole un precio de venta, con el cual se pagará apenas el costo del tiraje en
399 “AVISAMOS”, Hoja Sanitaria I.W.W., Nº 13, Santiago de Chile, febrero de 1926. caso de que se vendan dos mil ejemplares de cada número. Es esta la razón porqué
desde hoy la Hoja Sanitaria aparece estigmatizada con el precio de diez centavos”.
400 “SERVICIO DENTAL”, Hoja Sanitaria I.W.W., Nº 14, Santiago de Chile, marzo de En: “¡NO SEA CIEGO, COMPAÑERO!”, Hoja Sanitaria I.W.W., Nº 11, Santiago de
1926. Chile, diciembre 1925.

156 157
Ya en el último número disponible de la Hoja Sanitaria (que data
de noviembre de 1927) y tras un silencio de cinco meses destinados
a la reorganización de los servicios, se publica la noticia de que la
Repartición Sanitaria Popular pasó a ser propiedad del Dr. Gilberto
Zamorano y dirigida, como antes, por el Dr. Juan Gandulfo. A pe-
sar de los contratiempos, el Policlínico obrero, como se explica en el
número 24 de 1927 de la Hoja Sanitaria, “continúa, como siempre,
atendiendo solícitamente a los trabajadores y a todas las personas que
soliciten los servicios sanitarios (…) Se garantiza que en el servicio
no hay distingos ni preferencias de clase; solo hay igualdad en todo y
los precios son muy módicos. Rogamos al público que ayude a este
Policlínico y proteja a su órgano, la Hoja Sanitaria”402. De este modo,
la Hoja Sanitaria dejaría de ser el órgano de difusión del Comité Sa-
nitario de la I.W.W. para la propagación de la higiene entre los secto-
res populares, pasando a constituirse en la publicación del Policlínico
Obrero nocturno.
Para el médico chileno Fabián Pavez, la importancia de la Hoja Sa-
nitaria, entendida como instancia destinada a la educación sanitaria de
los trabajadores, radicaba en “los avanzados conceptos de salud inte-
gral que se manejaban: concepción de la importancia de la higiene, el
aire puro, el ejercicio físico (incluidas lecciones de natación mediante
textos y fotografías), la salud mental y la nutrición. Respecto al último
punto, se educaba a obreros y madres de familia en la creación de un
menú semanal accesible y nutritivo y a la compra de alimentos eco-
nómicos de alto rendimiento energético”. En este sentido, al contar
con valiosos elementos formativos e informativos, esta publicación se
configuró como un eficaz manual instructivo dirigido a fomentar el

Hoja Sanitaria- IWW, Nº 1, Año 1924


Gentileza Biblioteca Nacional
402 “POLICLÍNICO obrero nocturno, ex – I.W.W.”, Hoja Sanitaria I.W.W., Nº 24, Santia-
go de Chile, noviembre de 1927.

158 159
auto-cuidado de los trabajadores y de sus familias403. De esta mane- le hacerse por muchas madres”405. Por otra parte, la higiene de la
ra, la Hoja Sanitaria difundió entre los obreros conocimientos sobre vivienda obrera también fue considerada como objetivo prioritario,
“higiene, salud mental, educación sexual, enfermedades infecto- por lo que se publican artículos que describen las condiciones de
contagiosas (E.T.S., tuberculosis, viruela, rabia, pediculosis, sarna, insalubridad que viven los obreros en los tinglados y conventillos de
tifus exantemático, etc.), temas de pediatría y puericultura, nutrición, la ciudad, denunciando el peligro que suponen dichas instalaciones
salud buco-dental, entre otros”404. para la higiene pública. Además, asumiendo su labor reivindicativa,
A su labor de difusión y de concientización sobre la higiene y la Hoja Sanitaria pone de manifiesto las alzas en los arriendos y la
las enfermedades del cuerpo, la Hoja Sanitaria sumó una organiza- solución propuesta frente a ellas: “¡Negarse a pagar más del 50 por
da campaña dirigida a la normalización familiar y al cuidado de los ciento e imponer la indispensable higienización!”406.
niños: “(…) téngase presente que a las guaguas puede educárseles, Al igual que con la higiene del hogar y el cuidado de los infantes,
esto es, formarles hábitos, pero sin necesidad de pegarles, como sue- la Hoja Sanitaria incluyó en su programa de normalización familiar
la voz experta de la medicina científica en materia de sexualidad.

