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República Bolivariana de Venezuela

Ministerio del Poder Popular para la Educación Universitaria

Instituto Universitario de Tecnología “José Leonardo Chirino”

Educación Ambiental

ENSAYO

CHERNÓBIL

Br. José Chirinos

V- 27.169.683

Punto Fijo, Julio de 2021, Edo. Falcón


El 25 y el 26 de abril de 1986, se produjo el peor accidente nuclear de la
historia en el actual norte de Ucrania cuando un reactor de una central nuclear explotó
y ardió. El incidente, rodeado de secretos, fue un momento decisivo tanto en la
Guerra Fría como en la historia de la energía nuclear. Más de 30 años después, los
científicos estiman que la zona que rodea la antigua central no será habitable hasta
dentro de 20.000 años. El desastre tuvo lugar cerca de la ciudad de Chernóbil en la
antigua URSS, que invirtió mucho en la energía nuclear después de la Segunda
Guerra Mundial. A partir de 1977, los científicos soviéticos instalaron cuatro
reactores nucleares RBMK en la central nuclear, que se encuentra al sur de la actual
frontera entre Ucrania y Bielorrusia.

El 25 de abril de 1986, se programó el mantenimiento rutinario del cuarto


reactor de la central nuclear Vladímir Ilich Lenin y los trabajadores planearon utilizar
el tiempo inactivo para probar si el reactor podía enfriarse si la central se quedaba sin
suministro eléctrico. Sin embargo, durante la prueba los trabajadores incumplieron
los protocolos de seguridad y aumentó súbitamente la potencia centro de la central. A
pesar de los intentos de apagar el reactor, otro aumento de potencia provocó una
reacción en cadena de explosiones en su interior. Finalmente, el núcleo de reactor
quedó expuesto y expulsó material radiactivo a la atmósfera.

Los bomberos intentaron apagar una serie de incendios en la central y, en


última instancia, los helicópteros tiraron arena y otros materiales en un intento de
sofocar las llamas y contener la contaminación. A pesar de la muerte de dos personas
en las explosiones, la hospitalización de los trabajadores y los bomberos, y el peligro
de la lluvia radiactiva y el fuego, no se evacuó a nadie en las zonas circundantes ni
siquiera la cercana ciudad de Prípiat, construida en los 70 para albergar a los
trabajadores de la central hasta 36 horas después del comienzo del desastre.

La divulgación del accidente nuclear se consideró un riesgo político


significativo, pero para entonces, ya era demasiado tarde. El colapso ya había
propagado la radiación hasta Suecia, donde las autoridades de otra central nuclear
empezaron a preguntarse qué estaba ocurriendo en la URSS. Tras negar el accidente
en un primer momento, los soviéticos acabaron anunciándolo el 28 de abril. El mundo
enseguida se dio cuenta de que estaba presenciando un acontecimiento histórico.
Hasta el 30 por ciento de las 190 toneladas métricas de uranio de Chernóbil estaban
en la atmósfera, y la Unión Soviética evacuó finalmente a 335.000 personas y
estableció una «zona de exclusión» de 30 kilómetros de ancho alrededor del reactor.

En un principio, fallecieron 28 personas por el accidente y más de 100


resultaron heridas. El Comité Científico de las Naciones Unidas para el Estudio de los
Efectos de las Radiaciones Atómicas ha informado de que más de 6.000 niños y
adolescentes desarrollaron cáncer de tiroides tras haberse expuesto a la radiación del
incidente, aunque algunos expertos han rebatido dicha afirmación. Los investigadores
internacionales han pronosticado que, en última instancia, unas 4.000 personas
expuestas a altos niveles de radiación podrían sucumbir a cánceres vinculados a la
radiación, y que unas 5.000 personas expuestas a niveles inferiores de radiación
podrían correr la misma suerte. Con todo, las consecuencias totales del accidente,
como los impactos en la salud mental y las generaciones posteriores, siguen siendo un
tema de debate y estudio.

Los restos del reactor están dentro de una enorme estructura de contención de
acero desarrollada a finales de 2016. Los esfuerzos de contención y supervisión
continúan y se prevé que las labores de limpieza continúen hasta 2065, como mínimo.
El impacto del desastre en el bosque y la fauna circundantes también sigue siendo un
tema investigado activamente. En el periodo inmediatamente posterior al accidente,
una zona de unos diez kilómetros cuadrados pasó a denominarse el «Bosque Rojo»,
porque muchos árboles adoptaron un color marrón rojizo y murieron tras haber
absorbido altos niveles de radiación.

En la actualidad, en la zona de exclusión reina un silencio inquietante, pero


lleno de vida. Aunque muchos árboles han vuelto a crecer, en los últimos años los
científicos han hallado pruebas de niveles elevados de cataratas y albinismo y tasas
inferiores de bacterias beneficiosas entre algunas especies de animales de la zona.
Con todo, debido a la exclusión de la actividad humana alrededor de la central
nuclear contenida, las poblaciones de algunas especies, como linces y alces, han
aumentado. En 2015, los científicos estimaban que había siete veces más lobos en la
zona de exclusión que en reservas cercanas comparables, gracias a la ausencia de los
humanos.

El desastre de Chernóbil tuvo otra consecuencia: la factura económica y


política aceleró el fin de la URSS e impulsó un movimiento antinuclear internacional.
Se estima que el desastre ha costado más de 210.000 millones de euros en daños. La
actual Bielorrusia perdió casi una quinta parte de su terreno agrícola, ya que el
accidente contaminó el 23 por ciento de su territorio. En el punto álgido de la
respuesta ante el desastre, en 1991, Bielorrusia gastó el 22 por ciento de su
presupuesto total para hacer frente a Chernóbil.

Hoy en día, se prevé que la limpieza de la zona circundante del desastre


nuclear de Chernóbil continúe durante décadas, aunque algunas partes podrían seguir
siendo inhabitables durante miles de años. Chernóbil atrae a turistas que están
intrigados por su historia y su peligro. Pero aunque Chernóbil simboliza la posible
devastación de la energía nuclear, Rusia nunca dejó atrás su legado ni su tecnología.
En 2019, aún quedan 11 reactores RBMK operativos.

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