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Terapia de Pareja – Abordaje Sistémico
Epistemología Sistémica
La frase aristotélica “el todo es más que la suma de las partes” es un aforismo que hasta
principio del siglo pasado quedo relegado fuera del mundo de la ciencia siendo relegado a los
rincones filosóficos.
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El concepto de sistema constituye un nuevo paradigma científico que propone una visión del
mundo “como una gran totalidad organizada”. La epistemología sistémica difiere radicalmente de
las epistemologías derivadas del empirismo y del positivismo lógico.
El mismo plantea el desarrollo científico como una sucesión de periodos que se eslabonan a
partir de rupturas a las que denomina revoluciones científicas.
Durante los periodos que Kuhn llama de “ciencia normal” el progreso parece ser evidente,
debido a que la comunidad científica acuerda en que soluciona en forma eficiente los problemas
planteados por el paradigma y la resolución de los problemas es categorizada como progreso.
En ocasiones sucede que una parte de la comunidad científica considera que surgen
anomalías en la aplicación del paradigma. Sus miembros empiezan a subvertir la tradición científica
e inician una construcción diferente. Cambia la “matriz disciplinaria”, es lo que Kuhn denomina
“revolución científica” que se acompaña o se anticipa por un sentimiento de malestar o
insatisfacción de algunos miembros de la comunidad científica.
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Kuhn la llama revoluciones científicas porque son episodios extraordinarios que se
caracterizan por el surgimiento de un nuevo paradigma que reemplaza al anterior o una nueva
matriz disciplinaria reemplaza a la anterior.
Kuhn distingue tres componentes de la matriz disciplinaria que operan en las distinciones
cognoscitivas de la comunidad científica:
Una pareja consulta a un terapeuta porque su hijo de 17 años consume marihuana y llega
todas las noches alcoholizado a su casa. ¿Qué distinciones podría hacer el terapeuta para
diagnosticar y proponer una estrategia?
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Si en cambio la matriz disciplinaria indica que el problema es intersubjetivo va a considerar
el contexto regulador relevante para abordar el problema es la familia, el terapeuta distinguirá
unidades de análisis del tipo “grupo familiar”, holon parental, holon fraternal, etc.
Edgar Morín en du libro El Método sostiene que para la ciencia clásica las teorías racionales
son sistemas de ideas que se caracterizan por ser:
“vemos que hay una fuerte conexión entre la racionalidad y la obediencia a principios,
axiomas u operaciones lógicas. De ahí la necesidad de tratar a la lógica desde el punto de vista de
los sistemas racionales”.
Los tres problemas lógicos que plantea Morín y que coinciden con los tres pilares que
fundamentan la lógica clásica aristotélica son:
Deducción
Inducción
Identidad
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Deducció n, inducció n y abducció n
1) ¿Cómo se conoce?
2) ¿Qué se conoce?
Charles Peirce (1958), semiólogo contemporáneo, realiza un aporte desde una perspectiva
lógica que permite dinamizar las relaciones entre ambos tipos de razonamiento y rechazar la
aparente oposición, planteando una alternativa de funcionamiento dialectico entre las inferencias
inductiva, deductiva y abductiva, que intenta explicar aspectos lógicos se la génesis constructiva del
pensamiento científico.
En la deducción decimos:
Regla: en la cultura occidental los niños adquieren capacidad para elaborar teorías abstractas
hacia los 12 años de edad.
Resultado Juan adquirirá capacidad para elaborar teorías abstractas aproximadamente a los
12 años de edad.
“ es un argumento que representa hechos en la Premisa, de tal modo que cuando los
representamos en un diagrama nos vemos obligados a representar el hecho afirmado en la
conclusión; por lo tanto en la conclusión se reconoce que, con independencia de que se la reconozca
o no, los hechos afirmados en las premisas son tales como no podrían serlo si el hecho afirmado en
la conclusión no estuviera presente; es decir se infiere la conclusión al reconocerse que los hechos
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afirmados en la premisa constituyen un índice del hecho que hay que reconocer… la deducción es el
único tipo de argumento compulsivo”.
En la inducción decimos:
Caso: “a”, “b”, “c”, son casos de niños pertenecientes a la cultura occidental
Resultado: “a” adquirió la capacidad para elaborar teorías abstractas a los 12 años; “b”
adquirió la capacidad para elaborar teorías abstractas a los 12 años 10 meses; “c” adquirió la
capacidad para elaborar teorías abstractas a los 12 años 3 meses.
Regla: los niños pertenecientes a la cultura occidental adquieren la capacidad para elaborar
teorías abstractas aproximadamente a los 12 años.
“la inducción es un argumento que parte de una hipótesis resultante de una abducción
anterior, y de predicciones virtuales, extraídas por deducción de los resultados de los experimentos
posibles, y después de realizar las experimentos concluye que la hipótesis es verdadera en la
medida en que esas predicciones se verifiquen”.
En la abducción sucede:
“una abducción es un argumento que presenta en su premisa hechos que presentan una
similitud con el hecho afirmado en la conclusión, pero que podría ser perfectamente verdadera sin
que la ultima lo fuera, con mayor razón si no es reconocida; de tal modo que no nos vemos
obligados a afirmar de una manera positiva la conclusión, sino tan solo inclinados a admitirla como
algo que representa un hecho del cual los hechos de la premisa constituyen un icono”.
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Analogía y abducció n
Samaja distingue la abducción de la analogía entendiendo que entre ambas existe “no una
mera diferencia de grado; sino que infieren de modo diferente”; y las caracteriza de la siguiente
manera:
“la analogía es una inferencia que va de un todo – orgánico (conocido) a otro todo –
orgánico (desconocido) por mediación de cierta pro-porcionalidad o semejanza de forma…se
parece a la metáfora porque pone una cosa en lugar de otra”.
“la abducción - va de una parte – órgano a un todo orgánico o de la parte a la totalidad o del
signo a lo significado… se parece a la metonimia porque pone la parte por el todo (o lee en la parte
al todo)”.
“la palabra isomorfismo es utilizada cuando dos estructuras complejas pueden ser
proyectadas una sobre otra, de tal modo que cada parte de una de ellas tiene una parte
correspondiente en la otra: correspondiente significa que ambas partes cumplen papeles similares en
sus respectivas estructuras”.
La terapia sistémica de familia se orienta a tratar las pautas que conectan la conducta
definida como problema con la conducta del resto de las personas que componen el sistema
familiar. La premisa básica es la de considerar que el síntoma es una expresión isomofica de una
pauta de organización sistémica.
Cada escuela incluye distingos rectores que organizan el modo en que se ha de construir,
percibir, interactuar, comprender y cambiar el sistema.
La familia posee una descripción de lo que pasa que es la construcción cognitiva, el mapa
compartido por los miembros de la familia. Ofrecer una nueva descripción implica construir un
nuevo mapa que dé cuenta de la conducta sintomática como isomorfica de la organización de la
estructura, lo cual involucra a todos los miembros y liga la conducta problema con las conductas del
resto de los miembros del sistema.
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La nueva descripción es una construcción que el terapeuta realiza mediante una analogía que
a la familia le resulte verosímil. Resultará de este modo si la construcción es adecuada al marco
semántico y al mundo experiencia de la familia.
De este modo es posible comunicar mediante mensajes analógicos una nueva descripción
que transforma una conducta disfuncional del miembro designado en adecuada y protectora.
Morín afirma que en el corazón del principio de identidad aristotélico se enlazan tres
principios solidarios:
La ciencia del siglo XX produjo teorías revolucionarias que minaron el histórico campo de
la racionalidad sin contradicciones.
La contradicción que se produjo entre onda y partícula instalaba una contradicción entre el
corpus científico de la física y la lógica aristotélica, bastión hasta ese momento del pensamiento
racional. Los tres principios se veían amenazados bajo el impacto de las construcciones científicas
derivadas de las experiencias. La lógica de la identidad comenzó a resquebrajarse al interior del
dominio de las ciencias.
“en toda teoría cuántica una alternativa no solicita necesariamente respuestas de sí o no,
existen otras respuestas”.
Morín concluye que lo que impone la contradicción es una exigencia racional más fuerte que
la que exige su eliminación. Ha nacido una falta de lógica de la realidad que ya no obedece a la
lógica deductiva – identitaria.
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El pasaje del determinismo a la incertidumbre; de la lógica de oposición a la lógica de la
complementariedad acarreo importantes consecuencias en muchas otras disciplinas, entre ellas las
teorías de terapia familiar.
