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Unidad

1
Curso de autoaprendizaje:

Agroecología:
Transición hacia sistemas
alimentarios sostenibles
Marco Conceptual y Contexto
de la Agroecología
Núcleo de Capacitación
en Políticas Públicas Unidad 1

Índice

Marco Conceptual y Contexto de la Agroecología


Objetivo de la unidad 03
Autores 03
Introducción 03
Sistemas alimentarios actuales, impacto socio-ambiental, crisis de sustentabilidad
y emergencia de la agroecología 05
Surgimiento, transformación y crisis de sustentabilidad de los sistemas
agroalimentarios industriales-corporativos 05
Búsqueda de soluciones y la emergencia de la propuesta científica, técnica y
ético-valórica y política de la agroecología 10
Enfoque alimentario de la agroecología y sustentabilidad alimentaria 12
Dimensiones y principios fundamentales de la Agroecología 14
La Agricultura Sustentable: Un desafío complejo 16
Del derecho a la alimentación y el derecho de las personas agricultoras,
a la Agroecología 23
Implicaciones para los estados/gobiernos 24
Referencias 30

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Objetivo de la unidad:

Marco Conceptual y Contexto de la Agroecología


Entender el contexto y las motivaciones por las que surge la agroecología, su base y principios teórico-
conceptuales y prácticos, así como el marco institucional en el cual se desarrolla actualmente.

Autores:

• René Montalba (Universidad de La Frontera, Chile)


• Santiago Sarandón (Universidad Nacional de La Plata, Argentina)
• Inés Gazzano (Universidad de la República del Uruguay)
• Johanna Jacobi y Stephan Rist (Universidad de Berna, Suiza)

Introducción

En esta primera unidad del curso se busca que las y los estudiantes contextualicen y dimensionen la
importancia del desarrollo de la agricultura y de los sistemas agroalimentarios1 y su relevancia para
el ser humano como posibilitadora de la formación de civilización. En esa misma línea se busca que
comprendan el valor de una tradición y conocimiento agrícola y pecuaria pre industrial, el cual cuenta
con al menos 10.000 años de desarrollo.
Se espera que incorporen elementos y reflexionen sobre el contexto y motivaciones en el cual se
generan las bases para la transformación de los sistemas alimentarios mediante la cientificación y
modernización, así como el surgimiento y globalización de un nuevo modelo que en un breve plazo se
constituyó como el modelo hegemónico del planeta.
Confiamos en que los participantes del curso puedan reconocer los múltiples
efectos e impactos ambientales, socioculturales, alimentarios y económicos
de la mundialización de la agricultura y sistemas alimentarios, como de las
problemáticas que han llevado a su crisis de sustentabilidad, pérdida de
resiliencia2 y desarticulación de la estructura de gobernanza local de los sistemas
alimentarios.
En base a lo anterior, se mostrará la relación de este proceso con lo que
podríamos denominar como el “descubrimiento académico” de la agroecología y
su surgimiento tanto en su dimensión científica y técnica como de movimiento social-
alimentario, presentándose también los principios teóricos-prácticos y perspectiva
ético-valórica que son propuestos desde la agroecología para el desarrollo y expansión

1. Un sistema agroalimentario es un conjunto de actividades que concurren a la


producción y a la distribución de los productos agroalimentarios y, en consecuencia, al
cumplimiento de la función de la alimentación humana en una sociedad determinada.
2. La FAO define la resiliencia como ‘la capacidad de prevenir desastres y crisis,
así como de preverlos, amortiguarlos, tenerlos en cuenta o recuperarse de
ellos a tiempo y de forma eficiente y sostenible, incluida la protección, el
restablecimiento y la mejora de los sistemas de vida frente a las amenazas
que afectan a la agricultura, la nutrición, la seguridad alimentaria y la
inocuidad de los alimentos’.
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de sistemas alimentarios sustentables, resilientes y con estructuras de gobernanza local3 y democrática.


Del mismo modo se espera mostrar los vínculos y aportes de la Agroecología con importantes iniciativas

Marco Conceptual y Contexto de la Agroecología


y acuerdos internacionales de los últimos tiempos como son los Objetivos de Desarrollo Sustentable
(ODS), el derecho humano a la alimentación, derechos de las personas agricultoras y derechos de la
mujer. Además, también bosquejamos algunas líneas para el futuro, enfatizando en una agroecología
critica, es decir una agroecología que toma en cuenta, que más allá de producir, circular y consumir
alimentos sanos y nutritivos, se requiere considerar que la forma de producir, procesar, distribuir y
consumir alimentos tiene que darse en un medio libre de imposiciones por parte de actores poderosos.
Al finalizar esta unidad se espera que puedan responder las siguientes preguntas:
• ¿Qué se entiende como crisis socio-ambiental y cuál es su relación con el sistema alimentario
de corte agroindustrial y el modelo de mercado y desarrollo dominante?
• ¿Cuáles son los principales problemas derivados de los sistemas dominantes de producción,
distribución y consumo de alimentos?
• ¿Cuáles han sido las implicancias alimentarias del modelo dominante y que se entiende por
“sustentabilidad alimentaria”?
• ¿Por qué el modelo dominante no es compatible con un concepto integral de “sostenibilidad
alimentaria”?
• ¿Qué se entiende como agroecología y cómo se conecta su surgimiento con la crisis del y las
alternativas del sistema alimentario dominante?
• ¿Cuáles son las dimensiones de análisis-acción y los principios retos que desde la agroecología
se consideran necesarios para el desarrollo de sistemas alimentarios sustentables y resilientes?
• ¿Cuáles son los principios fundamentales epistemológicos, ontológicos, éticos y prácticos sobre
los cuales la agroecología basa su acción respecto de las distintas dimensiones consideradas?
• ¿Qué son y cómo se vincula la perspectiva y principios agroecológicos con los Objetivos de
Desarrollo Sostenible, el derecho humano de alimentación y la declaración de derechos de las
personas agricultoras?

3. La gobernanza local trata del poder y de la autoridad y de cómo una región, municipalidad o comunidad
cualquiera gestiona sus asuntos; por tanto, incluye a los ciudadanos, las instituciones y las relaciones de
estas con el estado a nivel regional, municipal y comunitario (Comisión Europea, 2008).
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Sistemas alimentarios actuales, impacto socio-ambiental, crisis de


sustentabilidad y emergencia de la agroecología

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Surgimiento, transformación y crisis de sustentabilidad de los sistemas
agroalimentarios industriales-corporativos

El desarrollo de la agricultura se remonta hace aproximadamente


10.00 años, constituyendo la principal innovación tecnológica-
cultural que permitió que el ser humano se haga sedentario
y, en definitiva, tenga la posibilidad de crear civilización.
Hoy se reconocen cuatro centros principales de origen de la
agricultura (Creciente fértil del Mediterráneo, Mesoamérica,
China y Papúa Nueva Guinea) y se discute respecto de otros
seis. A partir de estos centros de origen se habría transferido y
transmitido la agricultura, siendo adaptada y adoptada en gran
parte del globo.
Tanto el desarrollo como la expansión de la agricultura se
consideran como el producto de un proceso de co-evolución,
o evolución conjunta, entre los seres humanos y la naturaleza,
proceso mediante el cual se domesticaron más de 600
especies de animales y vegetales, las cuales con el tiempo
pasaron a constituirse en la base de los sistemas alimentarios
de gran parte de la humanidad (Diamond, 1998; Norgaard y
Sikor, 1999).
En la medida que diversos grupos humanos adaptaban y adoptaban la agricultura, debieron
adaptar tanto las especies domesticadas como las prácticas de manejo en función a sus condiciones
bioecológicas específicas (clima, suelo, etc.) y a sus requerimientos culturalmente determinados, lo
cual también influenció la diferenciación de diversos grupos culturales, aparición de lenguajes y formas
de conocimiento (Pretty et al., 2008).

¿Sostenibilidad o sustentabilidad?
Si bien según la R.A.E. las ideas se sustentan y los procesos se sostienen, por tanto lo correcto desde esta
perspectiva sería hablar de sostenibilidad, en el debate técnico científico y cotidiano en los distintos
países de lengua hispana suele hablarse de “sustentabilidad” y “sostenibilidad” para referirse por un
lado a procesos o sistemas que por distintas vías mantienen en el tiempo su productividad, identidad o
función; y por otro a la perspectiva compleja emanada desde el informe de la CMMD (1987), desde la
cual se plantea la integración de elementos y criterios económico-productivos, ecológico-ambientales
y sociales-culturales, desde una perspectiva de justicia intergeneracional. Si bien desde contextos
locales y nacionales hay consenso en que sustentabilidad correspondería a la primera situación y
sostenibilidad a la perspectiva más compleja, lo cierto es que esto cambia de país en país e inclusive de
acuerdo a las comunidades científicas o técnicas. De esta forma, tanto si se habla de “sostenibilidad”
como de “sustentabilidad”, en lengua castellana se requiere de una aclaración respecto del concepto
en cuestión.
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En estos documentos, generados por científicos de distintas nacionalidades y áreas del conocimiento,
utilizaremos tanto “sostenibilidad” como “sustentabilidad”, referido a la perspectiva compleja vinculada
a la CMMD (1987).

