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VI Congreso Chileno de Antropología. Colegio de Antropólogos de Chile A.

G,
Valdivia, 2007.

Alcances del Mito en el Mundo


Contemporáneo.

Esteban E. Aguayo S.

Cita: Esteban E. Aguayo S. (2007). Alcances del Mito en el Mundo


Contemporáneo. VI Congreso Chileno de Antropología. Colegio de
Antropólogos de Chile A. G, Valdivia.

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PARTE V: MITOS

Alcances del Mito en el Mundo Contemporáneo


Esteban E. Aguayo S.*

Myth plays a central role together with the social


Resumen representations and socio–cultural imageries.
El presente escrito aborda el concepto de mito como Keywords: Myth, sense narratives, contemporaneous
dimensión de realidad e integración individual y colec- world, social representation, imageries.
tiva, y como posibilidad de análisis para comprender
fenómenos y procesos culturales aun en el contexto Introducción
del mundo contemporáneo. Para ello se entiende al mito
como matriz simbólica que anida a partir de múltiples Puede decirse que un mito comprende «el relato de
capas de aprehensión, expresado formalmente como
hechos primigenios, paradigmáticos y atemporales, en
relato fundador de sentido, el cual no es privativo de
sociedades frías ni de culturas dictaminadas como aje- cuya recreación el ser humano reafirma su propia con-
nas o perimetrales a la modernidad. Finalmente, se ex- dición esencial» (López y Aguayo, 2003: 8). Estos rela-
plora un modelo para el entendimiento de las creen- tos paradigmáticos se sostienen a través del tiempo,
cias en el mundo contemporáneo, donde el Mito juega en una permanente dinámica de continuidad y cambio,
un rol central junto a representaciones sociales e ima- a través de las distintas posibilidades que la cultura otor-
ginarios socio-culturales.
Palabras Claves: Mito, narrativas de sentido, mundo
ga para su sustento. Los mitos no necesariamente de-
contemporáneo, representación social, imaginarios. ben aludir directamente a grandes narraciones cosmo-
gónicas; efectivamente, las tradiciones orales pueden
establecer carácteres míticos y, por ende, fundacio-
Abstract nales, para el relato de distintas circunstancias históri-
The present work talk about de concept of myth as a cas cuya importancia es más bien acotada -o específi-
dimension of the reality, and individual, and collective ca- en el seno de un grupo humano.
integration; and like a analysis possibility to comprehend En general se trata de relatos que fundan un sentido
cultural processes and phenomena even in the context
of the contemporaneous world. To achieve this goals,
en sí mismos y que no buscan convencer en términos
we understand the myth like a symbolic matrix that nest dialécticos, sino establecer una dimensión de realidad
from the many capes of apprehension, formally y seguridad ontológica para el ser humano. De esta
expressed as the tale that fund the sense, this is not manera, puede afirmarse que «propiamente, el mito no
privative of the cold societies neither of cultures has busca ni ofrece explicaciones, sino razones para vivir»
been said like foreign or perimetral to modernity. Finally,
(Moreno, 1993: 19); en definitiva, un mito «exige que
we explore a model to comprehend the understanding
of the beliefs in the contemporaneous world, where the se le reconozca» (Frankfort y Frankfort, 1967: 18). En
efecto, a partir de un mito activo se despliegan coorde-

* Arqueólogo (U. de Chile). Universidad Nacional Andrés Bello, Santiago. eaguayos@uc.cl

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nadas cosmológicas y cosmogónicas que permiten a sumen- que no ha llegado al grado de racionali-
la perspectiva humana eliminar o, al menos, reducir la dad y de la conciencia de los escogidos, los cua-
dimensión de incertidumbre propia de la existencia les, esclarecidos, prohíben, crean estas mitolo-
(Eliade 1979, 1981, 1996; Meslin 1978, 1990). Así, pue- gías o escriben sobre ellas (Moscovici, 1979: 28).
de comprenderse que tanto el espacio como el tiempo En efecto, dentro de los distintos alcances e implicancias
pueden ser construidos míticamente desde la experien- de la palabra ‘Mito’, destaca la reiteración de un uso
cia humana, poniendo de relieve ciertas acciones, mo- peyorativo asociado a la irracionalidad. Paradójicamen-
mentos y lugares, cuya percepción y vinculación se te, la crítica posmoderna atacó las pretensiones des-
vuelve no sólo prioritaria, sino a la postre vital. medidas de los grandes proyectos modernos, del mis-
Es posible plantear que -en última instancia- el Mito mo modo en el cual el pensamiento ilustrado había fun-
supera las coordenadas de la Historia. En efecto, pue- dado la modernidad; donde ésta última acusaba lo irra-
de apreciarse cómo la coyuntura histórica se ve, en cional de la religión y miraba con desdén las creencias
principio, supeditada a los dictámenes paradigmáticos de los pueblos primitivos, la posmodernidad acusó lo
del Mito; en virtud de esta observación, se ha señalado ilógico e irreal de grandes narrativas de sentido como
que éste último posee un carácter trans-histórico la ciencia, el marxismo, el progreso o la propia moder-
(Eliade, 1996; Jung, 1998). No obstante, esta propie- nidad. De hecho, no es infrecuente constatar que auto-
dad «trans-histórica» no es excluyente ni unívoca. Así, res y opinantes ubicados en el contexto del desenmas-
dado que la Historia es la interpretación del sentido que caramiento posmoderno, suelen utilizar como metáfo-
el pasado tiene para nosotros (Huizinga, 2005), el Mito ra el que determinados relatos de la modernidad, final-
es también Historia: pasado vivo y medular, que se mente, «no eran más» que mitos.
despoja del anecdotario y se desborda a partir del acon- De este modo, «desmitologizar» o «desmitificar» se
tecimiento. Por añadidura, el pasado intemporal y convirtió en sinónimo para acusar la desintegración de
cosmogónico del Mito es siempre fundado y refundado grandes embustes sociales y políticos, en un acto de
en el contexto de circunstancias históricas, si bien la reducción desmedrada del término. En tanto, cualquier
precisión de éstas últimas resulta huidiza, en compara- aproximación no necesariamente peyorativa a las na-
ción con las circunstancias narradas por el propio Mito rrativas de sentido tendió más bien a definirlas en tér-
fundado. minos de «discurso» o «relato» (Lyotard, 1996), con-
En este punto, resulta pertinente apreciar que las ca- cepto emanado desde las Ciencias Sociales y espe-
racterísticas hasta aquí expuestas permiten compren- cialmente acogido en el ámbito de la política. Conside-
der a cada mito como una narrativa proporcionadora rando la definición de discurso como «un modo de do-
de sentido; vale decir, como una compleja disposición minio que incorpora la palabra, los reglamentos, las cla-
simbólica -exteriorizada sintéticamente a través de re- sificaciones, en un sistema de dominación o microfísica
latos paradigmáticos- que propone comprensión, se- del poder» (Touraine, 2006: 17), se colige que éstos
guridad, totalidad y realidad a los seres humanos. incorporan tanto argumentos como normas, destinados
Ahora bien, dado que la adscripción a un mito corres- en conjunto a obtener control, potestad o primacía so-
ponde a una búsqueda de sentido, no debería resultar bre todo aquello que consideran su ámbito de realidad.
en ningún caso asombroso ni revelador hablar, verbi- Ya sea como denuncia, constatación, o bien como año-
gracia, de «los mitos del hombre contemporáneo»; sin ranza o reivindicación de ellos, los grandes discursos o
embargo, a lo largo de la segunda secularización1, la «metarrelatos» siguen siendo mentados, sobre todo,
palabra en cuestión ha alcanzado tal grado de despres- desde numerosas tribunas de pretensión hegemónica
tigio, que quienes han propugnado determinados dis- (intelectuales, políticos, periodistas). Luego, ¿resulta
cursos hegemónicos durante las últimas décadas, pue- coherente una homologación entre «Mito» y «Relato»,
den llegar a sentirse seriamente agraviados si alguien en tanto narrativas proporcionadoras de sentido? Un
define a sus narraciones de sentido como mitos. Al res- examen con cierto grado de detención, consiente a res-
pecto, conviene recordar las palabras de Moscovici: ponder que no; de hecho, las propiedades míticas an-
¿Quién no habla del ‘mito de la mujer’, del ‘mito tes enunciadas permiten plantear que el Relato puede
del progreso’, del ‘mito de la igualdad’ y de otros ser entendido como una parte del Mito, dentro del con-
mitos similares? A menudo se trata de una forma texto de una Modernidad Occidental que ha pretendido
de despreciar opiniones y actitudes atribuidas a reducir sus narrativas de sentido al aspecto parcial que
un grupo particular, a la masa –al pueblo, en re- éstas poseen como construcciones conscientes, racio-
nales y orientadas a fines explícitos.

