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teoría, y lo mismo ocurre con llard en mente.

Sin embargo se sacó de la manga una cura ingeniosa


el arte, A través de Baudríllard, HalIey llega a un hecho -que Una gnn para las viejas preocupacíones sobre el dominio del mercado del arte,
parre de la pintura, escultura y arquitectura de la amanerada cultura vi· Extrapolando (al menos es lo que dijo) a Baudelaire, declaró que el ob-
sual de la actualidad parece ser una poca motivada, o sencillamente ¡eta de arte tenfa ahora un medio para defenderse contra su corrupción
una dnica repeticíón de los viejos prototipos- y 10 hincha hasta con· como mercancía, convÍrtiéndose en absurdamente caro. «Debe ir mas
vertirlo en una negativa absoluta de toda autentiddad. Finita la com- lejos en la alienación ... A través del reforzamiento de lo formal y ha-
media: toda lo que queda es muerte, repetición, congelación, el grado c¡endo un fetiche de la abstracción de la mercancía, convirtiéndose en
cera de la cultura. Todo esto tiene un bonito sonido escatológico, pem algo mas mercantil que la propia mercancía ... llegara a ser mas objeto
la escatología también es una construcción cultural, y la de este tipo que el objeto; esta le dara una condición de fatalidad); y asf en ade-
elude la posibilidad de que el arte pueda tener el suficiente poder afir- lante. Los precios absurdamente altos del arte, al parecer se converti-
mativo como para trascender semejantes ni veles de desesperadón ado- ran en subversivos al mostrar la irrealidad del capitalismo en «un exta-
lescente. rico estado de intercambio».
La ot ra colaboración de Baudríl1ard al mundo del arte ha sida faci- Se ve claramente por qué los esfuerzos de Baudrillard para reconci-
¡¡tarIe credenciales de «radical» a su desmesurada mercado. Cuando dio liar el fetichismo de los precíos elevados con el fantasma del radica-
una conferencia en el Whitney Museum of American Art de Nuen lismo le han hecho tan popular; el íntelectual de los marchantes, así
York en marzo de 1987, los coleccionistas, marchantes y artistas se pre- como Suena, Sus esfuerzos para transformar todos los significados cul-
sentaron en manada, como sí se tratara del Mesías, y no se desilusiona- turales en simples simulacros dan credibi1idad a un supuesto que sub-
ran lo mas mínima cuando Baudrillard declaró que «confiar en el artc yace en el mercado: el arte ya no tiene ningún sentido mas alIa de su
siempre me ha pareddo demasíado fadi, un compromiso poca valido... propi a promocÍón. Si todos los signos son autónomos y se refieren úni-
No seremos capaces de practicar el arte, disfrutar del ¡uego de las for- camente unos a otros, se debe suponer a continuación que ninguna
mas y apariencias, hasta que no se hayan resuelto todos los problemas». imagen es mas «real» o «profunda» 'jue la siguiente, y 'jue por ello el
En otras palabras, como no se ha alcanzado la utopía, ¡¡amas ha habido artista es eximida de luchar por la autenticidadi una proposición ideal
ni nunca habni un momento en el que podría hacerse arte con toda le- para los marchantes que tienen un montón de productos recientes que
gitimidad! «El arte», añade, «presupone que todos los problemas han sacarse de encima y una clientela facil de convencer con un poco de
sida resueltos», algo que sin duda constituïría una novedad para Goya jerga. De ahí que Baudríllard se haya convertido en el santo patrona de
(y Brueghel, Daumier, Picasso, y tantos mas que seria imposible enu- aquellos que intentan convertir la falta de afecto en una mercancía.
merar) pero que ejemplifica las extrañas exageraciones de Baudrillard. Puede ser un pensador desigual y un mal escritor viajera, pero tiene sus
Él no estaba interesado en la historia sina en el ((destinQ») del arte, que usos culturales.
era el de desaparecer, Para demostrar su proceso de extinción se refirió l'he New York RevÚJw 01 Books, 1989
a «muy pocas» fuentes: Baudelaire, Walter Benjamin, McLuhan y su
«pragmatismo electrónicOl) y, «en su trascendental antiestétíca de la
Robert Hughes. "A toda crítica"
eutanasia del arte por sí mismo», Andy WarhoL «Lo que me atrae es el Ed. Anagrama. 1992
hecho de que la lógica de la producción de valores ... converge con una ARTE Y D[NEROmmm '
lógica inversa, la de la desaparición del arte. Cuantos mas valores esté-
dcos entran en el mercado, menores posibilidades hay para el juicio e.s-
tético de nuestro placer.» Dada que resulta bastante clara el hecho de Lts figuras geme!as de! empresario artística y el artista estrella, pre-
que el arte, fuera lo que. fuera 10 que estuviera experimentando, no es- sentes ante una gran audiencia, nos han acompañado desde el si-
taba en vías de extinción -por el contrario, creda en moda, importan-
cia públíca, aderezo institucional y público novato a medída que trans-
L ConferenCia inaugural del Harold Rosenberg Memorial Lecture en la UOlver-
currían los años ochenta-, resulta intrígante saber qué tenía Baudri~ .ídad de Chicago, 1984.

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I
gla xvm. Fue durante la época georgiana cuando los marchantes comen- documents for the Arts and for the. Humanitíes. Cualquiera que conozca
zaron a adquirir importancia -al emerger como personas que ejerdan un las realidades de la cultura americana sabe también que esta es tan real
poder real sobre el gusto, de una forma muy distinta de los simples anti- como la visión que tiene. Ronald Reagan de los pobres, a los que imagina
cuarios que servian a los patrones de gusto existentes-. Al mismo comprando vodka con los cupones de comida y pasea.ndose en Cadillacs

l
tiempo, los artistas ingleses y americanos, envidiosos del gran éxito em- pagados por la Se.guridad Social. Desde luego que las asignaciones des-
presarial de hombres como Rubem, deseosos de estatus, suspirando por perdician dinero, dado que no hay forma de determinar la relación cos-
verse libres de la condición de simples artesanos, comenzaron a organi- te-rendímiento de las obras de. arte; y que algunos de los objetos que pa-
zarse a sí mismos y a su mercado: su instrumento fue la Royal Academy, trocinan son para un gusto minoritario, que agradan principalmente a
dirigida primero por un inglés, Sir Joshua Reynolds, y después por un una élite. Por otro lado, el Fondo no carga, al menos que yo sepa, al con-
americana, Benjamin West. Las actuales relaciones entre el arte y e! di· tribuyente 433,45 dólares por un destornillador, o 1. 700 dólares por una
nero se remontan a los tiempos de Bur1ington House, y los polos norte y escalera de mano metalica, como hace el Departamento de. Defensa; y la
sur de la actitud del artista hacia el mercado fueron resumidos en dos ex· guerra, podda añadir el sofista, es para un gusto minoritario, y agrada
presiones del sigla XVIII. «Donde existe la perspectiva del d¡nero)}, escri- principalme.nte a una élite. En consecuencia, mi objetívo principal aquí
bió William B1ake, e! mas acérrimo pera impotente enemigo de Sir Jos· no es saber cómo la relación entre el d¡nero y el arte afecta al artista, sina
hua, «el arte no puede seguir adelante.ll Por otro lado, Samuel ]ohnson cómo se refleja en el pública; un público que, necesariamente, ¡nduye a
fue igual de categérico. «Ningún hombre que no fuera un tanta», dijo, los artistas y otros profesionales del arte, y que se ha convertida en enor-
«hubiera escrita jamas, a no ser por dinero.» memente grande en los últimos veinticinco aftos, Van mas amerÍCanos a
Haríamos bien buscando la verdad en algún lugar entre estas dOI los museos que a los partidos de fútboL El afta pasado casi cuatro millo-
afirmaciones, tal ve7. mlis por el lado de ]ohnson que por el de Blake. nes y media de personas entraron en el Metropolitan Museum of Art de
El hecho es que el arte si empre se ha desarrollado muy bien, gradas. Nueva York. Cifras similares pueden ser citadas para casi tOOos los de-
donde existe la perspectiva del dinero. La idea de que e! dinero, e! me· mas museos importantes del país.
