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“Todos somos especiales a nuestra manera, porque no existe un ser humano estándar o
común. Todos somos diferentes. Algunos de nosotros hemos perdido la capacidad de usar
parte de nuestros cuerpos debido a enfermedades o accidentes, pero eso no tiene importancia.
Es sólo un problema mecánico. Lo verdaderamente importante es que conservamos el espíritu
humano, la capacidad de crear”. Stephen W. Hawking
La idea de diversidad es una cuestión que ha tenido una amplia difusión en las últimas
décadas, desplazando el problema de la dualidad identidad/diferencia propia de los años ’70.
Emerge en determinado momento, resignificando la constelación de conceptos políticos
vinculados, tales como nación, ciudadanía, democracia, etc.
Asumir la diversidad no es una labor fácil, ni siquiera en nuestra vida cotidiana somos capaces
de afrontarla como tal; generalmente juzgamos a nuestros semejantes en función de la mayor
o menor similitud que tienen con nosotros. Todos somos diferentes unos a otros y lo
manifestamos en nuestra manera de actuar, sentir, expresarnos y cada uno de nosotros va
construyendo su historia personal y social en un marco cultural en que se desarrolla su vida.
Lo desconocido produce temor y por eso nos afirmamos en nuestras costumbres; de allí la
necesidad de conocer sobre las formas que puede asumir la diversidad y prepararnos para
enfrentarla de la mejor manera posible
Debemos romper con el estereotipo de asociar con rapidez el término “diversidad” al término
“desigualdad” que vienen acoplados desde hace años en el campo de la educación y asumir
que no es algo que nos compete de manera individual, sino que generalmente es el grupo el
que selecciona y al mismo tiempo excluye, es decir, condiciona los grados de aceptación y
rechazo a lo diferente. La escuela como recorte del tejido social no está exenta de este
componente emocional.
También debemos considerar que el término “diversidad” sobrelleva una carga ideológica
importante, constituida a partir de un sistema de creencias y valores que invocan un
compromiso y orientan un camino para la acción y el comportamiento.
DIVERSIDAD es un término derivado del latín que implica desemejanza, diferencia, variedad,
heterogeneidad
♦ “multiplicidad de realidades”,
♦ “pluralidad de aspectos”
♦ Diferente,
♦ Distinto,
♦ Heterogéneo
En oposición encontramos los términos
♦ Semejantes
♦ Idénticos
♦ Homogéneos
♦ Igual
“La diversidad debería ser entendida como el conjunto de características que hacen a las
personas y a los colectivos diferentes con relación a factores físicos, genéticos, culturales y
personales…en el ámbito educativo la diferencia debería ser entendida respecto a las
capacidades, estilos, ritmos, motivaciones y valores culturales” (Arnaiz Sánchez)
Carlos Skylar expresa que hay que comprender que somos diversidad. Todos conformamos la
diversidad. Si los otros son los diversos, si los colocamos por fuera entonces ¿qué somos
nosotros? ¿no somos diversidad?
Ser diversos/as es resistirse a las miradas totalizantes. Ser diversos/as es recuperar los tonos
que habilitan las diferencias. Es recuperar nuestra propia voz, respetar nuestro propio
discurso, mejorar nuestras herramientas para contar y contarnos como paso indispensable en
la construcción de una sociedad respetuosa de la pluralidad, orgullosa de la pluralidad.
La diversidad tiene que ver con la condición propia de los seres humanos y no es algo que les
produzca en sí mismo un disvalor. La diversidad implica la diferencia la que no es ni buena ni
mala.
Varias disciplinas se han referido a este concepto y cada una lo hace desde su propia óptica; es
así como:
No obstante lo expuesto hasta aquí, sería honesto reconocer que el término diversidad,
generalmente se ha utilizado y se sigue utilizando en el ámbito educativo, con un total
reduccionismo. Relacionado con el concepto de diferencia, es asociado generalmente a “falta”,
“carencia”, “déficit. Esta concepción surge en el marco de las experiencias de integración de
alumnos que poseen alguna discapacidad.
Igualdad y diferencia
Por esto pasa que la igualdad siempre hace referencia a un común, algo a lo que compararse, a
lo que “igualarse”. Es con esto con lo que se responde a la pregunta ¿iguales a qué?, o a esta
otra ¿iguales a quién? Ambas preguntas remiten a un referente idealizado, según el cual unos
tiene que moverse en la dirección de los atributos que los otros manifiestan. Las mujeres,
hacia los hombres; las gentes llamadas de color, hacia las llamadas blancas; quienes tienen
discapacidades, hacia los ¿“normales”?, etc.