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En resumidas cuentas, mientras el relato es causal, la mas y reglas que en último término mantienen y pre-
totalidad de una narrativa de sentido es energético-fi- servan la vida colectiva.
nalista2; mientras el relato plantea una antinomia racio- Marcel Mauss, sobrino de Durkheim, incorporó
nalidad/irracionalidad (invistiéndose exclusiva y sistemáticamente el concepto del sacrificio como uno
excluyentemente con la primera), la narrativa de senti- de los mecanismos fundamentales que sancionan la
do en su mayor amplitud se hace fuerte a través de pervivencia de la vida colectiva, y por ende, como uno
elementos tanto conscientes como inconscientes, e de los pilares centrales en la elaboración mítica; C. Lévi-
impele a quienes adscriben a él tanto a la acción racio- Strauss, en buena medida deudor de la obra de Mauss,
nal como irracional; mientras el relato ofrece un control logra llevar a cabo un exhaustivo constructo teórico
progresivo de la realidad, la narrativa de sentido en su metodológico, por medio del cual entiende al mito como
totalidad ofrece una manera de entender y entenderse un mecanismo social, persistente y observable en el
en dicha realidad; en definitiva, en tanto el relato pro- quehacer cultural, pero también enraizado a un nivel
mete una seguridad epistémica y factual, la totalidad inconsciente; a través de estos dos pilares se encau-
de una narrativa de sentido ofrece una seguridad saría la estructura del mito, constituido por «mitemas»
ontológica. (a la manera de los fonemas que constituyen el len-
Por ende, el mito comprende y supera dos antinomias: guaje), los cuales, sin embargo, se presentan sólo como
racional/irracional; y consciente/inconsciente. Ofrece significantes, sin posibilidad de ser entendidos más que
también distintos niveles de aprehensión, a partir de en conjunto (Lévi-Strauss, 1970). Si bien el etnólogo
los cuales se interdigitan disímiles funciones y relacio- francés consideró al mito como uno de los mecanis-
nes de sentido que, en conjunto, no hacen sino poten- mos fundamentales de la vida social, restringió en los
ciar el despliegue polisémico del Mito en el mundo de hechos su estudio a sociedades pre-modernas, ade-
la cultura. más de no considerar la diacronía como uno de los ele-
mentos centrales en la configuración y cambio de es-
Hacia una integración de distintas tos relatos.
La perspectiva de los mitos como síntesis históricas,
perspectivas más o menos inexactas en cuanto a la narración, pero
No estará demás señalar brevemente que el estudio de fuerte simbolismo, probablemente parte con
sistemático de los mitos en la cultura ha conocido dis- Giambattista Vico, en pleno siglo XVII. Da claras mues-
tintos enfoques parciales, cada uno de los cuales abo- tras de ello su interpretación del mito del Minotauro, en
gó por identificar su perspectiva con la totalidad del fe- el cual entiende el tributo anual de jóvenes griegos ha-
nómeno. Así, pueden citarse, en pleno siglo XIX, las cia Creta como el sojuzgamiento de las tribus conti-
comparaciones filológicas de M. Müller en el estudio nentales por parte de los cretenses; el Laberinto, como
de tradiciones míticas y religiosas, para deducir un tras- el propio archipiélago cretense; y al Minotauro, como
fondo común al acervo cultural de persas, indios, es- un barco –o flota- que hacía sentir esa hegemonía aso-
candinavos y romanos (Müller, 1948); o bien, la copio- lando las costas helénicas (Vicco, 2000). El entendi-
sa y erudita obra de J. Frazer, donde los trabajos miento del concepto de Mito para generalizar grandes
etnográficos se complementan con fuentes históricas y realidades históricas, poniendo de relieve ciertos as-
mitológicas (Frazer, 1999), aunque no se aprecie, en pectos por sobre otros (de manera más o menos arbi-
realidad, una sistematicidad orgánica en la integración traria), puede proyectarse a tiempos donde el acervo
de sus abundantes datos. La naciente disciplina antro- documental existente no obstaculiza la síntesis mítica,
pológica, a lo largo del siglo XX, generó numerosos en aras de una supuesta «verdad histórica». La propia
trabajos de campo, considerando el concepto de mito guerra de Arauco, con sus epopeyas parciales, puede
dentro de sus realidades a estudiar; sin embargo, la ser apreciada como un mito histórico (Moreno, 1993),
elaboración teórica no fue directamente de la mano con forjador de identidad nacional (Barros Arana, 2000);
esta vocación de observación, dado que se amparó en también el Combate Naval de Iquique, que ha trascen-
perspectivas postuladas desde «fuera», como el psi- dido con mucho el contexto de los hechos acaecidos
coanálisis –en la llamada escuela de cultura y perso- en la rada de Iquique durante la guerra del Pacífico
nalidad-, o bien como la prolífica escuela sociológica (Díaz, 2007).
francesa, que, a partir de E. Durkheim, postula el en- Desde la perspectiva de la psique individual, el mito
tendimiento de los mitos como la justificación de nor- puede ser entendido como un referente simbólico, alu-

