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"Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la
imposición de mis manos. 7 Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de
poder, de amor y de dominio propio. 8 Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de
nuestro Señor, ni de mí, preso suyo, sino participa de las aflicciones por el evangelio
según el poder de Dios...Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo
Jesús" (2 Timoteo 1:6-8; 2:1)
Pablo estaba ya para ser llevado al martirio, y esta epístola, 2 Timoteo, es una carta muy
personal que le envía el apóstol a su hijo espiritual, Timoteo. Pero a pesar de ser una
misiva personal, contiene enseñanza que nos es de provecho.
Pablo describe en pocas palabras la obra que Dios realizó en el joven Timoteo, y
diciendo esto, le indica también lo que él debe hacer para que esa obra del Espíritu
tenga su aprovechamiento completo.
El fuego del don de Dios estaba en Timoteo, pero él tenía que avivarlo, es decir,
mantenerlo vivo.
Si nos damos cuenta, el hecho de que Dios lo haya hecho todo en nosotros ya, para que
podamos vivir satisfaciendo Su corazón, no significa que nos haya hecho perfectos de
facto, sino que hemos de seguir perfeccionándonos, lo cual implica santificación
experimental.
Por eso, Pablo le dice a Timoteo: "esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús" (2
Tim. 2:1)
Aquí vemos, que aquellos primeros cristianos, eran de carne y hueso, como nosotros.
Tenían las mismas debilidades, aún Timoteo, que había sido elegido por el Señor para
obrar en el ministerio apostólico a tantos lugares, y que Pablo le consideraba su hijo. A
pesar del llamamiento tan elevado, él mismo, Timoteo, tenía sus dificultades de carácter
y sus carencias.
Pero el hecho de que Pablo en primera instancia como hemos leído, le dijera que tenía el
poder de Dios por el Espíritu para sobreponerse a su carne, le estaba diciendo, y nos
dice a nosotros, que Dios fue más poderoso en él, y es más poderoso en nosotros, que
nuestra tendencia a no agradarle. En otras palabras, no hay excusa.
En primer lugar, la gracia es siempre un favor justificante, (Ef.2:8) "Porque por gracia
sois salvos...", y lo es también fortificante (1 Co. 15:10) "por la gracia de Dios soy lo
que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos
ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo"
El aspecto justificante de la gracia es algo en lo que nada hay que hacer, ya que es obra
entera y absoluta de Dios; por gracia mediante la fe somos justificados y por ende,
salvos. Gracia y fe son obra completa y soberana de Dios (Ef.2:8,9).
Dios provee la gracia que fortalece, pero Timoteo debía echar mano de ella, así como
todos nosotros ahora, y esto implica un acto de fe.
Dios provee, y nos ha dado manos para tomar de su provisión, así como cuando se nos
sirve una exquisita comida, pero tenemos que llevárnosla a la boca. El hecho de
ofrecérnosla no implica necesariamente que nos va a bendecir si no hacemos nuestra
parte, usar cuchillo y tenedor. Así funciona también el esforzarse en la gracia, implica fe
y obra.
(1 Samuel 13:11-13) "Entonces Samuel dijo: ¿Qué has hecho? Y Saúl respondió:
Porque vi que el pueblo se me desertaba, y que tú no venías dentro del plazo señalado, y
que los filisteos estaban reunidos en Micmas, 12me dije: Ahora descenderán los filisteos
contra mí a Gilgal, y yo no he implorado el favor de Jehová. Me esforcé, pues, y ofrecí
holocausto. 13Entonces Samuel dijo a Saúl: Locamente has hecho; no guardaste el
mandamiento de Jehová tu Dios que él te había ordenado; pues ahora Jehová hubiera
confirmado tu reino sobre Israel para siempre".
El rey Saúl dice que se esforzó. Se esforzó en ofrecer el sacrificio. Esto a priori, suena
bien, como que Saúl buscaba a Dios, y lo hacía a la manera del AT, pero, ¿es eso así?
No. El rey de Israel, en este caso, Saúl, no debía ofrecer ningún holocausto, ya que esa
prerrogativa sólo la tenía Samuel, y nunca él.
La excusa de decir que las circunstancias le eran adversas y que por ello se adelantó a
hacer lo que no le correspondía, más bien fueron un agravio de culpa añadida para él, ya
que con ese acto estaba manifestando su falta total de fe en el Dios de Israel.
Saúl no tenía esa gracia que sólo Samuel tenía para hacer lo que sólo Samuel podía y
debía hacer; por tanto, su "esforzarse", nunca constituyó un acto sostenido o avalado por
la gracia de Dios, sino un acto miedoso realizado en sus solas e insuficientes fuerzas.
En cuanto a nosotros, toda obra que haya sido hecha para Dios pero sin ser Su voluntad,
será dejada de lado, aunque esperamos que no la intención por la que fue realizada.
Ahora bien, muchos han malentendido esto, ya que pretenden ser solícitos en guardar
dicha unidad, no buscando y trabajando en aras de comprender mejor la verdad de
Cristo, y vivir conforme a su mente como debe ser, sino todo lo contrario; creen que la
unidad se sustenta cediendo al falso concepto que dice: "tú tienes tu interpretación de la
Biblia, y yo tengo la mía, y lo más humilde es no debatirlas".
No sabemos con seguridad cual fue ese aguijón en la carne, o mensajero de Satanás al
que Pablo alude. Algunos comentaristas dicen que se refería a un falso maestro que en
Corintio buscaba el destruir la iglesia y que resultaba ser un oprobio y constante
disgusto para el apóstol. Otros aseguran que se trataba de una enfermedad en los ojos
que le dificultaba constantemente.
Fuere lo que fuere, la cuestión es que Pablo debió aprender a fortalecerse en la gracia,
por depender enteramente del Señor en esas circunstancias: "Bástate mi gracia; porque
mi poder se perfecciona en la debilidad" (V. 9)
Dios permitió esto por causa de las grandes experiencias y revelaciones que tuvo, para
que no se enorgulleciera, creyendo que era especial, o mejor que los demás.
Conclusión
Fin