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Reorganización Nacional.

Esta lectura nos habla de una realidad que divide al país en dos grupos en voz de objetivos
diversos, el sector de industriales, comerciantes y hacendados, que se aferraban a sus bienes
materiales, protegiéndose entre ellos y el sector rural, obreros, unos cuantos miembros de la
clase educada, empleados y estudiantes.

La situación nacional, hacia 1912, no presentaba un panorama favorable para la consolidación


de los postulados revolucionarios, si bien el nuevo gobierno ofrecía ciertas garantías para el
mejoramiento de la vida de los campesinos, el respeto y la propiedad privada propiciaban una
situación de sometimiento ante los terratenientes y hacendados a quienes se les ponía como
condición, para conservar sus tierras, el hacerlas productivas, sin embargo, el capital
extranjero gozaría de frutos similares a los obtenidos durante el porfiriato.

Los dos principales problemas que afectaban a México continuaban sin solución pese a los
cambios administrativos previstos y anunciados, mientras el país se hallaba sacudido por la
violencia armada la producción nacional decrecía por el abandono de las fábricas, la fuga de
capitales y la destrucción casi total que reinaba en los sectores rural y urbano.

El clero se encontraba amenazado por pueblo y gobierno mientras se aferraba a sus intereses
protegido por los grupos conservadores, las actividades educativas prevalecían, aunque
debilitadas, en los establecimientos de las principales ciudades de la República, es decir, que
la situación del sistema educativo nacional reflejaba el ambiente que reinaba en el país.

El nivel superior era el más abandonado a pesar de las pequeñas decisiones que tomaban las
autoridades docentes y gubernamentales para encauzar la enseñanza, las manifestaciones de
desarrollo de la educación técnica e industrial, durante el periodo de la revolución, se reducían
a la existencia de planteles que enseñaban algunos oficios o carreras comerciales a hombres
o mujeres.

Pese a que la extracción de petróleo mexicano no se dañó por el levantamiento armado, al


personal nacional que laboraba en la industria no se le permitía adiestramiento alguno, ya que
los técnicos que dirigían las operaciones eran extranjeros, la extracción minera podía absorber
a algunos egresados de la Escuela Nacional de Ingenieros, en especial a aquellos que
estudiaban minería, para unificar la practica con la teoría, se reinstaló en 1912, la escuela
practica de minas en Pachuca, que había estado cerrada durante algunos años.

Las autoridades gubernamentales no llegaban a cristalizar sus planes de organización y


desarrollo, en el campo de la educación pública, las decisiones encausadas a la creación de
establecimientos técnicos o de tipo universitario se tomaban en forma desarticulada y aislada
de un contexto unificador del carácter y los objetivos específicos de la enseñanza.

La educación superior contemplaba, con el presidente Carranza, el nacimiento de un nuevo


concepto de enseñanza técnica cuyos objetivos consistirían en formar al personal para
levantar al país se la miseria y el devasta miento de siete años consecutivos de lucha armada.

La Escuela Nacional de Altos Estudios, desde 1917, se dedicaría a la formación de personal


docente para la enseñanza preparatoria o secundaria y profesional de ciertas cátedras de las
facultades universitarias, la Secretaria de Instrucción Pública u Bellas Artes se trasformó en
departamentos, uno de ellos integraba, en una sola dirección, la enseñanza técnica y la
universitaria, sin embargo las reformas al sistema educativo mexicano elevaron el nivel de
facultades como lo son: la Escuela Nacional de Química y la Escuela Superior de Comercio,
ambas pertenecientes a la enseñanza técnica.

Durante la breve estancia de Huerta como presidente de la República, le educación militar se


reforzó mediante la creación de una academia adscrita a la escuela militar que tenía como
meta dar instrucción sobre metodología y pedagogía a un grupo de 50 oficiales, mientras tanto
los campesinos hacían del agrarismo su bandera.

Aunque el clero parecía recuperar poco a poco parte de sus bienes, las organizaciones
religiosas continuaban proporcionando educación privada u de paga, la compañía de Jesús se
destacaba como en tiempos de la Colonia, por la calidad académica de sus planteles
educativos.