403 Creemos pertinente, para comprender la inherente naturaleza pedagógica de esta pu-
blicación, reproducir las recomendaciones en materia nutricional que se les entrega- 405 Al respecto, se tratan en la Hoja Sanitaria aspectos tales como la importancia de la
ba a las mujeres de la familia obrera. Al respecto, sostiene el Dr. Uribe y Troncoso: leche materna para el adecuado desarrollo del recién nacido, la cual debería adminis-
“Durante una huelga, una pobre mujer gastó sus últimos diez centavos en lechugas trarse “hasta la salida de los 10-12 primeros dientes” cada 2 horas en el día y cada 3 en
para alimentar a su familia que tenía hambre. Si hubiera comprado frejoles, habría la noche durante los 3 primeros meses. De haber imposibilidad, se utilizaría la “leche
obtenido con el mismo dinero setenta veces tanto alimento, o si hubiera gastado cinco de ama”; aunque destaca que “el ama debe tener buena salud y su hijo debe ser sano,
centavos en pan y cinco en leche, habría podido llevar a sus hijos cuarenta veces tanto a lo más, 2 meses mayor que el que se va a criar; debe tener buena dentadura. Si es
alimento como cuando malgastó su dinero en las lechugas. Esta mujer no sabía que el posible que ella, su leche y su niño, si vive, sean examinados por un médico”. Frente
cuerpo debe tener cierta cantidad de alimentos reconstituyentes y cierta cantidad de a la ausencia de una nodriza que pudiera proveer del nutricio líquido, establece las
alimentos que proporcionan calor y fuerza, y que las diferentes sustancias alimenticias proporciones por mes con que debiese prepararse la leche de reemplazo, la cual debía
no son igualmente útiles para este objeto. No sabía que un kilogramo de alimento re- de ser leche pura: “ojo con la leche del lechero, no se conoce las vacas de donde se
constituyente en la carne de vaca o en la de carnero cuesta cinco veces más del que se saca ni los agregados que puede traer” y hervida por media hora a lo menos; respecto
encuentra en la harina de maíz; y que la misma cantidad de material para calentar y dar al agua para la mezcla, ésta debía de ser filtrada o destilada y hervida más que la leche.
fuerza que se puede comprar en azúcar por once centavos cuesta ocho o nueve veces Propone agregar en los primeros meses “azúcar de leche” y preparar la fórmula en
más que coles; ni que la cantidad de grasa que puede comprarse en tocino por diez una mamadera “de preferencia negra”, la cual debía de ser lavada con agua caliente y
centavos, cuesta en mantequilla seis veces más; ni que un kilogramo de harina de avena soda, además de “dar vuelta el chupón y cambiarlo a menudo”. La introducción de los
da tanto calor y fuerza como diecisiete kilogramos de tomates o casi siete de plátanos. alimentos se haría desde el cuarto mes (a diferencia del sexto mes en la actualidad) y
(…) Para un pobre es un error comprar biftec a sesenta centavos el medio kilogramo, los cereales, desde el sexto o séptimo mes (al igual que en la actualidad). La carne sería
cuando con la mitad de este dinero pueden obtenerse retazos de carne que dan tanto introducida después de los tres años “y bien picada”. Respecto a los hábitos, llama la
alimento como aquel. Es preciso que el hombre que hace trabajos fuertes coma gran atención: “No se debe mecer, pasear ni cantar al niño para hacerlo callar cuando llora,
cantidad de los alimentos que dan fuerzas; sin embargo, no es necesario que obtenga porque crea una servidumbre molesta e innecesaria (…)”. Establece la necesidad de
ésta únicamente de alimentos costosos, como lo son la carne o los huevos, cuando una vacuna a los 3 meses o en los primeros días, en caso de epidemia de viruela. Frente
puede obtener la misma fuerza a mucho menos costo con pan, tortillas, o papas. Con a un episodio de diarrea o vómito –que por ese entonces robaban, por deshidratación,
muy poco dinero, un ama de casa puede alimentar a su familia buscando los alimentos la vida de muchos hijos de obreros– aconseja “agua azucarada y suspender alimento”,
baratos que den los materiales reconstituyentes y la fuerza necesaria al organismo; y consejo desafortunado en la actualidad en que se sabe que la carga osmótica aportada
aprendiendo, además, cómo debe cocinarlos de manera que sean agradables al gusto por los azúcares favorece la salida de agua al lumen intestinal y no soluciona realmente
y se digieran con facilidad”. En: “CAPÍTULO IV: Elección de los alimentos”, Hoja el problema de deshidratación en caso de diarrea; sin embargo, provee de otro con-
Sanitaria I.W.W. (Cartilla de Higiene Personal del Dr. Uribe y Troncoso), Nº 3., Santiago de sejo bastante importante y del que había conciencia ya en esos años: “evitar los remedios
Chile, septiembre de 1924. contra la fiebre, aspirina y otros que se adquieren en las boticas, como se ha generalizado tanto” y
establece la necesidad de no dar otro remedio que el indicado por el médico. “INS-
TRUCCIONES ELEMENTALES para los cuidados del niño”, Hoja Sanitaria I.W.W.,
404 PAVEZ, F.: “Experiencias autogestionarias en salud: El legado de Gandulfo en la Hoja Nº 2, Santiago de Chile, julio de 1924.
Sanitaria y el Policlínico de la Organización Sindical Industrial Workers of the World
(1923-1942)”, en Revista Médica de Chile, Nº 137, Santiago-Chile, 2009, pp. 426-432.
406 “LAS POCILGAS Y SUS CÁNONES”, Hoja Sanitaria I.W.W., Nº 7, Santiago de
Chile, marzo de 1925.

