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En 1914 estalló la guerra más mortífera habida hasta entonces en Europa. Las razones de un conflicto bélico de
esta magnitud hay que buscarlas en las rivalidades económicas y coloniales entre las grandes potencias y en los
conflictos y reivindicaciones nacionalistas en el seno del continente. La Primera Guerra Mundial enfrentó a dos
bloques de países: los aliados que formaban la Triple Entente (Francia, Inglaterra y Rusia, a los que se unieron
entre otros Bélgica, Italia, Portugal, Grecia, Serbia, Rumanía y Japón) y las potencias centrales de la Tripe Alianza
(el Imperio alemán y el Imperio austrohúngaro, apoyados por Bulgaria y Turquía).
Aunque todo el mundo creyó que sería breve, la Primera Guerra Mundial se prolongó por espacio de cuatro años
(1914-1918). Tras una fase de estancamiento en que la muerte de centenares de miles de soldados en las
trincheras apenas movió los frentes, en 1917 los Estados Unidos entraron en la guerra en apoyo del bando aliado,
que resultaría a la postre el vencedor. Las tensiones de la guerra propiciaron en octubre de 1917 el triunfo de la
Revolución Rusa, la primera de las revoluciones socialistas, que se convertiría en referencia para las
organizaciones y partidos de la clase obrera en el siglo XX. Con la devastación demográfica y económica
ocasionada por la Primera Guerra Mundial se inició el declive de la Europa occidental en favor de nuevas
potencias emergentes: los Estados Unidos, Japón y la URSS.
A excepción de las fronterizas, muchas de estas disposiciones no llegaron a cumplirse; para Alemania, sin
embargo, supusieron una humillación que penetró profundamente en su tejido social y alimentó un sentimiento
revanchista que había de constituir una de las causas de la Segunda Guerra Mundial. Los tratados de Saint-
Germain-en-Laye (10 de septiembre de 1919) y de Trianon (4 de junio de 1920), por su parte, supusieron el
desmantelamiento del Imperio austrohúngaro, del que surgieron Austria, Hungría, Checoslovaquia y la futura
Yugoslavia. Austria y Hungría quedaron reducidas a la tercera parte de la superficie que tenían antes de la guerra,
y sin salida al mar; además, se prohibió explícitamente a Austria cualquier unión con Alemania.
Las consecuencias alcanzaron también, por supuesto, a los países europeos vencedores, que vieron igualmente
diezmada su población y destruidos sus campos, fábricas y ciudades, y quedaron, en suma, tan arruinados como
los vencidos. Financiar la guerra había ultrapasado en mucho los ingresos de los países contendientes, que
hubieron de recurrir a préstamos y a emisiones masivas de billetes, lo cual incrementó la deuda interna y externa
y disparó la inflación; el proceso inflacionario afectó especialmente a las clases medias y bajas, pues los sueldos
no subieron al mismo ritmo que los precios, causando el empobrecimiento general de la población. La
incorporación de la mujer al mundo laboral, forzada por las necesidades bélicas, fue uno de los escasos aspectos
positivos; se reconoció su papel en la sociedad y, en muchos países, se aprobó el sufragio femenino.
En el plano geopolítico, los Estados Unidos, sobre todo, y también el Japón, fueron los principales beneficiados del
desarrollo y desenlace de la Primera Guerra Mundial. Mientras duraron las hostilidades exportaron alimentos y
material bélico a Europa, y una vez finalizada la contienda prestaron los capitales necesarios para la
reconstrucción. Al no haber padecido en su propio territorio la devastación de la guerra, ambos países quedaron
en óptima posición para erigirse en nuevas potencias mundiales; a ellos se sumaría muy pronto, tras la acelerada
industrialización que impuso Stalin, la Unión Soviética.
