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Curso 2023-2024
Prof. Lourdes Reyes Manuel
HISTORIA DE LA FILOSOFÍA
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HISTORIA DE LA FILOSOFÍA
Textos PAU y modelos de pruebas
NIETZSCHE
Términos: nihilismo, dionisíaco, transmutación de valores, inocencia del devenir.
Relaciones: Nietzsche-Heráclito, Nietzsche-Platón, Nietzsche-Kant, Nietzsche-Simone
de Beauvoir
Textos:
El crepúsculo de los ídolos. (extracto)
(Traducción de Andrés Sánchez Pascual. Alianza Editorial)
“La «razón» en la filosofía” (extracto)
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¿Me pregunta usted qué cosas son idiosincrasia en los filósofos?... Por ejemplo, su falta de sentido histórico, su odio a la
noción misma de devenir, su egipticismo. Los creen otorgar un honor a una cosa cuando la deshistorizan, sub specie aeterni
[desde la perspectiva de lo eterno] —cuando hacen de ella una momia—. Todo lo que los filósofos han venido manejando desde
hace milenios fueron momias conceptuales; de sus manos no salió vivo nada real. Matan, rellenan de paja, esos señores
idólatras de los conceptos, cuando adoran —se vuelven mortalmente peligrosos para todo, cuando adoran—. La muerte, el
cambio, la vejez, así como la procreación y el crecimiento son para ellos objeciones, incluso refutaciones. Lo que es no deviene;
lo que deviene no es... Ahora bien, todos ellos creen, incluso con desesperación, en lo que es. Pero como no pueden apoderarse
de ello, buscan razones de por qué se les retiene. «Tiene que haber una ilusión, un engaño en el hecho de que no percibamos lo
que es: ¿dónde se esconde el engañador?».
«Lo tenemos, gritan dichosos, ¡es la sensibilidad! Estos sentidos, que también en otros aspectos son tan inmorales, nos
engañan acerca del mundo verdadero. Moraleja: deshacerse del engaño de los sentidos, del devenir, de la historia [Historie], de
la mentira —la historia no es más que fe en los sentidos, fe en la mentira—. Moraleja: decir no a todo lo que otorga fe a los
sentidos, a todo el resto de la humanidad: todo él es “pueblo”.
¡Ser filósofo, ser momia, representar el monótono-teísmo con una mímica de sepulturero! —¡Y, sobre todo, fuera el
cuerpo, esa lamentable idée fixe [idea fija] de los sentidos!, ¡Sujeto a todos los errores de la lógica que existen, refutado, incluso
imposible, aun cuando es lo bastante insolente para comportarse como si fuera real!...»
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Pongo a un lado, con gran reverencia, el nombre de Heráclito. Mientras que el resto del pueblo de los filósofos rechazaba el
testimonio de los sentidos porque estos mostraban pluralidad y cambio, él rechazó su testimonio porque mostraban las cosas
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como si tuviesen duración y unidad. También Heráclito fue injusto con los sentidos. Estos no mienten ni del modo como creen
los eleatas ni del modo como creía él —no mienten de ninguna manera—. Lo que nosotros hacemos de su testimonio, eso es lo
que introduce la mentira; por ejemplo, la mentira de la unidad, la mentira de la coseidad, de la sustancia, de la duración...
La «razón» es la causa de que nosotros falseemos el testimonio de los sentidos. Mostrando el devenir, el perecer, el cambio, los
sentidos no mienten... Pero
Heráclito tendrá eternamente razón al decir que el ser es una ficción vacía. El mundo «aparente» es el único: el «mundo
verdadero» no es más que un añadido mentiroso...
“Cómo el «mundo verdadero» acabó convirtiéndose en una fábula”
(extracto).
Historia de un error
1. El mundo verdadero, asequible al sabio, al piadoso, al virtuoso —él vive en ese mundo, es ese mundo—. (La forma más
antigua de la Idea, relativamente inteligente, simple, convincente. Transcripción de la tesis «yo, Platón, soy la verdad».)
2. El mundo verdadero, inasequible por ahora, pero prometido al sabio, al piadoso, al virtuoso («al pecador que hace
penitencia»). (Progreso de la Idea: esta se vuelve más sutil, más capciosa, más inaprensible, —se convierte
en una mujer, se hace cristiana...—).
