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INSTITUTO SUPERIOR EN CIENCIAS DE LA

EDUCACIÓN DEL ESTADO DE MÉXICO

CURSO BÁSICO: SUJETO, CULTURA Y


EDUCACIÓN

PRODUCTO FINAL DEL SEMINARIO

RESPONSABLE: DR. JAVIER HERNÁNDEZ


MORALES

ESTUDIANTE: JESSAMYN LINETTE MAYA


ARROYO

TEJUPILCO, ESTADO DE MÉXICO A 30 DE JUNIO


DE 2021
Introducción:
El presente trabajo fue construido a partir de las cuatro unidades que se desarrollaron en el
seminario de Sujeto, cultura, educación durante el segundo semestre del programa de
maestría en investigación de la educación, elaborado a partir de la dinámica de trabajo en
las sesiones de clase virtuales la cual consistió en realizar la lectura de diferentes teóricos
haciendo un recorrido critico a partir de las discusiones, preguntas reflexivas, actividades
de escritura, entre otras, compartiendo saberes, experiencias y sobre todo puntos de vista a
partir de los diversos textos que el programa demandaba.
Cabe mencionar que la escritura de dicho producto fue reforzada con la producción de los
productos de cada unidad que se entregaron posteriormente.
El escrito inicia con un recorrido sobre la manera en que se construía el sujeto según la
época histórica, iniciando desde la modernidad, con el desplazamiento del cristianismo y
centrando al sujeto como eje vertebral, así mismo doy a conocer los momentos cruciales
que van marcando el ocaso del sujeto, identificándose como en necesidad y en falta de algo,
reconociendo que su esencia ha sido desplazada para verse como objeto de producción y
mano de obra, a expensas del capitalismo, pasada la modernidad viene un tiempo más
crítico, en el que hay más crisis tanto económica como humana, y es la postmodernidad en
la que el sujeto se ve carente de economía, cultura e identidad, por lo que se ve en la
necesidad de transitar y a depositar su confianza en posibilidades utópicas pero que les hace
permitir la transformación; enseguida hablo un poco de cómo se puede ayudar un poco a la
situación desde el ámbito educativo, dejando de lado las estructuras y descubrir la esencia
de cada sujeto con los que trabajo en el aula, pero no solo en el aula sino con todo el que
interactúo, así mismo reconozco que la educación da la posibilidad de transformar
socialmente la realidad, y por ende tener empatía con el otro a partir del vernos, del
reconocernos que al ayudar o procurar el otro de cierta manera también me estoy ayudando
a mí, o que al contribuir por la salvación del planeta, también me estoy autocuidado, pero
todo ello tratar de generarlo en el aula, para construir una sociedad más consciente y
corresponsable.
La esperanza del sujeto frente la realidad de su época, en búsqueda de transformación

A lo largo de la historia, la humanidad se ha ido transformando según la realidad que le