En el terreno político, la Primera Guerra Mundial culminó el proceso de liquidación del absolutismo monárquico
iniciado en la Revolución Francesa. Los antiguos imperios (el alemán, el austrohúngaro, el otomano) fueron
sustituidos por repúblicas democráticas; pero este avance quedaría desvirtuado por la crisis que iba a
experimentar el sistema liberal y por la evidencia de que, lejos de resolver los conflictos de fondo, la guerra
únicamente había acentuado las ambiciones y el revanchismo de vencedores y vencidos, dejando en la
inoperancia iniciativas como la flamante Sociedad de Naciones (1919), auspiciada por los Estados Unidos. La vieja
Europa, con sus imperios coloniales, salió adelante, pero sólo para enzarzarse, tras el «crack» de 1929 y el auge
de los nuevos totalitarismos (fascismo y comunismo), en una nueva conflagración, la Segunda Guerra Mundial
(1939-1945), en la que perdería definitivamente la hegemonía mundial que había ostentado en los últimos cincos
siglos.
Antes de comenzar con el resumen del Popol Vuh, creemos que es importante contextualizar un poco esta obra
para comprender mejor de dónde viene y el contenido que esconde. La palabra "Popol" significa "comunidad" y
"Vuh" significa "libro", por tanto, estamos ante el libro de la comunidad del pueblo quiché, un libro que recopila
creencias e historias propias de esta comunidad maya. Hoy en día, esta obra se conoce también como la Biblia
Quiché, sin embargo, no se trata de un libro espiritual sino que se trata de una recopilación de las teorías sobre el
origen del mundo, la aparición del hombre en la tierra y los fenómenos naturales.
Los estudios indican que este texto fue escrito en el idioma quiché sobre el año 1550 a manos de un indígena.
Este autor, gracias al aprendizaje de la escritura, logró plasmar las historias orales típicas que se relataban en el
pueblo quiché y, sobre todo, su fuente fue un anciano. No obstante, la versión que a nosotros nos ha llegado del
Popol Vuh data del 1703 cuando Fray Francisco Ximénez tradujo estas creencias al idioma castellano.
La publicación del Popol Vuh con este nombre se realizó en el 1857 a manos de un clérigo francés, Charles Étienne
Brasseur, que extrajo la copia de España para llevarla a Europa y publicarla con el nombre del Popol Vuh.
Es importante hablar de forma específica sobre el autor del Popol Vuh. Y es que, como ya hemos comentado, se
cree que el texto originario fue escrito por un indígena en lengua quiché, después traducido al castellano y luego
publicado por un clérigo francés. Por tanto, si hablamos del autor original de la obra tenemos que hacer
referencia a la primera persona que pasó al texto escrito todas las creencias y teorías del pueblo quiché: el autor
indígena. Sin embargo, no tenemos referencia alguna acerca de su identidad y, a día de hoy, se desconoce quién
pudo ser.
El primer autor con nombre y apellidos que tenemos sobre el Popol Vuh es el padre Ximénez quien se encargó de
traducir el texto desde la lengua quiché al español. El texto estaba escrito en la lengua quiché, una lengua maya,
pero usando el alfabeto latino, por tanto, la llegada de los españoles ya había tenido lugar en América Latina. Esto
ha hecho que muchos críticos señalen la influencia del cristianismo en este texto y que, por tanto, no se pueda
considerar un libro 100% maya; además, no debemos pasar por alto que el traductor era un sacerdote cristiano.
Es importante remarcar que ninguno de los autores citados son los autores reales del Popol Vuh ya que
solamente se dedicaron a transcribir o traducir historias de tradición oral. Por tanto, podemos afirmar que el
Popol Vuh es una obra de carácter popular que se fue transmitiendo de generación en generación por vía oral y
que fue creada por el propio pueblo quiché.
Ahora que ya hemos conocido la historia del Popol Vuh, vamos a entrar de lleno en su contenido para conocer
qué nos revelan sus páginas. Aquí te ofrecemos un resumen del Popol Vuh dividido en los diferentes temas que
encontramos en esta obra.
