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TEORÍA DEL CONTRATO Y CONTRATOS EN PARTICULAR (Primera Parte).

TEORÍA DEL CONTRATO

El contrato.

El contrato es, sin duda, la más importante de todas las fuentes de obligaciones, tanto, que el
propio epígrafe del Libro IV del Código es “De las obligaciones en general y de los contratos”, y
que toda la teoría de los derechos personales la haya tratado don Andrés Bello a propósito de
ellos.

Conceptos y elementos del contrato

De acuerdo al Art. 1.438 “Contrato o convención es un acto por el cual una parte se obliga para
con otra a dar, hacer o no hacer alguna cosa. Cada parte puede ser una o muchas personas”.

Se ha criticado esta definición legal desde dos ángulos; primero, porque incurre en el mismo error
del precepto anterior al enumerar las fuentes de las obligaciones de confundir el contrato con la
convención. Los hace términos sinónimos.
Entre nosotros, siguiendo a los autores franceses, se considera que la convención es el acto
jurídico bilateral, o sea, todo acto jurídico en que existe acuerdo de voluntades destinado a
producir efectos jurídicos. Estos efectos pueden consistir en crear, modificar o extinguir
obligaciones. Cuando la convención tiene por objeto crear obligaciones, pasa a llamarse contrato:
aquélla es el género, el contrato, la especie, Todo contrato es convención, ya que supone el
acuerdo de voluntades para producir efectos jurídicos; pero, a la inversa, no toda convención es
contrato, ya que si el acuerdo de voluntades no tiene por objeto crear una obligación, sino
modificarla o extinguirla, es una convención, pero no un contrato.

La segunda crítica es que, al definir el contrato, más bien da un concepto de obligación, aludiendo
a su máxima clasificación en de dar, hacer o no hacer.

Por ello es que comúnmente se define el contrato como la convención generadora de derechos y
obligaciones, o prescindiendo en la forma ya clásica del aspecto activo de los créditos, como la
convención que da nacimiento a obligaciones.

Elementos del contrato. Clasificación.

En lo que se refiere a los elementos o requisitos constitutivos del contrato, hay que distinguir
aquellos que son comunes a todos los contratos en cuanto ellos son actos jurídicos y los
elementos propios de cada uno en particular.

Requisitos de todo contrato.

De acuerdo a la definición antes dada, dos son los requisitos para que se forme un contrato:

1. El acuerdo de voluntades de dos o más personas, y


2. Que este acuerdo tenga la intención de crear obligaciones.

El acuerdo de voluntades

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Ahora bien, este acuerdo de voluntades está a su vez sometido a los requisitos legales que
enuncia el Art. 1.445 inc. 1.

La intención de obligarse.

El segundo requisito para que haya contrato es que el acuerdo de voluntades, además de cumplir
las exigencias ya señaladas, se produzca con la intención de dar nacimiento a una obligación, lo
que se expresa también de otro modo diciendo que el consentimiento debe ser serio. O sea, con
ánimo de producir efectos jurídicos.

Requisitos o elementos propios de cada contrato. Clasificación.

El Art. 1.444 hace una clasificación de los elementos que constituyen cada tipo de contrato,
diciendo que “se distinguen en cada contrato las cosas que son de su esencia, las que son de su
naturaleza, y las puramente accidentales”.

Los elementos que constituyen requisitos del contrato son los esenciales, pues sin ellos el contrato
no produce efecto alguno o degenera en otro diferente.

Las cosas de la naturaleza y accidentales, o sea que no son esenciales en el contrato, pueden
faltar en él sin que por ello se vea afectado éste en su validez y eficacia.

Finalmente, son elementos accidentales en un contrato los que ni esencial ni naturalmente le


pertenecen, y que se agregan por medio de cláusulas especiales.

Si falta un elemento de la naturaleza del contrato, rige ante el silencio de las partes la norma legal
supletoria. Debe tenerse presente, además, que de acuerdo al inc. 2. del Art. 1.563: “las cláusulas
de uso común se presumen aunque no se expresen” La ausencia de cláusulas accidentales
significará que el contrato producirá sus efectos normales, sin variación de ninguna especie.

Clasificación de los contratos.

La clasificación de los contratos no se hace con un fin meramente pedagógico, sino que tiene gran
importancia, pues según la categoría de contrato de que se trate, distintas son las normas que se
le aplican. Algunas de las clasificaciones las recogen las legislaciones, otras corresponden a
distinciones doctrinarias.

Nuestro Código señala las siguientes clasificaciones:

1. Atendiendo a las partes que se obligan: uni y bilaterales;


2. A las partes que obtienen utilidad del contrato: gratuitos y onerosos. y estos últimos, a su
vez, en conmutativos y aleatorios;
3. A la forma en que se perfeccionan: consensuales, reales y solemnes, y
4. A la forma en que existen: principales y accesorios.

Clasificaciones doctrinarias:

5. Contratos preparatorios o preliminares, y definitivos;


6. De libre discusión y de adhesión;
7. Individuales y colectivos;
8. De ejecución instantánea y sucesiva;

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9. Nominados e innominados, y
10. Otras categorías de contratos.

1.- Atendiendo a las partes que se obligan: Contratos uni y bilaterales

Esta clasificación de los contratos atiende a su contenido, o sea, a los derechos y obligaciones que
genera. Si resulta obligada una sola de las partes, el contrato es unilateral; si ambas, es bilateral.

Así lo señala el Art. 1.439: “El contrato es unilateral cuando una de las partes se obliga para con
otra que no contrae obligación alguna; y bilateral, cuando las partes contratantes se obligan
recíprocamente”.

Respecto de esta clasificación conviene tener presentes tres cosas:


1. Que no debe confundirse con la clasificación del acto jurídico en uni y bilateral; en el acto
unilateral interviene una sola voluntad; el contrato uni o bilateral, como contrato que es, es
siempre convención o acto jurídico bilateral, pues supone acuerdo de voluntades;
2. Que la clasificación no atiende al número de obligaciones que nacen, sino a las partes que
resultan obligadas. Y así en el mutuo con interés nacen dos obligaciones: tina, la principal,
restituir la cantidad recibida en mutuo, y la otra, accesoria, de pagar los intereses, pero ambas a
cargo de una misma parte: el mutuario, que es el único deudor, y
3. Que tampoco tiene importancia el número de personas que resultan obligadas, sino si quedan
obligadas ambas partes o una de ellas. En efecto, no olvidemos que de acuerdo al Art. 1.438, en
el contrato “cada parte puede ser una o muchas personas”, y así si se da en mutuo una cierta
suma a tres personas conjuntamente, las tres quedan obligadas por el contrato, pero éste sigue
siendo unilateral, pues las tres representan una misma parte: el mutuario.

Examinaremos sucesivamente la noción de contrato unilateral, del bilateral y del llamado


sinalagmático imperfecto, para enseguida destacar la importancia de la clasificación, terminando
con algunas nociones sobre el llamado contrato plurilateral.

El contrato unilateral.

Como queda dicho en el contrato unilateral, para una sola de las partes nace obligación;
uno de los contratantes es acreedor y el otro deudor. Así ocurre en la donación (por regla
general), mutuo, depósito, prenda, comodato, etc. Ya dijimos que en el mutuo el único
obligado es el mutuario, que debe restituir la suma recibida y sus intereses, si estos últimos
se han estipulado.

El contrato bilateral o sinalagmático.

En el contrato bilateral, o sinalagmático, como también se le llama, ambas partes contraen


obligaciones; tal ocurre en la compraventa, permuta arrendamiento, etc.

En ellos no hay una sola parte acreedora y una deudora, sino que ambas lo son
recíprocamente, asumiendo los dos papeles al mismo tiempo.

Los contratos sinalagmáticos imperfectos.

Llámense así aquellos que en su nacimiento son unilaterales, pues al celebrarse una sola
de las partes contrae obligaciones, pero en el curso del mismo pueden surgir obligaciones
para la otra parte.

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Importancia de la clasificación.

Para la teoría clásica de la causa, en los contratos bilaterales la obligación de una de las
partes es la causa de que la otra se obligue a su vez. Sea cual fuere la opinión que se
tenga al respecto, en todo caso una cosa es evidente: hay una marcada interdependencia
en las obligaciones de las partes, lo cual no ocurre en los contratos unilaterales, en que
hay deuda para una sola de ellas. La subsistencia y exigibilidad de la obligación de uno de
los contratantes está muy ligada a la suerte que corra la obligación de su contraparte.

Esto se refleja fundamentalmente en tres aspectos:

1. La condición resolutoria tácita.


En todo contrato bilateral va envuelta la condición resolutoria tácita de no cumplirse
por la otra parte lo pactado (Art. 1.489), y en tal caso el acreedor de la obligación
no cumplida puede solicitar o el cumplimiento de ella o la resolución del contrato,
esto es, dicho en términos muy generales, que se le deje sin efecto, y en ambos
casos con indemnización de perjuicios;
2. La excepción del contrato no cumplido.
También puede ocurrir que la contraparte no haya cumplido su obligación; por
ejemplo, el comprador no ha pagado el precio en tiempo oportuno; en tal caso el
acreedor de esta obligación puede negarse a cumplir la suya; en el caso
propuesto, el vendedor puede negarse a entregar la cosa vendida;
3. La teoría de los riesgos,
Puede ocurrir que la obligación de una de las partes se extinga por caso fortuito,
como si, para seguir con la compraventa, se debe un vehículo vendido y éste se
destroza por accidente sin culpa del vendedor. La obligación de éste queda
extinguida por la pérdida fortuita de la cosa debida; la teoría de los riesgos tiende a
determinar qué ocurre en el caso propuesto con la obligación de la contraparte, en
el ejemplo, del comprador de pagar el precio. En principio, por la interdependencia
que existe entre las obligaciones de las partes, el acreedor de la obligación que se
ha vuelto imposible, quedará igualmente liberado de la suya.

Hay, pues, toda una gama de situaciones en que el acreedor no cumple su propia
obligación, si a su vez no recibe el pago de la suya. Ninguna de estas instituciones
tiene cabida en los contratos unilaterales.

Los contratos plurilaterales. Breve noción.

La doctrina moderna ha elaborado el concepto del contrato plurilateral, en que al igual que
en el bilateral resultan todas las partes obligadas, pero no en la forma en que ocurre en
este último: la una en beneficio de la otra, sino contrayendo todas ellas obligaciones
análogas y con una finalidad común. El ejemplo más típico que podemos dar es el de la
sociedad, en que todos los socios contraen la misma obligación: efectuar sus aportes.

La importancia que tiene distinguirlos de los bilaterales, es que si la obligación de alguna


de las partes no se cumple, ello no afecta a la relación contractual entre las demás, salvo
que la intervención de aquélla sea esencial.

2. A las partes que obtienen utilidad del contrato: gratuitos y onerosos. Estos últimos, a su
vez, en conmutativos y aleatorios;

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De acuerdo al Art. 1.440: “el contrato es gratuito o de beneficencia cuando sólo tiene por objeto la
utilidad de una de las partes, sufriendo la otra el gravamen; y oneroso, cuando tiene por objeto la
utilidad de ambos contratantes, gravándose cada uno a beneficio del otro”.

Al igual que la anterior, esta clasificación atiende al contenido del contrato, a los derechos y
obligaciones que de él emanan; en este sentido se relaciona con ella.

Pero no pueden confundirse ambas clasificaciones, ya que en esta última se atiende al número de
partes obligadas; en cambio, para distinguir si un contrato es gratuito u oneroso, se mira la utilidad
del negocio. Si la hay para ambas partes, es oneroso, y si sólo procura beneficio a una sola de
ellas, es gratuito, de beneficencia o de mera liberalidad.

De ahí que el contrato bilateral es siempre oneroso y, en cambio, el contrato unilateral puede ser
gratuito u oneroso.

De ahí que hay contratos que son siempre onerosos, y otros que son siempre gratuitos, pero
existen algunos como el mutuo y otros que luego veremos que pueden serlo o no, según las
estipulaciones del mismo. Puede resultar difícil por esta razón en ciertos casos resolver si el
contrato es gratuito u oneroso.

La distinción estriba, pues, en el espíritu de mera liberalidad de los contratos gratuitos; en el


contrato oneroso hay ventajas recíprocas, que en los bilaterales derivan de la existencia de
obligaciones también recíprocas.

Veremos a continuación los contratos gratuitos y sus divisiones, los onerosos y sus
subclasificaciones, y la importancia que tiene distinguir un contrato como oneroso o gratuito.

Contratos gratuitos: donación y contratos desinteresados.

En el contrato gratuito, según lo visto, una sola de las partes obtiene ventajas: pero debe
tenerse cuidado, porque la utilidad, según veíamos al hablar del carácter patrimonial de la
obligación, puede no ser avaluable en dinero, y siempre la parte se habrá gravado en
beneficio de la otra. La ventaja de la contraparte puede ser meramente moral, no tener
valor material o pecuniario, pero siempre el contrato será oneroso y no gratuito.

Pero debe hacerse una distinción entre la donación por un lado, que es siempre
esencialmente gratuita, aun cuando lleve carga o gravamen, y los demás contratos
gratuitos que se suelen llamar más bien desinteresados.

La diferencia fundamental entre la donación y estos contratos desinteresados es que en


virtud de lo dispuesto por los Arts. 1.395 y 1.398 de nuestro código, es presupuesto
indispensable de aquélla el empobrecimiento del patrimonio del donante y el recíproco
enriquecimiento del donatario, esto es, un desplazamiento de bienes o valores de uno a
otro patrimonio que no existe en los contratos desinteresados.

La donación se asemeja más a los actos gratuitos por causa de muerte: herencias y
legados, con los cuales, sin embargo, como es natural, tiene diferencias, la principal de las
cuales, amén de que la donación es un acto entre vivos y las asignaciones sucesorias
suponen el fallecimiento del causante, consiste en que estas últimas pueden tener su
fuente en la ley o en un acto jurídico unilateral del asignante: el testamento, mientras que
siendo siempre contrato, la donación supone acuerdo de voluntades. Pero salvadas estas
diferencias, la donación es más vecina de la sucesión por causa de muerte que de las
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convenciones y por ello el Código la trató en el Libro III que reglamenta las herencias y
legados, y allí se estudia.

Contratos onerosos: conmutativos y aleatorios.

El contrato oneroso puede ser conmutativo o aleatorio; así lo dice el Art. 1.441.

La separación entre una y otra subclase de contrato oneroso es entonces que, obteniendo
siempre ambas partes utilidad del negocio, en el conmutativo hay equivalencia en las
prestaciones recíprocas de ellas, la que no existe en el aleatorio.

En el contrato aleatorio no concurre esta supuesta igualdad en las prestaciones, sino que
por el contrario existe una contingencia, un azar, del cual dependerá en definitiva la utilidad
que las partes obtienen del contrato. Porque la definición del Código parece dar a entender
que el contrato es aleatorio para una sola de las partes al decir “y si el equivalente es una
contingencia incierta de ganancia o pérdida”, pero la verdad es que la probabilidad existe
para ambas partes; el contrato es aleatorio para todas ellas: si una gana, la otra pierde y
viceversa. Así se verá al señalar algunos casos de contratos aleatorios.

Hay contratos que siempre presentan este último carácter, y existen otros que pueden ser
conmutativos o aleatorios, según la forma en que se presenten. Pertenecen a la primera
categoría por ejemplo, el seguro, la renta vitalicia, la cesión de derechos litigiosos, y los
más típicos de todos: la apuesta y el juego.

Un caso típico de contrato que puede presentarse como conmutativo o aleatorio, según la
estipulación de las partes, es la venta a futuro a que se refiere el Art. 1813. De acuerdo a
este precepto, por regla general esta forma de compraventa es conmutativa, pues las
prestaciones se consideran equivalentes, y condicional, sujeta a la condición de que exista
la cosa futura. A menos, agrega la disposición, que aparezca que se compró a la suerte,
porque entonces el contrato es puro y simple y aleatorio.

Se puede apreciar entonces lo que decíamos al comienzo: el contrato aleatorio lo es


siempre para ambas partes.

La importancia de la subclasificación de los contratos onerosos en conmutativos y


aleatorios es menor que las otras, y se refiere a dos aspectos.

El primero es que la lesión y la imprevisión pueden tener cabida en los contratos


conmutativos, pero nunca en los aleatorios, en que de partida se sabe que no hay
equivalencia en las prestaciones; de ahí que las legislaciones que las aplican en términos
generales, no las aceptan en estos contratos.

Y lo segundo es que el legislador mira con malos ojos algunos contratos aleatorios,
especialmente los más típicos de ellos: el juego y la apuesta, y también la citada cesión de
derechos litigiosos

Importancia de la clasificación de los contratos en onerosos y gratuitos.

La distinción entre contratos onerosos y gratuitos adquiere gran importancia desde varios
aspectos, de los cuales destacaremos los más importantes:

1. Restricciones a las liberalidades.


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El legislador es más estricto con ellas, pues pueden llegar a dañar seriamente el
patrimonio de quien las efectúa, aunque estas limitaciones atañen principalmente a la
donación y no tanto a los contratos desinteresados; y así para aquella se exige plena
capacidad de disposición, puede quedar sujeta a reducción por la formación del acervo
imaginario en las sucesiones, requiere autorización judicial cuando excede de cierta
cuantía. etc.

2. El error en la persona.
Hemos dicho que según el Art. 1.455 esta clase de error no vicia el consentimiento a
menos que la consideración de esta persona haya sido la causa determinante para la
celebración del contrato, Esto no ocurre normalmente en los contratos onerosos que no se
celebran en consideración a la contraparte, pero sí en los gratuitos, en los que,
generalmente el error en la persona acarrea la nulidad del contrato;

3. La responsabilidad del deudor.


De acuerdo al Art. 1.547, en el contrato establecido en utilidad de ambas partes, o sea, en
el oneroso, el deudor responde de la culpa leve; en los gratuitos hay que distinguir, según
si ha sido otorgado en beneficio del propio deudor o del acreedor. En el primer caso, el
obligado responde de la culpa levísima, y en el segundo únicamente de la grave.

4. Acción contra terceros en la acción pauliana y pago de lo no debido.


La acción pauliana tiene por objeto dejar sin efecto los actos efectuados por el deudor en
fraude de sus acreedores, y el pago de lo no debido da acción para exigir la restitución de
lo cancelado indebidamente. En ambos casos, para que estas acciones afecten a terceros
que han contratado con el deudor, el legislador distingue según si estos actos se han
otorgado a título gratuito u oneroso. (Arts. 2.468 y 2.303, respectivamente).

5. Obligación de garantía.
En los contratos onerosos, por ejemplo, compraventa (Art. 1.838), donde se la reglamenta
fundamentalmente, arrendamiento (Art. 1.930), sociedad (Art. 2.085), etc., existe la
obligación de garantizar a la contraparte la evicción. Está definida por el Art. 1.838 en la
compraventa: “hay evicción de la cosa comprada, cuando el comprador es privado del todo
o parte de ella, por sentencia judicial”, y esta obligación lleva envuelta la de defender al
comprador en el pleito, e indemnizarlo ampliamente si es privado de la cosa comprada.

Definida y tratada en la compraventa, esta obligación es común a todo contrato oneroso;


en ellos siempre que una persona adquiere una cosa y se ve privada de ella o no puede
obtener de la misma la utilidad que deriva del contrato celebrado, tiene derecho a la
garantía de la evicción, porque a cambio de la cosa adquirida el que sufre la evicción se ha
gravado a su tumo en beneficio de la otra parte.

Esta obligación no existe en los contratos gratuitos y así lo dice el Art. 1.442 para la
donación; la solución es equitativa por cuanto el donatario no ha desembolsado nacía y
nada pierde, en consecuencia, con la evicción. Pero en las donaciones con gravamen,
como el donatario ha experimentado una carga, existe una evicción limitada.

3. A la forma en que se perfeccionan: consensuales, reales y solemnes (art. 1443).

Esta clasificación atiende a la forma en que se perfecciona el contrato, y no como pudiera


pensarse a la mayor o menor importancia del consentimiento. Todo contrato lo necesita, según ya
quedó suficientemente demostrado, pero en algunos de ellos, y por eso se llaman consensuales,
basta el consentimiento para su existencia, y en otros en cambie, la ley exige, además, alguna
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formalidad; si la formalidad exigida por la ley para que se perfeccione el contrato es la entrega de
una cosa, nos encontramos ante un contrato real.

Contratos solemnes.

De acuerdo al citado Art. 1,443, el contrato es solemne cuando está sujeto a la


observancia de ciertas solemnidades especiales, de manera que sin ellas no produce
efecto civil, esto es, es absolutamente nulo.
Para determinar cuándo un contrato es solemne, hay que atender a la formalidad a que
está afecto, ya que ellas pueden ser de varias clases. En efecto, se distinguen las
siguientes categorías:

1. La solemnidad objetiva.
Es la que se exige en relación al acto en sí mismo, y es igual para todos los
contratos de la misma naturaleza, como ocurre, por ejemplo, en el citado caso de
la compraventa de bienes raíces en que la formalidad es el otorgamiento de la
escritura pública.

Estas solemnidades pueden ser de varias clases: instrumentos públicos o privados,


concurrencia de algún funcionario público y de testigos, como ocurre en el
matrimonio, etc.

Es la exigencia de este tipo de solemnidades la que da a un contrato el carácter de


solemne; su inobservancia priva al contrato de efectos civiles por la vía de la
nulidad absoluta, según lo dispuesto en el Art. 1.682. En doctrina incluso habría
inexistencia del acto; éste no nacería a la vida jurídica.

2. La formalidad habilitante.
Es la que se exige para la realización de ciertos actos de los incapaces, como ser,
la autorización judicial para la enajenación de los bienes raíces del hijo de familia
(Art. 255). La sanción por su inobservancia es la nulidad relativa.

La sola exigencia de estas formalidades no transforma al acto en solemne;


obtenida la autoridad judicial o cualquier otra formalidad de que se trate, el contrato
puede ser consensual, a menos que la ley exija para éste alguna formalidad.

3. Las formalidades ad-probationem.


Si no se cumple con estas formalidades no hay nulidad de ninguna especie, ni otra
sanción sino que las partes quedan limitadas en cuanto a sus medios de prueba.
No puede probarse por testigos ningún acto o contrato superior a cierto valor y en
consecuencia las partes deberán precaverse de algún medio de prueba para
acreditar la obligación. Pero el acto en ningún caso pasa a ser solemne, s siempre
podrá probarse por otro medio: un principio de prueba por escrito unido a otra
prueba. La confesión, presunciones. etc.

4. Las formalidades de publicidad.


Estas se exigen en resguardo de los intereses de terceros en los casos que
pueden verse afectados, y su inobservancia no acarrea la nulidad del acto, sino
que su inoponibilidad a terceros.

5. Las formalidades convencionales.

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De acuerdo al principio de la autonomía de la voluntad, las partes pueden acordar
que un determinado contrato que van a celebrar no quede perfecto sin el
otorgamiento de alguna formalidad, que puede consistir en el otorgamiento de
algún documento.

El legislador acepta esta convención; por ejemplo, en el Art. 1.802 para la


compraventa, y en el Art. 1.921 para el arrendamiento. Pero el contrato no pasa
por ello a ser solemne, sino que las partes pueden retractarse mientras no se
otorgue el instrumento acordado.

Los contratos reales. Decadencia actual.

Según el Art. 1.443. el contrato real es el que se perfecciona por la tradición de la cosa a
que se refiere.

En realidad, el precepto comete una impropiedad en el uso de los términos, pues la


tradición es un modo de adquirir el dominio, y no en todos los contratos reales hay
transferencia de él. Antes por el contrario, ello sólo ocurre por excepción, pues la regla
general en los contratos reales es que quien recibe la cosa quede como mero tenedor de
ella, con la obligación de restituirla, y no como dueño ni poseedor.

Por ello es más propio definir el contrato real como el que se perfecciona por la entrega de
la cosa.

Los contratos reales son todos unilaterales, pues sólo nace la obligación del que recibe la
cosa de restituirla, pero pueden derivar en sinalagmáticos imperfectos.

La noción de contrato real se encuentra en franca decadencia, y es muy posible que llegue
a desaparecer.

La aparición del contrato real puede considerarse un adelanto jurídico, ya que eliminó las
exigencias primitivas de fórmulas o palabras sacramentales, bastando la simple entrega de
las cosas; fue, en consecuencia, un paso hacia la simplificación y el consensualismo. Pero
su mantención posterior resulta sorprendente, pues no tienen justificación jurídica.

Importancia de la clasificación de los contratos en consensuales, solemnes y reales.

Ella reside en la determinación del momento en que se perfeccionan; para su validez, ya


que la falta de solemnidad exigida por la ley acarrea la nulidad absoluta del contrato, según
dijimos, y finalmente, para la prueba, conforme al adagio de que el acto solemne se prueba
por sí solo. Incluso, si la exigencia es de un instrumento público como formalidad, su falta
no puede suplirse por otra prueba (Art. 1.701), prueba que no tendría ningún objeto, por lo
demás, puesto que el contrato es nulo.

4. A la forma en que existen: principales y accesorios.

Esta clasificación está enunciada por el Código en su Art. 1.442 y atiende a la manera como
existen los contratos: los principales no necesitan de otros para subsistir, y los accesorios, como
tienen por objeto asegurar el cumplimiento de una obligación principal, no existen si no hay otra
obligación a la cual acceder.

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En consecuencia, los contratos accesorios son los de garantía, que tienen por objeto ciar una
seguridad al crédito al cual acceden, o de caución, como también se les llama. El Art. 46 del
Código declara que caución significa generalmente cualquiera obligación que se contrae para la
seguridad de otra obligación propia o ajena. Son especies de caución la fianza, la hipoteca y la
prenda”.

Si bien requiere siempre de una obligación de la cual es accesoria la que se contrae por el contrato
accesorio, no es fuerza que exista otro contrato, porque la obligación principal que se garantiza
puede tener su origen no sólo en aquél, sino en cualquier otra fuente de las obligaciones, y así se
puede caucionar el cumplimiento de una obligación extracontractual, emanada de la sola ley, de un
cuasicontrato, de un hecho ilícito, por medio de un contrato accesorio.

Importancia de la clasificación de los contratos en principales y accesorios.

Ella radica, de acuerdo al antiguo aforismo, en que el contrato accesorio sigue la suerte del
principal, y así extinguida la obligación principal, igualmente se extingue la accesoria que la
garantiza. También, traspasado por acto entre vivos o por causa de muerte el crédito a que
acceden, se traspasan con él sus cauciones, a la misma regla se someten todos los demás
accesorios del crédito: privilegios, intereses, etc.

Los contratos dependientes.

La doctrina ha agrupado algunos contratos parecidos a los accesorios bajo la


denominación de contratos dependientes. Son ellos los que necesitan también de otro acto
jurídico para su existencia, en lo que se asemejan a los accesorios, pero no aseguran el
cumplimiento de una obligación, en lo que se diferencian precisamente de ellos.

Clasificaciones doctrinarias de los contratos:

5. Contratos preparatorios o preliminares, y definitivos;

En términos bastante generales, contrato preparatorio o preliminar es el que tiene por objeto la
celebración en el futuro de otro contrato: el definitivo.

La teoría del contrato preparatorio es muy reciente y se encuentra en plena elaboración, y


prácticamente en la doctrina no hay acuerdo alguno respecto de ellos ni tampoco cuáles quedan
incluidos en tal categoría. El caso sin duda más típico es el de la promesa de celebrar un contrato
que se denomina precisamente contrato de promesa, y a que se refiere el Art. 1 554 del Código.

6. De libre discusión y de adhesión;

En el contrato de mutuo acuerdo o de libre discusión, las partes, de común acuerdo, establecen
libremente las estipulaciones del convenio: hay ofertas y contraofertas, conversaciones y
finalmente el contrato es una forma de transacción de los intereses de las partes.

En cambio, el contrato de adhesión se caracteriza porque la oferta la hace una de las partes
conteniendo todas las estipulaciones del mismo, sobre las cuales no acepta discusión ni regateo
alguno; la contraparte o acepta el contrato tal corno se le ofrece o se abstiene de contratar; no
existe otra alternativa para ella: lo toma o lo deja, según el decir popular. La tónica de estos
contratos es el desequilibrio económico entre la parte que impone el contenido del acuerdo,
generalmente una empresa monopolística, y el otro contratante.

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Finalmente, y antes de pasar a tratar los contratos dirigidos y forzosos, digamos que los contratos
de adhesión no deben ser confundidos con la adhesión a un contrato celebrado por otras
personas. En efecto, hay ciertas convenciones, llamadas “abiertas”, en que pueden incorporarse
terceros al régimen estipulado; un ejemplo típico es la sociedad anónima en que los que van
entrando a la sociedad otorgan una escritura en que aceptan el contrato social (Art. 22 de la Ley
18.046, de 22 de octubre de 1981).

El contrato dirigido.

Como decíamos, el Estado interviene en los contratos en que existe desigualdad


económica de las partes, fijando todas o algunas estipulaciones de los mismos: tarifas a
las empresas de servicios, etc.

En los contratos de seguros, a través de un organismo especializado, la Superintendencia


de Valores y Seguros (que reemplazó a la Superintendencia de Compañías de Seguros,
Bolsas de Comercio y Sociedades Anónimas), fiscaliza la actuación de las compañías
dedicadas al ramo, e incluso en ciertos tipos de seguros estableció pólizas únicas iguales
para todas ellas: es lo que se llama contrato formulario o tipo. El mismo servicio había
transformado prácticamente a las sociedades anónimas también en un contrato dirigido,
cada vez más cercano al contrato tipo. La legislación actual limitó su control a las
sociedades anónimas abiertas.

El contrato forzoso.

En el contrato de adhesión, cuando al menos teóricamente a la contraparte le queda la


posibilidad de la abstención; en el contrato forzoso las partes están obligadas a ligarse
jurídicamente entre sí por disposición de la autoridad, aun cuando pueden libremente
acordar algunas o todas las condiciones de la convención. Así ocurre, por ejemplo, cuando
el legislador exige a ciertas empresas o personas asegurar los riesgos que provocan a
terceros.

Pero cuando las partes están obligadas a tina relación jurídica y ella se encuentra
imperativa e íntegramente reglamentada por el legislador, creemos que es erróneo hablar
de contrato forzoso, pues en verdad aquí sí que no hay contrato, sino obligaciones legales.

Es el caso, entre nosotros, por ejemplo, de las leyes sobre arrendamiento que permiten al
arrendatario continuar la ocupación de la propiedad arrendada no obstante haberse
extinguido el arriendo.

7. Individuales y colectivos;

El contrato individual no es sólo la regla general, sino el único que conoció el Código Civil: es aquel
en que todos los que se obligan han concurrido a Otorgar su consentimiento y el contrato, en
consecuencia, afecta únicamente a quienes han intervenido en su celebración.

El contrato colectivo obliga, en cambio, a personas que no han concurrido con su consentimiento al
perfeccionamiento del convenio. Es un producto de la evolución social y económica del Derecho.
El legislador, a los individuos que se encuentran en una misma situación determinada por la ley,
los considera como un grupo o colectividad con un interés homogéneo, y sin perjuicio de los
contrapuestos que pueden haber entre ellos; dadas ciertas condiciones, como ser mayorías
preestablecidas, o la intervención de ciertos órganos que en un sentido representen a todos los
interesados, quedan todos ellos obligados aun cuando no hayan concurrido al acto con su
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voluntad. Semejantes contratos constituyen también un marcado alcance al principio del efecto
relativo del acto jurídico, y por ende del contrato: éste afecta normalmente sólo a las partes que lo
han celebrado. Aquí, a quienes no han intervenido.

En nuestra legislación podemos citar los siguientes casos bien caracterizados de convenciones
colectivas:

1. El convenio de acreedores.
Ya el Código Civil previó la existencia de un convenio colectivo, puesto que en el Art.
1.622, a propósito de una cesión de bienes, declaró que el convenio de acreedores
celebrado con las mayorías que fije el “Código de Enjuiciamiento”, es obligatorio para todos
los acreedores citados en la forma debida.

Pero actualmente no es el Código de Procedimiento el que reglamenta la materia, sino el


Art. 180 de la Ley de Quiebras: el convenio de acreedores se entiende aceptado con el
voto favorable de los dos tercios de los concurrentes, a condición que representen a lo
menos las tres cuartas partes de] pasivo, determinado en la forma que indica el propio
precepto. Aprobado con esta mayoría, el convenio obliga a los acreedores de la minoría
disidente o no concurrente.

2. El contrato colectivo de trabajo.


Con mucha más claridad los Arts. 17 y 124 del antiguo Código del Trabajo consagraban un
caso clarísimo de contrato colectivo. El D.L. 2.758 de 29 de junio de 1979 lo atenuó
bastante, pero de todos modos el contrato colectivo del trabajo obliga a todos los
trabajadores que concurren a su otorgamiento, y se impone a los contratos individuales de
los trabajadores involucrados. (Arts. 122 y 124 de la Ley 19.069, de 30 de julio de 1991).

