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Educación Primaria I

Instituto de Educación Superior Pedagógico


“Gustavo Allende Fundamentos para la Educación Primaria
TARMA
Prof. Haydee Lucila Santos Muñoz

“Año del Fortalecimiento de la Soberanía Nacional”


HOJAS INFORMATIVAS SEMANA 10
SEGUNDA UNIDAD DE APRENDIZAJE
Docente de Curso: Prof. Haydee Lucila Santos Muñoz
Propósito: PERFIL DE LIDERAZGO
Cuarto Grupo: Lunes 13/06/2022
I.- PLANEAMIENTO LABOR ESCOLAR EN EDUCACIÓN PRIMARIA
1.1.- Fundamentos
Un proceso vital para el funcionamiento de cualquier organización educativa es la
planificación de la labor escolar, pues ella permite identificar los objetivos que se desean
lograr y cómo alcanzarlos, así como evaluar lo que es necesario mejorar. La planificación
orienta la acción o el conjunto de acciones que se van a realizar, es decir, permite la toma
de decisiones eficaces de forma oportuna y pertinente para el logro de los objetivos
institucionales.
La institución educativa constituye la primera y principal instancia de gestión del
sistema educativo descentralizado. Impulsar su reforma es una tarea urgente para que se
constituya en una organización con mayor autonomía y eficiencia en su gestión, con un
equipo directivo que gestiona con liderazgo pedagógico y se responsabiliza por los
aprendizajes.
De esta forma, la planificación en la institución educativa supone focalizar esfuerzos
para la mejora de su organización, su funcionamiento y sus prácticas, así como la
programación y orientación de las acciones que permitan alcanzar los objetivos que ella se
ha trazado, que se orientan a la mejora de los aprendizajes y la formación integral de las y
los estudiantes.
Es también una oportunidad de reflexión y compromiso de la comunidad educativa
en conjunto, de manera que los objetivos sean conocidos y compartidos por todos y se
establezca, así, un vínculo más estrecho entre toda la comunidad educativa. La planificación
en la institución educativa se concreta a través de instrumentos de gestión escolar.
1.2.- Concepto
En el campo de la Educación, el planeamiento es un proceso que consiste en el
ordenamiento, la estructuración, la articulación y la coordinación de todos los factores,
elementos y medios en general, que permitan alcanzar y realizar los objetivos y fines
propuestos. Básicamente, un Plan viene a ser un sistema de previsiones. Por tanto, el Plan
es, a la vez, instrumento y método de trabajo.
“El propósito esencial de todo planeamiento educativo es el de promover soluciones
realistas, esto es métodos de trabajo que promuevan gradualmente mutaciones valiosas en
el campo de la educación nacional”.
1.3.- Condiciones
Todo plan educacional debe observar ciertas condiciones básicas. Debe ser viable o
factible, debe ser objetivo y realista; debe ser progresivo y evaluable.
1.4.- Factores
En el planeamiento científico del trabajo escolar es preciso considerar los siguientes
factores:
a) El niño, sujeto de la Educación, cuyo estudio y conocimiento debe ser el primer paso
en todo planeamiento científico con fines educativos. El niño es el material humano
de que se dispone en el trabajo escolar. El conocimiento o estudio del niño debe
comprender los siguientes aspectos: biológico, psicológico, pedagógico y socio-
económico. Los datos e información que arroja el estudio científico del niño deben
ordenarse y anotarse en la FICHA INTEGRAL ACUMULATIVA para los efectos de la
evaluación integral del escolar.

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b) Los Planes y Programas de estudios o Currículum, cuya integración fundamental


comprende los siguientes aspectos: los FINES Y OBJETIVOS que se proponen
alcanzar la Sociedad y el Estado: los materiales dinámicos o contenidos (actividades
y conocimientos básicos)
c) La Técnica del Trabajo escolar, que comprende la dirección del aprendizaje o sea los
métodos y procedimientos que debe emplear el Maestro como agente realizador de
la obra educativa.
d) El tiempo, o sea la racionalización conveniente del tiempo de acuerdo con la
legislación estatal que determina la duración del año escolar para los diferentes
ciclos y niveles de la escolaridad. |
e) Las condiciones materiales, que comprende: local, mobiliario, material didáctico,
biblioteca y todos los servicios complementarios de la labor escolar.
f) El Medio Ambiente, o sea las características del medio natural social, económico y
cultural. La Comunidad que es el escenario natural en que se halla la Escuela.
g) El Sistema de evaluación del trabajo escolar.

Gráfico Nº 01

1.5.- Organización
Esta es la etapa inicial del trabajo escolar. Ella comprende a su vez dos fases: la
organización de la labor escolar y la organización del alumnado. Su duración debe ser de
dos semanas como mínimo o sea 12 días útiles. La primera semana debe dedicarse a la
reunión de mesa redonda del personal docente del plantel para las labores preparatorias
del planeamiento educativo, y la segunda semana a la labor de organización del alumnado.
a) Organización del trabajo Escolar. En esta fase hay que considerar los siguientes
planes:
Plan de Escuela
Plan de Aula.
Plan de trabajo o de aprendizaje.
Plan de Lección o Unidad didáctica.
b) Organización del alumnado.
Apertura y revisión de la Ficha Escolar.
Examen médico dental (en las escuelas donde existe este servicio).
Mediciones antropométricas (A cargo del Prof. de Educación Física).
Clasificación de los alumnos por medio de las siguientes pruebas:
Exploración mental (Por medio de Tests mentales).
Exploración de conocimientos (Por medio de Pruebas pedagógicas).
Exploración vocacional.
Formación de equipos de trabajo.
Clasificación de voces: coros y conjunto teatral.
Organización de los Clubs infantiles.
Organización del Comité Cívico Escolar.

