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"Año de la unidad, la paz y el desarrollo"

UNIVERSIDAD NACIONAL DEL CALLAO


FACULTAD DE CIENCIAS ADMINISTRATIVAS
ESCUELA DE ADMINISTRACIÓN

REALIDAD NACIONAL Y GLOBALIZACIÓN


DOCENTE: JUSCAMAYTA RAMIREZ LUIS ALBERTO
INTEGRANTES: VALVERDE ALVERCA JOAQUÍN EDUARDO
SANTOS GUARDAMINO JEFFERSON
CASTILLO LOPEZ FABIAN
BUSTAMANTE GARAMENDY STEFANO
HUARINGA DAMIAN RAMIRO FIDEL

SECCIÓN: 05A

2023
CRISIS DE 1930 Y EL DESARROLLO
ORGÁNICO DE LA LUCHA DE CLASES

La crisis económica internacional del capitalismo afectó profundamente a Perú, sacudiendo las
bases del sistema de dominación existente. La caída de los precios de las materias primas en el
mercado internacional resultó en una disminución del 59% en las exportaciones peruanas y una
reducción del 63% en las importaciones en comparación con los precios de 1929. Esto llevó al
despido de más de la mitad de los trabajadores en enclaves mineros y agrícolas, así como a la
disminución de los salarios en proporciones similares. Los algodoneros suspendieron la
contratación de alrededor de 40,000 campesinos que solían recoger algodón para complementar
sus ingresos. El desempleo afectó a casi una cuarta parte de los trabajadores en Lima, lo que
provocó la paralización de obras de mejora urbana y la reducción de la capacidad de compra, lo
que a su vez resultó en despidos en la industria textil y en el gobierno.
La crisis también tuvo un impacto significativo en la situación fiscal del país, con una drástica
disminución de los ingresos aduaneros y la suspensión de préstamos estadounidenses. Esto llevó
a la paralización de proyectos de mejora urbana y a una ola de bancarrotas, incluida la entidad
financiera más importante del país, el Banco del Perú y Londres.
Esta crisis provocó la ruptura de los lazos de clientelismo que había establecido el presidente
Leguía, y desencadenó fuerzas sociales impulsadas por el desarrollo del capitalismo. En agosto
de 1930, el comandante Luis M. Sánchez Cerro se levantó en armas con el apoyo de tenientes
del sur, y debido a las repercusiones de la crisis económica internacional, contó con el respaldo
de la población.

El desempleo, la compresión de los ingresos urbanos y la reducción de la demanda de alimentos


tuvieron un impacto significativo en la economía y la política del país. El movimiento
universitario y el Partido Aprista Peruano (APRA) comenzaron a ganar fuerza, mientras que el
Partido Comunista adoptó una estrategia radical. En 1933, la situación cambió, y el general
Benavides y las fuerzas militares derrotaron al movimiento popular.
El APRA se destacó por su capacidad para movilizar y unificar a las clases populares y medias
en un momento en que el Partido Comunista se aislaba y perdía influencia. El partido se centró
en representar los intereses inmediatos de las clases dominadas y propuso un programa de
acción inmediata que incluía medidas redistributivas, nacionalización de la producción,
reformas administrativas y la convocatoria de un Congreso Económico Nacional para promover
la planificación económica y la reconciliación de intereses.
El Programa Mínimo de acción Inmediata fue propuesto por el jefe del partido Aprista (Víctor
Haya de la Torre)
Las proposiciones del Programa Mínimo se caracterizaban por su énfasis en reorientar la acción
estatal como medio para modificar gradualmente el régimen de dominación oligárquico
imperialista establecido desde comienzos de siglo.
En primer lugar, se proponía aplicar una serie de medidas redistributivas: educación universal
gratuita, seguro social, asistencia médica generalizada, construcción de viviendas populares y
reglamentación de alquileres; fijación de salarios mínimos y la radicación del trabajo gratuito.
El programa proponía ampliar la ciudadanía a todos los hombres y mujeres mayores de 18 años.
El segundo rasgo del programa mínimo era la nacionalización de la producción mediante la
redefinición del papel del estado, a fin de facilitar la expansión del mercado interno y por
consiguiente de las capas media y burguesas y por otro lado controlar las inversiones
extranjeras.
El gobierno para poder fijar medidas de protección arancelaria para defender y promover la
industria peruana se establecería el banco de la nación, el cual este sería el encargado de
recaudar tributos, así dejando atrás los bancos privados extranjeros.
Así mismo el Estado se encargaría de establecer y desarrollar las industrias básicas a fin de
lograr la sustitución de importaciones y agregar valor a la producción dedicada a la exportación.
Para APRA el cumplimiento de este programa supone que el estado debe organizarse de manera
científica, con asesoramiento técnico de profesionales. De ahí es donde se organiza que para
llegar ocupar puestos grandes debería ser de acuerdo al mérito de uno y no en lazos de clientela
con los jefes políticos.