cenazgo y el comercio automaticamente corrompen las fuentes de I. El museo ha suplantada en gran medida a la iglesia como foco em-
imaginación es una mentira piadosa, creIda por algun os izquierdistal blematico de la ciudad americana. Se ha convertida por derecho propio
utópicos y algunas personas de genio como Blake, pera contradicha ro- en un mass media a baja escala. Al hacerlo ha adoptada, en parte por
tundamente por la propia historia, La obra de Tiziano y Bernini, Piem ósmosis y en parte voluntariamente, las estrategias de los demas me-
delIa Francesca y Poussin, Reisener y Chippendale no hubieran exis- dios de comunicación: el énfasis en el especticulo, el culto a la celebri-
tida si alguien no hubiera pagada por ella, y pagada bien. Picasso erll dad, todo el síndrome obra maestra-tesoro. Sólo a través de estos me-
millonario a los cuarenta, y eso no 1e hizo ningún dafto. Por otro lada, dios puede retener la lealtad de un número de público sin precedentes,
a1gunos pintores son míllonarios a los treinta, y eso no les sirve d~ o al menos así 10 cree. Mientras tanto, ese pública -condicionado por
nada. Al artista estrella que vemos caminar con los andares de un los museos, el mercado de arte y por la permanente actitud periodística
ganso de Estrasburgo, con el ego desproporcionadamente hinchado por que encuentra interés en las obras de arte sólo si son fabulosamente ca-
la obsequiosidad del mercado, ha}' que contraponer los muchos artistu ras o falsas y, en el caso ideal, las dos casas a la vez- ha trasladado el
que se han visto ahogados por la indiferencia y el colapso de confian:...a atractiva de las grandes sumas al arte de una manera que es, creo,
que esta conlleva. En su conjunto, el dinero hace a los artistas mlh única en la historia. Y esta transferencia no tiene lugar en un vacío.
bien que mal. La idea de que el agua fría, los mendrugos y los cobrae/o Desde hace mucho, los americanos han aprendido y han creído que el
res les beneficia esta casi tan extinguida como la creen cia en el potlrr uso basico de! arte es proveer un oasis en un mundo caído. El residuo
reformador de los azotes. del trascendentalismo nos ensefia que el arte refina, educa, que hace me-
Por lo tanta, no repetiré la ya familiar queja neoconservadora rdr jor a la gente. Éste era el catecismo de los museos americanos en los al-
rente a los mimos innecesarios dispensados a los talentos americano~. bores de la época museística, en el pasado sigla XIX. No estaban pensa-
que Vlven como señoritos con las cuantiosas becas del National En dos como depósitos de saqueos sina como instituciones moralizantes.

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Cuando estas creen das tradicionales toparon Con el cornercialisrno bUf- cura. De hecho, hace doscíentos años, la Virgen Sixtina era la pintu-
gués del rnundo del arte real y sobrepoblado, carnbiaron las cosas. ra mas cara del mundo, y la mas famosa corno taL Había sido vendi-
Dos miIlones de dólares por Pollock; cuatra por una naturaleza da, en 1754, por los monjes de Piacenza a Augusta III, rey de Polo-
rnuerta de Zurbanín; cuatra rnillones y rnedio por una figura de brancc nia y Saionia, por la increíble suma de 17.000 ducados de oro, el equi-
atribuida a Lysippus; cinco rnillones y medio por un Velazquez; ningún valente a unas 8.500 libras a la cotizacÏón de la época de Jor-
Matisse decente disponible por rnenos de un rnillón, y ninguno mas ge Il.
grande por menos de dos. U no de los últirnos Turner de Folkestonc, Ahora bien, si los precios estuvieran realmente de acuerdo con el
del difunto Lord Clark, por siete millones de dólares. Y los precios si- coste de la vida, y si el Rafael valiera en realidad lo misrno entonces
guen subiendo, corno todos sabernos. que ahora, tendríarnos que llegar a la conclusión de que la libra de
Debería resultar bastante obvio que la totalidad de reladón del anc George II valía 780 veces rnas que la libra de Margaret Thatcher; y si
con el dinero en esta cultura no se basa únicamente en las ventas rni- bien la inflación es grande, tampoco es para tanto.
llonarias. Pera debido a que los predos de siete cifras tienen en arte un Cuando Augusto pagé 8.500 libras por su Rafael, el parroco de
poder tan emblematico para tanta gente, tenernos que saber si son, en Goldsrnith se cansideraba ((pasablemente rico con 40 libras al año» y
realidad, únicos en la historia; si es así, por qué; y si no lo es, averiguar -a pesar de que 40 cornpraban rnucho rnas entonces que ahora-, no
si en épocas previas se produjo tanto alboroto alrededor de la obra de podernos multiplicar aquella cifra por 780, y darle a un clérigo rural un
arte cara, convertida en espectaculo cultural, corno ahora. estipendio al año de 31.200 libras. El historiador inglés Roy Poner su-
Los rnarchantes nos dicen que el día en que se venda una pintura girió, no hace rnucho, que rnultipJic:iramos los precios del siglo XVlII
por diez rnillones de dólares esta próximo. Prabablemente sea cierto, si por 40 o 60 para tener los equivalentes modernos. Esto funciona para
bien no intentaré adivinar qué obra de arte sera. Por lo tanto tornaré ingresos o cifras bajas, pera no es aplicable a los gastos de los ricos -y
una pintura que no saldra al mercado, pera que si lo hiciera sin duda los trabajadores del carn po o los vendedores de cintas no eran los que
obtendria los diez rnillones de dólares la Vírgen Sixtína de Rafael. He compra ban cuadros en los dí as de Hoganh. '
escogido a Rafael como ejemplo, porque su reputaóón ha variada rnuy La tasa de conversión varia para los cicas. En 1750 nadie podía vi-
poca; siernpre ha estada rnuy alta en parte porque -cuestiones de genio vir corno un caballero con menos de 400 libras sin reducir irnpuestos,
aparte- ha apelado a la vena sentimental de toda rey y papa, por muy el equivalente a unaS 100.060 libras o 150.000 dólares al año, sin re-
feraces que fueran, con la dulzura de sus Madonnas y bambinus, mien- ducción de irnpuestos, a principios de 1984.
tras confirmaba la inclinación autoritaria de los connaiHeuTJ con su in- Con la debida precaución me atrevería a hacer la sugerencia de que
vención de la Gran Manera. Una reputación constante nos da una irn- para convertir los gastos de un hombre rico a su equivalente moderno
presión mas clara del precio relativo. Rafael no experimentó varia do- -el tipo de ingresos discrecionales que se gasta en ane, no en la com-
nes, como lo hizo Vermeer, que fue olvidado después de su muerte pra de vituallas- habria que multiplicar por 100. Esto nos daria como
-motivo por el cual los precios de sus obras han subido aproxirnada- mucho un precio equivalente de 850.000 libras thatcherianas, o
mente cinco mill ones por cienta en los últimos doscientos años-. Ver- 1.275.000 dólares de Reagan, por la Vírgen Sixtina.