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1.6.- Desarrollo
Las etapas del desarrollo y aplicación del Plan educativo son:
a) Etapa de Aplicación
Esta es la etapa dedicada al desarrollo y aplicación del planeamiento educativo. Su
duración 180 días lectivos y 40 días de gestión (descontando los días feriados)
según las resoluciones del Ministerio de Educación
Comprende esta etapa la aplicación y desarrollo de los Planes y Programas de
estudios o el Currículum, cuyos elementos fundamentales de integración son los
siguientes:
Los fines generales de la Educación Primaria.
Los objetivos de cada grado de estudios y los de las distintas asignaturas que se
hallan, igualmente, consignados en los Planes y Programas.
Generales.
Específicos.
Los materiales dinámicos o contenidos de los Programas de Estudios.
Actividades permanentes, cocurriculares, extracurriculares.
Conocimientos básicos de acuerdo con los respectivos Planes de aprendizaje.
Las técnicas de desarrollo del Programa.
Dirección del Aprendizaje.
Orientaciones didácticas.
Métodos y procedimientos.
b) Etapa de evaluación del rendimiento escolar.
Esta etapa, llamada también de finalización, se dedica a la labor de evaluación final
del rendimiento escolar. Su duración debe ser de dos semanas. La evaluación final
debe realizarse en función de los fines y objetivos alcanzados y debe comprender los
siguientes aspectos:
Medición cuantitativa o sea el aspecto informativo del contenido programático
(Mediante las pruebas objetivas u otros sistemas adecuados).
Evaluación de las Actividades Cocurriculares.
Apreciación cualitativa o sea el aspecto formativo de la personalidad del
educando.
1.7.- Documentos de planificación
Los documentos de planificación son los siguientes:
a) Plan de Escuela
El Plan de Escuela es un instrumento y un método de trabajo. Es un conjunto de
previsiones. Es el presupuesto que se formula el Director de una. Escuela o de un
Colegio para orientar su labor educativa integral. Por consiguiente, el Plan debe ser
factible y no ilusorio. Un plan ambicioso e irrealizable casi siempre está condenado
al fracaso.
Aunque la elaboración del Plan de Escuela corresponde principalmente al Director,
sin embargo, deben participar en ella los alumnos, los profesores y líderes de la
comunidad.
Esquema de un Plan De Escuela
I.- Datos generales:
1. Plantel.
2. Lugar.
3. Año de escolar.

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II.- Objetivos:
1. Formación integral del educando.
2. Cultivo de los valores vitales, culturales y sociales.
3. Desarrollo del Currículum de Educación Primaria.
4. Proyección de la labor educativa en el ambiente de la comunidad.
III.- Organización:
1. Organización material: local, mobiliario, material didáctico, Biblioteca.
2. Organización Administrativa: Registros Escolares, Fichas diversas,
Correspondencia oficial. Documentación y Archivos en general.
3. Organización Pedagógica: Clasificación del alumnado, interpretación de
los Planes y Programas. Dirección del Aprendizaje, Orientación
didáctica, Orientación del educando, Supervisión escolar, Mediciones
mentales, Equipos de trabajo, Actividades Cocurriculares, Calendario
Cívico y Evaluación del rendimiento Escobar.
4. Organización Social: Servicio Social Escolar, Cruz Roja Juvenil,
Cooperativa Escolar, Refectorio Escolar, Patronato Escolar, Asociación
de Padres de Familia y otras instituciones escolares, Excursiones y
visitas, Programas recreativos.
IV. Medios y recursos:
1. Legales: Plan de Educación Nacional, Ley General de Educación, Planes
y Programas, Reglamento de Educación Primaria, Decretos,
Resoluciones y otras disposiciones legales.
2. Técnicos; Supervisión escolar. Aplicación de nuevos métodos y
procedimientos educativos. Estudio del niño. Entrenamiento del
maestro en servicio. Clases de demostración. Centro de colaboración
pedagógica.
3. Económicos: Presupuesto del plantel, aportes de asociación de padres
de familia, Subsidios y Donaciones.
V. Evaluación:
1. Comprobación periódica del resultado del Plan.
2. Evaluación final en función de los objetivos propuestos.
3. Informes y memoria anual del Director.
b) Plan de aula
Es el proyecto anual de trabajo escolar que, cada maestro de aula, sección, grado, se
formula. Es el presupuesto de la tarea que se propone realizar durante el año escolar
con los alumnos a su cargo.
La elaboración del Plan de Aula, corresponde principalmente al Profesor respectivo,
cuya idoneidad, eficiencia profesional, iniciativa y habilidad creadora se reflejan
claramente en la concepción de este instrumento de trabajo. Sin embargo, no se
desestima la participación de los propios alumnos, y los demás miembros del
personal docente y el imprescindible asesoramiento del Director de la escuela.
Requisitos del Plan de Aula.
Debe tener como fundamento esencial las necesidades reales del aula de
clase.
Debe haber coordinación indispensable con el Plan de Escuela.
Debe observar Unidad en el planteamiento de los objetivos que se propone
alcanzar la Escuela.

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Esquema de un Plan de Aula.


I. Datos generales:
1. Sección o año de estudios.
2. Escuela.
3. Año Escolar.
4. Profesor.
II. Objetivos:
1. Adaptación del aula a las necesidades del grupo.
2. Socialización de la clase.
3. Formación de la personalidad del educando.
4. Desarrollo del Currículo del grado de estudios respectivo.
5. Vitalización de la Comunidad escolar.
III. Organización:
1. Material.
2. Administrativa.
3. Pedagógica.
4. Sociocultural.
5. Actividades educativas.
IV. Medios y recursos:
1. Técnicos.
a) El Currículo del grado de estudios.
b) El Programa dosificado de cada materia.
c) Los Planes de Trabajo o Aprendizaje mensuales.
d) El Plan de lección o Unidad Didáctica.
e) El material didáctico adecuado y la Biblioteca indispensable.
2. Económicos.
a) El apoyo económico de la Dirección del plantel.
b) La cooperación de la Asociación de Padres de Familia.
c) Donaciones eventuales.
V. Evaluación.
1. Control periódico del desarrollo del Plan.
2. Evaluación final de los resultados alcanzados y los objetivos logrados.
3. Registro de experiencia y Reajustes del Plan.
4. Informe final y Sugerencias.

