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La crisis de la razón:
la maladie du siècle
Apunte de Cátedra
OM
Gastón G. Beraldi (Comp.)
.C
En este texto comenzamos la unidad con el quiebre de la razón que se produce entre fines del
siglo XIX e inicios del XX al constatar que los objetivos iluministas y positivistas, en definitiva,
DD
racionalistas, no sólo no se habían cumplido sino que no habían hecho más que complejizar –por
ser benévolo, y no querer ser pesimista– la situación del hombre en el mundo: nuestro ser/estar
en el mundo. Por eso el tema central es el anuncio nietzscheano de la ―muerte de Dios‖, que no
es más que la caída de los distintos dioses/fundamentos creados por los hombres para ordenar
y dar sentido a la vida, es decir, la muerte de nuestros fundamentos morales para actuar en la
LA
Fines del siglo XIX e inicios del XX es una época de desilusión, de hastío, de decadencia, de
malestar. En definitiva, es la época del nihilismo. La época en que los hombres se dan cuenta en
que la confianza desmedida en la razón había hecho aguas. Esta crisis desata un estado de
1. La muerte de Dios
El loco: –―¿Dónde se ha ido Dios? Os lo voy a decir. Le hemos matado; vosotros y yo, todos
nosotros somos sus asesinos […] ¡Dios ha muerto!1 ¡Dios permanece muerto! ¡Y nosotros le
dimos muerte! ¿Cómo consolarnos, nosotros, asesinos entre los asesinos? Lo más
¡Dios ha
muerto! sagrado, lo más poderoso que había hasta ahora en el mundo ha teñido con su
sangre nuestro cuchillo. ¿Quién borrará esa mancha de sangre? ¿Qué agua
servirá para purificarnos? ¿Qué expiaciones, qué ceremonias sagradas tendremos que
inventar? […] Jamás hubo acción más grandiosa, y los que nazcan después de
Se apaga la
nosotros pertenecerán, a causa de ella, a una historia más elevada que lo que
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luz de la
fue nunca historia alguna.‖ Al llegar a este punto, calló el loco y volvió a mirar a razón.
sus oyentes; también ellos callaron, mirándole con asombro. Luego tiró al suelo
la linterna, de modo que se apagó y se hizo pedazos.2 (Nietzsche, 1984, 109-110)
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Hacia finales del siglo XIX e inicios del XX se presenta a la intelectualidad, como una
preocupación generalizada, lo que da en llamarse la crisis de fin de siglo o
crisis de la razón. Esta ha sido enmarcada en gran medida por las
La crisis de la razón: categorías de decadencia, enfermedad, nihilismo o tragedia.
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-decadencia (Beraldi, 2015, 156)
-enfermedad
-tragedia […] En el siglo XVI, las gentes de Europa habían perdido la fe en Dios,
-mal del siglo
[…] El XV y el XVI son, por eso, dos siglos de enorme desazón, de atroz
-bancarrota de la
ciencia inquietud; como hoy diríamos, de crisis. De ellas salva al hombre
LA
-nihilismo occidental una nueva fe, una nueva creencia: la fe en la razón, en las
-malestar
nuove scienze.3
-ocaso de Occidente
-agonía de […] La generación que florecía hacia 1900 ha sido la última de un
Occidente
amplísimo ciclo, iniciado a fines del siglo XVI y que se caracterizó porque
sus hombres vivieron de la fe en la razón. ¿En qué consiste esta fe?
FI
Si abrimos el Discurso del Método, que ha sido el programa clásico del tiempo nuevo, vemos
que culmina en las siguientes frases: ―Las largas cadenas de razones, todas sencillas y
fáciles, de que acostumbran los geómetras a servirse para llegar a sus más difíciles
demostraciones, me habían dado ocasión para imaginarme que todas las cosas, que puedan
caer bajo el conocimiento de los hombres se siguen las unas a las otras en esta misma
manera, y que sólo con cuidar de no recibir como verdadera ninguna que no lo sea y de
guardar siempre el orden en que es preciso deducirlas unas de las otras, no
puede haber ninguna tan remota que no quepa, a la postre, llegar a ella, ni Fines del siglo
XIX e inicios del
tan oculta que no se la pueda descubrir”. XX: fin de la fe
en la ciencia.
