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“Si la historia la escriben los que ganan,

eso quiere decir que hay otra historia”.


Litto Nebbia

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Raúl Reyes me dijo: “El día que decidas
escribir un libro sobre mi vida y los
secretos del monte, te sugiero lo titules
Si la montaña hablara”

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OLGA CECILIA VEGA

Raúl Reyes:
“Si la Montaña Hablara”

EDITORIAL OVEJA NEGRA

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1ª edición: agosto de 2009

© Olga Cecilia Vega Cubillos, 2009


saryve@hotmail.com

© Editorial La Oveja Negra Ltda., 2009


editovejanegra@yahoo.es
Cra. 14 Nº 79 - 17 Bogotá, Colombia

El texto, las afirmaciones del libro, las fotos son responsabilidad exclusiva de
la autora. Ni el editor, ni el impresor, ni los distribuidores y libreros tienen
ninguna responsabilidad por lo escrito en el libro. En caso de presentarse
alguna reclamación o demanda, la autora es quien debe responder, por tanto,
quedan exonerados de toda responsabilidad el editor y las demás entidades
y personas relacionadas con la producción y/o comercialización del libro.

ISBN: 978-958-06-1128-8

Coordinación y preparación editorial: José Gabriel Ortiz Abella

Impreso por Rasgo & Color

Impreso en Colombia - Printed in Colombia

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DEDICATORIA
A mi amada Yeyita. Madre, amiga, compañera entrañable
quien con su sabiduría, sapiencia y fe en Dios, respaldó cada
uno de mis pasos.
A mi amoroso y dulce hijo Omar Andrés, testigo y víctima de
esta calamidad que obligó a separarnos. Su extrema fortaleza,
da luz a mi vida.
A mi amada y recordada hija Juliana Paola, a quien siempre
llevo en mi mente y corazón, pese a su ausencia.
A mi hermosa y amada nieta Saria, con quien soñé compartir
a través de mis historias esta fuerte y real experiencia, pero, por
designios de Dios, hoy se encuentra gozando de su presencia.
A mi ex esposo y entrañable amigo William Gilberto, quien
sufrió y compartió tantas tristezas y preocupaciones y con su
infinita paciencia, siempre aguardó por mi regreso.
A Laurita, amada y querida como otra hija y baluarte en la
vida de mi hijo. Por siempre agradeceré el habernos dado el
regalo más preciado: Mi hermosa nieta.
A mis amados y recordados hermanos Armando y Carlos y
a sus queridos hijos y esposas Carmencita y Nana, quienes
fueron mi fortaleza y apoyo en los momentos que más necesite
de mi familia.
A mi compañero y amado Hugo Celso, quien decidió cambiar
su destino y formar parte de este drama.
Gracias Dios, aunque no te veo, te siento;
tu infinita bondad salvó mi vida.

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AGRADECIMIENTO SINCERO

A mi Ángel Guardián
quien asegura que un caballero no tiene memoria
por su trabajo y manual operacional

Por el Apoyo Humanitario:


Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR). Fundación Para la
Libertad de Prensa (FLIP) Organizaciones para las Naciones Unidas
ONU. Servicio Ecuménico Para la Dignidad Humana (SEDHU). Ge-
rardo Cantu. Dra. Mariana Meyer y la honorable Institución Guber-
namental que representa. A los países, que abrieron sus puertas a fin
de protegerme.
Reconocimiento a las personas que se expusieron para salvaguardar
mi vida, Daniel Pedro Tardivo y su honorable Institución. José Torres,
Marcos López, Miguel López, Pablo Altamirano, Luis López, Pablo
Santillana, Ricardo, Hugo, Ariel, Ramón y el señor Gustavo.

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CONTENIDO

Prólogo .............................................................................................13

PRIMERA PARTE
EL NEGOCIADOR
Capítulo I
El estratega de las Farc y su cara oculta ................................... 19
Capítulo II
La llamada a RCN .................................................................... 51
Capítulo III
Frente a frente........................................................................... 63
Capítulo IV
Raúl Reyes: La verdadera historia ............................................ 75
Capítulo V
Cumpleaños de Raúl Reyes....................................................... 87

SEGUNDA PARTE
LA SOMBRA DEL PROCESO
Estructura orgánica de las Farc ...................................................... 101
Capítulo VI
Negociaciones del Caguán ........................................................ 103

TERCERA PARTE
EN LA CUERDA FLOJA
Capítulo VII
Objetivo militar ........................................................................ 129
Capítulo VIII
El secuestro ............................................................................... 149

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Capítulo IX
Enfrentando al captor ............................................................... 187
Capítulo X
Persecución del Estado.............................................................. 197

CUARTA PARTE
EN BUSCA DE UNA MEDIACIÓN
Capítulo XI
Contacto CIA y FBI.................................................................. 207
Capítulo XII
Simón Trinidad ......................................................................... 225
Capítulo XIII
Proceso de mediación ............................................................... 235
Capítulo XIV
Una exiliada más ....................................................................... 283

QUINTA PARTE
COMUNES INTERESES
Capítulo XV
La estrategia política de Piedad Córdoba ................................. 297
Capítulo XVI
Operación Jaque ....................................................................... 313
Capítulo XVII
Ingrid Betancourt “La Princesa de la Selva”............................. 327
Capítulo XVIII
El final de Raúl Reyes ............................................................... 345

Nota de Cierre ............................................................................... 358

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PRÓLOGO

¿Quienes forman parte de la otra Colombia? Una y otra vez me


preguntaba a mi misma y por lo general me respondía de manera
equívoca y bastante ingenua, al considerar que solo hacen parte
grupos ilegales y guerrillas que se ocultan en el monte y la monta-
ña. No alcanzaba a imaginar, que a la “Colombia de Cara Oculta”,
llegan aspirantes políticos, legislativos en ejercicio, como: Sena-
dores, gobernadores, diputados, alcaldes, concejales, dirigentes
gremiales y, por qué no decirlo, integrantes de la fuerza pública y
periodistas en ejercicio nacionales e internacionales, quienes con
su doble juego apuestan a ganar algo a costa de la vida y dignidad
de otros.
Mi condición de mujer y periodista de profesión, me permitió co-
nocer situaciones y secretos de personas y lugares en todos los
ámbitos sociales; así, como el doble y mezquino juego de gente
inescrupulosa que hoy apuesta a ganar a fin de alcanzar sus pro-
pios intereses. Así se genera la doble cara de gobernantes de turno,
políticos, militares y personas al margen de la ley quienes, con sus
ansias de poder, hicieron de un paraíso, el infierno cruel y despia-
dado de un país en guerra. Situación descrita en una película de
horror o una novela de ficción, envuelta en un drama real del cual
somos víctimas miles de colombianos.
“Si la montaña hablara”… Se sabría que el conflicto interno ar-
mado en Colombia, la “Guerra”, es el mejor negocio burocráti-
co con bajos y absurdos intereses, donde predomina la mentira
combinada con el poder y el narcotráfico. Esa absurda pero impía
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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

lucha, origina el drama de cientos de compatriotas quienes hoy


no pueden expresar sus ideas, ni vivir sus propios sueños porque
las balas y bombardeos exterminaron sus vidas. Este largo cami-
no de angustia no se puede describir si no se forma parte de él y
debe conocerse el andamiaje social y vivir sus experiencias en
carne propia para poder comprenderlo. De lo contrario, sería una
total falacia, una mentira, un engaño, una crónica más de las que
se lee a diario y luego se deshecha, sin importar el trasfondo del
problema.
Mi tragedia personal inicia cuando se conoce que soy la hermana
de Baruch Vega, agente encubierto del Gobierno de los Estados
Unidos y también por mi labor profesional de mi acercamiento
periodístico al comandante guerrillero de las Farc Raúl Reyes, que
nace luego de auscultar los secretos de la selva, para ser publica-
dos de manera objetiva e imparcial a través de los medios de co-
municación; pero la dañina maniobra de algunos periodistas, mer-
caderes de la información para el mejor postor, ataron una soga a
mi cuello intentando silenciar mi palabra.
Estos títeres y figurillas del sistema, vendieron y entregaron a la
inteligencia militar colombiana y a la guerrilla de las Farc, falsas
informaciones para su lucro personal a costa de mi propia vida,
pues mientras me estigmatizaban falsamente de ser la amante de
Raúl Reyes, de otro lado aseguraban que realizaba labores de in-
teligencia para el Gobierno Norteamericano. Desinformaciones
gravísimas que originaron mi secuestro y una orden para mi fu-
silamiento. Acción decretada por aquella persona que entrevisté
ciento de veces de manera exclusiva y a quien pude conocer apar-
tes de su faceta privada y de mando guerrillero: Raúl Reyes. Aquel
hombre con sentimientos y rencores escondidos que después de
mi retención y secuestro calculadoramente perdonó mi vida y sin
escrúpulo alguno, me propuso formar parte de su mundo revolu-
cionario.

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OLGA CECILIA VEGA C.

Para escribir este libro y enfrentar una historia dolorosa de contar,


tuve que ir en busca de la realidad y conocer de cerca los sueños y
motivaciones de un hombre quien con sus cuestionables aciertos,
errores mortales y equivocaciones sin fin, dedicó gran parte de su
vida en la lucha por un ideal con métodos erróneos y así experi-
mentar, sufrir y soportar el misterio de la manigua y observar la
corrupción política de Colombia que cada día llegaba a ella.
Años de investigación y búsqueda de la verdad en desarrollo a mi
trabajo en el periodismo, permitieron conocer la otra cara de quie-
nes forman parte del conflicto colombiano. Soportar y observar
de cerca el exterminio humano como aves de rapiña, donde son
señalados los unos a los otros como buenos o malos; conclusiones
no fáciles de narrar, pero que si permitieron abrir mis ojos frente a
una cruenta realidad y ser testigo del derramamiento de sangre de
cientos de colombianos inocentes victimas del conflicto.
El estratega de las Farc Raúl Reyes, su accionar en la guerrilla se
le puso precio a su cabeza tras ser objetivo principal de Washing-
ton por encima del ex líder Manuel Marulanda. El fácil acceso a
sus campamentos, para realizar reportes periodísticos, me involu-
cro en una operación secreta de la CIA y FBI participando en lo
que yo suponía un acto humanitario para la liberación de rehenes
en poder de la organización subversiva. Pero las operaciones de
inteligencia del Gobierno norteamericano en Colombia, me de-
jaron en medio de dos fuegos cruzados tras su accionar y, luego,
abandonada y perseguida por mi propio Estado.
Esa participación oculta como mediadora en una ayuda humani-
taria para la liberación de rehenes, me permitió conocer el doble
accionar político de la senadora colombiana Piedad Córdoba con
el tema de los secuestrados, quien es apoyada pero utilizada es-
tratégicamente por el Gobierno de los Estados Unidos a través de
sus agencias de inteligencia para ubicar los campamentos de la
guerrilla.

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Durante mi ingreso en la selva, escuché también delicados infor-


mes del cautiverio de Ingrid Betancourt que comentaban de ma-
nera preocupante los comandantes de las Farc. Más adelante, parte
de esos argumentos los ratificó un destacado galeno de la sociedad
colombiana.
La xenofobia de mis propios colegas con informes pretenciosos
y mal intencionados, originan injustos y bajos señalamientos por
parte de una posición machista quienes censuran y juzgan sin
conocer mi verdad y de paso, ajustan la soga en mi cuello. Motivo
para que desde el exilio, decidiera hablar y no callar más. Revelar
secretos que conocí a través de mi mediación y en ejercicio de mi
profesión.
Como sobreviviente, confirmo que la ley del amor es épica sobre
la voz de la violencia y que las peores destrucciones no lograrán
aniquilar la vida por completo. Hoy, sé y entiendo, que existe una
ley superior a la destrucción que da sentido a mi vida, que existe
un ser inefable a quien tanto mi amada madre rogó por mí y, aun-
que no lograba verlo, siempre lo sentí.
Con una mirada al cielo intento continuar, clamo a Dios que mi
fe sea equilibrio y fuerza para seguir adelante y perpetuar con mis
recuerdos en aquella montaña, donde regresaré en lo secreto con
lo profundo de mi corazón.

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PRIMERA PARTE
EL NEGOCIADOR

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CAPÍTULO I
EL ESTRATEGA DE LAS FARC
Y SU CARA OCULTA

Desde anoche, cuando por primera vez pisé el campamento de


Raúl Reyes, experimento la sensación de estar enfrentando otro
mundo, otro Estado dentro de mi propio país e incluso, me siento
como estar viviendo en otro siglo, no posterior a este, sino con
años de retroceso. Parece que acá el tiempo no transcurrió, se
detuvo y nada evolucionó. No existen casas ni edificaciones, no
observo camas ni una simple letrina para hacer las necesidades
fisiológicas. Esto resulta aterrador, me siento en el mundo de las
cavernas rodeada de guerrilleros armados hasta los dientes.
Siento una infinita curiosidad de conocer este privado y oculto
mundo en la selva. ¿Quiénes realmente conforman las Fuerzas Ar-
madas Revolucionarias de Colombia, Farc?
¿Por qué durante años sin dar cara a la sociedad crean tanto terror
en la misma? No puedo limitarme a los boletines de prensa que
entrega el Gobierno y sus fuerzas militares. Nada puede ser tan per-
fecto o tan ruin. Debo indagar por mis propios medios la verdad, así
me juegue la vida. Reyes es muy cauto al elegir sus entrevistadores
y recibimos de su parte respeto y trato amable. Debo aprovechar
al igual que otros periodistas que fuimos contactados por las Farc,
poco antes del proceso de paz, para averiguar informaciones exclu-
sivas aprovechando mi acceso a los campamentos guerrilleros.
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Escucho ligeras pisadas cerca a la caleta y así pretendan no hacer


ruido, el crujir de las hojas secas bajo sus pies lo delatan. Siento
que se acerca y mira si estoy dormida, se aleja e ingresa a la caleta
que se encuentra seguida a esta. Durante la noche, no fue fácil
conciliar el sueño, no dejé de escuchar ronquidos… Sí, fuertes
ronquidos que retumban en el campamento guerrillero.
Mi cuerpo tiembla constantemente, mi temperatura está intermitente
porque a veces siento ligeras oleadas de calor. Me siento sin fuerzas.
Todo está oscuro, parece que las horas no han transcurrido. Tomo
entre mis manos la pequeña linterna que dejé a mi lado, observo
el reloj y veo que ya marca las cinco de la madrugada. Escucho
suaves murmullos que salen de la caleta siguiente y también el eco
de un radio a bajo volumen.
Raúl Reyes está despierto e intenta no hacer ruido. Creo que por
ese motivo, murmulla suavemente con Olga Marín, su pareja…
Permiso camarada… Habla un guerrillero en tono fuerte que se para
en medio de las dos caletas… Déme un segundo ya voy, traten de
no hacer ruido por este lado, la invitada llego enferma y es mejor
dejarla descansar... Dice Reyes en voz baja, refiriéndose a mí. El
guerrillero se aleja.
El olor de la yerba húmeda del monte penetra fuerte por mis fosas
nasales. No puedo intentar conciliar más el sueño. Este plástico
negro que rodea algunos troncos de madera, ajustado a los mismos
con delgadas sogas imitando las paredes de una casa, no logran
detener el viento frío que penetra por mi piel, ni atrapar los ruidos
que inevitablemente Raúl hace desde su caleta.
El silencio de la selva se hace agobiador y cualquier sonido se
triplica retumbando en mis oídos. Parece que Reyes estuviera tan
cerca de mí, que hasta escucho claramente cepillarse sus dientes y
fuertes gargarismos de agua que cuando escupe, golpea fuerte sobre
la yerba. La noche anterior, me dejó una botella plástica con agua,
él también llevaba otra. Ese lavamanos guerrillero resulta práctico
y muy útil en el momento. Entiendo el porqué me la entregó.
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OLGA CECILIA VEGA C.

Ahora, escucho sus pisadas con más firmeza, parece que ya calzó
sus botas militares, pues la noche anterior, luego de ingresar en el
campamento procedente del caserío La Machaca, un paraje rural de
la zona desmilitarizada de 42.000 kilómetros cuadrados al sur de
Colombia y ocupado por las Farc, observé que cambió su calzado
por unas chanclas en caucho color azul oscuro y lo mismo hizo
con su uniforme militar color verde oliva camuflado que mudó por
un pantalón de sudadera negro y camiseta blanca, con la estampa
del rostro de Manuel Marulanda por un lado y por el otro, el de
Jacobo Arenas.
Aprecié que esa indumentaria lo hace sentir bien, cómodo y a gusto.
Sí… se siente en casa, en su inmensa casa verde como el mismo
denomina el campamento. También se muestra amable en su trato.
Lo mismo hace Olga Marín su mujer, quien de igual forma, la noche
anterior mudó su ropa militar por una sudadera negra y luego me
invitó a pasar a un comedor improvisado, elaborado en tablones de
rústica madera, construido bajo un toldo en plástico negro, atado
con cuerdas a delgados palos enclavados en la tierra.
La conversación, para mi punto de vista periodístico, resultó fruc-
tífera porque me permitió conocer el pensamiento de esta pareja
guerrillera, quienes además de resultar buenos anfitriones, mues-
tran un gran conocimiento de la historia de mi país. Sus palabras
denotan el porqué de su lucha armada. La actitud de ambos cambia
cuando se apasionan con ciertos temas de la política colombiana.
Anoche, me enteré, que ella próximamente se va de viaje; trabaja
en el exterior en nombre de las Farc.
Lastimosamente no resulté muy buena receptora porque me sentía
enferma, hasta se me quitó el deseo de probar la ligera comida de
arroz y arveja verde-seca, guisada con pequeños trozos de carne
fresca, con que modestamente me pretendieron dar la bienvenida
a su privado y transitorio hogar.
Noté que estaban preocupados por mí, esa actitud me sorprendió, pues
hasta me ofrecieron dos tabletas medicinales que no supe su nombre
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pero las tomé porque necesitaba recuperarme para poder realizar el


reportaje y luego marcharme a casa. Reyes dice que esas pastillas
combaten el paludismo y que me harán sentir mejor. También, que es
frecuente que la gente que llega a la selva la padezca y que los guerri-
lleros durante años han tenido que enfrentar este malestar.
Hoy debo tomar otras dos pastillas de las mismas. Todo indica que
mi sintomatología es ocasionada por el paludismo o malaria. En la
selva se extiende en el trópico y científicamente es considerada una
de las principales causas de mortalidad en el mundo y es originada
por un protozoo (Plasmodium) que es transmitido al ser humano a
través de la picadura de la hembra del mosquito. Enfermedad que
está afectando la salud de algunos periodistas que llegamos hasta
la localidad de San Vicente del Caguán, departamento del Caquetá
donde se lleva a cabo el proceso de negociaciones entre el Gobier-
no de Andrés Pastrana Arango y la guerrilla de las Farc.
“El día que alcancemos el poder me gustaría ser Ministro de Re-
laciones Exteriores” Así idealizaba su sueño el Estratega de las
Farc - Raúl Reyes. Los 30 años de trabajo en las filas guerrilleras
lo perfilaron en un relacionista público, hasta convertirlo en el ma-
yor negociador de la organización y no combatiente militar.
Las experiencias vividas en la selva y el haber logrado sobrevivir
a innumerables ataques bélicos por parte del Ejército colombiano,
hizo de este un hombre inflexible con una postura radical e inamo-
vible por su elevada intransigencia revolucionaria frente al enemigo.
Actitud que logré conocer a través de mis reportes periodísticos
realizados en las selvas de Colombia y en desarrollo del Proceso de
Paz, donde decenas de reporteros arribamos a la región del Caquetá
para conocer la cara oculta de la segunda guerrilla más antigua del
mundo. Aunque resulta inverosímil y despreciable para muchos,
es la realidad para otros también colombianos.
Reyes tenía dos facetas muy demarcadas en su comportamiento.
La pública de comandante revolucionario y frente al enemigo, y la
privada en su condición humana.
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La primera, lo convertía en un ser precavido, desconfiado y cuida-


doso en sus comentarios sobre asuntos internos de la organización
rebelde, lo que algunas veces me imposibilitaba preguntar. Por
eso, opté en una postura de receptora, casi siempre preferí que él
mismo iniciara el tema de conversación y luego, prudentemente,
interrogaba.
Consideraba que atafagando con preguntas, acción común en la
gran mayoría de periodistas, jamás obtendría conocer su verdade-
ra cara de militar guerrillero y espantaría su confianza. Mi táctica
investigativa y periodística consistía en dejar que hablara y escu-
char con suma atención, al igual que con la gente que le rodeaba.
Esa actitud prudente, acompañada de amabilidad y cordialidad
de mi parte para con él y su gente, me permitió analizar en detalle
cada palabra y acción de los guerrilleros.
Aunque Reyes revelaba un aparente apaciguamiento y don agra-
ciado, resultaba arrogante ante sus decisiones con un alto nivel de
terquedad. Actitud que algunas veces originó conflictos internos
en la organización, tras su manipulación al entonces líder Manuel
Marulanda.
Frívolo y cruel en sus decisiones con delirios de dominación, bus-
caba lo provechoso para su lucro personal y el de la organización
por la cual vivía y moría. Tan fácil como ordenaba preparar una
comida, no le temblaba la mandíbula para decretar secuestrar civiles
y mandar acribillar a quien le entorpeciera su camino. Esa condición
de mando guerrillero lo convertía en un ser irracionalmente brutal
y despiadado.
Su carisma de relacionista público abierto y explícito, le permitió
dar a conocer las políticas de las Farc internacionalmente, procu-
rando canalizar la inquietud de diversos actores extranjeros con
miras a obtener apoyos políticos y económicos para la guerrilla,
pues consideraba que incrementando el conflicto colombiano a
través de su lucha armada y por la fuerza, sin importar derrama-
mientos de sangre, el grupo subversivo alcanzaría el poder de Co-
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lombia y en un futuro no lejano, abarcaría América Latina con la


unificación de sus pueblos. Visión de entorno internacional con
una profunda crisis nacional.
El control absoluto del cultivo, comercialización y tráfico de co-
caína, incrementó las finanzas de la guerrilla notablemente hasta
llamar la atención de Wall Street, cuando a finales de Junio 1999,
el entonces presidente de la Bolsa de Comercio de Nueva York,
Richard Grasso, arribó al sur de Colombia para entrevistarse per-
sonal y de manera privada con Reyes a fin de proponer negocios en
conjunto para que Colombia, mantuviera una calificación positiva
en inversiones y en organismos estadounidenses como Moodys.
Los diversos actores extranjeros, buscaban la estabilidad regional
y la seguridad internacional.
Pese a la intención de crear nuevas alternativas que generaran re-
cursos económicos para el sostenimiento de la guerrilla y que en
un futuro no lejano reemplazara el negocio de los cultivos ilíci-
tos, Reyes consideraba esencial que las Farc debían continuar con
el tráfico de estupefacientes, hasta tanto se planificara un nuevo
recurso financiero. Práctica generadora de violencia y realizada
por la guerrilla desde la década de 1980 por iniciativa de Jacobo
Arenas y perfeccionada, tras su deceso en la siguiente década, por
el mismo Raúl Reyes. El exterminio de los carteles de la droga
en Colombia les permitió tomar el control absoluto del cultivo de
coca, marihuana y más adelante amapola, base principal de la eco-
nomía guerrillera y gran parte cultivada en las regiones del Sur de
Colombia y en zonas de dominio de los rebeldes. Su producción
y parte de la negociación estaba bajo el estricto control de Jorge
Briceño, alias “Mono Jojoy”.
En septiembre de 2005, cuando tuve que desplazarme a territorio
ecuatoriano para encontrarme con una emisaria de Reyes quien
me condujo hasta su campamento en territorio colombiano a fin de
realizar un reporte sobre la posición ideológica de las Farc frente a
las políticas de Uribe y conocer el estado de los secuestrados, Raúl
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Reyes, con un completo convencimiento que el Gobierno uribista


no derrotaría el accionar de la guerrilla, comentó que estaba plani-
ficando y pactando importantes alianzas estratégicas con gobiernos
vecinos que favorecerían extraordinariamente a la organización y
en un futuro no lejano a las masas populares… “Las Farc está
realizando acuerdos y alianzas estratégicas con otros gobiernos,
porque el de Uribe no da ninguna garantía a la lucha revolucio-
naria y con él, jamás se llegara a ninguna negociación”.
Aunque no conocí exactamente cuáles fueron estas coaliciones,
indicó que parte de la estrategia consistía en utilizar la misma tác-
tica uribista acudiendo a otros gobiernos internacionales, pero con
una gran diferencia, las Farc apoyaban al gobernante extranjero
desde la etapa preelectoral con aportes económicos significativos
y con trabajo de las milicias urbanas en regiones limítrofes.
Una vez el candidato llegaba al poder, centraba su estrategia en va-
rios frentes para promover su visión revolucionaria y contrarrestar
las políticas de seguridad democrática de Uribe enlazada a grupos
paramilitares. Así la ofensiva contra las Farc apoyada logística y
operacionalmente por los Estados Unidos resultaba un fracaso,
puesto que sus combatientes tenían libre movilidad por corredores
viales extranjeros y esto, facilitaba a la guerrilla el ingreso de ma-
terial logístico para enfrentar la lucha armada revolucionaria.
Una lucha con un amplio ejército de cientos de personas inconfor-
mes no solo colombianos, sino bolivianos, peruanos y ecuatoria-
nos entre otros nacionales, quienes llegaban a las selvas colombia-
nas a fin de compartir su ideal revolucionario y hacer parte de las
filas de las Farc. Acción importante para el líder subversivo quien
consideraba trascendental unificar todos los pueblos en una sola
voz, en una sola lucha.
Reyes presagiaba una avanzada militar de los Estados Unidos so-
bre los países latinoamericanos con inclinaciones de izquierda y
que no estaban de acuerdo con las políticas de Bush como el caso
de Venezuela. Motivo por el cual no se cansaba de repetir que
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América Latina tenia que estar unida porque, más temprano que
tarde, enfrentaría una invasión castrense yanqui que desataría una
larga guerra repercutiendo en países como Ecuador y Bolivia
Estas afirmaciones no me sorprendieron, puesto que a un buen
número de combatientes extranjeros, les conocí cuando acudí a los
campamentos de Raúl Reyes para realizar informes periodísticos
durante el Proceso de Paz en el Caguán. Pese a querer esconder
su jerga y nacionalidad por orden del mismo mando, asegurando
haber nacido en Pasto Nariño, cuando les preguntaba por su su-
puesta tierra de origen, algunos se confundían y hasta soltaban la
risa, después confesaban su verdadera nacionalidad.
La extorsión y la vacuna (pago obligatorio extorsivo) formaban
parte de su estrategia financiera en beneficio a la organización,
motivo por el cual, creó la ley 002 de carácter tributario, consis-
tente en el pago a la guerrilla de un impuesto de 10% a todas aque-
llas empresas o personas, nacionales o extranjeras, que tengan en
Colombia más de un millón de dólares de patrimonio, quien no
cumpla con el pago de este gravamen revolucionario, sería secues-
trado o declarado objetivo militar de las Farc.
La ejecución de estas ideas puso precio a su cabeza, hasta el punto de
señalarlo objetivo principal de Washington por encima de Manuel
Marulanda y señalado por el Gobierno de los Estados Unidos, como
el “Cerebro financiero y relacionista internacional de las Farc”.
El Gobierno norteamericano sabía, por tanto, que aniquilando al
estratega de las Farc la guerrilla se descompensaría en sus rela-
ciones internacionales y accionar socio económico-político. Es-
trategia similar a la registrada el 11 de septiembre de 2001 en los
Estados Unidos tras el ataque terrorista atribuido a integristas islá-
micos y que originó la posterior descompensación de la economía
internacional.
Luego de registrado el atentado a las torres gemelas en la ciudad
de Nueva York conocido como el 9-11 que cobró la vida de cientos
de seres humanos, el Gobierno de Bush estableció una nueva pauta
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de política internacional denominada “guerra contra el terrorismo”.


Práctica diseñada por encima de la libertad civil, fundamentada y
encausada a países con presencia de guerrillas.
Fue así que el Gobierno norteamericano enfatizó su accionar mi-
litar en Colombia. Para tal fin, un grupo de agentes de la Agencia
Central de Inteligencia CIA (Central Intelligence Agency) y de la
Oficina Federal de Investigación (Federal Bureau of Investigation)
FBI se establecieron en Colombia a fin de neutralizar el accionar
de la guerrilla de las Farc.
En febrero de 2003, tras el secuestro de los tres agentes norteameri-
canos Keith Stansell, Marc Gonçalves y Tom Howes, en las selvas
del sur de Colombia, Washington intensificó su labor de inteligencia
operacional a través del oficial James, miembro de CIA y experto
en contraguerrilla, designado para trabajar unificadamente con las
fuerzas militares y muy en especial, con la Unidad de Inteligencia
DIPOL perteneciente a la Policía Nacional.
El oficial de alto rango quien dirigía y coordinaba las estrategias
contra las Farc seleccionó un destacado grupo policial para con-
formar un nuevo comando élite en contraguerrilla. El capacitado
grupo, trabajaba conjuntamente con unidades de la Fuerza Aérea
colombiana con la única y exclusiva misión de ubicar los jefes de
las Farc primordialmente a Raúl Reyes.
Las acciones orientadas por CIA consistían en un minucioso segui-
miento a todas las actividades del líder guerrillero, concentradas en
sus sitios de operación. Pero esta labor de inteligencia y espionaje
norteamericano respaldado por el Gobierno de Uribe, también
estaba coordinado estratégicamente por oficiales pertenecientes al
Grupo Operativo de Trabajo Unido Contra el Terrorismo JTTF del
escuadrón extraterritorial de la división Miami del FBI quienes
desde la embajada de los Estados Unidos en Bogotá, con la direc-
ción de los Oficiales Alejandro Barbeito y Joseph Deters, ponían en
práctica planes de amplio y largo alcance para llegar a los miembros
del secretariado de las Farc.
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Los agentes federales conocían que la mayor debilidad de Raúl


Reyes eran los medios de comunicación. A través de estos, el líder
guerrillero mostraba su alto grado de egocentrismo, protagonis-
mo y popularidad hasta el punto de querer opacar la labor de sus
mismos compañeros de lucha, actitud denotada en sus decisiones
radicales.
Esa situación motivó al nuevo comando antiguerrilla apuntar como
objetivo de investigación a todos los periodistas y personas que ex-
clusivamente entrevistábamos a Raúl Reyes y que podíamos llegar
hasta sus campamentos. Esta acción de plena infracción y violación
a los derechos democráticos, básicos y constitucionales del ser hu-
mano y del periodismo, se convertía en la pista primordial que per-
mitiría dar con la ubicación del comandante guerrillero.
Con el pleno aval del Gobierno de Uribe, Washington ordenó ini-
ciar en Colombia una intensa vigilancia a cada movimiento de
nosotros los periodistas y también a nuestros amigos y parientes
con la intervención a la privacidad de cada uno, a través de los
teléfonos celulares, computadoras y monitoreo a nuestras accio-
nes. Vigilancia registrada en videos y fotografías, que reposan no
solo en manos de las autoridades colombianas, sino en los inter-
minables archivos de las agencias de inteligencia norteamericana
CIA y FBI quienes mantienen bajo estricta vigilancia a decenas de
personas en Colombia.
Raúl Reyes, como buen zorro viejo y con amplia experiencia en la
selva, resultaba más sagaz que todo el mismo grupo antiguerrilla
junto. Por más de cinco años logró burlar y evadir cercos y segui-
mientos. Pese a estar monitoreado continuamente por radares de
inteligencia norteamericana, ubicados al Sur de Colombia y en
espacio ecuatoriano, se movilizaba continuamente sobre una mis-
ma área y se establecía casi en el mismo sitio que se encontraba
el enemigo. Esta acción, impedía a la inteligencia norteamericana
ubicar su paradero exacto pese a tener monitoreados los campa-
mentos de las Farc.
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Cada acción militar contra sus campamentos que realizaban las


tropas del ejército colombiano, eran repelidos por la guerrilla con
gran intensidad bajo órdenes estrictas de Raúl Reyes quien, de
paso, ordenaba dinamitar continuamente oleoductos de petróleo
y torres de energía eléctrica en la región del Putumayo y sur del
país, afectando a la población civil.
Otra de sus estrategias consistía en ordenar actos de violencia y
barbarie contra la fuerza pública a base de cilindros bomba, minas
antipersonales, granadas de fragmentación y ráfagas de fusil. El
incremento de secuestros y fusilamientos a todas las personas que
consideraban infiltradas o que estaban en contra de sus políticas
de lucha revolucionaria formaban parte de su accionar. No conce-
bía ser agredido, se convertía en un bestial hombre sin escrúpulos
como si fuera otra persona dentro de esa máscara sonriente.
Sus acciones de violencia y barbarie, acompañaban las masacres
que algunas unidades de las Fuerzas Militares Colombianas eje-
cutaban contra la población civil, con el dantesco propósito de
mostrar “falsos positivos” ante el Gobierno. Situación que originó
el desplazamiento forzoso de familias completas que tuvieron que
abandonar sus lugares de origen por encontrarse en medio de dos
fuegos cruzados, tras el terror de la guerra o revolución interna
colombiana.
Entre más represalias sufría por parte de la fuerza pública, Reyes
pasaba a ser un hombre desconfiado y violento. Desde el monte,
pretendía controlar gran parte del país. Estaba atento a todo in-
forme que día a día recibía a través de documentos, comentarios
y chismes mal intencionados de muchedumbre inescrupulosa, in-
volucrada en el alto gobierno, en administraciones regionales, en
la fuerza pública y tristemente hasta en los medios de comunica-
ción.
Si la montaña hablara… se sabría que estos falsos informes,
también provenían de reconocidos personajes involucrados en la
política colombiana, quienes en su pretensión de llegar al poder,
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acudían a las Farc a fin de buscar el aniquilamiento de su opositor


político. Esta acción convertía al informante en el mayor criminal
peor que aquel que engatilla un arma.
Esa gente desalmada y sin respeto por la vida ni a la dignidad
humana, cuando no llegaban a la montaña, hacían llegar al mando
guerrillero a través de sus mandaderos, pasquines venenosos que
luego originaban acciones de reprimendas, sin antes establecer a
fondo su veracidad.
Algunos informes que el mismo Raúl Reyes me enseñó a fin de
anunciarlos en mis reportes periodísticos, no los publiqué porque no
tenía plena certeza de su veracidad y faltaría a mi ética profesional.
Reyes no perdonaba la deslealtad ni la traición. Aunque demos-
traba una aparente calidez, no dejaba de indagar por la gente con
quien se entrevistaba casi a diario, así los conociera tiempo atrás.
Luego de atender encuentros con civiles, ordenaba a los guerri-
lleros monitorear sus pasos hasta determinado punto. Después,
preguntaba sobre cada una de sus acciones, lo que hablaba la per-
sona, cómo reaccionaba y si habían preguntado algo. Esa actitud
desconfiada, sobrepasaba los límites de la paranoia.
No resistía ser utilizado y mucho menos engañado. Cuando sabía
que alguien le falseaba, le hacia creer que estaba convencido de
sus argumentos, pero luego, los cobraba hasta con sus propias vi-
das. Como el mismo decía… “Primero pálido que descolorido”.
“Tan fácil no me meten los dedos a la boca”.
Debido a la capacidad y nuevos entrenamientos del ejército co-
lombiano a través del adiestramiento de los Estados Unidos y su
ayuda militar, Reyes consideraba que las filas subversivas, también
debían optar por nuevos mecanismos de defensa para enfrentar al
adversario. Para tal objetivo, el Pleno del Estado Mayor de las Farc
aprobó y luego buscó el apoyo del Ejército Republicano Irlandés
(IRA, por sus siglas en inglés) para que adiestraran y enseñaran
nuevas tácticas de combate a la guerrilla colombiana.

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Parte de estos entrenamientos que especialmente estaban dirigidos


a comandantes de frentes y cuadrillas, fueron realizados en la zona
desmilitarizada del Caguán y coordinados por Jorge Briceño alias
“El Mono Jojoy”. Para esa misma época, otros adiestramientos
fueron realizados en Cuba con cursillos cortos, donde Reyes en
compañía de un pequeño grupo de combatientes se desplazó hasta
la Isla.
Sobre la compra de sofisticado armamento y actualización en
equipos de comunicación con una amplia inversión económica, el
gasto estaba dirigido hacia el exterior por el propio Raúl Reyes jefe
de finanzas de las Farc.
Su experiencia y trasegar en la selva, le permitió convertirse en
un hombre suspicaz; a tal punto, que prefería exponer a sus ca-
maradas de confianza y alto nivel en las Farc en operaciones a
las que el mismo debía asistir. Esta decisión era tomada cuando
analizaba que de acudir personalmente, su vida se exponía. Enton-
ces prefería utilizar como carne de cañón a sus fieles camaradas.
Caso palpable fue Juvenal Ovidio Ricardo Palmera, alias “Simón
Trinidad”, quien hoy se encuentra purgando una condena de 60
años de prisión en una cárcel de Máxima seguridad en los Estados
Unidos.
Pese a no pertenecer al secretariado de las Farc, Simón Trinidad
se perfilaba como próximo miembro del Estado Mayor Central.
Su alto nivel cultural y cerebro financiero de ayuda a las Fuerzas
Revolucionarias, opacaba todo el trabajo que durante años Raúl
Reyes logró alcanzar.
Aunque la captura de Trinidad fue uno de los golpes duros para la
guerrilla, así, como lo expresó Reyes en su momento, este, abocado
en un supuesto Acuerdo Humanitario que perfectamente conocía que
no se realizaría con el Gobierno de Uribe, fue la excusa perfecta y una
farsa más de sus acciones, para no ayudar a Simón Trinidad, porque
en la práctica no quiso mover un dedo para librar del presidio al
extraditado a sabiendas, que el mismo Gobierno de los Estados Uni-
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dos, ofertó secretamente por más de dos años una negociación que
beneficiaba a Trinidad sin ser repatriado a cambio de, por lo menos,
una prueba de vida de los tres norteamericanos secuestrados antes de
realizarse el juicio final contra el guerrillero y en muchísimas opor-
tunidades, aplazaron sus audiencias a la espera de una respuesta del
mismo Reyes en nombre de las Farc que nunca llegó.
Como fiel testigo de esta calamitosa situación, puedo asegurar que
a Raúl Reyes solo le interesaba el protagonismo político con el
tema de los secuestrados lo cual lo hacía dilatorio y no, la libertad
pronta de los rehenes y menos la de Simón Trinidad, pese a co-
nocer de primera mano, el verdadero estado en que se encontraba
el guerrillero en los Estados Unidos, puesto que le entregué una
serie de documentos privados que el Gobierno norteamericano le
envío y los cuales me entregaron los oficiales del FBI. Allí revela-
ba apartes principales de su prontuario.
Reyes conocía perfectamente que, como caso excepcional, yo, era
la única persona que había logrado ver a Simón Trinidad en Was-
hington, sin que se nos permitiera hablar, porque prácticamente
nadie hasta ese momento logró verlo desde que fue extraditado a
los Estados Unidos, excepto su madre quien lo vio por diez minu-
tos el día de su extradición. La solución inmediata para evitar esa
larguísima condena a Simón, estaba en manos de Raúl Reyes con
una mínima prueba de vida de los tres norteamericanos secuestra-
dos, así fuera una simple fotografía, pero Reyes se hizo el de la
vista gorda y prefirió, que a Trinidad lo condenaran y se envejecie-
ra en un presidio extranjero traicionando su lealtad.
Ante la cúpula de las Farc, Raúl Reyes desdibujó la realidad de los
informes que enviaba el FBI. Luego, no objetó para que el aboga-
do de Trinidad en Colombia, Óscar Emilio Silva Duque viajara
hasta Washington a sabiendas que las leyes de ese Gobierno no
le permitían verlo, tal como se lo había advertido en más de una
oportunidad durante mi proceso de mediación para la liberación
de secuestrados.
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La CIA y el FBI acordaron que una vez existiera una minima prue-
ba de vida de los tres norteamericanos secuestrados, permitirían
que su abogado lo viera. Por ese motivo, cuando el jurista viajo a
los Estados Unidos le informaron que primero debía reunirse con
los agentes federales, situación que de antemano conocía Reyes.
Aún así, él tenía que demostrar ante la organización subversiva
que como Jefe de la Comisión Internacional, sí estaba gestionan-
do por el extraditado, pero la verdad era otra. No le convenía que
Simón Trinidad regresara a las filas.
Lastimosamente todos los seres cometemos errores, pero el peor
de Simón Trinidad, es creer hasta el día de hoy, que su amigo y
camarada Raúl Reyes no le abandonó. Todo por lograr sus propios
intereses mezquinos, políticos y publicitarios.
Tampoco imagina que, un día presente en el campamento de Raúl
Reyes, logré ver y hablar con Lucero, compañera sentimental de
Trinidad y madre de su hija, a quien le escuché su total preocu-
pación. En esa oportunidad, Lucero se veía bastante delgada, no
era, la misma mujer bien arreglada y corpulenta que conocí en
El Caguán. Estaba deprimida, llena de rabia y resentimiento por
lo sucedido con Simón, se sentía sola y angustiada por su pareja,
pese a estar rodeada de mucha gente que le demostraba afecto.
Luego, en una segunda visita al campamento de Reyes durante
mi proceso de mediación para la libertad de los norteamericanos
secuestrados, quise hablar nuevamente con Lucero y comentarle
que vi a Simón, pero no pude verme con ella, porque Reyes la
había enviado a otro campamento. Aún así, me advirtió, que abso-
lutamente nadie debía conocer la situación real de Trinidad en los
Estados Unidos, puesto que era un tema, que solo a él le compe-
tía comentar y manejar con la guerrilla y además, porque Lucero
debía seguir cumpliendo sus tareas y obligaciones en la organiza-
ción, sin que le afectara la extradición de su pareja a los Estados
Unidos, antes todo lo contrario, ¡ese odio y rabia que ella estaba
sintiendo, debía mantenerse vivo para la lucha revolucionaria!
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En su condición de mando guerrillero, Reyes quería manipular y


tener el control no solo de las cosas, sino de las personas Se dejaba
influenciar fácilmente por chismes y comentarios sin fundamento.
No existía un solo día en su vida que no recibiera comentarios de
todo lado. En la guerrilla, se maneja el chisme y la desinformación
similar como acontece entre algunos miembros de la fuerza pública
colombiana.
Durante el mes de noviembre de 2005, aprovechando uno de nues-
tros encuentros para gestionar por la libertad de los rehenes, Reyes
se refirió a Jaime Losada ex gobernador del Huila de manera des-
pectiva y molesta. Actitud que me asombró en alto grado puesto que
conocía por boca del mismo Jaime, los vínculos que el ex ministro
Álvaro Leyva logró establecer entre el mando guerrillero y él, hasta
el punto de permitir pagar en cuotas la liberación de sus hijos y por
consiguiente, dejar de ser objetivo militar de las Farc.
Exactamente recuerdo las palabras de Reyes… “A Lozada no le
interesa para nada el bienestar y la vida de su mujer, él solo está
interesado por sus hijos, por él, que Gloria se pudra en esta selva
porque según me han dicho, el hombre le tiene desde hace mucho
tiempo reemplazo y ahora solo le interesa la política para seguir
vendiendo el Huila como lo hizo cuando fue Gobernador”. Estupe-
facta quedé con sus argumentos los cuales debatí en total desacuer-
do. Ese comentario y la manera despectiva en que se refirió al ex
gobernador me dejaban muy mala espina. Intuía que Reyes estaba
envenenado contra Losada y podía proceder en su contra, así luego
se lavara las manos y lo negara al mismo Álvaro Leyva.
Personalmente era fiel testigo de la preocupación que Jaime de-
mostró cuando en el edificio Miraflores, secuestraron a su esposa
Gloria Polanco y a sus dos Hijos. Le dije a Reyes, que nunca en el
mundo yo había visto un hombre tan deprimido e interesado por su
familia como Jaime Losada; hasta el punto de parecer un loco por
sus seres queridos, tratando a toda costa de buscar contactos con
las Farc para sus liberaciones hasta el punto de sacrificar todo su
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patrimonio económico. Situación que logró conseguir a través de


Álvaro Leyva en un proceso de negociación con la guerrilla.
Cuando viajé a Neiva, me reuní con Lucy Artunduaga de Gechem
para mostrarle un video de Raúl Reyes, donde se refería al estado
en que se encontraban los ex congresistas Jorge Eduardo Gechem
y Orlando Beltrán. Con Lucy aprovechamos para llamar a Jaime,
pues deseaba contarle la actitud con la que Reyes se había referi-
do a él y de paso, informarle lo que pude conocer sobre el estado
de su esposa Gloria Polanco, pero lamentablemente, el se mostró
muy desinteresado y aseguró que estaba tranquilo porque Leyva
le tenía todo resuelto y que, además, se encontraba muy ocupado.
Actitud que respeté y la comenté con Lucy quien también se mostró
extrañada.
Toda información que lograba conseguir sobre el estado en que se
encontraban los secuestrados, la informaba a sus familiares para
que estuvieran tranquilos. Nunca cobré un peso por esta acción, era
lo mínimo que un ser humano puede hacer por otro.
El sábado 3 de diciembre de 2005 Jaime Lozada Perdomo fue
acribillado por miembros de la columna móvil Teófilo Forero de
las Farc en la zona de Los Altares, dentro de la vía que de Gigante
conduce al municipio de Hobo en el sur de Colombia. En el mismo
atentado, fue herido su hijo Jaime Felipe.
Meses después, la fuerza pública de Colombia capturaron a uno
de los guerrilleros que participó en su muerte y más adelante, el
hombre pidió perdón a Gloria asegurando que asesinaron por error
a Losada. Comentario que considero totalmente incierto.
La cara privada en su condición humana: Raúl Reyes paradóji-
camente resultaba temeroso. No era hombre de combate. Con gran
frecuencia los nervios afectaban su sistema digestivo. Demasiado
sensible ante los seres que amaba, buena vida y un tanto elitista
pese a vivir en el monte. Aunque alardeaba sobre una igualdad de
condiciones, en la práctica hacía todo lo contrario: seleccionaba muy

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bien, quien podía llegar hasta sus campamentos, preferiblemente


gente de alto nivel cultural con extraordinario reconocimiento
político y hasta social. Siempre gente que le aportara algo en todo
aspecto.
Reconocía tener un cierto magnetismo con las mujeres, esto le
gustaba y ejercía cada vez que podía, siempre con bajo perfil y sin
alardear, para no incomodar a su compañera sentimental, menos
dar mal ejemplo en la guerrilla.
No pasó más de dos meses de la ruptura amorosa con Olga Marín,
para que Reyes entablara una nueva relación sentimental con la
mejor amiga de su ex, también miembro de La Comisión Interna-
cional de las Farc, Alias Gloria, quien regresó al país, procedente
de Francia y retornó al monte a finales de 2000 tras infringir en
normas internas de la organización; lo que originó su destitución
de la comisión. Desde su arribo al país, aceptó compartir su vida
con Raúl Reyes hasta el último día de su existencia.
Generalmente se levantaba entre las 4:30 ó 5:00 de la madrugada.
Lo primero que hacía al despertar, era prender una pequeña radio
para escuchar noticias. Entre tanto, cepillaba los dientes y lavaba
su rostro con agua que guardaba en una botella plástica desde la
noche anterior. Luego, se ausentaba a escasos tres metros de su ca-
leta, donde se encontraba perforado un pequeño hueco en la tierra,
lo que denominan en la guerrilla Chonto, sitio para realizar las ne-
cesidades fisiológicas. Después, recibía al mando del campamento
y escuchaba el parte militar que este entregaba con las novedades
de la noche.
Junto a su pareja, coordinaba las actividades del día que gene-
ralmente consistían en desayunar a las 7:00 a. m. Continuaba es-
cuchando noticias mientras tomaba aguadepanela con arepa o
un trozo de pan, un poco de caldo desgrasado o muy de vez en
cuando, comía huevos batidos con cebolla y tomate. No le gustaba
consumir chocolate ni tomar leche porque le hacían mal a su estó-
mago y le provocaba reflujo e inflamación intestinal. Café aguado
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de una vez en mil. Esta bebida prácticamente no la consumía, a


cambio, prefería agua cristal.
Sus horarios habituales de alimentación, cuando se encontraba en el
campamento, los compartían con su pareja y Eliana, la guerrillera
más antigua de las Farc quien por lo general compartía el mismo
campamento con Reyes y cuando estaba allí, se encargaba de las co-
municaciones personales de él. También compartía su mesa con las
personas de extrema confianza; no todo el que lograba pernoctar en
sus hogares transitorios participaba de la mesa del comandante.
A partir de las 7:30 a. m. impartía órdenes y entregaba los mensa-
jes que la radista debía enviar a otros comandantes. Estos recados
siempre cifrados. Cuando no tenía que desplazarse a otro lugar
para entrevistarse con alguien, se dedicaba a trabajar en su com-
putador, respondiendo decenas de correos que le entregaban en
un CD los cuales llegaban a sus correos electrónicos, pero estos
jamás los abría desde su campamento privado, porque aseguraba
que desde allí, al utilizar señal satelital para Internet, era avisarle
al enemigo el sitio donde se encontraba. Tenía que ser cosa ex-
traordinaria para hacerlo.
Luego de responder los correos y grabarlos en un CD lo entrega-
ba a la persona encargada de sus comunicaciones privadas. Este
individuo de confianza los enviaba desde otro lugar, pues conocía
las claves de los correos electrónicos las cuales cambiaban fre-
cuentemente para evitar ser intervenidos por los organismos de
inteligencia. Cuando el mismo Reyes no respondía algunos de los
correos, le solicitaba a la guerrillera que respondiera con un corto
mensaje o enviara un parte de guerra de las Farc. De esta forma,
estaba vigente la comunicación.
Con sumo cuidado se dedicaba a las tareas internas de la organi-
zación lo cual demandaba casi todo su tiempo: planificación de
relaciones públicas internacionales, creación de Estrategias Finan-
cieras, Control del Gasto y Compras.

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A las 11:30 a. m. pasaba a su pequeño comedor privado para almor-


zar. No era nada exigente con la comida, pero de vez en cuando le
encantaba comer pescado acompañado de buenas ensaladas pese a
que este gustito se lo daba muy de vez en cuando, aseguraba que esa
comida se convertía en su mejor manjar y que prefería que Gloria
su mujer lo preparara, pues ella había realizado algunos cursos de
culinaria, pastelería y corsetería antes de ingresar a la guerrilla. Casi
siempre, comía arroz, verdura, un trozo de pollo o carne y uno que
otro grano como arveja, frijol o lenteja o una nutrida sopa.
Su comida la cocinaban aparte. No en la misma rancha donde
preparaban la alimentación de sus tropas. Cuando llegaban a un
lugar a construir un nuevo campamento, Raúl tenía su rancha in-
dependiente, sus vasijas, vasos, vajilla, estufa con cilindro a gas y
todo el mobiliario de una cocina normal de ciudad. Casi siempre
eran los mismos rancheros quienes preparaban la comida de su
comandante. Generalmente alias Adriana era la encargada de esta
labor, muy cuidadosa en su preparación a tal punto que las comidas
las elaboraba bajas en grasa y poca sal, al natural.
Para comer, exclusivamente utilizaba un juego de cubiertos en
plata, con un reborde muy ligero en oro que le obsequié durante
el Proceso de Paz en El Caguán. Oh… sorpresa, cuando después
de tres años sin vernos, nos reencontramos y comía con aquellos
cubiertos. Recuerdo que en esa ocasión, tanto él como Gloria, co-
mentaron que cuidaba muchísimo de ellos, tanto como a su fusil.
Comentario que me demostró su gratitud por el regalo.
Se refirieron a una anécdota, cuando un cierto día la persona encar-
gada de preparar sus comidas, extravío el tenedor. Raúl se enojó
tanto que la joven durante todo la tarde se vio obligada a buscar el
cubierto y no descansó hasta que lo consiguió. Estaba en manos de
otro guerrillero quien lo encontró en el monte, cerca al sitio donde
los limpiaban las armas.
Después de almorzar, Raúl Reyes se reunía con la tropa, para
adoctrinarlos con temas políticos, nuevas estrategias o coordinar
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acciones. Algunas veces, el día no era suficiente para cumplir con


su agenda. Por ese motivo, parte de la noche se dedicaba a tareas
de la organización y tan solo dormía un promedio de 4 a 5 horas
diarias. Prefería dormir con una camiseta y pantalón de sudadera.
Cuando estaba oscureciendo se retiraba las botas y usaba un par de
sandalias en goma para mayor descanso.
No le gustaba fumar pero tampoco le incomodaba que lo hicieran
frente suyo. Siempre ordenaba la compra de cigarros para sus tropas
y algunos de marcas finas para convidar a las personas fumadoras
que le visitaban.
El campamento personal de Raúl Reyes, era el más visitado por
miembros del Estado Mayor Central y comandantes de elevado
rango de las Farc. Convirtiéndose en el hotel de la cúpula revolu-
cionaria. A su fortín, prácticamente no llegaba personal civil, si así
sucedía, por alguna acepción, eran sus propios familiares o alguien
de extrema confianza. Tampoco llegaban mandos medios ni regu-
lares, mucho menos guerrilleros rasos. Quienes en su mayoría, no
conocían personalmente a su camarada.
Para llegar hasta su campamento, había que atravesar un cordón
humano de cinco anillos de seguridad, dos desplegados en el área
y tres anillos cerca al sitio que pernoctara con su escolta de 50
unidades. Generalmente y por cuestiones de seguridad, el personal
guerrillero que conformaba los dos últimos anillos, no sabían que
custodiaban al mismo Reyes porque él, utilizaba internamente otros
alias para evadir al enemigo. Situación muy normal entre los altos
mandos de las Farc.
Antes de atravesar por los cinco anillos de seguridad, que era la
etapa final para lograr llegar al campamento principal de Raúl Re-
yes, había que coordinar con muchísima anticipación el encuentro,
luego, desplazarse por recónditos casi impenetrables lugares de la
selva colombiana, lo cual podía acarrear de 15 a 20 días todo el
recorrido de entrada y salida. El desplazamiento se iniciaba en avión,
luego bus, canoa y finalmente a pie y cuando se podía a caballo si
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existía algún camino trillado o una angosta trocha vigilada por un


buen número de guerrilleros encargados de informar por radio cada
tres horas cualquier novedad.
Raúl Reyes era un hombre muy cauteloso. No le gustaba cambiar
de escoltas y menos confiaba en personal recién ingresado. Por
tanto, prefería seguir con la misma gente; así se refería con un vie-
jo adagio popular colombiano “Es mejor lo malo conocido que lo
bueno por conocer”… Un alto porcentaje de su guardia personal,
eran hombres y mujeres jóvenes que no pasaban de los 30 años de
edad. Otros guerrilleros le acompañaban de tiempo atrás como el
caso de Eliana, la guerrillera más antigua de las Farc quien conocía
todas las rabietas, gustos y disgusto de su camarada.
Pese a vivir en el monte, Reyes le gustaba la comodidad y poco
se esforzaba por ejercitarse militarmente, solo un poco de estira-
miento y muy regularmente. Razón por la cual, no aguantaba largas
caminatas y ordinariamente sus desplazamientos los realizaba a
caballo, lancha o si las condiciones de orden público lo permitía,
se movilizaba en camionetas.
En cambio sus tropas, obligatoriamente ejercían la calistenia y
nuevas tácticas de combate. Aunque la rutina al lado del “Cucho”,
como ellos se referían a Raúl Reyes, resultaba monótona, más de
acompañamiento que cualquier otra cosa. Traslado de un sitio a
otro, instalar nuevos campamentos, construcción de su caleta y
baño personal.
Su dentadura no era del todo natural, usaba un parcial removible
y los servicios odontológicos los recibía directamente en su cam-
pamento. Cuando se encontraba afectado de salud, solicitaba los
servicios médicos de algún profesional de su total confianza quien
debía atenderlo directamente en los campamentos guerrilleros. Allí,
su guardia personal, portaba todo un equipo de mediana cirugía y
medicamentos para enfrentar cualquier enfermedad.
Su físico estaba desgastado por el trasegar en el monte y acompa-
ñado de una artrosis. También sufría de hipertensión arterial la cual
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controlaba con una tableta diaria de 40 mg de Artensol. Y algunas


veces, controlaba su malestar intestinal causado por mal funciona-
miento digestivo, con encimas digestivas de Debridat.
Contrario a los informes de un supuesto cáncer de próstata, co-
mentario que causó en el mando guerrillero rechazo y después risa,
Raúl Reyes sufrió de una infección renal e incluso, soportó cálculos
renales. Dolencia común entre los guerrilleros.
Con un machismo subrayado, no soportaba sentirse opacado y
menos contrariado en sus ideales así fuesen equívocos, incluso, si
su contrincante era del sexo opuesto. Muchas veces creía que se las
sabía todas y que tenia la razón, hasta el punto de querer controlar
la vida de la gente y manipular con su disfraz de guerrero militar,
pero a mí, tampoco él me metía tan fácil los dedos a la boca.
Ante el dolor y problemas de la gente que apreciaba, Reyes, hay que
admitirlo, se convertía en una persona dócil, caritativa y extrema-
damente colaboradora. Amaba los niños y tenía carisma para que
los pequeños se encariñaran con él, puesto que compartía juegos y
cuchicheos. Respetaba los ancianos y se condolía y humanizaba con
la gente del campo a quien admiraba por su fortaleza y consideraba
por sus carencias. Se desgastaba emocionalmente, cuando tardaba
en recibir noticias de sus hijos y cuando sabía que alguien de sus
afectos estaba enfermo.
Era supremamente bondadoso, amable y dadivoso con la gente que
él apreciaba. Aunque manejaba todo el dinero de las Farc. Contro-
laba de no exceder el gasto. Mínimamente, invertía en cosas que
no fueran para la organización. Resultaba ser tan estricto como
comandante guerrillero, que sus seres queridos no disfrutaban de
dinero extra al que ellos mismos ganaban, puesto que Reyes siempre
argumentó que en la guerrilla nadie recibe sueldo y él tenía que ser
un total ejemplo para su ejército rebelde.
Resultaba ser el mando guerrillero más apreciado en las filas de
las Farc. Se dirigía a sus tropas con mucho respeto y humildad.
No trataba a la gente con groserías, ni soportaba mal trato verbal
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entre la gente. Les gastaba bromas en sus comentarios y algunas


veces resultaba hasta gracioso. Pero ay... que le fueran a fallar, no
lo dudaba dos veces para ordenar el castigo de acuerdo con la falta
e incluso su fusilamiento sin dudarlo dos veces.
Luego de la ruptura de los diálogos de Paz en El Caguán, Reyes
asentó sus campamentos en áreas selváticas entre los departamen-
tos de Nariño y Putumayo, regiones limítrofes con Ecuador. País
donde estableció acantonamientos satélites cercanos al río San
Miguel y sitios de recepción de las personas que arribaban con
intensiones políticas, humanitarias y “comerciales”.
Raúl Reyes utilizaba una táctica que consistía en ocultarse casi en
el mismo lugar donde estaba presente su adversario. Nunca esta-
bleció su campamento principal en otro país que no fuera Colom-
bia; quien afirme esto, es un mentiroso. Se conocía el país como la
palma de su mano, aunque en un descuido suyo y de confianza al
país vecino, murió en uno de los campamentos satélite construido
en territorio ecuatoriano.
Era totalmente escéptico a utilizar teléfonos satelitales. Él, como
todos los miembros del Estado Mayor Central de las Farc, afir-
maba que este es el medio más expuesto para que el enemigo los
ubique fácilmente. Motivo por el cual, ningún alto mando de la
guerrilla utiliza ese sistema de comunicación, prefieren correos
humanos y cifrados.
Cuando Raúl Reyes tenía que desplazarse a uno de los campamen-
tos satélites en zona ecuatoriana para atender alguna reunión, su
guardia personal le llevaba su comida preparada con anterioridad.
También abundante agua en botella. No consumía refrescos instan-
táneos ni agua sin hervir porque le ocasionaba cólicos estomacales
y diarrea.
Acompañado de tan solo cuatro personas de su escolta privada
–ágiles en el combate– con su morral al hombro del cual nunca
se separaba, montaba la lancha de motor y atravesaba el río San

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Miguel. Al otro lado, en un campamento muy bien organizado 50


guerrilleros estaban atentos del arribo de su camarada. Allí atendía
a sus invitados que casi siempre resultaban ser extranjeros o per-
sonal vinculado a la política. Antes de su muerte, atendió algunos
periodistas de su agrado y confianza. Lo primero que Raúl pre-
guntaba ¿Qué tiempo tiene disponible? Con base en la respuesta,
él se programaba para atenderlos.
En caso que sus visitantes se vieran obligados a pernoctar esa no-
che en el lugar, les agasajaba con comida y una que otra bebida
especial. Raúl Reyes como buen anfitrión, dormía esa noche en el
sitio, pero enseguida mandaba llamar a Gloria su mujer, para que
atravesara el río acompañada de una escuadra compuesta por 12
unidades de su guardia personal. De esta forma, le acompañaban
en su ligera estadía hasta despedir al o los invitados y luego partía
a su “Hogar dulce Hogar”.
Únicamente durante el Proceso de Paz, personal extranjero civil
durmió en su propio campamento. Casi siempre periodistas de na-
cionalidad europea que contactaban a Olga Marín y a través de
ella, llegaban hasta Raúl Reyes. Pero por tema de seguridad, luego
de la ruptura de los diálogos y del asedio del Ejército, cerró esta
posibilidad.
Como estrategia militar, continuamente cambiaba de campamento
movilizándose casi siempre sobre una misma área de su control.
Esta acción la realizaba para evadir el rastreo de sus adversarios.
Su caleta personal es decir la habitación donde dormía, no era ela-
borada igual a la de los otros guerrilleros. Estaba separada de las
otras caletas y construida especialmente dentro de un recuadro de
troncos gruesos de madera, enclavados estratégicamente en dife-
rentes puntos hasta formar un recuadro de 3 metros de ancho por
3 metros de largo aproximadamente. Estos troncos, eran circun-
dados por un plástico negro y adherido con puntillas, formando
las paredes de la habitación y dejando un espacio sin sellar para
permitir el ingreso.
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En la parte frontal de esta, enclavaban otros dos troncos gruesos y


cruzados en forma de equis (x), con una medida más alta que los
anteriores, de igual forma lo hacían en la parte trasera del remarco
construido. Luego, atravesaban un tronco largo y delgado de ex-
tremo a extremo, que era sostenido en el centro con otro tronco,
ubicado dentro de la habitación. Sobre este, tendían un plástico
negro el cual estaba sujeto en sus cuatro puntas y en las partes
centrales con cuerdas tirantes hacia abajo y amarradas a los otros
troncos. De esta forma, construían el techo de la habitación que
era retirado en las horas del día para evitar su ubicación a través
de aeronaves. Solo quedaba tendido cuando llovía muy fuerte y lo
camuflaban lo más que podían con ramas y helechos.
Dentro de la habitación o amplia caleta, a un costado construían
una pequeña cama elaborada con madera y tablones cortados con
la motosierra del campamento. La cama no portaba colchón, solo
una lona en color verde camuflado que formaba parte del equi-
po de Reyes y se recogía todas las mañanas cuando se levantaba.
También utilizaba un sleeping (bolsa de dormir) que ayuda amor-
tiguar la dureza de los tablones.
Allí, construían una pequeña mesa para ubicar sus objetos perso-
nales, un largo banco en madera y uno más pequeño enclavado
cerca de la mesa. Todo ese mobiliario era anclado a la tierra. Sus
objetos personales y delicados, eran empacados en bolsas plásti-
cas y en dos morrales o equipos. Lo que él consideraba de mayor
importancia lo guardaba en el morral que él mismo portaba. Allí,
guardaba algún dinero en caso de tener que salir corriendo, pa-
peles personales y las USB o memorias tanto de su computador
personal, como el que utilizaba Gloria o la persona encargada de
las comunicaciones.
Su PC personal no permanecía dentro de su equipo o morral y
menos en sus manos. Cuando iba a descansar. Lo entregaba a otra
persona encargada de envolverlo en una bayetilla y empaque es-
pecial para evitar se estropeara por la humedad de la selva y el
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continuo traslado de un lugar a otro, pero antes, Reyes le retiraba


la memoria extraíble. La guerrillera (o) encargada (o) de proteger
el equipo, debía llevarlo en su morral personal y protegerlo de
algún ataque del Ejército.
Las comunicaciones privadas o cosas delicadas de la organización
se transmitían a través de correos humanos quienes transporta-
ban documentos, en papel, CD y disquetes. Toda esa información
privada, luego de leerla, era destruida y quemada para evitar ser
captada por los organismos de inteligencia.
Otro estilo de caleta, mucho más pequeña similar a la de los otros
guerrilleros y consistente en una simple cama, era la que utilizaba
Reyes momentáneamente en los Campamentos Satélites, ubicados
al otro lado del río San Miguel, en territorio ecuatoriano.
Debido a las normas internas de la guerrilla y por estrategia per-
sonal. Raúl Reyes ni nadie de la guerrilla se desplaza a cualquier
lugar sin su equipo o morral. Este, siempre debía acompañarle y
estar cerca de él, como su fusil, a no más de tres metros de distan-
cia. Así sea un desplazamiento por un par de horas que Reyes rea-
lizaba, viajaba con su morral principal. Como el mismo decía…
“Uno nunca sabe, el enemigo puede acechar en cualquier lugar
por eso uno debe comer cuando hay comida y los objetos persona-
les deben de estar con uno las 24 horas del día como el fusil”.
Nadie de su guardia personal sabía el día y la hora que planeaba
salir del campamento, esto lo coordinaban prácticamente sobre la
marcha. De esta manera, evitaba que se ideara alguna estrategia en
su contra. La programación de sus actividades, solo las conocía su
pareja y la persona encargada de las comunicaciones.
Aunque muchas veces evitaba hablar de su vida privada, cuando
lo hacía, se dejaba llevar por la emoción que le causaba cuando
se refería a sus seres queridos, especialmente sus hijos a quienes
cuidaba como el más preciado tesoro y por quien siempre sintió
un infinito vacío en su corazón. Sus hijos eran su motor de vida, su

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razón de ser, su esperanza y su fortaleza. Así lo expresó una de las


pocas veces que lo vi, llorar por ellos, porque siempre demostraba
ante la gente la fortaleza del hombre militar.
Estaba rodeado de personas que lo apreciaban y acompañado de
una mujer que lo valoraba y quería, pero eso no era suficiente para
él, siempre pensó y suspiró por sus hijos y familia. Su inagotable
amor por ellos se reflejaba cuando les recordaba con tantísimo
afecto y melancolía pese a conocer sus pasos, verlos cada vez que
las condiciones se lo permitía y tener comunicación. Con mucho
amor se refería a sus hijas en especial la menor, asegurando que
las mujeres eran lo más hermoso que pudo dar la naturaleza. Con
gran simpatía y orgullo exaltaba su nueva faceta de abuelo cuando
se refirió a su nieto y, de paso, me realizaba algunas bromas cuan-
do se refería también a mi posición de abuela: aseguraba que me
había convertido en la abuela más joven y audaz de Colombia y
que mi nieta seguramente seguiría mis pasos.
Siempre me hablaba de su hermana Cecilia, decía que a través mío
la recordaba porque llevaba mi segundo nombre.
Le gustaba coleccionar relojes costosos de marcas muy reconocidas,
pero todos fueron obsequios especiales de gente influyente en la
política internacional o personas que realmente le apreciaban. Dis-
frutaba usando lociones exquisitas y de reconocidas marcas como
Jean Pascal –que nunca pasaba de moda para él, Giorgio Armani y
Gucci. Así destacaba su pulcritud pese a vivir en la selva. General-
mente usaba debajo de su uniforme, camisetas color blanco.
Su mayor debilidad eran las mujeres bellas pero inteligentes, no
soportaba a la mujer vacía y hueca de cerebro como el mismo se
refería. Pese a esto, primaba el respeto y gran amor que le profesa-
ba a Gloria su mujer quien compartió muchas anécdotas con Olga
Marín, cuando las dos se encontraban trabajando en Europa en
representación de las Farc.
Recuerdo situaciones que me causaron gran extrañeza porque
contrariaba la imagen militar que Raúl Reyes demostrada ante el
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mundo. Una tarde, estando en su campamento a la hora obligatoria


del baño, se alistó como de costumbre para asearse en compañía
de Gloria. Ese instante lo detecté a la distancia, pero sin dejar de
observar cada detalle.
Parecían un par de chiquillos traviesos. Reyes con un estropajo
jabonaba la espalda de Gloria y la mimaba un poco, comenzó ha-
cerle cosquillas por su dorso semidesnudo. Ella, en un instante se
volteó y respondió su juego con mucha risa y pataleando agua hacia
el rostro de él. Ese juego que duró aproximadamente 5 minutos,
culminó con un fuerte golpe que Gloria soportó entre las aguas;
después entre risas y lamentos se paró con la ayuda de Raúl Reyes
y dijó… “Este mundo es de caídas y levantadas ja, ja, ja…”
Pude observar como Raúl Reyes con una toalla color verde oliva y
gran cuidado y cariño, mimaba a Gloria secando su cuerpo. Después,
ella ayudaba a vestirlo y de paso, acomodaba el cuello de su unifor-
me. Esa actitud demostraba el inmenso cariño que mutuamente se
profesaban. Después Reyes le hizo entrega de una piedra que había
recogido del agua y se refería a su extraña forma y color. En ese
instante, conocí que su mujer era una coleccionista empedernida de
piedras, hasta tal punto, que su morral o equipo, llegó a pesar tanto,
que tuvo que dejar uno, exclusivamente para guardar las piedras
que coleccionaba en su larga carrera de combatiente.
Luego de la cena, Reyes destapó una botella de vodka con sabor
a limón que alguien le había enviado desde otro país. Esta botella
estaba protegida en una estructura metálica similar a la de un termo.
Esa noche me enteré que tanto el vodka como el whisky, eran sus
bebidas preferidas y le ayudaban a su problema de hipertensión,
originado por el alto estrés que enfrentaba en su diario vivir.
Mientras tomaba un trago, Gloria abrió una pequeña agenda y en
su interior tenía la foto de una hermosa niña, era su hijita pero no
de Reyes. Sin dejar de apreciar aquella efigie impresa en papel, le
daba besos y comentaba con gran nostalgia que su hermana cuidaba
de la pequeña y que era el todo en su vida.
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Otro detalle que me causó gran curiosidad cuando se llevó a cabo


el proceso de paz en El Caguán, el alto valor que Raúl Reyes le
daba a los obsequios que recibía. La camioneta verde en la que
se movilizaba, fue un regalo personal de Jorge Briceño, alias el
“Mono Jojoy”. Motivo por el cual, seleccionaba muy bien las
conductoras que resultaban seguras y confiables frente al timón
y que estuvieran muy atentas al cuidado del vehículo. Todo in-
dicaba que Briceño estaba muy atento en el bienestar del mando
guerrillero.
Defendía el tema de los secuestrados como el medio de presión
inmediato hacia el Gobierno de Uribe. Por esta razón, tenía a car-
go negociar sobre el futuro de los rehenes con toda la calma del
mundo. Obviamente con la aprobación del pleno del Estado Mayor
de las Farc, aseguraba que podían durar cautivos toda la vida en la
selva si era necesario y sin ningún problema, hasta que el Gobierno
decidiera interesarse en una negociación.
Sabía que con el tema de los rehenes, las Farc no perdía vigencia,
antes todo lo contrario, ganaban relevancia a nivel internacional.
La presencia de Ingrid Betancourt y los tres norteamericanos se-
cuestrados, se convertía en el medio de presión más fuerte hacia
el Gobierno de Uribe, porque finalmente tenía que acceder en una
negociación con la guerrilla, tras la presión de otros gobiernos.
De paso, ayudaría para que las Farc fueran retiradas de la lista de
terroristas. Versión del mismo Raúl Reyes.
Antes de dar inicio al Proceso de Paz en Colombia con el Gobierno
de Andrés Pastrana Arango y en desarrollo del mismo, Reyes viajó
a Ecuador, Venezuela, Brasil, Chile, Paraguay, Costa Rica, Méxi-
co y Argentina. Países donde participó con una apretada agenda
en cumbres y reuniones clandestinas, con personalidades de esos
Gobiernos y en el país del tango, se reunió con representantes del
Gobierno de Carlos Menem y del ex presidente Raúl Alfonsín, con
quien también se entrevistó personalmente, a fin de hablar sobre el
nuevo modelo neoliberal mediante la toma del poder, para la con-
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formación de un nuevo gobierno pluralista, patriótico, democrático


y de reconciliación nacional.
Raúl Reyes, se convirtió en una de las figuras más visibles de las
Farc con mayor relevancia hacia otros países gracias al contacto con
los medios de comunicación y a su papel de jefe negociador en el
proceso de paz con el presidente Andrés Pastrana. Posición que lo
convirtió, ante la opinión internacional, como el segundo hombre al
mando de la guerrilla, sin serlo, porque los 24 miembros del Estado
Mayor Central, tienen las mismas atribuciones de mando.
Para narrar esta historia, tuve que a través de mis informes periodís-
ticos, iniciar un proceso de acercamiento con la guerrilla y obvia-
mente con el líder guerrillero Raúl Reyes quien, antes del proceso
de Paz, ordenó me contactaran para conocerme en persona.

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CAPÍTULO II
LA LLAMADA A RCN

Una tarde de regreso a mi sitio de trabajo en RCN Neiva, Yolanda,


la asistente de gerencia, me informó que había recibido algunos
llamados telefónicos de un hombre que se identificó como miembro
de las Farc.
Yolandita, como cariñosamente la llamaba, sonriente y algo in-
crédula sobre la veracidad de esta persona, me dijo que en la co-
municación el hombre, del cual no recordaba su nombre, solicitó
que escribiera un número telefónico para que cuando yo llegara de
inmediato me comunicara con él.
Sorprendida intenté comunicarme, solo que no sabía por quién
preguntar. Atendían del episcopado en San Vicente del Caguán. Me
sentí confundida y pensé que se trataba de una mentira y pérdida
de tiempo.
Pero la curiosidad me ganó y continué insistiendo con la comunica-
ción. Cuando me atendieron nuevamente, expliqué que alguien que
se había identificado como miembro de las Farc dejó ese número
telefónico para que yo me comunicara.
¡Oh… sorpresa! Cuando la voz femenina que contesto finalmente
dijo: “Espere un instante porque acá se encuentra alguien de la
guerrilla aguardando la llamada de una periodista de nombre Olga
Vega de RCN, ¿es usted? De inmediato respondí sí y conecté mi

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grabadora al teléfono para grabar la comunicación. Esta reacción


es normal en los periodistas, grabar las llamadas cuando las con-
sideramos noticia.
Al instante, un hombre de voz cálida y amable saludo me felicitó
por mis logros periodísticos en nombre de las Farc. Se identificó
como Camilo, su timbre de voz no me era nada desconocido, sabía
que lo había escuchado en alguna parte; se trataba de Francisco
Cadena, ex sacerdote católico, a quien había conocido pocos días
de iniciarse el Proceso de Paz, cuando la guerrilla estaba contac-
tando periodistas.
Solicitó que tomara nota de algunas cosas que necesitaba para
desplazarme por un corto periodo a los campamentos guerrilleros
donde sostendría una importante reunión con noticias exclusivas.
Atónita y expectante, tomé nota de las cosas que supuestamente
portaría. Continuaba grabando la comunicación que mostré pos-
teriormente al entonces gerente de RCN Neiva, Ramiro Campo
Cabal, quien luego de escuchar la cinta, definiría la veracidad de la
comunicación. De paso, informaría lo ocurrido a RCN en Bogotá,
con el propósito de solicitar autorización para mi viaje y pago de
viáticos.
Advertí al guerrillero que si me autorizaban viajar al Caguán, lo
haría acompañada de otro periodista, que en el momento no podía
confirmar quien seria hasta tanto, el señor Juan Gossaín, Director
Nacional de Noticias por quien siento gran respeto y admiración,
autorizara mi viaje.
Aclaré que desde Bogotá, personal de RCN Radio, ya estaba atento
a cubrir la información sobre el Proceso de Paz. Agregué, que era
el mismo Juan Gossaín quien daba el visto bueno para mi despla-
zamiento.
Luego que Ramiro Campo, gerente de RCN Neiva escuchara la
grabación, se comunicó con Bogotá y de inmediato autorizaron
mi desplazamiento al Caguán, pese a que en el lugar, el periodis-
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ta Jairo Tarazona y el entonces subdirector nacional de noticias


Francisco Tulante, eran los encargados de realizar el cubrimiento
periodístico.
Viajé ese fin de semana acompañada por el periodista Germán
Barrera Castañeda, compañero de trabajo y director regional de
noticias en su momento. Estábamos ansiosos y nerviosos. Era la
primera vez que las Farc permitirían el ingreso de periodistas a
sus campamentos. Considerado para la prensa, un tremendo logro
noticioso.
Entre tanto, en Bogotá, reflexionaban que esta información sería
de gran impacto periodístico. Aun así, había que manejarla con
gran cuidado para no herir susceptibilidades en nadie y menos del
Ejército nacional por lo delicado del tema.
Personalmente, me sentía afortunada como periodista. Solo pensaba
cosas positivas y tenía la mejor energía para seguir adelante. Por
nada del mundo desaprovecharía esa oportunidad, motivo por el
cual, planifiqué un cronograma de actividades y preguntas, donde
analizaba lo que el mundo deseaba al igual que yo, conocer de las
Farc. Grupo que por primera vez, abriría sus puertas para permitir
el ingreso de la prensa.