160 161
En el primer número de junio de 1924, este pasquín señalaba: “La
naturaleza sapientísima produce en los seres adultos de sexo con-
trario, un deseo de unirse, una atracción irresistible que determina
la posesión de la hembra por el macho, vale decir, el coito, durante
el cual los seres que se desean sacian el apetito sexual al sentirse
sacudidos, deliciosamente, por el orgasmo o espasmo genital. Tal
es en esencia el verdadero amor: atracción material del sexo mascu-
lino por el femenino, iluminado y mantenido por la COMUNIÓN
INTELECTUAL Y MORAL del hombre y la mujer que se aman
(…)”407. Posteriormente, en el número del 5 de enero de 1925, se
abordan en profundidad las enfermedades de transmisión sexual:
sífilis y gonorrea. Mediante el título “Protéjase usted contra las en-
fermedades venéreas y proteja también a sus hijos”, se introduce
al lector en las características de dichas enfermedades. Además,
cumpliendo su labor instructiva, el artículo establece una suerte de
prescripción moral dirigida al trabajador: “(…) el alcohol y la vida
desarreglada aumentan considerablemente los funestos efectos de la
sífilis (…) Es posible preservarse de las enfermedades venéreas. El
medio más seguro es aquel que aconseja la moral: abstenerse de rela-
ciones sexuales fuera de la compañera o compañero. La continencia
no perjudica en nada a la salud, mientras que los excesos venéreos,
la agotan. La sobriedad ayuda a mantener la continencia (…) No hay
enfermedades vergonzosas, pero es vergonzoso no medicinarse y
transformarse en un peligro para los demás”. Al finalizar, se expone
a modo de epílogo un recuadro con la siguiente frase: “El hombre y
la mujer desaseados solo inspiran sentimientos de repugnancia. Con
más frecuencia de la que se cree, el fracaso en la vida se debe a estas
causas y muchas veces sin que el propio interesado se dé cuenta de
ello y sin que nadie se atreva a decírselo”408. En este sentido, como

407 “APARATO GENITAL MASCULINO”, Hoja sanitaria I.W.W., Nº 1, Santiago de


Chile, junio de 1924.
Hoja Sanitaria- IWW, Nº 10, Año 1925
Gentileza Biblioteca Nacional 408 “PROTÉJASE usted contra las enfermedades venéreas y proteja también a sus hijos”,
Hoja Sanitaria I.W.W., Nº5, Santiago de Chile, enero de 1925.

