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¿DE QUÉ SIRVE EL SACRIFICIO DE CRISTO EN MANOS DE UN

CADÁVER?

"La mano de Jehová vino sobre mí, y me llevó en el Espíritu de Jehová, y me puso en
medio de un valle que estaba lleno de huesos. Y me hizo pasar cerca de ellos por todo
en derredor; y he aquí que eran muchísimos sobre la faz del campo, y por cierto secos
en gran manera. Y me dijo: Hijo de hombre, ¿vivirán estos huesos? Y dije: Señor
Jehová, tú lo sabes" (Ezequiel 37:1-39

Si la expiación de Cristo es para todos los hombres, y para ninguno en concreto, sino
que depende de la imposible elección individual humana, entonces realmente Cristo no
murió por nadie.

Pero si la expiación de Cristo produjo su efecto completo y real en aquellos escogidos


por Dios desde antes de la fundación del mundo, entonces Cristo, no sólo murió por
todos los hombres, sino que efectivamente lo hizo por personas concretas (Ro. 8:29-30).

Lo primero es arminianismo. Lo segundo es la doctrina de la Reforma, comúnmente


llamado calvinismo.

Lo primero no es bíblico, porque descansa o está basado en la posibilidad humana, cual


es ninguna. Lo segundo es bíblico porque descansa o está basado en la posibilidad de
Dios, Quien todo lo puede.

Dios no hizo su obra perfecta de salvación (cruz y resurrección) y la encomendó al


albedrío de los hombres. Si hubiera sido así, ningún individuo hubiera llamado a la
puerta del cielo pidiendo el rescate, y no lo hubiera hecho, porque no habría podido
hacerlo.

Un muerto no está en disposición de pedir ayuda, y todos nosotros estábamos muertos


(espiritualmente hablando) en nuestros delitos y pecados (Ef. 2:1-3)

"Pero lo que sale de la boca, del corazón sale; y esto contamina al hombre. Porque del
corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones,
los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias" (Mt. 15:18-19)

El hombre es esclavo de su pecado, y un esclavo le pertenece a su amo.

"...el intento del corazón del hombre es malo desde su juventud..." (Génesis 8:21)

"Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de
inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron
como viento" (Isaías 64:6)

Dios no pudo ni quiso malgastar su obra perfecta y santísima de redención (la cruz y la
resurrección) en hombres enemigos de Dios (Ro. 5:10), cuyo hombre interior estaba
muerto (Ef. 2:1), y por tanto ausente del todo de Dios.

El hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios. Para el hombre
natural el asunto de la expiación y redención (salvación) es locura, es un sinsentido. No
lo puede entender porque estas cosas se han de discernir por el Espíritu Santo, y no lo
tiene (1 Co. 2:14). El hombre interior del hombre natural es un cadáver.

Un cadáver no puede vivir. Sólo Dios puede hacer volver a vivir, tanto físicamente
como espiritualmente. Por tanto, ningún ser humano puede creer en Cristo para
salvación; ninguno.

El sacrificio de Cristo no hubiera servido para nada si se hubiera dejado en manos de


cadáveres espirituales.

"Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría; pero nosotros
predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los
gentiles locura" (1 Corintios 1:22-23)

Tal y como hemos leído en este pasaje de 1 Corintios, tanto para judíos como para
gentiles, la cruz no sirve para nada. Para los hombres, por tanto, la cruz no sirve para
nada (no por causa de la cruz, sino por causa de los hombres). Es como si se hubiera
preparado un riquísimo manjar ante millones de personas absolutamente saciadas,
saciadas con completo engaño de muerte.

"Entonces dijo a sus siervos: Las bodas a la verdad están preparadas; mas los que fueron
convidados no eran dignos" (Mt. 22:8)

Necesariamente la iniciativa debía partir, no del hombre clamando por salvación, sino
de Dios, dándola, y para ello causando la vida en los muertos, resucitando el hombre
interior de los que quiso, proporcionándoles por Su gracia la fe para recibir el beneficio
de Cristo (Lc. 8:10; Jn. 6:70; Jn. 15:16; 16:7; Hch. 13:26; 2 Co. 1:2; Gl. 1:3, etc.)

"mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de
Dios" (1 Corintios 1:24)

Y nos encontramos que aquellos escogidos de Dios, son los que él consideró dignos de
hacerlo:

"mas los que fueren tenidos por dignos de alcanzar aquel siglo y la resurrección de entre
los muertos, ni se casan, ni se dan en casamiento" (Lucas 20:35)

"Por lo cual asimismo oramos siempre por vosotros, para que nuestro Dios os tenga por
dignos de su llamamiento, y cumpla todo propósito de bondad y toda obra de fe con su
poder" (2 Ts. 1:11)

Y nos encontramos que aquellos escogidos de Dios, elegidos por él, son los que él
escogió:

"Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he
llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer.
No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros..." (Juan 15:15-16)

"En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos
amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados" (1 Juan 4:10)
"quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino
según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los
tiempos de los siglos, pero que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro
Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el
evangelio" (2 Timoteo 1:9-10)

"Pablo, siervo de Dios y apóstol de Jesucristo, conforme a la fe de los escogidos de Dios


y el conocimiento de la verdad que es según la piedad, en la esperanza de la vida eterna,
la cual Dios, que no miente, prometió desde antes del principio de los siglos, y a su
debido tiempo manifestó su palabra por medio de la predicación que me fue
encomendada por mandato de Dios nuestro Salvador" (Tito 1:1-3)

"Pedro, apóstol de Jesucristo, a los expatriados de la dispersión en el Ponto, Galacia,


Capadocia, Asia y Bitinia, elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación
del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os
sean multiplicadas" (1 Pedro 1:1-2)

"Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda
bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en él antes de
la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor
habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según
el puro afecto de su voluntad" (Efesios 1:3-5)

"Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los
que conforme a su propósito son llamados. Porque a los que antes conoció, también los
predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el
primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a
los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó"
(Romanos 8:28-30)

Negar que es Dios quien llama al pecador al arrepentimiento, porque así Dios lo previó
y lo ordenó desde antes de la fundación del mundo conforme a los que eligió, es quitarle
la soberanía a Dios para dársela al hombre; un hombre que además, es un cadáver.

¿De qué sirve el sacrificio de Cristo en manos de un cadáver? De nada.

¿Han visto ustedes un cadáver proclamándose libre, libre para tomar decisiones? El
hombre natural es un cadáver espiritual. Primeramente, y en todo caso, Dios deberá dar
vida a ese cadáver para que pueda, una vez vuelto a la vida (Gl. 2:20), ser un nuevo
hombre, y por tanto, ya no más preso en su antigua naturaleza de pecado, sino siendo
una nueva criatura en Cristo Jesús:

"De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he
aquí todas son hechas nuevas" (2 Corintios 5:17)

Evidentemente, no todos son salvos. Para aquellos que, de este modo, verían a Dios
como alguien que hace las cosas caprichosamente, les diré que el hombre no es una
víctima, el hombre es culpable delante de Dios. Todo beneficio salvífico que pueda
recibir el hombre es absolutamente inmerecido, solamente fruto de la misericordia Suya.
Y si Dios no ha salvado a todos, sólo él lo sabe, pero confiemos y creamos en que Sus
razones tiene (Deut. 29:29)

¡SOLI DEO GLORIA!

© Miguel Rosell Carrillo, pastor de Centro Rey, Madrid, España.


Noviembre 2011
www.centrorey.org

(Pueden hacer copias y divulgar con libertad este y todos mis mensajes, sólo
respetando la autoría.)

Fin

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