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SEGUNDA UNIDAD DE APRENDIZAJE
Docente de Curso: Prof. Haydee Lucila Santos Muñoz
Propósito: PERFIL DE LIDERAZGO
Quinto Grupo: Martes 14/06/2022
II.- EL DIRECTOR(A) ESCUELA PRIMARIA
2.1.- Fundamentos
Es común en el sistema educativo que sea un Director(a) quien guíe la institución o
escuela, aunque algunos optan por otros modelos de gestión. El profesor(a) a quien se le
confía dirigir una institución educativa, debe salir ordinariamente de las aulas, porque
consideramos que es en práctica, desde la experiencia real, en que se aprenden los
fundamentos para realizar, con muy probable éxito, las gestiones de aprendizaje, de
proyectos, de administración, de organización, de proyección social, propias de tan
importante servicio educativo.
2.2.- Naturaleza
El eje de la acción educativa de la Escuela es, incuestionablemente, el Director o el
Principal, como se le denomina en algunos países. El Director es el agente de la obra
educativa de la Escuela. Es el que dirige, en forma científica, el proceso educativo de la
comunidad escolar. Es el responsable del desarrollo y aplicación del planeamiento
educativo del Estado. Es el realizador de los Programas de estudios o sea del Currículo. Es
el nexo fundamental entre la sociedad y el Estado dentro de la Administración escolar. Es el
líder social de la comunidad. Es el conductor social del pueblo. Es el maestro y educador,
vale decir, el formador de las nuevas generaciones; el propulsor de la cultura integral de la
comunidad local, regional y nacional. Y en el campo específico de su noble y delicado cargo,
en la Escuela, él es: organizador, administrador, supervisor, orientador y tutor.
2.3.- Personalidad
A ningún profesional, seguramente, se le exige, con mayor énfasis, una personalidad
sólida, definida y ejemplar, más que al maestro, y desde luego, con mayor razón si éste
desempeña el cargo jerárquico de Director.
¿Y qué se entiende por personalidad? La personalidad es un conjunto de cualidades
que constituyen la persona, cualidades que se estiman en valores intelectuales, morales,
estéticos y religiosos. Valores que, el maestro, debe de desarrollar y cultivar con todo
esmero a fin de formar su propia personalidad. Para ello, no sólo debe contentarse con la
formación profesional que recibe en las Institutos Superiores, sino que deberá
autoeducarse, autoformarse, perfeccionarse y superarse hasta lograr una cabal madurez
profesional, lo que le dará una sólida personalidad capaz de resistir todos los embates en el
ejercicio de su elevada misión en cualquier tiempo y en cualquier lugar.
La personalidad del director debe ser tan subyugante y definida, capaz de despertar
simpatía, respeto y confianza de los maestros y alumnos de la Escuela. En fin, una
personalidad capaz de proyectarse en la sociedad, o la comunidad de sus alumnos ni puede
conducir los destinos de la comunidad donde actúa. En resumen, es deseable que el
Director tenga una personalidad clara y vigorosa, y que sea portadora de valores
susceptibles de ser transmitidos, sin necesidad de que en ello intervenga su voluntad.
2.4.- Cargo
El cargo de director de la escuela primaria se considera:
• Frente a la realidad educacional del Perú están, pues, los maestros, en primera línea,
para superarla, no sólo por la obligación que le impone su delicado cargo, sino, ante

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todo, por el imperativo patriótico que debe impulsarlos a actuar con altruismo y
desinterés. Consecuentemente, en este momento crucial para nuestro país, el
Director de la Escuela peruana tiene su sitio de honor. Sitio que no sólo se halla en el
frente de avanzada sino en el lugar más estratégico. Porque el Director de Escuela
Primaria en el Perú, lo es todo, ya lo hemos dicho. Es el organizador, es el conductor,
es líder social, educador y creador de la nueva cultura peruana. A lo que debemos
añadir que el Director de Escuela, en la mayoría de los pueblos del Perú es el
redentor, es el misionero y es el guía insustituible. Ya no es el instructor de un grupo
de niños dentro del estrecho ámbito de la Escuela, sino es el creador de nuevas
formas de cultura, es el renovador de nuevos patrones de vida; es el transformador
de inveteradas e indeseables costumbres; en una palabra, es el revolucionario social,
entendido en el más humana y justo sentido de la palabra.
• En las escuelas unidocentes ya que están en los pueblos, aldeas y villorrios más
apartados, sin vías de comunicación adecuadas, sin medios materiales
indispensables, sin ningún aliciente social ni cultural, es el Director, el eje de la vida
de la comunidad. Junto con su misión específica de pedagogo, está su muy
importante misión cívica de dirigir la vida de la comunidad. Hace de consejero de las
autoridades locales; hace de juez, amigable componedor de los menudos pleitos
lugareños y hasta domésticos; hace de médico, si cabe la comparación, por supuesto,
de primeros auxilios en casos de emergencia; hace de director espiritual en lo
religioso, ya que nunca o rara vez llegan sacerdotes, por algunos pueblos aislados.
Igualmente la influencia de su acción educativa es y debe ser positiva, en lo
económico. Es decir, debe el Director, con sentido de previsión, capacitar a los
jóvenes de cada lo calidad y cada región para el trabajo de utilidad inmediata. Hacer
de cada ciudadano un trabajador eficiente, capaz de contribuir a la trasformación
económica de su pueblo y alcanzar su bienestar personal y el de su comunidad.
• Este es el tipo de Director que necesita el Perú. El maestro que, antes que organizar
círculos literarios y estudiantiles, organice cooperativas de producción, granjas
agropecuarias, y antes que solicitar la dotación de proyectores y equipos de sonido,
solicite equipos básicos de herramientas agrícolas, implementos para los talleres y
medicinas y elementos indispensables para establecer el botiquín escolar y popular
la defensa de la salud del educando.
2.5.- Condiciones
El Director es la máxima autoridad y el representante legal de la institución
educativa. Es el responsable de los procesos de gestión educativa, pedagógica y
administrativa. Promueve las mejores condiciones materiales y de clima institucional para
el adecuado desempeño profesional de los docentes y para que los educandos logren
aprendizajes significativos. El Director depende jerárquicamente de la Unidad de Gestión
Educativa Local. Se accede al cargo de Director mediante concurso público.
Para postular a una plaza orgánica presupuestada de Director de una Institución
Educativa, se requiere:
a) Haber permanecido por lo menos dos (2) años en el II Nivel Magisterial.
En el caso de postular a institución educativa unidocente, multigrado, intercultural
bilingüe, haber permanecido por lo menos un (1) año en el II Nivel.
b) Presentar un perfil de proyecto de desarrollo de la institución o programa educativo
al que postula.
c) Gozar de buena salud física y mental, sin perjuicio de lo establecido en la Ley Nº
27050 y su modificatoria, la Ley Nº 28164.
d) No encontrarse inhabilitado por motivos de destitución, despido o resolución
judicial debidamente consentida y ejecutoriada.