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sivo al propio proceso de individuación que forzosa- humano. Por otro lado, debe considerarse que hasta
mente debe encarar una persona; así lo planteó C. G. hace algunas décadas contábamos con la dimensión
Jung (1997, 1998, 2001), y así lo han profundizado psi- cultural como una frontera más o menos nítida para
cólogos como James Hillman (2001). De esta manera, apreciar los límites de predominio –llamémoslo así-
algunas escenas -recurrentes y afines, tanto al acervo entre ciertos mitos; sin embargo, hoy encontramos que
mítico, como a los sueños de hombres occidentales en dentro de una misma cultura pueden coexistir, en des-
pleno siglo XX-, tales como el combate del héroe con iguales grados de aprehensión, mitos muy distintos e
un dragón o serpiente, o bien el rescate de una donce- incluso contradictorios, sean éstos considerados
lla cautiva, hacen referencia a etapas de este proceso autóctonos o alóctonos en el seno de la cultura en cues-
de individuación: respectivamente, uno sería la eman- tión.
cipación de la psique desde un contexto protegido para Sin embargo, es de todas formas la dimensión de la
enfrentarse al inconsciente, y el otro, el necesario en- cultura la que permite apreciar el mito en todos sus ni-
cuentro con el ánima, lado femenino de la psique mas- veles, a través de sus matices y diferenciaciones; así,
culina. Así, se fundamenta al pensar mítico como una las diferentes formas de entender y entenderse en el
función de la psique, lo cual permite a su vez recordar mundo, junto a sus respectivos sustratos simbólicos,
a Cassirer y a su «pensar mítico» como una de las es- se expresan cotidianamente a través de la compleja
tructuras fundamentales de la función simbólica en todo red de acción, propensión a la acción, usos y quehace-
ser humano (Cassirer, 1971). res, los cuales conforman la parte más básica de la
De esta manera, podemos apreciar los distintos enfo- vida cultural. En efecto, podría visualizarse a la propia
ques desde los cuales es susceptible aproximarse al cultura como un pilar a través del cual se articulan la
mito como narración de sentido; a un nivel social, a un vida individual y la vida colectiva, la diacronía y la sin-
nivel individual, o desde una perspectiva histórica. Su- cronía, permitiendo conservar, adquirir o modificar la
memos a ello otro nivel de aproximación, el de la adscripción de sujetos y grupos a ciertas narraciones
intersubjetividad, dado que muchas veces las perso- de sentido/mitos. A la vez, dada la tendencia a la con-
nas dialogan entre sí, se entienden o reafirman sus res- servación que lleva consigo cada dimensión cultural,
pectivas identidades través de ciertos mitos en particu- es posible observar la presencia y vigencia de ciertos
lar; al revés, el desentendimiento puede, en algunos mitos en contextos específicos, pese a la rapidez con
casos, posicionarse entre quienes adscriben a mitos que se suceden los cambios a todo nivel en el mundo
distintos, o bien entre quien adscribe íntegramente a contemporáneo.
un mito y quien lo entiende parcialmente, como discur- Precisamente, el encarar el tema de los mitos -o narra-
so. En efecto, la forma de relacionarse entre individuos, ciones de sentido- en el mundo actual implica dejar
a través de este posicionamiento en narraciones de establecido, en concordancia con las páginas prece-
sentido, permite traer a colación una frase de Lévi- dentes, que sabemos que éstos no son solamente pri-
Strauss –posiblemente exagerada-, según la cual a él vativos de determinados grupos, visiblemente delimi-
le interesaba establecer «no como los hombres pien- tados. No resulta gratuito recordar que, tal como hace
san en los mitos, sino cómo los mitos se piensan en los no muchas décadas se atribuía su exclusiva función en
hombres y sin ellos saberlo» (Lévi-Strauss, 1964 en los grupos primitivos (tanto en el presente etnográfico
Meslin, 1978: 232). como en la antigüedad), desde las últimas dos déca-
En términos amplios, todas estas aproximaciones son das del siglo XX hasta el presente se planteó la pro-
válidas y no excluyentes para la comprensión del Mito, yección de un pensamiento o «función» mítica hacia
en tanto realidad compleja. Así, los distintos niveles de las llamadas «tribus urbanas», a los inmigrantes en
aprehensión de una narración de sentido se desplie- países occidentales, a los gitanos, etc. Paralelamente,
gan como una potencialidad, pues, a la postre, no exis- los estudios de sociedades etnográficas (verbigracia:
ten condiciones a priori para determinar cuál de estas Andes Centrales, Área Centro Sur Andina) dejaron de
narraciones ha de prevalecer o perdurar por sobre otras, lado el sesgo evolucionista para abocarse al estudio
que incluso pueden ser contradictorias. Más aún, es el de las cosmovisiones indígenas en el presente en tan-
propio ser humano el que se identifica o vivencia su to realidades complejas, efectivas y valorables en sí
experiencia de realidad desde determinado mito; el mismas.
mismo mito que puede parecer un embuste, una ilu- Aún en el caso de estas últimas tendencias, suele
sión o una simple herramienta pragmática para otro ser subyacer la asociación del mito dentro del dominio pri-