La relación entre zorros y conejos estudiada por etólogo Konrad Lorenz se ajustaría a la
siguiente ecuación:
Zorro/ conejo
Predador/ presa
La caza del conejo por el zorro representa un triunfo para el zorro y una derrota para el
conejo.
“todo distingo que suponga una lógica de competencia es al mismo tiempo parte de una
distingo mas abarcador que responde a una lógica de cooperación”.
Predador / presa
Se transforma en:
Con estos distingos que la familia provee es posible realizar análogas construcciones:
Sano / enfermo
Adecuado / no adecuado
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Re encuadramos ambos distingos como lado derecho de una complementariedad de un nivel
más alto resultaría en:
“el arte de la terapia familiar es ir a la caza del marco semántico y de marco político e
interrelacionarlos como complementariedades recursivas en el dominio de la terapia familiar”
Dice Bateson: “todo cambio admite ser entendido como el empeño en mantener cierta
constancia y toda constancia es mantenida por incesante movimientos de cambio”.
El terapeuta debe comunicar algo, que no solo sea absolutamente nuevo para la familia sino
que crean en ello tanto la familia como el terapeuta. Se denomina ruido significativo a las
intervenciones del terapeuta, que sus fuentes son innumerables y pueden incluir referencia la
historia familiar, mitos, imágenes surgidas del marco semántico que la familia aporta, paradojas,
metáforas, analogías, etc.
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Las relaciones que definen a una máquina y determinan la dinámica de las interrelaciones y
transformaciones constituyen la organización de la máquina. Esta organización es independiente de
sus componentes que pueden ser cualesquiera”.
La noción de maquina hace referencia al esquema con el que trabajo Alan Touring. El Dr.
Von Foerster va a describir dos tipos de máquinas y a especificar su funcionamiento. Ellas son la
maquina trivial y maquina no trivial.
X F Y
X Y
A 1
V 2
S 3
Alfabeto T 4 de entradas y
salidas
Se trata de una maquina con una función interna llamada (F); una entrada llamada (x) que
especifica todo lo que inyectamos a la máquina y por otra parte una salida que llamamos (y) que
especifica todo lo que sale de la maquina luego de haber sido transformada por (f) función de
transferencia. De modo tal que si inyectamos (a) a la maquina siempre la maquina va a responder
(1). Si inyectamos (v) la maquina va a responder siempre (2) y así sucesivamente. Esta máquina
específica un lenguaje de salida (1-2-3-4) así como un alfabeto de entradas (a-v-s-t). La función de
transferencia es el modo en que opera la máquina de acuerdo a las relaciones que especifica entre
entradas y salidas.
Estas máquinas se caracterizan por:
Son independientes desde el punto de vista histórico: la maquina no modifica
su manera de funcionar por la historia pasada del operar de la máquina. No importa lo que la
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maquina haya realizado durante su operar previo, cada vez que se introduce un input
obligadamente le corresponde tal output
Son determinables analíticamente. Quiere decir que la respuesta está
determinada por la entrada.
Son previsibles. Esto se desprende de lo anterior. Para cualquier máquina que
funcione de la manera descripta podemos predecir qué valor adoptara Y para cualquier valor
de X que ingresemos en la máquina.
Estado II
X Y 2'
A 4 I
V 3 I
S 2 II
T 1 II
Nos encontramos aquí frente a un hecho extraño que altera nuestra epistemología y nuestra
visión del mundo. Es en este momento donde Von Foerster realiza una pregunta crucial:
“¿vamos a considerar a los hombres, a la naturaleza, a los organismos vivos que nos rodean
como maquinas triviales o como maquinas no triviales?”
Toma como ejemplo un párrafo del libro de Tao que puede ser considerado como una
reflexión sobre estos rasgos particulares y distintivos de las maquinas no triviales:
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“Si un hombre intenta darle forma al mundo,
Moldearlo a su capricho, difícilmente lo conseguirá
El mundo es un vaso divino
Que no se puede moldear. Ni retocar.
El que lo moldea, lo deforma.
El que lo porfía en él, lo pierde “
El ser humano en su condición de ser vivo se comporta como una maquina no trivial. La
familia es una maquina no trivial cuyos elementos que la componen son a su vez maquias no
triviales.
Esta máquina es dependiente desde el punto de vista histórico; cambia en virtud de su
funcionamiento y estos cambios son estructurales ya que están determinados por la estructura de la
máquina.
La conceptualización de una familia como una maquina trivial o no trivial genera
consecuencias opuestas en el operar con la familia. En tanto la familia sea entendida como una
maquina trivial atenderemos a causas y efectos y privilegiaremos dos órdenes de cuestiones:
La pregunta por el por qué de la aparición del síntoma, (causa X que
determino la aparición del síntoma Y) entendiendo que entre ambas existe una relación
causal eficiente.
La búsqueda de cuales X (interpretaciones, señalamientos, etc.) será necesario
inyectar a la máquina para que desaparezcan las conductas sintomáticas en congruencia con
la previsibilidad de la maquina trivial.
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De esta conceptualización se desprende que lo que actualmente sucede en la familia; sucede
por el mero operar del sistema en su lodo de operar porque la familia funciono y continúa
funcionando recursivamente.
“cuando un sistema autopoietico compuesto de unidades autopoieticas de orden inferior
capaces de aprendizaje, comunicación y lenguaje se acoplan en una coderiva común, todo el sistema
opera rápidamente hacia la uniformidad produciendo respuestas que corresponden al valor propio
de las funciones recursivas”.
A B
Causa Efecto
A C
B
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Los sistemas cibernéticos son un tipo de sistemas que gozan de la particularidad de exhibir
autorregulación. Estas autorregulaciones de los sistemas cibernéticos están gobernadas por
mecanismos de retroalimentación. Según Von Bertalanffy:
“retroalimentación significa que de la salida de una maquina cierta cantidad de información
es devuelta hacia la entrada de modo que regule, estabilice o dirija la acción de la maquina”.
Un ejemplo importante de este proceso lo representa el concepto de homeostasis de Walter
Cannon, la homeostasis es entendida como un funcionamiento en una red circular de causación
cuyas interacciones reciprocas permiten mantener niveles posibles para la vida de un organismo.
La retroalimentación simple constituye un ejemplo de causalidad circular que conlleva
necesariamente transgresiones en la distinción de niveles.
Las paradojas
Las paradojas fueron una especie de mal mayor de la lógica. Aristóteles había decretado que
debían erradicarse del mundo de la lógica porque estaban fuera de doxa. De allí proviene el término
“para-doxa”. Las excluye de la lógica y quedan en una especie de nebuloso lugar llamado “el lugar
de las paradoxas”.
Y… ¿cuál es el problema con las paradojas? Una paradoja tiene la particularidad de que no
es verdadera ni falsa. Es más, si es verdadera entonces es falsa y si es falsa entonces es verdadera.
La confusión y turbación se produce cuando nos encontramos con una paradoja. En el siglo
VIII a.c. Epimenides había puesto una bomba en el pensamiento de su época cuando plantea la
paradoja del mentiroso. Epimenides era un cretense y dijo “los cretenses mienten”.
Si los cretenses mienten, recordando que Epimenides lo enuncia y es cretense, resulta que si
es verdadero entonces es falso y si es falso es verdadero. El problema con este enunciado es que es
verdadero cuando uno piensa que es falso y resulta que es falso cuando uno lo aprehende como
verdadero. Para los lógicos estas oscilaciones indeterminables dentro del rígido mundo de los
filósofos eran inadmisibles.
Es Gregory Batenson quien retoma el tema de las paradojas y le otorga una nueva dimensión
al establecer una antología formal, entre patologías de la lógica (producto de Las paradojas lógicas)
y la psicopatología (producto de las paradojas de la comunicación). A partir de esta inferencia
abductiva le fue posible elaborar la teoría del doble vínculo.
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La autopoiesis: un extrañ o bucle
Para juzgar que el objeto que sostiene en la mano es un libro es necesario que se lo
reconozca mediante relaciones entre partes llamadas páginas, tapa, lomo, etc. Solamente de ese
modo será posible adjudicarlo a la clase de los libros.
Llamaremos organización a las relaciones que tienen que darse entre los componentes de
algo para que se reconozca a ese algo como miembro de una clase especifica. En el ejemplo
podemos reconocer que esto es un libro si su organización corresponde a la clase de los libros.