3. Propiedad horizontal.
El D.F.L. 224 del año 1953, Ley General de Construcción y Urbanización, cuyo texto
definitivo se contiene en el Decreto Supremo N.° 880 del Ministerio de Obras Públicas y
Transportes del 18 de abril de 1963, publicado en el Diario Oficial de 16 de agosto del
mismo año, refundió en su Capítulo V, la Ley 6.071 de 16 de agosto de 1937, que
estableció entre nosotros la venta de edificios por pisos y departamentos, y en su Art. 15
(hoy 58 del D.F.L. citado) contempló un caso interesante de convención colectiva.

Para resolver los problemas de administración y conservación del edificio, los interesados
pueden otorgar un Reglamento de Copropiedad con normas obligatorias para los que lo
celebren y sus sucesores en el dominio del piso o departamento. A falta de Reglamento, el
mencionado precepto dispone que en las Asambleas de Copropietarios citadas en
conformidad a la ley, pueden tornarse acuerdos por la mayoría de los concurrentes que
representen a lo menos las dos terceras partes del valor del edificio. Tales acuerdos
obligan a todos los copropietarios, aun cuando no hayan concurrido o votado en contra.

8. De ejecución instantánea y sucesiva;


Esta clasificación atiende a la forma en que se cumplen las obligaciones emanadas del contrato.
Este puede generar, desde el punto de vista señalado, tres tipos de obligaciones:

1. De ejecución única e instantánea.


Las obligaciones en estos contratos se ejecutan de una sola vez, extinguiéndose ellas y el
contrato en el mismo momento.

2. De ejecución única pero postergada o fraccionada.


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Es el mismo caso anterior, con la única diferencia que alguna o todas las obligaciones se
cumplen en épocas prefijadas o por parcialidades, como ocurre comúnmente en la propia
compraventa, con la de pagar el precio; así, puede estipularse que el precio se pague en 10
cuotas mensuales consecutivas iguales, o la cosa genérica vendida se entregue también por
parcialidades.

El contrato en este último caso, con las diferencias propias de la modalidad introducida, se rige
por las mismas reglas anteriores, y

3. De ejecución sucesiva o de tracto sucesivo.


Se caracteriza este tipo de contrato porque las obligaciones van naciendo y extinguiéndose
sucesiva y periódicamente mientras dure la vigencia del contrato, de manera que cumplida una
de las obligaciones, nace otra de la misma naturaleza y extinguida ésta, la próxima, y así
sucesivamente.

Esta clasificación tiene gran importancia porque todas las características especiales que
señalamos para los contratos bilaterales se dan en forma distinta en los contratos de tracto
sucesivo, pues la extinción de ellos, por cualquier causal legal, no afecta normalmente a las
obligaciones ya cumplidas, y así:

1. La resolución por incumplimiento.


Como dijimos, en todo contrato bilateral va envuelta la condición de no cumplirse por la
otra parte lo pactado; si en definitiva hay incumplimiento, puede solicitarse la resolución del
contrato, la que, declarada, opera con cierto efecto retroactivo, pero en los contratos de
tracto sucesivo la resolución toma el nombre de terminación y opera únicamente hacia el
futuro; las obligaciones cumplidas quedan a firme.

2. El riesgo.
Si la obligación de una de las partes en el contrato de tracto sucesivo se hace imposible
por caso fortuito, se extingue y se pone fin al contrato, pero tampoco esta finalización
afecta a las obligaciones ya cumplidas.

3. Extinción unilateral del contrato.


Por regla general los contratos no pueden quedar sin efecto por la sola voluntad de una de
las partes; en los de tracto sucesivo suele aceptarse la revocación unilateral si no hay
plazo prefijado, verbi gracia, por el desahucio en el arrendamiento y contrato de trabajo.

4. La imprevisión.
Según se ha dicho y lo veremos más adelante, esta teoría pretende alterar el contrato
estipulado cuando su cumplimiento se ha vuelto muy gravoso para una de las partes; ni
aun en doctrina ella podría afectar a los contratos de ejecución única e instantánea.

9. Nominados e innominados.

El criterio para determinar si un contrato es nominado o innominado es únicamente si se encuentra


reglamentado por el legislador o no

10. Otras categorías de contratos.

Finalmente, para completar este panorama general de los contratos, estudiaremos algunas
categorías particulares de ellos y otras sólo las enunciaremos, a saber:

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1. Contratos traslaticios de dominio y derechos reales;
2. Contrato a favor de tercero y promesa de hecho ajeno:
3. El autocontrato, y
4. El contrato por persona a nombrar.

Contratos traslaticios de dominio y derechos reales.

Estos contratos son los que en nuestra legislación, dada la distinción entre título y modo de
adquirir el dominio, constituyen títulos traslaticios de dominio y demás derechos reales,
tales como la compraventa, permuta, aporte en dominio a una sociedad, etc. Ellos, unidos
a la tradición, traspasan el dominio y demás derechos reales.

Se les separa de los restantes no sólo por este importante efecto, sino porque, por la
misma razón, el legislador los somete a mayores exigencias, especialmente si versan
sobre bienes raíces, en que son siempre solemnes y sujetos a formalidades habilitantes.

Requieren también facultad de disposición, concepto más amplio que el de capacidad de


disposición que habitualmente se emplea. La facultad de disposición supone:
1. Desde luego, la capacidad de ejercicio;
2. El otorgamiento del contrato traslaticio por el titular del derecho o su
representante legal o contractual. Si así no ocurre, no se traspasará el dominio u
otro derecho real de que se trate, aun cuando opere el modo de adquirir
correspondiente. Pero debemos advertir que en nuestra legislación el contrato
sobre cosa ajena no es nulo, sino que inoponible al verdadero dueño, y
3. Que la disposición no se encuentre prohibida o suspendida, como ocurre con las
prohibiciones legales o judiciales, el embargo, etcétera.

El autocontrato o acto jurídico consigo mismo.

Esta figura se presenta cuando una misma persona interviene en un negocio jurídico
invistiendo dos o más calidades jurídicas diversas.
Puede darse en dos casos:
1. El contratante actúa por sí mismo y a la vez como representante legal o
contractual de otra persona, y
2. El contratante concurre en el mismo acto como representante legal o
convencional de dos o más personas naturales o jurídicas.

Esta distinción tiene especial importancia, porque se reconoce que en este último caso es
menos marcada la contraposición de intereses.

Porque evidentemente es el peligro de este tipo de intervención de una misma persona


representando dos posiciones en el contrato, y por ello los autores y legisladores (la
alemana la prohíbe generalmente) son más bien contrarios al mismo.

Tiende a admitírsele con dos condiciones:

1. Que no esté legalmente prohibido

2. Que haya sido autorizado expresamente, o no exista conflicto de intereses.

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Se ha discutido la naturaleza jurídica de la autocontratación, pues hay quienes niegan que
sea realmente un contrato, sino un acto jurídico unilateral, ya que concurre una sola
voluntad. Opinamos que no es así, concurren realmente dos o más voluntades, únicamente
que representadas por una sola persona.

El contrato por persona a nombrar.

En este contrato una de las partes se reserva la facultad de designar más adelante el
nombre de la persona o personas por quienes contrata, a la o las cuales corresponderán
los derechos y obligaciones emanados de él.

Creemos que no hay inconveniente, en principio, para aceptarlo en nuestra legislación, en


virtud de la libertad contractual, y en la práctica se le ha utilizado en contratos de
promesas, pero con ciertas limitaciones. En primer lugar, debe contener un plazo en que se
haga la determinación, y en todo caso una fórmula que permita efectuarla, pues si bien se
acepta la indeterminación de alguna de las partes en el contrato, ello es a condición de que
sea determinable; la fórmula, por ejemplo, en el mencionado contrato de promesa, sería
que al efectuarse la escritura definitiva, el prometiente declarara la o las personas para
quienes ha contratado, y si así no lo hiciere, se entenderá que lo hace para sí. Enseguida:
no es posible en toda clase de contratos, como por ejemplo, en la sociedad comercial, ya
que el legislador exige en el pacto social la individualización de todos los socios fundadores
(Art. 426, C. Co.).

Interpretación del contrato.

El Código se refiere a la interpretación del contrato en el Título XIII del Libro IV, Arts. 1.560 a 1.566,
inclusive, es una materia de enorme importancia práctica, como lo confirma la nutrida
jurisprudencia existente al respecto.

Porque puede ocurrir que las cláusulas del contrato se redacten en forma ambigua o poco claras, o
no contemplen determinadas situaciones que se presenten, y, en general, que las partes discrepen
en cuanto al sentido que debe dárseles.

En todos estos casos será preciso interpretar el contrato, o sea, fijar el alcance exacto de sus
diferentes estipulaciones, y complementarlo con las disposiciones legales que le corresponden.

Sistemas de interpretación en las legislaciones.

Para la interpretación de los contratos existen fundamentalmente dos sistemas diversos, diferencia
que a su vez es consecuencia de distintas concepciones respecto a la voluntad en los actos
jurídicos Lo que al respecto se resuelva determinará si se da preferencia en la interpretación del
contrato a la voluntad real o a la declarada por las partes, que son las doctrinas en referencia.

El Código francés, seguido por todos los influenciados por él, y por el Código italiano, adoptan un
sistema totalmente subjetivo, que da preeminencia a la voluntad real de las partes sobre la
declarada por ellas. A la inversa, el Código alemán y los que él ha inspirado, dan primacía a la
voluntad declarada, manifestada por las partes sobre la real, la querida por ellas.

Sistema de interpretación de la ley chilena. Primacía de la intención de las partes.

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Nuestro Código recoge la francesa, como lo revela claramente el Art. 1.560. Es la misma solución
para la interpretación de los testamentos (Art. 1.069), y justamente la inversa, a la de la ley (Art.
19).

En consecuencia, en caso de conflicto, debe preferirse la intención de las partes a la letra misma
de las estipulaciones. Al respecto pueden presentarse dos situaciones:

1. La redacción del contrato es ambigua, poco clara o contradictoria; en tal caso, no hay
duda de que deberá investigarse la intención de las partes como una única forma de
averiguar lo que dice aquél;

2. La letra del contrato es totalmente clara, no hay doble interpretación posible ni


contradicción ni ambigüedad; en tal caso no puede en principio desconocerse la letra de
las estipulaciones, so pretexto de interpretarlas. Y así, si se dice que el interés a pagarse
es anual, no va a concluir el intérprete que la intención de las partes fue fijarlo mensual.
Pero si aparece claramente probada la intención de las partes distinta a lo estipulado,
entonces podrá dársele preferencia. Dicha intención debe ser probada fehacientemente,
pues el Art. 1.560 habla de “conocida claramente la intención de los contratantes..”etc. Así
se ha resuelto por nuestros tribunales.

Operaciones que comprende la interpretación del contrato.

Para interpretar el contrato debe, en primer lugar, como queda dicho anteriormente, atenderse a la
intención de las partes. Enseguida, será preciso calificar el contrato, determinar su naturaleza para
saber las normas legales que le son aplicables, Y regirán las restantes normas de interpretación de
los Arts. 1.561 a 1.566.

Calificación del contrato.


Calificar un contrato es determinar su naturaleza jurídica, esto es, decidir si es
compraventa, permuta, innominado, etc.

Complementación del contrato.


Calificado el contrato, quedan determinadas las normas legales que le son aplicables. Hay
disposiciones de la ley que se imponen a lo estipulado por las partes, como ser las que
fijan rentas de arrendamiento, precios, etc.

Además, el contrato comprende todo aquello que por su naturaleza le pertenece o que le
corresponde de acuerdo a la costumbre; hemos visto como, según el Art. 1.444, las cosas
de la naturaleza del contrato son las que se entienden pertenecerle sin necesidad de una
cláusula especial. Por su parte, el Art. 1.546 dispone que -los contratos deben ejecutarse
de buena fe y, por consiguiente, obligan no sólo a lo que en ellos se expresa, sino a todas
las cosas que emanan precisamente de la obligación, o que por la ley o la costumbre
pertenecen a ella”. Finalmente, en armonía con esto, el Art. 1.563 declara: “en aquellos
casos en que no apareciere voluntad contraria, deberá estarse a la interpretación que
mejor cuadre con la naturaleza del contrato. Las cláusulas de uso común se presumen
aunque no se expresen”.

Las restantes reglas de interpretación.


La regla del artículo 1.560 es fundamental en materia de interpretación del contrato; las
restantes disposiciones Arts. 1.561 a 1.566 contienen normas particulares, algunas
aplicaciones del principio general del Art. 1.560 y otras de doctrinas consagradas por la
práctica en la determinación del contenido del contrato.
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Se ha pretendido por autores y fallos de tribunales franceses, opinión recogida por algunos
entre nosotros, que estas normas constituirían meras sugerencias o consejos del legislador
al intérprete, quien podría prescindir de ellas.

Nos parece exagerada esta opinión; es evidente que el Art. 1.560 prima sobre ellas,
porque es la regla soberana, y en consecuencia, si conocida claramente la intención de los
contratantes, ella es contraria a las restantes disposiciones, el juez debe dar primacía a la
voluntad de las partes. Igualmente, si hay clara disposición de éstas en contrario de ellas,
el juez no podría eludir su aplicación, asilándose en alguna de las reglas de los Arts. 1.561
y siguientes.

Nuestra Corte Suprema ha sido vacilante al respecto, pero jamás ha llegado a decir que se
trate de meros consejos, sino que a lo más las ha considerado facultativas para el
intérprete, de acuerdo a lo expuesto, pero en otras ocasiones ha aceptado recursos de
casación en el fondo basados en su infracción.
Podemos agrupar así estas reglas:
1. Extensión del contrato: De acuerdo al Art. 1561: “por generales que sean los
términos de un contrato, sólo se aplicarán a la materia sobre que se ha
contratado”.
Pero el hecho de colocar un ejemplo en un contrato no importa limitarlo
únicamente al caso previsto. Así lo señala el Art. 1.565: “Cuando en un contrato se
ha expresado un caso para explicar la obligación, no se entenderá por sólo eso
haberse querido restringir la convención a ese caso, excluyendo los otros a que
naturalmente se extienda”.
2. Interpretación con los elementos del contrato: Sin salirse el intérprete del
contrato mismo, tiene dos herramientas en los Arts. 1.562 y 1.564, inc. 2.
Según el primero, “el sentido en que una cláusula puede producir algún efecto,
deberá preferirse a aquel en que no sea capaz de producir efecto alguno”. La
Corte Suprema declaró en una ocasión que este precepto no permite buscar una
interpretación válida del contrato, si él es nulo, lo que mereció tina justificada crítica
al profesor Raúl Varela, ya que precisamente es un caso en que se interpreta la
cláusula en el sentido de que produzca efecto.
Y el Art. 1564, por su parte, señala que “las cláusulas de un contrato se
interpretarán unas por otras, dándose a cada una el sentido que mejor convenga al
contrato en su totalidad”.
3. Interpretación con elementos ajenos al contrato mismo.
La establece el Art. 1,564 en sus dos incisos finales: el intérprete puede recurrir a
otros contratos celebrados entre las mismas partes y sobre la misma materia, o a
la aplicación práctica que hayan hecho del contrato ambas partes, o una de ellas
con la aprobación de la otra. En consecuencia, no tiene ningún valor la aplicación
efectuada por una sola de ellas, si no ha sido aprobarla por la otra.
4. Cláusulas ambiguas.
De acuerdo al Art. 1.566, se resuelven de acuerdo a las reglas anteriores; a falta
de ellas, da a su vez dos soluciones: a) las que hayan sido extendidas o dictadas
por una de las partes, sea acreedora o deudora, se interpretarán en su contra,
siempre que la ambigüedad provenga de la falta de una explicación que haya
debido darse por ella. Por eso se ha resuelto que la cláusula ambigua redactada
por el abogado del comprador se interpreta en contra de éste; y b) a falta aun de la
regla anterior, la cláusula ambigua se interpretará a favor del deudor, aplicación en
nuestro Código del principio prodebitori.

Interpretación del contrato y casación en el fondo.


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Un problema muy controvertido y con nutrida jurisprudencia es determinar si corresponde a los
jueces del fondo soberanamente interpretar el contrato, o si lo resuelto por ellos es susceptible de
ser revisado por nuestro más alto tribunal conociendo de un recurso de casación en el fondo.

Y el punto es muy discutible, primero, porque chocan dos principios igualmente poderosos, y en
seguida porque se hace muy difícil sentar reglas generales que abarquen todas las situaciones
posibles.

Los principios en pugna son el de la fuerza obligatoria del contrato, el cual según el Art. 1.545, es
una ley para las partes contratantes, y el consagrado en el Art. 1.560, que determina que la
intención de las partes es lo fundamental en materia de interpretación. Averiguar esta intención es
cuestión de hecho, indiscutiblemente, y escapa, por tanto, al control de la casación, pero por otra
parte, si bien es evidente que la expresión del Art. 1.545 no otorga al contrato materialmente el
valor de ley, si la interpretación infringe el contrato, igualmente resulta vulnerada la ley, esto es, el
Art. 1.545.

Hecha esta salvedad que explica las vacilaciones tanto de nuestra jurisprudencia y doctrina,
creemos posible sintetizar las reglas imperantes al respecto en las siguientes:

1. Por regla general, interpretar el contrato es cuestión de hecho, y escapa al control del
Tribunal Supremo, por la razón ya señalada de que consiste fundamentalmente en
determinar la voluntad real de las partes.

2. Sin embargo, este principio establecido en términos tan generales es muy amplio y
peligroso y además la Corte Suprema no ha querido desprenderse tan totalmente de sus
facultades revisoras, ni por el otro lado abrir demasiado la vía del recurso extraordinario de
casación en el fondo en esta materia. Se ha colocado en una posición bastante cómoda
que le permite, cuando así lo estima, rechazarlo o acogerlo, lo que se justifica, por lo
demás, por las razones ya señaladas. Ello no quita que dentro de la relatividad
consiguiente es posible señalar algunos principios, a saber:

A. En nuestro concepto y fundamentalmente debe recordarse que el recurso de


casación procede por infracción de ley; en consecuencia, cada vez que los jueces
del fondo violen un texto legal, aun cuando sea a pretexto de interpretar el contrato,
habrá lugar a la casación en el fondo; y así, si se vulneran las leyes supletorias que
gobiernan el contrato de que se trate, o se les aplican las que no les corresponden,
debe acogerse la revisión solicitada. Incluso en el terreno de la especulación el
mismo Art. 1.560 puede ser invocado como fundamento de la casación, y así, si los
jueces de la instancia declaran que la intención de las partes claramente
establecida fue tal, y prescinden de ella en su decisión, se ha infringido este
precepto y es procedente la casación.

Es éste el principio que inspira las reglas siguientes:

B. Calificar el contrato es cuestión de derecho.


Es ésta una jurisprudencia que prácticamente se ha uniformado, y apenas tiene
excepciones; no obstante, existen opiniones aisladas que sostienen que calificar no
es distinto de interpretar, forma parte de ella.

En nuestro concepto no debe perderse de vista lo que señalamos en la letra A.


Evidentemente en principio, calificar el contrato es cuestión de derecho, pero
siempre que la ley señale los elementos que fijan la naturaleza jurídica de un
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contrato, ya que en tal caso lo violado será dicha disposición. En cambio, no es
posible que exista infracción de ley en la calificación de un contrato innominado.

C. Finalmente, se ha declarado que también procede la casación en el fondo


cuando los jueces de la instancia desfiguran o desnaturalizan el contrato, esto es,
calificado correctamente, lo hacen producir otros efectos y alcances que los
señalados por las partes, o que por la ley le corresponden.

De acuerdo con dos sentencias de nuestro más alto tribunal, puede sintetizarse su
criterio diciendo que la casación procederá siempre que se altere o modifique la
naturaleza jurídica del contrato, o se le haga producir otros efectos que los
asignados por la ley y cuando se quebranten las leyes que reglan la interpretación.

Enunciación de los efectos del contrato

El Código trata de los efectos del contrato confundidos con los de la obligación en el Título XII del
Libro IV, Arts. 1.545 y siguientes y bajo el epígrafe precisamente “Del efecto de las obligaciones”,
materia a la cual se refieren la mayor parte de los preceptos de dicho título, aunque limitados a las
obligaciones contractuales.

Jurídicamente importa no confundir los efectos del contrato con los de la obligación, pues son
cosas diversas.

Los efectos del contrato son justamente el conjunto de derechos y obligaciones que de él emanan;
desde el punto de vista del acreedor, los efectos de la obligación son el conjunto de derechos de
que goza para obtener su cumplimiento, y desde el punto de vista del deudor, la necesidad jurídica
en que se encuentra de cumplirla.

Dos son fundamentalmente los preceptos referentes a los efectos del contrato en el Título XII los
Arts. 1.545 y 1.546.

Este último lo vimos al hablar de la interpretación del contrato, y establece que los contratos
obligan no solo a lo que ellos expresan, sino a las cosas que le pertenecen por su naturaleza, la
ley o la costumbre, y todo ello como derivado del principio de que los contratos deben ejecutarse
de buena fe. Es un principio que señalan la mayor parte de los Códigos, pero sin fijar su
significación ni la sanción a su infracción.

El Art. 1.545, por su parte, dispone: “todo contrato legalmente celebrado es una ley para los
contratantes, y no puede ser invalidado sino por su consentimiento mutuo o por causas legales”. El
precepto recoge su inspiración en el Art. 1.134 del Código francés, que no asimila el contrato a la
ley, pero le da la “fuerza de ley entre aquellos que lo han hecho”.

Ya señalábamos que el contrato no es ley ni en el sentido formal de la definición del Art. 12 del
Código ni aun en su sentido material, ya que el propio precepto señala el efecto relativo del
contrato. Lo que ha querido decir nuestro Código es lo mismo que el francés: el contrato tiene tanta
fuerza obligatoria como la ley, y en consecuencia debe cumplirse tal como ella debe acatarse.

El precepto citado consagra, en unión de otras disposiciones, el principio de la libre contratación o


autonomía de la voluntad, que estudiaremos en la sección siguiente. Luego en otra, hablaremos de
la ya señalada fuerza obligatoria del contrato. Luego hablaremos del efecto relativo del contrato.

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La extinción del contrato a que también se refiere el precepto, se verá en la última sección de este
capítulo.

Antes de pasar al examen de los efectos del contrato, liaremos dos advertencias: la una, que en
nuestro país no produce por sí solo el contrato efectos reales, esto es, no sirve para transferir el
dominio ni otros derechos reales, si no media además un modo de adquirir, y la otra, que los
contratos bilaterales tienen efectos propios muy especiales, que irán apareciendo a lo largo de ese
texto.

Autonomía de la voluntad.

Estas dos expresiones suelen usarse indistintamente, aunque la última da la impresión de restringir
el principio a los contratos, en circunstancias que rige en todo el derecho patrimonial, y así las
partes, de común acuerdo, podrán regular a su arbitrio y al margen de las normas legales la
responsabilidad proveniente de un hecho ilícito, e incluso pueden disponer de ciertas normas del
proceso.

Naturalmente que donde campea mejor por sus fueros y es más rica en consecuencias jurídicas
esta doctrina es en los contratos y demás convenciones.

La autonomía de la voluntad en nuestra legislación.

Los Códigos Civil y de Comercio, dictados en pleno auge internacional del principio que
comentamos, lo recogen integralmente.

Varias disposiciones constituyen una aplicación directa de él, pero, aún más allá de los preceptos,
todo el sistema de ambas legislaciones se inspira en la libertad de los individuos para regular sus
propias relaciones jurídicas sin la intervención del legislador.

La norma fundamental es el ya citado Art. 1.545 que otorga fuerza de ley a los contratos; en el
mismo sentido van encaminados los Arts. 1.444 y 1.546, también ya referidos, que consagran la
existencia de leyes supletorias que reglamentan los contratos sólo a falta de estipulación de las
partes y la facultad de éstas de modificar los efectos normales del acto jurídico. También el Art. 12,
ya que permite libremente a las partes renunciar los derechos que se les confieren, siempre que
miren a su solo interés y no esté prohibida la renuncia; el mismo Art. 1560 que da primacía a la
voluntad de los contratantes en la interpretación de la convención; el Art. 22 de la Ley de Efectos
Retroactivos de las leyes de 1861, que sujeta los contratos a la ley vigente al tiempo de su
celebración; el Art. 1.567, que permite a las partes extinguir -y por ende modificar- de común
acuerdo toda clase de obligaciones, etc.

La autonomía de la voluntad se traduce en términos generales en un solo postulado: los individuos


son libres para regular sus relaciones jurídicas sin la intervención del legislador, sin otra limitación
que no pueden ir contra ley imperativa o prohibitiva, el orden público y las buenas costumbres.

Estos últimos son los límites de la autonomía de la voluntad, pero advirtamos que en materia
patrimonial las leyes imperativas y prohibitivas constituían la excepción; por regla general, ellas
eran meramente supletorias de la intención de las partes. Las buenas costumbres y el orden
público son conceptos elásticos que permiten a los tribunales controlar los desbordes de una
libertad exagerada.

Supera tu Grado – Teoría del Contrato y Contratos en particular (Primera Parte) 20


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La autonomía de la voluntad invade también, aunque sólo parcialmente, la porción patrimonial del
Derecho de Familia, quedando al margen lo no pecuniario que, en general, se gobierna por leyes
imperativas e inderogables por las partes.

La fuerza obligatoria del contrato

Al señalar el concepto de obligación, destacamos la fuerza obligatoria del vínculo, que por ser
jurídico se encuentra amparado por la autoridad que protege al acreedor si exige el cumplimiento.

El adquiere un mayor vigor aún en el contrato, pues el deudor ha consentido en obligarse, pero
tengamos presente que todo cuanto se diga en esta sección vale, con las mutaciones
correspondientes para toda obligación.

Tal es la importancia que el legislador asigna a la fuerza obligatoria del contrato que declaró, según
hemos dicho, su categoría de ley para las partes, lo cual, aun cuando no esté dicho, vale para toda
convención.

Con esto se significa que el deudor no puede eximirse del cumplimiento literal de la obligación, sino
por mutuo acuerdo con el acreedor, o por causales legales previstas y existentes al tiempo de la
contratación, como por ejemplo una de nulidad.

Es lo que se llama el principio de la seguridad del contrato; si las partes no tuvieren la convicción
de que los contratos se cumplirán en todos los eventos posibles y supieran, en cambio, que lo
convenido está expuesto a toda clase de alternativas legales y judiciales, se abstendrían de
contratar con las consecuencias imaginables, o convertirían la negociación jurídica en un juego
especulativo. Moralmente el principio que comentamos, heredero de la autonomía de la voluntad,
encuentra su justificación en el aforismo “pacta sunt servanda”, la palabra debe cumplirse.

Como consecuencia de lo expuesto, quien no cumpla su obligación puede ser compulsivamente


obligado a ello, y no puede excusar el cumplimiento sino por las causales taxativamente
enumeradas por la ley.

Modificación y disolución unilateral del contrato. Referencia.

La seguridad en la contratación ha tenido siempre limitaciones, pues si bien el principio


general es que toda modificación y disolución voluntaria del contrato deben contar con el
asentimiento unánime de quienes en él intervinieron, existen desde antiguo en el Derecho
excepciones a tal principio,

Y así, importa una modificación del contrato la cesión de crédito, porque aun contra la
voluntad del deudor se le puede cambiar el acreedor en la relación obligacional.

Y en ciertos contratos, la voluntad unilateral de una de las partes les puede poner término,
como lo veremos al tratar la disolución del contrato; así ocurre en los de duración
indeterminada, de trabajo y arrendamiento, por la vía del desahucio, derechos que las
leyes recientes han limitado respecto del patrón o empleador y el arrendador, y en ciertos
contratos intuito personae: mandato, sociedad, etcétera.

Modificaciones legales.

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En principio la ley modificatoria del régimen contractual no afecta a las convenciones
celebradas con anterioridad, de acuerdo al Art. 22 de la Ley de Efecto Retroactivo de las
Leyes, ya citado.

Según el precepto en todo contrato se entienden incorporadas las leyes vigentes al tiempo
de su celebración, con dos excepciones: la primera referente al modo de reclamar en juicio
los derechos que resultaren de ellos, excepción plenamente justificada porque las leyes
procesales rigen in actum (Art. 24 de la misma ley), y las que señalen penas para el caso
de infracción de lo estipulado en los contratos, pues el incumplimiento será castigado con
arreglo a la ley bajo la cual se hubiere cometido.

En consecuencia, ninguna ley posterior puede afectar, con las salvedades señaladas, la
fuerza obligatoria del contrato, y para que lo hiciere se requeriría que la ley nueva
expresamente diera efecto retroactivo a sus disposiciones.

Aun así, porque la Corte Suprema ha erigido una valla contra algunas de estas leyes
retroactivas a que tan aficionado es el legislador contemporáneo. De acuerdo a la tesis de
nuestro más alto tribunal sobre los créditos, según el Art. 583, hay una especie de
propiedad que queda, en consecuencia, protegida por la garantía del antiguo Art. 10, N.°
10 de la Constitución Política del Estado (hoy Art. 19, N.° 24 de la actual Constitución), de
manera que si la ley con efecto retroactivo llega a privar a alguna de las partes de su
derecho patrimonial, de crédito, infringiría el mencionado precepto constitucional y habría
lugar a declararla inaplicable. Es lo mismo que ha sostenido la Corte frente a los
contratos-leyes.

Sin embargo, la misma Corte ha atenuado este principio cuando considera que está de por
medio el llamado orden público económico; de no ser así, para ser consecuente consigo
misma, habría debido declarar inaplicables todas las leyes restrictivas de rentas de
arrendamiento en cuanto pretendan afectar contratos vigentes a su dictación. En cambio,
ha rechazado las inaplicabilidades en estos casos.

Modificación Judicial.

Si el contrato se encuentra en cierto sentido protegido frente al propio legislador, con


mayor razón se rechaza que el juez pueda entrar a revisarlo por otras causales que las
previstas por la legislación al tiempo de su celebración.

En contra de la intervención judicial se hacen militar todas las razones que, según hemos
visto, defienden la seguridad contractual como esencial para el buen desenvolvimiento de
los negocios jurídicos.

Hay, sin embargo, una tendencia moderna a permitir la revisión de la economía del
contrato por la vía judicial, lo cual está muy ligado con la teoría de la imprevisión, que
analizaremos en el incumplimiento.
Se ha sostenido por algunos autores la posibilidad de la revisión judicial en nuestro país,
por aplicación del Art. 1546, ya que los contratos deben ejecutarse de buena fe; se dice
que correspondería al juez ajustar el cumplimiento a la buena fe y la equidad para dar
ejecución a dicho precepto; pero la verdad es que éste tiene su origen histórico en el Art.
1.134 del Código francés: con esta declaración se pretendió únicamente descartar la
distinción romana entre contratos de derecho estricto y de buena fe.

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Nada tiene, pues de extraño que nuestros tribunales hayan reconocido que no tienen
facultad para modificar los contratos.

Otro problema que ya hemos señalado anteriormente en relación con este punto es si
procede el recurso de casación en el fondo cuando los jueces de la instancia violan la
llamada ley del contrato.

En nuestro concepto, es evidente que el recurso no procede porque se haya violado una
ley, dado que así califica al contrato el Art. 1.545, sino que al privar a éste de su fuerza
obligatoria fuera de las causales legales, el vulnerado es el propio Art. 1.545 que otorga
dicho vigor y obligatoriedad. Lo que complica el problema es si la modificación del contrato
se ha producido por la vía de la interpretación, que es, en principio, cuestión de hecho de
la causa.

Efectos relativos y oponibilidad del contrato.

Hablar de los efectos relativos del contrato, es tanto como decir el contrato y los terceros,
entendiendo por tales a quienes no han intervenido en su celebración.

Es ésta una materia de las complejas si las hay por la dificultad en la formulación de reglas
generales abarcadoras de todas las situaciones posibles, y porque suele confundirse el efecto
relativo del contrato con la oponibilidad de sus efectos a terceros.

El Art. 1.165 del Código francés señaló expresamente que las convenciones no surten efectos sino
entre las partes contratantes. No hay declaración exactamente igual en nuestro Código, pero el Art.
1.545 lo señala de paso al decir que el contrato es una ley “para los contratantes” Por lo demás, es
éste un principio básico y fundamental del derecho y constituye un axioma jurídico indiscutible: “res
inter alio acta, aliis neque nocere neque prodesse potest” (que podríamos traducir: las cosas
hechas por unos, no perjudican ni aprovechan a los demás). Así, por lo demás, se ha fallado
reiteradamente.

Conviene precisar exactamente qué significa que el contrato produzca efectos relativos, y quiere
ello decir que los efectos del contrato, esto es, los derechos y obligaciones emanados de él sólo
pertenecen a las partes; únicamente ellas adquieren la calidad de acreedor y deudor, y en
consecuencia pueden exigir el cumplimiento y están obligadas a él, respectivamente.

Partes y terceros.