rodea, es así como la sociedad pretende buscar el perfeccionamiento, y constantemente está
en búsqueda de encajar o estar ad hoc, para responder al mundo, sus expectativas y sus
reglas; pareciera que es más fácil vivir bajo la idea de lo que el mismo sistema dicta,
reproduciendo estándares alineados y perfilados para el funcionamiento del mismo, dejando
de lado, su esencia, su dignidad, su sentir.
Para reconocer como está constituida la sociedad debemos reconocer primero la manera en
que los sujetos se determinan, pero la manera en que se configura un sujeto es precisamente
por la congruencia o coordinación con la época en donde se desenvuelve o desenvolvió
dicho sujeto; reconociendo:
En cada época de la experiencia de Occidente, con mayor o menor énfasis, de una u
otra forma, ha existido una dicotomía para entender al ser humano y a la persona
entre: cuerpo, unidad orgánica (somática), como un agregado de miembros unidos
por articulaciones y dotados de fuerza y vigor; y alma, psiquismo, interioridad
personal, que define a la persona como agente moral, reflexivo, libre y responsable.
(Salas, 2002, p. 180).
La constitución del ser humano a lo largo de su existencia ha sido un misterio por descubrir
en cada una de las etapas históricas, según la concepción que se iba dando en cada
momento, teniendo algunos encuentros y desencuentros entre sí. Por ejemplo: “Esta visión
dual alude, en parte, a una división –exagerada y esquemática– entre la filosofía griega que
enfatizaba la exterioridad de la naturaleza humana, frente a la visión cristiana que enfatiza
la interioridad del espíritu en la persona” (Salas, 2002, p. 180).
Podemos descubrir dos polos que, si bien parecieran ser distintos ambos no se pueden
trabajar por separado, debido a que existe una correlación entre uno y otro, claro está que es
de vital importancia el cuerpo por el que se conforma el sujeto, pero también sus
sentimientos, lo que conforma su esencia es decir su alma; sin embargo, a partir de la
modernidad se comienza a analizar todo a la luz de la razón desplazando las ideas basadas
únicamente en el cristianismo donde “Razonamos y conocemos el mundo exterior, y vamos
descubriendo verdades gracias
a un ser superior” (Salas, 2002, p. 182), esto se fue reemplazando en el marco de la
modernidad pasa de una dependencia en poderes sobrenaturales, o de un ser divino, hacia
dar mayor énfasis al mismo sujeto apoyado del uso de la razón.
Por su parte Pico de la Mirándola, realiza su aporte encarando al cristianismo y a su manera
de establecer un modelo a seguir pues considera que:
el hombre es el ser vivo más dichoso, el más digno, por ello, de admiración, y cuál
es aquella condición suya que le ha caído en suerte en el conjunto del universo,
capaz de despertar la envidia, no sólo de los brutos, sino de los astros, de las mismas
inteligencias supra mundanas. Increíble y admirable. (1486, p. 1).