El Popol Vuh es el texto maya más importante que se conserva hoy en día ya que nos ofrece una completa
aproximación a la historia y mitología maya pero, también, es un texto con una gran calidad literaria, algo que ha
hecho que mucho críticos lo alineen a otras grandes obras como el Ramayana hindú o la Odisea.
Es importante que diferenciemos la creación del mundo según los mayas que la que aparece en este libro. La
primera parte del Popol Vuh nos habla sobre la creación del mundo y se nos cuenta que los dioses son los
encargados de crear los valles, las montañas, las plantas y los animales. Pero también quieren crear a seres vivos
que se encarguen de venerarlos y, por eso, empiezan con la hazaña de crear seres que sean capaces de tener esta
capacidad de entrega. Crean a 4 seres vivos diferentes:
Animales de cuatro patas y aves: se dan cuenta de que o tienen la capacidad de hablar así que prueban con otra
creación
Criatura de barro: crean seres hechos de barro pero también fracasan en su intento porque se deshacen cuando
llueve
Hombres de madera: son seres que no tienen la capacidad de venerar a los dioses, por tanto, tampoco les sirven.
Los descendientes de estos hombres de madera serán los monos
Seres humanos: los seres humanos de hoy en día los crearon en su cuarto intento. Son hombres que procedían
del maíz y eran capaces de venerar a los dioses y de cumplir con sus obligaciones.
Según esta teoría, los dioses se dieron cuenta de que los seres humanos que habían creado eran muy poderosos
y, por eso, decidieron nublar su visión para reducir su poder. Y esta es la explicación de la aparición del ser
humano según el Popol Vuh.
Continuando con este resumen del Popol Vuh vamos a centrarnos ahora en otro gran tema que aparece en esta
obra: las aventuras de los héroes. Al más puro estilo mitología griega, en estas historias conoceremos a
personajes míticos que lucharán para vencer los obstáculos de los hombres y crear el modelo de comportamiento
ideal del ser humano en la Tierra.
En este momento del libro es cuando conocemos a algunos de los personajes míticos de los mayas como son
Xpiyacoc y Xmucané, los bautizados como "guardianes de los días". Estos seres divinos tenían el poder de la
adivinación y interpretaban el calendario maya. Sus hijos son Uno Hunahpú y Siete Hunahpú quienes tuvieron a
otros descendientes como los gemelos Uno Mono y Uno Artesano que son considerados los dioses de las artes.
Durante el Popol Vuh conoceremos las historias y mitologías de estos personajes que relatan las creencias del
pueblo maya y ofrecían un comportamiento ejemplar que debía seguir la sociedad.
Y, por último, en este resumen del Popol Vuh es importante que hagamos referencia a la última parte del libro en
la que nos presenta la historia de los quichés. Como ya hemos dicho, este era un pueblo maya pero que tenía
unas características y creencias particulares. Aquí es donde se nos narran algunos aspectos fundamentales de su
historia que van desde los inicios del pueblo quiché y hasta la llegada de los españoles a América.
Concluimos este completo resumen del Popol Vuh para hacer un breve análisis sobre esta obra tan importante
tanto a nivel literario como histórico. En las páginas de este libro descubrimos las creencias que tenía este pueblo
maya acerca de la naturaleza y la presencia del ser humano en el mundo. Para ello, asistimos al relato de mitos y
leyendas que son protagonizadas por seres divinos y que sirven de modelo de conducta para el resto de la
población.
En el Popol Vuh encontramos una base mitológica y cosmogónica en la que se puede apreciar la fuerte
vinculación que tenía esta civilización precolombina con la naturaleza. En sus creencias hay un gran protagonismo
de elementos naturales como el sol, el agua, las plantas y los animales; todos estos elementos ejercían un papel
muy importante en el destino del ser humano.