rneer todavía era una elección minoritaria cuando Proust hizo que Ber- Esta misma relación parecerfa aplicable a la obra de anistas vivos
gotte sufriera su fatídico ataque de corazón mientras contemplaba la muy de moda, entonces y ahora.
mancha amarilla de la pared en Vista de Deljí. En el pasado siglo XVIII, En 1779, el duque de Radnor encargó una Sagrada Familia a Sir
Vermeer era un don nadie. En 1813, su Encajera se vendió por siete li- Joshua Reynolds por la surna de 11.400 Jibras, y en 1786, Catalina la
bras; en 1870, el Louvre la compró por el equivalente a 51 libras. Su Grande pagó 1.575 libras por una pintura de Hércules niño ¡ugando
cabeza de una niña, que el Wrightsmans compró por mas de un millón con las serpientes. Estos precios eran considerados enormes, eran ver-
de dólares en 1959, y que ahora yale varias veces mas aquella suma, daderamente asombrosos. Pero multiplicados por 100, apenas Sl son
carnbió de rnanos en Rotterdam en 1816 por 3 florines.
Pero la reputación de Rafael jamas fue de esa clase, nunca fue os- 1. William Hogarth, pintor y grabador inglés, 1697-1764. (N. del T.)

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comparables al medio millón de dólares o mas que Leo Castelli pedla
y, al parecer, consiguió por los nuevos trabajos de Jasper Johns la pa-
sada primavera. Por otra lado, las de Reynolds eran pinturas tematicas
, ban congeladas en tierras vinculadas, era algo difícil de hacer; llevar a
cabo esa operación con el prapósito de comprar unos pocos palmos de
tela hubiera sido considerado como una imprudencia rayana en la
que, hasta el momento en que la mania americana por adoptar antepa- locura.
sados se impuso en los años veinte, valían diez veces mas que los retra- A pesar de que la audiencia de arte informada estaba muy intere-
tos por encargo. En la cumbre de la carrera de Reynolds como presi- sada en los precios del mismo, la idea de utilizar el atte como una
dente de la Royal Academy y arbitra del gusto en el arte inglés, cuando forma de inversión era desconocida en el siglo XVIII, y casi nunca con-
la Gran Manera y todo lo que ésta significaba estaban en su punto al- templada, excepto por un grupito de march antes, en el XIX. La pintura
gido, se pagaban unas 200 libras por un retrato de cuerpo entero; diga- se compraba por placer, por prestigio, para con memorar algo, o para
mos unos 30.000 dólares en moneda de 1984, sólo un poco mas que la tapar un agujera en las antiguas paredes. Pera nadie las compraba con
tarifa habitual de un retrato hecho por Andy Warhol. la esperanza de que le hadan mas rico.
Se debe recalcar, una vez mas, que estas cifras son muy impresio- En consecuencia, los gran des precios históricos parecen un tanto
nantes: convertir los precios del arte en libras y dólares a través de una gratuitos, incluso anormales, el gesto de los potentados que quedan ex-
brecha de doscientos años es una operación llena de variables imprevi- hibir las vastas dimensiones de su riqueza sobrante. Los cuadras mas
sibles, y bien puede ser tan imprecisa como el esfuerzo de convertir caras del siglo XVIII, después del Rafael del rey de Sajonia, eran un par
cuentas de colores en liras. de Claudes -los llamados Altieri Claudes, uno que representaba el de-
Sin embargo, hay dos aspectos de la conversión que me interesan. sembarco de Eneas y el otra su sacrificio a Apolo-. El aficionado Wi-
El primera es que algunos precios modernos del arte no son, de nin- lliam Beckford, que disfrutaba de unos buenos ingresos pracedentes de
guna manera, tan fantasticos cuando se los compara con los precios del las plantaciones de azúcar de su familia en las Indias Occidentales, los
pasado, como podria parecernos en una primera impresión. Pera el se- compró en 1799 por 6.825 libras. Beckford ya era famoso por sus extra-
gundo es que realmente existe una discrepancia. Un millón y cuatto de vagancias: en una ocasión, al tener la intención de cenar en una posada
dólares, o mas, por un Rafael es una suma imponente. Pero en la ac- rural, ordenó al posadera con varias semanas de anticipación que em-
tualidad no servida para comprar ninguna pintura conocida de Rafael, papelara su habitación con papel francés Réveillon, pintado a mano.
y muchos menos una de importancia comparable a la Virgen Sixtina, la La compra de los Altieri Claudes confirmó su reputación de financiera
Virgen de la silla o la pequeña Virgen del alba que esta en Wash- foco. Pera, como ocurre algunas veces en el mercado de arte, este pre-
ington, D.C., y por la que Andrew Mellon pagó al gobierno soviético casi cio creó su propia realidad, al menos durante un tiempo. Cuatro años
un cuarto de millón de libras, o alrededor de un millón de dólares, en mas tarde, obligado por la necesidad de tener dinera en efectivo, Beck-
plena Gran Depresión, en 1931. Un millón y cuarto de dólares no son ford los vendió a un marchante por 10.500 libras, y éste a su vez los
diez millones. Todavía hay un gran vacío que requiere una explicación. vendió por 12.600 al cabo de unas pocas semanas. El triste final de esta
Las razones residen en la gran liquidez del capital moderno. Hoy historia es que los Altieri Claudes, que salieron a la venta en la subasta
hay mucho mas efectivo en circulación. Se imprime mucho mas dinera de Christie's en 1947, sólo recaudaran 5.300 libras, lo que representa
que el que antes se acuñaba. Hay disponibles grandes sumas a crédito, una pérdida en valor de dinera real del noventa y cinco por cien to.
y las muy abstractas cualidades de las finanzas modernas favorecen la En aquellos días, cuando no había inversores en arte, y cuando na-
rapida conversión de los valores en efectivo; sobre todo, nuestra cul- die podía conseguir deducciones de impuestos donando sus colecciones
tura ha sido educada en la creencia de que las obras de arte son un a los museos -primera porque no había impuesto sobre la renta perso-
bien de inversión. Estas condiciones no se daban en el siglo XVIII. La nal y segundo porque tampoco había muchos museos-, la gente aplau-
mayoda de ellas no existían tampoco en el XIX. día el gran precio y al atrevido coleccionista, casi igual que al gran ju-
Las grandes fottunas de la Europa preindustrial eran ricas en tierra, gador, al gran jinete o al que se bebía tres botellas seguidas. Los
pera relativamente pobres en dinera en metalico. Para reunir grandes georgianos respetaban el dandismo y la excentricidad. Los grandes pre-
sumas de dinera habia que vender tierras, y cuando las fortunas esta- cios del arte no podían ser racionalizados con rapidez, inusitados como

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eran, pretextando el beneficio público. Muy pocas personas simpatiza- Gal1ery de Londres, que fuera de toda du da seda una pintura de diez
ron con los esfuerzos de Lord EIgin para conseguir dinero del gobierno millones de dólares en el mercado actual, costó menos de dos mil
britanico después de haber traida a Londres el incomparable aporte quinientas libras en 1874, dos tercios del precio de un sombrío paisaje
cultural de los marmoles del Partenón, pese a que, pní.cticamente. de una ciénaga en las Hébridas de Sir John Millais. No hay ningún
quedó en bancarrota por hacer1o. En cambio, cuando el Metropolitap multiplicador del caste de vida que pueda equiparar esos precios con
Museum of Art de Nueva York pagó mas de cinca mi1iones y medio los actuales. La suma que Isabella Stewart Gardner entregó al conde
de dólares, hace mas de una década, por un retrato de Velazquez de su de Darnley en 1896, a través de Berenson, por el Rapto de Europa de
sirviente mulato Juan de Pareja, pudo invocar un montón de justifica- Tiziano, que es una de las glorias de Boston, puede parecernos ahora
ciones para ese elevadísimo precio, dejando al margen la discutible ca- poca importante -fueron menos de cien mil dólares, unas veintiún
lidad de la obra: por ejemplo, los valores educativos y la solidaridad mil libras-, pero la última vez que aquella pintura habia cambiado de
con la comunidad negra. Podemos estar seguros de que Augusta III no manos, tan sólo unos cuarenta años antes, habia sida comprada por
sintió tal obligación: la valiosa pintura que adquirió desapareció en la menos del dos por ciento de aquel precio: 288 libras y 10 chelines, en
colección real, como en una tumba sodal. Christie's. Esta es lo que ocurre cuando los americanos entran en
La idea de invertir en una obra artística no comenzó a afectar el mer- escena.