Desde su llegada a México, Vasconcelos se dedicó a trabajar arduamente en el programa


educativo nacional, a partir de 1920 colaboro estrechamente con Obregón en el departamento
Universitario i de las Bellas artes, fundado por Carranza en 1917.

Vasconcelos, como secretario de Educación, inicio un ambicioso proyecto de educativo que


vinculaba la actitud libertadora de la educación y el nacimiento de una civilización lograda a
través del mestizaje que daría luz al espíritu para exaltar los más altos valores de la condición
humana, educar, para Vasconcelos, significaba un proceso armonizador para favorecer la
libertad y la democracia.

El dinámico rector propicio el desarrollo de las actividades humanísticas que se beneficiaban


con la participación de los miembros más destacados del grupo de intelectuales, que se
venían distinguiendo desde años atrás como los líderes del pensamiento revolucionario, de la
variedad de actividades que desarrollaba el Ateneo, cobraron importancia dos: la Sociedad de
Conferencias, fundada en 1907, y la Universidad Popular Mexicana, que inició sus primeras
labores en 1912.

Bajo el lema “la ciencia protege al pueblo”, los miembros de la Universidad Popular actuaban
inspirados en ideas reformadoras, si la libertad proviene de la inteligencia, la libertad política y
la democracia serían resultado del aprendizaje.

Vasconcelos veía una de sus mayores ambiciones cuando Obregón decidió promover las
reformas constitucionales necesarias para crear la Secretaria de Educación Pública, como el
primer secretario de la nueva institución, Vasconcelos inauguraba oficialmente los servicios de
la SEP el 20 de julio de 1921, y de inmediato puso en marcha su proyecto para alfabetizar la
población rural mientras que se procuraba elevar el nivel cultural del país.

Como responsable de la educación, Vasconcelos puso en práctica su mística cultural, la


educación contenía una idea de nacionalidad capaz de despertar al país a su verdadera
libertad, sin embargo, tuvo que enfrentar la oposición magisterial de representantes de clase
media que sentían amenazados sus intereses ante la expansión popular de los beneficios
educativos.
Lejos de servir a las necesidades de educar hombres para lo utilitario, buscaba por medio de
la instrucción popular, atacar la barbarie que el pueblo de México venía padeciendo desde ña
colonización española, es decir, que el maestro sería redentor ante un estado de miseria,
ignorancia e incultura en que la historia y la última revolución, habían colocado a la inmensa
mayoría de los mexicanos.

La educación sería la única vía eficaz de la unidad nacional y el ejercicio democrático, porque
al tener conciencia de sus fines humanos, el individuo llegaría a participar activamente en la
formación de una nueva cultura que exaltaría los más altos valores espirituales, por lo tanto,
su proyecto pedagógico se trasformó en una obra sin precedentes, ya que la ambición del
programa era de trasformar a la población mexicana.

Solo un salto de espíritu nutrido de datos, podría darnos una visión que nos levante por
encima de la micro ideología del especialista, el ámbito mexicano se venía cubriendo de
controversias alrededor de la política educativa, la SEP consolido durante algunos años una
posición de vanguardia y fomento del arte nacional.

El libro y las publicaciones periódicas, servían como elementos redentores de nuestra


civilización, llevando a un mayor número de mexicanos al conocimiento, enriqueciendo su
espíritu y denotar sus facultades creadoras. Una gran gama de disciplinas y corrientes
ideológicas se dispersaron en ediciones de costo reducido, la idea central de la filosofía de
Vasconcelos quedaría como lema de la máxima casa de estudios: “por mi raza hablara el
espíritu”.

La Universidad como centro del saber, debería cumplir con la finalidad de dar a conocer la
ciencia, las ideologías y las enseñanzas teóricas que el hombre ha desarrollado a través de la
historia, estos años representaban para la casa de estudios uno de los periodos más difíciles
de su vida interna, por un lado, se le exigía comprometerse con la Revolución y formar
personal capacitado para el progreso económico de México.