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2.6.- Cualidades
Si la cultura profesional del maestro se adquiere teórica y prácticamente en un
centro de formación docente, hay, sin embargo, una serie de cualidades o rasgos tan
deseables en un maestro, mucho más todavía en un Director, que no se adquieren por el
estudio sino que, más bien, afloran como rasgos naturales de la personalidad de cada
maestro y que bien cultivados y dirigidos, constituyen luego las cualidades más
sobresalientes del educador. Entre ellas vale citar las siguientes:
a) El don pedagógico. O sea el amor por la niñez y la juventud. Este es un sentimiento
que consiste en el profundo afecto que experimenta el educador al ponerse en
contacto con el niño o el adolescente; al comprender sus necesidades e intereses, al
sentir su alta responsabilidad de guía y consejero casi paternal. No se trata de una
simpatía exterior sino .de una inclinación espontánea de ayudar al niño, ser
inmaduro en trance de desarrollo. Podemos citar a Pestalozzi como un educador
dotado de ese don pedagógico.
b) Ejemplaridad. Se considera al maestro como un hombre modelo o ejemplar. Por lo
menos, este es un anhelo general. El maestro debe enseñar con el ejemplo más que
con la palabra. El niño, imita todo lo que hacen sus mayores. Con mayor razón lo que
hace su maestro. Entonces, si amamos a los niños y tenemos plena conciencia de
nuestra responsabilidad, debemos ofrecerles ejemplos edificantes en todo
momento. El Director está llamado a enseñar con el ejemplo no sólo a los niños, sino
también a los maestros. Casi siempre la actitud del Directo? se refleja en la de sus
colaboradores, los maestros auxiliares. Y aún más, la vida ejemplar de un educador
es tan apreciada en la sociedad que se la toma como modelo, sobre todo en los
pueblos cuya nivel cultural es incipiente.
c) Autoridad. El Director de Escuela por razón de su jerarquía, está investido de
autoridad que, en todo caso, es simplemente legal. Pero no es esa la autoridad
deseable en un educador, sino la que emana de su investidura espiritual, de su
estructura moral, de su ascendencia profesional, diríamos de su superioridad
docente, de su cultura amplia, de su nobleza de alma, de su generosidad, de su
humanismo. Esa autoridad que domina con dulzura y que atrae con firmeza.
Autoridad que demuestra una bondad sin debilidad, una severidad sin exageración.
El Director que da órdenes precipitadas, el que no tiene tino en sus disposiciones, el
que promete algo a sus maestros y alumnos y no lo cumple; el que no tiene dominio
sobre sí mismo; el que no tiene serenidad en los momentos más difíciles; el que es
propenso a la cólera, a la irritación; el que es frecuentemente injusto con sus
alumnos y colaboradores, está irremediablemente en trance de per: der altura, vale
decir, la autoridad. Esta se logra, además, por el afecto, la simpatía y el respeto,
sentimientos que, cultivados con esmero, son capaces de constituir la fuente
inagotable de la que emana la verdadera autoridad.
d) Capacidad docente. Este es un aspecto fundamental de la condición profesional del
Director. Se supone que para llegar a este cargo ha ejercido antes el de auxiliar de
Escuela y, por consiguiente, ha adquirido ya la suficiente experiencia docente. Pero
junto a esta experiencia que configura su capacidad de maestro, están otros aspectos
no menos importantes e imprescindibles que completan su personalidad
pedagógica. Así cabe mencionar: su capacidad para organizar y planear la labor
educativa; su capacidad para observar, explorar y diagnosticar a los alumnos; su
capacidad de expresión para comunicar con claridad sus conocimientos; su
capacidad de adaptación subjetiva y objetiva' al ambiente escolar; su capacidad
didáctica en la dirección del aprendizaje. A todo lo cual cabe añadir su tolerancia,
paciencia, afabilidad y buen humor.

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e) Condiciones Éticas. Si al maestro se le exige ajustar su vida profesional a una tabla


de valores morales, con mayor razón al Director que, por la naturaleza de su misión,
es guía y conductor no sólo de los educadores, sino también de la comunidad. Por lo
tanto, el Director debe observar una probidad ilimitada, una honestidad en sus
actos, una austeridad a toda prueba, una honradez ejemplar y un alto sentido de
responsabilidad en el cumplimiento de su delicada función.
2.7.- Funciones
El cargo de Director de Escuela conlleva una delicada responsabilidad, no
únicamente de índole profesional sino, ante todo, una responsabilidad social. Ya dijimos
que el Director tiene la Categoría de líder, de conductor y de guía. En consecuencia, para
llegar a este cargo no basta el título pedagógico, ni sólo la experiencia docente, sino debe
poseer un entrenamiento especializado para el cargo de Director. En muchos países existe
ya el curso llamado Dirección de Escuela o Principalía que se dicta en las Escuelas
Superiores y en las Universidades.
La responsabilidad del cargo de Director implica el cumplimiento de muchas y
variadas funciones que nosotros agrupamos en tres fundamentales:
a) Organización y Administración
b) Supervisión.
c) Relaciones Públicas.
Para el cumplimiento de estas funciones, el Director hará una conveniente
distribución de su tiempo destinado al trabajo. Así, dedicará a las tareas de organización y
administración de la Escuela el 30% de su tiempo, a la Supervisión dedicará el 50% ya
Relaciones Públicas el 20%. Como se ve, la tarea de Supervisión por su importancia y
complejidad requiere del Director mayor tiempo y dedicación.
Así, el Director es el organizador y administrador de la educación que se desarrolla
en la Escuela que dirige. Es el Supervisor de la técnica de la enseñanza-aprendizaje que se
aplica en el plantel de su cargo y, finalmente, es el agente, por excelencia, de las relaciones
humanas y públicas que tiene que cultivar dentro y fuera de la Escuela.