3. El mundo verdadero, inasequible, indemostrable, imprometible, pero, ya en cuanto pensado, un consuelo, una obligación,
un imperativo. (En el fondo, el viejo Sol, pero visto a través de la niebla y el escepticismo; la Idea, sublimizada, pálida,
nórdica, königsberguense).
4. El mundo verdadero —¿inasequible?—. En todo caso, inalcanzado. Y en cuanto inalcanzado, también desconocido. Por
consiguiente, tampoco consolador, redentor, obligante: ¿a qué podría obligarnos algo desconocido?... (Mañana gris. Primer
bostezo de la razón. Canto del gallo del positivismo.)
5. El «mundo verdadero» —una Idea que ya no sirve para nada, que ya ni siquiera obliga— , una Idea que se ha vuelto inútil,
superflua, por consiguiente una Idea refutada: ¡eliminémosla! (Día claro; desayuno; retorno del bon sens [buen sentido] y de
la jovialidad; rubor avergonzado de Platón; ruido endiablado de todos los espíritus libres.)
6. Hemos eliminado el mundo verdadero: ¿qué mundo ha quedado?, ¿acaso el aparente?... ¡No!, ¡al eliminar el mundo
verdadero hemos eliminado también el aparente!
(Mediodía, instante de la sombra más corta; final del error más largo; punto culminante de la humanidad; INCIPIT
ZARATHUSTRA [comienza Zaratustra].)
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y la radio. Esto provocó el entusiasmo por la ciencia que desembocó en el
positivismo.
La corriente filosófica preponderante es, por tanto, el positivismo.
Según Comte, su fundador, la humanidad se encuentra en su grado máximo de
esplendor gracias a la superación de la religión y la metafísica, y la
consolidación de la ciencia. El positivismo tiene como consecuencias, por
un lado, la anulación del individuo bajo el lema “Orden y Progreso” y,
por otro, la imposibilidad de que la ciencia responda a las preguntas
funda- mentales de la filosofía, como el sentido de la vida. Frente al
positivismo el vitalismo de Nietzsche reivindica la vida, el individuo,
las pasiones, los instintos y el ahora.
A finales del s. XIX surge también el evolucionismo de Darwin. La
selección natural establece que unas especies evolucionan a partir de
otras gracias a dos princi- pios: a) la variabilidad de los individuos y
b) la lucha por la existencia. Este último aspecto que Darwin tomó de
Malthus es fundamental en el darwinismo social de H. Spencer. Según este
las desigualdades sociales del capitalismo son el reflejo social de la
lucha por la existencia que existe en la naturaleza. Si queremos que la
sociedad progrese del mismo modo que lo hace la naturaleza debemos seguir
la doctrina liberal capitalista. La desigualdad natural del ser humano y
la lucha por la existencia son aspectos que sí están presentes en la obra
de Nietzsche. Sin embargo, al contrario que Darwin, Nietzsche considera
que el objetivo del hombre no es la supervivencia sino dar paso a algo
nuevo, al superhombre. Esta afinidad de Nietzsche con Darwin lo aleja del
marxismo y el anarquismo que defienden la igualdad de todos los hombres.
El auge de la ciencia se contagia también a la literatura. La
corriente predomInante es el realismo que intenta reflejar con veracidad
la sociedad burguesa de la época. Así, por ejemplo, Dickens, Galdós o
Zola. Tiene una importancia especial el novelista ruso Dostoievski, muy
admirado por Nietzsche y que retrató como nadie el nihilismo: “Si Dios ha
muerto, todo está permitido”, decía en Los hermanos Karamazov.
En 1870 tras la victoria en la guerra franco-prusiana, se produce la
unificación alemana. De este modo, Alemania se convierte en la gran
potencia continental. El nuevo Estado mezcla liberalismo económico y
centralismo político. Un Estado rígido y organizado que se funda en una
burguesía extremadamente conservadora y antisemita. Wagner y el cuñado de
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Nietzsche representan bien este tipo de sociedad alemana que Nietzsche
despreciaba. Un Estado formado por funcionarios, eficientes y honestos,
pero enfermizamente gregarios. Ese Estado alemán que se alimentaba del
idealismo racionalista de Kant y Hegel fue muy criticado por Nietzsche
que reivindicaba la libertad, la autonomía y el desorden de las pasiones.