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vativo de «los otros»; vale decir, de aquellos que, inde- mente recreado en la vida colectiva. Aquí ubicamos el
pendiente de la valoración, positiva o negativa, que se mito constantemente ritualizado que explica el mundo,
tenga de ellos, se enmarcan dentro de un marco de lo significa y distribuye funciones sociales a partir de
pensamiento «tradicional», que termina por reafirmar colectividades de tamaño discreto, como las encontra-
la antinomia modernidad/no modernidad. Sin embar- das por los etnólogos entre los Dieri de la Australia
go, como aquí se ha dicho, el hombre moderno tam- Central (Frazer, 1999) o entre los Selknam de Tierra
bién piensa míticamente; y esto no debiera entenderse del Fuego (Gusinde, 1951). No obstante, la dimensión
como una incompatibilidad con la propia pretensión del cultural acotada del Mito puede también encontrarse
ser –o del «aspirar a ser»- modernos. en espacios concretos dentro de la vida urbana con-
En síntesis, propongo el planteamiento de al menos temporánea, especialmente en América Latina.
tres niveles de circunscripción espacio-temporal para Pese a la clausura del tiempo lineal que plantea el mito,
la vivencia del Mito; en primer lugar, un nivel fuertemen- muchas de estas fundaciones cosmogónicas que ha-
te vinculado al Inconsciente, de carácter transhistórico, cen referencia a «tiempos remotos» pueden encontrarse
relacionado con las decantaciones simbólicas recurren- sólidamente asentadas, en tanto narrativas consolida-
tes que constituyen el proceso de individuación de la das, tras pocas décadas de expansión del relato para-
Psique (o de crecimiento experiencial de la cognición digmático. Esta observación se ve claramente ratifica-
individual); aquí se despliega la asociación entre sue- da en el caso de algunos cultos mesiánicos en el área
ños individuales y estructuras míticas, señalada en prin- amazónica (Schaden, 1990), y también en el de algu-
cipio por Jung y posteriormente explorada por otros psi- nas animitas de culto emblemático en Santiago de Chi-
cólogos y psiquiatras. Paradójicamente, este nivel del le (López y Aguayo, 2003).
mito es, al mismo tiempo, el más amplio y afín a dis- Además de estos tres niveles expresados, también
tintas culturas, pero el más susceptible a ser vivenciado podrían sintetizarse y plantearse algunos aspectos so-
íntegramente desde la individualidad. bre el propio alcance vivencial del Mito, el cual, como
El segundo nivel de circunscripción espacio-temporal se ha expresado, se transmite culturalmente, pero pue-
corresponde a una dimensión cultural amplia, propia de ser vivenciado tanto colectiva como individualmen-
de áreas con una co-tradición parcialmente compartida te. El primer alcance vivencial correspondería, pues,
durante una temporalidad extensa; ésta última puede a un nivel individual, eminentemente psíquico, donde
ser llamada también como una dimensión cultural de la narrativa de sentido puede alcanzar gran trascen-
«tiempo largo», de acuerdo al concepto popularizado dencia no sólo en términos inconscientes, sino también
por los historiadores de la Escuela francesa de Los de cara a una construcción consciente de la propia iden-
Anales (Le Goff, 1991). Ejemplos de ello pueden en- tidad. Es significativo al respecto el hecho de que va-
contrarse en la llamada Área de co-tradición Andina, rios ex-alcohólicos en Chile adscriben y asumen nue-
donde arqueólogos y etnohistoriadores han encontra- vas narrativas de sentido en su vida a partir de una
do consistente evidencia de continuidad para sistemas conversión a nuevos credos religiosos, que de este
simbólicos, religiosos, míticos y rituales, desde tiem- modo les proporcionan elementos para una «nueva
pos prehispánicos hasta tiempos históricos (Aldunate, identidad» contrapuesta a la antigua «identidad alco-
Castro y Varela 2003; Cook, 1993; Rostworowski, 2002). hólica» (A. Pucheu, com. pers. 2007).
Otro ejemplo posible es el Mundo finimedieval del Me- El segundo alcance vivencial del Mito corresponde a
diterráneo como una red de desarrollos culturales un nivel intersubjetivo, identificado desde una pers-
interdigitados, presentado por Braudel (1997), donde pectiva individual como una interrelación con la(s)
la comunión de ciertos imaginarios pudo permitir, otredad(es); a partir de este vínculo, que puede ser frag-
plausiblemente, el despliegue de narraciones de senti- mentario, dos o más individuos pueden relacionarse
do compartidas. entre sí a partir de un mito compartido total o parcial-
Finalmente, un tercer nivel puede corresponder a una mente. Incluso puede darse un tipo peculiar de rela-
dimensión cultural acotada, sujeta a las variabilidades ción, en el cual una de las partes intente construir el
contextuales de la contingencia histórica: se trata de vínculo intersubjetivo a partir de la afirmación del Mito,
encarnaciones particulares de determinadas narracio- y la otra parte lo niegue. Esto puede ser ejemplificado
nes de sentido, cuyo alcance espacio-temporal limita- claramente a través de las dinámicas de proselitismo y
do no impide plantear que es, precisamente, este nivel resistencia ante determinadas narrativas de sentido;
del mito el más factible de ser vivenciado y constante- verbigracia, algunos evangelizadores coloniales del si-

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glo XVI, quienes de cierta forma integraron algunos pi- consciente; además de hacerlo, por añadidura, en el
lares míticos de los habitantes originarios, invirtiéndo- amplio intersticio de la Periconsciencia.
los (Deidades Locales = acción del Demonio), estable- En este punto, cabe preguntarse en dónde reside la
ciendo su vez violentas dinámicas de proselitismo cris- diferencia fundamental en cuanto a la vivencia de los
tiano con sus interlocutores locales en el área Andina. mitos en las culturas tradicionales y en la sociedad
El tercer alcance vivencial corresponde, propiamen- moderna, si es que esta diferencia existe. Al respecto,
te, a un nivel colectivo; por medio del cual confluyen bien señala J. Moreno que «ambos tenemos mitos. Lo
aspectos que configuran una vivencia social o étnica que nos distingue es nuestra posibilidad de criticar ló-
del Mito. A diferencia del nivel intersubjetivo, aquí el gicamente nuestros propios mitos» (Moreno, 1993: 17).
énfasis no se encuentra en torno a un vínculo relacional Vale decir, la sociedad moderna ofrece la posibilidad
o dialógico en torno a determinada narración de senti- de reconocer al mito como tal, o bien, de renunciar cons-
do, sino en una confluencia general y ampliamente cientemente a vivenciarlo en propiedad, dejando que
consensuada en torno a determinado Mito. Especial- se transforme en discurso, en dogma, o bien en una
mente se percibe este alcance en torno a los mitos re- mera tradición anecdótica e inactiva. Particularmente,
forzados en rituales multitudinarios, donde la relación en el mundo contemporáneo puede apreciarse una
primordial se da entre todos y cada uno de los indivi- constante dinámica de toma de posición ante los mi-
duos, por una parte; y el núcleo mítico-ritual que los tos, lo cual permite a individuos y colectividades el de-
cobija a todos, por la otra. Las grandes peregrinacio- sistir, reemplazar o reencantarse ante determinadas
nes marianas -que confluyen sobre todo en fechas es- narrativas de sentido. En definitiva, la actividad
pecialmente consagradas-, son un ejemplo claro de este mitopoiética es también común a la sociedad moder-
alcance vivencial, como la de Lourdes. na; y no sólo es constante, sino particularmente atin-
gente a las nuevas condiciones que el mundo contem-
El escenario del Mito en el mundo poráneo impone al ser humano.
Amengual (1993) ha utilizado el concepto de monomitis-
contemporáneo mo de la modernidad, refiriéndose al marco omnicom-
Hasta aquí hemos podido apreciar que el Mito, en tan- prensivo moderno como una búsqueda de fundación
to narración paradigmática de sentido, comprende dis- de la realidad que supera con creces la fundamentación
tintas propiedades que hacen posible vivenciarlo a dis- racional que la propia modernidad se arroga a sí mis-
tintas escalas temporales y espaciales. A su vez, pue- ma. De acuerdo al mismo autor, en el seno de este
de aportar tanto a la construcción individual, como tam- mito se constituyen, no obstante, ciertas versiones par-
bién a una relación intersubjetiva, o bien a una amplia ciales; vale decir, mitos de alcance menor que son deu-
convocatoria de confluencia colectiva. Entre las carac- dores, en última instancia, de la gran estructura que los
terísticas más decidoras del Mito se encuentra el favo- cobija: la propia modernidad.
recer una fundación de la realidad (separa lo real de lo No me parece infecundo traer a colación que, de la
aparente); ofrecer una dimensión de comprensión e misma manera en que la oposición entre caos y orden
inteligibilidad del mundo, con pretensiones de perma- resulta fundamental en la mayoría de los mitos cosmo-
nencia; y derivado de lo anterior, ofrecer una seguridad gónicos, así también la antinomia naturaleza/cultura –
ontológica al ser humano. Junto a las anteriores, se esta vez recreada en la antinomia modernidad/no mo-
ubica una característica que favorece claramente la dernidad- permitió a la propia modernidad el intento de
identificación fenoménica del Mito: cuando este último fundarse míticamente a sí misma, estableciendo su rai-
se encuentra plenamente vigente, genera propensión gambre cosmogónica y sus orígenes en concordancia
a la acción. Vale decir, impele al ser humano a actuar con su propio presente y pretensiones de futuro. Así,
de acuerdo a la propia fundación de realidad que ha esta articulación de los tiempos: fundación del pasado,
sido instaurada míticamente. En cuanto un mito deja comprensión del presente y proyección del futuro, per-
de generar propensión a la acción, éste se rebaja a mitió sustentar y otorgar importantes cuotas de seguri-
relato puramente alegórico, vaciado de la totalidad de dad ontológica a quienes adscribieron a discursos o
su potencial simbólico. Finalmente, debe señalarse que relatos particulares surgidos en el seno de este
el Mito hunde su más profundo arraigo en el Incons- monomitismo moderno, tales como El Progreso, La
ciente, pero también puede operar a nivel plenamente Ciencia o El Mercado.

