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CUESTIONARIO

“El Espíritu Santo”

Por: Antonio Miranda Zelada

Teología III

Prof. Ps. Arturo Salirrosas

Lunes 13 Junio del 2022


CAPITULO 8

1. ¿Con que poder Cristo realizaba liberaciones, Milagros?

Primeramente, debemos entender que el poder del Espíritu Santo es el

poder de Dios. El Espíritu, la Tercera Persona de la Trinidad, ha

aparecido a lo largo de la Escritura como un Ser, mediante y por el cual

se realizan grandes obras de poder. Su poder se vio por primera vez en

el acto de la creación, porqué fue por Su poder que el mundo fue hecho

(Génesis 1:1-2; Job 26:13). El Espíritu Santo también le dio poder a los

hombres en el Antiguo Testamento para llevar a cabo la voluntad de

Dios: "Y Samuel tomó el cuerno del aceite, y lo ungió en medio de sus

hermanos; y desde aquel día en adelante el Espíritu de Jehová vino

sobre David" (1 Samuel 16:13; Éxodo 31:2-5; Números 27:18). Aunque

el Espíritu no habitó permanentemente en el pueblo de Dios en el

Antiguo Testamento, si obró a través de ellos y les dio poder para lograr

cosas que no hubiera podido lograr por sus propios medios. Por tanto,

Cristo también hizo milagros, pero como un hombre empoderado por el

Espíritu. Es decir, Jesús en su humanidad confiaba completamente en

el Espíritu de Dios, tal como podemos ver en los evangelios, aquí Jesús

nos muestra el modelo de cómo debemos confiar en el Espíritu de Dios.

Por tanto y el poder con que Cristo realizaba estas liberaciones era el

poder del Espíritu de Dios., Jesús prometió que el Espíritu sería como

un guía, maestro, sello de la salvación y consuelo permanente para los

creyentes (Juan 14:16-18). Asimismo, prometió que el poder del

Espíritu Santo ayudaría a sus seguidores a difundir el mensaje del


evangelio en todo el mundo: "pero recibiréis poder, cuando haya venido

sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en

toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra" (Hechos 1:8). La

salvación de las almas es una obra sobrenatural, que sólo es posible por

el poder del Espíritu Santo que actúa en el mundo.

2. ¿Qué pasa cuando blasfemamos contra el Espíritu de Dios?

¿Qué quiso decir el Señor, por tanto, cuando declaró que un pecado

contra el Hijo del Hombre tiene perdón, pero no un pecado cometido

contra el Espíritu?

Quiso decir que los hombres pueden no entender su ministerio y que,

si bien esto mismo resultaba deplorable, se podía perdonar. Pero por

ninguna razón debían haber dejado de comprender lo que era el poder

del Espíritu, porque dicho poder ya era conocido en la época del Antiguo

Testamento. Es decir, hay mayor peligro cuando nos dejamos llevar con

los dictados de la razón y la justicia humana, y que no debemos

deliberadamente tratar como diabólica una obra de la más sorprendente

misericordia y bondad diseñada por Dios para la humanidad. No

podemos rechazar el poder de Dios, atribuir a Satanás las obras del

Espíritu de Dios, y rechazar las evidencias de su poder. El Espíritu

actualmente convence de pecado, justicia y juicio, a aquellos del mundo

que no son salvos (Juan 16:8). Resistir esa convicción y permanecer sin

arrepentirse voluntariamente, es "blasfemar" al Espíritu. No hay perdón,

ni en este siglo ni en el venidero, para una persona que rechaza el

llamado del Espíritu para confiar en Jesucristo y luego muere en la

incredulidad. El amor de Dios es evidente: "Porque de tal manera amó


Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel

que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna" (Juan 3:16). Y la

elección es clara: "El que cree en el Hijo tiene vida eterna, pero el que

rechaza al Hijo no verá la vida, porque la ira de Dios permanece sobre

él" (Juan 3:36).

CAPITULO 9

1. ¿Dios continúa dando bendiciones a pecadores?

Si, porque Dios otorga gracia común, la gracia común es la gracia de

Dios mediante la cual Él da a las personas innumerables bendiciones

que no son parte de la salvación. Se le llama común porque es común a

todas las personas y no está restringida a los creyentes ni a los elegidos.

Es decir La gracia común no produce salvación, no fluye directamente

de la obra expiatoria de Cristo, puesto que la muerte de Cristo no gana

ninguna medida de perdón para los incrédulos y, por tanto, tampoco

hace que tengan mérito las bendiciones de la gracia común para ellos,

Sin embargo, sobre este último punto debiéramos decir que la gracia

común fluye indirectamente de la obra redentora de Cristo, debido al

hecho de que Dios no juzgó al mundo de una vez cuando entró el pecado

debido primaria y quizá exclusivamente a que planeaba salvar al final a

algunos pecadores a través de la muerte de su Hijo. En conclusión, la

gracia común restringe el pecado, pero no cambia la disposición

fundamental de nadie hacia el pecado, ni en ninguna medida

significativa purifica la naturaleza humana caída. La gracia común

consiste entonces en la actividad general de Dios de proveer cosas


buenas al hombre, como también la restricción del pecado en el mundo

por medio del Espíritu, Si bien el hombre es un ser totalmente

depravado, no ha sido totalmente abandonado por Dios.

