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Gutiérrez Hermoso, Irene.

Grupo F

CAPÍTULO 7: LA ECONOMÍA INTERNACIONAL EN LOS AÑOS DE ENTREGUERRAS


(1914-1945)

Rasgos de este periodo:

1)Desintegración de la economía internacional: en el periodo anterior se produjo la I


globalización de integración económica y ahora se desintegra.
2)Fuerte inestabilidad económica
3)Se registró la depresión de mayor entidades de la historia del capitalismo (años 30)
4)Desaceleración del crecimiento económico (1870-1913→PIB crece al 1.3%, 1913-
1950→PIB crece al 0.9%)

La I Guerra Mundial fue más larga de lo previsto por los países beligerantes y sus consecuencias
se prolongaron durante mucho tiempo (fueron de las principales causas de las adversidades
económicas de esta época). El conflicto bélico provocó destrucciones y descoyuntó las
instituciones liberales. De la guerra surgió un nuevo mundo con más inestabilidad política y
económica.

¿Por qué estalló la I Guerra Mundial? Causas y consecuencias:


La II revolución tecnológica había acabado con la supremacía inglesa marítima, militar e
industrial. Entre 1871-1913 los gastos militares de Alemania, Rusia y Francia aumentaron,
provocando que el riesgo de guerra aumentase.
La primera causa política de la I Guerra Mundial fue la generación de los nacionalismos:
estallaron por pueblos de Europa que deseaban la independencia económica y política provocando
riesgos para los imperios otomano, ruso y austro húngaro y la estabilidad política y militar en
Europa. La mayor responsabilidad recayó en Alemania (pasa de ser un conflicto regional a un
conflicto mundial).

Consecuencias de la Primera Guerra Mundial


La guerra mundial tuvo efectos económicos muy profundos y duraderos, tanto lo fueron que se hicieron
sentir durante todo el periodo de entreguerras y en cierto modo fueron los causantes de un nuevo
conflicto. Primeramente puso fin al orden que había regido la economía internacional en la segunda mitad
del siglo XIX, y de manera secundaria, tuvo unas derivaciones económicas, sociales y políticas tales que
ejercieron una influencia decisiva en la evolución de las economías nacionales y en la economía
internacional en el transcurso de las dos décadas subsiguientes.