Estas palabras son el canto de gallo del racionalismo, la emoción de alborada
que inició toda una edad, eso que llamamos la Edad Moderna. Esa Edad Moderna
de la cual muchos piensan que hoy asistimos nada menos que a su agonía, a su canto del
cisne.4
Vanidad de […] Este hombre [Descartes] nos asegura que en el Universo no hay arcanos,
vanidades, y
¡todo vanidad! no hay secretos irremediables ante los cuales la humanidad tenga que
detenerse aterrorizada e inerme. El mundo que rodea por todas partes al
hombre, y el existir dentro del cual consiste su vida, va a hacerse transparente a la mente
humana hasta sus últimos entresijos. El hombre va, por fin, a saber la verdad sobre todo. […]
OM
El
desmitificador [desencantador] del mundo,6 es el de que precisamente
desencantamiento
los valores últimos y más sublimes han desaparecido de la vida pública y del mundo.
se han retirado, o bien al reino ultratetreno de la vida mística, o bien a la
fraternidad de las relaciones inmediatas de los individuos entre sí. (Weber, 1979, 229)
Conocimiento
= .C
la ciencia, disolver los mitos y confutar la imaginación.
Anduvo no ha mucho por el mundo una cierta doctrina que llamábamos positivismo, que hizo
LA
mucho bien y mucho mal. Y entre otros males que hizo, fue el de traernos un género tal de
análisis que los hechos se pulverizaban con él, reduciéndose a polvo de hechos.
[…] Les sucedió lo que dicen sucede con frecuencia al examinar y ensayar ciertos complicados
compuestos químicos orgánicos, vivos, y es que los reactivos destruyen el cuerpo mismo que
FI
especialización
como signo la especialización […],9 constituye un dato de nuestra situación histórica del
distintivo de “lo que no podemos olvidarnos si queremos ser fieles a nosotros mismos.
científico” (Weber, 1979, 224)
[…] Aunque cada vez más convencido del valor y virtualidad de la ciencia,
La ciencia como
cada día siento por ella más desvío. No la considero ya más que como “opio de los
narcótico, un opio para ahogar los dolores del ansia de eternidad afectiva. Y pueblos”.
luego la ciencia se está convirtiendo en superstición, el microbio va a ser una
entidad teológica. ―La ciencia dice…‖, etc., etc.‖10 (Unamuno, 1972, 273)
Cientificismo
vs.
Y nos hablan de la sacrosanta Ciencia los que se pretenden sus
Anticientificismo sacerdotes y nos la han erigido en ídolo creando la religión de la ciencia,
y como a toda religión acompañan supersticiones, la superstición
cientificista. Y esta a su vez provoca el antificientificismo de los que han proclamado la
bancarrota de la ciencia.11 (Unamuno, 2011, 57)
[…] Este intolerante cientificismo prende mejor y arraiga más donde la ciencia arrastra más
lánguida vida. –Es natural: a menos pensamiento,12 pensamiento más tiránico y más
absorbente. (Unamuno, 2007: VIII, 642)
OM
(Unamuno, 2017, 236)
[El cientificismo es] una enfermedad de que no están libres ni aun los
Cientificismo: hombres de verdadera ciencia, sobre todo si esta es muy especializada,
-miope
-estrecho pero que hace presa en la mesocracia intelectual, en la clase media de
la cultura, en la burguesía del intelectualismo. Es muy frecuente en
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-ignorante
-semicientífico médicos y en ingenieros, desprovistos de toda cultura filosófica. Y
-enfermedad
-especialización admite muchas formas, desde el culto a la locomotora o al telégrafo
-creencia en los hasta el culto a la astronomía flammarionesca. Los felices mortales que
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signos materiales del viven bajo el encanto de esa enfermedad no conocen ni la duda ni la
progreso
desesperación. Son tan bienaventurados como los librepensadores
profesionales. (Unamuno, 2017, 230)
intelectualización al que, desde hace milenios, estamos sometidos y frente al cual, por lo
¿Qué es la demás, se adopta hoy frecuentemente una actitud extraordinariamente
intelectualización? negativa.
