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Cuento: La lección de Pablo.

Había una vez una maestra llamada Pilar de segundo grado de primaria, que
trabajada en el centro educativo mis huellitas, la cual tenía 25 estudiantes.

Al inicio de año frente a sus alumnos les informo que premiaría


con un chocolate quien tuviera un buen desempeño al final del
trimestre y se le castigaría aquel que no deje avanzar la clase o
exhiba una actitud irrespetuosa.

Un mes después la maestra estaba explicando la materia de matemáticas, el tema


era determinación de conjuntos, por lo que necesitaba la mayor atención de todos
sus estudiantes. Ese día un alumno empezó a tirar papeles
a la maestra cada vez que se volteaba hacia el pizarrón
para explicar.

- ¿Quién me arrojo el papel? – dijo la maestra Pilar.

Todos se voltearon a ver y ninguno dijo nada. La maestra prosiguió dando la


clase. 20 minutos después el mismo niño volvió arrojar otro papel. Esta vez la
maestra logro ver quien fue.

- Ya te vi Pablo - dijo la maestra Pilar.

El estudiante se echó a reír a carcajadas.

- JAJAJA, Lero Leroo! – dijo Pablo

La maestra lo regaño y le dijo que fuera la última vez, si no iba a recibir un castigo
por su mala conducta.

El día siguiente la escuela tenia acto cívico. La maestra


pilar les ordenó a sus estudiantes hacer una fila en
orden y salir caminando en el mismo orden para el acto
cívico. Una vez colocados sus alumnos les dijo:
- Manténganse en orden hasta finalizar el acto cívico, no quiero verlos
hablando y presten atención– exclamó la maestra Pilar.

- ¡Si maestra! – respondieron sus estudiantes, menos Pablo.

Era el momento del juramento a la bandera.

- Pongan su mano derecha sobre el pecho y estén firmes- dijo la maestra a


sus alumnos.

Pablo no obedeció a la maestra.

- Pablo ponga tu mano derecha sobre el pecho y firme por favor – le dijo la
maestra.

Pablo siguió desobedeciendo. La maestra al ver el desobedecimiento de Pablo,


agarro su mano derecha y le enseño como mantener la correcta postura. Pablo
enojado bajo su mamo y desistió en hacerle caso a la maestra.

- En el aula hablaremos sobre tu conducta – dijo enojada la maestra a Pablo.

Camino, en fila hacia el aula, Pablo empezó a empujar a


sus compañeros.

- Pablo siéntate en tu pupitre es una orden. No es posible tu mal


comportamiento. Ayer me arrojaste varios papeles mientras daba la clase y
hoy tu desobedecimiento durante el acto cívico. No es posible esto. Al inicio
de año les dije claramente quien tuviera mal
comportamiento iba a tener un castigo. Y es hora
de darte tu castigo - exclamó la maestra enojada.
- No me importa, castígame lo que quiera, igual no lo hare – dijo Pablo con
un tono burlista.

- Tu castigo será: primeramente, hablar con tu madre sobre tu mala


conducta, deberás escribir “Pablo debe portarse bien” varias veces en una
hoja entera que me entregaras para mañana, participaras en una
exposición en el acto cívico del buen comportamiento que se debe tener y
al terminar el semestre serás el único que no se ganará el premio del
chocolate que había dicho - dijo la maestra a Pablo.

- No maestra, por favor no hable con mi mama. Ella me


regañara duro y no me ponga a escribir eso debo ir a un
juego de futbol infantil en donde mis padres me inscribieron
para ser un futbolista, no me dará tiempo y mañana nos toca
por la mañana – exclamo Pablo triste.

- Lo siento Pablo, es necesario que te corrija con este castigo. Para ser un
futbolista debes respetar, obedecer a tu entrenador y tener compromiso -
respondió la maestra.

Su madre lo castigo quitándole su Tablet por un mes en donde le gustaba jugar,


se perdió ese día el juego de futbol porque tuvo que
quedarse en casa escribiendo en una hoja entera
“Pablo debe portarse bien” y 2 semanas después tuvo
que exponer frente a toda la escuela sobre las normas
de conducta dentro y fuera del aula.

Pablo después de eso mejoro su conducta dentro y fuera del aula y pidió disculpas
a la maestra. La maestra premio al final del trimestre con un chocolate a todos,
incluido a Pablo por cambiar y mejorar su comportamiento.
Moraleja: No sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos. La conducta de
cada uno depende de nuestro propio destino y corregir correctamente es saber
enseñar.

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