- Consecuencias económicas de la guerra: Los principales efectos económicos fueron los costes
humanos, materiales, financieros, los derivados del impacto desestabilizador sobre los sistemas
monetarios y financieros y los desequilibrios en la economía internacional originados por la temporal
conversión de Europa en una economía de guerra. En cuanto a la destrucción del capital humano y físico,
las bajas militares ascendieron a unos 8.5 millones a causa del progreso alcanzado en el armamento y
campo de batalla, en suma de los fallecidos e incapacitados en Europa rondaban los 12 millones,
perdiéndose casi un 10% de la población europea. Durante de la década de 1920 la mayoría de los países
europeos padecieron de forma persistente unos niveles de paro sensiblemente más altos que en los años
de preguerra. El stock de capital físico existente se deterioró por los daños provocados por las
operaciones militares y porque se paralizó la inversión en nuevos bienes de capital y mantenimiento de
equipo (aproximadamente se perdió el 305% del stock existente entre los países beligerantes). También
cabe señalar que hubo naciones o regiones que quedaron literalmente arrasadas (Bélgica, departamentos
franceses, Austria, Polonia, Serbia y zonas de Rusia) y otras zonas que salieron indemnes, lo que suponía
que las tareas de reconstrucción no comportaron los mismos problemas de financiación.
-Los costes financieros: La guerra resultó más cara de lo que se previó: la factura se elevó a una cifra
situada entre los 260.000 y 338.000 millones de dólares de la época. No se previeron mecanismos para
pagar una suma tan astronómica y tampoco se pensó que el conflicto iba a durar tanto tiempo. Pero una
vez que se entró en la guerra de lleno, los países beligerantes quería ganar a cualquier precio, lo cual
explica que se despreocuparan de los gravísimos desequilibrios financieros que tendría generar ese gasto
tan descomunal: los ingresos fiscales no bastaron para absorber ese gasto militar, y es que la presión fiscal
tenía unos límites que no pueden rebasarse sin despertar tensiones sociales, es por ello que países como
Francia, Alemania y Estados Unidos acudieron al endeudamiento, cuya lógica de esta estrategia era
convencerse los unos a los otros para hacerse indemnizar por el otro bando en cuanto lo hubiesen
derrotado. Los países acudieron a la forma más cómoda de financiación: la creación de dinero,
provocando una intensa inflación a pesar de la rigidez de los precios.
-Desequilibrios comerciales y el problema de la deuda exterior: La producción y el consumo de ingentes
cantidades de recursos para ser destruidos en el frente conllevaron otra fuente de desequilibrio
macroeconómico brutal: el déficit en la balanza comercial y por cuenta corriente. Los países en guerra
tuvieron que importar masivamente bienes de los neutrales, a la vez que disminuía drásticamente su
capacidad exportador. De acuerdo con las reglas del patrón oro, el déficit externo debería haber sido
liquidado transfiriendo oro a los países acreedores, y en parte eso fue lo que ocurrió, de ahí que los países
que hicieron la función de proveedores acrecentasen espectacularmente el volumen de sus reservas
(sobresaliendo Estados Unidos). Pero las remesas del metal no bastaban para salvar el déficit, ya que
naciones como Francia o Inglaterra habría agotado sus existencias de metal si no hubiesen tenido que
liquidar enteramente su exceso de importaciones, pero no fue necesario porque los bancos
norteamericanos concedieron líneas de crédito que permitieron a los aliados europeos financiar grandes
volúmenes de compras de mercancías. Las naciones del bando vencedor estaban en deuda con Estados
Unidos mientras que éste no debía a nadie, por lo que las autoridades norteamericanas reclamaron la
liquidación de las deudas: los británicos que eran los que debían una mayor cantidad, pero si estos
cobraban lo que los demás les debían estarían en condiciones de devolver a los norteamericanos lo que les
debía, y los restantes aliados no podían cumplir fácilmente sus compromisos si no sucedía lo que todos
habían sostenido durante la guerra, que los vencidos tenían que indemnizar por los daños causados, y esta
exigencia fue cada vez más dura cuando Estados Unidos se negó a seguir proporcionando crédito o
cualquier ayuda financiera para la reconstrucción. Las finanzas públicas de las potencias centrales,
especialmente Alemania, se verían abocadas a una situación más crítica ya que las cargas financieras
serían agrandadas por las exigencias de los aliados, con lo que resultaría extremadamente difícil
restablecer el equilibrio financiero interno y externo.
-La reestructuración de la economía internacional: La conversión de Europa en una economía de guerra
perturbó enormemente la producción a escala planetaria, originando ciertos desequilibrios que no podrían
corregirse a corto o medio plazo, afectando profundamente a la capacidad de recuperación y crecimiento
económico de los países europeos que habían tomado parte en la guerra y los países atrasados. En el
transcurso de la guerra las naciones europeas más industrializadas orientaron su aparato productivo con
arreglo a las necesidades de una economía de guerra total, comportando a su vez cambios estructurales en
la economía internacional puesto que las potencias del Viejo Continente relegaron la agricultura, después
desatendieron los mercados exteriores que abastecían con sus bienes manufacturados y potenciaron al
máximo la producción y la capacidad productiva de las ramas industriales de armamento, beneficiándose
de este hecho las industrias norteamericanas y japonesa que aprovecharon la circunstancia para capturar
un buen número de tales mercados. Una vez terminada la guerra ya no se tornaría a la situación anterior
ya que esos países tendieron a levantar barreras al comercio para proteger sus nuevas industrias. Los
bienes manufacturados del Viejo Continente encontrarían dificultades para desbancar a sus competidores
norteamericanos y nipones en los mercados en los que se hicieron fuertes. Llevó un tiempo para que las
viejas economías industriales europeas percibieran que su retroceso relativo obedecía a un cambio
estructural y así les costó aún más adaptarse a la nueva situación que requería una nueva reasignación a
gran escala de recursos económicos consistente en la retirada de los sectores industriales maduros.
Durante el transcurso de la guerra la producción agrícola de los países beligerantes se contrajo a causa de
la movilización masiva de la fuerza de trabajo, los precios subieron intensamente, y si a esto le sumamos
que las naciones en guerra facilitaron al máximo la importación para atender sus necesidades de
alimentos, materias primas obtenemos como resultado el crecimiento de la producción agrícola en el resto
del mundo. Finalizado el conflicto, los agricultores reclamaron y consiguieron el amparo de los aranceles
para una protección, manifestándose más adelante un exceso de oferta de productos agrarios a escala
mundial, traduciéndose en una continua presión deflacionista. Desde 1920 los precios de los productos
agrarios experimentaron fuertes caídas acarreando graves problemas para las economías atrasadas al estar
especializadas en la exportación de bienes primarios, la caída de los precios deterioraba seriamente la
balanza de pagos. Los gobiernos de estos países intentaron frenar la desvalorización de las exportaciones
rebajando los volúmenes producidos endeudándose con el exterior, estrategia que acabó siendo
contraproducente.