Criticaba de Kant el dualismo cristiano, el sometimiento del cuerpo al
deber, y de Hegel, el sometimiento del individuo al Todo, al Estado.
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La oposición entre Apolo y Dionisos determina lo que Nietzsche
llamará visión trágica del mundo. Esta visión asume que la vida es una
permanente lucha de contrarios sin reconciliación posible, con lo que
suprimir los contrarios sería acabar con la vida misma. Esta lucha puede
ser vista negativamente -condenando entonces a la vida como algo
dramático (tal y como hace Schopenhauer)- o, al contrario, positivamente
– aceptándola como la vida es y asumiéndola con alegría. Tal sería el
optimismo trágico de Nietzsche frente al pesimismo de Schopenhauer. De
esta asunción alegre de la vida, incluyendo el dolor, nace la noción
nietzscheana de fuerza y su crítica a la moral cristiana y a la moral
socialista, a las que considera morales de esclavo, de individuos
débiles.
Dirá Nietzsche que este optimismo trágico con respecto a la vida es
lo que predominó en la Grecia antigua antes de Sócrates y Platón.
Sócrates fue quien acabó con este modo de vida al valorar más lo racional
y lo conceptual que la vida concreta y a las pasiones. Por su parte,
Platón completaría esta destrucción de la cultura trágica griega al
introducir en la filosofía la división entre mundo sensible y mundo
suprasensible o inteligible como lugar de la verdad. Será el cristianismo
quien recoja el testigo de esta división platónica, dando como resultado
la total corrupción de la cultura occidental.
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sino en comprender si la existencia es culpable o inocente. Para
Nietzsche está clara la inocencia de la pluralidad y del devenir.
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Dirá Nietzsche que el origen de esta moral está en la actitud
resignada de Sócrates ante su condena a muerte. En esa supuesta debilidad
socrática –su no querer defenderse ni escapar porque su ciudad le había
condenado- radica la fuerza que aún tiene la perniciosa influencia
socrática en nuestro mundo actual.
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aquellos que están contra el desarrollo de esta vida. Así, queda
destruido el mundo antiguo y la casta sacerdotal se hace con el poder.
Con esto, se logra un debilitamiento del ser humano que fomenta la
necesidad que tiene de una confianza externa, de una tutela, de un
dominio por parte de instancias ajenas, todo ello bajo la
amenaza/recompensa de la condena/salvación. Se logra entonces un
debilitamiento del hombre que sirve para una mejor dominación de él y del
mundo.
Contra esto, Nietzsche va a proponer la necesaria tarea de organizar
un sistema conceptual que no implique la desvalorización del mundo
sensible ni de la voluntad de acción humana, y que, por lo tanto, supere
el nihilismo actual. Para ello, se hace necesario radicaliza el nihilismo
hasta que se agote por sí mismo. Esto significa atreverse a pensar muy
bien qué significa y cómo actúa, y entonces darse cuenta de su
sinsentido. Luego será necesario aplicar la voluntad afirmativa del
hombre para construir todo un sistema nuevo de valores afirmadores de la
vida sensible, libres ya de la conciencia desgraciada del pecado
original. El superhombre será el tipo humano capaz de asumir y de cumplir
esta tarea.
La evolución del ser humano hasta llegar al superhombre queda clara
en el uso nietzscheano de tres figuras metafóricas empleadas en su
principal obra, Así habló Zaratustra:
- Camello: Es el animal que carga con el peso de la moral impuesta,
como metáfora de la situación en la que se encuentra el hombre de cara a
Dios, sometido por su pesada carga.
- León: Es la primera transformación importante para llegar al
superhombre. El león representa el poder, la capacidad de destruir la
pesada carga de la moral. Como rey de la selva que es, huye de la moral
del rebaño y puede acabar con sus valores.
- Niño: Representa al hombre que ha destruido ya todos los valores, se
ha liberado de la carga y pasa a construirse sus propios valores. Es el
que juega a lo que quiere, de un modo inocente y alegre, despreocupado,
apegado a la vida, aquí y ahora.
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HISTORIA DE LA FILOSOFÍA
Textos PAU y modelos de pruebas
SIMONE DE BEAUVOIR
Términos: existencialismo, alteridad, situación, libertad.
Relaciones: Beauvoir-Aristóteles, Beauvoir-Kant, Beauvoir-Marx, Beauvoir-Nietzsche.