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Producto de la interacción entre una gran diversidad de grupos humanos con contextos bioecológicos y
formas productivas tremendamente diversas, se desarrolló una gran diversidad de formas de practicar
agricultura y una gran cantidad y diversidad de especies (animales y vegetales) utilizadas, y dentro de
éstas, una multiplicidad de variedades, ecotipos4 o razas de especies domesticadas, a la vez de un
sinnúmero de prácticas, técnicas y sistemas de cultivo y de conocimiento.
Del mismo modo, fueron desarrolladas distintas formas de almacenamiento-conservación, distribución
y formas de preparación y consumo de estos alimentos de origen agropecuario. Si consideramos a
la producción, conservación, distribución y consumo de alimentos como sub sistemas de un sistema
agroalimentario, podemos considerar también que una característica de los sistemas agroalimentarios
pre industriales habría sido su gran diversidad.
Habitualmente se considera que la principal motivación de este proceso lo constituye la necesidad de
alimentar una población humana que crece exponencialmente y evitar o reducir la grave pandemia
del hambre prevista, pero el análisis histórico y geográfico nos indica que el origen de este proceso se
circunscribiría a la revolución industrial europea, donde el estímulo para que la agricultura adoptase
los patrones productivos de la industria se vincularía principalmente a la necesidad de incrementar la
eficiencia del uso de la tierra (producción por superficie) y la eficiencia en el uso de la mano de obra
(mecanización), para que una industria floreciente y en rápida expansión pudiera contar con la mano
de obra requerida a un costo adecuado, ya que hasta entonces más de un 90% de la población habitaba
en los campos y se vinculaba a la producción de alimentos.

En los distintos territorios y a lo largo de la historia, puede considerarse que los sistemas de
producción agropecuaria, como los distintos sistemas alimentarios, han sido sometidos a
distintas influencias y variados procesos de transformación, así como también han seguido
distintas tendencias de incremento o pérdida de agrodiversidad1 y diversidad sociocultural,
presentando por tanto distintos niveles de estabilidad, resiliencia, autonomía o sustentabilidad
(sostenibilidad). No obstante, a partir del primer tercio del Siglo XIX comienza a generarse un
proceso de transformación global sin precedentes desde el origen mismo de la agricultura y
de los sistemas agroalimentarios por medio de un proceso global de “modernización social” y
“modernización productiva“ (Guzmán et al., 2000).
1. En su sentido más amplio comprende, no solo los recursos genéticos de especies cultivadas y/o cultivables, sino
también toda aquella diversidad biológica necesaria para sostener funciones claves del agroecosistema, conservar
su estructura y procesos, contribuir a generar bienes y servicios a la producción (bienes y servicios ecosistémicos),
para asegurar la alimentación y permitir el desarrollo agropecuario sostenible.

A partir de esta motivación, gobiernos de países industrializados estimularon y promovieron desarrollos


científico-tecnológicos funcionales a este requerimiento, desarrollándose entre 1850 y 1930 las bases
de una nueva forma de realizar agricultura que sería llamada “Agricultura Moderna” o “Agricultura
Industrializada”.

Dentro de estas bases encontramos (Andreu, 1988):


• El desarrollo del concepto de fertilización por medio de la agregación al suelo de productos

4. Se refiere a una población dentro de una raza que está genéticamente adaptada a un hábitat específico.
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químicos solubles en agua.


• El desarrollo de productos fertilizantes ad hoc.

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• La selección genética y mejoramiento productivo del trigo como de otros cultivos alimenticios
por medio de la participación de grupos y empresas especializadas y con metas de mejoramiento
funcionales al modelo en desarrollo.

Esto permitió que se incrementara la producción por superficie y la respuesta en rendimiento


a niveles crecientes de fertilización soluble, resultando ser las nuevas semillas el catalizador
que permitió la adopción por parte de la agricultura de los patrones y lógicas productivas de
la industria (mecanización, economía de escala, estandarización). El desarrollo de posteriores
avances tecnológicos en control de ambiente (eg., riego y fertilización), junto a la mecanización
y desarrollo de pesticidas generados luego de la II Guerra mundial, permitió que el modelo se
perfeccionase y expandiese en los países industrializados (Grigg, 1982; Chrispeels et al., 1994;
Toledo et al., 1992; Andreu, 1998).

La expansión a países no industrializados y zonas del planeta distinta a las latitudes con climas
templados (como las zonas en los cuales estos modelos se desarrollaron) se encontraba limitada
por los requerimientos de capital para su implementación, pero principalmente por el hecho de que
las variedades de alto rendimiento, que catalizaban el modelo, solo estaban adaptadas a los climas
templados y gran parte de los países no industrializados presentaban condiciones tropicales o sub
tropicales.

El posicionamiento de La popularización de Las necesidades de Impulsaron la


ideas que planteaban la ideas altruistas respecto expansión de la industria
El contexto político e expansión de la
superioridad de unas del fin del hambre en el que acompañaba el
ideológico polarizado de agricultura
economías y sociedades mundo y requerimiento nuevo modelo agrícola
la post guerra moderna hacia
(desarrolladas) con de una mayor producción (petróleo, fertilizantes,
respecto a otras (sub de alimentos pesticidas, semillas, etc.) zonas “menos
desarrolladas) (Escobar, 1995) (Ross, 1998) favorecidas”

Parte importante de este proceso de expansión lo constituyeron la organización de misiones científicas


que buscaban la transferencia de los modelos agrícolas modernos, dentro de las cuales la más famosa
es la liderada por el Dr. Norman Borlaug, financiada por la Fundación Rockefeller y abalada por el
gobierno de México (décadas de 1940 y 1950).
Mediante esta misión se logró desarrollar variedades de trigo y maíz adaptadas a las condiciones de
México y que permitían la obtención de altos rendimientos, alta calidad industrial y resistencia a roya
(enfermedad fungosa de muy alta incidencia y niveles de daño en sistemas trigueros, muy asociado a
los niveles de fertilización nitrogenada) (Chrispeels et al., 1994; RAFI, 1987).
Estas variedades de altos rendimientos y el paquete tecnológico asociado fueron rápidamente
adoptados por las principales zonas productoras de trigo y maíz del planeta, incrementando en forma
muy notoria y significativa su productividad. Estos grandes logros llevaron a que se fundara en 1966
en México el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) e inspirados en éste se
fundaron símiles para el arroz en Filipinas (IRRI) y para la papa en Perú (CIP), que junto a otros Centros
Internacionales de Investigación pasaron a constituir el “Grupo Consultivo para la Investigación Agrícola
Internacional” (CGIAR) fundado en 1971. El objetivo principal de CGIAR fue justamente el desarrollar
variedades de alta producción de los distintos cultivos alimenticios y ajustar el paquete tecnológico
de alto uso de insumos, tecnologías de modificación de ambiente y mecanización. El gran incremento
logrado en los niveles de productividad de estos cultivos llevó a que muchos países fundaran símiles
nacionales de estos centros, los cuáles se han encargado de la adaptación y expansión de estos modelos
productivos modernos a escalas nacionales y locales, siendo considerados tanto la modernización de
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la agricultura como el incremento de los niveles de rendimiento de los cultivos como condiciones
necesarias para la mejora en la calidad de vida de los/as agricultores/as y el desarrollo económico
de las naciones. Avalados por el innegable incremento de rendimientos y muchas veces financiados

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por organismos nacionales e internacionales de desarrollo, gran parte de las personas agricultoras
adoptaron las nuevas semillas de altos rendimientos y el paquete tecnológico que las acompañaba,
lo cual en gran parte de las situaciones implicó también un cambio desde la utilización de prácticas
y conocimientos propios a insumos, conocimientos y tecnologías importadas y económicamente
costosas (Altieri et al., 1999; Guzmán et al., 2000).
A nivel global, el proceso de “modernización” agraria ha llevado a se produjera una drástica
homogenización de los modelos de producción y distribución de alimentos, lo cual a su vez ha
modificado profundamente la cantidad y tipo de alimentos y sus modos de consumo.
De esta forma, pese a que el ser humano domesticó más de 600 especies alimenticias, sólo cuatro
especies animales y diez especies de plantas representan más del 80% de la alimentación humana,
siendo a su vez sistemáticamente transformados (selección y modificación genética) en función de
modelos productivos basados en técnicas y sistemas estandarizados altamente dependientes de
insumos y energía externa.

Producto de esta homogenización, los últimos 80 años se ha perdido más del 80% de la
diversidad cultivada y gran parte del conocimiento agrícola que tomo a los/as agricultores/as
más de 10.000 años en desarrollar. Paralelamente, se ha concentrado cada vez más la propiedad
de las tierras cultivables y monopolizadas las vías y canales de distribución de alimentos,
reduciéndose el control local respecto del tipo de alimentos producidos y sus formas de
distribución y consumo, siendo esto considerado como una pérdida de autonomía y de soberanía
alimentaria1 de los pueblos.
1. Uno de los principales aportes de los movimientos indígenas recientes es el concepto de autonomía, relacionado
con la capacidad de reproducir la cultura en un territorio heredado y manejado colectivamente. En el debate por
los derechos alimentarios de los pueblos indígenas, la autonomía se explica por la capacidad de los productores
de decidir los sistemas de producción (comercial o de autoconsumo), el tipo de insumos (químicos u orgánicos) y
el tipo de semillas utilizadas (nativas, híbridas comerciales o transgénicas). La autonomía de los pueblos indígenas
para decidir sus procesos de producción se acerca al concepto de soberanía alimentaria. El concepto de soberanía
alimentaria es, por tanto, una manera de ejercer la autonomía indígena en el marco del derecho a la alimentación
(Gómez, 2010).