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No debe olvidarse que, en tiempos de la guerra fría, los opta por una definición de «Sobremodernidad» (Augé,
dos «relatos» predominantes (el de la órbita soviética y 2005), como si se lo hace por una de «Modernidad Tar-
el de la órbita estadounidense) sentaban su origen y su día» (Turaine, 2006), de «Interculturalidad Globalizada»
justificación cosmogónica en la modernidad, y en la ilu- (García Canclini, 2004) o lisa y llanamente de «Posmo-
sión del destierro de la irracionalidad; fuera de «ello» dernidad» (Lyotard, ob.cit.), debe coincidirse en algu-
–del mundo racional, ordenado y real, prescripto mítica- nos puntos que a su vez permiten poner de relieve la
mente-, se encontraban el caos de la no-modernidad continuidad de los mitos y de la actividad mitopoiética.
salvaje y, también, la némesis viviente de lo real, en- En primer lugar, el Mito se erige como posibilidad de
carnada en una modernidad perversa y pervertida: esta sentido ante un escenario configurado en torno a la
última hacía referencia a la humanidad esclava = ambivalencia entre sobreinformación e incertidumbre,
alienada por el capital, o bien a la humanidad esclava = caracterizado por «un repliegue generalizado hacia lo
privada de libertades individuales, según se estuviera individual» (S. González, com. pers. 2006). En este
en la perspectiva de cada uno de estos relatos. contexto, donde muchos elementos vitales –como la
De cualquier forma, pienso que el monomitismo de la muerte, la enfermedad, la locura o la sexualidad- han
modernidad nunca alcanzó por igual a todos los habi- sido invisibilizados o, peor aún, trivializados; y donde el
tantes de las sociedades afincadas en el núcleo históri- ciudadano común se ve forzado a hacer continuos ac-
co moderno (Europa y Estados Unidos); menos aún a tos de fe (hacia la publicidad, el gobierno y las corpora-
las sociedades perimetrales a dicho núcleo histórico, ciones), emerge la posibilidad de que el individuo con-
muchas de las cuales, como América Latina, pueden temporáneo pueda encontrar en los mitos una vía de
ser definidas como pro-modernas. Con el concepto de acceso a esa trascendencia negada. También busca
«pro-modernidad» quiero referirme a un proceso per- en ellos la necesaria cuota de seguridad que le permita
manente por medio del cual se ve a la modernidad como sortear o, al menos, quitarle espacio a la creciente in-
un estado deseable que nunca se alcanza y al cual se certidumbre y la patente indefensión.
debe aspirar, ya sea superando, negando o en el mejor Así, el ser humano puede intentar recuperar la «expe-
de los casos integrando periféricamente una serie de riencia secuestrada» (Guiddens, 1995) a partir de una
complejidades y contradicciones que, aún a riesgo de serie de elementos cuya fragmentación inicial no impi-
generalizar groseramente, pueden ser definidas en con- de que cada individuo pueda, potencialmente, (re)armar
junto como «tradición no moderna». su propia narrativa de sentido; en este contexto, la
Así pues, siguieron existiendo condiciones para la música y el fútbol pueden ser sólo entretenciones su-
mitopoiesis y para la vivencia activa de los mitos tanto perficiales de alcance global, pero también pueden con-
dentro como fuera de la modernidad, o bien en formar relatos paradigmáticos asociables a estructuras
transversalidad a ella; parte de esta transversalidad ha simbólicas más profundas y complejas; a la postre,
sido comprendida en América Latina bajo el alero a ambos fenómenos pueden llegar a encarnar la condi-
veces ambiguo del concepto de «religiosidad popular». ción plena de mitos contemporáneos.
Este último término ha sido utilizado por cientistas so- En segundo lugar, debe observarse un proceso de pro-
ciales, pero también por detentadores institucionali- gresiva desterritorialización del Mito. En efecto, éste ya
zados de la religión, quienes a su vez fueron desplaza- no es, necesariamente, «circunscribible» dentro de los
dos del centro y compelidos durante los últimos dos- límites de un espacio continuo, pues las condiciones
cientos años a ser uno más de los discursos posibles ofrecidas por el proceso de Sobremodernidad en el
dentro de la modernidad. Mundo Contemporáneo implican una alta cantidad de
Aún más, las condiciones particulares del mundo en universos simbólicos yuxtapuestos, interdigitados y fi-
las últimas dos décadas aumentan la pertinencia del nalmente desterritorializados; éstos últimos pueden
Mito como variable para la comprensión de una reali- ofrecer la vivencia de determinada Narración de Senti-
dad que, aparentemente, se muestra cada vez más frag- do a distintas personas en el planeta, desplazándose
mentada y sobresaturada de vínculos multidireccio- el concepto tradicional de comunidad. Así, sujetos sin
nales. Para lo que a este punto respecta, resulta casi un contexto histórico en común pueden vivir a la dis-
indistinto decantarse por una posición que rescate el tancia una comunión en torno a un mito que, como con-
proyecto de la Modernidad (Guiddens, 1995), o bien trapartida, no pueden compartir del mismo modo con
hacerlo por una que certifique la derrota y el fin de ésta sus más inmediatos vecinos y familiares, pese a que
(Lyotard, 1996; Vattimo, 1986). En general, tanto si se con éstos sí comparten mayormente aspectos vincula-