Si, […] comparamos la situación en que hacia 1910 los europeos se encontraban y la de
ahora, la advertencia del cambio, de la mutación sobrevenida, debería causarnos
un saludable pavor. Han bastado no más de veinte años –es decir, sólo un trozo La pérdida
de la vida de un hombre, que es ya de suyo tan breve– para trastocar las cosas de la fe en la
ciencia.
hasta el punto de que mientras entonces, en cualquier parte de Europa, podía
recurrirse a la fe en la ciencia y en los derechos de la ciencia como máximo valor
humano, […] hoy hay ya naciones donde ese recurso provocaría sólo sonrisas, naciones que
hace unos años eran precisamente consideradas como las grandes maestras de la ciencia, y
no creo que haya ninguna donde, a la fecha en que hablo, el cuerpo social se estremeciese
ante la apelación. (Ortega y Gasset, 1941, 19-21)
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La razón No sé por qué tanta gente se escandalizó o hizo que se La verdad no es
como escandalizaba cuando Brunetiére volvió a proclamar la la vida.
enemiga de la bancarrota de la ciencia. Porque la ciencia, en cuanto
vida.
sustitutiva de la religión, y la razón en cuanto sustitutiva de la fe, han fracasado
siempre. La ciencia podrá satisfacer, y de hecho satisface en una medida creciente,
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nuestras crecientes necesidades lógicas o mentales, nuestro anhelo de saber y conocer la
verdad; pero la ciencia no satisface nuestras necesidades afectivas y volitivas, […]. La verdad
racional y la vida están en contraposición. (Unamuno, 1958: XVI, 231)
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El malestar [En] El Ocaso de Occidente13 [de Oswald Spengler, editada en dos partes en
como síntoma 1918 y 1922] había emergido un difuso malestar, que muy pronto se tradujo
del ocaso de
en una abierta reacción, en la confrontación con la ciudadanía burguesa de la
Occidente.
era guillermina, la visión positivista del mundo y la confianza optimista en el
LA
de la ciencia,
mitad del siglo XIX, la total visión del mundo de los seres humanos modernos para la vida
se deja determinar y cegar por las ciencias positivas y por la ―prosperity‖ de humana.
que son deudores, significó un alejamiento indiferente de las preguntas que son
decisivas para una auténtica humanidad. Meras ciencias de hechos hacen meros humanos de
[…] ¿Qué es lo que ha pasado para que tal situación se produzca? La ciencia sabe hoy muchas
cosas con fabulosa precisión sobre lo que está aconteciendo en remotísimas estrellas y
galaxias. La ciencia, con razón, está orgullosa de ello, y por ello, aunque con
menos razón, en sus reuniones académicas hace la rueda con su cola de pavo Del apogeo al
“ocaso” de la
real. Pero entre tanto ha ocurrido que esa misma ciencia ha pasado de ser fe
ciencia.
viva social a ser casi despreciada por la colectividad. No porque este hecho no
haya acontecido en Sirio, sino en la Tierra, deja de tener alguna importancia – ¡pienso! La
ciencia no puede ser sólo la ciencia sobre sirio, sino que pretende ser también la ciencia sobre
el hombre. Pues bien, ¿qué es lo que la ciencia, la razón, tiene que decir hoy con alguna
precisión sobre ese hecho tan urgente, hecho que tan a su carne le va? ¡Ah!, pues nada. La
ciencia no sabe nada claro sobre este asunto. ¿No se advierte la enormidad del
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Razón caso? ¿No es esto vergonzoso? Resulta que, sobre los grandes cambios
naturalista humanos, la ciencia propiamente tal no tiene nada preciso que decir. La cosa
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es tan enorme que, sin más, nos descubre su porqué. Pues ello nos hace
reduccionismo
reparar en que la ciencia, la razón a que puso su fe social el hombre
moderno, es, hablando rigorosamente, sólo la ciencia físico-matemática, y
apoyada inmediatamente en ella, más débil, pero beneficiando de su prestigio, la ciencia
biológica. En suma, reuniendo ambas, lo que se llama la ciencia o razón naturalista.