Siendo así el sujeto una creación perfecta, y admirable, él considera que no debe quedar a
expensas de los designios de su autoridad Divina, desde esa perspectiva se toma al sujeto
con una reivindicación como la criatura de las mejores que pueden existir; sin embargo, al
desplazar el cristianismo del centro, el sujeto se siente libre pero falto de dirección.
Pues al hacer de lado el cristianismo el cambio que sucede:
Se trata de un individualismo que está lejos de traer la paz interior a las personas; el
individualismo posee una faz iluminada que es la libertad, la autonomía, la
responsabilidad; pero también tiene una oscura en la atomización, la soledad y la
angustia, producto muchas veces de la perturbación de las relaciones entre nuestras
almas, mentes y cuerpos (Morín, 2001 en Salas, 2002, p.186).
En el afán de encarar la modernidad el sujeto comienza a caminar sin rumbo, sin ideales
fijos, que, al desplazar el cristianismo del centro, el sujeto se siente falto de dirección, no
hay a que seguir, o a quién rendir cuentas; por lo que más tarde intenta alcanzar la
perfección a partir de uno de los temas básicos de la filosofía de Nietzsche: “el
superhombre”.
Que nace con una nueva aspiración de tener un rumbo que seguir, pero ese ideal fue muy
grande y no puede alcanzar dicha perfección, encara a la modernidad y se escuda ante ella
por el interés en el desarrollo pleno del sujeto, a partir de la razón, la libertad que al mismo
tiempo somete; pues se puede definir a la modernidad como “la época en la que el sujeto
aparece como el centro y, a la vez, como la época en la que el sujeto se disuelve” (Mélich,
2008, p.48).
El sujeto moderno dejándose envolver por la premisa de que poseer o saber más es
sinónimo de perfección, se vuelve presa de la competencia y busca complacerse a partir del
consumismo, la producción de capital, o la suma de trabajo porque será resultado de mejor
paga y mejor estatus; a pesar de que ello implique el desgaste del entorno natural, social y
humano.
Es decir, la reducción del sujeto ante esta realidad es inminente, y se vuelve a ver en
aprietos, haciéndose más cercana “la crisis del sujeto, lo que denominamos su ocaso
(Hume)” (Mélich, 2001, p. 48).
Era de esperarse el ocaso del sujeto, una vez que se sintiera sin rumbo, perdido y con una
libertad que al mismo tiempo lo engullía a la sumisión. A partir de esa crisis dada desde la
modernidad aparece la época siguiente conocida como posmodernidad, a expensas de que
parecía ser lo moderno y novedoso el periodo siguiente a la modernidad, recibe a un sujeto
dañado, poco sociable, sometido al empleo laboral, un mundo revolucionado en avances
científicos, con explotación de recursos naturales y humanos.
Se da lugar a un capitalismo más acelerado a partir de las crisis existentes pues se apuesta a
la tecnología, y de forma paralela al problema de la posmodernidad se comienza una nueva
manera de globalización económica.
Cabe mencionar que la situación de crisis que viven los sujetos en ese momento hasta
fechas recientes no es nada sencilla pero lo que más hace ruido aquí es que atravesaban de
manera cruel esa crisis tanto países en desarrollo como los que no, entre ellos los países
latinos; donde se da un movimiento entre los sujetos posicionándose como actores
esenciales, reconociendo que “El sujeto social latinoamericano surge y se constituye en la
historia social de América Latina y el Caribe, en un permanente proceso de lucha por su
libertad” (Magallón, 2013, p.392). Debido a que parecían excluir a estos países en la toma
de acuerdos y decisiones, pero no en la expropiación de recursos.
Todo lo que acarrea la modernidad es una situación muy hostil, y complicada dada a partir
de un desgarre de pensamientos, de identidad y de pertenencia. Los sujetos se envuelven en
la razón, pero al mismo tiempo se sienten vacíos, pues en la búsqueda del conocimiento,
sobre todo, y con la intención de querer adquirir más riqueza, no logran completarse en el
afán de tener más y más, no porque sea su deseo sino porque se les enseño a que era la
mejor manera de sobre salir y ser nombrado alguien.
Aunado a ello la posmodernidad, viene a plantear un panorama difícil en donde podemos
identificar a un sujeto que, a pesar de los avances acelerados por la tecnología, la crisis
tanto como económica, y cultural es más palpable, donde las prácticas y modelos de
familia, cultura y sociedad van trascendiendo y modificando sus prácticas.
Por ejemplo, en una pareja que decide formar una familia, ambos miembros deben de
aportar a la casa para que pueda rendir el dinero para el gasto, los niños en la escuela deben
ser los más brillantes y cumplir con notas de excelencia para que les reconozcan su
