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¿Por qué mentimos?

Publicado por Dra. Sandra Farrera el 25 octubre, 2018

Se dice que todos hemos mentido alguna vez…pero aunque nos excusemos diciendo
que son mentiras piadosas, la pregunta es: ¿Por qué lo hacemos?

Se calcula que cada día oímos o leemos más de 200 mentiras.

Mentir no es simplemente el hecho de decir cosas que no son verdad, también se miente
ocultando información, se puede mentir sin utilizar las palabras (sonrisas falsas,
maquillajes que ocultan o disfrazan parte de nuestro cuerpo…)

La gente miente para quedar bien, para excusarse, para obtener lo que quiere, para no
perder ciertos derechos, para dar una mejor imagen de sí misma, para no ofender
o hacer sufrir a otras personas con la verdad, porque no saben o no pueden decir que no,
para postergar decisiones, por temor al rechazo o al castigo.

¿Qué hay detrás de una mentira?

Se oculta una baja autoestima, inseguridad, falta de confianza en uno mismo, temor al


rechazo,  vergüenza, miedo al castigo y a la crítica y también en muchos casos, un deseo
de manipular al otro.

Hay cerebros que por su estructura son más capaces de mentir que otros: mentir es un
aprendizaje que se inicia en la infancia.

El psicólogo Robert Feldman de la
Universidad de Massachusetts (EEUU) expone que cuando las personas sienten que
su autoestima se ve amenazada, empiezan a mentir.
Hombres y mujeres mienten por igual, pero en general los hombres mienten para
sentirse mejor con ellos mismos, mientras que las mujeres tienen tendencia a mentir
para que otros se puedan sentir mejor.

Las personas extrovertidas tienen también tendencia a mentir más que los introvertidos.

David Livingstone filósofo de la Universidad de Nueva Inglaterra (EEUU) ha


publicado el libro “¿Por qué mentimos?”. En él explica que mentir da ventajas; por eso
dice que “mentimos de forma espontánea igual que respiramos o sudamos”. Expone en
su libro que el ser humano es el único animal capaz de engañarse a sí mismo.

Vivir enredado en mentiras puede generar ansiedad y otros problemas afines, ya que
obliga a mantener una personalidad falsa, estando presente el riesgo a ser descubierto y
a que se desmorone toda la falsa estructura construida a base de falsedades.

A raíz de las declaraciones del ciclista Lance Amstrong, que finalmente ha confesado


que se dopaba tras diez años de negarlo, me preguntaban en dicho programa qué tipo de
personas podían llevar a cabo entramados tan complicados como el de Amstrong.

¿Qué ocurre cuando sale la verdad?

Perdonar a un mentiroso y sobre todo volver a confiar en él requiere tiempo y empeño,


incluso a veces es imposible llegar al perdón real,  ya que la confianza cuesta mucho de
conseguir y la mentira la destruye por completo.

Y para acabar, ¡una reflexión!:

No olvidemos que “Mentira confesada es medio perdonada”.

Desde PsicologíaBCN os invitamos a la sinceridad, a que viváis la paz que da decir la


verdad y a aceptar que somos humanos y que sinceramente, la verdad, sea la que sea,
llega más lejos que nada.

Dra. Sandra Farrera

Psicologia de la mentira: ¿por qué mentimos?


ARTICULOS

Es raro encontrar una persona que tenga un concepto claro de lo


que es la mentira en su significación profunda, en relación al daño psicológico que
produce tanto al que miente como al que es mentido. No solo ignoramos lo que es la
mentira y cómo nos perjudica psicológicamente, sino que, en consecuencia, también
ignoramos lo que es la verdad y la importancia trascendente que esta tiene para poder
ser feliz y exitoso en la vida a todos los niveles. Definida de una forma sencilla, la
mentira supone decir algo falso que no se corresponde a la realidad, ya sea porque no ha
sucedido en su totalidad o porque se encubre en cierto grado los hechos sucedidos en
una situación concreta. Además de la mentira verbal, como una falsa declaración que
oculta total o parcialmente la realidad, existe la mentira a nivel del lenguaje no verbal,
que suele combinar el lenguaje emocional y corporal. En el caso de la mentira emitida
en lenguaje no verbal se habla de fingimiento o hipocresía, lo que supone no expresar
los auténticos sentimientos que se tienen por miedo a ser rechazado o a que se rompa la
imagen que los demás se han formado de nosotros en base al manejo circunstancial de
impresiones. La hipocresía supone toda una dimensión aparte del fenómeno de la
mentira que toca el plano social, ya que se basa en la extensión a los demás de no querer
saber como es uno en realidad. El hipócrita es el sujeto que miente con el cuerpo de una
forma más o menos sutil, y más o menos consciente, que muestra ante los demás la cara
contraria a como se siente realmente en su interior. Los asesinos de los grandes
personajes históricos siempre han sido las personas de su entorno más cercano. En
cualquiera de sus modalidades, la mentira supone una operación mental por medio de la
que se encubre la realidad, con el objetivo del engaño. El engaño normalmente se dirige
a otra persona, pero siempre acaba afectando muy negativamente tanto al que recibe la
mentira como al que miente.

