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Sobre los estándares de conducta feminista

La violencia contra las mujeres es una característica permanente de todas las sociedades
capitalistas, incluyendo a la sociedad capitalista de los EEUU. Es uno de los aspectos más
aborrecibles del patriarcado, la detestable institución para la opresión de las mujeres. El
patriarcado en los EEUU posee unas características específicas propias del capitalismo, como la
extendida mercantilización de la mujer. El término “mercantilización” se refiere a la
transformación de las mujeres por parte de los capitalistas en objetos en venta, un proceso en el
que también participan los hombres ordinarios.
La violencia contra las mujeres también aparece en el seno de organizaciones y
movimientos que se autodefinen como revolucionarios. Esto incluye violaciones, abusos
sexuales, acoso sexual, presión sexual involuntaria, otras formas de abuso físico y mental, y
otras formas de violación del consentimiento. Recientemente, dos organizaciones Trotskistas de
importancia, una en Gran Bretaña1 y la otra en los EEUU2, se vieron justamente sujetas a una
denuncia y condena públicas por el liberalismo de sus miembros (en el sentido de una falta de
principios que lleva a la falta de lucha) al no enfrentarse a la cultura de la violación.
Otra organización comunista de los EEUU fue denunciada hace menos de un año por
proteger a un miembro violador, que fue obligado como único acto disciplinario a escribir un
ensayo de “autocrítica”3. En el momento álgido del movimiento Occupy, hubo denuncias de
asalto sexual en los campamentos de protesta en Nueva York, Cleveland, Dallas, Baltimore,
Lawrence, Portland, New Hampshire, y Glasgow4. Es también bien conocido que la cultura de
la violación está muy extendida entre los colectivos anarquistas y su entorno5. Por cada
organización y tendencia revolucionaria, se presenta la misma pregunta sobre la emancipación
de las mujeres: ¿de qué lado estáis?
Ésta es a día de hoy una de las cuestiones políticas más importantes que debemos
resolver para que el movimiento revolucionario pueda avanzar. En algunas circunstancias
específicas, es la cuestión política más importante. El hecho de que exista un debate cada vez
más intenso sobre esta cuestión y un revuelo en aumento dentro de las organizaciones es bueno,
y debemos ayudar a su desarrollo. Necesitamos todavía más: más debate, más desorden, más
revuelo, más gente alzando sus voces. Algunas personas han señalado la relación causal entre la
línea reduccionista de clase de los Trotskistas Británicos y sus prácticas machistas.
Otros han resaltado las formas débiles de organización de los anarquistas y su uso de
“procesos de responsabilidad” guiados por estrategias de “justicia restaurativa” que muy
frecuentemente se vuelven una farsa para las mujeres involucradas6. Sin embargo, este nivel de
compresión del problema resulta demasiado superficial si no va más allá. La realidad es que la
violencia contra las mujeres dentro de las organizaciones y movimientos revolucionarios es un
fenómeno ampliamente extendido. No se limita a ninguna corriente específica.
Ninguna ideología o -ismo puede hacer a una organización inmune a este problema.
Habrá grupos o individuos con todo tipo de posiciones políticas que siempre releguen la
emancipación de la mujer a una posición secundaria y sin importancia, o que combinen un
discurso feminista con una actitud machista. Por lo tanto, la cuestión más importante en este
momento es cómo una organización puede tratar el problema de la violencia contra las mujeres
cuando ésta ocurra en la práctica, ya que es muy probable que pase en algún momento. Algunos
principios básicos pueden derivarse de los aspectos positivos de la historia del Comintern-
Leninista y de la más completa ideología del marxismo-leninismo-maoísmo contemporáneo.
En este caso debemos enfatizar el maoísmo, debido a su gran avance en el desarrollo del
feminismo proletario y la cuestión organizativa. El feminismo proletario es una tendencia de la
emancipación de la mujer generada en la práctica a partir de las Guerras Populares lideradas por
el maoísmo y otros movimientos de masas revolucionarias de todo el mundo7. El concepto del
partido maoísta es también fundamentalmente nuevo en su naturaleza y método de trabajo8. Los
principios guía expuestos aquí deben servir para formular las políticas de organización en los
EEUU sobre la cuestión de la violencia contra las mujeres. Sin unas políticas correctas basadas
en unos principios correctos, las organizaciones revolucionarias de los EEUU nunca serán
capaces de organizar a un número creciente de mujeres como militantes y líderes, tal y como
han sido incapaces de hacer hasta ahora en la forma en la que la historia nos los exige. La
dominación de los oportunistas en las ONG con sus políticas identitarias y pequeño burguesas
permanecerá sin contestación. Las masas de mujeres proletarias acabarán siguiendo el liderazgo
de tendencias no-proletarias, sin el arma de una política de clase independiente.
1. Las organizaciones revolucionarias, si son genuinas, deben expulsar automáticamente a
cualquier miembro responsable de violencia y abusos contra las mujeres. Las
organizaciones que no lo hagan no pueden ser tomadas en serio y deben ser públicamente
condenadas por su liberalismo por no enfrentarse al machismo en la práctica. Los principios
de la “justicia restaurativa” y los “procesos de responsabilidad” usados por anarquistas y
otros activistas muy frecuentemente no hacen más que reproducir las dinámicas patriarcales
en la práctica.
Para los marxistas-leninistas, la “rectificación” y la “crítica/auto-crítica”, si no van unidas a
unas normas de expulsión, suelen no ir más allá de un proceso liberal con otro nombre. En
contraposición a todo esto, una política de tolerancia cero contra la violencia y el abuso
machista deben ser la base de la que partir, lo que significa expulsión automática y,
dependiendo de las circunstancias, una condena pública. Ésta es la única forma de forjar
organizaciones que desarrollen en la práctica la emancipación de la mujer, en vez de
quedarse en la palabrería intelectualmente atrayente.