Textos:
El segundo sexo. (extracto)
(Traducción de Alicia Martorell. Cátedra)
Vol. II. (extracto)
No se nace mujer: se llega a serlo. Ningún destino biológico, psíquico, económico, define la imagen que reviste en el seno de la
sociedad la hembra humana; el conjunto de la civilización elabora este producto intermedio entre el macho y el castrado que
se suele calificar de femenino. Sólo la mediación ajena puede convertir un individuo en Alteridad.
(…) El hecho es que los hombres encuentren en su compañera más complicidad de la que el opresor suele encontrar en el
oprimido; utilizan esta circunstancia con mala fe para declarar que ella ha querido el destino que le han impuesto. Hemos
visto que en realidad toda su educación conspira para cerrarle los caminos de la rebeldía y la aventura; la sociedad entera –
empezando por sus respetados padres- le miente exaltando el elevado valor del amor, de la abnegación, del don de sí y
ocultándole que ni el amante, ni el marido, ni los hijos estarán dispuestos a soportar esta carga tan molesta.
[Pero] ¿Basta con cambiar las leyes, las instituciones, las costumbres, la opinión y todo el contexto social para que las mujeres
y los hombres sean realmente semejantes? “Las mujeres siempre serán mujeres”, dicen los escépticos; otros videntes profetizan
que despojándolas de su feminidad se las transformará en hombres y que se convertirán en monstruos. Es como admitir que la
mujer de nuestros días es una creación de la naturaleza; hay que repetir una vez más que en la sociedad humana nada es
natural y la mujer es uno de tantos productos elaborados por la
civilización; la intervención ajena en su destino es originaria: si esta acción estuviera dirigida en otro sentido, el resultado
sería muy diferente. La mujer no se define por sus hormonas, ni por instintos misteriosos, sino por la forma en que percibe, a
través de las conciencias ajenas, su cuerpo y su relación con el mundo. (…) Si desde la más tierna edad se educara a la niña
con las mismas exigencias y los mismos honores, las mismas severidades y las mismas licencias que sus hermanos, participando
en los mismos estudios, los mismos juegos, a la espera de un mismo futuro, rodeada de mujeres y de hombres que se le
aparecerían inequívocamente como iguales, el sentido del “complejo de castración” y del “complejo de Edipo” se modificaría
profundamente. Al asumir de la misma forma que el padre la responsabilidad material y moral de la pareja, la madre
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gozaría del mismo privilegio duradero; la niña sentiría a su alrededor un mundo andrógino y no un mundo masculino (…)
Liberar a la mujer es negarse a encerrarla en las relaciones que mantiene con el hombre, pero no negarlas; si se afirma para
sí, no dejará de existir también para él: al reconocerse mutuamente como sujetos, cada uno seguirá siendo para el otro una
alteridad; la reciprocidad de sus relaciones no suprimirá los milagros que genera la división de los seres humanos en dos
categorías separadas; el deseo, la posesión, el amor, el sueño, la aventura; las palabras que nos conmueven:
dar, conquistar, unirse, seguirán tendiendo un sentido; por el contrario, cuando quede abolida la esclavitud de la mitad de la
humanidad y todo el sistema de hipocresía que supone, “la sección” de la humanidad revelará su auténtico significado y la
pareja humana recobrará su verdadera imagen.
Vol. I. Introducción. (extracto)
En el momento en que las mujeres empiezan a participar en la elaboración del mundo, sigue siendo un mundo que pertenece
a los hombres: a ellos no les cabe ninguna duda, y a ellas apenas. Negarse a ser Alteridad, rechazar la complicidad con el
hombre sería para ellas renunciar a todas las ventajas que les puede procurar la alianza con la casta superior (…) Junto a la
pretensión de todo individuo de afirmarse como sujeto, que es una pretensión ética, también está la tentación de huir de su
libertad y convertirse en cosa; se trata de un camino nefasto, porque pasivo, alienado, perdido, es presa de voluntades ajenas,
queda mutilado en su trascendencia, frustrado de todo valor. Sin embargo, es un camino fácil: se evita así la angustia y la
tensión de la existencia auténticamente asumida. El hombre que considera a la mujer como una Alteridad encontrará en ella
profundas complicidades. De esta forma, la mujer no se reivindica como sujeto, porque carece de medios para hacerlo, porque
vive el vínculo necesario que la ata al hombre sin plantearse una reciprocidad, y porque a menudo se complace en su
alteridad.
