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FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLITICAS

ESCUELA ACADÉMICO PROFESIONAL DE

DERECHO

INFORME DE ANÁLISIS

Autor(es):
CHUMBE HUARHUACHI, Briggit B.

ESTELA MARTINEZ Edgar Ramon

GALLEGOS RAMIREZ, Erick.

JIMENEZ PALOMINO Luz M.

MACHUCA MORE, Yazuri cristel

MATOS SHEFFER,Ruby Estrella.

PRIVAT BELTRÁN, Soledad M.

SANTILLAN MEZONES, Blanca Flor.

TOCTO TORRES, Darleny.

Asesor:
Mgtr. OSCAR JUNIOR CABALLERO HINOSTROZA

Lima, Perú

2022
1) Defina con sus propias palabras que es el periodo de sospecha y como la regula
nuestra norma en todos los supuestos señalados en la LGSC.

En cuanto al período de sospecha consideramos que es una de las figuras de mayor


trascendencia vinculadas al derecho Concursal, ya que no solo es por la protección
que otorga a los acreedores concursales frente a los actos que pudieran perjudicar sus
expectativas de cobro, sino también por los efectos de cuya aplicación pudiera tener
respecto de operaciones celebradas por el deudor incluso antes de haber sido
sometido a un Procedimiento Concursal. Asimismo, la regulación que la Ley N° 27809,
Ley General del Sistema Concursal ha otorgado a dicha figura nos deja con una serie
de interrogantes respecto a los alcances de dicha figura.
La vigente LGSC, modificada por Ley N° 28709, en los artículos 19 y 20 se refiere al
“período de sospecha”, que sustancialmente involucra el tiempo en que se gesta
la situación de crisis de un sujeto de derecho, el tiempo previo al sometimiento
formal de ese agente a un procedimiento concursal, así como los momentos iniciales
de tal procedimiento administrativo concursal hasta que los acreedores asumen pleno
control sobre la masa concursal. Además del factor temporal, ciertamente lo
relevante en este período es lo inherente al manejo patrimonial del deudor durante
todo ese tiempo.
Luego de iniciar el concurso se llevan a cabo actos de disposición por parte del
deudor, encaminados a mantener en pie y volver a ser viable su empresa, agotando
sus reservas en cancelar obligaciones, accediendo a capital fresco obviamente a
intereses más onerosos; generando así nuevos préstamos, realizando
refinanciaciones de deuda, estableciendo garantías reales y/o personales. En la
legislación peruana, estos actos son también catalogados como fraude, por más que
beneficien al deudor, y siempre que se encuentren en ciertos supuestos. El derecho
concursal tiene como herramienta para la protección de estos tipos de actos
fraudulentos realizados por el deudor, el denominado periodo de sospecha. El artículo
19. 1 de la ley general del sistema concursal señala que el juez declarará ineficaces
los gravámenes, transferencias, contratos y demás actos jurídicos, sean a título
gratuito u oneroso que realice el deudor si estos no se han celebrado como parte del
desarrollo normal de la actividad del deudor y causan perjuicio al patrimonio del
deudor.
2) ¿Qué entiende Ud. por Acción Pauliana? ¿En qué casos dicha figura es usada?

Como se entiende la acción pauliana comprende obligar a un acreedor a ser declarado