Mientras tanto, la Federación de Estudiantes de México se conformaba como una


organización preocupada por las actividades académicas, pero, al mismo tiempo, como una
agrupación política que defendía los intereses de la universidad.

La campaña redentora de la cultura nacional se veía sancionada considerablemente por los


efectos que padecía la economía del país, que se provocaron a raíz de la guerra mundial, el
mestizaje creador de la raza cósmica tendría necesariamente que redimir a una clase
indígena explotada y esclavizada cuya vida tenía pocas diferencias respecto de la que le
impusieran el español colonizador y el criollo.

Como conclusión podemos decir, que la modalidad de establecer cursos libres en los
planteles de educación superior, significo la apertura de las aulas para quienes deseaban
aprender libremente, siendo esta la primera forma de democratización de la enseñanza
superior, a través de estas facilidades académicas se procuraba incrementar el nivel cultural
de la población a la vez que agilizar la formación de personal capacitado para emplearlo en el
programa de educación elemental.

Este tímido intento de dar a la institución superior una función multiplicadora de enseñanza, no
contaba con programas de estudio correspondientes a la situación social del país, la
distribución oficial de las actividades públicas de la educación, durante el periodo de Díaz y en
los años de ascenso revolucionario estaban muy lejos de propiciar la formación de personal
capacitado.

Un nuevo Estado que pretendía establecer una justicia social, requería, ante todo, el diseño
de un programa que abarcara no solamente un modo de producción, sino su correspondiente
distribución y contenido del servicio educativo para cubrir los distintos niveles de enseñanza,
que demandaban tan heterogéneos componentes de la población mexicana.

Como comentario final podemos decir, que la fecunda labor desarrollada por los miembros del
Ateneo no pudo sostener por muchos años la dinámica de actividades que se habían
propuesto, sin embargo, el grupo conocido como los siete sabios de México, fuero los
caudillos de la cultura revolucionaria, todavía en nuestros días se advierte la importancia de su
obra, especialmente en los ámbitos universitarios y en algunos aspectos de la pedagogía
social.

El hombre educado sería capaz de integrar los más altos valores de la condición humana,
cubrir las necesidades económicas, sociales y políticas de su sociedad, alcanzar el placer
creativo del ejercicio artístico para alimentar el espíritu, es decir, que la pedagogía
vasconceliana pretendía trasformar a las masas marginadas en grupos de individuos
productivos y creadores, así, la población se integraría en una unidad nacional libre y
democrática.

Los grupos de acceso a las aulas y al análisis crítico eran también los personajes que
participaban en la definición de objetivos y en las acciones primordiales del progreso nacional,
la construcción de escuelas en forma simplificada denotaba el fin de la gran influencia
neoclásica europea que causaba el derroche y la generosa amplitud especial que exigía el
poderío de los acaudalados miembros defensores del porfirismo.

Los talleres de la secretaria trabajaban continuamente en la impresión de obras promovidas


por iniciativa de Vasconcelos, es decir, que en un país de analfabetos no eran suficientes las
ambiciones y el estímulo de las autoridades para educar a las masas, se requería, además, de
una sistemática y progresiva administración y distribución de los recursos humanos materiales
y financieros disponibles.

La fuerza creadora que resultaría de la capacidad de crear libremente a la manera


desinteresada de Vasconcelos, comenzaba ya a ser motivo de discusiones entre los mismos
representantes del Ateneo que habían luchado por instaurar una filosofía de la vida como un
movimiento ascendente y limitado, que servía de justificación teórica al cambio social y político
que pedía el pueblo de México.

La solución debe buscarse bajo el empleo de otras facultades, afirmaba Vasconcelos desde
su Ministerio, cuando predicaba a estudiantes y maestros, los oyentes serían después de su
renuncia, los residentes de la nación entera porque había que rehacer la historia, es decir,
que, es el maestro quien tiene en sus manos la bandera de la inmortalidad.

Bibliografía: Robles, Martha. Educación y Sociedad en la historia de México. México, Siglo XXI. 2009, 81-109 pp.

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