1494 Tomo II Actas del 6º Congreso Chileno de Antropología Simposio Estudios Culturales
dos a las variables de sociedad, cultura, historia y terri- modos, pudiendo traer efectos positivos o negativos a
torio. Piénsese en las actuales facilidades de vincula- quienes se relacionan con los portadores del Mito. Ac-
ción para que quienes se consideran a sí mismos «gó- tualmente existe un amplio consenso para apreciar que
ticos» (o «skinhead», o «vegan», o imitadores de Elvis la reivindicación del acervo mítico germánico por parte
Presley, o admiradores de Sai Baba) puedan explorar de Hitler y de otros jerarcas nazis redundó de la mane-
comuniones a distancia, las que, de este modo, les ra más nefasta en la historia de Alemania y del resto
permiten superar el nivel de elementos micro-cultura- del mundo; sin embargo, mal podría culparse de ello a
les compartidos3 para que algunos de ellos participen a dicho acervo mítico, en sí mismo. En cambio, es la par-
un nivel de Mito vivenciado. ticular lectura del mito, su peculiar aprehensión dentro
En tercer lugar, cabe aclarar que la afirmación y del individuo, la que va construyendo en buena medida
reafirmación de distintas identidades parciales a partir su accionar, en términos intersubjetivos. De la misma
de narraciones de sentido con una base común, pero manera puede ocurrir en relación a una narración de
de expresión múltiple, no pueden ser medidas bajo el sentido contemporánea y en aparente proceso de ex-
enunciado algo simplista de una reacción de lo local pansión: el mito del «emprendedor». Sólo la acción dirá
contra lo global. Antes bien, debiesen ser entendidas si el individuo que lo encarna lleva adelante el proceso
como una serie de heterogeneidades que desde su del héroe que tiene la responsabilidad de salvarse a sí
propia cosmovisión no se consideran tales, pero que mismo, y de realizarse descubriendo nuevas fronteras;
accionan y reaccionan ante cualquier discurso que pre- o bien, si se transformará en un ser autorreferente,
sente la amenaza de una homogeneización «externa», inescrupuloso y amoral en el trato con los demás, so-
no controlada y, por ende, caótica. Recordemos que bre todo con quienes trabajan para él.
una de las misiones fundamentales del Mito es romper En síntesis, las posibilidades de aprehensión y vincu-
la homogeneidad a través de lo significativo (Eliade lación a narraciones míticas de sentido se mantienen
1979, 1996), algo que es permanentemente ratificado en gran medida en el presente, con el agregado de dos
a través del ritual (López y Aguayo 2003, Meslin 1978). nuevas propiedades: por un lado, la lectura individual
Así ha funcionado siempre la construcción de tradicio- de los grandes mitos; y por otro, la deconstrucción de
nes míticas que se definen por sobre todo frente a la éstos para obtener elementos parciales que permitan
alteridad y frente a lo que conciben como indiferencia- construir, en conjunto, mitos narrativas reconfiguradas.
do, con un importante agregado contemporáneo: esta De este modo, se mantienen los niveles Inconsciente,
vez, los elementos de fundación mítica de «lo propio» de Dimensión Cultural Acotada y de Dimensión Cultu-
pueden ser tanto o más «alóctonos», en su origen, que ral Amplia, con el agregado de que éstas dos últimas
los propios agentes externos que amenazan homoge- ya no necesitan en todos los casos poseer un correlato
neizar y desacralizar. El culto de San Expedito, antiguo de continuidad territorial.
legionario romano canonizado en los albores del Cris- Por otro lado, dentro de los alcances vivenciales del
tianismo, ha alcanzado ribetes excepcionales durante Mito el que parece proyectarse con mayor énfasis en el
los últimos 5 años en un balneario de la costa central presente es el nivel individual. Recordemos, al respec-
chilena, donde su vigencia milagrosa le ha transforma- to, las etapas que han sido esgrimidas para hablar de
do en firme emblema de la identidad local; pese a que Teoría del Duelo: ruptura, negación, desesperación,
hace una década no existía ni el santuario, ni la adora- reparación y revinculación (J. Pucheu, com. pers. 2007).
ción, ni tan siquiera información sobre dicho santo, hoy Todas ellas pueden ser extrapoladas a las problemáti-
simboliza fuertemente la fundación mítica de lo local – cas generales de la individualidad en el mundo con-
lo que «siempre ha sido»- frente a la amenaza homoge- temporáneo, donde las dinámicas preponderantes im-
neizadora «externa» (las autoridades municipales, gu- plican un sentido de inestabilidad y, por ende, de per-
bernamentales y de la alta jerarquía eclesiástica). manentes pérdidas; en este contexto, la aprehensión
En cuarto lugar, cabe señalar que el mito no puede ser mítica ofrece vías para una revinculación efectiva. Don-
considerado, en sí, moralmente «bueno» ni «malo». de no existe mito, las etapas de negación y desespera-
Cuando un individuo o un colectivo se hacen parte de ción pueden tender a perpetuarse en muchos seres
una narrativa de sentido, adquieren cierto marco de humanos, casi como una condición propia, naturaliza-
coherencia que predispone a la acción; potencialmen- da y percibida como esencial de «los tiempos que co-
te, esta acción puede desplegarse de muy distintos rren».

Tomo II Actas del 6º Congreso Chileno de Antropología Simposio Estudios Culturales 1495
El Mito y algo más: vino; en ese sentido, el nivel de vinculación con ellas
será nulo, o de prescindencia. Ahora bien, desde el
Sobre un modelo de Las Creencias momento en que estas narrativas generan, al menos,
Dudar parece ser tan consustancial al ser humano como un juicio implícito y latente en los seres humanos, esta-
creer. En este contexto, cabe preguntarse cómo los mos en presencia de creencias; como también son
mitos se relacionan, no sólo con quienes creen activa- creencias los mitos vividos activamente, de acuerdo a
mente en ellos, sino también con aquellos que se vin- las propiedades que he expresado en las páginas pre-
culan de un modo menos profundo con determinadas cedentes. En este punto, es menester dar cuenta de
narrativas de sentido. Efectivamente, en la actualidad una definición operacional de «Las Creencias», la cual
los relatos de pretensión paradigmática no sólo se en- me permito expresar y proponer del siguiente modo:
cuentran al alcance de quienes aprehenden activamen- Son creencias todos aquellos universos simbólicos sig-
te sus propiedades míticas; también están presentes nificados y/o relacionados por individuos y colectivida-
para muchas otras personas, a través de los múltiples des, cuya adquisición condiciona la construcción de la
flujos de información que exhibe el mundo contempo- experiencia humana; las creencias pueden operar a
ráneo. distintos niveles entre la conciencia plena y el incons-
Así, es posible que muy pocos chilenos se adhieran ciente.
activamente a una cofradía que celebra la santidad de En seguida se hace necesario ubicar con mayor clari-
algún Yogui en Benarés, India; es altamente probable dad al Mito dentro de esta definición de Creencia, y su
que sean aún menos los que se trasladen a vivir cerca posible relación con otras construcciones simbólicas
de su maestro. Sin embargo, es muy posible que va- que también se incluyen dentro de este amplio concep-
rios chilenos más compren el libro de dicho Yogui, y to; para ello propongo el siguiente «Modelo para la apre-
traten de poner en práctica alguna parte de sus máxi- hensión de Las Creencias». Visto de otro modo, el pre-
mas en el diario vivir. Y es también factible que un nú- sente modelo de tres niveles nos permite percibir los
mero aún mayor de chilenos tome conocimiento super- distintos horizontes de profundidad bajo los cuales una
ficial de la existencia del santón –a través de la prensa misma narrativa de sentido puede ser vivenciada (por
escrita, televisión, internet, o incluso una conversación- distintas personas al mismo tiempo, o por una misma
de modo tal que se encuentran en condiciones de te- persona in crescendo a través del tiempo): el nivel más
ner un juicio, latente o explícito, positivo o negativo, profundo es el del Mito, propiamente tal. Su condición
sobre aquel maestro y sus seguidores. Finalmente, es de «profundidad» se visualiza desde dos puntos de vis-
también posible que una mayoritaria cantidad de chile- ta; tanto por encontrarse más cerca del influjo del in-
nos acceda de modo circunstancial e involuntario a al- consciente, como por tener la mayor cantidad de fór-
guna fuente de información sobre el Yogui de Benarés, mulas simultáneas de aprehensión operando activa-
sin prestar atención alguna y, por ende, sin posibilidad mente.
de elaborar un juicio al respecto; éste último es el nivel En estrecha articulación con el Mito ubico dos horizon-
que propiamente puede ser llamado el de la sobreinfor- tes que operan a menor grado de profundidad, con res-
mación, cuando la mayor parte de los estímulos dispo- pecto al propio mito y también entre sí: el primero de
nibles «resbala» a los individuos. ellos es el Imaginario Socio-Cultural; y, finalmente,
Precisamente en esta condición de sobreinformación la Representación Social, que viene a constituirse en
se encuentra gran parte de lo que vemos y oímos al el más «superficial» de los tres horizontes. Ambos tér-
circular, personal y virtualmente, quienes habitamos en minos provienen en origen desde distintas construccio-
las grandes urbes modernas y pro-modernas. Si una nes teóricas, por lo que se hace necesario exponer
narrativa de sentido llega en estos términos a nuestra sintéticamente algunos alcances conceptuales, y el rol
existencia, lo más probable es que se vaya tal como que juegan dentro de este modelo.