Si en cuanto al otorgamiento de los derechos y obligaciones que genera el contrato, sólo afecta,
por regla general, a las partes y no a los terceros, interesa precisar quiénes invisten en él una y
otra categoría.
Son partes en un contrato quienes han concurrido a su celebración, personalmente o por
intermedio de un representante legal o convencional. Todas las demás personas son terceros,
definición negativa inevitable, pues no hay otra forma de involucrarlos.

Sin embargo, la situación no es igual para todos los terceros, y para precisarlos es necesario
distinguir los siguientes casos:

1. Del sucesor o causahabiente a título universal;


2. Del causahabiente a título singular:
3. Del contrato colectivo;
4. De los acreedores de las partes;
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5. De los terceros a cuyo favor se establece un derecho en el contrato (estipulación a favor
de otro);
6. De los terceros por cuya cuenta se promete una obligación (promesa del hecho ajeno);
7. Del tercero sobre cuyo patrimonio se ha celebrado un contrato, y
8. Del tercero en cuyo perjuicio se ha celebrado un contrato.

Estos terceros reciben el nombre de relativos, por oposición a los absolutos, a quienes en nada
afecta el contrato ni sus estipulaciones.

1. Del sucesor o causahabiente a título universal.


Como dejamos establecido, citaremos algunos ejemplos de disposición legal que hacen
cargar al sucesor a título singular con contratos de su causante, para permitir establecer el
criterio que se sigue en la materia:

1.° Arrendamientos.
Si se transfiere una cosa que se encuentra arrendada a un tercero, hay casos en que el
adquirente debe respetar los arriendos celebrados por el anterior propietario; ello ocurre,
dicho en términos muy generales, cuando el arrendamiento constaba por escritura pública
(Art, 1.962). El sucesor a titulo singular se ve afectado por los contratos de su causante,
pues pasa a ser acreedor de la renta de arrendamiento y demás obligaciones del
arrendatario y deudor de la obligación de mantener a éste en el goce pacífico de la cosa
arrendada, y demás deberes del arrendador.

Igualmente, según el Art. -192, el usufructuario está obligado a respetar los arriendos de la
cosa fructuaria, contratados por el propietario antes de la constitución del usufructo.

También, según veremos en el N.° 500, producida la resolución. verbi gracia, de una
compraventa por no pago del precio, queda sin efecto el contrato y la cosa vendida vuelve
a poder del vendedor, quien, sin embargo, está obligado a respetar los actos de
administración efectuados por el comprador, y entre ellos los arriendos por éste
celebrados.
Finalmente, la nueva legislación impone también obligaciones al adquirente de inmuebles
de respetar los arriendos existentes en ellos, cuando menos por ciertos plazos bastante
extensos.
En cambio, si, por ejemplo, se compra un inmueble y el vendedor adeuda a un contratista
alguna suma por reparaciones en él efectuadas, esta deuda no afectará al adquirente,
quien no pasa a ser deudor del contratista.

2.° Seguros.
De acuerdo a los Arts. 530 y 531 del Código de Comercio, por regla general el adquirente a
título universal o singular de la cosa asegurada, se beneficia de los seguros contratados a
favor de ella, y, en consecuencia, pasa a ser deudor de la obligación de pagar la prima y
acreedor de la indemnización, si hubiera lugar a ella.

2. Del causahabiente a título singular.


Nuestra legislación, muy influenciada por la teoría del patrimonio atributo de la
personalidad, reconoce únicamente esta universalidad jurídica, intransferible por acto entre
vivos y que sólo puede ser adquirida a título universal por herencia. En tal evento la regla
general es que el asignatario a título universal pase a ocupar el lugar jurídico del causante
y se le transmitan todos sus derechos y obligaciones. A su vez, el heredero puede ceder su
derecho de herencia y en tal caso traspasa también una universalidad jurídica, formada por
toda la herencia o una cuota de ella. Nada de extraño tiene entonces que pasen al
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cesionario todas las relaciones jurídicas comprendidas en la sucesión, pues reemplaza
jurídicamente al heredero cedente.

Nada semejante ocurre, en cambio, con las llamadas universalidades de hecho, dando
lugar a serios problemas en la enajenación de establecimientos comerciales, industriales,
mineros, etc. Para esta enajenación no existe en nuestro Derecho una reglamentación
específica, y, en consecuencia, cada uno de los elementos comprendidos en ella, siguen
desempeñando su mismo rol jurídico, y su transferencia, sujeta a las reglas que le son
propias; los créditos deberán traspasarse al adquirente por la vía de la cesión de derechos,
y las obligaciones, por los medios imperfectos que establece la legislación.

La tendencia actual en éstas, en cambio, es darle el tratamiento que merecen a los


traspasos de universalidades, según volveremos a insistir en la parte destinada a las
modificaciones subjetivas de créditos y obligaciones

3. Del contrato colectivo.


El contrato colectivo es una marcada excepción al efecto relativo del contrato pues otorga
derechos y establece obligaciones para quienes no concurrieron con su voluntad a su
otorgamiento siempre, naturalmente, que se hayan reunido las mayorías o representación
exigidas por la ley.

4. De los acreedores de las partes.


Los acreedores de los contratantes se ven indudablemente afectados por las convenciones
efectuadas por ellos: los acreedores del deudor, porque deberán soportar la concurrencia
del nuevo acreedor en los bienes del obligado, en virtud del derecho de garantía general
que todos ellos tienen; incluso éste puede imponerse a los restantes en virtud de una
preferencia legal.

Interesan, igualmente, a los acreedores del acreedor los créditos que éste adquiera, pues a
ellos pasa a extenderse su derecho de garantía general.

No por ello los acreedores del deudor o del acreedor del contrato celebrado, pasan a tener
dichas calidades respecto de éste; es éste típicamente un problema de oponibilidad del
contrato, los acreedores del deudor pueden impugnar los actos y contratos celebrados por
éste en fraude de sus derechos mediante el ejercicio de la acción pauliana o revocatoria.
Y, a la inversa, en algunas legislaciones -y se discute si en la nuestra- los acreedores del
acreedor pueden ejercer en lugar de éste las acciones y derechos suyos, cuando hay
negligencia de su parte en invocarlos. Es la llamada acción oblicua o subrogatoria.

5. De los terceros a cuyo favor se establece un derecho en el contrato (estipulación


a favor de otro).
Esta situación se presenta en la estipulación a favor de otro, que analizaremos en el
párrafo que a éste sigue.

6. De los terceros por cuya cuenta se promete una obligación.


Caso a la promesa de hecho ajeno, posterior a la estipulación a favor de otro.

7. Del tercero sobre cuyo patrimonio se ha celebrado un contrato.


Un tercero puede estar involucrado en un contrato si las partes han convenido respecto de
un bien de su dominio.

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Va hemos dicho que en nuestra legislación el contrato sobre cansa ajena es válido, y así
pueden venderse, arrendarse, darse en comodato donarse, legarse, etc., los objetos de
otro. Lo que ocurre sí, es que tales actos no afectarán al verdadero dueño, le son
inoponibles

8. Del tercero en cuyo perjuicio se ha celebrado un contrato.


Hay muchos casos en que el contrato perjudicará a terceros, un ejemplo es respecto de los
acreedores del nuevo deudor. Pero ello no empece a la legitimidad de tales actos mientras
no medie fraude, o sea, intención de perjudicarlos.

La estipulación en favor de otro (art 1449)

Consiste en que un contrato celebrado entre dos partes que reciben el nombre de estipulante y
promitente haga nacer un derecho a favor de un tercero ajeno a él, llamado beneficiario.

La institución que comentamos constituye una marcada excepción al principio de que el contrato,
por regla general, sólo otorga derechos y obligaciones a las partes contratantes.

Aquí, el contrato se celebra entre estipulante y promitente, pero el derecho, o sea, la calidad de
acreedor, nace a favor del beneficiario, ajeno al contrato. Y si bien, según veremos, éste debe
aceptar la estipulación, su derecho no nace con su aceptación, sino con aquélla

De acuerdo a estas definiciones, el contrato interesa a tres categorías de personas diferentes:


1. El estipulante, que es quien contrata a favor del tercero;
2. El promitente quien se compromete a favor del tercero en la calidad de deudor de éste, y
3. El beneficiario, que es el acreedor de la estipulación efectuada en su favor.

Efectos de la estipulación a favor de otro. Enunciación.

Para establecer los efectos que produce la estipulación a favor de tercero, es preciso distinguir tres
situaciones que veremos en los números siguientes:

1. Los que se producen entre los contratantes: estipulante y promitente;


2. Efectos entre promitente y beneficiario, y
3. Efectos entre estipulante y beneficiario.

I. Efectos entre los contratantes.


Los efectos que la estipulación produce entre estipulante y promitente los podemos a su
vez desglosar en tres fundamentales:

1. Sólo el beneficiario puede exigir el cumplimiento;


2. Los que produce la cláusula penal accesoria a la estipulación, y
3. Revocación de la estipulación. Los examinaremos en los números siguientes.

Solo el beneficiario puede exigir lo estipulado.


El contrato celebrado producirá sus efectos normales entre las partes, y así, el
estipulante de un seguro deberá pagar las primas.

Pero lo excepcional de la institución es que el efecto principal de todo contrato, el


derecho a exigir el cumplimiento, incluso forzado de la obligación, no cede a favor
de uno de los contratantes sino del tercero beneficiario En ello está precisamente

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la anormalidad de la estipulación en utilidad de otro: únicamente éste puede
solicitar el cumplimiento, y no tiene facultad para hacerlo el estipulante, a menos
como lo veremos en el número siguiente, que se establezca una cláusula penal.

La estipulación a favor de otro y la cláusula penal.


Como decíamos, existe una forma indirecta con que el estipulante puede compeler
al promitente a que cumpla su obligación: agregar a la estipulación para otro una
cláusula penal que se hará efectiva si el promitente no cumple lo convenido.

No hay inconveniente alguno en que el promitente se sujete a una pena a favor del
estipulante si no cumple oportunamente lo convenido en utilidad del beneficiario; la
propia ley lo reconoce así.

Cuando estudiemos la cláusula penal, veremos que, por el carácter accesorio que
ella tiene, la nulidad de la obligación principal acarrea la de la cláusula penal (Art.
1.536), pero la que afecte a ésta no trae consigo la de la obligación principal. El
precepto citado en sus dos siguientes incisos señala dos casos de excepción
aparente al principio señalado: el segundo se refiere a la cláusula penal en la
promesa de hecho ajeno, y el tercero, en la estipulación para otro.

En síntesis, esta disposición establece que valdrá la pena, aunque la obligación


principal no tenga efecto, si la persona con quien se estipula se sujeta a una pena
para el caso de no cumplirse lo prometido. Lo excepcional del caso es que el
estipulante no está facultado para exigir el cumplimiento de la obligación principal,
pero por no haberse pagado ésta al beneficiario, nace su derecho a cobrar la pena.
El estipulante que normalmente no tiene derecho alguno, pasa a tenerlo en el
evento de incumplimiento. Pero no es que haya nulidad de la obligación principal,
porque ella es válida, pero no exigible por el titular de la pena.

Revocación de la estipulación.
De acuerdo al ya citado Art. 1.449 en estudio: “mientras no intervenga la
aceptación expresa o tácita del tercero beneficiario es revocable el contrato por la
sola voluntad de las partes que concurrieron a él”

Aunque a primera vista este derecho de los contratantes pudiera parecer extraño,
en realidad no es sino una aplicación de los principios generales; al tratar de la
extinción de los contratos, veremos que la misma voluntad que los generó puede
ponerles término, de acuerdo al aforismo de que en derecho las cosas se
deshacen como se hacen.

Se trata de un derecho absoluto y, en consecuencia, no cabe aplicar en su ejercicio


la doctrina del abuso del derecho; las partes pueden revocar la estipulación sin
expresar causa y nada puede reclamar el tercero beneficiario a menos que haya
mediado su aceptación.

II. Efectos de la estipulación entre promitente y beneficiario.

Estos efectos se producen en virtud de la aceptación del beneficiario, pero debe tenerse
presente lo ya dicho: no es esta aceptación la que hace nacer su derecho, no es ella la que
le otorga la calidad de acreedor. El derecho del beneficiario existe desde la celebración del
contrato y la aceptación no tiene otro objeto que poner término a la facultad de estipulante
y promitente de dejar sin efecto la estipulación en la forma vista en el número anterior, y se
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funda, además, en el principio de que nadie puede adquirir derechos contra su voluntad.
De ahí que si el beneficiario fallece antes de dar su aceptación, sus herederos podrán
hacerlo; y así se ha resuelto.

De acuerdo a la regla general, la aceptación puede ser expresa o tácita, como lo destaca el
Art. 1,449.

La jurisprudencia ha establecido sí una limitación a este principio: si se ha adquirido un


bien raíz para un tercero, la aceptación debe otorgarse por escritura pública.

Con la aceptación el beneficiario queda en situación de exigir cuando corresponda el


cumplimiento, de acuerdo a las reglas generales de éste.

III. Efectos entre estipulante y tercero beneficiario.

En principio no se produce relación jurídica alguna entre estipulante y tercero beneficiario,


puesto que el derecho nace directamente para éste; el derecho no existe en momento
alguno en el patrimonio del estipulante y, en consecuencia, no está sujeto a la garantía
general de sus acreedores, sin perjuicio del derecho de éstos a impugnar la estipulación en
caso de fraude, por la vía de la acción pauliana.

Naturaleza jurídica de la estipulación a favor de otro.

Se han elaborado numerosas teorías en el afán de explicar esta institución, pero la verdad es que
ninguna resulta totalmente satisfactoria. Las principales son la doctrina de la oferta, de la agencia
oficiosa, de la declaración unilateral de voluntad y de la creación directa a favor del beneficiario,
que examinaremos someramente,

1. Teoría de la oferta: Fue la predominante en el siglo pasado: se decía que en virtud del contrato
los efectos de éste se radicarían en la forma normal en el patrimonio del estipulante, quien luego
efectuaría Una oferta de su derecho al tercero beneficiario: la aceptación de éste daría lugar a la
formación de una segunda convención.
Esta doctrina fue rápidamente abandonada porque no corresponde a la naturaleza de la institución
y es sumamente peligrosa para el tercero beneficiario. En efecto, si el derecho se radicara primero
en el patrimonio del estipulante, los acreedores de éste, haciendo valer su derecho de garantía
general, podrían embargarlo mientras no mediara la aceptación del beneficiario. Hemos señalado,
que este peligro no existe precisamente porque el derecho nace directamente a favor del tercero.
Además, la oferta de un contrato caduca entre otras causales por la muerte del oferente, y en
consecuencia, si el estipulante falleciera antes de la aceptación del beneficiario, la oferta efectuada
a éste caducaría y ya no podría adquirir su derecho. Ello no ocurre, por ejemplo, en el seguro de
vida en que el derecho del tercero se hace efectivo precisamente al fallecimiento del estipulante.

2. Teoría de la gestión de negocios: Aparecida el siglo pasado, ha tenido su principal


propugnador en el tratadista francés Planiol. Para éste, el estipulante no sella sino un agente
oficioso, un gestor de negocios ajenos que actúa sin mandato; la aceptación del tercero equivale a
la ratificación en la gestión de negocios ajenos.
La verdad es que ambas instituciones son muy semejantes; este cuasicontrato consiste
precisamente en administrar un negocio sin mandato de su dueño. La verdad es que fuera de los
casos típicos de una y otra institución, pueden presentarse múltiples situaciones en que resulte
difícil para el intérprete determinar si se trata de estipulación para tercero o gestión de un negocio
de éste, y tiene importancia precisarlo porque producen distintos efectos.

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Desde luego, como lo señala el propio Art. 2286, el dueño del negocio gestionado puede quedar
obligado respecto al gestor, mientras que el tercero beneficiario no adquiere obligaciones, sino
derechos; en seguida, el propio gestor está obligado a terminar su gestión, mientras que el
estipulante, con el consentimiento del promitente, puede, incluso, revocar el acto.
Aun en el plano doctrinario, hay diferencias entre ellas, puesto que siempre la gestión lleva
implícita la idea de representación, de actuación por cuenta de un tercero y si éste ratifica lo
obrado por el gestor oficioso, ha habido lisa y llanamente un mandato: la estipulación a favor de
otro es ajena a toda idea de representación: el estipulante actúa a su propio nombre.
Por otro lado, si la estipulación a favor de otro no fuere sino una agencia oficiosa, no se justificarla
que el legislador reglamentara independientemente ambas instituciones, y habría bastado
establecer una sola de ellas, Al no hacerlo así, el Código revela que en su concepto son actos
distintos.
En todo caso esta doctrina elimina todos los inconvenientes de la teoría de la oferta.

3. Teoría de la declaración unilateral de voluntad: La ha sostenido principalmente el tratadista


francés Capitant, diciendo que el promitente se obliga para con el tercero beneficiario por su propia
voluntad, por tina declaración unilateral de ella. Pero esto no es efectivo, por cuanto se ha obligado
por un contrato con el estipulante.

4. Teoría de la creación directa en favor del beneficiario: Para esta doctrina. el derecho nacido
de la estipulación se radica directamente en el patrimonio del beneficiario y de ahí que se la llame
de creación directa del derecho en favor de éste.
Ha tenido el mérito de remarcar este efecto tan particular de la institución, pero no lo explica, y por
ello algunas opiniones la complementan con la anterior; sin embargo, se olvida la intervención
determinante del estipulante y que éste, con acuerdo del promitente puede revocar el contrato.
Se ha sostenido que esta doctrina es la aceptada en nuestra legislación, argumentando con lo
dispuesto en el inc. 2.° del Art. 80 del DFL. 251 del año 1931, sobre Compañías de Seguros: “el
valor de las pólizas de seguro de vida cede exclusivamente en favor del beneficiario”, pero ya
hemos dicho que se trata de un efecto común y esencial de toda estipulación a favor de terceros.

La conclusión es que no hay explicación totalmente satisfactoria de la institución y ello es natural,


porque la estipulación en beneficio de otro es una excepción a las reglas generales, a los efectos
relativos del contrato y será difícil encuadrarla plenamente en otra institución.

La promesa de hecho ajeno

A esta institución se refiere el Art. 1.450 en los siguientes términos: “siempre que uno de los
contratantes se compromete a que por una tercera persona, de quien no es legítimo representante,
ha de darse, hacerse o no hacerse alguna cosa, esta tercera persona no contraerá obligación
alguna, sino en virtud de su ratificación; y si no ratifica, el otro contratante tendrá acción de
perjuicios contra el que hizo la promesa”.

De esta disposición se desprende claramente que la promesa del hecho ajeno no altera en
absoluto las reglas generales de los contratos; no es una excepción al efecto relativo de éstos,
como ocurre con la estipulación a favor de otro, porque en ésta el tercero beneficiario ajeno al
contrato adquiere un derecho, En la promesa del hecho ajeno, en cambio, el tercero no contrae
obligación alguna, y así lo destaca el precepto transcrito. Es lógico que así sea, ya que el tercero
no tiene por qué quedar obligado por el contrato celebrado y al cual no ha concurrido con su
consentimiento.

El tercero sólo se obliga, como lo señala el precepto, en virtud de su ratificación; sólo entonces
nace su obligación, y ella deriva de su propia voluntad.
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Por la promesa de hecho ajeno sólo contrae obligación el que se comprometió a que el tercero
haría, no haría o daría una cosa, y su obligación es de hacer: que el tercero ratifique, esto es,
consienta en la obligación que se ha prometido por él.

En consecuencia, esta institución no es sino una modalidad especial de la prestación en la


obligación de hacer, en que el objeto de ella es que el tercero acepte.

Como en la estipulación a favor de otro intervienen tres personas: el promitente, quien contrae la
obligación de hacer señalada; el prometido o acreedor, y el tercero que será el obligado una vez
que ratifique. Y también al igual que en el contrato para tercero, es requisito indispensable para
que estemos frente a una promesa de hecho ajeno que no medie representación, pues en tal caso
hay lisa y llanamente obligación para el representado que no ha sido ajeno al contrato. Así lo
señala el Art. 1.450, al decir: “de quien no es legítimo representante”, y se ha fallado por los
tribunales.

Paralelo con otras instituciones.

La promesa de hecho ajeno se asemeja a otras instituciones, y al igual que en la estipulación a


favor de otro será difícil en determinadas circunstancias distinguirla,

1. Gestión de negocios: También en este caso se está actuando por un tercero, sin tener
mandato de él, como ocurre en la gestión de negocios ajenos, y en verdad pareciere que la
promesa del hecho de otro no fuere sino una forma particular de la agencia oficiosa, pero ajena a
toda idea de representación.

2. La fianza: Promesa de hecho ajeno y fianza se aproximan porque en el fondo lo que esta
haciendo el promitente es garantizar con su propia responsabilidad la ratificación del tercero; por
ello los franceses la llaman cláusula porte forte, esto es, salir garante. Pero existe una diferencia
entre ellas que es fundamental: en la fianza se garantiza justamente el cumplimiento de una
obligación ya existente; aquí, que existirá la obligación, o sea, que el tercero ratificará.

3. Promesa de contrato: Importa no confundir la promesa de hecho ajeno y el contrato de


promesa a que se refiere el artículo 1.554 del Código, y que ya hemos definido como la promesa
de celebrar un contrato en el futuro: en ésta, los contratantes se comprometen personalmente a
otorgar en el futuro un contrato claramente especificado.

Ambas clases de contratos imponen una obligación de hacer, pero en el contrato de promesa es
otorgar el contrato prometido, y en la promesa del hecho ajeno, el deudor se compromete a
obtener que un tercero dé una cosa, ejecute algo o se abstenga de hacerlo. Un ejemplo aclarará la
idea: si me comprometo con una persona a venderle mi casa el 12 de mayo próximo, es una
promesa de venta, y estoy obligado en esa fecha a otorgar la escritura de compraventa. Pero si a
la misma persona le prometo que un tercero le venderá su casa en igual fecha, hay una promesa
de hecho ajeno, y estoy obligado a obtener la ratificación del tercero bajo pena de indemnizar
perjuicios.

Y la diferencia resulta de capital importancia porque en el contrato de promesa si yo no cumplo se


me puede exigir incluso forzadamente el otorgamiento de la venta definitiva, mientras que en el
otro caso si el tercero no ratifica, mi cocontratante no le puede exigir nada, sino únicamente tiene
acción en mi contra por mi incumplimiento de no obtener su ratificación, y estaré obligado a
indemnizarle los perjuicios. Así se ha resuelto. Además, el contrato de promesa es siempre
solemne y muy estricto en sus requisitos, lo que no ocurre, según veremos, en la promesa de
hecho ajeno.
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Requisitos de la promesa de hecho ajeno.

También hay que separarlos en referencia al contrato entre promitente y acreedor, y a la


ratificación del tercero.

No es posible tampoco sentar reglas generales, por cuanto dependerán los requisitos del contrato
de la especie de que se trate, Desde luego, como se ha fallado, es consensual, por cuanto el
legislador no lo somete a ninguna solemnidad en especial.

Respecto del tercero, deberá cumplir las exigencias necesarias para efectuar la ratificación; como
la ley no ha definido en qué consiste ésta, se ha fallado que debe ser entendida en su sentido
natural y obvio, y la constituirán todos los actos del tercero que importen atribuirse la calidad de
deudor que se le ha otorgado, La única limitación que han impuesto nuestros tribunales es que si la
obligación versa sobre bienes raíces o derechos reales constituidos en ellos, la calificación debe
otorgarse por escritura pública,

Efectos de la promesa de hecho ajeno.

Hay que distinguirlos también entre las diferentes partes que intervienen, tal como lo hicimos en la
estipulación a favor de otro.

Pero en realidad entre promitente y tercero no resulta ningún efecto, salvo lo que ellos hayan
convenido para que este último otorgue la ratificación.

Las relaciones entre el acreedor y el tercero sólo tendrán lugar cuando éste ratifique y entonces
dependerán de la clase de obligación prometida. Corno lo destaca el propio Art. 1.450, ella puede
ser de dar, hacer o no hacer alguna cosa. Otorgada la ratificación, el deudor queda ya obligado
como cualquier otro, y procederá en su contra la ejecución forzada y la indemnización de perjuicios
si no cumple.

Lo que nunca faltará en la promesa del hecho ajeno es la responsabilidad del promitente, Ya
hemos dicho que éste contrae una obligación de hacer: obtener la ratificación, Este es un hecho
prometido que da nombre a la institución,

Naturalmente, si el promitente fracasa en su intento, el acreedor no podrá (como por lo demás


ocurre en muchas obligaciones de hacer) obtener el cumplimiento forzado de la deuda, pues no
habrá forma de obligar al tercero a ratificar. Por ello es que el Art. 1.450 da acción al acreedor para
obtener que el promitente le indemnice los perjuicios del incumplimiento; es su único derecho.”

Sin embargo, es posible que al respecto se presente una situación dudosa: que la obligación
prometida pueda cumplirse por el propio promitente u otro tercero distinto del ofrecido en el
contrato. En tal caso, estará el acreedor obligado a aceptar esa forma de cumplimiento No será lo
frecuente, pues generalmente se recurre a la promesa del hecho ajeno teniendo en mira alguna
cualidad especial del tercero, pero creemos que no obstante la mala fe que podría existir en la
actitud del acreedor, no sería posible obligarlo a aceptar otra forma de cumplimiento. Se opondría a
ello el Art. 1.450, que es categórico al señalar el efecto de la no ratificación, y el principio de la
identidad del pago que consagra el Art. 1.569: el acreedor no puede ser obligado a recibir otra cosa
que la debida, y el pago debe hacerse “bajo todos respectos” en conformidad al tenor de la
obligación.

Finalmente, los perjuicios que debe indemnizar el promitente en caso de no obtener la ratificación
del tercero, pueden ser prefijados en el contrato en que se prometió el hecho ajeno mediante una
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cláusula penal. No hay inconveniente alguno que en la promesa del hecho de tercero, las partes
fijen de antemano por medio de la cláusula penal el monto de la indemnización que pagará el
promitente al acreedor si aquél no ratifica; y tanto es así, que según lo vimos en el Art. 1.536, tras
sentar el principio de que la nulidad de la obligación principal acarrea la de la pena agrega en su
inc. 2.°: “Con todo, cuando uno promete por otra persona, imponiéndose una pena para el caso de
no cumplirse por ésta lo prometido, valdrá la pena, aunque la obligación principal no tenga efecto
por falta de consentimiento de dicha persona”.

Este precepto ha dado lugar a problemas de interpretación, al conectar directamente con el Art.
1.450 y se ha topado con el inconveniente de que ambas redacciones no coinciden. En nuestro
concepto, existen dos situaciones bien diferentes:

1. El promitente se ha sujetado a una pena para el caso de que el tercero no ratifique la


obligación por él. Semejante cláusula penal es perfectamente válida y nada tiene de
anormal, porque está accediendo a una obligación principal existente: la de obtener la
ratificación, que es la que el Art. 1.450 impone al promitente, y cuyo incumplimiento lo
obliga a la pena. El Art. 1.536 no tenía por qué referirse a esta situación que es igual ir la
de cualquiera otra cláusula penal.
2. El caso previsto por el precepto es diferente: la pena ha sido impuesta al promitente
para el caso de no cumplirse por el tercero la obligación prometida. El promitente está
garantizando más que la ratificación, el cumplimiento de la obligación misma. Y entonces
es evidente que si el tercero no ratifica, no habrá ya cumplimiento posible, y el promitente
debe la pena. En tal caso, sí que la situación ya no es normal, porque la obligación
principal no existe, pues habría nacido sólo con la ratificación, pero el Código no es muy
preciso al determinar que ella hace excepción al inciso primero, ya que éste habla de
nulidad. En el evento propuesto no hay nulidad, sino que la obligación no alcanzó a nacer.

En esta cláusula penal, pueden, pues, ocurrir dos cosas: el tercero ratifica y no cumple; se
deberá la pena y nada hay de anormal porque la obligación principal existe, Y si el tercero
no ratifica, se deberá la pena, en la forma antedicha, y la situación es excepcional porque
la obligación no existe. La expresión “aunque” que utiliza el precepto, confirma esta
interpretación: aun si no hay ratificación, se debe la pena. Con mayor razón se la deberá si
ratificada la obligación, no se la cumple.

Por ello es que en el caso de que se esté respondiendo por el cumplimiento y no haya
ratificación, se ha sostenido que propiamente no hay cláusula penal, al igual que en la
estipulación a favor de otro, sino obligación condicional, opinión que no compartimos por
las razones dadas en dicho número.

Oponibilidad e Inoponibilidad del contrato

Oponibilidad del contrato.

Cuando señalamos los deslindes del efecto relativo del contrato, hicimos presente una distinción
que evita equívocos en cuanto a la existencia misma del contrato y sus efectos y a los derechos y
obligaciones que él genera.

La situación jurídica nueva que crea el contrato no puede normalmente ser negada por nadie;
produce efectos erga omnes. Salvo los casos de excepción, estamos todos obligados a reconocer
la existencia del contrato y la calidad de acreedor y deudor que de él puede emanar para las
partes, y los derechos y obligaciones creados por él. En tal sentido el contrato tiene eficacia aun
respecto de terceros.
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Estas situaciones jurídicas pueden ser de índoles variadas:

1. Pueden generar un derecho real: Si bien ya hemos señalado que en nuestra


legislación el solo contrato no es capaz de transferir el dominio u otros derechos reales
pues requiere, además, que opere uno de los modos de adquirir, tan pronto como ha
ocurrido esto último, se ha traspasado o constituido un derecho real que como tal es
absoluto en cuanto puede oponerse erga omnes Nadie puede discutir la adquisición de
este derecho, así, por ejemplo, vendido un inmueble arrendado e inscrita la transferencia
en el Registro Conservatorio competente, se extinguen normalmente los arrendamientos
existentes en el predio, pues ha cesad el derecho de quien los otorgó (Art. 1.950, N.° 3.°);
no podría e arrendatario desconocer este hecho alegando que se ha originado en un
contrato que no le empece. Ni podría un interesado desconocer la hipoteca inscrita,
afirmando que ha nacido del contrato hipotecara que no le afecta, etc.

2. Puede dar nacimiento a una persona jurídica: Así ocurre con el contrato de sociedad
que da origen a una persona jurídica de acuerdo al Art. 2.053, inc. 1. Esta persona jurídica
existe respecto de todo el mundo, y no podría mañana desconocérsela sosteniendo que el
contrato que le dio origen no afecta a terceros, y
3. Finalmente, sin pretender agotar el tema, el contrato puede limitarse a conferir
derechos personales y establecer obligaciones: Pues bien, nadie podrá negar la
existencia del crédito y la deuda la calidad de acreedor del titular del primero, y de deudor
de obligado. Todas estas calidades son oponibles, por regla general, a terceros, quienes
no pueden desconocerlas. Y así, en la quiebra concurren todos los acreedores verificando
sus créditos, esto es haciendo valer los que tengan en contra del fallido. Los demás
acreedores no podrán negarle al verificante su calidad de acreedor diciendo que el contrato
que le otorgó tal calidad no les afecta porque es oponible a ellos.

La inoponibilidad. Concepto.

El legislador, por razones de equidad y de la buena fe del tercero, interviene en ciertas y


determinadas circunstancias, negando eficacia frente a terceros al acto o contrato.

Si la oponibilidad de éste consiste en que los terceros no pueden negarle su existencia y la de sus
efectos, la inoponibilidad es justamente la sanción de ineficacia jurídica respecto de los terceros
ajenos al acto o contrato, y en cuya virtud se les permite desconocer los derechos emanados de
ellos.

El legislador, normalmente, como ocurre en nuestro Código, no establece una teoría general de la
inoponibilidad, como lo hace con la nulidad; pero ella está establecida en numerosos preceptos, y
su existencia está reconocida por todos los autores y la jurisprudencia.

La inoponibilidad es sanción o, en todo caso, contraria a los principios generales, por lo cual, no
obstante su amplia aplicación, es de interpretación restrictiva. Es la ley la que priva de eficacia a un
acto.

Inoponibilidad y nulidad.

La diferencia fundamental entre inoponibilidad y nulidad, es que ésta supone un vicio en el


nacimiento del acto jurídico, una falla en sus elementos constitutivos, mientras que en la primera la
generación del acto o contrato es irreprochable; pero, por determinadas circunstancias, pierde su
eficacia frente a terceros.

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En la inoponibilidad hay que distinguir entre el acto o contrato y sus efectos, pues son éstos los
comprometidos. El contrato es perfectamente válido y las partes siguen obligadas por él; son los
terceros quienes quedan liberados de sufrir la oponibilidad del contrato. En la nulidad, cuando ella
ha sido declarada, desaparece el acto o contrato, tanto respecto de las partes corno de terceros,
salvo los casos de excepción en que ella no puede oponerse a éstos.