nulo en relación con determinadas acciones de su disposición como derecho de
propiedad gratuito o cargo de una deuda de hijo, que afecta su solvencia. Por tanto, a
través de este acto personal, se pretende restituir los bienes del deudor al estado
anterior al fraude, para que el acreedor vea satisfecho su interés crediticio mediante la
coacción financiera. por su incompatibilidad. En este sentido, es necesario cancelar los
actos de un solo uso que afecten la garantía general de la solvencia del deudor en
relación con las obligaciones que tiene frente a sus acreedores, para ello se evita el
perjuicio causado al préstamo.
En caso de conducta dolosa del acreedor, se aplican reglas de seguro que permiten al
deudor disponer de sus bienes en el ejercicio de su capacidad jurídica. Por ejemplo,
siempre que el propietario tenga un recurso legal apropiado, como un contrato de
venta, la entidad emprende las actividades de destrucción con plena validez legal. Sin
embargo, esta disposición lesiona los intereses del acreedor, porque con este acto
jurídico el deudor viola el objetivo de otra regla imperativa: garantizar los derechos del
acreedor sobre las deudas de sus préstamos, esto se convierte en una norma
engañosa.
Así mismo la acción pauliana, que entre los mecanismos de tutela otorgados por el
ordenamiento jurídico para proteger el crédito se encuentra la acción
pauliana o acción revocatoria por fraude a los acreedores, que se dirige a
conservar actual o preventivamente la garantía patrimonial del deudor frente a actos
de disposición que puedan mermar la integridad de su patrimonio y por ello impedir o
dificultar el cobro del crédito. No obstante, su gran importancia, su regulación y
aplicación práctica es confusa, pues, como veremos más adelante, sus fundamentos y
elementos no han sido abordados de manera unánime a nivel doctrinario ni
jurisprudencial, lo que en aras de proteger el crédito ha terminado desnaturalizando,
en ocasiones, la figura jurídica a lo largo de los años.

Similar a la figura de la “Acción Pauliana” contemplada en el Código Civil, mediante


esta figura se faculta a los acreedores a cuestionar los actos celebrados por su deudor
dentro de un periodo de tiempo determinado, a efectos de evitar que los deudores (o
sus administradores) incurran en actos de disposición que pudieran terminar por
perjudicar a sus acreedores. Este período, es lo que en doctrina se denomina el
“Período de Sospecha”. En efecto, según nos indican Espinoza y Atoche, citando a
Bianca, el fundamento jurídico de la Acción Pauliana es el mismo que el del Período
de Sospecha, ya que ambos buscan tutelar “el interés del acreedor de conservar la
garantía genérica contra los actos dispositivos que determinan o agravan el peligro de
insuficiencia”
La finalidad de tanto la Acción Pauliana como del Período de Sospecha es garantizar
que las expectativas de cobro de los acreedores no se vean perjudicadas por la
reducción de dicha prenda genérica sobre el patrimonio del deudor. En todo caso, es
importante destacar que el Período de Sospecha no es de aplicación ante cualquier
evento de insolvencia del deudor, sino únicamente ante el inicio de uno de los
procedimientos concursales previstos en la LGSC.

3) Exponga aquellos actos o inscripciones registrales que son de obligatorio


cumplimiento por parte del deudor.

 Establecer si el derecho real materia de inscripción es compatible con los


antecedentes registrales que obran en la partida registra} o en otros asientos
del Registro.
 establecer la licitud del acto que se pretende inscribir de acuerdo a las normas
legales vigentes.
 establecer la competencia y capacidad del funcionario que autoriza el
instrumento.
Así tenemos que el artículo 18 del reglamento general de los Registros Públicos
establece:
Artículo 150: Toda inscripción se efectuará previa calificación de su legalidad.
Artículo 151: La calificación se efectuará teniendo en consideración los asientos
preexistentes que pudieran haberse extendido, la competencia y facultades del
funcionario que autoriza o autentica el título, la capacidad de los otorgantes, la
observancia de las formas legales y la licitud del acto, pero atendiéndose únicamente
al contenido externo del documento.

4) Comente con sus propias palabras la protección del tercero de buena fe


señalado en el artículo 19.4 de la LGSC
Quiere decir que la buena fe del tercero se presume siempre y cuando no se pruebe
que éste tenía conocimiento acerca de la inexactitud del registro. Frente a este hecho
los adquirentes a título gratuito no gozarán de más protección registral que la que
tuviere su causante o transferencia. Cabe señalar que la fe registral protege los
derechos que han sido adquiridos por un tercero Causante o transferente.