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[…] El progresismo que colocaba la verdad en un vago mañana ha sido el opio entontecedor
de la humanidad. […] De aquí que al primer empellón sufrido por la armazón superficial de
nuestra civilización –ciencia, economía, moral, política–, el hombre se ha encontrado con que
DD
no tenía verdades propias, posiciones claras y firmes sobre nada importante.
Lo único en que creía era en la razón física, y esta, al hacerse urgente su Desmoronamiento
verdad sobre los problemas más humanos, no ha sabido qué decir. Y del suelo donde
afirmarnos.
estos pueblos de Occidente han experimentado de súbito la impresión de
que perdían pie, que carecían de punto de apoyo, y han sentido terror, pánico y les parece
LA
[…] Desde hace más de un siglo usamos el vocablo «razón», dándole un sentido cada día más
degradado, hasta venir de hecho a significar el mero juego de ideas. Por eso aparece la fe
como lo opuesto a la razón. Olvidamos que a la hora de su nacimiento en Grecia y de su
renacimiento en el siglo XVI, la razón no era juego de ideas, sino […] que, a través de la
razón física, la naturaleza cósmica disparaba dentro del hombre su, formidable secreto
trascendente. La razón era, pues, una fe. […]
Todas las definiciones de la razón, que hacían consistir lo esencial de esta en ciertos modos
particulares de operar con el intelecto, además de ser estrechas, la han esterilizado,
amputándole o embotando su dimensión decisiva.
también –en la forma descrita– la fe en esa razón, se ve el hombre forzado a hacer pie en lo
único que le queda y que es su desilusionado vivir.
[…] El hombre se pregunta: ¿qué es esta única cosa que me queda, mi Enajenación: “pérdida
vivir, mi desilusionado vivir? ¿Cómo he llegado a no ser sino esto? […] del suelo, del lugar
donde afirmarnos”.
El hombre enajenado de sí mismo se encuentra consigo mismo como “Descentramiento,
realidad, como historia. Y, por vez primera, se ve obligado a ocuparse desencuentro con uno
de su pasado, no por curiosidad ni para encontrar ejemplos mismo y con el
mundo”.
normativos, sino porque no tiene otra cosa.
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El mal del siglo: la pérdida de sentido
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La Razón ya
no es
referencia normativa respecto a aquello que desde el comienzo
dadora de de la filosofía designa la palabra verdad –verdad en sí– y
sentido. correlativamente la palabra existente (seiendes), óntos ón. Con esto cae
DD
también la creencia en una razón ―absoluta‖ a partir de la cual el mundo
La historia de
adquiere su sentido, la creencia en el sentido de la historia, el sentido de la la filosofía
humanidad, en su libertad, esto es como capacidad disposicional del ser como “lucha
humano de conferir sentido racional a su existencia humana individual y por la
existencia”.
general.
LA
[…] Cada vez más, la historia de la filosofía, vista desde dentro, asume el
carácter de una lucha por la existencia, […] El problema universal de la más profunda relación
esencial entre la razón y lo existente en general, el enigma de todos los enigmas, se convierte
en el auténtico tema.
FI
La ingenuidad […] Ahora estamos seguros de que el racionalismo del siglo XVIII, su modo de
del querer de ganar la sustentabilidad exigida a la humanidad europea, era una
racionalismo. ingenuidad. (Husserl, 2008, 56-57 y 59)
La ciencia
física el destino humano. Descartes mismo escribió ya un Tratado del pretendía aclarar
hombre. Pero hoy sabemos que todos los portentos, en principio el destino
humano y
inagotables, de las ciencias naturales se detendrán siempre ante la extraña
culminó
realidad que es la vida humana. ¿Por qué? Si todas las cosas han rendido disolviéndolo.