De esta circunstancia derivan las demás diferencias entre ambas órdenes de sanción; en la nulidad
hay un interés público comprometido y de ahí que se limite su renuncia, pueda en ciertos casos ser
declarada de oficio, y se permita invocarla, cuando es absoluta. a todo el que tenga interés en ello.
Como se verá en este estudio, son diversos los efectos de la inoponibilidad.

Clasificación de la inoponibilidad.

Son variadas las causales que mueven al legislador a privar de eficacia ante terceros al acto o
contrato, o a su revocación o nulidad.

Por ello se efectúa una primera distinción entre inoponibilidades por causa de forma y por causa de
fondo. A esto hay que agregar una tercera categoría, bastante excepcional, de inoponibilidades
derivadas de la pérdida de eficacia de un acto o contrato.

I. Inoponibilidades de forma: Al hablar de los contratos solemnes, mencionamos las formalidades


de publicidad, esto es, de aquellas que justamente tienden a permitir a los terceros enterarse de la
existencia del acto o contrato que puede afectarlos; si no se cumplen el legislador defiende al
tercero estableciendo en su favor la inoponibilidad del acto o contrato mientras no se cumplan las
formalidades omitidas.

II Inoponibilidades de fondo: Por causa del fondo del acto o contrato, las inoponibilidades
pueden presentarse en varias circunstancias. Las más frecuentes derivan de la falta de
concurrencia, y del fraude.

III. inoponibilidades derivadas de la nulidad o revocación: Determinadas situaciones jurídicas


pueden afectar a terceros, y ser posteriormente dejadas sin efecto, con grave daño a sus
intereses.
Así ocurre con la nulidad que, judicialmente declarada, opera con efecto retroactivo, y da derechos
contra terceros. En casos muy excepcionales el legislador, sin embargo, no permite que la nulidad
pueda ser invocada en contra de ellos, no obstante su declaración judicial.

Efectos de la Inoponibilidad.

Como ha quedado dicho, la inoponibilidad obliga a distinguir los efectos entre las partes y en
cuanto a los terceros a quienes puede afectar el acto o contrato.

Entre las partes; el acto o contrato es perfectamente válido y produce sus plenos efectos. Pero
respecto de terceros el acto no obstante su perfecta validez no les afecta, no están obligados a
reconocerlo.
Sin embargo, cuando se le niega efectos al contrato es justamente en los casos en que existe
interés por oponerlo a terceros, de manera que al privarlo de este poder, no hay duda de que ello
repercute en las relaciones de los contratantes. Y así, en el caso de la venta de cosa ajena, si el
verdadero dueño reivindica y el comprador es privado de la cosa comprada, puede hacer efectiva
la obligación de garantía contra el vendedor, para que éste lo defienda en el pleito y le indemnice la
evicción.

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La inoponibilidad es un derecho del tercero: éste si quiere la invoca, pero si no tiene interés en ella,
puede renunciarla pues está establecida en su particular protección y beneficio. No puede
normalmente ser declarada de oficio.

Cómo se invoca la inoponibilidad.

La inoponibilidad se puede hacer valer como acción o excepción. Como acción, reclamando del
acto inoponible, como por ejemplo en la venta de cosa ajena si el verdadero dueño ejerce la acción
reivindicatoria; en la simulación por la acción de simulación. La acción pauliana, si se acepta que
es inoponibilidad, también se ejerce por esta vía.

El tercero interpondrá la inoponibilidad por la vía de la excepción cuando se invoque en su contra


el acto afecto a esta sanción; así ocurrirá normalmente en la inobservancia de una medida de
publicidad; por ejemplo si se enajena un bien raíz embargado, pero cuyo embargo no se ha inscrito
en el Conservador de Bienes Raíces y el ejecutante demanda la nulidad de la enajenación, el
adquirente le opondrá como excepción la inoponibilidad.

Extinción de la inoponibilidad.

No es posible establecer reglas generales que abarquen todas las situaciones en que la
inoponibilidad se presenta, para determinar las causales de extinción de ellas.

Las inoponibilidades por falta de publicidad se sanean por el cumplimiento de las formalidades
omitidas.

Toda inoponibilidad termina por la renuncia a ella; semejante renuncia como es natural -afecta sólo
a quien la efectúa, y en consecuencia, otros terceros podrían siempre invocarla. Por cierto que en
la inoponibilidad por falta de concurrencia, como ella corresponde exclusivamente a aquel cuyo
consentimiento fue omitido, él es el único que puede invocarla, y su renuncia, que torna el nombre
especial de ratificación, sanea totalmente el acto.

Finalmente, puede extinguirse la inoponibilidad por prescripción cuando ella se haga valer como
acción, Y así, como la acción de simulación no tiene plazo especial, prescribe en 5 años; la
revocatoria tiene plazo especial, y la reivindicatoria se extinguirá cuando el poseedor adquiera la
cosa por prescripción adquisitiva.

Normalmente, el acto inoponible no dejara de serlo por prescripción para los efectos de oponerla
como excepción, salvo que ella hubiera podido invocarse como acción. Por ejemplo, en la venta de
cosa ajena, si el poseedor ha adquirido por prescripción adquisitiva el dominio, y el que era el
verdadero dueño es demandado por cualquier causa, no podría excepcionarse con la
inoponibilidad.

Síntesis de los efectos del contrato.

Podemos resumir lo que hemos dicho sobre los efectos del contrato en los siguientes enunciados:

1.° El contrato crea un vínculo obligatorio entre las partes, que ellas están obligadas a respetar,
salvo las excepciones legales;

2.° Este vínculo les otorga la calidad de acreedor y deudor la una de la otra, y en tal sentido sólo
afecta a las partes, que comprenden al representado y al causahabiente a título universal.

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Por excepción afecta a otros aun para otorgarles la calidad de acreedor y deudor:
A. En los contratos colectivos;
B. Al causahabiente a título singular en ciertos y contados casos;
C. En la estipulación a favor de otro.

3.° Altera los efectos normales del contrato, la simulación, pues las partes resultan obligadas por el
acto real y no por el aparente;

4.° La promesa de hecho ajeno no altera los efectos normales del contrato, porque el tercero solo
se obliga por su ratificación, y

5.° El vínculo jurídico que une a las partes es oponible a terceros, quienes no pueden desconocer a
las partes sus respectivas calidades de acreedor y deudor sino en los casos de inoponibilidad,
reglas, guardando las debidas diferencias, son comunes a todo vinculo obligacional.

Terminación del contrato

De acuerdo al Art. 1545, el contrato no puede ser invalidado, sino por consentimiento mutuo de las
partes o por las causales legales. La expresión invalidado está utilizada en el precepto no por
referencia a la nulidad, queriendo significar “dejado sin efecto”.

El contrato puede terminar de dos maneras: por su extinción natural, pues se han cumplido todas
las obligaciones y ya no da lugar a otra entre las partes. Y por la llamada disolución, en que el
contrato deja de producir sus efectos normales sin que hayan tenido lugar todos ellos.

En el primer ha operado algún modo de extinguir las obligaciones que normalmente será el pago o
cumplimiento, o alguno de los que le equivalen, como dación en pago, compensación, etc., Por
ejemplo, en un mutuo, el mutuario restituye el capital y paga los intereses. El contrato se ha
extinguido, pues ya produjo todos sus efectos, no hay otros que puedan suceder.

Cuando se habla de disolución, se está refiriendo justamente a los casos en que las obligaciones
se extinguen por modos que no equivalen al pago, o sea, ya no se cumplen íntegramente las
obligaciones contraídas, o dejan de generarse para el futuro nuevos efectos.

Entre los modos de dejar sin efecto un contrato el precepto citado distingue por un lado el
consentimiento mutuo, o sea, la voluntad común de las partes, y las causas legales.
Desde otro punto de vista, se distinguen las causales de disolución que operan siempre hacia el
futuro, dejando a firme los efectos ya producidos (ex-nunc) y las que operan aun para el pasado,
con efecto retroactivo (ex-tunc) y en que, en consecuencia, los efectos ya producidos también
desaparecen, dando lugar a las restituciones correspondientes.

La mayor parte de las causales de disolución del contrato se estudian en la parte sexta, relativa a
los modos de extinguir las obligaciones, va que naturalmente si el contrato queda sin efecto, los
derechos y obligaciones por él establecidos perecen con él. De manera que daremos una breve
noción de las mismas en los números siguientes, en este orden:

1. El acuerdo de las partes;


2. La voluntad unilateral de una de ellas
3. La resolución y terminación:
4. La imposibilidad en la ejecución y la teoría de los riesgos;
5. La muerte de una de las partes,

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6. El término extintivo, y
7. La nulidad y la rescisión.

I. El acuerdo de las partes.


Dos principios: el de la autonomía de la voluntad y que en derecho las cosas se deshacen
como se hacen, confluyen para justificar que la voluntad común que generó el contrato
pueda también disolverlo.
Pero al respecto, forzoso es efectuar un distingo, según si las partes acuerdan dejar sin
efecto el contrato antes de haber cumplido las obligaciones emanadas de él, o después de
cumplidas.

En el primer caso, nos encontramos ante un modo de extinguir las obligaciones: el mutuo
consentimiento a que se refiere el inc. 1. del Art. 1.567.
Pero si ya se han cumplido las obligaciones, las partes todavía pueden dejar sin efecto el
contrato, aun cuando éste haya sido íntegramente cumplido, pero en verdad lo que ha
ocurrido es que se ha celebrado un nuevo contrato, a la inversa del primero.

El mutuo acuerdo opera siempre hacia el futuro y no puede perjudicar a los terceros ajenos
a él.

II. Voluntad unilateral de una de las partes.


Hemos ya dicho que los contratos sólo pueden dejarse sin efecto por el mutuo acuerdo de
las partes, pero por excepción hay algunos que pierden eficacia ante la voluntad unilateral
de alguna de ellas.
La revocación unilateral del contrato puede ser establecida en el mismo, como un derecho
para una de las partes para desligarse del vínculo, cumplido algún evento determinado, o
por su sola voluntad, o previo pago de una indemnización prefijada, etc.
En todos estos casos, la terminación del contrato opera únicamente hacia el futuro.

III Resolución y terminación. Referencia.


La condición resolutoria cumplida pone término a las obligaciones del contrato, y en
consecuencia a éste, operando con cierto efecto retroactivo. La principal es la condición
resolutoria tácita que tiene lugar cuando una de las partes deja de cumplir una obligación
en un contrato bilateral. Declarada la resolución, se extinguen la, obligaciones de las
partes, y el incumpliente debe indemnizar los perjuicios; el efecto retroactivo de la
condición cumplida puede afectar a los terceros en ciertos casos.
Referida a los contratos de tracto sucesivo, recibe el nombre de terminación, y opera
siempre para el futuro.

IV. Imposibilidad en la ejecución y teoría del riesgo. Referencias


La imposibilidad en el cumplimiento, por caso fortuito o fuerza mayor extingue la obligación
Sin ulteriores consecuencias para el deudor. Se diferencia por tanto de la resolución y
terminación en que en éstas hay incumplimiento culpable o doloso, mientras que fortuito en
aquélla. Si por aplicación de la teoría del riesgo en el contrato bilateral, la obligación de la
contraparte tampoco se cumple, el contrato queda extinguido pero sin efecto retroactivo.

V. Muerte de alguna de las partes.


La muerte de alguno de los contratantes no es un modo normal de extinguir los contratos,
pues la regla general es que sus efectos pasen a sus herederos, además en tal
oportunidad que no se traspasan a ellos los derechos y obligaciones personalísimos; en
consecuencia, la invierte pondrá término a los contratos intuito personae, como ocurre, por
ejemplo, en el mandato y ciertas clases de sociedades.
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VI. El término extintivo. Referencia.
El contrato se va a extinguir para el futuro cuando ha sido celebrado sujeto a un término
extintivo o, esto es, a un plazo cuyo cumplimiento pondrá fin al contrato.

CONTRATOS EN PARTICULAR

CONTRATOS PREPARATORIOS:

I. Aspectos previos

La doctrina distingue según la finalidad de los contratos, entre contrato preparatorio y contrato
definitivo.

Observación:
Esta distinción es en función del contrato preparatorio pues no puede hablarse de contrato
definitivo si antes no hay preparatorio, porque el definitivo constituye el cumplimiento del
preparatorio.

A.- CONTRATOS PREPARATORIOS: Son aquellos que se encaminan a crear un estado o


situación de derecho de orden preliminar necesario y aplicable a la celebración de otros contratos
posteriores.

Aquellos que tienen por finalidad colocar a las partes en condición de celebrar con posterioridad un
contrato definitivo, el que no se puede o no se quiere celebrar de momento.

B.- CONTRATO DEFINITIVO: Son aquellos que tienen por finalidad satisfacer el interés jurídico
contractual de las partes.

II Enumeración de contratos preparatorios

La calificación de preparatorio de un contrato, viene determinada o por la concurrencia de estos


supuestos que los definen y no por la ley.

1. Contratos preparatorios cuya naturaleza no es discutida.


1. Contrato de promesa de celebrar un contrato.
2. Contrato de opción.
3. Contrato de corretaje o de mediación.
4. Contrato de arbitraje o cláusula compromisoria.

2. Contratos preparatorios cuya naturaleza es discutida


Hay contratos que respecto de su calificación de preparatoria es discutida, no sólo en cuanto a su
naturaleza, sino también porque de momentos serán definitivos o preparatorios según las
circunstancias en que se celebren.

1. Contrato de compraventa con cláusula de retroventa: Esta cláusula o pacto de


retroventa, significa en términos generales, la posibilidad del vendedor de recuperar del
comprador la cosa objeto de la compraventa, restituyendo naturalmente el precio y
concurriendo los demás requisitos legales.

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2. El mandato: Se le considera preparatorio porque en definitiva está llamado a posibilitar
la celebración de contratos definitivos o de facilitar su celebración que de otra forma no
podrían tener lugar.

3. El contrato de sociedad: En cuanto reconoce como objeto fundamental la dedicación a


ciertos objetos o giros mediante la destinación separada e independiente de un patrimonio
unida a una actividad personal que hacen posibles dichos objetos o giros.

4. El contrato de apertura de crédito: Es considerado por algunos un contrato


preparatorio de otros contratos definitivos que suponen la existencia de recursos de que
sólo se pudo obtener a través de este contrato de apertura de crédito.

5. El contrato de persona a nombrar: Desde el momento en que una de las partes


contratantes queda momentáneamente en la indeterminación, pero con la seguridad, con
la certeza de que será determinada.

Observación: La justificación de un contrato de promesa debe provenir del interés de las


partes.

Cuando el resultado jurídico y económico que las partes persiguen con la celebración del contrato
definitivo no es posible obtenerlo, lograrlo en forma inmediata por concurrir algunos impedimentos
sean físicos, sean económicos, sean legales y en cualquier orden de cosas, cualquiera sea la
naturaleza de tales impedimentos, naturalmente que la celebración del contrato preparatorio cobra
sentido.

III. Características

1. Pueden ser típicos o atípicos según si tienen o no consagración legal.


 Nominados: contrato de promesa
 innominados: contrato de opción

2. Pueden ser generales y especiales.


 Generales: si sirven o pueden servir de contrato preliminar o preparatorio para toda
clase de contratos e ilimitadamente para distintas figuras contractuales. Ej. contrato
de promesa.
 Especiales: Sólo permiten convenir ciertos y determinados contratos. Ej. cláusula
compromisoria, que sirve de antesala al contrato de arbitraje.
En los numerales siguientes analizaremos dentro de los contratos preparatorios el “Contrato de
Promesa”, el “Contrato de Opción”, y finalmente la “Clausula Compromisoria”.

1.- CONTRATO DE PROMESA DE CELEBRAR UN CONTRATO.

Concepto.

Contrato de promesa o promesa de celebrar un contrato: aquel en que dos o más personas
se comprometen a celebrar un contrato futuro, cumpliéndose los requisitos legales.

Se distinguen dos contratos:


1) Contrato definitivo: el que se celebra cumpliendo con la obligación de hacer originada en el
contrato de promesa.
2) Contrato preparatorio: aquel del cual nace la obligación de hacer que consiste en celebrar,
dentro de un plazo o condición, el contrato definitivo.
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Fundamento relevante: generar una obligación de hacer, específicamente una obligación
de celebrar en el futuro un acto jurídico, sea unilateral o bilateral.

Ubicación del contrato de promesa en el CC.

Siendo un contrato típico o nominado, debiera haber estado tratado en la parte del Libro IV
donde se encuentran todos los contratos típicos. Pero no es así.
Está tratado en el Art. 1554 CC, en el Título XII del Libro IV, relativo a los efectos de las
obligaciones, específicamente la ejecución forzada de la obligación de hacer.
No obstante ello, la promesa es un contrato. Y si es una promesa bilateral, le serán
aplicables todas las disposiciones propias de este tipo de contratos.

Art. 1554 CC. “La promesa de celebrar un contrato no produce obligación alguna; salvo
que concurran las circunstancias siguientes:
1.a Que la promesa conste por escrito;
2.a Que el contrato prometido no sea de aquellos que las leyes declaran ineficaces;
3.a Que la promesa contenga un plazo o condición que fije la época de la celebración del
contrato;
4.a Que en ella se especifique de tal manera el contrato prometido, que sólo falten para
que sea perfecto, la tradición de la cosa, o las solemnidades que las leyes prescriban.
Concurriendo estas circunstancias habrá lugar a lo prevenido en el artículo precedente.”

Características del contrato de promesa.

Según la jurisprudencia:
1) Es un acuerdo de voluntades en que nacen para ambas partes obligaciones recíprocas.
2) La celebración del contrato prometido queda aplazada para el futuro; no puede existir
juntamente con el contrato de promesa.
3) Su finalidad es celebrar otro contrato.
4) Su efecto único es dar origen a una obligación de hacer: la de celebrar el contrato
prometido.
5) Es siempre solemne, porque debe contar por escrito.

Además podemos decir:


6) No obstante ser un contrato preparatorio, es un contrato principal.
7) Por su propia naturaleza, está sujeto a modalidad (plazo o condición).
8) Además de cumplir con los requisitos comunes a todo acto jurídico, debe cumplir con los
particulares del Art. 1554 CC, cuya omisión acarrea la nulidad absoluta. Se trata de
elementos particulares de la esencia.
9) Es siempre de naturaleza mueble, pues genera una obligación de hacer, aunque el
contrato prometido recaiga sobre un inmueble.
10) Como todo contrato, sólo crea derechos personales.
11) Es un contrato de aplicación general (puede celebrarse promesa de cualquier contrato),
pero a su vez es excepcional, pues únicamente será válida la promesa que cumpla los
requisitos del Art. 1554 CC.
Pese a ello, algunos autores han sostenido que sólo puede prometerse la celebración de
un contrato real o solemne, por lo establecido en el Art. 1554 N° 4 CC. Si el contrato es
consensual, el completo acuerdo acerca de sus estipulaciones trae como consecuencia
que el contrato quede desde ya perfecto.
Sin embargo, no hay razón de peso para limitar así la norma. Que el contrato se
especifique cabalmente no significa que se esté prestando ahora el consentimiento.
12) Requiere de consentimiento expreso (pues debe constar por escrito).

La promesa unilateral de celebrar un contrato bilateral.


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A. Argumentos a favor de la nulidad (Alessandri, alguna jurisprudencia).

1) El Art. 1554 N° 4 exige que en la promesa se especifique de tal modo el contrato prometido
que sólo falten para que sea perfecto, la tradición de la cosa o la solemnidades. Así, en el
contrato de compraventa, uno de sus requisitos esenciales es el concurso real de las
voluntades del vendedor y del comprador. Sin ese requisito, no se concibe la existencia de
la compraventa.

2) Además, no cumple con el Art. 1554 N° 2 CC, porque un contrato en que uno sólo se
obligue a vender no produce efecto alguno.

3) En la promesa unilateral de venta queda exclusivamente a voluntad del comprador


contraer las obligaciones inherentes a su calidad de tal. Esto significa que queda
subordinada una condición meramente potestativa de su sola voluntad, obligación que es
nula (Art. 1478 CC).
Respuesta: el posible comprador no contrae obligación alguna que dependa de su mera
voluntad, sino que se reserva resolver si compra o no, es decir, la facultad de prestar o no
su consentimiento, pero no de cumplir o no la obligación contraída.

B. Argumento a favor de la validez (Claro Solar y la mayor parte de la doctrina actual).

1) La exigencia del Art. 1554 N° 4 CC no significa que el contrato de promesa haya de tener
la misma esencia y naturaleza del contrato prometido.

2) Ninguna disposición legal exige que en la promesa ambas partes se obliguen


recíprocamente.

3) Hay numerosas disposiciones que revelan el espíritu de aceptar, en materia de promesa


de compraventa, obligaciones unilaterales. Ej. Pacto de retroventa: es la obligación
unilateral que se impone al comprador de vender a su turno la cosa que ha comprado a la
misma persona que se la vendió.

Se concluye que la promesa aceptada es un perfecto contrato unilateral que obliga al


prometiente. En efecto, debe distinguirse la oferta para celebrar un contrato, de la promesa de
celebrar un contrato.

Diferencia entre el contrato de promesa unilateral de celebrar un contrato bilateral y el


contrato de opción.

Promesa unilateral de contrato bilateral: existe una promesa de celebrar un contrato


definitivo, en la cual sólo una de las partes resulta obligada, pero el contrato definitivo no existe.
Sólo se genera una obligación de hacer.
Contrato de opción: el contrato definitivo ya existe, pero en virtud de una cláusula especial,
se otorga al destinatario de la opción la ventaja de celebrar el contrato por la simple aceptación, sin
necesidad de compeler al otro.

Requisitos de la promesa de celebrar un contrato.

Art. 1554 N° 1 CC. “Que la promesa conste por escrito;”

Debe cumplirse siempre, aun cuando el contrato prometido sea consensual. Por eso la
promesa es siempre solemne. Basta un instrumento privado, aunque se prometa la celebración de
un contrato que para su validez requiera escritura pública.
No exige el legislador que el contrato conste de un solo instrumento.
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Este requisito elimina la posibilidad de consentimiento tácito.

Art. 1554 N° 2 CC. “Que el contrato prometido no sea de aquellos que las leyes declaran
ineficaces;”

La ineficacia dice relación con los requisitos intrínsecos del contrato que se pretende
celebrar, y no con las formalidades. De lo que precisamente se trata es de llenar las formalidades
con posterioridad.
Así, no es válida la promesa de un contrato que tenga objeto o causa ilícita. Pero sí es
válida la promesa de venta sobre bienes raíces de personas relativamente incapaces, que se
realice sin autorización judicial.
También es válida la promesa de venta de un bien embargado por decreto judicial, pues la
promesa no constituye enajenación.

Art. 1554 N° 3 CC. “Que la promesa contenga un plazo o condición que fije la época de la
celebración del contrato;”

a) Plazo:
Tanto el plazo suspensivo como el extintivo son eficaces para efectos de la promesa, pues
ambos fijan la época de la celebración del contrato prometido.
Algunos sostienen que en la promesa, el plazo es normalmente suspensivo. Otros piensan
que el plazo es normalmente extintivo.
La jurisprudencia mayoritaria sostiene que el plazo es naturalmente suspensivo, y que las
partes pueden pactar un plazo extintivo, pero en tal caso no basta emplear las
preposiciones “dentro de” o “en”, ni fijar un día determinado, sino que deben pactar con
claridad que, vencido el plazo, la obligación se extingue.
No es necesario que el plazo esté fijado como fecha cierta, basta que determine la época.

b) Condición:
Tanto la condición suspensiva como la resolutoria son eficaces.
Una parte de la doctrina y jurisprudencia sostiene que la condición debe ser determinada,
ya que de no ser así, no se determina la época de la celebración (no cumple el Art. 1554
N° 3 CC).Otros dan aplicación al plazo de la propiedad fiduciaria para entenderla fallida (5
años).
Otra parte de la doctrina y jurisprudencia sostiene que no es necesario que la condición
sea determinada.

Se puede fijar un plazo y una condición conjuntamente.

Art. 1554 N° 4 CC. “Que en ella se especifique de tal manera el contrato prometido, que
sólo falten para que sea perfecto, la tradición de la cosa, o las solemnidades que las leyes
prescriban.”

A. ¿Es posible la promesa de un contrato consensual?

Sí (remitirse a lo dicho en el N° 11 de las características del contrato de promesa).

B. ¿Significa esto que el contrato debe contener todas y cada una de las cláusulas del
contrato definitivo?

1) Se ha sostenido que es necesario que el contrato prometido esté prácticamente contenido


en la promesa, ya que sólo así faltaría, para ser perfecto, la tradición de la cosa o las
solemnidades del contrato prometido.

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2) La doctrina contraria sostiene que el contrato prometido queda suficientemente
especificado si sólo se señalan en la promesa sus elementos esenciales, que permitan
distinguirlos de los otros contratos, pudiendo omitirse los elementos de la naturaleza, que
la ley los presume, y los meramente accidentales, que se especifican por cláusulas
especiales al tiempo de celebrarse el contrato prometido.
La jurisprudencia ha señalado que la especificación es la necesaria para que no quepa
duda en cuanto a la naturaleza del contrato prometido.
También se ha resuelto que incluso los elementos esenciales de un contrato pueden no
quedar especificados en la promesa, con tal que sea posible determinarlos al tiempo de la
celebración del contrato definitivo. Ej. Precio de la compraventa.

La especificación de la cosa prometida y de los detalles para llevar a efecto la celebración


del contrato prometido constituyen hechos de la causa. No procede a su respecto la casación.

Efectos del contrato de promesa.

Efecto propio: nacimiento de una obligación de hacer.


Si se cumple, se extingue la promesa y sólo pasa a tener vida el contrato definitivo.
Si no se cumple, se produce el efecto contemplado en el Art. 1554 inc. final CC: nace el
derecho a exigir la ejecución forzada de la obligación en los términos del Art. 1553 CC.
Si el hecho consiste en la suscripción de un documento o en la constitución de una
obligación, puede el juez proceder a nombre del deudor, si requerido éste, no lo hace dentro del
plazo fijado por el juez (Art. 532 CPC).

2.- CONTRATO DE OPCIÓN.

I. CONCEPTO.

Contrato preparatorio general que consiste en la oferta unilateral de contrato que formula una de
las partes de manera temporal, irrevocable y completa a favor de la otra que de momento se limita
a declararla admisible expresa o tácitamente, reservándose libremente la facultad de aceptar
(Fernando Fueyo)

II. AUTONOMIA DEL CONTRATO DE OPCION

Nuestro CC no regula este contrato, y se discute si es un contrato autónomo, o si por el contrario


se trata de una promesa unilateral.
Abeliuk sostiene que se trata de un contrato de promesa unilateral, por lo que se le aplica todo lo
dicho a propósito del contrato de promesa.
Fueyo sostiene que es un contrato autónomo e independiente.

III. INCONVENIENTES
Se confunde con otros contratos:

1. Promesa unilateral
Es aquella en virtud de la cual se genera una obligación de hacer, que consiste precisamente en
celebrar el contrato prometido en el evento que se acepte o se ejerza la opción.

Validez y eficacia se encuentra discutida como ya vimos anteriormente. Recordar la


argumentación se le restaba valor a la promesa unilateral la circunstancia que el ejercicio de esta
opción importa para algunos una condición que consiste en el mero arbitrio de la persona que
supuestamente se obliga.

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• ALVARO PUELMA, el contrato de opción no es más que una promesa unilateral que se
encuentra regida por el artículo 1554 del Código Civil, adhiriendo en consecuencia a la
posición más actualizada en orden a otorgar a estas promesas unilaterales valor y eficacia.

• Opinión mayoritaria: son contratos distintos porque en el caso de la promesa se celebra


este contrato, y luego el definitivo, y en ese momento debe cumplirse con los requisitos
inherentes al mismo. En la opción, el contrato definitivo debe estar íntegramente señalado
en el contrato de opción de modo tal que solo falte la aceptación del oferente.

2. Oferta unilateral.
• La opción es un contrato en tanto la oferta unilateral es una declaración de voluntad.
• La simple oferta puede ser retirada en cualquier momento antes de la aceptación no así
el contrato de opción, ya que al ser un contrato sólo puede quedar sin efecto por la
voluntad de ambas partes.

3. Contrato con pacto de retroventa


En la retroventa se trata de un solo contrato, en cambio, en el caso de la opción hay 2 contratos, el
contrato de opción y el contrato definitivo.

4. Contrato Condicional
La diferencia radica en que en el contrato condicional hay solo un contrato, en tanto en el de
opción hay 2; el de opción y el definitivo.

IV. PERFECCIONAMIENTO

El momento del perfeccionamiento dependerá de la tesis que adscribamos en orden a la


autonomía del contrato de opción.

1. Si consideramos al contrato de opción como una promesa unilateral, sería un contrato solemne,
que nace a la vida jurídica con la escrituración, y cumplimiento del 1554.

2. Si sostenemos que se trata de un contrato independiente es un contrato consensual.


Sin embargo, Fueyo, no obstante creer en su autonomía estima que ha de cumplir con los
requisitos del 1554.

V. EFECTOS
El contrato de opción genera obligaciones y derechos para ambas partes.

• El OPTANTE se obliga a aceptar en el plazo estipulado y en los términos convenidos en


la oferta.

Por otro lado, tiene derecho a exigir que la oferta se mantenga en los términos convenidos
mientras penda el plazo fijado.

• El PROMITENTE se obliga a mantener la oferta en los términos convenidos.

3.- CLÁUSULA COMPROMISORIA.

I. ASPECTOS PREVIOS

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Se inserta dentro de un tema más amplio que son los convenios arbitrales, cuya situación en Chile
es bastante precaria, no obstante ciertos esfuerzos por superar esta situación:

• Dictación de normas particulares por ejemplo: lo relativo a las reglas de arbitraje


internacional.
• Entregar primeramente a sus asociados y luego a la comunidad toda un sistema de
jurisdicción convenida, como ocurre con la cámara de comercio, cámara de construcción,
que ofrecen este tipo “servicios.

Todo convenio arbitral supone un acuerdo, por el cual dos o más personas convienen en someter
algún conflicto presente o futuro a la jurisdicción arbitral, sustrayéndolo en consecuencia de la
jurisdicción ordinaria, pudiendo o no designar en ese mismo acto a la o las personas llamadas a
conocer y resolver ese conflicto.

Son especies o clases de convenios arbítrales, el compromiso y la cláusula compromisoria.

Podemos adelantar, que existen distintos criterios doctrinales y jurisprudenciales para advertir la
diferencia el compromiso y la cláusula compromisoria, incluso se encuentra discutida la calidad de
preparatoria que tendría esta cláusula compromisoria.

II. CONCEPTO DE CLAUSULA COMPROMISORIA

Es aquél acuerdo por el cual las partes sustraen determinados asuntos litigiosos presentes o
futuros al conocimiento de la jurisdicción ordinaria sometiéndolos a la decisión de un árbitro que se
obligan a designar en un acto posterior.

La obligación que genera la cláusula compromisoria ha hecho pensar que se trata de contrato
preparatorio; preparatorio de aquél otro contrato que las partes junto con designar al árbitro, le
someten un conflicto determinado, que no sería otra cosa que en un contrato de compromiso.

La cláusula compromisoria sería la antesala del contrato de compromiso.

III. DIFERENCIA ENTRE CLAUSULA COMPROMISORIA Y COMPROMISO

1. En cuanto a la obligación que genera uno y otro


a) la cláusula compromisoria contiene la obligación de designar un árbitro cuando se
genere el conflicto, en un momento posterior
b) El compromiso contiene la designación de un árbitro

2. En cuanto a la voluntad de las partes:


a) Clausula compromisoria: lo esencial es la intención de las partes de sustraer el
conocimiento del conflicto de la jurisdicción ordinaria.
b) Compromiso: lo esencial para las partes es que el conflicto sea resuelto por una
determinada persona, de tal manera que si esa persona no acepta el cargo, el conflicto
será conocido por la justicia ordinaria

IV. REGULACION

No hay una reglamentación propia del compromiso y la cláusula compromisoria, y todo se ha


gestado por la doctrina y jurisprudencia, y aún en este ámbito no hay uniformidad de criterio.

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Existen disposiciones legales: Facultad de comprometer a un mandato judicial, Artículo 7 del
Código de Procedimiento Civil.

V. NATURALEZA JURÍDICA.

Reúne caracteres de contrato civil pero también de pacto procesal:

Contrato civil porque importa una especie de convención de arbitraje, que sólo puede tener lugar
frente a un acuerdo de voluntades regido en todo por las normas civiles relativas a los contratos.
Incluso en cuanto al efecto relativo que tiene la cláusula compromisoria.

Contrato procesal, porque ella importa derogar la jurisdicción ordinaria y someter el conocimiento y
decisión de un asunto a la jurisdicción arbitral.

VI. AMBITO DE APLICACIÓN DE LA CLAUSULA COMPROMISORIA.

En materia de arbitraje existen asuntos de arbitraje obligatorio, asunto de arbitraje prohibido,


asuntos de arbitraje voluntario, y que está cláusula compromisoria sólo cabe dentro del arbitraje
voluntario.