Las consecuencias económicas de la paz


Las nocivas consecuencias económicas de la paz derivaron de dos medidas punitivas tomadas por los
aliados: 1) la recomposición del mapa político de la Europa Central y 2) el intento exigir a Alemania
inmensas indemnizaciones en concepto de reparaciones de guerra.

1)El nuevo mapa político: Casi todos los Estados del continente se vieron afectados: los perdedores
fueron Rusia, Alemania, y los imperios otomano y austro-húngaro. Alemania perdió el 13% de su
territorio, se le arrebataron Alsacia y Lorena y el Sarre y una zona de Prusia. Rusia fue quien más
pérdidas territoriales sufrió de las que nacieron nuevos Estados: Finlandia, Estonia, Letonia, Lituania y
Polonia. En cuanto al Imperio otomano, Turquía se vio privada de todo el inmenso territorio que había
poseído en la península arábiga y en el Próximo Oriente. El mayor trastorno fue ocasionado por la
desmembración del Imperio Austro-Húngaro: se procedió a su descuartización, repartiéndose las
porciones resultantes en 7 estados: una Austria y una Hungría, una porción para Rumanía, otra para Italia,
una mayor para la Polonia recién creada y otras dos para Checoslovaquia y Yugoslavia. La fragmentación
política provocó graves trastornos en los sistemas productivos y en el comercio de la región centro-
oriental europea. Zonas que en términos económicos formaban un mercado nacional único fueron
divididas y asignadas a diversos estados. La región se vio inmersa en toda clase de procesos de
desvertebración económica: los mercados se empequeñecieron, con lo cual los recursos económicos se
asignaron de forma menos eficiente. Los nuevos estados tuvieron que afrontar costosas inversiones para
remodelar las infraestructuras con el fin de adecuarlas a los ejes del nuevo mercado interno.