Haya afirmó en repetidas ocasiones la necesidad de adquirir capitales y tecnología de los países
capitalistas desarrollados, controlados de tal manera que participaran efectivamente en la
promoción “nacional”.
El capital extranjero constituía un punto crucial para lograr que el Estado estuviera en capacidad
de redistribuir los recursos y promover el desarrollo capitalista nacional, por lo cual el APRA no
estaba en contra de la inversión extranjera en el Perú, pero estas deberían contar con contratos y
cláusulas que favorezcan el desarrollo de la nación.
En setiembre de 1930, Haya de la Torre solicitó una entrevista con el embajador de Estados
Unidos. Anteriormente a ella había mantenido conversaciones con altos funcionarios de la Cerro
de Pasco y con los de la Peruvian Corporation en Londres. El embajador Dearing comentaba
que el crecimiento del APRA y su probable triunfo "no me parecen particularmente aterradores"
ya que recordemos que su partido había sido calificado como los rojos de los rojos y un hombre
muy peligroso. En las conversaciones de Haya, en Londres, con los altos dirigentes de las
empresas extranjeras, resulto que este "los impresiono en su deseo de realizar reformas sin
buscar revolucionar la sociedad peruana"
Si bien la oposición del capital extranjero al APRA fue al parecer relativamente neutralizada por
los esfuerzos de sus líderes, no ocurrió lo mismo con los grandes propietarios peruanos, Para
ello, no cabría otra alternativa que recortar las atribuciones monopólicas de la coalición
dominante -gente decente, blanca y civilizada- y reorientar la política económica del país en
favor de las clases bajas. Así, a los intereses clasistas se sumaban los de naturaleza étnica, a fin
de mantener las formas de explotación que mantengan la unidad de la sociedad. Es decir, que el
capital dependiente, de tipo enclave, se encontraba inhabilitado para incorporar políticamente a
las masas populares en el seno del Estado y promover el desarrollo nacional.
Esta situación determinó que el APRA no pudiera llevar a efecto su acción reformadora por
causas legales y que sus partidarios desarrollaran una radical oposición.
En definitiva, esta situación determina un comportamiento errático del partido que, a la postre,
le impediría llegar al poder. Así, y por diferentes razones a las del partido Comunista, el APRA
resulto ineficaz en el cumplimiento de sus propósitos.
Acusaban al APRA de comunista, antipatriota, anticatólica y, por lo tanto, dispuesta como los
bolcheviques a "destruir las instituciones tutelares en la nacionalidad”. Estas acusaciones se
sustentaban en las propias declaraciones de Haya. es decir que su doctrina política se inspiraba
en la de Marx, Engels, Lenin y que el APRA se proponía en eliminar las divisiones fronterizas y
realizar "la segunda independencia".
La respuesta aprista a esta andanada de acusaciones fue siempre defensiva, negando
enfáticamente la de ser comunista. En efecto, una de las principales preocupaciones del APRA
consistió en diferenciarse del comunismo y proclamarse profundamente nacionalista y
autóctona. Y para ello, nada mejor que valerse de los ataques que reciba del propio Partido
Comunista.
Se dio las elecciones a las presidencias, Los resultados electorales dieron el triunfo a Sánchez
Cerro. De los casi 320 000 votantes que participaron en los comicios. Y que significaban
aproximadamente el 80% del electorado, Sánchez Cerro obtuvo el 51 %, Haya el 35% y otros
dos candidatos lograron en conjunto el 14%. Dados los resultados muchas apristas estuvieron
en contra de los resultados y realizaron quejas y protestas.
Pese a los reclamos legales de los apristas, estos fueron desestimados por la autoridad
respectiva. En estas condiciones el APRA comenzó a desarrollar una actividad destinada a