Al arribar al aeropuerto de San Vicente El Caguán, dos hombres


quienes se encontraban al final de la escalerilla del avión, vestidos
de civil, nos abordaron y me saludaron por mi nombre. Con Germán
notamos que en el bolsillo de la camisa de uno de ellos, tenían una
fotografía mía. En seguida ayudaron con nuestro equipaje.
Por directrices de estos señores, tuvimos que aguardar más de 20
minutos en el terminal aéreo, esperando el automotor que nos tras-
ladaría a un sitio desconocido. Preguntaron si deseábamos comer
algo. Con Germán nos miramos y a la vez respondimos “No gracias
solo preferimos un café”. El nerviosismo solo daba paso al deseo
de fumar. En el instante en que me disponía a tomar el café, llegó
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una camioneta doble cabina, a bordo varios hombres vestidos con


prendas de uso militar y botas de caucho.
Se acercaron a la mesa, saludaron y en actitud respetuosa exten-
dieron sus manos para darnos la bienvenida al Caguán, punto de
encuentro para las reuniones durante el Proceso de Paz.
Inicialmente llegamos a una oficina ubicada a un costado de la
iglesia, pleno centro de la ciudad de San Vicente. Un hombre alto,
de contextura delgada y bigote escaso, vestido con prendas de tono
verde oliva y gorro militar, nos recibió con una amplia sonrisa y
un fuerte abrazo.
Se trataba de Camilo, el ex sacerdote católico que había preferido
cambiar sus hábitos por el uniforme militar, sus hostias por granadas
y la Biblia por un fusil. Se trataba del mismo hombre que había
llamado a RCN y quien en mi primer contacto con las Farc formaba
parte del grupo que se encontraba en la casa de los campesinos.
Camilo, quien realizaba la labor de jefe de prensa y relacionista
público de las Farc, aseguró que por nuestra propia seguridad,
debíamos cambiar nuestros nombres por un seudónimo así como
las camisetas que vestíamos con el logo símbolo de RCN por otras
prendas que nos tenía de regalo con la imagen impresa de los rostros
de Manuel Marulanda, líder de las Farc y Jacobo Arenas.
Recuerdo que de inmediato como respuesta a su sugerencia y reci-
procidad a su amabilidad cambiamos nuestras camisetas, lo mismo
hicimos con nuestros calzados por botas de caucho, pues estas
protegerían mejor los pies y resultarían cómodas para caminar en
la selva; más adelante volví a vestir la camiseta de RCN.
Abordamos la camioneta doble cabina, la cual era conducida por
Jairo Martínez, comandante guerrillero y Jefe de Seguridad en
El Caguán durante el Proceso de Paz. El trayecto fue agradable
mientras transitábamos por carretera pavimentada; pero luego, el
automotor se desplazó por más de tres horas por un camino empe-
drado. Finalmente, llegamos a un campamento guerrillero donde
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nos esperaban con almuerzo de pescado sudado y plátano cocido.


Germán se mostraba no solo nervioso, sino muy asqueado con la
comida la cual fue servida en un pequeño recipiente de aluminio,
poco usual para la gente de la ciudad. Cuando observé su desagra-
dable gesto que podía ofender a los anfitriones, sugerí al periodista
cambiar su actitud, pues no la consideraba apta para el momento y
menos, para el sitio donde nos encontrábamos.
En ese campamento las Farc custodiaban tres niños que serían
entregados en los próximos días a los representantes del Bienestar
Familiar y Comité Internacional de la Cruz Roja, argumentando
que los menores habían recibido entrenamiento militar por parte
del Ejército, a fin de incursionar a los campamentos guerrilleros
para envenenar la comida de los comandantes.
Esa noche en medio de la espesa selva, por primera vez dormiría
en el hogar transitorio de la guerrilla, dentro de una pequeña casita,
o caleta como la denominan ellos, consistente en cuatro delgados
troncos imitando una cama y en su interior, plantas de helecho y
sobre este un plástico negro tendido.
Con mi colega compartimos la pequeñísima cama la cual resultó
bastante angosta no solo para Germán, quien es algo robusto, sino
para mí, porque no podía moverme. Él, susurraba intentando avi-
sar que no tenía sueño y que se encontraba frenético e incómodo,
pero el silencio de la selva permitía que su voz se escuchara por
todo lado.
En horas de la madrugada, por fin logramos conciliar el sueño.
Desperté con los ronquidos de Germán y la luz de una linterna que
alumbraba mi rostro y de paso, me permitía divisar la arborización
y no el resto de caletas. Esta situación me espantó el sueño. Por
un momento creí que se habían marchado y que nos dejaron solos
y abandonados en medio de la selva.
Cuando intentaba despertar a Germán, en medio de la oscuridad
pude observar a Camilo, se encontraba saludando con café en mano.
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Eran las cuatro de la madrugada y todo el personal del campamen-


to estaba listo para continuar su marcha. La única caleta que aun
seguía construida y con gente durmiendo, era la de nosotros. No
imaginábamos que la guerrilla madrugara tanto.
En segundos nos alistamos, nos unimos al grupo subversivo y nos
desplazamos a pie por la selva, en busca de un lugar alterno para
construir su nuevo hogar transitorio.
Este significativo viaje de cinco días en el monte anunciaba cam-
bios en mi vida. Dejaba entrever que, dentro de Colombia, existía
otro país que muy pocas personas en el mundo conocen. Seres que
con errores y aciertos, también con sueños y aspiraciones como
cualquier ser humano.
En el sitio, conocimos un gran número de comandantes de las Farc.
Algunos de ellos, miembros de la comisión temática durante el
Proceso de Paz, como Iván Ríos, Fernando, Jairo Martínez, Andrés
París, entre otros; igualmente, conocimos un joven de excelente
apariencia y modales bien refinados. Situación que a Germán y a
mí nos causó gran curiosidad.
Se trataba de un civil de 17 ó 18 años de edad, recién ingresado en las
filas subversivas con el alias de Sebastián quien más adelante paso
a ser un mando regular en la columna móvil Teofilo Forero y luego,
desertó de la guerrilla entregándose a un batallón del ejercito en Ca-
quetá, falseando que había sido secuestrado por las Farc para luego
partir rumbo a Europa. El joven jamás imaginó que antes de partir El
Caguán, había dejado un retoño de su propia sangre.
Con el seudónimo de Carmen, daba inicio a un trabajo de investiga-
ción netamente periodístico. Sabía que no era tarea fácil ni sencilla
conocer los secretos de la montaña y a sus habitantes; para ello, pre-
cisaba recorrer paisajes desconocidos que aún guardan las huellas del
sufrimiento y dolor de cientos de compatriotas victimas de la guerra.
En aras a realizar una excelente investigación periodística, tenía que
iniciar con ganarme la confianza de los mandos guerrilleros quienes
me tenían en un buen concepto profesional.
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Este primer informe periodístico, abrebocas de mi investigación y


material suficiente para un amplísimo reportaje, prácticamente podía
perder su importancia porque Germán Barrera al arribar a la ciudad
de Neiva, decidió que solo se trasmitiría por RCN radio y en peque-
ñísimos segmentos como noticia poco importante.
Germán se encontraba enardecido conmigo. Sentía que la guerrilla le
había restado importancia; máxime, cuando Camilo, en el campamento
le llamó la atención con voz firme… “Compañero usted mandara en
su casa y en su trabajo pero acá la invitada es Olga y es a quien nos
dirigiremos para toda la información”... Me sentí incómoda con la
situación, y con Germán más aún cuando él, disgustado, dentro del
campamento con tono de voz hiriente y sin tutear dijo… “Usted acá
es tratada como reina parece que todos le corrieran como si fuera la
jefe de ellos”.
Comentario que tomé con preocupación y mucha tristeza, porque
personalmente como periodista y compañera de trabajo suyo, todo lo
compartía, incluso, las informaciones que con tanto esfuerzo yo misma
conseguía para que él luego las facilitara a su novia Jael Peña quien
trabajaba con la empresa rival de comunicaciones CARACOL.
No sospechaba que este era el inicio de la guerra en mi contra. La
peor de todas. La más canalla y sucia ofensiva que se puede ejercer
contra el ser humano. La guerra de la desinformación, la mentira y
el chantaje. Había registrado un primer enemigo visible: mi propio
compañero de trabajo Germán Barrera Castañeda quien, luego de
salir de los campamentos de la guerrilla, en su arribo a la ciudad de
Neiva, de inmediato se desplazó a las oficinas de inteligencia del De-
partamento Administrativo de Seguridad DAS y a la Novena Brigada
del Ejercito, para asegurar de manera irresponsable, mis supuestos
vínculos con la guerrilla.
Luego de algunas semanas con el material periodístico que había
recopilado en los campamentos guerrilleros, personalmente reali-
cé una crónica escrita la cual publiqué el 22 de febrero de 1999 en
el DIARIO DEL HUILA de circulación nacional.
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Con el transcurrir de los años, Germán Barrera admitió su error y
se disculpó por el daño que sus comentarios me habían causado.
Hoy por él no siento ningún resentimiento. Antes todo lo contrario,
un inmenso cariño y admiración. Considero que como ser humano
falló, y sus palabras fueron el resultado de un momento de ira y ani-
madversión profesional. Pero lo que no imagina el mismo Germán,
es que sus comentarios hasta el día de hoy me hacen daño.

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CAPÍTULO III
FRENTE A FRENTE

Se encontraba sentado a un costado del rustico comedor de ma-


dera con una agenda en las manos; la cerró rápidamente dejándola
a un lado cuando alzó su cabeza y observó la puerta. Luego, se
levantó de la silla y se aproximó esbozando una amplia y cálida
sonrisa. … Me encanta que haya venido, soy Raúl Reyes. Así hizo
su presentación oficial, antes de reacomodar sus lentes de aumen-
to, color gris perla y su gorro verde oliva camuflado.
Me invitó a seguir al amplio salón de la gran casona campestre,
custodiada por jóvenes hombres y mujeres, vestidos con ropa mi-
litar y botas de caucho negro. ¿Cómo transcurrió el viaje? ¿Si la
trataron bien? Preguntó amigablemente. Parecía conocerme de toda
su vida; por lo menos, así lo demostraba este saludo donde percibí
el suave aroma de su rostro bañado en loción Jean Pascal.
El impecable uniforme militar, color verde camuflado, destacaba el
blanco de su camiseta que se dejaba entrever en la parte alta de su
pecho, vestida por debajo del uniforme. Calzaba botas tipo militar,
color negro muy bien lustradas.
Estaba sorprendida y quizás algo confusa. ¿Quién iba a imaginar
que frente a mí, se encontraba un hombre de tan alto nivel en la
guerrilla y tan corta estatura? No me explicaba, los motivos y el
por qué este señor requería mi presencia, si lo correcto era que se
reuniera con representantes del alto Gobierno para discutir temas
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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

de política nacional, tras el anunciado Proceso de Paz que inicia-


ría el Presidente Andrés Pastrana Arango y las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia Farc a partir del 7 de enero de 1999
ante la mirada de la opinión internacional.
Esa situación me dejaba estupefacta y porque no decirlo, temerosa.
Siempre había imaginado a los guerrilleros, altos, corpulentos, su-
cios por el trasegar en el monte y con cara de indios malos como los
muestran las películas de Hollywood. Pero Raúl Reyes, resultaba
un ser totalmente opuesto; estatura media, cabello y barba entre
canosa y ordenado en apariencia personal.
Discretamente lo observé en detalle. Sus manos suaves y bien
cuidadas. Actitud amable y respetuosa. Voz dócil entrenasal y
pausada. Su caballerosidad, permitía sentirme cómoda hasta el
punto de llamarlo por su alias. Situación que él mismo sugirió, al
asegurar que de esta manera rompía el muro de concreto que notaba
en nuestra conversación.
El clima motivaba a Reyes beber agua cristal en abundancia. Ni las
gruesas paredes de hormigón de la casona campestre, pintadas con
cal blanco, lograron refrescar el ambiente sofocante y húmedo que
mezclado con su perfume, dejaba una atmósfera de yerba mojada
aromatizada. Su saludo había transmitido una sensación de con-
fianza y tranquilidad, contrario a lo que puede experimentar toda
persona frente a un militar guerrillero y más en las condiciones que
yo me encontraba: sola y lejos de casa.
Mil cosas pretendí preguntar, pero no era tan sencillo hacerlo.
Reyes limitaba mis preguntas cada instante, con uno y otro inte-
rrogante. No sabía cómo y por cuáles motivos fui contactada para
este inesperado encuentro, que debía aprovechar al máximo con
exclusivas informaciones periodísticas. Máxime, cuando los medios
de comunicación nos encontrábamos atentos a toda información
concerniente al futuro de Colombia y lo relacionado con las Farc.
No había pasado mucho tiempo, de haber conocido la misiva que
había enviado al Congreso de la República, Manuel Marulanda
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OLGA CECILIA VEGA C.

Vélez, ex líder de esa organización, solicitando, aprobaran un pro-


yecto de ley que permitiera el canje de militares, por guerrilleros
presos. Personalmente pretendía por todos los medios, indagar la
lista de militares que se encontraban en poder de esa guerrilla y esa
imprevista reunión, resultaba oportuna para obtener la exclusiva.
Sus palabras dejaban entrever el sueño por construir un nuevo país,
en aras de la igualdad social con una vida digna para los colombia-
nos; tema que le apasionaba a tal punto, que le permitía elevar su
voz con total apasionamiento, hasta el punto de parecer un político
en campaña y fruncir su ceja izquierda en donde se percibía una
pequeña cicatriz.
¿Cuéntame como se encuentra Gilberto? Respondí con otra pre-
gunta ¿Cuál Gilberto? Raúl continuó… ¿No me digas que no
conoces al padre de tu esposo con quien compartes casi a diario en
Neiva?... Estaba como en shock y muy extrañada… ¿Luego conoce
a don Gilberto?... Pregunté. ¡Claro que si desde hace muchísimos
años! exclamó Reyes. Luego agrego diciendo… “Como me gus-
taría volver a verlo”… “por tu suegro siento un gran aprecio y
admiración como a muy pocos políticos en este país, hace mas de
20 años que no lo veo porque en ese tiempo yo era un civil”. Deseo
de Raúl que nunca se cumplió, porque don Gilberto no dispuso de
tiempo para ningún encuentro.
Reyes se mostraba feliz, a tal punto que recordó varias anécdotas
y etapas cuando vivió en la ciudad de Florencia y el municipio El
Paujil en la región del Caquetá… “teníamos un grupito de cono-
cidos que nos reuníamos algunas veces en la cafetería el Cortijo
y otras en una frutería Andaluz si mal no recuerdo… todo era
con el propósito de hablar de política tras la excusa de un tinto”.
Reacomodó nuevamente sus lentes y tomando un poco de agua,
continuó hablando… “Tu suegro era un hombre muy humano y
fascinante orador de los pocos políticos honestos que ha tenido
este país, yo intentaba imitarlo pero era muy tímido y solo me
limitaba a escuchar sus conocimientos políticos, tiempos aquellos
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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

que nunca volverán…”.


Aseguró que una vez comprobó mi lazo familiar con don Gilberto
y mi estilo periodístico con el que informaba la problemática de
Colombia, ordenó a la guerrilla me contactara en dos oportuni-
dades: luego de mi primera reunión con integrantes de las Farc,
Reyes había indagado en detalle como transcurrió el encuentro y
se basó en esa información, para ordenar me contactaran de nuevo
y conocerme personalmente.
Tomé el vaso de vidrio entre mis manos y bebí un poco de gaseosa
con sabor a manzana. Él tomo agua y sugirió alistarnos para la
cena que ordenó preparar a fin de celebrar el encuentro… Estas
reuniones con gente que uno desea conocer no se dan todos los
días... exclamó. Luego escribió algo en su agenda de anotaciones,
sin dejar de asegurar que estaba motivado por conocerme (palabras
que me sorprendían en sumo grado). Preguntaba muchas cosas
sobre mi vida personal y laboral, como si le interesara saber cada
detalle de mi mundo. Situación que hasta el día de hoy no logro
comprender.
No supe qué responder, si agradecer o preocuparme por tanto halago
y amabilidad. Todo pasaba por mi cabeza al escuchar su exaltación.
Cualquiera que hubiese apreciado su impecabilidad física, podía
imaginar que se había acicalado para un encuentro amoroso. Pero
mas adelante, comprobé que su pulcritud personal formaba parte de
su diario vivir y con mayor énfasis cuando asistía a reuniones.
De cierta manera, experimentaba un aire de nerviosismo pero a la
vez, estaba agradecida con Dios y la vida. Esa oportunidad en mi
profesión, muy pocos periodistas podían lograr. Pregunté que tanto
conocía de mi vida y con quien había obtenido la información de
mi lazo familiar, don Gilberto.
“Nosotros cuando nos proponemos algo todo lo averiguamos y con-
seguimos” respondió con una evasiva sonrisa. Ante esa respuesta, no
consideré conveniente entrar en mayores detalles. Sabía que estaba

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frente a alguien con gran poder en la guerrilla y de cierta manera,


me producía recelo y desconfianza pese a su sutil amabilidad.

Hablaba de la problemática del país y pese a mostrar un gran


optimismo con el Gobierno de Pastrana y el proceso de paz que
emprenderían, pero dejaba entrever cierto aire de desconfianza a la
negociación, “Lo importante es que los gringos no metan su nariz
en esta negociación para querer manipular el proceso porque eso
no lo vamos a permitir, mandamos todo pa el carajo”… Aseguraba
una y otra vez.
Comento que recientemente, había sostenido una importante reunión
con el ex ministro Álvaro Leiva Duran y destacados representantes
gubernamentales lo cual consideraba muy importante. Insistía y
afirmaba que las Farc mas temprano que tarde, lograrían el poder.
Reyes se refería a Álvaro Leyva con admiración. Luego continuó
hablando de la problemática del país con el narcotráfico y sobre
el anterior gobierno. Aseguraba que Samper era el narcotraficante
mas reconocido y falso que teníamos los colombianos. Luego de
un amplio comentario histórico de Colombia, demostrando su co-
nocimiento político, preguntó si personalmente conocía al Doctor
Leyva, lo cual respondí que no había tenido la oportunidad de
entrevistarlo.
Al escucharlo hablar sobre la problemática colombiana, alisté mi
grabadora e inmediatamente solicité una entrevista exclusiva para
RCN pero se negó enfáticamente con una amable sonrisa… “Para
ello existiría todo el tiempo del mundo, puesto que podemos re-
unirnos frecuentemente en el lugar donde se llevaran a cabo los
diálogos…”. Muy confusa sin haber obtenido la entrevista perio-
dística, entonces pregunté para que había organizado esa reunión.
Respondió que nuestro encuentro en primer lugar, tenía como ob-
jetivo conocerme y de paso, solicitar mi colaboración profesional
para que los informes periodísticos sobre el Proceso de Paz que se

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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

transmitieran en RCN se realizaran con total seriedad y objetividad,


sin manipulaciones de nadie.
Precisaba el apoyo no solo de los medios de comunicación, sino de
la sociedad en general, punto importante para que su causa se hiciera
posible y de esta manera, los colombianos recuperáramos la paz.
Comentario al que respondí afirmando, que un buen periodista
se limita a informar con veracidad y objetividad, sin ser parte
de ninguna fuente de información.
Le aclaré que personalmente no asistiría al lugar donde se llevarían
a cabo los encuentros entre el Gobierno y Farc pese a encontrarme
trabajando cerca a la zona de distensión (sitio de encuentro para
las negociaciones). Enfaticé que esos eventos, generalmente los
cubrían periodistas que enviaban desde la ciudad de Bogotá, desig-
nados por D. Juan Gossaín, Director Nacional de Noticias (sonrío
irónicamente y denotó cierta incredulidad).
Luego, Raúl Reyes recordó a Jairo Tarazona periodista de RCN
Bogotá y se refirió a él como un informador prepotente e intran-
sigente. Aseguraba que los reporteros, en su mayoría se dejaban
manipular del sistema gubernamental, porque se comprometían
con los gobiernos de turno.
Comentarios que recibí con bastante desagrado y recelo; objeté que
absolutamente todos los periodistas de RCN éramos profesionales
imparciales, en especial Jairo Tarazona por quien siento gran ad-
miración y respeto. No me gustó para nada ese comentario contra
mi colega de trabajo.
Eran las nueve pasadas, cuando Raúl observó el reloj que usaba en
su muñeca izquierda. Para ese entonces, no usaba la argolla matri-
monial. El tiempo había transcurrido rápidamente. Tomó entre sus
manos su agenda con tapa en cuero negro, la puso bajo el brazo
y se paró de la silla colgando su fusil al hombro. Luego, caminó
despacio por el amplio salón, se detuvo para observar detallada-
mente un cuadro, en donde se apreciaba un paisaje colombiano

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plasmado sobre un óleo de matizados colores. Sonrío ¡Tenemos


que luchar por nuestra bella Colombia que está reflejada en esta
pintura! exclamó.
Las paredes pintadas con cal blanco estaban cubiertas con cuadros
paisajísticos de artistas desconocidos; otros, eran simples serigrafías
no autografiadas de autores de gran popularidad. Aquella hacienda
en medio de la llanura selvática, surcada de grandes ríos y habitada
por campesinos y gente educada, era la oficina y centro de recepción
de Raúl Reyes. Allí, compartí con él por más tres horas una amplia
charla, acompañada de agua, comida, gaseosa y café aunque estas
últimas dos bebidas Reyes no las consumía.
Debido a las entradas horas de la noche, me vi obligada a pernoctar
en el apacible lugar, que minuto a minuto fue convirtiéndose en
un mágico y encantador escenario, cuando una lluvia de estrellas
iluminaba el ventanal con marco de madera de la habitación donde
pretendí descansar.
La noche transcurrió rápidamente, no logré conciliar el sueño pen-
sando en la conversación sostenida con Raúl Reyes y reflexionando
sobre la manera que la guerrilla me contactó hasta llegar a ese sitio.
Recordaba las inesperadas llamadas telefónicas que recibí en mi
oficina de RCN Neiva. Una de ellas, había sido a finales de 1998. Se
trataba de un hombre con voz juvenil y acento medio apaisado quien
se identificó como Manuel. Cuando el hombre confirmó que yo era
Olga Cecilia Vega la persona a quien buscaba, se identificó como
miembro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia
Farc. Inmediatamente, recordé el encuentro que días antes había
sostenido con integrantes de las Farc y la forma que me contactaron.
También, había sido a través de un llamado telefónico, pero en esa
ocasión a mi residencia, número que muy pocas personas obtenían
debido a la privacidad de mi hogar.
En esa oportunidad, pensaba que se trataba de alguien conocido
que deseaba jugarme una mala pasada. Para ese entonces, cuando el
emisario de la guerrilla se identificó como miembro revolucionario,
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de modo irónico y muy incrédula, sonriendo respondí “Entonces


comuníqueme con Tirofijo” así se le apodaba al anterior máximo
líder de esa organización.
Ahora existía un nuevo contacto telefónico y alguien precisaba otro
encuentro… “Señora le envían muchas saludos y alguien necesita
hablar con usted, no se preocupe que no va a demorar mucho en su
viaje es muy rápido y se trata de alguien muy importante”. De inme-
diato pregunté quién me necesitaba y si se trataba de acudir al mismo
sitio donde había viajado la primera vez (territorio del Tolima).
El hombre dijo que a ese lugar no, que ahora, debía viajar a
una zona retirada y que tratara por todos los medios de asistir,
porque convenía para mi trabajo periodístico más de lo que yo
imaginaba. Una y otra vez intenté preguntar con quién sería este
nuevo encuentro, pero me respondía que por ese medio no podía
informar nada.
Solicité se volviera a comunicar al día siguiente, porque necesitaba
organizar mis horarios de trabajo. En RCN laboraba de lunes a
sábado e incluso, los días domingos si se registraban hechos tras-
cendentales en la región.
Ausentarme del departamento del Huila, región ubicada al sur de
Colombia, podía acarrear problemas en mi trabajo, en caso que
algo llegara a sucederme para ello, precisaba la autorización de
D. Juan Gossaín. Este encuentro clandestino con la guerrilla no
podía justificarlo ante mi superior. Así mismo, consideraba que
de realizar el viaje, sería bastante riesgoso por la gente con la
que me volvería a reunir. Estas personas, no eran visibles ante la
sociedad y podía originar problemas futuros en mi vida con las
fuerzas militares.
El emisario de las Farc al día siguiente nuevamente se comunicó,
de manera convincente, aseguraba que alguien de la guerrilla estaría
atento de mi llegada en el sitio que me iba a indicar. Aun así, no
me sentía segura para viajar y de nuevo buscaba excusas para no

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hacerlo, pero este hombre aseguraba una y otra vez que resultaría
muy positivo para mi trabajo.
Finalmente, logré combinar mi viaje para ese sábado. Debía despla-
zarme hasta la ciudad de Florencia Caquetá e ir vestida de manera
que fuera reconocida. Al arribar al aeropuerto, fui abordada por una
pareja quienes se identificaron con un santo y seña que yo misma
exigí. Luego, durante casi seis horas viajamos a bordo de una ca-
mioneta doble cabina. La mitad del trayecto se realizó por carretera
pavimentada y luego por una polvorienta y estrecha trocha.
Preguntaba insistentemente quién aguardaba por mí, pero lastimo-
samente ni la misma pareja tenía idea quiénes se encontraban en el
punto de encuentro. Solo acataban la orden de alguien de las Farc
para que me recibieran en el terminal aéreo de Florencia y luego,
me trasladaran al sitio de reunión. Era obvio que estas personas
pertenecían a la organización guerrillera y, quizá, realizaban labores
urbanas.
Durante el largo y agotador viaje fui muy bien tratada, la mujer
portaba un pequeño maletín negro de lona, el cual contenía enlata-
dos, galletas, cigarrillos y dulces. También llevaban varias botellas
de agua cristal y algunas cervezas que se calentaron con el motor
de la camioneta.
En este segundo viaje, paradójicamente me sentía más nerviosa que
en el primero. En esta oportunidad, me estaba alejando demasiado
de mi sitio de residencia y de nuevo me encontraba con gente
desconocida.
En mi primer encuentro con los representantes de las Farc me sentía
bastante alterada, pero era más fuerte mi curiosidad y ambición de
obtener noticias que cualquier otra cosa. Sabía que exponiendo mi
vida, lograría un nuevo y valioso informe periodístico.
Personalmente considero que estos contactos con la guerrilla
significaban un triunfo periodístico, porque de esta manera, lo-
graría informar antes que otros periodistas todo lo referente a los
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preacuerdos entre Pastrana y la organización revolucionaria. Se


trataba de gente que no había dado la cara al mundo, durante años
oculta en el monte.
El primer encuentro que se llevó a cabo en un paraje rural del
municipio de Palermo, Huila, límites con el Departamento del
Tolima. Viajé sola, y luego acompañada de dos guerrilleros vesti-
dos de civil, hasta una pequeña finca rodeada de montañas donde
aguardaba un reducido grupo de campesinos y algunos hombres
vestidos con botas de caucho, poncho y mochila terciada; escoltas
de Adán Izquierdo, comandante y portavoz del Secretariado de las
Farc a quíen habían ordenado contarme para que informara que la
guerrilla habían realizado acuerdos políticos con Andrés Pastrana
Arango, antes de su elección presidencial y requerían del apoyo de
los medios de comunicación para las informaciones del proceso de
paz con gran objetividad.
Todo indicaba que el grupo subversivo estaba captando periodistas
con antelación a los diálogos, para que se informara con veracidad y
sin tintes ni manipulaciones de absolutamente nadie, según ellos.
Para este segundo encuentro con las Farc, pese al infinito apoyo
que siempre mi esposo demostraba, se opuso rotundamente porque
lo consideraba muy peligroso. Aún así, viajé y de paso, advertí que
absolutamente nadie podía enterarse. Pero en caso que algo me
sucediera, de inmediato informara a las autoridades. Se trataba de
un riesgo que debía correr y esto forma parte de mi profesión de
periodista, dejando a un lado el falso señalamiento que las mujeres
somos el sexo débil.
El agotador desplazamiento al lugar incierto, se había hecho ex-
pectante y abrumador, hasta que llegamos al sitio de encuentro en
avanzas horas de la tarde. Me sentía angustiada y muy nerviosa,
porque en ese preciso instante no tenía la menor idea con quien me
iba a encontrar. Esa preocupación se acentuaba, cuando pensaba
que debía regresar de inmediato a la ciudad de Neiva para organi-
zar el noticiero del lunes siguiente, pero intentaba tranquilizarme
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cuando pensaba que la exclusiva de la noticia sería el resultado de


ese inesperado viaje. Luego explicaría a RCN como había logrado
la información. Tan solo tenía que esperar con quien me reuniría y,
de esta manera, anotaría un punto periodístico a mi favor.
Cuado arribé al inesperado lugar y descendí de la camioneta. Pude
observar que había llegado a una finca muy bien organizada, con
algunos automóviles tipo campero y dos camionetas de estacas
estacionadas a un costado de una bonita casona.
La amable mujer que me acompañaba, me solicitó la siguiera
hasta el interior de la casa donde había un amplio comedor. En el
instante que me dispuse a ingresar, observé varios hombres y jó-
venes mujeres con fusil en mano, vestidos como militares. Hecho
que me causo gran temor pese al amable y respetuoso saludo de
todos. Mis piernas temblaban sin control y casi me imposibilitaba
caminar normalmente.
Mi mente registraba lo peor. En el encuentro anterior con la gue-
rrilla, la gente vestía de civil, hecho que me había tranquilizado un
poco, pero en esta oportunidad, mis manos transpiraban profusa-
mente al observar hombres armados y calzados con botas de caucho
color negro. Me detuve en la puerta del amplio comedor cuando la
mujer me hizo aguardar, enseguida observé aquel hombre de barba
entrecana que me saludó con un efusivo abrazo.
A primera hora del día siguiente, me alisté para partir rumbo a la
ciudad de Florencia y luego a Neiva. Al despedirme, observé que
no había ni un solo uniformado guerrillero. Todo indicaba que Raúl
Reyes y sus hombres, habían abandonado el lugar en horas de la
madrugada o quizá, en el preciso instante que ingresé en la habita-
ción para intentar descansar. Luego, abordé la misma camioneta que
me transportó al sitio, me llevó de nuevo acompañada de la pareja
quienes ahora me trataban con mayor amabilidad y confianza.
¿Como podía imaginar que a partir de ese encuentro con Raúl
Reyes mi vida se vería entrelazada a la suya? La amistad que nació
de las tantas exclusivas entrevistas periodísticas, en las tupidas y
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silenciosas selvas colombianas bajo el lumbral de cientos de estre-


llas testigos de nuestras largas conversaciones, con el transcurrir
del tiempo, cambiarían mi destino hasta el día de hoy. Quizá llegó
el momento para empezar hablar, aunque el dolor azote y la noche
llegue.

Mi profesión en el periodismo y creencia en Dios, me enseñó


el respeto a la vida y al ser humano sin importar su condición
ideológica, raza o religión.

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CAPÍTULO IV
RAÚL REYES
LA VERDADERA HISTORIA

E
“ res pequeña pero tienes la fortaleza de un varón” Así, Raúl
Reyes se refería a mí cuando le controvertía mil cosas de su ideo-
logía y accionar militar. Situación que me permitió conocer un
poco más aquel rebelde hombre, que un día cambió su estilo de
vida para formar parte de un ejército del pueblo y morir por su
propia causa en la inmensa casa verde como el mismo denomina-
ba la selva.
En 1948, año que las masas populares sufrían la violencia bipartidis-
ta en Colombia consecuencia del asesinato del caudillo liberal Jorge
Eliécer Gaitán, un significativo número de ciudadanos capitalinos
intentaban despejar su atención política hacia el lado deportivo,
celebrando el primer torneo de fútbol profesional colombiano.
Entre tanto, el 30 de septiembre del mismo año, en una pequeña
población conocida como la Plata, Huila, al Sur de Colombia, en
una vieja casona un matrimonio de clase media, conformado por el
trabajador agrícola Luis Antonio Devia y la docente escolar Aura
María Silva, recibían su tercer hijo el cual llamaron Luis Edgar
Devia Silva.
El año del nacimiento de ese pequeño parecía predestinar sus agi-
tados 59 de vida. En ese tiempo, Colombia atravesaba el periodo

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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

más violento de su historia: masacres a los seguidores del Partido


Liberal, personas mutiladas de piernas, brazos y ojos. Mujeres vio-
ladas y luego descuartizadas con machete. El éxodo de cientos de
familias desterradas de los humildes municipios como consecuencia
de la lucha política entre liberales y conservadores. Episodios que
señalaron y marcaron la vida del recién nacido.
Esa etapa de la Violencia (300.000 muertos), tocó las puertas de
la familia Devia Silva, partidarios de una política liberal gaitanista
con un ímpetu revolucionario. Tras el temor de ser masacrados,
decidieron abandonar su tierra, pequeño negocio de venta de víveres
y partir rumbo a la ciudad de Florencia, capital del Caquetá.
Luis Édgar era un jovencito retraído y callado, obediente a las ór-
denes de sus padres y creyente en Dios, pero influyó notablemente
en su vida, la carencia económica con una amplia necesidad de
las cosas básicas en el hogar y las historias de violencia narradas
por sus progenitores. Relatos que le motivaron a indagar sobre la
historia de Colombia.
Al cumplir 16 años de edad empezó a inquietarse por lo clandestino
y prohibido. Aquellos volantes de inconformismo social que escri-
bían miembros de la Juventud Comunista y que llegaban a manos
de los estudiantes del colegio Juan Bautista Migan en la ciudad
de Florencia, Centro educativo donde estudiaba. Le abrieron a un
pensamiento rebelde de un iluso mundo comunista.
Para ese entonces, Luis Édgar en sus horas libres de estudio, tra-
bajaba de mandadero en una droguería. De esta manera ayudaba
al sustento personal y familiar. En su sitio de trabajo, conoció
personalmente algunos integrantes de la juventud comunista co-
lombiana (Juco) quienes iban a comprar a la droguería. A partir de
ese momento, hizo parte del movimiento y se interesó por estudiar
las filosofías de Carlos Marx, Lenin y a escudriñar un poco más
sobre la historia de Colombia.
A inicios de la década de 1970, luego de graduarse de técnico
medio con especialización agropecuaria, se vinculó como emplea-
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OLGA CECILIA VEGA C.

do de una reconocida empresa transnacional de productos lácteos,


donde participa en el sindicato de Cicolac. Empresa donde traba-
jaba para el sustento de su propio hogar constituido legalmente
desde 1973 con María Hilda Collazos. Luis Edgar, radicado en la
capital del Valle del Cauca, decidió iniciar un trabajo clandestino
con el Partido Comunista Colombiano (PCC). Luego, regreso al
departamento del Caquetá y se instaló en el municipio El Donce-
llo. Lugar donde continúo trabajando en la compañía colombiana
de alimentos y lácteos Cicolac, desempeñando el cargo de opera-
dor logístico.
Las extenuantes jornadas laborales le merecían un descanso, pero
este espacio de tiempo en vez de hacerlo en compañía de su fami-
lia, lo aprovechaba en reuniones con sindicalistas y políticos de la
región; tertulias que realizaba durante largas horas con el pretexto
de tomar un café, pero que conllevaba a una sola finalidad, hablar de
temas políticos y de la problemática del país. Extensos encuentros
realizados en la cafetería el Cortijo o en la frutería Andaluz.
Con el transcurrir del tiempo, su perfil de hombre parco de palabra
y sonrisa amable, fue cambiando por una posición radical, con la
que desarrolló una intensa labor en defensa de los intereses de
los obreros. La ejecución de sabotajes a la producción y entrega
del lácteo, sumada las prolongadas huelgas con reclamos masivos,
permitió a Devia Silva como dirigente sindical, ganar el aprecio
de sus compañeros y el odio del patronal. Hecho que determinó su
perfil revolucionario y posición adversa a la burguesía.
De esta manera, fue nombrado presidente del sindicato de Cico-
lac- Nestlé. Situación que le trajo problemas de hostigamiento,
seguimiento y amenazas no solo a su vida, sino a su familia y
compañeros leales quienes fueron asesinados por derechos colom-
bianos. Gracias a su abnegado trabajo sindical, reclamando con-
diciones laborales que el patronal imponía a los trabajadores y su
nombramiento como Secretario General del Partido Comunista, le
permitió viajar clandestinamente a Berlín Oriental, en representa-
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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

ción del Partido. Allí, durante más de dos meses recibió adiestra-
miento político.
Luego de entregarse enteramente a la causa social, como miembro
activo del partido comunista, Luis Édgar Devia en busca de la
apertura democrática y en compañía de Luciano Marín Arango, alias
“Iván Márquez”, trabajó en el desenvolvimiento del llamado Frente
Democrático que incluía a los comunistas y al Nuevo Liberalismo
que conducían Luis Carlos Galán Sarmiento y Rodrigo Lara Bonilla.
En su intento por encontrar opciones de cambio favorables al pue-
blo, Devia Silva, alcanzó un escaño en la política de Colombia como
Concejal del municipio El Doncello, Departamento del Caquetá, en
donde trabajó durante dos años en la corporación edilicia.
A finales de la década de 1970 ante el acoso de la dictadura del
entonces presidente Turbay Ayala, siendo asediado continuamente
por miembros del Ejército colombiano, sumado la represión, gue-
rra sucia y la hostilidad del Estado, no le dejó otra alternativa que
la de la lucha armada, no tuvo otro camino que el de ingresar a las
filas guerrilleras donde había colaborado anteriormente en el área
urbana y de forma clandestina, realizando trabajos de expansión
política revolucionaria mientras trabajaba en Cicolac.
La rápida decisión, lo obligó a abandonar su vida de hombre civil,
casa en El Doncello y lo más importante… a sus dos pequeños
hijos Ariel Robespierre y Lida Carmenza y su esposa María Hilda
Collazos quien tuvo que enfrentar la soledad y sacrificarse como
mujer para lograr sacar sus hijos adelante prácticamente sola.
Luis Édgar Devia Silva, emprendió un nuevo rumbo con nombre
diferente…“Raúl Reyes”. Transitando las trochas de la selva, con
una filosofía marxista-leninista y un inesperado y profundo adoc-
trinamiento militar, basado en un estatuto, reglamento de régimen
interno militar y normas internas disciplinarias y de comando.
Su paso a la lucha armada en la que esta inmersa las Farc-EP des-
de el 27 de mayo 1964, desarrollando su guerra de resistencia,

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de manera interrumpida iniciada por 48 rebeldes; 46 hombres y 2


mujeres, en Marquetalia (Tolima), ante la agresión del Estado y el
establecimiento y que fue continuada por los diferentes gobiernos
se inicia en la vida de Reyes como integrante de la cuadrilla 3 del
frente 14, con accionar en el Sur del Huila y Norte del Departa-
mento del Caquetá.
Raúl Reyes como combatiente guerrillero ayudó a la creación de
varios frentes de las Farc y contribuyó en la formación de múltiples
cuadros y nuevos militantes. En cumplimiento de los planes, colabo-
ró en la fundación del Bloque Sur y luego, por decisión del Estado
Mayor Central, fue designado comandante del mismo bloque. Uno
de los más altos escalafones en la vida de un revolucionario, que
si bien lo comparamos con el rango de un militar del Ejército de
Colombia, vendría a ser como un Brigadier General.
La década de 1980 fue significativa para su vida. A inicios de esta,
demostrando su devoción absoluta a la causa y obteniendo apoyo
dentro de los altos mandos, en compañía de Alfonso Cano participó
en la VI Conferencia Guerrillera, donde mostró un nuevo modelo
de liderazgo. Su participación no solo le benefició en el campo
político revolucionario, sino en su vida personal.
Sus ideales por una misma causa, fue el lazo para el inicio de una
amistad con Liliana López Palacio, conocida con el alias de Olga
Marín, quien se convirtió en su compañera de lucha revolucionaria y
mas adelante, en su compañera sentimental. Aspecto que le motivó a
soportar el trasegar de la selva e idealizar nuevas estrategias a favor
de la guerrilla que fueron expuestas mas adelante en conversaciones
con el gobierno colombiano.
La capacidad intelectual, liderazgo y compromiso contra las po-
líticas estatales que Reyes promulgaba, le abrió paso a diseñar el
“Plan Estratégico para la Toma del Poder”. Tarea designada por
Jacobo Arenas, la cual fue reconocida por el máximo líder rebelde
y más adelante, le mereció un puesto en el Estado Mayor Central
de las Farc.
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A partir de su nombramiento, Reyes consolidó la confianza con su


comandante en jefe, a quien presentó una estrategia política por
la paz, que supuestamente permitiría poner fin al largo conflicto
armado en Colombia. Luego de la aprobación del pleno del estado
mayor, Reyes precisó para la ejecución del proyecto, realizar un
consenso de diálogos y negociaciones con el movimiento revolu-
cionario 19 de Abril M-19.
De esta manera, las dos organizaciones rebeldes tanto Farc como
M-19, lograron consolidar un acuerdo bilateral, que fue pactado
con el presidente colombiano Belisario Betancur Cuartas, consis-
tente en una tregua de cese de hostilidades y operaciones militares.
La estrategia, había sido considerada con el nuevo gobierno, tras
valorar la coalición política de miembros del partido conservador
y partidos independientes como la Alianza Nacional Popular, Ana-
po, y un grupo disidente del liberalismo que permitió la elección
presidencial de Betancur.
El 28 de marzo de 1984, Raúl Reyes como integrante del Estado
Mayor Central de las Farc formó parte de las firmas, donde el pleno
ampliado en una reunión con los jefes de los 27 frentes existentes
en ese entonces, decretó cese al fuego a todos los frentes, columnas,
compañías y guerrillas en el país, como parte de las negociaciones
firmadas con el Gobierno de Belisario Betancur. Tregua bilateral
de Paz, conocida como los Acuerdos de La Uribe.
El cese de hostilidades que posteriormente también fue firmado
por el Movimiento 19 de abril (M-19) y el Ejército Popular de
Liberación (Epl), supuestamente tendría un año como periodo de
prueba, para que los integrantes de la guerrilla se organizaran po-
lítica, económica y socialmente, según los beneficios que otorgara
el Gobierno, considerando que las Farc, de igual forma, realizaron
otra propuesta consistente en la creación de un nuevo movimiento
político, denominado Unión Patriótica (UP).
Lastimosamente este sueño de Reyes fue truncado, porque antes que
las partes llegaran a finiquitar alguno de los convenios pactados,
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el proceso terminó al generalizarse atentados que cobró la vida de


varios de los militantes del M-19, entre ellos, comandante Iván
Mariano Ospina. Situación que indignó a las guerrillas y decidieron
por la ruptura de los acuerdos, desatando una escala de acciones
violentas en varias ciudades de Colombia con enfrentamientos al
Ejército Nacional.
Esa lucha armada en vez de aniquilar la fuerza de los revolucio-
narios, fortaleció su accionar militar e ideológico con la creación
de un partido político UP -Unión Patriótica-. De esta manera, el
gobierno no deslegitimaría a la guerrilla como pueblo alzado en
armas y como actor político.
El nuevo movimiento participó del proceso democrático en 1986,
enfrentando a los dos tradicionales partidos políticos de Colom-
bia: Liberal y Conservador. La voz revolucionaria en las urnas,
abría un nuevo camino hacia la paz con la mayor votación que un
partido de izquierda haya alcanzado en la historia colombiana; el
sorprendente apoyo de las masas populares entrego 328.756 votos
en las elecciones presidenciales con 9 curules en el Senado y 8
en la Cámara de Representantes. 24 representantes en Asambleas
Departamentales y 335 concejales en todo el país. Las Farc tenían
puestos los dos primeros congresistas, elegidos como suplentes
Iván Márquez y Braulio Herrera.
La UP se convertía en la amenaza política para los partidos tradi-
cionales y objetivo militar de la CIA. Más de tres mil miembros de
la Unión Patriótica fueron masacrados a manos de grupos paramili-
tares hasta el exterminio del partido. Luego, la ofensiva y victorias
militares de las Farc permitieron a los subversivos con pensamiento
político, convertirse en líderes de la organización.
Como delegado de las Farc, Raúl Reyes, inicia una serie de cortos y
clandestinos desplazamientos por países de America Latina, Centro
América y Cuba. Isla donde consolidó lazos amistosos con el ex
presidente Fidel Castro y el actual, Raúl Castro, quien le adoctri-
nó política y militarmente. En sus desplazamientos Reyes viajaba
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utilizando documentos con su propia identidad, pero protegía su


humanidad, con otro pasaporte con el nombre de Germán García.
Recurría a terminales Aéreos de países fronterizos como Ecuador
y Brasil, para no ser rastreado en sus movimientos.
Es hora del regreso a su amada Colombia. Como su más importante
equipaje, Reyes trae pegado a flor de piel la doctrina marxista, con
un ímpetu renovado para adiestrar a sus cofrades y transmitir los
viejos nuevos conocimientos.
Con más verborragia y diferentes matices, decide aceptar toda la
admiración que Olga Marín le demostraba luego de ser atrapada
por su impronta y osadía. La nueva relación se iba consolidando
poco a poco tras largas horas de charlas doctrinarias y anécdotas
de sus viajes. Esta pareja, fue tomando mayor fuerza sin que pasara
demasiado tiempo para que fuese una unión prolífica. Olga sella
su compromiso sentimental con Raúl dándole a este, un regalo de
su simiente. Un niño a quien llamaron Yefry.
Indiscutiblemente los años 80 y 90, fueron décadas reveladoras
para la vida personal y guerrillera de Raúl Reyes. A partir de la
VIII Conferencia Nacional de Guerrilleros de las Farc, Reyes fue
elegido como responsable en la creación de la Comisión Político-
Diplomática de la organización guerrillera. Tarea que consistía
en dar a conocer a las Farc internacionalmente a través de una
comisión especial de guerrilleros, llevando la propuesta de paz
con justicia social y las denuncias sobre el terrorismo de Estado
que azota a Colombia. A raíz de esta labor, se le conoce como “El
Canciller de las Farc”.
En 1991, acompañado de varios integrantes de guerrillas, agrupadas
en la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar -Cgsb- Raúl Reyes
viaja a Caracas para participar de la ronda de conversaciones con
el Gobierno del presidente colombiano César Gaviria Trujillo y en
1992, viaja a Tlaxcala, México, a fin de proseguir con la ronda de
conversaciones.

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Entre tanto, cuando se aproximaba a sus cincuenta años de edad,


el comandante guerrillero, recibió su cuarto hijo de los cuatro que
reconoció legalmente. Olga Marín dio a luz una niña, Andrea. Hija
menor de esta unión, sin estar casados legalmente. Relación que
duró hasta el año 2000 luego de un intenso trabajo en equipo con
la comisión Internacional.
Liliana López Palacios, su nombre de pila, no sería la última mu-
jer en la vida de Reyes, pero si dejaría marcas imborrables en su
memoria y corazón y en las acciones de las Farc. Su compromiso
sentimental con Raúl Reyes y audacia intelectual, sirvieron para
escalar rápidamente en la guerrilla hasta ganar la admiración, con-
fianza y respaldo del máximo líder Manuel Marulanda Vélez, quien
autorizó su participación en la Comisión Internacional.
Esta confidencialidad entre el Comandante en Jefe y la guerrillera
llegó a tal punto, que Marulanda permitió como estrategia política de
las Farc y por sugerencia de Raúl Reyes, que Liliana López Palacios
utilizara su alias, el verdadero apellido del máximo líder… “Olga
Marín”. A partir de ese momento y como pericia revolucionaria, se
convertía en la embajadora de la guerrilla y aparente hija de Manuel
Marulanda sin serlo.
Estrategia consolidada, cuando se decidió que Olga Marín debía
viajar a Cuba, a fin de recibir adiestramiento en cátedra política
y, más adelante, realizara trabajos diplomáticos en nombre de las
Farc en países de Centroamérica, Europa y México con diferentes
propósitos, como el desarrollar un trabajo de información con las
fuerzas sociales de cada país para dar a conocer las políticas de la
organización.
Olga Marín hacía un trabajo de relacionista sin que realizara ac-
ciones de combatiente, debido a que padece de artritis reumatoide,
caracterizada por la inflamación crónica de las articulaciones,
dolencia que le imposibilita permanecer largas temporadas en la
selva y por ese motivo, Raúl Reyes prefirió que ella, hiciera labores
urbanas con relaciones públicas internacionales.
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En el país azteca, en compañía de Marco León Calarcá, fijó su


residencia por un largo periodo, a fin de establecer contactos con
grupos políticos de izquierda que permitieran consolidar una red de
apoyo para las Farc y de paso, impartir a los jóvenes universitarios,
cátedra política sobre Simón Bolívar.
Mientras Calarcá quedaba encargado de la oficina en México, Olga
Marín visitaba Europa para ampliar la red de contactos directos con
el movimiento revolucionario vasco Eta. Con partidos comunistas,
políticos y ONG quienes hicieron significativos aportes económi-
cos a las Farc. De igual forma, creó la agencia de noticias Anncol,
bajo su coordinación. Mientras Raúl Reyes dirigía desde la selva
colombiana la revista Resistencia Internacional.
Los fuertes contactos que Raúl Reyes consiguió en Europa y su
frecuente comunicación con representantes de algunos gobiernos
del viejo continente a través de Olga, posibilitó a las Farc, obtener
estatus migratorio, para refugiar miembros de alto nivel jerárquico
y familiares cercanos.
En Costa Rica, Olga Marín acompañó a Raúl Reyes para participar
del primer y único un encuentro personal, con autoridades del De-
partamento de Estado para Asuntos Andinos de Estados Unidos, en
cabeza de Philip Chicota. Su segundo y último acercamiento con el
gobierno estadounidense, se realizó de forma clandestina a finales
del 2005 hasta el 2007, a través de mi intermediación y la de mi
hermano Baruch Vega, para intentar negociar la liberación de tres
agentes del gobierno norteamericano secuestrados por las Farc.
En 1999 el Estado Mayor Central de las Farc, designan a Raúl Reyes
como jefe frente al gobierno de Andrés Pastrana Arango (l998-2002)
para el Proceso de Paz, en la “Zona de Despeje”, de San Vicente
de El Caguán. Desde entonces, la imagen de Raúl Reyes se hizo
conocida en los medios de comunicación y en el mundo entero.
En el exterior, alias Olga Marín, era la encargada de coordinar
todas las acciones de las Farc en compañía de Luis Alberto Albán

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Burbano, alias Marco León Calarcá, Rodrigo Granda, alias el Can-


ciller, Jairo Alfonso Lesmes Bulla, alias Javier Calderón, Nubia
Calderón de Trujillo, alias Esperanza, Efraín Pablo Trejo Freire,
Orlay Jurado Palomino, alias Hermes, Ovidio Salinas Pérez, alias
El Embajador, Jorge Dávalos Torres. Personas visibles de la orga-
nización revolucionaria.
La comisión internacional no solo realizaba labores diplomáticas
fuera de Colombia, también, la captación, manejo y blanqueo de
finanzas, adquisición de armas y compra de equipo logístico para el
equipamiento de los combatientes en todos los frentes subversivos
que operan en el país. La intensa labor revolucionaria que Olga
Marín cumplía fervorosamente, sumado el compromiso adquirido
de expandir la ideología de las Farc en otros países, poco a poco
deterioró la relación amorosa con Raúl Reyes. A finales del año
2000, cuando éste, comprobó el romance que Olga sostenía con
Marco León Calarcá decidió dar por terminada la relación.
En el 2002, Olga y Marco León fueron expulsados de México, por
órdenes del entonces presidente Vicente Fox, quien obligó el cie-
rre de la representación guerrillera y ella partió rumbo a Europa.
Liliana López Palacios, alias “Olga Marín”, fue la persona más
importante en la vida de Raúl Reyes y la mujer que amó con todas
las fuerzas de su corazón, hasta convertirse en eje principal de sus
funciones. Su admiración y respeto hacia ella, lo profesó y demos-
tró cada vez que pudo, como el desmedido amor por su pequeña
hija Andrea, fruto de esa relación. La ruptura sentimental, el blo-
queo político en el exterior de algunos miembros de la comisión
Internacional y el señalamiento de terroristas a las Farc produjo un
fuerte impacto en la vida de Reyes.

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CAPÍTULO V
CUMPLEAÑOS DE RAÚL REYES

Había transcurrido tres años de finiquitado el proceso de paz en


Colombia, tiempo en el que mantuve esporádicas comunicaciones
con Raúl Reyes a través de correos electrónicos utilizando el seu-
dónimo de Juliana.
A mediados de 2005, tropas militares del ejército, intensificaban sus
acciones contra las Farc concentrando los operativos en la región
del Putumayo a fin de dar con el paradero del cabecilla guerrillero.
Entre tanto, el Gobierno de Uribe, anunciaba a través de los medios
de comunicación, el cerco militar y próxima captura de Reyes. Si-
tuación que me llevó a escribir continuos correos para conocer la
otra cara de la información, pero sus respuestas demostraban que
se encontraba vivo y bien.
A finales de septiembre de 2005, Raúl Reyes por fin decide otor-
garme una entrevista personal y exclusiva. Escribió un correo
electrónico confirmando el encuentro y señalando la ruta a seguir;
respuesta que me llenó de gran regocijo puesto que conseguiría la
información. Durante tres años, el mando guerrillero no concedió
entrevistas personales a ningún medio de comunicación y esta, sería
la oportunidad perfecta para realizar la primicia periodística.
Parte del recorrido lo exponía en una de sus habituales direcciones
virtuales de Internet texcall@hotmail.com correo que conocíamos
algunos periodistas durante las conversaciones en El Caguán.
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Motivo por el cual, desde que se llevó a cabo el Proceso de Paz,


organismos de inteligencia del Estado colombiano, intervinieron
no solo los correos electrónicos de los mandos guerrilleros y perio-
distas que arribamos a la zona desmilitarizada, sino los teléfonos
de las personas que se comunicaban y los números telefónicos de
la sede Villa Nueva Colombia, centro de encuentro para el proceso
de diálogos entre Gobierno y Farc.
No me explicaba los motivos por los cuales Raúl Reyes, siendo un
hombre tan desconfiado y cuidadoso en sus pasos, exponía esta ruta
a través de una dirección virtual a sabiendas, que estaba monitoreada
por el estado al igual que la mía. Las autoridades de mi país, se ente-
raban de absolutamente todo lo que se escribía en los correos electró-
nicos; tanto los mail que enviaba Reyes, como los que se recibía de
otros periodistas quienes también estaban siendo monitoreados.
Aún así, rápidamente alisté mi equipo de trabajo y viajé hasta la
ciudad de Puerto Asís, Putumayo. Luego, emprendí camino de
acuerdo con la ruta que Reyes me indicó atravesando varios retenes
militares como él mismo lo advirtió. Extrañamente, en cada inspec-
ción militar, al momento de presentar mi identificación, notaba que
el soldado rápidamente se dirigía al uniformado de mayor rango y
por radio pasaba alguna información. Situación que me permitió
comprobar que las fuerzas militares estaban controlando cada uno
de mis movimientos.
Al llegar a uno de los retenes, el Ejército colombiano me retuvo por
más de dos horas, me quitaron mi videocámara y todo el equipo de
trabajo. Esta demora me obligó abandonar el bus en el que movili-
zaba, puesto que el conductor estaba cumpliendo con una agenda
de ruta y los pasajeros estaban enardecidos por el retraso.
Esta actitud de las tropas del Ejército para conmigo, la que considere
arbitraria y hasta grosera por sus irrespetuosos comentarios como
este: … Ya que usted va a visitar a esos hijueputas guerrilleros,
dígales que en poco tiempo los vamos a borrar del mapa, que son
mariquitas ratas.
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Sin motivo alguno, estaba detenida en el sitio. Situación que me


enardeció a tal punto que exigí una explicación y la devolución de
mis pertenencia. Aseguré que si no me las devolvían, denunciaba
esta arbitrariedad ante los medios de comunicación en mi calidad de
periodista. Finalmente me devolvieron las cosas, pero se quedaron
con dos casetes para grabadora.
Después me trasladé hasta Pueblo Nuevo al otro lado del Río San
Miguel en territorio de Ecuador. En el lugar, debí aguardar por una
comandante guerrillera conocida con el alias de “Marlene” quien llegó
por mí y en compañía de otro joven. Viajamos en lancha por el Río
San Miguel; el trayecto duró algo más de una hora, hasta llegar a un
campamento guerrillero ubicado en zona ecuatoriana. En el sitio, debí
permanecer hasta que la guerrillera recibió nuevas orientaciones.
De nuevo, continúe el trayecto por el mismo Río San Miguel y re-
torné a territorio colombiano. Durante muchas horas, en compañía
de alias Marlene, caminamos por el monte de mi país, hasta llegar
a otro campamento guerrillero donde aguardamos la ruta a seguir.
Continuamos el trayecto de campamento en campamento, hasta
que finalmente llegué a la inmensa y privada casa verde natural de
Reyes, en medio de la espesa selva colombiana.
Se trataba de un campamento muy bien organizado y custodiado
por todos sus frentes. Su diseño de construcción, era similar a los
campamentos que construían en la zona desmilitarizada del Ca-
guán, era un estilo de orden particular y propio de Reyes. Mi viaje
coincidía con la fecha de su cumpleaños Nº 55.
Día especial para la vida de Raúl Reyes y el momento indicado, para
que yo conociera otra faceta suya, lo que me permitió comprobar
que en esa fecha, recibía las muestras de cariño y afecto de sus
compañeros de lucha revolucionaria, seres queridos y personas
que le conocían. Durante este encuentro, me enteré por boca del
mismo mando guerrillero, que no le gustaba las celebraciones de
cumpleaños porque le incomodaba, lo sorprendieran con el festín,
pero agradecía y participaba alegremente del mismo.
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Su mayor temor, y quizás el mas infundado, era el factor sorpresa.


El 30 de septiembre era la fecha en que estaba más atento a los
movimientos del campamento. Me comentó que cuando escuchaba
que alguien estaba fraguando para su celebración, prefería dejar a
un lado lo que estuviese realizando y en el momento justo de los
preparativos, aparecía suavemente entre las ramas y sorprendía a
la gente.
Luego, él mismo ayudaba en la organización, inflando globos o en
la decoración del aula… “Así no me toman por sorpresa porque
el enemigo puede aparecer en cualquier momento”. Palabras con
las que Raúl Reyes demostraba su alto grado de desconfianza.
El amplio e improvisado salón de reunión, con bancas y una pequeña
mesa construidas con troncos de madera, estaba cubierto con plásti-
co negro para albergar cien personas. Decoraba con grandes festones
y globos de colores. La mesa adornada con un par de manteles en
papel de colores, con motivos de flores y muñecos.
En este encuentro con el líder guerrillero, conocí que generalmen-
te, la celebración para su aniversario, se realizaba en horas del día
y de forma privada, solo le acompañaba su tropa personal, algún
miembro del secretariado de las Farc y una que otro persona de su
total confianza que llegaba al campamento cuando el mismo Raúl
Reyes autorizaba su ingreso.
Los miembros del Estado Mayor Central de las Farc y la guerrilla
en general, no dejaban pasar por alto la fecha de aniversario de Raúl
Reyes. Realizaban discursos de felicitación con amplias muestras de
cariño y luego, los transmitían a través de la emisora de la guerrilla
Voz de la Resistencia.
Otros mensajes los recibía a través de correos humanos que llegaban
hasta su campamento. Ese día especial en la vida del guerrillero, la
comida se la preparaba Gloria su mujer, su diestra ejecución en la
culinaria otorgaba satisfacción al paladar del homenajeado hasta el
punto de hacerle experimentar un sentimiento de alegría y herman-

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dad, que transmitía a quienes le acompañaban. De esta manera, se


olvidaba de las heridas y amenazas de la guerra.
Lucero (compañera sentimental de Simón Trinidad) se encargaba
de ayudar con la preparación de las tortas en un improvisado horno
de barro con leña, lo que resultaba una completa odisea y desafío,
cuando evitaban el rastreo del Ejército con la salida del humo.
Luego, la torta era servida y acompañada con una copa de suave
champaña para realizar el brindis; posterior, unos tragos de whisky
y ron que incitaban al baile durante tres o cuatro horas.
En ese lapso de tiempo, parte de la guardia personal de Reyes,
aprovechaba el alborozo para demostrar a su camarada las dotes
artísticas, con la interpretación de canciones, comedias y algunos
juegos, mientras otro grupo custodiaba el campamento por todos
sus frentes. Los regalos que Raúl Reyes recibía por parte de sus
cofrades, consistía en notas de agradecimiento, exaltación y obvia-
mente de felicitaciones. Detalles que significan mucho en la vida
de él, considerándolos de gran valor, puesto que los recibía con
mayor entusiasmo y gratitud.
Paradójicamente, los regalos de un altísimo valor económico, pro-
venían de reconocidas figuras políticas nacionales e internacionales,
simpatizantes de izquierda y amigos personales, quienes de manera
expresa y como fuese posible, hacían llegar el detalle en la semana
de su aniversario.
En el No 55, recibió un hermoso reloj marca Rolex que le envió un
ex presidente de Francia. Deduzco que era el mismo que llevaba
puesto en su muñeca izquierda la noche de su muerte, observado
en las imágenes expuestas por el Gobierno Nacional.
También recibió una tarjeta que enviaron sus hijos, elaborada por
ellos mismos y plastificada. En su interior, escrita una cariñosa le-
yenda y a un costado de la misma, la foto de tres de ellos reunidos.
Cuando Raúl la abrió no pudo contener sus lágrimas frente a todos,
después que le cantaron el feliz cumpleaños.

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En esa fecha tan especial para la vida de Reyes, recibió libros, bo-
tellas de licor fino, tortas que preparaban en otros campamentos y
las enviaban al suyo. Estilógrafos, artículos personales útiles para
la selva, entre otros.
Durante este inesperado encuentro pude realizar un amplio reportaje
que publiqué en edición especial del periódico Nuevo Herald de
Miami. El artículo fue apoyado con elementos gráficos como una
de las fotografías de su aniversario.
Posted on Sun, Oct. 23, 2005
Cara a cara con el segundo jefe de las FARC en Colombia
OLGA LUCIA VEGA
Especial para El Nuevo Herald

Después de haber recorrido durante nueve días intrincadas y remotas


zonas de la selva colombiana, por fin llegué a uno de los campamentos
guerrilleros más asediados por las fuerzas del Ejército, refugio transi-
torio de Raúl Reyes, segundo al mando y miembro del Estado Mayor
Central de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
Así culminaba un esfuerzo de tres años por lograr esta entrevista. La
visita coincidió con el 55to. cumpleaños de Reyes, quien habló sobre
la situación de los rehenes en poder de esa organización, la desmovili-
zación de las Autodefensas Unidas de Colombia y el futuro político del
actual mandatario Alvaro Uribe.
Comandante Raúl Reyes, ustedes han ratificado ser partidarios
de un acuerdo humanitario. ¿Por qué consideran que 30 días es
suficiente para efectuar este acuerdo si las condiciones de orden
público no favorecen a la guerrilla para su desplazamiento?
Las FARC seguirán insistiendo en el canje, consideramos que es la
mejor forma que posibilita la liberación de todos los prisioneros. Por eso
recientemente hicimos una carta dirigida a los ex presidentes López,
Samper y el doctor Alvaro Leyva Durán, en la que ratificamos nues-
tra voluntad de un canje, y ponemos con claridad un cronograma que
comprendería los 30 días. Ahí señalamos para qué son los 30 días, y
la zona libre de fuerza pública que es imprescindible para el bien de la
liberación de los prisioneros.

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OLGA CECILIA VEGA C.

La posición del presidente Alvaro Uribe en un inicio fue de no diá-


logos con las FARC, ahora observamos unas variaciones sobre
esta posición. ¿Las FARC estarían dispuestas con este gobierno a
entrarle a un proceso de diálogo para la paz?
Creo que es necesario diferenciar. Una cosa son los diálogos por el can-
je o acuerdo humanitario y otra muy distinta los diálogos hacia la paz.
Las FARC lo que está proponiendo e insiste, y no dejará de persistir, es
en el canje que permita la liberación de la totalidad de los canjeables.
Con este gobierno no creo que haya ninguna opción de diálogo para
la paz, porque esa no es su intención y porque las FARC consideran
que este gobierno es ilegítimo. Por lo tanto, las posibilidades de diálogo
hacia la paz, mientras el señor Uribe sea presidente de la república, son
demasiado remotas.
Hay argumentos que se han presentado en el sentido de que paí-
ses como Ecuador y Venezuela se han convertido en refugios prin-
cipales para los miembros de las FARC. ¿Cuál es la relación de la
guerrilla colombiana con estos gobiernos?
Bueno, eso es lo que dicen algunos periodistas, que esos países se
han convertido en refugios de las FARC. Lo dice la inteligencia militar,
lo dice deliberadamente el gobierno, con lo que buscan forzar a las au-
toridades de los países vecinos para que se inmiscuyan en el conflicto
interno de los colombianos. Afortunadamente esa no es la posición de
esos gobiernos y mucho menos de sus pueblos. Ellos son respetuosos
de la autonomía nuestra de luchar por una nueva Colombia sin explo-
tados ni explotadores.
Las fuerzas militares de Colombia anunciaron el cerco de Raúl Re-
yes ¿Qué tan próximos estuvieron?
Bueno, de eso han hablado siempre. Es el sueño que ha tenido el ejér-
cito, que han tenido los distintos gobiernos con las FARC, desde Mar-
quetalia, con el comandante Marulanda, y ahora con todos los integran-
tes de la dirección nacional de las FARC. Así que se pueda decir qué
tan cerca estuvieron lo saben ellos, porque yo no conozco nada de eso.
Prueba de eso es que aquí estamos frente a esta cámara.
Hablemos sobre la captura de algunos cabecillas como Simón Trini-
dad, Toño, Rodrigo Granda, la muerte de algunos comandantes ¿Qué
tanto se ha perjudicado la guerrilla de las FARC con estos hechos?
Naturalmente que es lamentable cualquier captura, sea de los que aca-
ba de nombrar, todos extraditados a Estados Unidos, el camarada Ri-
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cardo está en la cárcel de Cómbita, y otra cantidad de prisioneros que


tenemos en todo el país en condiciones deplorables, donde reciben un
trato terrible, donde son discriminados, se les amenaza, se les intimida
sicológicamente todo el tiempo en aras de convertirlos en delatores.
En esto lo que hay que decir es que el ejemplo de quienes han sido
extraditados a Estados Unidos es relevante en la medida en que han
mostrado dignidad y sobre todo solidez política ideológica, gran lealtad
con su pueblo.
Cualquiera detención de nuestros integrantes, o sus muertes, desde
luego nos duele a todos, y es el momento de expresar la solidaridad a
los familiares de los guerrilleros que son también nuestra familia. Pero
también entendemos que es producto de la confrontación. Corresponde
a la dura lucha de clases que se presenta en Colombia, donde también
mueren cantidades de miembros del ejército, policía, integrantes de la
fuerza pública, igualmente colombianos, que no debieran morir porque
lamentablemente estas fuerzas están defendiendo un Estado terrorista,
un gobierno paramilitar, un gobierno corrupto, un gobierno doblegado
ante las políticas del imperialismo norteamericano.
¿De cuáles comandantes exigen ustedes la liberación inmediata?
De la totalidad de los camaradas, tanto hombres como mujeres que
están en las cárceles de Colombia y del exterior porque nuestra pro-
puesta es que deben ser dejados en libertad todos los guerrilleros y
guerrilleras que al momento de la firma del acuerdo estén en poder
del gobierno.
¿Por qué motivo las FARC no han vuelto a dar pruebas de que
se hallan con vida Ingrid Betancur, o algunos otros retenidos que
ustedes tienen como Jorge Eduardo Gechem Turbay, Orlando Bel-
trán, los diputados del Valle del Cauca? ¿En qué estado se encuen-
tran ellos?
Bueno, esa pregunta se la pudiera responder la inteligencia militar, el señor
Uribe, porque ellos se la pasan hablando de operativos militares y reali-
zando operativos, en la búsqueda de liberar por la fuerza a los prisioneros.
Ante esa situación, las FARC no van a exponer la integridad física de los
prisioneros a cambio de sacar unas pruebas que son muy importantes para
los familiares, pero que no van a resolver lo grande que nosotros estamos
luchando por conseguir que es la liberación de los prisioneros.
¿Pero el estado de salud de ellos cómo es?
El estado de salud de ellos es bueno, pero anímicamente, como los
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guerrilleros que están en las cárceles, están ansiosos de salir cuanto


antes de la prisión.
¿Considera usted que la corte constitucional puede llegar a apro-
bar el proyecto de reelección de Uribe?
La expectativa que tienen las FARC es que Uribe no sea reelecto. Yo
creo que no se puede pensar que si la corte aprobara la reelección,
eso quiere decir que ya Uribe llegará a la presidencia de la república.
Luego entra la parte definitoria que es la campaña que puede evitar
a los colombianos un gran mal que es la continuidad de Uribe como
presidente.
Se afirma que las FARC se han debilitado con las acciones de las
Fuerzas Militares colombianas. ¿Cuánto han llegado a presionar-
los a ustedes? Se argumenta que sus miembros desertan y que los
tienen cercados.
La guerra tiene un soporte muy grande que es acabar con la verdad.
El actual gobierno colombiano ha hecho de la mentira un instrumento
de guerra con el que quiere mostrar grandes victorias, con el que quie-
re conseguir muchos triunfos en el campo militar pero también en el
campo económico, en el social. Pero la gente que está sufriendo las
iniquidades políticas económicas y sociales dice lo contrario porque es
la que siente cómo los grandes millonarios del país cada vez consiguen
mayores ganancias, mayores utilidades, a costa de la pobreza que está
cercando a la mayor parte de la población colombiana, cerca de un 70
por ciento. Eso mismo se refleja en la confrontación. Hay muertos, hay
heridos, pero jamás en la cantidad que ellos dicen ni tanto como para
que las FARC estén en las condiciones que ellos quieren tenerla. Las
FARC continúan vivas, continúan desarrollándose, continúan los planes
de la lucha por el poder para gobernar a Colombia.
¿Su opinión sobre los precandidatos presidenciales?
No quisiera opinar sobre ellos porque todavía no hay definiciones de
los partidos, sobre quién, en definitiva, va a ser su representante. Pero
tampoco se conocen los programas. Una vez que se conozca qué es
lo que van a hacer en materia social, qué van a hacer para conseguir
la paz con justicia social, qué van a hacer para no depender de Esta-
dos Unidos, qué van a hacer con la ley de extradición, que afecta a los
colombianos, que se ha convertido en un instrumento indigno donde
el gobierno entrega a los colombianos para congraciarse con Estados
Unidos y conseguir más recursos. Ha convertido la extradición con Es-

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tados Unidos en un negocio indigno. Las FARC no van a emitir opinio-


nes en particular sobre ninguno de ellos.
¿Si alguno de ellos decidiera tener un acercamiento con las FARC,
ustedes están dispuestos a escucharle?
Las FARC están abiertas a escuchar los distintos planteamientos de
políticos, de empresarios, de sectores de la iglesia, de periodistas.
¿Y si César Gaviria quisiera reunirse con ustedes?
Pues si tiene la voluntad de hacerlo, él deberá crear las condiciones
para eso. Y si las condiciones que él ofrece dan garantías para noso-
tros, lo haríamos.
¿Que opinión tienen las FARC sobre la posición de Suiza y Francia
en el apoyo del intercambio humanitario?
Nos parece formidable la persistencia de ellos en conseguir el acuer-
do humanitario. Creo que es legítimo también que esos dos gobiernos
tengan ese interés. Nosotros lo valoramos y de ahí que consideramos
que estos dos gobiernos pueden jugar un papel muy importante en lo
que tiene que ver con el canje o el acuerdo humanitario. En ese sentido
agradecemos a ellos esa voluntad.
Se argumenta que las FARC reciben ayuda de otros países. ¿De qué
países?
No, de países no. Lo que ha habido es ayuda solidaria que valoramos
muchísimo de algunos amigos, de algunas organizaciones que consi-
guen fondos en solidaridad para la lucha que desarrolla el pueblo co-
lombiano representado en las FARC.
¿Cómo han visto ustedes el proceso de paz, la entrega, la desmo-
vilización de miembros de las Autodefensas Unidas de Colombia
con el gobierno nacional?
Ese llamado proceso del gobierno de Uribe con los paramilitares para
nosotros dice mucho. Ante todo ha ratificado que lo que hay en Colom-
bia en este momento es un gobierno paramilitar. Un gobierno que fue
elegido con los votos del paramilitarismo y que ese paramilitarismo vie-
ne ganando terreno, y por eso con toda razón ha dicho el doctor Horacio
Serpa que Colombia está paramilitarizada. Pero no contento con eso,
el doctor Uribe hace lobby en todos lados, tratando de magnificar unos
supuestos logros en la paz de Colombia, cosa que es absolutamente
falsa. Ahí no hay ninguna paz. Ahí lo que hay es una pantomima, un en-

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gaño para las comunidades nacional e internacional con el cuento de la


desmovilización de los paramilitares. Conocemos de distintas fuentes,
probado además, que varios narcotraficantes pagan sueldo a determi-
nados grupos de jóvenes para que aparezcan como si fueran grupos
paramilitares y él aparece como su comandante. Entonces, lo que se ha
visto es el entronque indisoluble entre paramilitarismo y narcotráfico. Es
decir, lo que está en juego es la legalización del narcoparamilitarismo.
Eso es lo que se conoce y Estados Unidos y la comunidad internacional
lo conocen perfectamente y sin embargo son permisivos con eso. Uribe
está buscando la forma de conseguir apoyo, no solamente de la OEA,
que ya lo tiene (la OEA se ha convertido en el instrumento que legítima
el paramilitarismo en Colombia a solicitud de Uribe), sino que Uribe
también está buscando que lo haga la Unión Europea. Por eso decimos
que todo apoyo que le presten a la política de Seguridad Democrática o
a la llamada desmovilización de los paramilitares, es una afrenta contra
el pueblo colombiano, contra la oposición de Colombia y contra quienes
queremos una Colombia sin explotados ni explotadores.

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SEGUNDA PARTE
LA SOMBRA DEL PROCESO

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De los 32 departamentos que conforman Colombia, las Fuerzas Ar-
madas Revolucionarias de Colombia-Ep, hacen presencia en 24 re-
giones del país y ejecutan su acción, especialmente en la zona Sur.
Caquetá, Putumayo, Huila, Nariño y Tolima. Al oriente colombiano
en Cauca, Valle del Cauca, Risaralda, Quindío y Antioquia.

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ESTRUCTURA ORGÁNICA DE LAS FARC

COMANDANTE EN JEFE
Máximo líder de la Organización

ESTADO MAYOR CENTRAL


Lo conforman 24 miembros quienes constituyen el organismo
superior, con acuerdos, órdenes y determinaciones compartidas en su
totalidad.

EL SECRETARIADO
Lo conforma doce (12) miembros del Estado Mayor Central
Tienen la responsabilidad de comandar los Bloques.

BLOQUE DE FRENTES
Consta de cinco (5) o más Frentes. Coordina y unifica la actividad de
los Frentes en una zona específica del país.
Los Estados Mayores de Bloque son designados por el Estado Mayor
Central o su Secretariado. Coordinan las áreas de los respectivos Blo-
ques.