Estrechamente ligados a los procesos de transformación de los sistemas agroalimentarios encontramos


procesos de degradación de la base de recursos fundamentales para la agricultura (suelo, agua,
biodiversidad) y la afectación negativa de los ecosistemas y de las funciones ecosistémicas que
permiten el soporte de la vida en el planeta (regulación del clima, biodiversidad, ciclo de agua, etc.).
Ya desde los años ´60, Rachel Carson advertía con su “Primavera Silenciosa” de los efectos de los

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pesticidas en la fauna silvestre y con posterioridad múltiples


estudios evidenciaban los impactos perjudiciales en el suelo,
agua, biodiversidad, agrobiodiversidad, economías y sociedades

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agrícolas locales, así como en el bienestar y salud humana.
El peso de las evidencias, su debate y socialización en múltiples
conferencias e informes científicos internacionales (Informes del
club de Roma, Conferencia de la ONU Estocolmo 1972, Informe
Global 2000” Informe Brundtland 1988, entre varios otros) llevó a que desde finales de los años ´80 ya
fuera prácticamente un hecho consensuado el que el modelo dominante de “Agricultura Moderna”
presentaba serios problemas tanto a nivel ambiental como económico y social, lo cuan los convertía en
un modo no viable en el mediano y largo plazo para alimentar a creciente población mundial.

Actualmente, son cada vez más las voces que alertan sobre los
impactos de la transformación de los sistemas agroalimentarios
en la salud de las poblaciones involucradas, tanto por efectos
colaterales de este proceso (contaminación, intoxicación, efectos
crónicos y/acumulativos) como por las transformación de los
alimentos frescos y procesados producidos bajo estos modelos
(altos niveles de biosidas, baja en compuestos promotores de la
salud, altos niveles de sustancias perjudiciales como el gluten, los
azúcares simples, etc).
De esta forma, lo que realmente está en cuestionamiento respecto
de los sistemas alimentarios son los niveles de sostenibilidad
(económica-ambiental y socioculturalmente determinada), sus
niveles de vulnerabilidad y su capacidad de respuesta ante los retos que ofrecen los procesos de cambios
globales como el cambio climático, y su capacidad de seguir proveyendo de alimentos adecuados e
inocuos a las poblaciones humanas crecientes con un planeta con sus recursos degradados.
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Búsqueda de soluciones y la emergencia de la propuesta científica, técnica y


ético-valórica y política de la agroecología

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Dentro de esta encrucijada de los sistemas alimentarios contemporáneos se han planteado diversas
alternativas para su solución:
Por una parte, podemos agrupar aquellas que consideran a los actuales modelos muy exitosos,
pero con problemas e ineficiencias que pueden ser superadas mediante el desarrollo de tecnologías
ambientalmente más amigables y que genere alimentos inocuos.
Por otra, aquellas corrientes que consideran que el problema principal se encuentra en las lógicas y las
bases ideológicas y éticas desde la cual se condujo la transformación productiva y alimentaria, y que por
tanto su transición hacia paradigmas sustentables y resilientes requieren no solamente de un cambio
tecnológico-productivo sino que también de la democratización y pluralización del conocimiento y el
replanteamiento de los actuales sistemas alimentarios y de su gobernanza.

Claramente la agroecología se posiciona dentro y orquestando la segunda corriente.

Desde la academia se define la Agroecología como: Una perspectiva teórico-metodológica


pluralista y ciencia pluriepistemológica (que se origina desde y reconoce como válidas diversas
formas de generación de conocimiento), que coordina y orquesta los aportes de diversas
disciplinas científicas críticas y formas de conocimiento tradicional con la finalidad de desarrollar
y promover sistemas alimentarios sustentables, resilientes y con gobernanza con base local
(Altieri et al., 1999; Guzmán et al., 2000; Gliessman, 2016).

Con la validación exclusiva del conocimiento generado desde la ciencia positiva (convencional), en el
proceso de modernización agraria se cortó con la tradición agrícola y se invalidaron los conocimientos
y prácticas tradicionales (pre industriales).
A contracorriente de esta tendencia de la ciencia, la agroecología surge desde la indagación en los
sistemas y el conocimiento agrícola tradicional de los distintos pueblos y culturas humanas realizadas
desde los años 60.
Es a partir de los estudios conducidos generados desde variadas disciplinas, críticas al modelo
dominante, que la agroecología encuentra sus principios fundamentales. Luego son incorporados los
desarrollos teóricos y metodológicos de la ecología como ciencia de integración, de los estudios críticos
del desarrollo rural de los años 80, y los planteamientos del movimiento ambientalista de esta misma
década (Guzmán et al., 2000).
Posteriormente, se incorporan también cuestionamientos desde la ecología política, la economía
feminista y los ecofeminismos5, entre otras nuevas aportaciones. De esta forma, a diferencia de las
ciencias convencionales que se plantean dentro de un supuesto de objetividad y exclusión de valores,
la agroecología reivindica valores y un planteamiento ético tanto de la agricultura como de los sistemas

5. El ecofeminismo es una filosofía y una práctica feminista que parte de la constatación de que la mujeres y
la naturaleza son igualmente minusvaloradas en el contexto occidental, y de la convicción de que nuestro
sistema ‘se constituyó, se ha constituido y se mantiene por medio de la subordinación de las mujeres,
de la colonización de los pueblos ‘extranjeros’ y de sus tierras, y de la naturaleza’ (Shiva, V. y Mies, M.,
Ecofeminismo, Icaria, Barcelona 1997 in Ecofeminismo,una propuesta para repensar el presente y construir
el futuro Marta Pascual Rodríguez y Yayo Herrero López Ecologistas en Acción).
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alimentarios. Este posicionamiento no invalida a la agroecología ni al conocimiento que genera, sino que
lo dota de un marco contextual, un planteamiento ético y una finalidad. Es justamente esta perspectiva
crítica sobre la conformación de los actuales sistemas alimentarios y su planteamiento ético respecto

Marco Conceptual y Contexto de la Agroecología


de la búsqueda de soluciones, lo que ha llevado a que distintos grupos y movimientos sociales agrarios
y alimentarios adoptasen sus principios y la incluyeran como parte de sus reivindicaciones.
En la actualidad se considera a la agroecología en tres dimensiones o esferas que interaccionan y
retroalimentan unas a otras:
1. Una ciencia crítica plural y pluriepistemológica que busca la sustentabilidad de los sistemas
alimentarios
2. Una propuesta técnica de producción de alimentos que se basa en principios rectores heredados
de los sistemas tradicionales y aportaciones de corrientes científicas críticas
3. Un discurso sociopolítico y ecológico que respalda movimientos sociales contemporáneos que
buscan la transformación del actual sistema agroalimentario
Esta constitución científica, técnica y social es una de las principales características y fortaleza de la
agroecología.
Aunque en esencia la agroecología se posiciona sobre la meta de la sustentabilidad agraria y el manejo
sustentable de sistemas agrarios, lo hace explicando las formas de degradación de los recursos y
generando sistemas de reposición de recursos y generación de productos alimenticios (Altieri et al.,
1999).
Ello supone introducirse en aquellas áreas de conocimiento que le permitan entender, analizar y
predecir los fenómenos sociales, económicos, políticos y culturales que generan tales formas de
degradación (Guzmán et al., 2000). En este sentido, la agroecología no es una disciplina nueva sino
un nuevo campo de estudio que, por su enfoque, requiere combinar y “orquestar” los hallazgos de
diferentes disciplinas (Alier y Jusmet, 2015).
Lo anterior no se refiere a la caída en reduccionismos ni de buscar una utópica unificación de la ciencia,
sino de aceptar un pluralismo metodológico (Norgaard y Sikor, 1999), donde los límites de los juicios
de autoridad de cualquier experto sean aceptados. En este sentido, el conocimiento práctico de las
poblaciones indígenas y campesinos es, a menudo, considerado igual o superior al conocimiento
experto (Altieri et al., 1999; Jacobi et al., 2018).
Esta es la propuesta de la agroecología, ya que como consecuencia de su trabajo a nivel local termina
por defender, junto al pluralismo metodológico6, un pluralismo epistemológico7 que resulta opuesto
del enfoque de las ciencias convencionales.

6. El monismo metodológico plantea la existencia de un método único (El Método Científico) desde el cual se
puede analizar y entender la realidad. Contrariamente, el pluralismo metodológico plantea que la realidad
es compleja y que por tanto su estudio y su análisis no puede realizarse solamente mediante una sola
metodología o perspectiva científica, siendo necesario recurrir a diferentes métodos/perspectivas para su
estudio.
7. Se refiere a la “existencia de diversas maneras legitimas de conocer el mundo” (Olivé, 2009). El pluralismo
epistemológico es una manera actual de nombrar una problemática que ha existido desde hace mucho
tiempo atrás, que es la existencia de diferentes maneras de conocer, de saber y de intervenir en el mundo y
que esos conocimientos tienen además un carácter legítimo.
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Enfoque alimentario de la agroecología y sustentabilidad alimentaria