VII. REQUISITOS QUE DEBE REUNIR LA CLÁUSULA COMPROMISORIA.

1. REQUISITOS COMUNES A TODO CONTRATO


Desde luego como contrato, debe reunir los requisitos generales de existencia y de validez
aplicable a todo contrato.

2. REQUISITOS ESPECIALES
Debe reunir los mismos requisitos que el compromiso, salvo contadas y limitadas
diferencias.

1. En lo que se refiere al consentimiento:


a) Tratándose de un contrato que reúne también un aspecto procesal DEBEN CONCURRIR A
SU OTORGAMIENTO TODAS LAS PARTES INTERESADAS EN EL CONFLICTO, aunque sea
futuro y eventual, de lo contrario esa cláusula compromisoria en razón del efecto relativo de los
contratos no le será oponible a quién no haya concurrido con su manifestación de voluntad a
su celebración.

b) ESTE CONSENTIMIENTO SE PUEDE PRESTAR TANTO PERSONALMENTE COMO


TAMBIÉN A TRAVÉS DE MANDATARIO, PERO EN ESTE ÚLTIMO CASO, SE EXIGE
MENCIÓN EXPRESA DE ESTA FACULTAD PARA COMPROMETER.
Ello porque no se subentiende en:
- El contrato de mandato judicial desde el momento que el artículo 7 inciso segundo del
CPC exige mención expresa.
- El contrato de mandato civil por cuanto la cláusula compromisoria importa un acto de
disposición (renunciar a la jurisdicción ordinaria) y no de mera administración, y de
acuerdo al artículo 2332 por el mandato solo se obligan a actos de administración,
salvo mención expresa de otra facultad que importe disposición.

c) QUIÉN NO CONCURRA CON SU CONSENTIMIENTO SEA PERSONALMENTE O


DEBIDAMENTE REPRESENTADO LE SERÁ INOPONIBLE ESTA JURISDICCIÓN ARBITRAL,
inoponibilidad que deriva precisamente de la falta de consentimiento.

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2. En lo relativo a la capacidad: Desde luego, por tratarse de un acto de disposición, requiere
además de la plena capacidad de la FACULTAD PARA RECLAMAR A LA JUSTICIA ORDINARIA,
porque como lo hemos dicho, la cláusula compromisoria implica la renuncia de aquella facultad de
reclamar ante la justicia ordinaria

3. En lo relativo al objeto lícito: El objeto de la cláusula compromisoria es someter un asunto al


conocimiento y decisión de un árbitro, siendo así, entonces no es necesario para cumplir con este
requisito del objeto lícito, que la controversia o asunto sea presente o ya nacida como ocurre
habitualmente en el compromiso, sino que por regla general será esta controversia futura y
eventual, como no todos los asuntos pueden ser sometidos a la jurisdicción arbitral, resulta
evidente que la cláusula compromisoria adolecerá de objeto ilícito cuando se refiere asuntos de
arbitraje prohibido.

No podría someterse a un divorcio a esta clase de arbitraje, sin perjuicio que la ley de familiar
contempla la mediación, pero no tiene nada que ver con el arbitraje que nos estamos refiriendo.

4. Causa lícita: En materia de causa, ella se constituye por obtener una decisión arbitral del
conflicto.

5. En materia de Solemnidades: La cláusula compromisoria se rige por la regla general del


consensualismo, como ella no contiene la designación del árbitro no se le hace aplicable, aquella
regla del COT 232 que impone que la designación de árbitro deba constar por escrito.

VIII .CONTENIDO

1. CLÁUSULAS ESENCIALES.
 INDIVIDUALIZACIÓN DE LAS PARTES.
 CONSENTIMIENTO A LA JURISDICCIÓN ARBITRAL ENTRE QUIENES SEAN
PARTES.
 ASUNTO QUE SE SOMETE A LA JURISDICCIÓN ARBITRAL
 El conflicto puede ser futuro y eventual. En este sentido las cláusulas compromisorias
las encontramos dentro de un contrato.
 NO DEBE CONTENER LA DESIGNACIÓN DE LA PERSONA LLAMADA A CONOCER
Y RESOLVER EL ASUNTO SOMETIDO A LA JURISDICCIÓN ARBITRAL.
 La cláusula compromisoria no pierde su naturaleza de tal, por el hecho de indicar las
partes alguna calidad o condición o función que deba reunir el árbitro. Por ejemplo: el
árbitro será abogado de la Corte de Apelaciones de Santiago.

2. CLÁUSULAS DE LA NATURALEZA.
 árbitros deberán ser de derecho.
 el juicio deberá seguir en el lugar donde se haya procedido el nombramiento.
 el árbitro tendrá un plazo de 2 años para cumplir con su cometido.

3. CLÁUSULAS ACCIDENTALES.
 Se reconocen estipulaciones en virtud de las cuales las partes le pueden dar al árbitro
determinadas facultades:
 Las partes renuncien recursos en contra de las resoluciones que dicte el árbitro.
 Aquellas relativas a las reglas de procedimiento, etc.

IX. EFECTOS DE LA CLÁUSULA COMPROMISORIA.

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1. EFECTO DE ORDEN PROCESAL: someter el asunto controvertido a la decisión de un
árbitro.
2. EFECTO DE ORDEN CIVIL: obligación que asumen las partes en orden a nombrar a un
árbitro.

Si no hay acuerdo en la designación del árbitro, cualquiera de las partes podrá recurrir a un
tribunal ordinario para que designe el árbitro.

CONTRATOS DEFINITIVOS

1.- LA COMPRAVENTA.

Antes de Comenzar el estudio de la compraventa y por motivos académicos realizaremos un


esquema de los temas a tratar en este contrato:

I.- Regulación.
II.- Concepto, Art. 1973 del código civil.
III.- características del contrato de compraventa, estudiaremos 8 características fundamentales.
IV.- Elementos del contrato de compraventa.
1) Consentimiento.
2) La cosa vendida.
3) El precio.
V.- La capacidad en el contrato de compraventa (incapacidades)
VI.- Modalidades del contrato de compraventa.
VII.- Efectos del contrato de compraventa.
1) Obligaciones del vendedor.
a. Entregar la cosa (diversas situaciones)
b. Obligación del saneamiento de la evicción y por vicios redhibitorios
2) Obligaciones del Comprador.
a. Pagar el precio.
b. Recibir la cosa.
VIII.- Pactos accesorios en la compraventa.
1) El pacto comisorio.
2) El pacto de retroventa.
3) El pacto de retracto.
IX.- La rescisión por causa de lesión enorme en la compraventa.

I. REGULACION

La compraventa es un contrato típico y nominado y por lo tanto reconoce una regulación en el CC.;
Titulo XXIII, Libro IV, art. 1793 a 1896.

II. CONCEPTO

 CONCEPTO LEGAL (Artículo 1973): “La compraventa es un contrato en que una de las
partes se obliga a dar una cosa y la otra a pagarla en dinero; aquella se dice vender y esta
comprar. El dinero que el comprador da por la cosa se llama precio”.
 CONCEPTO DOCTRINARIO: “La compraventa es un contrato en que una de las partes se
obliga a dar una cosa y la otra a pagarla en dinero.

III. CARACTERÍSTICAS.

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Dentro del contrato de compraventa encontramos las siguientes características:

1) Contrato bilateral
2) Contrato oneroso
3) Por regla general es un contrato conmutativo, excepcionalmente puede ser aleatorio
4) Contrato principal
5) Es generalmente consensual, salvo las excepciones legales. (Art. 1801): Las
solemnidades en materia de compraventa son excepcionales y por lo mismo no pueden
aplicarse por analogía y deben interpretarse restrictivamente.
Es solemne el contrato de compraventa de:
 bienes raíces - Servidumbre
 Censo
 derechos hereditarios
 La venta de aprovechamiento de aguas.
6) Título traslaticio de dominio
 Es de aquellos títulos que por su naturaleza son aptos para transferir el domino, y así
se encuentra reconocido en los artículo 675 y 703 del CC. Ello significa que sirve de
antecedente jurídico y necesario para que opere la transferencia del dominio por
medio de un modo de adquirir que generalmente será la tradición.
 La compraventa dentro de nuestro ordenamiento sólo genera derecho personales, de
forma tal, que por sí sola no puede transferir el dominio.
 La obligación que genera la compraventa respecto del vendedor es la de hacer
entrega jurídica de la cosa al comprador lo que realizará mediante la tradición.
 En oportunidades, ni siquiera podrá operar como antecedente jurídico a la adquisición
del dominio, por ejemplo: en la compraventa de cosa ajena, ya que en esa situación
la adquisición del dominio operará por prescripción.
7) Por regla general es de ejecución instantánea
8) Por regla general es puro y simple

IV. ELEMENTOS.

Dentro de los elementos esenciales encontramos el consentimiento, la cosa y el precio; los


estudiaremos en ese orden:

1) CONSENTIMIENTO

Requisitos del consentimiento:

a) Debe recaer en la cosa y el precio.


b) Debe recaer en la naturaleza del acto que se celebra, esto es, debe ser prestado con
la intención de vender y de comprar respectivamente, de lo contrario habría un error en
la especie del acto u obstáculo (como si una de las partes entendiese compraventa por
ejemplo, y la otra donación.)
c) Por RG no está revestido de formalidades, salvo excepciones legales.

Observaciones: El acuerdo entonces debe recaer sobre la cosa, el precio y la naturaleza del
contrato, de modo que si falta alguno de estos elementos, el contrato o no produce efecto o
degenera en otro distinto.

 Obsta, al acuerdo sobre la cosa el error, que puede recaer o en la identidad de la cosa
específica o en su sustancia o calidad esencial.

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 Obsta al acuerdo sobre el precio la circunstancia de que el precio por la que una de las
partes entiende comprar, sea distinto de aquel por la que la otra parte entienda vender.

A propósito del precio, es posible que en un mismo acto o contrato se contengan dos o
más compraventas distintas, pues el acuerdo sobre el precio debe estar referido a todas
ellas

 Obsta al acuerdo sobre la naturaleza del acto o contrato el error, que recae sobre la
especie o acto o contrato que se celebre.

Consentimiento en la venta forzada

Las ventas forzadas son aquellas que se hacen por intermedio de la justicia a virtud de una
resolución judicial, siempre y cuando ésta no constituya una formalidad habilitante.

En las ventas forzadas igualmente se exige consentimiento, sobre la cosa, el precio y la naturaleza
del contrato. En estos casos será el juez el que actúa como representante legal del vendedor y
tradente.

El consentimiento del deudor se entiende que se ha manifestado al momento de contratar con su


acreedor, momento en el cual ha consentido afectar todo sus bienes presentes y futuros al
cumplimiento de sus obligaciones, como consecuencia de derecho garantía general, ese
consentimiento constituiría una autorización suficiente de su parte para proceder a la venta forzada
para el caso que la deuda no fuese pagada.

Se critica esta explicación pues solo justifica las obligaciones contraídas voluntariamente.
Otros explican este hecho en la representación, toda vez es el representante quien concurre con
su voluntad, no siendo necesaria la voluntad del representado.

Solemnidades en la c/v

Las solemnidades son aquella manera especial que debe revestir el consentimiento y que son
impuestas por la ley en consideración a la naturaleza del acto o contrato para su validez.
En materia de compraventa ellas son excepciones, por tanto, solo operan en los casos que la ley
expresamente lo indica.

1. SOLEMNIDADES LEGALES: Son aquellas impuestas por la ley, y pueden ser


ordinarias o especiales.

• Solemnidades ordinarias: son aquellas establecidas por la ley y que afectan a


la compraventa por referirse a cierta clase de bienes.
Ej.

 Compraventa de servidumbre
 Compraventa de sucesión hereditaria
 Cuando una persona desea vender todo cuanto tiene (art. 1811)

OBSERVACIONES:

A. Algunos autores sostienen que en estricto rigor solo hay 2 casos de


compraventa solemne; la venta de bienes raíces y la de la sucesión hereditaria,

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porque el censo y la servidumbre necesariamente son inmuebles, encontrándose
comprendidos en la compraventa de bienes inmuebles.

B. Con la expresión bienes raíces, solo se refiere a los inmuebles por naturaleza.
 Respecto de los inmuebles por adherencia se reputan muebles,
antes de la separación para constituir un derecho real a favor de un
tercero distinto del dueño, en consecuencia la venta sería
consensual. (art. 571 con el 1801 inc. 3).
 Respecto de los inmuebles por destinación ellos se reputan
inmuebles si están destinados al uso, beneficio o cultivo de un
inmueble. Si el dueño los quiere enajenar abandonan esta
finalidad, recuperando por tanto su carácter de mueble, y siendo
por tanto, consensual la compraventa.

C. La solemnidad es la escritura pública, y no la inscripción, que es la solemnidad


de la tradición. Si no hay escritura pública la compraventa no se perfecciona.

D. La compraventa solemne solo puede probarse con la respectiva escritura


pública.

E. Para a mayoría de la doctrina si la compraventa es solemne y se realiza por


medio de mandatario, el mandato igualmente debe otorgarse por escritura pública.

• Solemnidades especiales: son aquellas que se establecen en consideración a


circunstancias especiales de celebración o por las personas que intervienen. Se
corresponden con las formalidades habilitantes.

Por ejemplo, la venta forzada previo decreto judicial y cumpliendo con las demás
solemnidades legales: pública subasta, acta de remate, etc.

2. SOLEMNIDADES VOLUNTARIAS (art. 1802): Aquellas que operan por voluntad de las
partes, fuera de los casos en que la ley exija el cumplimiento de una solemnidad, en el
sentido de que las partes acuerden que la compraventa no se entienda perfecta sino a
virtud del cumplimiento de ciertas solemnidades.
Efecto: Cualquiera de las partes puede retractarse mientras no se cumpla con las
solemnidades convenidas o hasta que tenga lugar la entrega de la cosa. Si ella se cumple,
o si la entrega de la cosa ha principiado, ya no es posible retractarse.

LAS ARRAS. (Art. 1803 a 1805)

Las arras, constituyen una cantidad de dinero u otras cosas muebles que se dan, ya en garantía de
la celebración del contrato o ya en parte del precio y en señal de quedar convenidos.

1. Arras constituidas como una garantía para la celebración del contrato.


Cada parte podrá retractarse de su celebración.

• Si se retracta el que ha entregado las arras, las pierde


• Si se retracta el que ha recibido tiene que restituirlas lo dobladas.

Momento de la retractación: Habrá que estar al plazo convenido o fijado por las partes, a
falta del cual, la ley establece un plazo de 2 meses a contar de la convención para
retractarse.
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Ahora bien, independiente de los plazos, sea convencional o legal, no podrán retractarse
si:
• El contrato de compraventa de cuya celebración se trata se ha reducido a
escritura pública
• Ha principiado la entrega de la cosa

2. Arras Prueba o Arras entregadas como parte del precio y en señal de quedar
convenidos

En este caso, debe constar por escrito de manera expresa que las arras se entregan como
parte del precio y en señal de quedar convenidos, y el contrato desde ese momento queda
perfecto, si no se estipula por escrito y de manera expresa se entienden dadas en garantía
en la celebración de la compraventa.

Arras en la compraventa mercantil: se entienden dadas por parte de prueba, salvo


estipulación en contrario. No permitiéndose las partes en ningún caso retractarse.

GASTOS DE LA COMPRAVENTA. (Art. 1806)

Respecto de los gastos que genera la compraventa también se requiere consentimiento, pero la ley
suple la falta de acuerdo señalando que por regla general son de cargo del vendedor, salvo
estipulación contraria.

2) LA COSA VENDIDA

Aspectos previos

 La cosa vendida dentro de la compraventa es su el objeto, pero además es un elemento


esencial del mismo, sin el cual, o no hay compraventa o el contrato es nulo.

 La cosa es el objeto de la obligación de vendedor, de manera que si falta la cosa le faltaría


el objeto, y por tanto, no habría obligación del vendedor.
 Si no hay obligación del vendedor, tampoco hay obligación del comprador, ya que de
acuerdo a la teoría clásica de la causa, la obligación del comprador carecería de causa.

Requisitos de la cosa

I. Como objeto del contrato de compraventa, en tanto acto jurídico, debe ser Lícito, real,
comerciable, determinado o determinable y debe existir o esperarse que exista.

II. Como elemento esencial de la compraventa debe ser:


1. Comerciable
2. Singular o determinado
3. Real: existir o esperar que exista
4. No debe pertenecer al comprador.

Obs.: se trata de los requisitos generales con particularidades.


1. Debe ser comerciable: Es un requisito general que debe reunir todo objeto de una
declaración de voluntad.

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El art. 1810 señala que pueden venderse todas las cosas corporales e incorporales cuya
enajenación no esté prohibida por la ley, y está prohibida por la ley la enajenación de las cosas
que no están en el comercio (art. 1464 nº1), por tanto, también lo está la venta de las cosas
incomerciables.

2. Determinada y singular:

A) EN CUANTO A LA DETERMINACIÓN
Debe ser determinada al menos en cuanto a su género (art. 1461) o determinable, siempre que
contenga los datos para su determinación.

B) EN CUANTO A LA SINGULARIDAD (ART. 1811)


Sólo pueden ser objeto del contrato de compraventa las cosas singulares. No puede venderse
todos los bienes presentes o futuros ya totalmente o una cuota de ellos so pena de nulidad,
establecida en el artículo 1811 y a partir de la cual, entonces se concluye que no es posible que
sea objeto de la compraventa la universalidad jurídica constituida por la totalidad o una parte del
patrimonio de una persona.

Excepción: venta del derecho real de herencia

Observación: Es posible que se vendan cada uno los bienes que integran el patrimonio de una
persona siempre que se individualicen, a pesar que constituya la totalidad del patrimonio,
cumpliendo los ss., requisitos:
• Que la venta se haga por escritura publica
• Que se especifiquen los bienes que se venden

3. Real: Significa que la cosa debe existir (venta de cosa presente) o esperarse que exista (venta
de cosa futura), la venta de cosa futura puede revestir 2 modalidades:

a) VENTA DE COSA FUTURA PROPIAMENTE TAL: Se vende una cosa que no existe
pero se espera que exista.
- Se trata de un contrato condicional, supeditado a la condición de que la cosa llegue
a existir.
- Es un contrato oneroso conmutativo, pues el precio también está condicionado a la
existencia de la cosa.

Observaciones (art. 1814):

 Si la cosa dejo de existir al tiempo del contrato no hay compraventa, porque la cosa
no existo o no puede llegar a existir. Si el vendedor esta de mala fe deberá
indemnizar los perjuicios al comprador.
 Si sólo existe parcialmente al tiempo de la compraventa, y esa parte que falta es
considerable el comprador puede optar entre desistirse del contrato o mantenerlo
subsistente abonando el precio a justa tasación, con la respectiva indemnización
si el vendedor estaba de mala fe.
 Basta que una de las partes no sepa que exista, y que espera que exista, para que
el contrato sea válido, aun cuando la otra sepa que no existe en todo o parte,
dando lugar a las reglas del artículo 1814.

b) VENTA DE LA SUERTE: se vende la contingencia incierta de ganancia o pérdida.


- Es un contrato puro y simple pero aleatorio
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- Es una venta de cosa presente, por ello, aunque no llegue a existir de todos modos
hay objeto y contrato.
- Esta modalidad es excepcional, y solo procede si las partes lo estipulan
expresamente o si se desprende de la naturaleza del contrato.

4. La cosa no debe pertenecer al comprador: De acuerdo al artículo 1816 la compra de cosa


propia no vale, y ello por ausencia de causa ocasional, es decir, por faltar un motivo determinante
en orden a contratar, ya que nada justifica que una persona compre lo que le pertenece.

Problema:

El inciso 1 del Art. 1816 señala que la compra de cosa propia no vale, el inciso 2 reglamenta a
quien pertenecen los frutos y el inciso final señala que por la voluntad de las partes se puede
alterar las reglas precedentes.

El problema se genera porque en el inciso 1 de éste artículo, la sanción a la compra de cosa propia
sería la inexistencia o la nulidad absoluta por falta de causa y en cualquiera de éstos casos, no
cabe el saneamiento por ratificación de las partes, pero el inciso final del Art. 1816 da a entender
que si puede haber saneamiento por ratificación de las partes.

Se ha tratado de explicar éste problema recurriendo a la historia fidedigna de la ley y se ha


señalado que en los primeros textos, el inciso 1 era un artículo separado y los incisos 2 y 3 eran
otro artículo, si esto es así, la posibilidad de alterar las reglas legales sólo se entendía referida al
tema de los frutos.

Esta explicación ha sido criticada, señalándose que ya en el proyecto inédito de 1855 ésta
disposición figuraba cómo un solo artículo, lo que estaría demostrando que la intención del
legislador era que las partes pudiesen modificar no sólo el tema de los frutos, sino que además la
ineficacia de la compra de cosa propia.

Además se señala que éste tema no es completamente ajeno al código y que es posible identificar
otras situaciones en que la ausencia de un requisito de existencia que genera nulidad absoluta o
inexistencia también puede sanearse por ratificación de las partes. Esto es lo que ocurre por
ejemplo con los Art. 672 y 673 ubicados a propósito de la tradición, en los que se permite sanear
por ratificación una tradición en que faltó la voluntad del tradente y/o la voluntad del adquirente.

Venta de cosa ajena (art. 1815)


Para estar frente a la venta de cosa ajena, se necesita:

1. Que la cosa pertenezca a un tercero, es decir que no pertenezca al vendedor ni al comprador.


2. Que el vendedor no tenga facultad para representar legal ni convencionalmente al verdadero
dueño.

No se exige mala fe del vendedor.

Situación en el código civil:


El Art. 1815 señala que la venta de cosa ajena vale, y ello se explica porque la venta sólo es el
título, y para que opere la transferencia del dominio, requiere además de la tradición. Por tanto, el
vendedor no dueño, está en condiciones de cumplir con su obligación, cual es la entrega de la
cosa al comprador, dejándolo además en posesión de la cosa.

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Efectos de la Venta de Cosa Ajena:
Se pueden examinar desde 3 perspectivas distintas:

1. Desde el punto de vista del comprador


El comprador no adquiere el dominio por aplicación del principio que nadie puede transferir más
derechos de los que tiene, pero sí va a quedar en calidad de poseedor, pues tendrá la tenencia de
la cosa con ánimo de señor o dueño. Sin perjuicio de lo anterior, el comprador puede llegar a
adquirir el dominio, por:

• Prescripción adquisitiva: hay posesión, será necesario que transcurra el tiempo y que
concurran los demás requisitos legales.
• Por ratificación del verdadero dueño: en principio ésta venta de cosa ajena le es
inoponible, pero nada obsta a que el verdadero dueño pueda ratificar, la compraventa en
cuya celebración no intervino. Según el Art. 1818, se mira al comprador cómo verdadero
dueño desde la fecha de la compraventa.
• Que el vendedor adquiera el dominio con posterioridad, según el Art. 1819 en éste caso
se mira al comprador cómo verdadero dueño desde la fecha de la tradición.

2. Desde el punto de vista del vendedor


El vendedor ha vendido una cosa que pertenece a un tercero y éste cuenta con la acción
reivindicatoria para dirigirse en contra del comprador, en esa hipótesis si el verdadero dueño
demanda al comprador, se hace exigible la obligación de saneamiento de la evicción que recae
sobre el vendedor.

Problema:

¿Puede el comprador demandar la resolución del contrato por aplicación del Art. 1489?
La respuesta va a depender del contenido que se asigne a la obligación de entregar que recae
sobre el vendedor.

3. Desde el punto de vista del verdadero dueño


El propio artículo 1815 señala que sin perjuicio de los derechos del verdadero dueño, mientras no
se extingan por el transcurso del tiempo, para el verdadero dueño esa venta de cosa ajena es
inoponible (sanción civil que consiste privar efectos civiles respectos de terceros), este es un caso
de inoponibilidad de fondo por falta de concurrencia de la voluntad del verdadero dueño. El
verdadero dueño cuenta con la acción reivindicatoria para exigir al comprador que le restituya la
cosa.

Según el Art. 1815 el verdadero dueño cuenta con esta acción mientras no se extinga por el
transcurso del tiempo, la prescripción de la acción reivindicatoria se sujeta a las reglas de la
prescripción de las acciones propietarias del Art. 2517.

3) EL PRECIO

El precio es el dinero que el comprador da por la cosa.

La obligación de pagar el precio que pesa sobre el comprador constituye la contraprestación que
debe realizar el comprador frente a la obligación del vendedor de hacer entregar material y jurídica
de la cosa.
Si el comprador no se obliga a pagar el precio a su obligación le falta el objeto, y si no hay
obligación del comprador por falta de objeto según la teoría clásica a la obligación del vendedor le

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faltaría la causa. Como consecuencia de lo anterior no podría haber compraventa porque no habría
obligaciones para las partes.

Requisitos.

El precio es un elemento de la esencia del contrato de compraventa porque sin él, o el contrato de
compraventa es nulo o degenera en otro distinto. Como tal debe reunir ciertos requisitos o
condiciones:

1. Sólo puede consistir en dinero.


2. Debe ser real
3. Debe ser serio.
4. Debe ser determinado.

1.- Consistir en dinero: Según el Art. 1893 por definición el precio es dinero, pero ello no significa
que necesariamente deba pagarse en dinero; basta con que se fije en dinero pero nada obsta a
que se pueda pagar con una cosa distinta del dinero a través de una dación en pago.
De pagarse el precio de la compraventa con otra cosa distinta que dinero el contrato deriva en otro
distinto, y podrá ser una permuta o una dación en pago, si la sustitución del precio, en este último
caso, por una cosa deriva del acuerdo de las partes, y con posterioridad a la celebración del
contrato de compraventa.

Si el precio se pacta parte en dinero y parte en una cosa distinta del dinero, según el Art. 1794 hay
que distinguir:

a. Si la cosa vale más que el dinero estamos frente a una permutación.


b. Si la cosa vale menos que el dinero estamos frente a una compraventa.

¿Qué ocurre si la cosa vale lo mismo que el dinero?


Opiniones:

 La mayoría de los autores señalan que es compraventa porque según el Art.


1794 para que se entienda permutación la cosa debe valer más que el dinero y
en este caso ello no ocurre.
 Una opinión minoritaria entiende que estamos frente a un contrato innominado
porque el Art. 1794 señala que es permuta si la cosa vale más que el dinero y
compraventa en caso contrario, es decir si la cosa vale menos que el dinero
pero no regula lo que ocurre si la cosa vale lo mismo que el dinero y por lo
tanto estaríamos frente a un contrato innominado.

2. El precio debe ser real: Esta condición dice relación con la circunstancia que el precio sea
efectivamente una suma de dinero que se pague por la cosa, de forma tal, que el precio simulado o
fingido es irreal, por lo que no cumple este requisito.

3. El precio debe ser serio: El precio debe ser serio, en el sentido que no debe ser irrisorio. El
precio que se entrega a cambio de una cosa, además de tener que entregarse efectivamente,
debe guardar cierta relación con el valor de la cosa, lo que no significa atribuir al precio la calidad
de justo.
No es necesario que el precio sea justo, la falta de equivalencia entre el valor del dinero y el valor
de la cosa vendida en principio no afecta la validez de la compraventa, sino en ciertos y
determinados casos, que son tratados por el código como lesión enorme.

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4. El precio debe ser determinado o determinable: Es decir, debe señalarse en forma precisa lo
que el comprador está obligado a pagar por concepto de precio y por la cosa vendida. Esta
determinación puede hacerse por las partes o incluso por un tercero, pero en ningún caso la
determinación del precio, puede quedar entregado al arbitrio de una de las partes.

Determinación del precio por las partes:

Las partes pueden determinar el precio en el mismo contrato de compraventa o en


un acto posterior. En este último caso es necesario en que el contrato se
contengan las reglas y bases sobre las cuales, las partes están llamadas a
determinar a posteriori el precio.

Excepción: compraventa mercantil (artículo 139 del Código de Comercio) Si ha


mediado entrega de la cosa es posible que se perfeccione el contrato de
compraventa mercantil aún cuando no haya habido acuerdo ni en la cosa ni en el
precio, caso en el cual, por la entrega queda determinada la cosa y el precio se
presume que lo han aceptado las partes como aquél corriente que tenga la cosa en
plaza el día y el lugar en que se haya celebrado el contrato.

Determinación del precio por un tercero:

En este caso, el mandato al tercero, arranca del propio contrato de compraventa,


contrato que por estas circunstancias adquiere la calidad de condicional, esto es
queda sujeto a la condición de que el tercero efectivamente realice la
determinación del precio.

Observación: la determinación del precio, no puede quedar en ningún caso al


arbitrio de una de las partes. El fundamento de esta regla se encuentra en que el
consentimiento en la compraventa también debe recaer sobre el precio, por lo tanto
si quedare entregado al arbitrio de una de las partes la otra no estaría consintiendo
en el precio.

V. CAPACIDAD PARA CELEBRAR LA COMPRAVENTA.

Una vez analizado su regulación, concepto, características y elementos; debemos comentar a


analizar los elementos relacionados con el sujeto en el contrato.

1. Aspectos previos

Desde luego se aplican al contrato de compraventa las normas generales relativas a la capacidad,
según las cuales, para la celebración del contrato de compraventa se exige capacidad de ejercicio
(aquella capacidad suficiente para que una persona pueda ejercer por si misma los derechos y
obligaciones.)

En materia de compraventa la regla general, es la capacidad, de forma tal, que toda persona es
capaz de celebrar la compraventa, salvo que la ley declare inhábiles.

A propósito de la compraventa el Art. 1795 hace referencia a dos clases de incapacidades:


1) Incapacidad para celebrar todo contrato: esta es una aplicación de las reglas generales
de la capacidad en los actos jurídicos.

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2) Incapacidades particulares para celebrar el contrato de compraventa: los autores
comentan que se trata de una aplicación de esas prohibiciones a que se refiere el inciso
final del Art. 1447.

2. Incapacidades especiales en la compraventa

2.1) Incapacidades dobles o relativas a las prohibiciones de comprar y vender

2.1.1. AQUELLA QUE AFECTA A LOS CÓNYUGES NO SEPARADOS


JUDICIALMENTE (ART. 1796) Es nula la compraventa entre cónyuges no
separados judicialmente. La separación judicial es una institución a virtud de una
resolución judicial y mediando alguna causal legal, se permite a los cónyuges vivir
separadamente, manteniéndose no obstante entre ellos y en principios todos los
derechos y obligaciones conyugales, salvo aquellos incompatibles con el estado de
separación, tales como la fidelidad, la cohabitación

Fundamento:
• El legislador no acepta el contrato de donaciones irrevocables entre cónyuges. El
Art. 1138 inciso 2 señala que las donaciones entre cónyuges siempre se
consideraran como donaciones revocables, si el legislador permitiese la
compraventa entre cónyuges sería muy fácil burlar el Art. 1138 pues bastaría con
disfrazar la donación bajo la forma de una compraventa.
• El legislador teme que uno de los cónyuges presione indebidamente al otro para
celebrar el contrato de compraventa a un precio no adecuado.
• Si los cónyuges están casados en un régimen de sociedad conyugal habría
además una hipótesis de auto contratación que el legislador mira con desconfianza.
• El legislador teme que los cónyuges puedan coludirse para celebrar el contrato de
compraventa y de esta manera perjudicar a terceros eludiendo la garantía
patrimonial universal.

Sin embargo esta forma de razonar es discutible porque la separación judicial


puede ser unilateral, bilateral o de común acuerdo y por culpa, luego solo en la
separación judicial por culpa es de presumir que no va a haber colusión entre los
cónyuges pero no en las otras clases de separación, es mas es perfectamente
posible pensar que los cónyuges podrían ponerse de acuerdo solicitar la
separación judicial y de esta manera quedar habilitados para celebrar el contrato de
compraventa eludiendo la garantía patrimonial universal de los acreedores.

2.1.2. AQUELLA REFERIDA A LA COMPRAVENTA ENTRE EL PADRE Y MADRE


E HIJO SUJETO A PATRIA POTESTAD.

La patria potestad es el conjunto de derechos y obligaciones que la ley


reconoce al padre o a la madre sobre los bienes del hijo no emancipado.

Los bienes que resultan afectados por el ejercicio de la patria potestad


quedan entregados a la teoría de los peculios, según la cual, se distinguen
en el menor a lo menos 3 posibles peculios:

1. peculio adventicio ordinario: el que está compuesto por todos aquellos


bienes que no integren ni el peculio adventicio extraordinario ni el peculio
profesional o industrial. Administrado por padre o madre que ejerce la
patria potestad.
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2. peculio adventicio extraordinario: Conformado por herencias, legados al
menor bajo la condición de que no la administre su padre o madre. O bajo
la condición de que el menor se emancipe. Administrado por un curado
especial.
3. peculio profesional o industrial: está conformado por todo aquello que el
menor adulto, adquiera con motivo del ejercicio de una profesión, industria,
oficio o trabajo. Administrado por el menor adulto con las limitaciones
legales.
La ley prohíbe la compraventa entre el padre o madre y el hijo no emancipado.
Los autores señalan que el padre o la madre pueden celebrar el contrato de
compraventa con el hijo no emancipado cuando este actúa en relación a su peculio
profesional o industrial porque en relación a este peculio el hijo se mira como
mayor de edad y si se considera mayor de edad se mira como emancipado.