Examen tipo: Opción F
1. Explica este texto de Simone de Beauvoir relacionándolo con la noción de feminismo (2 puntos).
“No se nace mujer: se llega a serlo. Ningún destino biológico, psíquico, económico, define la imagen que reviste
en el seno de la sociedad la hembra humana; el conjunto de la civilización elabora este producto intermedio
entre el macho y el castrado que se suele calificar de femenino. Sólo la mediación ajena puede convertir un
individuo en Alteridad. (…) Hay que repetir una vez más que en la sociedad humana nada es natural y la mujer
es uno de tantos productos elaborados por la civilización; la intervención ajena en su destino es originaria: si
esta acción estuviera dirigida en otro sentido, el resultado sería muy diferente. La mujer no se define por sus
hormonas, ni por instintos misteriosos, sino por la forma en que percibe, a través de las conciencias ajenas, su
cuerpo y su relación con el mundo”.
2. Explica el significado que tienen en Beauvoir los siguientes términos: existencialismo, alteridad, situación,
libertad. (3 puntos. Escoger únicamente 3 términos).
3.Relaciona la filosofía de Beauvoir con los siguientes autores: Aristóteles, Kant, Marx, Nietzsche. (3 puntos.
Escoger únicamente 3 comparaciones.)
4. Realiza una disertación sobre alguno de los temas planteados en las diferentes épocas. (2 puntos).
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1. INTRODUCCIÓN: CONTEXTO FILOSÓFICO Y SOCIOPOLÍTICO
"Durante todos estos siglos, las mujeres han sido espejos dotados del mágico y delicioso
poder de reflejar una silueta de hombre de tamaño doble del natural. Por eso, tanto
Napoleón como Mussolini insisten tan marcadamente en la inferioridad de las mujeres, ya
que si ellas no fueran inferiores, ellos cesarían de agrandar" (Virgina Woolf)
1.1 BIOGRAFÍA
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b. Psicoanálisis
c. El existencialismo
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EXISTENCIALISMO (CONCEPTO PAU)
En la “Introducción” de El segundo sexo (1949), Beauvoir declara que su
perspectiva es la de la moral existencialista. El origen histórico de
esta corriente filosófica suele atribuirse a Kierkegaard y su apelación
de la “filosofía existencial” contra la “filosofía especulativa” de
Hegel. Más allá de las especificidades, uno de los rasgos distintivos de
los (diversos) existencialismos es el distanciamiento respecto de la
“cosificadora” mentalidad científico-técnica moderna, considerada en
ocasiones como el agente principal del trágico destino del s. XX.
Beauvoir se adhiere a la tesis principal del existencialismo, a
saber, la afirmación de la preeminencia de la existencia (modo de ser de
lo humano: para-sí) sobre la esencia (modo de ser de los objetos: en-sí)
y al dictum de que la existencia (trascendente de lo dado: movimiento
incesante) precede a la esencia (conformado a lo dado: quietud y fijeza).
Las cosas son y los seres humanos existen. Más que el ser en abstracto,
lo que interesa es la elucidación del sentido de la existencia. Por ello,
al entender lo humano (existencia) como un proceso siempre en apertura y,
en efecto, no asumible en términos sustancialistas o esencialistas,
Beauvoir inhabilita la idea tradicional de la naturaleza como principio
rector y justificación de las acciones humanas. La realidad humana es
nada y, en efecto, ha de hacerse continuamente.
En definitiva, al convertir a la cultura y al hacer (no al ser) en la
esfera principal para el análisis de lo humano, el existencialismo es el
marco conceptual desde donde entender en su plenitud la tesis más citada
de Beauvoir y que anticipa, sin nombrarla, la noción de género: “la mujer
no nace, se hace”. Las mujeres no son una esencia ni el resultado de un
mandato natural sino, antes bien, el producto cultural de una sociedad
androcéntrica que, como tal, gira en torno a unos valores masculinos que
se presentan como plenamente humanos.