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Sexto Grupo: Jueves 16/06/2022
III.- EL PROFESOR (A) ESCUELA PRIMARIA
3.1.- Fundamentos
Los fundamentos de que es un profesor:
• La responsabilidad educacional del profesor es grande, dado que él mantiene
contacto más prolongado, en la escuela, con el educando. Pesa fundamental e
insustituiblemente en la acción educativa. No hay organización didáctica que pueda
sustituirlo.
• Es posible educar sólo con el profesor, pero es imposible hacerlo únicamente con
material didáctico, organización didáctica o métodos. Todo será insuficiente e
ineficaz sin el profesor que anima, da vida y, sentido a toda organización escolar.
• Así, cabe insistir en que el profesor, a pesar de todas las nuevas concepciones
pedagógicas, continúa siendo indispensable y fundamental en el proceso educativo,
en la operación continua de cambio de las generaciones en la conducción técnica,
social y cultural. De él depende, casi siempre, el éxito o el fracaso del alumno. De
nada valen instalaciones magníficas, edificios modernos y abundancia de material
didáctico, si no está, por detrás de todo eso, el espíritu del profesor para animar,
para dar vida y sentido a lo que sin él sería materia muerta.
• El profesor es la dínamo que arrastra, entusiasma y contagia en la senda que lleva
hacia la realización de los objetivos de la educación.
• Es obligatorio, por el contrario, ver al profesor como criatura humana imbuida de
sus ideas profesionales, pero también sujeto, como cualquier otro, a las deficiencias
y limitaciones, y también a períodos difíciles en su carrera profesional.
• Esta manera de ver al profesor debe provenir de la familia, de la dirección de la
escuela y de toda la sociedad, con una actitud de comprensión y simpatía humanas
que tanto necesita.
• Deberíase, incluso, pensar en un organismo, del tipo de orientación educacional,
destinado a asistir al profesor, que va a su encuentro, principalmente en los
momentos difíciles, para ayudarlo como criatura humana, y en el desempeño de sus
altas e importantes funciones.
3.2.- Cualidades
Las cualidades requeridas del profesor:
• A través de las averiguaciones realizadas entre los educandos, resulta evidente que
las cualidades más admiradas en el profesor son: justicia, bondad, delicadeza, calma,
paciencia, dominio de sí, sentido del humor, inteligencia, simpatía, honestidad,
puntualidad y capacidad didáctica.
• Estudio interesante fue el realizado por Adelaide Lisboa de Oliveira en cuanto a la
manera en que es visto el profesor en los tres niveles de la enseñanza. Algunas
condiciones sobresalen en los tres: inteligencia, simpatía, honestidad, puntualidad,
cultura general, cultura especial, cultura pedagógica y ausencia de preferencias
personales.
• En el curso primario sobresale la preocupación de enseñar, de dirigir el aprendizaje
por parte del profesor, dado que él debe: “Dar el programa. Ayudar. Explicar bien.

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Explicar muy despacio y aclarar. Saber enseñar. Tener un lenguaje claro. Enseñar de
manera fácil. Ser constante. Ser puntual. Luchar para que el alumno sea promovido.
Enseñar claramente. Pronunciar bien las palabras. Dar ejercicios todos los días.
Mantener la materia al día. Adoptar libros.”
• Pueden ser señaladas, como cualidades necesarias para el ejercicio del magisterio:
capacidad de adaptación, equilibrio emotivo, capacidad intuitiva, sentido del deber,
capacidad de conducción, amor al prójimo, sinceridad, interés científico,
humanístico y estético, capacidad de comprensión de lo general, espíritu de justicia,
disposición y mensaje,
3.3.- Capacidades
Son las capacidades de un Profesor:
a) Capacidad de adaptación. El profesor debe ponerse en contacto con el alumno y
con su medio y, a partir de esta situación, ir elevándolo de a poco, llevándolo a
realizarse de acuerdo con sus posibilidades y las necesidades sociales, teniendo en
vista una vida mejor. Hay profesores que se mantienen distantes del educando y del
medio, sin conseguir nada del primero y sin mejorar en nada al segundo.
b) Equilibrio Emotivo. Ésta es una cualidad que se nos ocurre de suma importancia,
pues el adolescente, naturalmente, presenta dificultades emotivas y es siempre un
desastre cuando se lo obliga a trabajar con un profesor que es inferior a él, en este
sentido. No es posible educar a no ser en un ambiente que inspire confianza en el
educando y que no esté sujeto a caprichos del momento. El educando debe poder
prever la conducta de sus profesores conociendo las líneas maestras de sus
reacciones; es un riesgo grande, nada propicio para la buena marcha del
aprendizaje, quedar a la expectativa de que “todo puede suceder..;”. Así, el profesor
debe presentar un comportamiento equilibrado y ponderado, de manera que inspire
confianza en sus alumnos.
c) Capacidad Intuitiva. Resulta útil que el profesor tenga cierta capacidad de
intuición, de modo que pueda percibir los datos, movimientos o disposiciones de
ánimo de sus alumnos, no totalmente manifiestos. La intuición puede llevar al
profesor a aprehender estados de ánimo del alumno en particular, o de la clase,
sobre la base de indicios mínimos, consiguiendo, así, evitar o controlar situaciones
que podrían evolucionar desagradablemente. Esta intuición revelase más útil, aún,
para aprehender las relaciones más sutiles de sus alumnos en particular, ofreciendo
posibilidades de rápida y eficaz asistencia educacional.
d) Sentido del Deber. Ésta no debería ser una cualidad específica para el ejercicio del
magisterio, sino para el ejercicio de cualquier función social. Solamente el sentido de
responsabilidad lleva a la compenetración con el trabajo desarrollado por el
profesor durante el año, obligándolo a un planeamiento y a una ejecución adecuada.
Es evidente que este sentido se hace extremadamente necesario en el magisterio, si
consideramos que el elemento con que trabaja la escuela es el más precioso y
delicado de todos, sujeto incluso a deformaciones insalvables o de difícil
recuperación.
e) Capacidad de Conducción. El educando reconoce sus limitaciones y acepta, aunque
veladamente, que la escuela procura conducirlo hacia alguna meta. Admite a la
escuela como camino para llegar a algún lugar o hacia una finalidad. Esto es más
evidente tratándose de adolescentes que se encuentran desorientados y sienten la
necesidad de ser socorridos, esclarecidos, orientados. De ahí el imprescindible
liderazgo que tiene que ser ejercido por el profesor, pues los adolescentes esperan
que se les aclaren los caminos, y que se los guíe en su recorrido. Resulta obvio que
no cualquier tipo de conducción conviene a la escuela media La posición
dominadora y autoritaria aporta poca ventaja para la educación de la adolescencia.