cada de arte hasta bien entrada el sigla XIX, y lo hizo de una manera un La segunda mitad del sigla XIX fue, para el mercado de arte, la gran
tanta tortuosa. He mencionada los altas precios que los Reynolds conse- era del pintor vivoj al menos, para algunos pintores vivos. Agnew's,
guian algunas veces cuando se hadan por encargo, pera eran un caso ex- los marchantes de Londres, pagaron 11.000 libras por La sombra de la.
cepcional. Benjamin West, el chico maravillas americana que sucedi6 a muerte, del prerrafaelista William Holman Huntj esta suma, en aquel
Reynolds como presidente de la Royal Academy, una vez -y s610 una tiempo, nos hubiera permitido comprar toda la obra de Manet, desde
vez- consiguió 3.000 libras por una pintura. Esta ocurríó en 1811, pero El pifano del regimiento a Olympia. En 1892, una acuarela grande de
desde entonces, y hasta la llegada de los prerrafaelistas, la barrera magíca Meissonier -la copia de una escena bélica que ya era propiedad de
de las 1.500 libra s fue rota menos de media docena de veces por artistas Corneli us Vanderbilt- obtuvo el mismo precio que El rapto de
vivosj hasta 1885, nadie pagó una cantidad de cinca cifras por un Tur- Europa., de Tiziano, tal vez el equivalente a uno y media o dos mi11o-
ner, y quien lo hizo fue Cornelius Vanderbilt. nes de dólares actuales. Por aguel precio se podian comprar cuatro o
Mientras tanta, el valor real del dinero iba, por supuesto, a la baja, cinca obras autógrafas de Vebízquez. Un victoriana desconocido lla-
y lo mismo ocurría, con algunos altibajos y excepciones, con el mer- mado Edwin Lang vio sus obras cotizadas entre 4.000 y 6.000 1ibras en
cada de los viejos maestros. En la década de 1870 un Botticelli costaba la década de 1880, y unas 5.000 libras -digamos unos 25.000 dólares
un tercio menos que un Lord Leighton. En 1879, la National Gallery americanos antiguos, o 600.000 dólares americanos nuevos- era un
de Londres pagó 9.000 1ibras por una Virgen de las rocas de Leonardo, precio normal para un Landseers grande, que un par de generaciones
precio que se podia comparar con las 10.000 libras que un recién lle- mas tarde se venderían por 50 o 100 dólares.
gada inversionista aleman, un personaje de Trollope, Albert Gotthei- Estas cifras son las que citan siempre las personas que quieren trazar
mer, alias barón Grant, había pagada unos pocos ai'ios antes por una un paralelo entre los precios inflacionistas de hoy y aquellos de hace un
escena de caza en gran formato de Sir Edwin Landseer. Y, mientras sigla. Mirad, dice su argumento, el coste de los grandes cai'iones victoria-
tanta, por todas partes había repartidas ohras mayores y menares del nos era en libras de oro, dólares y francos preinflacionistas, y ademas sin
Renacimiento, desde los iconos primitivos y dorados del Trecentto impuestos; hay que multiplicar como mínima por 25, o tal vez por 35,
hasta las ohras del sigla XVI. Éstas podian adquirirse, y lo eran, por para tener el equivalente actual. Moraleja: los cuadros puede que ahora
unos pocos dólares, hasta que Bernard Berenson y Lord Duveen com- no sean baratos, pera tampoco son demencialmente caros.
pletaron su pesada tarea de reacondicionar las fantasías culturales de Creo que este argumento necesita ser matizado. La mayoda de las
los americanos ricos. veces, cuando se producen tratos como la compra por parte de Ag-
La Na.tividad de Piero del1a Francesca, propiedad de la National new's del Holman Hunt, el precio incluye todos los derechos de repro-

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ducción de la pintura. La propiedad de estos derechos tenían una im- Por lo tanto, creo que estamos en condiciones de decir al menos
portancia fundamental para el mercado de arte victoriano. Afectaba al que las similitudes entre el mercado de arte ac.tua: y el de siglos a~lt~­
precio de los grabados populares exactamente de la misma manera que riores son mas aparentes que reales. No hay nIngun precedente hIStO-
el mercado de los derechos de cine y televisión afecta hoy al precio de rico para la estructura de precios del arte ~e finales, del siglo xx,, Ja,mas
las novelas populares. En 1883, diez aft.os después de la venta de La anteriormente las artes visuales habían sIdo el sUJeto -beneficIarlO o
Jombra de la muerte, otro Holman Hunt comparable en tamafio, aca- víctima, según sea nuestro punto de vista- de una inflación tan ex-
bado y popularidad -El triunfo de lOJ InocenteJ-, se vendió por una trema y fetichista. " .
tercera parte del precio de la pintura anterior, porque sus derechos de Pera aún iré mis alla. Creo que la totaltdad de la relaclOn entre el
reproducción ya habían sido cedidos. arte y el dinero ha variado tanto después de la Segunda Guerra Mun-
Lo que transformó el mercado popular para los artistas vivos en el dial -en realidad, después de 1960- que nuestra manera de percibir el
siglo XIX fue el grabado con plancha de acero, que por tres chelines arte en sus relaciones sociales (lo que esperamos de él, cómo lo enfoca-
puso al alcance de casi todo el mundo en "Inglaterra tener una repro- mos, para qué creemos que sirve, cómo lo utilizamos) ha sido profunda
ducción de La luz del mundo o El monarca del valle, en la pared de la y no siempre conscientemente modificada. Lo que estamos vlendo, en
sala. Y Gerald Reitlinger, cuyo libro acerca del ascenso y caída de los los últimos años del siglo XX, es una especie de ruptura del entorno
precios de los cuadros, La economía del gusto, publicado hac e casi un ambiental dentro del mundo del arte. Esta provocada, como ocurre ge-
cuarto de siglo, es con mucho el mas profundo estudio de este tema, neralmente con las rupturas, por una combinación de reducción d,e ,re-
seft.ala un detalle curioso que tal vez se le escapa a muchos historiado- cursos y explosión demogrifica. Y las presiones cultural es que onglOa
res del arte: se trata de que este mercado de las reproducciones no po- han alterado nuestra relación con el arte de una manera que nuestros
dría haber existido en la Inglaterra victoriana sin la anulación de los padres o ni siquiera nosotros mismos cuando éramos jóvenes hubiéra-
impuestos al vidrio, lo que redujo el coste de enmarcado de las obras mos podido imaginar o predecir.