Y esto ocurre incluso en la pregunta que parecería escaparse de esta trampa: ¿iguales en qué?
Y es que siempre hay un referente que, en cuanto tiene contenido concreto, nos devuelve a las
otras dos preguntas: iguales en aquello que se considera como aspiración o deseabilidad y que
está lleno de referentes, de contenidos de lo social o de lo personal que representan ciertos
ideales, imágenes, atributos, modos de ser que se proponen iguales para todos.
O la idea de igualdad es una abstracción excitante, algo para reivindicar como un derecho,
pero que no prende forma, o si toma concreción empieza a dibujar unos atributos que
responden a unos y no a otros, que igualan a base de ignorar cualidades y diferencias que
precisamente cobran su valor en eso, en que no son semejantes, en que expresan diferencias
irreductibles, asimetrías, disparidades que muestran la variedad del mundo real que
constituimos, las diferencias no asimilables, no reductibles. Y el peligro del lenguaje de la
igualdad es hacer tabla rasa de todo ello, ignorar o suprimir todo aquello que no queda
igualado, esto es, identificado en lo mismo. Y, al estar instalado en la imaginación de la
igualdad, corre el peligro de identificar cualquier diferencia con una “desigualdad”, y con una
deficiencia, con una anormalidad.
Por otra parte hay que considerar la identidad no con un carácter monolítico, como única.
Ninguna persona es en singular. Ninguna persona puede definirse de una vez y para siempre.
Somos cambiantes, mutamos, crecemos, nos formamos y re-formamos. Aprendemos,
adquirimos, rechazamos. A veces pensamos así y otras no. Por eso hablamos de identidades y
no de identidad. No existe una identidad para cada persona. Salimos a la calle siendo muchos,
con diversas identidades que se explayan o contraen según dónde y con quién nos
encontremos. Identidades que mostramos más tranquilos/as y otras que nos dan pudor o
miedo. Somos en movimiento y somos muchas cosas al mismo tiempo.
Nuestras identidades no deben ser consideradas como condicionantes sino como posibilidad
de ser
Ser diferentes es un derecho, pero es también una responsabilidad. Es necesario trabajar para
promover una orientación no-marginatoria, respetuosa de las singularidades. Ayudar a
entender el valor de la diversidad, a comprender su influencia en la vida cotidiana y en el
futuro de todos/as como individuos y como sociedad.
Todos somos distintos y a la vez semejantes. A veces consideramos a los otros como los
diferentes, los anormales y a nosotros como los iguales, los normales pero la sociedad es como
un mosaico capaz de incluir a todas y todos sin importar sus particularidades. Las diferencias
son un punto de partida concreto y positivo.
Es IMPORTANTE considerar:
Por otra parte, la afirmación de que todos los seres humanos somos iguales es el fundamento
ético y político de una sociedad democrática. La igualdad, como principio democrático,
requiere que las personas tengan los mismos derechos y oportunidades.
Es verdad que cada persona es única y especial pero cualquiera que sea la diferencia no
justifica la desigualdad. Reconocer que hombres y mujeres somos personas únicas por
nuestras distintas capacidades, edades, orientación sexual, creencias, el lugar en que nacieron
nuestras familias, nuestra cultura o forma de entender el mundo, nos permite luchar contra el
racismo y cualquier forma de discriminación y defender la igualdad de oportunidades para
todos y todas. Aceptar las diferencias y sentir orgullo por lo que somos nos hace libres.
La igualdad es un punto de partida en el sentido de los derechos. Los ciudadanos por ser tales
deben partir con igualdad de derechos. Ya no es deseable pensar una realidad
homogeneizadora
Todos y todas somos responsables de que se respeten los derechos de las personas que nos
rodean y evitar o luchar contra cualquier situación de discriminación.
Esta es una breve clasificación en torno a algunos de los tipos de diversidad y sus implicancias.
Como toda clasificación, esta es parcial e incompleta, pero puede ayudarnos a tener una visión
más integral que permita guiar algunos de los ejemplos y actividades que analizaremos
subsiguientemente.
Diversidad cultural: aquí se ubican los aspectos referidos a las relaciones culturales y
multiétnicas del individuo. Algunas variables que podrían considerarse son las siguientes:
nacionalidad, domicilio, credo religioso, costumbres, idioma y tradiciones.
