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¿FORMACIÓN PARA LA VIDA O EDUCACIÓN PARA EL

TRABAJO?
Por María de Lourdes Estrada Alvarez1

“Solo el conocimiento que llega desde el interior

es verdadero conocimiento.”

-Sócrates

INTRODUCCIÓN

El objetivo de la educación es criar, nutrir, o, en otras palabras, cultivar al ser humano


y no convertir los sistemas escolares en una simple herramienta al servicio del propio
Estado o del sector empresarial, ya que de esta manera se forman individuos que
carecen de la capacidad de reflexionar; tales sujetos sólo precisan contar con ciertas
aptitudes que, a la larga, los hacen incapaces de cuestionar, deliberar y pensar por sí
mismos. Lo anterior da paso a una pérdida de valores que culmina en un proceso de
descomposición social, donde la llamada democracia es controlada por grupos de
poder.

Por ello, en el presente ensayo se pretende abordar la importancia de formar para la


vida y no educar para el trabajo. Para Sócrates “la educación adquiere un sentido
nuevo, el moral, de preocupación por la vida ética, la cual deriva, no de la utilización
de la enseñanza para imponer las ideas o para servir a fines egoístas, sino de la
búsqueda de la verdad” (Morales, Bermúdez y García, 2018, p. 142)

La concepción educativa de Freire es una educación que busca el pleno y autentico


desarrollo del otro, porque se constituye en la justa medida en que el otro se

1
Estudiante de la licenciatura en educación primaria, 6° semestre, grupo C. Curso de trabajo docente y
proyectos de mejora escolar
constituye, es un acto que busca el pleno desarrollo de la libertad, del diálogo, de la
comunicación, del desarrollo con y por el otro.

El pensamiento crítico en Paulo Freire es pensamiento y es acción. Considera que


la realidad es punto de partida del acto de conocer. Su pensamiento está
profundamente cimentado en el concepto de libertad, concepto que pone al servicio
de la transformación de los procesos educativos y sociopolíticos. Busca que las y
los estudiantes y las y los docentes dejen de ser objetos pasivos de una historia
estática y dogmática, para convertirse en sujetos responsables, capaces de conocer
y de crear su propia historia. Para Freire, enseñar no es transferir conocimientos,
sino crear las posibilidades de su construcción o de su producción.

La propuesta de Freire es la “educación Problematizadora” que niega el sistema


unidireccional propuesto por la “Educación bancaria” ya que da existencia a una
comunicación de ida y vuelta, y elimina la contradicción entre educadores y
educandos. Ambos, educador y educandos, se educan entre
sí mientras se establece un diálogo en el cual tiene lugar el proceso educativo. Con
la “Educación Problematizadora” se apunta claramente hacia la liberación y la
independencia, pues destruye la pasividad del educando y lo incita a la búsqueda
de la transformación de la realidad, en la que opresor y oprimido encontrarán la
liberación humanizándose.

Partiendo de esta idea, si las naciones mejoraran sus sistemas de enseñanza se


obtendrían grandes beneficios. Los gobiernos han estado produciendo lo que
algunos expertos llaman ‘autómatas no pensantes’, pues lo que se estila el día de
hoy desde el nivel de instrucción básica hasta la universidad es impartir el
conocimiento simplificado, dejando en segundo plano el hecho primordial de
enseñar a los estudiantes a pensar y opinar por sí mismos. De hecho, el método
utilizado se basa en la memorización de la teoría y los conceptos que abordan los
programas de estudio, para luego repetir de memoria lo que se ‘aprende’ en los
cursos. Con ello, los alumnos se acostumbran a no discernir ni a utilizar su propio
criterio para resolver problemas, establecer nuevas teorías y aportar metodología
innovadora.

Para Freire la dialogicidad es la esencia de la educación como práctica de libertad,


para él la palabra tiene dos fases constitutivas indisolubles: acción y reflexión.
Ambas en relación dialéctica establecen la praxis del proceso transformador. La
reflexión sin acción se reduce al verbalismo estéril y la acción sin reflexión es
activismo. La palabra verdadera es la praxis, porque los hombres deben actuar en
el mundo para humanizarlo, transformarlo y liberarlo.