2)Las reparaciones: Se trataba de una cuestión clave para los aliados europeos, sobre todo para aquellos
que debían afrontar una reconstrucción más costosa, o bien tenían una deuda mayor con otros países
aliados (estos países eran Francia, Bélgica e Italia). Si los perdedores no pagaban, sería la ruina para las
finanzas francesas y belgas, pero si se obligaba a Alemania a indemnizar a los aliados por el coste de
todos los bienes destruidos, como exigían los franceses, la República de Weimar caería en el colapso
financiero y en el caos social. Ante el dilema las potencias mantuvieron posiciones distanciadas: los
norteamericanos se oponían a que sus socios ahogasen económicamente a Alemania, pero no ofrecían
ninguna solución o solo la ofrecieron cuando la hiperinflación desbordó a las antiguas potencias centrales.
Los franceses y británicos defendían que no sería posible estabilizar las finanzas y las monedas hasta que
no se resolviera el problema de la deuda internacional, por lo que intentaron que las deudas interaliadas y
las reparaciones se negociasen en un único paquete. Estados Unidos se negó y su inflexibilidad hizo que
los franceses reclamasen con más ganas el pago de las reparaciones, lo que acabó teniendo funestos
resultados para todas las partes. La carga impuesta de 132.000 millones de marcos oro a Alemania fue
decidida en 1921 por la Comisión de Reparaciones, sin contar las sumas que los aliados se cobraron en
especie mediante la requisa de una parte de la flota mercante, ganado, materias primas y equipo industrial,
además de los activos en el extranjero y la detracción de una fracción de las exportaciones. Las
autoridades alemanas alegaron que el país no podría soportar esta carga. Además, los aliados exigían a
Alemania que pagase en oro, esto suponía que los alemanes restringiesen su consumo interno y que
exportasen más de lo que importasen, y a todo esto se sumaba a elevación de la protección de las
industrias y mercados en las grandes potencias en contra de los productos alemanes. La resistencia
alemana a pagar la indemnización obligó a las tropas francesas y belgas a ocupar la cuenca del Ruhr en
1923, dando un resultado nefasto para ambas partes. El sistema fiscal y monetario alemán se hundió en
pocos meses y con él desapareció la capacidad de pago de las reparaciones. Finalmente el pago de las
reparaciones y las deudas comerciales resultó impracticable cuando se rompieron los flujos de las
inversiones exteriores y estalló la crisis de los años 20, pero acabó pagando una pequeña parte. Los
acreedores cobraron al fin sólo una pequeña porción de las deudas y a costa de que la economía
internacional perdiese a cambio grandes oportunidades de estabilización y crecimiento.
La fallida estabilización de 1920
Los países se enfrentaban a la necesidad de estabilizar la capacidad de compra de su moneda tanto en el
interior como en el exterior: los objetivos eran cortar la inflación y otro que se conseguiría mediante el
restablecimiento de un tipo de cambio fijo y el retorno al patrón oro.

1) La lucha contra la inflación: La I Guerra Mundial generó una inflación a escala mundial sin
precedentes por su alcance e intensidad. Además los precios aumentaron a un ritmo muy elevado en todos
los países en menos de 5 años. Las raíces de este alza de los precios se encuentra en un desequilibrio entre
la oferta y la demanda en los mercados de productos provocado por el propio conflicto y por el
incremento de la cantidad de dinero. Mientras la demanda agregada tendió a aumentar de forma explosiva
por las insaciables necesidades de la maquinaria bélica, en la oferta se produjeron colapsos y dificultades
para aumentar de forma sostenida los suministros debido a las interrupciones y la ratificación del
transporte de materias primas, productos energéticos y en general toda clase de bienes. Bien es cierto que
no todos los países sufrieron la inflación con igual intensidad.
-El control de la inflación en la posguerra: había un grupo de países que lograron detenerla en 1920 para
después invertir la tendencia y la mayoría de estos países mantuvieron una neutralidad durante el
conflicto y este control se consiguió gracias a que sus finanzas públicas no sufrieron desequilibrios muy
graves y a que aplicaron con decisión y de manera duradera políticas deflacionistas severas (drásticos
recortes del gasto público y fuertes subidas de impuestos a la vez con políticas monetarias restrictivas), lo
que acabó acarreando grandes costes en términos de crecimiento y empleo. Inglaterra vivió durante toda
la primera década de posguerra en una situación de estancamiento que la mantuvo ajena al ambiente de
los "felices años veinte" disfrutado por otras naciones. Hubo un segundo grupo de países que durante
mucho tiempo no pudieron frenar la inflación hasta 1926 aproximadamente y tras haber acumulado sus
monedas una grave pérdida de poder adquisitivo interno. La mayoría de los países que formaron parte de
los aliados en la guerra sufrieron esta inflación tan aguda debido a los problemas que afrontaron para
reconstruir sus economías y para reequilibrar sus finanzas públicas.
-La hiperinflación: Fueron Alemania, Austria, Hungría, Polonia y Rusa-URSS los que sufrieron la
hiperinflación. La hiperinflación más espectacular y trascendental fue la que abatió Alemania en 1922 y
1923. El factor desencadenante radicó de la emisión excesiva de billetes por parte del banco central. La
creación de dinero en efectivo creció de manera desmesurada para financiar un déficit presupuestario que
aumentó desbocadamente al combinarse el endeudamiento de la guerra, los gastos de la reconstrucción y
las cargas del coste de la ocupación y las reparaciones. La enormidad del déficit condujo a que la deuda
se autoalimentase a gran velocidad y con creciente aceleración. La espiral creación de dinero-subida de
los precios no tardó en traspasar el punto crítico de no retorno a partir del cual los precios espalan a todo
control y fuerzan a multiplicar sin cesar la circulación de dinero en efectivo, reduciéndose rápidamente el
valor de la moneda hasta situarse en cero. Los precios medidos en marcos llegaron a multiplicarse por un
billón, donde no quedó más remedio que crear una nueva moneda que inspirase sufriente confianza al
público para emplearla sin restricciones. El proceso hiperinflacionario se produjo porque las autoridades
antepusieron la reconstrucción y el relanzamiento económico a la estabilidad monetaria, las motivaciones
políticas pesaron aún más cuando se radicalizaron las posiciones sobre la cuestión de las reparaciones de
guerra. La hiperinflación alemana tuvo dos consecuencias extremadamente importantes: la primera tiene
que ver con el tremendo impacto social y político provocado por la pérdida absoluta de valor del dinero,
ya que supuso la ruina de las clases medias, fue así como surgió el apoyo en el fascismo y la desconfianza
en la democracia, la segunda fue la reconsideración de las reparaciones de guerra: con arreglo al nuevo
plan norteamericano de 1924 Plan Dawes los pagos anuales se redujeron y Estados Unidos concedió a
Alemania la posibilidad de acceder a su mercado de capitales, a cambio Alemania debería aplicar un
programa de control estricto del gasto público y una política crediticia ortodoxa además de pagar las
reparaciones. Esta nueva reforma monetaria contó con el favor del público.

