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4to sociales
Historia
La Gran Guerra, un conflicto por tierra, aire y mar, fue tan terrible que dejó más de ocho millones de víctimas
militares y 6,6 millones de víctimas civiles. Murieron casi el 60 por ciento de las personas que lucharon.
Muchas más desaparecieron o resultaron heridas. En solo cuatro años, entre 1914 y 1918, la Primera Guerra
Mundial cambió los conflictos bélicos modernos, convirtiéndose en uno de los más letales en la historia
mundial.
En aquel momento, la situación social y política en la que se encontraba España llevó al rey Alfonso XIII a
tomar la decisión de quedarse al margen de la Gran Guerra. “Es una neutralidad un poco forzosa. España no
está dentro de las alianzas ni de los bloques que llevan a desencadenar la Primera Guerra Mundial, pero
indirectamente sí forma parte de ella”, explica a National Geographic Gutmaro Gómez Bravo, doctor en
historia y profesor de la Universidad Complutense.
Durante los 100 años previos al conflicto, España había sufrido una invasión, pronunciamientos militares, el
cambio de dinastía, el asesinato de un primer ministro y una corta República. En este contexto, la pérdida de
las últimas posesiones de ultramar en 1898, inclinó la balanza hacia la neutralidad ante la Gran Guerra. Sin
embargo, nuestra posición fue también protagonista a través de espionajes y exportación de armas.
En julio de 1914, las tensiones entre la Triple Entente (también conocida como los Aliados) y la Triple Alianza
(también denominada Potencias Centrales) escalaron tras el asesinato del archiduque Francisco Fernando,
heredero al trono de Austria-Hungría, por parte de un nacionalista serbio-bosnio durante su visita a Sarajevo.
Austria-Hungría culpó a Serbia por el ataque. Rusia respaldó a su aliado, Serbia. Cuando Austria-Hungría
declaró la guerra a Serbia un mes después, sus aliados intervinieron y el continente entró en guerra.
La expansión de la guerra
El conflicto pronto se expandió al resto del mundo y afectó a las colonias y a los países aliados de África, Asia,
Oriente Medio y Australia. En 1917, los Estados Unidos entraron en la guerra tras un largo periodo de no
intervención. Entonces, el escenario principal de la guerra —el Frente Occidental en Luxemburgo, Países
Bajos, Bélgica y Francia— fue el emplazamiento de un bloqueo letal.
A pesar del uso de avances tecnológicos como el gas tóxico o los tanques blindados, ambas facciones estaban
atrapadas en una guerra de trincheras que se cobró un gran número de víctimas. Batallas como la de Verdún
y la primera batalla del Somme fueron unas de las más mortíferas en la historia del conflicto humano.
Con la ayuda de Estados Unidos, los aliados se abrieron paso con la Ofensiva de los Cien Días, que provocó la
derrota militar de Alemania. Oficialmente, la guerra llegó a su fin a las 11:11 de la mañana del 11 de
noviembre de 1918.
La neutralidad de España no eximió nuestro país de sufrir también las consecuencias. "Aparentemente
se vendió como un punto positivo porque España queda fuera de un conflicto de estas dimensiones, [pero] en
realidad es una debilidad. Desde las crisis marroquíes, o antes de la Guerra de Cuba, España pasó a ser
segunda o tercera potencia. La dimensión colonial que tiene España prácticamente queda reducida a la
Guerra de Marruecos", explica Gómez Bravo.
¿Nunca más?
Aunque el mundo se comprometió a no permitir que ocurriera otra guerra como esa, se sembraron las
semillas del siguiente conflicto con el Tratado de Versalles, que fue humillante y punitivo para los alemanes y
contribuyó a preparar el terreno para el auge del fascismo y la Segunda Guerra Mundial. La tecnología que
había generado la guerra se emplearía en la siguiente guerra mundial solo dos décadas después.
El efecto dominó
El emperador austro-húngaro, apoyado por Alemania, culpó a Serbia por el atentado. Serbia era aliada de
Rusia, que a su vez era aliada de Francia. Pocos días después, Alemania declaraba la guerra a Francia e invadía
Bélgica, lo que provocó la reacción inglesa y su entrada en el conflicto. Comenzaba así la Primera Guerra
Mundial, en la que se enfrentaron dos bloques: por un lado, los países de la Triple Entente, llamados
comúnmente «aliados»: Rusia, Francia, Gran Bretaña, a la que más tarde se sumarían Italia (en 1915) y los
EE.UU. (en 1917); y por el otro, los de la Triple Alianza, conocidos como «Potencias Centrales”: Alemania,
Austria-Hungría y Turquía.
¿Cómo terminó?
Durante los tres primeros años, la guerra parecía desenvolverse en un eventual empate entre los bloques
enfrentados. Esta situación cambió en 1917 con la incorporación de los aliados a la Entente, que compensó
con creces la retirada de Rusia del conflicto. A mediados de 1918, los aliados vencieron en Amiens a los
alemanes, en septiembre, a los austro-húngaros en Italia y en octubre, a los turcos en Medio Oriente. El 4 de
noviembre de 1918, Austria se rindió dejando sin defensas al ejército alemán, que pidió la rendición el 11 de
noviembre. Así concluía la guerra con el triunfo de los aliados.
