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Introducción
Se define como síndrome febril, al cuadro clínico que tiene como
entidad común fiebre, asociada a otros síntomas y signos. La fiebre es
un motivo frecuente de consulta en los servicios de urgencias,
alcanzando 4,4 y 7,5% de los motivos de consulta, sin embargo, es
inespecífica. Es importante establecer normas de enfrentamiento y
manejo frente a un paciente febril. Habitualmente los médicos de los
servicios de urgencias denominan fiebre de origen desconocido a
cualquier paciente febril sin una etiología inicial obvia, dado que este
término es erróneo, es necesario aclarar conceptos:
Este capítulo tratará principalmente del paciente con fiebre sin un foco
claro y en menor medida de pacientes con FOD. Siempre se debe tener
en cuenta que la principal etiología a un proceso febril es la infecciosa,
por ende nuestro enfrentamiento diagnóstico y terapéutico debe ser
enfocado hacia esa etiología, en segundo caso debemos ir a buscar
etiologías no infecciosas como patologías cardiovascular (infartos,
embolias pulmonares, trombosis), medicamentos, neoplasias, etc.
Fisiopatología
La temperatura corporal se mantiene gracias al punto termostático
hipotalámico. Cuando se generan sustancias pirógenas tanto exógenas
(toxinas microbianas, lipopolisacáridos) o endógenas (IL1, IL6, TNF),
el punto termostático asciende, por lo sé que se inician mecanismos
para disminuir la liberación de calor como es la vasoconstricción
periférica, cambiando el flujo hacia los órganos interno, siento frío. En
conjunto con esto se activan mecanismo que aumentan la producción
de calor como la contracción muscular (estremecimiento o calosfríos)
y la termogénesis hepática. Las prostaglandinas E2 que se liberan a la
circulación sistémica generan las mialgias y artralgias inespecíficas que
acompañan a la fiebre. Posteriormente cuando el punto termostático
disminuye por resolución o tratamiento antipirético se generan
mecanismos que aumentan la perdida de calor como son vasodilatación
periférica (rubor) y diaforesis (sudoración).
Enfrentamiento diagnóstico
Para clasificar a los pacientes con síndrome febril, podemos identificar
3 grandes entidades en el servicio de urgencia.
o Fiebre de origen
desconocido: Diagnóstico
previamente descrito. El
reto diagnóstico no se
debe principalmente a una
etiología infrecuente, lo
más probable es que se
trate de una enfermedad
de causa frecuente con
una presentación atípica,
con un enfoque
diagnóstico insuficiente o
incorrecto. En
aproximadamente la
mitad de los casos el
diagnóstico es
tuberculosis, endocarditis,
linfomas, tumores sólidos, enfermedad de still del adulto,
vasculitis, incluidas arteritis de la temporal y otras patologías
reumatológicas (LES, AR y Sjögren). La mayoría de los casos
restantes son abscesos intrabdominales, infección del tracto
urinario, fiebre por fármacos, enfermedad inflamatoria intestinal
y embolias pulmonares (TEP),
otras etiologías ver (cuadro 1).
Cuando los exámenes
complementarios no arrojan un
diagnóstico evidente, además de
realizar la exploración física de
forma rutinaria, dado que las
enfermedades pueden presentar
un curso evolutivo se debería
pensar en un error diagnóstico,
falta de interpretación de los
exámenes previos o fiebre
facticia.
o Síndrome febril sin foco:
Definición previamente
establecida. Es esta patología
que presenta el principal reto
diagnóstico y de manejo en los
servicios de urgencia. Dentro de
ellos debemos establecer que
paciente presenta criterios de
riesgo o signos de sepsis. Dado
que dependiendo de su
condición se definirá el manejo, exámenes complementarios y si
se requiere hospitalización o tratamiento ambulatorio. Dentro de
las etiologías encontramos 2 grandes una de causa; infecciosa o
no infecciosa (cuadro 2 y 3).
Siempre se deben tener presente el proceso febril en paciente de alto
riesgo, como son:
Anamnesis Actual:
Se debe caracterizar la fiebre en cuanto a su tiempo de evolución.
En cuanto a su duración:
Anamnesis remota:
Investigar enfermedades previas (VIH, virus hepatitis B (VHB), cáncer,
enfermedades reumatológicas), fármacos, contactos con animales o
alimentos sin un correcto control sanitario, viajes a zonas de
enfermedades endémicas, inmunización, conductas sexuales de riesgo,
drogas parenterales, cirugías previas como esplenectomía (mayor
predisposición de agentes encapsulados), prótesis articulares, sondas,
drenajes, reemplazos valvulares, historia familiar (antecedentes
reumatológicos u oncológicos).
Exploración Física:
Exploraciones complementarias:
Siempre se deben solicitar exámenes teniendo previamente una
sospecha diagnóstica, pero muchas veces no se podrá tener una
entidad clara. Los exámenes que se han establecido como mínimos en
FOD y excepcionalmente en fiebre autolimitada son:
Otros estudios:
Tratamiento
El tratamiento de urgencias de estos pacientes no es determinado
principalmente por la duración del síndrome febril, sino más bien por
los criterios de gravedad. Como siempre la evaluación primaria es
esencial, dado que me permitirá tomar una conducta de forma
inmediata frente a un paciente con compromiso de vía aérea o estado
de shock, con manejo específico, no es tema de este capítulo.
Sin criterios de gravedad:
Se decide manejo ambulatorio y sintomático con tratamiento
antipirético, paracetamol 500 mg c/-6 u 8 hrs, por un plazo de 5 días
vía oral o metamizol 300 mg (comprimidos) o 1 gr (ampolla) vía oral
3-8 comprimidos/día o 1 ampolla c/8 hrs por un plazo de 5 días, como
alternativa se puede utilizar ácido aceitilsalicílico en dosis de 500 mg
c/hrs, teniendo siempre cuidado en los menores por el síndrome de
Reye. Se prefiere paracetamol debido a que no enmascara signos de
la inflamación. Algunos textos no recomiendan el tratamiento
antipirético en todos los pacientes, dado que como síntoma clínico
permite ver la evolución del paciente, debiendo reservarse para
pacientes muy sintomáticos, gran afección, delirio por fiebre y
confirmación diagnóstica.
Con criterios de gravedad:
Conclusión
El síndrome febril o la fiebre como signo clínico es un motivo
muy frecuente de consulta en los servicios de urgencias, siendo
en su gran mayoría cuadros agudos y de resolución espontánea,
pero en otras oportunidades representa un cuadro grave y/o sin
un diagnóstico preciso, es por ellos que se debe manejar de
forma acabada las estrategias para identificar dentro de la
entrevista criterios de riesgo, que le dan finalmente criterios de
gravedad al paciente y por ende una conducta más agresiva. Es
importante destacar, que pese a no presentar un foco definido
en muchas oportunidades se indica tratamiento por la gravedad
del cuadro, la condición basal del paciente o la sintomatología.