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La que más conviene es la conducción democrática, la que aclara, anima y estimula


al adolescente a andar y pensar por sí. Por otra parte, toda educación debería ser
una forma de amparo, pero limitado. Esto es, acogiendo, esclareciendo, estimulando,
pero tratando que el alumno se independice del profesor para que, poco a poco,
vaya asumiendo la responsabilidad de sus propios actos y de su propia vida.
f) Amor al Prójimo. Sería ésta, podríamos decir, la cualidad reveladora de la vocación
para el magisterio. No se entiende que alguien se oriente hacia el magisterio sin que
sienta algo hacia el prójimo; una voluntad incoercible de ser útil y de ayudar,
directamente, al prójimo. Con relación al profesor de enseñanza media, este amor
puede traducirse en simpatía para con el adolescente, lo que no es fácil de lograr,
teniendo en cuenta que éste, por causa de los desajustes que presenta, termina por
incomodar al adulto. Así, el profesor debe sentir esa simpatía por el adolescente, que
le permitirá comprender las razones de su comportamiento, estando, por eso
mismo, dispuesto a ayudarlo. No se comprende cómo alguien puede llegar a ser
educador de adolescentes, o de quien quiera que sea, si no siente dentro de sí algo
que lo atraiga hacia el prójimo, con aquella buena voluntad y disposición de ánimo
que lleva a una persona a colaborar con otras.
g) Sinceridad. Toda acción, para educar, tiene que ser auténtica. La marca de la
autenticidad, en este caso, es la sinceridad. El adolescente, por otra parte, tiene
como un sexto sentido para captar la sinceridad de aquellos que trabajan con él.
Toda obra de la escuela, de la educación, en fin, tiene que ser expresión de
sinceridad. Y muchos profesores, directores y padres se pierden como educadores,
porque no consiguen convencer al adolescente de su sinceridad. Ésta conduce,
indefectiblemente, a la coherencia. Nada indispone más al adolescente contra la
acción educativa del profesor, que la incoherencia. El educando es muy sensible a la
incoherencia. Así, quien se disponga a ser profesor, quien se disponga a educar,
tiene que ser auténtico, coherente, sincero.
h) Interés Científico, Humanístico y Estético. Dado que despierta al mundo, el
educando es susceptible a todos los valores de la cultura, en el sentido científico,
humanístico y estético. Ciertamente, el interés mayor por uno u otro grupo de
valores es determinado por las propias preferencias del adolescente. Aunque el
profesor no sea especialista en determinado sector de la cultura, debe tener una
preparación general mínima, capaz de indicar la dirección y el significado del
mismo, cuando se lo solicita un educando o un grupo de ellos. En este aspecto
acontece un hecho curioso. El profesor que acentúa los valores científicos, nuclea a
su alrededor, con mayores simpatías, a alumnos con idénticas tendencias,
circunstancia que podría darse también en relación a los demás valores. Lo que se
quiere dejar sentado es que el profesor, incluso de una disciplina eminentemente
exacta como la matemática, por ejemplo, debe estar en condiciones de esclarecer,
dar sentido y orientar en otros sectores de valores culturales, como el humanístico y
el estético. Es necesario que el profesor cuide, continuamente, su cultura general,
mediante la lectura de periódicos, revistas, y esté al tanto de todos los movimientos
sociales y culturales. Esta actitud ayuda, también, a una interrelación de disciplinas,
tan útil para una mejor integración de los conocimientos.
i) Capacidad de Aprehensión de lo General. ES conveniente y necesario que el
profesor secundario ofrezca la posibilidad de aprehender lo que hay de general en
los hechos particulares, a fin de ayudar al adolescente a liberarse de las limitaciones
del caso único, lo que influirá en el enriquecimiento de su personalidad y en la
elaboración de los conceptos rectores de sus pasos, dado que el camino por el
mundo solamente va a ser iniciado cuando logre trascender los hechos particulares
en que está inmerso, para ver a los lejos y descorrer la cortina del infinito. Esto

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constituye, por otra parte, una de las mayores aspiraciones del educando. Por ende,
necesita de la ayuda del profesor, que le muestre las salidas, las sendas que se abren
al mundo, a lo general. Que en política, en lugar de permanecer prisionero de los
acontecimientos locales, sepa abrirse a las consideraciones de sistemas, de
regímenes y de partidos. Que en moral, en vez de impresionarse con lo sucedido a
una persona amiga, aprenda los principios rectores de la responsabilidad social, etc.
j) Espíritu de Justicia. El educando se impresiona con los actos de justicia. Nada lo
desconcierta más que el sentirse víctima de una injusticia. Nada hace crecer más su
respeto y admiración por un profesor que el saberlo justo. Las medidas de excepción
o de privilegio lo impresionan desfavorablemente. De ahí la necesidad que tiene el
profesor de Ser justo, no sólo por el propio espíritu de justicia, sino también para
poder captar mejor la confianza y la simpatía de sus alumnos, y estimular la práctica
de la vida democrática en la escuela. La justicia debe ser encarada bajo dos aspectos:
Justicia, en el sentido de establecer normas iguales para todos, para eliminar los
privilegios.
Justicia, en el sentido de ponderar las circunstancias personales que
fundamenten el comportamiento del adolescente, de tal manera que los
problemas de cada uno puedan ser comprendidos.
Es preciso destacar que, en verdad, todas las cualidades expuestas anteriormente
muy poco pueden significar, si juzgamos realmente fundamental para el ejercicio del
magisterio la disposición interior de simpatía y de querer ayudar al prójimo. Todas
las demás cualidades se reducen a este amor al prójimo y de actuación directa.
Tenemos que agregar que la docencia es para las personas que, de hecho, sienten
que tienen algo que trasmitir a sus semejantes. Aparte de esta cualidad, se necesita
una preparación técnica en la disciplina que va a ser enseñada, y un conocimiento
preciso de los procesos didácticos indispensables para su administración.
k) Disposición. Es imprescindible que el profesor esté dispuesto a escuchar con interés
a sus alumnos y a atenderlos cuando necesiten ayuda. La disposición es una actitud
que consiste en estar siempre en condiciones de detenerse ante un alumno para
aconsejarlo en sus dificultades, creando el ambiente propicio para que manifieste
sus preocupaciones. La disposición está ausente del profesor que se siente hastiado
del alumno, que no puede oír hablar en la escuela... Disposición del espíritu es estar
siempre abierto al prójimo, cuando necesita de nosotros.
l) Mensaje. Este apartado podrá parecer utópico, y quizás lo sea. Pero creemos que
para ser realmente profesor es necesario sentir, dentro de sí, que se tiene algo que
trasmitir al prójimo, un mensaje que comunicar. El profesor auténtico siente que
debe dar algo o percibe objetivos que lo impulsan a dirigirse a sus semejantes.
3.4.- Tipos
Se han hecho varias clasificaciones acerca del profesor. Las más destacadas
pertenecen a Kerschensteiner, Caselman y Adelaide Lisboa de Oliveira.
a) Kerschensteiner indica cuatro tipos:
Educador angustiado, que paraliza, casi siempre, la iniciativa de sus alumnos;
Educador indolente, que deja en plena libertad a sus alumnos, más por
desatención que por principios;
Educador ponderado, que sabe dosificar la libertad y la coerción y que no se
aparta de las reglan pedagógicas tradicionales;
Educador nato, que tiene sentido pedagógico, es práctico y de mucha fuerza de
voluntad. Acostumbra a ser claro y preciso en sus apreciaciones y revela
comprensión por los demás. Su más ardiente deseo es ayudar a sus alumnos
para que desenvuelvan su espiritualidad.