Diversidad social: dentro de este aspecto, se ubican las siguientes variables: la familia,
también grupos formales y no formales presentes en la comunidad y demás organizaciones
humanas en las que participan las personas de su medio.
Diversidad y entorno demográfico: en este aspecto se anota una serie de características que
prevalecen en la comunidad, la composición población autóctona y el punto de encuentro con
demás grupos que la complementan.
Diversidad y entorno ecológico: este aspecto contempla los recursos naturales con los que el
individuo interactúa, los servicios brindados por el centro educativo a los estudiantes, así como
el reconocimiento y respeto por la biodiversidad.
Lo diverso no solo abarca a los alumnos. También a los docentes. Hay diversas formas de
enseñar, hay diversos modos de vincularse, diferentes formas de trabajo,
En algún momento de la historia, una propuesta que tendiera a homogeneizar, que tendiera a
un modelo de persona heterosexual, occidental, etc fue útil. Pero hoy esto ya estamos en
condiciones de empezar a construir una realidad más justa y de construirnos de otro modo.
Una realidad en donde de evitar las etiquetas.
Harf dice que uno de los desafío del siglo XXI es atender la diversidad. Siempre existió hoy nos
dimos cuenta que hay que hacer algo con ella
Discriminación
Dar un trato diferencial que vulnere los derechos de una persona o grupo en razón de
algún atributo o rasgo específico;
Manifestar actitudes de menosprecio e intolerancia hacia alguien debido a su
pertenencia a un grupo que se concibe como diferente y menos valioso;
Crear un ambiente hostil y humillante hacia una persona o grupo en razón de
estereotipos
“En la mayoría de las sociedades actuales conviven muchas religiones, culturas y estilos de vida
distintos. Es esencial recordar que los valores humanos que nos unen son más fuertes que las
presiones que nos separan. Nuestro mensaje es muy sencillo: unidos sí, uniformes no”.
UNESCO
La mayor parte de las personas hemos experimentado en algún momento de nuestras vidas
situaciones o actos de discriminación, porque muy frecuentemente frente a formas distintas a
la propia de ser, de actuar y de pensar se reacciona considerando al otro o a los otros como
inferiores o incapaces, o bien como amenazas a nuestra propia identidad. Las prácticas
discriminatorias obedecen a que existen formas de expresión humana que, en distintas
instancias de nuestra socialización y educación, hemos aprendido a ver como no válidas ni
merecedoras de respeto. Sobre ellas se han construido estereotipos que afectan directamente
a personas concretas y cobran significados y explicaciones según el espacio de convivencia del
cual se trate. En términos generales, es posible decir que “el daño social, político e incluso
económico provocado por las prácticas discriminatorias es de tal profundidad que ha causado
no sólo el deterioro de las formas de convivencia social y la consolidación de relaciones de
poder arbitrarias e ilegítimas, sino que ha impedido el despliegue efectivo de las capacidades y
de los recursos humanos con los que cuenta el país”. Por ello, se dice que la discriminación no
es solamente un asunto que afecta las relaciones interpersonales y el trato cotidiano en un
grupo social, sino que es principalmente un asunto de índole estructural, de imposibilidad
efectiva de ejercer derechos, de falta de desarrollo para muchos y privilegio solamente para
unos cuantos. Hay personas o grupos de personas que son en su mayoría proclives a
experimentar actos de discriminación o menosprecio por los rasgos identitarios que los
distinguen, como el sexo, la pertenencia étnica, la discapacidad, la edad y la posición
económica; o bien por otros tipos de diferencias que pueden, en ocasiones, resultar
imperceptibles a la vista, pero que provocan conflicto de valores y choque de creencias, como
las confesiones religiosas, políticas e ideológicas, la condición migratoria y las preferencias
sexuales. En este tipo de conflictos se trata, frecuentemente de imponer los valores y
creencias del grupo mayoritario. Esta clase de situaciones ha dado lugar a la identificación de
los grupos discriminados, es decir, de colectivos que por diversas circunstancias han sido
puestos en una situación de mayor indefensión para hacer frente a los problemas que plantea
la vida o colocados en desventaja en el ejercicio pleno de sus derechos y libertades
fundamentales por tratarse de grupos minoritarios.
DEFINICIONES IMPORTANTES:
Estigma: en su sentido social, se define como una marca, física o simbólica, culturalmente
preestablecida y alimentada, que identifica a un individuo o grupo, y que al hacerlo establece
una categoría a la que supuestamente éste pertenece y que muchas veces da lugar a prácticas
de discriminación contra él.