Por ello, con la finalidad de formar sujetos críticos, pensantes y empáticos, se necesita
adoptar el método de Freire o el método Socrático. Al igual que para Sócrates la verdad
tiene que ser alcanzada por la fuerza del diálogo o debate que puede ser llevada a cabo
entre dos pensadores, o por uno sólo; cuando éste se interroga a sí mismo y responde
a sus propias preguntas. Básicamente se trata de un método de confrontación de
argumentos o teorías rivales. Este consiste en una búsqueda esforzada de la verdad,
no en la asimilación pasiva, la cual sólo es posible mediante la participación espontánea
de quien quiere aprender. “Para Sócrates el autodominio era la condición necesaria de
la ciencia, precisamente porque el conocer es un engendrar o hacer.” (Mondolfo, R.
1979)

El método socrático se basa en la indagación y en la dialéctica para analizar y buscar


la verdad, cuestiona todo aquello que se sabe o se asimila, elimina las pretensiones de
certeza y busca detalles para llegar a un entendimiento general o a una comprensión
más profunda de un tema particular. Un instrumento que muestra la dinámica dialéctica
y reflexiva del método socrático se encuentra en los Diálogos de Platón. En Platón la
dialéctica tiene varios significados; tres de ellos son los siguientes: arte del discurso,
arte de discusión y filosofía o sabiduría.

En el pensamiento de Sócrates y de Platón, el uso de la razón implica el planteamiento


de preguntas bien formuladas, que induzcan al interrogado a accionar el potencial de
razonamiento contenido en su alma a la hora de construir las respuestas. Este proceso
permite a los discípulos conocer un objeto “Sócrates pensaba que el hombre por sí
mismo puede llegar al conocimiento a través de un diálogo individualizado.” (Chacón
2012, p. 148)
En el diálogo de La República o de lo Justo, Platón dice:

“(...) el que se aplica a la dialéctica, vedándose absolutamente el uso de los sentidos,


se eleva exclusivamente por medio de la razón hasta la esencia de las cosas, y si
prosigue sus indagaciones hasta haber captado con el pensamiento la esencia del bien,
ha llegado al límite de los conocimientos inteligibles, como el que ve el sol ha llegado
al límite del conocimiento de las cosas visibles” (1872, p.149).

Actualmente las escuelas se han dedicado a crear espacios en donde se escucha y se


observe, dejando a un lado la deliberación y la resolución de problemas. Los docentes
se dedican a llenar las cabezas de los estudiantes con datos y conceptos que
posteriormente los educandos repiten de memoria. Este procedimiento deja a los
alumnos y a los docentes cansados, sin ganas de aprender y enseñar. Como menciona
Dewey, “el problema central de los métodos educativos convencionales es la pasividad
que engendran en los alumnos. Las escuelas son tratadas como espacios para
escuchar y absorber, pero nunca se prioriza el análisis, la indagación y la resolución de
problemas” (John Dewey, citado en Nussbaum, 2010).

Paulo Freire también hablaba sobre el opresor y el oprimido, nos decía que
la «deshumanización» es la consecuencia de la opresión, y afecta a los oprimidos y
a quienes oprimen.

Los oprimidos, en reacción contra los opresores, a quienes idealizan, desean


convertirse a su vez en opresores. Es una gran contradicción, que desafía al
oprimido proponiéndole una nueva fórmula, transformarse en los restauradores de
la libertad de ambos. De esta forma, debería nacer un hombre nuevo que supere
la contradicción: ni opresor ni oprimido: un hombre liberándose, humanizándose.

A partir de esto se llega a la idea que tenía Sócrates, el cual insistía en el valor del
hombre, de la vida personal, estaba inconforme con el concepto de educación
tradicional sometida a la influencia excesiva del estado donde la educación pierde el
carácter práctico de aprovechamiento personal, indiferente a la moralidad y a la
objetividad. Sócrates sostenía: «Quien sepa lo que es bueno, también hará el bien»,
esto quiere decir, que el conocimiento correcto conduce a acciones correctas.
Cuando no actuamos bien es por que desconocemos alguna cosa, de allí la
importancia de aumentar nuestro conocimiento.