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b) Caselman divide a los profesores en dos grupos: los “logotropos” y los “paidotropos”
Profesor logotropo es aquel que se vuelca hacia los valores culturales, al mismo
tiempo que procura entusiasmar a los educandos con esos mismos valores. Éste
tipo puede inclinarse a la filosofía o a la ciencia, pero su preocupación
pedagógica mayor es instruir.
Profesor paidotropo es el que se inclina hacia los alumnos. Se interesa por la
instrucción, pero más por la formación de sus discípulos.
c) Adelaide Lisboa de Oliveira, luego de resaltar una serie de características
comportamientos predominantes en un profesor, presenta una larga lista de tipos,
de la cual extraemos, a continuación, los más significativos:
El brillante: le preocupa más el efecto que pueda causar en sus alumnos que el
progreso de los mismos.
El escrupuloso: se interesa por las minucias insignificantes de la disciplina o del
reglamento de la escuela y, por eso, su visión es muy limitada.
El mero profesional: da clases para ganarse la vida y nada más; su acción está
llena de altibajos.
El eufórico: juzga excelentes y en franco progreso a todos sus alumnos.
El displicente: está siempre atrasado en sus obligaciones escolares, ya sea en el
desarrollo del programa como en el cumplimiento de las exigencias burocráticas.
El depresivo: siempre atento a los aspectos negativos de sus alumnos e incapaz
de ver los puntos positivos.
El poeta: se encuentra siempre distante de la realidad de sus alumnos y de las
condiciones de la enseñanza, ve todo a través del prisma de la fantasía.
El desconfiado: en todas las manifestaciones de sus alumnos ve actos contra su
persona y su dignidad.
El absorbente: llega a ser atrayente, expansivo y brillante; busca suscitar la
admiración de sus alumnos.
El sugestivo: sería el tipo ideal de profesor, si fuera capaz de amar y ser amado;
recuerda bastante el tipo productivo de personalidad señalado por Erich Fromm.
Infunde ideales y vibra ante las buenas acciones de sus alumnos; no teme que
éstos lo alcancen o lo superen. Posibilita a sus alumnos la aprehensión de la
belleza, de la verdad, y del bien, que es su principal objetivo. '
d) Doríng, discípulo de Spranger, indica los siguientes tipos de educadores, de acuerdo
con la tipología de su maestro:
Tipo teórico. Profesor de gran cultura, para quien educar es instruir. Vive para
la ciencia. Se muestra frío y objetivo en sus relaciones con los educandos.
Tipo práctico. Profesor que busca alcanzar un máximo de resultados con un
mínimo de esfuerzos. Da mucha importancia al método y a la técnica, le interesa
más la preparación técnica que la formación espiritual de sus alumnos.
Tipo esteta. Profesor que considera la formación de los alumnos como la más
bella obra de arte.. Sabe infundir ánimo y formar, personalidades.
Tipo social. Profesor comprensivo, paciente y consagrado interiormente a su
profesión, consigue infundir espíritu de familia entre sus alumnos, y los conduce
hacia una actuación positiva en la sociedad.
Tipo autoritario. Profesor que se manifiesta celoso de su autoridad y
superioridad con relación a sus alumnos. Es partidario de la disciplina severa y
se preocupa más por imponerse que por educar.
Tipo religioso. Profesor cuidadoso y serio, persuadido de su responsabilidad en
la formación de las almas de sus alumnos, lo que lo lleva a ser religioso y severo
en procura del bien de los mismos.

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e) Se sigue, a continuación, con otra clasificación estructurada en cuatro tipos de


