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POTENCIAL MESIÁNICO EN EL SUJETO HISTÓRICO

Sánchez Ramírez Eric Alberto


15-004-0076
Gpo. 401
Introducción

En el presente ensayo se habrá de llevar a cabo una reflexión en torno a los

conceptos, propios de la teología y la filosofía de la historia, de Mesías (Walter

Benjamin) y sujeto histórico, respectivamente, abordados en el curso de Filosofía

de la Historia, impartido por el Doctor Juan Manuel Contreras Colín. Para esto, en

el primer apartado se ha de considerar el lugar que ocupa la ética en el pensamiento

filosófico y su importancia e influencia en el contexto social, político y económico de

esta época. Además se habrá de tomar en cuenta la tradición judía, en esencia el

mito bíblico de la Caída (considerado también por el cristianismo y el Islam), y las

consideraciones de Immanuel Kant respecto a la subjetividad histórica. Lo que en

este trabajo se habrá de argumentar y sostener es que la fuerza mesiánica de

Benjamin está contenida, casi de modo intrínseco, en la subjetividad histórica, por

lo menos en su sentido kantiano.

Importancia de la ética y su influencia en el contexto actual

Pese al aparente, y parcial, triunfo de las tecnocracias sobre la subjetividad

del mundo dominado, y adormecido, por el poder del proyecto neoliberal, como la

faceta más sofisticada de un capitalismo salvaje y cruel, el pensamiento filosófico

no deja de librar, desde el entusiasmo infantil y la serenidad ancestral, batallas

auténticamente espirituales, haciendo del tintero su munición y la pluma su rifle.

Esto con tal de contrarrestar los efectos de un discurso que tan sólo se ha encargado

de hacer del sujeto un contenedor de esperanzas sin rumbo y carencias

1
desoladoras. Aunque el mundo se haya diseñado para aplastar y manipular el

espíritu humano, siempre queda una pizca de sensibilidad e intelecto a la cual apelar

para reconstruir su intención de sentido, es decir su motivación plena.

No sólo se trata de reformular la constitución del sujeto, en el cual persisten

la frustración del pasado, la angustia del presente y la ansiedad por el futuro, sino

de levantar los destrozos y unirlos hasta volver a construir la motivación espiritual

que le permita desenvolverse en la realidad como sujeto histórico, como ser de

moralidad consciente. Por eso la ética no puede estar excluida de dicha

reconstrucción subjetiva, ya que esta disciplina tiene por encargo buscar,

reflexivamente, los basamentos más profundos de aquello que nos dictamine cómo

proceder ante las diversas situaciones que el mundo, de salvajismo velado o

manifiesto, nos plantea día con día. La ética, como ciencia de lo moral, propicia un

autoexamen valorativo realizado en cada conciencia estudiosa.

De lo dicho anteriormente deriva la importancia de la ética en los ámbitos

social, político y económico. Cuando la subjetividad asimila una moralidad

consciente por medio del estudio de la ética, el sujeto abre la posibilidad de hacer

de su actuar un modelo a seguir. Este modelo no sólo es un ejemplo de acción para

el resto, sino un proyecto personal de vida, subjetivo, que se vuelve colectivo,

intersubjetivo, tanto en términos teóricos como prácticos. Sin embargo, no se trata

de un proceso inmediato, sino de uno pausado y lento, inclusive doloroso y

propenso al rechazo. Además, no basta con predicar esto desde la oralidad fugaz y

la individuación aisladora, sino que requiere de un esfuerzo comunitario, el cual sólo

puede ser logrado a través de la implementación de un modelo educativo crítico.

2
Sin este ingrediente fundamental, el contexto social queda a la deriva, expuesto a

toda clase de acechos ideológicos que sólo pretendan moldearla a su conveniencia.

Nada tan lejos de la realidad fáctica de nuestros tiempos.

Mediante la educación, de corte analítico y crítico, la ética debe dar cuenta

de lo real en el modo de vida político y económico que nos toca ahora, pues así es

como la comunidad de sujetos podrá percatarse de cuáles son los grandes desafíos

que representa el mundo actual. Se debe (así, como juicio valorativo) analizar a

profundidad cuán justo y equitativo es el sistema por el cual nos regimos en el

mundo occidental y occidentalizado. ¿Acaso el sistema, en el que nos mantenemos

inmersos, toma en cuenta la felicidad humana y la realización de cada miembro y

comunidad sobre el planeta?, ¿o acaso somos considerados meros números

estadísticos al servicio de los intereses de unos cuantos? ¿Es la política la que debe

estar al servicio de la economía, o la economía la que debe estar al servicio de la

política? Al plantearse este tipo de problemas, la ética nos permite no sólo

vislumbrar las contradicciones y los peligros sistemáticos, sino las diversas formas

de enfrentarlos e incluso contrarrestar sus consecuencias.