grandes porciones de su secreto á la razón física, ¿por qué se resiste está
sola tan denodadamente? La causa tiene que ser profunda y radical; tal vez,
nada menos que esto: que el hombre no es una cosa, que es falso hablar de la
Hacer algo para naturaleza humana, que el hombre no tiene naturaleza. […]
no perder la
existencia, dar […] El hombre no tiene naturaleza. El hombre no es su cuerpo, que es una
sentido a su cosa; ni es su alma, psique, conciencia o espíritu, que
ser, a su existir. 300 años de
es también una cosa. EI hambre no es cosa ninguna, fracaso de la
sino un drama –su vida, un puro y universal Razón.
acontecimiento que acontece a cada cual, y en que cada cual no es, a su vez, sino
acontecimiento. […] El hombre no encuentra cosas, sino que las pone o supone. […] El existir
mismo no le es dado «hecho» y regalado como a la piedra, sino que –rizando el rizo que las
primeras palabras de este artículo inician, diremos– al encontrarse con que existe, al
acontecerle existir, lo único que encuentra o le acontece es no tener más remedio que hacer
algo para no dejar de existir.
[…] Pero el hombre no sólo tiene que hacerse a sí mismo, sino que lo más grave que tiene
que hacer es determinar lo que va a ser.
[…] Podrán los físicos sentir ante él enojo o dolor –aunque ambos sean en éste caso un poco
pueriles–, pero esa convicción es el precipitado histórico de trescientos años de fracaso.
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(Ortega y Gasset, 1941, 31-54 y 79-80)
[…] Del Dios abstracto y lógico del intelectualismo de la Razón Suprema, […], no
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se saca vida, paz ni justicia.
y como síntoma, el
nihilismo teórico. nihilismo.
[…] Hoy la ciencia nos ha descubierto un nuevo universo y tras la muerte nos
ha mostrado la nada, […]
[…] Lo que más o menos disfrazado entristece a tantos espíritus modernos, el mal del siglo
FI
que denuncia Max Nordau, lo que perturba a las almas, no es otra cosa que la obsesión de la
muerte total.
La vanidad […] Se paraliza la energía espiritual ante el espectro de la venidera nada
de la razón
eterna, que envuelve a todo en vaciedad abrumadora. Tocase la vanidad del
puramente práctico y técnico. Este problema está planteado de manera ejemplar en la obra
de León Tolstoi, quien llega a él por un camino peculiar. Su meditación se va centrando cada
vez más en una sola cuestión, la de si la muerte constituye o no un fenómeno con sentido.
(Weber, 1979, 200)
[…] Hay que predicar de continuo contra esa barbarie de la supremacía de los conocimientos
de aplicación y contra esa otra barbarie del especialismo a toda costa […]. Así llegaríamos a
aprender a manejar máquinas, pero no a saber hacerlas, y sobre todo a perder el apetito de
vida y a no tener motivo de vivir. (Unamuno, 2007: VIII, 419)
El nihilismo
OM
Paralelamente al crecimiento del positivismo materialista, de la apropiación de la realidad y de
la manipulación técnica, aparece en el pensamiento occidental la
La denuncia
de la muerte denuncia –a cargo de Nietzsche– de la muerte de Dios.
Muerte de Dios:
de Dios.
¿Qué implicaba la existencia de Dios y, posteriormente, qué el fin de los
relatos de
significó la denuncia de su muerte? La presencia de Dios
sentido unitario.
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suponía la participación activa en un sentido unitario de la realidad que Caída de los
inducía a todas las manifestaciones de la vida. fundamentos
absolutos.
Es el fin de esa unidad lo que Nietzsche anuncia. ―Ha muerto Dios‖ quiere
DD
decir que asistimos a la ruptura y la participación infinita del mundo en
fragmentos. (Jalfen, 1987, 28)
el nihilismo.
El pensamiento filosófico ha intentado ofrecer un diagnóstico de tal
situación, de los males que afligen al hombre contemporáneo y de los
peligros que lo amenazan. Y ha creído poder detectar la causa esencial de todo esto en el
―nihilismo‖. Pero ¿qué es el nihilismo? […]
[…] No es, pues, una exageración considerar a Nietzsche como […] el que
El pathos, el
sentimiento de diagnostica a tiempo la ―enfermedad‖ que afligirá al siglo y para el cual ofrece
la época: no hay una terapia.
