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Patogenia e inmunidad
La toxina diftérica es el principal factor de virulencia de C. diphtheriae. El gen tox, que codifica la
exotoxina, se introduce en las cepas de C. diphtheriae mediante un bacteriófago lisogénico (fago
b). Son necesarios dos pasos para que se secrete el producto activo del gen: 1) escisión proteolítica
de la secuencia adelantada de la proteína tox durante la secreción desde la pared bacteriana, y 2)
escisión de la molécula de la toxina en dos polipéptidos (A y B) que permanecen unidos mediante
un enlace disulfuro. Esta proteína de 58.300 Da es un ejemplo de la clásica exotoxina A-B. inhibe la
síntesis de proteínas El agente etiológico de la difteria; existen formas respiratorias y cutáneas
Existen tres regiones funcionales en la molécula de toxina, una región catalítica en la subunidad A,
una región de unión al receptor y una región de translocación en la subunidad B
Epidemiología
Distribución universal que se mantiene por los portadores asintomáticos y por los pacientes
infectados. El ser humano es el único reservorio conocido, siendo portador en la orofaringe y en la
piel Se transmite de persona a persona mediante la exposición a las gotas respiratorias o el
contacto cutáneo La enfermedad se observa en niños o en adultos no vacunados o con
disminución de la inmunidad que viajan a países con enfermedad endémica.
Cuadro clínico
Difteria respiratoria: comienzo brusco con faringitis exudativa, garganta irritada, febrícula y
malestar; se forma una pseudomembrana sobre la faringe; en enfermos en estado crítico las
complicaciones más significativas son cardíacas y neurológicas
Difteria cutánea: se forma una pápula en la piel que evoluciona a una úlcera de evolución tórpida;
pueden aparecer signos sistémicos
Complicaciones
Las complicaciones sistémicas se deben a la toxina diftérica, que, pese a ser tóxica para todos los
tejidos, tiene efectos más intensos sobre el corazón y el sistema nervioso
Toxicidad cardíaca
Toxicidad neurológica
Diagnostico
por tanto, los médicos deben actuar sobre un diagnóstico de presunción, basado en varios indicios
clínicos: 1) amigdalitis y/o faringitis levemente dolorosa con membrana asociada, en especial si la
membrana se extiende hacia la úvula y el paladar blando; 2) adenopatías y tumefacción cervical,
sobre todo si se asocian a faringitis membranosa y signos de toxicidad sistémica; 3) disfonía y
estridor; 4) parálisis palatina; 5) secreción nasal serosanguinolenta con membrana asociada; 6)
elevación de la temperatura, que raramente supera los 39, C; y 7) antecedentes de viaje reciente a
un país donde la difteria es endémica. Es frecuente observar una moderada elevación del recuento
leucocitario y una proteinuria transitoria, aunque son inespecíficas
Se deben llevar a cabo cultivos en medios no selectivos (agar sangre) y selectivos (agar cisteína-
telurito, medio de cultivo Tinsdale, agar colistina-nalidíxico)
Tratamiento
Los antimicrobianos (penicilina, macrólidos) inhiben el crecimiento de bacilos de dift eria. Aunque
tales fármacos carecen prácticamente de efectos sobre el proceso de la enfermedad, pueden
detener la producción de toxina, además sirven de apoyo para los esfuerzos de los programas de
salud pública
Infecciones tratadas con antitoxina diftérica para neutralizar la exotoxina; utilización de penicilina
o eritromicina para eliminar C. diphtheriae y acabar con la producción de toxina
Pronostico
El pronóstico clínico de la difteria mejora con una instauración rápida del tratamiento
Prevención y control
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