El modo particular en que la organización se realiza es lo que llamaremos estructura. O
dicho de otro modo la estructura estará dada por los componentes que concretamente realizan la
organización. El número de páginas, tamaño y dureza de la tapa corresponderían entonces a la
estructura.
Maturana, Varela y Uribe proponen definir a los seres vivos no mediante la suma de
atributos, sino una definición que de cuenta de su organización. Proponen caracterizar a los seres
vivos en su organización a la llaman “organización autopoietica”.
La traducción de “poiesis” es producción. El termino sugiere algo que se produce a si
mismo. La intención de los autores era la de identificar una forma específica de proceso que se
caracteriza porque la interrelación entre los componentes del sistema produce los componentes
productores. Los autores sostienen que:
“una organización autopoietica se define como una red de procesos de producción
(transformación y destrucción) de componentes que produce los componentes que:
A través de sus interacciones y transformaciones regeneran y realizan
continuamente la red de procesos que los produjo.
Constituyen a la organización como una entidad concreta en el espacio en el
que existe mediante la especificación del dominio topológico de su realización como tal
red”.
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Su ser y su hacer son inseparables y esto constituye su modo específico de
organización.
Especifican la fenomenología biológica cuyas características son distintas a
las unidades de la fenomenología física.
El cambio estructural se da tanto como resultado de su dinámica interna,
como gatillado por sus interacciones con el medio con el que está en continuo intercambio.
La interrelació n
Tomaremos ejemplos de de distintas disciplinas que abordaron explicaciones congruentes
con la interrelación en diversos campos disciplinarios. Cada uno de ellos muestra de forma
elocuente que “nada es por separado, sino que todo se enlaza con todo”.
Lorenz y los patos
Konrad Lorenz nos provee de un relato que nos situara en la reflexión sobre los temas de
interrelación y contexto:
“el sábado de Gloria debía nacer en una incubadora una serie de ánades azulones de pura
sangre. Cuando los patitos estuvieron secos, los tome bajo mis cuidados y recite las voces de
llamada. Hora tras hora proseguí con mis graznidos, que ya duraban medio día y afortunadamente
fueron coronados con éxito. Los patitos miraron hacia mí confiados y esta vez no demostraron
temor alguno. Cuando, sin dejar de imitar la voz de llamada de las ánades, empecé a moverme
lentamente, ellos obedientes, emprendieron la marcha y me siguieron en apretado pelotón. Mi teoría
estaba convincentemente demostrada: los patitos recién salidos del cascaron reaccionan de forma
innata a la voz de la llamada de la madre, pero no a la imagen de la misma. Así un domingo de
pascuas andaba agachado y graznando con mis patitos nacidos el día anterior, en un prado que se
extiende en la parte alta de nuestro jardín, satisfecho de la obediencia y exactitud con que mi rebaño
seguía a trompicones. Una vez que levante, y vi que en la cerca del jardín asomaba una fila de
rostros pálidos: las caras pertenecían a un grupo de excursionistas domingueros que me
contemplaban horrorizados. Motivo tenían. La gente vais a un señor mas bien grueso, con bigote,
moviéndose agachado y haciendo extrañas contorsiones, mirando casi continuamente por encima
del hombro y por si fuera poco, graznando sin cesar. Pero los patitos, que lo habría explicado todo,
y podían devolver la fama al protagonista, los patitos, por desgracia, ocultos entre la hierba crecida
del prado, no eran visibles para el grupo de asombrados espectadores”.
Sin poder tomar en cuenta el contexto que enmarcaba la acción Lorenz, los turistas no veían
sino una persona exhibiendo conductas extravagantes y sin sentido.
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Zorros y conejos
Lorenz pensaba que muchos comportamientos de los individuos de especies animales por él
estudiados resultaban incomprensibles si se centraba tan solo en ver qué pasaba con un determinado
individuo de una determinada especie. Observo que para poder explicar ciertas conductas animales,
circunscribir el recorte a uno o varios individuos era no pertinente, y le resultaba necesario incluir
miembros de otras especies.
Realiza un recorte que le permite explicar las oscilaciones del número de individuos de las
poblaciones de conejos y zorros – depredadores y presas – dentro de un biotopo. Advierte que la
curva de aumento y decreción de la población de conejos a lo largo del cierto tiempo presenta una
característica que al ser graficada adquiría una forma ondulatoria.
Esto quiere decir que ciertos años había conejos en el bosque pero un par de años después la
población descendía notablemente. Se preguntó cómo explicar este fenómeno y observo que la
curva de los depredadores presentaba las mismas características que los conejos, pero de forma
invertida.
Combinando ambos gráficos observo que cuando había muchos conejos había pocos zorros
y a la inversa. Y el grafico lo expresa como un ocho acostado perfecto.
Concluyó que para explicar estas curvas de variación poblacional debía tomar como unidad
de análisis la interrelación entre ambas especies. Y dice al respecto Lorenz:
“el animal devorador tiene sumo interés en la supervivencia de la especie cuyos individuos
representan su sustento, sean animales o plantas. Y cuanto más exclusiva sea su especialización en
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un solo tipo de alimento, tanto mayor ser la necesidad de ese interés. En tales casos el animal
carnicero no extermina jamás a su presa. Si el hambre asolara a una comarca la última pareja de
carniceros moriría muchos antes que la última pareja proveedora de alimentos. Cuando la población
de las presas disminuyen en densidad hasta ser inferior a cierto límite sus perseguidores sucumben”.
Terapia familiar sistémica
Un ejemplo de Peggy Papp resulta elocuente para nuestro propósito:
Una terapeuta pidió a Peggy Papp una consulta sobre un caso con el cual estaba trabajando y
le provee el siguiente relato:
“Me estoy sintiendo abrumada por una madre divorciada y su hijo Tomas de siete años. Ella
sigue negándose a salir a trabajar, está cobrando una pensión por desempleo y siempre tiene algún
síntoma físico nuevo. Está viendo a tres médicos distintos, cada uno de los cuales le dice algo
diferente, y entonces me pregunta a mí que debe hacer. Se ha peleado con todos los que la quieren
ayudar, inclusive su familia y sus amigos. No deja que el padre de Tomas vea al chico porque no
pasa a buscarlo puntualmente, y el padre amenazando von recurrir a los tribunales. Ella discute
constantemente con el por el dinero que le pasa y por la custodia del hijo. Se queja de que la terapia
no la está ayudando y de que yo no hago lo suficiente. Parece tener una enorme necesidad de
dependencia no satisfecha y compromete a todo el mundo en su intento de satisfacerla. Amenaza
con suicidarse y amenaza con mandar a Tomas a vivir a otra parte. ¿Qué debo hacer?”.
La respuesta de Peggy Papp es: “Y… ¿Cuál es el problema?”. Con ella aludía al hecho de
que la terapeuta presentaba una descripción de un variado número de problemas por separado sin
haber construido ninguna hipótesis sistémica que los conectara de algún modo. En una entrevista
posterior se exploró la pauta de relación de la paciente con su ex marido. Conducida de modo de
producir distingos en tal sentido la paciente relata que hasta el momento que contrajo matrimonio se
había conducido como una persona independiente y eficaz. Luego de su casamiento comenzó a
decaer porque su marido ejercía sobre ella un “control tirano” y la criticaba incesantemente. A partir
de esta información se construyó la hipótesis que conectara el desvalimiento de la paciente con el
sistema que mantenía tal síntoma. Se definió el desvalidamiento de la madre como un modo de
continuar dándole la razón a su ex marido mostrándose incompetente en todos los dominios de su
diario vivir.
Los pilares de la terapia
La terapia de pareja se sostiene fundamentalmente en:
La Teoría General de los Sistemas: Ludwig Von Bertalanffy buscó “principios y
leyes aplicables a sistemas generalizados”, sin importar su particular género o la naturaleza
de sus elementos. Esta teoría aspira anunciar principios aplicables a sistemas en general o a
subclases definidas, a proporcionar técnicas para su investigación y descripción, y aplicar
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éstas a casos concretos. De esta manera “puede afirmarse que algunas propiedades formales
serán aplicables a cualquier entidad qua sistema (sistemas abiertos o sistemas jerárquicos)
aún cuando sus particulares naturaleza, partes, relaciones, se desconozcan o no se
investiguen.