OM
nada y no tengo
de donde […] La muerte de Dios, imagen que simboliza la venida a
asirme. Esta Nihilismo:
menos de los valores tradicionales, se convierte en el hilo concepto para
será la historia
del siglo XX y
conductor para interpretar la historia occidental como interpretar la
XXI. decadencia y suministrar un diagnóstico crítico del presente. historia
occidental
[…] El nihilismo es, por lo tanto, la ―falta de sentido‖ que presente.
aparece cuando se debilita la fuerza vinculante de las respuestas
.C
tradicionales al ―¿para qué?‖ de la vida y del ser, y esto sucede a lo largo del proceso
histórico, en el curso del cual los supremos valores tradicionales se daban como respuesta a
aquel ―¿para qué?‖ –Dios, la Verdad, el Bien- pierden su valor y perecen, generando la
condición de ―insensatez‖ en la que se encuentra la humanidad contemporánea.
DD
[…] Según Nietzsche, el proceso de desvalorización de los
El acto que valores es el rasgo más profundo que caracteriza el Si sólo el mundo
origina la desarrollo de la historia del pensamiento europeo, que es, inteligible es el
decadencia está verdadero, y es
por consiguiente, la historia de una decadencia: el acto
en la teoría inalcanzable para
LA
[Una] gran categoría que cae con el nihilismo es la de la verdad: No hay fin
No hay unidad
dado que en el devenir no hay ni fin ni unidad.
La muerte de No hay verdad.
Dios también […] Cuando se hace claro que ―no es lícito interpretar el
significa la ¡No hay nada! ¡Y
carácter general de la existencia ni con el concepto de «fin», este mundo no
muerte de la
Verdad como ni con el concepto de «unidad», ni con el concepto de se soporta así!
ideal «verdad», se termina por inhibir todo principio organizador y
regulador.
toda trascendencia, y por admitir como única realidad el mundo en su eterno
fluir y devenir: el problema es que este último se muestra privado de sentido y de
valor.‖ Por lo tanto, ―no se soporta este mundo […]‖ (Nietzsche, 1988: XIII, 48)
10
El colectivo singular ―historia‖, que Hegel utiliza ya como evidente de suyo, es una acuñación
del siglo XVIII: ―La ‗Edad Moderna‘ presta a la totalidad del pasado la cualidad de una historia
universal… El diagnóstico de la Edad Moderna y el análisis de las épocas pasadas
La noción de
guardan una recíproca y cabal correspondencia‖. A esto responde la nueva
“historia”.
experiencia del progreso y de la aceleración de los acontecimientos históricos, y
la idea de la simultaneidad cronológica de evoluciones históricamente a simultáneas. Es
entonces cuando se constituye la idea de historia como un proceso unitario generador de
problemas, a la vez que el tiempo es vivido como recurso escaso para la solución de
problemas que apremian, es decir, como presión del tiempo. El ―espíritu de la época‖, una de
OM
las expresiones nuevas que inspiran a Hegel, caracteriza a la actualidad como un momento de
tránsito que se consume en la conciencia de la aceleración del presente y en la expectativa de
la heterogeneidad del futuro: ―No es difícil ver‖, dice Hegel en el prefacio a la Fenomenología
del espíritu, ―que nuestro tiempo es un tiempo de nacimiento y de tránsito a un nuevo
período. El espíritu ha roto con el mundo de su existencia y el mundo de ideas vigentes hasta
aquí y está en trance de hundirlo en el pasado y anda entregado al trabajo de su
.C
transformación… La frivolidad y el aburrimiento que desgarran lo existente, la añoranza
indeterminada de algo desconocido, son los mensajeros de que algo nuevo se aproxima. Este
gradual desmoronamiento…queda interrumpido por otro que cual relámpago pinta de un golpe
la imagen de un nuevo mundo‖
DD
Como el mundo nuevo, el mundo moderno, se distingue del antiguo por esta
La continua
novedad. abierto al futuro, el inicio que es la nueva época se repite y perpetúa con cada
momento de la actualidad que produce de sí algo nuevo. A la conciencia
histórica de la modernidad pertenece, por tanto, el deslinde entre ―lo novísimo‖ y lo moderno:
la actualidad como historia del presente dentro del horizonte de la Edad Moderna, pasa a
LA
el pasado.