Subjetividad histórica y mesianismo

El mito bíblico de la Caída contiene más de lo que se narra. Se habla de un

Edén inicial que, en cierto modo, representa el estadio animal del ser humano, la

vinculación absoluta de la humanidad con una forma de vida totalmente natural. Sin

embargo, en el plan divino, la figura humana tendría que diferenciarse, del resto de

la Creación, por hacerse consciente, o poseedora de conocimiento, del bien y el

mal. Considero que, en cierta medida, dicha narrativa habla del nacimiento de la

3
subjetividad, de un hacerse consciente de lo real o lo que rodea e integra al ser

humano, especie sabedora, desde entonces, de su limitación y condena a perecer.

De esta subjetividad surge la libertad, cuyo alto precio es el de abandonar la tutela

del mundo natural, lo que podría llamarse arkhè paradisíaco, con tal de hacerse

responsable de sus propios actos. Este mito habla del momento de la dolorosa

maduración humana, del precio de la libertad y (¿por qué no?) del origen de la

subjetividad. Sin embargo, también refleja un tanto la manera en la que el pueblo

de Israel fue modificando su concepción del tiempo.

Según Reyes Mate, en un inicio los israelitas llevaban a cabo sus

celebraciones, sus fiestas, basándose en la “ordenación natural del año”1 y

adaptándose a ella. Es decir, al igual que muchos otros pueblos que concebían el

tiempo al modo cíclico, los hebreos tomaban ciertos elementos naturales de su

entorno para festejarlos y así constituir un tiempo natural. En ese sentido, podría

decirse que el Paraíso también representaba ese tiempo natural del pueblo de

Israel. Pero, para Reyes Mate, el pueblo hebreo posteriormente “historizó” sus

fiestas, pues ya no sólo celebraban los hechos naturales, sino que mediante las

propias fiestas se conmemoraban acontecimientos históricos. Dice Reyes Mate al

respecto: “Es decir, las fiestas judías acaban siendo recuerdos de hechos históricos

y no ya celebraciones de momentos naturales”2. Siguiendo esta lógica, también

podría decirse que esta etapa se ve representada en el momento bíblico de la

Caída, de la expulsión de Adán y Eva del Paraíso, pues los hebreos terminaron

1
Manuel Reyes Mate, Medianoche en la historia: Comentarios a las tesis de Walter Benjamin “Sobre el
concepto de historia”, p.282.
2
Ídem.

4
cambiando el tiempo natural paradisíaco por la concepción lineal del tiempo, la cual

implica la conciencia plena del momento presente.

Ese momento presente resulta ser clave para el sujeto histórico, pues ahí

siempre está implícita la oportunidad de llevar a cabo un riguroso examen que

permita los comienzos de una transformación de la realidad profunda. Dicho

examen de conciencia, presente en una relación pedagógica entre lo intersubjetivo

y lo subjetivo (comunidad e individuo), posibilita un proceso de análisis sobre el

modo en que concebimos la realidad a través de los esquemas de pensamiento

hegemónicos, sea la religión institucionalizada del Medioevo o la economía liberal

de la modernidad occidental. En esa tarea analítica ha de hallarse el

cuestionamiento sobre nuestra concepción general del tiempo y de cómo ésta se

utiliza y aprovecha desde la perspectiva del poder. En este sentido, la fuerza

mesiánica, de la que habla Benjamin, se vuelve fundamental para desmontar y

reconfigurar, desde lo más hondo de nuestra subjetividad, el concepto hegemónico

del tiempo. Según Benjamin, el Mesías no se halla en las lejanías de un futuro

incierto y prometedor, en una tierra separada del mundo terrenal y mundano. Vive

en la interioridad de todo ser humano, sólo que no puede manifestarse mientras se

halle encerrado en el adormecimiento espiritual del sujeto sometido, más que por

las cadenas del opresor, por el discurso opresivo de un sistema cada vez más

deshumanizado. Como bien comenta Benjamin, el Mesías “no sólo viene como

Redentor, sino también como vencedor del Anticristo.”3

3
Walter Benjamin, Tesis de filosofía de la historia y otro fragmentos, p.40.

5
El Mesías, así como el Ilustrado del que llega a hablar Kant, viene a disolver

la hipnosis del paradigma social y político de su presente, de su momento

kairológico4. Tanto el Mesías benjaminiano, como el Ilustrado kantiano, irrumpen en

el mundo, cada uno a su modo, con tal de deshacer las ataduras que mantienen al

sujeto inmerso en una edad infantil que no le permite atreverse a pensarse y pensar