2. En el transcurso de una investigación acerca de abusos o violencia contra las mujeres por
parte de una organización en los EEUU, la palabra de la víctima que denuncia el abuso y la
violencia debe tener más peso que la palabra del acusado. Si hay una disputa sobre los
hechos, el principio a seguir debe ser el de adoptar políticas e implementar decisiones que
se basen principalmente en la versión de los hechos de la víctima. Las víctimas de violencia
doméstica ven frecuentemente como su realidad es negada o manipulada por sus
abusadores.
Esto debe de tenerse en cuenta a la hora de investigar los hechos y a la hora de tomar una
decisión acerca del acusado. La organización revolucionaria en los EEUU, que no es un
tribunal de justicia con su capacidad material de investigación y sus presunciones, como la
de inocencia, no puede dejar que el acusado simplemente niegue el relato de la víctima en
parte o completamente, que cuestione los motivos de la víctima, o que movilice a su red
social para presionar a la víctima o a la organización.
Las organizaciones revolucionarias en los EEUU no son Estados tomando decisiones sobre
castigo y rehabilitación, las cuales deberían operar de acuerdo a otros estándares. Son
asociaciones voluntarias que deben tomar decisiones, generalmente con base en relatos
verbales o escritos de carácter contradictorio y limitado, acerca de cómo responder a un
incidente, teniendo en cuenta la necesidad de hacer avanzar la lucha por la emancipación de
la mujer, de crear mujeres líderes y militantes, de proteger el trabajo y la reputación de la
organización.

3. La rectificación de los individuos que hayan participado en actos de violencia contra las
mujeres debe ser fomentada, pero sólo debe ocurrir después de su expulsión de la
organización, y como condición para su futura readmisión. Algunos actos, como las
violaciones o los abusos sexuales, deben sin duda implicar una expulsión de por vida. Para
las organizaciones que luchan en los países imperialistas, la expulsión del Partido
Comunista de los EEUU (CPUSA), subsiguiente juicio popular público en 1931, y posterior
rehabilitación de Yokinen, un miembro del CPUSA que no permitió la entrada de varios
Afro-Americanos a un baile en el Club de Trabajadores Fineses de Harlem, sigue siendo
uno de los mejores ejemplos en los EEUU de cómo funciona un ejemplo de rectificación
exitoso en la práctica, en este caso debido a una conducta chovinista blanca9.
La rectificación en este contexto no significa decir unas palabras en una reunión de la
organización, escribir un ensayo pidiendo disculpas, meditar, participar en círculos de
responsabilidad o grupos de apoyo a las víctimas, ni buscar ayuda o tratamiento.
¿Esperamos que los chovinistas blancos también busquen ayuda y tratamiento? La
rectificación implica hacer una auto-crítica pública ante las masas, abrir los detalles de
nuestra conducta e historia al escrutinio público, completar un curso de la actividad política
contra la opresión de la mujer, que debe incluir una transformación paulatina del individuo
en cuestión, similar a la que sufrió Yokinen bajo el liderazgo del CPUSA.
Al reconocer que hoy en día no existe ninguna organización en los EEUU con la base social
necesaria, el prestigio entre las masas, y el tamaño para realizar este tipo de procesos
admitimos que en las condiciones objetivas y subjetivas actuales la rectificación de
individuos con conductas machistas deberá buscarse, pero su éxito seguirá siendo
inevitablemente la excepción y no la regla. Lo más importante es seguir luchando contra las
dinámicas que se generan en los grupos pequeños y que se vuelven terreno fértil para el
machismo previniendo la organización de las mujeres. La violencia contra las mujeres no
terminará hasta que las mujeres se organicen.

4. La línea ideológica y política de una organización debe estar descrita en sus documentos,
pero sólo se convierte en una fuerza material entre las masas a través del comportamiento y
la actitud de sus miembros. Ésta es una de las nuevas contribuciones del concepto de partido
maoísta, que enfatiza la importancia de la actitud revolucionaria entre los cuadros. Las
organizaciones revolucionarias deben inculcar en sus miembros la necesidad de moldear
constantemente su forma de pensar y sus acciones para poder implementar en la práctica la
emancipación de la mujer.