2)La estabilización monetaria y la restauración del patrón oro: La mayoría de países europeos y no
europeos salieron de la guerra con agudos problemas monetarios, y por consiguiente, con una moneda
depreciada, aumentando más la cantidad de dinero que la producción. Había grandes diferencias entre las
diversas economías en cuanto a la situación de sus balanzas de pago, la evolución de sus precios
interiores y otros desequilibrios internos. Los tipos de cambio se habían alterado sustancialmente con
respecto a los vigentes antes de la guerra, ya se había perdido su estabilidad. Se quiso fijar una nueva
paridad de sus respectivas monedas con el oro o una moneda de referencia, pero era una tarea difícil: en
los primeros años de posguerra los tipos de cambio sufrieron violentas fluctuaciones, dependiendo de las
perspectivas y expectativas de mejora o empeoramiento de la inflación y el déficit público de cada país.
-El retorno al sistema de cambios fijos: Todos los gobiernos tuvieron como objetivo retornar al sistema
monetario de antes de la guerra. Hubo un acuerdo unánime de que el sistema internacional de pagos debía
basarse en el oro con unas reglas tradicionales del sistema: presupuestos equilibrados y circulación
monetaria respaldada por un volumen de reservas de oro suficientes. En 1919 la administración americana
tomó la decisión de restaurar el patrón oro a la paridad de preguerra, pero para el resto de naciones era
dar un paso muy difícil, además se sumaba que no todos los países tenían el mismo stock de oro, por ello
se llegó a una nueva política por la cual desaparecería el oro como moneda circulante y la fijación de
tipos de cambio con respecto a una moneda fuerte que fuese directamente convertible en oro.
-Los fallos del patrón oro restaurado: Este último sistema creado sufrió grandes fallos: dio total libertad a
los gobiernos para estabilizar sus monedas cuando lo estimasen oportuno y al nivel que juzgasen
conveniente, por tanto, no hubo coordinación alguna. Justo cuando se coronaba la reconstrucción
monetaria el sistema comenzó a resquebrajarse para desintegrarse. Los niveles de los tipos de cambio
adoptados tuvieron varios efectos: unos países decidieron restablecer la paridad de preguerra y otros
optaron por estabilizar sus monedas a unas paridades que suponían una depreciación superior al 70%
(sufrirán fuertes inflaciones y grandes déficit presupuestarios durante la guerra y la paz). El problema
estuvo en que las paridades fijadas no correspondían a los tipos de cambio de mercado (unas monedas
quedaron fuertemente sobrevaloradas, sobre todo los países que volvieron a los valores de preguerra, y
otras al contrario). Las economías con monedas excesivamente depreciadas sacaron provecho de la mayor
competitividad de sus exportaciones en tanto que los países que eligieron una paridad demasiado alta
crecieron menos de lo que podrían haberlo hecho sin esa sobrevaloración. Las economías con monedas
subvaloradas tendían a acumular cuantiosos superávit comerciales mientras que las economías con
monedas sobrevaloradas se enfrentaban a déficit exteriores persistentes. Un tercer fallo del régimen
monetario de entreguerras radicó en su dependencia de diversas monedas de reserva en un grado muy
superior al existente antes de la guerra.