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posible afirmar que (1) el lenguaje construye el mundo, no lo representa. Concordamos en que no es
posible representar el mundo tal como es con anterioridad a la representación, porque el lenguaje
tiene un efectivo aspecto formativo. (2) la función primaria del lenguaje es la construcción de
mundos humanos, no simplemente la transmisión de mensajes de un lugar a otro. La comunicación
se torna así un proceso constructivo, no de mero carril conductor de mensajes o de ideas (3) La
comunicación deviene el proceso social primario lleva la comunicación al primer plano mientras
simultáneamente se interroga con el concepto que tenemos de ella.
Consideraciones generales
Originariamente el trabajo con la pareja matrimonial nace de la terapia del niño al introducir
en la misma el consejo parental que reveló las dificultades inherentes a la pareja misma y la
posibilidad de ayudar a la pareja en entrevistas conjuntas. La terapia conjunta adquiere así un
carácter de independiente. Actualmente no es requerida solo para el matrimonio en crisis, sino
también en forma preventiva en parejas que no han institucionalizado su unión.
Además de la demanda directa hay otras fuentes indirectas de consulta como por ejemplo en
la terapia del grupo familiar se va deslindando poco a poco los problemas hasta llegar a menudo a la
desavenencia matrimonial latente, de al cual el grupo familiar entero o uno de los miembros es el
chivo emisario; o también en la terapia individual suele ser común que ya desde un principio se
plantee el problema de la pareja. Cualquiera sea su origen, la terapia de pareja adquiere carácter
independiente con nuevos objetivos y nuevos modos de abordaje terapéutico. El carácter de las
entrevistas, su duración y su distribución pueden variar, al igual que su finalidad, que puede ser
limitada en tiempo y objetivos (en este caso podemos tener entrevistas conjuntas de orientación que
se centran en problemas actuales) o se dirige a un proceso terapéutico completo. Aun cuando se
trata de la psicoterapia que se dirige a un proceso total, rara vez ésta puede ser exclusiva, en general
es previa, posterior o paralela a la terapia individual. Pero en todo caso en la psicoterapia conjunta
estamos frente a un nuevo interjuego de relaciones que induce a centrar el foco de la atención ya no
en los individuos en forma aislada sino en un conjunto interactuante.
Es difícil juzgar el grado de patología de una relación. Además, su valor es muy distinto al
individual, porque dentro de una relación existen necesidades recíprocas de afecto y apoyo y aún,
compensación de debilidades, por lo cual hay que sopesar muy prudentemente el significado de una
relación mucho más allá de los aspectos neuróticos que le podamos asignar. Ackermann ha
señalado que no hay que tomar en cuenta solo los aspectos patológicos del comportamiento, sino
también los aspectos maleables de la personalidad y la capacidad de aprendizaje de los cónyuges.
Donde hay problemas neuróticos el lazo afectivo se establece entre aspectos emocionales
específicos de los mismos (dependencia, necesidad de protección, coincidencias en necesidades
superyoicas, etc.), pero éstos no agotan el significado y el valor del lazo afectivo para los
individuos. Existen aspectos compensatorios que a veces confieren un equilibrio satisfactorio aún a
una relación neurótica, existen aspectos que por su complementariedad llegan a mejorar carencias;
por supuesto en donde una relación se mantiene solo en función de lazos neuróticos, al resolverse
éstos, se llega a la disolución del vínculo.
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en la vida diaria. Dada que la interacción es acumulativa, la descarga no tiene un carácter de por sí
tan altamente catártico como en la terapia individual.
En el proceso de la terapia el terapeuta tiene una actitud activa. La interacción induce una
movilización más rápida y más actual, porque se produce una pérdida más rápida de las defensas
que favorecen al proceso terapéutico al promover la expresión y descubrirse así más fácilmente
resortes íntimos del conflicto. Favorece además, una vivencia más intensa que ayuda a la catarsis y
a la resolución e integración a un nivel emocional más refundo y tiene, al mismo tiempo, valor
positivo en sí a nivel interaccional. Otros factores de la interacción que promueven una rápida
reestructuración y cambio son:
Por la vivencia del otro se produce ante todo una reestructuración de la percepción
recíproca, ya que cada uno “vive” al otro, “ve” al otro en forma distinta.
a) Existe ante todo una posibilidad real de comunicación (algunas personas solo
pueden hablar tranquilos durante la terapia).
El enfoque psicoterapéutico
Para nosotros la psicoterapia no puede responder a un criterio único, sino debe modificarse
de acuerdo a las características de los individuos a los cuales se aplica. Para ello debe tomarse en
cuenta la edad, estructura de la personalidad, el contexto vital en que la persona se desempeña, etc.
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se define como mensaje no-verbal, comunicación analógica o mensaje simbólico. Aunque sus
manifestaciones (sonrisas, expresión triste, enrojecimiento, etc.) son generales, su significado
íntimo, empero, es siempre particular.
La relació n terapéutica
Nosotros somos partidarios de establecer una relación terapéutica positiva del tipo no
transferencial. Pero de todos modos en la terapia de pareja ésta adquiere una característica diferente,
ya que el terapeuta establece una relación trial y es a su vez objeto de impactos múltiples. De modo
que, más que hablar de una corriente afectiva dial aquí tendríamos que hablar de una relación
terapéutica vivencial de a tres, que da lugar a una compleja red de relaciones afectivas donde la
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multiplicidad de intercambios, de por sí ya difícil de manejar, genera, a su vez, por los efectos
transaccionales de la circularidad, reacciones y emociones imprevisibles. El terapeuta establece una
relación con cada uno de los miembros de la pareja, pero también con ambos al mismo tiempo y
con la interacción que se da entre ellos. A su vez cada uno de los miembros de la pareja establece
una relación con el terapeuta y, al mismo tiempo, entre sí; y se relacionan, además con el terapeuta
como conjunto representando la imagen que está acostumbrados a dar como pareja y descubriendo
de a poco la relación latente más profunda y conflictiva.
Muy a menudo el más profundo resorte de la terapia reside precisamente en esa vivencia
emocional afectiva trial. En forma específica cuando se observa la evolución progresiva espontánea
a través de la misma entrevista, el apaciguamiento y el cambio de actitud de ataque a una de defensa
y aceptación y cabe preguntarse cuál es el factor que diferencia la entrevista de una discusión y
pelea familiar común, parecería que la vivencia de esta relación de aceptación afectiva compartida
con el terapeuta representa un factor decisivo que actúa como catalizador de los afectos. Esto
depende del significado y el valor de la aceptación de la terapia. La aceptación del terapeuta tiene
un doble papel: frente a los sentimientos negativos la aceptación es justificadora y neutralizadora y
el proceso para el paciente es de catarsis. Frente a los sentimientos positivos la aceptación refuerza
los sentimientos, y la vivencia permisiva favorece su crecimiento.
El terapeuta debe está consciente y alerta hacia la posibilidad de intervenir en la terapia con
actitudes personales o que reflejen esquemas familiares propios. Esta objetividad parece más difícil
en la terapia de pareja por tener que comprender y conciliar el terapeuta necesidades opuestas y por
hallarse el mismo más implicado en una atmósfera altamente emocional que puede facilitar como
reacción natural la irrupción de sus propios sentimientos, deberá encontrar un determinado
equilibrio. La proyección de su propia imagen de familia, de su estilo de vida, de una determinada
forma de resolver el conflicto es un peligro que el terapeuta debe tratar de evitar a través de una
toma de consciencia sincera y una alerta constante.
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En cuanto a la explicitación de la relación terapéutica la mayoría de los autores opinan que
ésta no es conveniente en la terapia familiar. Nosotros somos partidarios de una relación vivenciada
pero no explicitada. Sin embargo, en la terapia de pareja hemos visto que es útil subrayar, a veces,
este “compartir” los tres, subrayar esta atmósfera de relación trial donde está permitido enojarse,
decirse cosas, reírse de aquello que en otro momento crearía culpa. El terapeuta puede decir “aquí
estamos los tres juntos sintiendo lo mismo” o “aquí nos sentimos comprendidos y aceptados”. Pero
en general, la vivencia es tácita y no se explicitan sus implicancias. En total el trabajo terapéutico se
centró fundamentalmente en el material aportado a la interacción.