SITUACIÓN(CONCEPTO PAU)
Esta noción tiene un lugar central y constituye la clave en la que se
apoya el feminismo antiesencialista de El segundo sexo (1949). Además, a
través de su comprensión de la situación, Beauvoir se distancia del
existencialismo de cuño sartreano y muestra su propia filosofía. Y es que
Sartre, sobre todo en El ser y la nada (1943), había hecho de la libertad
y de la situación las dos caras de una misma moneda: la libertad es
infinita y, la situación, su encarnación2. De hecho, Sartre consideró que
cualquier situación, como lo fáctico de la libertad, es siempre
redefinible por la libertad del sujeto. Sin embargo, Beauvoir, si bien
1
En la Fenomenología del espíritu (1807), Hegel explica que el esclavo es designado el otro por el amo mientras que
este (el amo) es siempre el mismo, lo esencial. El esclavo lo es porque no ha arriesgado la vida en el combate, ha
preferido la vida segura a la libertad que conlleva riesgos (la inmanencia a la trascendencia). Es como si el esclavo no
tuviera conciencia propia, pues contempla al amo como su esencia y su ideal. El amo se le aparece al esclavo como la
verdad, pero se trata de una verdad que es exterior a él.
2
Sartre, en El ser y la nada, escribió que “no hay libertad sino en situación (posición en el mundo) y no hay situación sino por la
libertad”.
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afirma la infinitud de la libertad, las situaciones son, más que las
encarnaciones de la libertad, las posibilidades de encarnarla. Una
situación es un conjunto de posibilidades (finitas) y puede, desde el
exterior, aumentar o disminuir la libertad, pues condiciona desde afuera
el alcance de los fines que se propone un sujeto. Situación y libertad no
son nociones indisociables, y es en esta diferenciación
situación/libertad donde Beauvoir se apoya para denunciar la
subordinación (infringida) de las mujeres.
Dicho de otra manera, el concepto de situación como conjunto de
determinaciones socio-culturales y educacionales (y como espacio
fácticamente limitado) permite a Beauvoir explicar cómo esta sociedad
patriarcal y androcéntrica ha cosificado y objetualizado a las mujeres
desde el exterior y, en efecto, las ha convertido en una casta oprimida,
subordinada y, en definitiva, infrahumana (otredad absoluta). La
situación en la que se encuentran las mujeres no les permite el libre
ejercicio de la libertad que, en tanto seres humanos, les corresponde.
Porque hay situaciones donde la libertad no puede ejercerse. De hecho,
todos los defectos que la propia Beauvoir achaca a las mujeres, tales
como el narcicismo, la superficialidad, son expresiones de la situación
en las que están insertas y que no les permite trascender lo dado.
LIBERTAD(CONCEPTO PAU)
En la filosofía de Simone de Beauvoir, la noción de libertad está
íntimamente relacionada con la de situación. Es más, dada esta
correlación, la libertad es uno de los conceptos donde se aprecia de
manera explícita la originalidad del pensamiento de Beauvoir frente al de
Sartre.
En El ser y la nada (1943) se da una equiparación entre libertad y
humanidad: el ser humano vive una libertad absoluta, ya que siempre ha de
elegir entre diferentes opciones. En cambio, Beauvoir establece que el
ser humano siempre está situado, “en medio del espesor del mundo” tal y
como expresa en La fuerza de las cosas (1963) y, en efecto, su libertad
es relativa a las posibilidades. Por eso, Beauvoir presta tanta atención,
no a las conciencias en abstracto, sino al cómo viven los seres humanos
como seres concretos y encarnados: cómo viven sus cuerpos las mujeres,
cómo afectan las enfermedades a las personas mayores, etc. En definitiva,
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de lo que se trata es de analizar las situaciones existenciales que
condicionan y limitan la libertad. De esta manera, Beauvoir entiende la
libertad como la proyección de una trascendencia que no puede explicarse
sin la remisión a las otras trascendencias. La libertad no se da en
abstracto sino, siempre, en situación y, por tanto, se da (o se
imposibilita) en un mundo configurado social, cultural y políticamente.
He aquí una de las argumentaciones clave con la que Beauvoir puede
analizar filosóficamente, y denunciar, la falta de libertad de las
mujeres en una situación androcéntrica de opresión, y su consecuente
reducción a la contingencia de las cosas. Y es que el mundo androcéntrico
en que vivimos, uno de los configuradores generales de nuestra situación,
imposibilita a las mujeres, cosificándolas, a ser libres de la facticidad
y a realizarse como los seres humanos que son
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