la historia (Sapere aude!5). Me remito de nueva cuenta al mito de la Caída. Kant

habla del desprendimiento del hombre, en tanto ser humano, de la ciclicidad causal

de los fenómenos naturales, siendo que la misma Naturaleza había dotado a la

humanidad de razón para llevar eso a cabo y así producir sus ideas. Y sin embargo,

como dice Kant: “La mayoría de los hombres, a pesar de que la naturaleza los ha

librado desde tiempo atrás de conducción ajena (naturaliter maiorennes6),

permanecen con gusto bajo ella a lo largo de la vida, debido a la pereza y la

cobardía.”7 En el ámbito bíblico, Adán y Eva, al obtener conocimiento y haberse

percatado de su propia desnudez, habían sido expulsados del confort paradisíaco

por obra del mismo Dios, por lo cual tuvieron que valerse de sus propios medios

para sobrevivir y reproducirse por el Mundo. En ese sentido, ambos discursos, el

bíblico y el de la filosofía kantiana, comprenden la importancia de la responsabilidad

(adquirir la habilidad de responder por los actos propios) para la actividad humana

consciente de sí misma, es decir la subjetividad. De este modo es como inicia la

historia y el protagonismo del sujeto histórico.

4
Del griego, kairós se traduce como “momento oportuno”.
5
“¡Atrévete a pensar!”.
6
“Mayoría de edad natural”.
7
Immanuel Kant, Filosofía de la Historia: Qué es ilustración, p. 33.

6
Ahora bien, en cierta medida pareciera que el tiempo lineal, como una

interpretación de la historia que “busca el sentido del obrar y del padecer de los

hombres”8, asumido por el mundo hebreo, y posteriormente adoptado por el sistema

político y económico cristianizado, ha pasado por un proceso de secularización que,

lejos de proveer de sentido nuevo al sujeto histórico, ha distorsionado el sentido

viejo hasta el punto de falsificar la esperanza y vaciar el espíritu humano. En ese

sentido, la interpretación benjaminiana del cuadro de Klee, Angelus Novus (1920),

sobre un ángel que sólo ve destrucción donde los humanos ven progreso (pues

mientras “para nosotros aparece como una cadena de acontecimientos, él ve una

catástrofe única, que arroja a sus pies ruina sobre ruina, amontonándolas sin

cesar”9), nos da a entender que el presente de la actualización modernizadora,

dispuesta a seguir actualizándose infinitamente hacia dicho progreso, es un

producto muy caro, de un precio verdaderamente impagable: la vida de las víctimas

sacrificadas. El sacrificio que exige el sistema a los sujetos sometidos está repleto

de esa esperanza falsificada, pues al mundo violentado promete que la situación

presente no será duradera, sino que ésta tan sólo será un escalón, quizás difícil y

doloroso, de la escalinata de la Historia hacia tiempos de dicha y bienestar, de los

cuales las generaciones futuras, los hijos de las víctimas, podrán gozar y disfrutar

plenamente. Pero, entonces ¿por qué quienes disfrutan esos tiempos mejores hoy

no son hijos de las víctimas del pasado, sino de los opresores de dicho pasado? La

8
Federico Donner, Tiempo divino y tiempo profano. Los límites de la filosofía de la historia, en Historia del
mundo y salvación: los presupuestos teológicos de la filosofía de la historia, p. 403.
9
Walter Benjamin, op. cit., p. 44.

7
respuesta se ve reflejada en la mirada horrorizada e impactada del Ángel de la

Historia.

En este mundo deshumanizado, de libertades plenas para unos y limitadas

para el resto, la fuerza mesiánica, a la que se remite Benjamin, sólo podrá hacerse

presente en cada miembro de la comunidad humana cuando ésta se haya percatado

del gran engaño elaborado por la historia tradicional hegemónica: la idea de un

futuro mejor para todos, principalmente los sacrificados. Para esto, el Mesías

potencial del momento kairológico tendrá que luchar mediante el estudio minucioso

del pasado. Pero no será sólo el estudio de las grandes figuras políticas, religiosas

o militares, sino de quienes se encontraban bajo su tutela o amenaza, de los

olvidados, de los padres, abuelos y demás antepasados nuestros y de nuestros

coetáneos. Para esto, la memoria, y no sólo la ciencia, deberá jugar un papel

fundamental. Y hacer memoria al modo mesiánico es buscar, como el Ángel de la

Historia de Benjamin y Klee, mirando hacia donde se arroja “ruina sobre ruina”10, los

escombros del desastre progresivo y, más aún, los vestigios de la vida común y

corriente. En este sentido, el Mesías bejaminiano surge como el Ilustrado kantiano

a evidenciar y a corregir la visión herrada de la subjetividad histórica.

