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EL PLAN DE DESARROLLO Y LA REFORMA DEL ESTADO

El gobierno de Arana organizó, por medio de la Secretaría de Planificación


Económica, un equipo de profesionales para elaborar el Plan de Desarrollo 70-75.
Este documento contenía una estrategia para la modernización del Estado,
propugnando un gobierno que participase activamente en la economía y
susceptible de llevar a cabo algunas reformas sociales para detener el malestar
social y frenar la insurgencia. El gobierno contó con el apoyo financiero del Banco
Mundial y del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). En suma, se calcula que
recibió préstamos y donaciones por un valor cercano a los US$1,135 millones de
dólares para llevar a cabo estas políticas, lo cual en ese momento era una enorme
suma.
Las medidas que se contemplaron en este Plan y se realizaron con verdadera
celeridad fueron:
 Estructuración de la carrera de Servicio Civil y la tecnificación de los
empleados y funcionarios públicos por medio del apoyo otorgado por el
Instituto Nacional de Administración (INAD). Esto con el fin de contar con
los recursos humanos capacitados para que trabajaran en las
dependencias del Estado.

 Reorganización del Ministerio de Hacienda y Crédito Público. Esta cartera


se transforma en el actual Ministerio de Finanzas Públicas, para que el
Estado contara con los recursos necesarios para las reformas previstas.

 Se crea el Número de Identificación Tributaria (NIT), para identificar a los


contribuyentes y controlar el cumplimiento de sus obligaciones tributarias,
pero también para abrir la posibilidad de controlar a la población, con fines
políticos.

 Se privilegia la atención al sector agrícola al que se considera el pilar


fundamental de toda la estrategia. Fue la primera vez, desde la reforma
agraria de Árbenz, que se tenía una visión de conjunto sobre este
importante espacio del desarrollo.
EL PAPEL DE LA IGLESIA CATÓLICA EN EL INTERIOR DE LA REPÚBLICA
Como ya se dijo, a partir del Concilio Vaticano II, la Iglesia Católica había asumido
un mayor compromiso con los pobres. Por medio de la Acción Católica y otros
grupos, así como gracias a la capacitación de líderes, se comenzó una activa
tarea para modernizar el campo. Desde el punto de vista político, estos líderes
católicos – muchos de ellos indígenas– se vincularon con el partido Democracia
Cristiana Guatemalteca, que los capacitaba en asuntos políticos. Todo esto en los
ámbitos locales, porque la jerarquía todavía era muy conservadora y el Arzobispo
Metropolitano de Guatemala, Cardenal Mario Casariego, mantenía una estrecha
alianza con el Gobierno y con el Ejército.
La tempestad política se perfilaba claramente. Después de su derrota en el área
rural, los grupos insurgentes se refugiaron en la ciudad y crearon un clima tenso
por medio de atentados, secuestros y bombas. En realidad, la insurgencia se
reorganizaba encubierta en un vigoroso movimiento urbano de carácter más
amplio que propugnaba reivindicaciones salariales de diversos sectores, tales
como los pobladores de asentamientos en áreas marginales y los sindicatos.
Además los grupos guerrilleros establecían contactos entre sí, y nacía la
Organización del Pueblo en Armas (ORPA). La insurgencia tomó la decisión de
trasladar los frentes guerrilleros al altiplano occidental, donde existían
organizaciones campesinas, muchas de ellas relacionadas con la Iglesia Católica.
De estas organizaciones religiosas surgirían varios de los líderes locales del
movimiento guerrillero. En el caso de las FAR, esta organización escogió el
departamento de Petén para iniciar sus operaciones; y éstas se reestructuraron,
dada la muerte de su jefe máximo, Marco Antonio Yon Sosa, ocurrida en México.
La comandancia de dicho grupo la asumió Jorge Soto García, conocido en la
lucha armada como el comandante Pablo Monsanto.
La guerrilla había madurado un pensamiento en el cual se descartaba
rotundamente cualquier reformismo, y se preparaba para la lucha por instaurar en
el país un estado de corte socialista. También se abandonaba la Teoría del Foco,
implementando, de ahí en adelante, la Guerra Popular Prolongada.
En la capital, había ganado la alcaldía Manuel Colom Argueta, apoyado por el
FUR, con un programa de carácter claramente reformador y con un decidido
apoyo popular.
En el mes de noviembre de 1970, el
Gobierno, luego del asesinato de un grupo de
policías por parte de la guerrilla, decretó el
Estado de Sitio, impuso el toque de queda y
ordenó cateos en la capital.
UN BALANCE DEL PERÍODO
Durante el gobierno de Carlos Arana Osorio el estado guatemalteco avanzó en
consolidarse con una orientación contrainsurgente. Es en este período cuando se
instaura todo un cuerpo legal, de información y vigilancia apoyado por
escuadrones paramilitares para hacerle frente a la guerrilla en el occidente y en el
norte del país. La característica de este Estado contrainsurgente es el irrespeto a
las libertades, y el acomodamiento del Estado de Derecho a la represión y el
terror. Al mismo tiempo, se había intentado una reforma administrativa que
pretendía ser la de más alcances en el último tercio del siglo veinte, pero esta no
pudo profundizarse porque el deterioro de la situación política lo impidió. Este tipo
de Estado al que nos hemos referido serviría de modelo a otros experimentos
parecidos en Latinoamérica.
Al final del período de Arana, la situación de confrontación y exclusión política no
había cambiado. Los partidos de izquierda luchaban en la clandestinidad, salvo el
caso de la URD que, bajo la dirección de Manuel Colom Argueta, seguía
participando dentro del esquema político tan limitado que prevalecía. La coalición
MLN-PID, en la que se apoyaba el régimen militar, se mantenía intacta en
apariencia, ya que había permitido elegir las candidaturas, por parte del MLN, de
los abogados Clemente Marroquín Rojas y Mario Sandoval Alarcón; y, por el lado
del PID, del general Kjell Laugerud García.
La coalición MLN-PID, bajo la presión del propio general Arana, se inclinó a favor
de Laugerud García, ministro de la Defensa de su gobierno, como candidato a la
presidencia, y de Sandoval Alarcón, Presidente del Congreso, como candidato a
Vicepresidente. En la realidad, las votaciones electorales servirían únicamente de
fachada a la decisión tomada por el alto mando del Ejército de que los candidatos
oficiales asumieran el poder y refrendaran legalmente todo lo que ellos decidían
sobre el rumbo del país. Ciertamente, esta decisión arbitraria relativa a las
candidaturas golpeó los intereses de muchos políticos que participaban en esta
plataforma política. Uno de ellos –el mismo Sandoval Alarcón– se dedicaba a
criticar los mecanismos de poder que caracterizaban aquella opción política,
dejando en claro el poco valor, que según él, tenía el PID como partido.

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