Encontramos parejas que se presentan en abierta oposición y, sin embargo, son aptos para la
terapia conjunta y hacen una muy buena evolución. Al contrario, en otras no existen o existen muy
escasos puntos de oposición, pero no ofrecen posibilidades para la terapia. En las primeras, el
desacuerdo está en el contenido, pero la relación básica es buena, hay lazos afectivos. Estas pueden
considerarse parejas “satisfactoriamente inestables”, cuyo grado de unión puede ser muy variable.
En las segunda, en cambio, el acuerdo en el contenido no significa nada para la pareja, puesto que
hay una indiferencia latente o ya manifiesta. Esta sería la pareja insatisfactoria estable, que es la
menos abordable. En general no consulta y tampoco acepta la terapia cuando se le aconseja a raíz de
la consulta que han hecho por algún hijo, y son las familias en las cuales se da el mayor grado de
chivo emisario para encubrir una insatisfacción latente en la pareja parental.
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Por otro lado hay factores de personalidad que parecen obstaculizar decisivamente la terapia
de pareja, no solo en sentido negativo para la pareja misma, sino también en sentido peligroso para
uno de sus miembros. Es el caso cuando se trata de personalidades impulsivas, o de tipo epileptoide
repetitivas y adhesivas o con peligro de acting-out latente. Se agregan personalidades egocéntricas
de tipo esquizoide, que no pueden compartir y necesitan la relación terapéutica individual, o
egocéntrica de tipo psicopático, que tampoco soportan la carencia de atención individual y la
frustración que esto implica y pasan al ataque excesivo en la terapia.
Concedemos gran importancia a una relación terapéutica positiva, concebida como una
relación humana con valor en sí, donde importa más vivenciales que explicitarla. Es dentro de ésta
que adquieren sentido todas las intervenciones del terapeuta.
Estímulo a la expresió n
Favorecemos ante todo el desarrollo espontáneo del proceso interaccional. Para ello no
asumimos una actitud pasiva, de silencios, sino estimulamos en forma suave pero activa la
expresión y la participación. A veces ninguna de las dos partes se decide a plantear el problema,
descargándose recíprocamente la responsabilidad de comenzar. Estas expresiones a menudo son
seguidas de silencios prolongados. Una interpretación puede dar resultado, aunque un estímulo más
directo y sencillo, que induzca a hablar de lo que sea, consigue mejor la iniciación de un diálogo
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cómodo. En otros momentos la estimulación se dirige a favorecer la participación equitativa, el
intercambio y la interacción: “¿qué dice el otro?, ¿cómo lo siente, cómo lo ve el otro?”.
Una pasividad prolongada del terapeuta conduce a una reiteración estereotípica de los
mecanismos, un círculo vicioso del cual ahora participa el terapeuta mismo. Sin duda existen pautas
repetitivas de la interacción que parecen impermeables al señalamiento y a la interpretación, que se
resuelve poco a poco simplemente en el marco interaccional, a través de la aceptación del terapeuta,
de la vivencia de sus valores humanos y afectivos, en fin de su presencia catalizadora. Estos
empero, no son suficientes para un desarrollo exhaustivo del proceso terapéutico. En general se
observan cambios en una dirección positiva como afecto de intervenciones explícitas del terapeuta.
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Se trabaja constantemente en dos sentidos a la vez: el horizontal de la interacción y el
vertical de la elaboración individual. Es conveniente hacer participar a ambos cónyuges, cotejando
similitudes o diferencias en la experiencia personal de cada uno. Es importante tener en cuenta la
importancia de los factores positivos de la terapia de pareja. En efecto, en ésta más que descubrir lo
negativo, que ya está dado en forma de choque abierto, estamos abocados a señalar lo positivo que
se ha debilitado o es negado en el desgaste de las relaciones insatisfactorias. A menudo una
interacción autorreforzadora y mutuamente destructiva puede ser interpretada desde otro ángulo en
su sentido más recóndito (Por ejemplo: la agresión encubre a menudo el dolor por la frustración
afectiva).
En cuanto al reflejo se utiliza con frecuencia sobre todo para promover la expresión fluida.
O se usa el reflejo selectivo dirigido a subrayar los sentimientos para ahondar en la vivencia afectiva
y lograr una elaboración emocional intensa, que evita el manejo intelectual del problema y favorece
un cambio y una integración más profundos. Otro aspecto a mencionarse son los señalamientos
dirigidos a mensajes no verbales, de los cuales está cargada la entrevista. Hacemos de ellos un uso
moderado y nos dirigimos, en general, a los sentimientos que están a punto de aflorar y que son
evitados sin que llegue a vivirlos más hondamente. Sin embargo no utilizamos el señalamiento puro
frente a las actitudes agresivas. En tal caso, favorecemos ante todo el efecto catártico de la descarga
e intentamos. Luego, derivar la agresión hacia fuentes originarias, interpretando motivaciones
intrapsíquicas relacionadas, quizás, con sentimientos de ambivalencia más antiguos. Esto permite la
elaboración en profundidad evitando el vuelco repetitivo en la relación.
En cuanto a las resistencias, estas se observan menos en terapia familiar, ya que en general,
la pareja acude en búsqueda de una solución común y hay un acuerdo previo en al participación y
responsabilidad recíprocas, cosa poco frecuente con la familia que en la mayoría de las veces está
centrada en un “chivo emisario” y no ha llegado al reconocimiento de la interacción total. Lo que
se observa con mayor frecuencia es un tipo de resistencia implícita al principio de la entrevista, que
se manifiesta hablando como quien dice de “bueyes perdidos”. La interpretación directa de tales
casos resulta más bien irritativa siendo conveniente conceder cierto lapso de “entrada”, de
“warming up” y luego, o estimular con preguntas directas o sugerir la existencia de problemas más
importantes o interpretar el significado latente de algunas expresiones aparentemente sin relevancia.
Otro tipo de resistencia a la terapia está determinado por la desazón y el desánimo, cuando hay un
recrudecimiento de las dificultades. La pareja ha sufrido durante años, ha traído un oscuro
convencimiento de que las cosas van mal, y está en general, realizando su último intento. Todo esto
produce una rápida pérdida de confianza y cansancio, que se manifiesta casi siempre en quejas
directas.
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Nos parece útil agregar aún algunos aspectos que hacen al encuadre inicial de la terapia. Los
miembros de la pareja acuden juntos y plantean de inmediato problemas comunes. Es bueno
estructurar al entrevista inicial con una parte receptiva y otra activa. El terapeuta asume en un
primer momento una actitud expectante, escucha el planteo, observa la interacción, pero luego
necesariamente tiene que intervenir más activamente señalando e interpretando ya algunos aspectos
de la interacción y de la comunicación. Otro aspecto importante de la entrevista inicial es señalar
los vínculos positivos e inducir a reconocer alguna emoción común positiva oculta en el
enfrentamiento. También puede mostrarse los aspectos positivos de una interacción neurótica que
llenó de necesidades recíprocas en el pasado, mostrar el proceso de cambio que rompió el equilibrio
y que ese equilibrio puede ser reencontrado sobre una base más sana.
Por fin, siempre es conveniente agregar algunas consideraciones acerca del nuevo camino que han
emprendido, explicitar que se trata de una tarea común que será larga ya veces dolorosa, pero que
implica en sí misma una actitud valiente, una capacidad de sinceridad y un deseo honesto de
confrontación que no todos poseen y que los ayudará en los momentos difíciles de la terapia. Todo
esto ayuda a la pareja, por un lado a una toma de consciencia de los problemas, por el otro, a
percibir posibilidades de sentir alivio y confianza iniciales, que son necesarios para la continuidad
del tratamiento.
Toda pareja se debate con el problema que representa compartir el poder y organizar una
jerarquía tal que las esferas de control y de responsabilidad estén divididas entre los esposos. Este
poder no sólo se refiere a la posibilidad de dominar al cónyuge, sino también de reconfortarlo,
cuidarlo, reformarlo y asumir responsabilidad por él. Las parejas se dividen el poder de muy
diversas maneras.