Se suele considerar la mentira como un acto consciente y


deliberado, pero desde el punto de vista de la psicología profunda esta no tiene que ser
necesariamente intencional, ya que existe la mentira inconsciente. La mentira
inconsciente se relaciona íntimamente con el autoengaño, el mentirse a uno mismo. Se
debe a un bajo nivel de conciencia y supone un proceso de razonamiento incorrecto
según el cual se distorsiona la interpretación de un suceso para protegerse de una
realidad desagradable que no se quiere asumir, ya sea acerca de otros o de uno mismo.
La mentira inconsciente se relaciona con la incapacidad de entrar en contacto real con el
mundo y las personas, supone una forma de anular la propia inteligencia porque la hace
caer en la fantasía, lo cual perjudica seriamente la conciencia y la personalidad, tanto
del mentiroso como del engañado. Al proceso de razonamiento distorsionado que lleva
al autoengaño se lo ha llamado racionalización,  un proceso de distorsión de la realidad
de lo que uno ha hecho para encubrir su ilegitimidad y justificarlo. Las
racionalizaciones esconden trastornos del pensamiento como son la confabulación, la
mitomanía y la pseudología fantástica, íntimamente relacionados con el funcionamiento
de la memoria autobiográfica, lo que significa que el sujeto miente para encubrir rasgos
de si mismo y de su vida que no quiere aceptar. En general todas las personas mienten
inconscientemente en cierta medida, ya que este es un proceso involuntario que es tanto
mayor cuanto menor sea el nivel madurativo, humano y evolutivo de la persona. La
maduración psicológica y el desarrollo espiritual implican ir tomando conciencia de las
propias mentiras y aceptando la realidad de uno mismo y de la vida, de manera que
poco a poco uno accede al verdadero sentido de la existencia.

Existen casos de mentiras piadosas en que el mentiroso se ve


obligado a mentir por la intolerancia, rigidez o estado de negación neurótica en el que se
encuentra la persona a la que miente. Estos casos se consideran en cierto modo
justificados por el estado de conciencia patológica en el que se encuentra el engañado,
con quién el hecho de no encubrir la realidad podría provocar situaciones muy
complicadas o incluso atentar contra su salud psíquica. En estos casos se habla de
encubrimiento de la realidad o de un manejo de impresiones jugando con la ambigüedad
que aporta el lenguaje cuando no se hacen referencias concretas. Esta forma de mentira
piadosa, basada en el manejo de impresiones por no concretar lo que se dice, es muy
frecuente en las redes sociales profesionales, en personas que habitúan a poner en su
currículum que desempeñan una actividad pero sin concretar desde hace cuánto tiempo,
cuándo, dónde, cuantas veces y con qué resultados. En todo caso, este tipo de mentiras
pueden ser justificables según el contexto, y en ocasiones hasta recomendables,
normalmente porque la persona engañada suele forzar con su actitud a que le alimenten
la fantasía que se ha creado acerca de cierta situación. Esto se da mucho en los casos en
que el engañado padece una neurosis narcisista o una neurosis histérica, que suelen
alterar notablemente el contacto de la persona con la realidad.

Al margen de estos casos en los que la mentira está justificada


en cierto grado por ser necesaria o por ser inconsciente, hay que saber que la mentira
consciente provoca un serio perjuicio tanto al mentiroso como al engañado. Al que
miente le perjudica en el sentido que altera seriamente su sentido de la realidad, y
provoca que poco a poco pierda la capacidad de diferenciar lo que es real de lo que es
falso, ya que se acaba creyendo sus propias mentiras, especialmente cuando se dirigen a
encubrir aspectos negativos de su persona que no quiere asumir. La inteligencia es un
delicado instrumento que se puede desequilibrar notablemente, en especial cuando se
adopta el mal hábito de cambiar el significado de las palabras y no llamar a las cosas
por su nombre. Esto hace que la persona pierda el sentido de la realidad, tanto de los
otros como de sí mismo, y empiece a vivir en su mundo de fantasía narcisista perdiendo
progresivamente el contacto auténtico consigo mismo y con las personas que lo rodean.
Cuando la mentira trata de encubrir un aspecto negativo de uno mismo que no se quiere
aceptar como propio, sucede que la persona no solo pierde la noción de lo que es real
sino que se disocia internamente. Esto provoca un trastorno disociativo de la conciencia
que desintegra la personalidad del sujeto que miente y lo convierte en una personaje
fingido y artificial en el mejor de los casos, lo que se suele decir un fantasma en
lenguaje coloquial, y en el peor de los casos llega a provocar una doble vida o una doble
moral que desemboca en una doble personalidad o en un trastorno de personalidad
múltiple. Aunque esto suena a un trastorno que afecta solo unos pocos que van al
psiquiatra, en realidad es una forma extendida de patología normalizada y pandémica en
la población general, en la que es difícil encontrar un sujeto con una identidad unitaria e
íntegra que no varíe según intereses o circunstancias particulares. La expresión es un
fantasma tiene un sentido profundo muy preciso aunque sea utilizada de una forma
aparentemente vulgar. El calificativo de fantasma se refiere, en el fondo, a la entidad
narcisista que ha desarrollado el sujeto en su personalidad, la falsa imagen de sí mismo
que se ha creado y que trata de proyectar constantemente a la gente con el objeto de

encubrir los propios defectos, debilidades y pasiones. Todo esto


hace que la persona tenga serias dificultades para ser feliz y tener éxito en la vida, ya
que se lo impide la falta de contacto que tiene con la realidad, el mundo y las personas.
Uno no puede ser feliz en un mundo con el que no está en contacto real, ya que su
felicidad va depender de que todo el entorno mantenga la fantasía que se ha hecho esa
persona de sí misma, y de la vida, a través de sus autoengaños.