3) La descoordinación de las políticas monetarias de las principales potencias: Los desajustes en las
cuentas exteriores causados por la discordancia entre las paridades oficiales y los tipos de cambio de
mercado tendrían difícil arreglo. Los países que soportaban una gran presión sobre su balanza exterior
debido a que cometieron el error de sobrevalorar sus monedas no podrían devaluar, pero fueron reacias a
someterse a una política deflacionista por el miedo a las presiones sociales y políticas. En cuanto a las
naciones con monedas infravaloradas no tardarían en descubrir que salían favorecidas por ser ahora sus
productos más competitivos. Las economías francesa y norteamericanas siguieron una política de
esterilización absorbiendo una cantidad desproporcionada de las reservas mundiales de oro, negándose a
adoptar unas políticas expansivas porque querían evitar a toda costa que los precios internos aumentasen.

4) Los movimientos de capitales: En 1920 los flujos de capital traspasaron las fronteras alcanzando
grandes magnitudes y ejerciendo una influencia decisiva en la evolución macroeconómica de los
principales países deudores y acreedores. La economía mundial disfrutó en la posguerra de una gran
afluencia de capital exterior. Después de 1924, durante el boom inversor de los años siguientes en Europa
casi se igualaron a los de largo plazo y en lo que respecta al principal deudor (Alemania) los
sobrepasaron. Estados Unidos se convirtió en el gran proveedor de capital: aportó casi el 60% del total, y
detrás de él se situaron Inglaterra y Francia. Por el lado de los deudores sobresale Alemania con 4.200
millones de dólares. Recibió más de un tercio de la inversión exterior mundial y algo más que todos los
otros países europeos juntos. Todas las entradas de ahorro externo para la economía alemana supusieron
el 6.5% del PIB aproximadamente, cubriendo un déficit en la balanza por cuenta corriente del 4%. Es
evidente que Alemania vivía por encima de sus posibilidades y confiaba grandemente en el capital
exterior para sostener su expansión económica, pero tampoco era el único. Mediante el plan elaborado por
la comisión Dawes, bajo el respaldo de los norteamericanos, Alemania estaría en condiciones de pagar las
indemnizaciones porque se brindó al deudor el acceso al mercado de capitales norteamericano, de modo
que Estados Unidos prestaría grandes cantidades de dinero a Alemania con el cual pagaría las
reparaciones a los aliados; a su vez éstos devolverían las deudas que tenían pendientes con los
norteamericanos. Por tanto, en el momento en el que faltase la financiación norteamericana, el sistema de
pagos se vendría abajo, y esto era perfectamente posible ya que los créditos provenían del sector privado,
y es que esos créditos a partir de 1924 eran masivamente adquiridos por alemanes esencialmente porque
ofrecían unos tipos de interés mucho más elevados que los del propio país. Bastó la estabilización de las
monedas y el retorno al patrón oro y que pareciese resuelto el problema de las reparaciones y deudas para
que el capital norteamericano afluyera en grandes cantidades hacia Europa, pero no de manera indefinida:
desde 1928 los inversores del otro lado del Atlántico dejaron de bombear capital al resto del mundo
porque burbuja financiera generada en la bolsa de Nueva York. La súbita disminución y poco después el
cese de las exportaciones de capital de Estados Unidos precipitó a Alemania y las otras economías
fuertemente endeudadas hacia la suspensión de pagos y la depresión antes de que se desencadenara la
crisis económica internacional con el crash de la bolsa norteamericana en octubre de 1929.

