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EL CASTIGO.

Bastantes años atrás, en el hermoso y frondoso valle que se entendía a las faldas del gran Cerro Azul, ahora
Cucungará, vivían muchas ovejas pastando en los verdes campos, sumisas a su rutina diaria. No se
preocupaban de nada. ¡Mañana lloverá! –decían –y tendremos hasta hierba; agua no nos falta. Y así pasaban
muchos días comiendo y correteando de un lado a otro. Ni siquiera se tomaban el tiempo de contemplar el
rojizo atardecer.

Hasta que, en cierta ocasión, la lechuza sagrada de los solemnes medanales les anunció con voz amorosa,
señalando el Libro Dorado:

-El padre sol me envía. Hoy les brinda la oportunidad de ser mejores, de cambiar su manera de ser; además,
ni siquiera sobrevivir, tienen que cambiar: deben aprender nuevas cosas, porque nuevos y peligrosos tiempos
vienen. Algo oscuro está próximo. Otros ya están aprendiendo.

-¿Usted que sabe de la vida? Solo sabe que los arenales y las lagartijas que se come –contesto sonriente el
jefe de la manada.

-¡No sean tontas! Hablo de algo más peligroso. El padre sol ha dicho en mis sueños que una turba de zorros
y lobos se acercan, hambrientos y feroces, y que empleando su astucia acabaran con ustedes.

-¡ja, ja, ja…! -rieron burlonamente algunas ovejas.

-¡Fuerza de acá! –dijeron otras-. Llevamos muchos años aquí y nunca nos ha pasado nada. ¡Vete! Lo que
quieres asustarnos. No lo conseguirás.

-Escuchen mi consejo y serán sabias, muy sabias –dijo la lechuza.

-¿Y qué es un consejo? –preguntó un joven ovejo.

-Es la más valiosa orientación para salir adelante, el más hermoso camino para vencer algo –contestó la
lechuza, mirando fijamente el sol.

-¿Y eso se come? –volvió a preguntarle el ovejo, en son de burla.

-Claro –contestó la lechuza-, pero se come con los oídos. Es el mismo proceso de comer hierba u otra cosa,
con la diferencia de que se digiere en el alma. Todo buen consejo provechoso para nuestra vida.

-Estás loca, creo que estas de hambre –replicó otro ovejo.

-Escúchenme los lobos y zorros están cerca, harán de ustedes sus esclavos y su comida. La única manera de
vencerlos es aprender a descifrar este libro que el Padre Sol envía para ustedes. Deben aprender a leer y
comprender para que no se dejen engañar. Leyendo dejaran de ser ovejas.

-Nos basta con saber garabatear nuestro nombre. Lo que queremos es comer. ¡Lárgate de aquí!

Y diciendo esto, las ovejas se fueros a seguir disfrutando del delicioso pasto.

-¡Oigan, vuelvan! Tienen que leer; si no lo hacen, la ignorancia los mantendrá esclavizados y los destrozará.
La lectura es alimento y liberación –les volvió a decir la lechuza, pero nadie hizo caso.

Pasaron los días, y solo un adolescente chilalo se acercó por curiosidad a ver el gran Libro Dorado que había
dejado la lechuza en el grueso tronco de un viejo zapote.

Quedó maravillado. ¡Asombroso!, exclamó mientras sus claros ojos se deleitaban con las cosas que iba
conociendo e imaginando.

-¡Oigan, ovejitas, vengan, miren el nuevo mundo que podemos tener! –les llamó entusiasmado, pero fue
desterrado por el rebaño ante tal atrevimiento de querer saber.
-¿Qué cosa? ¿Tú nos quieres enseñar? ¡vete lejos! ¡Lárgate, pajarraco! –le ordenaron, señalando un distante
medanal, mientras tumbaban a cornazos el árbol donde tenía su hermoso ollero recién construido.

Pronto, varios ojos relumbraron, como brasas en la oscuridad, desde lo alto de una loma. Eran los anunciados
visitantes, quienes de inmediato empezaron a comerse cuanta oveja se cruzaba en su camino. Los ovejos
guardianes, tan luego se dieron cuenta de las desapariciones de sus compañeras, tomaron precauciones. No
hagan caso a extraños, decían. pero los zorros y lobos empleando su típica astucia, ideaban nuevas formas
para atrapar a sus presas, que caían en un abrir y cerrar de ojos, a pesar de que las ovejas permanecían
escondidas en matorrales de vichayos y macucharros.

En poco tiempo, la comunidad ovejuna iba siendo diezmada. Los pellejos putrefactos lucían colgados en los
algarrobos. Ante esto, el Ovejo jefe decidió llegar a un acuerdo con el Jefe Lobo y el Jefe Zorro:

-No queremos más desaparecidos –dijo el ovejo, mostrando un rostro acongojado –Queremos ser amigos de
ustedes, vivir en paz y hermandad.