162 163
señala Devés, la cultura obrera ilustrada que se gestó al interior de
las organizaciones de trabajadores pensó la sexualidad “como hi-
giene, como liberación femenina, como educación de los hijos o
como economía doméstica. La erótica fue ocultada por la política.
No sólo la muerte, también el sexo y el amor fueron transformados
en reivindicación social”409. El tratamiento de sus contenidos mar-
có el desarrollo de un tipo de enunciación que configuró a la Hoja
Sanitaria como un mecanismo de objetivación y medicalización del
mundo obrero.
Sin embargo, la efectividad de estas campañas solían jugarse en
la incorporación de la familia a la organización, por lo que, al igual
que en la mutual, las mujeres y madres de familia eran conminadas a
participar de los beneficios que representaba la pertenencia a la aso-
ciación: “dejad los prejuicios que te rodean y encadenan al potro de
la pobreza espiritual y económica, levántate de tu postración: encara
e impele (empuja) a tu compañero hacia la organización que engran-
dece y redime, y si no quiere, ve tú a buscar la salvación de tu hogar,
y él que quede en casa en tu lugar”410. La autogestión, pilar funda-
mental de la organización obrera, era inculcada en las familias con el
fin de “fomentar la organización y demostrar, con hechos bien fe-
hacientes, que los la salud y la vida de ellos y sus familias”411.

409 DEVÉS, E.: “La Cultura Obrera Ilustrada chilena y algunas ideas en torno al sentido
de nuestro quehacer historiográfico”, op. cit., p. 135.
Hoja Sanitaria- IWW, Nº 19, Año 1926
410 “ATENCIÓN”, Hoja Sanitaria I.W.W., Nº 11, Santiago de Chile, diciembre de 1925. Gentileza Biblioteca Nacional

411 Ídem.

165
productores, estrechamente unidos, son capaces de asegurarse Recapitulación y Síntesis
(…) Tanto la medicalización del cuerpo y de la familia, como la
objetivación del obrerismo ilustrado, forjados ambos en el trabajo
político (sus prácticas y discursos) de las organizaciones y de la
elite médica, posibilitaron finalmente un régimen particular de
visibilidad que ocultó a ciertos cuerpos y expuso a otros. Se divulgan
desde las organizaciones “discursos de sentido”, que diagraman
un orden particular, en el que el campesino, el vagabundo o el
indígena “quedaban al margen de una participación activa en la
implementación del proyecto emancipador, mientras no se zafaran La socialización de la medicina en Chile durante el siglo XIX y
de las rémoras de su cultura tradicional”412. principios del XX fue un proceso complejo, discontinuo, lleno de
rupturas y de choques. La intervención de diversos poderes fácticos
e institucionales, cada uno con sus propias demandas corporativas,
generaron varios flancos de lucha, imposibles de aunar en una na-
rración lineal o de carácter teleológico. En este sentido, el esfuerzo
por construir el “telos” de la medicina chilena no es otra cosa que
un afán intelectual por fundamentar sus objetos y conceptos sobre
una teoría lineal del progreso, o de una cierta inmanencia identitaria
de la que un sujeto histórico (obrero, trabajador, médico, ciudadano)
sería heredero y portador. Más bien, la dispersión de estos espacios
de luchas tejieron una compleja red de relaciones que tendió a ge-
nerar fenómenos como la “medicalización de la sociedad” y ciertos
mecanismos de “objetivación” de los individuos. En esta dirección,
la medicalización –las estrategias, técnicas y tácticas desarrolladas en
torno a él– se implementó desde distintos ámbitos; algunas veces
imbricados y otras tantas en lados opuestos. Los ambiguos y no
siempre fructíferos intentos de estatización de la medicina decimo-
nónica, la lucha por la profesionalización del oficio, la legitimación
del saber y la optimización de la práctica médica; el desarrollo de la
higiene pública chilena y la intervención de los espacios insalubres;
la implementación de una medicina integral para la familia proletaria
desde la organización obrera, pueden ser considerados como ele-
412 PINTO, J., SALAZAR, G.: Historia Contemporánea de Chile II. Actores, identidad y movi-
mentos vitales del fenómeno de socialización de la ciencia médica,
miento, op. cit., p. 116. pero en ningún caso piezas de un continuum histórico.