profesor, que se encuentran comúnmente en nuestras escuelas. Son tipos normales,
llevados a ejercer el magisterio por diversas causas. Tratan, asimismo, de distintas
maneras a sus alumnos. Son: el instructor, el erudito, el investigador y el educador.
Instructor. Es el tipo de profesor que se limita a trasmitir los conocimientos que
se enumeran en los programas. Realiza lo que piden los programas, en lo que
hace al contenido, juzgando que los educandos son ya adultos y responsables, y
deben estudiar lo que él dé o indique en clase. Realiza, como dijimos, lo que los
programas piden, ítem por ítem; prefiere los textos que ellos sugieren.
Si el alumno aprende, y cómo aprende, son cuestiones que no le interesan, dado
que él sólo debe dar clase.
Conocemos un profesor de latín, hábil en su disciplina, que reacciona a nuestras
tentativas de orientación didáctica y educacional con estas palabras: “No me
venga con eso, profesor; yo concursé y fui aprobado para dar clases de latín y no
para «despertar marmotas» ..Dicho esto, mira victorioso a los colegas que están
cerca.
Ese tipo de profesor llega a organizar bien la materia que va a enseñar, pero
difícilmente encuentra quien la aproveche, pues sus preocupaciones con el
educando (relativas a motivación, dificultades de aprendizaje, problemas del
alumno) son nulas, salvo para recomendar las clásicas admoniciones de
“suspensión” o de calificación con “cero”. El alumno no existe como ser humano,
con sus preocupaciones, desajustes y dificultades, sino, tan sólo, como un
autómata que tiene que copiar, recordar y repetir; que debe saber todo lo que
fue enseñado.
Erudito. Este tipo de profesor es el que a través de la cátedra revela su saber. La
materia le ofrece las condiciones necesarias para exhibir su sapiencia.
Difícilmente ve al alumno como un ser que está aprendiendo y que, por lo tanto,
requiere algunas condiciones especiales de trabajo para que algo sea realmente
asimilado, por ejemplo, la adaptación del profesor al alumno, la organización
metódica de las materias con sus elementos esenciales y básicos, etc.
Muchos de estos profesores ni siquiera consideran a los alumnos como lo hacen
sus colegas, tan convencidos están de sus altos conocimientos.
Si, por desgracia, aparece en la clase una palabra nueva o desconocida, las
explicaciones van al sánscrito, pasando por el griego y yendo a morir en el latín
para desesperación de los alumnos, que preguntan aterrados: “¿Tendremos que
recordar todo eso?” Son las minucias y preciosidades que surgen en todo
momento y a propósito de cualquier tema. Clases y clases sobre un mismo
asunto hacen que los alumnos no sepan dónde comenzó y, mucho menos, cuándo
va a acabar, pues cada coma es un camino para entrar por los atajos culturales...
Son las excepciones que pululan, como queriendo ahogar toda la clase.
Una actitud común del profesor erudito es aparecer en clase con los últimos
números de revista especializadas, así como las últimas obras referentes a su
especialidad. No estamos, en absoluto, criticando a la actitud en sí que debería
ser acaso elogiada de que el profesor se revele siempre actualizado en la materia
que enseña. Lo que se critica es el hecho de que en sus clases se quede solamente
“con las últimas conquistas, descubrimientos o progresos, cuando no en
cuestiones discutidas”, en lugar de fortalecer, simultáneamente, los elementos
básicos y orgánicos de la disciplina que enseña.
Investigador. Es el profesor que olvida la preparación del nivel mental de sus
alumnos, pretendiendo, a toda costa, continuar sus estudios a través de las clases
que tiene que dar. Éstas le permiten fijar los últimos estudios y le sirven de

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pretexto para el lanzamiento de las últimas conquistas en la disciplina que


enseña.
La materia carece de organicidad, y a los alumnos les faltan los elementos
simples e indispensables para poder darle sentido científico. Las clases pasan a
ser una tentativa de formación de una cúpula sin base. Los principios básicos,
rectores de futuros estudios, son sustituidos por cuestiones controvertidas.
Este tipo de profesor presta poca atención a la sedimentación de los
conocimientos básicos en el espíritu del alumno, prefiriendo, por el contrario, las
cuestiones discutidas, las últimas novedades que ni siquiera puede entender él
mismo.
Caso histórico de investigador relacionado con el magisterio fue el de Espinosa,
que, invitado a enseñar, no aceptó porque (decía él) no tenía tiempo para perder
en repeticiones.
Educador. Este tipo de profesor consigue ensamblar convenientemente las tres
actitudes examinadas, teniendo presente la realidad humana de sus alumnos y
sus posibilidades para integrarlos en la sociedad como ciudadanos. Procura
comprender, ayudar, y orientar al adolescente en su realidad biopsicosocial;
desciende hasta él e intenta llevarlo a realizarse de la manera menos conflictiva
posible, dejando de lado aquella actitud tan generalizada, según la cual se educa
a través de la coacción, de la presión y de la reprimenda.
Educador es el que estimula y orienta. Prepara para la investigación, despierta
curiosidad, desenvuelve el espíritu crítico, invita a la superación y muestra los
valores de la cultura.
Educador es el que se hace amigo de sus alumnos, a fin de ayudarlos en sus
deficiencias y flaquezas. Es el que orienta por la convicción; por la persuasión,
por el ejemplo, y nunca por la amenaza, por la distancia, por la indiferencia o por
los caprichos. Es triste escuchar a un profesor que dice: “Conmigo tiene que ser
así, sino el alumno está perdido”.
El esfuerzo inicial de adaptación debe partir del profesor, que está en mejores
condiciones para hacerlo, y nunca del alumno. No olvidar que el lema general es:
descender hasta el alumno para elevarlo a la altura que sea capaz de alcanzar, y
no a aquella que nosotros queremos que alcance. Si permanecemos esperando
que el alumno llegue hasta el profesor, estaremos siempre solos en la acción
educativa.
El profesor, para ser educador, necesita ser también amigo de la didáctica. Debe
atender las exigencias científicas de la educación y extender el espíritu científico
hasta la acción docente. Esto es posible a través de la pedagogía, en general, y de
la didáctica, en particular. La didáctica es el estudio, teórico y práctico, de la
acción educativa, a fin de que el aprendizaje sea mejor orientado. El profesor
debe preocuparse constantemente por las técnicas de enseñanza que ofrezcan
mejores resultados y se ajusten más a la realidad de sus alumnos. Le cabe, pues,
procurar obtener lo máximo de sus alumnos, pero de manera espontánea, grata,
motivada y adecuada.
El profesor no se debe dejar cristalizar por la rutina. Debe, asimismo, observar,
indagar, experimentar, con el fin de mejorar su acción didáctica, pensando que
lucha con la materia prima humana. Debe convencerse de que le son confiadas'
almas inmaduras que persiguen un destino cuyas claves se encuentran en sus
manos; almas que necesitan dedicación, atención, respeto, amor y, sobre todo,
orientación, para realizarse plenamente.
En suma, el profesor debe ser educador. Quien dice educador, dice orientador.
Para orientar es preciso, fundamentalmente, conocer la realidad de los alumnos
y tener conciencia de los objetivos que deben ser alcanzados.

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