La Gran Depresión
La crisis de principios de la década de 1930 ha sido la más grave de la historia del capitalismo. Entre
1929-1933 tuvieron lugar caídas brutales de la producción a la par que se elevó el desempleo. Los precios
se desplomaron con una intensidad desconocida reforzando dramáticamente la contracción de la actividad
productiva y los ingresos. Se vieron afectados la inmensa mayoría de países, tanto los industrializados
como los menos desarrollados.
-La magnitud de la crisis: Entre 1929-1932 la producción industrial mundial disminuyó en más de un
tercio. La caída fue algo menos calamitosa en el caso de la producción de materias primas, la cual a nivel
mundial se redujo en una cuarta parte. Los norteamericanos fueron los más afectados en ambas
producciones. El único sector productivo básico que no sufrió un retroceso de los niveles de actividad fue
la agricultura, aún así, le afectó la crisis, bajando los precios de los alimentos a la mitad en estos tres años.
Las materias primas se posicionaron un 56% por debajo del nivel de 1929. La deflación afectó de forma
menos brutal a los productos manufacturados: su precio disminuyó algo más de un tercio. La crisis no
golpeó con igual intensidad a todas las economías: algunas se vieron arrastradas a una depresión profunda
mientras que otras padecieron una crisis relativamente moderada. La gravedad de la crisis tampoco
dependió del nivel de desarrollo de las economías. Los países asolados por depresiones más profundas y
duraderas fueron Estados Unidos, Alemania, Polonia, y Checoslovaquia, y aquellos que pasaron por una
crisis más leve fueron Inglaterra y Suecia, y otros países que directamente sortearon la crisis como
Rumanía, Bulgaria o la URSS.

1) Los orígenes inmediatos de la crisis: Los desequilibrios económicos generados por la guerra y por las
políticas de posguerra pueden constituir problemas estructurales como para que tarde o temprano
acabasen aflorando perturbaciones en la economía internacional. La burbuja especulativa de los años
veinte en los mercados de valores de Estados Unidos llegó muy lejos, y esta alza encerraba un enorme
potencial desestabilizador al estar alimentada por el crédito en cadena aportado por bancos y por
intermediarios financieros con escasos fondos propios. Un primer descenso brusco de las cotizaciones
causado por la retirada de inversores avisados sembró el pánico. Al final todos vendían al unísono y nadie
compraba. El mercado colapsó desplomándose los precios. En realidad el cambio de ciclo ya había tenido
lugar. El hundimiento del mercado de los valores provocó en el último trimestre de 1929 una caída muy
brusca del consumo privado que no dejó de acentuarse en los dos años siguientes. La retracción de los
consumidores fue más intensa en automóviles o electrodomésticos. Este derrumbe de la demanda por
parte de las familias fue debido por un lado al efecto riqueza negativo originado por el desplome de las
cotizaciones bursátiles y por otro por la preferencia por la liquidez. La contracción del consumo condujo a
su vez a una acusada disminución de la formación de capital al cancelar las empresas los planes de
inversión y paralizarse el mercado inmobiliario. Por esta vía la economía norteamericana entró en
recesión.
-La desestabilización del sistema bancario: El impacto más devastador para la crisis fue la cadena de
quiebras bancarias. El sistema bancario norteamericano era muy inestable y la Reserva Federal actuó de
manera errónea, y es que el sector lo formaban unas 30.000 entidades y estaban todas concentradas en
ámbitos geográficos muy reducidos, carecieron de una adecuada diversificación de las inversiones,
haciendo que el riesgo de contagio fuese elevado. La preferencia de la liquidez por el público provocó
este contagio. La Reserva Federal era la única institución capaz de frenar esta situación pero no hizo nada
porque no se percató de la gravedad. La destrucción masiva de depósitos bancarios provocó una fuerte
caída de la cantidad de dinero, haciendo que se avivase el proceso deflacionista: los precios cayeron al
derrumbarse la oferta monetaria y crediticia. Puesto que los precios descendieron sin cesar, el consumo se
retrajo en extremo y las empresas se encontrarían en dificultades para devolver sus créditos.