FRENTE
Consta de más de una Columna.
Los Estados Mayores de Frente son designados por el Estado Mayor
Central

COLUMNA
Consta de dos (2) Compañías o más.

COMPAÑÍA
Consta de dos (2) Guerrillas

GUERRILLA
Consta de dos (2) Escuadras.

ESCUADRA
Es la unidad básica y consta de doce (12) hombres.

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CAPÍTULO VI
NEGOCIACIONES DEL CAGUÁN

Aunque se pretenda tapar el sol con un dedo, durante años un


significativo número de aspirantes políticos en Colombia acuden
a las Farc con un solo objetivo: lograr acuerdos entre las partes.
Mientras la guerrilla ofrece garantías para el triunfo electoral, in-
cluso hasta con apoyo financiero, sumado el voto de la población
civil en sus áreas de influencia, el candidato promete espacios li-
bres de fuerza pública como ejército y policía, una vez llegue al
poder. Situación que aprovecha la guerrilla para obtener mayor
espacio de movilidad y poderío en la región.
Así mismo, las partes coordinan acuerdos financieros, pagos de
porcentajes que deben ser realizados mensualmente y justificados
en supuestas obras de inversión social.
El deseo de las Farc en alcanzar el poder, y el claro ejemplo de las
negociaciones clandestinas con aspirantes políticos, se dejó entre-
ver con la elección presidencial de Andrés Pastrana Arango, quien
en antelación al proceso electoral, pactó supuestos significativos
acuerdos con la guerrilla, sin imaginar la presión que Washington
ejercería sobre su Gobierno.
Mientras Pastrana soñaba con ser el nuevo prócer en la historia co-
lombiana, las Farc precisaban un mayor reconocimiento internacio-
nal hasta alcanzar el estatus político deseado. Para ello era necesario
ejecutar un supuesto “Proceso de Paz” la vitrina publicitaria más
completa y significativa para los ojos del mundo.
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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

La reunión que Pastrana había logrado sostener con Manuel Maru-


landa y el mono Jojoy en La Uribe, Meta, con antelación al proceso
electoral y expuesto posteriormente a la luz pública, posibilito el
compromiso de comenzar un proceso de negociaciones con los
insurgentes. De igual forma, su obligación moral con la guerrilla a
quien le debía su cargo.
Las Farc, días antes a la segunda vuelta del proceso electoral en
Colombia, habían emitido un comunicado diciendo que el san-
tandereano Horacio Serpa Uribe, de filiación política liberal, no
brindaba las garantías suficientes para las negociaciones de paz.
En ese momento, Serpa pintaba como el candidato favorito de los
colombianos, pero de manera increíble, todo dio un viraje durante
las votaciones en favor del conservador Andrés Pastrana y este ganó
las elecciones presidenciales.
En los colombianos renacía una nueva esperanza de paz después
de varios intentos fallidos para una solución política en Colombia,
como los acuerdos de La Uribe en 1984, Cravo Norte y Caracas en
1991, donde la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar (CGSB)
trabajó para preparar una posición común en las negociaciones,
mientras el Gobierno de Cesar Gaviria enfocaba sus esfuerzos en
establecer acuerdos con otros grupos guerrilleros para la instalación
de una Asamblea Constituyente.
Ahora, las víctimas de la violencia, esperanzadas en una constitu-
ción democrática de paz, continuaban sucumbiendo ante el triun-
falismo transitorio de una sociedad intransigente, que cambia sus
compromisos políticos de paz, por actos de violencia y barbarie.
Pero la expectativa estaba latente.
Paradójicamente a partir de Enero de 1999, las Farc se sentarían
en una mesa de negociación con un candidato conservador; línea
política, considerada para la subversión “enemiga”. Durante el
gobierno de un presidente conservador, murió toda la familia de
Manuel Marulanda Vélez, ex Comandante en Jefe de las Farc.

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Una vez instalada la mesa de diálogos en la denominada “Zona


de Distensión” -un área designada para los encuentros entre el
Gobierno y Farc que supuestamente estaría libre de enfrentamien-
tos entre las diferentes fuerzas, abarcó cinco municipios del sur
colombiano: Mesetas, La Uribe, La Macarena, Villahermosa y es-
pecialmente San Vicente del Caguán- la administración Pastrana,
supuestamente trabajaría en el desmonte de grupos paramilitares,
la despenalización de la protesta social, el cambio de lenguaje del
Estado sin más señalamientos de narcoguerrilla y terroristas a las
Farc y la interrupción de recompensas por la cabeza de los je-
fes guerrilleros. Así mismo, realizaría convenios y reformas, por
medio de transformaciones políticas, económicas y sociales que
conllevara a la construcción de un nuevo Estado.
El Proceso de Paz en Colombia, era un boom internacional. La zona
del despeje se había convertido en el epicentro de la noticia y punto
de encuentro de cientos de periodistas nacionales y extranjeros,
quienes arribaban desde diferentes partes del mundo con un solo
objetivo: conocer la ideología y verdadera cara de la segunda guerri-
lla más antigua del mundo. El Caguán, ahora pasaba a ser la vitrina
publicitaria mas firme y casi perfecta, para cientos de políticos que
deseaban dar a conocer sus plataformas políticas y de esta forma,
convertirla en su fortín electoral, bajo el sofisma de la Paz.
Sitio de moda y arribo de grandes personalidades nacionales y
extranjeras; incluso, para la misma realeza. Punto de encuentro de
diplomáticos, religiosos, indígenas y sindicalistas quienes sentían
total libertad para expresar sus inconformidades, sin que fuesen
señalados. Centenar de académicos, estudiantes universitarios
de todas las facultades del estado y de países vecinos llegaban al
Caguán. Así como cantantes, pintores, actores, poetas, escritores
y hasta comerciantes quienes incrementaron sus ingresos en la
llamada “Zona de Distensión” la cual, más adelante, se convertiría
en la mayor zona de tensión en Colombia.

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Turistas de todos los lugares visitaban la zona del despeje. Las


líneas aéreas que prestaban sus servicios no daban abasto. Motivo
por el cual algunas veces se dificultaba obtener cupo para viajar.
Artesanos, obreros, vendedores ambulantes; así, como peluqueros
y transportadores, con tan solo un año de trabajo en El Caguán,
percibieron ganancias que en toda su vida no habían obtenido.
De esta manera, muchos lograron comprar su casita, auto y hasta
ampliar sus negocios en otras ciudades.
Durante el Proceso de Paz, la llamada “Zona de Distensión”, se
convirtió en el salvavidas económico para narcotraficantes, sica-
rios, delincuentes, jaladores o ladrones de autos, quienes llegaban
a mostrar a los comandantes de regular mando de las Farc su
curriculum y accionar delictivo, a fin de prestar sus servicios a la
organización guerrillera.
Los robadores de autos, luego de ejecutar el hurto de camionetas,
se dirigían a la zona desmilitarizada del Caguán, a fin de venderlas
en un costo irrisorio de tan solo dos millones de pesos, es decir mil
dólares, cuando su valor comercial era de 30 hasta 40 millones de
pesos, cerca de 18 mil dólares. Gran parte del parque automotor
que poseía las Farc no presentaba matrícula o placa. A estos, les
cambiaban su color original por otro.
Raúl Reyes buscando un aporte social para la guerrilla, decidió im-
plantar la ley 002 consistente en ordenar secuestrar a directivos de
empresas y personas individuales que poseyeran un patrimonio de
más de un millón de dólares, la delincuencia común y organizada,
ampliaba su accionar delictivo con el secuestro de civiles, quienes
eran vendidos posteriormente a las Farc.
Los delincuentes en el momento de entregar la victima, sino recibían
dinero de la subversión, tenían que esperar el pago de la redención
para recibir un porcentaje acorde al monto del rescate. Esta situación
originó gran éxodo de empresarios quienes rápidamente alistaron
sus valijas y se marcharon a otros países.

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Las mayores incautaciones de cocaína que logró hacer la Policía


Nacional durante la etapa del proceso de paz, provenía de la “zona
del despeje”, en su mayoría por el área de Balsillas, Huila, región
dominada por la columna móvil Teófilo Forero de las Farc bajo el
mando de Óscar, El Paisa, y el fallecido Óscar, El Mocho, quienes
recibían órdenes directas de Raúl Reyes y Jorge Briceño, alias
Mono Jojoy.
Lo cual, permitió a las autoridades colombianas establecer que el
negocio de alucinógenos, ahora estaba plenamente controlado por
la guerrilla. Los operativos contra el trafico de estupefacientes,
permitió un alto reconocimiento institucional, al entonces Coman-
dante del Departamento de Policía Huila, coronel Rafael Hernán
Celi Vega.
La droga, generalmente se encontraba camuflada en sofisticadas
caletas dentro de camiones con piso de doble fondo, bloques de
madera, neumáticos, tanques de transporte y hasta en buses de ser-
vicio publico de reconocidas de empresas como ContransHuila y
Coomotor. Empresas con rutas designadas a la zona del despeje.
Para esa época, la guerrilla de las Farc tenía un amplísimo control
de las cinco regiones desmilitarizadas. Cualquier automotor que
pretendía ingresar a la zona, no podía realizarlo después de las seis
de la tarde porque se convertía en objetivo militar.
Algo que las Farc no permitió en la zona del despeje, fue el ingreso
de trabajadoras sexuales o prostitutas de otras ciudades; ese aspecto
era bien controlado en primera instancia por la misma guerrilla y
luego, por la Policía Cívica, conformada por habitantes de la región,
sin porte de arma.
El control de las Farc en la zona, no permitía el hurto, menos el
maltrato físico entre sus habitantes; estos, al igual que ciudadanos
de otras poblaciones, podían presentar sus quejas y reclamos en
una oficina ubicada en pleno centro de la ciudad y controlada por
personal de la misma guerrilla. En esta, se concluía el castigo el

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cual consistía en trabajo físico. La guerrilla logró hacer de San Vi-


cente del Caguán una localidad organizada, especialmente en sus
vías publicas, porque las calles fueron pavimentadas y restauradas,
situación que no había logrado en muchos años, los gobiernos de
turno.
Durante los diálogos de paz, Gobierno y Farc acordaron colectiva-
mente una agenda que contenía 12 puntos entre los que se encon-
traban “Los Derechos Humanos” los cuales serian desarrollados
supuestamente durante el proceso. Solo después de dos años de
estar sentados en la mesa de negociación, tan solo se acordó uno
de los puntos.
Calamitosamente la administración de Pastrana jugaba con el tiem-
po de su mandato y la contraofensiva a los ataques de la guerrilla
que no permitía avanzar en el proceso. Entre tanto, las Farc no tenía
ninguna prontitud; antes todo lo contrario, ese lapso de tiempo le
permitió fortalecerse territorial y militarmente.
Irresponsablemente sin importar las consecuencias nefastas para la
población colombiana, quienes se convertían en blanco y escudo de
sangre, el 6 de mayo de 1999, las partes acordaron que el proceso
avanzaría en medio de la confrontación militar. De esta manera,
mientras las Farc ganaban espacio con su accionar ante la mirada
Internacional, el gobierno de Pastrana, justificaba ante Washington,
la millonaria inversión económica al Plan Colombia, que tenía
como objetivo disminuir el tráfico de estupefacientes y resolver el
conflicto armado.
En enero de 1999 Gobierno y Farc trataron lo relacionado con el canje
de soldados y policías secuestrados. Posteriormente el 2 de junio de
2001, las partes firmaron un acuerdo humanitario que permitió y po-
sibilitó en su momento, la liberación de 42 militares y 15 guerrilleros
que se encontraban presos en diferentes cárceles del país.
Entre tanto, la participación de la población civil exaltaba las au-
diencias públicas, lo cual permitió la interlocución con la Farc sin

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que se les permitiera ser parte de la negociación. Estos coloquios


se realizaban dentro de un escenario conocido como Villa Nueva
Colombia, ubicado en el caserío Los Pozos a escasos 40 minutos
de San Vicente del Caguán por una carretera empedrada y polvo-
rienta.
El sitio construido exclusivamente con recursos de la nación para las
reuniones entre Gobierno y Farc. Estaba supremamente bien dotado
con los más modernos y sofisticados equipos de comunicación sate-
lital, que permitía el acceso a líneas telefónicas, computadores con
sistema de Internet, conmutadores y toda una logista con mobiliario
ejecutivo, que permitía el confort de las oficinas ejecutivas de una
metrópoli, con la diferencia que estas se encontraban en medio de
la selva y monitoreadas por los organismos de inteligencia.
Era obvio que un destacado número de civiles que arribaban a Villa
Nueva Colombia, especialmente políticos y demagogos llegaban
con un solo objetivo mostrarse ante el mundo, aprovechando la
vitrina publicitaria mas nombrada de Colombia, con la supuesta
excusa de “aportar para la paz”. Para el Proceso de Paz, las Farc
designó un significativo número de comandantes algunos de ellos,
profesionales universitarios o estudiosos de la política colombia-
na e internacional. Así mismo, ordenó la presencia de un grueso
número de combatientes con experiencia en ataques militares y
explosivos.
Durante la negociación, la guerrilla logró llamar la atención de la
comunidad Internacional, hasta el punto que los mismos coman-
dantes subversivos consiguieron ser convidados por la comunidad
europea para viajar a nueve países del viejo continente, acompa-
ñados de representantes del Gobierno colombiano.
El viaje se efectúo en febrero de 2000, subsidiado en su totalidad
por algunas ONG y Gobiernos de Europa, quienes enviaron di-
rectamente a la guerrilla de las Farc importantes recursos para su
desplazamiento. Estos recursos fueron entregados a Raúl Reyes.
Los representantes del Gobierno de Andrés Pastrana Arango, alu-
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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

dieron que Colombia no contaba con recursos para la financiación


del viaje, pero aún así, lo realizaron y luego se mostraron como si
ellos mismos hubiesen costeado el desplazamiento.
El objetivo fundamental para las Farc consistía en adjudicar el apoyo
europeo al Proceso de Paz y de esta manera, aplacar la injerencia
de Estados Unidos en los asuntos colombianos.
El Gobierno de Pastrana fue representado por Víctor G. Ricardo
quien durante el proceso, se desempeñó como Alto Comisionado
para la Paz. Luis Norberto Guerra, vicepresidente de la Cámara de
Representantes y los negociadores del Gobierno: Fabio Valencia
Cossio, Camilo Gómez Alzate, Juan Gabriel Uribe, Miguel Pinedo
Vidal y otros agregados, Luis Carlos Villegas y el vicepresidente
del Senado Ciro Ramírez.
De otro lado, pese a que las Farc ya tenían representación en Europa
con Liliana López Palacio, alias Olga Marín quien se hacía pasar
como hija de Manuel Marulanda, fue representada en cabeza de
Raúl Reyes, por Iván Ríos, Simón Trinidad, Joaquín Gómez, Fabián
Ramírez y Felipe Rincón.
El 3 de febrero de 2000, el grupo arribó a Suecia. Posterior a una
intensa y apretada agenda, los representantes viajaron a Noruega.
En ese país los esperaba James Lemoyne. Asesor especial del se-
cretariado general de la ONU para el Proceso de Paz en Colombia,
con quien hablaron de las experiencias de los procesos de paz en
otros países, en donde ha intervenido la Organización de Naciones
Unidas.
Los resultados de este encuentro fueron considerados altamente po-
sitivos par las Farc. Desde ese país, de manera inesperada, recibí una
corta comunicación telefónica de Raúl Reyes, quien argumentó que
por poco se vuelve loco porque no sabía como marcar un número
a través de una tarjeta telefónica. La comunicación no duró más de
tres minutos, solo avisó de manera sucinta apartes del encuentro
con Lemoyne y se mostraba muy positivo con los resultados del
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viaje. Se despidió diciendo “yo si me acuerdo de su trabajo y por


ese motivo la llamé”.
El 14 de febrero, el grupo se encontraba en Italia. Su permanencia de
tres días, favoreció una reunión con la cámara de diputados de ese
país, en cabeza de Luciano Violantey. La corta visita de tres horas al
Vaticano en donde les esperaba el obispo Giorgio Lingua, encargado
de la Secretaría de Estado del Vaticano para el Proceso de Paz en
Colombia. Visita muy significativa para la vida de Raúl Reyes.
En su paso por España, las Farc rechazaron la participación de los
Estados Unidos en el Proceso de Paz. Finalmente, debido al viaje
relámpago, el grupo culminó la gira en Paris sin lograr completar
su itinerario de viajes.
Antes que regresaran a Colombia, recibí otra llamada de Reyes, en
la comunicación me comentaba que se había encontrado con el hijo
de Carlos Ardida Lule, propietario de RCN. Exaltó la sencillez y
calidez con la que el agregado diplomático lo recibió. Con cierta risa
comentó… “Quien iba a pensar que el hijo de Carlos Ardila Lule
estaría ayudando a cargar mi maleta, que hombre tan amable”. El
26 de febrero regresaron a San Vicente del Caguán.
Pese a la atención que se logró de la comunidad internacional,
no resultó positivo para la realidad que afrontaba Colombia. Las
apresuradas conjeturas e informaciones en el exterior, contribuye-
ron a confundir más un proceso impreciso desde su primer día de
negociación. Las partes implicadas en el conflicto no analizaron
que primero debían solucionar algunos problemas internos y luego
permitir la presencia de terceros.
Una vez la guerrilla analizó la repercusión negativa que estaba ori-
ginando entre la comunidad sus actos de violencia, acordaron que
la mejor forma de apaciguar un poco la situación, era realizando
un acto que conmoviera al país y de paso, ganar la confianza de la
comunidad Internacional quienes ya dudaban del proceso, motivo
por el cual, decidieron liberar de manera unilateral 242 militares y
policías quienes estaban secuestrados.
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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

Lamentablemente, la prensa escrita, radio y sobre todo la televisión,


forjadora del escenario principal de comunicación hacia la pobla-
ción, en relación con el Proceso de Paz; no tomaron conciencia
de las funciones y roles de su responsabilidad, con la disposición
anímica de la opinión pública hacia el mismo proceso. Esta actitud
no imparcial, se dejó entrever con varios periodistas quienes fueron
declarados objetivos militares de las Farc.
La reconocida presentadora de televisión Claudia Gurisaty o (Gury
Gury) como era conocida en el Caguán, continuamente se comu-
nicaba vía telefónica con Raúl Reyes en la sede de Villa Nueva
Colombia a fin de conseguir información periodística y con un
trato amable de total sutileza, logró conseguir toda la información
que deseaba. En sus conversaciones, Raúl la trataba con mucha
familiaridad y afecto, dirigiéndose a la periodista como Claudita.
Quien iba a pensar que ese lazo respetuoso entre la periodista y
el comandante guerrillero se rompía, luego que Gurisaty, insis-
tiera para que Reyes otorgara una entrevista en directo la cual fue
concedida finalmente y emitida en el programa La Noche de RCN
Televisión, el 27 de junio de 2001. La entrevista que aparentemente
tenía como objetivo principal, definir la situación de unos menores
de edad secuestrados por las Farc, dejó a Reyes ante la opinión como
un completo pelele, sin saber prácticamente que responder ante
las acusaciones que lanzaba en vivo y en directo la comunicadora,
mientras el programa se disparaba en ratings.
Luego de esa situación, me enteré por boca del mismo Raúl Reyes
que Claudia lo llamó para disculparse con la excusa que había teni-
do que orientar el programa de esa manera, acatando órdenes de la
dirección de RCN. Pero he aquí lo extraño: Gurisaty era directora
del informativo y tenía total autonomía para conducirlo como ella
deseara. Pero al parecer, Raúl Reyes no tragó por completo las
excusas de la periodista, puesto que había recibido fuertes críticas
de otros comandantes y de varios periodistas de otros medios de
comunicación, quienes se dirigieron al comandante guerrillero
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OLGA CECILIA VEGA C.

para decirle…“Por poco la Gurysati lo pone a firmar el tratado


de paz”.
Sintiéndose humillado y asaltado en su propia fe, por no haber
leído con anterioridad el cuestionario de preguntas, como lo hacía
por lo general con casi todos los periodistas a quienes nos otorgaba
entrevistas exclusivas, Raúl Reyes al igual que otros mandos de
las Farc, confirmaron sus sospechas acerca de Claudia Gurisaty,
sobre sus supuestos vínculos con la inteligencia militar. Motivo
que originó a la reportera, ser objetivo militar de la propia gue-
rrilla de las Farc luego de concederle entrevistas exclusivas. Esta
bochornosa situación obligó a Claudia, abandonar el país por un
largo periodo y continuar emitiendo el programa La Noche desde
los Estados Unidos.
Entre tanto, mientras en la mesa se hablaba de Paz, en la práctica
ocurría todo lo contrario; se continuaba la guerra entre las partes,
agudizando el conflicto y los secuestros. Motivo por el cual, la
sociedad civil colombiana día a día, perdía la esperanza en la ne-
gociación hablada.
Durante 1999 las Farc vulneraba, una vez mas, el Derecho Inter-
nacional Humanitario atacando indiscriminadamente el Huila.
Departamento que fue escenario principal de la violencia de los años
cincuenta, tras las disputas políticas entre liberales y conservadores.
Nuevamente, esa región se convertía en epicentro intimidatorio,
pero ahora, sin precedente alguno por parte de la guerrilla, con
innumerables acciones de sabotaje y ataques a varias poblaciones.
Como la que relato a continuación:
Diciembre 14 de 1999, el municipio de Hobo a escasos 52 kilóme-
tros de la ciudad de Neiva, la guerrilla de las Farc incursionó en
el pueblo, con cilindros bombas y ráfagas de fusil. Esta acción se
registró a partir de las 8 de la noche, hora que aun, me encontraba
en mi sitio de trabajo a donde recibí una llamada; se trataba de
una fuente policial, quien me informó, que la guerrilla acababa de
ingresar en la población con una fuerte ofensiva.
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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

De inmediato me comuniqué con Bogotá y realicé en vivo y directo,


un avance informativo sobre los hechos de violencia que se estaban
registrando en la población huilense, luego advertí a mi compañero
de trabajo Carlos Héctor Gómez, que nos alistáramos en seguida
para viajar hasta la población de Hobo y de esta manera, informar
la real situación.
En un inicio, Carlos Héctor se negó acompañarme porque conside-
raba muy peligroso llegar hasta el sitio donde se estaban librando
intensos combates. Mi compañero era un tanto novicio en informa-
ciones de conflicto armado, pero al observar mi actitud enfurecida
y decidida dijo…”De acuerdo Olga C., nos vamos”… Hasta ese
momento, todo estaba aparentemente bien para el viaje y el único
inconveniente era que nos movilizábamos a esas horas de la noche.
No podíamos viajar con el radio móvil de RCN puesto que era de
color blanco y el modelo muy similar a los autos de la Policía;
motivo por el cual, podíamos ser atacados por la misma guerrilla
confundiéndonos con las autoridades.
De otro lado, ninguna empresa de servicio público por más que
se le ofreciera buen dinero por el transporte, se expondría en
viajar a un lugar que estaba siendo atacado con bombas y balas.
La única alternativa, movilizarnos en nuestros propios vehículos
lo cual también seria demasiado riesgoso. Precisamente ese día,
mi automóvil se encontraba en revisión del mecánico y Carlos
Héctor se vio obligado de llevar el suyo. Nos alistamos con las
camisetas blancas de RCN y nuestro equipo periodístico. Camino
a la municipalidad del Hobo, Carlos Héctor estaba nervioso pero
muy entusiasmado porque era su primer reporte en plena acción
de guerra.
Entre tanto, advertí que una vez llegáramos al lugar de los hechos,
si nos encontrábamos con la guerrilla acatara las órdenes para evitar
ser asesinado. Situación que personalmente yo conocía por cubrir
el conflicto armado colombiano. Había transcurrido 40 minutos de
camino, por carretera prácticamente desolada que nos conducía al
sur del país, a lo lejos se divisaba la luz intermitente de un auto.
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Le aconsejé a mi compañero, disminuir la velocidad y estar atento


a cualquier situación.
En medio de la oscuridad, se veía la silueta de varias personas
indicando con sus manos que nos detuviéramos. Se trataba de un
grupo de guerrilleros quienes estaban controlando las vías, antes de
llegar a la población que estaba librando fuertes combates.
Los subversivos ordenaron apagar rápidamente la luz del carro
y estacionarnos detrás de una enorme caravana de automotores,
estacionados a un costado de la vía. De igual forma, quedarnos
totalmente quietos sin prender ninguna luz y menos fumar porque
esta situación, llamaba la atención de los militares de la Fuerza Aé-
rea Colombiana, quienes estaban en el avión fantasma, repeliendo
desde el aire el ataque subversivo.
La aeronave artillada, desde tierra no se podía divisar sobrevolan-
do, por ese motivo es denominada “Fantasma” estaba dotada con
un mecanismos de visión nocturna y un sistema de radar satelital
que permite detectar cualquier objeto o movimiento en tierra. Así
mismo, portaba equipos de comunicaciones de alta tecnología y
censores infrarrojos para combatir las guerrillas.
En el sitio estuvimos paralizados por más de tres horas observando a
la distancia, la luz que originaba las ráfagas de proyectiles lanzados
directamente desde el avión. Divisábamos perfectamente, una bola
de fuego que caía desde el cielo y luego varios destellos de luz con
municiones que bajaban como estrellas fugaces.
Las fuertes detonaciones de cilindros bomba y de la munición ar-
senal, ensordecían nuestros oídos. Con mi compañero estábamos
atentos a cualquier situación que pudiera tentar contra nuestra in-
tegridad física, pero era más fuerte el deseo de informar la verdad,
que nos olvidamos del temor que esto originaba.
En un momento que el avión se alejó, los guerrilleros aprovecharon
para aproximarse a todos los autos y exigieron a las personas entre-
garan sus teléfonos celulares. Al observar esta acción, rápidamente
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escondí entre mi ropa interior mis teléfonos. Luego, cuando los


subversivos me preguntaron si tenia uno, aseguré que no. Este era
uno, de mis medios de trabajo.
Tras la adrenalina que una registra ante estas situaciones, con Car-
los Héctor, teníamos grandes deseos de fumar, pero expliqué que
aunque pareciera increíble el calor y la luz que origina un cigarrillo,
se detecta con el radar de la aeronave y fácilmente podíamos ser
bombardeados desde el aire.
Mientras se registraba un silencio, porque la aeronave se había
alejado para reabastecerse de combustible, un grupo de guerrille-
ros, abrió las puertas de un camión que transportaba helados de
todos los sabores y formas y los regalaron a todas las personas
que nos encontrábamos en el retén. Fue así que, durante 20 mi-
nutos aproximadamente, logramos comer toda clase de helados,
hasta que regresó de nuevo el avión fantasma y continuaron los
combates.
Había transcurrido más de tres horas de esta acción. Finalmente,
vimos que un grupo de guerrilleros corriendo rápidamente, gri-
taban… “Ahí les dejamos sus celulares, repártanselos” Luego
desaparecieron.
Cuando observé que todo estaba en aparente calma, sugerí a Carlos
Héctor salir de la caravana y emprender camino hacia la población
afectada. Nos encontrábamos a escasos metros de Hobo. Previendo
cualquier situación y por nuestra propia seguridad, sugerí no pren-
der las luces del auto e intentara conducir a oscuras, solamente guia-
do por las líneas blancas de la carretera y la luz de las estrellas.
Emprendimos camino y en seguida nos siguieron otros autos con
más periodistas. Me quité la camiseta blanca que vestía y la saqué
por la ventana para ayudar a orientar los coches de mis colegas sin
importar, estuviera en brasier. En un momento determinado, mi
compañero se le ocurrió prender las luces estacionarias del auto
para poder guiarse porque no observaba muy bien el camino.

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Error garrafal que casi nos cuesta la vida. Antes de ingresar en la


población, en el camino se registra una breve curva a la derecha,
hacia el costado izquierdo, se aprecia una estación de gasolina y
escasos metros de esta, hay algunas casas elaboradas en ladrillo
que permite pasar por su frente girando nuevamente a la izquierda
para ingresar directamente en Hobo.
En ese sitio, replegada contra la pared de estas casas, se encontra-
ba un significativo número de guerrilleros. Cuando escucharon el
motor del automóvil y vieron las luces estacionarias del mismo,
nos dispararon y no cesaban de gritar “Hijueputas apaguen esas
putas luces”
A Carlos Héctor se le olvidó como apagar las luces y en su afán
de retroceder olvidó mover la palanca de cambios. El susto fue tan
infinitamente grande, que al girar hacia un costado, casi daña el
carro y luego, por poco estrellamos la caravana de autos que nos
seguía. Todo sucedió tan rápido que milagrosamente nos salvamos.
Cuando Carlos Héctor se detuvo, dejamos el auto abandonado y
descendiendo rápidamente, corrimos hacia la pared a donde estaban
los guerrilleros. Gritaba angustiadamente… “Somos prensa no nos
maten, somos prensa”.
Dos periodistas hicieron lo mismo corriendo tras de nosotros.
Pegados a la pared, nos fuimos movilizando lentamente, la misma
guerrilla nos aconsejaba no retirarnos porque el avión fantasma
regresaría. Mientras vestía nuevamente mi camiseta, observé los
cuerpos sin vida de dos mujeres y un hombre tendidos en el piso,
sin ropa, listos para ser movilizados en una camioneta de estacas,
en donde huirían algunos guerrilleros.
Observábamos este dramático cuadro, escuchamos de nuevo el
sonido del avión fantasma y en cuestión de segundos, todo se
convirtió en un infierno. Los guerrilleros con sus fusiles AK-47 y
R-15 combatían desde tierra, mientras el avión lanzaba sus ráfagas
dejando en el piso un tapete de vainillas de munición.

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Cuando logamos avanzar y por fin llegar a la plaza principal, el


escenario era aun mas dramático; el pueblo ardía en llamas y los
cables de la luz que habían sido cortado desde sus postes, enreda-
ban nuestros pies. El edificio de la administración local, la estación
de policía y todo a su alrededor estaba completamente destruido,
en ruinas. Este escenario se hacia aun mas escalofriante, por la
oscuridad de la noche. Aún, no podíamos descubrir si había más
cuerpos sin vida.
De un momento a otro, una puerta de las tantas que golpeábamos
se abrió, pero no fue por la fuerza que ejercíamos sobre ella, sino
porque instantes en que todo quedó en silencio, un curioso de esa
casa abrió la puerta para intentar escudriñar y cuando esto sucedió,
lo mandamos de bruces contra el piso y logramos penetrar en la
vivienda.
Allí, se encontraba más de medio pueblo resguardado. Decenas
de personas agrupadas y aterrorizadas intentaban protegerse de
los enfrentamientos entre las fuerzas militares y la guerrilla. Mis-
teriosamente el teléfono de esa casa estaba funcionado porque
ese servicio fue suspendido en casi todo el pueblo por los mismos
rebeldes. Desde allí, logré realizar varios informes periodísticos
para el noticiero nocturno de RCN.
En medio de la oscuridad de la noche, que era iluminada con las
llamas de las edificaciones incendiadas, nos enredamos con el
cuerpo sin vida de un hombre. Como no se podía prender la luz de
las videocámaras, mientras uno levantaba la cabeza del muerto,
otro periodista, lo fotografiaba instantes en que alumbrábamos con
fósforos su rostro. Se trataba del matarife del pueblo, quien recibió
varios impactos de arma de fuego.
Seguíamos husmeando entre los escombros. De repente, escucha-
mos una voz agonizante que decía… “Marly, Marly sírvame una
gaseosa uva Lux”. Esas palabras, nos condujo a encontrar el cuer-
po de un policía, tirado en un costado del parque quien delirante,
llamaba a su esposa y de paso solicitaba le sirviera la marca de una
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gaseosa que se había vendido en Colombia muchos años atrás.


El policía estaba gravemente herido. Un costado de su rostro y el
lateral izquierdo de su cabeza estaban totalmente destrozados, había
perdido su oreja izquierda. Este lamentable in suceso destrozaba mi
alma, no soportaba tanto dolor que estaba originando el conflicto
de mi amada patria.
Alguno de mis colegas preguntó quien sabía manejar, porque
había visto una camioneta de estacas abandonada con las llaves
en su interior, de inmediato con otro periodista dijimos nosotros.
Enseguida, levantamos al uniformado herido y lo acostamos en la
parte trasera de la camioneta. Luego como pudimos, en medio de
las ruinas y la oscuridad, nos movilizamos hasta ubicar el hospital
del pueblo.
Todo pensábamos, menos la sorpresa que nos aguardaba. Luego
de conducir lentamente por caminos de escombros y a oscuras,
por fin ubicamos el sanatorio en el momento que intentábamos
estacionar frente a la entrada principal, nos recibió un fuertísimo y
ensordecedor sonido, originado por disparos de fusil que lanzaba
un grupo de guerrilleros resguardados en el hospital.
Inexplicablemente salimos de la camioneta ilesos y nos tiramos al
piso. Arrastrándonos logramos alejarnos del sitio y salvar nuestras
vidas. Situación que agradezco a Dios por su infinita protección. Al
reunirnos nuevamente con el grupo de periodistas, estos se encontra-
ban preocupados por nosotros, tras haber escuchado las detonaciones.
Sentía que me ardían las rodillas y los brazos, estaba cortada en varias
partes y muy rasguñada y no sabia como lo había conseguido.
Luego, en plena luz del día, hicimos un amplio recorrido por el
pueblo y de esta manera, logramos observar su devastamiento
después del ataque guerrillero. A las diez de la mañana llegó el
grupo antiexplosivos. Varias granadas no habían detonado y los
guerrilleros en su rápida huida dejaron algunos cilindros bomba
sin explotar.

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No habíamos dormido absolutamente nada, trabajando intensamente


durante toda la noche. A las 12 y 30 del día continuamos informando
y el Noticiero Nacional de RCN abrió con las noticias del Hobo.
Entre tanto, D. Juan Gossaín, Director del noticiero, entrevistó al
Director de la Policía Nacional, General Rosso José Serrano Cadena,
quien dio un parte oficial sobre la situación de la población.
El oficial de alto rango, en su informe no se percató que en el lu-
gar de los acontecimientos, estábamos un grupo de profesionales
periodistas, testigos de todo lo que estaba ocurriendo. Tras intentar
quedar bien con los colombianos y pretender mostrar un falso po-
sitivo de su institución, exageró un poco la nota. Aseguró que sus
hombres habían bombardeado un camión donde se movilizaban más
de setenta subversivos, en instantes que pretendían huir.
Así mismo, aseguró que los policías del pueblo combatieron toda la
noche con los guerrilleros. Situación que desmentí inmediatamente
desde el lugar de los hechos cuando Bogotá dio cambio para mi in-
forme. Por parte de las Farc se habían registrado tres bajas, llevando
ellos mismos los cuerpos sin vida de sus guerrilleros. Los policías
del pueblo quienes se encontraban dispersos en el momento de la
incursión, la mayoría logró salvar su vida, no repeliendo el ataque
subversivo, sino escondidos donde pudieron.
Un policía que se encontraba durmiendo dentro del comando falle-
ció, otro quedó gravemente herido, luego de ser abandonado por
los mismos subversivos en pleno parque central. Se trata del mismo
uniformado que en compañía de otro periodista, dejamos en la parte
trasera de una camioneta de estacas, en las puertas del hospital; todo
con el objetivo de salvar su vida, exponiendo las nuestras. Esta in-
cursión guerrillera, dejó como resultado dos muertos, tres heridos,
la guarnición militar destruida, al igual que algunas edificaciones,
incluidas las sedes gubernamentales y varias viviendas.
Este fue uno de los tantos dramas que originó el conflicto armado
colombiano, tras las ansias de poder y de no lograr acuerdos entre
las partes implicadas. El Departamento del Huila, continuó siendo
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epicentro de guerra y estos son algunos de los sitios donde se re-


gistraron acciones violentas de las cuales logré sobrevivir, porque
como periodista, fui fiel testigo de toda la sangre derramada.
Diciembre 09 de 1999. Municipio de Algeciras. La guerrilla incur-
sionó en horas de la mañana atacando el comando de Policía con
cilindros bomba, granadas de fragmentación y ráfagas de fusil. La
acción contrarestada por las fuerzas policiales, evito que el ataque
dejara víctimas humanas; aun así, los subversivos de la columna
móvil Teófilo Forero, asaltaron las instalaciones del Banco Agra-
rio, de donde se llevaron un botín de 120 millones de pesos y 70
millones más, representados en medicamentos que fueron extraídos
de Drogas La Rebaja.
Diciembre 04 de 1999. Municipio de Gigante. La guerrilla incur-
sionó a las 7:30 de la noche, hora en que los feligreses se encon-
traban en la iglesia, elevando una plegaria a Dios. El ataque lo
realizaron con cilindros-bomba, ráfagas de metralla y granadas de
fragmentación. El resultado de esta incursión subversiva dejó como
resultado siete muertos de la población civil, la guarnición militar
y varias edificaciones destruidas. Así, como millonarias pérdidas
materiales. El periodismo también se ensangrentó con la muerte
del camarógrafo Pablo Emilio Motta.
Por su parte, las Farc registraron ocho bajas y los cuerpos sin vida
de los guerrilleros fueron trasladados hacia el monte por sus propios
compañeros, según informes de las fuerzas militares.
Diciembre 05 de 1999. Municipio de Nátaga. La guerrilla incur-
sionó en el pueblo, con fuertes bombardeos de cilindros-bomba,
granadas de fragmentación y disparos de fusil. Dejando como
resultado un policía muerto y millonarios daños materiales.
Diciembre 07 de 1999. Municipio de Campoalegre. Mientras
unidades de la policía, intentaban desactivar un carro-bomba esta-
cionado en pleno centro de la ciudad, el auto estalló y provocó la
muerte de un policía y heridas graves a otro.

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Noviembre 29 de 1999. Municipio de la Plata. La guerrilla en plena


vía sorprendió y atacó con ráfagas de fusil una patrulla de la policía,
asesinando tres agentes, tres más, quedaron gravemente heridos.
Noviembre 21 de 1999. Municipio de Isnos. Mientras se realizaban
las ferias y fiestas de la población, la guerrilla bombardeó y atacó la
población, dejando como resultado un policía y un civil muertos.
Noviembre 16 de 1999. Municipio de Baraya. Las Farc reaparecen
hostigando sorpresivamente a la población y el comando de policía
con cilindros-bombas y ráfagas de fusil. Esta acción guerrillera dejó
dos civiles y dos policías muertos. De igual forma, dos guerrilleros
fueron dados de baja.
Julio 11 de 1999. Municipio de Suaza. La guerrilla ingresó en el
pueblo bombardeando con cilindros cargados de explosivos, gra-
nadas de fragmentación y disparos de metralla.
Julio 11 de 1999. Municipio Algeciras. La guerrilla bombardeó y
atacó la población con granadas de fragmentación, cilindros car-
gados con explosivos y ráfagas de fusil. Allí murieron dos civiles
y un policía. De igual forma, se registraron millonarias pérdidas
materiales, tras la destrucción de la iglesia principal, viviendas y el
hurto de 200 millones de pesos a una entidad financiera.
Junio 25 de 1999. Cárcel de Rivera. Las Farc sobre la 1:30 de
la madrugada atacaron con cilindros-bomba, granadas de frag-
mentación y ráfagas de fusil el centro penitenciario dejando como
resultado un interno muerto, ocho heridos y 12 sindicados por
rebelión que huyeron con los subversivos. En su huida, los guerri-
lleros aprovecharon para asaltar un peaje y de allí, hurtaron todo
el producido del día.
Marzo 02 de 1999. Municipio de Guadalupe. La guerrilla ingre-
só en la población atacando con cilindros-bomba, granadas de
fragmentación y disparos de fusil. En esta acción hurtaron de una
entidad financiera 28 millones de pesos. Una menor de edad, quedó
gravemente herida.
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En 1999, durante el Proceso de Paz, los frecuentes ataques de las


Farc al Departamento del Huila, lo dejó sumido en la más grave
crisis financiera. Datos estadísticos, demostraron que en tan solo ese
año se registraron 39 secuestros de personas prestantes de la región.
Mientras las fuerzas militares lograron el rescate de 7 ciudadanos
quienes se encontraban en poder de la guerrilla.
Esta corta reseña, es tan solo una pequeña muestra de los tantos y
absurdos ataques de las Farc a las poblaciones colombianas, durante
el desarrollo del Proceso de Paz.
En medio de las balas y bombardeos, desde el lugar de los hechos,
informé en directo a través de los noticieros de RCN - Cadena Bá-
sica. Una vez amanecía, realizaba una inspección minuciosa entre
los escombros y muertos, para seguir informando a los colombianos,
la realidad con total objetividad. Qué horror.
El compromiso moral que Pastrana Arango tenía con las Farc tras
su elección como Presidente, no le permitía exigir prácticamente
nada a la guerrilla: se encontraba entre la espada y la pared debido
a la presión que estaba ejerciendo Washington sobre Bogotá.
Ex comandantes de Policía y ejército en el Huila durante el Proceso
de Paz Rafael Hernán Celi Vega y Álvaro Plata Pinilla
Durante el proceso, las madres de los policías y soldados secues-
trados, no cesaban de arribar a la zona del despeje esperanzadas
en obtener alguna noticia sobre sus hijos y solicitaban desespera-
damente se les permitiera verlos. Pero la guerrilla no posibilitaba
ningún tipo de información y menos, contacto alguno con sus re-
henes. Argumentaban que eran prisioneros de guerra. Por su parte,
el Presidente de Venezuela Hugo Chávez, quien ya realizaba una
fuerte comunicación con las Farc, mostraba su total solidaridad y
respaldo para que se efectuara el Intercambio Humanitario.
Entre tanto, las fuerzas militares se fortalecían a través de los recur-
sos del Plan Colombia, mientras Pastrana seguía recibiendo fuertes
exigencias de su homólogo George Bush, para que presionara a las
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Farc, mensajes recibidos a través del Presidente de México Vicente


Fox. Situación que se empezaba a salir de sus manos. Por un lado,
precisaba mostrar ante la guerrilla una cara amigable, mas aun,
cuando de manera inesperada y secreta, arribaba prácticamente
solo a la “Zona del Despeje” para sostener encuentros privados
con los altos mandos guerrilleros en cabeza de Manuel Marulanda
y Raúl Reyes.
Allí, aprovechaba su compromiso político para departir unos tra-
gos de Whisky. El Jefe de Estado colombiano, se sentía en todo
su esplendor y con total tranquilidad, máxime, cuando arribaba en
horas de la noche al Batallón de Infantería Cazadores No 36; sitio
totalmente libre de presencia militar durante el Proceso de Paz. Ese
lugar, no solo sirvió de escenario para los encuentros privados con
la guerrilla, sino que hacia las veces de hotel presidencial.
De otro lado, Pastrana mostraba ante los medios de comunicación y
la opinión internacional, una aparente fuerza dictatorial con la gue-
rrilla, pero esa actitud no era suficiente pues los hechos hablaban
por si solos. El orden público en Colombia, cada día se agudizaba
con hechos de violencia. Todo indicaba que las Farc estaban do-
minando la nación a punta de cilindros bomba y ráfagas de fusil,
tras los enfrentamientos con el ejército y grupos paramilitares de
extrema derecha.
Durante el proceso de paz en Colombia, tuve oportunidad de co-
nocer a Manuel de Jesús Muñoz Ortiz, alias Iván Ríos y quizá fue
uno de los primeros miembros de la guerrilla que abrió su corazón
y retiró su máscara de comandante guerrillero para mostrar su lado
humano. Su corta estatura y poca capacidad de acción militar, no
le permitió ser un combatiente destacado, pero sí un ideólogo bri-
llante dentro de la organización hasta convertirse en el miembro
más joven del Estado Mayor Central de las Farc.
El 20 de febrero de 2002, luego que la guerrilla secuestrara un avión
de la empresa Aires en la localidad de Hobo, Huila y secuestraran
al senador Jorge Eduardo Gechem Turbay, el presidente Andrés
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Pastrana Arango en una alocución televisada puso fin al proceso de


paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia Farc
impartió la orden para que el Ejército a partir de las 12 de la noche
ingresara en la zona del despeje. Esa noche, el Gobierno expidió un
comunicado donde retiraba el estatus político a la guerrilla, reacti-
vó las órdenes de captura contra los negociadores de la guerrilla y
revocó la autorización a los cinco municipios desmilitarizados de
crear cuerpos cívicos de convivencia.
El tema de negociación con la guerrilla, se salió de las manos y del
alcance del presidente colombiano, tras la presión ejercida por los
Estados Unidos que reclamaban resultados positivos en la lucha
contra la subversión y el tráfico de estupefacientes, por la ayuda
económica otorgada por ese país para la ejecución del Plan Colom-
bia. El fallido Proceso de Paz llegó a su fin tras no desarrollarse la
agenda pactada entre las partes. Aparentemente la gota que rebosó la
copa, fue el secuestro del Senador Gechem. Pero la realidad, fue la
presión que ejerció Estados Unidos y la división interna que surgió
entre los comandantes de las Farc. Origen de la intransigencia y
obstinación de Raúl Reyes en la mesa de negociación.

Enfrentar el desafío con curiosidad y entusiasmo formaba


parte de mi profesión. Lastimosamente decir la verdad en un
país vulnerado en la libertad de palabra, era como sucumbir la
información en una fosa común.

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TERCERA PARTE
EN LA CUERDA FLOJA

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CAPÍTULO VII
OBJETIVO MILITAR

El año 2001 se había convertido en un año siniestro para el pe-


riodismo colombiano, pues unos fueron declarados “objetivos mi-
litares” y otros, acusados de “auxiliar a la guerrilla” a través de sus
informes. La libertad de prensa y la solidaridad profesional, estaba
vulnerada y solo servía para alentar a los autores del conflicto sin
una minima pauta de responsabilidad.
Los periodistas que cubríamos el conflicto, podíamos testimoniar
que las fuerzas del orden, eran igual de intolerantes que los grupos
armados. Exigían informaciones de ¿cómo? y ¿cuándo? lográba-
mos entrevistar a los guerrilleros. Entre tanto, la misma prensa en
su pretensión de informar, se llevaba por delante a sus mismos
colegas sin importar el transfondo que esto originaba tras el afán
de la chiva.
Personalmente gozaba de gran prestigio y credibilidad periodística,
actitud que permitió ganar la confianza de los mandos guerrilleros,
especialmente de Raúl Reyes quien estaba designado como jefe de
las Farc frente al gobierno de Andrés Pastrana Arango para el Pro-
ceso de Paz (l998-2002). Algunos informes especiales los recibía
telefónicamente, cuando él mismo se comunicaba a mi oficina o sitio
de residencia. Caso contrario a muchos colegas de otros medios de
comunicación, quienes tuvieron que permanecer días interminables
en la zona desmilitarizada para sus reportes periodísticos.
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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

En otras oportunidades, me vi obligada a exponer mi integridad


personal viajando completamente sola, por recónditos lugares de
la geografía colombiana con el propósito de conseguir la exclusiva
periodística. Esta situación, originó celos profesionales en algunos
periodistas mal infundados que por la falta de astucia y precisión pe-
riodística, realizaban informaciones copiadas de otros medios, hasta
el punto de convertir la noticia en una falacia de desinformación.
Estos colegas, faltos de tacto periodístico y pocas ganas de inves-
tigar, lanzaron falsos señalamientos en mi contra hasta el punto de
animar a los organismos de inteligencia de Colombia a vigilar cada
uno de mis movimientos y comunicaciones.
Mientras intentaba superar la angustia que causó la muerte de
José Duviel Vásquez, periodista y amigo asesinado el 6 de julio
del mismo año en Florencia Caquetá, tras la intolerancia de los
grupos armados en relación con informaciones publicadas al mismo
tiempo enfrentaba un amplio temor por las denuncias que desde los
Estados Unidos, hacía públicas mi hermano Baruch, señalando la
corrupción de algunos mandos policiales de Colombia y agentes de
la DEA de la Embajada de Estados Unidos en Bogotá involucrados
con el narcotráfico.
Mis propios colegas utilizaron esa información en mi contra ante
los comandantes de las Farc. Esta fue la gota que rebozo la copa.
Me acusaron de ser supuesta “informante del Gobierno de Estados
Unidos” supuesta labor que realizaba en conjunto con mi hermano.
Esa declaración con una alta dosis de veneno y crueldad, puso en
duda mi seriedad periodística entre los mandos subversivos siendo
su blanco de amenazas.
Entre tanto, periodistas locales del Huila entre ellos Erika Man-
chola, entregaban al ejército y a los organismos de inteligencia en
Colombia, falsas pesquisas sobre mis supuestos vínculos con la
guerrilla. Estos delicados informes, conllevaron a una interminable
persecución con la chuzada de mis números telefónicos y videos
de cada uno de mis movimientos.
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De igual forma, se inició una serie de amenazas contra mi vida por


parte de grupos Paramilitares. Situación que me obligó a renunciar
de mi trabajo en RCN a inicios del 2001 y dedicarme a prestar mis
servicios de periodista, como Jefe de Prensa, en la Secretaria de
Salud del Huila, durante el Gobierno de Juan Cárdenas.
Transcurrían los días y me encontraba nerviosa porque continuaba
recibiendo toda clase de amenazas. Me preguntaba, ¿por qué? el
teléfono de mi apartamento estaba funcionando, si el servicio te-
lefónico había sido suspendido debido a cientos de llamadas que
había realizado a los Estados Unidos a fin de establecer lo ocurrido
con mi hermano y las condiciones de vida de mi familia radicada
en ese país. Situación que originó una millonaria cuenta de cobro
y al no poder pagarla oportunamente, el servicio telefónico había
sido interrumpido. Aún así, de la noche a la mañana estaba extra-
ñamente habilitado.
En seguida pregunté en la telefónica del Huila porqué el teléfono
de mi apartamento se encontraba habilitado. El empleado, con un
gesto incrédulo, observó el sistema y aseguro que era totalmente
imposible, puesto que mi número de teléfono aparecía como sus-
pendido. Este hecho indicaba que manos oscuras habían habilitado
el servicio telefónico nacional e internacional, de manera extraña,
estas comunicaciones no aparecían registradas en el sistema de la
telefónica y menos, registradas en facturas posteriores.
No confiaba absolutamente en nadie. La noche del 4 de julio de
2001 de manera sorpresiva arribó a mi residencia la periodista Erika
Manchola. Lo extraño de su inesperada visita, no solo era la hora,
sino la manera como logró pasar una reja de seguridad ubicada en
el tercer piso del edificio y penetró hasta el cuarto piso donde se
encontraba mi apartamento, dado que para ingresar al piso tercero,
se requería de una llave que solo portábamos los habitantes.
El reloj marca las 9 y 20 de la noche, nadie acostumbraba a visitarme
a esas horas, mucho menos Erika quien simplemente se trataba de
una persona conocida del medio, pero no amiga.
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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

Erika con una actitud bastante nerviosa me dijo “Hola gordita no


pasa nada, es que con mi amigo necesitamos hacerte unas preguntas
es decir solo mi amigo y otro que se encuentra abajo” Dirigiéndose
hacia el amplio ventanal de la sala, me hizo una seña para mos-
trarme algo…Mira ¿Ves esa camioneta que esta ahí abajo? Aun,
mas extrañada respondí con otra pregunta… ¿Cómo hicieron para
ingresar en este piso y además estacionar ese automóvil. “A ese
sitio no ingresan autos por ser una calle peatonal y cerrada”.
Supuestamente su amigo necesitaba que yo le informara los nom-
bres de los comandantes de la guerrilla que estaban operando en
Campoalegre, Huila, porque él, quería ayudar, informando que el
ejército había asesinado unos campesinos y luego los hizo pasar por
guerrilleros. De inmediato reaccioné con gran extrañeza y coraje:
“Por favor cómo se les ocurre que estoy enterada de los nombres
de los comandantes guerrilleros de las poblaciones, solo conozco
algunos de la Zona del Despeje y no a todos” Erika intentando
evadir mi disgusto, expresó que solo quería que los ayudara.
“Por favor mujer, como pretende que los ayude cuando no tengo
idea de que se trata todo esto, se me hace muy extraño que el Ejér-
cito asesine gente en Campoalegre y los periodistas no tengamos
información de lo sucedido, eso es muy delicado Erika”.
Me comuniqué al celular del comandante de la IX Brigada del Ejér-
cito, General Gilberto Rocha Ayala, rápidamente le comenté todo
sobre la visita de Erika y lo que estaba argumentando su supuesto
amigo. Pese a que el reloj marcaba las 10 de la noche, el alto oficial
sugirió inventara alguna excusa y me dirigiera de inmediato hasta la
Brigada con esa gente. Me aseguró que él, directamente me estaría
esperando en el sitio.
Al arribar a la IX Brigada, le expliqué al General toda la patraña
de mentiras de estos sujetos, incluida Erika. El oficial escuchaba
atentamente y exclamó… ¡Con esas amigas para que enemigas!
De inmediato aseveré que ella no era sino una simple conocida y de
paso solicité, diera la orden algunos soldados para que me escoltaran
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hasta mi residencia porque estaba muy nerviosa…“no se preocupe


Olga, salga y tome un taxi para que la lleve hasta su casa que yo
mando a alguien que esté pendiente. No creo que nada le vaya a
suceder” afirmó el militar.
Al salir del Batallón del Ejército, nuevamente observé la camioneta
blanca estacionada al otro costado de la vía, Erika descendió rápi-
damente con uno de los hombres y me llamaron para que abordara.
Luego partieron destino a un establecimiento público bajo la excusa
de convidarme a tomar algo y hablar un poco de mi trabajo.
De nuevo confirmé que se trataba de una patraña en la que no podía
demostrar el mínimo grado de nerviosismo. Con una actitud ya sa-
lida de mis casillas pregunté ¿Dejémonos de tanto jueguito y vamos
al grano no soy ninguna entupida, hablen… a ver que quieren?
El hombre que había estado aguardando en la camioneta, dijo “…
Necesitamos que usted nos lleve hacia la guerrilla porque necesi-
tamos ayudarlos en algo” De inmediato sacaron un documento y
se identificaron como miembros de inteligencia del Departamento
Administrativo de Seguridad DAS.
Al medio observar la identificación les respondí… “Claro con
mucho gusto si ustedes me pagan los viáticos del viaje, pero antes
vamos a la dirección del DAS en Neiva para que certifiquen que
viajo con ustedes por si algo me sucede”…“De igual forma cuan-
do lleguemos a la Zona del Despeje y la guerrilla confirmen que
ustedes son detectives si algo les pasa es porque ustedes mismo se
lo buscaron”.
Al día siguiente, instantes en que me desplazaba para mi sitio de
trabajo, recibí una llamada a mi celular; se trataba de mi esposo
avisando que acababan de asesinar a mi amigo y periodista José
Duviel Vásquez. La noticia me dejo fría y estupefacta. Estaban ase-
sinando la gente que yo conocía. No hacia más de un mes, habían
asesinado a Naidu Cuellar, otra amiga y a varios conocidos. Ya la
lista de víctimas se elevaba a 17 conocidos muertos.

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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

Muy impresionada y triste por la noticia que acababa de recibir, mi


nerviosismo se incrementó cuando observé nuevamente, los dos
hombres con quienes Erika me había hostigado la noche anterior.
Eran las siete de la mañana, hora de inicios de labores en la Go-
bernación del Huila. Los hombres ingresaron a mi oficina sin ser
convidados y cerraron la puerta con seguro.
Se sentaron, informaron que ellos pertenecían al grupo de Homi-
cidios y Derechos Humanos del DAS con sede en Bogotá. Que mi
nombre aparecía en un listado de 10 personas que iban a asesinar
y por tanto, corría peligro. Cuando escuché esa información, soli-
cité su identidad nuevamente. Una vez tuve el documento en mis
manos, llamé inmediatamente a las oficinas del DAS en Neiva a
fin de verificar si era cierto que estos hombres trabajaban en esa
institución.
Una vez me confirmaron que sí eran detectives, pregunté desde
cuando conocían a Erika. Respondieron que solo la noche anterior,
porque en las oficinas del DAS en Neiva, avisaron que ella, era la
periodista que les ayudaba con informes y era la persona que los
podía llevar hasta mi residencia. También me informaron que Erika,
les había asegurado que yo tenía fuertes nexos con las Farc.
Sabía que Erika Manchola, era una periodista de poco fiar y más
por los comentarios que escuchaba sobre su baja reputación en el
medio periodístico. Los mismos colegas, aseguraban que se trata-
ba de una mujer que aparte de intimidar con militares, vendía el
alma al diablo por cualquier peso. Esas dos situaciones, sumada la
información que ella entregó al Ejército en el Caquetá, momentos
en que se radicó en la ciudad de Florencia, dejaban entrever su
falta de ética moral, profesional y humana, tras atacar a la gente
con ilusorias pesquisas a cambio de su lucro personal.
En esa oportunidad, la supuesta “periodista” se encontraba entre
el grupo de personas que trabajaba para el Ejército, realizando la-
bores de inteligencia para el B2 en el Caquetá. Instantes en que se
presentaban ante Jorge, recién nombrado comandante de esa unidad
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del Ejército, Erika hizo su presentación e insinuó que era del Huila
y que había llegado procedente de Neiva.
Cuando Jorge escuchó que Erika había llegado de la ciudad de
Neiva, preguntó si me conocía. Su respuesta de inmediato fue…
“esa es una guerrillera”… La mujer no imaginaba que el nuevo
comandante, era amigo personal y su prometida, gran amiga mía.
Después de casi tres años de haber permanecido en el exilio, la su-
puesta periodista regresó al país, tal vez en esta oportunidad, intentan-
do buscar una nueva víctima para su vulgar trabajo de desinformación
y de esta manera, poder sobrevivir en la ciudad de Bogotá porque en
la región del Huila poca aceptación profesional tiene.
A inicios de Agosto de 2001, me encontraba atravesando una semana
emocionalmente difícil, continuaba recibiendo amenazas contra mi
vida. Era una noche calurosa y exhausta. Acaba de regresar de mi
trabajo y me alistaba para tomar baño, de repente timbró el teléfono
del apartamento, al atender la llamada, noté que del otro lado de la
línea alguien escuchaba pero no hablaba. Esa situación se registró
en tres oportunidades, llamaban y no hablaban; aun así, notaba que
la persona si me escuchaba y de paso yo escuchaba algunos sonidos
del otro lado de la línea.
Cuando el teléfono timbro en la cuarta oportunidad, por fin hablaron
“Hola, hola, hola” “Hola me escucha” de inmediato respondí, Sí.
¿Quién es por favor? La voz respondió ¿No recuerda quien soy?
En seguida reconocí que era la voz de Raúl Reyes, comandante de
las Farc. Me sorprendió mucho su llamado, más que lo hiciera a mi
apartamento y a esa hora de la noche. Respondí “Caray comandante
Reyes, ¿a que debo tal sorpresa casi no se logra comunicar? ¿De
dónde está llamando porque es muy tarde, aún se encuentra en
Los Pozos? El reloj marcaba las 7:20 de la noche en Colombia…
“Necesito que por favor venga cuanto antes a este sitio tenemos
que hablar” Extrañada le respondí “Comandante Reyes se le olvi-
da que ya no trabajo para RCN y por tanto no me compete cubrir
informaciones de ustedes, ahora soy funcionaria casi pública”.
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Raúl Reyes insistió que por mi bienestar me presentara en Los Pozos


antes de 48 horas, su voz fue directa y cortante. Sin más explica-
ciones terminó la comunicación. Esta llamada, alteró aun más mi
nerviosismo pues no sabía qué pensar porque todo era muy extraño.
En mi interior, sentía que se trataba de algo bien importante y debía
acudir sin pensarlo dos veces. Avisé a mi esposo de la llamada e
informé que tenía que viajar a San Vicente del Caguán antes de
48 horas. Reaccionando desconfiadamente, me dijo que era una
locura que viajara a ese sitio, máxime por las tantas intimidaciones
que estaba atravesando y mas, porque mi vida se exponía tras las
amenazas de los grupos Paramilitares. Sugirió que habláramos con
mis suegros y les contáramos que Reyes me había citado.
Al ingresar en el apartamento de mis suegros, don Gilberto, sugirió
que consultáramos telefónicamente a un cabalista sobre los riesgos
de mi futuro viaje al Caguán. Así fue que decidimos llamar a Oscar
David Vargas, un joven, astrólogo y lector del tarot quien vive en
la ciudad de Bucaramanga; activamos la alta voz del teléfono, para
que todos los presentes lográramos escuchar lo que supuestamente
predeciría el tarotista.
Confiada en Dios y dudosa de las casualidades que mencionó el
tarotista, decidimos aguardar por su presencia. Estábamos desespe-
rados y muy confusos. Todo lo que permitiera una señal, era guía
para nuestra estabilidad familiar. Óscar viajó toda la noche desde
su lugar de origen hasta la ciudad de Neiva y al arribar a mi apar-
tamento le solicité me acompañara al Caguán pese a la negación de
mi esposo y suegros. El viaje lo realizamos antes que se cumplieran
las 48 horas, tiempo estipulado por Raúl Reyes.
La incertidumbre para esta cita, dejaba entrever mi total nerviosis-
mo. Presentía que algo no estaba bien y no tenía la menor idea sobre
los motivos para el inesperado encuentro. Cada instante recordaba
la manera como Raúl había exigido mi presencia con tiempo limite.
Arribamos en el aeropuerto de San Vicente del Caguán, en seguida
contratamos los servicios de un taxi, conducido por un hombre
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apodado pata limpia, persona que casi siempre transportaba a los


periodistas hacia los pozos, sitio donde se llevaba a cabo las re-
uniones entre el Gobierno y las Farc.
Durante los 45 minutos del recorrido, se respiraba una tensa calma
de perplejidad que no permitía cruzar una sola palabra con Óscar.
Por fin llegamos a la sede de Villa Nueva Colombia; como de
costumbre, el sitio se encontraba custodiado por un buen numero
de guerrilleros y la presencia de algunos periodistas nacionales y
extranjeros quienes aguardaban por alguna información. Esa tarde,
la primera persona que me atendió fue Adriana, mujer que realizaba
labores de recepcionista en los Pozos. Se mostraba amable como
de costumbre, pero dejaba entrever cierta mirada de interrogación
y asombro porque hacía un buen tiempo no sabía nada de mí. De
inmediato, advirtió que Raúl Reyes no se encontraba en la sede,
porque acababa de partir a otro sitio en el Caguán. Agregó que él,
había estado muy atento preguntando por mí y ordenó que una vez
tuvieran noticias mías, le informaran y no permitieran que yo me
alejara de los Pozos. Comentario que me causó más curiosidad y
confirmara que sí se trataba de algo serio.
Presenté a mi acompañante Óscar y comenté que el joven era lector
del tarot, situación que causó en Adriana asombro y curiosidad para
solicitarle una lectura de cartas. Luego, sugirió el sitio donde nos
teníamos que hospedar. Se trataba de una pequeña casa en madera,
ubicada a escasos metros de la sede de Villa Nueva Colombia.
Esa noche las horas fueron interminables. Óscar se encontraba muy
nervioso porque jamás había visto a la guerrilla personalmente, solo
por televisión y en fotos. Nos correspondió compartir el mismo cuar-
tito oscuro e incluso la misma cama. La luz de las velas, permitían
iluminar el pequeño caserío Los Pozos, pues el servicio de energía
eléctrica, producido a través de una gran planta, era suspendido a
partir de las ocho de la noche.
Con Óscar no logramos conciliar el sueño en toda la noche, fuma-
mos cerca de dos cajetillas de cigarros, especulábamos sobre los
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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

posibles motivos de mi reunión con Reyes, sin saber la realidad


del mismo. Escuchamos con temor, el continuo correr e intranquilo
ladrido de decenas de perros, como si presagiaran lo peor. Esto
acrecentaba aun más nuestro nerviosismo que originó un descon-
trolado llanto en mí. Para intentar tranquilizarme, Óscar preguntaba
sobre mi hermano Baruch y la inesperada muerte de Naidu Cuéllar,
persona quien le había consultado el tarot telefónicamente, meses
antes de ser asesinada.
Al día siguiente, cuando marcaban las 7 de la mañana en el reloj,
nos dirigimos nuevamente hacia la sede de Villa Nueva. Un poco
más tarde llegó Adriana, luego arribó un automóvil Suzuki Vitara
y otros autos que no recuerdo su marca ni color. Mas tarde, pude
apreciar el arribo de una camioneta color verde. Se trataba de Raúl
Reyes y su grupo de escoltas, quienes ingresaron por otro costado
del amplio terreno enmallado con alambre de púas.
Creo que no alcanzó a descender del auto, cuando ordenó a una de
sus escoltas me informara de pasar rápidamente a su oficina pero sola,
porque mi acompañante tenía que esperar en otro lugar. Cuando me
desplazaba hacia la oficina de Reyes, me crucé con Iván Ríos, Andrés
Paris, Joaquín Gómez y Julián Conrado. Comandantes guerrilleros
que saludaron cordialmente pero extrañados con mi presencia.
Una guerrillera custodiaba la puerta de la oficina de Raúl, de inme-
diato solicitó aguardara hasta tanto su comandante diera la orden
de pasar. Aguardé cerca de tres minutos, luego Reyes apareció y
con un gesto bastante despótico me hizo pasar.
¿Quién es el hombre que la acompaña? Fueron sus primeras pa-
labras a las que respondí: “Buenos días comandante Reyes estoy
cumpliendo la cita y creo que primero la gente decente saluda”. Su
actitud para conmigo, no era igual de amable que cuando cubría las
noticias sobre el Proceso de Paz. Sus gestos eran toscos y fuertes.
Solicitó me sentara y de nuevo abriendo la puerta, ordenó a la joven
guerrillera no ser interrumpido. De igual forma, exigió que no le
pasaran llamadas de absolutamente nadie.
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Su actitud desconcertante me originaba cierto nerviosismo e intriga.


Aun así, demostré fortaleza y serenidad. No tenía porque temer
pero si me alertaba su actitud. Pregunté los motivos de la reunión,
lo cual respondió que me limitara a responder las preguntas que él
me realizaría. Se dirigió a un mueble donde guardaba varios libros
con portada color naranja, creo era literatura de Simón Bolívar
porque yo tenía uno similar. También aprecié documentos en una
de las gavetas, de donde tomó algunos recortes de periódico y los
puso sobre su escritorio.
Observé que estos trozos de periódico, eran informes de prensa
con noticias de mi hermano Baruch. Luego con actitud enfurecida
me dijo: “Acá nos enteramos de absolutamente todo y sabemos su
jueguito” “Pensé que usted si era una periodista y no una infor-
mante como me lo han hecho saber”… No podía creer lo que estaba
escuchando, tampoco tenía las fuerzas suficientes para interrum-
pirle, dejé que hablara y desahogara toda su ira y veneno… ¿Hace
cuánto trabaja para los Yanquis porque lo sabe ocultar muy bien
con esa carita que no parece que quebrara un plato?... Sabía que
sus venenosos comentarios tenían un trasfondo mal infundado, que
ocasionaba desconcierto e impulsos de gran dolor.
En ese instante, estaba empezando a conocer la otra cara de Raúl
Reyes e incluso de la misma guerrilla. La sanguinaria. Sabía y te-
nía muy en claro que me encontraba frente a un hombre, quien no
vacilaría en acabar con mi vida…“Por Dios Santo, Comandante
no puedo creer lo que usted me dice, esto es injusto”…. Así se dio
inicio a una reunión casi eterna y al interrogatorio más largo y atroz
de toda mi existencia. Por un espacio de tiempo, olvidé que Óscar
me acompañaba pues solo deseaba aclarar la infame situación que
me estaba rodeando.
Pensaba y sentía que no volvería a casa y que en ese sitio terminaría
asesinada y sin tener la minima oportunidad para demostrar mi ino-
cencia. No lograba contener el temblor que invadía todo mi cuerpo,
mis manos y todo mi ser transpiraba profusamente como si fuese el
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último día de mi existencia. Empecé a experimentar un fuerte dolor


abdominal y por un momento pensé que iba a trasbocar.
A medida que pasaba el interrogatorio, Reyes mostraba una actitud
despiadada hasta gozar con mi sufrimiento y súplicas porque le
imploraba el respeto a mi vida. Rogaba y pedía el favor investi-
garan a fondo, los informes que tenía de mi supuesto vinculo con
el gobierno norteamericano. Aclaré que ni yo misma sabia que mi
hermano Baruch era agente encubierto del gobierno norteameri-
cano. Repetía incansablemente que era una mujer trabajadora con
el ánimo de sacar adelante una familia y antes de cualquier cosa,
respetaba la vida de todo ser humano y su ideología. Rogué con
lágrimas en mis ojos me diera la oportunidad de demostrar que
estaba equivocado.
Había transcurrido aproximadamente unas 5 horas. Personalmente
no cesaba de llorar y de suplicar no me hiciera daño. Finalmente,
Raúl Reyes en compañía de otros dos comandantes guerrilleros que
habían ingresado a la oficina en el intermedio del interrogatorio,
salieron y Reyes ordenó a la mujer que había permanecido en la
puerta, se quedara conmigo. Luego regresó acompañado de Óscar el
tarotista, quien mostraba cara de angustia y desespero. Ordenando
se sentara en una silla, con tono burlesco y dudoso dijo… “Si real-
mente usted sabe leer esas cartas necesito que adivine mi futuro”.
Esa actitud de Raúl Reyes me dejaba más sorprendida porque él,
como buen marxista, resultaba ser un hombre escéptico y no creía
ni en su sombra, menos iba a creer en la lectura de un tarot.
Óscar me miró y al observar que lloraba doloridamente, se conster-
nó de tal manera, que se puso a llorar conmigo, como si estuviera
enterado de lo que estaba ocurriendo. Luego observé sus manos
temblorosas y abriendo un paquetito donde guardaba recelosamente
un paño negro, lo destapó, sacó sus cartas y preguntó ¿Señor desea
que se las lea en privado? Con una risita satírica Reyes respondió…
“Delante de ella puede leerlas no tengo nada que esconder ni ocul-
tar quiero que me diga como va a continuar este proceso”.
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Extrañamente, Oscar presagiaba que el rompimiento de los diálogos


estaba próximo a terminar. Raúl Reyes seguía preguntando con cierto
aire de asombro y gesto burlesco. Entre tanto, yo rogaba a Dios se
hiciera justicia y tocara el corazón de aquellos hombres para que me
dejaran volver a casa. Terminando la lectura del tarot, Raúl Reyes se
levantó de la silla y le dijo a Óscar “Le agradezco mucho parece que
usted sabe de esta vaina, pero le tengo que informar que se tiene que
regresar solito porque su amiga se queda con nosotros”.
Cuando escuché esas palabras, sentí que el mundo se me venía
encima y que mis piernas no resistían estar de pie; Óscar sin tener
idea de lo que había sucedido, rogaba a Raúl Reyes nos dejara
partir juntos; también imploraba me respetara la vida. Reyes con
agenda en mano, anotó algo y me dijo…”Tiene 5 días de plazo para
que usted renuncie de su trabajo y deje organizada la vida de su
marido y sus hijos”.
En el manual estricto de la guerrilla ejecutado por sus comandantes
cuando analizan que alguna persona es una amenaza para su orga-
nización, si no es ajusticiada enseguida, otorgan un plazo límite,
para que la victima abandone su región de origen o de lo contario
es liquidada. En mi caso, Reyes me fijaba un plazo de cinco días
para que yo renunciara de mi trabajo, familia y luego decidían que
hacer conmigo. Ese lapso de tiempo supuestamente sería para ellos
esclarecer mi inocencia.
Sin comprender muy bien a lo que se refería, cuando escuché esas
palabras pedí el favor, me permitiera viajar con Óscar. No imaginaba
estar apartada y lejos de mis hijos y hogar. No podía creer lo que
estaba sucediendo y el trauma psicológico que esto ocasionaba no
solo en mí, sino en Óscar, quien por querer hacer un favor, ahora
se enfrentaba a un verdadero drama de terror.
Expliqué que el joven tarotista no conocía la zona y que había
viajado desde Bucaramanga a fin de realizar ciertos baños que per-
mitieran proteger mi vida de todo peligro, tras las tantas amenazas
de las que estaba siendo objeto.
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Luego agregué…“Comandante Reyes le agradezco la oportunidad


que me da y por favor investiguen que yo no tengo nada que ver con
el trabajo que desempeña mi hermano” El mando guerrillero de
nuevo miró su agenda y dijo… “investigaré todo así sea el tiempo
que sea, espero usted esté diciendo la verdad”.
Hasta el día de hoy, no me explico cómo este hombre se conmovió
y dio la orden para retirarnos del sitio. Eran prácticamente las 5 de
la tarde, no teníamos en que movilizarnos hasta el centro de San
Vicente del Caguán y a esa hora, no había vuelo para Neiva.
Como si fuese un milagro, en ese preciso instante, arribó a Los
Pozos un taxi. Nuevamente se trataba de Pata Limpia, el mismo
taxista que nos había transportado y ahora llevaba a una pareja que
estaba citada en ese lugar. Rápidamente le solicité me llevara a San
Vicente, pero él se negó rotundamente asegurando que no podía
porque tenía que esperar a la pareja y que, además, le pagarían en
dólares por sus servicios. Su respuesta me dejaba fría.
No había transcurrido mas de diez minutos, cuando el taxista se
acercó y dijo nos vamos, angustiada pregunté si finalmente nos po-
día llevar y el respondió “Sí porque la pareja se queda”. Con Óscar
agradecimos al creador por este milagro y abordamos el auto.
Durante el camino no hablamos una sola silaba, solo nos mirábamos
y con gestos de solidaridad Óscar me daba a entender que todo esta-
ría bien. Al llegar al centro de San Vicente, nos desplazamos a una
cabina telefónica para llamar. El tarotista se comunicó con María,
su madre quien estaba muy angustiada porque no sabía nada de él.
Entre tanto, llamé a mi apartamento, pero nadie atendió, luego me
comunique con mi hermana Amparito y llorando profusamente, in-
tentaba explicar lo que había sucedido. De paso le solicitaba cuidara
mis hijos porque presentía que algo malo me sucedería.
Al terminar la comunicación, nos dirigimos a un auto de servicio
público estacionado frente a un parque, el conductor esperaba
completar el cupo de pasajeros para partir con destino a la ciudad

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de Florencia, Caquetá. Expliqué a Óscar, que era el único medio de


transporte que nos permitiría salir cuanto antes de esa zona y luego
abordaríamos un bus que nos llevara hasta Neiva.
Como dice un adagio popular colombiano “El que nada debe nada
teme”, razón por la cual, no nos habíamos percatado del seguimiento
que nos hacía una mujer, hasta que de manera evidente, sentada
en la silla al lado del conductor, movió el espejo retrovisor y nos
observaba todo el camino. No siendo suficiente su actitud, giraba su
cabeza y mirando decía… “Monita sabe que yo voy a Neiva para
matar a una sapa hideputa” Óscar tomó mi mano y apretándola
fuerte intentaba tranquilizarme.
Personalmente, intentaba esquivar su mirada y comentarios mirando
a través de la ventana. Luego insistentemente preguntaba ¿Ustedes
van para Neiva, cierto? ¿Monita diga a dónde va usted? Al llegar
al primer retén que realizaba la guerrilla a escasos kilómetros de
San Vicente del Caguán. Bajé del auto y explicando la situación,
pedí el favor a un guerrillero que investigara a la mujer.
Cuando la hicieron decender del auto, noté que vestía jeans, botas de
caucho y poncho. También observé que traía algo escondido dentro
de su pantalón. El conductor estaba perturbado y mirándonos dijo
“Esa mujer me da miedo no sé a dónde se va a bajar, pero espero
que la guerrilla la deje acá”.
El desconsuelo fue mayor cuando la mujer abordó nuevamente el
auto y con risita irónica se despidió de los guerrilleros. El automóvil
continúo su marcha, luego esta mujer solicitó al conductor que se
detuviera en la población de El Paujil y aguardara por ella algunos
minutos. Zona de fuerte presencia de Paramilitares. El conductor
subiendo volumen a la radio, hizo caso omiso y cuando pasábamos
por El Paujil aceleró la velocidad del automóvil.
Esta situación incrementaba aún más mi nerviosismo, lo que pa-
recía una total coincidencia, indicaba una fuerte relación con mi
situación de amenazas, si hubiera estado completamente sola, podía

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pensar que estaba paranoica, pero Óscar David, fue fiel testigo de
esta pesadilla.
Durante las tres horas que duró el recorrido, la mujer no paró de
observarnos. Cuando llegamos a cierto punto de la ciudad de Floren-
cia, solicitamos al conductor detenerse. Luego con Óscar haciendo
un gesto de haber llegado al destino final, logramos que la mujer
también bajara del auto. Enseguida nos subimos nuevamente y el
conductor aceleró, sin dar tiempo para que la mujer abordara de
nuevo y menos pagara su viaje.
El conductor dijo “Disculpen lo que voy a decir, pero esa vieja
me tenia las huevas de corbatín” Agradecimos al conductor por
el noble gesto y de paso confesamos que no era el único nervioso,
nosotros estábamos que reventábamos. Le solicitamos se dirigiera
a la terminal de buses. Allí, compramos rápidamente los tiquetes
para viajar rumbo a Neiva, con tan buena suerte que el automotor
estaba próximo a salir y abordamos de inmediato.
Al instante subieron dos hombres y se sentaron justo al frente de las
sillas donde nos encontrábamos. Algo extraño estaba sucediendo,
todo parecía un complot de seguimientos y esto no era solo casua-
lidad porque Óscar también estaba vigilante a todo lo ocurrido.
En el camino los hombres no paraban de prestar atención, antes
de llegar a un retén del ejército en la población de Altamira, no-
tamos que estaban rompiendo la silla como por debajo, luego se
sacaron dos armas y las escondieron justo en ese sitio. Esa noche,
todo parecía una terrible coincidencia. Cuando llegamos al retén y
descendimos del bus para una requisa, uno de los hombres se paró
al lado de Óscar y puso su mano sobre su hombro, como señal de
advertencia para que no hablara.
Yo observaba la situación y no paraba de temblar no solo por el
terrible frío que calaba mis huesos, sino por el temor de ser victi-
mas de estos dos hombres que no pronunciaban palabra, pero con
la mirada amenazante nos obligaban a silenciarnos.