Marco Conceptual y Contexto de la Agroecología


Las fallas de los sistemas alimentarios dominantes se hacen visibles cada vez con más claridad (Altieri y
Nicholls, 2020), por ejemplo, los efectos de la crisis financiera global de 2007/08, el cambio climático,
y la creciente demanda de alimentos y biocombustibles, llevaron a un fuerte aumento en los precios
mundiales de los alimentos, que desde entonces han permanecido en valores históricamente altos (De
Schutter, 2011). Según el anterior Relator Especial de la ONU sobre el derecho a la alimentación, Olivier
De Schutter (2014).
Esto demuestra que “los sistemas alimentarios que hemos heredado del siglo XX han fracasado.
Del mismo modo, la crisis global producto de la pandemia de COVID-19 ha puesto en entredicho tanto
la eficiencia, resiliencia y sustentabilidad de los sistemas alimentarios dominantes (Altieri y Nicholls,
2020) como de sus capacidades en torno a la seguridad alimentaria8, suficiencia alimentaria y suficiencia
nutricional. Un enfoque de sistemas alimentarios permitiría tomar en cuenta la complejidad de las
fallas socio-ecológicas, sin perder de vista que las mismas son expresiones (por cierto, muy variables
de un tiempo o espacio a otro) de la vigencia del paradigma productivista (Garnett et al., 2013; Wilson
y Burton, 2015; Constance y Moseley, 2018).
El aumento de la productividad del sistema alimentario parece ser la respuesta más inmediata. Sin
embargo, existe un consenso cada vez mayor en distintas esferas de la sociedad, como por ejemplo
en personas encargadas de formular políticas, o aquellas vinculadas a investigación científica como en
grupos de la sociedad civil, en cuanto a que el aumento de la producción de alimentos no bastará para
resolver la crisis alimentaria actual (IAASTD, 2008; De Schutter, 2011).
En un influyente artículo de la revista Science, Godfray et al. (2010) señalan que reducir el hambre y la
malnutrición, y alimentar a 9.000 millones de personas para 2050, requiere una reorientación de las
políticas alimentarias mundiales. Estas políticas deben estar en consonancia con las ciencias sociales y
naturales relacionadas con los sistemas alimentarios, y deben ir más allá de la mera maximización de
la productividad mundial de los alimentos. Más bien, el objetivo debe ser optimizar las interacciones
complejas entre la producción de alimentos, los impactos ambientales y la justicia social (Rist et al.,
2016).

En 2017, más de 800 millones de personas seguían padeciendo hambre y unos 2.500 millones de
personas carecían de los micronutrientes esenciales necesarios para llevar una vida sana y activa
(Prosekov y Ivanova, 2018). De acuerdo con estimaciones de FAO (2020), ALC tendrá un retroceso
de por lo menos 20 años en materia de seguridad alimentaria a causa del COVID-19.

La ciencia y las políticas ofrecen respuestas convergentes sobre cómo responder a este desafío. Las
comunidades científicas que se ocupan de un enfoque más amplio que la seguridad alimentaria
llegan a la conclusión de que para comprender mejor las interacciones complejas entre los diferentes
sistemas alimentarios y sus efectos sociales, económicos, políticos y ecológicos, y más tarde actuar
en consecuencia, es necesario considerar la seguridad alimentaria como parte de un concepto más
amplio: la sostenibilidad alimentaria (Aiking y De Boer, 2004; Koohafkan et al., 2012; Lang y Barling,
2012; Esnouf et al., 2013; Maye y Kirwan, 2013; Paillard et al., 2014).

8. Según la FAO, desde la Cumbre Mundial de la Alimentación (CMA) de 1996, la Seguridad Alimentaria
¨a nivel de individuo, hogar, nación y global, se consigue cuando todas las personas, en todo momento,
tienen acceso físico y económico a suficiente alimento, seguro y nutritivo, para satisfacer sus necesidades
alimenticias y sus preferencias, con el objeto de llevar una vida activa y sana”.
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En los debates actuales hay un acuerdo sobre la definición de sustentabilidad alimentaria, la que se
define como:

Marco Conceptual y Contexto de la Agroecología


Se refiere al tipo de desarrollo técnico y económico de sistemas alimentarios diversos, a
veces contradictorios o complementarios, y a las implicaciones que esto tiene para la equidad
intrageneracional e intergeneracional (reducción de la pobreza y la desigualdad), la sustentabilidad
y la resiliencia (COSUDE, 2009; Lawrence et al., 2011; Lang y Barling, 2012; Colonna et al., 2013).
En su informe final, el anterior principal asesor político de las Naciones Unidas sobre el derecho a la
alimentación apunta en la misma dirección, afirmando que los esfuerzos para mejorar la seguridad
alimentaria deben situarse en el contexto más amplio del derecho a la alimentación. Éste lo define
como:
Éste lo define como “el derecho de toda persona, sola o en comunidad con otras, a tener acceso
físico y económico en todo momento a alimentos suficientes, adecuados y culturalmente
aceptables, que se produzcan y consuman de manera sustentable, preservando el acceso a los
alimentos para las generaciones futuras” (De Schutter, 2014). De esto se desprende un concepto
de sustentabilidad alimentaria que señala que un sistema alimentario sería sustentable en
la medida que permite maximizar sus contribuciones a la seguridad alimentaria, al derecho
a la alimentación, a la reducción de la pobreza e inequidad, al incremento de su desempeño
ambiental y la promoción de su resiliencia socioecológica (Jacobi et al., 2018; Tribaldos et al.,
2018).
Por lo tanto, la sustentabilidad alimentaria no se trata sólo de preguntar si las personas tienen
suficientes alimentos en términos de disponibilidad, acceso y utilización adecuada, lo que representa
la definición “oficial” de seguridad alimentaria; también se trata de preguntar en qué condiciones se
producen y se distribuyen los alimentos hasta llegar al consumo. El enfoque de sistemas alimentarios
es adecuado en este contexto ya que implica considerar las condiciones en las que los alimentos se
producen, procesan, distribuyen y consumen (Colonna et al., 2013).

13
Núcleo de Capacitación
en Políticas Públicas Unidad 1

Dimensiones y principios fundamentales de la Agroecología

Marco Conceptual y Contexto de la Agroecología


La agricultura es una actividad esencial para los seres humanos. Tiene que ver con la producción
de alimentos, fibras, energía; la provisión de otros bienes y funciones ecológicas esenciales para la
humanidad y, en muchos países, con el aporte de importantes divisas. Esto la transforma en una de las
pocas actividades humanas que no puede suprimirse, sino que debe mantenerse en el tiempo. Desde
su aparición hace unos 10.000 años, sólo un instante en la historia de nuestra especie, la agricultura
se ha transformado en la principal actividad productora de alimentos. Sin embargo, no hay un solo
modelo o forma de hacer agricultura, sino varios.
El modelo de agricultura prevaleciente en el mundo se basa en la maximización de la producción
por unidad de superficie (y ganancias monetarias) mediante el uso de pocos genotipos (variedades,
híbridos) de alto potencial de rendimiento que requieren que se les brinde un ambiente (condiciones)
adecuado para expresarlo. Esta artificialización de los ecosistemas se logra mediante monocultivos
y el suministro de grandes cantidades de insumos: semillas mejoradas, agroquímicos (pesticidas y
fertilizantes), agua y energía (fósil).
La generación de tecnologías para la agricultura y la ganadería, bajo este paradigma productivista,
simplificador y cortoplacista, ha logrado una alta productividad (por unidad de superficie) y una
aparente “rentabilidad”, pero, es cada vez más claro que este modelo es ambientalmente inadecuado
y económicamente cuestionable y
socialmente inaceptable.
Por suerte, estos impactos ambientales
y sociales de la agricultura industrial
moderna no son una consecuencia
inevitable de la actividad en sí, sino
de un estilo o forma de entender la
agricultura, el desarrollo y la relación
de los seres humanos con la naturaleza.
Estamos frente a una crisis civilizatoria,
que algunos autores definen como
el Antropoceno. Por lo tanto, esto, el
modo en el cual estamos entendiendo
y haciendo agricultura, es lo que hay
que cambiar.

14
Núcleo de Capacitación
en Políticas Públicas Unidad 1

Hay un paradigma agotado y en crisis que puede resumirse en las siguientes características:
1. La visión del medio ambiente. La naturaleza, como un objeto externo al ser humano, inagotable

Marco Conceptual y Contexto de la Agroecología


y destinado a su satisfacción.
2. La visión cortoplacista y productivista con que se ha encarado la producción agrícola moderna.
El rendimiento de pocos cultivos como sinónimo indiscutido de “éxito”.
3. El triunfo de la filosofía de la Revolución Verde: el ambiente al servicio del genotipo o cultivar
(potencial de rendimiento).
4. La visión atomista y/o reduccionista del mundo y del método de adquirir los conocimientos. La
suma de las partes es lo mismo que el todo.
5. Confianza ilimitada en la tecnología (optimismo irracional).
6. Evaluación inadecuada del “éxito” económico de las actividades agropecuarias. El mercado
como mecanismo para valorar los bienes ambientales. “El precio no es sinónimo de valor” e
ignora costos ambientales y sociales.
7. Insuficiente conocimiento sobre el funcionamiento de los agroecosistemas. Se prioriza el
conocimiento de los componentes de un sistema, por sobre el de las interacciones entre ellos.
8. La deficiente formación de las personas profesionales y técnicas de las ciencias agrarias en
conceptos de la agricultura sustentable y el manejo de agroecosistemas.
9. Dificultad para percibir el impacto ambiental de ciertas prácticas agrícolas sobre el ambiente.
Falta de visión sistémica.
10. La Ética: un valor “difuso” en la formación de las personas profesionales y técnicas.
11. Desvalorización del conocimiento no científico (campesino): considera que solo existe el
conocimiento científico.
12. La “modernización” como un valor positivo en sí mismo (frente al “atraso”).
13. La ciencia es “neutra” y brinda certezas. Creencia en la superioridad de la ciencia: difusionismo
de tecnologías.
14. El conocimiento es general, no situado (lo local no es importante, poca participación del
agricultor/a).
15. El predominio de este paradigma en las instituciones de investigación, educación y extensión
–y en la mente de la mayoría de los investigadores– ha dado como resultado previsible este
modelo de agricultura: altamente productivo, pero insustentable y no accesible a todas las
personas que se dedican a la agricultura. No hay solución dentro de este paradigma.
16. La persistencia del paradigma de crecimiento económico, que implica priorizar cantidad en vez
de calidad, cortoplacismo (degradación de recursos no se toman en cuenta) y rendimientos de
grupos muy reducidos en vez de beneficios para la sociedad en los agroecosistemas.
17. La persistencia de la creencia que la población global crece de forma exponencial, mientras la
producción de alimentos crese de forma linear y por eso hay escasez de producción y tierra
(según Malthus, 1798), un argumento para justificar “paquetes tecnológicos” de semillas,
pesticidas y fertilizantes químicos. Es un doble error porque 1) ya se produce más que suficiente
para alimentar la población global y 2) la población global crece menos de lo que se pensaba y
está previsto una reducción a partir de la mitad del Siglo XXI.
Vollset et al., 2020