Para que una enseñanza escolar de calidad sea aprovechada por los estudiantes,
lo ideal es comenzar con una buena formación en valores. De esta manera, al recibir
una instrucción basada en el respeto por el otro, el estudiante será más sensato y
estará dispuesto a sentir empatía hacia sus semejantes. Las escuelas deberán
promover ciertos principios para elevar la calidad de la vida en sociedad.

CONCLUSIÓN

Si bien es necesario establecer que los valores fundamentales deben impartirse


idealmente en el seno familiar, se sugiere que las escuelas también contribuyan a
formar individuos con moral. La educación con valores se debe dar a la par con el
desarrollo de las capacidades de los individuos. Gracias a esto, el estudiante no
sólo percibirá a los demás como sujetos valiosos por sí mismos, sino que él mismo
se asumirá como una persona que tiene valor (no económico) dentro de la sociedad.

Es importante que se implemente el sistema de educación de Paulo Freire con el


fin de formar estudiantes capaces de discernir y analizar por sí mismos, de manera
que a la larga no se conviertan en repetidores de conocimiento sin reflexión. El
docente es el componente más importante para lograr este objetivo, pues ningún
método reemplaza el estímulo y la percepción que un notable profesor provoca en
los alumnos, ni puede lograr que desarrollen la capacidad de razonar
individualmente. Por ello, es de suma importancia la correcta preparación del
personal docente. Sócrates enfatizaba sobre este punto:

Si para cada uno es verdadero lo que opine por medio de la percepción y una
persona no puede juzgar mejor lo experimentado por otra, ni puede tener más
autoridad para examinar la corrección o la falsedad de la opinión ajena, y, según se
ha dicho muchas veces, sólo puede juzgar uno mismo sus propias opiniones, que
son todas correctas y verdaderas (Platón, 1992, p.161).
Es necesario aplicar el método de Freire a fin de evitar la memorización de
conocimientos. Hay que preparar a los docentes para que estén plenamente
capacitados en la materia que imparten. Es importante formar a los seres desde la
indagación, reflexión y empatía, para garantizar una mejor calidad de vida en
sociedad. Nuestro sistema educativo no debe concentrarse solamente en la
búsqueda de la riqueza ni promover que las escuelas formen personas cuyo único
fin sea generar ingresos monetarios en vez de gente reflexiva y razonable.

Educar para la vida es ofrecer recursos personales y sociales para desenvolverse


en una sociedad en constante cambio, para adaptarse a contextos multiculturales,
para comprender las posibilidades de la globalización, para manejarse
adecuadamente y con espíritu crítico con las nuevas tecnologías en la sociedad de
la información y del conocimiento, para desarrollar el sentido de ciudadanía o
responsabilidad por los asuntos públicos, para aprender a convivir con la diferencia,
para afrontar los conflictos desde el diálogo, para desarrollar el pensamiento crítico,
para saber manejarse sin dejarse manipular en las redes sociales, para asumir la
conciencia y responsabilidad de formar parte de la sociedad y para trabajar por la
construcción de un mundo más justo y solidario (Marina, 1990).

REFERENCIAS
Chacón, Á. (2012). El sustrato platónico de las teorías pedagógicas. Tiempo de

educar.

Marina, J. (2004). Aprender a vivir. Barcelona, Ariel.

Morales, P., Bermúdez, J., García, J., (2018). Planteamientos sociopolíticos de la


educación en el pensamiento filosófico griego antiguo: Sócrates, Platón y Aristóteles.

Mondolfo, R. (1979). La voluntad como condición del conocimiento y la concepción


activista del proceso cognitivista.

Nussbaum, M. (2010). Sin fines de lucro. Por qué la democracia necesita de las
humanidades, Madrid, Katz Editores.

Platón (1992). Diálogos V, Madrid, Gredos.


Reserved, R. A. S. M. E.-. (s. f.). Paulo Freire, una pedagogía de la esperanza. Aula

Creativa. Recuperado 2 de julio de 2022, de

https://educomunicacion.es/figuraspedagogia/0_paulo_freire.htm

Villar, C. (1997). El legado de Sócrates

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