Algunas parejas eligen un síntoma para equilibrar el poder en su relación. Síntomas como la
depresión, el alcoholismo, temores, ansiedad o afecciones psicosomáticas pueden cumplir este
propósito. Una manera de describir a un matrimonio con un cónyuge sintomático es en términos de
una incongruencia jerárquica en la pareja. Lo típico es que el cónyuge sintomático se halla en una
posición inferior al otro que trata de ayudarlo y de hacerlo cambiar. Pero a la vez, el cónyuge
sintomático se halla en una posición superior por cuanto se rehúsa a ser ayudado y a cambiar. Si
bien solicita concejo y ayuda, el cónyuge sintomático se niega a dejarse influí. De esta manera,
quedan definidas en la pareja dos jerarquías incongruentes. En una, la persona que presenta el
problema se encuentra en posición inferior porque necesita ayuda, y el cónyuge no sintomático se
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encuentra en la posición superior propia del que puede brindar ayuda. En la otra, al no admitir la
influencia y la ayuda del esposo, el cónyuge sintomático se sitúa en una posición superior al no
sintomático, quien se afana en vano por influir en él y modificarlo.
En torno del síntoma de uno de los esposos se desarrolla un sistema de interacción que se
convierte en una analogía de la lucha conyugal, que la pareja no puede resolver. Vale decir, el
síntoma es en sí mismo una metáfora, y la forma en que la pareja aborda el síntoma es una metáfora
sistémica de otros tipos de interacción que mantienen en diversas esferas de su vida en común.
Técnica de la imaginación:
Esta técnica se les solicita a los familiares o miembros de la pareja, que fijen o simulen su
interacción. Pertenece a la categoría de las intervenciones paradójicas, en la medida en que fomenta
en el cliente la conducta que él quiere cambiar y para la cual acudió a la terapia. El merito de la
técnica es que se basa en la poderosa influencia que el juego y la imaginación han mostrado en
diversas terapias, ya que la reclasificación del comportamiento humano es un potente instrumento
de cambio.
Si bien se puede tener una estructura diferente, podemos resumir las fases de la terapia de
pareja así: en evaluación, intervención y seguimiento.
Evaluació n
En esta fase se incluye la entrevista inicial, con la definición del motivo de consulta, los
intentos previos de solucionarlo y sus resultados; la creación de un vínculo terapéutico; la definición
de las expectativas reales de la terapia (incluida la motivación para mantener la unión), y la catarsis
emocional. Es necesario disminuir las ansiedades de los participantes acerca de la terapia; por ello
el terapeuta debe mostrarse neutral, al permitir a ambos participantes la expresión de sus puntos de
vista, además de reconocerles los esfuerzos realizados previamente y la asistencia a la terapia. En
esta etapa se debe realizar la historia de la relación y ampliar la información a las familias de
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origen. Se recomienda, al menos, conseguir la información de tres generaciones y consignarla en el
genograma.
Intervenció n
Seguimiento
En esta fase se verifican las tareas, se trata de obtener pruebas de los cambios, se introducen
nuevas estrategias de solución (partiendo de las estrategias ya utilizadas) y se refuerza el
compromiso por el cambio. En la terapia sistémica se acostumbra dejar un intervalo prolongado
entre sesiones para evidenciar el cambio y permitir que la pareja utilice estrategias propias. El
terapeuta sistémico puede actuar solo, aunque es recomendable en algunos casos el uso de un
coterapeuta, no necesariamente de equipo terapéutico.
En las relaciones de pareja no hay buenos y malos, lo que hay son buenos y malas
relaciones, que enriquecen o empobrecen. Hay buen amor y mal amor, no basta el amor hace falta el
buen amor. El buen amor se reconoce porque en él somos exactamente como somos y dejamos que
el otro sea exactamente como es, porque se orienta hacia el presente, y lo que está por venir y no se
atan al pasado, y sobre todo porque produce bienestar y realización.
Así como la pareja no tiene la capacidad de hacernos infelices, nadie tiene el poder de
hacerte feliz. Las parejas por si mismas no dan la felicidad. Da muchas cosas, y cuando esas cosas
están presentes y se conjugan adecuadamente experimentamos la felicidad. La felicidad es un
estado. La pareja te puede dar felicidad, pero no tiene el poder de hacerte feliz, lo cual es una matriz
muy importante. Muchas parejas fracasan cuando pasa el natural espejismo provisional del
enamoramiento, pero otras consiguen vislumbrar realmente al otro, a partir de esa visión de lo real,
aprenden a amarlo. De este modo, se abren a la posibilidad de elegir seguir adelante y construir un
proyecto común de relación y de vida. La idea de que la pareja debe hacernos feliz no es solo una
falacia individual, sino que pertenece a nuestro imaginario colectivo. Ello se debe a que la pareja es
un estado interno de gozo y armonía. Si aceptamos que la pareja no tiene que proporcionarnos la
felicidad ni puede hacerlo, también hay que aceptar el reto que significa sumergirse en las
interioridades de campo de la pareja, esto es, el espacio de vivencia que une vincula, tocadas por el
amor o por el deseo y la elección voluntaria de ser pareja. La gran tarea consiste en aprender a
amar, integrar y gozar lo real entre ambos, mientras nos despedimos con cariño de nuestras
idealizaciones, quizás para descubrir maravillados que la entrega a lo real multiplica. El amor de
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pareja es un reto progresivo de amor a lo real, a lo real del otro y a lo real de aquello que la relación
hace posible o nos niega, por lo menos mientras la seguimos eligiendo.
El enamoramiento suele suponer una intensa proyección de sus anhelos más queridos y
secretos. No vemos a la otra persona tal como es, sino como anhelamos y esperamos que sea. Y
aunque sea de forma inconsciente, albergamos la esperanza secreta de que, a través del otro, los
asuntos no resueltos de nuestra infancia o de nuestra familia originaria encontraran un camino quizá
una solución. Paradójicamente, el enamoramiento puede ser gracia y un enorme movimiento
expansivo del corazón en el cual vemos luminosamente al otro y a la vez un oscurecimiento, en el
que lo inventamos conforme a nuestras conveniencias. La sexualidad es una realidad arrolladora,
pero hay algo más: en esa persona reconocemos vibraciones que vivimos en nuestra infancia, y de
alguna forma albergamos la esperanza de complementar con ella aquellas cosas que quedaron como
asuntos pendientes en nuestra infancia con nuestros padres, o de escenificar guiones y tramas
inconscientes de nuestro sistema familiar de origen para que prosigan y encuentre su resolución.
La pareja se fundamenta en pilares: por un lado, la sexualidad y por otro la estricta igualdad
de rango entre sus miembros. Lo que fundamenta la pareja es la sexualidad que aporta intimidad y
goce que es el vehículo de entrada a la vida. a través del encuentro amoroso y de la relación de
pareja permitimos que la sexualidad actué y se realice en nosotros. Hay parejas que renuncian a la
sexualidad o no la viven durante un tiempo, pero siguen en relación porque se mantienen juntos y
comprometidos. La igualdad de rango quiere decir que ambos tienen el mismo nivel, la misma
altura idéntico valor y dignidad. Si no hay igualdad, en verdad no hay pareja y de algún modo la
cizaña comienza cuando uno de los dos piensa “yo soy mejor que tu”. Constituye la semilla del
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maltrato, que cuando crece y crece se transforman en juegos psicológicos y en violencia. En la
pareja cuando uno de los dos se siente mejor que el otro, surgen las fisuras, porque la pareja, a pesar
de los diferentes que pueden ser sus miembros, deben apoyarse la igualdad sentida y reconocida de
corazón. El progresivo desarrollo de la experiencia de igualdad real entre ambos no hace referencia
a una ideología, sino que es una experiencia real y verdadera.
Si uno da mucho y el otro puede recibir o devolver poco (aunque tal vez exija mucho) se
crea frustración y desigualdad, y entonces en un sentido profundo puede que ya no haya pareja, que
falte la paridad.
La pareja es un espacio ideal para el crecimiento de la persona, pues con ella nos
despedimos del niño o la niña que fuimos e ingresamos en el mundo de los adultos. La relación de
pareja no es una relación de ayuda, pero es una relación que ayuda, que ayuda al desarrollo persona.
Probablemente nada ayuda más al propio crecimiento que asumir de manera consciente el dolor y
hacerle espacio en nosotros. El crecimiento no significa más yo, sino más tú. Crecimiento apunta a
la expansión hacia lo extraño, la inclusión como propio de lo ajeno, al amor algo diferente. Y en la
pareja el otro es lo diferente, el otro es siempre el misterio por reconocer y a respetar. Con la pareja
como vinculo crucial seguimos descubriendo encontrándonos en nosotros mismo. Solo podemos
encontrarnos a través de la intimidad, a través del otro dispuesto a ser confrontados y desnudados.