15
Núcleo de Capacitación
en Políticas Públicas Unidad 1

Es necesario un nuevo paradigma que permita compatibilizar la obtención de alimentos, abundantes,


nutritivos y sanos, y otros bienes y servicios para la humanidad, con el mantenimiento de la capacidad
productiva de los agroecosistemas y la integridad del ambiente (los bienes comunes) a nivel local,

Marco Conceptual y Contexto de la Agroecología


regional y global para las futuras generaciones.
Aquí es donde aparece la Agroecología como un nuevo campo de conocimientos, un enfoque, una
disciplina científica que reúne, sintetiza y aplica conocimientos de la agronomía, la ecología, la
sociología, la etnobotánica, y otras ciencias afines, con una óptica holística y sistémica y un fuerte
componente ético, para generar conocimientos y validar y aplicar estrategias adecuadas para diseñar,
manejar y evaluar agroecosistemas sustentables.

El enfoque agroecológico es adecuado para este desafío porque:


1. Valora y promueve el pensamiento y los sistemas complejos.
2. Propone objetivos a largo plazo.
3. Tiene un abordaje holístico y sistémico.
4. Admite que existen varios modos de hacer agricultura: ante múltiples realidades, múltiples
objetivos.
5. Entiende el uso heterogéneo y múltiple del territorio: no solo es para producir.
6. Considera que lo local es importante: valora el conocimiento local, situado y empírico de las
personas agricultoras.
7. Valora y promueve la inclusión del enfoque de género.
8. Valora el conocimiento académico-científico y los de otro tipo (pluriepistemológico).
9. Reconoce la necesidad de un abordaje interdisciplinario y transdisciplinario.
10. Considera a la ética como un valor trascendente y pertinente en la ciencia.
11. Acepta la incertidumbre como una realidad y trata de manejarla.
12. Reconoce el derecho de las personas y comunidades afectadas a participar en la toma de
decisiones.

La Agricultura Sustentable: Un desafío complejo

Es necesario desarrollar tanto una agricultura como ecosistemas agroalimentarios que sean
económicamente viables, socialmente justos, culturalmente aceptables, suficientemente productivos,
que conserven la base de bienes comunes y preserven la integridad del ambiente en el ámbito local,
regional y global. Una agricultura que sea durable, sustentable9.

Analizando esta definición:


Lo primero que se destaca es el concepto de mantener un flujo de bienes y servicios. Los sistemas
agropecuarios, los agroecosistemas, están compuestos por bienes comunes (recursos: suelo,
biodiversidad, energía, agua) que son manipulados por los seres humanos, dentro de un marco
sociocultural para la producción de ciertos bienes y servicios. Esta idea implica reconocer, por un lado,

9. Entendida como “aquella que mantiene en el tiempo un flujo de bienes y servicios que satisfagan las
necesidades alimenticias, socioeconómicas y culturales de la población, dentro de los límites biofísicos
que establece el correcto funcionamiento de los sistemas naturales (agroecosistemas) que lo soportan”
(Sarandón, 2009).
16
Núcleo de Capacitación
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que los ecosistemas agroalimentarios tienen una función integral: no sólo deben producir bienes (lo
tangible): cultivos, animales, huevos, leche, fibras, sino también, y simultáneamente, deben generar
procesos, “brindar servicios” (intangibles): hábitat para seres humanos y animales, funciones ecológicas

Marco Conceptual y Contexto de la Agroecología


(ciclado de nutrientes, regulación biótica, captura de carbono, control de la erosión, detoxificación del
ambiente), mantenimiento del paisaje, conservación de la biodiversidad de plantas y animales, entre
otros.
Es necesario incorporar la idea del uso múltiple del
territorio; la multifuncionalidad de la agricultura. Los
agroecosistemas no sólo deben producir, sirven para
mucho más que eso (Augstburger et al., 2018). Esto
implica un cambio importante en la concepción clásica
sobre los agroecosistemas como áreas dedicadas casi
exclusivamente a la producción de alimentos y fibras,
mientras que el “mundo natural” conserva la biodiversidad
y los otros atributos o funciones ecosistémicas (Sarandón,
2009). Además, es importante entender que los objetivos
no son universales y no son sólo económicos, sino
múltiples: alimenticios, sociales, culturales, éticos. Hay otros valores importantes, además del dinero,
para tener en cuenta que hacen a la satisfacción y felicidad de los seres humanos.
Es importante entender las limitantes del modelo económico neoliberal para valorar los bienes
comunes lo que pone en disputa la racionalidad económica versus la sustentabilidad ecológica (Flores
y Sarandón, 2003; 2008). Por otra parte, es importante entender que la satisfacción de las necesidades
o deseos está (o debería estar) restringida por los límites biofísicos de los sistemas naturales que la
soportan. Es decir, cada agroecosistema presenta características propias biológicas o ecológicas: suelos,
climas, biodiversidad, topografía, disponibilidad de agua, y culturales, nivel tecnológico, conocimientos,
objetivos, etc. que definen o determinan su potencial. Hay que comprenderlo y respetarlo. Sin embargo,
la idea de que existe un límite a la satisfacción de nuestras necesidades, como un deber ético con las
futuras generaciones es, tal vez, uno de los aspectos menos comprendidos y más difíciles de aceptar
de este concepto.

De este modo, para cumplir con la propuesta de sustentabilidad y satisfacer las necesidades
de las actuales y futuras generaciones, el manejo de los agroecosistemas debe buscar ser:

Se busca entonces un sistema (o más bien sistemas) que pueda(n) producir suficiente alimento para la
humanidad, satisfacer los requerimientos alimenticios y solventar el modo de vida del grupo humano
que realiza la labor productiva (agricultores/as y comunidades rurales). Como toda actividad económica,
debe ser económicamente viable, pero reconociendo que, además, hay aspectos socioculturales
importantísimos asociados a la satisfacción alimentaria de los distintos grupos humanos, los cuales
siempre deben ser considerados.

17
Núcleo de Capacitación
en Políticas Públicas Unidad 1

Por otra parte, es importante reconocer que la valoración económica debe ser hecha teniendo en cuenta
todos los costos, incluyendo los costos ocultos y a largo plazo. Claramente, la idea de solidaridad con
las futuras generaciones implica conservar la capacidad productiva del sistema y esto incluye mantener

Marco Conceptual y Contexto de la Agroecología


o mejorar los bienes comunes (agua, biodiversidad, suelo) así como preservar y restaurar el ambiente
a nivel local, regional o global. Finalmente, el modelo de agricultura debe ser social y culturalmente
aceptable, tanto para las familias agricultoras, de acuerdo con sus intereses, creencias y valores, como
para el resto de la sociedad.
La complejidad del desafío
La sustentabilidad es un concepto multidimensional y complejo porque incluye el cumplimiento
simultáneo de varios objetivos o dimensiones: Productivo, ecológico, temporal, económico y
sociocultural.
Estos objetivos son igualmente importantes, de cumplimiento simultáneo, y no son reemplazables los
unos con los otros.
Para lograr estos objetivos los sistemas agrícolas deben percibirse y manejarse como ecosistemas
complejos con múltiples interacciones entre los componentes del sistema, construidos y manejados
por los seres humanos dentro de un contexto sociocultural, localmente situado que evoluciona de
manera dinámica (Toledo, 1992). Por lo tanto, las propuestas son, muchas veces, válidas en el orden
local y para situaciones particulares. No hay recetas universales, pero sí existen principios generales
que pueden tenerse en cuenta para el diseño y manejo de los sistemas agroalimentarios.
Otro elemento que la Agroecología incorpora en su enfoque es la revaloración del conocimiento
campesino10.
Este conocimiento, como complemento imprescindible del conocimiento científico, universal y teórico
de la ciencia, constituye un aspecto central de la Agroecología en la promoción de diseños y formas de
manejo de los agroecosistemas que logren:

1. Una producción eficiente y rentable a largo plazo (considerando los costos y ecológicos) que
promueva la conservación de suelos, agua, energía y recursos biológicos (como la biodiversidad).
2. Una disminución del riesgo debido a fluctuaciones ambientales (bióticas y abióticas) o de
mercado. Lograr estabilidad y resiliencia en el tiempo.
3. Un uso o degradación de los recursos naturales renovables a un ritmo menor o igual a su tasa
de reposición.
4. Una emisión de residuos similar o menor a la capacidad de asimilación del ambiente.

10. Entendido como el conocimiento ambiental local, propio de los agricultores y las agricultoras, el cual, se
asume, es derivado de una variedad cultural que ha coevolucionado con las condiciones naturales, por lo
que es necesario darle presencia en el desarrollo técnico-científico (Altieri, 1991; Toledo, 1992).
18
Núcleo de Capacitación
en Políticas Públicas Unidad 1

5. Una eliminación o disminución del daño al ambiente, a otras especies, y/o a la salud de los/as
agricultores/as y los y las consumidoras.