estadio de la historia, en nuestro mundo, en nuestros días…‖. Una actualidad
que desde el horizonte de la Edad Moderna se entiende a sí misma como la
actualidad del tiempo novísimo no tiene más remedio que vivir y reproducir la renovación
continua la ruptura que la Edad Moderna significó con el pasado. (Habermas, 1989, 16-17)
11
El fin de la historia está inscrito en sus comienzos –la historia, el hombre presa del tiempo,
OM
llevando los estigmas que definen, a la vez, al tiempo y al hombre.
.C
Así como los teólogos hablan, y con justa razón, de nuestra época como de una
época poscristiana, así se hablará un día de las ventajas y desventajas de vivir en plena
poshistoria. (Cioran, 1976, 427)
DD
El ocaso como la ocasión para una nueva aurora
superación se impone como única forma de vida... si ello es así, entonces no se podrá salir
corresponde con de la modernidad pensando en superarla.
la metafísica
moderna, y es […]
necesario
abandonarlo.La modernidad está constituida no sólo por la categoría de la superación
FI
[…]
Ni, pues, el anhelo vital de inmortalidad humana halla confirmación racional, ni tampoco la
razón nos da aliciente y consuelo de vida y verdadera finalidad a esta. Más he aquí que en el
fondo del abismo se encuentran la desesperación sentimental y volitiva y el escepticismo
12
racional frente a frente, y se abrazan como hermanos. Y va a ser de este abrazo, un abrazo
trágico, es decir, entrañadamente amoroso, de donde va a brotar manantial de vida, de una
vida seria y terrible.16 El escepticismo, la incertidumbre, última posición a que llega la razón
ejerciendo su análisis sobre sí misma, sobre su propia validez, es el fundamento sobre que la
desesperación del sentimiento vital ha de fundar su esperanza.
Tuvimos que abandonar, desengañados, la posición de los que quieren hacer verdad racional y
lógica del consuelo, pretendiendo probar su racionalidad, o por lo menos su no irracionalidad
[catolicismo-cristianismo], y tuvimos también que abandonar la posición de los que querían
hacer de la verdad racional consuelo y motivo de vida [racionalismo]. Ni una ni otra de ambas
posiciones nos satisfacían. La una riñe con nuestra razón, la otra con nuestro sentimiento. La
paz entre estas dos potencias se hace imposible, y hay que vivir de su guerra. Y hacer de
OM
esta, de la guerra misma, condición de nuestra vida espiritual.
La incertidumbre […]
vital como punto
de partida para Y ese escepticismo salvador de que ahora voy a hablaros, ¿puede decirse
la creación de que sea la duda? Es la duda, sí, pero es mucho más que la duda.
nuevos sentidos.
La lucha por el […]
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sentido.
La certeza absoluta completa, de que la muerte es un completo y definitivo e
irrevocable anonadamiento de la conciencia personal, una certeza de ello como
estamos ciertos de que los tres ángulos de un triángulo valen dos rectos, o la certeza
DD
absoluta, completa, de que nuestra conciencia personal se prolonga más allá de la muerte en
estas o las otras condiciones haciendo sobre todo entrar en ello la extraña y adventicia
añadidura del premio o del castigo eternos, ambas certezas nos harían igualmente imposible
la vida. En un escondrijo, el más recóndito del espíritu, sin saberlo acaso el mismo que cree
estar convencido de que con la muerte acaba para siempre su conciencia personal, su
LA
memoria, en aquel escondrijo le queda una sombra, una vaga sombra de sombra de
incertidumbre, y mientras él se dice: «ea, ¡a vivir esta vida pasajera, que no hay otra!», el
silencio de aquel escondrijo le dice: «¡quién sabe!...». Cree acaso no oírlo, pero lo oye. Y en
un repliegue también del alma del creyente que guarde más fe en la vida futura, hay una voz
tapada, voz de incertidumbre, que le cuchichea al oído espiritual: «¡quién sabe!...». […].