2. ¿La gracia común ayuda a refrenar el pecado y la maldad en este

mundo?

Dios sigue mostrando "paciencia" con los que no ha elegido (Nahum 1:3).

Cada respiro que el impío da es un ejemplo de la misericordia de nuestro

santo Dios, la gracia común es el de refrenar el pecado en la vida del

individuo y en la sociedad, sin embargo, esta gracia común no incluye

el don de la presencia y la plenitud del Espíritu, si bien la gracia común

incluye la actividad de refrenar el mal, no proporciona al hombre ni la

regeneración ni la gracia de la santificación. Mientras que la gracia

común le muestra al hombre la validez del mensaje evangélico, no ofrece

la garantía de que todos los que lo oyen van a aceptar a Cristo como

Salvador. el hecho de que Dios suministra esta gracia, común a la

humanidad debiera ser motivo de agradecimiento de nuestra parte. Esta

gracia es la que hace que nos resulte más agradable el vivir en este

mundo malo. Nos muestra algo del amor, la paciencia, y la longanimidad

de Dios para con todos los hombres. Es porque convence a los hombres

de la verdad de nuestro mensaje que nosotros podemos predicarlo con

poder y convencimiento. En pocas palabras, la existencia de la gracia

debiera impulsamos al agradecimiento por todas las bendiciones

generales que recibimos de él, y al mismo tiempo llevarnos a depender

del ministerio del Espíritu para fortalecer nuestro testimonio.


CAPITULO 10

1. ¿Podemos resistirnos a la gracia eficaz?


La Gracia de Dios es eficaz, y el hombre no la va a rechazar. Ni uno solo

de los escogidos del Padre ira al infierno, eso haría ineficaz la muerte de

Cristo y pisotearía la sangre del Pacto Eterno. El hombre pecador, una

vez regenerado por el Espíritu Santo y nacido de nuevo no es obligado a

nada, su corazón ya no es de piedra, es un corazón que ama y busca las

cosas de Dios. la gracia eficaz es aquella obra del Espíritu Santo que, en

forma efectiva, impulsa a los hombres a creer en Jesucristo como

Salvador. Por su misma definición la gracia eficaz es efectiva. En esto

se diferencia de cienos aspectos de la gracia común, porque a éstos se

los puede rechazar o, por lo menos, no reconocerlos como de Dios.

Naturalmente que la gracia eficaz no excluye la necesidad del acto

humano de creer. Es, justamente, tarea del Espíritu mover a los

hombres a que crean; en consecuencia, puede decirse que ningún

hombre se salva contra su propia voluntad. No se trata de algo que se

realiza aparte de la voluntad humana, pero sí garantiza un actuar

efectivo sobre dicha voluntad, que la mueve sin forzarla.

2. ¿Qué sea una gracia irresistible la hace una obligación o castigo


para el hombre?

No, al contrario, es un deleite para el creyente seguir al Señor cuando

este ha cambiado su corazón. Obedecer a Dios y entregar la vida a Él es

un acto que se hace con gozo y sin coerción. La Biblia nos da numerosos

y valiosos ejemplos de ello: el llamamiento de Pablo narrado en el libro


de Hechos es útil para ilustrar esta doctrina. Recordemos que, en su

encuentro con el Señor, Pablo no se levantó de la tierra para dar la

espalda y seguir con sus intenciones perseguidoras. ¡No! Pablo

respondió: “Señor, ¿qué quieres que yo haga?” (Hechos 9:6), luego

obedeció y cumplió voluntariamente la misión encomendada desde el

cielo. Un verdadero creyente, porque sabe que no son sus obras, sino la

gracia de Dios la que lo ha salvado, vive en continua gratitud (y no con

pesadumbre) delante de su Amo. La gracia actúa de tal forma que,

precisamente por encontrarnos en la podredumbre más abominable, el

único que nos puede salvar es Dios mismo. Él nos da lo que no

merecemos (gracia) y retiene el castigo merecido (misericordia), sin que

esto implique tener por inocente al culpable (Números 14:18) Cristo

pagó el precio de nuestro rescate. Cuando tenemos una visión adecuada

de esta doctrina, solo podemos humillarnos delante del Dios del

universo y reconocer cuán pecadores somos y cuánta gracia

necesitamos todos los días. la gracia de Dios; es un dulce regalo para

Sus hijos que les permite conocer y experimentar el verdadero amor, ese

que proviene de lo alto y que no solo regenera, sino que capacita para

correr la carrera, seguir a Cristo y proclamar con ánimo y convicción

que Él salva y da una vida nueva.

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