Los miembros de la pareja se protegen, pero al mismo tiempo da lugar a una paradoja extraña:
mientras se protegen, se impiden mutuamente el desarrollo. Podemos crecer mientras nos
protegemos, pero nos desarrollamos especialmente cuando dejamos de hacerlo, porque el verdadero
crecimiento ocurre cuando cada cual se enfrenta a aquello que teme o a aquello de lo que cree
adolecer. Así uno de los dos incumple el pacto nunca explicitado y estalla el conflicto. Sobreviene
la crisis y hay dolor, pero también la oportunidad de reorganizar, crecer, ampliar; la oportunidad de
aprender y ensayar nuevos espacios internos, identidades, sentimientos y nuevas conductas.
La afectividad en la pareja
En la pareja activamos esquemas afectivos y pautas de relación que se imbrican y engrasan
creando un campo compartido de bienestar cuando va bien. Y todo lo contrario cuando va mal: un
campo de batalla con su reguero de destrucción y pena. No hay esquemas pre establecidos, pero si
condiciones que facilitan o dificultan la relación de pareja. Arnaud Desjardins, discípulo del sabio
hindú Swamy Prajnanpad, explica en su libro “una vida feliz, un amor feliz” los cinco criterios para
reconocer el valor profundo de una pareja.
1) La primera condición es que sea fácil, fluya sin demasiado esfuerzo. Que las cosas
sean cómodas, que no tengamos que malgastar grandes cantidades de energías en emociones ni se
nos obligue a luchar contras estas. Cuando esta condición se da, existe una comunión real, una
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comodidad que no es rutinaria, en la que no hay dramas ni tragedias, solo bienestar. Todo se
desenvuelve con naturalidad y las cosas resultan fáciles y gráciles. Podemos cambiar el estilo
afectivo, pero vale la pena juntarnos con personas cuyo estilo afectivo encaja bien con el nuestro. Si
la relación no es nutritiva, se produce en desgaste en las personas y el cuerpo siente tensión y se
desvitaliza, lo cual es una señal de alarma o preludio de una enfermedad. El intercambio negativo,
desde el malestar y el maltrato, crea vínculos muy profundos entre las personas, y aunque estas sean
infelices y desearían separarse, el vínculo es muy fuerte y por desgracia no pueden enfrentarse al
terror de la soledad. El vínculo no crece con fuerza únicamente en el intercambio positivo y fácil,
sino también en el negativo.
2) Se trata de dos naturalezas no demasiados incompatibles, no demasiados diferentes.
Que la compresión del otro no esté más allá de nuestras capacidades. A menudo la fascinación
amorosa ignora con soberbia la incompatibilidad de dos naturalezas y las personas creen amarse de
buena fe, pero carecen de la posibilidad de una comprensión verdadera. La compatibilidad del
hombre y de la mujer descansa sobre la diferencia, pero también sobre la posibilidad de asociación
y complicidad. Esta diferencia deberá ser encarada, integrada y gestionada en la relación. No
siempre es imposible salvar las diferencias, pero si es imprescindible concienciarlas y afrontarlas
para gestionarlas bien. Una pareja se logra como tal cuando sus miembros son capaces de unirse
más en el reconocimiento claro de lo que los separa y llegan a amarlo, cuando para ellos la pareja se
hace más importante que su familia de origen.
3) Los miembros de la pareja son verdaderos compañeros que se sienten como tales,
acompañados ya que el otro es también un amigo y la amistad no se desgata con el curso de los
años. Que puedan compartir sus peculiaridades, gustos, interese diferencias. Que tenga a alguien al
que entiende y que los entiende.
4) Es tener fe y confianza plena en el otro. Que no sea necesario temer, desconfiar o
proteger para poder reencontrar un corazón inocente. Que el otro nos inspire una completa
confianza sobre la cual se pueda sentar un amor duradero, susceptible de crecimiento. Que
tengamos la convicción de que el otro no nos va a dañar. Confianza por lo tanto es tener la certeza
de que el otro quiere nuestro bien y no nos va dañar. El medio es el peor enemigo del amor y de la
apertura de corazón, de manera que es importante sentir que el otro es bueno y quiere nuestro bien y
podeos confiar en él. Pero también debemos ser conscientes de que en algún momento tal vez no lo
haga, y aceptamos teniendo la certeza de que podremos resistirlo si sobreponernos a ellos.
5) El deseo espontaneo de que el otro esté bien, lo cual quiere decir que el deseo de que
este bien por encima de nuestro miedo o carencias. La palabra espontaneo es el epicentro de la
cuestión y es un sentimiento que no se podría fabricar artificialmente. Consiste en ver al otro con la
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inteligencia del corazón y no solo a través de nuestras proyecciones y anhelos y así lo amamos
como es y le damos lo que necesita y espera recibir.
Podríamos agregar como condición que haya un rico, positivo, fértil y equilibrado
intercambio entre dar y tomar. En una relación de intimidad encontramos intercambios positivos, en
el que damos y recibimos algo bueno que nos alegra, que nos expande y suaviza nuestro corazón. Y
también intercambio negativo en el que damos o recibimos algo que daño o nos daña. Percibimos
deuda cuando hemos recibido y el sentimiento de ser acreedores cuando hemos dado y creemos ser
compensados. El intercambio es imprescindible para la supervivencia de los individuos y los
sistemas. No siempre es posible dar tanto como recibe, pero la verdadera gratitud de corazón y la
alegría de recibir a actúan a menudo como un mecanismo de compensación para logar el equilibrio
entre el dar el tomar.
El desequilibrio entre el dar y el recibir puede generar juegos de poder que dan lugar a
dependencia y sufrimientos en nuestras relaciones de intimidad y desenlaces en los que uno de los
dos se va impetuosamente. En ocasiones es mejor que no nos querían tanto, sino que nos quieran
bien; menos cantidad y más calidad.
El verdadero perdón, el que efectivamente ayuda significa aceptación incluso amor hacia los
hechos tal como fueron, aunque duelan “yo, como bueno, te perdono a ti como malo”. Bert
hellinger defiende que cuando se produce un intercambio negativo dentro de la pareja, cuando uno
de los dos daña al otro, el que ha sido el objeto del daño debe compensarlo vengándose con amor.
Vengarse con amor significa devolver el daño, pero en una cantidad suficientemente menor.
Mientras que, si devuelve el daño procurando que sea un poco menor, restablece el equilibrio y la
igualdad. Si por el contrario le devuelve el daño en una medida mayor o con ensañamiento,
entonces no solo no se restablece la vivencia de justicia, sino que se lastima el amor.
La pareja como todo sistema vivo, requiere estabilidad y cambio, desequilibrarse y volver a
equilibrarse y ambas cosas en las proporciones
El movimiento amoroso interrumpido son formas de buscar el amor, pero por el camino
desviado. En realidad, se trata de estrategias indirectas, tortuosas y complejas, de búsqueda de amor
y conexión con los demás, que configuran el paisaje de la neurosis y el sufrimiento humano. Lo que
solemos hacer las personas es repetir este esquema relacional/afectivo en el intercambio amoroso. A
todos nos toca descubrí y trabajar de qué manera interrumpimos este movimiento amoroso
espontaneo y que estrategia, qué modo tortuoso generemos al hacerlo. Porque probablemente vamos
a llevar a la pareja ese estilo afectivo y tendremos que revisarlo.
Hay parejas instaladas en estilos afectivos que no encajan, que le causan mucho sufrimiento
y mucha desnutrición. La pareja tiene que tolerar y sostener cierta cuota de malestar, o de estrés en
ciertos contextos. Si esta situación se cronifica, las personas pierden vitalidad, se desnutren. Una de
las funciones de la pareja es resultar nutritiva y vivir el acompañamiento del otro. En sumas, sumar
más que dos.
Posibles estilos afectivos: “yo, y por encimas de todas las cosas yo” hay personas que llevan
este estilo al extremo y ocultan la gran necedad que tienen de fundirse en el otro, de depender del
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otro. “furiosamente tú, en lugar de yo” se trata de personas que se adaptan y cambian por el camino
del otro oculta su necesidad imperiosa de decir algún día yo y atender a sus propias necesidades.
¿Cómo se puede repara el movimiento amoroso interrumpido? no basta con tener claridad
mental sobre los mecanismos y cómo funcionan, se necesita además trabajar con el cuerpo y liberar
sentimientos y emociones atascados en él. El cuerpo guarda memorias de nuestras heridas y traumas
y necesita descongelarse, desapretarse, soltarse, volver a confiar y sentirse inocente. Y para ellos se
requiere métodos activos, no solo discursivo y técnicas escénicas.