Fundamentos:

• El legislador teme que el padre o la madre presione indebidamente al hijo para


celebrar el contrato de compraventa.
• El legislador teme que el padre o la madre se ponga de acuerdo con el hijo para
perjudicar a los acreedores eludiendo la garantía patrimonial universal.
• El padre o madre que ejerce la patria potestad representa legalmente al hijo no
emancipado, en consecuencia si el padre o madre pudiese celebrar la
compraventa estaríamos frente a una hipótesis de auto contratación que sabemos
el legislador mira con desconfianza.

Sanción en caso de infracción:


Si estas personas celebran la compraventa esta adolece de un vicio de nulidad
absoluta, hay objeto ilícito porque se ha celebrado un contrato prohibido por las
leyes.

2.1.3) CASO DEL MANDATO


Según el Art. 2144 el mandatario no puede comprar lo que el mandante le ha
ordenado vender ni vender de lo suyo al mandante lo que este le ha ordenado
comprar a menos que tenga aprobación expresa del mandante.

Sanción en caso de infracción: Es la nulidad relativa porque se está omitiendo un


requisito o formalidad que la ley exige para el valor del acto o contrato en
consideración al estado o calidad de las personas.

2.2) Incapacidades simples o referidas a la prohibición de comprar o vender.

2.2.1.- INCAPACIDADES PARA VENDER

Establecida en el artículo 1797 que afecta a los administradores de


establecimientos públicos que no podrán vender parte de alguna de los bienes que
en razón de su cargo administran o cuya enajenación no esté comprendida dentro
de sus facultades administrativas ordinarias.

Los autores señalan que como el legislador no ha distinguido es indiferente si se


trata de bienes públicos o privados.
Fundamento: Se encuentra en que estos funcionarios son administradores y por lo
tanto tienen facultad de administrar y no de enajenar.
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Excepción: Los administradores pueden enajenar los bienes que administran si
cuentan con la autorización de la autoridad competente, en los servicios públicos
es frecuente que se autorice la enajenación de ciertos bienes cuando se dan de
baja.

Sanción en caso de infracción: Los autores señalan que es la nulidad absoluta


porque esta protege el interés público y resulta que el Art. 1797 regula la situación
de un administrador de establecimientos públicos.

2.2.2.- INCAPACIDADES PARA COMPRAR

Artículo 1798
Afecta al empleado público respecto de bienes que se vendan por su ministerio y a
los jueces, abogados y funcionarios del orden judicial, para adquirir los bienes en
cuyo litigio han intervenido y que se vendan precisamente a consecuencia del
mismo litigio, aunque lo sean por pública subasta.

Fundamento: El legislador teme que el funcionario público abuse de su ministerio y


por un afán de lucro aparezca comprando estos bienes en perjuicio del interés
público.

Sanción en caso de infracción: La sanción es la nulidad absoluta, hay objeto ilícito


porque se infringe una norma prohibitiva y además aparece comprometido el
interés público.

Observaciones:
- El código orgánico de tribunales ha hecho extensiva esta prohibición a otras
personas como fiscales judiciales, defensores públicos judiciales, relatores,
receptores y ciertos parientes de estos funcionarios.
- Para que se configure la incapacidad es fundamental que los bienes se vendan a
consecuencia del litigio.

Artículo 1799
Referida a los tutores y curadores, los que no podrán comprar parte alguna de los
bienes de su administración sino con arreglo a las normas que regulan la
administración ejercida por ellos, dentro de las cuales está como pilar fundamental
el artículo 412, que precisamente prohíbe a los tutores y curadores y a sus
parientes adquirir para sí directa o indirectamente bienes que pertenezcan al pupilo
y en general celebrar actos en los que tenga directa o indirectamente interés el
tutor o curador o sus parientes.

Fundamento: Se encuentra en que el tutor o curador es representante legal del


pupilo y si esto es así podemos estar frente a una hipótesis de auto contratación.

Sanción en caso de infracción Hay que distinguir:

1. Tratándose de bienes muebles, encontramos dos opiniones:


a) Alessandri, en un principio señalo que la sanción era la nulidad absoluta, porque
el código señala que no es lícito al tutor o curador, y la ilicitud se sanciona con
nulidad absoluta. Pero con posterioridad cambio de opinión y señalo que la sanción
era la nulidad relativa, por cuanto el tutor o curador, puede comprar estos bienes si
cuenta con la autorización de los demás tutores o curadores generales. Por lo
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tanto, es una norma imperativa, y se ha omitido un requisito o formalidad que las
leyes prescriben para el valor del acto o contrato en consideración al estado o
calidad de las personas.
b) Pescio, señala que la sanción es la nulidad absoluta, porque el código señala
que no es lícito al tutor o curador comprar estos bienes, y habiendo ilicitud la
sanción es la nulidad absoluta.

2. Tratándose de bienes inmuebles, todos los autores están contestes en que la


sanción es la nulidad absoluta, porque se está infringiendo una disposición
prohibitiva. (arts. 10, 1446, 1462) esta sanción es debido a q es objeto ilícito.

Artículo 1800
Señala que los mandatarios, los síndicos, y los albaceas, están sujetos en lo
relativo a la compraventa de las cosas que han de pasar por sus manos en razón
del ejercicio de sus cargos a lo dispuesto en el artículo 2144 a propósito del
mandato, según él, cual no podrá el mandatario por sí o por interpósita persona
comprar las cosas que el mandante le ha ordenado vender, ni vender lo suyo al
mandante que lo ha ordenado comprar, sino fuere con su autorización expresa.

VI. MODALIDADES DEL CONTRATO DE COMPRAVENTA.

1. ASPECTOS PREVIOS

El contrato de compraventa es susceptible de modalidades conforme a las reglas generales.


Además es mismo artículo 1807 reconoce que la venta puede celebrarse bajo condición
suspensiva o resolutoria, que puede fijarse un plazo tanto para la entrega de la cosa como para el
pago del precio. La compraventa además, puede tener por objeto dos cosas alternativas.

2. MODALIDADES ESPECIALES DE LA COMPRAVENTA

EL contrato de compraventa es susceptible de modalidades y se rigen en principio por las reglas


generales, sin embargo el código civil reglamenta modalidades especiales que puede estar sujetos
el contrato de compraventa.

Venta al bloque o peso, cuenta o medida (art. 1821 y 1822)

 Se vende al bloque, cuando no es necesario pesar, contar o medir para determinar


la cosa vendida o el precio.
 Se vende al peso o cuenta o medida cuando es preciso realizar estas operaciones
para determinar ya la cosa vendida, ya el precio.

En estricto rigor, estas operaciones, de cuenta, peso o medida no influyen en el


perfeccionamiento del contrato y sólo sirven para establecer reglas en relación a quién o
de quién serán de cargo los riesgos.

De acuerdo al artículo 1821que establece normas especiales en relación a la regla general


contenida en el artículo 1550 en materia de riesgos, los riesgos son de cargo el acreedor, y
aquí el acreedor es el comprado.

A pesar de esta determinación exacta y precisa de la cosa vendida, el riesgo es de cargo


del comprador a sola condición de que se haya convenido en el precio, en otras palabras,
las operaciones de cuenta o medida estén determinar la cosa vendida en forma precisa.
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Venta a prueba o al gusto (art. 1823)
Esta venta a prueba o al gusto viene a constituir una excepción a la regla que el contrato
de compraventa se perfecciona al producirse acuerdo en la cosa y el precio.

De acuerdo al artículo 1823 si se estipula que se vende a prueba se entiende no haber


contrato mientras el comprador no declara que le agrada la cosa de que se trata. De
manera que de acuerdo a esta regla, el contrato se perfeccionaría al momento que el
comprador manifiesta su agrado respecto de la cosa de que se trate.

La venta a prueba o al gusto tiene lugar cuando así se ha convenido por las partes o
cuando se trata de cosa que se acostumbran a vender bajo esta modalidad.

Venta al ensayo.

Se encuentra especialmente regulado en el Código Civil y tiene lugar cuando el comprador


se reserva la facultad de probar la cosa o ensayarla para verificar si reúne las condiciones
requeridas.

En realidad viene a constituir una variante de la venta a prueba o al gusto.

Venta sobre muestras.

Tiene lugar cuando la cosa vendida es determinada en base a una muestra o modelo que
el comprador suministra al vendedor para que la cosa vendida reúna precisamente las
condiciones de dicha muestra o modelo.

VII. EFECTOS DEL CONTRATO DE COMPRAVENTA: En este párrafo trataremos:

1.- Las Obligaciones del Vendedor (Entregar la cosa y la obligaciones de saneamiento), y


2.- Las Obligaciones del Comprador (Pagar el precio y recibir la cosa)

1.- LAS OBLIGACIONES DEL VENDEDOR.

Partiendo por las obligaciones que asumen a virtud del contrato de compraventa de acuerdo al
artículo 1824 las obligaciones del vendedor se reducen a dos: la entrega y tradición de la cosa y el
saneamiento de la misma.

1.1. OBLIGACIÓN DE ENTREGAR LA COSA VENDIDA POR EL VENDEDOR

A.- Contenido de esta obligación


Comprende una entrega jurídica y una entrega material.

i. Entrega jurídica
Contenido: En doctrina los autores no están de acuerdo en el contenido de esta entrega.

Opiniones
A) Para algunos consiste en garantizar al comprador una posesión tranquila,
pacifica, útil y duradera de la cosa vendida. (Art. 1815)
 El art. 1815 al señalar que la venta de cosa ajena vale. Si el vendedor
estuviese obligado a transferir el dominio, el art. 1815 no tendría sentido.

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 En el derecho romano la obligación del vendedor se agotaba en garantizar
al comprador una posesión tranquila, pacifica, útil y duradera de la cosa
vendida. Y en materia de compraventa don Andrés Bello habría seguido el
derecho romano.
 Si dijésemos que la obligación del vendedor consiste en transferir el
dominio ello implicaría sostener que si el vendedor no transfiere el dominio
no habría cumplido con su obligación, y el comprador podría hacer uso del
mecanismo del art. 1489.

B) Hay autores que señalan que el vendedor se obliga a transferir el dominio (Arts.
1793, 1824, 1837)

 El tenor literal del art. 1793 que al definir la compraventa señala que el
vendedor se obliga a dar una cosa, y obligación de dar es aquella que
tiene por objeto transferir el dominio.
 El art. 1824 señala que al referirse a las obligaciones del vendedor habla
de la entrega o tradición. Y la tradición es una entrega que implica
transferencia de dominio.
 El tenor literal del art. 1837 que al referirse a la obligación de saneamiento,
señala que consiste en amparar al comprador
en el dominio. Esto solo se justifica si previamente el vendedor se había
obligado a transferir el dominio al comprador.
 En relación al art. 1815, resulta obvio que la venta de cosa ajena vale.
Porque en el ciclo adquisitivo del dominio, la venta solo es el título, por sí
sola no transfiere el dominio de manera que ese vendedor que vende una
cosa ajena tendrá que obtener de algún modo la adquisición del dominio
antes de la tradición para poder cumplir con su obligación.
 No existe ninguna disposición que señale que si el vendedor no ha
transferido el dominio el comprador este privado de hacer uso del
mecanismo del art. 1489.

Forma de hacer la entrega jurídica

El art. 1824 inc. 2º se remite a la reglas del título VI del libro II, es decir a
los arts. 670 y ss. del código. Por lo tanto, hay que distinguir:
(arts. 684, 686)

a) Tratándose de cosas muebles aplicamos el art. 684 y en consecuencia la


tradición se hace significando una de las partes a la otra que le transfiere
el dominio. Y figurando esta transferencia pro alguno de los medios que
señala esta disposición.

b) Tratándose de inmuebles aplicamos el art. 686 y entendemos que la


tradición se hace mediante la inscripción del título en el registro respectivo
del conservador de bienes raíces.
Excepción: en el caso de las servidumbres, q según el art. 698 solo
requiere de escritura pública, en la que el tradente manifiesta su voluntad
de constituirlas y el adquirente de aceptarla.
Contra-excepción: es el caso de las servidumbres de alcantarillados en
predios urbanos que requieren de inscripción.

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c) Tradición del derecho real de herencia
El código no ha señalado la forma como se hace la tradición del derecho
real de herencia, y la opinión mayoritaria sigue al profesor Leopoldo
Urrutia, entendiendo q a falta de regla especial, debe aplicarse las reglas
generales en materia de tradición. Y entender que el estatuto general
corresponde a de los bienes muebles.

d) Tradición de los derechos personales


Hay que distinguir de acuerdo a la forma de cómo se ha extendido el titulo
i. Si es nominativo se aplican las normas de la cesión de créditos de
los arts. 1901 y ss.
ii. Si es a la orden se hace mediante el endoso traslaticio de dominio.
iii. Si es al portador se hace mediante la simple entrega manual.

ii. Entrega material

Los autores señalan que no es suficiente con que se haga la entrega jurídica, ya que lo
habitual es que el comprador quiera tener físicamente la cosa para poder ejercer esas
facultades de uso y goce.

De esta manera si el vendedor no entrega materialmente la cosa al comprador, este podrá


demandar la resolución del contrato.

B.- Oportunidad para hacer la entrega (art. 1826 inc. 1º)

Hay que distinguir:


b.1) Al tiempo fijado por las partes:

▪ Si se ha estipulado una condición suspensiva, debe esperarse el cumplimiento de


la condición.
▪ Si se ha estipulado un plazo suspensivo debe esperarse el vencimiento del plazo.

b.2) Si no se ha establecido un plazo o una condición suspensiva el vendedor debe


entregar la cosa inmediatamente, apenas se perfeccione el contrato.

C.- Derecho de retención

Hay casos en los cuales el vendedor no está obligado a entregar materialmente la cosa, es decir,
puede retenerla y el comprador no podrá exigirla.

Casos en que procede:

1. Si el comprador no ha pagado el precio ni está dispuesto a pagar.


Requisitos
 que la cosa no haya sido entregada
 que el comprador no haya pagado el precio, o no este llano a pagarlo, o no lo haya
pagado íntegramente.
 Que no se haya estipulado un plazo para el pago del precio.
2. Cuando después de celebrado el contrato, hubiere disminuido la fortuna del comprador, de

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manera tan considerable que el precio peligre, y el vendedor pueda perderla.

En ese caso el vendedor puede retener la cosa aunque no se haya fijado un plazo para la
entrega. Y el comprador solo podrá exigir la cosa pagando el precio o asegurando el
precio.

D.- Lugar de la entrega

El código no tiene reglas especiales, por lo tanto, se aplican las reglas generales en materia de
pago.
a) Si las partes señalaron el lugar de la entrega, esta debe hacerse en el lugar señalado en la
convención.
b) Si las partes nada dijeron hay que distinguir:
i. Si se trata de una especie o cuerpo cierto la entrega debe hacerse donde existía la
especie o cuerpo cierto al momento de contraerse la obligación.
ii. Si se trata de una cosa genérica, la entrega debe hacerse en el domicilio del
deudor.
c) Las reglas precedentes no se alteran en caso de haber cambiado de domicilio cualquiera
de las partes.

E.- Venta de una misma cosa a dos o más personas por contratos distintos (art. 1817
relacionar con el art. 684)

El código se encarga de regular cuál de los distintos compradores será preferido por sobre los
otros, y para estos efectos establece un orden de prelación.

1. Es preferido aquel de los compradores que haya entrado en posesión de la cosa.


2. Si se ha hecho entrega a ambos será preferido aquel a quien primero se hizo entrega.
3. Si no se ha hecho entrega a ninguno prevalecerá el título más antiguo.

F.- Gastos de la venta y gastos de la entrega

a) Los gastos de la venta son de cargo del vendedor por regla general, a menos que las
partes hayan estipulado otra cosa. Art. 1806

Los autores señalan que el fundamento de esta regla se encuentra en que el vendedor
ha tomado en consideración estos gastos a la hora de fijar el precio de la cosa.

b) Tratándose de la gastos de la entrega hay que distinguir:

i. Los gastos hechos para poner la cosa a disposición del comprador y hasta el
momento de la entrega son de cargo del vendedor.
ii. Pero los gastos hechos después de entregada la cosa son de cargo del comprador.
Con todo, las partes pueden alterar estas reglas. (Art. 1825)

¿Qué comprende la entrega de la cosa?


El art. 1828 da una regla muy escueta, el vendedor debe entregar lo que reza el contrato. A partir
de estos lo autores señalan que la entrega comprende:

1. La cosa vendida

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2. Los frutos que deben pertenecer al comprador (art.1816)
a) Los frutos naturales pendientes al tiempo de la venta
b) Los frutos naturales y civiles que produzca la cosa con posterioridad a la venta.
c) Las partes pueden alterar las reglas precedentes.

Los autores comentan que esta regla del art. 1816 es excepcional, ya que la regla general
es que los frutos pertenezcan al dueño, y en estos casos el comprador aún no es el dueño,
porque no ha tenido lugar la tradición.

3. Los accesorios de la cosa


a) Esto es aplicación del principio lo accesorio sigue la suerte de lo principal.
b) En el código a propósito de la compraventa no hay una regla que de manera expresa
señale que la venta de una cosa comprende sus accesorios. Si encontramos
disposiciones aisladas, como el art. 1830 que responde al principio ya enunciado.

G.- Los riesgos en la compraventa

Según el art. 1550 y el 1820 el riesgo es de cargo del acreedor. En principio esta misma regla es
aplicable a la compraventa, y por lo tanto, entendemos que el riesgo es de cago del comprador.
Sin embargo en materia de compraventa la teoría de los riesgos presenta algunas particularidades.
Excepciones:

1. La compraventa sujeta a condición suspensiva. En este caso si la pérdida fortuita de la


cosa vendida se produce pendiente la condición, dicha pérdida debe soportarla el
vendedor. En este caso se extinguen ambas obligaciones, producida la pérdida de la cosa,
pendiente la condición se extingue la obligación del vendedor y del comprador: y si el
comprador no está obligado a nada, por lo tanto los riesgos lo soporta el vendedor.

Si pendiente la condición se produce una pérdida parcial o deterioro de la cosa, se


mantiene la regla general, en el sentido de que el comprador debe soportar esa pérdida
parcial o deterioro, en el estado que se encuentra, porque él se beneficia de los accesorios
y frutos y es lógico que cargue deterioros parcial, naturalmente hablamos de deterioros
fortuitos, porque de lo contrario el vendedor responderá.
2. Compraventa a cuenta, peso o medida.
• Compraventa en block: En este caso el riesgo solo es de cargo del comprador
desde que las partes han convenido en la cosa y en el precio.
• Compraventa de peso, cuenta o medida propiamente tal: En este caso el riesgo
solo será de cargo del comprador después que las partes hayan ajustado el precio
y hayan realizado esas operaciones de pesar, contar o medir.

3. Compraventa al gusto. El riesgo corre por cuenta del comprador sólo a partir de que éste
haya expresado su agrado por la cosa.

H.- La entrega en la compraventa de predios rústicos (arts. 1831 a 1836)

H.1. Concepto de predio rustico


El código no lo define, y existen dos criterios para determinar cuándo un predio es rustico.

▪ Criterio administrativo o con respecto a la ubicación: Predio rustico es aquel que se


encuentra fuera de los limites urbanos de acuerdo al respectivo plan regulador.

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▪ Criterio de la finalidad o destinación: Predio rústico es aquel que se ha destinado a
actividades agrícolas, ganaderas u otras afines, independientemente de su ubicación.

H.2. Formas en que puede venderse un predio rustico (art. 1831 inc.1)

H.2.1. Venta de acuerdo a la cabida o superficie

Se vende a la cabida, cuando lo relevante es la superficie del predio, y así se expresa en el


contrato.

El art. 1831 inc. 2º da a entender que constituye la regla general, pero en realidad es excepcional.
De manera que para que se entienda que la venta es en relación a la cabida hay que cumplir los
siguientes requisitos:
i. Que en el contrato se indique la cabida.
ii. Que sea un elemento determinante en el contrato.
iii. Que el precio dependa de la cabida o superficie del predio rustico.
iv. Que las partes no hayan señalado que les es indiferente la mayor o menor cabida
del predio rustico. (que las partes no hayan renunciado a las acciones que
derivan de la diferencia de la cabida real y la declarada)

Hipótesis que pueden presentarse

1. Que la cabida declarada sea idéntica a la cabida real.


2
Por ejemplo el contrato señala que se venden 100 mt y el predio efectivamente tiene 100
2
mt . Esta hipótesis, no genera ningún problema.

2. Que la cabida real sea mayor que la cabida declarada. En este caso hay que distinguir:

a) Si la cabida real no es mucho mayor que la cabida declarada.


Se entiende que no es mucho mayor cuando el precio del sobrante no excede de la
decima parte de la cabida real.
2
Por ejemplo, el contrato dice que el predio tiene 100 mt y al medir, resulta que el
2
predio tiene 105 mt , lo que quiere decir que la cabida real es mayor que la cabida
2
declarada, eso hace que nos quede un sobrante de 5 mt . El predio tiene un valor de
2 2
100.000.000, por lo que cada mt vale 1.000.000, por lo tanto, los 5 mt valen
5.000.000. Como el precio del sobrante no excede de la decima parte de la cabida
declarada, la cabida sobrante no es mucho mayor.

En este caso el comprador debe aumentar proporcionalmente el precio.


b) La cabida real es mucho mayor que la cabida declarada.
Se entiende que es mucho mayor cuando el precio del sobrante excede de la decima
parte de la cabida declarada.
2,
Por ejemplo, tenemos una cabida declarada de 100 mt a un valor de 100.000.000, y
2 2
una cabida real de 120 mt . Por lo tanto tenemos un sobrante de 20 mt , y que hace q
sea un sobrante de 20.000.000 que al compararlo con la cabida declarada es mayor,
ya que 20.000.000 es más que 10.000.000.

El efecto surge en este caso es un efecto optativo para el comprador:


- quien puede escoger entre aumentar proporcionalmente el precio o,

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- desistirse del contrato con indemnización de perjuicios.

3. La cabida real es menor que la cabida declarada.


En este caso hay que subdistinguir:

i. Si la cabida real no es mucho menor que la cabida declarada, se entiende que la cabida
real no es mucho menor cuando el precio de la cabida que falta no excede de la
décima parte de la cabida declarada.
2
Por ejemplo, la cabida declarada son 100 mt a un valor de
2
100.000.000, y la cabida real es de 95 mt , el precio de lo que falta son 5.000.000.
Esto lo debo comparar con la decima parte del precio de la cabida declarada, y debo
ver si excede o no, y en este caso no lo excede, ya que la decima parte serian
10.000.000 y este es menor.

Para saber si es o no mucho menor hay que calcular el precio de lo que falta, como
2,
faltan 5 mt el precio de lo que falta son 5.000.000 que debemos comparar con la
decima parte del precio de la cabida declarada. En nuestro ejemplo con 10.000.000
de pesos. Como el precio de lo que falta no excede a la decima parte, del precio de la
cabida declarada, lo que falta no es mucho menor.

Efecto: El vendedor debe sufrir una disminución proporcional del precio. El código
plantea como alternativa, que el vendedor complete la cabida, pero en la práctica esto
es poco probable. De manera que se entiende que la regla es la disminución
proporcional del precio.

ii. La cabida real es mucho menor que la cabida declarada


Se entiende que es mucho menor cuando el precio de lo que falta excede de la
décima parte de la cabida declarada.
mt2
Por ejemplo, 100 es la cabida declarada a un valor de 100.000.000 y la cabida
mt2 mt2
real son 80 . Faltan 20 , y por lo tanto, el precio de lo que falta son
20.000.000 que debo comparar con la cabida declarada. En este caso el precio de
lo que falta excede de la décima parte de la cabida declarada, por lo tanto la
cabida real es mucho menor que la cabida declarada.

Efectos: en este caso surge un derecho optativo para el comprador quien puede
elegir entre:
o Aceptar una disminución proporcional del precio
o Desistirse del contrato con indemnización de
perjuicios.

H.2.2. Venta Ad corpus o como cuerpo cierto

La venta se hace ad corpus o como cuerpo cierto, cuando la cabida no se expresa dentro del
contrato o sólo se indica como un dato ilustrativo.
Observación:

• En ambas compraventas se indican los deslindes es una mención que debe


requerirse para la inscripción del título, en base al cual el conservador practica la
inscripción.

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Lo que sucede que la venta según la cabida, indefectiblemente las partes
manifiestan su voluntad de que lo que se vende es una superficie determinada, en
cambio lo que determina la venta ad corpus es que no se vende una superficie
determinada, sino que un inmueble dentro de todo lo que comprende sus
deslindes.

• No caigan en la tentación, de que en la venta ad corpus no está obligado a


entregar todo lo que reza el contrato. Lo que sucede es que según la cabida deben
entregar los metros cuadrados o la superficie vendida, en cambio, en la venta ad
corpus debe entregarse todo el inmueble comprendido dentro de sus deslindes,
cualquiera que sea su superficie.

Cuando se venden ad corpus se renuncian a las acciones que derivan de las diferencias de
superficies.

Esto no tiene aplicación práctica: quién tiene interés una superficie, la hace medir con antelación y
esa medición según la firma topográfica. Mantiene vigencia práctica la venta ad corpus cuando sea
difícil determinar la superficie o un precio que se fije por metros cuadrados.

Esta venta puede presentar dos formas:

i. Si se vende sin señalamiento de deslindes, en este caso el comprador o el


vendedor no tienen derecho a pedir rebaja o aumento del precio, si hubiese alguna
diferencia de cabida.
ii. Si se vende con señalamiento de deslindes, el vendedor está obligado a entregar
todo lo que se comprenda dentro de los deslindes, y si ello no fuese posible o no
se le exigiere, se procede como en el mismo caso en que la cabida real es menor
a la cabida declarada. Por lo tanto, habrá que examinar si lo que falta excede o no
de una decima parte de lo que se comprende dentro de los deslindes, y de esa
manera determinar qué derechos tienen comprador o vendedor.

Problema

¿Puede venderse un predio rustico sin señalamiento de deslindes?

a) Algunos autores como Meza Barros y Pescio, señalan q no es posible porque


el art. 78 nº 4 del reglamento del registro conservatorio de bienes raíces,
señala que la inscripción debe contener el nombre y deslindes del fundo y el
art. 82 inc. 1º del mismo reglamento señala que toda omisión de alguna de las
menciones legales, solo podrá llenarse por escritura pública.

b) La mayoría de los autores entiende que si puede haber venta sin señalamiento
de deslindes, porque la exigencia del art. 78 es para la inscripción, o sea, para
la tradición, pero la compraventa solo es el título. En consecuencia puede
haber una venta sin señalamiento de deslindes y para los efectos de la
inscripción, puede otorgarse una escritura complementaria, con tal que conste
por escritura pública.
Prescripción.

El art. 1834 establece una prescripción de corto tiempo. Un año contado desde la entrega,
este el plazo de prescripción de las siguientes acciones:
a) Acción del vendedor para que el comprador aumente proporcionalmente el precio.

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b) Acción del comprador para que el vendedor complete la cabida.
c) Acción del comprador para que el vendedor rebaje proporcionalmente el precio.
d) Acción del comprador para desistirse del contrato.

Regla especial
El art. 1835 señala que las reglas especiales de los arts. 1832 y 1833 se aplican a
cualquier todo o conjunto de efectos o mercaderías. Por ejemplo si se venden 100 cabezas
de ganado en un millón de pesos y faltan o sobran cabezas de ganado.

Problema
¿Qué ocurre si estamos frente a la venta de un predio urbano y lo que se entrega es
diverso de lo que reza el contrato?
Art. 1834, 1832, 1833
 Según el art. 1834 las acciones dadas en los dos artículos
precedentes, prescriben en un año.
 Los dos arts. precedentes son los arts. 1832 y 1832 y ambos hablan de
predios, sin distinguir entre urbanos y rústicos.
 Lo anterior podría hacernos pensar que estas dos disposiciones
también son aplicables a los predios urbanos, porque si el legislador no
ha distinguido no cabe al intérprete distinguir.
 Sin embargo, esta forma de razonar no es correcta, porque de acuerdo
al art. 1831 es la venta de predios rústicos la que puede hacerse en
relación a la cabida o como especie o cuerpo cierto. Y además, como
estas disposiciones están ubicadas a propósito de la obligación de
entrega, debe entenderse que solo resultan aplicables a los predios
rústicos.
 Tratándose de los predios urbanos, si no hay concordancia entre lo
que se entrega y lo que reza el contrato, cabe hacer uso del
mecanismo del art. 1489.

Observación

Según el art. 1836 las acciones señaladas precedentemente se entenderán que se


conceden sin perjuicio de la acción rescisoria por causa de lesión enorme que procediere
en su caso. Esto es si la diferencia entre el precio del inmueble y el precio que se paga o
se recibe excede de los límites permitidos por el legislador, llegando a constituir lesión
enorme.

I. Situación del vendedor que no cumple con su obligación de entregar la cosa

Se hace aplicable el art. 1489.


En consecuencia, el comprador podrá demandar:
1. El cumplimiento del contrato con indemnización de perjuicios.
2. La resolución del contrato con indemnización de perjuicios.
3. Según un sector de la doctrina, solo la indemnización de perjuicios.
4. Si se había hecho la entrega jurídica y falta hacer la entrega material, el comprador puede
ejercer la acción reivindicatoria.
El artículo 1826, señala que, frente al incumplimiento o retardo en el cumplimiento de su obligación
de entregar del vendedor por su hecho o culpa otorga al comprador la facultad de perseverar en el
contrato o desistirse de él, y en ambos casos con indemnización de perjuicios. Pero para que el
comprador pueda hacer uso de cualquiera de estos derechos alternativos deberá haber pagado el
precio o estar pronto a pagarlo o encontrarse pendiente el plazo estipulado para su pago.
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Observación: El artículo 1826 en este sentido, a propósito del incumplimiento de la obligación de
entregar, contiene una combinación entre el artículo 1489 y 1552 que establecen la condición
resolutoria tácita y la excepción de contrato no cumplido respectivamente.

1.2. OBLIGACIÓN DE SANEAMIENTO.

A. Aspectos previos

La obligación de entregar importa hacer poseedor al comprador, y esta posesión debe permitir al
comprador usar y gozar de la cosa tranquila y útilmente.

• La posesión no será tranquila, cuando terceros hagan valer derechos sobre la cosa
vendida. Se trata por ende, de turbaciones de derecho y no de hecho.

• La posesión será inútil cuando la cosa adolece de defectos que hacen que sea
inadecuada para el objeto que se tuvo a la vista al tiempo de contratar.

B. Concepto

La obligación de saneamiento es aquella que recae sobre el vendedor, y que consiste en amparar
al comprador en el dominio y posesión pacifica de la cosa vendida y de responder de los vicios
ocultos llamados vicios redhibitorios.

C. Objetivos

1.- Amparar al comprador en el dominio y posesión pacifica de la cosa vendida (Saneamiento de la


evicción)

2.- Responder los defectos ocultos, llamados vicios redhibitorios (saneamiento de los vicios
redhibitorios u ocultos.)

D. Características

1.- Esta obligación es de la naturaleza del contrato de compraventa, ya que si las partes nada
dicen, se entiende incorporada sin necesidad de una clausula especial. Pero las partes fácilmente
pueden excluirlas sin que con ello se afecte la eficacia del contrato y sin que degenere en un
contrato diferente.

2.- Se trata de una obligación eventual, porque solo se hace exigible si se producen determinados
acontecimientos.

Esta obligación de saneamiento se inserta dentro de las obligaciones de garantías que derivan del
contrato de compraventa, como contrato oneroso.

E. Obligación de saneamiento de la evicción.


i. Concepto

Es aquella obligación de garantía que pesa sobre el vendedor y que tiene por objeto amparar al
comprador en la posesión tranquila de cosa vendida, frente a turbaciones de derecho que ejerzan
terceros.

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Observaciones:

1.- Las turbaciones de derecho importan el ejercicio por parte de terceros de acciones
judiciales mediante las cuales pretende derechos sobre la cosa.

2.- Las turbaciones de hecho, en cambio, son aquellos actos de terceros que importan
perturbación de la tenencia material que el comprador tiene de la cosa vendida.

3.- El saneamiento de la evicción sólo tiene por objeto amparar al comprador frente a
turbaciones de derecho, de forma tal si el comprador es privado de todo o parte de la cosa
por hechos materiales, no hay evicción; si en cambio, el comprador es privado todo o parte
de la cosa, como consecuencia de una acción ejercida por el tercero a virtud de la cual, se
le reconoce un derecho sobre la cosa, hay lugar a la evicción.