socavar el nuevo régimen y dar un golpe militar al que se sumaría el apoyo popular cuando su
triunfo fuese inminente y al mismo tiempo consolidar la acción partidaria y la movilización
política de las masas con la meta de que Haya asumiera finalmente la presidencia.
Sus representantes a la asamblea constituyente desarrollaron una activa campaña contra el
gobierno que reacciono encarcelando y deportando a los dirigentes y representantes apristas.
clausurando sus órganos de prensa y por extensión, reprimiendo duramente a las organizaciones
populares. En marzo de 1932 un militante aprista atento contra la vida de Sánchez Cerro,
motivando que este apresara a Haya de la Torre y lo acusara de autor intelectual de dicho
atentado.
En julio de 1932 las masas populares y los dirigentes apristas de Trujillo, foco de enclave
azucarero y capital del "solido norte'' aprista, se levantaron en armas sin esperar la orden
superior. Pero al fracasar el esperado apoyo de otras regiones, el movimiento se vio aislado y
fue aplastado por las Fuerzas Armadas.
En efecto, una cosa era que la "superioridad" interviniera en la política, de acuerdo a los
vaivenes que se desarrollaban en el seno de la coalición dominante, y otra, muy distinta, que la
tropa y el pueblo intervinieran de manera autónoma sin respeto por rangos y jerarquías.
Esta confrontación alcanzó su punto más intenso cuando en 1933 Sánchez Cerro fue asesinado.
La asamblea constitucional depurada otorgo de inmediato el mandato presidencial al general
Benavides, a fin de impedir el desarrollo de un vacío político que pudiera aprovechar el APRA.
Benavides se encontró con un panorama político bastante complejo: en el orden internacional el
Perú enfrentaba un conflicto con Colombia por problemas fronterizos; en el interior del país, la
crisis económica motivaba la protesta popular y la oposición organizada del APRA. En cuanto a
lo primero, Benavides logro convencer a los mandos militares de que el ejército no se
encontraba capacitado para llevar a cabo una guerra con posibilidades de éxito, especialmente
cuando el teatro de operaciones estaba en la selva, zona sobre la cual el gobierno no tenía
ningún control. De allí que el gobierno reconociera el Tratado Salomón-Lozano.
En el ámbito interno, Benavides procuro una tregua política con el APRA para lo cual
estableció un gobierno de "paz y concordia''. Muestra de esta actitud fue la amnistía que
concedió a Haya de la Torre, la promesa de restablecer a corto plazo las libertades públicas y,
por último, alejar de su gobierno a los ministros sanchecerristas. En estas nuevas condiciones el
APRA amaino su oposición al gobierno, bajo el supuesto de que Benavides podía ser el factor
de transición que, a través de la convocatoria a elecciones, podría llevar a Haya a la presidencia.
Este viraje de Benavides significo que la vieja fracción civilista se agrupara alrededor de
Benavides y el ejército. Pero, en estas circunstancias en que la lucha de clases se acentuaba, la
fracción civilista había abandonado su original posición liberal y neopositivista para seguir las
corrientes corporativas y fascistas que se desarrollaban en Europa. De allí su exigencia para que
Benavides intensificara la represión de las clases populares, creando y desarrollando el aparato
estatal encargado de cumplir profesionalmente esa tarea. En este sentido el jefe del Estado
realizó una amplia depuración del ejército al mismo tiempo que restableció una política de
cliente baja con los oficiales a través de promociones e incremento de salarios, asegurándose así
que los puestos de mando estuviesen a cargo de oficiales adictos.
El abandono de la política de ''paz y concordia" que en un primer momento optó Benavides, por
intermedio del ministro Jorge Prado, y el rechazo a entregar el gobierno a Eguiguren, traslucían