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Sentía que moría del pánico, pero no podíamos avisar a los unifor-
mados lo que estaba sucediendo y lo mas extraño, los soldados cuan-
do requisaron el bus, no hallaron las armas porque todo continuó
su rumbo normal. No cesaba de orar y clamar a Dios su protección
pues el viaje de una noche, se convirtió en una eternidad. Óscar no
hablaba, tan solo rozaba su mano contra la mía y luego presionaba
muy fuerte como señal de angustia.
Antes de las seis de la mañana, arribamos a la terminal de buses en
la ciudad de Neiva, de inmediato aprovechamos que otras personas
se pararon y se interpusieron en medio de los dos hombres y no-
sotros. De esta manera, aprovechamos para bajar del bus y correr
tan rápido como pudimos, hasta alcanzar un taxi que nos condujo
a mi apartamento.
Como si presintiera algo terrible, mi esposo, a esas horas de la ma-
drugada aguardaba por nosotros parado en la esquina del edificio,
al lado de la panadería Neiva Pan. Lo extraño, él no tenía idea, del
día y la hora que llegábamos. Comentó que no pudo dormir en toda
la noche y antes de las 6 de la mañana se levantó y decidió bajar y
esperar si llegaba algún auto con nosotros.
Al decender del taxi, observé a William y de inmediato me tiré en
sus brazos, no paraba de llorar. Luego ingresamos en el apartamento
y despertamos a mis hijos. William enseguida se comunicó con
mis suegros y les informó que nos dirigíamos para el apartamento
de ellos.
Esa mañana, sin importar nuestro agotamiento físico por la falta
de sueño y el alto grado de estrés, decidimos realizar una reunión
familiar e informar en detalle todo lo ocurrido. De esta manera,
tomaríamos las medidas pertinentes.
Desde el apartamento de mis suegros llamé a mi familia en los
Estados Unidos e informé lo que estaba sucediendo con las Farc.
La primera advertencia que me hicieron fue no acudir a las auto-
ridades colombianas, porque mi hermano Baruch había realizado
una serie de denuncias contra comandantes de la Policía entre ellos,
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su Director General Rosso José Serrano Cadena y ellos mismos


tomarían represalias contra nosotros.
Esa situación, acrecentaba aun más el grado de inseguridad para
mi vida personal y la de mi familia. Necesitaba buscar una solu-
ción pronta antes que se cometiera una injusticia contra mi vida.
Atravesábamos una etapa muy difícil, en ese instante no era solo
Baruch quien estaba en peligro. Ahora mi madre tenía que orar
especialmente por dos de sus once hijos y sus ruegos al Creador no
cesaba. Mi familia entera se mostraba consternada y muy preocu-
pada. Cada instante se comunicaban telefónicamente desde países
y ciudades diferentes, pero no me daban solución alguna.
No sabíamos que camino tomar dado que por un lado era obje-
tivo militar de los Paramilitares quienes no cesaban de hostigar
y amenazar y de otro lado, la unidad de inteligencia B-2 del
Ejército, grababa cada una de mis conversaciones y perseguía
con filmaciones mis desplazamientos, temiendo mis supuestos
vínculos con la guerrilla. Entre tanto, recibía mil intimidaciones
quizá de los narcotraficantes que se enteraron de mi lazo familiar
con Baruch.
Como si fuera poco, los organismos de inteligencia en Colombia
como el Departamento Administrativo de Seguridad DAS y la
Unidad Dijín de la Policía Nacional, no terminaban de seguir
cada uno de mis movimientos. Para rematar, ahora era objetivo
militar de las Farc quienes me señalaban de ser agente en cubierto
de los Estados Unidos. Situación que no se le desea a ningún ser
humano, resultado de las animadversiones y falsedades de mis
propios colegas.
Presentía que mis días estaban contados, me encontraba frente a
mil enemigos y peor aun, sin una justa causa me señalaban de lo
que no era, ni imaginaba ser. La única razón, querer realizar bien
mi trabajo para poder permanecer con mi empleo y de esta manera,
sacar adelante mis hijos.

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OLGA CECILIA VEGA C.

Sin encontrar otra alternativa con mi esposo e hijos, decidimos que


lo mejor para nuestro bienestar y mi propia seguridad era alejarme
lo más pronto posible de esa región. Presentíamos lo peor: ya ha-
bían asesinado varios amigos y conocidos. Posiblemente yo sería
la próxima víctima.
Me reuní con el ex Gobernador del Huila Juan Cárdenas, agradecí
la oportunidad que me brindó con el trabajo en la Secretaría de
Salud Departamental y sin entrar en detalles, le comenté que mi
vida estaba complicada, rogaba no abandonara mi esposo y mis
hijos si algo me aconteciera, le informé que posiblemente tenia que
marcharme de la ciudad y tal vez del país.
De igual forma, sostuve una reunión privada con el entonces alcalde
de Neiva, Héctor Javier Osorio Botello. El encuentro se realizó en
el apartamento de mis suegros. Solicité su ayuda para mis hijos y
esposo si algo grave ocurriera. Le dije… “lo más seguro me tengo
que ir del país antes de que me asesinaran”. Héctor Javier sor-
prendido y muy consternado expresó su total solidaridad humana,
la cual agradezco eternamente.
Al día siguiente, Héctor Javier envió a su hermano Jaime para que
me visitara y de paso me entregara un dinero que ayudaría en parte
a mi planeado viaje. De alguna manera, necesitaba reunir dinero
que me permitiera comprar los tiquetes e intentar rehacer mi vida
en otro lugar, hasta tanto mi familia pudiera venir conmigo.
Gran parte de mis pertenencias que no pensaba llevar en mi equipaje las
obsequié a mis allegados. William intentaba vender algunas otras para
reunir dinero y de esta manera, poderme marchar con algunos pesos.
Nos alejamos de nuestro apartamento previendo una situación
nefasta. Parte de esa semana, pernoctamos donde mis suegros. Apa-
rentemente todo tenía que salir bien antes del plazo de cinco días
estipulado por Raúl Reyes, yo tenía que estar lejos del alcance de
la guerrilla, de los Paramilitares y de toda la gente que me habían
declarado objetivo militar.

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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

Luego del imprevisto viaje al Caguán, mi vida se limitó a 4 pare-


des en casa de mis suegros, prácticamente no salía por temor a ser
asesinada, casi todo lo organizábamos vía telefónica. Cuando tenía
que ir algún sitio por fuerza mayor, notaba que me perseguían; lo
peor de todo, no tenía idea de quienes eran esas personas. Me
había convertido en el objetivo y blanco de todos los grupos, sin
formar parte de ninguno.
Mi único consuelo era seguir mi fe en Dios y esperar se hiciera
justicia. Nunca le hice mal a nadie, antes todo lo contrario en lo
que podía y estaba a mi alcance colaboraba. Tal vez me había
aferrado mucho a mi trabajo, intentando ser la mejor. Quizás esa
situación había restado importancia en la gente que me rodeaba y
esto, originaba rencillas y mal interpretaciones, pero mi tiempo
estaba limitado con mi trabajo y mi amado hogar.
La situación se tornó tan delicada que me despojaba de toda ilusión
pues no había justificativo alguno para enfrentar tanta crueldad y
temía hasta por la vida de mis hijos y esposo. Imaginaba que aque-
llas personas que me seguían, cuando notaran mi ausencia tomarían
represalias contra la familia. Procedí a retirar del colegio a mi hija
Juliana y enviarla a otra ciudad para salvaguardar su vida. De igual
forma, mi hijo Omar Andrés quien tenía previsto otro destino que
permitiera protegerlo, no alcanzó a realizarlo con mi ayuda por
circunstancias inesperadas.

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CAPÍTULO VIII
EL SECUESTRO

T ranscurrieron cuatro días después de haber regresado de San


Vicente del Caguán. La noche anterior, no había logrado conciliar
el sueño largo rato como en las anteriores y desperté muy tempra-
no pues intuía que algo terrible sucedería como si fuera el último
día de mi existencia. Aun así, intentaba apaciguarme imaginando
que ni las Farc ni nadie, ejecutaría ninguna acción en mi contra.
Era una mañana calurosa como siempre en Neiva. Ese día sería
el último que compartiría con mi familia en Colombia, puesto que
en la mañana siguiente pretendía viajar con destino a otra ciudad
y luego al exterior, pero antes, necesitaba realizar con urgencia
algunas diligencias personales, como cambiar el cheque de pago
por mis servicios en la Secretaría de Salud del Huila y comprar
algunos detalles de uso personal. Hasta el último momento pre-
cisaba tomar todas las medidas de precaución, a fin de evitar ser
expuesta ante algún peligro. Para ello, acudí a un par de conocidos
quienes me trasladarían en su auto porque movilizarme en el mío,
resultaba riesgoso.
En el instante en que me disponía a salir, inexplicablemente sentí el
deseo de entregarle mi argolla matrimonial a la madre de William,
solicitando la guardara. Luego la abracé y dije cuanto la quería.
Lo mismo hice con mi esposo y mi hijo Omar Andrés, quienes se
extrañaron con mi actitud y no se cansaban de repetir…”tranquila
todo va a salir bien, ya mañana viajas”.
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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

Don Gilberto, padre de William, al observar mi tristeza se acercó y


me entregó su pañuelo blanco, con que sequé mis lágrimas y apreté
entre mis manos.
Mi lengua se anudaba cuando intentaba hablar, estaba muy ner-
viosa, deprimida y confusa. Sentía muchos deseos de llorar y de
comunicarme con algunos periodistas para comentar lo que me
estaba sucediendo pero lamentablemente, no confiaba en casi nadie.
Excepto en Alvarito Falla quien ahora disfruta de la presencia de
Dios, Blanca Fanny Téllez y César Velandia, considerados hasta
el día de hoy, personas serias y amigos leales.
Acababa de salir del edificio Cádiz, ubicado en la Avenida la Toma
de la ciudad de Neiva, vía importante de la capital huilense. El re-
loj marcaba las 9 de la mañana, hora de un pesado flujo vehicular.
Planeaba regresar sobre el mediodía para almorzar con la familia,
una vez terminara de realizar mis diligencias.
Nos desplazamos por la Avenida Circunvalar, una vía que bordea el
río Magdalena y de gran afluencia de gente y de repente, escuché
el golpe de un auto que atravesó el nuestro. Situación que obligó
a frenar casi en seco. Todo sucedió demasiado rápido e inexplica-
blemente.
Observé que a mi derecha se encontraba un hombre golpeando
enérgicamente la puerta del auto y luego la abrió a la fuerza. Pensé
que se trataba de un robo. Recuerdo que otro individuo apuntaba
con un arma el rostro de mi amiga que conducía el auto. El sujeto
que golpeó la puerta, me tomó a la fuerza por un brazo y el cabello,
sacándome a rastras del automotor y obligándome a subir a otro.
Permanecí en el piso de ese auto, no se por cuanto tiempo. Tan
solo recuerdo, que unos pies presionaban mi espalda y escuchaba
gritos que decían “¡Hijueputa si se mueve se muere acá mismo!”.
Me amenazaban constantemente y no dejaban de rozar un arma
sobre mi nuca y cabeza, mientras otro decía “llame rápido y avise
que ya vamos”.

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OLGA CECILIA VEGA C.

En una comunicación, escuché a un hombre decir que ya tenían la


gallina para el sancocho algo así, no recuerdo las palabras exactas y
solo sabía que se acercaba el fin de mi vida. Los hombres, se sentían
nerviosos y desesperados. El piso del automotor estaba sucio con
barro y tierra. Tendida, intentaba identificar a mis captores por su
acento y timbre de voz. Por la manera en que gritaban, percibía que
no eran de la ciudad de Neiva y que no la conocían muy bien.
Suplicaba no me fueran a disparar que no les ocasionaría proble-
mas. En ese lapso de tiempo, recordaba cada gesto de mis hijos
y de William. Las últimas palabras que hablé con mi madre por
teléfono y el rostro de mi suegra llorando. No me explico cómo
mis manos, aun sostenía el pañuelo blanco que me entregó don
Gilberto y con el que sequé mis últimas lágrimas en su aparta-
mento antes de salir.
Luego de un larguísimo recorrido, el auto se detuvo. Me obligaron
a descender rápidamente, pero mis piernas y columna no respon-
dían porque estaban entumidas, también me encontraba orinada y
totalmente transpirada.
Como pude descendí del carro, pero el terror que sentía casi no me
dejaba pronunciar palabra. En el lugar, solo podía divisar monta-
ñas, monte y un camino escabroso. Luego observé, el rostro de
tres hombres vestidos de civil y el auto en que me movilizaron; se
trataba de un campero color blanco, muy sucio.
En ese lugar, también se encontraba otro hombre con una moto y
otros dos vestidos como militares montados a caballo. Pensé que
se trataba de Paramilitares. Con mi lengua casi pegada al paladar,
pregunté ¿Quiénes eran? y si en ese sitio, sería ajusticiada.
Uno de ellos, se identificó con actitud irónica…“somos de las Farc
la guerrilla más conocida en el mundo” otro sujeto, de bigote y
gorro a quien llamaban diablo o Satanás no recuerdo muy bien,
dijo…“no se preocupe nada le va a pasar tenemos órdenes de
llevarla a un sitio, pero no de matarla”.

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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

Esas palabras en vez de tranquilizarme, incrementaba mi estado


nervioso. Estaba como en shock, no sabía qué pensar ni qué creer.
No sabía que harían conmigo. Me sentía indefensa y aniquilada. El
calor sofocante aumentaba mi transpiración y sudoración del cuerpo
que de paso, ayudaba a quemar mis piernas mojadas por el orín.
Todo indicaba, que en ese lugar esperaban a alguien más. Al rato,
llegó un hombre en otra moto, quien dio algunas orientaciones en
voz baja a los otros individuos. Luego me entregó unas botas en
caucho bastantes grandes para que las usara, asegurando que las
necesitaba porque el camino sería muy largo.
Solicité agua para beber y de paso para asearme un poco porque
estaba orinada. Enseguida uno de los secuestradores recordó que
tenía agua…“espere le paso agua que tengo en una garrafa en
el carro”. Me hice a un costado del auto y como pude, levanté la
garrafa para tomar agua, pero sabía a combustible; después inten-
té limpiar parte de mi cuerpo y mojé mis pantys con el agua que
quedaba, los exprimí bien y me los puse de nuevo.
Durante cinco horas, aproximadamente, monté a caballo por una
zona montañosa, hasta llegar a una pequeña casa escondida en
medio de la montaña y allí pasamos la noche. Una vez ingresamos,
pregunté quién había ordenado mi retención, lo cual no respondie-
ron, solo dijeron “por su bienestar no intente escapar por que la
quebramos”
Esa noche intenté descansar sobre unos tablones de madera, cubrien-
do mi cuerpo con una cobija sucia con olor a sudor. Hacia tantísimo
frío que parecía que se congelaba hasta mi vientre. Los hombres
estaban atentos a cualquier movimiento, eso no les permitió dormir
prácticamente nada porque yo no paraba de llorar y de rascarme,
sentía pulgas por todo mi cuerpo.
Así inicia el drama más cruel y despiadado que puede enfrentar
un ser humano. Los días más trágicos de mi vida, cinco meses de
cautiverio en poder de la guerrilla de las Farc. Mi condición de

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periodista respetada, pasó a enfrentar la peor de las calamidades


que puede vivir el ser humano. El Secuestro.
La gente cálida y amable que me recibía en la Zona del Despeje, ahora
frente a mí, mostraban su otra cara: se convertían en seres irracionales,
los más crueles y despiadados que jamás haya conocido.
Independiente del sufrimiento que originó mi secuestro, tuve que
enfrentar el dolor por la separación forzosa de mis seres queridos
y desafiar las adversidades de la selva en cautiverio, sobreviviendo
con el trauma psicológico y moral, que ocasionaron mis captores
quienes disfrutaron con mi padecimiento.
Quizás aún no existe la palabra exacta para definir lo que se siente
el estar privado de la libertad, bajo la presión psicológica de morir
en cualquier instante. Mi drama posiblemente tiene cierto tinte de
diferencia al de otros secuestrados pero el trasfondo, prácticamente
es el mismo. Un día, un mes, un año o el tiempo que sea en cautive-
rio, es la misma injusta calamidad. Las condiciones infrahumanas
son exactamente iguales.
Siempre había informado noticias sobre secuestrados y me solidari-
zaba con el dolor de la gente y ahora mi mente reportaba mi propia
historia, originada de la patraña más sucia y mezquina, como lo es
la mentira y la desinformación.
Posiblemente en mi época de cautiverio, no precisaban movilizar
frecuentemente a los secuestrados de un lugar a otro, porque se
llevaba a cabo el Proceso de Paz y esto, permitía a las Farc tener
mayor campo de acción y control territorial. En lo que si estoy
segura, las condiciones resultan ser prácticamente las mismas.
El segundo día de cautiverio, me entregaron a otros guerrilleros. En
ese momento no me movilicé a caballo, caminé durante una larga
noche sin descansar. El roce del caucho de las botas sobre la piel
de mis pies, originó enormes llagas en los costados de mis tobillos,
hasta el punto de sangrar. Este hecho y el usar unas enormes botas,
no me permitía avanzar; situación que origino mucha ira entre mis
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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

captores quienes no pararon de gritar y darme órdenes todo el ca-


mino para que caminara rápidamente.
Estaba destrozada no solo por el dolor de las llagas de mis pies,
sino por el sufrimiento moral que estaba enfrentando. Mis brazos
estaban siendo carcomidos por los insectos y de tanto apoyarme en
los árboles para evitar caer, maltrataba mis delgados dedos.
Al llegar a un campamento, pude cambiar mi sucia y orinada ropa
por un pantalón de hombre, color negro. Al tercer día, me entre-
garon un uniforme militar color verde oliva y otras botas, que aun
me seguían quedando grandes. Después me trasladaron a otro sitio
donde había mucha guerrilla.
El viaje se realizó en un camión lleno de subversivos. Ese día, llovía
muchísimo y el agua golpeaba con fuerza mi rostro. Acurrucada
en un rincón y asegurando mis manos en la carrocería del camión,
evitaba contacto alguno con los guerrilleros. Sentía frío, muchísimo
frío. Vestía el uniforme verde oliva, similar al que usan los policías.
También las enormes botas de caucho que cuando intentaba caminar
quemaba mi piel y seguían formando llagas.
Parecía que el cielo estuviese roto. La lluvia se registraba tan fuerte
que mojó toda mi ropa e incluso por dentro de mis botas porque
el agua resbalaba por el uniforme. Los guerrilleros iban cubiertos,
algunos con carpas verdes y otros con plástico negro. Nadie se
condolió para prestarme siquiera un pedazo de plástico y así medio
cubrir mi cuerpo de la lluvia.
Empezaba a enfrentar las adversidades del cautiverio, sin tener la
menor idea por cuanto tiempo y menos, cual seria el final. El olor
del monte que antes me encantaba cuando cubría noticias ahora se
hacía sofocante y tedioso. Mi primer golpe psicológico fue sentirme
despreciada como un animal e ignorada por la gente de quien tanto
hablé en mis informes periodísticos.
Nadie me hablaba, escasamente se dirigían para dar alguna orden.
Luego empecé a sufrir las vicisitudes del sitio, no tenia una cama
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y menos un inodoro para realizar mis necesidades fisiológicas. No


estaba acostumbrada a cambiar mi ropa delante de hombre alguno
que no fuera mi esposo y menos, defecar en un hueco acurrucada,
ante la mirada de personas.
Esto, era humillante, denigrante y dramático. Mi organismo se
descompuso totalmente porque evitaba defecar. No estaba prepa-
rada para limpiar mi recto con hojas de los árboles porque no tenía
papel higiénico para hacerlo. Con el transcurrir del tiempo, mi
cuerpo tomó olor a humedad y se brotó a tal punto, como si fuesen
granos de maíz. Mi piel se resecó en las partes nobles y el ardor
parecía quemar.
Fui trasladada muchas veces en pequeñas canoas por ríos que nunca
logré saber su nombre. Quizá sería el mismo, pero todo el panorama
era prácticamente igual: agua, cielo y monte. El verde de los árboles,
cegaba la luz de mis ojos y los rayos solares los encandelillaba.
La actitud desconfiada y despectiva de mis captores, aumentaba mi
soledad porque no tenía con quien hablar y menos quejarme, cuando
me sentía enferma o descompuesta. Cuando empezaba atardecer
el sentimiento de dolor y soledad se incrementaba porque había
pasado otro día, lejos de mi familia a quien llevaba en mi mente y
corazón cada segundo de mi cautiverio.
El drama de un secuestrado es indescriptible: es el peor de los
castigos porque los captores juegan con el ánimo y el estado de
indefensión de la persona. De igual forma, por momentos se pierde
la noción del tiempo hasta el punto que no se sabe ni el día ni la
hora.
Nadie sabe valorar lo que tiene, hasta el momento en que se ve
totalmente solo y abandonado, peor que un “perro callejero”. El
cautiverio me permitió reflexionar y valorar cada segundo de mi
existencia y hasta el mínimo detalle, desde una aguja, hasta un
pedazo de papel. Lo más importante, el amor a la vida y el respeto
a la dignidad humana.

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En un campamento, un guerrillero con cierto sentido de solidaridad,


mientras ayudaba a elaborar mi caleta, intentó preguntar algo sobre
mi situación y de paso, hizo un breve comentario. Todo indicaba
que habían avisado que yo era una supuesta sapa “informante”. Ese
señalamiento en mi contra, enardecía e incrementaba el odio de la
guerrilla hacia mí.
Aun así, el joven por un momento quiso ser amable y solidario,
pero llegó otro y hablándole en voz baja, se retiró y no me habló
más. Esa noche dormí casi a la intemperie, como pude termine de
rellenar con barro el recuadro de mi cama y no supe como hacer
una carpita que cubriera mi cuerpo, en caso que lloviera. Ninguno
de los guerrilleros que me custodiaban, se condolió de mí, creo que
hasta disfrutaban de mi sufrimiento.
Portaba un morralito que llaman “equipo” en su interior guardaba
un pantalón, una toallita, una cobija a cuadros muy delgada, dos
juegos de ropa interior y algunos útiles de aseo, cepillo de dientes,
pasta dental y un pequeño jabón. Esa noche, cubrí mi rostro con
el otro pantalón.
Habían transcurrido casi tres semanas de mi secuestro. Estaba re-
cién llegada a otro campamento. Una madrugada, se registraba un
movimiento de angustia entre los subversivos como si algo grave
hubiese ocurrido. Todos estaban alertas, pero personalmente no
podía averiguar algo. Escuché que alguien decía casi lo mata, solo
entendía eso.
También analicé que la gente se movilizaba de un lugar a otro. La
caleta donde me encontraba secuestrada, no me permitía observar
el resto de las caletas del campamento porque estaba un poco apar-
tada, pero aun así, pude enterarme que se trataba de un atentado
que había hecho una guerrillera contra alguien.
A los pocos días percibí la misma intranquilidad entre los guerrille-
ros. Escuché unos sonidos extraños como gemidos. Personalmente
no me permitían movilizarme en el campamento, solo si necesitaba

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tomar baño o ir a los “chontos”, así, se denomina el sitio donde son


cavados algunos huecos, destinados para realizar las necesidades
fisiológicas, apartados de las caletas.
Necesitaba enterarme de lo que estaba sucediendo, pues ese sitio
exaltaba aun mas mi nerviosismo que cualquier otro lugar donde me
habían tenido. De nuevo, oí los extraños sonidos similares a los de un
cerdo cuando esta siendo degollado. Espantada y asombrada, solicité
a los guerrilleros que me custodiaban, me llevara a los chontos.
Pero se rehusaron a llevarme, asegurando que en ese momento
no podía movilizarme de mi caleta porque tenían órdenes de no
permitir que saliera de ella. Esta, un remarcó en troncos similares
a una cama, llena de barro, tendida con un plástico negro y otro,
en sus cuatro puntas atado a varios árboles, imitando un toldo, de
un metro de ancho por 1,50 de largo.
No supliqué mas, porque simplemente se trataba de un pretexto,
para intentar ver de donde provenían esos sonidos, pero a los pocos
minutos me enteré quién los ocasionaba y el porqué. A escasos
metros, observé una mujer blanca y delgada totalmente desnuda.
Un guerrillero la tiraba por su cabello, arrastrándola por el piso,
mientras otro, sujetaba en sus manos una cuerda que iba atada a
los pies de la joven. Ella sangraba por todas partes.
Al observar este brutal y repudiable episodio, reaccioné y rápida-
mente me paré de mi caleta para intentar observar mejor, pero el
guerrillero con el fusil me empujó contra la supuesta cama, orde-
nando me quedara inmóvil.
Cuando arrastraban el cuerpo de la joven cerca a mi caleta, logré
observarla detenidamente. Ella rastrillaba sus dientes y fijó sus ojos
en mí, como despidiéndose. Ese rostro pálido y de mirada aluci-
nante me era totalmente familiar. Intentaba descifrar ¿quien era?,
pero el lamentable cuadro de terror y dolor, me puso tan nerviosa
que me ataqué a llorar y le supliqué al guerrillero me regalara un
cigarrillo.

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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

Cuando el hombre se apiadó y me regaló el cigarro, y en instantes


en que lo fumaba, escuché varias detonaciones de pistola. Al rato,
observé dos guerrilleros, el que había arrastrado la joven, tenía
sangre en sus botas y con una actitud de supuesto arrepentimiento
decía…“marica a mi me dio vaina, porque la china era todo bien”.
Mientras el otro guerrillero quien portaba en sus manos una pala,
reía frenéticamente.
Este hecho indicaba que la joven había sido ajusticiada y luego
enterrada a escasos metros de donde yo me encontraba. Ese día y
el resto de la semana, la comida no me pasaba, todo me producía
náuseas. Tampoco podía dormir, porque sentía mucho miedo e
imaginaba que la joven, se acercaba a mi caleta y me miraba como
su última vez, cuando la arrastraron frente a mi presencia.
No paraba de pensar en el rostro de esa joven, sabía que la conocía
de algún sitio; su cara, ya lo había visto antes pero tenía sangre y
barro y esto no permitía descifrar muy bien de quien se trataba.
Recordaba su lánguida mirada la cual dio a entender que me co-
nocía. Imaginaba que lo mismo me sucedería. Por primera vez,
estaba viendo frente a mis ojos, las atrocidades de la guerrilla no
obstante yo ya había visto los muertos cuando cubría informes de
orden público, producto de los viles ataques de las Farc.
Habían transcurrido más de dos meses y continuaba en el mismo
campamento. Todos los días, eran exactamente iguales, no había
cambio de uno a otro. Despertar a las cinco de la madrugada, luego
ir a los chontos acompañada de los guerrilleros para mis necesi-
dades. Después lavar mi boca con la poca agua que conservaba en
una botella plástica y luego recibir café.
Antes de las seis de la mañana, entregaba mi pequeña olla de alu-
minio o vajilla como la denomina la guerrilla, a fin de recibir mi
desayuno el cual no consumía y lo cedía a quienes me custodiaban;
siempre era lo mismo, sopa de espaguetis, aguadepanela o chocolate
en agua y “cancharina” (arepuela elaborada con harina de trigo sal
y agua). Luego durante la mañana, alcanzaba a escuchar algunas
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voces y risas de los guerrilleros que no podía ver, porque estaban


siempre alejados de mí, siempre observaba los mismos hombres
que me vigilaban y se turnaban.
No dejaba de pensar en mi madre, hijitos y esposo y en lo que
sucedería conmigo. A las nueve de la mañana, me brindaban un
café mientras yo solicitaba, me regalaran un cigarrillo, el cual se
convertía en un tesoro para los guerrilleros. Prácticamente nadie me
hablaba, escasamente se dirigían a mí, para lo necesario. Tampoco,
tenía un radio y mucho menos, como enterarme de las noticias.
No paso un solo día, ni un instante, que no rogara a Dios por mi
bienestar y liberación. A las 11 de la mañana, los guerrilleros me
pedían nuevamente la vasija metálica para el almuerzo. El Menú:
un día, arroz con espaguetis, otro día, arroz con fríjoles o si no arroz
con lenteja o arveja verde seca y un jarro de agua de río mezclada
con refresco instantáneo.
Durante mi cautiverio, tan solo en dos oportunidades probé la
carne y muy de cuando en vez varió la comida, por plátano, yuca
o papa. A las tres de la tarde, los dos guardianes guerrilleros me
llevaban a un sitio, donde se encontraban unos tablones de madera
metidos en un pequeño charco de agua. Esta corría sobre unos
plásticos negros, pisados con piedras, formando una especie de
alberca. Allí tomaba baño y de paso, lavaba mi ropa la cual tenía
que vestir nuevamente casi mojada, porque la humedad del monte
tardaba mucho para secarla. Solo tenía una muda de ropa para
cambiarme.
Así que cuando lavaba el enorme uniforme militar, color verde oliva,
mientras se oreaba, vestía el pantalón negro, totalmente húmedo
para que se terminara de secar con el calor de mi cuerpo.
De igual forma, lavaba mis botas de caucho negras y las secaba
con la pequeña toalla verde, como me enseñaron los guerrilleros,
a fin de evitar los hongos que ya estaban invadiendo mis pies y los
hacía sangrar por su inflamación.

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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

El baño no tardaba más de 20 minutos, luego regresaba a la


caleta y tomaba el café de la tarde y a las 5 en punto volvía a
entregar la vajilla para la cena que generalmente se trataba del
mismo menú del almuerzo. A las 7, momentos en que anoche-
cía, recibía la orden de acostarme pero antes iba a los chontos
para realizar mis necesidades fisiológicas bajo la mirada de mis
captores. Ellos siempre me ordenaban, que con el talón de la
bota, empujara bastante tierra en los chontos a fin de no atraer
insectos. Lo cual resultaba casi imposible, porque cada vez que
me bajaba los pantalones y me acurrucaba, los bichos parecían
víboras hambrientas sobre mis nalgas, las cuales estaban casi
destrozadas por las picaduras.
Un día, me sorprendió la presencia de una guerrillera. Durante mi
cautiverio, ninguna mujer me había vigilado. Siempre eran hombres.
Ahora, esta joven era parte de mis vigilantes. En un inicio, Martha
como la llamaban, era muy escéptica y desconfiada; pero con los
días, cuando le preguntaba algo me lo respondía con amabilidad
aprovechando cuando su compañero llevaba la vajilla para recibir
mis alimentos.
Mientras la guerrillera me custodiaba con más gente, me ignoraba
completamente. Este gesto, daba a entender que acataba órdenes
pero en el fondo le simpatizaba. Una tarde que había menstruado,
diferente a las dos anteriores porque me vi obligada a utilizar mis
medias como toallas higiénicas porque no poseía nada mas, la
joven guerrillera con un gesto de solidaridad, sacó del bolsillo de
su pantalón, una toalla higiénica y me la obsequió.
Gesto que valoré infinitamente porque parecía que me hubiese ga-
nado la lotería. Otro día, Martha me consiguió un paquete completo
de cigarrillos Imperial y una colombina de dulce Bon Bon Bum.
Aseguró que como no fumaba, las Farc le daban dulces en vez de
cigarros, pero su compañero, que sí fumaba, tenía varios paquetes y
ella, aprovechando un descuido de él, tomó un paquete de cigarros
para obsequiármelo.
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Pese a que Martha se exponía con sus camaradas como ellos llaman
a los comandantes, intentaba solidarizarse conmigo. Por primera
vez durante mi secuestro, notaba un gesto amable de alguien de las
Farc. Actitud que originó mi llanto de felicidad por sus amables
acciones.
Un día, mientras tomaba baño, por alguna razón el otro guerrillero
se regresó al campamento dejándome sola con Martha. En ese ins-
tante aproveché para indagar sobre la joven guerrillera que habían
ajusticiado en el campamento, la cual yo conocía pero no recordaba
donde. Martha muy nerviosa me hizo prometer no decirle a nadie.
Empezó a comentarme toda la historia de la joven víctima, pero fue
narrada como en cuatro etapas, debido a que casi nunca estábamos
solas. La historia la empezó contando de la siguiente manera…La
muchacha era socia de un mando de confianza del Cucho, (apelativo
refiriéndose a un hombre de edad).
… Claro está, que la china también era de mucha confianza del
Cucho, pero el hombre la cachonió (traicionó) acostándose con
otra guerrillera… Cuando la china se dio cuenta de eso, se hizo la
huevona y no dijo nada. Al otro día, la muchacha le tocaba cocinar
en la rancha (lugar donde la guerrilla prepara sus alimentos).
Prosigue narrando….Entonces furiosa por la traición, mandó
llamar a su socio (novio) para que fuera a la rancha. Cuando el
hombre llegó, ella le ofreció un café y mientras Harvey tomaba el
café, la muchacha cogió un cuchillo y luego le mandó el lance a la
vena yugular. El hombre sangró muchísimo, pero se salvó. Martha
continúo narrando… Después la muchacha se internó en el monte
porque sabía que la guerrilla la castigaba por matar a su compa-
ñero, ella pensó que lo había asesinado, por ese motivo huyó y así
duró casi una semana internada en la selva…
… Lo extraño: la muchacha regresaba al campamento en horas
de la noche y se robaba los alimentos y nadie de la guardia se
daba cuenta. Solo notaban al día siguiente que faltaba comida del
economato.
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Una noche a la nueva socia (novia) de Harvey, le correspondió


la guardia, pero la muchacha llamó a otro guerrillo asegurando
que estaba nerviosa porque le pareció ver que un tronco se movía
entre el monte. … Cuando el guerrillero alumbró con la linterna,
no vio nada, pero la guerrillera aseguraba que ese tronco se movía,
entonces el muchacho pensó que era sicosis de ella y se marchó y
la dejó sola.
… A las dos horas que fueron a relevarla del puesto de guardia,
vieron que la guerrillera, estaba tirada en el piso muerta y san-
grando por el cuello… La habían apuñaleado y cortado el cuello.
Esa noche, toda la guerrilla en el campamento estuvimos atentos
y otros muchachos se internaron en el monte y encontraron a… la
guerrillera que usted vio que arrastraban por el piso.
Luego de escuchar a Martha con la dramática y repudiable narra-
ción, recordé la mirada de la joven y el brutal episodio. Cuando le
pregunté quién exactamente era esa joven, quedé aterrorizada por su
respuesta “… Ella era la que le manejaba la camioneta al camarada
Raúl Reyes”. Sorprendida, casi no podía creer lo que escuchaban
mis oídos. Se trataba de la misma jovencita que conocimos todos
los periodistas en la sede de Villa Nueva Colombia.
En ese instante, sabía que mi memoria no me había fallado porque su
rostro me era conocido. Se trataba de la misma joven que muy amable-
mente se dirigía a los reporteros, para atendernos mientras Reyes nos
concedía su audiencia. La misma joven que había salido fotografiada
en tantos reportes de prensa y en imágenes de televisión en los primeros
meses del Proceso de Paz. Lamentablemente a la fecha, no recuerdo el
alias con el que se le conocía en El Caguán, solo sé que fue ejecutada
a escasos metros de uno de los sitios de mi cautiverio.
Martha aseguró que la joven que había pertenecido a la guardia de
Reyes, cuando la atraparon ya estaba desnuda y parecía estar tras-
tornada mentalmente. Ella había recibido entrenamiento especial
para sobrevivir ante las vicisitudes de la selva y eso le ayudó para
mantenerse viva, internada en la manigua casi una semana.
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Explicó que el supuesto tronquito que vio la guerrillera durante la


guardia antes de ser asesinada no era ningún tronco de madera pues
se trataba de la conductora de Reyes quien totalmente desnuda, se
acurrucó en el piso y cubrió la parte frontal del cuerpo con su larga
cabellera. Así, avanzó lentamente hacia su víctima sin que fuera
detectada. Esta es una táctica militar que utiliza un grupo especial
de combatientes revolucionarias para atacar al enemigo.
A los pocos días me trasladaron de campamento, ahora me cus-
todiaban otros guerrilleros quienes se mostraban menos drásticos
conmigo pero pese a esto, me sentía muy sola y cada vez más débil
porque casi no comía y estaba bajando de peso rápidamente.
Cada día que pasaba incrementaba mi abatimiento y dolor, cavilaba
una y otra vez, quienes serian mis posibles enemigos que realizaron
falsas acusaciones sobre mí a las Farc. No entendía como la guerri-
lla habían dado crédito a tanta mentira, cuando yo mostré respeto,
profesionalismo y seriedad en mi trabajo periodístico, sin formar
parte de ningún bando.
Durante la noche cualquier sonido me sobresaltaba, todo me aterra-
ba: los bichos, los animales del monte, las culebras que aparecían
inesperadamente, pero gracias a Dios nunca fui mordida por una
víbora. En cambio, fui victima de las picaduras de las moscas que
produce los nuches y estos originaron una reacción subcutánea en
mi cuerpo.
Inicialmente se presentó como una picadura de insecto que originaba
muchísima picazón, luego se afectó el área, formando un grano que
provoco fiebre y mucho dolor. Cuando le informé a un guerrillero
que no aguantaba más dolor, le mostré donde estaba picada. Me
sugirió que con la nicotina del cigarrillo me podía ayudar.
Aseguró que se trataba de una situación común y normal en la
selva, porque todos en la guerrilla, en alguna oportunidad habían
sufrido de nuches. Situación que no estaba acostumbrada y menos
ver mi cuerpo afectado y adolorido por las fuertes punzadas que
no me dejaban dormir.
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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

Una joven subversiva, quien realizaba las funciones de enfermera


en el campamento, prendió un cigarrillo y lo sopló con fuerza en
mi piel, luego la nicotina me la ponía sobre las picaduras. Con el
transcurrir de los días y luego de repetir esta acción, expulsé de
cada una de las picaduras, un asqueroso gusano blanco con anillos
de pelo. Cuando observé lo que sacaban de mi cuerpo, sentí asco
y deseos de desmayarme.
Todo indicaba que mientras tomaba baño, las enormes moscas
de color verdoso que producen los nuches, habían picado varias
partes de mi cuerpo sin darme cuenta. En la selva nada resultaba
saludable: las inclemencias del tiempo, para los nativos no resulta
tan perjudicial como una persona que llega de la ciudad y no está
habituada y menos acostumbrada. Ese sitio era algo diferente, ya
podía movilizarme un poco más por un sector del campamento, la
gente no me ignoraba tanto y me consiguieron cositas de aseo al
igual que una riata para sostener mi pantalón en la cintura porque
se me caía.
Podía escuchar algo de música, aprovechando la radio que portaba
uno de los guerrilleros mientras me vigilaba. Aun así, continuaba
sola cavilando entre mis recuerdos, abrigando la esperanza que se
produjera un milagro. Luego de solicitar repetidas veces me faci-
litaran un cuaderno y una pluma, logré escribir decenas de cartas,
dirigidas a Raúl Reyes y al Secretariado de las Farc suplicando
respeto a mi vida y por lo consiguiente mi libertad.
Rogué incansablemente me dieran la oportunidad de demostrar la
grave equivocación en la que se encontraban e hicieran un balance
sobre mi comportamiento en La Zona Desmilitarizada. Así mismo,
solicitaba investigaran a fondo como habían sido cada uno de mis
pasos y los de mi familia, explicando que mi trabajo de periodista,
nada tenia que ver con la función que realizaba mí hermano Baruch
como agente del Gobierno de Estados Unidos.
Entre tanto, las enfermedades intestinales originadas por el agua,
estaban a punto de terminar con mi vida por deshidratación. Creía no
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soportar un día más en medio de la manigua. Me sentía enloquecer


cuando pensaba que en algún momento seria ajusticiada y que mi
familia no sabrían donde hallar mi cuerpo.
Cada instante sentía más cerca la muerte, máxime cuando escu-
chaba el sobrevuelo de las aeronaves que alertaban los guerrilleros
quienes, de inmediato, se alistaban para partir.
Durante las oscuras noches, me aferraba a mi morral y lo apretaba
fuertemente mientras presionaba mis dientes para no gritar cuando
lloraba. Me angustiaba no saber cómo se encontraba mi hijo Omar
Andrés, quien no había alcanzado a dejar instalado en otra ciudad.
Por lo menos, intentaba tranquilizarme cuando pensaba en mi hija,
sabía que donde se encontraba estaría bien. Antes de mi secuestro,
Juliana Paola viajó a otra ciudad a fin de salvaguardar su vida.
Sentía que todos estaban sufriendo por no saber nada de mí y no
tenía manera de comunicarme ni de hacerles saber que estaba viva.
Quizá mi familia imaginaba que estaba muerta o talvez, abrigaba la
esperanza de volverme a ver. Todo era una completa tortura, nada
era un paraíso pese a que la naturaleza si lo es. Habían transcurrido
muchos días, sin obtener una respuesta de absolutamente nadie del
Secretariado de las Farc. Sentía que mis súplicas eran inútiles. Solo
tenía mi fe ciega en Dios y me aferraba a pensar que pronto me
reuniría con mis hijos y esposo nuevamente. Este sentimiento me
mantenía viva y era mi aliciente para no dejarme vencer.
Una mañana se acercó hasta mi caleta, una comandante guerrillera
que nunca antes había visto. Saludó amablemente, gesto que recibí
con muchísima extrañeza. Ordenó a los guerrilleros que me custo-
diaban, se retiraran porque necesitaba hablar conmigo. Recuerdo
como si fuera hoy aquel instante, hora en que la guerrilla tomaba
café a las nueve de la mañana. La mujer de estatura mediana y
contextura delgada se presentó como Isabel, su timbre de voz no
era como las colombianas, al parecer su nacionalidad era boliviana.
Lo primero que indagó fue como me sentía. Esa pregunta fue como
el punzón para atacarme a llorar incansablemente, no recuerdo que
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tanto le dije pero si hablé desesperadamente. Intuía que a través de


esa mujer podía enviar un mensaje a los comandantes de las Farc
y ambicionaba aprovechar al máximo su visita.
Luego de uno de los bolsillos de su pantalón camuflado, saco una
cajetilla de cigarrillos marca Marlboro color blanco y me la entregó.
Cuando los recibí, sentí que este regalo era un mensaje para mí.
¿Como era posible que en medio de la selva se fuera a conseguir
cigarrillos de esa marca y mas largos? La única persona que me
regalaba cigarrillos de esas características, era Raúl Reyes como
un gesto de amabilidad y cordialidad. Siempre me entregaba esa
marca de cigarros instantes en que lo iba a entrevistar, pese a que él
no fumaba y tampoco le incomodaba lo hicieran a su alrededor.
Luego de pasarme una mechera para poder prender los cigarros,
Isabel aseguró que lo que me iba a comentar era muy delicado
y que por ese motivo, se desplazó al sitio. Pese a mi nerviosis-
mo, su mirada transmitía tranquilidad y alguna esperanza, sin
imaginar que fuera a decir… ¿Usted conoció alguna mujer lla-
mada Naidu? Pregunto “Si claro ella era una conocida mía que
mataron en Neiva” Respondí. Luego la mujer volvió a preguntar
con mayor curiosidad ¿Qué tan amigas eran? Expliqué como la
había conocido y luego los motivos y el porqué, tuve que reti-
rar mi amistad, como consecuencia de su actitud irresponsable
y un tanto alocada. Isabel hizo una pausa y luego preguntó…
¿Qué tan amiga es usted de los periodistas que están en El
Caguán cubriendo los informes del Proceso de Paz? Respondí
de inmediato, aclarando que con nadie tenía una fuerte amistad,
simplemente eran conocidos.
Posterior a un amplio interrogatorio, comentó los planes de las
Farc para conmigo. Sus palabras presionaron mi pecho y sentí que
moría en ese sitio. No puedo explicar en detalle porque no supe
afrontarlas. Hasta el día de hoy, cuando plasmo estas líneas y re-
vivo aquel instante, siento de nuevo morir… “A usted le harán un
Consejo de Guerra el próximo sábado” ¿Sabe usted qué es eso y
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lo qué significa? Sin fuerzas para responder y con mi lengua pe-


gaba al paladar respondí… “No sé muy bien es algo que le hacen
a los guerrilleros antes de ajusticiarlos, no tengo idea” Intenté
continuar, preguntando el porqué me iban hacer un Consejo de
Guerra, siendo una civil y retenida por ellos, pero mi llanto no me
permitía casi hablar.
Mientras lloraba desesperadamente, intentaba escuchar prendien-
do cigarro tras cigarro… “De usted hay mucha información que
indica que trabaja para la inteligencia de los gringos y para los
chulos… Antes de morir la tal Naidu aseguró que usted pasaba
todas las informaciones de la guerrilla a la IX Brigada del Ejérci-
to”… No podía creer que estaba escuchando tal infamia y de donde
provenía. La comandante guerrillera seguía hablando… “Existe
una grabación donde su amiga Naidu antes de morir confesó
absolutamente todo sobre usted y la acusó de ser informante del
ejercito…También varios periodistas aseguran que usted trabaja
para los gringos con su hermano, esos son los motivos… siéntase
afortunada que por lo menos tiene la oportunidad de explicar su
situación”.
Cada palabra, resultaba como un puñal en mi pecho. No podía
creer que tanta maldad existiera en la tierra. Repetí una y otra vez,
que todo eso era absolutamente falso. Luego la mujer explicó, que
generalmente a un Consejo de Guerra, asistían 12 guerrilleros que
hacían las veces de jurado y que nombrarían otro, para que hiciera
mi defensa. Informó que generalmente en un Consejo de Guerra,
casi todos votaban positivamente por el fusilamiento, que por lo
tanto, estuviera preparada porque ese día era jueves y tan solo tenía
dos días para preparar mi defensa.
La mujer se paró de mi caleta en donde estaba sentada y luego dijo…
”Por favor no comunique a nadie lo que le acabo de comentar haga
de cuenta que no sabe nada y actúe normalmente”… Han sido los
instantes más dramáticos y calamitosos de mi historia. Cuando la
mujer se alejó, sentía deseos de gritar del dolor que carcomía mi
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alma. El desespero, me conllevó a rasguñar mis piernas y halar mi


cabello. Temblaba sin poderme detener, sentía enloquecer. Estaba
totalmente vulnerable e indefensa, sin un camino de salida.
Esos momentos indescriptibles de angustia, no se los deseo ni al
peor de mis enemigos. Cómo intentar demostrar tranquilidad, si
sabía que mis horas de vida estaban contadas. No lograba conte-
ner mi llanto, dolor, rabia, decepción y desconsuelo. El cúmulo de
todos los sentimientos, apoderaban mi ser. Cuando me pasaron la
pequeña olla en aluminio con el almuerzo de arroz y arveja verde-
seca hervida, no sentía el mínimo deseo de comer. En mi cabeza
martillaban las palabras de aquella guerrillera, pero tenía que ha-
cer caso a su sugerencia de intentar estar tranquila. Los hombres
que me vigilaban nuevamente, no paraban de observar mi actitud,
cuando notaba que desviaban sus miradas de mí, con el talón de
mi bota de caucho, excavaba en la tierra pequeños huecos y tiraba
cucharadas de la comida.
Ese día clamé a Dios se apiadara de mi vida. Oraba para que a mis
hijos y esposo nunca les sucediera nada malo. Rogaba para que
en su interior, sintieran paz y tranquilidad. Mi dolor aumentaba al
imaginar que ellos, nunca sabrían de mi muerte y menos, verían
mi cadáver. La incertidumbre de no saber nada de mí, quizá los
aniquilaría emocionalmente.
Pensaba en mi mamita, en mi familia, en episodios de mi infancia
y adolescencia, me despedía mentalmente recordando escenas con
cada uno de ellos; inolvidables instantes cuando mi amada madre,
me despertaba con un tinto, así se le denomina en Colombia a una
pequeña porción de café líquido. Ese suave aroma, combinada con
una alta dosis de cariño y ternura, lograban transmitir su amor, ale-
gría y fortaleza, así, como su ejemplar dedicación con la que junto
a mi padre me educaron, al igual que a mis 10 hermanos. Motivos
presentes en cada instante de mi vida y difíciles de olvidar.
Recordé a mi padre y lo extraordinario músico que era: pensé en
su trabajo que combinaba con el oficio de Luthiers, labor que ejer-
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cía con regocijo pese a resistir esporádicos ataques de asma. Aun


así, primaba la responsabilidad por su hogar. Sentía orgullo de sus
logros, valoraba su mediano, pero abastecido taller en donde fabri-
caba y reparaba instrumentos musicales de viento, en compañía de
dos empleados y la ayuda ocasional de alguno de mis hermanos,
durante las vacaciones estudiantiles.
Con añoranza reviví en mi memoria, hermosos instantes con cada
uno de mis diez hermanos. Aunque compartí muy poco con los
mayores, teníamos cosas en común; quizás el espíritu aventurero
motivado por el conocimiento de nuevos caminos y la experiencia
de grandes episodios. Admiraba la destreza y logros profesionales
de Willito y Baruch. Hermanos mayores, quienes a temprana edad,
formaron parte de los soñadores del milagro americano cuando
partieron hacia los Estados Unidos.
De esta manera, se convertían en ejemplo y orgullo familiar pese a
su ingratitud y esporádicas comunicaciones con mis viejos. Hecho
que critiqué y no compartí, hasta el día en que decidieron ofrecerles
una vida de aparente comodidad y alivio. Razonamiento que tardó
20 años.
Meditaba cuando cumplí mis 16 años de edad, en un desplazamien-
to ocasional que realicé a casa de mis padres, coincidencialmente
conocí a Baruch. El segundo de mis diez hermanos. Toda la familia
hablaba de sus logros profesionales y económicos. De esta manera,
se convertía en “San Baruch”. El salvador financiero para aquellos
que no habían logrado alcanzar sus propias metas. Poca atención
presté a sus logros financieros. Deseaba conocerle y enterarme,
¿Cómo y de qué manera había logrado tanto prestigio y recono-
cimiento Internacional? No tenía la menor idea a que dedicaba su
vida, solo escuchaba que era un reconocido ingeniero, empresario de
modelos y profesional en la arquitectura, con más de medio mundo
recorrido y el dominio perfecto de nueve (9) idiomas.
Reviví el drama familiar cuando conocimos el escándalo interna-
cional que implicaba algunos agentes de la Agencia Antidroga de
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Estados Unidos DEA y narcotraficantes colombianos. En esa opor-


tunidad me enteré que mi hermano Baruch, utilizaba su profesión
de fotógrafo, como fachada para encubrir su verdadera función de
“Agente Encubierto del Gobierno Estadounidense”. Esa noticia
sorprendió y conmovió a la familia.
En ese momento de total preocupación porque sabía que moriría
en el monte y en manos de la guerrilla, aferré entre mis manos un
cigarrillo. El día estaba turbio y gris como mi corazón, y húmedo
como mis pies… Añoraba abrazar mi viejita y decirle repetidas ve-
ces que la amaba como a nadie. Cuanto quise retroceder el tiempo,
para reír y compartir con mis viejos y hermanos, regresar al pasado
y conocer un poco más a Jorge, Carlos y Fernando. Todos con per-
sonalidades tan distintas, pero con el carisma humano, bondadoso
y cariñoso de mis padres.
Pensaba en Jorgito, el tercero de mis hermanos quien heredó la
vena artística de mi padre y la bondad de mi viejita. Interpretaba
la trompeta acompañada de su mariachi con tanto apasionamiento,
que me parecía escuchar los mismos ángeles. Recordé la primera
serenata que me brindó cuando cumplí 13 años de edad.
A mi mente, venían imagen de Carlitos, el loco inquieto de la fa-
milia. Sabía que su extraordinaria verborragia le permitió llegar a
grandes esferas y conocer todo lo que un ser humano puede llegar
a disfrutar. La familia comentaba que cuando apenas tenía 7 años
de edad, cayó del campanario de una iglesia y que milagrosamente
salvó su vida, acrecentando su espíritu de excéntrico aventurero.
Pensaba en Fernando, el séptimo de mis hermanos, e intentaba
recordar su buen porte físico y vanidad absoluta, que dejaba en-
trever la inquietud de alcanzar el mundo a dos manos. Cepillaba
sus dientes durante dos horas en la mañana. Amaba la música, la
danza, el buen vestir, hermosas mujeres y las cosas con clase. No
se cansaba de amonestar la mediocridad y falta de empuje en la
gente. Argumentaba, que el ser humano cuando se propone algo lo
logra. Esta posición, era inspirada ocasionalmente con un pequeño
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cigarro de marihuana, hierba que escondía con tanto recelo para que
mis padres no se dieran cuenta que estaba con la moda colombiana.
Fernando jamás conjeturó que cuando no la hallaba, era porque mi
curiosidad de chica me permitía encontrarla y luego fumarla.
Esos recuerdos, carcomían mi alma tras el dolor de no poder decirles
cuanto les amaba y necesitaba en esos momentos. Pensaba en mi
hermanito Omar y recordaba cuando él, añoraba ser el mejor policía
del mundo. Pero, su inquieta y peculiar actitud marcaba otro destino,
pese al poco esfuerzo en el estudio y alto grado de indisciplina. Con
todo, lograba atraer la atención de la gente, especialmente cuando
empujaba por las escaleras a los maestros del colegio, arrojaba
tizas en sus rostros y taponaba la tubería del plantel educativo.
Como imaginar que ese adolescente travieso, quien golpeaba fuerte
la batería a fin de entorpecer los instantes de oración en el culto
cristiano en compañía del primo Ernesto, con el pasar de los años,
se convertiría en un reconocido empresario.
Algunos recuerdos me hacían sonreír e incrementar mi llanto. Revi-
ví aquella época escolar, cuando en compañía de Omar y Armando
ejecutaba el plan adolescente: tomar el pan de una panadería sin
pagarlo, mientras uno de los tres entretenía al proveedor, con una
supuesta compra y luego huíamos corriendo. Empuñaba mis manos,
como cuando era chica y me aferraba a las manos de Armando.
Recordé aquella tarde lluviosa en que resbalé y caí en un charco
de agua y barro. La suela de mis zapatos nuevos de charol negro,
estaban tan lisos como el jabón. El flaco como cariñosamente le
llamo, no sabía si reír o llorar junto a mí. Tenía la responsabilidad
de acompañarme hasta la academia de ballet.
Retrocedí el tiempo y reviví mi adolescencia, en los instantes cuando
me reunía durante las vacaciones de mitad de año con Amparito,
la quinta de mis hermanos. Mis padres, acostumbraban premiarme
con un corto viaje a su casa en Santander, región donde vivía con
su esposo Rafael, a quien considero como un padre. Mi respeto y
admiración por él, es el resultado de su infinita bondad y honestidad.
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Amparito con su entusiasmo y cariño, siempre aguardaba por mí. Su


gran satisfacción consistía en comprar regalos de ropa y fragancias
de moda. Su refinamiento y exquisito gusto por el buen vestir y
vivir, la convertía en una compradora algo compulsiva.
Prendí uno y otro cigarro y recordé la primera vez cuando fumé:
apenas tenía 12 años de edad. Magda, mi hermanita mayor, sexta
hija, fumaba a escondidas de mis padres. Aprovechaba las horas
nocturnas para disfrutar de un cigarro y ofrecerme una fumada, a
fin de no delatarla. Con sus ojos claros como el mar y de agraciado
carisma, la convertían en una mujer exitosa en su trabajo y afortu-
nada en el amor. Era aficionada en comprar botas de cuero en todos
los colores y de paso, abastecer mi clóset.
En ese momento de total incertidumbre, deseaba tener a mi lado a
mi hermanita Patricia y decirle cuanto la amaba, le respetaba y ad-
miraba. Pese a ser la nena de la casa, hija menor, siempre supe que
su inocencia sería infinita. Recordaba cuando en una oportunidad,
visité la casa de mis padres y vestí una blusa suya sin su autoriza-
ción. Luego, atendí unos amigos suyos que por cierto estaban muy
bellos. Patico como cariñosamente le llamo, ingresó en el salón
social de la casa, observó que yo vestía su elegante blusa de seda
color verde y sin importar, delante de todos, me exigió quitarme la
blusa y de paso me regañó por haberla usado sin su permiso.
Reaccioné nuevamente a la cruel realidad, cuando noté que estaba
experimentando un fuertísimo dolor de cabeza, motivo por el cual,
me vi obligada a solicitar a un guerrillero, me hiciera el favor de
conseguir algún medicamento que me quitara la dolencia.
A la hora que la guerrilla ordenaba tomar baño no sentí deseos de
hacerlo. Manifesté que me encontraba enferma y que no deseaba
bañarme. Isabel llegó de nuevo hasta mi caleta ¿Hola como se sien-
te?... “Los muchachos informaron que esta enferma y preguntaron
si le pueden dar algún medicamento”… ¿Qué tiene? Esa absurda
pregunta, aceleró mi furia y respondí con tanta rabia que la mujer
se sorprendió… “Como cree que este cuando se que ustedes me
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van asesinar y siento dolor hasta en el alma y mucha rabia porque


nadie tiene derecho a quitarle la vida a nadie solo Dios”.
Le dije tantas cosas que no recuerdo en detalle, solo sé que deseaba
desahogar mi ira y dolor con alguien. Después que descargué parte
de mi furia, la mujer observó mi pequeño espacio y preguntó ¿Qué
cosas tiene usted?… ¡Yo! “No ve que no tengo absolutamente nada,
ustedes me separaron de todo lo que tenía” Respondí con mucho
coraje, de paso, tomé mi pequeño morral negro y lo tiré a un lado
de la cama. La mujer me aconsejó que esa noche evitara dormir
y estuviera atenta a cualquier cosa. Que por ningún motivo inten-
tara ausentarme de mi caleta porque hay si me fusilarían rapidito.
Luego tomó mi morral y lo puso al otro costado de mi supuesta
cama. En el sitio donde me encontraba parecía tener cielo roto,
llovía tres horas y escampaba una. Así resultaban casi todos los
días en la selva. Esa tarde, comenzó a lloviznar y luego se registro
un torrencial aguacero.
A las siete, hora en que ordenaban me acostara, pasó también la
guardia guerrillera y alumbró con la linterna mi caleta. Tuve toda
la intención de avisar que sentía deseos de defecar, pero no quería
ir hasta los chontos, porque recordaba las palabras de Isabel cuando
me aconsejó que por nada me movilizara de mi caleta. Pretendía
aguantar las ganas hasta el día siguiente cuando me levantara. Estaba
demasiado angustiada y esto, incrementaba mi dolor de estómago
con fuertes torcijones a pesar de no haber probado bocado en todo
el día pues solo había tomado un café y fumado toda la cajetilla de
20 unidades de cigarrillos que me entregó Isabel.
A las 9 de la noche, la guardia volvió a pasar revista alumbrando
mi caleta. Cuando presentí que el guerrillero alumbraría como de
costumbre mi rostro para saber si estaba dormida, cerré mis ojos
y aguanté la respiración. Continuaba atenta a cada movimiento y
seguía con tantísimo dolor de estómago que ahora sentía hasta es-
calofríos. Evitaba moverme porque alertaba a la guerrilla que estaba
despierta y sabía que tenía que estar atenta a todo, imaginando que
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a lo mejor cuando durmiera, sería masacrada. Mil cosas pasaban


por mi cabeza hasta el punto de incrementar mi ansiedad lo cual
repercutía en mi vientre.
Bajo mi cobija intentaba aflojar la riata que sostenía mi pantalón.
No podía correr la cinta del pasador y en vez de desajustarla, estaba
ajustándose y de paso, apretando con mayor fuerza mi cintura. En
un momento, no aguante más y defequé a chorros con la ropa ves-
tida. En la guerrilla, tanto los subversivos como los secuestrados,
tenemos órdenes de dormir vestidos, por si hay que salir corriendo
tras alguna acción del Ejército.
Continuaban mis torcijones y seguía defecando a chorros. Sin hacer
mayores movimientos, como pude saqué de mi morralito la peque-
ña toalla verde y en el preciso instante que intentaba limpiarme,
escuché pasos aproximándose de nuevo a mi caleta. Situación que
me produjo mucho nerviosismo porque ya la guardia había pasado
y pensaba que era alguien que me iba a matar. La guardia pasaba
revista a la caleta cada dos horas y no había transcurrido todo ese
tiempo. Quedé estática, aguantando la respiración, pese a que sabía
que el olor de la materia fecal me delataría.
Alguien alumbró con una linterna mi rostro y preguntó ¿Está dor-
mida? Al escuchar la voz de Isabel, abrí mis ojos y le respondí…
“No he dormido nada, pero que pena porque me defequé en la ropa
me siento muy enferma del estómago”. La comandante guerrillera
murmurando suavemente, ordenó levantarme y acompañarla rápi-
damente sin hacer ruido y sin las botas puestas. Temblorosa y algo
mareada por el debilitamiento que sentía en ese instante, tras la
acelerada descomposición de mi organismo me levanté y tomé entre
mis manos mis botas de caucho, descalza con tan solo las medias
puestas, emprendí camino a oscuras detrás de la guerrillera.
Isabel tiraba su mano hacia tras para guiarme. Entre tanto, yo
apretaba con mi mano y bajo mi sobaco izquierdo mis botas y con
la mano derecha, la estiraba para orientarme y de paso apoyarme
en lo que podía. Al instante de haber salido de la caleta sin hacer
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ruido, Isabel se detuvo frenándome con su brazo y corriéndome a un


lado, cuando escuchó los pasos y luego la voz de un hombre quien
preguntó ¿Quién esta hay? “No se preocupe compañero soy Isabel”
Ella prendió y apagó rápidamente su linterna, iluminando el rostro
del guerrillero. ¿Camarada se le ofrece alguna cosa? Preguntó de
nuevo el hombre. “No nada solo estaba en los chontos”
Cuando el hombre se alejó, Isabel tocó mi cara y me tapó la boca
como señal de no hacer ruido, a los pocos segundos jaló mi ropa
indicando que continuara caminando. El ruido de la lluvia, fue mi
cómplice para que pudiera caminar y nadie escuchara mis pisadas.
No se veía nada, únicamente la sombra de los árboles cuando se
registraba algún relámpago. Durante el trayecto, me enredaba con
todo, en ese lapso de tiempo, quizá minutos, horas no sé exacta-
mente, mil cosas pasaban por mi mente. Estaba conciente que seria
ajusticiada y pensé que había llegado el momento de mi muerte.
Mentalmente fui pidiendo perdón a Dios por mis errores y de paso,
me despedía de mis seres queridos en especial de mi madre, mis
hijos y esposo a quienes les enviaba mensajes telepáticos dicién-
doles cuanto los amaba.
Isabel no prendió para nada su linterna. Yo la seguía, pero no sabía
para donde iba y porque me llevaba, solo recibía una orden y no
tenía ninguna otra alternativa. De un momento a otro se detuvo y
poniendo una pequeña bolsa en mi mano derecha, me dijo… “Olga
continúe caminado no pare siga derecho cuando pueda para cada
dos horas”… “ahí va un papel con una dirección cuando esté a
salvo escriba para confirmar que está bien”. Sentí que puso algo
en mi pelo, luego me abrazó y se fue.
Yo quedé en medio de la oscuridad de la selva totalmente sola,
abandonada y desamparada. Lloraba y no sabía que hacer, menos
que camino coger porque no sabía en que lado tenía que continuar
caminando derecho. Como pude saqué fuerzas de donde no las tenía
y caminé sin rumbo definido.

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Tropezaba y enredaba con las raíces de los árboles, caía y cada


golpe me impulsaba a continuar. Estaba viviendo y experimentando
una angustiosa pesadilla que nadie alcanza a imaginar, estaba en
medio de la inclemencia del monte, rodeada de mil animales que
podían tragarme viva. Pensé en mi familia y me aferré a mi fe en
Dios, caminaba y ya no sentía mis pies, no sabia si estaba volando
porque mi mente se nubló y no supe de mí, hasta cuando escuché
el fuerte sonido del río. Camine con mayor fortaleza dejándome
guiar por el ruido que escuchaba cada vez más cerca.
Luego, en un punto vi, un destello de luz que prendió y apagó lige-
ramente, esa luz indicaba que debía seguir hasta ese punto, pensaba
que era la famosa luz del túnel de la muerte, por momentos creí que
ya estaba muerta y que mi mente recorría la selva, estaba aturdida
y muy confundida.
Estaba acercándome al río el cual logré divisar con la luz de los
relámpagos y el ruido de la lluvia que golpeaba sus abundantes
aguas. De repente escuché una voz varonil que dijo casi no llega,
esto me aterrorizó porque no vi a nadie, luego entre los árboles a la
orilla del río, aparecieron varias personas, fue un impacto tan fuerte
que sentí me desmayaba del susto. Se trataba de dos mujeres, un
hombre viejo y otro más joven. Ellos aseguraron que aguardaban
por mi desde hacia rato, pero no creían que yo llegaría hasta ese
punto. Las palabras no me fluían, quería hablar pero no podía, es-
taba tan nerviosa que no entendía nada de lo que estaba pasando.
El hombre más joven, me tomó por el brazo y dijo que intentara
tranquilizarme porque volvería a la libertad y por lo consiguiente,
nos teníamos que movilizar apresuradamente de ese lugar antes
que nos encontraran y sugirió quitarme la ropa militar y arrojarla
al río. Ellos hicieron lo mismo porque estaban vestidos con prendas
militares, lo cual indicaba que se trataba de guerrilleros desertores,
menos el viejo quien vestía de civil.
De inmediato acaté su sugerencia y temblorosa por la angustia,
como pude me quité la ropa y la tiré al río al igual que las podridas
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medias que llevaba puestas en mis pies, tan solo vestía la ropa
interior. Rápidamente intenté limpiar mi cuerpo porque estaba he-
diondo por la fetidez que originó la materia fecal. Pese a la fuerte
lluvia, abordamos una larga y angosta chalupa con remos, pero
antes preguntaron si me habían suministrado algo. Rápidamente
entregué al hombre la pequeña bolsita de plástico que me había
entregado Isabel poco antes de despedirnos, la cual sujetaba en mi
mano. Contenía un reloj de mujer, un pedazo de papel doblado y
un rollo de billetes atado con una liga elástica.
El muchacho la abrió y saco el reloj, luego la volvió atar y me la
entregó de nuevo. El agua correntosa del río, nos permitía avanzar
sin adentrarnos en el mismo, pero si evitando navegar por la ori-
lla. Apretaba mis botas y la bolsita de plástico. Nadie hablaba, se
apoderaba un tenso silencio, acompañado del helado aire que se
filtraba hasta mis huesos. Tanto las mujeres como los hombres, se
encontraban atentos y portaban una pistola y dos granadas de frag-
mentación. Preguntaron si sabía disparar, pero respondí que nunca
en mi vida había usado un arma, pero si era necesario lo haría. No sé
que tanto avanzamos, tan solo recuerdo que cada vez que podíamos
nos orillábamos, descendíamos del bote y lo ponían boca abajo,
mientras el hombre más joven cronometraba en el reloj.
Después de cortos descansos y de recibir consejos sobre el cuidado
con las pirañas y la palizada cuando pisara las aguas, abordába-
mos nuevamente la chalupa y continuábamos el trayecto por las
oscuras aguas. Mis ganas de vivir y ansias de regresar a la libertad,
me fortalecían y daban pujanza a tal punto que estaba dispuesta a
enfrentar lo que fuera. Ya no estaba sola, me sentía respaldada pese
a que no conocía las otras personas. Cuando estaba amaneciendo,
silenciosamente nos detuvimos en un lugar y desembarcamos.
Al rato, escuchamos las voces de varios hombres quienes se aproxi-
maban hablando fuerte, todos nos miramos y me hicieron señas que
permanecieran callada. Quedé estática sin poder moverme, mientras
ellos se desplazaban lentamente hacia un lado. Mi corazón palpitaba
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tan fuerte que escuchaba mis propios latidos, mi respiración se fue


agitando que no supe cómo reaccionar.
De repente, cuatro hombres vestidos de militares estaban frente
a mí. Todo sucedió demasiado rápido, imaginé que se trataba
de guerrilla y ahora si sería el fin de mi vida. Con una mirada
aterrorizada los hombres preguntaron ¿Quién putas son ustedes?
Esta situación no me la imaginaba porque de las personas que
viajaban conmigo ninguna reaccionó. En ese sitio nos encaño-
naron y apuntando con fusiles nos obligaron a tirarnos sobre el
pastizal. El hombre más joven dijo “Espere les explicamos por
favor no nos disparen” En seguida hablé diciendo “Señores
por favor no nos maten somos gente indefensa”. Uno de los
militares dijo a otro, avise que nos topamos unos hijueputas
guerrilleros.
No me explico como no nos dispararon y menos como los gue-
rrilleros desaparecieron la pistola y las granadas. Las muchachas
negaron que fueran guerrilleras al igual que los hombres. Cuando yo
escuché a los militares referirse a nosotros como guerrilleros, supe
que ellos no eran de las Farc. Sentí alivio y rogué me escucharan un
momento, pero los uniformados con palabras toscas, me mandaban
a callar hasta que ellos nos ordenaran hablar.
Después preguntaron porque estábamos sin ropa. En ese instante
saqué valor para hablar en nombre de todos y explicar lo que me
había ocurrido. Aseguré que todos éramos civiles y que la guerrilla
nos tenían secuestrados. Al momento llegaron más hombres y nos
llevaron selva adentro hasta un campamento. Se trataba de un grupo
de paramilitares. Ahora sí se nos complicaba peor la vida. De nuevo
estaría secuestrada pero ahora por el otro bando o tal vez seríamos
ajusticiados en ese lugar.
Un hombre alto y gordo con pinta de militar, me miró detallada-
mente y acercó su mano a mi cuello, tomando la cadena de plata
con un Cristo que me regaló Stella cuando asesinaron a José Duviel.
Replicó con un gesto irónico… “Si usted fuera guerrillera no usaría
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cadena con Cristo” En seguida recordé los instantes en que Stella


me entregó la cadena y me aseguró que me protegería.
Mi fe en Dios y el hecho de portar la cadenita de plata con un Cristo,
salvó a todos la vida. A sabiendas que la gente que me acompa-
ñaban eran guerrilleros, en ese campamento explicamos que nos
tenían secuestrados y que logramos huir de la guerrilla. Esa mañana
tomamos café y comimos plátano con arroz. También vestimos
unas camisetas viejas y rotas que nos regalaron los paramilitares.
Todos estábamos casi desnudos, porque habíamos tirado la ropa al
río, aunque ahora vestía el pantalón del viejo hombre quien se lo
quitó y me lo prestó, a fin de protegerme del frío de la noche y del
aire del río. Aun así, seguía en brasier y descalza porque las botas
no me entraban debido a la hinchazón y maltrato de los pies que
estaban casi deshechos.
Milagrosamente salimos de ese lugar y continuamos caminando
algunas horas por la espesa selva, luego abordamos otro pequeño
bote que logró conseguir el viejo. Esta odisea de tres días, conclu-
yó en una población a donde arribamos en horas de la madrugada.
Durante el trayecto, logré enterarme que las muchachas eran recién
ingresadas en la guerrilla, pero el hombre más joven, por cierto
bien hablado y de buena apariencia, dio a entender que pertenecía
a la Comisión Internacional de las Farc. Nadie entró en detalles y
menos me investigaban sobre mi vida, solo preguntaron hacia donde
me dirigiría cuando llegáramos a la civilización. Esa madrugada
arribamos a la casa de unos campesinos quienes luego de hablar
con el viejo, nos permitieron descansar un par de horas, sobre bol-
sas de lona tendidas en el piso. El agotamiento físico en el que me
encontraba hizo que me privara del sueño. Desperté a las dos horas,
momentos en que el hombre y las mujeres se marchaban.
Antes de partir, el guerrillero me entregó el reloj de mujer y aseguró
que el dinero que yo tenía en la bolsita era para mí, que por ellos no
me preocupara porque tenían algo. Los abracé y me puse a llorar
agradeciendo por salvarme la vida. Me desearon suerte y rogaron
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el favor no avisara a nadie sobre lo ocurrido, porque también estaba


en peligro la vida de ellos.
Apresuradamente solicité al campesino dueño de casa, me facilitara
algo de agua para asearme un poco. De igual forma, pedí el favor me
vendiera algo para vestir. El hombre quien se mostraba demasiado
desconfiado, fue muy astuto aprovechándose de mi situación y ne-
cesidad; me vendió un gorro sucio y viejo en colores verde, rojo y
amarillo, similar a un balón de piscina. También un viejo jeans de
hombre, todo por doscientos mil pesos es decir cien dólares. Defi-
nitivamente la necesidad podía mas que cualquier cosa, necesitaba
ocultar mi aspecto trágico y un poco mi rostro, puesto que no sabia
con quien me encontraría. No lograba enterarme que lugar era ese,
tan solo intuía que estaba más cerca de mi libertad.
Llevaba casi cinco meses de no mirarme en un espejo, no sabía
que aspecto tenía, únicamente descubría que no era nada bueno,
puesto que la gente de la casa donde llegamos me miraba con gran
extrañeza.
Como pude calcé las botas de caucho y vestí el viejo pantalón por
encima de las botas, intentando ocultarlas; recogí mi cabello y
sobre éste puse la sucia y costosa gorra para esconder mi rostro.
Antes de partir, de aquella casa, solicité me facilitaran un pequeño
espejo el cual me permitía ver mi cara pero no mi cuerpo; cuando
me vi por primera vez después de tanto tiempo, sentí deseos de
llorar, mi rostro estaba demacrado, amarillento y con ojeras. En
ese instante, pregunté al viejo campesino que fecha era ese día
y respondió 3 de enero de 2002. Parecía que había pasado más
tiempo, quizá siglos.
Completamente sola, emprendí camino por una trocha que me con-
dujo a una pequeña población. Allí, avizoré un conjunto de casas
elaboradas en madera y las calles sin terminar. Poco a poco me fui
adentrando hasta llegar a la parte céntrica. El sitio estaba custodia-
do por decena de uniformados con fusil en mano. No sabía si se
trataba de Ejército, paramilitares o guerrilla. La presencia de estos
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hombres, sumado el ruido de los autos, la música de las casetas en


madera, me tenían nerviosa.
Hacía mucho tiempo que estaba alejada del ruido y de la gente.
Situación que originaba mareo y náuseas, quizá por mí exagerado
estado de debilidad. Sentía que todos me miraban de manera extraña,
mas cuando le pregunté a una mujer en que lugar podía conseguir
un teléfono publico para comunicarme con otra ciudad. Su respuesta
fue realizando otra pregunta, ¿usted no es de por acá cierto? Sin
responder continué mi camino hasta llegar a un establecimiento
público, ubicado en una zona donde ya habían casas construidas
en cemento y ladrillo.
En el sitio, se encontraban algunos hombres jugando billar y
tomando cerveza. Todo indicaba que en esa población, la gente
madrugaba a beber y a divertirse. Me senté en una silla y pidiendo
una gaseosa para beber, aproveché e indagué con la mesera por el
nombre de esa población.
La mujer mirando extrañamente preguntó ¿luego usted no conoce
por acá? “porque este pueblo es muy conocido es Cartagena del
Chairá” Nunca antes en mi vida, había escuchado hablar de ese
pueblo. Pero sabía que ya estaba libre y este hecho, me daba fuerzas
para continuar…”Por favor señorita dígame en qué lugar puedo
conseguir un teléfono público para llamar a otra ciudad”.
Cuando la mujer me indicó el lugar donde podía comunicarme,
dejé la gaseosa servida en la mesa, la pagué e inmediatamente salí.
Al ingresar en el lugar de la telefónica, observé algunos militares
quienes clavaron su mirada en mí. Esta situación, sumada la emo-
ción que sentía sentirme libre, bloqueó mi mente a tal punto que
olvidé los números de teléfono todos los marcaba erradamente.
De tanto intentar, logré comunicarme con la casa de Stella, esposa
del fallecido José Duviel. El llamado lo atendió Katherine la hija
menor, pero lastimosamente ella no me escuchaba y cortaba la
comunicación porque yo hablaba en voz baja para que los unifor-
mados no me escucharan.
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Insistí en tres oportunidades rogando que por favor no me colgara,


pero no lograba escucharme. Finalmente contestó Stella quien si
logró escuchar y reconocer mi voz, “Stellita por favor no me cuelgue
soy Olga estoy viva no cuelgue por favor” Cuando me escuchó,
gritó de alegría, llorando me preguntaba dónde estaba. Le indiqué
que me encontraba en una población. Le solicité comunicarse con
mi familia y le avisara que estaba viva y libre. Quedé en volver a
comunicarme con ella desde otro sitio porque necesitaba alejarme
de ese lugar.
Pagué las llamadas y me fui a buscar un transporte que me sacara
de esa población. Me aproximé a un hombre que estaba cargando
con víveres un Jeep Campero. Pregunté si me podía transportar a
otro lugar, pero el hombre luego de observarme de pies a cabeza
se negó rotundamente.
Luego me acerqué a otro conductor de servicio público, también
se trataba de un auto tipo campero. El señor estaba cargando unos
bultos y me dijo que lo esperara. El hombre al observar mi aspecto
se mostró muy desconfiado y dijo que era muy difícil porque de
pronto yo le acarrearía problemas. Saqué la bolsita de plástico que
contenía el dinero enrollado con una liga plástica y se lo entregué.
No sabia cuánto dinero era, solo necesitaba me sacara con urgencia
de ese lugar.
El hombre contó los billetes e inmediatamente me dijo que abordara
el auto. Antes sugirió que me quitara las botas de caucho que él las
escondería entre los bultos para que el Ejército no me molestara en
los retenes. Preguntó si tenia algún documento que me identificara,
en caso que lo solicitaran en el reten militar, pero yo le advertí que
no tenia ningún papel, entonces convinimos que si molestaba el
Ejército, asegurara que yo era su esposa y que íbamos rumbo a un
hospital porque estaba enferma.
Emprendimos la marcha y el olor a combustible me tenía mareada
con ganas de vomitar. Rogué el favor apagara la música porque
estaba descompuesta con dolor de cabeza. En ese instante el hom-
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bre pregunto ¿Cierto que usted es una desertora de la guerrilla?