Respecto a las personas a las que se engaña, la mentira es muy perjudicial porque rompe
la confianza en uno, hace que no lo tomen en serio, lo vean como una persona poco
fiable y falsa. Normalmente la gente deja de hacer caso a lo que dice este tipo de sujeto
porque ya se le ve como mentiroso compulsivo, y su palabra no les merece ningún
respeto. La relación con estas personas es como caminar por un suelo poco firme que en
cualquier momento puede ceder y derrumbarse. La desconfianza va derivando
progresivamente en malentendidos y enredos en la relación, lo que provoca discusiones,
desarmonía y todo tipo de conflictos debidos al hecho de que el que miente cambia el
significado de las palabras y el orden de las cosas, de manera que en su empeño de
distorsionar la realidad genera una atmósfera ambigua muy confusa que puede llegar a
lo paranoide. Esto es fuente de neurosis y de gran confusión en el que es víctima del
engaño, que en parte capta intuitivamente la mentira pero en otra parte de sí duda por no
tener la certeza absoluta y no poder demostrarlo. En estos casos el mentiroso mantiene

su postura desplegando un comportamiento exaltado de carácter


histriónico, a través del que se muestra alterado e indignado por las acusaciones
recibidas, y se defiende acusando al otro de emparanoyado y enfermo, o se lamenta de
lo injusta que es la vida con su persona. Esto es así hasta tal punto, que incluso cuando
se presentan evidencias claras de la mentira sigue negándolo y acusando a terceros de
esos hechos. Esto es, en realidad, un comportamiento infantil de personas irresponsables
que tienen dificultades para madurar por padecer algún tipo de fijación psicológica con
las figuras de apego.

La mentira de la mujer es especialmente ambigua y dañina para los que la rodean, sobre
todo en las relaciones de pareja o las relaciones maternales. Los efectos neurotizantes y
paranoides de la mentiras de una mujer son desastrosos por la extremada sutileza que
presentan. La mujer tiene la tendencia psicológica a actuar siempre con doblez y de
forma encubierta, a través de comportamientos ambiguos que resultan un buen escudo
de sus dobles intenciones, sus motivaciones ocultas, sus deseos de provocación y sus
manipulaciones. Este doble juego responde a un comportamiento infantil, narcisista y
neurótico de la mujer que perturba seriamente y llega a neurotizar a la otra persona. En
el caso de hacer esto con sus hijos inconscientemente los educa en la hipocresía, la
doblez, el subterfugio y la ambigüedad. El hombre, al ser más simple, no provoca tanto
daño al mentir o comportarse como un hipócrita, ya que este comportamiento es
fácilmente identificable para el que lo recibe, que simplemente se resigna a seguir el
juego por verse obligado a ello. El hecho es que, tanto en el hombre como en la mujer,
la mentira y la hipocresía se relacionan con los deseos de poder, la importancia personal

y el propio erotismo adúltero no aceptado. El erotismo adúltero


se manifiesta en el hombre como comportamiento depredatorio del cuerpo de la mujer,
y en la mujer como provocación y coqueteo con los hombres poderosos de su entorno.
Por supuesto estas personas pecan de hipocresía y doblez en el amor porque no han
conseguido romper con la mentira de un falso matrimonio que los mantiene frustrados y
atados a una vida que no quieren vivir.

En todo caso, el doble juego hace que las personas no sean transparentes y se vean
malditas por su propia consciencia, ya que esta no les dejará jamás ser felices, amar y
tener auténtico éxito en la vida. La mentira deriva siempre en el efecto bola de nieve, es
decir, una pequeña mentira implica tener que mantenerla y protegerla con más mentiras,
de manera que la mentira va creciendo cada vez más y comprometiendo la dignidad y la
salud mental del que miente y de todos los que le rodean. Pero antes o después todas las
mentiras acaban quedando en evidencia, y al ser descubiertas hacen que la persona que
ha mentido se quede sola y pierda el aprecio de las personas que le habían dado su
confianza. La mentira es un acto infantil de una personalidad
inmadura que no quiere asumir la responsabilidad de las cosas y que trata de hacer
siempre lo que quiere, como quiere y cuando quiere, sin verse coaccionado por el
respeto a normas y a las demás personas. En último término, la mentira es un acto
animal que niega la humanidad y la suprema verdad de la vida, que acaba esclavizando
y desintegrando el espíritu del que la ha alimentado.

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