Marco Conceptual y Contexto de la Agroecología


6. Un ajuste o adecuación de los sistemas de manejo a la productividad potencial y a las limitantes
físicas, económicas y socioculturales de los agroecosistemas.
7. Una menor dependencia del uso de insumos externos (combustibles fósiles, plaguicidas y
fertilizantes sintéticos, etc.) y un mayor aprovechamiento de recursos locales.
8. Un uso eficiente de la energía.
9. Un mayor aprovechamiento de procesos naturales en la producción agrícola (reciclaje de
materia orgánica y nutriente, fijación de nitrógeno, alelopatía y relación predador-presa).
10. Un aumento en la biodiversidad funcional de los sistemas productivos.
11. El desarrollo de tecnologías que sean cultural y socialmente aceptables.
12. Una contribución a la soberanía alimentaria local, ofreciendo a los hogares y al mercado
diversidad de productos sanos e inocuos.
13. El fortalecimiento de procesos sociales y económicos locales de asociación y cooperación.
Se entiende por diseño de los ecosistemas agroalimentarios a la distribución en el espacio y el tiempo
de los diversos componentes cultivados y silvestres que forman parte de los agroecosistemas. Una de
las claves de este manejo es lograr niveles adecuados de agrobiodiversidad, la cual es componente de
la biodiversidad y está conformada por la vegetación cultivada, la silvestre o espontánea y todos los
microorganismos y la fauna que esta sostiene y promueve.
Las relaciones ecológicas entre los componentes de la agrobiodiversidad constituyen un aspecto
central del manejo de agroecosistemas para la Agroecología (Paleologos et al., 2017). Este tipo de
manejo permite diseñar sistemas más estables y con menores riesgos financieros. La diversificación
puede también reducir las presiones económicas producidas por un aumento en el uso de pesticidas,
fertilizantes, y otros insumos, caída de precios en el mercado y de algunas regulaciones que afectan la
disponibilidad de ciertos insumos.

Es común la idea errónea de que la Agroecología es sólo una serie de recetas que funcionan
bien en sistemas marginales de producción, con superficies pequeñas, con recursos limitados
o en aquellos cuya finalidad es la autosuficiencia alimentaria, pero que no es aplicable en otro
tipo de sistemas como los sistemas extensivos y/o más tecnificados de producción.

Es cierto que la agroecología presenta buenos resultados en sistemas en los cuales la agricultura
industrial no (como sistemas con limitaciones económicas y fragilidad-escasez de recursos prediales),
pero independientemente de su escala, características biofísicas o nivel tecnológico, los sistemas
agrícolas están subordinados a una serie de “leyes” naturales y procesos socioecológicos los cuales
deben ser obedecidas las primeras y “orquestados los segundos. La Agroecología pretende entender y
utilizar los principios generales que rigen el funcionamiento de los sistemas y sus componentes. Pero
su aplicación práctica, la forma de llevar a cabo estos principios, es sitio dependiente (y productor/a
dependiente también) y deberá experimentarse junto con el/la agricultor/a para encontrar la mejor
alternativa.
Enfoque y principios fundamentales de la agroecología
Uno de los mayores desafíos en la actualidad es disminuir o eliminar el uso de insumos externos al
agroecosistema, como los plaguicidas sintéticos (que son caros y muchas veces peligrosos). Pero no se
trata de reemplazar un paquete químico por otro paquete ecológico, también de validez universal. Lo
que se busca es lograr cambios en el diseño y manejo de los agroecosistemas, de manera de fortalecer
19
Núcleo de Capacitación
en Políticas Públicas Unidad 1

los procesos ecológicos (gratuitos) que brinda la biodiversidad presente en los agroecosistemas. Estos
procesos ecológicos son producto de las interacciones entre los componentes de la biodiversidad
cultivada y la espontánea presente en los agroecosistemas.

Marco Conceptual y Contexto de la Agroecología


No podríamos entender que es una bicicleta estudiando a cabalidad que es una rueda, un pedal, una
cadena, etc. ya que la bicicleta solo es un acomodo particular de estos elementos que puede existir sin
el plan de ello que solo existe en la mente humana. Sin este plan – o las ideas y conceptos que son de
naturaleza no-material, es decir espiritual- no sería posible, ni construir los elementos individuales, ni
el arreglo de los mismos de modo que ellos juntos permiten materializar una funcionalidad real. Esto
quiere decir que no es posible entender cómo funciona un agroecosistema, por ejemplo, una finca,
basándonos en el estudio de algunos de sus componentes.
Ejemplos de ello son el suelo (mediante sus propiedades físicas, químicas, biológicas), la vegetación
(por medio de censos, recuentos, medidas como biomasa, etc.), las enfermedades, las plagas, las
malezas, el estado de los cultivos, los animales, etc. El análisis de toda esta información, que llevaría
mucho trabajo realizar, no nos daría aún una idea clara del funcionamiento del sistema.
Para abordar el desafío que implica el manejo sostenible de los agroecosistemas, es esencial aplicar
un enfoque holístico que parte desde lo general (espiritual) a lo particular (material). Sobre esta base
epistemológica la agroecología holística se inscribe por un lado en la larga tradición de ontologías
relacionales11, presentes en los pueblos indígenas, movimientos sociales, culturales, religiosos y
espirituales que se ocupan de construir formas de vivir re-ligando lo material, humano y natural, sin
excluir lo espiritual.

Estas formas de vida son basadas en ‘ontologías’ divergentes, subalternas, alternativas o post-
materialistas. Ellas demuestran que es posible construir vida individual, comunitaria y estructuras
societales correspondientes, que van más allá, de ver a cada persona como un ser egoísta,
que no puede salvarse de la ‘lucha entre todos/as y todo’ sin oprimir, confinar o superar sus
‘competidores/as’, sean esas personas miembros de las comunidades humanas o de las múltiples
comunidades de entidades pertenecientes a ‘la Naturaleza’, Madre Tierra y el Padre Sol, el
Cosmos o Gaia, etc. (Escobar, 2016).

Ontologías relacionales, también formaron parte de la denomina ciencia Goetheana de Johann


Wolfgang von Goethe. En sus trabajos sobre la metamorfosis de las plantas (von Goethe, 1994)
Goethe demuestra que la planta es de principio a fin una hoja que pasa por diferentes fases de una
«metamorfosis» que equivale a la materialización de la idea (solo concebible en la conciencia humana
como entidad mental u espiritual) de la misma en cada especie de planta especifica. Es decir, la vida
vegetal se expresa un «arquetipo suprasensorial de la planta» que más allá de lo empíricamente visible
y clasificable, guía todo el desarrollo y transformación de las formas materiales que percibimos. Esta
visión a-materialista de la vida es parte de la agroecología moderna en la medida que toma en serio
los conocimientos indígenas, nativos y locales que expresan formas de ver, sentir y percibir el mundo
más allá de las binarias, dualistas y esencialmente materialistas ontologías que sustentan las ciencias
naturales, ingenieriles y sociales “modernas”, o también cuando tomamos en cuenta la agricultura
biodinámica o la agroforestería sintrópica.
Estos movimientos representan entidades vivas de las sociedades humanas y de la naturaleza que
consideran importante indagar por qué y cómo el cosmos que nos rodea, en su movimiento cooperativo

11. La ontología relacional se refiere al ‘estado-vivo’, que se caracteriza por las dinámicas relacionadoras
que se producen entre sus integrantes (cosas, seres, entornos, ambientes). Como sugiere Tim Ingold,
metafóricamente, podemos hablar de ‘trenzados’ de vida, constantes y abiertos.
20
Núcleo de Capacitación
en Políticas Públicas Unidad 1

que siempre nos dota de alternativas basadas en la diversidad, el pluralismo, la complementariedad y


la sinergia. Sin excluir la tensión, la contradicción y el enfrentamiento, la indagación integral enfatiza,
no en la eliminación y lucha de los opuestos, sino entiende los opuestos como parte de las relaciones

Marco Conceptual y Contexto de la Agroecología


que establecen las redes entre lo humano, lo natural, y lo cósmico. Se trata de formas de vida, basadas
en ver y sentirse en un mundo que trasciende la separación y la contraposición – reemplazándolas por
las relaciones - entre humanidad-naturaleza, sujeto-objeto, hombre-mujer, joven-anciano/a, pasado-
presente, presente-futuro, transcendencia-inmanencia, materia-espíritu, sociedad-economía, religión-
agnosticismo, civilizado-salvaje etc. En otras palabras, y siguiendo a Escobar (2016) son formas de
vida basadas en ontologías relacionales que buscan avanzar en la construcción de formas de vida que
priorizan la paz, la complementariedad, el amor y la justicia social, cultural y ambiental.

Estas formas de vida, basadas en ontológicas relacionales son también claves para entender que motiva
las miradas de movimientos sociales, políticos, culturales o ambientales que continúan- o están recién
surgiendo de nuevo – luchando por co-crear condiciones de vivir, producir y consumir basados en la
comunidad, la diversidad, el respeto mutuo, la reciprocidad, la comunión y la emancipación.
Como denominador común buscan superar las múltiples formas de alienación y fragmentación que
se han implantado en las relaciones entre humanos y los otros seres vivientes, que componen la
naturaleza y el cosmos en su conjunto.
Las vidas basadas en ontologías relacionales se contraponen,
entonces, a las ontologías ‘modernas’ basadas en las
ciencias y valores civilizatorios ‘modernos’. Estas ontologías
‘modernas’ expresan valores que se circunscriben en
realidad a una visión del mundo dominado por valores
capitalistas, racionalistas, liberales, seculares, patriarcales,
egocéntricos, materialistas y funcionalistas.
Law (2011) resume esta visión como el ‘Mundo- Mundo
Único’ que es hegemónico, imperial y autoritario que al fin
y al cabo solo admite una visión del mundo expresado en el ‘Uni-verso’. Esta visión se contrapone
radicalmente a las que expresan las ontologías relacionales que se comprenden a sí mismos, no
relacionados a un solo ‘Uni-verso’, sino como parte integrante del ‘Pluri-verso’ (Kothari et al., 2018).

