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(Juan 4:24) "Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario
que adoren"
En esa condición, ese hombre no puede, ni quiere "aceptar" a Cristo; no puede tomar
una "decisión por Cristo". No olvidemos que está muerto espiritualmente, destituido de
la gloria de Dios, ajeno a Dios (Ro. 3:23; Ef. 2:12)
1. El hombre está destituido de la gloria de Dios (Ro. 3:23) (la depravación total
del hombre)
2. El hombre si ha de ser salvo, sólo lo puede ser por elección de Dios (1 Pe. 1:2)
(la predestinación divina)
3. El hombre que viene a Cristo lo hace mediante el llamamiento eficaz divino
(Hch. 2:37) (la justificación limitada)
4. El hombre que es salvado lo es cuando todavía estaba espiritualmente muerto
(Ef. 2:1), lo cual implica un acto soberano de Dios (la gracia irresistible)
5. El hombre cristiano sólo puede seguir siéndolo por la obra constante del
Espíritu Santo, la intercesión de Cristo en los cielos, y la gracia del Padre.
Concluyendo
Viendo todo esto, ahora ya podemos entender mejor por qué ha habido y hay tan pocas
conversiones auténticas en el mundo (Lc. 12:32), y también podemos entender que de
Dios es la salvación, como está escrito (Jon. 2:9), y que conoce el Señor a los que son
Suyos (2 Ti. 2: 19), y que el número de los que constituirán la Iglesia de Jesucristo, es
un número concreto, sólo conocido por Dios; ni uno más, ni unos menos (2 Pe. 3:9).
Dios jamás dejará algún asunto de la salvación en manos del hombre, ¡jamás!
Por justicia, todos los hombres de todas las edades y lugares deberían estar condenados,
ya que el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, y así la
muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron (Ro. 5:12). Por tanto, la obra
de salvación es una obra de misericordia, y por tanto y como tal, Dios la realiza con
quien quiere, como también está escrito: "...tendré misericordia del que Yo tenga
misericordia, y me compadeceré del que me compadezca", y añade: "así pues, no
depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia" (Ro. 9:15-
16).
Entiendo que hay cosas que son difíciles de comprender con nuestra mente limitada y
tan sacudida por las ideas seculares y humanistas de hoy en día, pero si somos de Dios y
nos disponemos a creer Su verdad revelada, quizás no lo entendamos todo, y menos a
cabalidad, pero sí sabremos que esa Verdad revelada, es verdad, y consecuentemente
producirá en nosotros el buen fruto que persigue.