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Al concluir el periodo gubernamental de don Manuel González, Porfirio Díaz Mori volvió a
ser elegido Presidente por segunda ocasión. El Banco Francoegipcio participó de manera
franca y decidida en el financiamiento a la campaña del general Díaz para la obtención de
un segundo mandato.
La legislación mercantil, sujeta a ser expedida por las legislaturas con sujeción a bases
generales emitidas por el Congreso general, pasó a ser competencia exclusiva de la
Federación, estableciéndose la jurisdicción coincidente de los tribunales
locales y federales para conocer de los litigios en la materia a elección del actor.
Las prerrogativas del banco allegado al nuevamente presidente Díaz no habrían de ser
menores a grado tal que cambiaría su denominación adquiriendo un sello que lo relacionará
de manera indubitable, nada más y nada menos que el de Banco Nacional de México;
institución cuyas aristas históricas, políticas y financieras van mucho más allá de la
liquidación en bolsa que de su composición accionaria, vía la Bolsa Mexicana de
Valores en 2001, con el deliberado propósito de no causar la carga tributaria conducente.
Parte II
Los decretos presidenciales del 1 y 6 de septiembre de 1982, por medio de los cuales
se decretaba la expropiación de las acciones, las instituciones y los activos de
las sociedades mercantiles dedicadas a la intermediación crediticia; fijaron como
excepción expresa a la Banca de Desarrollo, la Banca Mixta en la que encuadraba SOMEX y
el Citibank.
La primera ley bancaria del país, promovida en el año de 1897 por José Ives
Limantour adoptó el modelo de banca anglosajona en el que la intermediación
de servicios financieros se presta por instituciones especializadas ya sea en operaciones de
depósito, hipotecarias, fiduciaria o de inversión.
Durante las negociaciones del capítulo financiero en el Tratado de Libre Comercio para
América del Norte de 1994 se discutió la posibilidad de adoptar la regla del “trato
nacional”, en su lugar se estableció el referente al “trato recíproco”.
Tras el quebranto financiero nacional bautizado con el sugerente mote de “efecto tequila”,
la quebrada banca nacional fue primero rescatada por el tesoro nacional y posteriormente
rematada a la banca extranjera sobrepasando de todo a todo el límite de 35% de inversión
extranjera en su respectiva composición accionaria que al efecto se había estatuido en el
Tratado de libre Comercio.
Citibank se adueñaría del Banco Nacional de México operando como banca múltiple por
las mismas fechas en que la regulación bancaria expedida por Roosevelt fuera sustituida
por la “Ley Gramm-Leach-Billey”.
Parte III
La devaluación del peso mexicano del 21 de diciembre de 1994 resultó devastadora para
las instituciones de crédito que en el proceso de reprivatización habían sido colocadas a
sobreprecio al decir de Manuel Espinosa Yglesias.
“…el mecanismo descrito (Fobaproa) puede considerase como idóneo para abordar
problemas individuales de liquidez o insolvencia de instituciones en forma aislada, pero no
para resolver situaciones de liquidez generalizadas del sistema bancario, que sólo pueden
ser atendidas por el banco central en su carácter de prestamista de última instancia.”
Banamex, readquirido por la misma familia que había estado al frente de la institución
desde 1884, al afrontar el quebranto hizo la entrega de su capital accionario al fideicomiso
que terminó rematándolo a su vez.
Joseph Story a la sazón “Justice” de la Corte Suprema de Justicia había escrito en 1840 su
obra fundamental Comentarios a la Constitución Federal de los Estados Unidos, en la que al
efecto señala:
La casi bicentenaria disquisición de Story resulta por demás interesante por diversas
consideraciones. Por principio de cuentas, resulta digno de destacarse que el Presidente de
la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos en 1840 no le causase consternación
alguna que una entidad gubernamental participase de la actividad mercantil por excelencia
como es la banca.
Por lo demás, atendiendo al principio reza que “donde hay la misma razón, hay el
mismo Derecho”, lo argumentado por el magistrado es plenamente aplicable al caso en el
que el accionista del Banco en cuestión son los Estados Unidos como estado nacional y no
sería solamente válido con respecto a los estados federados de la Unión; no obstante lo
estipulado en la Tratado de 1994 establece la prohibición en cuestión respecto de cualquier
“ inversión directa o indirecta de gobiernos extranjeros o empresas de dichos gobiernos”.
Habremos de lidiar en los días que corren con los cabos sueltos de una intrincada historia,
dadas las noticias que son del conocimiento de la opinión pública general.
Parte IV
Los decretos del 1 y 6 de septiembre de 1982 por medio de los cuales se expropiaban
acciones, instituciones y activos de la banca privada, dejó fuera de la medida a las
organizaciones auxiliares de crédito que se regulaban en la misma ley que aquella, y que
databa del año de 1941.
Las uniones de crédito proliferaron hasta constituir una enorme burbuja cuyo primer
escollo sería el quebrando de la “Unión de Crédito Havre” íntimamente ligada a la
reestructuración del servicio de transporte de pasajeros durante la gestión del
finado Manuel Camacho Solís al frente del entonces Departamento del Distrito Federal.
El caso más estruendoso en la etapa de bajamar en tal burbuja, habría sido acaso el de
la “Unión de Crédito al Comercio de Puebla”, tras el fracaso en el intento de transformarse
en una auténtica institución de crédito, arrastrando en su quebranto a numerosos
ahorradores pequeños, medianos e incluso alguno que otro grande.
Los lejanos años setenta en los que el maestro Ignacio Soto Sobreyra era conocido con el
mote de “el apóstol de las uniones”, cuando solía expresar que estas podían ser contadas
con los dedos de una mano, quedaba atrás irremisiblemente; lo anterior, pese a que
empezaban a competir con “las cajas de ahorro”, agentes financieros de nueva acuñación
en la época.
Entre las tasas negativas de la banca japonesa tras el terremoto de Kobe, el desplome
del índice Nikkei y la célebre quiebra del ING Barings, compañía que terminaría siendo
adquirida por una libra; habría de empalmarse con los recursos procedentes de actividades
ilícitas.
La denominada banca paralela serviría en la ocasión de canal a un generando exceso de
liquidez que concluiría con episodios tal lamentables como el de la “Caja de Ahorro
Morelia-Valladolid” e, incluso, ya en el siglo que corre, en el que al efecto tuvieran en
suerte representar los hermanos Tiro Moranchel en la inmobiliaria SITMA.
Banamex, por su parte, fue la única institución de crédito que tras la privatización fue
adquirida por la misma familia que detentaba su control antes de la expropiación, uno de
sus integrantes, Eduardo, habría sido detenido con antelación como ya ha sido relatado.
Dado el desplome financiero que traería consigo el denominado “efecto tequila”, la familia
Legorreta vendió sus acciones a Roberto Hernández, quién finalmente, enajenó sus
acciones a favor de Citigruop por medio de la Bolsa Mexicana de Valores con lo que dicha
operación quedó en la ocasión exenta de toda contribución ante el fisco federal.
Parte V
El Decreto del 6 de septiembre de 1982 expedido por la Presidencia establecía que las
instituciones de crédito nacionalizadas se estructurarían como organismos públicos
descentralizados.
…
Que la Comisión Consultiva de Banco Nacional de México, S.N.C., en reunión celebrada el
día 25 de julio de 1991, emitió opinión favorable respecto de la transformación de la
Institución a Sociedad Anónima, una vez enterada del balance general anual dictaminado
por los comisarios con números al cierre del ejercicio de 1990, de los estados financieros de
enero a junio del presente año, así como de las bases para el canje de certificados de
aportación patrimonial por acciones”