2) La difusión de la crisis: La depresión originada en Estados Unidos se difundió al conjunto de la


economía mundial a través del comercio y las finanzas internacionales.
-El hundimiento del comercio internacional: Los intercambios a nivel mundial se hundieron (entre 1929-
1932 el comercio mundial se redujo en una proporción máxima a 2/3). Esto propagó la depresión
económica: cualquier país que tuviera un cierto grado de apertura comercial exterior se enfrentó a una
seria recesión como consecuencia de la caída de la demanda externa. La disminución de la demanda de
importaciones por parte de Estados Unidos provocó en muchos países una fuerte caída de sus
exportaciones, lo que condujo a que estos disminuyesen la demanda de importaciones, retroalimentando
la espiral contractiva del comercio a escala mundial. Desde el inicio de la Gran Depresión hasta la II
Guerra Mundial la mayoría de países siguieron políticas comerciales y cambiarias para salvarse a sí
mismos a costa de "empobrecer al vecino", totalmente opuestas a la cooperación, con ellas cada país
persigue salir de la crisis, recuperar y mejorar la renta y el empleo a expensas de los demás. En el terreno
comercial estas políticas suponen elevar los aranceles, imponer cupos y establecer el control de cambios
para restringir fuertemente las importaciones. El primero en adoptar una política tan proteccionista fue
Estados Unidos.
-Las repatriaciones de capital: El segundo canal de trasmisión de la Gran Depresión fue el monetario-
financiero. El crash de la bolsa de Nueva York provocó el cese total de las exportaciones de capital de
Estados Unidos, pero a partir de 1930 los norteamericanos y los inversores de otros países dejaron de
exportar capitales y sabiendo que los deudores quizás no podrían devolverlo se lanzaron a una carrera
desinversora. Se produjo una repatriación de capitales de tal magnitud como la alcanzada en los años
1924-1929 en sentido opuesto. Estados Unidos pasó de ser el principal acreedor del mundo a tener una
posición levemente deudora en vísperas de la II Guerra Mundial. La retirada de capital tuvo efectos
desastrosos para las economías más endeudadas. La dependencia que todos estos países tenían de los
flujos de ahorro exterior era tal que enseguida se enfrentaron a gravísimos problemas monetarios y
financieros, sobre todo cuando se produjo el repliegue de la inversión extranjera justo cuando se
desplomaron las exportaciones. Estalló entonces una crisis de la deuda, que en muchas de esas economías
se combinó con una crisis bancaria. Estas crisis financieras y de balanza de pagos se sucedieron en un
movimiento en cadena, golpeando finalmente el centro del sistema económico internacional.

La recuperación en un contexto de desintegración de la economía internacional


Desde una perspectiva general, en el año 1932 se llegó al fondo de la depresión. A partir de aquí, la
economía mundial fue rehaciéndose hasta el inicio de la II Guerra Mundial. Pero la recuperación resultó
mediocre y parcial (en el ámbito del comercio apenas se produjo). La producción se desenvolvió mejor,
pero no los precios. La producción de alimentos, que no habría experimentado descenso alguno en
términos físicos registró un crecimiento ínfimo. Por el contrario, la deflación no sólo persistió, sino que se
intensificó. Los precios agrícolas retrocedieron hasta un nivel equivalente al 40% del de 1929. En todo
momento se mantuvieron por debajo de la mitad del nivel de ese año, de manera que las rentas de los
agricultores permanecieron muy deprimidas. En los precios de las materias primas ocurrió algo parecido.
La diferencia que estriba en que el terreno de la producción hubo una fuerte reactivación, gracias a la cual
en 1936 se superó el máximo de 1929. De todos modos, el incremento de los volúmenes de materias
primas no compensó su desvalorización monetaria. Durante toda la década de 1930 los productores de
bienes primarios tuvieron un nivel de ingresos sensiblemente inferior al que habían gozado en el decenio
precedente. A los productores industriales no les fue mucho mejor. Lograron un incremento sustancial de
la producción, que les permitió recobrar el nivel de 1929 en el año 1937. Los precios de los artículos
manufacturados se debilitaron de manera más acusada que los de otros tipos de bienes. Las elevadas tasas
de desempleo indican que la mayoría de economías mantuvo ociosa una proporción considerable de su
capacidad productiva.

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