en papel hasta un nivel que estaba al alcance de la gente normal. El mercado del arte que tenemos en la actualidad no surgió de la
Para una audiencía que valoraba exactamente las características del noche a la mañana. Fue creado por la gran liquidez de la riqueza de fi-
cuadro que podían sobrevivir a la reproducción -la historia, la moral, naies del siglo xx. Se vende un paquete de acciones y se lleva el dinero
el detalle iconografico, la estrecha atención a la naturaleza- y no le im- a otra parte. Pero el circulante no fluye hacia donde uno quie~e, a me-
portaba, como nos ocurre a nosotros, perder el auténtico, «expresivo» nos que se excaven canales, y debe reconocerse que este paclente, es-
toque encarnado del artista, esos grabados constituían el verdadero arte fuerzo hidriulico ha sido, al menos desde 1960, una de las maravIllas
popular, y gozaban de un estatus mucho mas elevado que el que podría de la ingeniería cultural. El gran proyecto del mercado de arte durante
tener para nosotros la reproducción fotografica de un Pollock o un Pi- los últimos veinticinco años ha sido convencer a todo el mundo de que
casso. Pero este aspecto del mercado del arte victoriano es uno de los las obras de arte, a pesar de que no den intereses, ofrecen unas tan im-
varios que dificultan su comparación con el actual. El precio de un Pi- portantes y seguras ganancias de capital junto con el intangi.ble placer
casso o de un Bonnard es simplemente el precio de un objeto: no le da de la propiedad -aquell o que Berenson podría haber denomlOado «va-
a su propietario el acceso al provechoso negocio de los derechos deri- lores no tactiles»- que bien yale la pena invertir grandes sumas de dI-
vados. nero en ell as.
Gracias a que el cuadro-historia victoriano captó la imaginación Algunas veces pienso que la creación de esta confianza es el arte-
pública -a que se convirtió en reproducible en masa por su éxito en el facto cultural de la última mitad del siglo XX, mucho mas sorprendente
Salón o en la Royal Academy- su relación con los grandes precios no que cualquier pintura o escultura. Sus orígenes se encuent~an a media-
tiene nada de magico. Nosotros no esperamos que los precios de nues- dos de los sesenta, y a pesar de que es difícil asignar un ÚnICO punto de
tras pínturas estelares estén ratificados por un plebiscito, pero sí lo es- partida a un movimiento cultural tan difuso e ,internacional en su con-
peraban los victorianos; en algunas cosas eran culturalmente mas de- junto, pienso que esta relacionado con una CUrIosa emp~esa l~amada los
mocraticos que nosotros. Times-Sotheby Art Indexes, que despertaron un gran lOteres en Lon-

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dres y posteriormente en Nueva York, alrededor de 1966. Estos índi- ciegan temporalmente a la gente y les embotan e! juicio. Se refiere mas
ces eran obra de un agente de relaciones pública s que había sido con- a los mitos de estatus que al proceso de comparación, y este tipo de fa-
tratado por Peter Wilson, presidente de Sotheby's, para tratar de reju- bricación de mitos es la semilla de aquello que e! marchante neoyor-
venecer la imagen un tanta vetusta de su firma, y lo que pretendían quino Ben Heller, en uno de los mas gran des deslices freudianos de la
eran ofrecer unas estadísticas fiables de las variaciones de precios en reciente historia del arte, denominó «tasación creativa».
todos los, ~bjetos de arte -dibujos de! seicento bolognese, netsuke, graba- Es este elemento de la fantasía en el mercado de arte, el sentido de
dos de vleJos maestros, bronces animalier del siglo XIX, porce!ana chi- que los precios del arte estan tan débilmente ligados a los tipos de acti-
na- y demostrar, de una forma muy general, que todo subía a un ritmo vidades económicas mas mundanas y de que hay algo de neurótico en
del veinticinco al doscientos por ciento al año. Eran breves, poc o deta- elias, lo que les confiere sus extrañas tendencias. El mercado de arte
lIados, faci les de recordar, y estaban embellecidos con graficos. puede ser sacudido y trastornado por un solo hecho, y ésta es la razón
Tal vez el gancho estuvo en los graficos. Le confirieron a estos ten- por la cual es tan notoriamente vulnerable a la manipulación. Un
denciosos y pequeños ensayos e! aspecto digno y serio de la pagina eco- grupo de tres o cuatro promotores pueden hacer subir los precios en la
~ómica de! Times. Objetivaban la hasta entonces arriesgada idea de la subasta de un joven pintor estrella un tanta dudoso, y si bien el mundi-
Inversión artística. Hicieron que pareciera sensato y realista tener arte Ilo del arte en Nueva York puede estar enterado del tema, es probable
en propiedad. A partir de este modesto principio la idea se extendió, y que no ocurra lo mismo con los coleccionistas de Akron, Ohio; éstos lo
durante los diez años siguientes era difícil hojear una revista en e! único que ven es que e! precio fue ofertado en público y debidamente
avión sin encontrarse con algún excitante artículo a favor de la inver- pagado, y, por lo tanto, es cierto.
sión en arte. En 1980 la idea se había hecho tan familiar que ya no Una pintura color burdeos de gran tamaño realizada por Mark
hizo falta insistir, y el coleccionista-como-inversor perdió puntos en fa- Rothko fue vendida en Sotheby's, hace unos meses, a un coleccionista
vor del héroe informativo; incluso los marchantes consideraron que japonés en un precio récord para los Rothko: un millón seiscientos mil
esas personas no debían ser demasiado exhibidas, en parte porque pare- dólares. No había sido simplemente restaurada, si no -según manifestó
da un poco vulgar y en parte, me atrevería a decir, porque los precios un anterior propietario, William Rubin', del Museo de Arte Moderno-
habían subido tanto, y la confianza en su continuo ascenso estaba tan repintada del todo, a consecuencia de los daños que le habían ocasio-
bien afirmada, que ya era hora de volver a hablar ot ra vez de los eter- nado los transportistas franceses en una gira europea. Había desapare-
nos valores espirituales. cido casi un metro cuadrado de la pintura original, y había pasado mu-
Es~a confianza alimenta y es alimentada por un enorme y compli- chos meses de reelaboración en un costoso hospital para expresionistas
cado sIstema basado en los estudiosos, la crítica, e! periodismo, las rela- abstractos, viejos y maltratados, dirigido por un restaurador de Long Is-
ciones públicas, las deducciones de impuestos y la política de los mu- land. En e! momento de la venta había ot ros cuantos Rothko de una
seos. Y no se puede permitir que disminuya o se rompa, a causa de la calidad e interés históricos similar en el mercado de Nueva York, nin-
inherente naturaleza irracional del arte como mercancía. Los precios guno de ellos dañado, y valorados todos en unos cuatrocientos mil dó-
del arte estan determinados por la convergencia de la escasez real o in- lares. Si alguna vez se consiguió un precio récord por ignorancia, fue
ducida con el deseo puro e irracional, y no hay nada mas manipulable ésa. Sin embargo, a nadie le importó; la pintura esta ah ora bien insta-
que ei deseo.