166 167
Es por lo anterior que creemos pertinente, a modo de síntesis, Por otra parte, el impulso de la socialización de la medicina deci-
retomar nuestras hipótesis de trabajo con el fin de explicar tanto la monónica se articuló sobre un proceso sostenido de medicalización de
lógica de esta red, como sus efectos. Hemos señalado, en relación a la sociedad, que significó el desarrollo de prácticas de intervención
nuestra primera hipótesis, cómo la independencia y el posterior pro- médica del espacio urbano de la ciudad moderna y de la fuerza de
ceso de construcción nacional, posibilitaron una serie de factores trabajo. En este sentido, nuestra segunda hipótesis se centra en cier-
políticos, económicos y sociales que motivaron la socialización de tos mecanismos de intervención que operaron en espacios diferen-
la medicina. La estructura de beneficencia heredada por el Estado ciados, pero complementarios. Como ya hemos explicado, incitados
oligárquico resultó prontamente ineficaz frente a la coyuntura social por la precariedad de las condiciones de subsistencia (insalubridad
del país: el crecimiento hacia afuera y la profunda diferenciación de las barriadas, amenazas constantes de pestes, ausencia estatal en
hacia adentro motivada por el modelo económico-político de la oli- materia de protección laboral, etc.) y motivados por la burguesía
garquía mercantil, sumada a la expansión demográfica que experi- liberal y la elite médica, grupos de trabajadores artesanales organi-
mentaron las principales ciudades chilenas como resultado de la co- zaron un modelo de medicina integral en torno a la idea del socorro
rriente migratoria campo-ciudad durante la primera mitad del siglo mutuo, que gestionó la salud física-moral de sus asociados y de sus
XIX, generaron un proceso proletarización y de sub-urbanización familias. La medicina ingresó, de esta forma, al espacio privado de la
marcado por la precariedad en las condiciones de vida de una parte familia obrera instalando en su vida cotidiana una verdadera ética de
sustancial de la población del país. El hacinamiento y la insalubridad la buena salud y del auto-cuidado.
de los espacios suburbanos trajeron consigo serias amenazas sanita- En relación al espacio urbano, la medicalización se convirtió en
rias que fueron percibidas como elementos contraproducentes para una eficaz técnica de control de los arrabales citadinos que amena-
la estabilidad social y para la legitimación de la medicina decimonó- zaban sanitariamente a la población. La insalubridad ponía en jaque
nica. La tan ansiada profesionalización del oficio médico (proceso la efectividad de la práctica y del saber de la medicina decimonó-
complejo que involucró una prolongada lucha corporativa), se en- nica. Como respuesta, la elite médica ya instalada al interior de la
contró de esta manera bajo amenaza. Ante este escenario, la nueva administración pública logró darle forma legal al discurso higienista,
ciencia médica se volcó al estudio de las enfermedades endémicas y posibilitando la emergencia de instituciones y marcos regulatorios
epidémicas que afectaban a la población del territorio chileno, diri- para la intervención médica de los tinglados y cuartos propios. Las
giendo sus observaciones a la mejora de la higiene pública y domés- discusiones sobre la vivienda obrera, los suburbios y las pestes se
tica. La Universidad, en concomitancia con ciertos sectores políticos resolvieron con desinfecciones masivas e implementando la cuaren-
y del Estado, desarrolló una efectiva etiología para el análisis y diag- tena y la educación higiénica de la población. Más que la segregación
nóstico, junto a una serie de técnicas de intervención médica para espacial –que realmente fue una consecuencia–, se buscó a través de
la prevención y control de los fenómenos biológicos inherentes a la la medicalización de la vivienda y de la familia obrera la higieniza-
masa, logrando consolidar una base institucional para el desarrollo ción de la forma de vida del mundo popular.
de la higiene pública. Todos estos factores contribuyeron para que Finalmente y respecto de nuestra tercera hipótesis trabajo, pode-
la mirada médica se volcara, ahora, hacia la descripción y el análisis mos señalar que la medicalización de la sociedad permitió –tanto al
de los procesos bio-sociológicos que experimentaba la población, interior de la organización obrera, como de los suburbios– la emer-
convirtiendo a la práctica médica en una verdadera tecnología de
gencia de espacios tácticos (escuelas, policlínicos, prensa obrera,
normalización social.

