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Los hechos del Cid aparecen en el Cantar frecuentemente vistos desde San Esteban de
Gormaz, unos, y desde Medinaceli, otros. Lo que obliga a distinguir dos poetas.
San Esteban de Gormaz: poeta muy antiguo, buen conocedor de los tiempos pasados,
poetizaba muy cerca de la realidad histórica.
Medinaceli: más tardío, muy extraño a los hechos acaecidos y por eso poetizaba más
libremente.
Cuando las hijas del Cid quedan abandonadas las acoge un Diego Tellez de Álvar Fáñez. Este
nombre es un resto de veracidad involuntario, propia de un relato coetáneo o casi. Oscuro
señor de Sepúlveda. Esto es del poeta de Gormaz.
Álvar Fáñez se presenta siempre al lado del Cid, sin embargo se sabe que estuvo al servicio de
Alfonso VI. Es un caso de novelización del poeta de Medinaceli.
Los primeros matrimonios, son ampliamente reseñados. Se dan los nombres de los dos novios,
Diego y Fernando y de seis personas más. Además de numerosísimos personajes llamados por
nombre y apellido. Verismo sorprendente que pertenece al poeta de Gormaz, nadie recordaría
tantos nombres cuarenta o cincuenta años después de muerto el protagonista.
El duelo que deja a los de Carrión por malos y traidores es una novelización evidente del
poeta de Medinaceli, ya que perder el duelo judicial equivalía la expulsión de la vida civil y los
infantes siguieron siendo honrados en la corte de Alfonso VI, aún después de muerto el Cid.
Sin embargo el poeta de Gormaz certifica con el rescate de Diego Téllez que las hijas del Cid
fueron realmente abandonadas. Esto debía tener relación de que el poeta consideraba que no
se trataba de un matrimonio sino de unos esponsales debido a que las hijas del Cid eran muy
pequeñas. Este abandono se satisfacía sencillamente con el pago de una indemnización.
A este primer autor pertenecerá el plan general del Cantar, enfocando la figura del héroe, no
desde el punto de vista de sus grandes victorias y conquistas, sino atendiendo a su penosa
lucha contra una clase social llena de orgullo y vanidad. (ver Lacarra)
Vive en continuo anacronismo, creyendo que su Medina era poseída por Alfonso VI, la
continua presencia de Álvar Fáñez al lado del Cid, hace que los esponsales carrionenses
históricos se conviertan en un fabuloso matrimonio.
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El cantar de Corpes es el más refundido por este poeta. La obra principal de este poeta es el
transformar una sencilla corte judicial del poeta de Gormaz en unas solemnes cortes
pregonadas de grandioso desarrollo.
El poeta juglaresco hace su narración pensando siempre en el público que tiene delante, y al
cual se dirige expresamente con un vocativo.
El poeta abandona a menudo la objetividad de su narración para tomar en los sucesos que
narra una parte afectiva, en compañía de sus oyentes.
La recitación de un cantar de gesta era larga y el Mio Cid está divido en sus tres cantares. El
poeta busca una suspensión del interés entre los cantares.
La descripción del ardor de una batalla mediante una rápida enumeración de varias
imágenes encabezadas con el adjetivo tanto.
La representación del guerrero combatiente, su espada ensangrentada y el brazo
cubierto de sangre.
La exclamación tan propia del lenguaje hablado es muy usada para dar valor
ponderativo al relato.
La poesía oral usa una forma métrica fácil de recordar y muy fácil de reconstruir. En los
cantares de gesta se usa un verso bimembre de muy desigual número de sílabas, tendiendo a
un primer hemistiquio más breve.
La rima es el asonante, con la particularidad que todos son graves, debido a que el romance
vulgar anterior a la segunda mitad del siglo XI al igual que el latín no tenía voces agudas.
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El instinto simplificador del poeta de Medinaceli se ve con toda claridad en el Cantar de
Corpes, el más refundido, el más añadido. A pesar de su mayor tamaño no sólo tiene menos
tiradas, sino que usa menos variedad de asonancias.
Elementos líricos
Repeticiones: destinadas a ahondar en un tema afectivo, así en cinco ocasiones el poeta añade
al dolor de la expatriación el desgarrador apremio de la prisa.
La escena del robledal de Corpes es propia del poeta de Medinaceli que, en el manejo de los
recursos líricos se muestra muy superior al poeta de Gormaz. Cuatro temas se suceden y se
repiten insistentemente:
Elementos cómicos
Son necesarios para distender al auditorio que se cansa de una sostenida tensión grave.
Esta extrema cobardía de los infantes, que parece invención del poeta de Medinaceli, no
parece un rasgo acertado. Los traidores de otros poemas suelen tener grandeza propia.
El poeta de Gormaz concibió la idea de no ofuscarse con el brillo de las célebres victorias;
antes bien, se detuvo a referir por lo largo el penoso guerrear del desterrado, privado de
recursos, que allí en San Esteban de Gormaz era recordado cuando realizaba sus primeras y
difíciles hazañas de la expatriación.
También el poema se encarga de las grandes batallas. En el Mio Cid sobresale en esa especie
de costumbrismo militar, lleno de animación. Cosa que carecen otros cantares y las chansons
francesas.
Según Menéndez Pidal el verdadero tema básico del poema en sus tres cantares: el Cid,
combatido por la invidencia de la alta nobleza, que le enemista con el rey, logra, por sus
muchas victorias que Alfonso le estime, y humilla a sus enemigos bajo el peso de la justicia del
rey y de la propia grandeza personal.
Sería el conflicto entre un infanzón y los ricos hombres. El mérito de los dos poetas consistirá
en haber desarrollado en un extenso Cantar el tema de los casamientos repudiados.
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De todas maneras el Mio Cid abunda en el espíritu democrático de Castilla.
La mesura era cualidad primordial para el caballero palaciano y enamorado pero no para el
protagonista de los cantares de gesta, en los que la desmesura viene a ser la consagración del
heroísmo.
El Mio Cid dejando a un lado las formas corrientes del género literario a que pertenece,
concibió a su héroe siempre fiel al rey que le destierra, por lo cual renuncia al derecho, que el
fuero de los hijosdalgo le daba, para combatir al señor que le ha airado.
La cólera no estalla jamás en su pecho, cuando recibe en Valencia a sus hijas ultrajadas y
heridas el gozo de verlas tornar con vida a su hogar quiere el héroe que anule toda tristeza.
La venganza
Es héroe por su realidad histórica que le capta la admiración de su pueblo, y esa admiración,
expresada en cantos historiales, va idealizándose progresivamente en las sucesivas
elaboraciones de esos cantos. Lo ve siempre dentro de las realidades humanas.
El héroe posee en grado excelso la fortaleza, cualidad que asigna San Isidoro como primordial.
Esa suprema fortaleza la manifiesta el cantar exponiendo como el Cid, hundido en extrema
pobreza por la calumnia de sus enemigos y por la ira del rey, vence la fortuna muy adversa y
llega al mayor poder por su solo esfuerzo, desamparado de toda ayuda. No sólo conquista un
reino y vence la injusticia de su rey, sino que vence la envidia de sus enemigos de alta alcurnia,
glorificando así el valor personal frente a la fatua vanidad de la nobleza fundada solo en la
herencia.