1496 Tomo II Actas del 6º Congreso Chileno de Antropología Simposio Estudios Culturales
Representación Social (tendencia a
+ grado de
conciencia)

Imaginario sociocultural Niveles de


Conciencia
(tendencia a
– grado de
conciencia)
Mito
Inconsciente

Moscovici acuñó el término de «Representación Social» Por ende, la representación social en tanto creencia
a partir del concepto previamente enunciado por condiciona la construcción de la experiencia humana.
Durkheim de «Representación Colectiva», sumándole No obstante, no generan una necesaria propensión a
ciertos aportes del interaccionismo simbólico y de la la acción, ni impelen al ser humano a vivir de acuerdo a
Psicología Evolutiva (Moscovici y Hewstone, 1986). En ciertas premisas paradigmáticas; más bien, las repre-
definitiva, las representaciones sociales son construc- sentaciones sociales son «verdades» parciales adqui-
ciones vivas y dinámicas originadas a partir de la praxis ridas en medio de la praxis social, que pueden ser ocu-
social, surgidas y replicadas desde la cotidianeidad, y padas o no por quienes las detentan. En el contexto
sin la configuración de un saber experto. El caso de del modelo que he propuesto, podemos constatar que
estudio inicial propuesto por Moscovici fue el psicoaná- las hazañas y biografías de los padres de la Patria y
lisis, tal como éste es percibido por el amplio público y «forjadores de Chile» (O’higgins, Carrera, Rodríguez,
no por los especialistas del tema (Moscovici, 1979); de Portales, Prat) son transmitidas por vía de educación
lo que se colige que las representaciones sociales son formal a niños en edad escolar; si bien se trata de una
ciertas creencias configuradas principalmente por in- fórmula medular para perpetuar cierta tradición
formación y opiniones socialmente replicadas, compar- identitaria del Estado-Nación, vemos que los estudian-
tidas y reelaboradas. Retomando el ejemplo que di pre- tes en su mayoría sólo acogen esta información en tér-
viamente sobre el Yogui de la India y los chilenos, quie- minos de representación social. Vale decir, retazos que
ro enfatizar que toda representación social permite que pueden generar en ellos juicios u opiniones, pero que
individuos y colectividades estén en condiciones de no son determinantes al nivel que he señalado para las
tener un juicio, latente o explícito, positivo o negativo, auténticas narraciones de sentido.
sobre algún acontecimiento, fenómeno o parcialidad de Como he dicho, un punto importante de este modelo
la experiencia vital. de Creencias es señalar que la misma información que