El Popol Vuh es sin lugar a dudas el más importante de los textos mayas que se conservan. Se distingue no sólo
por su extraordinario contenido histórico y mitológico, sino por sus cualidades literarias, las que permiten que se
le pueda colocar a la altura de grandes obras épicas como el Ramayana hindú o la Ilíada y la Odisea griegas. Como
éstas, el Popol Vuh no es un simple registro histórico, es a final de cuentas –como bien ha dicho Alan J.
Christenson, autor de un reciente estudio y una traducción del texto quiché– una declaración universal sobre la
naturaleza del mundo y el papel del hombre en él.
El contenido se puede dividir en los siguientes apartados:
La creación. En la primera parte del Popol Vuh, los dioses hacen surgir del mar primordial los valles y las
montañas, y crean las plantas y los animales. Deciden crear a seres que los veneren y les hagan ofrendas. Los tres
primeros intentos fracasan; en el primero las criaturas son los animales de cuatro patas y las aves, pero como son
incapaces de hablar deciden hacer un segundo intento. En éste forman una criatura de lodo, pero ésta se disuelve
al mojarse. En el tercer intento hacen hombres de madera, pero éstos son incapaces de venerarlos, por lo que
deciden castigar su soberbia con un huracán y provocan que sus animales, sus herramientas y las piedras de sus
casas se vuelvan contra ellos; los monos son los descendientes de aquellos hombres de madera. En el cuarto
intento logran su propósito y crean al hombre, al que forman con maíz. Estos hombres, que saben cumplir sus
obligaciones con sus creadores, son capaces de ver todo, en el tiempo y en el espacio, por lo que los dioses
deciden nublar su visión. Ésta es la humanidad que ahora puebla la tierra.
Los héroes divinos. Además del recuento de la creación del mundo y los hombres, en el Popol Vuh se relatan las
aventuras de los héroes divinos, que limpian de obstáculos para el hombre al mundo y establecen las pautas de
conducta adecuada para la humanidad. En esta parte del libro los protagonistas son varias parejas, comenzando
por Xpiyacoc y Xmucané, seguidos por sus hijos, nueras y nietos. Xpiyacoc y Xmucané fueron los primeros ajq’ij,
“guardianes de los días”, los adivinos que interpretaban los augurios del calendario sagrado de 260 días. Sus dos
hijos, quienes llevaban los nombres de dos de las fechas de ese calendario, fueron Uno Hunahpú y Siete Hunahpú.
Los primeros hijos de Uno Hunahpú, los gemelos Uno Mono y Uno Artesano, se convirtieron en los patronos de
todas las artes, incluida la escritura. Tiempo después, Uno y Siete Hunahpú procrearon juntos a otra pareja de
gemelos llamados Hunahpú y Xbalanqué, cuya madre fue Xkik’, hija del señor del inframundo. Las aventuras de
estos dos últimos gemelos transcurren en dos escenarios. El primero es la superficie de la tierra; el segundo, el
inframundo, el Xibalbá. Los eventos en cada escenario aparecen combinados: los héroes pasan de la faz de la
tierra al inframundo y viceversa. Esos movimientos, con los de los otros participantes en las historias, prefiguran
los movimientos del Sol, la Luna, los planetas y las estrellas. Al final de la saga, Hunahpú se eleva para convertirse
en el Sol y es seguido por Xbalanqué, quien asume el papel de la Luna llena.
Historia del linaje quiché. El resto del libro relata la historia del linaje quiché, cuyos fundadores se encontraban
entre los primeros seres humanos, desde aquellos tiem- pos inmemoriales hasta después de la conquista
española.
Las imágenes que se muestran aquí fueron realizadas por Diego Rivera en 1931 para ilustrar una traducción al
inglés del Popol Vuh realizada por John Weatherwax, quien solicito a Rivera las acuarelas, aunque no llegó a
publicarlas. Recientemente el Fondo de Cultura Económica realizó una edición con esas láminas.