FI
El «¿y si hay?» y el «¿y si no hay?» son las bases de nuestra vida íntima.
[…]
Del eterno e
Y hemos llegado al fondo del abismo, al irreconciliable conflicto entre la razón irresoluble
conflicto entre
y el sentimiento vital. Y llegado aquí os he dicho que hay que aceptar el
razón y fe,
conflicto como tal y vivir de él. Ahora me queda el exponeros cómo, a mi puede surgir
sentir y hasta a mi pensar, esa desesperación puede ser base de una vida una nueva
filosofía
vigorosa, de una acción eficaz, de una ética, de una estética, de una religión y
hasta de una lógica.
[…]
Y el que me siga leyendo verá también cómo de este abismo de desesperación puede surgir
esperanza, y cómo puede ser fuente de acción y de labor humana, hondamente humana, y de
solidaridad […] El lector que siga leyéndome verá su justificación pragmática. Y verá cómo
para obrar, y obrar eficaz y moralmente, no hace falta ninguna de las dos opuestas certezas,
ni la de la fe ni la de la razón, ni menos aún –esto en ningún caso– esquivar el problema de la
13
[…] La creencia en «certezas inmediatas» es una ingenuidad moral que nos honra a nosotros
los filósofos; pero ¡nosotros no debemos ser hombres «sólo morales»! ¡Prescindiendo de la
moral, esa creencia es una estupidez que nos honra poco! Aunque en la vida burguesa se
considere que la desconfianza siempre a punto es signo de «mal carácter» y, en consecuencia,
una falta de inteligencia; aquí entre nosotros, más allá del mundo burgués, y de su sí y su no,
–qué nos impediría ser poco inteligentes y decir: el filósofo tiene ya derecho al «mal
carácter», en cuanto es el ser que hasta ahora ha sido más burlado siempre en la tierra–, el
filósofo tiene hoy el deber de desconfiar, de mirar maliciosamente de reojo desde todos los
OM
abismos de la sospecha.
El mundo
[…] Que la verdad sea más valiosa que la apariencia, eso no es más que un como ficción
prejuicio moral; es incluso la hipótesis peor demostrada que hay (creación).
El
perspectivismo. en el mundo. Confesémonos al menos una cosa: no existiría vida
alguna a no ser sobre la base de apreciaciones y de apariencias
perspectivistas; y si alguien, movido por la virtuosa exaltación y majadería de más
.C
de un filósofo, quisiera eliminar del todo el «mundo aparente», entonces, suponiendo que
vosotros pudierais hacerlo, —¡tampoco quedaría ya nada de vuestra «verdad»! Sí,
¿qué es lo que nos fuerza a suponer que existe una antítesis
DD
Hay que perder esencial entre «verdadero» y «falso»? ¿No basta con suponer
el respeto por ¡Dios ha muerto!
grados de apariencia y, por así decirlo, sombras y tonos Ahora es
las lógicas, las
gramáticas, generales, más claros y más oscuros, de la apariencia, — necesario que
que nos valeurs (valores) diferentes, […]? ¿Por qué el mundo que vivan muchos
gobiernan, y dioses.
nos concierne en algo —no iba a ser una ficción? Y a quien
crear otras
aquí pregunte: «¿es que de la ficción no forma parte un autor?» —¿no sería
LA
nuevas.
lícito responderle francamente: por qué? ¿Acaso ese «forma parte» no forma
parte de la ficción? ¿Es que no está permitido ser ya un poco irónico contra el
sujeto, así como contra el predicado y el complemento? ¿No le sería lícito al filósofo elevarse
por encima de la credulidad en la gramática? Todo nuestro respeto por los gobernantes: ¿mas
no sería tiempo de que la filosofía abjurase de la fe en los gobernantes?
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[…] [Hay] una fuerte sentencia, que como agorero estribillo se hace resonar de vez en cuando
sobre nuestras cabezas soñadoras; y la sentencia es esta: ¡vanitas vanitatum et
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Referencias bibliográficas
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