lada en algún tokonoma distante, y la venta, en lugar de ser considerada
El mercado si empre esta convirtiendo las obras de arte en ficciones como un hecho anormal que comprometía una pintura, dobló los pre-
pasivas de eternidad e inmutabilidad, de valores trascendentales para cios de Rothko de un día para otro.
los cuales no hay precio suficientemente alto. Cuando surge la palabra Algo mucho mas impresionante ocurrió con Postes a7.ules de Jack-
invalorable e! regateo só lo acaba de comenzar. De ahí el maltrato de la son Pollock, que fue ven dido al gobierno australiano por dos millones
expresión obra maestra, utilizada antaño para denominar una obra que de dólares, hace ya mas de diez años. Mis compatriotas se sintieron
demostrara la graduación de un artista en toda su plenitud profesional, bastante orgullosos de haber rebajado los tres millones del «precio crea-
y que ahora sólo significa un objeto cuya aureola y mitos acumulados tiva» de Ben Heller. Nadie había pensado jamas en pedir tanta por un

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Pol1ock, pera desde luego el mercado se volcó como un solo hombre de altar preciamente no registrado por el Maestra del Bambino Vispo,
d~tras de este ej~mplo heraico, y todos los Pollock del mundo quintu- y si el miembra sagrado significa ostentatio o bien pudicitia.
pltcaran su prec 10 de la noche a la mañana, permitiendo a la National Por aquel entonces debía de parecer que la demanda de las pinturas
Gal1ery de Australia anunciar que Postes azules le había salido barato. de los viejos artistas jamas llegaría a agatar el suministra. Los depósitos
La prensa australiana, con su escepticismo, rehusó tragarse la ex- históricos parecían tan inagotables como las manadas de elefantes de la
cusa,.y el precio pagado por Postes azules ayudó a la caída del gobierno ¡¡anura del Serengeti. De hec ho, se agotaran igual de rapido. Nuestras
la?onsta de C?-0ugh Whitlam en 1973. Pera, en aquel momento, el tatarabuelos no hubieran podido imaginar jamas lo que podía hacer el
mHo del preClO fijado por Postes azules era imparable. Alrededor de avance de la era de los museos. A medida que las obras principales en-
1977 ~I Sha del Iran intentó comprarlo a Australia por ocho mil10nes traban en los grandes museos, había cada vez mas interés por las meno-
de dólares. Australia rehusó la oferta y el extravagante emperador tuvo res, y después, casi de inmediato, comenzó con toda urgencia la tarea
que buscar otro motivo para que le derrocaran. La moraleja de estos de resucitar y revalorizar las escuelas y artistas para los cuales nuestras
hechos, diría un escéptico, es que el precio justo del arte se define a sí
n: ismo por ref1ejo. Un precio justo es el mas alto al que se puede indu- antepasados victorianos no habían tenido tiempo. A su debido mo-
mento, ya no quedaran escuelas o artistas que rescatar del olvido. En
Clf que pague un coleccionista. Una vez que esta establecido demuestra
la actualidad, no hay olvido. Practicamente todo lo que fue hecho en el
su validez reformando el nivel del mercado.
pasado ha sido resucitado; ya no habra mas disc usi ones acerca d~ sus
En la actualidad el mercado de arte esta basado en dos artículos de significados y sus méritos relativos, pera la resurrección de los antlguos
fe. El primero es el dogma de la Perpetua Resurrección de los Muer- muertos es, a toda s luces, un hecho consumado.
to~. Sostiene que todo lo viejo puede revivir. El segundo se refie re al De esta manera, los motivos desinteresados del estudioso van a la
Mllagro de la Oreja de Van Gogh, que enseña al incrédulo que nada par que las intenciones del mercado de arte. Resucitar alga, estudiarlo
nuevo puede ser rechazado. Decir que estas praposiciones podrían es-
e investirlo de pedigrí es convertirlo en vendible. Y aquell o que no
tar en contradicción la una con la ot ra es una descortesía. Lo estan,
vale la pena ser estudiado con fines estéticos puede, por lo general, ser
pera esc no tiene importancia en la practica. Su prapósito es el de ase-
revivido a través de una apelación a la sensibilidad por lo camp. Hace
gurar un gran abastecimiento de praductos para el mercado de arte, a veinte años, las antigüedades tenían un significado estab1ecido: eran
pesar del hecho de que el suministra de arte viejo de buena calidad esta objetos que no tenían menos de Cien años de existencia. En la actuali-
disminuyendo, y de que la pravisión de arte actual bueno, sin querer dad, se considera antigüedad de forma indiscriminada cualquier cosa
exagerar la nota, no es precisamente copiosa.
hec ha anteayer, por ejemplo, los molinil1os de nuez moscada de la dé-
Considerem os primera las implicaciones para el arte histórico. cada de los cuarenta. Para aquel10s objetos que eran demasiado efíme-
Hace cien años, los precios de los viejos maestras eran bajos -a pe- ras, tontos, feos, o recientes incluso para pasar por arquelogía mo-
sar de las excepciones- porque la oferta superaba la demanda. Desde derna, se ha inventado el término coleccionable.
los desva?es de las casas ducales, en Kent, a las criptas de las iglesias Pera donde se hicieran sentir las consecuencias de la depaupera-
de .Um~na, Europa estaba atiborrada de obras de arte no registrada s, ción de obras de arte disponibles, no fue en el mercado para semejantes
s~clas, Sl? restaurar y sin estudiar, material de primera mano para ot ro
trivialidades, sino en el equilibrio entre la experiencia estética y la re-
slglo de lntensa comercialización. El númera de coleccionistas a dife- tórica de las ventas.
rencia de la actualidad, era mínimo. Y el sistema de apoyo q~e ahora
A medida que el cuerpo resucita, es gloriosamente transfigurado.
aceptamos com~ parte ?ormal del panorama no existía: había unos po- Esto nos lo enseña la teología, y la historia del arte lo confirma. Obras
c.os museos no slstematlzados, y todavía menos departamentos de histo- menores se convierten en mayores; las mayores en obras maestras, y las
na del arte. Ningún museo tenía un presupuesto de un millón de dóla-
obras maestras se vuelven casi invisibles por la aureola refulgente de su
res al día como el Getty. Las pensioni de Florencia no estaban hasta los valor. Hemos visto un ejemplo perfecto de este praceso coercitivo en
t~pes de ansiosos aspirantes a doctores, preparandose para sus diserta- los movimientos del mercado que siguieran a la gran obra de revalua-
Clones acerca del tamaño del órgano del Niño Dios en un fragmento
ción erudita del arte americano de los siglos XVIII y XIX, realizada por
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una sucesión de historiadores, desde Lloyd Goodrich y John Bauer, ceso -una visibilidad, la disponibilidad para el ojo y la mente. Ha sido
a John Wilmerding, Barbara Novak y Theodore Stebbins. Desde investida de una autoridad espuria como la fachada de un banco.