Al escuchar esas palabra me ataqué a llorar y le conté parte de mi
drama, el individuo se condolió tanto, que detuvo su carro y me
dijo avisemos al Ejército ya mismo. Le rogué que no lo hiciera por-
que no confiaba en ellos, informé que era periodista y que mi vida
estaba ahora en sus manos. Antes de aproximarnos al primer retén
militar, advirtió que fingiera ser su esposa. Pasamos sin problema
la inspección militar, los soldados vieron que yo estaba enferma y
no me hicieron bajar del auto.
Durante el recorrido el hombre sacó la bolsa de dinero y me la
entregó nuevamente, me dijo que no me cobraría todo eso, porque
era una persona honesta y no se podía aprovechar de mi necesidad.
Cobró lo justo y me llevó hasta la terminal de buses de la ciudad
de Florencia en el Departamento del Caquetá, región de fuerte
presencia guerrillera, paramilitar y Ejército. Al ingresar en la ter-
minal de buses llamé de nuevo a Stella Y YA ella había avisado a
mi esposo y suegros y todos estaban reunidos en su casa esperando
mi comunicación, con un nudo en la garganta y atacada en llanto
volví hablar con mi familia después de cinco meses, menos con
mis hijos quienes estaban en otras ciudades.
La emoción era muy fuerte, no podía explicar bien la localización
exacta de donde me hallaba, solo sabía que estaba en la terminal
de buses y que llamaba desde una cabina de teléfonos. Todos me
advirtieron no alejarme del lugar, hasta que me hallaran unos fami-
liares de William residentes en esa ciudad. Mi esposo me hablaba
mientras sus padres por celular llamaban a sus parientes para indicar
donde yo me encontraba. Pagué la llamada y me senté en el piso
de la parte externa de la oficina de Telecom. La tía de William al
igual que unos primos suyos, se desplazaron rápidamente al lugar
pero no me conocían, solo veían una mendiga sentada en el piso,
pero no creían que se trataba de mí.
Al levantar la mirada, logré distinguir a Marleny tía de William
y apresuradamente me abalancé a sus brazos, al instante llegaron
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otros familiares que estaban tratando de ubicarme. No podían creer


que yo era la persona que estaban viendo frente a sus ojos, hecha
prácticamente un despojo de mujer. Nos fuimos a la casa de la señora
Anita, abuelita de William. Las llamadas desde Neiva no cesaban
preguntando por mi estado. Tomé una ducha y por fin, frente a un
amplio espejo pude apreciar el estado calamitoso en que se encon-
traba mi cuerpo. Soro, prima de mi esposo, cortó mi cabello y me
facilitó ropa, su esposo me obsequió unos lentes.
Entre tanto, desde Neiva mi familia hizo reserva en la empresa aérea
Aires, para que esa misma tarde viajara con destino a la ciudad de
Bogotá. Tanto mi esposo como sus padres, solicitaron, me acom-
pañaran al aeropuerto y no me dejaran sola hasta tanto abordara
el vuelo que partía a las 5 de la tarde. Consideraban que resultaba
muy peligroso, permanecer un día en esa ciudad debido a la fuerte
presencia de guerrilla y además, porque urgía atención medica. Esa
misma tarde, me reuní con parte de mi familia.
Ahora, mi cabello estaba corto y usaba lentes a fin de no ser re-
conocida. Durante el viaje no paré de llorar por el sentimiento de
alegría y felicidad que experimentaba y una señora que se encon-
traba sentada en la silla contigua, preguntó con angustia… ¿Por
favor qué le sucede puedo ayudarla? Sin no poder mas, le conté
que estaba secuestrada y que ese día acababa de nacer y volvería
a ver mis seres queridos.
La mujer se entusiasmó tanto que se puso a llorar y apretó mis
manos. El avión hacia escala obligada en la ciudad de Neiva,
lugar donde se encontraba mi esposo y suegros, cuando el vuelo
arribó a esa ciudad, para que otros pasajeros abordaran, el primero
que lo hizo fue William. Yo no tenía la menor idea que el abor-
daría el mismo vuelo. Cuando lo observé, me pasé por encima
de la señora y me abalancé a sus brazos, llorábamos como dos
chiquillos. Situación que conmovió a la gente que se encontraba
en el avión a tal punto que se acercaron a nosotros para indagar
y luego felicitarnos.
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Había tanto que hablar que no sabíamos por donde empezar, yo


preguntaba cómo estaban mis hijitos y donde se encontraba Andre-
sito. William había avisado a mi hermano Armando en Bogotá y él,
acompañado de mi hijo, aguardaban por nosotros en el Aeropuerto
El Dorado, pero al parecer mi hijo no sabía quien llegaba porque se
trataba de una sorpresa.
Cuando arribamos a Bogotá, sentí que volvía a vivir, estaba tan
emocionada que casi no podía caminar porque no sentía mis pies.
Al observar a mi hijo, quien no me reconoció en el momento porque
me vio muy cambiada y demasiado delgada, sentí deseos de gritar
de felicidad. Al escuchar mi voz, se quedó perplejo y no podía
hablar, luego se echó a llorar y aferró sus manos a mi cuerpo. Lo
mismo hizo mi hermano que me abrazaba y lloraba. Todo era una
completa dicha y un mar de emociones.
En la capital, al día siguiente fui hospitalizada en una clínica privada,
donde estuve recluida cuatro días por mi alto grado de desnutrición y
deshidratación; también recibí tratamiento médico por las picaduras
de los insectos y las alteraciones cutáneas que estos produjeron.
Periodistas irresponsables y mal intencionados como el señor Germán
Hernández Vera, quien trabajó en el prestigioso Diario del Huila, asegu-
raba en sus reportes, que Baruch Vega quien desde hace mas de 30 años
vive en el exterior, residía en la ciudad de Neiva y desde allí, realizaba
labores de inteligencia para el Gobierno de Estados Unidos.
Plasmando la realidad de mi historia, denuncio los atropellos de
unos cuantos quienes con sus ansias de figurar, manchan no solo
la buena reputación de las personas, sino con sus palabras y falsas
pesquisas, se convierten en los peores asesinos, vulnerando los
Derechos Humanos de una sociedad cada vez más compleja.

“La mayor ofensiva contra la dignidad humana no son las


balas, es la mentira que vulnera la vida”.
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CAPÍTULO IX
ENFRENTANDO AL CAPTOR

Intentaba recuperarme tanto física como anímicamente de los


quebrantos irremediables que me originó los casi cinco meses de
cautiverio en la selva, pero no me podía permitir el resto de vida,
vivir amedrentada y coaccionada por el temor que habían origi-
nado mis captores y las amenazas provenientes de grupos para-
militares. Personalmente, era fiel testigo y una víctima más de las
arbitrariedades de la guerrilla y de las injusticias que originan las
falsas pesquisas e informaciones de algunos periodistas sin crite-
rio alguno.
Razón por la cual, decidí abandonar la casa de mi hermano Arman-
do en la ciudad de Bogotá y viajar hasta Bucaramanga, lejos y sin
exponer a mi familia para iniciar un contacto virtual con los grupos
al margen de la ley que me habían declarado su objetivo militar
muy especialmente la guerrilla de las Farc y a las Autodefensas
Unidas de Colombia Auc.
Sin lograr conseguir una respuesta de nadie, decidí viajar a la ciudad
de Neiva a fin de reorganizar mi vida junto a mi familia. Al arribar
a la capital huilense, inmediatamente me comuniqué con Carlos
Mora Collazos en ese entonces periodista del Diario La Nación a
quien le he considerado un reportero serio y objetivo. Razón por la
cual, fue el primer reportero en informarse sobre mi regreso a casa
pero él, como toda la gente que me conocía, imaginaba que había

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regresado de otro país. Absolutamente nadie de la región conocía


sobre mi secuestro y menos, suponían la terrible odisea que tuve
que enfrentar.
Ese drama que actualmente atraviesan cientos de colombianos, lo
había experimentado mi familia quienes con su sufrimiento e incer-
tidumbre por mi secuestro, no pidieron hacer absolutamente nada
por mi bienestar, pensando en las retaliaciones que podían originar
las operaciones secretas de Baruch y las múltiples denuncias que
él hacía públicas, contra los altos mandos policiales y políticos
corruptos de Colombia involucrados con el narcotráfico.
Con mi regreso a casa, ahora mis seres queridos experimentaban
una nueva preocupación tras el riesgo que podía correr mi vida
en Colombia, por haber logrado escapar de los campamentos de
la guerrilla. Con más heridas en el alma, precisaba reorganizarme
y por lo consiguiente mi familia. Paradójicamente, había sido se-
cuestrada por ser hermana de alguien de quien muy poco conocía
a que se dedicaba.
Meditaba una y otra vez la forma que logré salir con vida del cam-
pamento guerrillero en donde permanecí una eternidad. Intuía, que
todo había sido un plan de alguien con mucho poder en las Farc.
Quizá del propio Raúl Reyes, pero aun así, no me cerraba por
completo la idea que el mismo hombre que me habló en El Caguán
dando un tiempo limite de mi libertad, haya fraguado un plan para
mi liberación. No le encontraba sentido alguno ni razón de ser.
Precisaba enfrentar públicamente a mis enemigos y de esta manera,
desenmascararlos. Para ello, junto a mi esposo, ideé una estrategia
que me permitiera exponer ante los ojos del mundo, mostrando
que estaba viva y que había regresado a Neiva. La mejor manera
de hacerlo, sería ejerciendo mi profesión, envolviéndome con los
medios de comunicación pero en esta oportunidad, no trabajaría
para ninguna empresa crearía mi propio espacio informativo, sin
manipulaciones de absolutamente nadie.

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OLGA CECILIA VEGA C.

Reaparecí muy engalanada, visitando las instalaciones de la Go-


bernación del Huila, pues consideraba este, un punto estratégico
porque allí siempre se reúne un buen número de periodistas y
quienes mejor que mis propios colegas, para divulgar la noticia de
mi retorno a casa.
La gente que me observaba, mostraban un gesto de sorpresa, ex-
clamando ¡Olga como estás de delgada pero te ves muy bien! Era
obvio mi exagerado bajón de peso: estaba recién salida de una
pesadilla en medio de la selva y no de un Spa. Menos había pasado
un tiempo en otro país como ellos pensaban.
Me dirigí a la empresa radial Sistema Inrai de Colombia, grupo de
emisoras con mayor cobertura y sintonía en la región sur colom-
biana. Allí, hablé directamente con el propietario, señor Jorge Helí
Charry a quien solicité me alquilara un espacio radial para empren-
der mi propio noticiero en la emisora Cristalina Estéreo.
Después, visite la sede política de Jaime Bravo Motta, quien en
ese entonces aspiraba una curul al Senado de la República, repre-
sentando al partido Colombia, equipo político que apoya a Álvaro
Uribe Vélez. El futuro senador, sorprendido pero a la vez agradado
con mi presencia, aprovechó para realizar una oferta de trabajo: le
acompañara en su aspiración política laborando en el departamen-
to de prensa, como su asesora de prensa personal. Propuesta que
acepté inmediatamente.
Nadie en lo absoluto, imaginaba que acababa de retornar de un
infame secuestro, que cada segundo estaba latente en mi mente y
corazón. Todos especulaban cosas sobre mi vida, decían que había
viajando por Europa. Otros refutaban que me había marchado con
otro hombre abandonando mi esposo e hijos, pero las mentes más
sucias y retorcidas conjeturaban que me había ido para la guerrilla
porque yo era la nieta de Manuel Marulanda, mientras otros, ase-
guraban que era la mujer de Raúl Reyes o la amante de Óscar el
Paisa. En fin, sobre mi ausencia y presencia, tenían mil argumentos
de acuerdo a sus mentes y conveniencias.
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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

Pese a la fuerte oposición y temor de mi familia, esa semana tomé


la decisión de viajar a la zona del Despeje y enfrentar a la guerrilla.
Precisaba dejar en claro mi verdad frente a mis captores. No podía
seguir siendo blanco de nadie y menos, vivir acobardada pensando
que en cualquier momento podía ser ajusticiada. Nada debía por lo
tanto, nada tenía que temer y para ello, era necesario enfrentar al
monstruo que me había secuestrado: las Farc.
Consideraba que al toro se domina por los cuernos y precisamente
eso haría. Entre mayor se presentaba el obstáculo, más valor y
mayor fuerza sentía para continuar. Ya había soportado el peor de
los dramas al que puede sobrevivir una persona y ahora, tenía que
luchar por mi bienestar y el de mi familia.
Al arribar a la sede de Villa Nueva Colombia, la primera persona
que encontré fue a Simón Trinidad. Recuerdo su rostro de sorpresa
y agrado. Me dio la bienvenida exclamando… ¡Olga como estás
de delgada eres una mujer berraca! Aunque más sorprendida yo,
por su actitud, estas palabras afianzaban mi fortaleza y ánimo de
enfrentarlos.
Luego ingresé en la oficina donde se encontraba Iván Ríos acom-
pañado Yurley su pareja, Andrés París y Carlos Lozada. Todos
saludaron sorprendidos y amablemente exclamando algún elogio
hacia mí. Esa actitud de los comandantes guerrilleros, me confundía
muchísimo porque ellos debían saber, que recién había escapado de
sus campamentos en calidad de secuestrada, pero todo lo contrario,
notaban en mí, una mujer con mucha fortaleza y decisión. La verdad,
no lograba comprender lo que estaba ocurriendo.
Mientras aguardaba para hablar con Raúl Reyes u otro miembro
del Secretariado de las Farc solicité a Adriana, recepcionista en
Villa Nueva Colombia, me facilitara el teléfono para llamar a mi
familia e informar que me encontraba bien. Después de terminar la
comunicación, Adriana comentó… “El camarada Raúl desde hace
algunos días está preguntando si usted llamó y si sabemos algo en
seguida le avisemos”.
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OLGA CECILIA VEGA C.

Este comentario y la actitud de todos para conmigo me tranquilizaba


muchísimo. Aun así, tenía que estar preparada para cualquier nueva
sorpresa. Salí de la oficina y me reuní nuevamente con Simón Tri-
nidad, quien se mostraba muy atento a las noticias concernientes a
Baruch; preguntó cómo avanzaba la problemática de mi hermano
y si yo con él recientemente había tenido comunicación.
En el preciso instante en que hablaba con Trinidad, Adriana nos
interrumpió avisando que Raúl Reyes había llegado y me necesi-
taba en su oficina. Cuando empecé a caminar hacia el sitio donde
se encontraba, experimenté que mis pies y manos se enfriaron pese
al calor que se registra en esa zona, mi cuerpo empezó a temblar
como una gelatina. No me explico el ¿por qué? No podía dominar
el temblor del cuerpo, quizá porque en mi interior experimentaba
un sentimiento de furia mezclado con dolor y miedo.
Reyes se encontraba de pie en la puerta de su oficina, acompañado
de Gloria su mujer y Juliana, una de sus escoltas. En momentos
que me acercaba, alcancé a observar que él miró a Gloria y algo
le rumoró. Las mujeres se retiraron. Ingresé en la oficina donde
había recibido meses atrás la fuerte advertencia contra mi vida.
Ese sitio me originaba temor y estupor. Allí derramé mil lágrimas
y más por culpa de Raúl Reyes… ¡El estar delgada te sienta muy
bien!... Exclamó.
Escuchar esas palabras, me producían náuseas y deseos de ahorcar-
lo… “Si estoy acá, no es por temor a ustedes, es porque no soporto
la injusticia que cometieron contra mí” Respondí. Al notar mi
furia y dolor que expresaban mis grandes ojos, Reyes dijo que se
había llenado de cólera contra mí. Las supuestas pruebas que había
recibido, aparentemente daban a entender que yo trabajaba para el
Gobierno de los Estados Unidos como agente encubierto.
Aseguró que se había sentido decepcionado y que si yo, no hubiese
regresado al Caguán, había dudado nuevamente de mí, porque el
hecho que yo estuviera frente suyo, con una actitud desafiante, sin
temor de absolutamente nada, indicaba que verdaderamente era una
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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

mujer inocente como él lo había confirmado. Razón por la cual, no


se arrepentía de haberme salvado la vida.
Al escuchar esas palabras no sabía que pensar; menos conocía
quienes eran mis enemigos en la prensa. No supe si agradecer o
reclamar su infame injusticia. Luego de escucharle con mucha
atención, pregunté quién ideó la estrategia para mi fuga, conociendo
perfectamente que con una orden suya me hubiese podido dejar
libre. No recuerdo con exactitud sus palabras, pero a continuación
describo apartes de la conversación.
… Olga entienda algo, acá por las dudas no podemos exponer a
la organización, por esa razón, preferí que la retuvieran mientras
investigaba todo a fondo, lamentablemente había mucha informa-
ción que jugaba en su contra y eso me llenó de muchísima rabia
porque pensé que usted estaba faltando a mi confianza.
Raúl Reyes continuó hablando… En la guerrilla no se puede rever-
tir una orden porque eso me quita autoridad ante los muchachos,
ya había ordenado le realizaran un Consejo de Guerra para su
ejecución, pero a ultimo momento nos llegó otra información que
indicaba que usted nada tiene que ver con el trabajo de su hermano
y es mas, él mismo está denunciando toda la corruptela de este país
y eso es admirable, denota que es una persona seria y honesta pese
para quienes trabaja.
No obstante su posición radical e intransigente en lo militar, Re-
yes ese día reconoció y se disculpó por su terrible error. Cuando
escuchaba sus palabras me desaté en llanto y le recriminé mis casi
cinco meses de cautiverio. Frente a mí observaba a mi captor, al
hombre que había originado tanto dolor en mi vida y en la de mi
familia. Aquel ser infame hombre que se sentía con el derecho de
manipular la vida de la gente como si fuera un dios.
Le recriminé que nada, absolutamente nada en la vida, devolverían
a mi y mi familia, la alegría tras el dolor que él mismo nos había
causado. Le aseguré que esa situación, me había demostrado el

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OLGA CECILIA VEGA C.

salvajismo con que se trataba a la gente inocente y que yo, no podía


confiar en él y menos en su gente.
…“Olga todos en la vida cometemos errores y muestra de ello, usted
esta acá y no muerta porque a tiempo recapacité del error que iba a co-
meter dando la orden de ajusticiarla, no sé a usted qué la protege pero
me conmovió y acá la gente la admira y aprecia mucho”… Intentando
evadir mis interrogantes, se disculpaba por tener sus botas embarradas;
luego, explicó que le avisaron por radio que yo había llegado y en
seguida dejó lo que estaba haciendo para reunirse conmigo.
Reyes aunque había conocido a mi suegro en su época de civil y
siempre deseó un reencuentro personal el cual nunca se realizó,
porque don Gilberto fue respetuoso con su ideología, pero no com-
partía el accionar de la guerrilla, ese lazo afectivo no impidió mi
secuestro y ahora, precisaba confirmar las garantías para mi vida
y la de mi familia.
Una vez aclarada mi situación ante las Farc, Raúl Reyes aseguró
que esa guerrilla jamás atentaría nuevamente contra mi vida. Antes,
todo lo contrario en lo que se refiere a informaciones periodísticas
las obtendría exclusivamente.
De regreso a la ciudad de Neiva, viajé más tranquila y con el ánimo
de enfrentar el ataque de mis peores enemigos visibles: mis propios
colegas. Algunos de ellos aportaban falsos informes a las organiza-
ciones del Estado a cambio de su lucro personal, sin importar poner
en riesgo y en tela de juicio mi vida y la de mi familia.
Entre tanto, la familia Vega, estábamos atentos a cualquier retalia-
ción por parte de los mismos miembros de la Policía colombiana
quienes habían sido denunciados por mi hermano de estar invo-
lucrados con el narcotráfico. Lamentablemente la única hermana
visible de Baruch Vega era yo, y por lo consiguiente sería quien
pagaría los platos rotos de sus acciones.
En esa semana, el señor Jorge Heli Charry me alquiló un espacio
radial en la emisora Cristalina Estéreo del Sistema Inrai; Allí esta-
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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

blecí mi propio noticiero reconocido como Satelital Información.


Se emitía a partir del mediodía, con el apoyo periodístico de César
Velandia quien de igual forma, trabajaba para RCN Televisión. Car-
los Mora Collazos, Silvio López Gómez y uno que otro periodista
de la región, quienes informaban desde otras ciudades.
El primer día del informativo sucedió algo inesperado: las puertas
de la emisora fueron pintadas con la inicial de las Auc, Autodefensas
Unidas de Colombia, como señal de advertencia contra mi vida.
Ahora conocía perfectamente que los grupos paramilitares que
operaban en el departamento, se encontraban rondando mis pasos.
Pese a todo, no me dejaba amedrentar de nadie y continuaba con
mis informaciones de manera imparcial investigando a fondo la
problemática y los hechos de mi país.
Se había registrado una alteración de orden público en el Depar-
tamento del Huila y por obvias razones, se realizó un consejo de
seguridad en la sede de la IX Brigada del Ejército, con sede en
Neiva, bajo el mando del General Gilberto Rocha Ayala. Posterior
a éste, se efectuó una rueda de prensa en el casino de oficiales
del Batallón Tenerife, con la presencia de altos mandos oficiales
quienes entregaron a la prensa, un balance de la real situación en
la región.
Al ingresar en el recinto en compañía de la periodista Blanca Fanny
Téllez, un hecho registrado ratificó la baja actitud de una colega
quien realizaba falsos señalamientos en mi contra; coincidencial-
mente fue la primera persona que observé en medio de los oficiales
y se encontraba parada frente a mí. Se trataba de la periodista Erika
Manchola, la misma mujer que había llevado hasta mi apartamento
a los detectives del DAS poco antes de mi secuestro y apoyaba al
B-2 del Ejército con inexistentes informes. Cuando la falsa mujer
me observó, me saludó con una cínica exclamación ¡Hola gordita
tiempo sin verte, que alegría! Al apreciar su actitud insolente, mi
cabeza se llenó de veneno y su saludo lo respondí sin importar
quienes estuviesen a mi alrededor.
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OLGA CECILIA VEGA C.

… “Que gordita ni que hijueputas, ahora sí, delante de todos es-


tos militares va a sostener que tan guerrillera soy yo desgraciada
maldita” Todos quedaron estupefactos con mi reacción, la mujer
con su voz entrecortada lo único que refuto fue… “Usted me va a
mandar matar con la guerrilla y eso ya lo denuncié”.
Esta frase, sumado el cinismo y mediocridad con que Erika preten-
día evadir su patraña de mentiras, me hizo reflexionar de no bajar
a su nivel; luego de una rápida entrevista, ofrecí una disculpa al
comandante del Ejército y me retiré a fin de evitar un fiasco bochor-
noso y de vergüenza. Estaba dispuesta a bofetearla si era preciso,
pero todo lo dejé en manos de Dios y del tiempo, encargados de
hacer justicia.
Posteriormente, algunos periodistas de mis afectos aseguraron que
el General Gilberto Rocha Ayala, un cierto día en su oficina comentó
algo sobre mí: “… Olga Cecilia es una buena persona y periodis-
ta, lástima las malas amistades que la rodean, la van a poner en
peligro”. Con ese comentario, el oficial de alto rango se refería a
mis supuestos vínculos con las Farc según mis colegas.
Esta dura pero real experiencia, me permite testimoniar que Dios si
existe y que protegió mi vida tocando el corazón del ser mas fuerte.
De esta manera, pude comprobar que Dios sigue salvaguardando
mi existencia.
Hasta el día de hoy no logro comprender los motivos por los cuales
Raúl Reyes ordenó mi secuestro y luego mi liberación. Si realmente
hubiera querido hacerme daño, lo hubiese podido hacer cuando en
más de una oportunidad me tuvo frente suyo antes de ordenar mi
secuestro. Tampoco entiendo, ¿porqué se arrepintió de la orden de
fusilamiento? Quizá… ¿comprobar mi grado de seriedad y lealtad
a su confianza? O tal vez… ¿se arrepintió para pretender manipular
mi vida y de esa manera procurar hacerme útil a su organización?

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CAPÍTULO X
PERSECUCIÓN DEL ESTADO

El amor por mis hijos y familia, me han permitió soportar mil


infamias y sobrevivir a ciento de dificultades. Lastimosamente he
considerado que la manera más clara de ver y valorar la vida es
cuando se sabe que su final está cerca. Quizás es una manera equi-
voca de reflexionar, pero es el momento en que nos aferramos a
la vida.
De nuevo enfrentaba otra etapa de dudas e incertidumbres, donde no
conocía quienes eran mis verdaderos enemigos, los motivos y el por
qué pretendían resquebrajar mi vida con falsos señalamientos y ar-
gumentos inciertos, que daban paso a desestabilizar la paz y armonía
de un hogar.
Intenté reiniciar mi vida, trabajando en la Gobernación del Huila,
como Jefe de Prensa en la Secretaría de Salud Departamental, cargo
que acepté inmediatamente, puesto que precisaba laborar para mi
sustento y el de mis hijos.
Los días transcurrían positivamente y mi trabajo alcanzaba un alto
prestigio y reconocimiento con el ente gubernamental y los medios
de comunicación, quienes estaban atentos a mis labores, puesto que
de mí dependían decenas de contratos publicitarios con campañas de
prevención a la enfermedad y promoción en salud.
Cuando imaginaba que mi vida retomaba un rumbo de aparente paz y
tranquilidad, el 23 de febrero de 2005, en momentos en que arribaba
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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

a las instalaciones de la Secretaría de Salud del Huila, dos jóvenes


encargados de custodiar los automotores en el exterior del edificio,
con una actitud consternada, me solicitaron una entrevista personal
en mi dependencia.
Inmediatamente autoricé el ingreso de ellos, puesto que la edificación
estaba bien custodiada por personal de vigilancia privada, a fin de
preveer cualquier incidente interno. El rostro de los jóvenes, mostraba
una fuerte sudoración, no solo por el caluroso clima que se registra
en esa ciudad, sino por la fuerte preocupación que demostraban por
lo ocurrido poco antes de mi arribo a ese lugar.
Viendo su estado de preocupación, de inmediato les solicité me expli-
caran lo que estaba ocurriendo; el joven de mayor edad, identificado
como Efraín Cortes Pojoy, comenzó a narrar lo ocurrido… “Doctora
Olga usted siempre ha sido una buena persona con nosotros y no es
justo lo que está pasando, pese a que nosotros nos estamos benefi-
ciando de eso”.
Cuando escuché esas palabras mi asombro fue mayor y les solicité
fueran claros y contundentes conmigo. El joven continuó su narra-
ción… “Sucede que hace dos meses, un hombre que se moviliza en una
moto grande de color blanco y negro y sin placas, nos está pagando
dinero para que nosotros le entreguemos informaciones sobre sus
movimientos”. Pregunté… ¿Ustedes por qué motivos no me habían
contado nada de eso puesto que es una situación muy delicada quien
es ese hombre y cuanto les ha pagado?
Los jóvenes se miraron entre sí y luego prosiguieron… “No tenemos
idea quién es ese hombre porque en un inicio aseguró que era un
cobrador de algo y muchas veces llega acompañado de otro señor y
nos pagaban dos mil o tres mil por las primeras informaciones suyas,
pero luego nos empezaron a pagar mucho más dinero porque necesi-
taban sus datos personales como sus teléfonos y direcciones” es decir
en un inicio pagaban uno o dos dólares por cada información, dinero
suficiente para un chico de la calle que sobrevive con el cuidado de
los autos.
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OLGA CECILIA VEGA C.

Continuó… “Nosotros nos preocupamos mucho porque la semana


pasada cuando usted llegó en compañía de otra señora el hombre
la estaba esperando y cuando pasó justo frente se hizo el que se lim-
piaba la cara y se cubrió el rostro para que usted no lo identificara,
luego se acercó para recoger información pero se le cayó al piso
un morral que estaba abierto y alcanzamos a ver una pistola y una
cámara y eso sí nos preocupa mucho y antes que usted llegara hoy
el hombre ya había venido preguntando por usted pero se volvió a
ir”.
Inmediatamente solicité a los jóvenes me acompañaran a denunciar
ante las autoridades y organizaciones de Derechos Humanos ésta si-
tuación, la cual era bien preocupante puesto que mi vida antes había
sido objeto de persecuciones y amenazas y ahora se estaba registrando
una situación similar.
Nuevamente mi integridad humana estaba corriendo peligro y lo
peor de todo, no tenia la menor idea de quién se trataba. Llamé a mi
esposo y le informé lo sucedido, avisé que me desplazaría hasta las
organizaciones de seguridad en compañía de los jóvenes, para hacer
la respectiva denuncia.
En los momentos en que me encontraba instaurando la denuncia ante
la Personería Municipal de Neiva, entidad encargada de recopilar esta
clase de situaciones, recordé otro hecho que se había registrado 20
días antes en el edificio Cádiz, sitio de mi residencia.
En esa oportunidad, ya bien entrada la noche, llegó a la portería del
edificio, un hombre de contextura gruesa y de estatura bastante alto,
vestido con chaqueta de cuero color negro y preguntando de manera
extraña al señor encargado de la vigilancia, si yo, me encontraba en
mi apartamento. Según versión del mismo vigilante, quien se encon-
traba muy extrañado por la actitud del hombre, informó que este, se
mostraba nervioso y ansioso porque aceleraba la moto constantemente
y la movilizaba de un sitio a otro como si estuviese loco. Pero la situa-
ción que alertó al celador, fue la vestimenta del hombre. Motivo por
el cual, no me avisó esa noche que alguien me solicitaba. Analizaba
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una situación poco normal, puesto que el hombre vestía una chaqueta
de cuero a una temperatura de 35 a 40 grados centígrados.
Esta clase de situaciones en Colombia se registran comúnmente con
personas que ejercen el sicariato. Gente pagada para asesinar quienes por
lo general esconden sus armas entre las chaquetas a fin de pasar desaper-
cibidos. Estos nuevos acontecimientos una vez más alertaba mi vida y la
de mi familia. Lo más sorprendente, fue poder establecer la identidad de
las personas que me seguían, lo cual se logró gracias a una acción de la
policía colombiana, que permitió la captura de dos hombres.
Estos hechos se registraron a mediados de marzo de 2005, momentos
que me encontraba trabajando en la Secretaría de Salud. Esa mañana,
uno de los vigilantes de carros, dio aviso al personal de seguridad
de la Secretaría que los hombres que siempre preguntaban por mí se
encontraban en una esquina del edificio.
El personal de vigilancia, inmediatamente llamó a la policía que se
desplazó rápidamente al lugar. Mientras se realizaba el operativo
policial, yo seguía laborando normalmente, puesto que no conocía lo
que estaba sucediendo, debido a que el mismo personal de vigilancia
consideraba prudente no preocuparme hasta tanto, se capturaran los
hombres. Luego, la celadora subió hasta mi oficina y en presencia del
periodista de RCN Televisión César Velandia, quien por cierto me
acompañaba, informó de la captura de los sujetos. Esa noticia me hizo
temblar de miedo, ahora podía conocer las personas que me venían
siguiendo desde meses atrás.
Acompañada de César, ingresamos en el despacho del Secretario de
Salud, Jorge Correa Perdomo, para ponerlo al tanto de lo que estaba
aconteciendo. Desde las ventanas de su oficina pudimos presenciar
con mayor claridad la captura de los individuos, los cuales fueron
trasladados a las instalaciones de la unidad Sijín de la Policía, con
sede en Neiva.
Me desplacé hasta ese lugar en compañía de César Velandia y de mi
hermano Carlos. Al arribar a las instalaciones de la Policía, lo primero

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que nos mostró el personal policial, fue el material decomisado a los


hombres; uno de ellos, portaba una pistola 9 milímetros, un morral con
un hueco a un costado en el que se hallaba una cámara de video, varias
cintas con filmaciones y teléfonos de comunicación celular. Luego,
me permitieron conocer a los sujetos sin que ellos se percataran de mi
presencia. Pero no pude aportar nada a los organismos investigativos
porque jamás los había visto.
Pero la mayor sorpresa de todo esto no fue solo la captura de los
sujetos, sino la reacción de los policías quienes luego de mostrar
el decomiso y los hombres, miraron las videocintas sin permitirme
verlas. Esa situación nos originó gran desconfianza lo cual me obligó
a comunicarle lo sucedido al Comandante Operativo de la Policía.
Cuando arribó el alto mando, dio la orden que le entregaran las cin-
tas de video para poderlas apreciar en su despacho en compañía de
nosotros. Actitud que le agradecí, puesto que siempre se mostraba
muy afable y solidario conmigo. Continuamente, exponía su deseo
en colaborar en todo lo que necesitara, posición de otros mandos
policiales en el Huila a quienes agradezco su total solidaridad y
respeto.
Al observar los videos, pudimos comprobar que todas las cintas con-
tenían imágenes mías, desde tres meses anteriores hasta ese día, desde
el preciso instante que salía de lugar de mi residencia hasta la hora
que regresaba. Pero la situación se complicó para los uniformados,
cuando preguntamos el por qué estos sujetos eran dejados en libertad
sin ninguna reseña judicial y con las pruebas suficientes halladas para
una demanda penal.
Situación que nos extrañó cuando el oficial expuso la verdadera identi-
dad de los hombres. Se trataba de personal de inteligencia del Ejército,
quienes estaban siguiendo cada uno de mis pasos. La liberación de los
hombres y la actitud de los policías, me obligó a llamar al comandante
de la IX Brigada del Ejército, General Miguel Hernández, quien luego
de una larga comunicación vía celular, que por cierto la tengo grabada,
quiso evadir su responsabilidad con una aparente excusa.
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Luego se disculpó por la supuesta torpeza de sus hombres, asegu-


rando que él no había autorizado esos seguimientos. Después aludió
que se trataba de unos simples estudiantes de inteligencia realizando
una práctica de seguimiento, los cuales habían llegado desde Bogotá.
Aseguraba que ese tipo de situaciones no se volverían a registrar; antes
todo lo contrario, que él directamente había ordenado a personal de su
unidad militar custodiar mi vida con dos francotiradores, quienes se
encontraban vigilantes a diario en el edificio contiguo a mi residencia.
Argumento que no le creí, puesto que el Ejército no está autorizado
para emprender acciones de control y vigilancia en la ciudad y menos,
autorizar unos supuestos francotiradores para que me custodiaran.
Pese a que solicitamos al Comandante Operativo de la Policía nos
hiciera entrega de un certificado escrito que resumiera la situación
registrada, se negó enfáticamente asegurando que no le era permitido.
Personalmente, debí haber denunciado este hecho públicamente y ante
las organizaciones de Derechos Humanos y de esta forma hubiese
podido lograr la certificación.
En la Secretaría de Salud de Huila, el Departamento Administrativo
de Seguridad DAS, con sede en Neiva, envió uno de sus detectives a
trabajar en el lugar, haciendo las veces de celador de la empresa de
vigilancia contratada. Este señor tenía la misión de informar cada uno
de mis movimientos. Cuando estaba próximo a terminar su misión,
se acercó a mi oficina y preguntó si yo tenia algún conocido para que
le consiguiera trabajo en el DAS, a la semana siguiente, lo encontré
trabando en su real oficio: Detective del DAS.
Con mayor precaución continué trabajando en la Secretaría de Salud
del Huila. Lugar donde recibí una amplia oferta de trabajo que me hizo
el propio director del IDESAC Instituto Departamental de Salud del
Caquetá, Gabriel Orlando Correa, por cierto, el mismo apellido de mi
jefe en la ciudad de Neiva. Jorge Arturo Correa. La tentadora oferta de
trabajo la rehusé en un inicio, pero luego acepté tras su insistencia y
garantías en esa ciudad para el ejercicio de mi profesión. Así comencé
labores en la otra dependencia gubernamental, también como Jefe de
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OLGA CECILIA VEGA C.

Prensa y Publicidad. En un inicio alternaba los dos trabajos, ejerciendo


mis funciones dos días a la semana en la ciudad de Neiva y tres días en
la ciudad de Florencia. Lugar en donde me hospedaba durante mis días
laborales en el prestigioso Hotel Plaza. Con el transcurrir de los días
mi trabajo en Florencia se intensificó a tal punto, que me vi obligada
a renunciar a la Secretaría de Salud del Huila.
Lastimosamente en la capital del Caquetá, se acentuó la perse-
cución en mi contra, no solo por parte de los organismos de in-
teligencia colombianos, sino de los grupos paramilitares quienes
me declararon nuevamente su objetivo militar. El computador que
utilicé en el hotel Plaza, los e-mail que escribí a mi familia, ami-
gos y a Raúl Reyes bajo el seudónimo de Juliana, eran chequeados
y analizados por los organismos de inteligencia. En algunos de
estos, de manera afectuosa y respetuosa solicitaba entrevistas. En
otros, solo saludaba. De esta forma, siempre tuve comunicación
con Raúl Reyes y mantuve viva la fuente de información perio-
dística.

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CUARTA PARTE
EN BUSCA DE UNA MEDIACIÓN

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CAPÍTULO XI
CONTACTO CIA Y FBI

Había transcurrido apenas dos semanas, de haber publicado en


el diario Nuevo Herald de Miami, la entrevista que Raúl Reyes,
comandante de las Farc me otorgó de manera exclusiva coinci-
diendo con la fecha de su cumpleaños Nº 55.
Como todas las mañanas, me encontraba trabajando en mi oficina
del Instituto Departamental de Salud del Caquetá. El calor y la
humedad del aire, anunciaban un sofocante y atafagado día. Tam-
bién el continúo desfile de médicos y profesionales en diferentes
áreas de la salud, quienes ingresaban a mi dependencia a fin de
establecer las nuevas campañas de salud, que se ejecutarían en los
16 municipios de la región.
Como de costumbre, los teléfonos no paraban de sonar e iniciaba
una jornada de atención a periodistas, labor que hacía parte de mi
agenda de trabajo. Razón por la cual, decenas de colegas me visi-
taban para realizar reportajes sobre los programas de promoción en
salud y contratos publicitarios sobre las diferentes campañas.
Mi escritorio, se encontraba saturado de documentos tras la nueva
estrategia publicitaria que estaba diseñando y la enorme demanda
de ofertas promocionales que brindaban los diferentes medios de
comunicación, a fin de ser contratados. Recibí una llamada, se
trataba de Baruch quien se encontraba en New York. Sorprendida
y muy feliz, interrumpí el trabajo para atender a mi hermano con
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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

quien había hablado días antes de la publicación en el Nuevo He-


rald. En esa oportunidad le había solicitado su colaboración para
contactar un medio de comunicación Internacional, a fin de vender
el material periodístico con la entrevista de Raúl Reyes.
De igual forma, le había expresado la inquietud que Raúl Reyes
tenía con respecto a la extradición de Simón Trinidad. Todo indicaba
que su abogado defensor en Colombia no había logrado entrevis-
tarlo en los Estados Unidos debido a las políticas y normas legales
de ese Gobierno; por tanto, nadie conocía el real estado en que se
encontraba el comandante guerrillero luego de su extradición y si
yo lograba conseguir algún dato sería una exclusiva periodística.
Durante la entrevista que le había realizado a Reyes, se mostraba in-
quieto preguntando acerca de Baruch y dejaba entrever, cierta preocu-
pación por Trinidad. Luego, preguntó si había forma de establecer un
contacto con mi hermano, aprovechando sus contactos con el gobierno
estadounidense, interrogante que transmití en su momento a Baruch.
Baruch saludó cariñosamente, como de costumbre, informó que
unos amigos de él estaban muy interesados en el reportaje que yo
le había realizado al comandante guerrillero. “Hermana son unos
amigos de mucha confianza que desean hablar contigo. No te pre-
ocupes son personas inmensamente serias y muy importantes”…
Imaginé que se trataba de los directivos de alguna empresa de co-
municación internacional, interesados en comprar el video con la
entrevista de Reyes; esta sería una gran oportunidad para recuperar
la inversión de mi viaje, si lograba vender el material periodístico
a diferentes medios de comunicación.
Le pregunté en dónde se encontraban sus amigos, aclarando que
yo estaba en la ciudad de Florencia. Respondió… “Olguita ellos
están acá en los Estados Unidos pero viajan mañana mismo para
Colombia a reunirse contigo” ¿Te queda fácil viajar a Bogotá
para que te encuentres con ellos? De inmediato expuse... “Si están
tan interesados en mi entrevista que sean ellos los que vengan a
buscarme o de lo contrario me ubiquen tiquetes aéreos en el aero-
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OLGA CECILIA VEGA C.

puerto y con mucho gusto viajo”. Baruch solicitó estuviera atenta


a un nuevo llamado, porque primero coordinaría con sus amigos y
luego me confirmaba el sitio y hora de la reunión.
No pasaron más de 30 minutos cuando se comunicó nuevamente
para confirmar que sus amigos, me enviarían los tiquetes aéreos y
de paso avisó que uno de ellos llamaría a mi celular para concretar el
encuentro. Dijo que se volvería a comunicar. Esa mañana, recibí la
llamada de un hombre quien se identificó como José, su español era
perfecto y su tono de voz, amable y respetuoso. Luego de saludar e
identificarse, preguntó si tenía un correo electrónico, porque que a
través de este concretábamos los detalles del viaje. Mi trabajo pasó
a un segundo plano, pues estaba atendiendo las continuas comuni-
caciones que recibía tanto de mi hermano, como de su desconocido
amigo. José, envíó el siguiente mail, a mi correo electrónico::
De: José González
Es posible que no conozcas a este remitente.Marcar como seguro|Marcar
como no seguro
Enviado: martes, 08 de noviembre de 2005 11:38:32 a.m.
Para:
Senora,
Un saludo cordial.
Le comento que el boleto para mañana ya esta comprado. El vuelo de
Aires sale a las 10:50 Florencia a Bogota. Ud lo puede reclamar en el
aeropuerto. Necesito que me mande su numero de cedula para que lo
pueda reclamar.
Le confirmo mañana antes de que salga de Florencia, el hotel donde
nos vamos a reunir.
No se preocupe que yo le cubro todos sus gastos.
Mi número celular es
Espero su respuesta de la cédula para cerrar este tramite.
Gracias,

José Gonzalez
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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

Por razones obvias y respeto a la confidencialidad del oficial nor-


teamericano, el número de su celular y correo electrónico son eli-
minados del mail, sin presentar en su original ningún otro cambio.
Ese mismo día, recibí otro correo electrónico.
Al día siguiente, viajé a la ciudad de Bogotá, al arribar al aeropuerto
El Dorado, por la salida del muelle nacional, me aguardaban dos
hombres: uno joven vestido con traje azul oscuro, camisa blanca y
corbata roja. Las mismas características que había avisado a través
del correo electrónico. Otro señor de edad más adulta y vestido
casualmente. Saludaron amablemente y de inmediato procedieron
a ayudar con mi pequeño maletín viajero color azul…“Por favor
Olga tenemos que caminar un poco porque el auto tiene placas
diplomáticas y no es permitido estacionar en esta zona del aero-
puerto” Aseveró el hombre de más edad, quien hablaba un español
algo enredado.
Cuando escuché que el auto portaba placas diplomáticas, me ex-
trañé muchísimo porque tenía entendido que estos señores, habían
viajado desde Estados Unidos y no, encontraba lógica alguna, si
se trataba de periodistas, porque motivos se desplazaban en autos
con ese tipo de identificación, aun así, no refuté nada.
Abordamos una confortable camioneta y nos desplazamos por la
avenida El Dorado, vía de gran importancia en la ciudad de Bogotá.
Durante el trayecto, José se comunicó telefónicamente con alguien,
luego habló en inglés con su compañero quien por cierto conducía
la camioneta y después me informó que alguien más, aguardaba
para reunirse conmigo.
De parte y parte, se realizaron preguntas protocolarias de cómo
había estado el vuelo y cosas por el estilo. El auto se detuvo frente
a un lujoso hotel Internacional, ubicado en un sector conocido como
Ciudad Salitre, muy cerca a la Embajada de Estados Unidos. Una
vez ingresamos al edificio, subimos a un elevador panorámico que
se detuvo en un amplio salón, tipo oficina. Allí, se hallaban algunas
mujeres vestidas de traje azul y dos hombres, quienes abrieron una
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amplia puerta de madera que conducía a una pequeña Suite. En su


interior se encontraba un hombre joven, vestido informalmente y
de grandes ojos azules.
Saludaron amables y me invitaron a ponerme cómoda en una con-
fortable poltrona elaborada en cuero color café. La pequeña sala
equipada con todas las comodidades y bien decorada, digno de
un hotel cinco estrellas, se encontraba bien vigilada con cámaras
escondidas que en su momento no logré divisar.
Sobre una mesa de centro, se encontraba impreso el reporte perio-
dístico que había realizado a Raúl Reyes y publicado en el Nuevo
Herald de Miami. José comento que consideraba oportuno me
enterara quienes realmente eran ellos. De uno de sus bolsillos inter-
nos de su saco azul, sacó una especie de billetera en cuero, donde
portaba su placa de identificación como miembro del FBI (Oficina
Federal de Investigaciones). De igual forma, su compañero quien
se había presentado como Steven, se identificó con su verdadero
nombre Oscar Montoto y miembro de la misma agencia.
José González simplemente era un seudónimo que había utilizado
para nuestro primer contacto telefónico y electrónico, puesto que
en su verdadera identidad era otra Joseph Deters. El hombre de ojos
azules, se identificó como James y miembro de La Agencia Central
de Inteligencia CIA (Central Intelligence Agency).
Al observar sus identificaciones, lo primero que expresé con una
sonrisa…”Me siento como en una película”… Siempre había es-
cuchado hablar de estas reconocidas agencias de inteligencia en las
noticias y en las películas, pero ahora, su personal, se encontraba
frente a mí, en carne y hueso. En ese instante, no sentí temor, antes
todo lo contrario estaba frente otro desafío en mi rol de periodista
iniciando otro hecho de adrenalina pura, similar cuando estoy de-
safiando algún peligro.
James, el hombre de la CIA con sus grandes ojos azules y mirada
penetrante, sin parpadear preguntaba sobre mi trabajo y del tiempo

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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

que conocía a las Farc. Actitud que me originó gran desconfianza,


puesto que me parecía todo un interrogatorio investigativo. Luego,
Joseph aludió que había estado indagando sobre mi trabajo perio-
dístico y mi vida personal, lo cual le indicaba mi imparcialidad y
profesionalismo en mis escritos; comentario que concluí como un
simple formalismo. Aún así, agradecí.
La reunión formal que luego pasó a un extenso interrogatorio
durante todo un día, vislumbraba el gran interés de estos oficiales
por la libertad de los tres norteamericanos secuestrados y la gue-
rrilla de las Farc. Tanto así, que olvidaron toda regla de cortesía
para conmigo, en no brindar ni un café, porque aludían que de esta
forma, evitaban la curiosidad de la gente que se encontraba en el
salón contiguo.
Mientras fumaba y tomaba agua, los señores informaron, que debido
a los escasos resultados que entregaban las fuerzas militares colom-
bianas y los fracasados intentos en un acercamiento con la guerrilla,
el Gobierno de Estados Unidos se encontraba muy interesado en
mi participación como mediadora en liberación de secuestrados;
labor que se realizaría conjuntamente con mi hermano Baruch,
supuestamente “secreta” y directa con las Farc.
Según los agentes norteamericanos, Washington obligaba a construir
otro tipo de estrategias que conllevara a un solo objetivo: negociar
la libertad de los agentes de la CIA Keith Stansell, Marc Gonçalves
y Thomas Howes, secuestrados el 13 de Febrero de 2003 en las
selvas del Sur de Colombia, en momentos que realizaban labores
de inteligencia y también, trabajan para la empresa Microwave
Systemns, adscrita a la empresa Northrop Grumman que suministra
sistemas de vigilancia al Ejército de Estados Unidos.
Desde ese preciso instante, fui clara y contundente con mi posición
de periodista imparcial; aludía, que de participar en esa mediación,
lo haría en calidad de reportera y más aún, como una ayuda huma-
nitaria, por tanto, todo material que lograra conseguir sería dado a
conocer públicamente y de forma periodística. Consideraba que de
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intervenir como negociadora en el tema de secuestrados, me podía


originar problemas judiciales e incluso, hasta ser asesinada debido
al conflicto que se registra en Colombia.
Esta situación, la había presenciado en personas que intentaron me-
diar, las cuales fueron encarceladas e incluso ajusticiadas como el
caso del periodista y humorista colombiano Jaime Garzón. Aun así,
no podía ignorar la situación de cautiverio que estaban atravesando
no solo los tres norteamericanos, sino cientos de colombianos. Por
lo tanto, toda información que lograra conseguir con respecto al
estado en que se encontraban los rehenes, sería divulgada pública-
mente a través de los medios de comunicación.
En mi mente, estaba la agonía causada por la irracionalidad del
secuestro y el dolor de cada familiar de los plagiados del Huila,
como fue el caso de Lucy de Gechem y Deyanira de Beltrán. Señoras
que sufrieron infinitamente con el secuestro de sus esposos Jorge
Eduardo Gechem y Orlando Beltrán. Este gesto de melancolía y
preocupación de los familiares de los secuestrados, me conmovía
porque parecía estar presenciando el dolor de mi propia familia
cuando yo estuve cautiva.
Los oficiales norteamericanos, consideraban mi participación como
la única opción de acercamiento directo con las Farc debido a mi
fácil acceso a los campamentos guerrilleros para las entrevistas
periodísticas exclusivas. Aseguraban que de aceptar intervenir, el
Gobierno de Busch estaba dispuesto a compensar altamente mis es-
fuerzos e incluso, hasta con la ciudadanía estadounidense sin correr
riesgo alguno, porque ellos, quedaban muy atentos a mis pasos.
Intentaban motivarme, asegurando que de esta manera, me con-
vertiría en toda una “periodista heroica” quien ayudo no solo a mi
país, sino en la liberación de extranjeros secuestrados. Aunque estas
palabras y ofertas resultaban halagüeñas para cualquier persona,
no eran convincentes a mi modo de pensar; conocía perfectamente
que se trataba de una intervención de alto riesgo y mas aun, por-
que mi vida había sido objeto de múltiples amenazas y no deseaba
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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

convertirme nuevamente en escudo humano. Personalmente, tenia


conocimiento que muchas personas aprovechaban este flagelo para
su lucro personal, sin respetar el dolor de la gente y no deseaba ser
parte de ese grupo, precisaba abrir puertas y romper las cadenas de
aquellos que estaban olvidados en la selva, sin llenar mis bolsillos
de dólares.
Cada paso que iba a iniciar, lo haría conciente de poder ayudar como
el más noble gesto humanitario, rechazando toda oferta económica
del Gobierno de los Estados Unidos y obrando de manera limpia
con el aval de los propios mandos de las Farc quienes posiblemente
aprobarían nuestra participación para un contacto directo.
Desde los Estados Unidos Baruch continuaba atento al desarrollo
de esta reunión de la cual no participó por razones de seguridad;
las múltiples amenazas que había recibido contra su vida, le impo-
sibilitaban viajar a Colombia. Aún así, mostraba su total vocación
en colaborar a los niveles más altos.
Conjeturaba que nuestra intervención humanitaria como mediado-
res, sería de gran aporte al país si lográbamos la liberación de los
plagiados, motivo por el cual, no estábamos cobrando ni un céntimo
de dólar, pese a los millonarios recursos que ofrecía el gobierno
norteamericano. Personalmente, consideraba que aquel que desea
colaborar con la humanidad, no precisa divulgarlo a viva voz, solo
actuar y ver resultados.
También analizaba, que las ofertas de grandes sumas económicas
generalmente no conllevan a nada bueno, antes todo lo contrario, se
puede convertir en una trampa para uno mismo. Ofrecimiento que me
creaba desconfianza porque no estoy acostumbrada al dinero. En mi
caso, el tiempo me daría la razón y luego lo plasmaría en la narrativa
de un libro, sin imaginar que mi vida haría parte de aquel viejo adagio
popular… “El que se mete a redentor sale crucificado”.
El oficial James perteneciente a la Agencia Central de Inteligencia
CIA (Central Intelligence Agency) Agencia encargada de la reco-

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pilación de datos mediante el espionaje en el exterior tenía la gran


responsabilidad de dirigir, coordinar y orientar en Colombia, todas
las acciones militares contra las Farc a fin de lograr el rescate de
los rehenes. De igual forma, Joseph Deters Oficial del FBI Oficina
Federal de Investigación (Federal Bureau of Investigation) brazo
principal de investigación del Departamento de Justicia de los
Estados Unidos responsable de investigar crímenes federales y es-
pecíficos, contaba al igual que James, de un amplio entrenamiento
y especialización en contraguerrillas y contra el terrorismo.
Joseph hacía parte del escuadrón extraterritorial de la División de
Miami de la FBI en las operaciones contra la guerrilla de las Farc
y trabajaba bajo la supervisión estricta del agente especial Alex
o Alejandro Barbeito y con los oficiales especializados contra el
terrorismo Robert Webb, Oscar Montoto quien en un inicio se
identificó como Steven, Chris Carboneau, Manny Ortega y Ken
Jett.
Tanto los oficiales del FBI como el oficial de la CIA orientaban y
coordinaban, gran parte de las acciones que el ejército y la policía
colombiana realizaban contra las Farc a fin de lograr la liberación de
rehenes y de paso, desarticular la guerrilla hasta llegar a la cabeza
de sus mandos principales.
Situación que inicialmente no conocía, puesto que creí que mis
servicios de mediadora humanitaria, solo conllevarían a una
negociación hablada y no militar como ellos pensaban realizar,
utilizando mi vida como escudo humano para penetrar a los
campamentos de Raúl Reyes y de los mandos subversivos.
Con antelación a nuestro encuentro, los oficiales norteamericanos,
habían realizado un amplio estudio de inteligencia sobre mi vida,
logrando establecer la seriedad en mis funciones y el acceso como
periodista a los campamentos de la guerrilla. Estos dos aspectos, les
incitó a contactarme a través de Baruch y realizar la propuesta de
mediadora en un proceso que permitiera una comunicación directa
entre las Farc y el Gobierno de los Estados Unidos.
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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

Luego de la reunión con los federales, inmediatamente busqué con-


tacto con Raúl Reyes para establecer otro encuentro personal que
me concedió de manera inmediata. En esta fugaz reunión entregué
un mensaje hablado de Baruch, el cual grabé a través de la línea
telefónica, en donde expresaba su total voluntad de colaborar como
mediador para una negociación que permitiera la liberación de los
rehenes y de paso, establecer algún beneficio para Simón Trinidad.
Acción autorizada por Washington.
Durante el encuentro con el líder insurgente le comenté sobre la
reunión que había sostenido en Bogotá con los oficiales estadouni-
denses y los detalles de la misma, aclarando que Baruch no había
podido estar presente por motivos de seguridad. Luego de escuchar
con atención, Raúl Reyes me solicitó de manera especial, estar
atenta para reunirnos nuevamente; precisaba informar a su camarada
Manuel Marulanda los detalles de mi encuentro con los federales
y de paso, dar a conocer el mensaje de mi hermano.
Más tardé en llegar que en regresar nuevamente hasta determinado
punto para otro encuentro con Reyes. Todo avanzaba demasiado
rápido y positivamente. En esa oportunidad me solicitó el favor de
transmitir a Baruch un videomensaje que debía retransmitirse al
Gobierno de los Estados Unidos, aclarando una y otra vez que no
estaba interesado en negociar con ese Gobierno, pero si había una
gran posibilidad y aval de un acercamiento a través nuestro.
Entre los puntos a destacar, la guerrilla precisaba establecer las
condiciones en que se encontraban los guerrilleros Simón Trinidad
y Sonia Rojas. Poniendo en claro que las Farc en ese momento, no
quería negociar con Estados Unidos, pero sí empezar un acerca-
miento de comunicación que posibilitara conocer las reales condi-
ciones de los extraditados, a cambio de la pruebas de vida de los
rehenes y mas adelante, de acuerdo como avanzara el proceso de
mediación, se analizaban otras opciones en favor de las partes.
Teniendo en cuenta que mi correo electrónico se encontraba inter-
venido por las organizaciones de inteligencia colombiana y lo más
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seguro, después del encuentro con los federales, estaría monito-


reada las 24 horas del día, acordamos dos nuevos correos. En uno
de estos, se escribía el mensaje y en vez de enviarlo, se archivaba
en borradores, luego se escribía otro borrador hasta que hubiera
una nueva respuesta y los enviaba a través de alguien de mucha
confianza suyo y yo debía abrirlo en un sitio diferente al que abría
mis correos personales. De esta forma, se evitaba los rastreos a la
huella del computador (IP).
Sin ánimo de ocultar mi comunicación con Raúl Reyes ante los
organismos de seguridad de Colombia, pero si evitar poner en alto
riesgo mi vida y la suya, que obstaculizara este proceso de media-
ción puesto que mis correos estaban intervenidos, en el nuevo correo
se escribía lo importante y en la dirección electrónica rastreada, se
escribía uno similar con algunas cosas que despistara a los grupos
de inteligencia; puesto que toda la información que de allí salía, lo
más seguro se la reportaban a los mismos oficiales norteamericanos.
En todos los correos nos referíamos a Baruch con el nombre de
Lorena, a Simón Trinidad, como Cecilia, Reyes cuando no utilizaba
su alias de guerrillero, se identificaba como Germán o Darío. Yo,
me seguía identificando como Juliana.
En mi segunda reunión con el comandante guerrillero durante el
proceso de mediación, aproveché para entregarle una revista que
debían portar los tres agentes estadounidenses en la prueba de vida.
De esta manera, se confirmaba que la prueba de supervivencia era
reciente. Esa revista me la entregó James, oficial de la CIA y es la
que sostiene Raúl Reyes en sus manos.
Aseguraba que una vez tuviera comunicación con Marulanda y si
las condiciones de orden público lo permitían, antes de 20 días me
entregaría las pruebas de supervivencia de los plagiados, pero no
garantizaba que ellos portaran la revista en sus manos, puesto que
las condiciones de orden publico que se registraban en la zona donde
se encontraban los plagiados, era impedimento para que alguien
llegara hasta ese punto con la revista.
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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

Para mayor claridad y de confirmación en sus palabras, Raúl Reyes,


envió un videomensaje. De esta forma, tanto mi hermano, como el
Gobierno de Estados Unidos conocerían las verdaderas intensiones
de las Farc y su voluntad de entregar una prueba de vida de los
secuestrados pese a su negativa de negociar en ese momento con
el Gobierno norteamericano.
Nuevamente viajé a la ciudad de Florencia y me comuniqué con
Baruch y sus amigos, quienes de inmediato viajaron desde los
Estados Unidos a Colombia a fin de sostener otro encuentro en la
ciudad de Bogotá. En la reunión con los oficiales Joseph y James,
mostré el video que envió Reyes e informé que a más tardar en 20
días recibiríamos las pruebas de vida.
Apartes del mensaje de Raúl Reyes: Bueno…Oyendo la grabación que
él me hace llegar por tu conducto, en primer lugar le agradezco y quiero
decir en el nombre del Secretariado de las Farc que encuentro en sus
palabras, un interés en contribuir a solucionar un problema serio que
afecta muchas familias colombianas y también estadounidenses…
…Que nosotros tenemos el interés en el intercambio humanitario,
sobre eso hemos reiterado en varios comunicados públicos, los
términos de ese acuerdo, para lo cual hemos pedido la desmili-
tarización de los municipios de Pradera y Florida en el Valle del
Cauca, infortunadamente el gobierno nunca ha tenido interés y
nosotros sabemos por distintas vías que Uribe no se preocupa y no
tiene ninguna intención de ese acuerdo; por eso nosotros también
buscamos distintas alternativas.
Luego de la extradición de nuestros camaradas Simón y Sonia a
los Estados Unidos, pues hemos visto que con esto, Uribe quiso
enredar mucho mas el intercambio humanitario…Por eso su ayuda,
en los términos que usted ha planteado y los luego las conver-
saciones que su hermana amablemente aceptó, con homólogos
suyos, encontramos que es posible avanzar en cosas en función de
conseguir un acercamiento, en función de conseguir en como es la
recomendación de forma discreta, un acuerdo.
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…Ese acuerdo nos interesa. Vamos a empezar a trabajar por la


primera parte, que plantean ustedes, cual es la búsqueda de las
muestras de los tres Estadounidenses; algo que no es del todo fá-
cil, por que hay en las áreas, un gran operativo militar, combates
con las fuerzas nuestras y esto no facilita llegar con rapidez al
sitio donde están, y mover a quienes deben ir por las pruebas de
supervivencia. Bueno vamos a buscar formas.
Tengo otra dificultad, ya le explicaba en detalle a su hermana, y
es que tengo comunicación con el Comandante en Jefe solo en
ocho días; y a los ocho días, el me volvería a responder. Entonces
fíjese, que ahí, hay dos semanas en las que no hay una definición;
sin embargo si podemos ir trabajando, en función de esa propues-
ta que me parece lógica, elemental, humana y no vemos ningún
inconveniente.
…Ella me entregó la revista, pero pienso que… La idea de la prueba
de supervivencia, con foto o con un video, donde ellos expongan esta
revista, me parece buena. Sin embargo no puedo comprometerme
a que sea tal cual, por las distancias y las dificultades que tendría
yo, en enviar la revista hasta donde están los responsable de cui-
darlos a ellos y luego que eso cumpla su cometido. Sin embargo si
se decide de una acción yo no dudo de impulsarla con muchísimo
gusto. Pero se puede trabajar lo demás”.
Aparentemente la mediación avanzaba de manera positiva. Mien-
tras mi trabajo en el IDESAC Instituto Departamental de Salud
del Caquetá pasaba a un segundo plano por mis continuos viajes,
mi vida personal se convertía en escudo humano sin imaginarlo.
Mis teléfonos y correos electrónicos habían sido intervenidos por
los organismos de inteligencia colombianos, quienes no dejaron
de perseguir mis pasos y ahora, recibían orientaciones directas
de los agentes de la CIA y FBI encargados de la liberación de los
estadounidenses secuestrados.
El hecho de haber asistido inocentemente a mi primer encuentro
con los amigos de Baruch, tras el deseo de negociar mi material
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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

periodístico e imaginando que eran periodistas internacionales,


se convirtió en una soga humana enredada a mi cuello. Cada uno
de mis pasos, estaban siendo filmado y analizado en Washington
D. C. Además de las informaciones que entregaban los agentes
de la unidad Dipol de la Policía Nacional al oficial de la CIA en
Colombia.
La huella de mi computador (IP) y la de mi hijo que a veces utiliza-
ba, estaban siendo rastreadas por los organismos de inteligencia al
igual que los números privados de mis hijos. De esta forma, nuestra
privacidad pasó a ser pública ante la inteligencia internacional.
Los oficiales norteamericanos consideraron de vital importancia
que personalmente viajara a los Estados Unidos para establecer el
estado en que se encontraba Simón Trinidad.
Así la guerrilla obtendría información verdadera sobre los extra-
ditados a cambio de las pruebas de vida de los tres agentes norte-
americanos en cautiverio. Pero Reyes, conociendo que mi correo
estaba siendo monitoreado como el suyo, enviaba correos dando a
entender a la inteligencia colombiana que el tema estaba cerrado
y de esta forma, intentábamos evadir cualquier obstáculo en la
negociación.
Una vez Reyes conoció nuestro rápido y positivo avance, se mostró
muy complacido y optimista. Consideraba importante apurar las
pruebas de vida, pero dejaba entrever cierta falta de solidaridad con
Simón puesto que enfatizó una y otra vez, que la guerrilla no tenía
dinero para mi desplazamiento al norte, pese a que conocía perfec-
tamente que mi encuentro con Trinidad sería un total hecho.
Personalmente había aclarado a Raúl Reyes, que de viajar a los
Estados Unidos, lo haría con mis propios recursos o con el apoyo
económico de Baruch. De esta forma, no adquiría compromisos
con absolutamente nadie y menos con las Farc. Pero después del
encuentro con el mando guerrillero comprobé que los recursos para
mi viaje a Washington no estaban muy claros y decidí escribirle un
mail avisando que posiblemente tenia que conseguir los tiquetes
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financiados y esto originaba y gran gasto para mi economía.


Finalmente, Baruch a través de los federales consiguió que el viaje
lo financiara Washington. El itinerario a los Estados Unidos fue
confirmado a través de un correo electrónico que me envío Joseph
Deters el oficial del FBI.
Re: TE CUENTO‫‏‬
De:José gonzalez
Es posible que no conozcas a este remitente.Marcar como seguro|Marcar
como no seguro
Enviado:sábado, 03 de diciembre de 2005 08:12:34 p.m.

Para:
Olga,
Te respondo a tus preguntas abajo. No había vuelos el domingo así que
será uno que sale a las 11:50 el lunes de Florencia a Bogota. El resto
del itinerario es así:
Your Itinerary
Passenger Name(s)
OLGACECILIA VEGA
Flight 1
AMERICAN AIRLINES #916
Depart : Bogota (BOG) at 03:02 PM - 12/07/2005
Arrive : Miami (MIA) at 06:40 PM - 12/07/2005
Class : Business Seat(s): 6H Meal(s): Dinner
Flight 2
AMERICAN AIRLINES #1290
Depart : Miami (MIA) at 08:05 PM - 12/07/2005
Arrive : Washington (DCA) at 10:28 PM - 12/07/2005
Class : First Seat(s): 5E Meal(s): None
Flight 3
AMERICAN AIRLINES #1965
Depart : Washington (DCA) at 10:17 AM - 12/10/2005
Arrive : Miami (MIA) at 12:47 PM - 12/10/2005
Class : First Seat(s): 6B Meal(s): Lunch
Flight 4
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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

AMERICAN AIRLINES #913


Depart : Miami (MIA) at 10:25 AM - 12/12/2005
Arrive : Bogota (BOG) at 01:50 PM - 12/12/2005
Class : Business Seat(s): 6G Meal(s): Lunch
Fare Summary
Your total fare (including tax) for 1 passenger(s) is $ 2447.19 USD .
Dígale a Baruch que venga a Washington la tarde del día 9. El vuelo de
Ud sale de Washington el sábado y llega a Miami a las 12:47. Así que
tendrá todo el sábado y el domingo para coordinar una visita con sus
familiares en La Florida.

Washington directamente ordenó a la embajada en Bogotá, la visa


para mi desplazamiento. El 7 de diciembre de 2005, viajé a los Es-
tados Unidos acompañada de James, el oficial de la CIA encargado
de dirigir todas las acciones concernientes contra las Farc.
Al arribar al aeropuerto El Dorado en Bogotá, recibí un trato peor
que una delincuente. Mientras el oficial de la CIA me dejaba sola,
aludiendo en realizar algunas compras en el terminal aéreo, ordenó
a los detectives del Departamento Administrativo de Seguridad
DAS que hacen presencia en el lugar, me practicaran una completa
requisa hasta el punto de hacerme desnudar.
Esta situación humillante la cual no entendí en su momento, se
repitió antes de abordar, en la puerta del avión y ante la presencia
del oficial extranjero quien no pronunciaba ni una sílaba y solo se
limitaba a observar como si no supiera nada.
Durante años, el FBI, la Policía Nacional y el DAS se reunieron con
miembros de la inteligencia del Ejército colombiano para realizar
un trabajo unificado que permitiera establecer el paradero de los
cabecillas de las Farc. Después de registrado el secuestro de los
tres agentes norteamericanos, la CIA entró a operar en Colombia
con mayor rigor contra la guerrilla hasta el punto de dirigir todas
las operaciones militares.
Más de 5.000 grabaciones de comunicaciones internas de la guerrilla
habían sido intervenidas, la captura de mensajeros y la colaboración
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de desertores abrían un nuevo campo de acción a los organismos


de inteligencia colombiana y extranjera quienes comenzaron a
establecer pistas exactas de la ubicación de los secuestrados.

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CAPÍTULO XII
SIMÓN TRINIDAD

D urante el trayecto a los Estados Unidos, de manera sor-


prendente, pude conocer por boca de James oficial de la CIA al-
gunos operativos que él mismo dirigió y coordinó en Colombia
contra las Farc y con la colaboración y participación, no solo de
las autoridades colombianas, sino ecuatorianas.
Al inicio James se mostraba inhibido en su diálogo, puesto que dos
días antes del viaje, habíamos tenido un fuerte altercado telefónico,
originado por el valor del PIN para el visado en mi pasaporte. El
oficial de la CIA se había comprometido en pagar cien mil pesos, es
decir 50 dólares de su costo, puesto que ese pago se tenía que hacer
con anticipación en un banco en Bogotá y yo, me encontraba en la
ciudad de Florencia y allí, la entidad crediticia no tenia sucursal y
personalmente no podía hacerlo.
Todo indicaba que James se había olvidado y cuando ingresé en la
embajada norteamericana, en donde me esperaban otros agentes
del FBI, se comunicaron con James para informarle que mi pasa-
porte no podía ser visado puesto que no se había pagado el PIN.
Una vez, el oficial de alta jerarquía conoció esta situación, solicitó
me pasaran al teléfono y con fuertes gritos me trató de mentirosa.
Esa actitud desconcertante y grotesca para conmigo, me llevó a
renunciar en ese mismo instante a mi labor de mediadora y furiosa
salí de la Embajada.
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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

En los momentos que abordaba un vehículo, me llamó Oscar


Montoto “Steven” otro oficial del FBI solicitando me tranquilizara.
Cinco minutos más tarde, recibí otra llamada de Joseph quien se
encontraba en Miami. El oficial ofreció una disculpa por la actitud
de James y solicitó que no abortara el proyecto y aceptara una
reunión con James, puesto que él había cometido un gravísimo
error conmigo.
Luego el mismo James oficial de la CIA llamó a mi celular of-
reciendo una disculpa por su actitud grotesca y de paso, solicitó
reunirnos en un hotel cercano a la Embajada de los Estados Unidos,
ubicado en el sector de Ciudad Salitre, puesto que deseaba hablar
personalmente conmigo. Durante la reunión, lo primero que hizo
fue ofrecer otra disculpa aludiendo que estaba bajo mucha presión
por Washington y esto, lo conllevaba a cometer errores como su
fuerte irritación. Me hizo entrega de quinientos mil pesos es decir
250 dólares, para pagar el valor del PIN y de paso, me comprara
una chaqueta abrigada puesto que en Washington estaba nevando
y hacía demasiado frío. Toda mi ropa era ligera y para clima de
temperatura muy elevada.
Plácidamente y acomodado en el gran sillón color azul, ubicado en
primera clase del avión correspondiente a la línea aérea American
Airlines, James intentaba leer una revista, pero me miraba una y
otra vez como queriendo entablar una conversación, la cual se dio
cuando empezamos a compartir unos vinos.
Pese a su condición de oficial de alta jerarquía y su total discre-
cionalidad en sus operaciones, durante el viaje me comentó que
él mismo comandó y dirigió el operativo militar que permitió la
captura de Simón Trinidad en Ecuador. Acción que le permitió un
amplio reconocimiento por Washington y la orden de continuar
dirigiendo las operaciones militares contra las Farc en Colombia
hasta llegar a sus cabecillas.
Fue así que pude establecer que las Fuerzas Militares y Policiales
de Colombia sí trabajan bajo la coordinación directa del Gobierno
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norteamericano en operaciones contra la guerrilla. Según James,


el dispositivo estaba dirigido contra Raúl Reyes quien asistiría a
una reunión prevista en Quito, Ecuador, pero, por alguna razón,
fue aplazada y toda la movilización militar desde Colombia resultó
inútil.
Mientras tomaba una copa de vino blanco, James continuaba nar-
rando la operación militar…“Nuestro informante avisó que Reyes
estaba atento a una nueva reunión pero teníamos que aguardar que
nos confirmaran su presencia y una vez teníamos ya la fecha y hora
establecida el viejo muy zorro y astuto no asistió”…Masticando un
poco de maní y de nuevo tomando otra copa de vino, explicó que
la captura de Simón Trinidad fue una simple coincidencia, puesto
que Raúl Reyes presintió que algo no estaba bien y prefirió enviar
a Simón Trinidad en su reemplazo.
Todo indicaba que esta reunión sería aplazada nuevamente y antes
que perdieran el rastro de Trinidad, prefirieron echarle mano y no
dejar el operativo blanqueado de positivos. Simón Trinidad fue
detenido junto a su pareja Lucero en enero de 2004, instantes en
que pretendía contactar en Quito, Ecuador, al enviado especial de
la ONU James Lemoyne, a quien le entregaría una propuesta de
intercambio humanitario firmada por Raúl Reyes.
Para los norteamericanos la captura de Lucero no representaba
ningún avance operacional, motivo por el cual fue dejada en libertad.
Luego, Lucero regresó al sitio donde estaban hospedados, recuperó
sus pertenencias y partió rumbo a los campamentos guerrilleros de
Raúl Reyes mientras su hijita, la entregaba a una persona para que
la pusiera a salvo.
El 7 de Diciembre de 2005, arribamos a la ciudad de Miami donde
nos esperaban los agentes especiales del escuadrón extraterritorial
de la División Miami del FBI Joseph Deters y el jefe supervisor
Alex o Alejandro Barbeito, también encargado de coordinar en
Colombia, las acciones pertinentes para el rescate de los norteam-
ericanos secuestrados por las Farc.
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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

Contrario al trato que había recibido en el aeropuerto El Dorado en


Bogotá y aunque resultaba paradójico, en el terminal aéreo de Miami
fui bien recibida y tratada mejor que una reina. Mientras el personal
de migración se limitaba a dar la bienvenida con una amplia sonrisa,
Joseph muy amablemente ayudaba con mi equipaje y mostraba mi
pasaporte, de paso, explicaba algunas cosas en inglés.
Recuerdo que nuestro vuelo llegó a Miami con más de una hora
de retraso, puesto que en ese terminal aéreo se había registrado un
incidente con otro vuelo de la compañía American Airlines, origi-
nado por un colombiano que fue capturado supuestamente tras la
amenaza de una bomba.
Esa misma tarde teníamos que abordar otro vuelo con destino a
Washington, pero estaba retrazado por nuestro demorado arribo
a Miami. Joseph, el oficial del FBI quien recibía orientaciones
directas de su jefe en Miami Alejandro Barbeito, con su fuerte
influencia había ordenado detener el vuelo, hasta tanto, nosotros
lo abordáramos.
Caminando rápidamente por los largos e interminables pasillos del
terminal aéreo abordamos el avión que nos condujo a Washington
D. C. Allí, llegamos a entradas horas de la noche y nos hospedamos
en el hotel Courtyard perteneciente a la cadena hotelera Marriott.
Los agentes del FBI Alex o Alejandro Barbeito y Joseph Deters,
habían logrado coordinar con los fiscales que llevaban el caso de
Trinidad, para que fuese trasladado desde el sitio de su reclusión,
hasta un edificio del Departamento de Justicia. De esta forma, yo
podía constatar el estado en que se encontraba Simón Trinidad y
luego retransmitir esta información a las Farc para iniciar un inter-
cambio de pruebas de vida de los secuestrados.
En la mañana oscura y fría del 9 de diciembre de 2005, por fin
aguardaba para ver a Simón Trinidad, suponía obtener todo el
material suficiente para un reportaje periodístico exclusivo sobre
el comandante guerrillero, sin percatarme que en el sitio no logré

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ingresar mi equipo de trabajo y menos una cámara fotográfica.