168 169
entre otros) propicios para la instalación de tecnologías de objeti-
vación: toda una pedagogía sobre la salud física y moral del cuer-
po generó divisiones normativas que objetivaron un obrerismo de
carácter ilustrado. Por otra parte, la clasificación médica del espacio
citadino facilitó la instalación de tecnologías enfocadas en la norma-
lización de la multiplicidad del arrabal, objetivando a su habitante
como bárbaro, vicioso, criminal o enfermo. En este sentido, podemos
suponer que la medicalización se articuló no solo como instrumento
para la conducción de la conducta (tecnologías heteroformativas o
de poder) de una mano de obra poco habituada a la disciplina la-
boral que demandaban las nuevas faenas productivas, sino además
como técnica para la auto-conducción (tecnologías autoformativas
o del Yo). Es decir, la objetivación del obrerismo ilustrado –lo que
algunos historiadores llaman la cultura obrera ilustrada– podría haber
generado un tipo de sujeto moral que tendría efectos concretos en el
devenir de los movimientos obreros. Como señalan los historiado-
res Julio Pinto y Gabriel Salazar, este tipo de sujeto habría logrado
zafarse de las rémoras de una cultura primitiva y rural. Sin embargo,
el obrerismo ilustrado habría seguido siendo ajeno a una gran parte
de la población que no experimentó la proletarización y beneficios
de la medicalización: “¿No se encuentra allí una de las razones de
por qué el movimiento que ellos promovieron sufrió una severa cri-
sis en los años veinte? ¿No se encuentra allí una razón que permite
comprender el suicidio de Recabarren?”413.

Hoja Sanitaria- IWW, Nº 22, Año 1927


413 PINTO, J., SALAZAR, G.: Historia Contemporánea de Chile II. Actores, identidad y movi- Gentileza Biblioteca Nacional
miento, op. cit., p. 116.

171
Bibliografía

Libros consultados

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de 1924. del poder en Occidente 21
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marzo de 1926. por el Monopolio del saber y de la práctica médica 68

Capítulo III.
El desarrollo de la medicina urbana en Chile. La medicalización del
espacio popular de Santiago durante el siglo XIX y comienzos del XX 83
3.1. La expansión demográfica del Santiago decimonónico
y el desarrollo del pánico urbano 85
3.2. La Higiene Pública y la trascendencia social del dispositivo médico 93
3.3. La Medicalización del espacio urbano de Santiago:
la higiene pública como tecnología para la normalización 102
3.4. La medicalización de la vivienda popular:
una higiene pública para la modernización de la fuerza de trabajo 111

180 181
Capítulo IV.
Medicina para la fuerza de trabajo: medicalización para
la ilustración del proletariado chileno 125
4.1. Beneficencia colonial y disciplinamiento social:
antecedentes político económicos 127
4.2. El proceso de proletarización del mundo popular: antecedentes
político-económicos de una noción ilustrada del trabajo 136
4.3. Asociación, medicina y cultura obrera ilustrada 139
4.4. De la organización mutualista a la auto-gestión sanitaria:
la medicalización de la fuerza de trabajo y la objetivación
del obrerismo ilustrado. 1850-1927 142
4.4.1. La organización popular para el socorro mutuo: el desarrollo
de una medicina integral para el trabajador y su entorno 143
4.4.2. Obrerismo ilustrado y sanidad auto-gestionada:
El Policlínico y la Hoja Sanitaria de la I.W.W. 1922-1927 151
Recapitulación y síntesis 167
Bibliografía 173

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