esfuerzo, son sujetos que viven en competencia tanto en el ámbito educativo como en el
laboral, pues el demostrar quién puede ser mejor para este sujeto es muy normal.
Vemos a un sujeto que invierte su tiempo en satisfacer necesidades básicas a cuestas de
salud, tiempo con su familia, con sí mismo, donde importa más el tener, y lograr más que el
compartir, en ese afán de dejar a un lado los pensamientos metafísicos y religiosos,
consigue centrarse en el imaginario de sentirse realizado, en el desarrollo, pero un
desarrollo que se ve inalcanzable ante la riqueza global.
Si bien el uso de la razón y la ciencia como ejes vertebrales en nuestras vidas ha ayudado a
que exista cierta autonomía, o libertad este tipo de sujetos suelen concebirse en un mundo
del cual es presa de trabajo y producción, por lo que es necesario mirar de otra manera todo
ese silenciamiento del sujeto; que como dice Fernández, 2009: “el sujeto es, precisamente,
ese impulso emancipatorio que difícilmente pueda acallarse totalmente; es el pie fuera de la
jaula, de donde puede surgir lo inesperado” (p.530), es necesario poder reivindicar la
esencia del sujeto, voltear a verlo, rescatar lo que se ha olvidado.
Sin embargo, aquí cabe reconocer que no únicamente deben de hacerse notar y hacerse
saber sujetos en la lucha frente al otro sino también es un reto voltear a verse a sí mismos y
escuchar el llamado a todas las sociedades a ser sujetos, porque probablemente en muchas
culturas se hallan escondidos y posiblemente negados, por lo tanto, es necesario que el ser
sujeto lleve a la acción para que en tanto se configure de esa forma pueda ser un sujeto
humano, donde solo se pueda ser si el otro es, donde se visualice al prójimo como a sí
mismo y se le respete.
A partir de ello se comienza a pensar en “el reconocimiento de la dignidad de todos y todas,
y que abre el horizonte de la humanización de la vida humana, como una posibilidad que
nos merecemos y que podemos realizar si nos lo proponemos” (Fernández, 2009, p.529).
Considero pertinente la sed de sujeto por rescatarse a sí mismo, frente al flujo de una vida
liquida como Bauman se refiere a la vida que se da desde la modernidad, donde todo es
desechable y puede cambiarse por algo mejor, las relaciones sociales son muy cortas y se
esfuman rápidamente, pues es necesario el resurgimiento del sujeto porque este tipo de
sociedad en gran medida atenta contra la esencia y la libertad, en un sitio orientado por una
racionalidad instrumental, materialista y tecnocrática, donde las soluciones a la crisis lejos
de ayudar a sobresalir y recuperar su sentido de pertenencia,
se buscan por lo común en los procesos de innovación tecnológica, los ajustes al
mercado, los productos que se consumen, los sistemas de producción, […] y muy
rara vez en el individuo, en el ser y sus expresiones más cercanas, sutiles y
profundas: su cultura, su comunicación, sus problemáticas, sus relaciones con él
mismo y con los demás, incluidas sus maneras de organizarse y de resistir (Toledo,
2012, p. 4).
Podríamos decir que ese fue el momento crucial para recuperar la idea propia del sujeto,
para tomar cartas en el asunto y planear su rescate frente a varios de los fenómenos sociales
que lo estaban enajenando y que hoy en día puede notarse en nuestras vidas, como la
globalización, instaurada en esta sociedad de masas y de consumo e impuesta por el
capitalismo, va generando.
En la búsqueda de construir mejoras en el mundo donde se vive pensando quizás de manera
ilusoria, en posibles soluciones ante las diversas complicaciones sociales, ante la violencia
y la incertidumbre aparece como una lucecita la “necesidad de creer en la utopía, el
progreso, el desarrollo. Porque es la única forma de que el hombre desgarrado por su
conciencia sobre la muerte pueda trascender” (Careaga, 1990, p. 17-18).
Ese trascender en mi quehacer diario como docente considero que puedo contribuir ante la
basta inmensidad del sistema, considero viable darme la oportunidad de cuestionar y de
modificar el programa adaptándolo a nuestra realidad en la que nos encontramos.
Por lo cual, como sujeto reconozco que desde mi profesión puedo ser ese puente de
posibilidad ante los programas de estudio que incitan a la competencia, y dejar de lado la
promoción del capitalismo (producción-ganancia) entre los estudiantes (niños,
adolescentes, jóvenes), alejando prácticas como el darle mayor valor al rendimiento y a los
números que a la honestidad, amistad, conciencia o sinceridad que puede poseer una
persona. Pues esas cualidades no significan nada cuando lo que se mide es resistencia,
habilidades, y capacidades intelectuales. Por ello considero que es necesario que como