Los agentes y oficiales de las diferentes agencias de inteligencia
estadounidense, quienes ingresaron en el edificio oficial, luego de
atravesar una amplia requisa de control, no pudieron portar ningún
tipo de armas, todas quedaron en la sección de control.
Mi ansiedad me permitía suponer mil imágenes sobre Trinidad,
mientras frotaba mis frías manos como el hielo de la ciudad y cu-
biertas con un par de guantes en cuero negro, que amablemente me
facilitó Alex o Alejandro Barbeito, de origen cubano. Recordaba el
día que conocí a Simón y la última noche que le vi en El Caguán,
vestido con traje militar y fusil en mano. En esa época, él departía
unos whiskys con el Gobernador del Tolima y varios funcionarios
gubernamentales, en un restaurante ubicado en la calle central de
Los Pozos, a escasos metros de la sede de Villa Nueva Colombia.
Reviví en mi memoria, el momento que Trinidad se levantó de su
silla y se acercó a mi mesa donde me encontraba acompañada del
periodista de origen Frances, Jean Francois Boyer y su camarógrafo
de nacionalidad mexicana, quienes esperaban hasta la mañana sigu-
iente reunirse con Raúl Reyes para iniciar un reportaje que luego
titularon Mujeres de las Farc. Simón me saludó con fuerte abrazo,
preguntó si personalmente conocía a los funcionarios estatales que
le acompañaban, luego de convidarme les acompañara, sugirió
hacer de cuenta que no los conocía para que ellos se sintieran có-
modos, invitación que no acepté, debido a que estaba ocupada con
mis colegas extranjeros. Luego me enteré que esa noche, Trinidad
olvidó las llaves de su camioneta; las dejó puestas en el encendido
del carro con los vidrios elevados, situación que le impidió retornar
a su campamento guerrillero.
Durante el Proceso de Paz, conocí a Simón Trinidad en compañía
de Lucero en El Caguán. Recién arribaba a la zona del despeje, para
formar parte de la comisión temática o negociadora de las Farc. En
ese entonces Trinidad se desempeñaba como jefe del Bloque Caribe
con un amplio conocimiento en política internacional y finanzas.
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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

Se trataba de un hombre culto de muy buenos modales y ademanes


refinados, por cierto de gran simpatía de Raúl Reyes quien me lo
presentó y luego se repitió esta presentación por parte de Iván Ríos
con quien compartió el campamento guerrillero durante el proceso
de diálogos.
Su fluidez verbal y apasionamiento a los temas políticos y económi-
cos, llamaba la atención ante la prensa, en especial las mujeres pe-
riodistas quienes demostraban mucha cordialidad con el comandante
guerrillero por el trato y respeto con que se dirigía a nosotras, pero
con cierta dosis de desconfianza por ser civiles.
En su entorno privado, le encantaba tomar whisky y demostrar su
gran amor por Lucero con quien tuvo una hija. Como buen costeño,
tarareaba una que otra canción de vallenatos y exponía sus dotes
de bailarín cuando se realizaban reuniones en los campamentos
guerrilleros. Como a Iván Ríos, Simón Trinidad se incomoda con
la terquedad de Raúl Reyes en la mesa de negociación, aseguraba
que era muy confiado con quien no debía y siempre pretendía mos-
trarse ante los medios. Pese a su crítica privada, siempre primaba
su gran respeto hacia su camarada motivo por el cual ganó su total
confianza y aprecio.
Aunque no era miembro del Secretariado, la participación de Ju-
venal Ovidio Ricardo Palmera Pineda, alias Simón Trinidad, en la
mesa de negociación, le permitió a las Farc mostrar una excelente
imagen de sus combatientes quienes demostraron ser hombres es-
tudiosos y provenientes de reconocidas familias colombianas. Esta
posición de hombre destacado, le permitió hacer parte del grupo
de comandantes guerrilleros que viajaron a diferentes países de
Europa, en compañía de representantes del gobierno de Pastrana.
Su rápido ascenso dentro de la organización guerrillera, puso en la
mira a Trinidad para ser un posible miembro dentro del Secretari-
ado de las Farc pero su inesperada captura, dio paso a que el estado
mayor fijara sus ojos en Iván Ríos. Pese a que Simón había nacido
en Valledupar, le gustaba comer achiras del Huila, pasaboca que
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algunas veces le obsequié, motivo por el cual me llamaba Olga


Achira.
Recordaba tantas anécdotas de Simón, cuando reaccioné nueva-
mente porque Joseph, el oficial del FBI me habló, para advertirme
que una vez me encontrara con Simón, solo podía verlo pero no
hablarle. La silla donde estaba sentada se encontraba diagonal al
lugar donde él se ubicaría, de esta manera podíamos apreciarnos
mutuamente pero no hablarnos.
De igual forma, informó que una vez consiguiera una prueba de
vida de los tres norteamericanos secuestrados, si todo resultaba posi-
tivo, me permitirían una fotografía con Simón Trinidad e incluso,
hasta realizarle un reportaje periodístico no mayor de 20 minutos.
Transcurrieron unos instantes cuando de repente, observé que en
el recinto ingresaron varios hombres vestidos con pantalón color
caqui y camiseta azul oscura. Joseph aseveró que se trataba de la
guardia que custodiaba a Trinidad. En ese instante, me puse nervi-
osa y expectante. Pese a sus errores, no resultaba fácil encontrarme
con un compatriota, quien después de conocerlo en una posición de
valentía, ahora estaba lejos de su tierra, de su gente y totalmente in-
comunicado. Situación que no se le desea absolutamente a nadie.
De nuevo se abrió la enorme puerta en madera color café. Por fin
pude observar a Simón vestido con traje color naranja y debajo,
usaba un buzo en algodón color blanco de cuello alto. Su ros-
tro estaba tan blanco y pálido como la misma nieve que caía en
Washington. Podía vislumbrar su infinita fortaleza, mezclada con
ademanes refinados y total altivez pese a su soledad.
Al ingresar al recinto, Simón se sentó en una silla al lado de sus
tres abogados defensores. Luego acomodó sus nuevos lentes y se
puso en sus oídos un par de audífonos. Mientras frotaba sus blan-
cas manos con un gesto de irónica sonrisa, miró a su alrededor e
inclinando un poco su cabeza saludó a la gente. Los oficiales de las
diferentes agencias de inteligencia norteamericana, estaban atentos
a su reacción cuando me viera. Casi al instante, de nuevo levantó
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su cabeza y miró hacia el sitio donde yo me encontraba; con un


gesto de incredulidad, miró hacia abajo y movió su cabeza de lado
a lado. Volvió a levantarla para observarme nuevamente.
En ese instante, yo empuñé mi mano derecha, la puse sobre mi
corazón y luego la levanté como señal de fortaleza. Simón, mirán-
dome, sonrió sutilmente, movió ligeramente su cabeza como señal
de haber entendido y luego la giró muy suave hacia otro lado. Según
versión de los agentes del FBI el comandante guerrillero desde el
momento de su extradición a los Estados Unidos, tan solo había
podido ver y hablar con su madre por diez minutos. En ese lapso
de tiempo, ante su progenitora desmoronó su fortaleza de militar y
desnudó su alma con su rostro bañado en lágrimas.
Esa mañana sus abogados defensores entre ellos una mujer, todos
de nacionalidad estadounidense, le entregaron algunos libros que él
había solicitado; el juez, le informó las fechas en que se realizarían
sus audiencias y las causas del juzgamiento. Aunque de su imagen
no pude obtener ni siquiera una fotografía, mis ojos presenciaron su
fortaleza infinita pese al estado de indefensión en que se encontraba.
Solo logré realizar un video externo del edificio gubernamental a
donde fue trasladado.
Los agentes del FBI comentaron que el Gobierno de Estados Unidos
ofreció a Simón Trinidad algunas posibilidades que le permitían su
estabilidad moral y económica en ese país a cambio de cooperar
con la liberación de los secuestrados e informes de las Farc. Pero
el Comandante guerrillero hizo caso omiso a las ofertas en más de
una oportunidad, aludiendo que si un día le falló a la oligarquía
colombiana, ahora no lo haría con su pueblo por quien había luchado
hasta sus últimas consecuencias.
Joseph y Alejandro Barbeito los oficiales del FBI fueron las perso-
nas encargadas de la extradición de Simón Trinidad a los Estados
Unidos. Ellos mismos comentaron que durante el viaje, se mostró
tranquilo y resignado, todo el vuelo explicó los motivos de su lucha
y no se cansaba de repetir que moriría por su pueblo.
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También conocí que durante su etapa de reclusión Trinidad se en-


contraba en una celda de dos metros de larga por dos de ancha y
que su alimentación era bien balanceada y nutritiva. Solo tomaba
el sol una hora a la semana, motivo por el cual su semblante era de-
masiado pálido. A Simón no le permitían hablar con nadie, solo con
sus abogados defensores y con los oficiales federales cuando estos
lo interrogaban. El tío como ellos mismos se referían a Trinidad,
intentaba aprovechar su encierro, leyendo libros sobre la historia
de América y aprendiendo inglés a través de un diccionario que él
había solicitado.
De igual forma, pedía hojas de papel para escribir su propia defensa
y de paso plasmar en ellas su auto biografía de ex combatiente de
las Farc puesto que los mismos oficiales del FBI me aseguraron que
Trinidad no regresaría a Colombia, así se realizara una negociación
con la guerrilla. El único beneficio que obtendría en los Estados
Unidos, era una rebaja en sus años de sentencia si la guerrilla co-
operaba voluntariamente con la prueba de vida de los tres rehenes
norteamericanos y por lo menos la liberación de uno de ellos.
El 8 de enero de 2008, en la Corte Distrital de Washington, Simón
Trinidad recibió la más alta sentencia dictada a colombiano alguno
en el exterior. Fue condenado a 60 años de prisión en una cárcel
de máxima seguridad por el delito de terrorismo, tras su supuesta
participación en el secuestro de los tres agentes estadounidenses,
Marc Gonçalves, Thomas Howes y Keith Stanley.
En las operaciones contra la guerrilla de las Farc que permitió no
solo la captura sino la sentencia contra Simón Trinidad, bajo su-
pervisión de Alex Barbeito trabajaron en Colombia y Ecuador los
agentes especiales del escuadrón extraterritorial de la División de
Miami del FBI Joseph Deters, Robert Webb, Oscar Montoto, Chris
Carboneau, Manny Ortega y Ken Jett.

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CAPÍTULO XIII
PROCESO DE MEDIACIÓN

Con mi viaje a Washington, donde logré apreciar el estado en


que se encontraba Simón Trinidad, avanzaba a pasos agigantados
mi proceso de mediación humanitaria. Antes de regresar a Colom-
bia, viajé a la ciudad de Orlando a fin de compartir un par de días
con mi madre y algunos de mis hermanos a quienes no les veía
desde hacia mas de 20 años.
De vuelta a mi país, viajé nuevamente en compañía James el oficial
de la CIA. Una vez arribamos al aeropuerto El Dorado en la ciudad
de Bogotá, me hizo entrega de un grueso paquete que contenía 25
tarjetas, cartas, fotografías, revistas y un libro Harry Potter que
enviaban los familiares a los norteamericanos secuestrados.
Recibí el grueso paquete y delante del mismo James lo revisé. Como
cosa particular, dentro del mismo, se encontraban tres pequeños
pins envueltos en un papel; al observarlos, de inmediato pregunté
los motivos por los que enviaban esas cosas. James, reaccionó y
me dijo que se trataba de tres escudos que enviaban de la supuesta
empresa donde trabajaban los norteamericanos secuestrados y de
esta forma la recordarían. Explicación poco convincente, preferí
no arriesgarme en llevarlos y se los devolví de inmediato.
También me hizo entrega de los viáticos para el viaje, comida y
desplazamientos hasta los campamentos de Raúl Reyes. Personal-
mente, tenía vuelo previsto para la ciudad de Florencia, pero en el
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mismo terminal aéreo, a última hora, decidí cambiar mi destino a


la ciudad de Neiva a fin de congregarme con mis hijos y esposo
antes de continuar mi peligroso trayecto para el encuentro con
Reyes quien debía recibir la correspondencia y hacerla llegar a los
plagiados, tal como lo había prometido.
El 17 de Diciembre de 2005 en la capital huilense, aproveché mi
viaje para aceptar una invitación al apartamento de Lucy Artundu-
aga de Gechem y Deyanira de Beltrán, esposas de los entonces
ex congresistas secuestrados Jorge Eduardo Gechem y Orlando
Beltrán. Ellas se encontraban muy angustiadas por la suerte que
podían correr sus esposos y personalmente era fiel testigo del drama
y dolor que estas señoras estaban enfrentando.
Por su parte, Lucy de Gechem una persona aparentemente fuerte
pero internamente devastada por el dolor y sufrimiento que experi-
mentaba frente al secuestro de su esposo, intentaba sacar fuerzas
para continuar luchando hasta lograr su liberación. Tal fue así, que
estaba dispuesta a exponer su propia vida y penetrar en lo profundo
de la manigua afín de negociar con los mandos de las Farc. Así lo
demostraban no solo sus palabras, sino los mensajes que envió a
través mío al Propio Raúl Reyes, donde rogaba la atendieran y
respetaran la vida del ex congresista. Se valía de todo medio para
enviarle así fuese un pequeño mensaje de amor, Lucy vivía y moría
por su amado Jorge Eduardo.
Aprovechando la reunión donde recibí una hermosa agenda que me
obsequió Deyanira de Beltrán, consideré oportuno y humano de mi
parte, informar que posiblemente en los próximos días me reuniría
nuevamente con Reyes a quien solicitaría, entregara algunas cartas
que ellas podían enviar a sus esposos en cautiverio.
Esa tarde, mientras dialogaba con Lucy, aconteció un hecho inu-
sual y bastante preocupante, en el preciso instante que ingresé en
el edificio, llegaron dos motocicletas de alto cilindraje, cada una
con dos hombres y otros tres, a bordo de un auto tipo campero,
color blanco. El escolta personal de Lucy, desconfiando con la
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presencia de los hombres y pensando que se trataba de un grupo


delincuencial, ingresó a la vivienda e informó sobre la presencia de
los sujetos, pero antes dio aviso al grupo Gaula de antisecuestros
del Ejército.
Lucy muy preocupada por este hecho, también se comunicó con
el comandante operativo de la policía y reportó la situación. Al in-
stante, el alto oficial acompañado de varios uniformados, realizaron
un vasto operativo en el sitio, permitiendo establecer la identidad
de los hombres quienes se encontraban dispersos, en cercanía a la
residencia de los Gechem.
Una vez desenmascarados los señores, se pudo establecer que
pertenecían a un grupo especial de la unidad Dipol de la Policía,
procedentes de Bogotá, quienes viajaron desde la noche anterior a
fin de realizar un completo seguimiento a cada uno de mis pasos.
Sin imaginar y sin proponerse el alto oficial, puso al descubierto
los hombres y aparentemente les arruinó su operativo de seg-
uimiento.
Esta situación puso al descubierto, que se trataba de una operación
conjunta entre los organismos de inteligencia de Estados Unidos
y Colombia y no una operación encubierta como me lo habían
asegurado los agentes norteamericanos. La CIA y FBI se hallaban
trabajando en coordinación con las fuerzas policiales y militares
colombianas.
Debido a su alta experiencia en este tipo de operaciones, Baruch
se mostraba demasiado desconfiado con los organismos policiales
colombianos, pese al alto respeto y grado de admiración que pro-
fesa por las fuerzas militares de Colombia. Aludía, que algunos
miembros de la institución policial eran corruptos. Situación que
él mismo develó y luego denunció públicamente cuando realizó las
negociaciones para la entrega de 114 narcotraficantes a la justicia
norteamericana. Motivo por el cual, antes de partir de Washington,
Baruch me hizo algunas sugerencias por mi propia seguridad e in-
experiencia en estas acciones; debía evitar viajar con documentos
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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

o papeles que pudieran comprometer mi integridad física y ser muy


desconfiada y cautelosa en cada paso de diera.
Mi hermano consideraba que cada paso debía darse con demasiado
cuidado a fin de obtener una operación exitosa, pero los hechos
que se estaban registrando a mí alrededor, me imposibilitaba
avanzar rápidamente y mi vida cada vez corría un enorme peligro.
Cuando pensé que mi desplazamiento hasta los campamentos de
Reyes avanzaba positivamente, observé gente que me seguía con
gran evidencia en sus acciones; también analicé que en los lugares
por donde me movilizaba, luego eran hostigados por las fuerzas
militares.
Esta otra situación, me confirmaba una vez más, que los agentes
norteamericanos verdaderamente se encontraban trabajando con
las organizaciones de inteligencia colombianas, mientras yo me
convertía en carne de cañón. Sin imaginar, mi vida de periodista y
madre de familia, pasó a ser escudo humano de dos enormes fue-
gos cruzados: USA y Farc. Todo, por ayudar a mediar en un acto
humanitario que permitiera la liberación de secuestrados.
Debido a la total desconfianza que estaba experimentando, decidí
diseñar mi propio plan de seguridad y auto protección, puesto que
me encontraba viajando totalmente sola y desprotegida. Pensaba
una y otra vez, la manera de movilizarme sin ser detectada y rast-
reada por los organismos de inteligencia. Situación que retrazaba
mi trabajo. Finalmente decidí pagar a un joven indigente veinte mil
pesos, es decir 10 dólares, para que este, me vendiera su inmunda
y sucia ropa y a cambio usara la mía y se hiciera pasar por mí.
Cuando pude evadir la persecución, me comuniqué con mi hijo
al teléfono de un amigo porque el suyo ya estaba intervenido. En
la comunicación le solicité me prestara su videocámara y otras
pertenencias que precisaba llevar para el campamento guerrillero,
puesto que no portaría ninguna de mis pertenencias, imaginando
podían estar radiadas.

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Luego, escribí un mail a Baruch explicando la persecución que se


registraba a mí alrededor. Me sentía muy angustiada por el con-
tinúo seguimiento quien sabe de cuantas personas, sin imaginar
que sucedería con mi vida porque estaba metida en un laberinto
sin salida.
Personalmente, había advertido a los oficiales del Gobierno de Esta-
dos Unidos, que mi participación sería únicamente como periodista
mediadora hasta obtener las pruebas de vida de los secuestrados
por las Farc y posteriormente, según como avanzara la negociación
entre la guerrilla y el gobierno norteamericano a través de Baruch,
se establecería un mecanismo que permitiera la liberación de los
secuestrados por la vía del dialogo.
Aclaré una y otra vez, que no sería utilizada para testificar contra
Simón Trinidad en Washington, puesto que solo le conocía en El
Caguán como miembro de la Comisión Temática de las Farc y
no, como ellos aseguraban, que Simón pertenecía al Secretariado.
Situación que no era cierta.
A los oficiales de la CIA y FBI aclaré contundentemente, que no
me prestaba para ser puente criminal para la cabeza de nadie. Mi
integridad humana y el respeto a la vida, no permitían ser utilizada
ni llevada como gancho ciego; mucho menos, llenar mis bolsillos
de dólares a cambio de vidas humanas.
El siguiente correo electrónico se lo envíe al oficial Joseph Deters
del FBI, cuando descubrí la persecución de los organismos de
inteligencia; también, le hice una llamada telefónica, pero no le
escuchaba muy bien.
José.

Por favor necesito su total honestidad sobre que tanto trabajan ustedes
de la mano con los organismos de inteligencia colombiana.
Acontece que no me permiten avanzar. Constantemente estos se-
ñores están vigilándome. Las únicas personas que sabían que a
última hora cambiaria mis tiquetes de Florencia para viajar a Nei-
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va eran usted y James. Desde que llegue a esa ciudad y luego de


abandonarla, unidades de inteligencia que se desplazaron des-
de Bogotá con la misión de seguirme, han estado pendientes.
Yo les dije que les colaboraba en esto y muchas cosas más, pero de
esta manera ustedes mismos lo único que están haciendo es retardar
y entorpecer mi trabajo. De pronto ni usted mismo sabrá, pero lo que
si estoy segura, es que James tiene total conocimiento de la situación.
Señor, si soy un anzuelo para llegar a Raúl Reyes, quiero decir que el
señor esta tan desconfiado que prefirió cambiarme la ruta totalmente.
De igual forma yo tuve que cambiar todos mis planes, hasta el punto de
no poder viajar a Florencia, ni presentarme en mi trabajo por temor de
que en ese sitio los paras me perjudicaran.
Ahora bien, yo hable con Baruch en los EEUU y advertí que voy a co-
laborar en muchísimas cosas. Pero esto con tiempo y pies de plomo.
No me gusta para nada ser carnada de nada. Si necesitan las pruebas
déjeme trabajar, hable con James que por favor los señoritos de inte-
ligencia Colombiana están siendo demasiados evidentes y esto, solo
ocasiona retardo en las cosas y pérdida de tiempo.

Por su parte, Joseph, intentando evadir la verdad, respondió con


el siguiente correo electrónico asegurando que ellos no trabajaban
conjuntamente con los organismos policiales de mi país. Situación
que no era cierta, puesto que actuaban en las operaciones contra las
Farc en conjunto con las fuerzas militares y policiales de Colombia.
Situación descrita por el mismo James, oficial de la CIA.
Re: HONESTIDAD‫‏‬
De: José gonzalez
Es posible que no conozcas a este remitente.Marcar como seguro|Marcar
como no seguro
Enviado: martes, 20 de diciembre de 2005 03:47:26 p.m.

Para:
Olga,
Bueno. Quiero ser claro en una cosa, y es que no hay nadie más in-
teresado en que Ud. tiene éxito en sus proyectos que James y yo. Así
que ni el, ni yo, tenemos motivo alguno para montarla una vigilancia que
entorpece sus movimientos. Al contrario, la demora de ahora, nos tiene

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a los dos con los pelos parados esperando que Ud. pueda viajar a su
entrevista. El individuo que va a ver no nos interesa para nada como
objetivo mientras sus tres hijitos si.
Lo único que puedo pensar en cuanto a la vigilancia es que Ud. tuvo
el viejo teléfono interceptado o tal vez el viaje que hizo al norte alertó
a alguien en el aeropuerto que reviso el pasaporte. También puede ser
que es algo no relacionado. Vuelvo y repito, a nosotros mas que a
nadie nos conviene que Ud. este solita y rápida en sus movimientos.
Aparte como el caso es uno JUDICIAL como Ud vio en la audiencia, los
organismos de INTELIGENCIA no figuran en nuestro sistema. O sea,
no podemos trabajar con ellos en esto.
Hoy, la escuché más tranquila cuando hablamos por teléfono. Lo malo
es que la señal esta malísima y es difícil entendernos. Por favor escrí-
beme con una idea de su viaje. Acuérdese que en este momento no se
nada, ni dónde está ni lo que está pensando en cuanto a la fecha para
la entrevista con mi padre. Por favor ponme al tanto de sus planes.

Un abrazo, José

Mi mediación humanitaria aunque parecía simple, resultaba bastante


riesgosa. Durante el trayecto, cuando me encontraba con retenes
de la fuerza pública o de grupos paramilitares, experimentaba una
infinita angustia momentos que me requisaban, porque transportaba
demasiada correspondencia para los norteamericanos secuestrados
y esto, podía poner en riesgo mi vida porque no tenía como justi-
ficarla en caso que la descubrieran. Supuestamente, se tratada de
una operación encubierta y no tenía manera de explicar el porte de
estas cartas y mas, dirigidas a secuestrados por las Farc. Esto, lo
había advertido al oficial de la CIA cuando le expuse que me había
entregado demasiada correspondencia.
Gracias a Dios, en los retenes no se dieron cuenta de esa correspon-
dencia y pude continuar; estaba exponiendo mi vida por una causa
justa y por originar un momento de alegría y júbilo en aquellas per-
sonas privadas de su libertad a quienes no conocía, ni ellos a mí.
Esas cartas, más que un compromiso con los agentes del gobierno
norteamericano, me representaban una infinita responsabilidad

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moral, como el más valioso tesoro que cuidar, porque era el único
medio para que los norteamericanos secuestrados tuvieran en la
selva un pequeño aliciente de vida. Motivo por el cual, cuando
llegué de Estados Unidos a la ciudad de Neiva, escaneé, toda la
correspondencia y la guardé en una memoria USB. En caso de
perder la correspondencia en algún retén militar o que quedaran
en manos de grupos ilegales, sabía que esas cartas y fotos estaban
bien archivadas. De esta forma, me aseguraba que los secuestrados
recibieran noticias de sus familias y Raúl Reyes se había compro-
metido en hacernos el favor de entregarlas.
Acatando las indicaciones de Reyes, me desplacé hasta el munici-
pio de Lago Agrio en Ecuador, allí esperé otro mensaje con nuevas
indicaciones a seguir. Luego viajé hasta Pueblo Nuevo, caserío de
la provincia de Sucumbíos, ubicado al otro lado del río San Miguel
frente a la población petrolera colombiana Teteyé, en el Putumayo.
Zona que ya conocía y en donde los emisarios del líder guerrillero
me habían recogido anteriormente.
Esa nueva población ecuatoriana, con un gran número de inmigran-
tes colombianos, víctimas del conflicto armado, no prestaba servicio
hotelero para el alojamiento de turistas. Motivo por el cual, pagaba
200 dólares por una noche de estadía en un pequeño espacio de una
casa construida en madera; el exorbitante costo, más caro que un
hotel cinco estrellas pero con una gran diferencia: no muy limpio y
con algunas ratas alrededor procedentes del río, permitía refugiarme
hasta que los emisarios de Reyes llegaban por mí.
El trato de los civiles en territorio ecuatoriano era amable y cortés.
¡Pero a ese precio!... Me merecía hasta el lavado de pies. Otros
habitantes de la región, eran personas muy humildes y honestas
hasta el punto de no querer cobrar un céntimo de dólar y ofrecer
comida gratuita de acuerdo con sus posibilidades. Mi estadía en el
caserío ecuatoriano, me permitió presenciar una situación similar
a la zona desmilitarizada del Caguán en territorio colombiano.
Mandos de la guerrilla de las Farc vestidos de civil y en camionetas
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sin ninguna clase de identificación visible, transitaban tranquila-


mente por la pequeña población e incluso, pasaban por frente de
los pequeños camiones que transportaban al ejército ecuatoriano
y nada sucedía.
Esta situación me dejaba estupefacta. Durante mis viajes a territorio
ecuatoriano, observé que las milicias urbanas de las Farc trabajaban
muy de la mano con la población ecuatoriana. Todo indicaba que
todos sabían quien era quien y donde se encontraba cada cual. Pero
la única que estaba al margen de esa situación era yo como perio-
dista. “La idiota útil” porque esa zona ya había sido hostigada por
la Fuerza Aérea colombiana y sus habitantes habían denunciado el
constante sobrevuelo.
Al reunirme con los primeros emisarios de Reyes, lastimosamente
por razones de seguridad y por órdenes directas de su camarada,
me hicieron separar la correspondencia en dos paquetes. Luego me
quitaron dos revistas y el libro de Harry Potter escrito en inglés,
a fin de evitar cualquier riesgo, en caso que estuviera radiado. En
una población cercana, sepultaron la correspondencia, pero antes
me permitieron hacer fotocopias de su totalidad, incluidas las fo-
tografías.
Hoy desde mi exilio, conciente de la privacidad de esta correspon-
dencia la cual espero esté en manos de sus destinatarios como simple
fotocopias, considero oportuno darla a conocer a sus interesados;
aunque no me conocen, quiero que sepan que sus familiares siempre
estaban muy atentos a sus vidas y libertad. De igual forma, quiero
decir que nuestra participación y mediación estrictamente huma-
nitaria con mi hermano Baruch, para establecer el estado en que se
encontraban los secuestrados, aunque fuese a través de una simple
prueba de vida, lo hicimos con nuestra mejor voluntad humana.
Estas son algunas de las notas que enviaron los familiares a los
agentes norteamericanos secuestrados por las Farc, Keith Stansell.
Marc Gonçalves. Thomas Howes.

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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

Feliz Navidad
Hola papá, este es Kyle, te extraño mucho y pienso en ti todos los
días. Te quiero muchísimo y no pierdo las esperanzas. Estoy ju-
gando football y fuimos los campeones. Estoy jugando de esquina
de atrás el hombre que cubre al recibidor abierto. En seis meses
cumplo 14 años, mido 5’-11” y peso 152 libras Estoy haciendo
bien en la escuela y tú estás en mis oraciones. Tengo una novia y
estamos saliendo hace dos meses, su nombre es Jannessa! Buck
esta bien. Papá te quiero muchísimo y por favor no te rindas allá.
Te quiero.
Kyle

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OLGA CECILIA VEGA C.

12-1-05
Querido Keith,
Como empezar a decirte todas las cosas – Tú estás con nosotros
todos los días en nuestros corazones y nuestras mentes. Tú y yo
hemos pasado a través de tantas cosas, pero aún estamos allá el
uno para el otro, no importa lo que pase. Yo solo quiero que sepas,
que eres realmente amado, tú eres muy especial en todas las ma-
neras – aún cuando discutíamos, todavía te querría, como todavía
te quiero. Aún cuando han pasado tantas cosas, tu todavía eres mi
“Keifa Mustafa”. Nuestros hijos son muy orgullosos de quien eres
tú y todas las cosas que tú haces. Ellos te extrañan muchísimo.
Ellos mantienen su fe y rezan todos los días que tu estés seguro.
No te preocupes nosotros estamos bien. No pasa un solo día, que
no hablemos de ti, así sea con mis amigos o pacientes en mi traba-
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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

jo, que preguntan por ti, o los niños preguntándome historias ton-
tas de cosas que pasaron cuando ellos estaban pequeños, o cuan-
do estábamos saliendo o cualquier cosa. Keith, hay gente que
he conocido que Kyle tiene sus actividades (football, basketball)
con sus hijos y ellos saben de tus circunstancias y su iglesias han
estado rezando por tu regreso seguro. Espero que puedas recibir
esta carta. Hemos escrito muchísimas cartas y nosotros nunca sa-
bemos si tu las recibes, solo esperamos que tu las recibas

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OLGA CECILIA VEGA C.

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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

Tom
Todos estamos pensando en ti. Esperando y rezando que tengas un
regreso a casa rápido y seguro.
Nelly Young

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OLGA CECILIA VEGA C.

Intentaba continuar mi trayecto para reunirme con Raúl Reyes, pero


la contrainteligencia guerrillera, notaron que me venían siguiendo
y me cambiaron la ruta en más de una oportunidad.
El seguimiento evidente de algunos hombres, se hizo notorio en
poblaciones donde ya había estado; esta situación, me intranquilizó
al punto de querer renunciar de esta mediación que solo ponía en
riesgo mi vida; pero cuando pensaba en la libertad de las personas
que estaban atravesando la misma situación que yo viví, me rean-
imaba para continuar.
Un tanto desmoralizada y agotada por recorrer de un sitio para otro,
sin obtener un resultado positivo y sin lograr la reunión con Raúl
Reyes, decidí regresar a la ciudad de Neiva e intentar descansar
pero antes de llegar a ese destino, recibí una nueva orientación de
las Farc para desplazarme hasta otro punto.
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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

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OLGA CECILIA VEGA C.

De nuevo, ideé la forma de movilizarme sin ser detectada por los


organismos de inteligencia. Empezaba otra etapa de adrenalina y
de peligro.
Al ingresar en una región, notaba que mi ojo izquierdo estaba
lagrimeando bastante y poco a poco perdía la sensación de gusto en
mí lengua. Me encontraba en casa de unos campesinos en territorio
ecuatoriano, comiendo plátano asado y en el momento que intente
masticarlo, no pude porque la boca no podía abrirla bien.
Con mis manos acaricié mi rostro y noté que el lado izquierdo estaba
inflamado, enseguida corrí para mirarme en un espejo y observé el
costado de mi cara torciéndose: estaba atravesando una parálisis
facial. El alto nivel de estrés que estaba enfrentando, no era nada
fácil, ahora estaba repercutiendo en mi organismo. De nuevo pensé
en abortar el proyecto y no colaborar más con esta mediación, pero
a ese lugar, arribaron dos emisarios de Reyes quienes me recogieron
y continuamos camino pese a mi delicado estado de salud.
Finalmente, el encuentro con Raúl Reyes se produjo el 2 de enero de
2006. Al día siguiente, con la lengua algo incómoda para pronunciar
palabra, expliqué en detalle la situación en que se encontraba Simón
Trinidad; de paso, entregué un video mensaje que envío desde Wash-
ington mi hermano Baruch, explicando los pormenores de Simón
Trinidad y algunas soluciones. Pernogcté en su campamento dos
noches seguidas e hice entrega de las cartas y tarjetas con fotos que
pude fotocopiar para que Raúl Reyes las hiciera llegar a los norteam-
ericanos secuestrados, puesto que ese había sido su compromiso.
El líder subversivo en un inicio se mostraba desconfiado por mi
visita a Washington pese a que estaba al tanto de todo. Luego de
hacerme repetir una y otra vez los detalles sobre mi viaje, informó
que las pruebas de supervivencia de los rehenes, tardaban unos días,
para lo cual debíamos esperar un tiempo.
Insistía en el intercambio humanitario y consideraba que entregar
una prueba de vida, restaría importancia a las exigencias de las

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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

Farc. Posición que controvertí asegurando todo lo contrario: “una


prueba de vida de los rehenes y la liberación voluntaria así sea
de uno solo, cambia internacionalmente la imagen de la guerrilla,
por favor piensen bien ese aspecto”.
Esa situación, me confundió muchísimo porque el mismo había
asegurado, que una vez tuviera información de Simón, entregaría las
pruebas de vida de los rehenes. Su actitud la consideré una falta de
respeto para con nosotros, denotaba su alto grado de intransigencia
y mentira, puesto que nuestra mediación estaba avanzando rápida
y positivamente por parte del gobierno norteamericano.
Sugerí que si mostraban ante los ojos del mundo que los rehenes
se encontraban vivos, no obstante el sitio donde se hallaban, esta
sería la mejor estrategia política y humana para las Farc. De esta
manera, lograrían desvirtuar todas las desinformaciones sobre
las posibles muertes de sus cautivos. Insistía en asegurar que
ellos no podían esperar un acuerdo humanitario con el Presi-
dente Uribe y que los únicos perjudicados eran las víctimas del
secuestro. Solicité por el amor que el profesaba a sus hijos se
apiadara un poco de esa situación y se pusiera en la piel de los
secuestrados.
Reyes muy atento escuchaba mis sugerencias, las consideraba váli-
das y lógicas, pero todo indicaba que sin la aprobación del pleno del
Secretariado, no se podían divulgar imágenes de los secuestrados
y algunos de los mandos guerrillero se oponían a su aprobación,
puesto que consideraban que debía realizarse una negociación ne-
tamente política pero no con el Gobierno de Bush, pese a que ese
tema ya lo teníamos bien claro.
Aun así, me sugirió escribiera a cada uno de los miembros del
Secretariado una misiva, explicando los beneficios que obtendría
Simón Trinidad con los Estados Unidos, en caso que entregaran
las pruebas de vida y una eventual liberación, así fuera de uno de
los rehenes. De igual forma, debía comentar el estado en que se
encontraban los dos extraditados; aseguraba que esto, ayudaría a
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OLGA CECILIA VEGA C.

esclarecer la posición que algunos miembros de la guerrilla, tenían


con respecto a la divulgación de pruebas.
Con gran esperanza escribí los mensajes y los entregué a Reyes,
para que él los hiciera llegar a su respectivo destino. Lo notaba más
tranquilo y en otra tónica; me daba a entender, que al entregarme
las pruebas, nuestra mediación no sería inútil. La mañana del 4
de enero de 2006, mientras hablaba con el mando subversivo, la
guerrillera encargada de las comunicaciones lo llamó aparte y le
informó algo que tenía anotado en un cuaderno, luego Reyes se
excusó y se retiró.
Trascurrieron 20 minutos aproximadamente y regresó. Me comentó
que las cosas estaban un poco complicadas por esa zona y lo mejor
que podía hacer, era regresarme a casa porque él tenía que movili-
zarse ese mismo día, mientra yo emprendí camino con las manos
vacías. Me encontraba desmoralizada y decepcionada porque pese
a mis esfuerzos e insistencia, en ese encuentro con Reyes no logré
obtener ni siquiera una fotografía de los rehenes.
Cuando me despedí, Reyes me dijo adiós y luego dio la espalda;
casi al instante escuché que me llamó nuevamente. Se acercó y
señalándome con su dedo índice derecho dijo… “Olga lástima
que te estén utilizando como carne de cañón porque no te mereces
esto y vas a morir en manos de los gringos… Te repito los mismos
gringos te van a utilizar y luego a matar, lastima que tu propio
hermano te haya metido en esta vaina sin necesidad. En todo caso
vamos a ver como se les puedo ayudar con esta mediación, en 20
días miramos como te entregó las pruebas de los gringos, saludos
a tu hermano”.
Sus palabras retumbaban en mi cabeza a cada instante, estaba muy
nerviosa porque la advertencia de Reyes dejaba mucho que desear
y sobre todo, me abría los ojos de no confiar en nadie. Mi ruta
estaba encaminada a la ciudad de Florencia, pero de nuevo decidí
primero viajar a Neiva, debido a mi delicado estado de salud y
total agotamiento físico, tras el nivel de estrés y larga odisea que
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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

tuve que enfrentar para reunirme con Reyes. Me encontraba muy


retirada de casa y estaba sin dinero. Los controlados viáticos para
mi desplazamiento, que me había entregado el oficial James de la
CIA, escasamente cobijaban pasajes de ida y vuelta para un solo
recorrido, estadía y comida, pero no tenía, ni un solo peso adicional,
para cubrir algún imprevisto como tuve que enfrentar a sabiendas
que me desplazaba a diferentes zonas para lograr mi objetivo.
Finalmente, el día que logré arribar a Neiva, no tenia con que pa-
gar el servicio de taxi; pero nada de esto importaba a los señores
agentes del Gobierno de Estados Unidos, quienes confundieron
mi mediación con una obligación, sin valorar en lo absoluto mis
esfuerzos físicos y menos, que mi vida continuamente se encontraba
expuesta, porque viajaba totalmente sola.
Entre tanto, las Farc seguían insistiendo en el Intercambio Hu-
manitario, dejando entrever, la posibilidad de una prueba de vida
de los secuestrados. Aunque Reyes había conocido la situación de
Simón Trinidad en los Estados Unidos, de manera inexplicable
ignoró nuestros informes y envío nuevamente hasta Washington a
su abogado defensor, Oscar Emilio Silva Duque, a fin de constatar
si mis informes eran ciertos. Al arribar a Washington el jurista
colombiano, se encontró con la sorpresa que antes de cualquier
trámite, tenía que acudir en primera instancia al FBI y CIA. Esta
posición del Gobierno norteamericano, enardeció los ánimos de
Reyes, quien me escribió una misiva asegurando que en los gringos
no se podía confiar.
Por su parte, los agentes del gobierno presionados por Washington,
intentaban idealizar todas las formas posibles para lograr establecer
una prueba de vida de los tres agentes secuestrados. Habían visitado
en la cárcel de Cómbita Boyacá, a Rodrigo Granda a fin de propon-
erle interceder ante el secretariado de las Farc para la liberación de
los secuestrados, pero en ese entonces, el comandante guerrillero
negó su colaboración puesto que no tenía ninguna autorización
para hacerlo.
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OLGA CECILIA VEGA C.

Por el hecho de no haber logrado obtener las pruebas de superviven-


cia de los secuestrados en ese viaje, como si esto fuese tan sencillo
con la guerrilla, los agentes norteamericanos estaban tergiversando
mi papel de periodista en la mediación de una ayuda humanitaria,
con una obligación para con el Gobierno de los Estados Unidos.
El compromiso que ellos, si tenían con Washington sumada la fuerte
presión del gobierno sobre sus trabajos, les hacia olvidar nuestros
servicios de simples mediadores. Mi participación la habían con-
vertido en un correo humano sin sueldo ni comisión, logrando hacer
lo que ellos no habían podido… Llegar hasta las Farc empezar un
acercamiento entre las partes y establecer que los norteamericanos
secuestrados se encontraban vivos y en buenas condiciones pese a
las inclemencias de la selva.
Como decimos castizamente los colombianos, “Me metieron al
baile sin preguntar si quería y si sabía bailar” Lo único cierto es
que ya estaba adentro, sin ningún tipo de beneficio personal.
Al regresar a la ciudad de Florencia con el objetivo de reiniciar
mis labores, mi vida se estaba convertida en un completo caos. Al
hotel Plaza, lugar donde me hospedaba mientras intentaba cumplir
con mis funciones en el Instituto Departamental de Salud, llegaron
personas desconocidas indagando por mis movimientos.
De otro lado, los recepcionistas del hotel, recibían decenas de
llamadas telefónicas de gente desconocida, quienes preguntaban a
que horas yo llegaba o salía. Así mismo, los señores taxistas que
prestaban sus servicios de transporte público para los huéspedes,
me advirtieron que hombres en motos, se acercaban a ellos, pre-
guntando cosas sobre mí. Según ellos, aludían que algunos de los
interesados en mi vida mostraban su identificación como miembros
de la Policía Judicial Dijin y otros, que se movilizaban en motos,
no se les conocía identidad alguna.
Desde el momento en que se publicó la entrevista de Raúl Reyes
en el diario Nuevo Herald de Miami, mi vida y mundo se vio to-

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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

talmente perseguido por los organismos de inteligencia y ahora, lo


notaba con más ahínco.
Pero esa situación, no lo era todo. Hombres con corte de cabello
militar, portando maletines de cuero, arribaron a mi sitio de trabajo
a fin de constatar que yo fuese Olga Cecilia Vega; todo indicaba que
desde muy temprano, estaban vigilantes, desde una cafetería ubi-
cada frente a la entrada principal del Instituto. De otro lado, cuando
quise retomar mis labores cotidianas, el director del Instituto De-
partamental de Salud, Dr. Gabriel Orlando Correa me notifico la no
renovación de mi contrato de trabajo, puesto que mis obligaciones
laborales las había dejado abandonadas durante dos meses.
Aun así, continué trabajando en el Instituto a fin de terminar lo
pactado en mi contrato laboral y establecer la nueva campaña
publicitaria en salud, que había empezado en los primeros días de
noviembre del año inmediatamente anterior, momentos en que fui
contactada por los agentes norteamericanos a través de mi hermano
Baruch.
El 24 de enero de 2006, Raúl Reyes me remitió otro correo, donde
mostraba la clara disposición de las Farc con un acuerdo político
que permitiera la liberación de los rehenes con la mayor calma.
Ese mensaje al igual que otros, cuando no lo remitía como Raúl,
rubricaba con los seudónimos de Germán o Darío con el propósi-
to de evitarme problemas futuros, el correo fue enviado casi con
similar contenido y a dos correos electrónicos diferentes. Uno al
que sabíamos que estaba intervenido por los organismos de inteli-
gencia colombiana y otro, a uno de los nuevos correos.
Mis correos electrónicos privados que yo cruzaba con Raúl Re-
yes, con el aval del mismo comandante guerrillero, los remitía a
los oficiales norteamericanos a fin de evitar malos entendidos y
para obrar con total transparencia en la mediación, que solo me
interesaba la libertad de rehenes y una buena historia periodística
exclusiva que narrar.

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OLGA CECILIA VEGA C.

Reyes necesitaba confirmar como reaccionaban los federales


cuando yo le mostrara mi correo privado y cuando la inteligencia
colombiana le mostrara el mail enviado a mi correo intervenido.
De esta manera, tanto él, como yo, comprobamos hasta que punto,
los federales estaban trabajando con las organizaciones de inteli-
gencia de mi país pese a negarlo. Necesitaba establecer hasta que
punto ellos estaban utilizando mis servicios. Ahora solo bastaba
esperar la reacción de los federales cuando viera el contenido del
correo intervenido. Reyes siempre se dirigió a mí con el seudóni-
mo de “Juliana”.
Enero 24 de 2006 Apreciada Juliana: Te saludo con fuerte abrazo, ex-
tensivo a tu hijo y linda nieta. Desde aquí cruzo los dedos haciendo
fuerza porque consigas firmar tu nuevo contrato de trabajo.
Por lo visto el doctor Álvaro Leyva, mañana miércoles a las tres de la tarde
postula su nombre a la presidencia, comprometido con la firma del acuer-
do humanitario, la búsqueda de la paz y la Reconciliación Nacional entre
los colombianos, por lo visto es una candidatura de oposición a Uribe y por
lo tanto de futuro. Vale la pena hacerle juicioso seguimiento porque puede
ser la opción más seria en función de cambiar el destino de nuestra bella
patria, para nosotros es bien interesante tu acercamiento a él y su apoyo.
Juliana: entiendo perfectamente tu interés en adquirir las pruebas de
los tres señores. Agradezco la sinceridad con que me lo expones, pero
entienda también que en nuestro caso el interés es de carácter político,
nos proponemos conseguir la liberación de los nuestros, incluidos los
que ellos injustamente nos tienen allá y nosotros corresponderíamos
dejando libres a estos señores junto a los demás compatriotas mencio-
nados en el listado de los canjeables. Acuerdo que seguramente vamos
a firmar a finales de año con un gobierno distinto al actual. Informe a
Lorena que nuestra determinación siempre ha sido firme y con justa
causa, aun así creemos que es humano el saber el estado actual de
los tres, por eso consideramos que nuestro encuentro debe llevarse a
cabo con el mayor cuidado y discrecionalidad, finalmente yo estoy en
esta casa inmensa y verde pero no podemos exponer a alguien a quien
apreciamos y creemos puede ser de gran ayuda para nuestra organiza-
ción, debido a estas conclusiones, debemos andar con la mayor calma.
Las rutas a seguir las estamos organizando, para finalmente darlas a
conocer a través de este, no tenga confianza en nadie, lastimosamente
la rodea gente corrupta y sin escrúpulos que quieren enredar tu vida y
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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

de paso la nuestra. Es todo por ahora. Te mando otro gran abrazo de


aprecio y amistad, Germán.

Entre tanto, mi situación de seguridad, cada día se complicaba a tal


punto, que la gerente del Hotel Plaza de Florencia, señora Elizabeth
López Flores, fue abordada por un par de hombres quienes ingresa-
ron en el hospedaje indagando primeramente por mí.
Luego, la amenazaron y le advirtieron que daban un plazo no mayor
de 48 horas para que esa guerrillera, refiriéndose a mí, saliera del
hotel y abandonara la ciudad, o de lo contrario, el Hotel Plaza, sería
bombardeado y, de paso, atentarían contra su integridad física y la
de sus hijos.
Cuando Elizabeth me comentó lo ocurrido, enseguida me comu-
niqué por teléfono con Baruch y con los agentes norteamericanos
para ponerlos al tanto del inminente peligro en el que me encon-
traba. Joseph, oficial del FBI me escribió el siguiente correo elec-
trónico, expresando un alto grado de presión a mi colaboración
por su contenido. De esta manera, logré comprobar lo que Reyes
me anticipó: enojo, rabia y el trabajo conjunto con las autoridades
colombianas.
Su reacción demostraba que ya había leído el otro mail que Reyes
había enviado a mi correo intervenido por las autoridades colombi-
anas. El federal, daba a entender, que el favor que les estaba haci-
endo con mi mediación, en vez de favorecer las partes, beneficiaba
mi vida. La verdad, hasta el día de hoy, no supe en qué.
Todo el supuesto apoyo que ellos, me habían prometido y ofrecido
el primer día de reunión, jamás fue puesto en ejecución. Los feder-
ales pretendían que yo presionara a Reyes para las pruebas de vida.
De igual forma, negaba que estuvieran trabajando con los organ-
ismos de inteligencia colombiana. Señalaba a Reyes de mentiroso
porque él mismo me advirtió lo que yo comprobé y experimenté
ser vigilada y perseguida hasta último instante por los organismos
de inteligencia de mi país.

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OLGA CECILIA VEGA C.

Re: Hola
De: José gonzalez

Enviado: viernes, 27 de enero de 2006 09:37:50 a.m.

Para:

Olga,
Decimos las cosas claras. Obviamente los planes nuestros no han re-
sultado. Eso, a pesar del hecho que nosotros cumplimos en todo lo que
habíamos acordado, visa, viaje, acceso a la audiencia, equipo, viáticos,
impedir el acceso de otros a su prima en el norte, etc.
La parte que le correspondía a Ud, y esto fue clarísimo desde el co-
mienzo, era el manejo de estas personas. Aunque en algún momento
me escribe y me dice que Ud. tiene todos los miembros de la empresa
convencidos, parece que esto no fue cierto y esta muy claro que la in-
fluencia que Ud. decía tener con estos señores no era de tanto peso.
Ni siquiera esta claro aun si se han entregado las cartas de mis primos
o no. Supongo que no. Realmente lo único que hemos sacado de
esta aventura hasta ahora es lo que nos mostró en el televisor. Bien,
si no se puede más, no se puede más. Definitivamente ahora estamos
considerando una situación de largo plazo y no de corto plazo como
habíamos esperado.
Los problemas que Ud. está experimentando ahora no tienen nada que
ver con nosotros (me sorprende que Ud. en uno de sus correos quiso
creer la información del mentiroso barbudo que le había informado que
éramos nosotros acechándola) lo que es mas, esta constante molestia
nos ha dejado igual de perjudicados.
Le vuelvo a decir lo mismo. Con resultados como la prueba tan desea-
da hay un mundo de posibilidades. Sin embargo, hasta que tengamos
algo concreto nuestras posibilidades de colaborarla mas son pocas. Es-
críbame sus comentarios,

José

Ahora los agentes extranjeros, se mostraban evasivos, asegurando


que no podían hacer absolutamente nada por mi seguridad. Esta
situación me confirmó que no podía confiar en ellos y que estaba
siendo utilizada como la idiota útil del paseo. Me informaron que
se trataba de una “operación secreta” y por lo tanto, no podían
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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

comentar mi trabajo de mediadora a nadie y menos, podían hacer


algo por mi seguridad; hasta tanto, yo consiguiera las pruebas de
vida de los tres norteamericanos secuestrados.
Este nuevo correo electrónico, lo envío el oficial Joseph del FBI.
Re: Hola Josè‫‏‬
De: José gonzalez
Enviado: domingo, 29 de enero de 2006 09:57:01 p.m.

Para:

Olga,
Entiendo de sobremanera sus preocupaciones. Si su vida corre peligro
hay que tomar las medidas necesarias.
Si en algún momento en el futuro nos podemos colaborar mutuamente,
Ud. siempre tiene la puerta abierta. Mucha suerte y un abrazo,

José

Baruch, quien se encontraba bastante preocupado, no logró ha-


cer absolutamente nada por mi beneficio personal y menos para
salvaguardar mi vida; expresaba la misma versión de los agentes
estadounidenses. Consideré importante avisarle a Raúl Reyes, la
persecución que me estaban realizando los organismos de inteli-
gencia y de paso, informar que de continuar enfrentando esa situa-
ción, posiblemente no podía continuar con mi mediación.
Antes de nuestra última entrevista, Reyes me había escrito varios
correos a la dirección virtual intervenida, dando a entender que la
mediación se acababa y de esta manera, deseaba evitarme la per-
secución de los organismos de Estado. De otro lado, en el nuevo
correo, me advirtió la situación de seguimiento que me estaban
haciendo los organismos de inteligencia; por ese motivo, cambió
la ruta de encuentro en más de una oportunidad.
Escribí el siguiente correo electrónico a mi hermano, informando
la posición de sus “amigos” y en la situación que enfrentaba por
hacer el favor humanitario.
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OLGA CECILIA VEGA C.

Date: Sun, Jan 29, 2006 at 2:00 PM


Baruquito espero me entiendas lo que paso a comentarte.
Mi vida en los últimos días se ha convertido en un completo caos. Tuve
que acudir a Naciones Unidas y Derechos Humanos para mi protección
como consecuencia de la persecución y amenaza de muerte de la que
actualmente soy objeto por parte de los organismos del Estado y de
los Paras que están atentos a cada uno de mis movimientos acá en el
Caquetá.
Este punto se lo expliqué a Joseph, preguntando a su vez que tanta
protección ellos podrían brindarme para mis desplazamientos.
Acontece que tus amigos en especial Joseph ha dejado entrever, que
solo pueden ayudar una vez obtenga las pruebas. La actitud de él ha
sido bastante displicente y más aún muy fuerte en su genio porque a la
fecha yo no he obtenido las pruebas.
He sido bien clara con ellos y he obrado con mucha honestidad, a tal
punto que les he remitido mis correos personales que Reyes me envía,
para que ellos mismos analicen y vean que si las cosas están demora-
das no ha sido por negligencia propia. Hoy en día no tengo más empleo
debido a mis viajes, el cual tuve que abandonar casi dos meses. Sin co-
brar un peso al Gobierno Americano y sin que esto, a ellos les importe.
A sabiendas que de el mismo sobreviven mis hijos, nieta y yo. Aún así,
en ningún momento yo les he hablado de dinero ni de nada a cambio
para mi vida personal y futura.
Tampoco entienden el riesgo que corre mi vida en cada desplazamiento
cuando he tenido que reunirme con Reyes tanto física, psicológica y
más en materia de seguridad. Aun así, la actitud displicente de Joseph
es de interés solo en las pruebas. Ellos al parecer no entienden que es
negociar con la guerrilla, yo no puedo presionar a Reyes ni al resto de
su gente para que me las entreguen cuando yo diga. Entiendo el afán,
acelere y presión que tienen tus amigos, pero eso no les da el derecho
en especial a Joseph para que llame groseramente luego de recibir un
correo en el que iba uno de Reyes y luego me tilde de mentirosa. Mas
que duden de los pasos poco o mucho he dado por ellos sin exigir y
mucho menos recibir ningún tipo de retribución personal.
Lo único que he obtenido para el beneficio propio fueron trescientos
300 dólares que me regalo JAMES en Washington. La videocámara, la
cámara fotográfica, el morral y una linterna que ellos me compraron en
los Estados Unidos y eso porque ellos mismos se ofrecieron comprar.
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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

Yo no quise aceptar nada personal en lo absoluto para mí, porque ellos


no son ni mis maridos y menos tienen obligación conmigo.
Ahora el dinero que JAMES me entregó para viajar donde Raúl, fue lo
equivalente solo a mi desplazamiento y ni un peso mas, esto es algo
que ellos no entienden que yo por querer colaborar ahora estoy siendo
crucificada y peor aun objeto de un sinnúmero de dudas por parte de
tus amigos que no han entendido que quise colaborar porque me nació,
mas no por que tenga la obligación con ellos a costa de exponer mi
propia vida mas que en otros tiempos.
Desde el preciso instante de haber llegado del norte la persecución a mi
vida personal se ha incrementado como no imaginaba, por ese motivo
en los próximos dos días me sacan de Colombia no se para donde. Yo
aspiraba que tu me regalaras una simple llamada pero veo que tu vida
también esta un poco complicada. Dios te bendiga OLGA.

Desesperadamente me comuniqué con los miembros de la Fun-


dación para la Libertad de Prensa (Flip). Encargada de hacer res-
petar los derechos de los periodistas en Colombia. Mostrando su
total solidaridad y respaldo Carlos Cortes, presidente de la Aso-
ciación y Rafael representante de la misma, indagaron sobre los
hechos que yo denunciaba y reportaron mi caso a la sección de
Derechos Humanos del Ministerio del Interior, a las autoridades
colombianas y los Organismos de Derechos Humanos como al
Comité Internacional de la Cruz Roja con sede en la ciudad de
Florencia.
Una representante de la Cruz Roja, por cierto de nacionalidad
brasilera se desplazó hasta las instalaciones del Hotel y luego de
constatar mi situación de alto riesgo, envió un auto particular con
personal de confianza para que hicieran las veces de acompañan-
tes mientras abandonaba la ciudad.
Personalmente experimentaba un sentimiento de temor hasta el
punto de no confiar prácticamente en nadie. En este proyecto, me
habían dejado sola. Estaba siendo perseguida no solo por unidades
paramilitares, sino por los organismos de inteligencia de mi pro-
pio estado como si fuera una delincuente.

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OLGA CECILIA VEGA C.

Jorge Quintero corresponsal del diario El Tiempo y relator de no-


tas de medios escritos regionales en el Caquetá, con una aparente
solidaridad estaba muy atento a cada uno de mis movimientos a tal
punto que me solicito una entrevista exclusiva la cual haría publi-
ca en caso que algo me sucediera; lo mismo hizo con mi hermano
Baruch a quien llamó desde el hotel a los Estados Unidos con el
pretexto de realizar otro informe periodístico para sustentar mis
declaraciones.
Luego de la entrevista, el periodista solicitó le enseñara mis do-
cumentos de identificación como pasaporte, cedula de ciudadanía
y hasta los tiquetes aéreos que había utilizado en mis viajes a los
Estados Unidos y que guardaba con mucho recelo para mi archi-
vo informativo. Extrañamente, empezó a tomar fotografías de cada
uno de los documentos e indagar hasta por el nombre de mis padres
asegurando que de esta manera, apoyaría el informe periodístico.
Sin imaginar estaba confiando en la persona equivocada, quien
luego de realizar el reportaje lo entregó a los organismos de inte-
ligencia colombiana junto con las fotografías de mis documentos
y nunca publicó la supuesta entrevista en el diario el Tiempo pese
a conocer el altísimo grado de peligro que enfrentaba mi vida en
Colombia. Conclusión, el señor Jorge Quintero estaba realizando
acciones de inteligencia tras su investidura de reportero regional.
Entre tanto, el personal de la Flip gestionó ante la oficina de De-
rechos Humanos del Ministerio del Interior, la forma de hacerme
llegar los tiquetes aéreos para alejarme rápidamente de esa ciudad,
puesto que estaba amenazada por los paramilitares quienes dieron
un ultimátum de 48 horas para abandonar el hotel y la ciudad o de
lo contrario sería asesinada.
De otro lado, los agentes del Gobierno de Estados Unidos, quienes
suponían hacerme creer, que ellos no tenían nada que ver con el
trabajo de inteligencia de los organismos colombianos, me escri-
bían continuamente desde los Estados Unidos, mientras el oficial
de la CIA continuaba en la Embajada norteamericana en Bogotá.
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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

Re: JOSEPH‫‏‬
De: José gonzalez
Enviado: martes, 31 de enero de 2006 09:16:45 a.m.

Para:
Olga,
Espero que encuentre el apoyo que necesita en Bogotá. Seguiremos
en lo nuestro y veremos, una vez que se calman las cosas, si podemos
salir adelante con nuestro proyecto. Mucha suerte y un fuerte abrazo,

José

La noche del 31 de enero de 2006, antes de partir de Florencia,


puesto que ya se había vencido el plazo fijado por los parami-
litares, a Elizabeth, la gerente del hotel, le informaron que dos
hombres se habían hospedado en horas de la tarde y que por cier-
to, habían preguntado a una camarera, el número de la habitación
donde yo me hospedada.
Esta situación alertó a Elizabeth y me propuso, dormir en otra
habitación, dejando ese cuarto, completamente vacío, sin mi equi-
paje y con la luz prendida, a fin de evadir cualquier incidente de
riesgo antes de mi partida. Cómo si hubiese presagiado lo que ocu-
rriría, durante la noche, la puerta de esa habitación fue violentada
y por fortuna ya no me encontraba en el sitio. Todo indicaba que
los nuevos huéspedes, habían ingresado al hotel, para asesinarme
esa noche.
El 1 de febrero de 2006, salí del hotel en compañía de un comisio-
nado del Comité Internacional de la Cruz Roja. Viajé en el primer
vuelo de la empresa Aires con destino a la ciudad de Bogotá, por-
tando gran cantidad de equipaje. Ese día, fue la última vez que vi a
Elizabeth a quien le estaré infinitamente agradecida por su solida-
ridad humana y apoyo para conmigo, mejor que una hermana.
En Bogotá, el personal de la Flip estaba atento a mi llegada, pero
algo muy extraño ocurrió en el aeropuerto El Dorado. Instantes

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OLGA CECILIA VEGA C.

en que descendí del avión y me dirigía como todos los pasajeros


a reclamar el equipaje, un grueso número de uniformados de la
Policía, nos rodearon y nos ordenaron a todos los pasajeros de ese
vuelo, ingresar a los baños para una completa requisa. Este hecho
inusual, me alertó muchísimo y más, cuando escuché en la radio
de comunicaciones de una mujer policía que alguien hablaba…
“Cómo hacemos para detenerla si no tiene ninguna orden de cap-
tura y no sabemos como hacer”
Entre los pasajeros solo viajábamos tres mujeres, a quienes nos
hicieron retirar la ropa; todas nos encontrábamos consternadas y
muy irritadas porque preguntamos que estaba ocurriendo, pero las
policías no nos decían nada. En el fondo, intuía que este bochor-
noso hecho, tenía que ver con mi vida, pero no tenían forma de
inculparme de algo, para luego capturarme. Una hora más tarde
nos informaron que podíamos retirarnos y recoger nuestros equi-
pajes.
Enseguida contraté un carro de servicio público y me desplacé
hasta el apartamento de mi hermano Carlos, quien no tenía idea de
mi llegada. Una camioneta marca Chevrolet doble cabina, color
verde oliva y con vidrios polarizados me seguía desde que tomé el
taxi de servicio público en el aeropuerto El Dorado.
Este es uno de los tantos reportes que hablaron sobre mi caso y
situación reportados igualmente por Internet:
Amenazada de muerte y forzada al exilio una corresponsal de New
Herald
Reporteros sin Fronteras ha recibido con tristeza e indignación la noticia de
que Olga Cecilia Vega, corresponsal del diario norteamericano The New
Herald, se ha visto obligada a abandonar la región de Florencia (Sur), don-
de trabajaba. La periodista venía siendo blanco de repetidas amenazas
desde que, en octubre de 2005, efectuó una entrevista a uno de los jefes
de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc).
“La situación de Olga Cecilia Vega podría ilustrar, por sí sola, el proceso
de extinción de la prensa colombiana en la zonas de conflicto. Ahora
los periodistas tienen que elegir entre la huída y la muerte. Olga Cecilia
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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

Vega ya se ha visto obligada a exiliarse. Es la segunda periodista que ha


tenido que abandonar la región, desde el comienzo del año 2006. Ocho
de sus colegas se vieron en una situación parecida en 2005. ¿Cuándo
se parará la hemorragia? Pedimos a las autoridades colombianas que
aclaren completamente este asunto, que podría implicar a algunos fun-
cionarios del Estado”, ha declarado Reporteros sin Fronteras.
Corresponsal de The New Herald en Florencia, en plena zona de gue-
rra, Olga Cecilia Vega entrevistó en el mes de octubre a Raúl Reyes,
considerado como el número dos de las Farc. Según la Fundación para
Libertad de Prensa (FLIP), el 28 de enero se presentaron en el hotel
en que residía la periodista dos desconocidos, quienes advirtieron al
gerente: “Dile a esa guerrillera que tiene cuarenta y ocho horas para
marcharse de Florencia”. En los días anteriores y siguientes, Olga Ceci-
lia Vega recibió llamadas anónimas en las que le ordenaban marcharse,
o en caso contrario dinamitarían su hotel.
La periodista atribuyó las amenazas a algunos agentes de la seguridad
del Estado que la habrían seguido tras la entrevista de Raúl Reyes, y
habrían hecho correr el rumor de que era su amante. Justo antes de
marcharse de Florencia, el 1 de febrero de 2006, Olga Cecilia Vega re-
cibió en su oficina la visita de dos hombres, quienes le confirmaron que
la habían seguido y habían obtenido informaciones sobre ella.

Mi vida, ahora no era vida, se había convertido en escudo humano,


separada forzosamente de mi familia para no exponer su integridad
física. Todo lo había perdido: mi paz, mi privacidad, mi libertad por-
que no podía transitar tranquilamente por ningún sito tras el temor
de ser asesinada. También, había perdido mi empleo y peor aun,
estaba completamente vigilada por los organismos de inteligencia
colombiana y por los agentes de la CIA y FBI quienes intentaban
presionarme para obtener las pruebas de vida de los secuestrados.
Joseph Deters escribió el siguiente mail.
Re: JOSEPH‫‏‬
De: José González

Enviado: miércoles, 01 de febrero de 2006 03:10:36 p.m.

Para:

Olga,
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OLGA CECILIA VEGA C.

Espero que tenga mucha suerte con sus proyectos en Bogotá.


Le pregunto si quiere verse con James que actualmente se encuentra
en Bogota? Nos damos cuenta que por el plazo corto nuestros planes
han cambiado pero no descartamos otro acercamiento en el futuro. Ud
me dirá. Le hablo hoy por la tarde también.
Un abrazo,

José.

A fin de salvaguardar mi vida, me sentía obligada a desplazarme


frecuentemente a diferentes sitios del país; un día me encontraba
en un lugar, tres y cuatro días en otro. Entre tanto, los agentes nor-
teamericanos, insistían en las pruebas de vida y la liberación de su
gente; mientras la guerrilla, ahora se encontraban en una tónica de
no entregar pruebas, hasta tanto pasara un tiempo prudencial. Ante
esa situación, yo no podía hacer absolutamente nada.
Mis ahorros se estaban agotando y lo peor de todo, no podía tra-
bajar porque mantenía escondida y no contaba con el apoyo de
absolutamente nadie, ni siquiera mi propia familia se condolía de
la situación que estaba atravesando a raíz de haber asistido, ese 9
de noviembre de 2005, a la cita que mi hermano Baruch me pro-
gramó con sus amigos.
El oficial Joseph del FBI escribió un nuevo mensaje a mi correo
electrónico, ratificando la posición de ellos, pese a mi sincera co-
laboración humanitaria, sin pretender las grandes ofertas econó-
micas que ofrecía el Gobierno de Bush.
Re: JOSEPH‫‏‬
De: José González
Enviado: jueves, 23 de febrero de 2006 05:51:24 p.m.

Para:
Olga,
Le repito que todo cambia con las pruebas. Yo se que no le interesa
plata. Bien, pero su situación actual de seguridad también pudiera ser
mejorado mucho si Ud puede producir las pruebas.
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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

Si su situación no le permite esto y ya no quiere seguir con el pro-


yecto noble que comenzamos, le entiendo perfectamente.
De todas formas gracias por todo,
Un abrazo,
José

Por su parte, Raúl Reyes seguía considerando nuestra mediación


con Baruch de gran significancia para un eventual Intercambio
Humanitario, algunos de sus correos que enviaba, mostraba la po-
sibilidad de una prueba de vida de los rehenes.
Personalmente sentía temor y mucha desconfianza, porque com-
probé, desde mi último encuentro con Reyes, que mi trabajo de
periodista mediadora en este proceso humanitario estaba siendo
truncado por los agentes de inteligencia quienes pretendían, a tra-
vés de mis pasos, llegar a los campamentos de Raúl Reyes.
Cuando noté esta situación preferí evitar un nuevo encuentro con
el Comandante guerrillero, no sería utilizada como escudo huma-
no para entregar la cabeza de ninguna persona con el sofisma del
secuestro y menos originar derramamientos de sangre. No me po-
día prestar para esas actividades exponer la vida de mi familia.
Mi actitud imparcial y profesional en mi trabajo tenía con los pe-
los parados a los agentes norteamericanos quienes pensaron, como
decimos los colombianos “matar dos pájaros de un solo tiro”, con-
virtiendo mi participación, en carnada humana y esto no lo permi-
tiría por mis propias convicciones y respeto a la vida.
Motivo por el cual me vi obligada a denunciar toda la persecución
en mi contra, ante la Fiscalía General de la Nación en Colombia.
Ante la Procuraduría General de la Nación. Ante la Defensoría
del Pueblo y ante las asociaciones internacionales de Derechos
Humanos.
Toda mi asistencia humanitaria estaba siendo llevada a otros fines,
de los cuales no sería partícipe y mucho menos, llenar mis bolsi-
llos de dinero, a cambio de vidas humanas. Mi participación tenía
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OLGA CECILIA VEGA C.

un simple objetivo, lograr por la vía del diálogo, la liberación de


aquellas personas que estaban muriendo en la selva en manos de
las Farc.
Mi colaboración en este proceso fue tergiversada por las partes
negociadoras: por un lado, los agentes norteamericanos, en una
comunicación con Joseph del FBI quien mostrándose indignado
por no haber logrado obtener las pruebas de vida de los rehenes,
me preguntó de manera irónica… ¿Olga nosotros no sabemos us-
ted para quien trabaja si para esa gente o para nosotros? Cuando
escuché sus palabras, quedé estupefacta porque creí haber sido
clara con ellos desde un inicio, esclareciendo mi participación de
periodista mediadora con mi hermano Baruch, para la liberación
de rehenes sin recibir nada a cambio y no involucrándome con las
partes de la negociación.
En más de una oportunidad, demostré mi voluntad y gran solida-
ridad en querer ayudar en esta noble causa por la vía del diálogo,
para conseguir las pruebas de vida e incluso, intentar conseguir
no solo la liberación de los tres norteamericanos, sino también de
los secuestrados del Huila y de la ex candidata presidencial Ingrid
Betancourt.
Pero todo indicaba, que personas con muchísimo poder dentro y
fuera del territorio colombiano estaban interesadas en obstaculi-
zar la participación de mi hermano Baruch, evitando todo acerca-
miento con las Farc. De otro lado, alguien inescrupuloso y con el
deseo de interrumpir la confianza que Reyes había depositado en
mí, deseaba convertirme en blanco y objetivo militar nuevamente
de las Farc, porque ya había sido su rehén en 2001, cuando fui
secuestrada por orden del mismo Raúl Reyes, quien luego decidió
salvar mi vida.
Sorprendentemente, recibí dos correos de Raúl Reyes, uno a la
nueva dirección virtual y otro, al correo intervenido, de nuevo ha-
cia doble juego en su informe, daba a entender, toda una campaña
de desinformación en mi contra, situación que alteraba aun más
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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

mi estabilidad de vida y nerviosismo, como si fuera poco el que


estaba enfrentando.
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El mensaje contiene archivos adjuntos


Marzo, 25 de 2006
Estimada Juliana: La saludo con un abrazo.
Me desconcierta e indigna tu aptitud dañina de utilizar y exponer mi or-
ganización para conseguir dineros para tu lucro personal. Nosotros que
confiamos en ti y pensamos que verdaderamente actuabas con hones-
tidad. Las Farc con nadie procedemos así, la nuestra es una organiza
ión Revolucionaria en lucha por todo el pueblo.
Como pensabas conseguir las pruebas ofrecidas de los gringos con tus
patrañas, no te importaba exponer la vida de cientos de combatientes y
el mío propio, así como el costo político y el desprestigio queda a cargo
de las Farc, fuera de que tu familia igualmente dirá que yo, te engañé
y dejé en problemas con el monstruo del norte. Mientas tú hacías inte-
ligencia a cada uno de los integrantes para llenar tus bolsas con unos
dólares producto del bajo chantaje, espionaje e infiltración en las Farc.
Ahora con todo derecho me pregunto en cuantos líos más nos tendrás
embarcados? Más temprano que tarde lo sabremos y habrá la ocasión
de aclararlo, investigarlo y cobrarlo.
Es todo. Raúl
Desconcertada y muy preocupada con las dos comunicaciones de
Reyes, mi sistema nervioso se alteró hasta el punto de enfermar, no
podía concebir tanta crueldad y maldad de la gente. Mi vida la habían
convertido en un escenario de horror y lo peor de todo, nadie movía
un solo dedo por mi bienestar. Solo eran falsas promesas, palabras de
consuelo, pero mi realidad era de completa tensión y presión de todo
mundo. En seguida llamé a mi hermano Baruch y le expliqué lo concer-
niente al correo de Reyes. De igual forma, me comuniqué con Joseph
del FBI para que me ayudara, porque ahora sí consideraba que mis
días estaban contados. Este e-mail, de nuevo, me convertía en objetivo
militar de las Farc solo por intentar hacer un bien a la humanidad.
Por su parte, Baruch escribió un correo a Raúl Reyes, aclarando
absolutamente toda la situación con respecto a mi participación en
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OLGA CECILIA VEGA C.

esta mediación, a fin de evitar se cometiera otra injusticia contra


mi integridad física.
New York, 26 de Marzo de 2006
Señores,
Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc)
Atención
Señor Raúl Reyes
Referencia: Omaira Rojas Cabrera “Sonia” y
Juvenal Ovidio Ricardo Palmera Pineda “Simón Trinidad”
Norteamericanos: Marc Goncalves,
Keith Stansell y Thomas Howes
Muy respetado Señor Reyes,
Reciba mi cordial saludo, agradeciendo altamente la atención dispensa-
da a mi carta y su amable respuesta del día 20 del presente mes al igual
agradeciendo la deferencia y aprecio demostrada de su parte hacia mi
hermana.
Como usted muy bien conoce por su gran experiencia en la lucha polí-
tica, muchas organizaciones y sistemas legales tanto Norteamericanos
como Colombianos se mueven bajo la estructura de unos engranajes
políticos inmensamente complejos y de por si inmensamente frágiles
debido a la envidia, celos e intereses personales de quienes no per-
miten se hagan cosas sin su aprobación o incidencia personal o sim-
plemente que por conveniencia, su ego no les permite dar soluciones
favorables a todos, si sus nombres no aparecen liderando algo lo cual
va a tener una trascendencia mundial sin precedentes, como es el caso
particular de nuestro objetivo común.
En la antesala de su viaje y siguiendo instrucciones emitidas por usted,
para colectar las tan esperadas pruebas de supervivencia de los tres
Norteamericanos detenidos por su organización, mi hermana me ha co-
municado de estar a la expectativa en la confirmación de los posibles
lugares a donde ella será desplazada y la forma como esta se tendrá
que efectuar con el objeto de lograr el mayor hermetismo y tener una
privacidad total para evitar cualquier tipo de seguimiento que puedan
entorpecer en lo mas mínimo nuestro objetivo.
Con gran respeto pero muy enfáticamente, permítame hacer una serie
de aclaraciones que quizás puedan disipar algunas dudas que posible-
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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

mente existan acerca de la manera como se está llevando a cabo el


proceso y objetivo para obtener del Gobierno de los Estados Unidos el
logro a una solución para los miembros de su organización actualmente
extraditados. Como es de conocimiento público y debido a las muchas
denuncias que he venido haciendo por todos los medios de comunica-
ción tanto en Colombia como en el exterior referente al alto grado de
corrupción existente tanto en la élite de la policía como del gobierno de
nuestro país, esto me imposibilita volver a Colombia, razón por la cual
he solicitado personalmente a mi hermana directamente reunirse con
los miembros del gobierno Norteamericanos tanto del FBI como de la
CIA los cuales se encuentran a cargo del caso de los Norteamericanos
detenidos por las Farc.
Estas reuniones bajo ninguna circunstancia han sido de un carácter
político/legal de inteligencia o para proveer ningún tipo de información
acerca de su organización. Estas reuniones han sido estrictamente
para constatar y asegurarse de que si se tiene un acceso directo al
comando general de las Farc para emitir esta serie de comunicaciones
directas para llevar a cabo y lograr el objetivo común del cual nos pro-
ponemos. Si fuese con otro fin o un objetivo diferente, dichas reuniones
y forma de operación se efectuarían en un país diferente a Colombia y
su carácter sería totalmente distinto y financiado por el gobierno de los
Estados Unidos.
Si en un inicio yo me atreví a través de mi mensaje de audio de solicitar
$50,000 dólares por mis servicios profesionales para mi intervención y
mediación con los miembros de su organización en referencia, era por
que yo consideraba que esa era una cifra justa por mis servicios. Pero
cuando yo solicité de su ayuda para la obtención de las pruebas de su-
pervivencia y posible devolución de uno o los tres Norteamericanos, bajo
ninguna circunstancia mencioné ningún dinero sino por el contrario, me
ofrecí voluntario a trabajar en lo que fuese posible para lograr este objeti-
vo sin ningún ánimo de lucro o beneficio personal y además ayudando a
sufragar los gastos necesarios para lograr nuestro objetivo.
No existe por lo tanto ningún lucro personal ni de mi hermana ni mío.
Ella no está devengando ni un céntimo de este proceso y en este mo-
mento se encuentra totalmente desamparada y como usted bien co-
noce, con un gran número de enemigos a nivel de posiblemente los
mismos miembros corruptos de la policía Colombiana, que han hecho
mi persecución y de los grupos paramilitares y desafortunadamente sin
que el gobierno Norteamericano pueda hacer nada o ayudar, pues ella
no es nada ni parte de este sistema para recibir esa ayuda. Todo esto
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OLGA CECILIA VEGA C.

por tratar de una forma transparente y honesta en algo que yo le solicité


me ayudara pues tanto ella como yo coincidimos que era lo mínimo que
podíamos hacer para el beneficio de estas dos naciones.
Es cierto ella recibió una pequeña ayuda a través mío por parte del
FBI para sufragar los gastos en su venida relámpago que ella hizo a
Washington para constatar las condiciones y el estado en que se en-
contraba Simón Trinidad, pero eso fue todo. Su condición económica es
deplorable debido a que por estas razones de persecución política de
que ella es objetivo, se le ha imposibilitado volver a trabajar y ni siquiera
ha podido salir a un país neutral pues no tiene un respaldo económico
que le permita pagar para su propia seguridad.
Actualmente, estamos atentos al pronunciamiento que ustedes realicen
sobre el estado actual de los tres Norteamericanos a través de las prue-
bas de supervivencia, lo cual seria no solo un impacto Internacional,
sino un gesto humanitario. Como usted bien sabe, con el logro de estas
pruebas y si se llegara a un resultado positivo, el gobierno de los esta-
dos Unidos posiblemente otorgue algún tipo de recompensa o provea
algún incentivo por el éxito logrado o simplemente se limiten a cubrir
escasamente los gastos sufragados durante el transcurso de este caso
lo cual hasta el momento han sido y seguirán corriendo por mi cuenta.
Hasta el día de hoy no se ha hablado de ningún tipo de compensación
de ninguna índole ni de la devolución de dineros invertidos para finan-
ciar los gastos necesarios requeridos para este proceso.
A fin de evitarle a mi hermana cualquier inconveniente de carácter in-
vestigativo por parte de alguna agencia de inteligencia o que se vea
involucrada en problemas de nivel sociopolítico, personalmente como
lo menciono anteriormente sufragaré los gastos que ocasionen sus des-
plazamientos hacia los lugares que ustedes indiquen a fin de recibir
las pruebas de supervivencia. Como aun no se tiene plena seguridad
sobre el tiempo aproximado y posibles lugares a donde ella tendría que
desplazarse para reunirse con ustedes, no se le ha enviado un centavo
hasta tanto no le confirmen y ella me provea con exactitud de cuanto
seria la inversión.
Si es de su conveniencia le agradecería a usted y los miembros de su
organización en la apertura de un correo electrónico destinado estric-
tamente para este objetivo, a lo cual yo también de mi parte haría lo
propio.
Agradeciendo altamente la atención dispensada estaré a la espera de
su pronta respuesta.
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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

Muy respetuosamente,
Baruch Vega
cc: Nelson Rodríguez-Varela, Abogado
FBI Miami

Entre tanto, los agentes del FBI continuaban con su fija posición,
para que yo lograra las pruebas de vida de los secuestrados, sin
importarles la situación que estaba enfrentando. Su actitud displi-
cente e inhumana mostraba el poco valor que le daban a mi inte-
gridad humana; aún así, no paraban en retomar el tema de como
podía lograr las pruebas de vida, como si esto fuese mi obligación
o un compromiso legal con el gobierno norteamericano.
Se olvidaron que por hacerles un favor, mi vida me la habían con-
vertido en un completo caos. La posición intransigente del los
agentes federales, se percibía a través de sus continuos mail.
Re: Joseph‫‏‬
De: José González

Enviado: jueves, 30 de marzo de 2006 10:11:14 a.m.