la extremada precariedad de la clase dominante y del Estado frente al reclamo político-social de
las clases populares y medias. La consolidación del capitalismo dependiente de naturaleza de
enclave, como se ha vista antes, determinó que el sistema de dominación adoptara una actitud
de rechazo hacia las demandas populares, en tanto que la clase propietaria no se encontraba en
capacidad de ceder parte de sus beneficios sin atentar contra su existencia y la de los enclaves
que la patrocinaban. De allí precisamente que sus posibilidades de negociación, así como la de
arbitraje del Estado, resultaran prácticamente inexistentes. Esta, a su vez, favoreció que el
enfrentamiento de las clases dominadas fuera especialmente explosivo y que se aglutinaran en
frentes poli clasistas, anti oligárquicos y antiimperialistas, nacionalistas y democráticos.
Sin embargo, el gobierno de Benavides dicto una serie de medidas tendientes a satisfacer las
demandas inmediatas de la población urbana y socavar el apoyo ciudadano del APRA. Por lo
demás, este tipo de política devendría en modelo de comportamiento que asumirían los
posteriores gobiernos militares.
Durante ese periodo se estableció el Segura Social Obrero, se construyeron viviendas y
comedores populares. se ampliaron los dispositivos de protección a la salud de los trabajadores,
se estructuró el Ministerio de Educación y se creó el de Salud, Trabajo y Previsión Social.
Juntamente con estas medidas que iniciaban una débil política de incorporación de sectores
urbanos populares en las preocupaciones del Estado, el gobierno invirtió sumas importantes en
la construcción de carreteras, en especial en las áreas de menor desarrollo, como la sierra sur, a
fin de incorporar la política y económicamente al eje capitalista costeño.
Al termino del mandato que se había señalado Benavides, la tensión internacional, por un lado,
y la que se desarrollaba internamente en las fuerzas armadas, puesta de manifiesto en la
sublevación del ministro de Gobierno y Policía, Correos y Telégrafos, general Manuel
Rodríguez. favorecían el traspaso "democrático" de la presidencia a la clase propietaria.
Nuevamente, esta se presentó dividida: José Quesada representante de los exportadores
latifundistas contaba con el apoyo del sector de la oficialidad más propenso a mantener la
política represiva, y Manuel Prado que con su hermano tres años atrás, representaba el sector
burgués de la clase y contaba con el apoyo de Benavides. En la medida en que Prado constituía
el vocero de la "burguesía nacional progresista", tanto el APRA como el Partido Comunista le
otorgaron su apoyo tácito asegurándole el triunfo electoral. Así, Manuel Prado asumió la
Presidencia en el periodo 1939-1945, coincidiendo con el desarrollo de la segunda guerra
mundial.
La situación internacional de entonces, caracterizada por el avance del nazifascismo y el
proceso de la segunda guerra mundial, hizo que Haya de la Torre, así coma otros miembros de
la dirección del APRA atacaran el peligro fascista en América y solicitaran a las democracias
occidentales su rechazo a las dictaduras latinoamericanas y su apoyo a los movimientos que
respaldaran la política de "buen vecino", declarada por Roosevelt en 1933 (Haya de la Torre,
1942; Seoane, 1940; Sánchez, 1943). A partir de esta declaración de intenciones, Haya estimaba
que Estados Unidos parecía estar dispuesto a abandonar la política del speak softly and carry a
big stick (hablar suavemente y llevar un gran garrote), favoreciendo el desarrollo de la soberanía
nacional de los países Latinoamericanos y estableciendo con ellos una relación armónica. Es
decir, el APRA postulaba una cooperación del norte y sur del continente a fin de desarrollar un
"interamericanismo democrático sin imperio". Esta fórmula se dirigía a establecer un "nuevo
