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Esta lectura nos habla de una realidad que divide al país en dos grupos en voz de objetivos
diversos, el sector de industriales, comerciantes y hacendados, que se aferraban a sus bienes
materiales, protegiéndose entre ellos y el sector rural, obreros, unos cuantos miembros de la
clase educada, empleados y estudiantes.
Los dos principales problemas que afectaban a México continuaban sin solución pese a los
cambios administrativos previstos y anunciados, mientras el país se hallaba sacudido por la
violencia armada la producción nacional decrecía por el abandono de las fábricas, la fuga de
capitales y la destrucción casi total que reinaba en los sectores rural y urbano.
El clero se encontraba amenazado por pueblo y gobierno mientras se aferraba a sus intereses
protegido por los grupos conservadores, las actividades educativas prevalecían, aunque
debilitadas, en los establecimientos de las principales ciudades de la República, es decir, que
la situación del sistema educativo nacional reflejaba el ambiente que reinaba en el país.
El nivel superior era el más abandonado a pesar de las pequeñas decisiones que tomaban las
autoridades docentes y gubernamentales para encauzar la enseñanza, las manifestaciones de
desarrollo de la educación técnica e industrial, durante el periodo de la revolución, se reducían
a la existencia de planteles que enseñaban algunos oficios o carreras comerciales a hombres
o mujeres.
Aunque el clero parecía recuperar poco a poco parte de sus bienes, las organizaciones
religiosas continuaban proporcionando educación privada u de paga, la compañía de Jesús se
destacaba como en tiempos de la Colonia, por la calidad académica de sus planteles
educativos.
Bajo el lema “la ciencia protege al pueblo”, los miembros de la Universidad Popular actuaban
inspirados en ideas reformadoras, si la libertad proviene de la inteligencia, la libertad política y
la democracia serían resultado del aprendizaje.
Vasconcelos veía una de sus mayores ambiciones cuando Obregón decidió promover las
reformas constitucionales necesarias para crear la Secretaria de Educación Pública, como el
primer secretario de la nueva institución, Vasconcelos inauguraba oficialmente los servicios de
la SEP el 20 de julio de 1921, y de inmediato puso en marcha su proyecto para alfabetizar la
población rural mientras que se procuraba elevar el nivel cultural del país.
La educación sería la única vía eficaz de la unidad nacional y el ejercicio democrático, porque
al tener conciencia de sus fines humanos, el individuo llegaría a participar activamente en la
formación de una nueva cultura que exaltaría los más altos valores espirituales, por lo tanto,
su proyecto pedagógico se trasformó en una obra sin precedentes, ya que la ambición del
programa era de trasformar a la población mexicana.
Solo un salto de espíritu nutrido de datos, podría darnos una visión que nos levante por
encima de la micro ideología del especialista, el ámbito mexicano se venía cubriendo de
controversias alrededor de la política educativa, la SEP consolido durante algunos años una
posición de vanguardia y fomento del arte nacional.
La Universidad como centro del saber, debería cumplir con la finalidad de dar a conocer la
ciencia, las ideologías y las enseñanzas teóricas que el hombre ha desarrollado a través de la
historia, estos años representaban para la casa de estudios uno de los periodos más difíciles
de su vida interna, por un lado, se le exigía comprometerse con la Revolución y formar
personal capacitado para el progreso económico de México.
Como conclusión podemos decir, que la modalidad de establecer cursos libres en los
planteles de educación superior, significo la apertura de las aulas para quienes deseaban
aprender libremente, siendo esta la primera forma de democratización de la enseñanza
superior, a través de estas facilidades académicas se procuraba incrementar el nivel cultural
de la población a la vez que agilizar la formación de personal capacitado para emplearlo en el
programa de educación elemental.
Este tímido intento de dar a la institución superior una función multiplicadora de enseñanza, no
contaba con programas de estudio correspondientes a la situación social del país, la
distribución oficial de las actividades públicas de la educación, durante el periodo de Díaz y en
los años de ascenso revolucionario estaban muy lejos de propiciar la formación de personal
capacitado.
Un nuevo Estado que pretendía establecer una justicia social, requería, ante todo, el diseño
de un programa que abarcara no solamente un modo de producción, sino su correspondiente
distribución y contenido del servicio educativo para cubrir los distintos niveles de enseñanza,
que demandaban tan heterogéneos componentes de la población mexicana.
Como comentario final podemos decir, que la fecunda labor desarrollada por los miembros del
Ateneo no pudo sostener por muchos años la dinámica de actividades que se habían
propuesto, sin embargo, el grupo conocido como los siete sabios de México, fuero los
caudillos de la cultura revolucionaria, todavía en nuestros días se advierte la importancia de su
obra, especialmente en los ámbitos universitarios y en algunos aspectos de la pedagogía
social.
El hombre educado sería capaz de integrar los más altos valores de la condición humana,
cubrir las necesidades económicas, sociales y políticas de su sociedad, alcanzar el placer
creativo del ejercicio artístico para alimentar el espíritu, es decir, que la pedagogía
vasconceliana pretendía trasformar a las masas marginadas en grupos de individuos
productivos y creadores, así, la población se integraría en una unidad nacional libre y
democrática.
Los grupos de acceso a las aulas y al análisis crítico eran también los personajes que
participaban en la definición de objetivos y en las acciones primordiales del progreso nacional,
la construcción de escuelas en forma simplificada denotaba el fin de la gran influencia
neoclásica europea que causaba el derroche y la generosa amplitud especial que exigía el
poderío de los acaudalados miembros defensores del porfirismo.
La solución debe buscarse bajo el empleo de otras facultades, afirmaba Vasconcelos desde
su Ministerio, cuando predicaba a estudiantes y maestros, los oyentes serían después de su
renuncia, los residentes de la nación entera porque había que rehacer la historia, es decir,
que, es el maestro quien tiene en sus manos la bandera de la inmortalidad.
Bibliografía: Robles, Martha. Educación y Sociedad en la historia de México. México, Siglo XXI. 2009, 81-109 pp.