agentes sociales dejemos nuestro granito de arena con quienes pasen por nuestra aula, no
podemos cambiar el currículo oficial, pero si podemos abonar desde nuestra trinchera
empezando a desestructurar miradas.
Probablemente sea complicado el dejarnos desestructurar porque considero la educación
que tuve fue a partir de la obediencia, el participar en clase por las notas más altas, el
participar en concursos donde en ocasiones me gane rivalidades en el afán de cumplir con
la famosa competencia.
Pues en la sociedad actual:
El problema subsiste. Nuestra tradición aparece disfrazada de civilización que hasta
ahora es la uniformación que cuando no elimina la diferencia, tiende a reducirla a
alternativas de consumo, a una burocracia cada vez más abstracta de la producción,
y a una política que mecaniza las relaciones entre los humanos y las pone fuera del
alcance de sus propias decisiones. (Salas, 2002, p.188).
Es necesario trabajar más en mi para que no pueda ser reproductora de lo que la burocracia
me dicta para que siga al pie de la letra, dejando un poco mis estructuras debido a que soy
parte de una familia, de una religión, de una formación. Educación que fue muy distinta a
lo que ahora impera en la sociedad actual, pues cuando fui formada el adquirir
conocimiento era primordial para un buen desarrollo, el mejor alumno era el que hacía y
cumplía con lo indicado, el que permanecía en silencio y acataba reglas, el que no se
distraía fácilmente, y que ponía atención.
Hoy suele parecer un reto y una gran travesía lograr tener estudiantes con esas
características, por lo que son retos nuevos con los cuales lidiar, muy distintos a los que
comúnmente viví en mi educación. El escenario se compone, por un lado, del desgaste de
valores, diversidad de pensamiento, y avances tecnológicos, por el otro me encuentro
educando a niños que comparten y se relacionan más tiempo con la TV, Tablet o celular
que con sus hermanitos, amigos o vecinos, un desgaste en la estructura social y las
relaciones interpersonales.
Hay un choque cultural de ambas partes, lo cual me lleva a configurar ese sujeto dispuesto
al cambio. Convertirme en un sujeto que en la necesidad pueda modificar la tarea de
enseñar, adaptándome a los desafíos para comprender lo que sucede alrededor.
Y que pueda darse “La transformación de un mundo desgarrado y desorientado, dividido
entre dos universos sin comunicación mutua” (Touraine, 2011, p. 67) quizá el hacer que
entre estos universos exista una relación abre la posibilidad de vínculo donde ambos
mundos se integren y se puedan respetar mutuamente; pero alguno de estos al momento de
compartirse con el otro, debe de desatarse de las estructuras que lo atan, es decir debe
minimizar su esencia para darle cabida al otro, no con la idea de hacerse menos sino de
nutrir la comunicación que se va tejiendo durante las mañanas de trabajo.
Es por ello que las circunstancias (como la educación virtual, la falta de recursos naturales,
el avance en la tecnología) son las que ponen al sujeto en transición, en movimiento, en
cambio y le permite pasar de un estado a otro porque se requiere y es latente el devenir del
sujeto donde “el sujeto se forma en la voluntad de escapar a las fuerzas, reglas y poderes
que nos impiden ser nosotros mismos, que tratan de reducirnos al estado de un sistema y de
su control sobre la actividad, las intenciones y las interacciones.” (Venegas, 2017, p.14)
Es por ello que considero pertinente que la docencia opte por conformarse de sujetos que
intenten transformar las estructuras que los han formado para donarse a los demás, para
comprenderse mutuamente y para caminar juntos ante la adversidad que les toca vivir, para
trascender en un mundo en el que pueden aportar lo mejor de sí y pueden de esa forma
encontrarle sentido a todo lo que están haciendo.
Sin embargo considero que haber optado por la maestría y el analizar este tipo de textos no
es por casualidad, sino más bien debo poco a poco desestructurarme como persona, como
docente y como sociedad para que el sin número de experiencias, de momentos, de
actitudes y valores que arrastro desde lo que me ha configurado como sujeto; pueda ser
pensado desde otra perspectiva en la que no me reduzca a las expectativas que se tienen de
mi o a las reglas que ya están instauradas y trascender, sobre todo de lo que me hace no ser
lo que soy, o evitar lo que puede hacerme daño o hacer daño a terceros.
Porque sin duda no seré la misma después de recorrer estos años en el ISCEEM, ni pensaré
igual a como venía, pues haré lo posible por poner en práctica lo aprendido iniciando por
reconocer cuándo algo se hace solo por cumplir con el orden, y la estructura; sin dejarme
reducir por la realidad que opere en el contexto que me encuentre.