Las fiestas del pueblo israelita, como conmemoración de acontecimientos

importantes para el mundo abrahámico, también forman parte de esta concepción

del momento presente, tiempo kairológico, en el cual la fuerza mesiánica tiene el

amplio potencial de manifestarse. En la celebración judía, según Reyes Mate, los

que celebran, aquí y ahora, pasan por un proceso ritual de memorización por el que,

10
Ibid.

8
lejos de ver en quienes les antecedieron un tiempo muerto, ven en sus antepasados

un tiempo vivo y vivificador. Los ancestros no se mantienen muertos por el olvido,

sino que viven y conviven con sus herederos a través de la memoria. En ese sentido,

quienes festejan los hechos históricos, comienzan a formar parte de los mismos. El

pasado se hace presente no para reprimir y atar a los contemporáneos, sino para

liberarlos y rehacer y realizar la promesa futura en el ahora, sin esperas ni miras

hacia una ilusión fantasiosa y sistemática. Por eso los contenidos de la memoria

según la perspectiva mesiánica, están vivos y son vivificadores para el sujeto

histórico.

En este proceso de memorización consciente, la fuerza mesiánica liberadora

de Benjamin, según Reyes Mate, no se ve expresada por las grandes epopeyas

heroicas ni aventuras épicas, sino que se mantiene oculta, guardada, en aquellos

de los que menos se esperaría que fueran los ungidos de la historia: los débiles.

¿Quién, en el contexto del Nuevo Testamento, se hubiera esperado que la salvación

y la redención se encontraban en un simple carpintero, habitante de una región

marginada por el Imperio Romano? ¿Cómo pensar que una de las figuras más

fundamentales de la historia novohispana y la teología católica se aparecería, según

el Nican Mopohua, ante un donnadie, un indio descalzo sin muchas expectativas de

vida? ¿Quién esperaría que los olvidados de la historia de pronto se hicieran

presentes en la conciencia para exigir justicia? Ciertamente los celos de Caín

acabaron con Abel, así como las grandes metrópolis acaban con los campesinos y

sus familias; pero en algún momento se oirá la sangre derramada de Abel clamar

9
justicia “desde el suelo” (Génesis, 4:10), y del mismo modo ha de suceder con las

víctimas del progreso, que el Ángel de la Historia observa con horror.

Conclusión

En la conciencia del sujeto histórico se halla aquella fuerza mesiánica capaz

de liberar a la humanidad mediante el autoconocimiento y la memoria. El mito de la

Caída, desde este enfoque, puede interpretarse como el origen de esa subjetividad

nueva, liberada de la tutela del mundo paradisíaco o natural, lista para enfrentarse

a una realidad de la que no podría percatarse en el estadio anterior. Este mismo

mito también representa un tanto el proceso de la tradición hebrea, en la cual las

fiestas dejaron de lado las celebraciones del tiempo cíclico de la Naturaleza para

empezar a conmemorar los hechos del pasado, priorizando el momento presente

como aquella oportunidad para tomar conciencia plena y despertar la fuerza

mesiánica interior.

Tanto el Mesías de Benjamin como el Ilustrado de Kant vienen a corregir la

visión errada del sujeto histórico, con tal de cambiar el rumbo de la historia mediante

la aplicación de la responsabilidad. Además, en cierto modo, también a través de la

filosofía kantiana se puede hacer una amplia lectura del mito de la Caída, en el que

la subjetividad histórica se relaciona con el cambio de las fiestas judías y la

corrección del ilustrado kantiano. Aunado a esto, la perspectiva mesiánica a la que

se remite Benjamin indica que el pasado no es un tiempo muerto e inerte, sino uno

vivo, dinámico y presente en quienes lo exploran a través de la memoria viva y

vivificadora. Si bien la fuerza mesiánica es venerada en distintas tradiciones, no se

halla siquiera representada en los altares de más alto honor, sino en la debilidad de

10
las víctimas de la tradición de la historia hegemónica, las cuales gritan desde la

memoria a la subjetividad histórica para clamar justicia.

Bibliografía
 Benjamin, Walter (2008), Tesis de filosofía de la historia y otros fragmentos. Ciudad de
México: Editorial Itaca.
 Kant, Immanuel (2004), Filosofía de la Historia: Qué es ilustración. La Plata: Terramar
Ediciones.
 Löwith, Karl (2007), Historia del mundo y salvación: los presupuestos teológicos de la
filosofía de la historia. Buenos Aires: Katz Editores.

 Reyes Mate, Manuel (2006), Medianoche en la historia: comentarios a las tesis de Walter
Benjamin "Sobre el concepto de historia". Madrid: Editorial Trotta.

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