Esta obligación se traduce en el deber del vendedor de defender en juicio al comprador y


eventualmente para el caso de que el vendedor no logre evitar la evicción, en la obligación de
indemnizarle los daños.

ii. Reglamentación Arts. 1837 a 1856.

iii. Rubros que comprende


▪ Amparar al comprador cuando terceros reclaman algún derecho real sobre la cosa.
▪ Indemnizar al comprador si la cosa vendida es evicta.
iv. Naturaleza jurídica

▪ La obligación de defensa judicial es una obligación de hacer y como tal indivisible.


Como la obligación de defensa es invisible puede intentarse en contra de cualquiera de
los herederos del vendedor.

▪ La obligación de indemnizar es una obligación de dar y por lo tanto, divisible.


Como la obligación de indemnizar es divisible cada uno de los herederos del vendedor
sólo es obligado por su cuota o parte.

v. Concepto de evicción

Es la privación que experimenta el comprador del todo o parte de la cosa comprada en virtud de
una sentencia judicial por causa anterior a la venta.

vi. Requisitos de la evicción


1. Que se haga efectiva la privación total o parcial de la cosa.
2. Que se haga efectiva a virtud de una sentencia judicial.
3. Que reconozca por causa una anterior al contrato (fundamento del tercero que
pretenda el reconocimiento de ese derecho).
1. ES NECESARIO QUE EL COMPRADOR SE PRIVADO TOTAL O PARCIAL DE LA
COSA.

 La privación será total, si el derecho que pretende el tercero de la cosa lo sea sobre
toda ella, como por ejemplo, su derecho de dominio que hará valer a través del
ejercicio de la acción reivindicatoria.
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 La privación será parcial, cuando el derecho que el tercero pretenda sobre la cosa
se refiera a derechos limitativos del derecho de dominio, de que es titular el
comprador: una servidumbre, usufructo.

2. SENTENCIA JUDICIAL.

La evicción supone la existencia de un juicio que debe culminar con la dictación de una
sentencia, que prive total o parcialmente al comprador de la cosa comprada. Este
elemento, genera las siguientes consecuencias:
i. Los reclamos extrajudiciales no hacen exigibles la obligación de
saneamiento de la evicción.

ii. El abandono voluntario que haga el comprador en manos de un tercero, ya


sea del todo o parte de la cosa, no hace exigible la obligación de
saneamiento.

iii. Solo las turbaciones de derecho hacen exigible la obligación de


saneamiento, porque de las turbaciones de hecho se hace cargo el
propio comprador.

Problema

El art. 1856 que regula la prescripción de la obligación de saneamiento en su inc. 2º,


señala que el plazo se cuenta desde la sentencia de evicción, y si esta no ha llegado a
pronunciarse desde la restitución de la cosa. Si señalamos que la sentencia judicial es
un elemento de esta obligación. ¿Cómo se explica que el inc. 2º del art. 1856 plantee la
posibilidad que la sentencia no se haya dictado?

R.: Los autores señalan para resolver esta contradicción que la referencia al caso en
que no se dicta la sentencia de evicción, se refiere al caso en que el vendedor citado de
evicción comparece al juicio y se allana. En este caso, de todas formas debe dictarse
sentencia, pero esta será declarando la evicción y no obstante ello, como el vendedor
se ha allanado el plazo se cuenta desde la restitución.

3. CAUSA ANTERIOR A LA CELEBRACIÓN DEL CONTRATO DE COMPRAVENTA.

La exigencia relativa a una causa anterior al contrato, se encuentra contenida en el


artículo 1843, y contiene una excepción cual es la voluntad de las partes.

Por causa anterior al contrato vamos entender aquél hecho o situación que sirve de
fundamento jurídico a la pretensión de derecho que hace valer el tercero sobre la cosa
vendida.

vii. Citación de evicción.

Requisitos para que se haga exigible esta obligación

i. Que el comprador se vea expuesto a perder la cosa comprada en razón de existir


una demanda judicial interpuesta en su contra por un tercero.

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ii. Que el comprador cite de evicción a su vendedor, es decir, que ponga en su
conocimiento la demanda que se le ha notificado. Este requisito es fundamental
porque si el comprador omite citar de evicción al comprador, este no responderá
en caso de evicción.

Oportunidad para citar de evicción: dentro del término de emplazamiento, antes de contestar la
demanda.

Quienes pueden ser citados de evicción: al vendedor, y a quienes este hubiese podido citar si
hubiere permanecido en posesión de la cosa.

Naturaleza jurídica de esta gestión:

a) Algunos autores señalan que es un juicio especial, porque está reglamentada


en el libro III del CPC a propósito de los juicios especiales.
b) Otros señalan que se trata de una cuestión incidental, o sea, de una cuestión
accesoria al juicio principal, y señalan que no puede sostenerse que sea un
juicio especial solo a partir de su ubicación de procedimiento civil, ya que, el
derecho legal de retención también está reglamentado en el libro III y resulta
que indiscutidamente se trata de un incidente.

Forma. Artículo 584.CPC

1. Podrá solicitarla sólo el comprador, debiendo acompañar a su solicitud los antecedentes


que la hagan admisible, antes de la contestación de la demanda.

Como el comprador puede citar a evicción, no sólo a su vendedor sino que a cualquiera de los
anteriores en forma indefinida, los antecedentes podrán referirse no sólo al contrato de
compraventa respectivamente sino aquellos anteriores que está siendo citado a la evicción.

Se requiere acreditar la calidad de vendedor objeto de evicción para poder citarle al juicio.

2. Concedida por el tribunal la citación a evicción, el juicio se paraliza por el término de 10


días más el aumento de la tabla de emplazamiento.

3. Practicada la notificación al vendedor, dispone éste del término de emplazamiento para


contestar la demanda.

4. Actitudes del vendedor:

A) No comparece
En este caso, vencido el término para contestar, el juicio continuará y el vendedor citado a
evicción se hará responsable de la evicción para el caso que ésta se produzca, salvo que
se haya acogido la demanda del tercero por no haber opuesto el comprador excepciones
personales suyas, como la prescripción adquisitiva, esto es, excepciones que solo el
comprador podía oponer.

B) Comparece

Se defienda: Se sigue el juicio con él como demandado, asumiendo el comprador la calidad


de tercero coadyuvante, esto es reconociendo el comprador un interés procesal
convergente con el demandado y vendedor.
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• Si la demanda es rechaza, sólo su obligación ha cumplido. rechaza la acción
reivindicatoria, por lo tanto, la cosa no es evicta, y consecuentemente el vendedor
no está obligado a indemnizar al comprador, a menos que la demanda fuese
imputable ha hecho o culpa del vendedor. Art. 1855
• Si la demanda es acogida se produce la evicción y deberá indemnizar salvo que la
demanda se haya acogido por no haber opuesto el comprador alguna excepción
personal suya.

Que no se defienda; se allana


En este caso, el vendedor advierte que la demanda tiene fundamento y considera inútil
defenderse.

Frente a este allanamiento el comprador puede asumir dos actitudes:

i. Acepta el allanamiento. En este caso la cosa es evicta, y el vendedor tendrá que


indemnizar al comprador.

ii. El comprador no acepta el allanamiento. En este caso, el juicio se sigue entre el


tercero demandante y el comprador demandado. Si el tercero gana el juicio y la
cosa es evicta, el vendedor tendrá que indemnizar al comprador con excepción de
los siguientes rubros:
 Los frutos percibidos durante la secuela del juicio
 Las costas judiciales en que hubiere incurrido el comprador defendiéndose.
(Art. 1845)

viii. Obligación de indemnizar.

Cuando el vendedor no cumple con su obligación de defensa o habiendo cumplido, no logra evitar
que la evicción se produzca esta obligación de defensa inicial se transforma en la obligación de
indemnizar al comprador por la evicción producida.
Cuando cumplió con su obligación, no está obligado a reparar los daños al comprador la
interposición de la demanda en su contra, sino en cuanto dicha demanda fuere imputable a su
hecho o culpa.
INDEMNIZACIONES.

Esta obligación de indemnizar a que se transforma la obligación de defensa judicial adquiere


diferente alcance y dimensión dependiendo si la evicción es total o parcial.

SI LA EVICCIÓN ES TOTAL.
Por ejemplo: cuando el tercero a través de una acción reivindicatoria reconozca la calidad
de propietario de la cosa y sea entonces reivindicada de manos del comprador, la
obligación de indemnizar del vendedor comprende:

1. La restitución del precio a que el comprador se vio obligado a pagar a virtud del
contrato.
Ahora bien, si la cosa vale menos por deterioros de que el comprador se ha aprovechado,
entonces, el vendedor tendrá derecho a la rebaja del precio.

2. El pago de las costas, solo en cuanto el comprador las haya pagado. Por ejemplo:
los gastos de notaría, gastos de inscripción que pueden llegar a ser cuantioso en relación
al previo de venta del inmueble.
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3. El pago de los frutos.
Se refiere aquellos que el comprador hubiere sido obligado a restituir al dueño según las
reglas de las prestaciones mutuas, particularmente si es considerado poseedor de mala fe,
no debe aquellos posteriores, el vendedor, a su allanamiento a la evicción y percibidos
durante el juicio, por el comprador que se empeño en continuarlo.

4. El pago de las costas del juicio que el comprador hubiere sufrido a consecuencia y
con motivo de la demanda intentada por el tercero. Nuevamente se excluyen de estas
cosas aquellas causadas con posterioridad al allanamiento que el vendedor hizo de la
evicción. Si el vendedor se ha allanado a la demanda no es obligado al pago de las costas
que haya sufrido el comprador en razón de su decisión de continuar el juicio.

5. Pago del aumento del valor de la cosa.


La indemnización puede llegar a comprender el pago al comprador del aumento del valor
de la cosa, si el aumento del valor de la cosa, se produjo estando ella en poder del
comprador por causas naturales o por el mero transcurso del tiempo.
El vendedor de buena fe es obligado al pago de este aumento hasta la cuarta parte del
precio.

El vendedor de mala fe es obligado al pago del total del aumento. Si el aumento del valor
4
de la cosa que ha sufrido, estando en el poder del comprador se ha debido a mejoras , el
vendedor de buena fe es obligado a rembolsar al comprador aquellas mejoras necesarias
y útiles que haya hecho el comprador y que no hayan sido abonadas por el tercero que
obtuvo sentencia favorable.

El vendedor de mala fe es obligado a reembolsar al comprador todas las mejoras


necesarias, útiles y voluptuarias que no hayan sido abonadas por el tercero.

SI LA EVICCIÓN ES PARCIAL.
Naturalmente que el alcance y dimensión va depender de la magnitud de la evicción:

1. Si la evicción es de tal magnitud que haría presumir que el comprador no habría


comprado:

En este caso, el comprador tiene derecho por una parte a la rescisión del contrato.
Si ejerce este derecho, el comprador debe restituir al vendedor la parte de la cosa vendida
no evicta, considerándose como poseedor de buena fe al comprador.

Por su parte, el vendedor frente la rescisión del contrato que ha optado el comprador, debe
restituir el precio y abonar los frutos que el comprador se vio obligado a pagar por la parte
evicta.

Si el comprador no opta por la rescisión del contrato, tendrá lugar el saneamiento de la


evicción, caso en el cual el comprador mantendrá la parte de la cosa no evicta y se
aplicarán las reglas de evicción ya vista.

2. Si la magnitud de la evicción no es tal, que haría presumir que el comprador no hubiese


comprado
Se aplican las reglas de evicción sobre la parte evicta. En ese caso, entonces nuevamente
el comprador retiene para si de la parte cosa no evicta y respecto de la parte no evicta se
aplican las reglas de saneamiento ya vistas.

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ix. Extinción de la acción de saneamiento de la evicción.

1. Renuncia.
2. Prescripción.
3. Casos en que la ley así lo dispone.

1. Renuncia.

Cesa la obligación de restituir el precio si el comprador compro la cosa a sabiendas de que era
ajena o si al comprarla tomo sobre sí expresamente el riesgo de evicción especificándolo.

Reglas de la renuncia
a) Si el vendedor conoce la causa de evicción es un vendedor de mala fe, de manera
que el pacto en que se exime al comprador es nulo.
b) Si el vendedor no conoce la causa de evicción, es un vendedor de buena fe, pero
de todas formas el vendedor debe restituir el precio.

Porque de lo contrario habría un enriquecimiento injustificado.

2. Prescripción.

A. Tratándose de la obligación del vendedor de defender al comprador, esta es


imprescriptible, en el sentido que en cualquier momento en que un tercero reclame derecho
sobre la cosa comprada, el comprador podrá hacer exigible esta obligación, y el vendedor
citado de evicción debe defender al comprador. Lo que ocurre es que mientras el comprador
no sea demandado, esta obligación no es exigible.

B. Tratándose de la obligación de indemnizar, esta es prescriptible, pero hay que distinguir:


i. La regla general es que el plazo es de 4 años contados desde la fecha de la
sentencia de evicción o desde la restitución si esta no hubiere llega a
pronunciar.
ii. Tratándose de la restitución del precio, prescribo de acuerdo a las reglas
generales, 5 años.

Si el comprador ha sufrido otros perjuicios y quieren que sean indemnizados, ¿en qué plazo
prescribe la acción indemnizatoria?

 Algunos autores señalan que prescriben de acuerdo a las reglas generales.


 Otros autores que señalan que prescribe en 4 años porque es una acción accesoria, y
en consecuencia prescribe junto con la acción indemnizatoria para reclamar los
perjuicios señalados por la ley.

3. Por disposición de la ley.

a) Casos de extinción total:

i. Si el comprador y el tercero demandante decidieren someterse al juicio de árbitros


sin el consentimiento del vendedor, y los árbitros fallaren contra el comprador.

ii. Si el comprador por culpa suya ha perdido la posesión de la cosa y como


consecuencia de ello se siguió la evicción. Por ejemplo: cuando el tercero
adquiere la posesión de la cosa y luego se hace dueño por prescripción.
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iii. Si el comprador omite citar de evicción al vendedor.

iv. Si el comprador cita de evicción al vendedor, este no comparece y el comprador


omite oponer una excepción personal suya y como consecuencia de ello, se
sigue la evicción.

b) Casos de extinción parcial:

i. Tratándose de las ventas forzadas. En este caso el vendedor solo está obligado a
reembolsar el precio que haya producido la venta, pero la indemnización no
cubre los demás rubros.

ii. Si el comprador cita de evicción al vendedor, este comparece, se allana y el


comprador rechaza el allanamiento. Si se produce la evicción el vendedor
debe indemnizar con excepción de las costas judiciales en que haya incurrido
el comprador defendiéndose y los frutos percibidos durante la secuela del
juicio.

F.- Saneamiento por vicios redhibitorios.

i. Aspectos previos

A virtud de ella, el vendedor puede ser obligado a responder por los defectos ocultos de la cosa, a
virtud de haber incumplido su obligación derivada del contrato de compraventa consistente en la de
procurar al comprador la posesión útil de la cosa vendida.

ii. Concepto de vicios redhibitorios


El Código no los define.

Son aquellos de que adolece la cosa comprada al momento del contrato, que ignorado por el
comprador hace que dicha cosa no pueda ser usada conforme a su naturaleza, o bien, si lo
permite, solo presta un servicio imperfecto

Son aquellos que hacen que la cosa sea inútil o que aminoran su utilidad habida consideración a
los servicios a que naturalmente está llamada a cumplir la cosa.

iii. Concepto de acción redhibitoria

Es aquella, de que goza el comprador destinada a obtener que el contrato de compraventa se


rescinda o deje sin efecto, o que se rebaje proporcionalmente el precio de la cosa, precisamente
por vicios ocultos que presenta ésta, cualquiera sea su naturaleza: mueble o inmueble.
iv. Requisitos de los vicios redhibitorios

1. COETÁNEO A LA VENTA
Dice relación con que el vicio o defecto debe existir o haber existido al tiempo del contrato.
Para estos efectos, basta que el vicio o defecto haya existido en germen al tiempo del
contrato, aún cuando, se haya manifestado con posterioridad

2. GRAVES
Dice relación con la necesidad de que a virtud de estos defectos o vicios, la cosa no sirva
para su uso natural o sólo sirva imperfectamente, de forma tal que haga presumir que el

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comprador conociéndolos no hubiese comprado la cosa o lo hubiese hecho a menor
precio.

3. OCULTOS.
Es preciso que el vicio o defecto no haya sido manifestado por el vendedor, ni ignorando
por el comprador sin su grave negligencia o que el comprador no haya podido fácilmente
advertirlo en razón de su profesión u oficio.

OBS.: Nada impide a las partes, otorgar o conferir el carácter de redhibitorio, aquellos
vicios o defectos que naturalmente no reúnan estas condiciones.

v. Efectos de los vicios redhibitorios.

La ley concede 3 acciones al comprador.

a) Acción redhibitoria: es aquella que tiene por objeto que se declare la resolución del
contrato de compraventa. En consecuencia, en cuanto a su naturaleza jurídica, es una
acción resolutoria.

b) Acción quatiminoris: es aquella que tiene por objeto obtener una disminución el precio. En
este caso el contrato de compraventa subsiste, solo que el comprador deberá pagar un
menor precio, o si lo había pagado íntegramente, podrá solicitar la restitución del exceso.

c) Acción indemnizatoria: solo procede cuando el vendedor conocía los vicios y no los
declaro, o si por su profesión u oficio debía conocerlos. Con todo no procede la acción
indemnizatoria, si el vendedor no conocía los vicios y también si no debía conocerlos, en
razón de su profesión u oficio.

vi. Casos de excepción.

 En casos excepcionales, cuando los vicios o defectos no reúnan la calidad necesaria de


gravedad, sólo podrá pedir rebaja proporcional del precio, limitándose en este caso por
parte del comprador los derechos que emanan de la acción redhibitoria; pero si el
vendedor conocía de los vicios o debía conocer de ellos en razón de su profesión u oficio
debe además indemnización de perjuicios, evento en el cual entonces los derechos del
acreedor y que derivan de la acción redhibitoria no se restringen o se constriñen, sino que
se amplían a la indemnización de perjuicios.

 Si la cosa perece después de perfeccionado el contrato, aún cuando haya perecido en


poder del comprador y por su hecho o culpa no pierde por ello, el derecho el comprador ha
obtener la rebaja proporcional del precio que derive de un vicio o defecto redhibitorio, pero
naturalmente que, producido el perecimiento de la cosa, no puede el comprador obtener el
contrato se rescinda.

 Si la cosa ha perecido por un defecto inherente a ella, nuevamente nace la opción del
acreedor, ya en orden a pedir la rescisión del contrato o la rebaja proporcional del precio
en ambos casos de indemnización siempre que el vendedor este de mala fe en razón de
su profesión u oficio.

 Si el objeto vendido consta de varias cosas, sólo habrá lugar a la acción redhibitoria por la
cosa viciosa y no por el conjunto, salvo que aparezca que no se habría comprado esa
cosa, sin el conjunto.

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vii. Extinción de la obligación por vicios redhibitorios.

1. LA RENUNCIA.

Siendo la obligación de saneamiento una obligación de la naturaleza del contrato, las partes
pueden excluirla, pero para que este pacto de irresponsabilidad sea valido el vendedor debe
estar de buena fe, es decir, debe ignorar la existencia de los vicios. Solo en tal caso, el
vendedor quedara liberado de responsabilidad.

Se entiende que está de mala fe si conocía de los vicios o debía conocer de ellos en razón de
su profesión u oficio y no los dio a conocer al comprador.

Si se ha renunciado a la acción redhibitoria y el vendedor conocía de sus vicios o debía


conocer, deberá no obstante sanear estos vicios, pero sólo de aquellos que tuvo conocimiento
el vendedor, y que dio noticia al comprador.

2. PRESCRIPCIÓN.

a) Acción redhibitoria

i. Si se trata de una cosa mueble el plazo es de 6 meses.


ii. Tratándose de un inmueble, el plazo es de 1 año.

Sin perjuicio de reglas especiales, que establece los artículo 18 y 19 ley general de urbanismo
y construcción por vicios en la construcción, acción que prescribe al término de 5 años.

Observaciones
 El código señala que estos plazos pueden ampliarse o restringirse por disposiciones
especiales, o por la voluntad de las partes, esto es excepcional, ya que lo normal, es
que sea la ley la que establezca los plazos de prescripción.

 Estos plazos se cuentan desde la entrega real. Se entiende por entrega real la
entrega física, porque solo a partir de ese momento el comprador estará en
condiciones de darse cuenta de la existencia de estos vicios.

 Estos plazos de prescripción son muy breves, es por esta razón, que el art. 1867
señala que prescrita la acción redhibitoria todavía podrá reclamarse la acción
quantiminoris y la acción indemnizatoria.

b) Acción quantiminoris:
a) Tratándose de bienes muebles prescribe en 18 meses.
b) Tratándose de inmuebles prescribe en 1 año.

El plazo se cuenta desde la entrega real.

Observaciones

Puede ser que se compre una cosa para mandarla a un lugar distante, en ese caso la acción
quantiminoris prescribe en 1 año contados desde la entrega al consignatario, más el término
de emplazamiento. Con todo, esta regla solo se aplicará si el comprador en el tiempo

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intermedio entre el contrato y el envío, ha podido ignorar el vicio de la cosa sin negligencia de
su parte.

c) Acción indemnizatoria

La ley no señala un plazo especial de prescripción, y en doctrina encontramos 2 opiniones:

1. Algunos autores señalan que a falta de norma especial se aplican las normas
generales en materia de prescripción.
2. Otros señalan que la acción indemnizatoria prescribe junto con la acción a que
accede.
Argumentan señalando que el art. 1867 al referirse a la acción indemnizatoria señala
según las reglas precedentes, y dentro de esas reglas precedentes esta el art. 1866
que establece el plazo de prescripción de la acción redhibitoria.

3. VENTA FORZADA: La regla general, es que la obligación de saneamiento de los vicios


redhibitorios no procede en las ventas forzadas, a menos que el vendedor no haya podido
desconocer la existencia del vicio y no lo haya declarado al comprador. (Se produce la
extinción en los mismos términos del seneamiento de la evicción 1865)

4. Si la cosa vendida se compone de varias cosas, por ejemplo se vende ganado, solo
procede la acción redhibitoria en relación a la cosa viciosa y no respecto de las demás cosas,
menos que sea de presumir que no se hubiese comprado el conjunto sin la cosa viciosa.

2.- LAS OBLIGACIONES DEL COMPRADOR.

2.1. OBLIGACIÓN DE PAGAR EL PRECIO

En lo que se refiere a la obligación de pagar el precio, sabemos que es una obligación de la


esencia, debe cumplirse en dinero, y está integrada dentro del concepto de compraventa.

A. Concepto de precio

Es el dinero que el comprador da por la cosa vendida. Art. 1893.

B. Lugar y momento del pago (art. 1872)

El cumplimiento de esta obligación se rige por las reglas generales relativas al pago.

i. Debe estarse primeramente al lugar estipulado por las partes. ii. A falta de estipulación
debe cumplirse en el lugar que deba efectuarse la entrega de la cosa.

A partir de esto se entiende que si las partes nada han dicho en relación al momento en
que se debe pagar el precio, pero estipularon un plazo para la entrega de la cosa,
automáticamente ese mismo plazo rige para el pago del precio.

El art. 1872 plantea que el precio debe pagarse al momento de la entrega, es decir, ambas
obligaciones deben cumplirse simultáneamente, pero ¿Cuál de ellas debe cumplirse
primero?

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Los autores señalan que primero debe cumplirse con la obligación de entregar la cosa, por
las siguientes razones:

a) El código al definir la compraventa en el art. 1793, parte señalando que una de las
partes se entrega a dar una cosa. Esta redacción no sería accidental, sino que la
intención del legislador es que primero se cumpla con esta obligación del vendedor
de entregar la cosa.

b) A propósito de la obligación de entregar la cosa el art. 1826 señala que el vendedor


debe entregar la cosa inmediatamente después de perfeccionado el contrato, es
decir, no se le concede ni el más mínimo tiempo de espera. En cambio, tratándose
de la obligación del comprador de pagar el precio, no existe una regla similar.

C. Retención del precio

El comprador puede excusarse de pagar el precio si fue turbado en la posesión de la cosa o


si prueba que existe en su contra una acción real de la cual el vendedor no le ha dado
noticia, antes del perfeccionamiento del contrato.

En ese caso puede hacerse autorizar por el juez para depositar el precio hasta que el
vendedor haga cesar la turbación o afiance las resultas del juicio. En este caso el
comprador puede solicitar al juez que sea designado el mismo como depositario, con las
responsabilidades que ello implica.

Naturaleza jurídica de este deposito


1. Algunos autores señalan que se trata del pago.
2. La mayoría sostiene que no puede tratarse del pago porque no hay ninguna
disposición que así lo establezca, por el contrario, este depósito tiene por objeto
suspender el pago como un mecanismo de protección para el comprador.

D. Acciones que nacen para el vendedor en caso de no pagarse el precio

Según el art. 1873 si el comprador ha sido constituido en mora, el vendedor puede exigir:
1. El precio, o sea, ejercer la acción de cumplimiento más la indemnización de
perjuicios.
2. La resolución, es decir, ejercer la acción resolutoria más la indemnización de
perjuicios.

Como el art. 1873 exige constitución en mora el vendedor tiene que haber entregado la
cosa, estar llano a entregarla, tener una condición suspensiva pendiente o un plazo
suspensivo pendiente.
Fuera de estos casos, si el vendedor no ha entregado la cosa, el comprador no estará
constituido en mora. Ello en virtud de la excepción de contrato no cumplido.

E. Efectos de la resolución por no pago del precio

En principio hay que aplicar las reglas generales, con las modificaciones que establece la
ley a propósito de la compraventa. Para estos efectos hay que distinguir lo que ocurre entre
las partes, de lo que ocurre respecto de terceros.

1. Efectos entre las partes

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a) Derechos del vendedor

i. Derecho a que se le restituya la cosa

ii. Si se hubieren estipulado arras, tiene derecho a retenerlas o a exigirlas


dobladas.

iii. Tiene derecho a que se le restituyan los frutos, ya sea, todos los frutos si
ninguna parte del precio se hubiere pagado o en el caso de pago parcial en
proporción a la parte no pagada.

iv. Tiene derecho a que se le abonen los deterioros que hubiere


experimentado la cosa. Y para esos efectos el comprador será considerado
como poseedor de mala fe, a menos, que pruebe haber sufrido una
disminución en su fortuna sin culpa de su parte, de manera que le haya
sido imposible cumplir lo pactado.
v. Tiene derecho a que se le indemnicen los perjuicios que pudo haber sufrido
con ocasión del incumplimiento.

b) Derechos del comprador

i. Tiene derecho a que se le restituya la parte del precio que hubiere pagado
en caso de haber existido un pago parcial.

ii. Tiene derecho a que se le abonen las mejoras que hubiere hecho sobre la
cosa, pero para estos efectos será considerado como un poseedor de mala
fe, a menos que pruebe que ha sufrido una disminución en su fortuna sin
culpa de su parte, de manera que le ha sido imposible cumplir con los
prometido. En este caso el poseedor de mala fe tiene derecho a las
mejoras necesarias y a las voluptuarias siempre que no dañen las cosas.
2. Efectos respecto de terceros

El art. 1876 inc. 1º se remite a las reglas generales de los arts. 1490 y 1491.

1. Si se trata de una cosa mueble la resolución solo afecta a los terceros de mala fe,
es decir, los que conocían la existencia de la condición resolutoria.

2. Si se trata de un inmueble la resolución solo afecta a terceros, cuando la condición


resolutoria constaba en el título respectivo inscrito u otorgado por escritura pública.

Observación
El inc. 2º del art. 1876 señala que si en la escritura de venta se deja constancia que el
precio se ha pagado íntegramente no se admitirá prueba alguna en contrario, salvo la
nulidad o la falsificación de la escritura, y solo en virtud de esta prueba habrá acción contra
terceros poseedores.

Problema
Si en la escritura de venta se señala que el precio se pago íntegramente, pero en realidad
ello no ocurrió. ¿Puede el vendedor demandar la resolución del contrato por no haberse
pagado el precio?

1. Si la cosa se encuentra en poder del comprador

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a) Alessandri sostiene que el vendedor no puede demandar la resolución porque
el art. 1876 inc. 2º exige la prueba de la nulidad o falsificación de la escritura, y
al no distinguir entre las partes y terceros se entiende que esa exigencia es
aplicable a todos.

b) Meza Barros y Pescio, señalan que el vendedor si puede demandar la


resolución de la compraventa por no pago del precio.
Argumentos
 El tenor literal del art. 1876 inc. 2º que se refiere a la exigencia de
la prueba de la nulidad o falsificación de la escritura para que haya
acción en contra de terceros. Si la acción se dirige en contra del
comprador no es aplicable dicha exigencia.

 Es razonable que si se trata de afectar a terceros la ley exija que se


pruebe la nulidad o falsificación de la escritura, porque los terceros
solo conocen la voluntad declarada y que consta en la escritura de
venta, pero las partes conocen la realidad tal cual es, por lo tanto, si
saben que no se ha pagado el precio resulta ser excesivo que se
exija la prueba de la nulidad o falsificación de la escritura.

2. Si el comprador ha enajenado la cosa: En este caso el vendedor va a ejercer la


acción en contra del tercero e indiscutidamente no puede demandar la resolución
por no pago del precio, sino que va a tener que alegar la nulidad o la falsificación
de la escritura.

F. Pacto de reserva de dominio

Se trata de una clausula que se incorpora al contrato de compraventa, en cuya virtud las
partes estipulan que el vendedor se reserva el dominio no obstante procederse a la
tradición hasta que el comprador pague el precio, o hasta que se cumpla una condición.

En el derecho comparado, esta clausula es bastante habitual ya que opera como una
verdadera garantía para el vendedor, quien sabe que seguirá siendo el dueño aunque haya
operado la tradición mientras el comprador no pague el total del precio.

El problema en nuestro país es que existen dos disposiciones contradictorias art. 680 inc. 2º
ubicado a propósito de la tradición y art. 1874 ubicado a propósito de la compraventa.

1. El art. 680 inc. 2º reconoce plena eficacia a este pacto. El efecto aparece como una
excepción a la regla general según la cual verificada la entrega por el vendedor se
transfiere el dominio aunque no se haya pagado el precio, a menos que las partes
hayan estipulado este pacto de reserva del dominio.

2. El art. 1874 señala que el único efecto que produce este pacto es la demanda
alternativa señalada en el artículo anterior, esto es, que si el comprador ha sido
constituido en mora el vendedor podrá demandar el cumplimiento o la resolución
del contrato y en ambos casos con indemnización de perjuicios.

Los autores señalan que a partir del tenor literal del art. 1874 se desprende que esta
disposición no reconoce eficacia al pacto de reserva del dominio. Es decir, no obstante
haberse estipulado el vendedor deja de ser el dueño al momento de verificarse la tradición.

Razones
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a) Si el vendedor fuese el dueño contaría con la acción reivindicatoria, pero el art,
1874 no menciona a esta acción, lo que permite afirmar que el vendedor ya no
es el dueño.
b) El art. 1873 es muy similar al art. 1489 con la diferencia que en el art. 1873 se
exige que el comprador este constituido en mora.

Si esto es así, significa que el vendedor ya cumplió con su obligación de dar, lo que
equivale sostener que ya transfirió el dominio. No obstante la existencia de este pacto.

Como se soluciona esta contradicción


La jurisprudencia ha señalado que cabe aplicar el principio de especialidad. En este
sentido, el art. 1874 seria especial frente al art. 680. En efecto el art. 680 está ubicado a
propósito de la tradición, de manera que será de aplicación general cuando se invoque
cualquier titulo traslaticio de dominio, como la donación, el mutuo, el cuasiusufructo y el
aporte en dominio a una sociedad. Pero si el titulo es la compraventa aplicamos el art.
1874.

Critica a esta solución


Los autores señalan que no es posible aplicar el principio de especialidad, porque si se
observa el art. 680 este se refiere al vendedor, cosa vendida y precio, por lo tanto, solo
resulta aplicable a la compraventa. Frente a esto se afirma que habría que hacer una
interpretación derogatoria. Es decir, frente a dos normas contradictorias que tienen la
misma jerarquía, el mismo grado de especialidad y que fueron dictadas en el mismo
momento, se derogan recíprocamente. En consecuencia, se configura un vacío legal, hay
que proceder a integrar, pero el problema es que existen dos principios contradictorios en
este caso y que resultan aplicables, que son, la autonomía privada y la libre circulación de
los bienes. De esta manera, el problema aun no ha podido ser resuelto.

2.2. RECIBIR LA COSA

Manifestación o expresión de aquella obligación general que asiste a todo acreedor en


orden a recibir el pago. En este caso, la obligación de dar integrada dentro de la
compraventa, donde el comprador es el acreedor.

En lo que se refiere a la obligación de recibir la cosa, ella consiste fundamentalmente en


hacerse cargo de ella, tomando posesión de la misma, como obligación correlativa a la
obligación del vendedor de entregar al comprador la posesión útil y tranquila de la cosa

La forma que el comprador toma posesión de la cosa vendida dependerá naturalmente de


su naturaleza y de acuerdo a las reglas de adquisición, conservación y pérdida de la
posesión.