-¡Qué bien! –contestó el Jefe Lobo, relamiéndose- Ya era tiempo. Tiene usted razón, no debe haber màs
muertes. Seremos buenos amigos a cambio de algo.

-Claro, es algo fácil –dijo el Jefe Zorro, mientras escribía con serenidad; mientras concluía la redacción del
documento, indico-: solo tiene que firmar aquí, mi estimado amigo, y le prometemos, con honor y por la
memoria de nuestros ancestros, que ya no tendrán de que preocuparse.

El ovejo recibió el escrito, lo miro, lo olfateó, pero no entendió nada lo que decía. Solo escucho las palabras
del Jefe Lobo hablándole al oído. Firma, le decía, firma, ovejito. Y fingiendo haber leído, trazó su rúbrica con
temor. Luego se retiró con un aire helado, propio de la duda, que iba encadándose en su interior como una
serpiente venenosa. Caminaba desalentado, acordándose de las palabras de la lechuza sagrada: Deben
aprender a leer y a comprender para que no se dejen engañar. La lectura los hará libres… ¿Qué habré
firmado?, se preguntó, mordisqueando un poco de hierba.

La noche abrió sus negros ojos sobre aquel inmenso valle. Las estrellas, traviesas y juguetonas, se asomaron
en el lienzo infinito del cielo.

Al día siguiente seis lodos y seis zorros aparecieron frente a la comunidad ovejuna.

-Hola, amiguitos, hemos venido por la ofrenda al dios Lobo y dios Zorro –dijeron con gran amabilidad.

Las ovejas y ovejos se quedaron inmóviles. ¿Qué cosa?, se preguntaron unos. Pero si nuestro dios es el Sol y
la Luna –dijeron otros.

-Ayer el jefe ha firmado un pacto: que a partir de hoy no tienen más dioses que el Lobo y el Zorro, y están
obligados a ofrendar seis de ustedes diariamente-

-Eso no es cierto –dijo abriéndose paso el Ovejo Jefe-. Firmé que seriamos amigos a cambio de leche y hierba.

-Te dejaste engañar, mi estimado ovejito. Ahora debes honrar tu palabra cumpliendo con la ofrenda –dijo,
amenazadoramente, un lobo de aspecto demoniaco, mostrando sus filudos colmillos.

-De repente desde lo alto, como un río a punto de desbordarse, una gran voz se dejó escuchar:

-Jefe Ovejo, ¿Qué has hecho? –un silencio se clavó como daga en el corazón de los presentes- Por no haber
escuchado el consejo de la sagrada lechuza, toda tu raza perderá el habla y serán devorados de inmediato,
sin proferir grito alguno, castigo que también arrastrarán tus descendientes. Serán mansas y balarán solo
cuando les falte de comer. Y en cuanto al chilalo desterrado se convertirá en un gran curaca que juntará a lo
largo del valle a todos aquellos que no se negarán a aprender del gran Libro Dorado, y formará una etnia
ingeniosa, valerosa y trabajadora. Con el tiempo volverá a su forma natural y, con su canto, dará la hora al
hombre de campo, Será indomable. No podrían tenerlo cautivo.
Y así, enojado, el Padre Sol dispuso que los zorros y lobos deambulaban en busca de su alimento por haber
querido ser dioses. La Madre Luna condenó a la lechuza –por no insistir en su tarea de enseñar a leer- a
graznar funestamente por las noches, en señal de muerte y en memoria de las ovejas devoradas por los lobos.

Desde ese entonces, las ovejas solo balan cuando tienen hambre; pero cuando las atrapan o las matan, no
dan grito alguno. En las noches oscuras, la lechuza grazna sobre los techos cumpliendo su eterna misión, y
los lobos aúllan lastimeramente pidiendo perdón a la Madre Luna para que interceda ante el Padre Sol y les
sea devuelta el habla. Y el gran curaca, los huaqueros aún encuentran hermosos ceramios y valiosas reliquias
que hablan de la grandiosidad de nuestra etnia.

Por su parte, el hombre de campo labora con amor la Madre Tierra, acompañado del trino de las avecillas,
especialmente de la melodía milenaria y armoniosa de aquel pájaro hornero que hasta ahora no puede
mantener cautivo, pues cuando lo metan en una jaula, sacude las alas, canta y muere al instante.

REFLEXION.

1. ¿Qué les anuncio la lechuza sagrada de los medanales?


2. ¿Quiénes engañaron al Jebe Oveja?
3. ¿crees que la ignorancia nos esclaviza? ¿Por qué?
4. ¿Estás de acuerdo con el castigo que recibieron las ovejas? Fundamenta
5. ¿Qué opinas de la importancia de saber leer y comprender?
6. ¿Qué mensaje nos deja esta lectura?

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