Para:
Olga,
Cuando tú me hablas el número tuyo sale como una llamada no identi-
ficada así que no siempre contesto.
He vuelto a leer la carta de Baruch y la verdad es que veo que el pro-
yecto se ha complicado muchísimo. Te digo que esta gente suelta una
prueba de vida cuando les da la gana y no antes.
Aunque parece que nadie de esa empresa le importa, te digo que la
cuestión jurídica para el extraditado que tú viste le está empeorando
cada día. Ve El Tiempo de hoy que por fin reportaron la verdad.
Por ahora estamos quietos porque no hay otra opción.
Joseph

Una vez Raúl Reyes, pudo establecer que se trataba de infamias


que se estaban tejiendo en mi contra, escribió el siguiente mail,
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OLGA CECILIA VEGA C.

uno iba dirigido a mi habitual dirección electrónica y otro a uno


de los correos que abrimos para el proceso de mediación huma-
nitaria. Cuando observé su contenido me tranquilizó nuevamente,
porque indicaba que las Farc habían esclarecido toda duda sobre
mi envolvimiento en este proceso.
Pero aun así, no me explicaba porque hacía doble envío de correos
con datos similares, puesto que solo sería para cosas que él consi-
deraba importantes, urgentes y de comprobar.
Marzo, 31 de 2006
Estimada Juliana: La saludo con el abrazo de siempre.
Alguien decía que a la gente hay que creerle, tú dices que no hizo lo
que me informaron habías hecho, yo te lo creo. Es cierto, los humanos
cometemos errores, pero tampoco son iguales por el hecho de ser erro-
res. Pero bueno, como tú no cometiste este garrafal error, no hay más
de que preocuparnos. Sólo quiero que el fatal incidente que nos ocupa
y que también nos hizo quemar adrenalina por cantidades, sirva para
pensar mejor antes de emprender cualquier procedimiento.
Mi falla es negarme a aceptar que personas inteligentes y de mi total con-
fianza en el momento menos esperado aparezcan creando y creándose
problemas ellas mismas o a la organización a la que dicen valoran tan-
to. Eso me enfada y te lo digo con franqueza. Prefiero utilizar tu común
adagio de ponerme colorado un rato y no quedarme pálido por el resto
de mi vida al callar ante las fallas y menos lo hago con gente que quiero,
aprecio y confío tanto como tu. Porque también creo tener la obligación
de ayudarles a evitar caer en el lodo de la sin salida permitiendo que la
enreden y endulcen el oído a cambio de unos cuantos dólares, que lo
único que le podría acarrear en un futuro seria solo problemas.
Bueno, pongo punto final a este tema. No hablo más de esto, reconozco
que eres una fuerte contrincante, quizá algo dominante, porque sabes
perfectamente como pisas en cada uno de tus pasos. En el curso de la
próxima semana espero responderle algo a la última carta de Lorena y
continuamos con el tema que tanto les interesa, es importante resaltar
que no queremos negociación con el norte, las pruebas solo serán un
acto humanitario solo eso.
Es todo por ahora. Otro abrazo con saludos a los chicos y a la linda nieta.

Raúl
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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

Estaba claro que las Farc no realizarían ningún tipo de negociación


con el Gobierno de los Estados Unidos si se lograban las pruebas,
como se había logrado una comunicación directa con la guerrilla y
ese gobierno a través de mi hermano, era porque nuestra interven-
ción humanitaria era valorada por el grupo insurgente.
Joseph el oficial del FBI quería comprobar la vigencia y los tér-
minos de la comunicación con Reyes. Para tal fin, acordamos el
seudónimo de Daniela. De esta manera, el Gobierno de Estados
Unidos conocía que si continuaba abierta la comunicación con el
líder guerrillero.
Entre tanto, desde nuestro correo privado, escribí a Reyes expli-
cando que los amigos de Baruch aseguraban que él, estaba min-
tiendo y no deseaba entregar pruebas de vida de los secuestrados.
Solicite el favor, que la mejor manera de demostrar la vigencia
de nuestras comunicaciones, era divulgando en la Revista Resis-
tencia Internacional, algo que fuera titulado con el seudónimo de
Daniela. Escribí un artículo y lo envíe a Reyes a través del correo
intervenido, de esta forma, la inteligencia colombiana le informa-
ría a Joseph y de paso él, al leer la nota, confirmaba que sí con-
tinuaba viva la comunicación y que el retraso de las pruebas no
dependía de mí.
Como victima de este flagelo, examino la tiranía y opresión que somos
victimas los comunicadores
24 de Abril de 2006
Periodismo Ley del silencio
Por: Daniela
El periodismo colombiano sigue sufriendo agresiones y amenazas de
diversa índole; el hecho de informar se ha convertido en casi una haza-
ña para los comunicadores sociales y periodistas del país.
La ley del silencio impuesta por un dictador burócrata en un estado
capitalista, sumada las atrocidades del ejército colombiano, convierte
a los comunicadores en mercaderes de la información o en simples
voceros del estado.

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OLGA CECILIA VEGA C.

Hoy la palabra perdió validez, la objetividad es arrasada y silenciada


con arma de poder intimidatorio, para aquel reportero que solo pretende
decir la verdad.
De acuerdo con reportes emitidos por derechos humanos y organismos
internacionales defensores de la prensa libre, más de 30 periodistas
han perdido la vida en la última década en cumplimiento de su labor
informativa y un número significativo se ve forzado al exilio luego de
investigar e informar los alcances de corrupción y caos politiquero que
se registra en Colombia.
La censura a la libertad de prensa y la estigmatización a sus fuentes, es
otra característica de agobio que afronta el periodista colombiano; de esta
manera es convertido en artículo desechable con fecha de caducidad.
Así es como inicia el imperio del silencio en los comunicadores; amena-
zas desempleo y hasta el aniquilamiento, resultado del no afianzamien-
to al sistema gobiernista actual, aliado con el paramilitarismo.
Estos hechos de intimidación ponen de manifiesto el deterioro de la li-
bertad de prensa en Colombia, donde no existen garantías ni seguridad
para el ejercicio.
Actualmente, la investigación es otro limitante para el comunicador, las
informaciones se eliminan antes de mostrarse a la luz pública y de esta
manera, es abstenida la noticia sobre la podredumbre del sector políti-
co, principal abusador a los derechos humanos.
Esta clara intimidación del aparato represivo que intenta coartar las li-
bertades, atenta la integridad física e intelectual del comunicador, que
se ve obligado a solicitar protección internacional tras el temor de ser
encarcelado o asesinado.
Indiscutiblemente la problemática es origen de este gobierno totalitario
que utiliza la censura como recurso represivo y de ahí la rigurosidad con
que se manejan los medios masivos de comunicación, generalizado
una de las formas más sutiles de la autocensura.
Esta clara y tajante expresión de un gobierno irracional, nace del no
reconocimiento a la importante labor que cumple el reportero y que des-
conoce que este, pertenece al género humano.
Como victima de este flagelo, examino la tiranía y opresión que so-
mos victimas los comunicadores sociales y periodistas colombianos y
rechazo de plano la deserción de nuestros comunicadores al exterior,
motivados por la acrecentada injusticia social.
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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

Personalmente, no sentía ánimos de continuar con el proyecto. Sa-


bía que en cualquier momento seria aniquilada o posiblemente in-
volucrada en un tema jurídico, me sentía utilizada, en peligro, mi
vida se había demolido totalmente y esto, no tenía razón de ser.
Por su parte, Raúl Reyes se comunicaba con sus esporádicos co-
rreos electrónicos, refiriéndose a nosotros, con el seudónimo que
acordamos. Dejaba entrever la inmensa posibilidad y su amplia
voluntad de entregar las pruebas de vida de los secuestrados, pero
con la intención que fueran divulgadas desde el exterior a través
de un reportaje que yo misma le había sugerido.

Hola querida Juliana,


te saludo con abrazo fraterno esperanzado en tus
éxitos profesionales. Conocedor de tus dotes e inclinaciones, considero
de especial importancia el reportaje, las noticias algunas veces favore-
ce divulgarlas afuera.
Esta visto que el interés particular de Uribe, es continuar manipulando
los medios en favor del narcoparamilitarismo y en el propio porque no
ha logrado cumplir con los objetivos que prometió al pueblo. Cada vez
se evidencia la ausencia de libertad periodística. Con este gobierno,
es mejor que apliques el viejo adagio popular, nadie es profeta en su
propia tierra.
De otra parte, considero necesario saber hace cuanto tienes comunica-
ción con el amigo, si te parece pertinente por esta, informa los motivos
concretos para la divulgación de imágenes.
Sin más comentarios por ahora. Te mando otro abrazo junto al saludo
de todos en casa extensivo a los hijos y nieta. Raúl.

Reyes era conciente que mi antiguo correo estaba intervenido por


la inteligencia no solo colombiana, sino de los Estados Unidos.
Siempre hablaba claro y directo sobre las pruebas, para que yo, re
transmitiera esta información a mi hermano Baruch.
Pese a que los agentes del gobierno norteamericano ejercían pre-
sión sobre mí, a través de las organizaciones de inteligencia co-

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OLGA CECILIA VEGA C.

lombiana, insinuaban que ahora, por mi propio bienestar debía


desplazarme hasta el campamento de Reyes, recibir las pruebas
de vida y una vez las tuviera en mis manos, ellos cambiarían mi
mundo económico y de estabilidad humana.
Cuando los federales me nombraban mil posibilidades nuevas y
de gran beneficio en los Estados Unidos para mí y mis hijos, sentía
temor y gran desconfianza, sabía que las entidades de inteligencia
norteamericana trabajan bajo un estricto manual, donde ofrecen
un completo paraíso pero, ¿quién sabe a cambio de qué? Definiti-
vamente no me prestaría para ningún juego humano.
Cuando se conocieron las declaraciones que hizo públicas la pe-
riodista Virginia Vallejo, Raúl Reyes me escribió dos correos elec-
trónicos. Como de costumbre hacía el juego de doble mail, escri-
bía uno al nuevo y otro al intervenido.
Julio, 25 de 2006
Apreciada Juliana, la saludo con inmenso abrazo extensivo a su fami-
lia. En notas anteriores le decía que no siempre dispongo de las con-
diciones requeridas para responderle con la prontitud de mis deseos.
Lo deploro, pero hace parte de los imponderables de mi oficio. Sepa
que estamos con buena salud y con el ánimo de siempre. Gracias por
escribir y preocuparse de saber de nosotros. Felicitaciones por las nue-
vas condiciones que le permiten recuperar parte de lo perdido por las
dificultades anteriores. Definitivamente es una mujer luchadora, persis-
tente y preparada para enfrentarse con decoro de las adversidades que
nos depara la vida.
Siga adelante, para atrás nada, allá asustan. Amigos míos, que sí ven
televisión me dicen que vieron en la pantalla al señor Vega avalando
las declaraciones de la periodista Virginia Vallejo referidas a la respon-
sabilidad de Santofimio en el magnicidio de Galán Sarmiento. Además
de esta verdad, lo que uno sabe es que en ese crimen como en tantos
otros Santofimio es sólo una parte de esa monstruosa máquina monta-
da por connotados dirigentes políticos liberales y conservadores entron-
cados con las mafias del narcotráfico pasando por Pablo Escobar, Ro-
dríguez Gacha, los Rodríguez, Mancusos, Castaños, varios generales
de Ejército y Policía, el mismo Uribe, Samper y sus compinches de
Ralito, entre muchos más responsables de la guerra, la pobreza, la
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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

miseria y el atraso de nuestro pueblo. Lo hicieron y lo siguen hacien-


do a nombre de la “democracia, la “institucionalidad”, de los más altos
valores de la “moral”, la “honestidad” y ante todo dicen ellos por prestar
un servicio “desinteresado” a la Patria. Nunca se había visto tanto ci-
nismo junto bendecido por el gobierno del señor Georges Bush. Des-
taco el valor del señor Vega, al decir algo de la verdad guardada en su
trayectoria de hombre vinculado al enigmático mundo donde conocen
escalofriantes testimonios de la crueldad, la corrupción y las injusticias
perpetuadas por la clase gobernante de nuestra bella Patria.
Se sabe por varias fuentes nuestras, que más de un encopetado inte-
grante de la Casta gobernante, estaba tembloroso de pensar que de
pronto el señor Vega se animara a dar a conocer más verdades del
pasado criminal y narcotraficante de muchos de ellos, incluido el mis-
mo tirano de la Casa de Nariño y sus secuaces. Como puede observar
cada vez existe una razón más para querer a nuestra bella Colombia
por quien estamos dispuestos a luchar hasta el último día de nuestra
existencia.
Saludos especiales a su hermana Lorena, a hijos y nieta, seguramente
está grande y cada vez más linda. Las mujeres desde pequeñas son
muy lindas y tiernas. Aquí en casa la recordamos con cariño y espera-
mos verla pronto con la oportunidad que se presente. Muchas saludes
le manda Gloria. Reciba otro abrazote,
Raúl

Estaba claro que el Gobierno de Bush, no abandonarían a sus com-


patriotas en las selvas colombianas. Para ello, ya había invirtiendo
millones de dólares que permitiera ese objetivo, realizando ingen-
tes esfuerzos con las fuerzas militares colombianas sin obtener un
resultado positivo. Esto, originaba mayor presión al Gobierno de
Uribe. Los agentes del FBI en Colombia, aprovechando nueva-
mente el arribo al país del periodista Jorge Enrique Botero, quien
había llegado de Venezuela luego de permanecer por algún tiempo
asilado en ese país, lo contactaron para que ayudara a mediar con
las Farc las pruebas de supervivencia de los tres norteamericanos
secuestrados.
Luego lo invitaron a Washington con todos los viáticos pagos
para que testificara en la audiencia publica de Simón Trinidad y
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OLGA CECILIA VEGA C.

retransmitiera la información a las Farc; lo único cierto es que el


reportero, quien también había logrado penetrar a los campamentos
guerrilleros con entrevistas exclusivas, testificó la verdad, solo la
verdad y nada más que la verdad: conocía a Simón Trinidad como
miembro de la Comisión Temática de las Farc durante el proceso
de diálogo.

“La intolerancia de la humanidad constriñe


y aniquila más que mil cadenas atadas al cuerpo”.

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CAPÍTULO XIV
UNA EXILIADA MÁS

“N adie es profeta en su propia tierra”, este viejo y popular ada-


gio, no es aplicable a cientos de colombianos exiliados de nuestra
patria, tras la angustia y el dolor que origina la violencia criminal
estatal y los grupos al margen de la ley. Cómo en mi caso, otra
desterrada y victima del sufrimiento originado por la persecución
del terrorismo de Estado ejecutado por policías, militares, parami-
litares y colaboradores civiles inescrupulosos.
Mi testimonio, obligo a exiliarme de Colombia dejando mis hijos,
familia y los bienes que había logrado conseguir con tanto esfuer-
zo; ahora, convivo con el drama del aislamiento y la soledad, su-
mado el miedo y la inseguridad que ha originado hasta hace poco,
amenazas contra mi vida.
Hoy he perdido mi propia identidad, la ausencia de vida social y
económica, tan solo dejan huellas de dolor imborrables. Mi dere-
cho a participar en una vida común activa como cualquier ciuda-
dano, es truncada por la desconfianza y el temor al encontrarme
en una tierra extraña donde no conozco prácticamente a nadie. Mi
opción de libertad, la perdí cuando quise ser la mejor periodis-
ta, convirtiéndome en el escudo humano de dos grandes fuegos
cruzados. USA y Farc a través de mi labor mediática que solicitó
mi propio hermano, quien nunca imaginó que esta colaboración,
acarrearía funestas consecuencias a mi vida. Mi participación se
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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

vio presionada y ultimada, como si de mi parte hubiese dependido


la libertad de tres rehenes norteamericanos que por fortuna hoy se
encuentran libres de las cadenas selváticas.
El reconocimiento público que tenia en mi país ya no existe, aho-
ra, simplemente soy una colombiana más, víctima del conflicto
sin parientes ni dolientes, separada de mis seres queridos. En Co-
lombia, luego de haber acudido a la Iglesia a fin de pedir pro-
tección para mi vida, logré ingresar al programa especial Salida
Temporal de Colombianos, organizada por el Servicio Ecuménico
para la Dignidad Humana Sedhu. Integrado por representantes de
las Iglesias Anglicana y Evangélica, quienes analizaron mi caso
como único y desproporcionado; motivo por el cual, reaccionaron
de inmediato y me ayudaron a salir del país, logrando sobrepasar
una interminable lista de cientos de personas que habían acudido
al mismo programa un año antes a mi petición.
La tarde del 23 de agosto de 2006, en el sitio donde me resguar-
daba, arribó una camioneta color blanco, con vidrios polarizados
y personal de seguridad de la Organización de Naciones Unidas.
Ese día, escoltada hasta el aeropuerto El Dorado de la ciudad de
Bogotá, me despedí de mi amada patria. Dejaba todo un mundo
de sueños e ilusiones; también un drama de terror por el peligro
que enfrentaba mi vida en Colombia. Con mi corazón desgarrado
y una infinita tristeza abandonaba mi país. Las imágenes grabadas
en mi mente de mí amado hijo Omar Andrés, de mí adorada nieta
Saria, de mi ex esposo William y de Laurita mi nuera, cada instan-
te se hacían latentes, porque no estuvieron presentes en mi partida
por motivos de seguridad.
Sentía que mi alma se carcomía de melancolía, no podía evitar el
llanto frente a mi amada hija juliana y de mis hermanos Armando
y Carlos, quienes me despidieron en el aeropuerto con sus esposas
e hijos. Ahora, mi mundo se limitaba a tres grandes valijas, llenas
de recuerdos y pertenencias, mi única compañía para un lugar des-
conocido sin fecha de retorno. Me despedí de mis seres queridos y
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del personal de Naciones Unidas, ingresé en el área de migración


donde fui atendida por una amable mujer del Departamento Admi-
nistrativo de Seguridad DAS.
Cuando constató mis datos tanto en el pasaporte como en el siste-
ma de cómputo, ordenó que aguardara un instante, mientras verifi-
caba algo más en otro sitio; esa situación, me intranquilizó porque
no tenía la menor idea que ocurría y se estaba aproximando la hora
de abordar mi vuelo.
Trascurrieron cerca de 30 minutos de espera sin tener manera de
informar lo sucedido a mi familia quienes aun se encontraban en el
terminal aéreo. De repente, giré hacia un costado del gran salón mi-
gratorio y pude observar a Fernando, padre de mi hija, quien logró
penetrar hasta el área restringida; con una seña solicité llamara a mi
celular y cuando se comunicó le pedí que avisara rápidamente al
personal de Naciones Unidas que no me habían permitido abordar.
De inmediato, un oficial de la Organización de Naciones Unidas
ONU ingresó hasta la aérea privada de migración y me preguntó
qué sucedía. En ese momento, personal del DAS solicitaron les
acompañara hasta una oficina privada, al entrar en el recinto, por
cierto muy nerviosa y expectante, observé a un hombre hablando
por teléfono con mi pasaporte en la mano, quien con una seña nos
pidió que aguardáramos.
Luego de terminar la comunicación, el hombre se acercó y nos
ofreció mil excusas por hacerme aguardar tanto tiempo. Cuando
el señor de la ONU preguntó qué estaba ocurriendo y los motivos
por los cuales no me había permitido abordar, el funcionario del
DAS respondió… “Señora Vega le ofrezco una disculpa, creo que
la hice poner nerviosa, pero tenía orden de reportar el momento
que usted fuera abandonar el país…Ya hice el reporte y ahora
tengo orden de acompañarla hasta la puerta del avión”.
La verdad me sentía muy nerviosa y no entendía absolutamente
nada de lo que estaba ocurriendo, tan poco el señor de la ONU

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quien no se cansaba de repetir… “Esta es la primera vez que nos


sucede algo así con las personas amenazadas que escoltamos an-
tes de salir del país… Luego el funcionario del DAS continuó ha-
blando con gran amabilidad… “Le ruego el favor me acompañe,
vamos a salir por otra parte para su mayor seguridad y así, no ve,
las personas que se encuentran en la sala de migración, es por su
propia seguridad”.
Esa situación, nunca la había experimentado; una vez abordé, no
paraba de recibir llamadas a mi celular de toda mi familia, inda-
gando cómo me encontraba y sobre lo ocurrido en el aeropuerto.
Luego, escuché a la auxiliar de vuelo, dar la orden de abrochar los
cinturones y apagar los teléfonos de comunicación.
A través de la pequeña ventanilla del avión, por última vez pude
observar mi familia de pie tras los grandes ventanales del muelle
internacional. Allí, levantaban sus manos despidiéndose de mí,
mientras yo, experimentaba el más duro sentimiento de melanco-
lía y dolor acompañado de un desaforado llanto que tan solo me
dejaba clamar a Dios su infinita protección y fuerzas para iniciar
una nueva vida, lejos de mis amados hijos; situación que no ha
sido, ni será nada fácil.
Arribé a Chile donde estuve por un corto espacio y luego viajé a
Uruguay, donde me establecí por algún tiempo, con ayuda psico-
lógica y el auspicio financiero de Caritas de Suiza. Al arribar a la
Suiza de América, me esperaba un funcionario del Sedhu quien
me acompañó hasta un pequeño hotel ubicado en el centro de una
de las ciudades. Allí me entregó algunos documentos de informa-
ción y un plano de la ciudad. Estando radicada en ese país, mi hijo
en Colombia se vio obligado a vender mis pertenencias de valor
para enviarme un dinero y poder medio organizar mi vida; con el
dinero sobrante, él también pudo subsistir por un tiempo.
Joseph, el oficial del FBI, no dejaba de comunicarse conmigo, in-
sistía en las tan anheladas pruebas de vida de los norteamerica-
nos secuestrados y de no perder el contacto que se había iniciado
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OLGA CECILIA VEGA C.

con la guerrilla. A mediados de marzo de 2007, informó que un


funcionario de grupo correspondiente a una empresa de seguridad
que ayudaba a los familiares de los norteamericanos secuestrados
necesitaba entrar en contacto conmigo para proseguir el proceso
de mediación.
A finales de abril de 2007 avisó que un agente del gobierno norte-
americano, estaba próximo arribar a Uruguay para reunirse con-
migo y reorganizar un viaje con destino a los campamentos de
Raúl Reyes, a fin de recibir las pruebas de vida de los rehenes de
las Farc. Por su parte, el líder guerrillero me había enviado algu-
nos mensajes a nuestros nuevos correos electrónicos, exponiendo
su deseo de reunirnos. De paso, orientaba nuevas rutas y contactos
para podernos congregar en un determinado sitio con mucha pre-
caución en mis movimientos. Aseguraba que mi visita a su cam-
pamento no sería en vano.
Todo indicaba, que por fin obtendría las pruebas de vida, pero los
oficiales federales, necesitaban que yo viajara sola y que continua-
ra mi mediación sin la colaboración de Baruch y bajo mi propio
riesgo. Luego de un receso, Raúl Reyes escribió un nuevo mensaje
solicitando un nuevo encuentro y obviamente para hacer entrega
de las pruebas de vida de los secuestrados a través de mi hermano
Baruch, a quien se refería con el seudónimo de Lorena.
Julio 3 de 2007
Apreciada Juliana. Recibe mi fraternal abrazo cargado de los mejores
deseos por tu bienestar, hijos y nieta.
No siempre, las condiciones son dadas para responder tan rápido como
quisiera debido al exhaustivo trabajo que existe por estos lados. La far-
sa uribista, una vez más busca ocultar su verdadera responsabilidad
en esta guerra, so pena de multiplicar sus espantosos crímenes bajo el
servilismo e impositivo del norte.
Me gustaría saber si existen garantías y disponibilidad de tu parte para
un pronto encuentro. Requerimos con sumo cuidado, los servicios de
tu hermana Lorena, para el envió de un material. Claro esta, si ella es
partidaria de compartir ciertos criterios nuestros, respetando el suyo.
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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

Quedamos en contacto por esta. Me despido con el acostumbrado


abrazo del oso. Raúl

Lastimosamente, luego de una larga espera y de exponer mi vida


donde me vi obligada a abandonar mi país de origen, me dificul-
taba continuar en la mediación, pero los agentes federales preten-
dían que me expusiera pagando mi propio desplazamiento hasta
Colombia y obviamente hasta los campamentos de Reyes.
Aseguraban que luego de obtener las pruebas de vida el Gobierno
de Estados Unidos, me reconocerían una amplia suma económica
y de nuevo, mil promesas que supuestamente favorecerían mi in-
tegridad humana.
De: José González
Enviado: jueves, 12 de julio de 2007 01:00:12 p.m.

Para: Olga
Olga,
Me parece bien la comunicación. Para no desgastarnos, yo sugiero
que definamos los términos y el horario de un posible viaje. Como me
parece a mí que ellos están solicitando la presencia tuya, suponemos
que ellos van a respaldar el viaje económicamente. Eso hay que de-
finirlo para no acabar como la vez pasada. La postura por aquí no ha
cambiado, o sea cualquier tipo de apoyo económico viene al final, no al
principio. Baruch me dijo que pudiera tener algo de ayuda.
No sé como lo ves tú.

Joseph

En otra comunicación, el oficial del FBI me propuso solicitar al


mismo Raúl Reyes, costeara mi desplazamiento hasta su campa-
mento; comentario que me provocó gran indignación, por la falta
de respeto para conmigo, esto me incitó a responderle el siguiente
correo aclaratorio
Joseph.
Respetando la posición fijada por tu “Empresa” Gobierno USA te co-
mento. Jamás he recibido ni recibiré dinero de mis fuentes y menos de

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las Farc. Las veces que me desplacé, a los campamentos de los seño-
res para cubrir noticias, fui respaldada en todo aspecto por algún medio
de comunicación o con recursos propios que posterior a la entrevista,
generaban para mí, un recurso financiero importante tras la venta de la
noticia. Excepto, los dos últimos ingresos al campamento de Raúl, en
donde acepté el financiamiento de tu Gobierno para gastos de pasajes
y viáticos, a fín de colaborar como un gesto humanitario.
Con respeto les recuerdo… Soy Periodista, no emisaria de absoluta-
mente nadie, el requerimiento que Raúl hace, es posterior a un trabajo
previo que “favorece” las partes Gobierno USA y Farc. En el cual se ha
utilizado el nombre de BARUCH VEGA, posterior de algunos acuerdos
en reuniones con ustedes y de mi viaje a Washington. No olvides, la
guerrilla de las Farc EP. Consideran a mi hermano, parte del gobierno
USA. Por ese motivo, me atreví a enviarte los correos que Raúl me ha
escrito.
Las actuales condiciones de exilio y experiencias propias, me ense-
ñan…Si estoy respaldada por un Gobierno y un destacado medio
de comunicación que garanticen mi Vida, Dignidad Humana y pro-
fesión, vuelvo a entrevistar a la guerrilla de las Farc. De lo contra-
rio, prefiero vivir con el recuerdo que las Farc siempre generó noticias
y contribuyó de la misma manera, para mi sustento de vida por sus
informaciones periodísticas. Mientras, esta organización subversiva y
sea el grupo que sea, generen noticias y contribuyan con mi profesión
de periodista, trataré de mantener viva la fuente de información con
un trato profesional, serio y respetuoso y amable, como siempre lo he
hecho.. Olga Vega

En ese país, con el tiempo, empecé a recibir mensajes intimidato-


rios a mi celular, también en mi residencia recibía llamadas telefó-
nicas amenazantes con mucha presión psicológica. Una tarde, un
hombre llegó a mi apartamento argumentando que deseaba verlo
porque estaba interesado en comprarlo; situación que no era cierta
porque en la inmobiliaria no me habían avisado que ese aparta-
mento estaba en venta.
Aun así, lo hice pasar. Cuando ingresó y observó a medias, se
sentó en una silla y empezó a indagar hasta el último detalle de
mi vida, preguntando si yo era periodista colombiana. La visita
inesperada me produjo gran preocupación hasta el punto de co-
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municarme con el oficial del FBI. En mi llamada, expuse que co-


nocía perfectamente que ese hombre, trabajaba para el gobierno
de Estados Unidos; pero Joseph, aseguraba lo contrario y quedó
de averiguar de quién se trataba para luego informarme, cosa que
hasta la fecha, estoy esperando una respuesta a mi inquietud.
En las comunicaciones, Joseph aseguraba que el Gobierno de los
Estados Unidos continuaba su amplia labor hasta lograr la libera-
ción de los tres agentes secuestrados. También, le interesaba mi
posición frente a muchos interrogantes y pasos que ellos estaban
dando en Colombia.
Debido a los hechos de inseguridad que registré en Uruguay y que
estaba llegando a la etapa final del programa de protección y asilo
en ese país, decidí viajar a Argentina. Allí, continuó el contacto
con el FBI agencia interesada en mi mediación con las Farc en
caso que los nuevos proyectos en Colombia no dieran resultado.
A los pocos días de haber arribado a Argentina, empecé a ser obje-
to de múltiples seguimientos y amenazas contra mi vida, situación
que me obligó a denunciar nuevamente ante los Organismos de
Estado y Derechos Humanos. Lastimosamente, mi caso fue some-
tido a la discriminación de los propios Organismos de Derechos
Humanos quienes hicieron caso omiso a mi relato, tras considerar-
lo de alto riesgo y poco común.
Una vez escuchaban mi historia, lo primero que preguntaban si lo
que decía era cierto o si estaba repitiendo la trama de alguna pelí-
cula de ficción. Les parecía increíble creer que mi vida se encon-
trara sometida en medio de dos fuegos cruzados entre las Farc y
las operaciones secretas en Colombia del Gobierno de los Estados
Unidos.
Luego de observar la documentación que demostraba mi verdad,
con una aparente solidaridad y sin ningún tipo de apoyo humani-
tario cerraban sus puertas. Como fue el caso de Amnistía Interna-
cional con sede en Buenos Aires, donde acudí desesperadamente

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y luego de exponer el estado de riesgo en que me encontraba, su


director Rafael Barca, por cierto de nacionalidad española, me
aseguró que ese organismo no podía hacer nada por mi bienestar,
puesto que no me encontraba en mi país de origen, de donde me
vi obligada a huir por temor a ser asesinada. Luego, irónicamente
preguntó porqué yo tenía un elevado número de escoltas, si exis-
tían personas en Argentina que también corrían peligro y tenían
un solo escolta, como era el caso de los testigos de la dictadura
militar Argentina registrada 30 años atrás.
Igualmente con el personal del Acnur, la oficina encargada de los
refugiados de las Naciones Unidas con sede en Argentina, quienes
me atendieron luego de insistir durante más de un mes para que
me concedieran una entrevista personal. Luego, de exponer mi
situación ante la abogada Eugenia Contadini y de entregar pruebas
fehacientes donde demostraba que estaba diciendo la verdad y que
mi vida se encontraba enfrentando un alto grado de peligrosidad,
la funcionaria del Acnur argumentó que ese país era seguro para
mi vida y que si no me sentía bien en él, lo mejor que podía hacer
era regresar a mi país de origen.
Esta actitud displicente e inhumana por parte de la abogada, la
denuncie ante el Comité Internacional de la Cruz Roja, organismo
de Derechos Humanos que conoció en detalle mi infrahumana si-
tuación, porque no contaba con el apoyo de absolutamente nadie
y menos, tenía que comer ni un sitio donde vivir. Me encontraba
desamparada y sola en un país donde no conocía a nadie.
Gracias al Comité Internacional de la Cruz Roja a su Director se-
ñor Michael Minig, a la señora Sophie Minig, quienes con una
actitud humana y solidaria, inmediatamente ayudaron a contactar
diferentes embajadas y al director del Acnur a quien le expusieron
mi caso. Pasados tres meses, finalmente el señor Cristian Coch
Castro, Director del Acnur en Buenos Aires, me atendió en su ofi-
cina ante la presencia de un abogado. Luego de revisar mi caso a
través de una vasta documentación y de escuchar con lujo de deta-
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lles mi situación, comprobando que me encontraba escoltada con


personal policial las 24 horas del día, aseguró… “No se preocupe
que usted recibirá noticias mías”.
Pasaron los meses y no supe a que se refería el señor Coch, porque
jamás recibí una sola noticia de su gestión en mi favor a sabiendas
el alto riesgo que estaba enfrentando mi vida en ese país. Quizá
su engrandecido ego le hizo olvidar el mandato de ayudar a satis-
facer las necesidades de los refugiados y personas desplazadas en
el mundo como en mi caso y menos considerar el apoyo interna-
cional que supuestamente debemos tener los periodistas cuando
demostramos que nuestra vida se encuentra en completo peligro.
Algunos gobiernos que ofrecen asilo a las personas perseguidas
por motivos religiosos o políticos que conocieron mi historia a
través de sus embajadas, hicieron caso omiso a mi solicitud, pese
a ser considerado de alto riesgo y único. Una dañina sombra de
poder obstaculizaba cualquier avance en mi favor, luego de ser
sometido a deferencia de nuevas leyes restrictivas y a normas de
inspección aparentemente etéreas, con la actuación del servicio
diplomático colombiano y una extensión a los cuerpos de inteli-
gencia ejercida por Washington.
Durante el año 2008, antes de realizarse la Operación Jaque que
permitió la liberación de los tres agentes norteamericanos y otros
rehenes, estuve sometida a una amplia persecución de personas
desconocidas.
Luego de la muerte de Raúl Reyes, extrañamente mis correos elec-
trónicos registraron un buen número de amenazas contra mi vida,
con una fuerte presión psicológica y escalofriantes fotografías que
mostraban el cuerpo sin vida de Reyes y de gente muerta tras los
bombardeos del ejército. En algunos de ellos, me relacionaban
supuestamente con la guerrilla. Estas amenazas de igual forma,
llegaban a través de llamadas telefónicas.

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OLGA CECILIA VEGA C.

Así quedara todo lo que tenga que ver con esos delincuentes‫‏‬
De:martín Caballero López (limpiezasocial)
Es posible que no conozcas a este remitente.Marcar como seguro|Marcar
como no segur
Enviado:miércoles, 05 de marzo de 2008 06:12:05 p.m.

Para:

1 datos adjuntos
limpiezas...jpg (25,7 KB)
QUE VIVA EL EJERCITO DE COLOMBIA VIVA LA LIBERTAD, CO-
RREA ES UN VIL PEAN DE EL MARICON GAY DE CHAVEZ FARAN-
DULERO TERRORISTA ASI SE DA CUENTA QUE CHEVEZ ES UN
GUERRILLERO ASI QUE VIVA COLOMBIA VIVA URIBE Y VIVA LA
LIBERTAD ABAJO LA FARC ABAJO CHAVEZ ABAJO HP PERRAS
TERRORISTAS COMO USTED NI LAS FRONTERAS LA SALVAN EN
DONDE ESTE SE LIMPIARAN

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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

Aunque las autoridades del país donde me encontraba se vieron


en la tarea de investigar de donde provenían las amenazas, no se
logró establecer su origen.

ASI TERMINARAN‫‏‬
De:Leonor Buenavida (justiciaabsoluta@live.cl)
Enviado:jueves, 20 de marzo de 2008 02:55:42 a.m.

Para:

7 datos adjuntos
QUE EL MUNDO NO SE ALARME POR EL TERRORISMO, NI POR
LAS PERRADAS DE LAS FARC, CADA DIA QUE PASA SE ACER-
CA MAS Y MAS SU FINAL. LAS RATAS NO SALDRAN DE SUS
ALCANTARILLAS Y MORIRAN AHOGADAS EN SU PROPIO EX-
CREMENTO. AUNQUE HUYAN Y SEAN PROTEGIDAS POR LAS
FRONTERAS Y POR GOBIERNOS VECINOS. SEGUIRAN MATAN-
DOSE UNAS A OTRAS Y TRAICIONANDOSE POR UNOS DOLARES.
PERO NO SE PREOCUPEN POR HUIR PERROS DE MIER-
DA, ASI SUS CULOS ESTEN ESCONDIDOS Y RESGUARDA-
DOS POR OTRAS RATAS COBARDES, SUS CAPULLITOS
ESTAN INDEFENSOS Y AL ALCANCE DE CUALQUIER SA-
MARITANO QUE LOS QUIERA DESPACHAR AL OTRO MUN-
DO Y ASI PODER EXTERMINAR ESTA PUTA PLAGA DE RAIZ.
PACIENCIA, A USTEDES TAMBIEN LES TOCARA.

Mientras continuaba recibiendo presión psicológica a través de


las múltiples amenazas, y persecución de personal desconocido,
me vi obligada a denunciar esta situación ante los Organismos de
Estado en el país que me encontraba resguardada.
Mi situación de riesgo fue analizada por los organismos de seguri-
dad y una vez comprobaron el peligro que enfrentaba mi vida, otor-
garon una custodia de doce (12) hombres, quienes se turnaban, para
cuidar mi integridad física las 24 horas del día. Esta otra situación la
conoció mi hermano Baruch y Joseph, oficial del FBI, pero lamen-
tablemente en esta otra oportunidad, tampoco logró hacer algo por
mi bienestar, haciendo caso omiso a mis peticiones de ayuda.
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QUINTA PARTE
COMUNES INTERESES

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CAPÍTULO XV
LA ESTRATEGIA POLÍTICA
DE PIEDAD CÓRDOBA

P ese a los esfuerzos del Gobierno Uribe, en querer mostrar la


Operación Jaque como una exitosa operación militar de rescate,
sabía que parte de esto discrepaba con la realidad de la liberación
de rehenes como se pretendía mostrar a la opinión Internacional.
Por un lado, conocía perfectamente y era fiel testigo de la incan-
sable labor que venían realizando los ofíciales norteamericanos
Joseph del FBI y James de la CIA dispuestos a todo tipo de nego-
ciación, con tal de lograr la liberación de los tres agentes hasta el
aniquilamiento de los mandos de las Farc.
Motivo por el cual no concebía la idea que en plena selva colom-
biana el Ejército hubiese logrado penetrar hasta el corazón de una
guerrilla que subsistió durante años, profusos ataques de las fuer-
zas militares y que de sus manos se llevaran tranquilamente sus
mas preciados trofeos de negociación: “los secuestrados”.
Conocía perfectamente que los Gobiernos de Estados Unidos y
Francia abordarían hasta el final infinitos esfuerzos hasta lograr la
liberación de su gente sin importar el medio de ejecución, hasta el
punto de invertir millonarios recursos financieros, pero en la mi-
tad se encontraba todo un tema de estrategia y jugada política que
conllevaba al futuro de los colombianos, muy bien aprovechada
bajo el sofisma del secuestro. Simplemente, yo, era una periodis-
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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

ta contactada por el Gobierno de Estados Unidos a través de mi


hermano Baruch, con gran aceptación entre los altos mandos de
las Farc que hacen parte del Estado Mayor Central debido a mi
objetividad y profesionalismo periodístico.
Por mi labor estuve al corriente de cómo se desarrollaban algunas
estrategias que permitirían la liberación de los agentes norteame-
ricanos Marc Gonsalves, Keith Stansell y Thomas Howes y de la
ex candidata presidencial Ingrid Betancourt con doble ciudadanía
colombo-francesa.
Para ese objetivo, Estados Unidos invirtió en el gobierno colom-
biano millonarios recursos representados en giros para la logística
de las fuerzas militares como equipos de alta tecnología, entrena-
miento de personal, pago a civiles para infiltrar la guerrilla etc.
Pero transcurrían los días y no se estaban viendo resultados positi-
vos pese a la presencia en Colombia de los grupos especializados
en contra guerrilla y antisecuestro de las agencias del FBI y CIA
quienes orientaban a las fuerzas militares y policiales colombianas
y coordinaban cada una de las estrategias, aparentemente sin vio-
lar la soberanía territorial.
Mientras Washington se impacientaba y presionaba a sus federales
en Colombia, quienes trabajaban perseverantemente a fin de lo-
grar la liberación de su gente, a la Embajada de Estados Unidos en
Bogotá, arribaban personas inescrupulosas con mil historias sobre
los tres agentes secuestrados a fin de obtener algún dinero. El ci-
nismo llegó a tal extremo que un cierto día, alguien logró conse-
guir contacto con los agentes encargados de dirigir la operación de
rescate y mostró unos cabellos para que le realizaran una prueba
de ADN, asegurando que pertenecían a los tres rehenes norteame-
ricanos a cambio de una elevada suma económica.
De otro lado, el gobierno colombiano sintiéndose presionado por
Estados Unidos, mostró unas fosas comunes que fueron halladas
en la región de Planadas, Tolima, asegurando que allí yacían los
cuerpos sin vida de los tres agentes norteamericanos.
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Una vez fui contactada por el Gobierno de Estados Unidos, se


desarrolló un intercambio de comunicación con las Farc de ma-
nera muy positiva. Personalmente junto con mi hermano Baruch,
servimos de mediadores e interlocutores. Considero que de haber
continuado nuestra participación, se hubiese evitado el brutal de-
rramamiento de sangre en Ecuador que terminó con la vida de
Raúl Reyes, su compañera sentimental Gloria y su grupo de escol-
ta personal. De igual forma, se hubiese obtenido la liberación de
los secuestrados de manera pacifica como sucedió, pero hubiése-
mos evitando que estos tuvieran que permanecer en la selva hasta
el día de la Operación Jaque.
Lastimosamente, como decimos los colombianos de manera cas-
tiza, “Todo se fue a la mierda”. Mis percepciones no fallaron: por
un lado, tomó un rumbo militar y de otro se emprendió la campaña
política más cínica y abierta de la historia colombiana. Situación
que confirma una vez más, que la política de Colombia en sus
estrategias, tienen similitud a un juego de damas el cual se realiza
sobre una base con dos contrincantes utilizando, fichas negras y
fichas blancas.
Aquel que obtiene la victoria se hace fuerte, pero cuando se pre-
tende ser triunfalista con jugadas similares a su competidor, sus-
citan opiniones efímeras que son materializadas en contra de la
realidad social, cultural y política de un país. Este fantástico y
estratégico juego, está representado con reconocidas personas
quienes con su rol protagónico, ya hacen parte de la historia del
conflicto colombiano; el color de las fichas en el juego de damas,
es personificando por la senadora Piedad Córdoba y la ex rehén de
las Farc Ingrid Betancourt.
Nunca antes en la historia de mi país, había observado tanta estra-
tegia política y publicitaria con un secuestrado, como con los seis
años de cautiverio de Betancourt, quien logró llamar la atención
entre la comunidad internacional, especialmente la de Europa.
Como mujer, ex rehén de las Farc y profesional en mi trabajo, no
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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

comparto el tener que opinar sobre mujeres y menos, comentar


de la vida personal e íntima de absolutamente nadie, como dice
mi ángel guardián…”Un caballero no tiene memoria”… “Pero
lo cierto es que las damas callan” pero cuando hay que hablar es
mejor no callar.
De algo estoy plenamente convencida: el respeto hacia la humani-
dad, en especial hacia las personas de mi mismo sexo. Otra muy
diferente, la irritación que provoca la manera cómo se pretende ju-
gar con los sentimientos e inocencia de cientos de personas quie-
nes con un gesto de solidaridad estábamos atentos al tema de los
secuestrados.
Lastimosamente, algunas de las jugadas que han realizado nues-
tras destacadas damas, personificadas en este reconocido juego,
sin imaginar pusieron en práctica un viejo adagio popular colom-
biano “entraron por lana y salieron trasquiladas”.
A mediados de julio de 2007, momentos en que me encontraba en
uno de los países refugio, recibí una llamada de Joseph, oficial del
FBI. Durante la comunicación, conocí que la Senadora colombia-
na Piedad Córdoba, personalmente había acudido a la Embajada
de los Estados Unidos en la ciudad de Bogotá para presentar una
amplia oferta que permitiría establecer el estado en que se encon-
traban los tres norteamericanos secuestrados.
La propuesta de la Senadora sonaba muy convincente y coherente
para el gobierno norteamericano, aunque a través de nuestra me-
diación, ya habían conocido que los rehenes de las Farc se encon-
traban vivos y en buen estado de salud pese a las inclemencias de
la selva.
Aun así, el Gobierno de los Estados Unidos no descansaría hasta
lograr su objetivo: la liberación de sus agentes y de paso, la cabeza
de Reyes. La intermediación de la reconocida senadora tendría
una sola finalidad: realizar la mayor campaña proselitista, vincu-
landose a la labor de liberar secuestrados aprovechando que las

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OLGA CECILIA VEGA C.

Farc en ese momento, insistía en el Intercambio Humanitario que


permitiera la liberación de guerrilleros presos por secuestrados.
Para este propósito, la guerrilla precisaba de interlocutores polí-
ticos visibles y públicos, que ayudaran a presionar el Gobierno
de Uribe y Piedad Córdoba se presentaba como la mejor opción
para este fin. Situación muy bien aprovechada por la arriesgada
Senadora, quien basada en las necesidades de las dos partes, logró
abrir las puertas de la enorme casa verde, como denominaba Raúl
Reyes a los campamentos guerrilleros. De paso, obtener un am-
plio apoyo en todo aspecto por parte del Gobierno de los Estados
Unidos.
Durante la comunicación con el oficial del FBI pude conocer que
en primera instancia, los encargados del operativo para el rescate
de los rehenes norteamericanos, precisaban establecer qué tanta
aceptación tenía Piedad Córdoba entre el Secretariado de las Farc.
De igual forma, indagar sobre quien era el político más aguerrido
y convincente con la guerrilla, si la ambivalente mujer o el ex mi-
nistro Álvaro Leyva Durán, quien gozaba de una amplia confianza
entre los mandos subversivos y desde luego, del aprecio de Raúl
Reyes y Manuel Marulanda.
Cuando el oficial me preguntó sobre los dos personajes, de inme-
diato expresé que en verdad la senadora Piedad Córdoba a quien
jamás entrevisté, pero sí conocí a través de sus discursos y proyec-
tos en favor de las negritudes y la comunidad gay, había logrado
ganar la confianza de la guerrilla durante el Proceso de Paz y más
aún cuando se refería en contra del paramilitarismo. Opiné que de
acuerdo con mi punto de vista, sus intensiones políticas como es
común en la mayoría de políticos en Colombia, sin importar sus
consecuencias ingresaría en los campamentos de la guerrilla y, de
paso, realizaría un amplia campaña proselitista a su favor.
Aunque personalmente no conozco al Dr. Álvaro Leyva, expresé
que me parecía un hombre dialéctico y ejecutivo pero menos
ejecutor pese a su alta integridad humana, que permitió mediar
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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

con las Farc temas de secuestros, como fue el caso de los hijos
de la ex rehén Gloria Polanco de Lozada y algunos secuestra-
dos del Edificio Miraflores de la ciudad de Neiva. Pregunté cuál
grupo del gobierno de los Estados Unidos trabajaría con Piedad
Córdoba y los arreglos que habían acordado, pero en ese instante
el oficial de elevada jerarquía se limitó a responder que directa-
mente el Departamento de Justicia de los Estados Unidos, estaría
atento a cada uno de sus pasos de la Senadora y por lo consi-
guiente, Piedad Córdoba realizaría un trabajo coordinado con los
oficiales de la CIA y FBI presentes en Colombia y encargados
de la operación de rescate y del aniquilamiento de los cabecillas
de las Farc.
Para el Gobierno de Bush la participación de la Senadora se con-
vertía en la oportunidad perfecta que estaba esperando: buscar
otro contacto con las Farc que les permitiera penetrar a los campa-
mentos de los miembros del Secretariado y desde luego, hasta el
sitio donde estaban los secuestrados.
Esta operación se estaba analizando desde el momento del secues-
tro de los agentes de la CIA Keith Stansell, Marc Gonçalves, y
Tom Howes, secuestrados desde el 13 de febrero de 2003 pero el
trabajo realizado con las fuerzas militares colombianas no habían
arrojado un resultado positivo, antes todo lo contrario, Estados
Unidos estaban realizando una fuerte inversión económica con
pérdida de tiempo.
De esta forma, el gobierno norteamericano ejecutaría su plan de
acción: aniquilar dos pájaros de un solo tiro: el rescate de secues-
trados y la cabeza de los mandos guerrilleros. Situación que pude
descubrir con mi mediación y que no compartí, puesto que mi
vida no sería utilizada como carne de cañón a cambio de la vida
de otros. Para este propósito, el gobierno norteamericano estaba
dispuesto en apoyar cada uno de los pasos de Piedad Córdoba,
quien luego de presentarse ante la embajada de Estados Unidos,
intensificó su búsqueda para contactar a las Farc.
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OLGA CECILIA VEGA C.

Sus primeros contactos, los hizo a través de un periodista de con-


fianza de la guerrilla y de un interlocutor de Iván Ríos, quien en
ese entonces, se encontraba entre las regiones de Caldas, Quindío
y Antioquia, Departamento de donde es oriunda Piedad Córdoba.
Mientras Raúl Reyes continuaba atento en mi retorno a sus cam-
pamentos para entregar alguna prueba de vida de los secuestrados
y de esta manera continuar con la mediación de Baruch, aceptó la
propuesta que le hizo Iván Ríos de reunirse con Piedad Córdoba.
Lo que nunca imaginó Raúl Reyes e Iván Ríos, fueron las funes-
tas consecuencias que acarrearía la doble acción de la Senadora,
puesto que se encontraba negociando directamente con el Gobier-
no de los Estados Unidos.
En agosto de 2007, acompañada del periodista Jorge Enrique Bo-
tero, por cierto de gran aprecio entre algunos miembros de las
Farc, Piedad Córdoba, se desplazó hasta los campamentos gue-
rrilleros, a fin expresar una oferta política que podía aportar para
el Intercambio Humanitario. De paso, mostró a Raúl Reyes, una
gran posibilidad de trabajar en favor de los extraditados Sonia y
Simón Trinidad. Oferta que le habían propuesto los mismos ofi-
ciales norteamericanos, considerando este otro gancho perfecto de
penetración a la guerrilla.
Mientras las Farc precisaban de un portavoz público y recono-
cido que libremente alcanzara las altas esferas gubernamentales
internacionales a fin de presionar sobre el Acuerdo Humanitario,
Piedad Córdoba necesitaba demostrar al Gobierno de los Estados
Unidos que ella, si podía penetrar en los campamentos subversi-
vos. La mejor forma de publicar sus “hazañas” sería mediante los
medios de comunicación, quienes divulgarían de manera directa y
gratuita, su plan de mediación.
De esta forma, ganaría la total confianza del Gobierno de los Es-
tados Unidos y de paso, emprendería la mayor y más amplia cam-
paña propagandística a favor de sus sueños políticos, con un alto
reconocimiento internacional con su plan de frenar el secuestro.
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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

Motivo por el cual hizo público su encuentro con Raúl Reyes a


través de un video que muestra su desplazamiento por el río San
Miguel.
Este video se convirtió en la prueba reina que estaba esperando
el gobierno de los Estados Unidos, para confirmar que Córdoba
también podía ingresar a los campamentos de la guerrilla con to-
tal confianza. La hábil Senadora, quien expresaba que obraba de
manera transparente, tenía todo un esquema de negociación inte-
ligentemente calculado para lo cual ofertó al Gobierno del Presi-
dente Álvaro Uribe Vélez la propuesta de Ayuda Humanitaria.
Así lograba su fácil y libre desplazamiento por zonas de influencia
de las Farc sin que fuese señalada de ser una supuesta aliada de la
guerrilla y evitaría futuros problemas jurídicos y acciones en su
contra de los grupos paramilitares, puesto que contaba con el aval
del propio presidente, sumado al apoyo que le otorgaba el Go-
bierno de Estados Unidos quienes le brindaban todas las garantías
jurídicas, políticas y económicas para su libre desplazamiento en
ese país.
Luego de regresar del campamento de Raúl Reyes y de sostener
una detallada reunión con los agentes norteamericanos del FBI y
CIA en la ciudad de Bogotá en donde expuso los resultados de su
encuentro con Reyes, Piedad Córdoba se desplazó inmediatamen-
te hasta Venezuela a fin de presentar su propuesta de colabora-
ción política ante el presidente Hugo Chávez. Allí, aprovechando
el programa Aló Presidente, Piedad Córdoba presentó su inten-
ción de lucha por los secuestrados y luego entregó un mensaje del
propio Raúl Reyes quien agradecía el interés del Jefe de Estado
en querer colaborar con el Intercambio Humanitario. Dejaba en
claro, su deseo para una participación política internacional que
permitiera la liberación de los secuestrados.
A finales de septiembre de 2007 a través de un mensaje, Reyes me
expresó su total complacencia por la ayuda política del Presidente
Hugo Chávez y la colaboración de la senadora colombiana Piedad
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OLGA CECILIA VEGA C.

Córdoba con las Farc. Aseguraba que era la persona indicada para
una interlocución directa con el presidente de Venezuela.
Agradecía nuestra participación con Baruch en el tema de media-
ción, pero dejaba claro, que la organización insurgente, requería
en ese instante de una negociación política abierta con el apoyo in-
ternacional. En la misiva, también indicaba que su comunicación
se estaba dificultando, recomendó personalmente, tener mucho
cuidado de lo que hablaba y con quien lo hablaba; aseguraba que
un periodista, sin decir su nombre, le preguntó muchas cosas sobre
mí y de paso averiguó si él continuaba su comunicación conmigo.
Situación que no le pareció muy confiable a Reyes y por ese moti-
vo, me informó que utilizaría un tercero para que me retransmitie-
ra sus mensajes en caso que precisara de nuestra participación.
Dejaba entrever la posibilidad de continuar la mediación con el
Gobierno de Venezuela y de hacer llegar las pruebas de supervi-
vencia de los secuestrados. Pero todo dependía del avance de las
negociaciones políticas. De esta forma, me aseguraba que cumpli-
ría con mi gran deseo al que tanto le insistí. “Una prueba de vida
de los secuestrados”.
Desde su encuentro con Raúl Reyes, Piedad Córdoba le insistió
a las Farc en una prueba de vida de los tres norteamericanos se-
cuestrados e incluso, le insinúo a Reyes que sería bueno dejar li-
bre aunque fuese uno solo de estos rehenes a sabiendas, que si
se lograba este objetivo, alcanzaría el total respaldo del Gobierno
norteamericano al igual que un beneficio si no económico sin duda
político. Tema que Piedad Córdoba había intercambiando con el
gobierno de Estados Unidos y en menos de treinta días realizó dos
viajes a ese país, durante los meses de septiembre y octubre de
2007.
Allí, luego de sostener una reunión con el congresista demócrata,
James McGovern, los oficiales norteamericanos, para sus planes
de penetración, permitieron que Piedad Córdoba realizara una en-
trevista personal con la guerrillera Sonia quien se encuentra pa-
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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

gando una condena de 16 años en una cárcel de Texas por el delito


de narcotráfico. Los oficiales norteamericanos encargados de la
liberación de los tres norteamericanos secuestrados en Colombia,
también lograron conseguir la autorización del Fiscal que llevaba
el caso de Simón Trinidad, para que Piedad Córdoba en Washing-
ton pudiese tener un fugaz encuentro con el detenido.
El momento se aprovechó para que Piedad Córdoba convenciera a
Simón Trinidad de enviar un mensaje a las Farc donde solicitaba
fuese excluido del Intercambio Humanitario y de esta forma ayu-
dar desde su exilio con la liberación de rehenes. De igual forma,
los oficiales norteamericanos quienes acompañaron todo el tiem-
po a Piedad Córdoba en su desplazamiento por los Estados Uni-
dos, le permitieron una fotografía con el comandante guerrillero,
puesto que no se repetiría el mismo error durante mi medición, de
no permitir una sola prueba que demostrara a las Farc que Simón
Trinidad se encontraba en buenas condiciones físicas.
El retrato de Simón Trinidad con Piedad Córdoba le permitiría a
la Senadora ganar una gigante confianza con la guerrilla y de esta
forma, demostrar sus supuestos avances significativos en favor de
las Farc. Estos avances solo permitían una fuerte infiltración de la
inteligencia norteamericana al interior de las Farc puesto que los
teléfonos y correos electrónicos de Piedad Córdoba, se encontra-
ban intervenidos por el mismo gobierno estadounidense a través
de los grupos de inteligencia colombiana.
Cada mensaje que Piedad Córdoba cruzaba con los interlocutores
de la guerrilla y del gobierno venezolano era analizado en Was-
hington, pese a que ella misma entregaba un amplio reporte de
sus actividades y logros a ese gobierno, a través de los agentes del
FBI y CIA.
Todo paso que Piedad Córdoba lograba avanzar y que se conside-
raba significativo para el gobierno estadounidense, tenía un mérito
y contaba con el total respaldo de ese país, pero su primer objetivo
consistía en conseguir las pruebas de vida de los secuestrados. Si-
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OLGA CECILIA VEGA C.

tuación que le beneficiaria en todo aspecto e incluso, para realizar


la más amplia y destacada campaña política internacional.
Pese a que la guerrilla mantenía contacto con algunos represen-
tantes del Gobierno francés y delegados de otros países, precisa-
ba que toda negociación política se realizara en Colombia y qué
mejor opción, que una interlocutora con actividad política visible
desde el Senado de la Republica, para presionar al Gobierno del
presidente Uribe con el tema del Intercambio Humanitario. Mien-
tras Piedad Córdoba dejaba a un lado sus funciones de Senadora,
mediáticamente fortalecía su actividad política.
Por su parte, las Farc continuaban idealizando la manera de cómo
avanzar en una negociación política, para lo cual requerían de una
reunión personal con el presidente de Venezuela Hugo Chávez sin
que fuesen expuestos estos encuentros. La guerrilla no se perca-
tó que Estados Unidos ya los tenían monitoreados a través de un
satélite ubicado en territorio colombo ecuatoriano y de material
radiado que lograron penetrar a los campamentos a través de sim-
ples papeles y detalles que entregaban a Piedad Córdoba para dar
o enviar a Reyes para los civiles.
Raúl Reyes había dado una fecha tentativa para que el encuentro
se realizara el 8 de octubre de 2007, fecha en que se conmemora
la muerte del Che Guevara en Bolivia. Pero luego el encuentro fue
cancelado por él mismo y de manera indefinida, mientras las Farc
organizaban un anillo de seguridad con el apoyo de Chávez, que
garantizara la vida de los representantes durante el encuentro.
Pese al lazo de confianza que Piedad Córdoba intentaba transmitir
a la guerrilla con sus actuaciones de mujer valiente y aunque Re-
yes valoraba su mediación, no dejaba atrás su desconfianza, pues-
to que se habían registrado algunos hostigamientos por parte del
ejército en el área donde el se encontraba luego de la visita de Pie-
dad Córdoba. Aún así, el comandante guerrillero había analizando
el impacto positivo que obtendría para las partes este encuentro,
pero no dejaba de considerar las funestas consecuencias que podía
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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

originar el desplazamiento de sus representantes hasta Venezuela


más el respeto, admiración y compromiso que tenían con el Pre-
sidente Hugo Chávez, le presionaba a reaccionar de manera algo
menos cautelosa y más abierta.
El aplazamiento de ese encuentro generó gran desconcierto entre los
oficiales norteamericanos, quienes basados en las informaciones que
Piedad Córdoba entregaba, habían penetrado al territorio venezolano
desde la primera reunión que ella sostuvo con el presidente Chávez.
Esto, originaba a Washington una fuerte inversión económica sin re-
sultados positivos porque Estados Unidos, si le estaba cumpliendo a
la senadora, mientras la fecha de reunión se estaba dilatando.
Finalmente, el primer encuentro se realizó el 7 de noviembre de
2007 en un lugar privado y luego el 8 de noviembre de 2007 en el
Palacio Miraflores. Lugar donde se hizo pública la reunión con los
representantes de las Farc Iván Márquez y Rodrigo Granda, entre
otros. Allí, las partes acordaron temas de interés interno para las
Farc a través de una agenda, que luego fue expuesta ante el máxime
líder subversivo Manuel Marulanda y al pleno del Estado Mayor.
En la reunión acordaron trabajar con el apoyo de la comunidad
internacional, especialmente la europea, interesada en la libera-
ción de la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt, quienes
ayudarían a presionar para el Intercambio Humanitario. Luego, se
conocería el estado en que se encontraban los secuestrados, a tra-
vés de algunas pruebas de supervivencia que tendría que aprobar
directamente el líder subversivo, según como avanzara la interme-
diación de Venezuela.
El impacto periodístico que originó el desplazamiento de los gue-
rrilleros al territorio venezolano, sumado el boom publicitario de
Piedad Córdoba y su supuesto pacto con las Farc, no fue de agrado
para los agentes norteamericanos quienes, basados en las informa-
ciones de la Senadora, esperaban en esa oportunidad las pruebas
de vida de los secuestrados. Situación que ella misma había pro-
metido y asegurado.
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OLGA CECILIA VEGA C.

No teniendo más opciones e imaginando que Piedad Córdoba tal


vez, no lograría alcanzar los objetivos pactados con USA porque
se mostraba demasiado condescendiente con los miembros de las
Farc, los oficiales norteamericanos, pretendían retomar nuestra
mediación con Baruch, puesto que consideraban que la senadora
colombiana estaba haciendo más publicidad política, que un avan-
ce positivo en la operación.
Al día siguiente de efectuarse la reunión entre Chávez y los vo-
ceros de las Farc en Caracas, Venezuela, Joseph, oficial del FBI
encargado de coordinar en Colombia el operativo de rescate de
los norteamericanos, me escribió el siguiente correo electrónico.
En este, se dirigía a mí con el nombre de “Daniela”, seudónimo
pactado durante nuestra mediación antes de salir de Colombia y
del cual tuvo conocimiento Raúl Reyes, con lo que se demostró a
través de dos publicaciones en la sección de opiniones de la Re-
vista Resistencia Internacional, que mi contacto con la guerrilla
seguía vivo para una eventual negociación.
Este correo me confirmaba una vez más, que los agentes norte-
americanos, no quitarían sus ojos de mí y de paso pretendían que
yo continuara trabajando en la mediación con las Farc completa-
mente sola sin la participación de mi hermano Baruch.
el resucitado
De: José González

Enviado: viernes, 09 de noviembre de 2007 12:40:08 p.m.


Para: Daniela,
He estado casi 30 días en Haití y otros 10 en México. Estaba completa-
mente incomunicado y hasta hace poquito no he tenido acceso regular
al computador.
Lo de tu amiga senadora esta muy bullosa pero no espero mucho.
He propuesto un plan a mis superiores que te quiero contar. Si te inte-
resa, podemos casarnos por mi empresa y así con un matrimonio oficial
te puedo financiar un viaje ecológico. El matrimonio seria secreto y
implica consentimiento tuyo formal. Se supondría que toda información
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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

conseguida seria compartida. Luego tendríamos que cuadrar como la


utilizas periodísticamente. También te facilitaría un teléfono para usar
conmigo
Yo propondría una reunión en un tercer país para hacer el papaleo ne-
cesario y entregarte lo necesario para un viaje inminente.
Joseph

Propuesta que no se llevó a cabo pese a nuestra entera disposición de


colaborar en un acto humanitario sin derramamientos de sangre. En
primer lugar, de manera inexplicable, los oficiales norteamericanos
precisaban de mi colaboración dejando a un lado la intervención
de mi hermano Baruch situación que me originó graves dudas y
desconfianza, incrementando el temor por mi seguridad.
En segundo lugar, yo me encontraba lejos de mi patria en un país
refugio, mientras Piedad Córdoba, de nuevo informaba y esperan-
zaba a los oficiales extranjeros, que las Farc le habían confirmado
que harían llegar las pruebas de vida, las cuales serían divulgadas a
través del presidente venezolano Hugo Chávez. El Secretariado de
las Farc había considerado que entregar una prueba de vida de los
rehenes, podía exponer la integridad física de sus tropas subversivas,
puesto que a través de una simple fotografía o un video, los organis-
mos de inteligencia podían rastrear la localización de sus cautivos
y desde luego, dar paso a una operación militar de rescate.
Una vez mas, Reyes reflexionaba sobre la importancia política que
originaba la intermediación de Chávez, quien trabajaba para la
liberación de un centenar de rehenes e incluso, de los tres agentes
estadounidenses, pese al poco aprecio hacia ese gobierno.
Entre tanto, los organismos de inteligencia en Colombia acataban
las directrices de los oficiales norteamericanos, quienes luego de
la fuga del ex rehén de las Farc John Frank Pinchao a quien lle-
varon hasta Washington, lograron establecer la situación en que
se encontraban los rehenes norteamericanos y recopilar una vasta
información para la inteligencia militar.

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OLGA CECILIA VEGA C.

Con la intervención política de Chávez, la guerrilla retomaba con-


fianza permitiendo el ingreso a sus campamentos de personal civil,
supuestamente interesado en el Intercambio Humanitario motivo por
el cual aplazaron los anillos de seguridad, para recibir periodistas
supuestamente “de gran confianza” y uno que otro representante
de gobiernos extranjeros “amigos de las Farc”. El ingreso de estos
civiles al campamento de Raúl Reyes, facilitó a los organismos
de inteligencia norteamericana, penetrar material radiado y de
paso dar con su ubicación logrando las coordenadas del sitio.
Situación que tanto había temido el comandante guerrillero, la cual
me expuso cuando en Enero de 2006, le hice entrega en forma de
fotocopias, la correspondencia que enviaban los familiares a los
tres agentes norteamericanos secuestrados.
Gracias a la intervención del presidente de Venezuela Hugo Chávez
con el proceso de negociación, se logró llamar la atención de la
comunidad internacional, convirtiendo ésta, en la mejor estrategia
política para las Farc. Situación que incentivó a la guerrilla a dar
a conocer las pruebas de vida de los rehenes, a través de videos
y cartas que enviaron a sus familiares. Raúl Reyes consideraba,
que con la divulgación de estas imágenes, las Farc obtendría un
resultado altamente positivo por parte de la comunidad europea en
beneficio de la organización, máxime cuando estas pruebas, serían
divulgadas por el propio Chávez desde Francia, aprovechando su
reunión con el mandatario Nicolás Sarkozy.
Lo que jamás imaginaron las Farc ni el propio mandatario venezo-
lano, era que su supuesta “amiga” Piedad Córdoba, con anterioridad
tenía un compromiso con el gobierno de Estados Unidos y que
cada uno de sus pasos y comunicaciones estaban siendo rastrea-
dos por ese gobierno. Motivo por el cual, las pruebas de vida de
los secuestrados nunca llegaron a manos de Hugo Chávez, quien
ansioso y optimista las aguardaba en Paris, mientras los agentes
norteamericanos ya las habían incautado y éstas, se encontraban
siendo analizadas directamente en Washington.

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Luego del operativo, la inteligencia militar colombiana, dio a


conocer ante los medios de comunicación la captura de tres perso-
nas sindicadas de auxiliar a las Farc. Los capturados portaban las
pruebas de vida de los secuestrados que supuestamente le harían
llegar a Hugo Chávez a través de Piedad Córdoba.
De esta forma, Piedad Córdoba cumplía con el gobierno norteame-
ricano, aludiendo ante la prensa restricciones para hablar sobre el
tema. De paso, dejaba en la cuerda floja al presidente Hugo Chávez
ante el Gobierno de Francia y la comunidad internacional, situación
que agradó muchísimo a los agentes federales.
Situación que le permitió a Piedad Córdoba expresarse libremente
y a viva voz, en favor del movimiento bolivariano y por lo con-
siguiente de las Farc a sabiendas, que este tipo de declaraciones
públicas en Colombia son vetadas e incluso, pueden acarrear muerte
o encarcelamiento. Pero ese discurso estaba próximo a su final. Los
oficiales del FBI y CIA en Colombia, encargados del rescate de los
tres agentes estadounidenses, ahora tenían órdenes explícitas desde
Washington de abortar la operación.
Esta orden la recibieron, después de haber coordinado durante cinco
años con el ejército colombiano acciones contra las Farc y el opera-
tivo que permitió la muerte de Raúl Reyes y decena de guerrilleros,
el 1 de marzo de 2008 en territorio ecuatoriano.
Escenario sangriento que cerró en su momento toda posibilidad de
continuar con la liberación de rehenes y, por consiguiente, de los
tres agentes norteamericanos secuestrados.

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CAPÍTULO XVI
OPERACIÓN JAQUE

Las muertes de los comandantes guerrilleros Raúl Reyes e Iván


Ríos, registradas a inicios de Marzo de 2008, originó un completo
bloqueo en un proceso de diálogos con las Farc y por supuesto, un
acercamiento con el nuevo líder guerrillero Alfonso Cano, tras el
fallecimiento de Manuel Marulanda.
Mientras Washington idealizaba una nueva estrategia militar para
desarrollarse en Colombia, Baruch proponía al gobierno norte-
americano nuevas alternativas de acercamiento con la guerrilla, en
una negociación por la vía del dialogo que permitiera la liberación
de los tres agentes Keith Stansell, Marc D. Gonçalves y Thomas
R. Howes.
Mi hermano consideraba importante reiniciar su participación hu-
manitaria, puesto que no se explicaba el por qué los oficiales del
FBI y CIA presentes en Colombia, repentinamente obstaculizaron
su mediación con las Farc a sabiendas que el mismo Raúl Reyes,
en nombre del Secretariado, accedió de manera directa en iniciar
una negociación con nuestra participación.
Personalmente, tenía en claro, que la continúa persecución que me
realizan miembros de la unidad Dipol de la policía colombiana,
estaban ordenados por James el oficial de CIA y que se intensi-
ficaron luego de mi rechazo enfático a la propuesta de colaborar
para la eliminación de Raúl Reyes. Esta propuesta, me permitió
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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

comprobar que bloquearon la participación de Baruch, para utili-


zar mis servicios únicos y exclusivamente como escudo humano y
carne de cañón y de esta manera, llegar hasta Reyes, sin importar
cegar la vida de un centenar de personas que se encuentran res-
guardadas en la selva. Al saber yo ese plan mortifero y no aceptar,
por mis principios de respeto a toda vida, ser parte de el, esta si-
tuacion y el temor a retaliaciones de parte y parte, me decidieron
irrevocablemente exiliarme de mi país.
Estaba claro que durante cinco años, el accionar de los agentes
federales presentes en Colombia se enfocaba en neutralizar el ac-
cionar de las Farc y no concretar el rescate de los rehenes. Razón
por la cual, Baruch se vio obligado a denunciar ante Washington
el riesgo que estaba enfrentando mi vida, tras mi participación
humanitaria.
Luego que Washington escuchara las sugerencias de Baruch y de
analizar que los oficiales norteamericanos del FBI y CIA encar-
gados de la operación, solo presentaban positivos contra las Farc
incluida la muerte de Raúl Reyes y no lograban la liberación de
sus agentes, ordenó a un nuevo comando concentrar su accionar
única y exclusivamente en el rescate de los norteamericanos se-
cuestrados y a los oficiales abortar el proyecto, mientras este otro
grupo operaba.
Contrario a los argumentos que algunos familiares de secuestrados
realizaban contra el presidente Álvaro Uribe Vélez, de no querer
ayudar en la liberación de los rehenes, el mandatario colombiano,
agotaba hasta el último recurso a fin de terminar con el flagelo
del secuestro. Razón por la cual, ordenó a las Fuerzas militares
colombianas trabajar con este nuevo grupo norteamericano, espe-
cializado en operaciones de alto riesgo quienes trabajarían con mi
participación y la de Baruch a fin de lograr el rescate de los rehe-
nes. Para esta etapa, el nuevo comando de los Estados Unidos no
precisaba de los servicios de Piedad Córdoba, puesto que operaba
de manera independiente de las acciones del FBI y CIA presentes
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OLGA CECILIA VEGA C.

en Colombia. Aún así, precisaban conocer los avances que estas


agencias habían logrado y de esta manera, realizaban un trabajo
coordinado y sin fallas.
Tampoco precisaban de la colaboración de las personas que tra-
bajaron en las operaciones anteriores hasta que lograron la Ope-
ración Fénix que originó la muerte de Raúl Reyes en la frontera
colombo ecuatoriana, puesto que algunas de ellas, estaban siendo
señaladas de participar en Farcpolítica. Situación que interfería en
el nuevo procedimiento. La labor que estaba cumpliendo la Sena-
dora Piedad Córdoba, sería paralizada mientras el nuevo comando
operaba en Colombia.
Ahora el objetivo de Washington estaba centrado exclusivamente
en el rescate de los tres norteamericanos. Toda opción que conlle-
vara a esa iniciativa era valorada y bienvenida. Pero los agentes
de CIA James y Joseph del FBI poco antes del arribo del nuevo
comando, ya habían establecido contacto con la compañera senti-
mental de alias “César” encargado de los secuestrados.
Alias “Doris Adriana” había sido capturada por tropas del Ejér-
cito en la ciudad de Cúcuta, capital del Departamento Norte de
Santander y trasladada a la ciudad de Bogotá. Allí, fue contactada
por los federales quienes le ofertaron ciertas garantías a cambio
de colaborar en una negociación que permitiera la liberación de
los secuestrados y de paso, la deserción de su pareja. Un rescate
convenido, pactado. Luego en mi exiio lo he confirmado. Esta se
convertía en otra opción importante para Washington sin imaginar
que fue la única que dio resultado para la liberación de 15 secues-
trados.
Entre tanto, a inicios de marzo de 2008, Baruch llamó y me infor-
mó que Estados Unidos, necesitaba continuar con mi participa-
ción de mediadora, afín de buscar un nuevo acercamiento con las
Farc a través de Alfonso Cano, comandante en jefe…”Hermanita
este es un grupo importantísimo que necesita de tu colaboración
y garantiza tu vida”…Propuesta que no me extrañó puesto que
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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

el Gobierno de Estados Unidos, estaba muy atento a cada uno de


mis pasos a través del FBI quienes siempre estaban atentos a mis
movimientos y no dejaban de consultar algunos interrogantes con
respecto a la guerrilla y de personas que estaban participando en
ese proceso de negociación para la liberación de secuestrados.
Durante la comunicación pregunté a mi hermano para quien tra-
bajaba este nuevo grupo y que había sucedido con Joseph y James
puesto que estaba al tanto que ellos continuaban sus operaciones
en Colombia. Baruch respondió “… Solo te puedo adelantar que
ellos tendrán que abortar la operación y ya no tienen que moles-
tarte mas porque Washington ya les ordeno que te dejaran tran-
quila…En caso que Joseph te llame has de cuenta que nada sabes
nada y trata de evadirlo”.
Mi hermano se encontraba muy preocupado por el inminente pe-
ligro que estaba enfrentando mi vida y estaba intentando por to-
dos los medios, buscar la manera de proteger mi integridad física.
Motivo por el cual, solicitó al nuevo grupo mi reubicación en otro
país, puesto que en el país donde me encontraba, tenía que vivir
escoltada a fin de salvaguardar mi vida. Luego, me escribió el si-
guiente correo electrónico.
Muy Importante
De: Baruch Vega
Enviado: sábado, 29 de marzo de 2008 04:28:24 p.m.
Para:
Hola Olguita, favor mandarme esta vía un número a donde yo te pueda
llamar; ha habido una serie de eventos muy favorables después de yo soli-
citar atención referente a los correos electrónicos que tú recibiste. Solicita
el favor a un amigo o a las personas que te están proveyendo seguridad
para que te permitan recibir una llamada a un número que no sea el tuyo.
Dios te bendiga

Baruch

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OLGA CECILIA VEGA C.