De la guerra a la revolución
En Rusia, donde la guerra era notablemente impopular, se produjeron importantes motines de obreros,
soldados y campesinos que cuestionan el manejo del conflicto, pero también al régimen zarista en su
conjunto. Liderados por Lenin, los comunistas rusos, llamados bolcheviques, lograron el apoyo de la mayoría
de la población y derrocaron a fines de 1917 al zar Nicolás II. El nuevo gobierno basó su poder en los soviets,
grupos de obreros, soldados y campesinos que deliberaban y decidían el futuro de Rusia, que se transformó
en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
Fases de la Gran Guerra
Nadie esperaba que la guerra que acababa de estallar se fuera a complicar tanto, afectara a tanta gente y
marcara tanto a Europa y, por consiguiente, debido a la expansión colonial por Asia y África de finales del
siglo XIX, al orbe entero. Se le conocería, por ello, como la Gran Guerra (1914-1918).
Fueron cuatro años de dolor, muerte, refugiados, sufrimiento y llanto. Una guerra que a priori solo iba a
afectar a los soldados acabó implicando a todos los ciudadanos en mayor o menor medida. En los países en
conflicto fueron reclutados todos los hombres en edad militar, conformándose así los ejércitos nacionales.
Además, los grandes inventos y avances técnico-científicos de la Industrialización se pusieron al servicio de
la guerra. Hubo armas nuevas y poderosas que causaron muerte y destrucción en dimensiones desconocidas
hasta la fecha. Esta guerra iba a cambiar el mundo.
Las fases del conflicto, que se inició con el asesinato de Sarajevo del archiduque Francisco Fernando de
Austria en 1914, fueron las siguientes:
En el frente occidental, Alemania atacó Francia tras haber invadido Luxemburgo y Bélgica. De esta manera,
en pocos días, el ejército alemán llegó a estar a tan solo 40 kilómetros de París. Finalmente, en la primera
batalla del Marne, los franceses lograban, con la colaboración de las tropas británicas, detener a duras penas
el avance enemigo.
En el frente oriental, Rusia cayó derrotada en Tannenberg. Ahora bien, pese a esta victoria, los alemanes no
consiguieron avanzar de forma decisiva por territorio ruso. A su vez, Austria-Hungría atacó Serbia sin
alcanzar ningún objetivo significativo.
El frente se estabilizó. Los contendientes fijaron sus posiciones y las reforzaron construyendo trincheras,
refugios, alambres de espino, donde pusieron minas y hombres, que estaban en este espacio lleno de barro,
de piojos y de ratas, desde las costas belgas del mar del Norte hasta la alpina Suiza. Un avance de pocos
metros tenía un coste material y humano elevadísimo. Con la situación estancada, se buscaron nuevos
aliados que entraron en la contienda como, por ejemplo, Turquía, Italia, Bulgaria, Rumania... En 1916 se
produjo una nueva ofensiva alemana en la batalla de Verdún, que Francia logró contener durante meses. Y
de nuevo con la ayuda de los británicos se produjo un contraataque en la batalla del Somme. El resultado de
ambas batallas fue demencial: más de un millón ochocientas mil bajas en ambos bandos en menos de una
año.
La Crisis de 1917:
En el frente oriental, Rusia se vio afectada por la revolución interna de los bolcheviques y solicitó el
armisticio comenzando las negociaciones de paz. Alemania redirigió sus recursos bélicos a la lucha contra
Francia y Gran Bretaña.
En el frente occidental los Estados Unidos de América entraron en el conflicto a favor de Francia y Gran
Bretaña. Algunos motivos alegados por Estados Unidos fueron, por ejemplo, el famoso telegrama
Zimmermann, que interceptó y descifró la inteligencia de los Aliados, que proponía una alianza de Alemania
con México a cambio de territorios como Texas o Arizona, o los continuos hundimientos de barcos por parte
de los submarinos alemanes, como el hundimiento del crucero de pabellón norteamericano RMS Lusitania y
que fue considerado como casus belli. Los norteamericanos aportaron casi un millón de soldados de refresco
y abundante material bélico moderno.
Alemania, sola y agotada, intentó una última ofensiva en la segunda batalla del Marne, pero las tropas de
refresco norteamericanas fueron decisivas para contenerlos. El Ejército y la Marina alemana comenzaron a
promover revueltas en el frente negándose a luchar. En la propia Alemania, hubo disturbios protagonizados
por los obreros. El temor a la revolución llevó a los dirigentes alemanes a plantearse el fin del conflicto.
El Kaiser Guillermo II de Alemania y Prusia abdicó. Se proclamó entonces la República de Weimar y el 11 de
noviembre de 1918 Alemania firmó el armisticio que puso fin a las hostilidades armadas de la Gran Guerra.