orden internacional ", basado en una relación más equitativa y de apoyo mutuo entre
Indoamericana y los Estados Unidos. Haya, para quien la política de Roosevelt era "el paso más
extraordinario que haya dado un gobernante de los Estados Unidos en favor de las relaciones
interamericanas" (Haya, 1942: 134). propuso en 1941 un "Plan de Afirmación de la Democracia
en las Américas" como complemento necesario para asegurar la permanencia de dicha política.
El APRA buscaba generar nuevos cambios, es decir, una nueva transición donde tenían de
prioridad asentar la democracia. Querían evitar años de persecuciones y asegurar su ascenso,
por ello se veían condicionados a satisfacer las exigencias populares, de lo contrario, las masas
abandonarían el partido.
Pero estas exigencias creaban una situación imposible de resolver políticamente, entre estas
destacó el conflicto entre liberales y revolucionarios.
El APRA moderó su oposición hacia el capitalismo y la burguesía para posibilitar el diálogo
Haya dio un discurso frente a un reducto oligárquico donde los invitó a unir esfuerzos y olvidar
el odio que dividía al Perú, apoyo al APRA diciendo: ¨no venía a quitar la riqueza a quien la
tiene, sino a crearla para quien no la tiene¨.
El APRA durante 3 años no propuso ninguna medida que cambie por completo la estructura
social y política del país, a fin de no romper su existencia legal.
Durante este periodo la clase baja buscaba mejorar sus salarios y recuperar sus tierras. La
mejora de precios de productos agropecuarios incentivo a los hacendados el querer aumentar su
producción, para lo cual persiguieron a los pequeños propietarios para intensificar su mano de
obra y así intensificar la taza de ganancia.
La modernización y concentración de las haciendas ganaderas en la sierra central provoco una
reacción similar cuando estas desalojaron a los ¨huachilleros¨. Esta acción provoco que
aumenten los conflictos entre comunidades y haciendas, las migraciones campesinas también
alimentaron conflictos que se desarrollaban contra las haciendas.
El APRA fiel a su entendimiento democrático desestimó alguna medida que guiara a la
movilización campesina ya que atacaba contra practicas liberales. En el mismo sentido el
partido no propuso la modificación de la Ley Democrática que otorgaba el derecho de
ciudadanía a los varones alfabetos.
Frente al capital imperialista no intento renovar las bases legales de su existencia en el país. A
lo contrario, apoyó la propuesta para otorgar una nueva concesión petrolera.
Simultáneamente a esta tentativa de apaciguamiento político, la presión popular contradecía las
ofertas de la jerarquía partidaria. Esta presión se desato a través de la constitución de
organizaciones sindicales. Entre ellos se destacaban por primera vez, 42 sindicatos, figuraban
los azucareros; 38 sindicatos mineros, 78 organizaciones de obreros y 34 asociaciones
conformados por los empleados del comercio, la banca y seguros.
Los empleados por el sector de exportación lograron aglutinarse desatando huelgas a fin de
obtener aumentos salariales y mejores condiciones de trabajo. Gracias a eta acción, entre 1945 y
1947, los diversos sectores aumentaron sus ingresos. Es decir que el aumento salarial tuvo
especial incidencia en sectores populares e industriales, no en la minería y la agricultura donde
se concentraban los extranjeros y la burguesía agraria. Paralelamente bajo el patrocinio aprista,
el gobierno inicio una política de subsidio a los productos alimenticios básicos.
Así en vez de propiciar medidas que modificaran la estructura de la sociedad peruana, el APRA
inauguro la incorporación parcial de segmentos de la población. Con el objeto de asegurarse el
respaldo urbano favoreció la distribución de beneficios. No solo propicio el incremento salarial,