Efectos de la mora del comprador de recibir la cosa:

Según el art. 1827 si el comprador se constituye en mora de recibir:


1. Debe indemnizar al comprador de los gastos en que este haya incurrido.
2. El vendedor queda descargado de la obligación de cuidar la cosa y solo será
responsable de dolo o culpa grave.

Sin perjuicio de lo anterior, junto con la mora del comprador de recibir la cosa, el vendedor
podrá pedir: o el cumplimiento o la resolución del contrato y en ambos casos con la

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indemnización correspondiente, de suerte que la obligación de tomar la posesión de la cosa
vendida por parte del comprador es una obligación que deriva del contrato y que su
incumplimiento produce el efecto análogo y previsto en el artículo 1489, y que a propósito
de la compraventa está establecido en el ya citado artículo 1827.

VIII. PACTOS ACCESORIOS EN LA COMPRAVENTA.

La compraventa como contrato patrimonial es susceptible de modalidades de acuerdo a las reglas


generales a virtud de las cuales las partes pueden introducir en la compraventa los elementos
accidentales que convengan.

A propósito de la compraventa, el Código Civil reglamenta 3 pactos accesorios:


1. El pacto comisorio.
2. El pacto de retroventa.
3. El pacto de retracto.

1. PACTO COMISORIO.

A. CONCEPTO

Es la condición resolutoria expresamente convenida por las partes de no pagarse el precio


convenido.

B. REGULACION
Artículos 1877 y siguientes del CC, a propósito de la obligación de pagar el precio dentro
de la compraventa.

C. CLASIFICACION

A. Pacto comisorio simple


B. Pacto comisorio calificado.

Observación: Aunque en la generalidad de los autores admite este tipo de pactos dentro de
la compraventa y a propósito de una obligación distinta de pagar el precio, y aún fuera de
la compraventa a virtud del principio de la autonomía de la voluntad, no es menos cierto,
que dicha aplicabilidad general trae más de alguna discusión doctrinal, particularmente y
especialmente a propósito de la aplicabilidad del artículo 1879 a los pactos comisorios
calificados que se convengan en otros contratos distintos de la compraventa, incluso
dentro de esta pero apropósito de una obligación distinta de la de pagar el precio.

2. EL PACTO DE RETROVENTA.

A. REGLAMENTACIÓN

Arts. 1881 a 1885

B. CONCEPTO

Es aquel en el que el vendedor se reserva la facultad de recobrar la cosa vendida,


reembolsando al comprador una suma de dinero que se estipula o a falta de estipulación,
el precio que se haya pagado por la cosa.

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Comentarios
Los autores señalan que debiera llamarse pacto de retro compra, porque lo determinante
según el art. 1881 es la facultad de recobrar la cosa vendida.

C. NATURALEZA JURÍDICA

En doctrina encontramos diversas opiniones:

a. Para algunos se trata de una promesa de compraventa en la que el


comprador asume el rol de promitente vendedor y el vendedor asume el rol de
promitente comprador.

Esta teoría ha sido criticada porque si fuese una promesa, debiera cumplir con
todos los requisitos del art. 1554, y resulta que el código no exige tales requisitos.

b. Otros señalan que se trata de una obligación más que asume el


comprador, tener que restituir la cosa al vendedor si este desea recobrarla.

c. La mayoría de los autores señala que se trata de una condición resolutoria.


En este caso las partes han acordado que si el vendedor decide recobrar la cosa,
se cumple la condición resolutoria, y por esa razón queda sin efecto el contrato de
compraventa primitivo. En consecuencia se trata de una condición resolutoria
ordinaria cuyo cumplimiento depende de la voluntad del vendedor.

Argumentos

i. El tenor literal del art. 1881 que al referirse a este pacto señala que lo
fundamental es que el vendedor se reserva la facultad de recobrar la cosa vendida,
y por lo tanto, no se trata de celebrar otro contrato, ni de adquirirla en virtud de otro
contrato.

ii. El tenor literal del art. 1882 que al reglamentar los efectos de este pacto
respecto de terceros, se remite a los arts. 1490 y 1491 que a su turno reglamentan
la resolución respecto de terceros.

Observación:

El pacto de retroventa importa la condición resolutoria. El hecho futuro e incierto del cual
depende la resolución del contrato de compraventa es la opción ejercida por el vendedor
en orden a recobrar la cosa vendida. Desde este punto de vista, se trata de una condición
meramente potestativa pues consiste en un hecho voluntario del propio vendedor, a la luz
del art 1478 pudiese resultar dudosa su legalidad.

La diferencia a aquellas condiciones que se refiere el art 1478 que son las que depende de
la mera y sola voluntad de la persona que se obliga radica quizás en la circunstancia de
que algún interés puede resultar no solo para el vendedor si no para el comprador el hecho
de hacer efectiva esta facultad de recobrar la cosa vendida si se considera que el vendedor
en el ejercicio de este derecho debe a lo menos restituir el precio pagado o la suma
estipulada.

D. UTILIDAD DE ESTE PACTO

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1. Es un medio eficaz para que una persona pueda hacerse de dinero sin
desprenderse definitivamente de una cosa.

2. Opera como caución, ya que si el vendedor necesita dinero vende un bien y lo


sujeta a un pacto de retroventa, el comprador tiene la seguridad de que va a obtener la
suma estipulada de manera que si ello no ocurre tiene el dominio de la cosa vendida.

E. INCONVENIENTES DE ESTE PACTO

Puede prestarse para la usura.


Por ejemplo, si la suma que fijan las partes para que proceda la recuperación de la cosa es
muy superior que se pago.

F. REQUISITOS

1. Debe celebrarse en el mismo contrato de compraventa.


El código no lo dice expresamente, pero se desprende del art. 1881 al señalar que
el vendedor se reserva la facultad de recuperar la cosa vendida. De manera que si
se pacta con posterioridad estaríamos frente a una promesa de compraventa.

2. El vendedor debe reservarse la facultad de recobrar la cosa vendida, y


simultáneamente el comprador debe obligarse a restituir la cosa si el vendedor
llega a ejercer su derecho.

3. Debe fijarse un plazo para que el vendedor ejerza su derecho. Si las partes
nada dicen el art. 1885 señala un plazo máximo de 4 años contados desde la fecha
del contrato.

G. FACULTADES PARA EJERCER LA ACCIÓN QUE NACE DEL PACTO DE


RETROVENTA

1. El vendedor debe ejercer su derecho judicialmente, si el comprador se


resiste a restituir voluntariamente la cosa.

2. Para estos efectos el vendedor debe hacer una presentación al tribunal


acompañando la suma de dinero estipulada, y a falta de estipulación el precio de la
cosa.
3. La resolución que dicte el tribunal frente a esta presentación debe ser
notificada al comprador de acuerdo con las reglas generales.

4. El vendedor debe ejercer su facultad de forma oportuna dentro del plazo de


4 años, o en el plazo inferior estipulado al efecto

5. El comprador tiene derecho a que se le dé noticia anticipada del ejercicio


de este derecho por parte del vendedor.
Este plazo no será inferior a 15 días tratándose de cosas muebles ni de 6 meses
tratándose de inmuebles.

6. Estas reglas se modifican si la cosa produce frutos de tiempo en tiempo y a


consecuencia de trabajos o inversiones preparatorios caso en el cual la entrega

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tendrá lugar después de percibidos dichos frutos, en los demás casos el comprador
tendrá derecho a los frutos hasta la restitución.

H. EFECTOS DE ESTE PACTO

Efecto propio del contrato de retroventa es que se recobre la cosa vendida por el
vendedor, reembolsando al comprador la cosa estipulada o el precio de venta según sea el
caso previo ejercicio de la facultad frente al comprador.

1. Si el vendedor no ejerce su derecho oportunamente, o en las condiciones


señaladas, se entiende que falla la condición resolutoria, por lo tanto, se consolida el
derecho del comprador.

2. Si el vendedor ejercita oportunamente su derecho. Se entiende que se cumple la


condición resolutoria y en consecuencia hay que distinguir:

a) Situación entre las partes:

i. El vendedor tiene derecho a que el comprador le restituya la cosa


con sus accesiones naturales.

ii. El vendedor tiene derecho a que el comprador le indemnice los


deterioros que ha experimentado la cosa por hecho o culpa del comprador.

iii. El vendedor está obligado a abonar las expensas necesarias.


Tratándose de las útiles y las voluptuarias solo estará obligado a
reembolsarlas si se hubieren hecho con su consentimiento.

Cabe tener presente que el comprador ya recibió la suma estipulada, o en


su defecto el precio, cuando el vendedor ejerció su derecho, ya que al
hacer la presentación al tribunal, debió acompañar esa suma o bien el
precio a falta de estipulación.

b) Efectos respecto de terceros: Según el art. 1882 son aplicables los arts.
1490 y 1491.

Observaciones
1. El derecho que nace del pacto de retroventa es intransferible, pero
es transmisible.

2. Si la cosa es fructífera y solo rinde frutos de tiempo en tiempo y a


consecuencia de trabajos e inversiones preparatorios no podrá pedirse la
restitución, sino después de la próxima percepción de frutos.

La facultad del vendedor de recobrar la cosa vendida es:


A. Transmisible a sus herederos, de consuno si lo hacen dentro del plazo y
cumpliendo los requisitos legales. B. Intransferible.

3. PACTO DE RETRACTO

A. CONCEPTO

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Es aquel en que las partes acuerdan que se resolverá el contrato de compraventa si en un
plazo determinado aparece un nuevo comprador que ofrezca al comprador condiciones
más ventajosas que el comprador primitivo en cuanto al precio.

Observaciones
i. Es de la esencia de este pacto que las partes señalen que la venta se
resolverá si con posterioridad a su celebración aparece otro comprador que mejore
el precio. En consecuencia no se trata de una retractación de la oferta, porque
este pacto opera cuando la compraventa ya se ha perfeccionado.

ii. El nuevo comprador que mejore el precio deberá hacerlo en el pazo que
fijaren las partes, el cual no podrá exceder de 1 año

B. REGULACION

Art 1886 y siguientes y se refieren a otros pactos accesorios.

C. EFECTOS DE ESTE PACTO

i. Si aparece un mejor postor la ley permite al comprador primitivo igualar la


mejor oferta.
ii. Si dentro de ese plazo el comprador hubiese enajenado la cosa el derecho
a guardar la cosa pertenece al tercero adquirente.
iii. Si no se iguala la oferta, se resuelve la condición y se resuelve la
compraventa, aplicándose las mismas reglas que en el pacto de
retroventa.

Observaciones:

1. Tanto respecto de las partes como en relación a los terceros este pacto de
retracto produce los mismos efectos que el pacto de retroventa dentro de los
cuales se incluye las prestaciones mutuas que debe tener lugar y reguladas a
propósito del señalado pacto de retroventa.

2. La simulación de que haya otra persona puede terminar con la nulidad por
vicio de consentimiento ya que cayó en un error que hizo que pagar un precio
mayor del que debía haber pagado.

IX. LA RESCICION POR CAUSA DE LESIÓN ENORME EN LA COMPRAVENTA

1. ASPECTOS PREVIOS

No está consagrada como una sanción de la ineficacia de los actos jurídicos que tenga aplicación
general en nuestro Ordenamiento Jurídico.

En nuestro ordenamiento es doblemente especial porque solo tiene lugar en los casos en que la
ley específicamente la contempla y porque no significa lo mismo para esos casos. Sin perjuicio de
lo anterior, siempre descansa en una misma idea, la falta de equivalencia de las prestaciones
reciprocas de las partes.

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En el derecho alemán es una sanción general por ineficacia de los actos jurídicos y tiene lugar
cuando una de las partes aprovechándose de la ignorancia, del estado de necesidad, de la falta de
educación etc., de la otra parte obtenga prestaciones notoriamente más beneficiosas para ella a
que las que podría obtener en condiciones normales.

Así entendida la lesión enorme se funda ella en el principio de la buena fe contractual que se aplica
durante todo el ITER contractual desde las tratativas preliminares hasta incluso con posterioridad al
cumplimiento del contrato.
2. REGULACION EN LA COMPRAVENTA

Art. 1888 y siguientes del Código Civil.

3. CONCEPTO DE LESIÓN

Es el perjuicio económico que experimenta una de las partes en un contrato oneroso conmutativo
como consecuencia de la desproporción existente entre sus prestaciones.

Cabe tener presente, que no toda desproporción entre las prestaciones de las partes autoriza al
derecho a intervenir. Es por esta razón que el ordenamiento solo reacciona cuando la lesión es
enorme, es decir, cuando esa desproporción excede de los límites permitidos por el legislador.

4. REQUISITOS PARA QUE OPERE LA LESION EN LA COMPRAVENTA

1. Que la venta sea susceptible de recisión por causa de lesión de enorme.


Solo procede en la venta de bienes raíces
i. No procede:
a) En la venta de bienes muebles
b) En la ventas forzadas hechos por la autoridad de la justicia
c) En la venta de las minas

2. Que la lesión sea enorme.

Según el art. 1889 la lesión es enorme:

i. Si el que sufre lesión enorme es el vendedor.


Se entiende que sufre lesión enorme cuando el precio que recibe es inferior a la mitad
del justo precio.
Por ejemplo, justo precio 50 millones de pesos, precio que recibe 20 millones de
pesos.
ii. Tratándose del comprador
Se entiende que sufre lesión enorme cuando el justo precio es inferior a la mitad del
precio que paga. En otras palabras, si el precio que paga excede del doble del justo
precio.
Por ejemplo, Justo precio 50 millones de pesos, precio que paga 120 millones de
pesos.

Observación: El justo precio se mide al tiempo del contrato y lo determina finalmente el


juez de acuerdo a las pruebas que se le presenten.

3. Que la cosa no haya perecido en poder del comprador

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Si no es posible restituir la cosa no puede proceder la rescisión por causa de lesión enorme,
pues habría un enriquecimiento injustificado.

4. Que el comprador no haya enajenado la cosa.

Esta es una excepción a las reglas generales en materia de nulidad, ya que por regla general
la nulidad judicialmente declarada da acción reivindicatoria contra todos los terceros
poseedores sin importar si están de buena o de mala fe, pero en este caso, no hay acción
reivindicatoria contra terceros poseedores.

Excepcionalmente va a haber acción cuando el comprador ha enajenado la cosa, y ello ocurre


si el comprador enajeno la cosa a un mayor precio que aquel que hubiere pagado. En tal caso,
se puede perseguir al comprador pero solo por el exceso hasta concurrencia el justo precio con
deducción de una decima parte.

Por ejemplo, justo precio 50 millones de pesos, vendedor recibe 20 millones de pesos, hay
lesión enorme. Si el comprador enajena la cosa por 40 millones de pesos, hay un exceso de 20
millones de pesos que el vendedor puede perseguir, pero la ley establece un límite para que el
vendedor pueda perseguir el exceso que es el justo precio deducido en un decima parte. En
nuestro ejemplo el límite es de 45 millones de pesos. Si el comprador ha vendido la cosa en
120 millones de pesos e, el exceso es de 100 millones, pero en este caso el vendedor no
puede perseguir los 100 millones porque excede el límite establecido por el legislador. De
manera que solo podrá perseguir los 45 millones de pesos.
5. Que la acción no se encuentre prescrita.

- El plazo es de 4 años desde la fecha del contrato.


- No se suspende y corre en consecuencia contra toda clase de persona.
- La lesión produce la nulidad relativa pero no es renunciable, la alegaran aquellos en
cuyo beneficio la han establecido las leyes.

5. EFECTOS DE LA RECISIÓN POR CAUSA DE LESIÓN ENORME

I. Efectos entre las partes


1. El comprador debe restituir la cosa con sus frutos al vendedor.
2. El vendedor debe restituir el precio con sus intereses al comprador.

Cabe tener presente que tanto frutos como intereses, solo se deben desde la notificación
de la demanda de recisión por causa de lesión enorme.

Se diferencia de la nulidad ya que ella produce efecto retroactivo aquí los frutos se deben
desde la notificación de la demanda.

Art. 1890 inc. 2º.

Observación
El vendedor no puede demandar que se le indemnicen los deterioros que hubiere
experimentado la cosa a menos que el comprador se hubiere aprovechado de ellos.

II. Efectos respecto de terceros


Art. 1893 inc. 2º
No hay recisión de la cosa por causa de lesión enorme.

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En principio no hay terceros cuando se demanda la recisión por causa de lesión enorme,
ya que uno de los requisitos para que proceda la acción rescisoria es que el comprador no
haya enajenado la cosa.

Sin embargo, puede ocurrir que el comprador haya constituido algún derecho real sobre la
cosa vendida, y en este caso si va a haber terceros, que van a ser los titulares de esos
derechos reales. En tal caso, el art. 1895 señala que el comprador debe purificar la cosa
de toda hipoteca o gravámenes que haya constituido sobre la cosa.

La ley no señala la forma en que debe purificarla, y habría que entender que hay que
examinar cada caso, por ejemplo si se trata de una hipoteca el comprador deberá cumplir
la obligación principal para que se extinga la hipoteca.

6. DERECHOS DEL DEMANDADO

En virtud del principio de la conservación de los contratos, no obstante que se haya declarado la
recisión por causa de lesión enorme, el demandado tiene el derecho de hacer subsistir el contrato,
restableciendo el equilibrio entre las prestaciones de las partes.

1. Si el lesionado es el vendedor el comprador puede consentir en la nulidad o completar el


justo precio con deducción de una décima parte.

Por ejemplo, justo precio 50 millones de pesos, vendedor recibe 20 millones de pesos, se
declara la nulidad del contrato.
El comprador demandado puede consentir en la nulidad o hacer subsistir el contrato
completando lo que falte hasta alcanzar el justo precio pero con deducción de una décima
parte.

Es decir, al justo precio se le deduce una décima parte, quedan 45 millones de pesos.
Como el comprador pago 20 millones de pesos, debe pagar la diferencia, o sea, 25
millones de pesos para hacer subsistir el contrato.

2. Si el lesionado es el comprador, el vendedor demandado puede hacer subsistir el


contrato restituyendo el exceso por sobre el justo precio, aumentado en una decima parte.

Por ejemplo, justo precio 50 millones de pesos, comprador pago 120 millones de pesos,
comprador sufrió lesión enorme. El vendedor demandado puede consentir en la recisión o
puede hacer subsistir el contrato, restituyendo el exceso de precio por sobre el justo precio
aumentado en una decima parte. Es decir lo primero que hay q hacer es tomar el justo
precio y aumentarlo en una decima parte 5 millones, total 55 millones de pesos, y luego se
calcula el exceso, es decir a las 120 millones se le restan los 55 millones de manera que el
vendedor solo debe restituir 65 millones de pesos.

Observaciones

1. El art. 1889 inc. 2º señala que el justo precio se refiere al tiempo del contrato.
Se entiende que se refiere a la fecha del contrato de compraventa, pero cabe recordar que
se preventa un problema si previamente se ha celebrado un contrato de promesa, porque
en la promesa también se fija un precio de compraventa.

Con todo se ha entendido que se refiere a la fecha del contrato de compraventa, porque es
este contrato el susceptible de recisión por causa de lesión enorme, y que además porque
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existe una ley especial a propósito de los predios que se venden como consecuencia de un
loteo, en la que se señala que el justo precio es el vigente a la fecha del contrato de
promesa. En consecuencia, en todos los demás casos habrá que estar a la fecha del
contrato de compraventa.

2. La determinación del justo precio es una cuestión de hecho, de manera que son
aplicables todos los medios de prueba, y los jueces de la instancia son soberanos para
determinarlo.

El medio de prueba más utilizado es la prueba pericial, pero también es útil acompañar el
avalúo fiscal, valerse de la prueba de testigos para que estos señalen en qué estado se
encontraba el inmueble a la fecha del contrato. Y también se puede recurrir a otras
escrituras de compraventas celebradas en la misma fecha y relativas a inmuebles de
similares características, como ocurre con los departamentos de un edificio.

3. El justo precio es objetivo, es decir, no se considera el valor de afección.

4. El justo precio debe acreditarse al interior del proceso.

7. EXTINCIÓN DE LA ACCIÓN RESCISORIA POR LESIÓN ENORME

1. Si la cosa se ha destruido en poder del comprador


2. Si el comprador ha enajenado la cosa.
3. Por prescripción, el plazo es de 4 años contados desde la fecha del contrato.

Observaciones
1. Esta es una prescripción de corto tiempo, y por lo tanto, no se suspende.
2. La acción rescisoria por lesión enorme es irrenunciable. Art. 1892.
3. La acción rescisoria por lesión enorme es transferible

Problema

El plazo de prescripción ¿Desde cuándo se cuenta en el caso del art. 1893 inc. 2º? Este el caso en
que el comprador ha enajenado la cosa a un plazo superior al que el pago, y el vendedor reclama
el exceso.

La prescripción se cuenta desde la fecha del contrato, pero acá nos encontramos dos contratos.
La CA de Santiago ha señalado que el plazo se cuenta desde la fecha del segundo contrato, es
decir cuando el comprador enajena la cosa a un tercero, porque de sostenerse lo contrario se daría
el absurdo que ambas acciones expirarían el mismo día.

LA PERMUTA.

I. CONCEPTO

La permuta es un contrato por el cual las partes se obligan recíprocamente a dar una especie o
cuerpo cierto por otro.

II. REGULACIÓN: Art 1897 y ss.

III. GENERALIDADES

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Art. 1897. La permutación o cambio es un contrato en que las partes se obligan mutuamente a dar
una especie o cuerpo cierto por otro.

La definición que da este artículo, no es exacta porque no se refiere a todos los casos en los que
existe permuta, al no incluir dentro del concepto a aquel contrato por el cual se entrega una cosa a
cambio de otra y dinero, cuando la cosa vale más que el dinero.

El contrato de permuta se rige en principio y por regla general por las reglas generales de la CV, de
forma tal que se inserta al igual que en la CV dentro de los contratos consensuales y al igual que la
CV hace excepción a este consensualismo el caso que se entregue una cosa que corresponda a
un bien raíz, a derechos hereditarios, caso en los cuales se exige al igual que en la CV escritura
pública.

Dada la particularidad que presenta la permuta en relación a la CV, se entiende que cada parte es
vendedor respecto de la cosa que da en cumplimiento a la permuta, asumiendo en consecuencia
todas las obligaciones que dicha calidad conlleva a lo menos respecto de la cosa que da.

También en relación a la particularidad de la permuta en relación a la CV, el justo precio de la cosa


que se da, se mira como el precio que paga por lo que recibe a cambio. En otras palabras, el justo
precio de la cosa que se da corresponde al valor de la cosa que se recibe a cambio.
En lo demás la permuta queda regida por las normas de la CV habiéndose jurisprudencialmente
resuelto que a ella igualmente se le aplica por ejemplo las normas relativas a la lesión enorme.

CESIÓN DE DERECHOS.

Generalidades.

Tanto los derechos reales como los personales, exceptuándose solamente los personalísimos,
pueden ser objeto de enajenaciones o transferencias. La cesión de los derechos reales sigue las
reglas de todos los contratos, con excepción del derecho real de herencia, para el cual el CC. ha
establecido normas especiales. Tratándose de los derechos personales, la ley también ha
dispuesto normas particulares en los arts. 1901 a 1908, bajo el epígrafe “De los créditos
personales”. Los arts. 1909 y 1910 regulan la cesión del derecho real de herencia, mientras que los
arts. 1911 a 1914 se refieren a los derechos litigiosos.

A. CESIÓN DE CRÉDITOS PERSONALES.

1. Concepto de créditos personales.

Los créditos son necesariamente personales. El legislador ha querido significar créditos


“nominativos”.

2. Clasificación de los créditos.

a) Créditos nominativos: aquellos en que se indica con toda precisión la persona del acreedor
y no son pagaderos sino a la persona precisamente designada. La cesión de estos créditos
es la única regida por el CC.

b) Créditos a la orden: aquellos en que al nombre de la persona del titular se antepone la


expresión “a la orden” u otra equivalente, y son pagaderos a la persona designada o a
quien ésta ordene o designe. Su cesión se verifica mediante el endoso (Art. 164 CCom).

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c) Créditos al portador: aquellos en que no se designa a la persona del acreedor, o llevan la
expresión “al portador”. Se ceden por la mera tradición manual (Art. 164 CCom).

3. Naturaleza jurídica de la cesión.

Su ubicación sugiere que es un contrato. Pero su examen lleva a la conclusión de que es la


tradición de los derechos personales:

a) El Art. 1901 CC señala la forma en que se perfecciona entre cedente y cesionario, a


cualquier título que se haga. Es decir, la cesión requiere un título.

b) El Art. 1907 CC regula la responsabilidad que contrae el cedente en la cesión a título


oneroso. Misma conclusión.

c) El Art. 1901 CC reproduce casi literalmente la regla del Art. 699 CC.

4. Formalidades de la cesión.

a) Perfeccionamiento de la cesión entre las partes:

El sólo acuerdo no es suficiente. La cesión no tiene efecto entre cedente y cesionario sino
1
en virtud de la entrega del título (Art. 1901 CC). En caso de créditos que no constan por escrito, la
escritura de cesión sirve de título para entregar.

b) Perfeccionamiento de la cesión respecto del deudor y terceros:

Es necesario que se notifique al deudor o que éste acepte la cesión (Art. 1902 CC).
Mientras ello no ocurra, el titular del crédito, frente al deudor y a terceros, sigue siendo el cedente:
el deudor puede pagarle válidamente, y los acreedores del cedente pueden embargarle el crédito.
El perfeccionamiento puede ser de 2 formas:

1) Notificación del deudor:


i) La notificación debe ser judicial y efectuarse personalmente.
ii) La iniciativa de la notificación corresponde al cesionario.
iii) Debe practicarse cumpliendo los requisitos generales de toda notificación
personal, y además debe hacerse con exhibición del título, que lleve anotado el
traspaso (Art. 1903 CC).

2) Aceptación del deudor: puede ser expresa o tácita. La tácita consiste en un hecho que
la suponga, como la litiscontestación con el cesionario, un principio de pago a éste, etc.
(Art. 1904 CC). Si es verbal, rigen las limitaciones de los Arts. 1708 y 1709 CC.

5. Efectos de la cesión.

a) Extensión de la cesión:

Art. 1906 CC. “La cesión de un crédito comprende sus fianzas, privilegios e hipotecas; pero
no traspasa las excepciones personales del cedente.” De estas excepciones personales,
se exceptúa la nulidad relativa, que puede ser alegada por el cesionario (Art. 1684 CC).

En cuando a la excepción de compensación:

1
Que contenga la individualización del cesionario bajo la firma del cedente.
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Art. 1659 CC. “El deudor que acepta sin reserva alguna la cesión que el acreedor haya
hecho de sus derechos a un tercero, no podrá oponer en compensación al cesionario los
créditos que antes de la aceptación hubiera podido oponer al cedente.
Si la cesión no ha sido aceptada, podrá el deudor oponer al cesionario todos los créditos
que antes de notificársele la cesión haya adquirido contra el cedente, aun cuando no
hubieren llegado a ser exigibles sino después de la notificación.

b) Responsabilidad del cedente:

Art. 1907 CC. “El que cede un crédito a título oneroso, se hace responsable de su
existencia al tiempo de la cesión, esto es, de que verdaderamente le pertenecía en ese
tiempo; pero no se hace responsable de la solvencia del deudor, si no se compromete
expresamente a ello; ni en tal caso se entenderá que se hace responsable de la solvencia
futura, sino sólo de la presente, salvo que se comprenda expresamente la primera; ni se
extenderá la responsabilidad sino hasta concurrencia del precio o emolumento que hubiere
reportado de la cesión, a menos que expresamente se haya estipulado otra cosa.”

Si la cesión es a título gratuito, no hay responsabilidad del cedente.

B. CESIÓN DEL DERECHO DE HERENCIA.

1. Presupuesto necesario de la cesión.

Es necesario que se haya abierto la sucesión.

2. Maneras de efectuar la cesión.

a) Especificando los bienes comprendidos.


b) Sin especificarlos.

Las reglas sobre la cesión de derechos sólo son aplicables a la segunda manera.

3. Efectos de la cesión.

a) El cesionario adquiere todos los derechos y contrae todas las responsabilidades del
cedente (Art. 1910 CC):

1) El cedente debe al cesionario todos los elementos activos de la sucesión: debe hacerle
entrega de los bienes.
2) Debe igualmente los frutos que haya percibido, los créditos que haya cobrado, los
precios recibidos por la enajenación de bienes, etc.
3) El cesionario debe reembolsar los costos necesarios y prudenciales que haya hecho el
cedente en razón de la herencia.
4) El cesionario beneficia del derecho de acrecer.

b) Responsabilidad del cedente:

Art. 1909 CC. “El que cede a título oneroso un derecho de herencia o legado sin especificar
los efectos de que se compone, no se hace responsable sino de su calidad de heredero o
de legatario.”

Si la cesión es a título gratuito, no hay responsabilidad del cedente.

c) Responsabilidad del cesionario ante terceros:


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El cesionario se hace responsable del pasivo ante el cedente. Pero ante terceros, el
cedente continúa siendo responsable, teniendo acción de reembolso contra el cesionario.
Los acreedores pueden de todos modos accionar contra el cesionario (lo aceptan como
deudor).

4. Cómo se efectúa la cesión.

La jurisprudencia ha señalado que no se requiere la inscripción porque la ley no lo ha


establecido expresamente, y porque la herencia es una universalidad jurídica, independiente de las
cosas que la componen. Por ello, la tradición se verifica por cualquier medio que importe el
ejercicio del derecho de dominio por el cesionario. Ej. Petición de la posesión efectiva.

Críticas:
a) Sustraer a la herencia de la clasificación de mueble o inmueble es metafísica.
b) Si la ley no ha señalado forma especial, la tradición debe hacerse de acuerdo a los bienes
que la integran.
c) La doctrina aceptada importa negar la necesidad de una tradición, pues en nada se
parece, por Ej. la petición de posesión efectiva con la tradición.
d) La falta de inscripción crea una solución de continuidad contraria al propósito del
legislador.
e) La sustracción de los inmuebles al régimen normal deja sin efecto las medidas que adopta
la ley para proteger a los incapaces.

C. CESIÓN DE DERECHOS LITIGIOSOS.

1. Concepto del derecho litigioso.

Derechos litigiosos: aquellos derechos que son objeto de una controversia judicial, cuya
existencia es discutida en juicio (Art. 1911 inc. 2º CC). Dos condiciones:
a) Debe deducirse una demanda sobre el derecho.
b) Debe notificarse judicialmente la demanda. La notificación marca el momento a partir del
cual el derecho es litigioso.

2. Cuando hay cesión de derechos litigiosos.

La cesión no tiene por objeto el derecho mismo, sino la pretensión de obtener una
determinada ventaja, que el cedente cree conseguir en un litigio. La cesión versa sobre la
expectativa de ganancia o pérdida (carácter aleatorio).

3. Quién puede cederlos.

Sólo el demandante en juicio.

4. Forma de la cesión.

El CC no la establece. En la práctica, se entiende hecha por el hecho de apersonarse el


cesionario al juicio, acompañando el título de la cesión. Para que la cesión produzca efecto
respecto del deudor, debe ser notificado.

5. Título de la cesión.

Puede hacerse a diversos títulos, incluso a título gratuito (Art. 1912 y 1913 CC).

6. Efectos de la cesión.
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a) Entre cedente y cesionario:

1) El cedente se desprende de los derechos que le correspondían como demandante, y el


cesionario los adquiere. Pero el juicio puede proseguirlo cualquiera (Art. 1912 CC).

2) No debe el cedente al cesionario ninguna garantía por la suerte del juicio (Art. 1911
CC).

b) Respecto del demandado. Derecho de rescate o retracto litigioso:

Derecho de rescate: facultad del demandado de liberarse de la prestación a que ha sido


condenado en el juicio, reembolsando al cesionario lo que éste hubiera pagado al cedente
como precio de la cesión.

1) Requisitos:
i) La cesión debe haber sido a título oneroso (Art. 1913 inc. 1º CC).
ii) Debe ser invocado en el plazo perentorio del Art. 1914 CC: 9 días desde la
notificación del decreto en que se manda ejecutar la sentencia.

2) Casos en que no procede:


i) Cesiones gratuitas.
ii) Cesiones por el ministerio de la justicia.
iii) Cesiones que van comprendidas en la enajenación de una cosa de que el derecho
litigioso forma parte.
iv) Cesiones que se hacen entre coherederos o copropietarios de un derecho común a
ambos.
v) Cesiones que se hacen a un acreedor en pago de lo que le debe el cedente.
vi) Cesiones que se hacen al que goza de un inmueble como poseedor de buena fe,
usufructuario o arrendatario, cuando el derecho cedido es necesario para el goce
tranquilo y seguro del inmueble.

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