El enfoque de sistemas es otra herramienta importante. Los agroecosistemas son muy


complejos:
Básicamente son sistemas ecológicos (ecosistemas), con componentes biológicos, distribuidos en el
tiempo y espacio, interactuando con componentes socioculturales, como los objetivos, conocimientos,
racionalidades y culturas de los agricultores (Sarandón, 2014).
Esta complejidad no puede ser entendida desde un enfoque reduccionista y requiere ser abordada a
través del enfoque de sistemas para lograr un manejo sustentable. El análisis de un sistema requiere
definir nuestro objeto de estudio (el agroecosistema) e identificar sus componentes, procesos,
interacciones, sus límites y las entradas y salidas, generando un modelo simplificado de la realidad.
Tanto los ecosistemas naturales como los agroecosistemas cuentan con productores, consumidores y
detritívoros o descomponedores (Smith et al., 2007).

21
Núcleo de Capacitación
en Políticas Públicas Unidad 1

La Agroecología propone la idea de “imitar a la naturaleza12”. Cada diseño deberá estar en directa
relación con la región y el bioma al que pertenece: el pastizal, el monte, la mata atlántica, el páramo, la
selva, la sabana, etc. Cuánto mayores sean las diferencias entre nuestro agroecosistema, la estructura

Marco Conceptual y Contexto de la Agroecología


de nuestra finca y la estructura y composición del bioma original de la zona, más alejado se encontrará
de la etapa estable y mayor será la necesidad de incorporar insumos que reemplacen los procesos
ecológicos alterados.

12. Es decir, planificar agroecosistemas que usen como modelo los procesos sucesionales que ocurren en el lugar
(Flores y Sarandón, 2014). Para ello no hay un modelo universal. Todo depende del lugar donde estemos
situados.
22
Núcleo de Capacitación
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Del derecho a la alimentación y el derecho de las personas agricultoras,


a la Agroecología

Marco Conceptual y Contexto de la Agroecología


La propuesta de la agroecología planteada hasta aquí requiere de un cuadro político-legal adecuado
y suficientemente fuerte como para resistir la instrumentalización de los poderes de los estados y
gobiernos respectivos por parte de las grandes corporaciones que dominan la estructura y la dinámica
de los sistemas alimentarios dominantes.
Para ello el fortalecimientos de los movimientos sociales y
políticos que operan a nivel nacional e internacional, como
por ejemplo la Vía Campesina, son de carácter importante.
Ellos pueden incrementar su importancia e influencia
nacional bastante si se convierten en plataformas que exigen
a sus gobiernos la legislación y la implementación de los
derechos internacionales como el derecho a la alimentación,
la Declaración de los Derechos de Campesinos y Otras
Personas Trabajando en Áreas Rurales de Naciones Unidas o
la indicación de la FAO de promover la agroecología en su
asistencia a los estados.
El derecho a la alimentación fue reconocido en la
Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948.
En 1966, el Pacto Internacional de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales (ICESCR por sus siglas en inglés)
concretizo el derecho a la alimentación destacando el
derecho de cada persona de “estar libre de hambre” y la
obligación de los estados de:
• Mejorar métodos de producción, conservación y distribución de alimentos, aprovechando
de los conocimientos técnicos y científicos, diseminando conocimientos sobre principios e
nutrición y desarrollando o reformando sistemas agrarios para el mejor desarrollo y uso de los
recursos naturales.
• Tomar en cuenta los problemas de importaciones y exportaciones de Alimentos para asegurar
la distribución de los suministro alimenticios según necesidades.
En breve, los estados tienen los tres niveles de obligación de respetar, proteger, y hacer cumplir el
derecho a la alimentación (Bessa, 2019).
Un nuevo componente al derecho a la alimentación, el de la sustentabilidad ecológica, se dio con la
definición del anterior Relator Especial de la ONU sobre el derecho a la alimentación, Olivier De Schutter
(2014), quien enfatiza que “el derecho a la alimentación es el derecho de toda persona, individual o
colectivamente, a tener acceso físico y económico, en todo momento, a alimentos suficientes, adecuados
y culturalmente aceptables que se produzcan y consuman de manera sostenible, preservando el acceso
a los alimentos para las generaciones futuras”. Esta definición apunta a integración al concepto del
derecho a la alimentación de las preocupaciones de los impactos de la agricultura y la producción
de alimentos en los recursos naturales y en la justicia intergeneracional, que fue propuesto por las
Naciones Unidas ya en 1988 (Bessa, 2019).

23
Núcleo de Capacitación
en Políticas Públicas Unidad 1

“Todos tienen derecho a un nivel de vida adecuado para la salud y el bienestar de él y de su


familia, incluidos los alimentos, el vestido, la vivienda y la atención médica y los servicios sociales

Marco Conceptual y Contexto de la Agroecología


necesarios, y el derecho a seguridad en caso de desempleo, enfermedad, discapacidad, viudez,
vejez u otra falta de medios de subsistencia en circunstancias fuera de su control”.

Implicaciones para los estados/gobiernos

Generalmente, los gobiernos están obligados de implementar los derechos humanos según una serie
de principios conocidos como “PANTHER” según sus siglas en inglés, lo que incluye participación,
rendición publica de cuentas, no-discriminación, transparencia, dignidad humana, empoderamiento
y estado de derecho (FAO, 2020).
Participación
Que los individuos y grupos participan libremente, efectivamente, y significativamente en la toma
de decisiones sobre temas que afectan sus vidas, y especialmente las que podrían afectar su
posibilidad de acceder a alimentos.
Rendición de cuentas
Las autoridades necesitan ser responsables de sus acciones y negligencias, y tiene que haber
mecanismos que permitan a las personas y grupos el cuestionar y transparentar el proceso y los
contenidos de las decisiones.
No-discriminación
El goce del derecho a la alimentación no debe sufrir ninguna limitación en base de raza, genero,
creencia, o algún estado físico, socioeconómico o cultural.
Transparencia
Toda información relacionada a la alimentación, políticas, programas y presupuestos tiene que ser
accesible al público.
Dignidad humana
Todas las acciones afectando las vidas y medios de vidas de las personas y grupos, y especialmente
sus posibilidades de tener garantizado la implementación del derecho a la alimentación, se tiene
que implementar de una forma que respete el valor absoluto de la persona.
Empoderamiento
Todos las personas y grupos tienen que contar con los recursos, lo que incluye la información
relevante, para poder hacer las mejores decisiones y selecciones.
Estado de derecho
La autoridad del gobierno se tiene que implementar en estricto cumplimiento con constituciones y
leyes en plazo.
Bessa, 2019

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Núcleo de Capacitación
en Políticas Públicas Unidad 1

Implica:
Mirar más allá de la seguridad alimentaria que enfatiza en la provisión de suficientes calorías a las

Marco Conceptual y Contexto de la Agroecología


personas para sobrevivir. En su informe final, el anterior Relator Especial de la ONU sobre el derecho
a la alimentación, Olivier De Schutter (2014) destaca que el acceso a recursos productivos implica
que los mismos sean manejadas de una forma sustentable, e incluir los impactos ambientales en las
tomas de decisiones. Por ejemplo, el uso excesivo de plaguicidas y fertilizantes químicos, junto con la
deforestación, degradación de suelos, emisiones de gases invernadero y pérdida de biodiversidad que
no fueron considerados en la “Revolucion Verde” el siglo pasada, vigente hasta hoy día en la “Alianza
para la Revolución Verde en África” (AGRA) no son compatibles con esta acepción más amplia del
derecho a la alimentación (Ramadhani et al., 2020).
El derecho de las personas productoras agrícolas de no ser “mercantilizadas” en el sentido de ser
obligadas contra su voluntad a adaptarse a los sistemas alimentarios dominantes que se basan en los
modelos de los capitalismos actuales, sean estos privados, estatales o mixtos. Eso implica el respeto de
sus derechos individuales, colectivos y comunales a los recursos productivos, especialmente el acceso
a la tierra, el agua, la biodiversidad y a las semillas, lo que mejor se logra mediante la expansión y
promoción de la agroecología (De Schutter, 2014).
La democratización de los sistemas alimentarios, lo que se refiere a la posibilidad que los actores claves
de los sistemas alimentarios pueden elegir y crear relaciones sociales al interior y con los sistemas
alimentarios que estén de acuerdo a sus propios valores socio-culturales y éticos que por lo tanto
apuntan a la soberanía y democracia alimentaria como base para decidir colectiva y democráticamente
sobre las estructuras, funciones y roles que los sistemas alimentarios tienen que cumplir como un pilar
del desarrollo sustentable.
Considerar como horizonte final la justicia social y la emancipación de los sujetos actualmente
marginados, dominados u oprimidos por los sistemas alimentarios dominantes que son mono- u
oligopolios agrodindustrializados sobre-mecanizados y financializados de esta manera que se escapan
del control social y democrático de las sociedades que dependen de ellos (De Schutter, 2014).