Mientras continuaba siendo blanco de infinitas amenazas y perse-


cuciones a los sitios donde me movilizaba, Joseph, el oficial del
FBI se comunicó vía telefónica para informar la misma versión
de Baruch, que el Gobierno de los Estados Unidos ordenó a otro
grupo trabajar en Colombia en un operativo que permitiera la libe-
ración de los secuestrados.
De igual forma, indicó que la senadora colombiana Piedad Cór-
doba no estaría trabajando con este nuevo grupo, puesto que todas
las personas que habían colaborado en la operación anterior Fénix
estaban siendo sindicadas de Farc-Política… “Esa señora no nos
sirve mas y además el tema de Farc-Política tiene muy nerviosa
a la gente que nos ha venido colaborando por eso se, que van a
necesitar de tus servicios”….Días más tarde, me escribió un mail,
refiriéndose a mi con el seudónimo acordado, de “Daniela”. Daba
a entender que el Gobierno norteamericano seguía atento a mis
movimientos.
Re: Gracias
De: José González
Enviado: jueves, 12 de junio de 2008 06:35:17 a.m.
Para:
Danielita,
Espero que estés bien y que no has vuelto a tener los problemas de
seguridad que me habías contado anteriormente.
Por aquí seguimos en lo mismo. Con todos los cambios que han pa-
sado últimamente en el equipo, habrá que ver si hay posibilidades para
unos jugadores o jugadas nuevas.
Que opina de lo que esta diciendo Luis Eladio y Jorge Botero en la
prensa?
Cuídate mucho,
El que no te ha olvidado

Una vez mas, confirmaba que el Gobierno de los Estados Unidos,


estaban atentos a mis pasos, pese a tener muy en claro que a través
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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

mío, no colaboraría en el plan de eliminación de ningún. Única-


mente mi servicio seria de mediadora en un proceso humanitario.
Trabajo que había realizado y del cual, ataron una soga al cuello
sin descuidar mis pasos un solo instante.
En otra comunicación telefónica, Joseph, el oficial del FBI, me in-
formó que debido a nuevas estrategias que se implementarían para el
rescate de los secuestrados, él, no continuaría con la operación para
el rescate de los cautivos. Pero de manera positiva para mi modo de
pensar, porque muy pocas veces lo había reconocido, exaltó nuestro
tangible trabajo de mediadores con Baruch, el cual permitió enta-
blar una comunicación directa con las Farc a través de Raúl Reyes y
luego, posibilitó las pruebas de vida de los rehenes.
Nunca antes Joseph, había reconocido abiertamente que nuestra
participación fue la base fundamental para que la guerrilla iniciara
un proceso de comunicación que permitió dar a conocer el estado
en que se encontraban los plagiados y luego, soltaran las pruebas
de vida de los secuestrados. Mi incansable solicitud que desde la
distancia hice a Raúl Reyes para que esto fuese posible, finiquitó
con la mediación del señor presidente Hugo Chávez. En la comu-
nicación, Joseph aseguró que había un nuevo grupo interesado en
mis servicios… “El amigo con el que tú has tenido contacto me
estuvo preguntando sobre ti” ¿Cuál amigo? Respondí.
“Sí, la persona que sabe de todos tus correos y de los pasos que
dimos para la liberación de los secuestrados, él estuvo muy atento
preguntando cosas tuyas y yo como siempre hablé muy bien de
ti…Me estuvo preguntando mucho sobre ti y yo di muy buenas
referencias tuyas, en todo caso si llegas a necesitar de mi colabo-
ración cuenta conmigo siempre por hay tengo algunas cositas que
te pueden servir para este nuevo proceso”… Un tanto asombrada
porque no sabia a quien se refería y menos a que supuesto amigo
respondí “… Te agradezco que des buenas referencias mías, pero
lamento informarte que no he hablado con nadie y menos le he
enviado ningún correo electrónico”.
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OLGA CECILIA VEGA C.

Enseguida pensé que se trataba de alguien que haría parte del


nuevo comando que operaría en Colombia, pero Joseph continuó
hablando “… Seguramente es tu hermano quien esta con ese
contacto pero quiero decirte que lo que necesites Olga cuen-
ta conmigo tu sabes que por hay tengo algunas cositas que les
puede interesar para el nuevo proyecto… Sé que este señor que
habló conmigo te quiere tener cerca para un mayor control de
las cosas… Olga tú fuiste fundamental en este proceso y se que
hubiésemos podido hacer grandes cosas pero había mucha gen-
te de por medio”.
De igual forma, envió un mensaje de solidaridad a Baruch pre-
sentando sus servicios que en caso de necesitar de su colabora-
ción. Joseph estaba dispuesto a colaborarnos en el nuevo pro-
yecto. Reiteradamente el gobierno norteamericano requería de
mis servicios, pero personalmente sabía que mi mediación sería
utilizada como escudo humano a fin de empezar un nuevo con-
tacto con las Farc.
Baruch me solicitó copia de mi pasaporte porque el nuevo co-
mando precisaba mis documentos. Según mi hermano por fin mi
vida retomaría un rumbo normal puesto que me rehusarían en
un tercer país con todos los beneficios y luego como avanzara el
nuevo proceso, obtendría la ciudadanía norteamericana. Aunque
nuestra participación durante el proceso de mediación fue secreta
y no abierta y pública como la labor que realizaba Piedad Córdo-
ba quien trabajaba para el Gobierno de los Estados Unidos, cabe
destacar que gracias al trabajo del señor presidente de Venezuela
Hugo Chávez y su intervención política, fue el eje fundamental
para la liberación de algunos secuestrados.
Con su mediación, Hugo Chávez logró que las Farc liberaran algu-
nos rehenes como muestra de gratitud y solidaridad hacia del man-
datario. Ahora, este nuevo grupo, Special Operations Command.
(USSOCOM), Comando de Operaciones de los Estados Unidos,
operaría en Colombia, bajo la dirección y coordinación directa del
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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

señor RICK. Ex oficial del grupo DELTA. El USSOCOM es el


máximo grupo especializado del ejército de Estados Unidos, en-
cargado de realizar operaciones de alto riesgo.
El oficial RICK con una basta experiencias en operaciones de alto
riesgo, se presentó en Washington para pedir autorización a sus
superiores y de paso, asegurar que él con sus unidades especializa-
das, (50) hombres, penetrarían en la selva colombiana y lograrían
el rescate de los agentes norteamericanos. El día que el oficial alto
rango se presentó en Washington, enardecidamente enfatizó que
por nada del mundo permitiría que sus compatriotas murieran en
plena selva colombiana, puesto que ya habían transcurrido más
de cinco años y los oficiales del FBI y CIA no habían logrado la
liberación de los plagiados.
Este grupo que arribó al territorio colombiano a fin de coordinar
con las fuerzas militares de mi país las operaciones pertinentes
para el rescate de los secuestrados, estaba dispuesto y habilitado
para realizar trabajos de infantería y atacar por tierra, mar y aire
cualquier tipo de terreno. Pese a que el gobierno norteamericano
a través de sus oficiales en Colombia, había logrado penetrar a las
Farc con una amplia labor de inteligencia, seguían mis pasos, en
cada uno de los países donde me refugiaba, considerándome pieza
clave para llegar hasta la guerrilla a través de mis vínculos perio-
dísticos. Motivo por el cual, de nuevo precisaban de mi mediación
con Baruch, a fin de buscar un nuevo contacto que los llevara a la
cabeza del nuevo líder subversivo Alfonso Cano.
Washington conocía en detalle mi vida, y Baruch había informa-
do al nuevo comando todos los avances con nuestra participación
de mediadores, pese a los obstáculos del FBI y CIA interesados
igualmente en las acciones militares contra la guerrilla. Pese a no
compartir el pavoroso accionar de las Farc y obviamente del se-
cuestro, tampoco estaba de acuerdo que las fuerzas militares de
Colombia en asocio con el gobierno de Bush, fueran a sacrificar
vidas humanas. El fin no justifica los medios. Eso es terrorismo
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OLGA CECILIA VEGA C.

de Estado y la democracia no debe combatir el terrorismo con


terrorrismo estatal.
Este nuevo proceso de mediación me tenía muy intranquila y ner-
viosa puesto que consideraba que sería utilizada como carne de
cañón y obviamente, se repetiría la misma situación donde fui
utilizada de aparente interlocutora para que el Gobierno de Bush
intentara llegar hasta Raúl Reyes. Situación que no permití cuando
me fui del país en el año 2006.
Con el nuevo grupo y las estrategias que serian ejecutadas en Co-
lombia, intuía que mi mediación seria utilizada de escudo huma-
no, con el supuesto de un acercamiento de diálogos con las Farc
en donde lo más seguro, perdería hasta mi vida.
Con la muerte de Raúl Reyes, la cual me impacto muchísimo
como me estremece la muerte de cientos de soldados y personas
que son masacradas en poder de la guerrilla y de grupos parami-
litares, comprobé que Estados Unidos no solo estaba interesado
en la liberación de sus agentes, sino en la cabeza de los mandos
guerrilleros como lo había conocido durante mi visita a Washing-
ton. Situación de la que no formé parte ni siquiera por todo el oro
del mundo, puesto que no comparto derramamientos de sangre.
Baruch y yo somos negociadores, mediadores.
Con el transcurrir de los días, Baruch en los Estados Unidos se
encontraba muy atento a la orientación que entregara Washington
para nuestra intervención directa. Pero el nuevo comando presen-
te en Colombia, estaba recopilando informaciones de inteligencia
que durante cinco años habían logrado conseguir los oficiales del
FBI y CIA a través de las fuerzas militares quienes por fin habían
penetrado a las Farc.
Situación que presentaba otras opciones y tácticas para la penetra-
ción a los campamentos guerrilleros. La alternativa más rápida era
a través de alias Doris Adriana quien ya estaba trabajando para los
organismos de inteligencia de Estados Unidos gracias a su labor
de convencimiento del oficial Joseph Deters del FBI.
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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

En caso que fallara la operación de deserción de alias César con la


entrega de secuestrados, en ese instante entraba a operar el nuevo
comando de militares norteamericanos con las fuerzas especia-
les colombianas quienes habían planeado segundo a segundo toda
una estrategia militar para el rescate de los rehenes.
En caso de no dar un resultado positivo ninguna de las dos ma-
niobras, entrábamos a mediar nuevamente con las Farc a través de
nuestra intervención. Personalmente, intuía que el grupo especia-
lizado entraría a operar con todo su rigor militar. Todo avanzaba
rápidamente, ya no era cuestión de meses ni días, ahora se trataba
de una operación militar rápida y extraordinariamente bien plani-
ficada.
Pese a no participar directamente el día de la Operación Jaque
puesto que fue una maniobra anticipada a las acciones programa-
das con anterioridad por los oficiales del FBI y CIA pude esta-
blecer que el comando dirigido por el oficial RICK, con una alta
tecnología satelital, había penetrado al área donde se encontraban
los secuestrados, logrado coordinar con las fuerzas militares y po-
liciales colombianas un completo control en las comunicaciones
de la guerrilla. Para el Gobierno norteamericano, las muertes de
los comandantes guerrilleros Raúl Reyes e Iván Ríos y la baja de
otros comandantes de las Farc sumada, la infiltración de personal
de inteligencia a los campamentos, significaba un completo avan-
ce contra las Farc y confirmaba su penetración sobre la fortaleza
de la guerrilla.
En consecuencia, las Farc que antes era impenetrable, había sido
infiltrada por su peor enemigo: USA. Las continuas deserciones
de guerrilleros y la desconfianza interna en la guerrilla, fue bien
aprovechada por los organismos de inteligencia estadounidense,
quienes en coordinación con las fuerzas militares y policiales de
Colombia, lograron ampliar su plan de acción contra la organiza-
ción rebelde hasta el punto, de contar con la colaboración de los
mismos mandos subversivos.
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OLGA CECILIA VEGA C.

El aniquilamiento de Raúl Reyes, permitió al gobierno estadouni-


dense comprobar el fácil acceso a los campamentos de las Farc a
través de la ubicación satelital y no permitiría que su gente con-
tinuara en cautiverio. De igual forma, detectó campamentos don-
de se encuentran altos mandos guerrilleros. Todo el accionar de
inteligencia de los de Estados Unidos en Colombia, está ejercido
con las fuerzas militares de mi país, a fin de evitar ser señalados
de violar la soberanía nacional. Motivo por el cual, no concebía la
idea que para este nuevo contacto supuestamente de acercamiento
y diálogos con la guerrilla, Estados Unidos precisara de penetrar
en Colombia con Special Operations Command (Comando de
Operaciones Especiales de Estados Unidos USSOCOM).
El Gobierno de Bush ya había invertido millones de dólares en
Colombia con pagos a supuestos informantes, estrategias militares
equipos de rastreo, en fin… todo un manual operacional al estilo
películas de Hollywood.
El 2 de julio de 2008, las fuerzas militares colombianas bajo la
orientación y coordinación directa del oficial RICK y unidades
del Comando de Operaciones Especiales de los Estados Unidos,
luego de escuchar y coordinar nuevamente con el oficial James de
la CIA y el oficial Joseph del FBI quienes lograron convencer a
través de Doris Adriana para que alias César desertara junto con
los secuestrados a cambio de prebendas que supuestamente garan-
tizaban su total bienestar y de seguridad en el exterior; con este
acuerdo penetraron en la selva colombiana, permitiendo el rescate
de los agentes estadounidenses Keith Stansell, Marc D. Gonçalves
y Thomas R. Howes, y de paso la liberación de la ex candidata
presidencial Ingrid Betancourt, cuatro miembros de la Policía Na-
cional y siete más, del Ejército Nacional colombiano.

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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

Fotografía descargada de la Internet

Hasta el día de hoy no pude establecer cuales fueron los acuerdos


pactados con los miembros de las Farc quienes permitieron la li-
bertad de los rehenes. Támbien es cierto que sí hubo una fuerte
infiltración de inteligencia militar estadounidense en las comuni-
caciones de la guerrilla, bajo la orientación directa del Comando
de Operaciones Especiales de los Estados Unidos y su amplia la-
bor de inteligencia que habían logrado realizar con anticipación
a este proceso los oficiales del FBI y CIA en cabeza de James y
Joseph, hoy en día condecorados por su amplio trabajo militar en
Colombia.
Mientras los campamentos subversivos eran cercados con hosti-
gamientos bélicos por parte de las fuerzas militares, la CIA neu-
tralizó el accionar de las Farc y sus canales y frecuencia de co-
municación, siendo intervenidos por la misma inteligencia nor-
teamericana. La aeronave donde fueron trasladados los rehenes,
estaba escoltada por otra nave, la cual transportaba unidades del
comando de las fuerzas especiales de Estados Unidos quienes diri-
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OLGA CECILIA VEGA C.

gieron, coordinaron y participaron en la tan nombrada Operación


Jaque. “Mate.”
Una vez realizado el operativo militar que permitió la liberación
de los tres agentes norteamericanos, inexplicablemente mi vida
había dejado de ser blanco de amenazas. Ahora, desde mi lugar
de exilio, intento retomar un nuevo rumbo con el inmenso dolor
que esta experiencia de mediadora me ha dejado enfrentando una
nueva etapa de amenazas por divulgar la verdad...
Gracias a Dios y en parte a nuestra participación de mediadores,
reconozco que mi hermano Baruch siempre mostró su total com-
promiso solidario con nuestra bella Colombia a través de su co-
laboración irrestricta, para lograr el objetivo que hoy Ingrid Be-
tancourt está libre, Keith Stansell está libre, Marc Gonçalves está
libre, Thomas Howes está libre.
Situación que nos llena de gran regocijo y a la distancia celebra-
mos, pese a no tener el reconociendo de nadie por nuestra parti-
cipación, la cual me originó el destierro de mi país y el terrible
drama que vivo hasta el día de hoy al encontrarme forzosamente
separada de mis seres queridos.
Gracias a las operaciones de las fuerzas militares de Colombia,
quienes contaron con el apoyo logístico y militar del Gobierno
de Estados Unidos y obviamente de la operación diseñada, diri-
gida y coordinada por el oficial Norteamericano, señor RICK tras
combinar su estrategia operacional, con la negociación realizada
a través de los oficiales del FBI Joseph Deters y James de la CIA
con miembros de la guerrilla arrojó el impecable rescate de estas
personas, incluidos los policías y militares, quienes durante años
soportaron las inclemencias de la selva y hoy, su actitud de va-
lentía admirable, los convierte en unos verdaderos héroes con mi
mayor respeto y admiración.
Ahora me pregunto, ¿qué tanto los Estados Unidos le cumpli-
rán a los desertores de las Farc que fueron la base principal de la

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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

Operación Jaque? ¿Hasta qué punto cumplirán con su tradicional


manual utilizado por los oficiales de las agencias de inteligencia
norteamericana consistente en negociar a través de ofertas eco-
nómicas y un cambio de vida en los Estados Unidos? ¿Hasta qué
punto se beneficiará alias Doris Adriana y César de ese manual
negociador?
Solo basta esperar si el primer paso que realice los Estados Uni-
dos en cumplimiento a lo pactado sin violar las leyes y convenios
internacionales, sea solicitando en extradición a estas personas y
luego, el Gobierno de Uribe en contraprestación a las acciones
militares norteamericanas y en cumpliendo a pactos políticos in-
ternacionales reservados, permita ampliar en Colombia, la partici-
pación militar estadounidense de una manera abierta ante los ojos
del mundo.
De algo estoy plenamente convencida y segura, y es de los resul-
tados que arrojó el amplio trabajo que durante mas de cinco años
en Colombia realizaron los Oficiales James de la CIA, Joseph del
FBI, quienes gracias a su pericia militar y a la coordinada opera-
ción diseñada, realizada y dirigida por el oficial Rick, junto a sus
unidades del Comando de Operaciones Especiales de los Estados
Unidos en combinación con el Ejército colombiano, son las per-
sonas que en el momento crítico de cualquier maniobra militar
ponen el pecho. Se logró la exitosa Operación Jaque con una “es-
trambótica publicidad internacional”.

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CAPÍTULO XVII
INGRID BETANCOURT
“LA PRINCESA DE LA SELVA”

E
“ ntre menos estemos enterados de las cosas menos nos expo-
nemos y arriesgamos” Frase preferida con la que Raúl Reyes eva-
día algunos interrogantes ciertos, pero que por acuerdos en el Se-
cretariado de las Farc no podían ser revelados y menos divulgados
entre la población civil. De esta manera, se afianzaba los secretos
del monte que solo serian públicos “Si la montaña hablara”.
Desde el lugar de mi exilio aprecié las primeras imágenes que mos-
traban el rescate de Ingrid Betancourt, los tres agentes del gobierno
estadounidense y varios policías y militares.
Al igual que millones de colombianos y personas en el mundo ente-
ro, con mi hermano Baruch celebramos tras el entusiasmo de saber
que estas personas que habían estado privadas de su libertad como
en mi caso, por fin estaban libres como si volvieran a nacer.
Analizaba el rostro empalidecido de Ingrid, como es obvio por su
permanencia en la selva, pero aun así, mostraba la imagen de una
mujer completamente sana y de extrema fortaleza como recién
salida de un Spa, diferente en sumo grado de aquella efigie cono-
cida días antes, cuando los medios de comunicación internacional
mostraron una Betancourt consumida por el dolor y aparentemente
maniatada de su muñeca derecha lo que resultó ser una liga elástica
con la que recogía su cabello extremadamente largo, como símbolo
de su larga trayectoria en la manigua.
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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

Durante sus seis largos años del cautiverio, quise aprovechar mi


profesión de periodista con el fácil acceso a los campamentos
guerrilleros, para intentar obtener una prueba de vida suya que
mostrara su real condición en la selva.
Luego de su liberación, su inesperado desplazamiento por
diferentes países de America Latina a fin de solidarizar un Acuerdo
Humanitario que permita la liberación de decenas de rehenes que
todavía se encuentran cautivos en la selva colombiana me hizo
recordar un centenar de comentarios que escuché sobre su cautiverio
y de paso, transportar mi mente a finales del 2003 e inicios de 2004,
cuando Iván Ríos y otros altos mandos de las Farc aseguraban que
la aspirante presidencial se encontraba viva y que sus condiciones
en la selva eran muy favorables pese a las vicisitudes del cautiverio
a tal punto que parecía “La Princesa de la Selva”.
Para ese entonces, logré contactar a Iván Ríos quien poco antes de
ser nombrado miembro del Estado Mayor y por lo consiguiente
parte del Secretariado de las Farc comandaba los departamentos
del Tolima, Cauca y parte del Huila, regiones donde asentó sus
campamentos bajo órdenes directas de Alfonso Cano.
En aquella oportunidad, Ríos lamentó irónicamente los motivos y el
porqué Ingrid fue secuestrada el 23 de febrero de 2002 en compañía
de Clara Rojas, mientras hacía campaña para las elecciones
presidenciales.
Aseguraba que Betancourt procedió de manera confiada e
irresponsable con ella misma, al considerar que su amistad con el
Comandante guerrillero Alfonso Cano, la excluiría de la advertencia
que las Farc había lanzado contra los candidatos presidenciales,
declarados objetivo militar si intentaban hacer proselitismo
político en algunas regiones del país. “… Así sea mi madre la que
esté haciendo campaña tenemos que hacer cumplir la orden y la
carepálida dio papaya y los muchachos no tuvieron mas alternativa
que echarle mano y cumplir con la orden” Comentó Iván Ríos al
referirse a Ingrid.
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OLGA CECILIA VEGA C.

Ese y otros inicuos comentarios sobre Betancourt, me empezaron


a generar serias dudas sobre su osada actitud que la conllevó a
desplazarse por carretera hasta San Vicente del Caguán a sabiendas
que el mismo Gobierno le había advertido el riesgo que podía correr
su vida en esa zona.
Pero esa mañana, en el campamento de Iván Ríos, conocí por él
mismo, noticias muy delicadas de los secuestrados… Me enteré del
embarazo de dos secuestradas. Situación que me originó un fuerte
impacto, puesto que no podía creer lo que estaba escuchando y mas
aun, porque no tenía manera de probar la veracidad de esta versión.
De comprobarlo sería la noticia del momento.
La información la conocí, luego de escuchar apartes de un informe
que entregaba Natalia, persona encargada de las comunicaciones
de Iván Ríos, cuando le solicitó con urgencia su aprobación para
contactar un médico civil y de confianza de las Farc, que lograra
desplazarse hasta esa área para atender una mujer que se encontraba
en casa de unos campesinos y en delicado estado de salud.
Ríos, quien siempre se mostraba un hombre cauteloso con las cosas
internas de las Farc delataba su discrecionalidad con rostro de
preocupación, disgusto y espontáneos comentarios. “Que cagada
lo que está pasando, ahora esto se puede convertir en un problema
el berraco si llega a salir a la luz pública” Expresó con voz un
tanto alterada y masajeando sus manos. Esas palabras exaltaron mi
curiosidad de mujer y periodista. Estaba muy intrigada de saber que
estaba ocurriendo, lo cual me incitó a preguntar inmediatamente…
¿Para quién necesita el médico? Sabía perfectamente que se trataba
de una situación delicada por la expresión de su rostro. A modo de
disgusto e inquietud, señalaba la relación íntima que existía entre
Ingrid Betancourt y el comandante guerrillero Alfonso Cano.
Iván Ríos pocas veces hacia alusión a situaciones delicadas de
la guerrilla; aun así soltó la lengua y empezó hablar ¿Sabías que
tenemos serios problemas con dos retenidas? Comentó en forma de
pregunta y luego prosiguió… Este sí que es un problema el berraco
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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

porque la carepálida está en estado de gestación” Comentó “…


Que cagada porque nunca en la historia de las Farc habíamos
tenido esa clase de problemas con los retenidos y esto no es un buen
ejemplo”. Al escuchar a Iván Ríos, quede atónita. No podía creer
lo que estaba escuchando y más aun, no tenía manera de probar
esta versión con una grabación oficial suya. De evidenciarlo sería
la noticia del momento.
¿Queeeeé? “No lo puedo creer”… ¿tú me estás diciendo la verdad?
Indagué con cierta duda sobre el supuesto embarazo de Ingrid. Luego,
Iván preguntó si deseaba tomar un café y dando cortos pasos en su
pequeña caleta, levantó su mano derecha y acercándola a su boca, me
hizo una señal de callar y bajar mi tono de voz. ¿Dime que lo que me
estás diciendo no es cierto, verdad?... Ríos intentando evadir el tema,
llamó al guerrillero “Carlos” uno de sus escoltas y le ordenó dos cafés
uno con dulce y otro como a él le gustaba, sin azúcar y oscuro.
Con anterioridad, había escuchado fuertes rumores sobre el afecto
y gran lazo de amistad, que durante el proceso de paz inició
Ingrid Betancourt con Alfonso Cano. Pero este nuevo comentario,
confirmaba una relación íntima que existía entre la rehén y el
líder subversivo, quien para esa fecha tenía sus campamentos
asentados en la región del Tolima, orientando directamente a Iván
Ríos, encargado de controlar las acciones militares de la guerrilla
en los departamentos del Cauca, Huila y Tolima; región donde
supuestamente había sido trasladada Ingrid Betancourt, luego de
ser separada por un tiempo del resto de secuestrados.
Según Iván Ríos, el jefe guerrillero Alfonso Cano había coordinado
directamente con Raúl Reyes la nueva zona de reclusión de Ingrid
Betancourt. Todo indicaba que las montañas del Tolima eran fiel
testigo de este romance clandestino en medio de la guerra y de
grandes acuerdos políticos. De esta manera, Alfonso Cano tendría
mayor control de su amiga Ingrid Betancourt, sin olvidar su porte de
mando guerrillero y que ante los ojos del mundo, se trataba de una
prisionera de guerra, como las Farc denomina a los secuestrados.
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OLGA CECILIA VEGA C.

Luego de ordenar el café, preguntó si el almuerzo ya estaba listo


para que sirvieran el mío en su vajilla metálica. Cuando el joven se
alejó de la pequeña casita elaborada en plástico negro atado a seis
troncos de madera, Ríos se sentó de nuevo en su pequeño butaco y
tomó mi mano derecha… “Recuerda que hay cosas que no deben
salir de la montaña, ten eso presente lo que ves y escuchas acá,
se queda acá”. Esa actitud de advertencia me dejaba fría pero aun
así, mi curiosidad de reportera se incrementaba.
Seguía preguntando… ¿Dime quién más esta embarazada por
favor pásame el informe por completo?... Con su gesto de disgusto
me respondió “… Acá no le permitimos a las muchachas quedar
embarazadas y ahora esta vieja la caga de esa manera…Qué tal
que tenga que salir corriendo y en ese estado no se puede… Yo
siempre he sostenido que los mandos debemos dar ejemplo a las
tropas pero ante esta situación solo queda esperar que pasa”.
…¿Dime cuánto tiene de embarazo y dónde está? “Déjame verla
por favor habla con Alfonso Cano y dile que me permita realizarle
un reportaje por favor”…Ríos respondió “… Tú estás loca como
se te ocurre que yo le voy a decir al camarada que tú sabes del
embarazo de esa vieja y lo peor de todo es una mujer terca y cree
que se las sabe todas pero en el fondo es una floja”.
Ríos continuó hablando de manera despectiva de Ingrid Betancourt
hasta el punto de utilizar un vocablo poco usual, puesto que no
soportaba la grosería, pero aun así, comentó…“Esa vieja es una
hijueputa prepotente que se olvida que está en calidad de retenida,
piensa que los muchachos tienen que correrle porque es doña Ingrid
Betancourt, eso me tiene mamado porque ya hemos recibido quejas
pero no alcanzas a imaginar el valor político que ella tiene para
las Farc y el futuro de la organización, el tiempo dará la razón y
hay es cuando tu mejor nos entenderás”
Todo indicaba que esta información que yo estaba conociendo sobre
la región donde estaba Ingrid Betancourt, ya se había filtrado en
las tropas del Ejército Nacional. Motivo por el cual, se registraron
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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

bastos operativos contra la guerrilla en áreas rurales de Gaitanía,


Planadas, Ataco y San Antonio, originando un gran número de bajas
y deserciones en la guerrilla, hasta el punto de disminuir su accionar
en las posibles zonas donde podía encontrarse cautiva Betancourt,
pero los continúos desplazamientos obligados que tuvo que realizar
la ex rehén, no solo hizo perder su rastro a las tropas del Ejército,
sino que había afectado su salud.
Al parecer la presencia de Ingrid Betancourt en el área de influencia
de Alfonso Cano, exponía la vida del jefe guerrillero y sus tropas, lo
cual originó el retorno de la secuestrada a los campamentos donde
se encontraban el resto de los cautivos.
Con el transcurrir de los meses, la supuesta relación entre la ex rehén
y Alfonso Cano se deterioró. El mando guerrillero antes de obrar
como hombre, pensaba y reaccionaba con cabeza de revolucionario;
su lucha abnegada por la organización no la cambiaría de la noche
a la mañana por una relación amistosa con una cautiva, lo que
originaba problemas en la parte operativa de la guerrilla: Ingrid
antes de ser mujer, era un polo de negociación internacional.
A los pocos días, regresé a las zonas controladas por las Farc y logré
conocer al dichoso médico que atendió el llamado de la guerrilla.
Se trataba de un hombre de mediana estatura de unos 45 años de
edad aproximadamente, pero no recuerdo el seudónimo con que
se identificaba puesto que su nombre verdadero lo ocultaba para
evitar ser expuesto ante la inteligencia colombiana.
Más adelante, en la vereda conocida como la Primavera en la región
del Tolima, volví a encontrarme con el mismo hombre en momentos
en que lo recibían dos muchachos vestidos de civil pero que en
realidad se trataba de guerrilleros. En esa oportunidad, el médico
lo trasladaban a unos campamentos de las Farc para realizar una
brigada de salud.
El hombre quien pocas palabras cruzaba con la población civil,
había arribado a la zona en compañía de un joven quien al parecer

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sería un auxiliar enfermero. Cuando me observó, me saludó


amablemente indicando que se acordaba de mí. Luego preguntó
mi nombre y exclamó que se encontraba algo agotado por el calor
que se registraba en el ambiente.
Por supuesto que no le di mi verdadero nombre, debido a que no
sabia de quien se trataba; solo conocía que era un médico y que
los guerrilleros precisaban nuevamente de sus servicios. Aun así,
aproveché para indagar a quien había atendido en el viaje anterior,
pero con una sonrisa evadió toda información y luego se despidió
porque continúo su camino escoltado por los dos subversivos.
Por los comentarios que me había hecho Iván Ríos, quien
supuestamente sentía por mí una gran confianza, indicaba que en
esa área, se encontraba Ingrid Betancourt; lo peor de todo, que
además de estar privada de su libertad, lejos de sus seres queridos
y supuestamente embarazada. Situación que no logré comprobar
con mis ojos, puesto que los altos mandos de las Farc nunca me
permitieron acceder a los campamentos donde se encontraban
los secuestrados para realizar un reportaje, como sí lo obtuvo el
periodista Jorge Enrique Botero, cuando el mismo Jorge Briceño,
alias el Mono Jojoy, permitió su ingreso en el lugar donde se
encontraba un grueso número de rehenes.
De acuerdo con las mesuradas informaciones de Iván Ríos, el hijo
de Ingrid Betancourt, debía nacer a mediados de 2004. Si es que
realmente se encontraba embarazada durante su etapa de cautiverio,
lo cual no pude físicamente confirmar y menos asegurar si en verdad
este embarazo existió y tuvo un final feliz. Mi profesionalismo en el
periodismo, no me permite establecer con certeza una información,
sin que está, sea reconfirmada por mis propios ojos. Y de no ser por
los testimonios que directamente me narraron, no lo publicaría. Pero
las verdades siempre se abren camino y sobretodo cuando muchas
personas tienen conocimiento.
Por las informaciones que logré escuchar en el año 2004 por parte
de otros mandos de las Farc, me permitieron conocer que Ingrid
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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

Betancourt algunos días de su secuestro los pasó en la región del


Tolima.
Estos son los testimonios e indicios de fuentes o testigos que
reconfirmaron el embarazo de Ingrid:

1-) Alias Moisés:


Comandante de la columna móvil Daniel Aldana, de la cuadrilla
Manuel Cepeda de las Farc y director de la emisora la Voz de la
Resistencia, también conocido con el alias de Salvador persona de
total confianza de los comandantes guerrilleros Alfonso Cano e Iván
Ríos, aseguró que unidades guerrilleras bajo su mando, custodiaron
y acompañaron por unos días a la ex rehén Ingrid Betancourt.
Según el combatiente, la salud de la secuestrada se había afectado
lo que obligó atención médica inmediata. Todo indicaba que la
ex rehén había transitado por las veredas El Rosario y Rió blanco
(Tolima).
Alias Moisés, llevaba militando 20 años en las filas de las Farc.
Había sido Comandante del frente 17 a donde operó bajo el alias
de Salvador en la región del Huila y luego, por órdenes directas de
Manuel Marulanda y Alfonso Cano, organizó y fundó la emisora
de las Farc conocida como la Voz de la Resistencia. Era un hombre
de aproximadamente 40 años de edad, estatura alta y piel trigueña.
Cabello bien cuidado, lacio, color negro. Se dejaba el bigote y usaba
de vez en cuando gafas. Era muy amable al hablar y se mostraba
muy agraciado y charlatán.
Moisés fue el mando guerrillero que me condujo hasta los
campamentos de Iván Ríos, lo que me permitió conocer su versión
sobre apartes del cautiverio de Ingrid Betancourt.
…Por órdenes del camarada Alfonso Cano, fue trasladada a estas
zonas y debido a mi experiencia en el combate y amistad de muchos
años con el camarada, él decidió que yo mismo me encargara de
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OLGA CECILIA VEGA C.

organizar el control de la Betancourt; como usted bien sabe, acá


manejamos el tema de la compartimentación es decir total reserva
en nuestras tareas y evitar a toda costa que la misma guerrilla se
entere que en la zona hay un retenido. Esa tareita me correspondió.
De esta manera el comandante guerrillero continuó su relato.
…No me explico que le paso al camarada Alfonso con esa vieja,
hay si perdió el año el camarada, porque es más fea que coger la
mamá a patadas. Es cierto, que la vieja es conocida políticamente,
pero con tanta vieja buena que hay acá en la guerrilla, al hombre
le dio por fijarse en esa flaca, pálida, insípida y lo peor de todo,
antipática.
Las unidades que la cuidaron estaban mamados de esa vieja,
además es muy altanera y exigente, había olvidado su condición
de retenida y empezó a pedir maricadas como si esto fuera un
hotel. Eso se lo hice saber en su momento al camarada “Emilio”
con ese alias se identificaba Iván Ríos en la zona… porque no me
soportaba a esa vieja, afortunadamente fue poco tiempo que estuvo
bajo mi control.
Al escucharlo hablar de manera despectiva sobre Ingrid Betancourt,
le pregunté cuánto tiempo de embarazo tenía la ex rehén y si ese
hijo era de Alfonso Cano, a lo cual respondió… Mire asegurar si
era del camarada me queda muy jodido, eso solo lo sabe ella, pero
si sé, que esa vieja se va a estrellar solita porque acá, nadie tiene
compromisos con nadie, nuestro único compromiso es nuestra
lucha revolucionaria por el poder, no más. Enfatizó Moisés quien
no dejaba de sonreír irónicamente cuando se refería a Ingrid.
Moisés, como buen convencido y comandante guerrillero, era muy
reservado con los temas internos de las Farc. Su confianza para
conmigo, inició cuando comprobó todo el apoyo y preocupación
que demostró hacia mí Iván Ríos. Este fue el punto de partida
para que él, hiciera serios señalamientos contra Betancourt. Según
Moisés. Ingrid estuvo recluida en casa de unos campesinos muy
cerca de su campamento. Allí permaneció unos pocos días y fue
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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

trasladada a otro lugar, luego de recibir atención medica… ¿Moisés


ustedes no tenían miedo que el Ejército los ubicara? Aproveché
para preguntar porque mi curiosidad de mujer y periodista no la
podía perder, yo sabía que entre más información obtuviera algún
día la revelaría. … Mujer acá todo es un continuo riesgo y mas
porque los hostigamientos como se puede dar cuenta son frecuentes,
seguramente el ejército conoció que esa vieja estaba por estos lados
y hubo que movilizarla rápidamente de la zona.
…¿En qué la transportaban a Ingrid porque no creo que una
persona aguante tanto tiempo caminando por toda Colombia y más
si ella estaba enferma? Pregunté con muchísima curiosidad.
Moisés solo sonreía y aseguraba que existían mil formas para
transportar a una persona, que por parte suya, le brindo todo el apoyo
logístico que la ex rehén necesitó hasta que la entregó a otra unidad
que opera en el Tolima bajo el mando de alias Mayerly, quienes
se encargaron de movilizar a la secuestrada hasta otro punto. Todo
movimiento operacional que realizaba la guerrilla en el área del
Tolima, estaba dirigido y coordinado por Iván Ríos.
En otra oportunidad, Iván Ríos, de manera menos prudente, por
fin se refirió al embarazo de una segunda rehén. Se trataba de
Clara Rojas, quien durante su primera etapa de cautiverio sostuvo
relaciones con un guerrillero encargado de vigilar parte de los
secuestrados. Aparentemente, el hombre tuvo que ser ejecutado
luego de un Concejo de Guerra porque infringió una de las normas
más delicadas de las Farc. Caso que no es cierto porque luego
conocí por boca de alias Gloria mujer de Raúl Reyes que el padre
del hijo de Clara Rojas era un mando guerrillero de alto rango de
las Farc quien controlaba a los rehenes y que estaba mas vivo que
cualquiera.
De ser cierta la información sobre el embarazo de Ingrid Betancourt
y si el supuesto no fue interrumpido, según cuentas de Iván Ríos
la ex rehén debía dar a luz un hijo en las selvas de Colombia, en
una fecha aproximada o posterior a la que nació el hijo de Clara
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OLGA CECILIA VEGA C.

Rojas. Emmanuel, quien sufrió una fractura en su pequeño brazo


en momentos que se le practicaba a su madre la cesárea.
Los días transcurrieron y en otro viaje tuve la oportunidad de
conocer a alias Mayerly y otros comandantes de las Farc que operan
en el Tolima, Huila y Cauca.

2-) Alias Mayerly:


Resultaba ser una mujer mítica, considerada como una de los
combatientes militares mejor dotada que tiene las Farc. Alta de
estatura, corpulenta, trigueña, de larga cabellera color negro
azabache. Pese a ser una persona corta de palabras y muy controlada
en sus apreciaciones con temas internos de las Farc dejaba entrever
cierto desconcierto cuando se refirió a Ingrid Betancourt.
Acá se respeta la vida de la gente y las decisiones de los camaradas
y menos se comenta la privacidad de ellos porque muy poco la
sabemos. Lo único cierto es que algunos cometen errores y esos
errores perjudican a la organización. Yo creo que la amistad del
camarada Alfonso Cano con la Betancourt, es más una estrategia
suya que cualquier otra cosa. Esa vieja es solo un rehén y el
camarada es muy estricto con los temas de la guerrilla. Cuando
la Betancourt vuelva a la civilización, saldrá hablando mierda
como lo hacen todos los secuestrados. Así se les trate bien, aseguró
Mayerly.
A finales de octubre de 2004, instantes que me encontraba
trabajando en la Secretaria de Salud del Departamento del Huila,
como Jefe de Prensa, se realizó una amplia reunión con todos los
directores de hospitales de la región. La reunión había trascurrido
de manera normal y exitosa, pero algo sorprendente aconteció:
instantes que ingresé en mi oficina, luego de abandonar el auditorio
de la Secretaría donde se realizó el encuentro médico. Un hombre
de mediana estatura se paró justo en la puerta de mi dependencia
y solicitó con gran nerviosismo y ojos bien abiertos que por favor
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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

no expusiera a nadie que personalmente le conocía, luego con voz


entrecortada, exclamó… ¡Este mundo es muy pequeño y ahora me
la encuentro en este lugar!
Todo fue tan inesperado, que en el instante no podía relacionar de
quien se trataba; sabía que a ese hombre lo había visto en algún
sitio; pero no recordaba con exactitud el lugar. Cuando nombró la
guerrilla, pude establecer que se trataba del mismo hombre que
conocí en una zona de influencia guerrillera, momentos que él se
desplazaba a los campamentos guerrilleros. Se trataba Reynaldo
Reyes Cachaya, Director del Hospital el Rosario del municipio
de Campoalegre Huila.
El mismo hombre que supuestamente había atendido de manera
urgente a alguien, cuando Iván Ríos autorizó sus servicios. Con el
transcurrir del tiempo y a raíz de las frecuentes visitas que Reynaldo
precisaba realizar a la Secretaría de Salud del Huila, iniciamos una
buena amistad. Un cierto día, mientras el médico visitaba mi oficina,
decidió hablar de sus esporádicos servicios a las Farc.

3-) Médico Reynaldo Reyes Cachaya:


Conciente de la confianza que depositaba en mí, aproveché para
indagar sobre la persona que él había atendido de manera urgente.
Con una irónica sonrisa y luego de una breve pausa, respondió “…
Si adivinaras a quien atendí, con tu trabajo de periodista te haría
llenar de dinero” Insistí e insistí, hasta que finalmente respondió que
había atendido a una reconocida mujer que estaba secuestrada, pero
lo mejor de todo, era que ella no sabia que él era un médico civil,
porque todo el tiempo pensó que se trataba de un guerrillero.
Reynaldo pretendía ocultar su nombre, pero finalmente informó que
se trataba de la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt momentos
en que se encontraba retenida en un área rural del Departamento del
Tolima. Esta información me llenaba de gran entusiasmo, porque
tenía toda la exclusiva de la pesquisa pero no la podía divulgar por
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mi propia seguridad y la del médico, pero mi mayor satisfacción


consistía en conocer que Ingrid si se encontraba viva, pese haber
conocido esta información por boca del mismo Iván Ríos.
El galeno huilense se refirió al servicio médico que él prestó como
profesional y el gran temor que sentía si se llegaba a filtrar esta
información entre los organismos de inteligencia colombiana.
También expresaba su respeto y temor por las Farc pese a prestar
sus servicios a la organización. Situación que no le permitía entrar
en mayores detalles, cuando hablaba de sus favores bien retribuidos
económicamente por la subversión.
Reynaldo Reyes, médico de gran prestigio y reconocimiento en
el Departamento del Huila, ejercía su función como Director del
Hospital del Rosario ubicado en el municipio de Campoalegre Huila
y propietario de una reconocida farmacia de la zona, por cierto de
gran influencia guerrillera donde opera la columna móvil Teófilo
Forero de las Farc bajo el mando de alias, Oscar el Paisa.
Según el galeno, sus servicios esporádicos a las Farc, le permitía
percibir otros ingresitos adicionales, como el se refería al pago
de la guerrilla; cuando le pregunté cuánto pagó las Farc por sus
servicios y si realmente valía la pena exponer su vida de esa manera
desplazándose a los campamentos subversivos, respondió “… Olga
en la vida todo es un riesgo y vale la pena porque la situación
esta muy dura en este país, la plata no alcanza para nada… Esos
pesitos que me gano con la guerrilla me sirven muchísimo, no ves
que tengo una familia por quien responder”.
En sus comentarios Reinaldo Reyes, se refería a la gran confianza
que algunos mandos guerrilleros tenían hacia el, como lo era el
propio Iván Ríos, Alfonso Cano, Moisés y Oscar el Paisa jefe de
la columna móvil de las Farc Teófilo Forero. Pregunté… ¿Cuánto
ganas en cada viajecito Reynaldo?
“… Olga yo cobro por dos días de trabajo de ocho a diez millones
de pesos por mis servicios. En una brigada de salud atiendo un

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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

promedio de 40 pacientes en esos dos días y realizo cerca de 10


cirugías si son casos simples como hernias o retirar esquirlas y
retirar o colocar dispositivos de las muchachas”. Curiosa continúe
preguntando… ¿Cuánto te pago la guerrilla por atender a Ingrid
Betancourt y tu la atendiste porque estaba embarazada cierto?
Soltando la risa y señalándome de curiosa astuta respondió “…
En esa oportunidad me pagaron solo cuatro millones de pesos y
si estaba o no embarazada no lo recuerdo es mejor que deje de
preguntar porque o sino esa gente me quitan la cabeza jajaja”
Pese a su aparente reserva, me dejó muy sorprendida cuando el
galeno se refirió muy sutilmente al sangradito vaginal que presentaba
Ingrid Betancourt. Todo indicaba que ese fue el motivo principal
para prestar sus servicios. También comentó que Betancourt
estaba con algo de anemia, pero según él, era normal debido a las
condiciones y alimentación que ingieren en la selva.
El supuesto embarazo de Ingrid Betancourt en su época de
cautiverio, fue un tema hablado por varios Comandantes de las
Farc que operaban en las áreas de control de Iván Ríos, también
fue un tema que salió de la montaña y se empezó a especular en la
población civil con el paso de los años.

4-) Alias Raúl Reyes:


En octubre de 2005, cuando logré reunirme con Raúl Reyes, luego
de tres años del exterminado proceso de paz en Colombia, aproveché
la oportunidad para preguntarle sobre la versión de las secuestradas
embarazadas y obviamente sobre el embarazo de Ingrid Betancourt.
Interrogante que le causó sorpresa porque inmediatamente me
respondió con otra pregunta solicitando le informara cómo y dónde
había obtenido esta información.
Luego, con un gesto de incomodidad, utilizó su acostumbrada frase
con la que evadía acontecimientos ciertos de las Farc los cuales

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no podían ser públicos; pero antes, hizo un comentario con el cual


pretendió evadir los errores de la guerrilla. “Todas esas falencias
y equivocaciones que se comenten acá en las Farc por fortuna
son solucionados a tiempo…Entre menos estés enterada de cosas,
menos te expones”. Luego sonrío y de esta manera, quiso evadir
mi interrogatorio.
…“Lo único cierto es que no nos podemos dar el lujo de procrear
hijos estando en guerra y de paso dañar nuestro buen nombre ante
la opinión internacional”. Su gesto sonriente, cambió nuevamente
por una mueca de desagravio. Levantó su ceja izquierda y exclamó,
que mejor era no hablar de esos temas públicamente, porque ya
era suficiente todo lo que estaba aconteciendo. Insinuaba que era
agregar gasolina al fuego, motivo por el cual, cambio el tema de
conversación.
Debido a las normas de compartimentación como denomina las
Farc sus acciones y secretos, Raúl Reyes poco se refería a las
intimidades de los secuestrados, pero si exponía el fuerte impacto
político que originaba el secuestro de algunos. Casi siempre y de
manera suscinta, se refería al estado de salud de los plagiados y en
asegurar que se encontraban con vida. De esta forma, preservaba
sus lugares y condiciones de cautiverio como regla número uno
en la organización revolucionaria y forma de protección contra el
enemigo. Paradójicamente, algunas veces comentó sobre la vida
en cautiverio de Jorge Eduardo Gechem, Gloria Polanco, Orlando
Beltrán, los tres norteamericanos y obviamente sobre Ingrid
Betancourt, quien al parecer gozaba de ciertos privilegios distintos al
de otros rehenes. “Situación paradójica en las Farc” ¿Supuestamente
su lucha no es por una igualdad de condiciones?
Ingrid Betancourt, se había convertido en el trofeo de negociación
de las Farc con Francia y símbolo humanistico internacional.
Situación que favorecía ampliamente a la guerrilla puesto que en un
futuro no muy lejano según el mismo Reyes, Ingrid se convertiría
en la vocera internacional de la organización con la intervención
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RAÚL REYES: SI LA MONTAÑA HABLARA

política de Francia, país que supuestamente ayudaría para que las


Farc fueran retiradas de la lista de terroristas.
Las declaraciones de Raúl Reyes dejaban mucho que pensar,
puesto que él, se refería a los secuestrados políticos, como futuros
voceros de la guerrilla. Supuestamente serían los encargados de
trabajar políticamente en favor de la igualdad de clases con su
amplia experiencia del cautiverio en la selva. Así se refería cuando
nombraba muy especialmente a Consuelo González de Perdomo,
ex congresista Huilense y al ex gobernador del Meta Alan Jara,
quienes supuestamente con el cautiverio habían entendido la lucha
de la guerrilla.
Pese a todas las esperanzas que Raúl Reyes tenía cuando fuese
liberada Ingrid Betancourt y su impacto internacional para el futuro
de la guerrilla no dejaba de criticar su actitud impositiva y alto
nivel de terquedad ante sus plagiarios, como si fuese la “Princesa
de la Selva”. Aunque Reyes no tenía comunicación directa con
Betancourt y ningún secuestrado, estaba muy atento a todos sus
movimientos, comentarios y acciones. Motivo por el cual, exaltaba
la amplia disposición ideológica y política de Betancourt, muy afín
con la ideología de las Farc. Su presencia en la selva, resultaba
altamente positiva para la organización pese a sus intentos de fuga,
gozaba de pequeños privilegios distintos a los otros secuestrados,
aunque también, mas controlada y mayor cuidada como a los tres
agentes norteamericanos puesto que se convertían en lazo de presión
para Uribe
Raúl Reyes consideraba que su lazo de amistad con Noel Sáez, ex
cónsul de Francia en Colombia, resultaba benévolo para negociar la
libertad de Ingrid Betancourt. Se refería al diplomático extranjero
con muchísimo respeto y admiración. Consideraba importante
mantener vivo su contacto, puesto que su intervención humanitaria,
seria base importante para un proceso de negociación con Francia.
En un inicio para la guerrilla el secuestro de Ingrid Betancourt,
era solo una candidata presidencial en manos de las Farc. Pero su
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retención tomo un rumbo de mayor envergadura, cuando se conoció


la doble nacionalidad de la rehén, gracias a la labor de Juan Carlos
Lecompte, su esposo quien luchó incansablemente por su libertad.
El doloroso drama que expresaba este señor sirvió para que Ingrid
fuera conocida a nivel internacional.
Sin imaginar Lecompte le dio a Betancourt el rango humanístico que
ningún secuestrado en el mundo entero haya tenido. Sin planificar,
la convirtió en el mayor trofeo de la guerrilla y centro político y de
atención internacional. Ni el ex marido y padre de los hijos de la ex
candidata presidencial colombiana, Fabrice Delloye, mostró tanta
preocupación como lo hizo en su momento Lecompte. Esa acción
valerosa del publicista, instó al diplomático francés a impulsar un
trabajo humanitario por la madre de sus hijos. Situación destacable
mucho después, luego del largo trabajo humanitario que había
realizado Juan Carlos por Ingrid.
La presión que inició el ex diplomático Frances Fabrice Delloye,
fue clave para los mandos de las Farc puesto que la acción, permitía
al Gobierno de Sarkozy presionar al de Uribe con el tema de
los secuestrados y de paso era un argumento recurrente a nivel
internacional.
Reflexionando sobre los diferentes acontecimientos registrados en la
región del Tolima y recopilando las tantas versiones de los miembros
del Secretariado de las Farc y de los altos mandos guerrilleros, tan
solo puedo establecer que Dios y la conciencia de Ingrid Betancourt
saben que de cierto hay con este supuesto secreto, que solo sería
público “Si la montaña hablara”.

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CAPÍTULO XVIII
EL FINAL DE RAÚL REYES

La madrugada del 1 de marzo de 2008, fecha de mi cumpleaños,


me encontraba inquieta y extrañamente no había podido conci-
liar el sueño. Me sentía bastante deprimida y algo disgustada. Sin
motivo alguno, estaba preocupada como si presagiara que algo
negativo iba acontecer.
El amanecer se tornaba oscuro y frío, llovía y nada me incitaba
para celebrar mi aniversario. Al atardecer, en mi lugar de exilio,
me desplacé hasta un negocio cercano a mi residencia para intentar
comunicarme con mis hijos y familia a través del Internet. Antes de
llamar, como de costumbre se me ocurrió revisar las noticias para
conocer algún nuevo acontecimiento sobre el tema de secuestrados
en Colombia.
No podía creer lo que estaba empezando a leer, Caracol anunciaba un
inesperado informe que me dejaba perpleja y fría. Inmediatamente
me desaté en llanto, era el inicio del fin, el acabose para el futuro
de los secuestrados. Se había cometido el genocidio macabro de
seres humanos; de personas que conocía, de gente con quien había
intercambiado, ideas, conversaciones, gustos y disgustos.
Estados Unidos había logrado el objetivo que se había trazado…
Llegar hasta uno de los campamentos satélites donde se encontraba
transitoriamente Raúl Reyes. Allí murió en estado de indefensión,
en momentos que se encontraba durmiendo junto a su pareja Gloria.
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Su muerte se convertía en el triunfo norteamericano y el mayor


golpe contundente contra las Farc propinado por el gobierno de
Uribe Vélez tras la Operación Fénix.
Esta acción militar, saboteaba el trabajo humanitario para la
liberación de secuestrados que venia logrando el presidente de
Venezuela Hugo Chávez con las Farc. Bloqueaba toda posibilidad
de continuar un acercamiento con el grupo insurgente.
La ubicación del campamento y accionar militar, era resultado a
la labor de espionaje y estrategia militar dirigida por la Agencia
Central de Inteligencia CIA. Inmediatamente recordé el momento
cuando James el oficial norteamericano encargado de coordinar las
acciones contra las Farc en Colombia, me comentó que estaban tras
la pista de Raúl Reyes desde hacía más de tres años. Confirmé que
este era otro golpe propinado por James, el mismo oficial que había
realizado en Ecuador el operativo contra Simón Trinidad.
Siempre imaginé que el final de Raúl Reyes no sería bueno, sabía
que su lucha revolucionara con sus aciertos y acciones macabras
le demarcaban un destino oscuro, pero jamás pensé, que su final
llegara de una manera tan trágica y repudiable. Esa operación
militar, resultaba peor que una acción terrorista sin límites ni respeto
a la vida. Se violaba toda normativa del Derecho Internacional
Humanitario.
La ubicación del campamento de Raúl Reyes, fue producto
de la infiltración que lograron los organismos de inteligencia
norteamericana, desde el momento que Piedad Córdoba se reunió con
el mando guerrillero. A partir de ese instante, unidades pertenecientes
a la Dipol de la Policía Nacional, acataron directrices de los oficiales
de la CIA y FBI en Colombia y siguieron el desplazamiento de la
Senadora. Luego de ese encuentro, las labores de inteligencia se
intensificaron y la Fuerza Aérea colombiana, realizó incursiones
en territorio ecuatoriano y ocasionando diferencias diplomáticas
entre Quito y Bogotá.

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Durante la última semana de Febrero, Raúl Reyes estaba realizando


contactos con representantes del Gobierno francés a fin de buscar
una solución que permitiera la liberación de los rehenes de las Farc
especialmente de Ingrid Betancourt. Para este encuentro, Reyes
precisaba desplazarse a uno de sus campamentos satélites, ubicado
al otro lado del Río San Miguel. Allí, acostumbraba a realizar sus
reuniones privadas de una manera confiada y tranquila.
Pero, cada movimiento que Reyes realizaba en el área donde tenía
asentado los campamentos del Frente 48 de las Farc estaban siendo
monitoreados desde la base estadounidense de Manta, situada en
el área selvática de Ecuador y en la base militar de Tres esquinas
Colombia.
Resultaba paradójico creer que un hombre tan cauteloso en sus
pasos y tan desconfiado en sus actividades, repentinamente obrara
con extrema confianza. Lo traicionó la persona que menos imaginó
y con quien seguramente sostenía contacto para la liberación de los
secuestrados. Esa persona, conocía de antemano que Raúl Reyes
había aceptado reunirse con los emisarios franceses y sin falta
estaría atento al arribo de los extranjeros al otro costado del río
San Miguel, donde también sostendría un supuesto encuentro con
integrantes del Frente 48.
“El, o la Informante”, alertó a James oficial de la CIA encargado
de coordinar todas acciones contra las Farc en Colombia, que
Reyes había aceptado ese encuentro y de esta manera, fraguaron el
operativo militar que estuvo conformado por hombres del Comando
Jungla de la Policía, soldados de las Fuerzas Especiales del Ejército
y especialistas de la Armada Nacional. Todos irrumpieron por
tierra y aire a la zona conocida como Angosturas en territorio
ecuatoriano.
Su actitud de confianza, debió haber sido influenciada por alguien
que le transmitió mucha seriedad y credibilidad en su momento.
Tal vez pensó que encontrándose en territorio ecuatoriano, las
tropas militares de Colombia no realizarían nada contra su vida,
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no invadirían el espacio internacional violando la soberanía con


Ecuador.
Sin imaginar el 29 de febrero de 2008, año bisiesto, Raúl Reyes
traspasó la línea fronteriza sin premeditar cuál sería su destino
final. Se encontraba en el campamento satélite, sitio de encuentros
y reuniones con civiles. El área donde recibió a la Senadora Piedad
Córdoba, periodistas y extranjeros. En ese lugar, a las 00:25 del
01 de marzo de 2008, un misil impactó el campamento y sin
misericordia silenció su vida, la de su compañera sentimental alias
Gloria y la de 25 personas mas.
Luis Édgar Devía Silva, alias Raúl Reyes fue sorprendido y
acribillado junto a cuatro extranjeros de nacionalidad mexicana
quienes se encontraban de paso en el campamento guerrillero, un
ciudadano ecuatoriano y parte de su guardia personal.
La penetración de radares especiales ubicados cerca de la caleta
de Raúl Reyes y el monitoreo realizando por tropas del ejército,
acantonadas al otro costado del río San Miguel, permitió la
ubicación exacta con coordenadas establecidas, que indicó el blanco
justo del objetivo.
Esta acción señala que parte del grupo salió desde la base
estadounidense de Manta, situada en el área selvática de Ecuador.
Aunque el estado colombiano asegura que dos aviones Súper tucano
de la Fuerza Aérea, salieron de la base militar de Tres Esquinas,
Colombia, rumbo al objetivo. Cinco minutos más tarde, se inició
el bombardeo al campamento de Reyes, con bombas guiadas por
un sofisticado sistema adaptado a las aeronaves para garantizar la
certeza del disparo. Sobre la una de la madrugada, helicópteros
con tropas de asalto conformado por militares y policías, llegaron
para apoyar la acción. Descendieron en sogas hasta el terreno y su
misión consistía en buscar a Raúl Reyes para sacarlo del lugar.
El panorama era desolador y tenebroso, el campamento de las Farc,
ubicado en la frontera con Ecuador, quedó totalmente devastado. El

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accionar de las bombas dejó la selva semidestruida con cadáveres


dispersos por doquier. La luz de la luna, era testigo del macabro
escenario de horror y sangre. La atmósfera contaminada por las
explosiones era mezclada con el olor de carne chamuscada por el
calcinamiento de algunos cuerpos que penetraba hasta el último
sentido de los militares.
Los objetos y pertenencias de las victimas, dispersos en todo lugar
y envueltos entre las ramas. El cuerpo sin vida de Raúl Reyes,
presentaba heridas en varias partes originadas por esquirlas,
mutilación de su pierna derecha, rostro destruido, tabique y dientes
partidos y con un impacto de bala en su ojo izquierdo. Indicaba
que habría sido golpeado y torturado a golpes de culata de fusil y
luego rematado con un tiro de gracia en su rostro.
Parte de las tropas de asalto colombianas se encontraban en tierra
ubicadas en sitios estratégicos monitoreando el campamento, lo que
permitió ingresar rápidamente a la zona para enfrentar y neutralizar
a los sobrevivientes.
Las primeras informaciones que entregaba el Gobierno de Uribe,
aseguraba que la muerte del comandante guerrillero y su guardia
personal, había sido en combate; pero el presidente de Ecuador,
Rafael Correa, desmintió esta versión cuando las Fuerzas Armadas
de su país, ingresaron en la zona de la Angostura y confirmaron
que se trató de una masacre. La mayoría de los guerrilleros se en-
contraban en ropa interior y eso demostró que estaban durmiendo
en el momento del bombardeo.
En la operación militar el gobierno colombiano violó al menos
10 kilómetros del espacio aéreo del vecino país. En la retirada se
llevaron el cuerpo del comandante guerrillero con sus pertenencias
privadas y el de otro insurgente a quien confundieron con alias
“Julián Conrado”. Inexplicablemente dejaron abandonadas tres
mujeres heridas y más de veinte víctimas. Los cuerpos sin vida
de los guerrilleros fueron trasladados a territorio ecuatoriano, por
tropas del ejército de ese país.
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El Ministro de Gobierno del Ecuador, Fernando Bustamante, dejó al


descubierto que algunos de los guerrilleros que se les practicaron los
exámenes de necropsia, habían logrado sobrevivir del bombardeo
y luego fueron ejecutados por el mismo Ejército colombiano. Así
lo determinaron las pruebas del forense: “La causa de la muerte,
fue origen de golpes recibidos con objetos contundentes en la nuca,
provocando un trauma cráneo-encefálico mortal”.
En la operación militar que terminó con la vida de Raúl Reyes,
existe el reporte oficial que informa sobre dos colombianas y una
mexicana heridas tras el bombardeo, pero no se menciona el pa-
radero de personas desaparecidas que conformaban la unidad de
Reyes, teniendo en cuenta que los campamentos satélites y de su
permanencia, estaban constituidos por 50 unidades.
Luego de autorizar el bombardeo, el presidente Uribe enfrentó una
grave crisis diplomática internacional puesto que se incursionó
en territorio ecuatoriano violando toda norma internacional de
soberanía. La grave crisis entre los dos países provocó la ruptura
de las relaciones entre ambos y tensión en la región. Las pesquisas
en el lugar de los hechos y las investigaciones determinaron que
el ataque colombiano se lanzó de sur a norte, es decir, dentro del
territorio ecuatoriano.
En el operativo incautaron tres computadores portátiles, dos memo-
rias extraíbles y tres llaves USB con una amplia información para las
autoridades. En primera instancia, estos equipos llegaron a manos
de la inteligencia norteamericana quienes coordinaron la operación.
El mayor interés para CIA y FBI era copiar toda la información y
poder establecer números de cuentas bancarias, conexiones finan-
cieras y políticas de las Farc en Colombia y el exterior.
El 3 de marzo, los computadores fueron entregados a la Dirección
de Investigación Criminal (Dijin) de Colombia y el 10 de marzo del
mismo año, por solicitud de las autoridades nacionales, los elementos
pasaron a manos de especialistas en investigación de informática fo-
rense de la Interpol para que examinaran el contenido de los archivos
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y establecer si se había creado, eliminado o modificado la informa-


ción; pero este análisis a los equipos incautados no incluía el estudio
del contenido de documentos y archivos del usuario decomisados a
las Farc después del 1 de marzo de 2008. Es decir no se estudiaría
y establecería el origen de los archivos de usuario, puesto que no
formaba parte del análisis informático forense.
La Interpol de inmediato envío a Colombia una delegación en
cabeza del Jefe de Asuntos Jurídicos para que se reuniera con las
autoridades del país a fin de establecer la ayuda que se iba a prestar,
dejando en claro un marco jurídico en asistencia policial especia-
lizada autónoma y no de Colombia.
Según el informe forense de Interpol sobre los ordenadores y equi-
pos informáticos decomisados en el operativo contra Raúl Reyes,
señala que durante el 3 de marzo de 2008 hasta el 10 de marzo de
2008, tiempo que permanecieron en manos de la policía judicial
Dijin, ninguno de los datos que contenían las pruebas fue alterado,
dañadas o destruidas durante su manejo.
Lo increíble de este análisis informático, fue que los expertos de
Interpol establecieron que los tres ordenadores incautados, habían
permanecido activos y prendidos hasta el 3 de marzo de 2008 y que
los dos discos duros externos y las tres USB habían sido conectadas
a un ordenador poco antes de llegar a manos de los expertos en
informática forense de la policía colombiana.
Así mismo, a través de la prueba instrumental decomisada, dos de
los ordenadores portátiles, las memorias extraíbles y las llaves USB
desde el 1 de marzo de 2008 al 3 de marzo de 2008, habían sido
creados, abiertos, modificados y suprimidos archivos.
Los especialistas hallaron un total de 48.055 archivos cuyas marcas
de tiempo indicaban que habían sido creados, abiertos, modificados
como consecuencia del acceso directo a las ocho pruebas instru-
mentales, entre el momento del decomiso de estas, el 1 de marzo
de 2008 y el 3 de marzo de 2008.

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De igual manera, los especialistas de Interpol descubrieron que uno


de los ordenadores portátiles y los dos discos duros externos deco-
misados contenían archivos cuyas marcas de tiempo eran erróneas,
ya que indicaban una fecha futura hasta de siete meses posteriores.
Pero las autoridades colombianas explicaron a la Interpol que un
funcionario de la Unidad Antiterrorismo, accedió a los computa-
dores entre el 1 de marzo de 2008 luego de su incautación hasta el
3 de marzo de 2008.
El cuerpo sin vida de Raúl Reyes fue trasladado a Medicina Legal
en la ciudad de Bogotá para practicarle las pruebas de necropsia
correspondientes. Su cadáver fue el sensacionalismo inmediato
de los medios de comunicación y motivo de celebración de las
autoridades colombianas.
Mientras el Gobierno de Uribe lo exhibía a través de fotografías y
videos como un trofeo, al lugar llegó Lida Collazos, ex esposa de
Luis Édgar Devia, alias Raúl Reyes, para reclamar su cuerpo, pero
el gobierno imposibilitó la entrega del mismo poniendo todo tipo
de trabas y luego el cadáver fue desaparecido sin que se lograra
establecer su paradero.
Raúl Reyes no utilizaba teléfonos satelitales para sus comunicaciones,
porque lo consideraba de altísimo riesgo, pero Piedad Córdoba
insistió y sostuvo públicamente que el alto mando guerrillero “dos o
tres días” antes de su muerte, realizó una llamada desde un teléfono
satelital para hablar con los representantes franceses luego de un
encuentro que sostuvo la Senadora y los enviados Daniel Parfait y
Noël Saez, en Panamá, en donde participó el Comisionado para la
Paz en Colombia Luis Carlos Restrepo y donde hacen casi todas sus
reuniones secretas los organismos de inteligencia norteamericana.
Tres días después de la muerte de Reyes, el Embajador de Colombia
ante la Organización de Estados Americanos Señor Camilo Ospina,
en un informe entregado a los países miembros de la OEA involucró
mi nombre, asegurando tajantemente que yo, Olga Cecilia Vega
Cubillos, era la amante del líder guerrillero.
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No siendo suficiente este gravísimo señalamiento que el Gobierno de


Uribe realizó en mi contra a través su Embajador Ospina, asegurando
haber sido la amante de Raúl Reyes, involucró mi nombre en un
listado investigativo que reposa en la Unidad Antiterrorismo,
asegurando a los medios de comunicación en Colombia que a través
de intensos seguimientos a cada uno de mis pasos, los organismos
de inteligencia lograron ubicar el campamento donde se encontraba
el comandante guerrillero en frontera colomboecuatoriana.
Informe publicado por la revista Cambio en Colombia, durante la
semana del 5 al 11 de marzo de 2009.
Hermana de Baruch Vega
Un año después de la muerte de ‘Raúl Reyes’ siguen apareciendo reve-
ladores datos sobre la forma en que los servicios de Inteligencia colom-
bianos lograron ubicar el campamento del guerrillero en Ecuador. Una
de las claves la dio el seguimiento a Olga Cecilia Vega, amiga íntima
de ‘Reyes’, conocida como ‘Juliana’. Olga es hermana de Baruch Vega,
quien en los años noventa cobró notoriedad como enlace entre la DEA
y narcotraficantes colombianos que negociaron su entrega a las autori-
dades de Estados Unidos.

Las acusaciones del gobierno colombiano y estas falsas conjeturas


de este corto pero venenoso informe, nada tiene que ver con la
realidad. Es el atropello a la dignidad y condición humana para
justificar los errores de la guerra y los atropellos contra el pueblo
colombiano.
Mis encuentros en frontera colombo ecuatoriana con el mando
guerrillero Raúl Reyes, se realizó en el marco de una mediación
humanitaria para la liberación de secuestrados, en nombre del Go-
bierno de los Estados Unidos, aprovechando mi aceptación en los
campamentos guerrilleros como periodista profesional, imparcial
y objetiva.
La ultima reunión personal con Raúl Reyes, la realicé el 2 de ene-
ro de 2006 hasta el 4 de enero del mismo año en qué también me vi
obligada a exiliarme de mi país, tras los frecuentes seguimientos a
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mis pasos que realizaban los organismos de seguridad colombia-


nos por ordenes directas de la CIA. ¡Y la muerte de Reyes sucedió
14 meses después!
Desde ese entonces y en fechas anteriores, denuncié ante los orga-
nismos de Derechos Humanos Internacionales, como ante la Fis-
calía General de la Nación en Colombia y Procuraduría General
de la Nación en Colombia, así como ante en las organizaciones de
inteligencia (DAS, Ejército y Policía) amenazas de muerte perse-
cución del Estado y falso señalamiento de la supuesta compañera
sentimental de Raúl Reyes, tras mis reportes periodísticos.
Desde el 2006, año en el que me vi obligada en abandonar Co-
lombia y pude refugiarme en países apartados para salvaguardar
mi vida, no he podido retornar a mi patria para visitar mis hijos y
menos, he contado con los recursos económicos suficientes para
desplazarme a regiones fronterizas.
Mi contacto con Raúl Reyes fue netamente periodística, pero la
confianza que él deposito en mi, permitió conocer esa otra cara
que muy pocos conocieron, hasta el punto de revelar en mas de
una oportunidad con lagrimas en sus ojos el amor que el sentía por
sus hijos. El aprecio que expresó sentir por mí, le permitió recibir
sugerencias de mi parte para que intentara enmendar sus equivo-
caciones que ejercía en calidad de mando guerrillero.
No soy quien para censurar, menos para señalar, tan solo puedo
decir que como hombre pudo haber tenido gravísimas fallas como
aciertos. Independiente de su mal accionar en vida; crímenes, se-
cuestros y otras acciones, al mismo tiempo era un ser humano con
familia, amigos y personas que lo apreciaban y querían. Solo Dios
será quien juzgue.
Raúl Reyes aunque no practicaba ninguna religión aclarando que
solo creía en lo que veía frente a sus ojos, en más de una oportu-
nidad me permitió orar a Dios por su protección. Esta acción la
respetó y la recibió con agrado, porque así no fuese un creyente,

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demostró respeto hacia lo religioso sin formar parte de ninguna


secta.
Sin temor puedo decir que hasta el último día de mi existencia
su muerte me dolerá, como también me duele la muerte de miles
de soldados y todo aquel que perece de forma violenta. Somos
humanos y como humana que soy no puedo sentir regocijo por el
exterminio de nuestros hermanos compatriotas colombianos.
Mi objetividad en mis funciones me permitió informar oportuna-
mente a la opinión nacional e internacional, los verdaderos hechos
del conflicto colombiano, realizando un periodismo de investiga-
ción sin involucrar la palabra filtración y sin dejar a un lado la
acción de Investigar, correspondiente a un ejercicio responsable
situación que se convierte en el arma eficaz contra la corrupción.
La transparencia en mis pasos e informes noticiosos llevaron una
sola finalidad: encontrar y publicar la verdad.

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NOTA DE CIERRE

Aunque las amenazas contra mi vida aparentemente cesaron, no


puedo evitar el miedo que aún invade mi cuerpo al estar en esta
inmensa y agitada ciudad, que se convierte en una tortura porque
para mí, ya no existe una nueva historia que contar; tan solo, fingir
pretendiendo que nada pasa en este camino incierto.
Aferrando entre mis manos una taza de café caliente y mi infinita
fe en Dios, desde la clandestinidad, con incontrolables lágrimas en
mis ojos, no logro evitar este inmenso sufrimiento que experimento
lejos de mis amados hijos y de las personas que tanto quiero.
Todas las mañanas, mientras cepillo mis dientes, observo mi
deprimido rostro en el espejo. El brillo de mis grandes ojos cafés
está opaco como mi fisonomía que ahora desdibuja algunas líneas
de expresión enmarcadas por las huellas de la amargura, soportada
durante estos tres años de exilio y silencio, colmado, con la cruda
realidad de esta infinita soledad.
Bajo la ducha, la candente agua que resbala por mi piel, intenta
calentar el hielo de mi cuerpo que se hace impenetrable de calor,
tras el frío que experimento por el vacío que siento.
Cada día que transcurre, con un pretexto nuevo intento consolar
esta ansiedad, imaginando estar con mis seres queridos a quienes
acaricio en mis sueños, porque cada segundo de vida, les necesito
y añoro, como a mi amada patria pese a no poder estar en ella.
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Un instante de felicidad experimento, cuando recuerdo la dulce


sonrisa de mi amada Saria. Mi nieta, con sus pequeñas manitas se
aferraba entre mis brazos mientras le cantaba una corta melodía
que le compuse con su nombre; pero pienso en su inesperada muerte,
y siento que se me escapa la fuerza y se me acaba la vida.
Quizá, cuando se conozca mi verdad, esa realidad haga que yo
esté a su lado.

“Saria perdóname por no haber podido


estar a tu lado en tu último suspiro,
solo espero la hora de verte
cuando a mi vida llegue ese momento”.

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