Cierre

Considero que como docente tengo una oportunidad muy grande cuándo me asignan un
grupo de niños con los cuales puedo realizar una práctica transformadora y efectiva, donde
como posibilidad pueda rescatar al sujeto y a su esencia partir desde su contexto real
adaptar los contenidos generales de preescolar a la realidad en la que estoy
desenvolviéndome.
Así mismo considero identificar o caracterizar a cada sujeto que llegue al aula para poder
mirarlo de distintos ángulos y respetarle en su hacer, decir y pensar, pues cabe reconocer
que “Sólo cuando el educador se hace responsable del otro, responde a éste en su situación,
se preocupa y ocupa de él desde la responsabilidad, entonces y sólo entonces, se está en
condiciones de educar” (Romero & Gutiérrez, 2011, p. 1) responsabilizándome de que en
un futuro estos pequeños puedan seguir formándose de manera eficaz, donde exista una
corresponsabilidad para con los otros, pues hace mucha falta que seamos empáticos y que
podamos ayudarnos mutuamente a crecer, como ya lo dije anteriormente pensar que el
prójimo somos nosotros mismos.
Ahora bien en ese afán de educar para la vida y no para las competencias posibilitará a que
los niños no se crean la idea de que entre más compitan con el otro mejores son, sino que se
valore más el respeto y cuidado por los otros, por el agua, por el medio ambiente, eso
ayudará a que estemos más preocupados en salvaguardar nuestro planeta que destruirlo para
beneficiarnos de él; pues se requiere una educación como “el punto en el que decidimos si
amamos al mundo lo bastante como para asumir una responsabilidad por él y así salvarlo de
la ruina que, de no ser por la renovación, de no ser por la llegada de los nuevos y los
jóvenes, sería inevitable” (Arent. 1996 en Romero & Gutiérrez, 2011, p. 9).
Pero reconocer que esa salvación será mutua porque al salvar el agua, al salvar algún ser
vivo, recurso natural o a otra persona nos estaremos salvando a nosotros mismos, así crear
conciencia en los niños para que puedan poner en práctica estas maneras de ayudar-nos a
preservar la vida.

Considero como reflexión final el voltear a vernos, ver la necesidad de cada sujeto, lo que
está viviendo a partir de las crisis existentes a raíz de la pandemia y reconocer que cada
situación es diferente por lo que ello nos demandará a tener una preocupación distinta por
cada niño o estudiante dentro de nuestras aulas, pero también dentro de cada integrante
familiar, vecino, o conocido, porque realmente la vida apresurada en la que vivimos nos
permite obviar cosas esenciales como es el vernos y preocuparnos por lo que le pasa al otro,
es decir tener preocupación ética que “surge en el momento en que a uno le importa lo que
le pasa al otro con las cosas que uno hace, o con las cosas que se están haciendo en la
comunidad a la cual pertenece. Pero para que me importe lo que le pasa al otro tengo que
verlo, y para verlo tengo que amarlo” (Maturana, 1996).
Nos hace falta amarnos recíprocamente para poder valorar y destacar lo que cada sujeto
vale, porque ahora a partir de este ensayo y estas reflexiones me pregunto cuántas veces
negué la esencia de los que me rodean y cuantas veces silencie mi sentir, mi pensar por
miedo a que no me respondan de forma ética cuando se los comparta, sin duda debo dejar
atrás esas estructuras que me atan para comenzar a crecer y a darle vida al sujeto que llevo
dentro.

Fuentes de consulta:
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Vida líquida. España. Paidós, pp. 9-25.
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mítica de Franz Hinkelammert. Revista realidad 129. Pp. 511-524 Disponible en:
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Análisis. Revista Colombiana de Humanidades. Universidad de Santo Tomas.
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 Salas, H. (2002). La idea de sujeto en la modernidad. En: Anales de Antropología.
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http://www.revistas.unam.mx/index.php/antropologia/article/view/23397/pd
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Disponible en: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=5969082

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