Tomo II Actas del 6º Congreso Chileno de Antropología Simposio Estudios Culturales 1497
para ciertas personas se percibe como representación neradas por ella). De este modo, los Imaginarios So-
social, para otras es auténtico contenido mítico. Así, cio-Culturales se vinculan con los Mitos no sólo a partir
mientras aún en el siglo XXI existe un enconado deba- de distintos niveles de aprehensión, sino también en
te entre quienes se definen así mismos como términos de configuración histórica: en efecto, alrede-
«carrerinos» y «ohigginistas» –verdaderas comunida- dor de ciertas estructuras míticas suelen construirse con
des de partidarios que construyen gran parte de su vida el tiempo extensos imaginarios socio-culturales que, en
diaria y de su apreciación de identidad nacional en tor- último término, son deudores de aquéllas.
no a Carrera u O’higgins-, podemos constatar que am- Verbigracia, durante las últimas décadas del siglo XIX,
bos próceres coexisten, aparentemente indiferenciados se percibe en E.E.U.U. la construcción de una estruc-
(o al menos anulados en sus aspectos irreconciliables), tura mítica que asoció el tradicional puritanismo anglo-
dentro del tejido de representaciones sociales que la sajón con el evolucionismo social de Spencer, afirmán-
mayoría de los estudiantes escolares adquiere pasiva- dose en hechos históricos como la expansión hacia el
mente en sus establecimientos educacionales. Oeste, la guerra contra España (1898) y el rápido cre-
De modo que en el contexto del mundo contemporá- cimiento de las fortunas industriales. Así, se fundó un
neo, todo mito puede también ser vivenciado como re- orden religioso, social, político y económico que se re-
presentación social; sin embargo, es pertinente visuali- velaba existente desde siempre, donde el progreso del
zar al menos un nivel operacional entre ambos, que país era evolución y, al mismo tiempo, mandato divino;
aquí he definido como Imaginario Socio-Cultural. el magnate petrolero Rockefeller fue el héroe paradig-
El concepto de «imaginario» en general y de «imagina- mático de esta gesta. A partir de esta narrativa de sen-
rio social» en particular ha sido abordado en las últi- tido se construyó el axioma mesiánico del «destino
mas décadas desde la filosofía, la sociología y la antro- manifiesto» de dicha nación en el mundo, como un eje
pología (Baeza, 2003). Se trata de ideaciones social- rector de hegemonía afianzada moralmente.
mente compartidas, verdaderos esquemas de inteligi- Si bien el «destino manifiesto» vivió su máxima popu-
bilidad de la realidad social: así, los imaginarios no es- laridad antes de la crisis de 1929, en torno a este Mito
tán constituidos por meras representaciones, sino por se forjó un amplio Imaginario Socio-Cultural que llegó
«elaboraciones peri-racionales (es decir situadas en la a estructurar la forma de percibir el mundo de buena
periferia de la racionalidad, aunque con capacidad de parte de la ciudadanía y de la prensa norteamericana;
influir sobre ella) que participan en calidad de grandes adicionalmente, debe recordarse que aún en el presente
supuestos en los procesos de significación» (ob.cit., los congresistas y en general los candidatos a puestos
2003: 81). de representación pública en dicho país deben recurrir
En este punto me permito sostener que, a diferencia a elementos comunes de este imaginario para empatizar
de las representaciones sociales, los imaginarios cons- con sus potenciales votantes. En general, podemos
tituyen los pilares para una naturalización de determi- percibir al «destino manifiesto» como un Mito que aún
nada realidad social; sin embargo, a diferencia del mito, se mantiene vivo y que tiende a reactualizarse alimen-
no operan bajo una aprehensión activa, sino más bien tado por la contingencia histórica (sobre todo a partir
como un trasfondo mayormente pasivo, pero al fin y al de la administración Bush); en torno a éste, un extenso
cabo condicionante. Así, cuando se sostiene que el Imaginario Socio-Cultural que naturaliza esta narración
Mercado es la única realidad posible para regular el como un condicionante dado de la realidad; finalmen-
trabajo, puede que mucha gente lo entienda como una te, una amplia red de representaciones sociales que
condición a priori, «por que así es el mundo»: vale de- genera juicios parciales y heterogéneos, como es el
cir, como un imaginario vigente. Sin embargo, sólo una caso de la opinión pública mundial con respecto a este
cantidad menor verá en esta frase un axioma activo mesianismo estadounidense.
dentro de determinada construcción mítica (Cosmología De modo que, en medio de las múltiples operaciones
Mercado/Modernidad). simbólicas que ofrece el mundo de las creencias, los
Si bien los imaginarios son socialmente validados, es- condicionantes míticos se constituyen en referentes
timo que su permanencia y transmisión operan en últi- potencialmente medulares; pero no siempre son vivi-
mo término a partir de la dimensión cultural; en efecto, dos como tales. En torno a estos pueden constituirse
se trata de redes de significado que se despliegan, se imaginarios socio-culturales y representaciones socia-
afincan y se modifican a partir de ciertas coordenadas les que, propiamente, pueden alejarse incluso de los
contextuales, por ende generadoras de cultura (y ge- mitos de los que son deudores.

1498 Tomo II Actas del 6º Congreso Chileno de Antropología Simposio Estudios Culturales
Así, la refundación contemporánea de ciertas narracio- nes sociales y los imaginarios socio-culturales; este
nes míticas debe mucho a la reelaboración de elemen- postulado debe ser necesariamente trabajado y depu-
tos culturales de larga data (en gran medida incons- rado a futuro, en términos teóricos y metodológicos.
cientes), pero cobra siempre su sentido último y su po- Finalmente, es menester considerar que el cúmulo de
der ordenador en la adecuación a las condiciones del acontecimientos y de informaciones que ofrece el mun-
presente; en su poder para conjurar el caos y la inse- do contemporáneo hacen pertinente el rol del Mito como
guridad específicas que un tiempo y un espacio con- auténtico ordenador de lo real; pues, después de la
cretos le reclaman hoy. Recordemos el caso del Sacro operación mítica, «todo se convierte en necesario, y
Imperio Romano Germánico en el medioevo, y hasta una vez que la realidad queda a salvo de la contingen-
bien avanzada la Edad Moderna: una entidad política cia, la sociedad humana logra adaptarse y funda sobre
siempre inefectiva en los hechos, sustentada sobre un ella el orden humano» (Brelich, 2004: 58). Al fin y al
mito de orden y de remembranza del pasado donde la cabo, separar lo contingente de lo real parece haber
contingencia estaba controlada bajo un orden mítico sido siempre la vía del ser humano para responder las
que la conjuraba. En principio, se trató de la necesidad preguntas de la existencia.
europea de convocar al extinto Imperio Romano como
orden cosmológico; así, se estableció un orden Notas
relacional, por medio del cual dos mitos «dialogaban»
entre sí, fundando un orden cósmico para Europa Oc-
1
Amengual (1993) plantea a la primera secularización
cidental: El Mito del Imperio y el Mito del Papado. Cuan- como la puesta en duda de lo religioso ante el avance
de la razón; la segunda secularización implica la pues-
do, a fines del siglo XVIII, desapareció el Sacro Impe-
ta en duda de la propia razón, la ciencia, el progreso y
rio, el Mito del Papado volvió a construir sus propios el proyecto moderno.
sentidos, redefiniéndose; así logró vincularse con nue- 2
Concepto junguiano que atiende a una consecución
vos y sucesivos contextos históricos, manteniéndose de objetivo global y sincrónica, en lugar de compartimen-
como opción de sentido pese al escenario de seculari- tada y sucesiva (Jung 1998, 2000).
zación planteado por la Modernidad. 3
Me parece más adecuado el término de elementos
micro-culturales que el impreciso y peyorativo concep-
to de «subculturas».
Perspectivas míticas
En definitiva, podemos apreciar al Mito como una na- Bibliografía
rrativa de sentido cuyas distintas propiedades permi-
ten al ser humano fundar la realidad y fundarse a sí ALDUNATE Carlos, Victoria CASTRO y Varinia
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mismo frente a ésta; en principio circunscrito a dimen-
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tinuo de estructuras míticas que se adaptan al reclamo AMENGUAL, Gabriel. 1993. «Una segunda seculariza-
de nuevas configuraciones contextuales. De este modo, ción: la crisis de la razón». Estudiar la Religión; mate-
reivindicaciones políticas, imposiciones económicas y riales para una filosofía de la religión. III. Gómez
emergencias culturales relativamente recientes (como Caffarena y Mardónes Eds. Barcelona, Editorial
el rock), pueden eventualmente alcanzar ribetes míticos Anthropos. Pp.: 155-175.
para algunas personas, tanto como lo hacen e hicieron AUGÉ, Marc. 2005. Los no lugares, espacios del ano-
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reconfiguración de contextos, el Mito se posiciona como BARROS ARANA, Diego. 2000. Historia General de
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1995); como también ante la serie de escenarios don- BRAUDEL, Ferdinand. 1997. El Mediterráneo. Madrid,
de lo moderno no ingresa, o es sólo un elemento más Espasa-Calpe. (1º Ed., 1949).
(la mayoría de los países). Por otro lado, he planteado CASSIRER, Ernst. 1971. Filosofía de las Formas Sim-
bólicas. México D. F., Editorial Fondo de Cultura Eco-
que es posible percibir el mito a partir del nivel de apre-
nómica.
hensión de otras creencias, como las representacio-

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