luego, se lo merecían desde hada tiempo, y es justi cia dar a los me- Este proceso comenzó, para muchos de nosotros, cuando el Metro-
jores trabajos de Kensett, Lane, Bierstadt y Church el lugar que les politan Museum of Art pagó dos millones trescientos mil dólares por el
corresponde entre los logros de la cultura del siglo XIX en su con- Aristóteles contemplando el busto de Homero de Rembrandt, y colocó
junto, mientras se examinan pacientemente sus vÍnculos especiales un cordón de terciopelo rojo delante del cuadro para distinguirlo de los
con un determinado ethos cultural y moral americano. Algunos de demas Rembrandt. De inmediato, la pintura se convirtió para nosotros
sus trabajos gozan de la misma exaltación que 105 de Melville o en un objeto autoritario -el dinero manda- y se alejó como objeto co-
Whitman, y ya es hora de que los americanos lo reconozcan. municativo. Fue no sólo como si Rembrandt y su pintura, sino también
Pero la presión del mercado nos ha metido en una especie de Homero y Aristóteles hubieran sido transformados en pasivos iconos
frenesí nacionalista. No hay pintura de género, por sensiblera que de estatus. La revista Time, para la que yo no trabajaba por aquel en-
resulte, de pioneros despellejando un ciervci, o sonrosadas niñas de tonces, lo resumió de forma involuntaria al presentar en portada una
Nueva Inglaterra jugando a corro, que no haya encontrado su lugar reproducción de la pintura con una orla de oro en lugar de la roja habi-
en la colección de alguna empresa de Tuscaloosa, o San Diego, a tual; un gesto que contribuyó a cimentar en los americanos la identifi-
precios que hubieran parecido un poco exagerados de haberse pa- cación inconsciente del arte con los tesoros.
gado por un Winslow Homer o un George Caleb Bingham hace Una de las grandes influencias sobre la manera en que el público
unos pocos años. Ni una sola tumba de reputación provinciana ha piensa acerca del arte y el dinero ha sido la típica exposición obra
quedado sin remover. En semejantes agujeros puede hallarse oro. maestra-y-tesoro. Estos espectaculos, conocidos generalmente como su-
Bueno, poddan decir ustedes, caveat emptor. El mercado del arte perproducciones, han proliferado como setas a lo largo de la última dé-
ha sido siempre la fortaleza emblematica de la economía del laisseL- cada. Se creia que para atraer a las multitud es bastaba con montar «La
Jaire -a pesar de que al igual que muchas otras supuestas actividades búsqueda del oro en la tumba de la momia de Fulano de Tal», y ven-
del laisseLjaire se beneficia de grandes subsidios impositivos del go_ ddan al galope. Ahora los museos ya no parecen estar tan seguros,
bierno federal-, y el comprador siempre ha tenido que estar a la dado que, al parecer, las personas que asisten a estas exhibiciones no
que salta. Es muy cierto, pero la diferencia en la actualidad reside muestran después mas lealtad hacia el museo que la que los espectado-
en la cantidad de personas implicadas en las compras y las vent¡¡s, y res que han visto «En busca del arca perdida» demuestran hacia la sala
la porosidad de la barrera que separa el lenguaje de la tasación de- cinematografica donde la vieron. No obstante, este truco -«Los teso ros
sinteresada del discurso de venta. Lo que me preocupa es la deriva- de los vikingos», «El oro de los Gorgonzolas»- ayudó a r€forzar la ilu-
ción de la hipérbole hacia lugares a los que no pertenece: por ejem- sión de que el arte era basicamente otro tipo de moneda. La diferencia
plo, el museo. entre obras maestras y tesoros quedó clara. Los tesoros contenían oro,
A mis cuarenta y cinco años, pertenezco a la última generación mientras que las obras maestras no. Para la nueva audiencia masiva,
que ha tornado sus lecciones basicas de arte en museos vados, sin esto só lo sirvió para hacer todavía mayor la confusión entre precio y
haber tenido que pensar jamas en el valor de sus contenidos. Y si valor, especialmente desde el momento en que el número de la mu-
bien estoy agradecido por el volumen de atención erudita que el chedumbre garantizaba que nadie podia ver nada durante mas de tres
mercado de arte ha ayudado a dirigir hacia el arte, no puedo menos segundos.
que sentir un cierto sentimiento de pesar -para no citar una ocasio- Los miembros de esta misma audiencia masiva del arte, en su papel
nal sensación de nausea- por la manera en que el valor monetario de coleccionistas, también han transformado las condiciones que ro-
del arte en los museos ha pasado a primer plano en el interés de las dean la obra de los artistas vivos. No creo que en 1945 nadie hubiera
personas. Hace veinticinco años era mas ficil apreciar las obras de podido predecir las consecuencias del aumento de la educación artís-
arte por su verdadera calidad; lo que la obra maestra, carga da de va- tica americana. Cuarenta años atris pareda un as unto absolutamente
lor fetichista, ha perdido actualmente es una cierta libertad de ac- marginal. En la actualidad, de acuerdo con las mejores estadísticas que

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he podido encontrar, 35.000 pintores, escultores, ceramistas, historia- en pocas palabras, el equivalente cultural de Disneylandia, lIeno de
dores del arte y no sé qué mas se gradúan cada afío en las escuelas de aventuras, casas embrujadas y ficciones históricas; y ellos son los tu-
arte de América: esto significa que, cada dos años, esta cultura produce ris tas.
tantos profesionale.s re!acionados con e! arte como gente había en Flo- Debido a que han sido atiborrados de propaganda acerca de la cre-
rencia a finales del Quattrocento. Detras de ellos hay mi1lones de per- ciente importancia del pape I vital y el discreto poder de! coleccionista,
sonas interesadas en e! arte, como ya he dicho antes, y centenares de confunden las cosas que pasan en este mundo con la verdadera matería
miles que lo coleccionan. de la historia del arte, sin darse cuenta de hasta qué punto es un mon-
¿Significa esto que nos encontramos ante un nuevo Renacimiento? taje de relaciones públicas; un jardfn imaginario con unos cuantos sapos
Desde luego que no. Significa que tenemos un grave problema de de- de verdad. Son ric os. Algunas veces la magnitud de sus éxitos y rique-
sempleo en la base y un star-system exagerada en la cumbre de la po- zas les resulta un tanto incomprensible, y hay algo un poc o expiatorio
blación artística, mientras que entre los consumidores tenemos una en la manera como compran. La mayoria de las veces compran lo que
gran cantidad de ansiedad flotante precipitindose de modo bastante otras personas compran. Se mueven en grandes formaciones, como las
irracional, y es mas vulnerable a la moda de lo que nunca lo ha sido. sardinas, todas iguales. Encuentran seguridad en el número. Si uno
El mundo del arte se parec e ahora mucho mas al mundo de la moda quiere Schnabel, todos querr:ín Schnabel; si uno compra Keith Haring,
que a sí mismo. Esto quiere decir que sus ansiedades, bien reales por se venderan otros doscientos Haring.
cierto, son corporativas: tienden a surgir de la necesidad constante de Pero sobre todo, e! problema estriba en que su conocimiento de la
tener un flujo asegurado de suministro. Como comentó no hace mucho historia del arte sólo se remonta a veinte afíos atris, y su condición de
el artista y critico Walter Darby Bannard, la presión de! mercado por conocedores no pasa de ser un barniz. Muchos de ellos parecen creer,
tener un arte accesible, poco exigente y profundamente emotivo es con toda sinceridad, que e! arte occidental comenzó con Andy Warhol.