La FAO ofrece información práctica y orientación sobre las formas de integrar


el derecho a la alimentación mediante un enfoque basado en los derechos
humanos en diversos temas importantes.
Para obtener más información visite este link

En el proyecto “Hacia la sustentabilidad alimentaria” (Rist et al., 2016) se propone “monitorear” el


alcance del derecho a la alimentación en un sistema alimentario dado es considerando – sobre la
base de un proceso inter y transdisciplinario – una serie de indicadores cualitativos y cuantitativos la
contribución de los diferentes eslabones de sistema de alimentación al logro de las principales variables
del derecho a la alimentación (Tabla 1).

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Categoría Variable Indicador


Producción Acceso a, y conservación de recursos productivos • Accesibilidad del agua para el consumo

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(¿En qué medida afecta el sistema alimentario a doméstico.
la disponibilidad, accesibilidad y calidad de los • Calidad del agua para consumo doméstico.
recursos naturales utilizados por la población local • El impacto del sistema alimentario en la
para vivir y producir alimentos?). accesibilidad general al agua para el riego.
• Acceso a las semillas.
• Tenencia de l tierra/derechos sobre la tierra
(desde el punto de vista de la población local).
Equidad de género. • Proporción de mujeres con derechos sobre la
tierra (acceso, uso y posesión de la tierra).
• Proporción de mujeres que tienen acceso al
crédito.
Consumo Diversidad alimentaria, necesidades nutricionales, • Contribución a la diversidad de los alimentos.
hábitos culturales (¿Qué proporción de la • Suministro de las necesidades nutricionales.
producción del sistema alimentario contribuye • Promoción de las tradiciones alimentarias locales.
a la diversidad alimentaria, las necesidades
nutricionales y los hábitos culturales de la
población local?).
Información y participación de las personas • Percepción sobre el acceso a la información
consumidoras (¿Qué porcentaje de la población relacionada con la alimentación.
percibe que está informada y participa en la toma • Percepción sobre la participación en la toma de
de decisiones relacionadas con la alimentación?). decisiones relacionadas con la alimentación.
Transversal Derechos y protección. • Recursos (posibilidades) en caso de violación del
derecho a la alimentación.
Derechos de los niños y las niñas (¿Qué • Proporción de niños y niñas en edad escolar que
porcentaje de niños y niñas no trabajan en el no trabajan en el sistema alimentario o en la
sistema alimentario o en tareas de cuidado en el prestación de cuidados.
hogar porque sus padres trabajan en el sistema
alimentario?).

La Declaración de los Derechos de Campesinos y Otras Personas Trabajando en Áreas Rurales (UNDROP)
adoptada por las Naciones unidas en 2018 fue preparada desde la crisis alimentaria global de 207/2008
por organizaciones campesinas internacionales. Fue preparado en un proceso inclusivo y transparente
con la participación significativa de personas que se dedican a la agricultura y la pesca, pastoralistas,
pueblos indígenas y trabajadores y trabajadoras rurales de diferentes partes del mundo.
Aparte de incluir el derecho a la alimentación, la declaración llama la atención a la marginalización y
la vulnerabilidad de pequeños productores y otras personas viviendo en áreas rurales, y ampliamente
reconoce el derecho al acceso a tierra y recursos naturales (Bessa, 2019). Haga clic para descargar la
declaración.
También incluye derechos como no ser expuestos a plaguicidas toxicas, contaminación y otras
substancias dañinas. Incluye la obligación de los estados de fomentar la producción agroecológica
con conocimientos tradicionales y modernos. Haga clic para descargar la Declaración de las Naciones
Unidas sobre los Derechos de los Campesinos y de Otras Personas que Trabajan en las Zonas Rurales.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y la agroecología, desde la visión de la Organización de las
Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
En 2015, los 193 estados miembros de las Naciones Unidas adoptaron los Objetivos de Desarrollo
Sostenible (ODS) de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. La agenda fue definida a través de la
más amplia e intensiva consulta mundial de la historia, a las diferentes partes interesadas.
En la agenda se plantea una visión de un mundo más justo y pacífico, en el cual se gestiona de forma
sustentable los recursos naturales y nadie es dejado atrás al tiempo. Incluye 17 objetivos, 169 metas
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y 230 indicadores (en constante revisión) abarcando temas de salud, alimentación, pobreza, cambio
climático, género y empleo entre otros. Los ODS se han posicionado como la principal referencia para
las políticas y programas de desarrollo a nivel nacional, representando un cambio en la visión y enfoque

Marco Conceptual y Contexto de la Agroecología


mundial. Parte importante de este cambio se debe a que los ODS tienen las siguientes características:
• Universalidad: la Agenda 2030 es tan relevante para los países desarrollados como en vía de
desarrollo.
• Indivisiblilidad: ningún objetivo es aislado y es necesario la aplicación de enfoques integrales
y participativos.
• Sostenibilidad: integrando las tres dimensiones de desarrollo sostenible - económica, social y
ambiental.

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Marco Conceptual y Contexto de la Agroecología


La alimentación, la agricultura y la agroecología son clave para alcanzar los ODS
Considerando a la alimentación, a las personas y al medio ambiente de forma conjunta, la Agenda 2030
de Desarrollo Sostenible exige un nuevo enfoque alimentario que obtenga múltiples beneficios: producir
alimentos suficientes, inocuos y nutritivos a través de sistemas que aseguren un uso sostenible de los
recursos. En esto sentido, los ODS están integrados a los objetivos estratégicos de la FAO, abordando
las causas fundamentales de la pobreza y el hambre, y promoviendo la construcción de una sociedad
más justa y donde no se deje a nadie atrás. Para la FAO los procesos de ampliación de la producción
de alimentos deben “proteger los recursos naturales y los ecosistemas, y mejorar los medios de vida
y el bienestar de las personas y los grupos sociales” (…) “adaptándose a las necesidades y contextos.
En particular, deben tomarse en consideración las especificidades de los agricultores familiares, las
mujeres y las poblaciones indígenas, a través de su participación activa.” (FAO, 2014)
En este contexto, para la FAO la agroecología emerge como un enfoque de producción agrícola
sustentable basado en la aplicación de principios ecológicos, sociales y económicos a los sistemas
alimentarios. Centrada en las personas, sus conocimientos y sus organizaciones en los territorios como
agentes de cambio, permite transformar la manera de producir, comercializar y consumir los alimentos.
(FAO, 2018). Los diez elementos de la agroecología (Cuadro 1), elaborados en base a consultas
regionales con actores interesados, reflejan la agroecología no como una tecnología o una práctica
única, sino como ciencia y prácticas adaptadas a los contextos para lograr un sistema alimentario justo
y sostenible en el marco de los ODS. (FAO, 2018 y FAO, 2019).
La agroecología puede apoyar el logro de múltiples objetivos: económico, ambiental, social, nutricional,
sanitario y cultural de manera integral. Es un enfoque holístico y sistémico que contribuye directamente
al logro de doce de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, al tiempo que aumenta significativamente la
capacidad de recuperación de las personas y el medio ambiente, mitiga el cambio climático y utiliza y
conserva de manera sostenible los recursos naturales y la biodiversidad. Es caracterizada por involucrar
a los sectores agrícolas y alimentarios relevantes y las partes interesadas en la adopción de prácticas
y políticas que tienen el potencial de acelerar la transición hacia sistemas alimentarios sostenibles y
resilientes, en línea con los diversos compromisos internacionales asumidos por las naciones miembros.

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LOS 10 ELEMENTOS DE LA AGROECOLOGÍA (FAO)


Los componentes sociales, ambientales y económicos comunes del amplio espectro de definiciones y

Marco Conceptual y Contexto de la Agroecología


aplicaciones existentes de la agroecología, sea como ciencia, movimiento social o conjunto de prácticas,
fueron reunidos en 10 elementos que, en su calidad de herramienta analítica, orientan el proceso de
transición hacia sistemas agrícolas más sostenibles. Estos elementos fueron aprobados por los estados
miembros de la FAO en diciembre de 2019. Ellos determinan propiedades importantes de los sistemas
y enfoques agroecológicos, así como consideraciones clave para el desarrollo de un entorno favorable
para poner en práctica la agroecología. También constituyen una guía para los formuladores de
políticas, especialistas y partes interesadas en la planificación, gestión y evaluación de esta transición.
Los 10 elementos de la agroecología están basados en la literatura científica, en particular los cinco
principios de agroecología de Altieri (Altieri, 1995) y los cinco niveles de transiciones agroecológicas de
Gliessman (Gliessman, 2015), en los resultados de varias consultas regionales sobre agroecología con
múltiples actores liderados por FAO entre 2015 y 2017, y alineados con los valores de las organizaciones
de la sociedad civil en agroecología. Ellos están interrelacionados y son interdependientes:
• La diversidad, las sinergias, la eficiencia, la resiliencia, el reciclaje, y la creación conjunta
e intercambio de conocimientos describen las características comunes de los sistemas
agroecológicos, las prácticas básicas y los criterios de innovación.
• Los valores humanos y sociales, y la cultura y tradiciones alimentarias ponen de manifiesto
aspectos contextuales.
• La economía circular y solidaria, y la gobernanza responsable, tratan del entorno favorable.
Haga click para descargar la guía “Los 10 elementos de la Agroecología”.

El alineamiento de los principios y conceptos de la agroecología con la sostenibilidad de los sistemas


productivo y alimentario han motivado a FAO a lanzar, en el 2018, una Iniciativa para ampliar la escala
de la agroecología, que trabaja con y llama a la acción gobiernos, organizaciones de productores,
consumidores, sociedad civil, investigación, sector privado e instituciones internacionales para
fomentar la transición agroecológica, en base a evidencias sobre sus beneficios e impactos en los ODS
(FAO 2018a y FAO, 2018b).
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