sino también la expansión del gasto del empleo burocrático. Esto permitió al partido una
identificación con la población popular urbana, y así el APRA se empezó a llamar el Partido del
Pueblo.
A fin de asegurar la lealtad de la oficialidad, el partido otorgo promociones ¨políticas¨ a
simpatizantes y también a los que necesitaban neutralizar.
Estas medidas permitieron al Partido penetrar en la administración pública, cuya
responsabilidad era hacia el partido y su jefe. Esta infiltración se difundió. De allí el APRA fue
acusado de ¨hegemónico¨. Se podría decir que el APRA se constituyó en un poder paralelo al
del gobierno.
El asistencialismo de masas se desarrollaba en un momento en que el valor de las exportaciones
descendía, debido a la reorganización comercial producida por la guerra y las importaciones. El
rápido incremento en los precios de las importaciones, justamente con los aumentos salariales y
el mayor gasto público, dieron lugar a que el costo subiera en un 60%.
A su vez, la crisis de balanza comercial agotó las reservas fiscales, con el gobierno de
Bustamante apareció un control que significaba la entrega obligatoria al Banco Central de las
divisas proveniente de las exportaciones. Así mismo, dicho control implicaba la venta de divisas
a los importadores, pero en 1948 la oposición de exportadores antes de que el gobierno cayera
fue intensa ante un golpe miliar. Bustamante dispuso la libre disposición de las divisas en
beneficio de los exportadores, en varios casos los grandes propietarios se negaron a acatarla.
Mientras la masa popular se agrupó e hicieron del diario La Prensa su vocero oficial, la
burguesía busco crear una opinión pública, particularmente en sectores medios urbanos,
inquietos por la lucha de clases, los medios tradicionales y la ruptura de sus medios
tradicionales y de su estilo de vida. La Prensa era un medio de enfrentar el APRA y el gobierno,
culpable de permitir los ¨desmantes¨ populares que atentaban contra el ¨principio de autoridad¨.
El Liberalismo de La Prensa era un argumento que se repetía de la clase dominante.
El asesinato de él director de La Prensa sirvió para que la Alianza Nacional atacara al ejecutivo.
Esta acción produjo, a su vez, la intensificación de las presiones populares apristas.
A su vez los sectores más radicales del Partido aprista organizaron un movimiento
revolucionario. Este debía terminar con todas las limitaciones legales impuestas por las clases,
llevándolo a practicar las tesis que Haya planteara en los años treinta.
La ambigüedad de la jefatura aprista determinó que el movimiento revolucionario se iniciara
con un levantamiento de la marinera, sin la coordinación de los miles de militares apristas que
esperaban la orden para poder entrar en acción. desbaratándose trágicamente la oportunidad de
llevar a cabo una transformación revolucionaria del país.
Es así como se hizo evidente la problemática planteada en los años treinta. La clase dominante
no podía negociar con las clases populares. Por su parte el Estado se mostró incapaz de arbitrar
los conflictos entre las clases sociales, al no contar con los recursos fiscales legales necesarios
que debía aportar la clase dominante.
A raíz de este fallido levantamiento, el gobierno puso al partido aprista fuera de la ley e inició la
persecución de sus dirigentes.
A partir de estas circunstancias se inició en el Perú un nuevo proceso de desarrollo del
capitalismo, impulsado por las inversiones extranjeras que, tal como las primeras décadas del
siglo XX promovieron una reestructuración de la sociedad y la constitución de nuevos intereses
sociales y políticos que se erigieron contra el régimen oligárquico-dependiente determinando la
agonía del sistema de dominación.

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