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sostenerse en sí mismo y poner límites, de reconocer sus verdades y desafiar sus máscaras, de
adaptarse creativamente a su entorno sin falsificarse.
Cuando experimentamos un “sin ti no podría vivir”, nos comportamos como niños pues
miramos al otro como si fuera nuestra madre o nuestro padre. Una pareja es una relación contractual
y condicional. La relación incondicional se da entre padres e hijos pero no entre adultos. Detrás de
ello, actúa un poderoso impulso infantil que se hace eco de desamparos o inseguridades vividas en
la infancia y que convendrá revisar y resolver para recuperar la propia autonomía. La pareja feliz
empieza por restaurar el amor a nuestros padres y orígenes, tomar lo que viene de ellos con respeto
y honor, aprovecharlo al servicio de nuestra felicidad, ganar libertad interior y saber necesitar lo que
necesitamos del otro permaneciendo plantados en nuestros propios pies, viviendo una vida con
sentido.
De igual modo que estamos programados para vincularnos con los demás sintiendo placer y
expansión, también están en nuestra naturaleza los mecanismos y recursos para el proceso de
despegarse de una persona. Cuando pasamos por una ruptura pasamos por diferentes estados:
Etapa de Shock
Etapa de Dolor
Etapa de Rabia
Está marcada por un intenso enfado y rabia. Es necesario sacar el enorme malestar,
deshacernos de las frustraciones, de las pérdidas, de aquellas ilusiones y proyectos en común.
Quizás se adopte una posición rebelde contra lo ocurrido y contra la vida. Necesitamos “revelarnos”
contra lo que nos ha dañado: manifestaremos nuestro enfado con el mundo y con aquél que se ha
ido. Es aquí cuando expresar y manifestar nuestras emociones puede ayudarnos, puesto que ninguna
emoción en sí misma es peligrosa, tampoco lo es la rabia. Lo peligroso es quedar atrapado mucho
tiempo en el dolor, en el enojo y en la rabia. Si un sentimiento perdura, el mismo se transforma en
una posición la cual habremos adoptado para protegernos. Es necesario rendirse, abandonar la
rebeldía y aceptar la situación de pérdida.
Pero hay una pregunta aún más importante ¿Cómo puedo resolverlo? Es necesario aceptar lo
que nos ha dado el otro y decir gracias. Un proceso de ruptura concluye cuando se puede ver hacia
atrás con paz y alegría, podemos apreciar y agradecer lo vivido, se reconoce el amor que hubo y se
lo guarda como un regalo. Cuando somos libres y dejamos libre al otro.
El buen amor
La felicidad que puede aportar el otro al yo personal procede del alineamiento de la relación
de pareja con los movimientos de la vida ¿Por qué la pareja habría de darnos algo? Esta lógica de
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recibir algo, de ser nutrido por el otro acentúa la individualidad, manifiesta que lo más importante,
el centro del universo, somos nosotros. De este modo ¿No es válido pensar que nosotros debemos
darle algo a nuestra pareja? La pareja sirve a la vida y son los individuos los que sirven a la pareja;
y no la pareja a los individuos.
El buen amor es sentirse reales, abiertos, respetuosos y más felices. Bert Hellinger señala
tres componentes de la dicha en la pareja, “palabras mágicas” que abren la puerta de la felicidad. La
primera es “sí”, la segunda es “gracias” y la tercera es “por favor”. El “sí” es el gran afirmativo de
la existencia, es querer al otro tal como es y ser queridos tal como somos. Imaginemos que el
mensaje que recibimos o damos a nuestra pareja fuera directa o indirectamente “no me gusta cómo
eres, tienes que cambiar a como yo creo que deberías ser” de este modo el corazón se encoge.
Las parejas se nutren si saben expresarse de muchas maneras el reconocimiento hacia lo que
el otro da, hace y es. De manera que invitan al crecimiento del ciclo de dar y recibir.
3. Hazme feliz / Siento el deseo espontáneo de que seas feliz. La pareja no está
pensada para darnos la felicidad, aunque si sabemos conjugar todas sus dimensiones
experimentamos algo que se acerca a la dicha. Sentimos que pertenecemos a algo, que hemos
creado una intimidad, un vínculo, y que construimos caminos de vida.
4. Quiero una pareja / Mejor me preparo para ser pareja. El exceso de «yo» y de
individualidad por encima del sentido del «nosotros» convierte la pareja en un campo increíble de
libertad y al mismo tiempo nos expone a más y más soledad e incertidumbre. Las dos cosas al
mismo tiempo. Si quieres tener pareja, trabaja en tu interior para encontrar tu propio tono y manera
para ser compañero o compañera, y lo demás se te dará por añadidura.
5. Te lo doy todo / Mejor te doy lo que me mantiene en el mismo rango que tú. La
pareja es una relación de igualdad en la que hay que procurar que haya un intercambio de equilibro
y justicia para preservar la paridad de rango. Dar mucho puede generar en el otro un sentimiento de
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deuda y empequeñecerlo. Mejor dar lo que el otro puede devolver de alguna manera, puesto que con
el intercambio fértil crece la felicidad.
7. Ojalá sea intenso y emocional / Ojalá sea fácil. Algunas relaciones discurren con
fluidez y facilidad, no chirrían. Son el resultado del encuentro de dos naturalezas que armonizan sin
grandes desencajes. Otras veces, todo es difícil, a pesar del amor. Cuando una relación es intensa y
emocional, a menudo llega a ser desvitalizante. De hecho las grandes turbulencias emocionales y
los juegos psicológicos desgastantes y fatales tienen que ver con reminiscencias de heridas
infantiles y viejos anhelos no colmados.
10. Que sea para siempre / Que dure lo que dure. Entrar en el amor de pareja significa
también hacerse candidato al dolor de un posible final. Hoy en día se habla de monogamia
secuencial, esto es que, estadísticamente, cabe esperar que tengamos entre tres y cuatro parejas a lo
largo de nuestra vida, con el consiguiente estrés y tránsitos emocionales complejos que ello
conlleva. Cuando no hay un contrato institucional de por medio, tenemos una oportunidad de crear
la pareja cada día, a nuestra manera y de vivir lo que nos permite. Si llega el final, aprendemos el
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lenguaje del dolor, la ligereza y el desapego, para luego volver de nuevo al carril del amor y de la
vida.
11. Primero mis padres o nuestros hijos y luego tú / Primero nosotros, antes que
nuestras familias de origen y que nuestros hijos en común. Conviene saber que el amor se
desarrolla mejor en universos de relación ordenados: que los padres sean padres y que los hijos sean
hijos, que la pareja que se ha creado (que puede incluir a hijos de anteriores relaciones) tenga
prioridad frente a parejas anteriores o frente a las familias de origen. Algunas personas dan más
importancia a los hijos en común que a la pareja, lo cual acaba creando malestar en todos. Ayuda
que el pasado sea honrado y labre un buen presente y un buen futuro. Una pareja posterior debe
saber que tiene más posibilidades de ocupar un buen lugar si asume que los hijos de su pareja
estaban antes y respeta su prioridad.
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Conclusión
A partir del presente trabajo, se debe tener en cuenta que la psicoterapia de la pareja nace de la
observación, que independientemente de su pasado los individuos interactúan en el presente, y que
esta interacción no solo perpetúa modalidades satisfactorias o insatisfactorias, sino, a su vez, estas
modalidades se modifican. Por lo cual se considera a la pareja como un sistema interrelacionado,
influenciado de la teoría de la comunicación que considera la conducta como una función
interrelacionada igual que un sistema en el cual las partes están relacionadas de tal forma entre sí
que un cambio en una de ellas provoca un cambio en todas las demás y en el sistema total.
Es por ello que tener en cuenta un tipo de abordaje para la terapia de parejas, en este caso
sistémico, resulta fundamental para comprender la dinámica de las relaciones humanas en el ámbito
amoroso, considerando que la pareja es el sistema nuclear para el desarrollo de las familias.
Teniendo en cuenta que la pareja es un proceso que va evolucionando a medida que la pareja toma
conciencia de sus conflictos personales que afecta al sistema y esto posibilita lograr una solución y
un nuevo equilibrio.
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Bibliografía
Psiquiatría, 175-186.
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