A concurso, que les permita llegar a un acuerdo de reestructuración o, en su defecto, a


la salida ordenada del mercado, bajo reducidos costos. fusiones, absorciones o
escisiones que impliquen un detrimento patrimonial. 19.4 El tercero que de buena fe
adquiere a título oneroso algún derecho .El artículo 19.4 de la Ley General del Sistema
Concursal prevé la protección del tercero de buena fe, pero únicamente en relación
con la adquisición Estamos de acuerdo con que el recurso al objeto social de una
sociedad, a efectos de analizar si un determinado acto realizado por ella se encontró o
no enmarcado en lo que es su actividad normal (en el marco de su eventual ineficacia
por aplicación del periodo de sospecha), debe ser relativizado. Desde luego puede ser
un elemento a tomar en cuenta, pero limitar la evaluación a la revisión del objeto social
resulta afectando injustificadamente la seguridad jurídica y generando incentivos
desfavorables para el otorgamiento de crédito (es decir, contrarios a los objetivos del
sistema concursal peruano).
Creemos, sin embargo, que tampoco corresponde convertir el análisis en uno de mera
habitualidad. Ciertamente la habitualidad en la industria a la cual pertenece la
sociedad deudora puede ser un elemento importante en el análisis, pero consideramos
que la evaluación debe hacerse prestando particular atención a la razonabilidad que el
acto realizado tenía para el tercero que se vería afectado por una declaración de
ineficacia. En otras palabras, la pregunta central a hacerse no es si el acto
cuestionado era o no algo habitual para el deudor, sino si el tercero que se relacionó
con él debió razonablemente considerar que el acto realizado era o no algo normal; es
decir, si era o no algo que podría estar bajo sospecha de afectar los intereses de los
acreedores de su contraparte.
Las reglas de la ineficacia concursal constituyen un reflejo de los principios de
universalidad y de colectividad consagrados en los artículos IV y V del Título
Preliminar de la Ley General del Sistema Concursal, respectivamente, según los
cuales los procedimientos concursales deben producir sus efectos sobre la totalidad
del patrimonio del deudor, y en ellos el interés colectivo de sus acreedores se
superpone al interés de cobro individual que pueda tener cada acreedor.
En particular, las reglas aplicables al primer tramo del periodo de sospecha, si bien
están dirigidas a actos anteriores a ellos, buscan que los procedimientos concursales
que finalmente se inicien cumplan sus fines, reintegrando a la masa concursal los
bienes que puedan ser recuperados sobre la base de la priorización de intereses
colectivos (los de los acreedores afectados por la crisis del deudor) sobre intereses
individuales (los del tercero que se vería afectado con la declaración de ineficacia). En
esa ponderación de intereses colectivos sobre intereses individuales no puede
olvidarse la necesidad de preservar la seguridad jurídica, pues de lo contrario se
terminaría incentivando conductas de extrema precaución que dificultarían el acceso al
crédito y se propiciarían en lugar de evitarse situaciones de insolvencia.
Es además claro que la existencia de reglas para la eventual ineficacia de actos
anteriores a un procedimiento concursal no puede modificar los estándares de
conducta esperados por el ordenamiento jurídico para un tercero de buena fe en
situaciones de normalidad. Si bien la mala fe del tercero no es necesaria para que
opere la ineficacia concursal, por un lado los requisitos de este tipo de ineficacia no
pueden ser interpretados de una forma que afecte a los terceros de buena fe que
actúan con un grado de diligencia esperado por el ordenamiento jurídico, y por otro
lado la ausencia de buena fe sí debería ser justificación para priorizar los intereses
colectivos sobre los individuales aunque el acto realizado tenga apariencia de
normalidad (después de todo, los requisitos para que opere la ineficacia concursal
buscan proteger a los terceros que se verían afectados por una priorización
indiscriminada de los intereses colectivos de la masa de acreedores.

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