ahora extrema. Ha aumentado porque la audiencia masiva tiene que Los demas sólo se comportan como si fuese verdad. La idea de un pre-
comprar algo. A pesar de los 35.000 profesionales por año, la cantidad sente con un enraizamiento continuo en la historia, donde todas las ac-
de buen arte que se produce no ha aumentado demasiado. Por lo tanto, ciones de un artista son juzgadas por un infatigable tribunal de muer-
e! mercado debe encontrar maneras de poder ver arte de mediocre a tos, es completamente inexistente para la mayoría de ellos, como lo es
malo a unos precios lo suficientemente alto s como para acallar las pro- para el estudiante medio americano de arte, educado como un pollo de
testas estéticas. granja con una dieta de diapositivas. Quieren creer que estan v¡v¡endo,
Ésta es, en cuatro frases, la historia de! mercado posmoderna hasta ahora mismo, en e! centro de uno de los grandes momentos creativos
e! momento. Es la historia de la Oreja de Van Gogh, sin Van Gogh. del arte occidental, algo parecido al París de finales del siglo XIX. Y, en
Nadie, y menos yo, puede negar que hay coleccionistas y marchantes cierto sentido, tlenen razón, porque en ningún momento desde 1900
admirables: gente que de verdad puede pensar y mirar, y lo hace, cuyo ha estado e! sue!o tan cubierto por una costra de arte académico; sólo
sentido de la responsabilidad no esta manchado por la pomposidad, que el academicismo no es e! de Cabanel, o Bouguereau, o Meissonier
cuyos ojos saben historia, y que compran por un amor informado y no sino el de! bote de spray y el gesto oportunista de un profundo com-
por el instinto del rebaño. Pero son pocos, y no es necesariamente de promiso «expresivÜ», que só lo significa una pintura rutinaria; no es el
ell os de quienes depende el mercado de arte contemporaneo, tal como academicismo de una ideologia agotada, sino e! de una pluralidad tri-
es en la actualidad. vializada. Sin embargo, en la actualidad, un Cézanne o un Seurat hu-
Lo que e! mercado necesita es gente cuyos apartamentos sean anto- bieran tenido que luchar aún mas para romp er esa costra de lo que lu-
logías de lo brevemente nuevo. Son ellos quienes compran grandes charon hace mas de cien años, porque el mecanismo por el cual se
cantidades de arte porque estan encantados con e! mundo del arte transmite el gusto ha mejorado.
como sistema. Para ell os es algo esplendoroso y un tanta ajeno, lleno El tamaño de este sector de la nueva audiencia del arte, la gratifi-
de personas -sobre todo artistas jóvenes- que un instante son obse- cante uniformidad de su gusto y su obsesiva inseguridad con sus símbo-
quiosos y al siguiente estan llenos de misterios. El Mundo del Arte es, los de estatus mutuamente reconocibles tienen muchas consecuencias

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para los artistas. Una de elIas es que la carrera no es necesariamente tado sustentado de manera tal que las novedades del día se convertían
para los rapidos, si no para los mas voluminosos. El artista que triunfa en el arte de museo del mañana. No hay ninguna garantía de que esta
en la actualidad debe exponer con una amplitud jamas vista. Él o ella continúe de la misma manera, especialmente con nuestro actual sen-
pueden verse atrapados en una estructura de mercado que se parece, y tido de la deriva innovadora, la sensación de que el recambio estilístico
parodia, al de una empresa multinacional. se hace cada vez mas y mas gratuito. Lo que se construye sobre la no-
Hace veinte o treinta años, los marchantes de Nueva York tenían vedad muere por obsolescencia, y es muy probable que no exista un
sus batallas dialécticas con sus colegas de París o Londres, en las que mercado secundario para parte del arte que hoy esta tan en boga. ¿Hay
cada uno afirmaba la superioridad nacional de sus artistas. Estas renci- al guien capaz de imaginar con sinceridad que el arte graffiti, la moda
llas transatlanticas se han extinguido. Lo que tenemos, en cambio, en de 1983 y 1984, continuara su transito por las salas de subastas durante
base al modelo multinacional, son asociaciones de galerías que venden los próximos veinte años, con precios siempre por encima de la infla-
el mismo producto en Nueva York, Düsseldorf, París y Milan. Las ten- ción? Si alguien se lo cree, cree también en el ratoncito Pérez.
siones de las escuelas nacionales se han esfu~ado. Pero esta significa Tal vez no sea competencia de los críticos el predecir, pero de to-
que el artista de éxito debe trabajar a escala industrial. ¿Cuantas pintu- das maneras voy a intentarIo. No tengo una fecha para el hundimiento
ras pinta al año ese surtidor de recargada mediocridad que es el aleman pero si tengo un guión. En la actualidad, el mercado de arte contem-
Georg Baselitz? ¿Cuantos Pencks han sido garabateados en el último poraneo esta muy extendido. Esta tan extendido -me refiero a que
lustro? muchas pinturas de nombres ahora de moda han sido colocadas entre
El tipo de presión de mercado que ahora experimentamos tiende a coleccionistas que algún dia esperan que alcancen una elevada cotiza-
encasi llar a los artistas en una fórmula, pero también se lo pone muy ción- que los viejos procedimientos para defender los precios de un ar-
difícil a la persona que pinta diez cuadros al año; las condiciones de tista han dejado de funcionar. Con el método tradicional, cuando una
maxima rentabilidad expositiva requieren dos por semana. Éste es el obra de X llegaba a la sala de ventas, y el marchante querí a estar se-
motivo por el que Frank Auerbach, a mi modo de ver el mejor, el mas guro de que no se vendería por menos del precio de galerí a para la
intenso, el mas autocrítico pintor expresionista de la actualidad, un ar- obra de X, se subía la oferta. Las subastas, como todo el mundo sabe,
tista lo suficientemente bueno para ser mencionado en el mismo plano son un medio excelente para sostener unos niveles de precios ficticios,
que Giacometti, casi no tiene reputación en los Estados Unidos: no porque el público imagina que los precios de subasta son necesari a-
pinta la cantidad de cuadros suficientes para sobresaturar el mercado. mente precios reales.
En cambio, todo el mundo parece conocer la basura de Salomé, Rainer Sin embargo, bien puede ser que un galerista, o un grupo de gale-
Fetting o Luciano Castelli. ristas, no esté en condiciones de defender el nivel de precios de tantas
A mí me parece que ahora estamos repitiendo una de las peculiari- obras. La caída comenzara con los graffiti, y a partir de allí ganara en
dades del mercado de arte victoriano, aunque en una escala industrial. impulso. No afectara a todos los artistas, porque hay muchas reputa-
En general, el arte histórico tiene mas valor que el arte contempora- ciones de una justificable solidez que les permitiran sobrevivir a tales
neo, y el arte contemporaneo esta sobrevalorado. Y esta tiene lugar so- vicisitudes, pero sacudira la confianza del mercado del arte, y al mundo
bre un fondo de considerable nerviosismo. Nadie en el mundo del arte del arte en general. No ocurrira en 1985, o en 1986, pero ya veremos
que tenga dos dedos de frente cree que el boom pueda continuar inde- cómo ocurre a medida que se aproxime el milenio. Tampoco todos sus
finidamente. Se vive una sensación de inquietud como si nos encami- efectos seran tan malos. Uno no lamenta el estallido de la burbuja de
naramos hacia algo como la caída que experimentó el una vez domi- los Mares del Sur o el súbito colapso de la manía de los tulipanes.
nante mercado de arte francés, en los cincuenta, con el declive de la Como mínimo, podra curarnos de nuestro habito de mirar en el fondo
École de Paris. Excepto que en lugar de tener un Bernard Buffet, tene- del barril creyendo que contiene las alturas del Parnaso.
mos veinte. Y excepto que cuando se produzca la caída, resultara mu-
cho mas traumatica. The New York Review 01 Books, 1984
En el pasado, el mercado de arte contemporaneo siempre había es-

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