Poner la línea feminista proletaria al frente de una organización requiere un compromiso


constante con la crítica y la auto-crítica, o CAC. En esta situación en concreto la CAC
requiere el estudio del concepto y la historia del patriarcado, discutiendo sus
manifestaciones en la forma de pensar, conducta y acciones a través de grupos de trabajo
creados para tal propósito, llegando a decisiones colectivas sobre cómo combatirlo. Al
mismo tiempo, una CAC que ocurre sin una política firme de expulsión por violencia y
abusos machistas acaba siendo un ritual estéril que paraliza en vez de reforzar a la
organización. El último movimiento por la construcción de partidos comunistas, en las
décadas de los 1960 y 1970, falló en gran medida
a las masas de mujeres trabajadoras de este país
.
5. Aquellos que imaginan que hoy en día es posible construir desde cero una organización
comunista con una línea feminista proletaria como parte integral de la misma, o un
movimiento feminista proletario, sin antes enfrentarse cara a cara con el problema del
machismo en las diferentes organizaciones y grupos no hacen más que engañarse a sí
mismos. Este punto de vista no es más que un liquidacionismo de la lucha por la
emancipación de la mujer y un tipo de economismo que se niega a aceptar las auténticas
cuestiones políticas que surgen de la implicación de las mujeres en estas organizaciones.
Buscamos el diálogo con colectivos o personas feministas que estén tratando este problema
en la práctica y deseen aprender mutuamente a través del debate de cuestiones de principios
y políticas de organización.
Centro de Estudios Marxista-Leninista-Maoísta 16/8/2013

1. Shiv Malik y Nick Cohen, “Socialist Workers Party leadership under fire over rape kangaroo
court,” guardian.co.uk, 9 de Marzo, 2013.
(http://www.theguardian.com/society/2013/mar/09/socialist-workers-party-rape-kangaroo-

court). [ ]
2. “Rape, Sexual Assault, and the U.S. Socialist Organization Solidarity.”

(http://www.thenorthstar.info/?p=9350). [ ]
3. Para más información, ver el blog “Necessary Means: Confronting patriarchal violence”.

(http://necessarymeansfight.blogspot.com/).[ ]
4. “Occupy Wall Street: How About We Occupy Rape Culture?”
(http://persephonemagazine.com/2011/11/04/occupy-wall-street-how-about-we-occupy-rape-

culture/).[ ]
5. Ver, por ejemplo, “Betrayal: A critical analysis of rape culture in anarchist subcultures”,
Words to Fire Press (“Podría parecer que a lo largo del mundo anarquista, no importa a dónde

vayas, hay una comunidad arrasada por la violación, el asalto sexual y el abuso.”).[ ]
6. Ibid. (“El modo de funcionamiento del propio proceso de responsabilidad abre la posibilidad
a que sea secuestrado y utilizado en contra de un superviviente. … En algunos casos se permite
a los [perpetradores] hacer peticiones a las vícitmas o poner condiciones para su propia
participación. Los perpetrados, o sus defensores, responden muy frecuentemente a las
acusaciones con sus propias acusaciones. Como ya hemos discutido, acusarán a los
supervivientes de cualquier ofensa que puedan imaginar, o se las inventarán si no se les ocurre
ninguna. Antes de reconocer estos patéticos intentos de difamación como la transgresión
manipuladora que en realidad son, los falsos defensores de los supervivientes se unirán al
perpetrador en absurdas peticiones de “responsabilidad”. Desde esta nueva posición de
honradez, y con la complicidad de los falsos defensores, el perpetrador podrá alterar el carácter
fundamental del proceso de responsabilidad.
Lo que comenzó como una acusación acaba convirtiéndose en una negociación, ya que la
cooperación del perpetrador se condiciona a que la víctima acepte tratar las preocupaciones del
perpetrador. Puede que algunas de esas preocupaciones sean válidas, pero lo que importa en este
contexto no es su validez sino su papel a la hora de socavar la lucha del superviviente. El
superviviente debe ahora ganarse no sólo la responsabilidad que buscan en el perpetrador, sino
el apoyo de la comunidad. Aquellos supervivientes que no estén dispuestos o sean incapaces de
“pasar por el aro” serán ignorados. Como perversión final del proceso de responsabilidad, el
superviviente será culpado por su fracaso, al no estar dispuesto a “solucionar los problemas”.
Llegados a este punto el así llamado proceso de “Justicia Restaurativa” ha sido tan
distorsionado que lo único que ha conseguido restaurar ha sido la dinámica de poder de la
cultura de la violación que había sido inicialmente debilitada gracias a la lucha del

superviviente.”).[ ]

7. Ver, por ejemplo, Avanti, “Philosophical Trends in the Feminist Movement.”[ ]

8. Ver, por ejemplo, Ajith, “The Maoist Party.”[ ]


9. Harry Haywood, “The Struggle for the Leninist Position on the Negro Question
in the United States,” The Communist, September 1933, disponible

en: http://www.marxists.org/archive/haywood/1933/09/x01.htm [

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